Está en la página 1de 6

1

LECTIO DIVINA
FESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

Invocación al Espíritu Santo


Iniciemos nuestra celebración invocando la presencia del Espíritu Santo.
Que él abra nuestro entendimiento para comprender la Palabra; que haga dócil
nuestro corazón para amarla y que ilumine nuestra vida para que practiquemos
sus enseñanzas.
Oh, Señor, que tienes misericordia de todos,
quita de mí mis pecados
y misericordiosamente enciende en mí
el fuego de tu Espíritu Santo.
Quita de mí el corazón de piedra,
y dame un corazón de carne,
un corazón para amarte y adorarte,
un corazón para deleitarse en Ti,
para seguirte y disfrutar de Ti, en el nombre de Cristo, Amén.
San Ambrosio de Milán

1. Lectio: San Lucas 3,16-22


Se lee el texto bíblico de forma pausada, atenta y repetida.
«Aguardando el pueblo y preguntándose todos en sus corazones
sobre Juan, si no sería él el Cristo, respondiendo a todos dijo Juan:
“yo con agua os bautizo, pero viene el que es más fuerte que yo a
quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él os
bautizará en Espíritu Santo y fuego. Cuyo bieldo está en su mano para
limpiar su era y reunirá al trigo en su granero y la paja la quemará con
fuego inextinguible. Y así, con muchas otras parábolas anunciaba la
Buena Noticia al pueblo. Y sucedió que mientras era bautizado todo
el pueblo, siendo bautizado también Jesús, mientras oraba, el cielo se
abrió y desciende el Espíritu Santo en forma corporal como una
paloma sobre él y una voz viene del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado,
en ti me complazco”»1.
1
La traducción es personal. El texto griego está tomado de la edición crítica de E. NESTLE
y K. ALAND, Novum Testamentum Graece, Stuttgart 201228.
2

2. Meditatio
De la lectura se pasa la meditación entendida como una reflexión sobre los
valores profundos contenidos en el texto de cada uno de sus detalles.
2.1 Contexto de Lucas 3
La tradición sobre el ministerio de Juan se recoge en el capítulo tercero del
Evangelio de Lucas. El desierto es el escenario propio donde Juan predica y
bautiza. Diversos grupos de personas lo buscan para escucharlo y ser bautizados
por él. En tres etapas describe el evangelista la tradición sobre Juan. En primer
lugar, se nombra a los gobernantes políticos del momento como, también, a las
autoridades religiosas. La cita de Isaías 40,3-5 pone a Juan en la línea de los
profetas y, además, amplía el anuncio de salvación a todos. En un segundo
momento se describe la predicación de Juan, la cual llama a la conversión (dar
frutos) y hace uso de la imagen del hacha para indicar el juicio inminente (Lc
3,9). En tercer lugar, aparecen diversos grupos de personas que responden a la
predicación a través de la pregunta: «¿Qué debemos hacer?» (3,10.12.14). Juan
es confundido con el Cristo, sin embargo, él mismo se define como el que
«bautiza con agua» y da testimonio del que «bautizará con Espíritu y fuego»
(3,16). La predicación termina con la imagen del bieldo, la cual tiene relación
con el hacha del v.9. Ambas imágenes hacen referencia al momento del juicio.
Finalmente, en un tercer momento, la tradición sobre Juan termina con su
encarcelamiento por parte del tetrarca Herodes (3,19-20). Una vez encarcelado
Juan, termina su ministerio e inicia la preparación del ministerio público de
Jesús.

2.2 Diferencia entre multitud y pueblo


La multitud: la predicación de Juan se dirige a la multitud. Mientras la palabra
«pueblo» indica concretamente al pueblo de Israel, la «multitud» está
conformada por todos aquellos que se acercan a Jesús, sin ninguna distinción
de origen.

2.3 «Viene el que es más fuerte que yo a quien no soy digno de desatar la
correa de sus sandalias»
Esta afirmación de Juan hace referencia a un acto jurídico del Antiguo
Testamento. La ley del levirato preveía que una mujer viuda y sin hijos debía
ser tomada como esposa por el hermano del difunto o del pariente más cercano
para darle descendencia a su hermano (Gn 38; Dt 25,5-10). Quien tenía el
derecho y el deber de rescate, pero no quería tomar por mujer a la viuda de su
hermano, se descalzaba y daba unos pasos hacia atrás (Dt 25,9-10). En una
3

interpretación cristológica, Juan considera no tener el derecho de rescate sobre


Israel (la esposa) porque es Jesús el verdadero Esposo de su pueblo.

2.4 Bautismo de Juan y bautismo de Jesús


El kerygma de Juan, según San Lucas, está centrado en «hacer obras que
demuestren la conversión» (3,8). Pero ahora, en la escena del bautismo, el
contenido de su anuncio es indicar a una persona, la cual es el contenido mismo
del Evangelio: «viene detrás de mí el que es más fuerte que yo, de quien no soy
digno de desatar la correa de sus sandalias». La imagen a la que se puede estar
evocando es a la de un cortejo. Juan va a la cabeza señalando en su mensaje a
quien viene detrás de él.
Tanto Juan como Jesús son bautistas, es decir, practican el mismo rito, pero
se pone en evidencia que ambos bautismo son distintos, el de agua, practicado
por Juan, tiene relación con la tradición judía, el de Jesús inaugura los tiempos
escatológicos: ser bautizado en Espíritu Santo significa entrar en la obra global
de la salvación iniciada por Cristo.
En el bautismo, la idea expresada es la unión a alguien o a algo. Refiriéndose
a los israelitas, se dice en las Escrituras: «Todos en Moisés fueron bautizados
en la nube y en el mar» (1Co 10,2) y refiriéndose a los cristianos, afirma San
Pablo: «¿O no sabéis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús es en su
muerte en la que fuimos bautizados? Fuimos, pues, consepultados con él
mediante el bautismo en la muerte, a fin de que, como Cristo fue resucitado de
entre los muertos mediante la gloria del Padre, así también nosotros podamos
caminar en novedad de vida» (Rm 6,3-4).

2.5 La paloma como figura del Espíritu Santo


«La paloma» es la imagen para describir al Espíritu que desciende sobre Jesús
como «unción divina». En el Nuevo Testamento se menciona varias veces el
término, teniendo relación con algunas prácticas cultuales del Antiguo
Testamento: es el animal, considerado como puro, que se podía vender en el
atrio del templo para que la gente lo ofreciera en sacrificio (Mc 11,15); Lc 2,24
se refiere al sacrificio de dos palomas prescrito para la purificación de las
mujeres que habían dado a luz recientemente y tiene en cuenta la cláusula de Lv
12,8 que preveía la ofrenda de los pobres. En Mt 10,16 Jesús compara la misión
de los discípulos con el comportamiento de prudentes serpientes e inocentes
palomas.
El segundo nivel de este simbolismo (la paloma como ave del alma) viene a
decir que Jesús fue unido con su alma celestial, interpretación que parece llegar
próxima a la tradición acerca del Hijo del hombre (especialmente en el
4

Evangelio de Juan). El nivel simbólico mencionado en primer lugar (la paloma


como figura de Dios), puede señalarnos que el «espíritu» mismo es una figura
(generalmente femenina en el uso semítico) en que se manifiesta Dios: la figura
de la paloma manifiesta entonces la «realización» visionaria y apocalíptica de
la manifestación de Dios como espíritu»; por medio de la paloma, el Hijo está
viéndose con la presencia en figura del Espíritu y en un sentido referencial con
la «forma» de Dios.

2.6 La voz del Padre


Este versículo es la segunda parte de la visión: la primera hacía referencia a
la visión (el Espíritu que se posa sobre Jesús en forma de paloma), la segunda,
a la audición. Visión y audición hacen parte de las teofanías del Antiguo
Testamento (Jr 1,11; Is 6,1.8).
De la voz que se escucha se concluye que es el Padre quien habla pues dice:
«tú eres mi Hijo». La frase nominal tiene como sujeto el pronombre «tú», lo
que se predica es que es Hijo, ésta es la gran revelación que se da a conocer en
el pasaje: Jesús es Hijo del Padre.
5

3. Oratio
La oración consiste en un diálogo con Dios tejido de silencio, escucha,
súplicas y alabanzas, cuyo principal objetivo es obtener un corazón puro.
3.1 Juan, modelo del hombre Dios
Juan es el prototipo del hombre que Dios se ha preparado para que esté ante
su rostro que es Jesús y para abrir a los otros su vía de acceso. Es la persona
dispuesta a acoger al Señor que viene. El primer anuncio de Juan es la salvación
universal (3,1-6), pero con la condición de volver a Dios (3,7-14). El día del
Señor, la venida de Cristo, introduce la historia en su sentido último (3,15-17).
La predicación de Juan se llama «consolación» y «evangelio» (3,18). El centro
de su predicación es el profeta Isaías (capítulo 61), donde se proclama que ha
llegado el «hoy» en el cual se realiza este retorno. Juan y Jesús se relacionan
entre sí como promesa y cumplimiento, como ley y gracia. A través de Juan, el
evangelista quiere conducir al cristiano a acoger al Señor que viene.

3.2 El sentido de la conversión y de la penitencia


La conversión iniciada por Juan y su bautismo no son un fin en sí mismos,
son solamente un medio para prepararse a la venida del «más fuerte». Juan nos
enseña que ante Jesús, un profeta humano y sus signos proféticos, constituyen
solamente un servicio. La conversión y el bautismo disponen al bautismo con
el Espíritu que será realizado por el «más fuerte».
Todo lo que los hombres puedan hacer, también en el nombre de Dios, queda
dirigido al Cristo, a la acción definitiva de Dios mismo, al Reino de Dios.
Nuestros esfuerzos de conversión y de fe no son nada sin la ayuda del Espíritu
y son solamente pequeños signos a la luz del «más fuerte».

3.3 Las prácticas penitenciales son aceptadas por Dios


Cuando se lee que Jesús mismo se sometió al rito común del bautismo como
la gente de toda Judea y de Jerusalén, se concluye que él mismo aprobó tal
actuación, aunque fuera mal comprendido, pero nos enseñó que tales signos
externos son necesarios. Una conversión solamente interna no basta, se
necesitan también signos externos que se realicen en comunión con el pueblo
de Dios.

3.4 Un nuevo sentido del bautismo


Jesús es quien bautiza con «Espíritu Santo». Así, el espíritu viene a nuestro
encuentro el día del bautismo sacramental, uniéndonos a Dios como sus hijos
6

adoptivos. De este modo, el agua del bautismo se convierte en fuente de vida


que nos abre el acceso a la salvación. El nuevo bautizado se siente unido a Jesús,
se prepara para unirse a su comunidad y seguir el ejemplo del Maestro.

4. Contemplatio
La contemplación es el escalón más elevado y momento final de la lectio. Es
la fase del abandono total en Dios. El orante entra en una dimensión de
apertura y acogida de los dones del Espíritu que le permite entrar en íntima
comunión con Dios.
 Entro en oración e imagino el río Jordán, con las gentes que vienen
adonde Juan.

Reflexionemos sobre los siguientes aspectos:


 Mi bautismo me hizo hijo adoptivo de Dios ¿Vivo conscientemente esta
vocación divina?
 Juan el Bautista se reconoció siervo de Jesús ¿Vivo con humildad y soy
sencillo frente a los demás en lo que hago?
 El bautismo de Juan era un bautismo de conversión ¿tengo la suficiente
fuerza de voluntad para hacer prácticas penitenciales en virtud del
fortalecimiento de mi vida espiritual?
 Recitemos juntos el Padre nuestro.

Nota bene: dos sitios de utilidad:


www.parrocchiatraspontina.altervista.org

www.bibliayfe.org

También podría gustarte