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SEMINARIO MAYOR LOS SAGRADOS CORAZONES

JAIRO ARTURO BOTINA SÍNTESIS TEOLÓGICA


IV TEOLOGÍA PBRO. BERNABÉ ECHEVERRY
TESIS No. 1: REVELACIÓN Y FE
1. CONCEPTO TEOLÓGICO DE REVELACIÓN.
Revelación es la denominación global con que se designa la acción salvífica de Dios en la
historia, testificada en el Antiguo y el Nuevo Testamento, que alcanza su punto culminante en
el acontecimiento Cristo. La revelación en Jesucristo abre al creyente el conocimiento de la
realidad de Dios como el misterio del amor, un amor que se identifica con Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo.

El vocablo revelar deriva del término latino revelare, que a su vez traduce el término griego
apocaliptein. Ambos significan quitar el velo, descubrir lo que está oculto. Por lo tanto, revelar
y su forma nominal correspondiente, revelación, en sentido etimológico expresan la acción de
poner algo al descubierto, demostrar algo oculto, manifestar algo secreto.

Cabe distinguir entre Revelación activa (palabra proferida por Dios) y pasiva (contenido).
Según el medio, puede ser inmediata o mediata; según el receptor, pública o particular; la
Revelación puede ser también natural o sobrenatural.
En el Antiguo Testamento, se entiende por Revelación, la palabra (dabar) de Dios dirigida a
Israel a través de la historia; está cargada de dinamicidad y pide obediencia, llevando al
hombre a la acción.
El punto central de la Revelación es la Alianza, la cual se convierte en la Palabra de Dios
por excelencia, plasmada en la Ley y meditada como Sabiduría.

La Revelación es la manifestación libre de Dios al hombre y a la historia; manifestación


gratuita y nueva que lleva al hombre y lo invita a la fe, "fundamento y fuente de toda
justificación" (Trento).

Podemos adentrar en el significado de la Revelación entendiéndola como palabra, encuentro y


presencia nueva y especial de Dios en el mundo:
a) En cuanto palabra, la Revelación es acción por la que una persona se dirige a otra de cara
a una comunicación. Por esto, posee tres aspectos: 1. tiene contenido, 2. es interpelación
(provoca respuesta) y 3. es auto-comunicación (descubre la actitud interna del emisor). Esta
es la categoría principal que refleja la Biblia, para explicar la palabra de Dios.

En este sentido muestra tres dimensiones:1. Dinámica (crea y actúa obrando signos-milagros
en el cosmos y en la historia personal y colectiva); 2. Noética (revela y enseña, desde la Ley y
Sabiduría hasta las Bienaventuranzas y Padre Nuestro); y 3. Personal.
Por ello se definió la Revelación en el Concilio Vaticano I, como "locutio Dei ad homines"
(Palabra de Dios a los hombres"); y en el Concilio Vaticano II, se empieza a hablar de ella
diciendo: "Dei Verbum...".

b) Siendo encuentro, exige un yo y un tú; esto es, la propia libertad y, por ello, mutua
reciprocidad (compromiso de respuesta-diálogo). Esta relación interpersonal supone intimidad,
pues afecta al ser mismo, llegando a un nosotros experimentado en la amistad y en el amor.
El encuentro es, finalmente, “una relación de Alianza basada en la elección” (Salmo 2,7; Is
43,1), el contrato y la promesa. "Dios...habla a los hombres como a amigos suyos, movido por
su gran amor..., y habita con ellos invitándolos a comunicarse y a estarse con El" (DV 2).

c) Una comunicación viva, que interpele, requiere una presencia. La presencia personal de
Dios esbozada en el Tabernáculo y prometida en el Emmanuel, es la "Presencia Encarnada...,
plena y totalmente humana" (Henri de Lubac), manifestada en Cristo, quien manifiesta
plenamente el hombre al propio hombre (GS 22).
Cristo, "Camino, Verdad y Vida" (Jn 14.6), es centro y culmen de la Revelación: Palabra
verdadera, Encuentro Dios-hombre, Camino que muestra y lleva al Padre. [ CITATION Ser1 \l
9226 ]
1.1 ANÁLISIS DE LA NOCIÓN DE REVELACIÓN.

a) Autor: El autor de la Revelación es Dios. Revelación es igual a acción divina. Su origen es


libre iniciativa de Dios que, por su sabiduría y bondad, se autocomunica al hombre, dándole a
conocer el misterio de su voluntad, ya que el hombre nunca podría alcanzarlo sólo. La
Revelación es obra de la Trinidad: Proyecto del Padre; Realizado por el Hijo y
Actualizado por el Espíritu santo. b) Destinatario: El destinatario es el género humano. La
Revelación no es patrimonio de ninguna cultura raza o nación. Dios quiere que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. De ahí la exigencia
misionera de la Iglesia. c) Contenido: La verdad profunda de Dios y de la salvación del
hombre es el objeto o contenido de la manifestación divina. Hay dos tipos de verdades
reveladas en relación a la capacidad natural de la inteligencia humana: 1. verdades que de
suyo no son inaccesibles a la razón humana. 2. verdades que superan la capacidad del
hombre y sólo pueden ser conocidas por revelación libre y gratuita de Dios. d) Finalidad: Al
revelarse, Dios sale al encuentro del hombre y entabla una relación amistosa con él, para
hacerle partícipe de su misma vida. Por la Revelación Dios entra en contacto con el hombre,
con lo que éste puede acceder a los bienes divinos. La finalidad no es otra que la salvación
del hombre. e) Formas: Se suelen distinguir dos formas de Revelación divina: 1) Revelación
natural: es aquél conocimiento que el hombre alcanza reflexionando sobre la realidad del
mundo con la luz de la razón natural. Es un conocimiento cierto de Dios que el hombre puede
lograr reflexionando por la razón sobre las cosas creadas. 2) Revelación sobrenatural: Es la
manifestación personal e interpeladora de Dios realizada en el marco de la historia. Tiene por
principio la libre y gratuita iniciativa de Dios de acercarse al hombre y manifestar su designio
salvador. Dios inaugura una relación nueva con el hombre, que busca el encuentro personal
de la fe. f) Mediaciones: Las mediaciones de la Revelación natural de Dios son las obras de
la Creación. La Revelación sobrenatural se realiza en la historia por medio de obras y
palabras intrínsecamente relacionadas. g) Estructura: La Revelación presenta una estructura
sacramental: es acción iluminada por la Palabra. h) Rasgos fundamentales: 1) Carácter
sobrenatural: La revelación es obra de Dios invisible. Es un acto por el que Dios invisible y
transcendente se dirige a los hombres movido exclusivamente por su amor. 2) Carácter
dialógico: La revelación no es una mera información, sino que es una acción interpeladora de
Dios al hombre que busca una respuesta, una relación, un trato... 3) Carácter sacramental e
histórico: La revelación de Dios acontece en la Historia de la Salvación y la convierte en
Historia de Salvación. Se realiza por las vías de la historia y la encarnación a través de obras
y palabras estrechamente conexionadas. En todo sacramento hay una acción y una palabra.
Hecho + Palabra = Acontecimiento. 4) Carácter Salvífico: La revelación no es una realidad
debida a la naturaleza o inventos del hombre, sino un acto gratuito de Dios. Toda la revelación
se ordena a la Salvación del hombre. La revelación es por lo tanto salvífica. 5) Carácter
Trinitario y Cristocéntrico: Cristo es el centro de la revelación de Dios. Él nos remite al
Padre y al Espíritu Santo.
2. HOMO CAPAX DEI.
Según la tradición aristotélico-tomista, entre el sujeto que conoce y el objeto conocido tiene
que haber una cierta “correspondencia ontológica”, esto es, que el uno y el otro no sean
extraños o desemejantes absolutamente. En el caso de la verdad “Homo capax Dei” la razón
bíblica está en el texto de Génesis “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn
1, 27). Si somos capaces de Dios es porque entre Él y nosotros hay una referencialidad
ontológica y, por tanto, moral y espiritual. Ser capaces de Dios significa que, a pesar de la
infinita distancia que nos separa de nuestro Padre y Creador, existe un punto de comunión
que Él mismo ha querido respecto de nosotros. Tal punto, en realidad, lo expresa el relato
sacerdotal de la creación del hombre “e insufló el Señor Dios aliento vital al hombre” (Gn 2, 7).
Con esta imagen bíblica, la tradición cristiana ve cómo Dios ha llamado al hombre a participar
de Su misma vida divina; lo hace capax, es decir, capaz de recibir y aceptar y gozar del don
del Ser de Dios de modo participado. Ciertamente aquí se encuentran numerosos corolarios
de tipo moral y espiritual que pueden resumirse en la cuestión de la dignidad del ser humano,
creado a imagen de Dios.

De igual manera esta es la razón por la que “el deseo de Dios está inscrito en el corazón del
hombre (…)” (CIC n. 27). Según se expresa el Catecismo, Dios atrae al hombre hacia Sí y le
busca por medio de este deseo ínsito en lo profundo del ser. Y no sólo eso; además le
descubre su vocación más alta: la comunión con Él. Este aspecto, junto con lo que se
desprende del propio texto citado antes, conforman los aspectos más radicales de nuestra
vocación: ser imagen de Dios, reproducir esta imagen, como una meta a la que debemos
tender. Y ello, en última instancia, para alcanzar nuestra vocación última, la communio Deo
(La comunión con Dios).[ CITATION Dio \l 9226 ]. “Señor, Tú nos hiciste para Ti y nuestro
corazón está inquieto hasta que descanse en Ti, Señor, mi Dios; en Ti encuentro yo mi paz.”
(San Agustín).
3. DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE: LA REVELACIÓN
Afirma el catecismo de la Iglesia Católica “mediante la razón natural, el hombre puede conocer
a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el
hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la revelación divina
(cf. concilio Vaticano I: DS 3015). Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al
hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableció desde la
eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a
su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo[CITATION Cat00 \p "31 no. 50" \l
9226 ].
4. LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS QUE SE REVELA
La revelación divina no es una realidad evidente ni se impone al hombre categóricamente
como resultado de un raciocinio o de una demostración empírica. La revelación es la
manifestación gratuita de Dios, que se dirige al hombre y le interpela, buscando ser acogido
mediante una libre decisión de la voluntad. Esa libre y personal respuesta de acogida de la
manifestación divina por parte del hombre es la “fe” (DV 5; CIC n. 166).
Al igual que en una relación personal, aun cuando por parte del donante esté siempre ofrecida
y, en este sentido, disponible para aquél a quien se ofrece, sólo llega a su realización efectiva
cuando es acogida por el destinatario de ella, así la revelación, en cuanto autocomunicación
de Dios al hombre, sólo se hace realidad efectiva y concreta en la respuesta de la fe del
hombre que la reconoce y acoge. A su vez, la fe cristiana no se entiende como mera apertura
del hombre a la transcendencia, sino como acogida humana de Dios que se revela. Resulta
así que revelación y fe están mutuamente referidas e implicadas. Con Heinrich Fries cabe
decir que una revelación aceptada es fe o también que la fe es la revelación que ha alcanzado
su objetivo.

Partimos de una premisa: la fe cristiana sólo puede explicarse en relación con la revelación de
Dios en Jesucristo. La revelación precede y posibilita la respuesta del hombre de manera que,
cuando Dios trino se comunica al hombre y lo atrae a sí, este puede abrirse y adherirse a al
don de la revelación (DV 3). Una vez que se ha producido el acontecimiento gratuito y
sorprendente de la revelación, encontramos una sorprendente correspondencia entre el
hombre (con sus deseos y preguntas constitutivas) y este acontecimiento. Por eso la fe
muestra su credibilidad también ante el no creyente. Entre el acontecimiento de la revelación y
la estructura humana se da una continuidad dentro de una mayor continuidad. Se reconoce
una adecuación del don con todo lo que somos (continuidad) y, al mismo tiempo, no se puede
deducir el don desde las propias exigencias, porque nos excede, nos sorprende y nos supera
(discontinuidad). El hombre puede responder a Dios en su llamada sobrenatural porque
cuando recibe esta llamada recibe con ella la posibilidad de responderla. La sobrenaturalidad
de la fe y su carácter gratuito tiene su origen en la sobrenaturalidad del acontecimiento de la
revelación, porque la revelación lleva en sí la capacidad de generar, en un juego dramático
con la libertad del hombre, la respuesta de acogida al hecho revelado. Aún más, la fe forma
parte del acontecimiento de la revelación porque es la forma de su manifestación. La verdad
de Dios adopta como forma de su manifestación en la historia el hecho de su reconocimiento:
el testimonio de la fe forma parte de la revelación misma. La especificidad de la fe cristiana se
comprende a partir de las características de la revelación que la hacen posible. a) La
revelación es una verdad última sobre el mundo y el hombre; b) la verdad se ha comunicado
en el acontecimiento histórico de Cristo; c) Carácter sacramental de la revelación; d) la
comunicación de la verdad acaecida en la persona de Jesucristo, fundamenta y sostiene las
dimensiones conceptuales y normativas de la revelación; e) El acontecimiento de Cristo
continúa presente en la historia. A través del anuncio del evangelio por medio de la Iglesia y
con la fuerza del Espíritu Santo, es posible a todo hombre encontrar en la historia la verdad
personal que es Cristo.
Si podemos creer es porque Dios está actuando, porque Dios se revela a sí mismo (iniciativa
divina) y la propia Revelación de Dios tiene una propiedad de credibilidad por la que la razón
puede aceptarla; es un acto plenamente humano. Pero hay que ser conscientes de que se
nos presenta una aporía: nuestra percepción racional se agota al enfrentarse con la revelación
de Dios; captamos algo real que supera lo racional, es suprarracional.
5. RELACIÓN FE Y RAZÓN
La Iglesia sostiene que entre la fe y la razón no puede haber oposición ninguna (San Juan
Pablo II, Fides et Ratio, 1998). No obstante, a partir del Renacimiento se ha iniciado un
camino que, finalmente, ha llevado a disociar la razón de la fe; a separar la religión y la ciencia
al grado que Kant llegó a afirmar: "tuve que dejar en suspenso el saber para dejar espacio al
creer". Sin embargo, en los últimos decenios presenciamos una nueva relación entre la
teología y la ciencia. Crece la convicción de que se trata de dos caminos para conocer la
realidad que no pueden ignorarse mutuamente y que, siendo diferentes bajos diversos
aspectos, se puede apreciar en ambos una clara convergencia. Ilustrativas son las palabras
de Albert Einstein: "la ciencia sin religión se encuentra tullida, y la religión sin ciencia es ciega"
(Out of my later years, New york, 1940).
La enseñanza de la Iglesia distingue que las relaciones entre la razón y la fe han sido
clarificadas (Dz. 1795-1800) en la Constitución dogmática Dei Filius del Concilio Vaticano l, el
año 1870. Se descartan las tres posturas erróneas que se han dado en la historia: averroísmo,
racionalismo y fideísmo (la teoría de la doble verdad; la exaltación de la razón al punto que
relega la fe al campo del sentimiento o de la simple opinión y, la exaltación de la fe, al grado
que destruye la capacidad cognoscitiva de la inteligencia humana como fuente del
conocimiento.
El Concilio Vaticano I expone que: 1. Existe un doble orden de conocimientos: por
revelación y por ciencia. En uno se conoce por fe divina y en otro se conoce por la sola razón
natural. 2. La razón, ilustrada por la fe, alcanza cierta inteligencia de los misterios, sea por
analogía de lo que naturalmente conoce, sea por la relación de los misterios entre sí y con el
fin último del hombre; aunque nunca será la razón totalmente idónea para entenderlos del
todo, ya que sobrepasan la capacidad del entendimiento. 3. No puede darse jamás conflicto
entre la razón y la fe porque: es el mismo Dios quien revela los misterios y quien infunde la fe;
es el mismo Dios quien ha dado al hombre la luz de la razón; Dios no puede negarse a Sí
mismo, ni la Verdad puede nunca contradecir a la verdad. 4. La Iglesia tiene el derecho y el
deber de proscribir la ciencia de falso nombre, a fin de que nadie se engañe por la vana
filosofía. 5. Fe y razón se prestan mutua ayuda, porque: la razón demuestra los fundamentos
de la fe; la razón cultiva la ciencia de las cosas divinas; la fe libra y defiende de errores a la
razón; la fe provee de múltiples conocimientos a la razón. 6. La doctrina de la fe, que Dios ha
revelado, no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico para ser perfeccionado por la
inteligencia humana, sino entregada a la Iglesia para ser custodiada, transmitida e
infaliblemente declarada.
El Concilio Vaticano ll: recoge la doctrina del concilio precedente y pone el énfasis en los
siguientes puntos: a) La razón tiene capacidad para alcanzar la verdad b) La ciencia tiene su
ámbito legítimo de autonomía. c) La ciencia adquiere su dignidad en cuanto se considera
como bien humano y personal. d) El progreso ha de estar al servicio de la humanidad, la cual
tiene necesidad de la ciencia para asegurar su vida y su dignidad (Gaudium et Spes, n.36,59).
“Ciencia y fe representan dos órdenes distintos de conocimiento, autónomos en sus
procedimientos, pero convergentes finalmente en el descubrimiento de la realidad integral que
tiene su origen en Dios” (Juan Pablo ll, 1982). “En el pasado, los defensores de la ciencia
moderna lucharon contra la Iglesia con los slogans de Razón, Libertad y Progreso. Hoy, a la
vista de la crisis sobre el sentido de la ciencia, las múltiples amenazas a su libertad y las
dudas de muchos hombres acerca del progreso, se han invertido los frentes de batalla. Hoy es
la Iglesia la defensora. Es defensora de la razón y de la ciencia, a las que declara capaces de
alcanzar la verdad; defensora de la libertad científica gracias a la cual la ciencia mantiene su
dignidad como bien humano; defensora en fin del progreso al servicio de una humanidad que
necesita proteger su existencia y su auto respeto” (Juan Pablo II, 1980).

Referencias
Catecismo de la Iglesia Católica. (2000). Santa Fe de Bogotá: San Pablo.

Dios y Razón. (s.f.). Obtenido de https://diosyrazon.wordpress.com/2012/10/31/homo-capax-dei/

Gaudium et Spes. (s.f.).

Humanitas. (s.f.). Obtenido de http://humanitasguineae.blogspot.com/2013/01/la-fe-y-la-razon-en-

benedicto-xvi.html

II, San Juan Pablo. (s.f.). Fides et Ratio. Paulinas.

Servicio Catolico . (s.f.). Obtenido de http://www.serviciocatolico.com/files/tema_2.htm

Wikipedia. (s.f.). Obtenido de https://es.wikipedia.org/wiki/Relaci%C3%B3n_entre_fe_y_raz%C3%B3n

XVI, B. (2009). Caritas in Veritate. Paulinas.

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