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1. El teatro de 1939 a finales del siglo XX.

Tendencias, autores y obras


principales

Tras la Guerra Civil (1936-39) y la implantación de una dictadura, se impone la ideología del régimen
franquista (católica, anticomunista y conservadora), la falta de libertad y la censura. Este aislamiento
internacional debido a la durísima dictadura provocó un abandono de los autores de España rumbo al
exilio. Tras la muerte de Franco se inicia la transición pacífica hacia la democracia con la aprobación
en 1978 de la Constitución española, que dará paso a una España más modernizada y su
incorporación a Europa.

Dentro de las primeras tendencias dramáticas encontramos el teatro ideologizado de autores como
Miguel Hernández o Alberti (El adefesio), Max Aub (San Juan) y Alejandro Casona (La dama del
alba); y la Comedia burguesa, un teatro de evasión cuya única pretensión es entretener, cultivada por
Joaquín Calvo Sotelo o Jacinto Benavente, entre otros.

El Teatro de humor nace de la necesidad de renovar la forma de integrar el humor en el teatro de


evasión. Destaca Enrique Jardiel Poncela, cuyo humor basado en lo inverosímil, en lo absurdo
(absurdo lógico) es fundamental en su teatro como vemos en obras como Cuatro corazones con
freno y marcha atrás. En la línea del teatro del absurdo encontramos a Miguel Mihura y su obra más
importante Tres sombreros de copa, aunque, en obras posteriores como Melocotón en almíbar, se
adaptará a los gustos del público con una sátira más suave. Durante la dictadura también
encontramos el “Nuevo teatro”, comprometido, que se inicia con el estreno de la tragedia Historia de
una escalera en 1949 de Buero Vallejo que, a través de una “crítica inquietante” y elementos
simbólicos como la escalera, se interroga por la condición humana. Herederos del teatro de Buero
serán importantes autores como: José Ruibal con sus obras muy simbólicas y provocadoras; e
Ignacio Amestoy, y su teatro en libertad. En esta línea, el drama realista de Alfonso Sastre que
siempre abogó por la “renovación general del teatro” como medio para transformar el mundo en
obras como La taberna fantástica.

Asimismo, el teatro de vanguardia adoptará una actitud crítica ante la realidad a través del teatro del
absurdo y del teatro de la crueldad. Destacan autores como Fernando Arrabal, autor de Pic Nic, que
creó su llamado teatro pánico con rasgos tomados del Surrealismo; y Francisco Nieva, autor de Pelo
de tormenta, que consigue llegar a una elaboración muy personal del lenguaje a través de un teatro
transgresor, cargado de erotismo y críticas a la España negra y a la religión.

En los años 60 y 70, paralela al teatro comercial, surgen los grupos de teatro independientes, cuyas
creaciones colectivas representando a autores desconocidos e importancia de los elementos
escénicos, son para minorías: La Fura dels Baus (agresividad y provocación), Los Goliardos, Tábano,
Els Joglars (actitud crítica), Els Comediants, el TEM, entre otros.

Durante la transición y la democracia (años 80), surge una nueva tendencia, un teatro que retrata la
realidad contemporánea con humor y gran compromiso social: Bajarse al moro de José Luis Alonso
de Santos y ¡Ay, Carmela! de José Sanchís Sinisterra. Posteriormente, a finales de los 80 y 90, las
creaciones colectivas (Tricicle) o los textos realistas de Paloma Pedrero son un ejemplo de la
variedad dramática del momento. Además, son destacables: las adaptaciones que la Compañía
Nacional de Teatro clásico realiza de los autores clásicos españoles; las salas alternativas que
muestran un teatro alejado del teatro comercial; y en los últimos años, domina un teatro de gran
innovación formal, destacando autores como Juan Mayorga, Alfredo Sanzol, así como Angélica
Lidell.
2. La poesía de 1939 a finales del siglo XX. Tendencias, autores y obras
principales

Tras la Guerra Civil (1936-39) y la implantación de una dictadura, se impone la ideología del
régimen franquista (católica, anticomunista y conservadora), la falta de libertad y la censura.
Este aislamiento internacional debido a la durísima dictadura provocó un abandono de los
autores de España rumbo al exilio. Tras la muerte de Franco se inicia la transición pacífica
hacia la democracia con la aprobación en 1978 de la Constitución española, que dará paso
a una España más modernizada y su incorporación a Europa.

Podemos distinguir las siguientes tendencias poéticas: la generación del 36, integrada por
Miguel Hernández, en cuyas primeras obras destaca la preocupación por la forma (El rayo
que no cesa), pero, posteriormente, su poesía estará marcada por el compromiso con el
hombre del pueblo (Cancionero y Romancero de ausencias).

En los años 40 encontramos: una poesía “arraigada” tomando a Garcilaso de la Vega como
modelo, y una visión del mundo optimista y esperanzada, cultivada por los poetas
“garcilasistas” Dionisio Ridruejo, Luis Rosales o Leopoldo Panero, entre otros; y una poesía
“desarraigada”, pesimista, existencial y comprometida. Destacan Dámaso Alonso y Vicente
Aleixandre que, con la publicación en 1944 de Hijos de la ira y Sombra del paraíso,
respectivamente, marcarán un nuevo rumbo poético.

Dentro de la poesía realista y social (años 50 en adelante) encontramos tres autores que
utilizan la poesía como compromiso y comunicación: Blas de Otero, que tras una etapa de
angustia (Ancia), comenzará una etapa más comprometida y pacifista (Pido la paz y la
palabra); Gabriel Celaya, que considera la poesía "un arma cargada de futuro” (Cantos
íberos); y José Hierro y su preocupación por el paso del tiempo.

A finales de los 50 y años 60, la poesía sirve para el autoconocimiento y comprender la


realidad. Estos poetas recrean experiencias propias con un tono conversacional y cotidiano,
y se agrupan en dos círculos: el de Barcelona, con Jaime Gil de Biedma y el tema
recurrente del paso del tiempo (Poemas póstumos), y el de Madrid, con Claudio Rodríguez
y Ángel González (Grado elemental).

Los novísimos (años 70) son un grupo de jóvenes autores (Leopoldo Mª Panero, Pere
Gimferrer...) que se dan a conocer con la publicación de la antología Nueve novísimos
poetas españoles por parte de José Mª Castellet, vuelven a los valores de las vanguardias,
les interesa el culturalismo y el esteticismo, consiguiendo que el receptor no sea pasivo.
Después de los novísimos, encontramos 2 tendencias que conforman una poesía de
vanguardia: el “postismo” y el grupo Cántico que integra a Gloria Fuertes, Miguel Labordeta
o Carmen Conde, entre otros.

En cuanto a los principios de la democracia (años 80), es destacable, dentro de las


múltiples tendencias: una poesía intimista, de tono coloquial, que busca despertar
emociones a través de la ironía; y una corriente de poetas de la experiencia que, a través de
un contexto urbano y sirviéndose del humor y la parodia, pretenden que su poesía llegue a
todo el mundo. Asimismo, con la publicación de la antología Diosas blancas en 1985, se ve
el surgimiento de importantes mujeres en el campo poético como Blanca Andreu.
Actualmente, Raquel Lanseros y Andrés Neuman, mediante sus blogs de poesía, han
conseguido darse a conocer.
3. La novela española de 1939 a 1974. Tendencias, autores y obras principales

Tras la Guerra Civil (1936-39) y la implantación de una dictadura, se impone la ideología del régimen
franquista (católica, anticomunista y conservadora), la falta de libertad y la censura. Este aislamiento
internacional debido a la durísima dictadura provocó un abandono de los autores de España rumbo al
exilio. Tras la muerte de Franco se inicia la transición pacífica hacia la democracia con la aprobación
en 1978 de la Constitución española, que dará paso a una España más modernizada y su
incorporación a Europa.

En cuanto a los primeros narradores de la posguerra que adoptan un tono muy pesimista, destaca un
intento de huida de la realidad mediante el humor y la fantasía protagonizado por Wenceslao
Fernández Flórez en su obra El bosque animado.

La familia de Pascual Duarte (1942), perteneciente al tremendismo, de Camilo José Cela supone una
revolución. Posteriormente, surgen obras como Nada de Carmen Laforet o La sombra del ciprés es
alargada de Miguel Delibes centradas en la vida de un personaje central marginado e inadaptado
socialmente, cuya vida está marcada por la frustración y el fracaso a causa de las circunstancias que
le toca vivir.

Muchos autores, desde 1950, han cultivado diferentes formas de realismo narrativo creando una
nueva visión de la realidad con la que los lectores puedan identificarse: Camilo José Cela, Rafael
Sánchez Ferlosio, Francisco Ayala, Miguel Delibes, Luis Martín Santos, Ana Mª Matute, Juan Benet,
entre otros. Estos autores adoptan una postura denominada realismo objetivo( consideran la
literatura como medio de comunicación para que el lector tome conciencia de la realidad y adopte
una postura ante ella), y para ello se sirven del objetivismo (heredero del Noveau Roman francés) por
el que la narración pretende ser lo más objetiva posible, sin la intervención del autor, pero con una
intención crítica, cuyas características son que el narrador se mantiene al margen de los hechos, solo
reproduce objetivamente su conducta como un cámara de cine, para que el lector saque sus
conclusiones. Además se busca un protagonismo colectivo que muestre la realidad de forma más
completa empleando un lenguaje sobrio, adaptado a la forma de expresarse de los personajes, de
frase corta, sencilla, con un vocabulario limitado y abundancia de diálogo. Esta técnica está presente
en obras como Gran Sol de Ignacio Aldecoa y El Jarama (1955) de Rafael Sánchez Ferlosio. Por otro
lado, el realismo crítico, que denuncia los aspectos más injustos de la vida, está presente en La
Colmena (1951) de Camilo José Cela, cuyo protagonista es el Madrid de la posguerra habitado por
unos personajes fracasados.

A partir de los años 70, destacan los siguientes autores: García Hortelano o Luis Goytisolo
seguidores del realismo objetivo; Caballero Bonald y su crítica social; Elena Quiroga, García Pavón o
Ignacio Aldecoa, que siguieron una trayectoria muy personal.

La publicación de Tiempo de silencio en 1962 de Luis Martín Santos inaugura una etapa de
renovación formal de la novela, que busca innovar a través del lenguaje y de la forma de estructurar
el relato. Entre los renovadores destacan Camilo José Cela con San Camilo 1936 o Miguel Delibes
con Cinco horas con Mario, escrita en forma de monólogo. Asimismo, entre las innovaciones
destacan: mayor variación de las fórmulas narrativas; inclusión de lo fantástico y lo mágico
entremezclado con lo real; ruptura de la linealidad temporal a través de saltos en el tiempo como el
flashback; y combinación de diferentes perspectivas de un mismo hecho (perspectivismo).

Hay obras muy importantes en este periodo como: Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé,
Volverás a región de Juan Benet, Reivindicaciones del conde don Julián de Juan Goytisolo o La
saga/fuga de J.B. de Gonzalo Torrente Ballester. También hay que destacar a novelistas que han
seguido una trayectoria muy personal, como Miguel Delibes o Ana Mª Matute
4. La novela española de 1975 a finales del siglo XX. Tendencias, autores y
obras principales.

Es una narrativa que ya se escribe en libertad y democracia, mientras España está sufriendo una
gran transformación y entra en el contexto europeo.

En este momento de auge, la novela se convierte en el género de más éxito y su variedad es enorme
porque conviven escritores de varias generaciones. Podemos establecer una serie de rasgos
comunes: la libertad estética; interés por los medios audiovisuales con una prosa esquemática más
cercana al guión cinematográfico; revitalización de géneros como el cuento, el microrrelato, el artículo
literario, el diario, el artículo de opinión, las memorias y los libros de viajes; además aparecen
criterios comerciales y el cuento es el género donde más se tiende a la experimentación; aparición de
un público propio

Estos autores se caracterizan por una época inicial de experimentalismo, tras la cual regresan a una
literatura menos complicada estructuralmente, en la que conviven las novedades estructurales y la
tradición narrativa. En la Literatura de género destacan Manuel Vázquez Montalbán y la serie de
narraciones de protagonizadas por el detective Carvalho, y Juan Madrid y sus novelas policiacas
protagonizadas por Toni Romano.

En los años 90 la publicación de "El mismo mar de todos los veranos" de Esther Tusquets inaugura el
género llamado “literatura para mujeres” (aunque no todas las escritoras se sentían identificadas con
esta etiqueta). A este relevante grupo de escritoras pertenecen también Ana María Moix, con Vals
negro, Rosa Montero, con Temblor, Almudena Grandes, con Malena es nombre de tango, Belén
Gopegui con La conquista del aire o María Dueñas con El tiempo entre costuras.

Entre los autores, cuyas obras presentan una enorme variedad temática (la crítica a una generación
QUE DEFENDÍA UNOS VALORES y que, en cuanto conoció el poder, “ha sido vampirizado por él,
sin, en apariencia, darse cuenta” Rafael Chirbes) y estilística, destacan: Javier Marías y su
tratamiento literario de asuntos de la vida cotidiana, alterando los géneros, en obras como Corazón
tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí o Berta Isla. En la misma línea de novela realista está
Antonio Muñoz Molina, en cuyas obras, como El invierno en Lisboa, es fundamental el valor de la
memoria y lo autobiográfico. Por otro lado, inspirado en la novela experimental de los 60,
encontramos a Juan José Millás, en cuyo fondo de sus obras como El desorden de tu nombre, Mi
verdadera historia o Papel mojado, está la idea de cómo se escribe una novela y busca siempre
nuevas vías de explorar la realidad concibiendo como un mundo fantástico. Por último, es destacable
la labor de Eduardo Mendoza, Premio Cervantes, que cultivó un estilo muy personal, con un marcado
humor, en obras como La ciudad de los prodigios o Sin noticias de Gurb.

También es importante resaltar el estilo lírico y escueto de Julio Llamazares, el interés por el diálogo
de Javier Tomeo y Luis Mateo Díez, las novelas y los microrrelatos de José Mª Merino, el cultivo de
diferentes géneros de E. Vila – Matas, lo legendario y mítico de las narraciones de Gustavo Martín
Garzo o la tendencia a mezclar géneros narrativos de Javier Cercas, entre otros. Asimismo, siguen
escribiendo autores de la generación anterior como Cela, Delibes y Ana Mª Matute.

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