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INTRODUCCIÓN

La responsabilidad internacional constituye una institución fundamental en el ordenamiento


jurídico internacional, encargada de restaurar el equilibrio y la normalidad en las relaciones
entre los diversos actores de la comunidad internacional. Se manifiesta como la obligación
de reparar y satisfacer cualquier pérdida o daño causado a terceros como consecuencia de
acciones lesivas atribuibles a determinados sujetos internacionales, ya sean Estados u
organizaciones internacionales. Este concepto, enraizado en principios legales y morales,
implica la exigencia de rendición de cuentas por parte de aquellos que transgreden las
normas y obligaciones internacionales.

La raíz de la responsabilidad internacional se encuentra en el principio general del derecho


que establece que aquel que cause un daño a otro tiene la obligación de repararlo. Esta
premisa, formulada por el jurista Joaquín Escriche, establece el fundamento sobre el cual se
erige el sistema de responsabilidad internacional, sosteniendo que las acciones u omisiones
que vulneren el derecho internacional generan una obligación de reparación.

Los elementos esenciales de la responsabilidad internacional comprenden tanto los actos


como las omisiones que contravienen las normas y principios del derecho internacional.
Las acciones, entendidas como actos positivos que transgreden las reglas internacionales,
pueden manifestarse en invasiones territoriales, violaciones de derechos humanos u otros
comportamientos que vulneren las obligaciones internacionales de un Estado. Por otro lado,
las omisiones refieren a la falta de acción o negligencia estatal en el cumplimiento de sus
deberes internacionales, como la omisión en la protección de derechos humanos o la
preservación del medio ambiente.

En cuanto a su clasificación, la responsabilidad internacional se divide en directa e


indirecta. La responsabilidad directa surge de las acciones u omisiones de los Estados o de
sus agentes que transgreden el ordenamiento internacional, mientras que la responsabilidad
indirecta se origina cuando un Estado asume la responsabilidad por actos cometidos por
terceros, ya sea por vínculos de dependencia jurídica o por la imputabilidad de actos
particulares al Estado.
La responsabilidad puede ser tanto moral como jurídica. La primera resulta de la violación
de deberes morales sin sanciones legales, siendo la conciencia internacional su única
medida de reparación. En contraposición, la responsabilidad jurídica deriva de la violación
de deberes legalmente sancionados, pudiendo surgir de actos criminales o del
incumplimiento de compromisos adquiridos por contrato.

En lo que respecta a la vía judicial, los Estados pueden recurrir a instancias como la Corte
Internacional de Justicia (CIJ), el Tribunal Penal Internacional (TPI) o el Tribunal
Internacional del Derecho del Mar (TIDM) para resolver disputas y casos de
responsabilidad internacional. Estos tribunales, dotados de competencias específicas,
contribuyen a garantizar el cumplimiento de las obligaciones internacionales y la
reparación de los daños causados.

En síntesis, la responsabilidad internacional constituye un pilar fundamental del


ordenamiento jurídico internacional, cuyo propósito es asegurar la observancia de las
normas y principios que rigen las relaciones entre los Estados y actores internacionales, así
como la reparación de los perjuicios causados por su incumplimiento.

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