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TESTIMONIO VOCACIONAL

Mi nombre es Joao Conceicao, soy natural de una favela brasileira y quiero


compartir parte de mi experiencia de vocación. Nací en el seno de una familia que
cree en Dios pero sin práctica de fe. Crecí en medio de un ambiente social
rodeado de personas de diferente forma; unos creían en Dios a su modo, otros
relativizaban todo tipo de conductas, unos cuantos eran asiduos a las
celebraciones religiosas. De adolescente fui atraído a participar como monaguillo
en algunas misas de la iglesia del barrio, y me animó mucho la forma de ser de un
misionero que allí hacía vida. Su porte, su espiritualidad, su forma de expresarse,
su estilo de vida cristiana me motivó a insertarme cada vez más en el servicio
parroquial. Después de algunos años, por cosas de Dios, fui invitado a participar
en algunas jornadas vocacionales en una comunidad sacerdotal, a la que fui por
curiosidad, sin imaginar que esa sería mi casa por muchos años.

Fui aceptado a recibir en ella formación, sin caerle del todo bien a alguno que
otro formador. Sin embargo, yo me esmeraba por hacer cada día las cosas lo
mejor posible, buscando ocasiones para manifestar en mayor modo mi
espiritualidad y lo adecuado de yo estar en esa escuela. A veces me entraban
algunas inquietudes sobre si todos los que estaban en esta casa sacerdotal
debían o no permanecer allí, y de alguna manera siento que yo interiormente
intentaba hacer mejor las cosas que me pedían los superiores.

Cuando estaba de vacaciones o iba a mi comunidad eclesial de origen, o


participaba en dinámicas con los muchachos del barrio, me esforzaba por mostrar
con mi ejemplo, que yo sí estaba viviendo las cosas como Dios quiere. Y en el
fondo, con mi forma de comportarme, quería enseñarles a mis amigos y a mis
familiares que sí se puede vivir cristianamente sin dejar de ser sociables.

Poco a poco iba creciendo en años y en niveles en mi proceso de formación,


cuando me daba cuenta que algunas cosas, aunque no fueran malas, tenía que
revisarlas, porque sentía que del todo había algo que necesitaba mayor claridad.
Algunas personas decían que mi forma de comportarme era como propensa a la
de aquel misionero que había conocido en los años de mi adolescencia y que yo
sentía, había influido grandemente en mí, al punto que muchas cosas que hacía
no eran originalmente mías sino suyas.

Con relación al grupo de jóvenes que se formaban junto a mí, casi de todos era
cercano. Pero al mismo tiempo era muy crítico y tendía a calificar algunas
actitudes tomando como referencia mi propia forma de ser y de pensar, y esto no
siempre era del agrado de algunos. Incluso, a veces llegué a cuestionar algunos
comportamientos y formas de ser de algunos de los superiores, pensando que si
eran de otra forma sería todo mejor.
Estando en un retiro espiritual en tiempos de vacaciones vinieron a mí unas
inspiraciones, digo yo que de un buen espíritu, porque me ayudaron a reflexionar
sobre algunas actitudes mías que no me eran útiles en mi maduración. Me
preguntaba si no estaría yo teniendo como un querer hacer bien las cosas pero
como por vanidad, por creerme mejor, por egolatría… Porque todo eso lo podía
disimular o enmascarar en una aparente recta intención, pero en el fondo ¿no
estaría yo procediendo por ostentación? Y todo eso lo manifesté en mi dirección
espiritual algún tiempo después.

Todo esto me ha ayudado a ir madurando en mi discernimiento de vocación y


en todo lo que Dios ha hecho en mí. Así poco a poco, con la ayuda de mis
directores formativos y con el sacerdote que me escuchaba y orientaba
espiritualmente, fui dándome cuenta de las cosas que necesitaba aclarar, cosa
que hice gracias a que pude hacerme consciente y ser muy sincero en mis
conductas, reconociendo que muchas de las cosas que hacía eran como una
respuesta mía a la actitud de muchas personas indiferentes a las cosas de Dios y
mi deseo de comportarme de forma distinta, dándoles ejemplo de lo que yo
consideraba que debía ser.

Años más tarde fui aceptado a recibir el sacerdocio ministerial y, hoy por hoy,
he desarrollado un servicio parroquial por espacio de doce años, ayudando a
centenares de jóvenes en diferentes barrios de Brasil, y colaborando en la
escucha de muchas almas que he podido acompañar desde la oración y la
dirección espiritual1.

1
Traducción hecha del portugués al castellano 17 de abril de 2007

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