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4.

- CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE LOS DECRETOS CON


FUERZA DE LEY.-

Sumario: 4.1. Antecedentes: la legislación delegada. 4.2. Control de los decretos con
fuerza de ley. 4.3. Configuración del control constitucional de los decretos con fuerza de
ley. 4.4. Normas especiales de procedimiento. 4.4.1. Requisitos para que el requerimiento
sea acogido a tramitación. 4.4.2. Admisibilidad del requerimiento. 4.4.3. Efectos de la
sentencia.

4.1.- ANTECEDENTES: LA LEGISLACIÓN DELEGADA.-

Con la expresión “legislación delegada” se alude a decretos emanados


del Ejecutivo-Presidente de la República-, previa delegación de facultades del
Legislativo, -o por habilitación directa de la Constitución-, que recaen sobre materias
precisas propias del dominio legal permitidas por la Constitución, encontrándose
sometidos en cuanto a su publicación, vigencia y efectos a las mismas normas que
rigen para la ley, como asimismo a la toma de razón por parte de la Contraloría
General de la República, entidad que deberá rechazarlos cuando ellos excedan o
contravengan la autorización respectiva.1
Según señala Carl Schmitt, desde los orígenes mismos del liberalismo,
John Locke criticó la legislación delegada por considerarla una especie de
perversión de la función legislativa, 2 como ha destacado Schmitt, “el padre del

1 Cf., v. gr., Silva Cimma, Enrique: Derecho Administrativo chileno y comparado. Ed. Jurídica
de Chile, Santiago, 1962, 2ª edición, Tomo I, pp. 112-131. Nogueira Alcalá, Humberto: Instituciones
políticas y teoría constitucional. Ed. Universidad de Talca, Chile, 2001, pp. 279-283. Sobre los
orígenes de la delegación legislativa cf. Quiroga Lavié, Humberto: La potestad legislativa. Ed.
Zavalia, Buenos Aires, 1993, pp. 49-169. También, Cordero Quinzacara, Eduardo: La legislación
delegada en el Derecho chileno y su función constitucional”, en Estudios Constitucionales. Año 8, N°
2, Centro de Estudios Constitucionales de Chile Universidad de Talca, 2010, pp. 49-86. Respecto a
la vinculación entre legislación delegada y situaciones de emergencia, cf. Agamben, Giorgio:
Estado de excepción. Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2004, trad. Flavia Costa e Ivana Costa,
especialmente pp.48, 51-80, 83, y 101.
2 Cf., v. gr., Locke, John: Segundo tratado sobre el gobierno civil. Ed. Altaya, Barcelona, 1998,
estado de Derecho liberal, John Locke, pudo observar atinadamente, en un texto
frecuentemente citado y encaminado a criticar las leyes de concesión de poderes y
las delegaciones legislativas, que la misión del legislador no es precisamente la de
hacer legisladores, sino la de hacer leyes”.3
La legislación delegada en Chile estuvo presente desde las
Constituciones de 1822 y 1823; pero se difunde durante la vigencia de la Carta
Política de 1833, en particular a través de la Ley de 31 de enero de 1837, que
permitió “la dictación de una abundante cantidad de decretos con fuerza de ley
conocidos como las Leyes Marianas, pues en su gran mayoría fueron redactados
por don Mariano Egaña”,4 finalmente derogada mediante la reforma constitucional
de 1874, que desde entonces impidió la legislación delegada. Sin embargo, durante
la vigencia de la Constitución de 1925, se difundió nuevamente en Chile la
legislación delegada, como una práctica al margen de la Constitución, situación que
sólo fue regularizada con la incorporación de esta institución a la Constitución de
1925, en su artículo 44, mediante la Ley N° 17.284, de reforma constitucional, de
1970. Hasta entonces, la doctrina concebía a la legislación delegada como
legislación irregular.5
La Constitución de 1980, mantiene esta institución en el artículo 64,
donde, en su inciso primero, dispone: “El Presidente de la República podrá solicitar
autorización al Congreso Nacional para dictar disposiciones con fuerza de ley,

trad. Carlos Mellizo, Capítulo XIX, Sección 22, pp. 212-213.


3 Schmitt, Carl: Legalidad y legitimidad. Ed. Aguilar, Madrid, 1971, trad. José Díaz García, pp.
xix-xx.
4 Cordero Quinzacara, Eduardo: La legislación delegada en el Derecho chileno y su función
constitucional”, en Estudios Constitucionales. Año 8, N° 2, ob. cit., p. 54.El autor destaca la infracción
constitucional que supuso la extensión de la aplicación de la Ley habilitante, de 31 de enero de 1837,
concebida expresamente para ser aplicada durante la situación de estado de sitio durante la guerra
con el Perú. Ídem.
5 Cf. Silva Cimma, Enrique: Derecho Administrativo chileno y comparado. Ob. cit., Tomo I,
pp. 107-139.
durante un plazo no superior a un año,6 sobre materias que correspondan al dominio
de la ley”.7
A su vez, el inciso cuarto del artículo 64 de la Constitución prescribe
que la ley habilitante,8 esto es, “la ley que otorgue la referida autorización señalará
las materias precisas sobre las que recaerá la delegación y podrá establecer o
determinar las limitaciones, restricciones y formalidades que se estimen
convenientes”.
Por otra parte, los incisos segundo y tercero del artículo 64 establecen
-como en España, y a diferencia de Italia- un conjunto de materias, señaladas
taxativamente,9 en las cuales la delegación de facultades está prohibida,
específicamente el inciso segundo citado comprende materias referidas a la
nacionalidad, ciudadanía, elecciones, plebiscitos, materias comprendidas en las
garantías constitucionales, materias que deban ser objeto de leyes orgánicas
constitucionales o materias que deban ser objeto de leyes de quórum calificado.
A su vez, el inciso tercero antes aludido prescribe: “La autorización no
podrá comprender facultades que afecten a la organización, atribuciones y régimen

6 Molina Guaita estima, primero, que la ley habilitante puede señalar un plazo inferior a un año
para la dictación de decretos con fuerza de ley, contado desde la entrada en vigencia de aquélla, y
segundo, que “si la ley no lo ha prohibido, vigente el plazo, pueden dictarse Decretos con fuerza de
ley para modificar o dejar sin efecto, otros dictados con anterioridad”. Por otra parte, señala que “los
Decretos con fuerza de ley podrán dictarse y enviarse a la Contraloría antes del vencimiento del
plazo establecido en la ley autorizante (…) El plazo es para que dentro de él se dicten los D. F. L.,
no para que se cumplan dentro de él los distintos procedimientos de control de legalidad y
constitucionalidad”. Molina Guaita, Hernán: “Los Decretos con fuerza de ley en la Constitución”, en
Revista de Derecho –XXII-2001. Edeval, Valparaíso, 2001, p. 426. Cf., también, Silva Bascuñán,
Alejandro: Tratado de Derecho Constitucional. Ed. Jurídica de Chile, Santiago, 2000, Tomo VII, p.
76.
7 La doctrina nacional ha discutido si se trata de una delegación de atribuciones o bien de una
autorización o permiso otorgado al Presidente de la República para dictar disposiciones con fuerza
de ley. V. gr., Molina Guaita, por razones de texto, de armonía con la concepción de los órganos del
Estado en los artículos 5°, 6°, y 7° de la Constitución, y porque evita las complejidades de la
delegación, prefiere hablar de autorización. Cf. Molina Guaita, Hernán: “Los Decretos con fuerza
de ley en la Constitución”, en Revista de Derecho –XXII-2001. Ob. cit., p. 432.
8 Se trata de una ley ordinaria que, por tanto, debe ser aprobada con el quórum de mayoría
simple propio de la regla democrática de mayoría, pues, por una parte, la Constitución no califica la
ley delegatoria y, por otra parte, entre las materias prohibidas de legislación delegada se encuentran
precisamente aquellas que corresponden a leyes orgánicas constitucionales y de quórum calificado.
9 En la Constitución de 1925 también se indicaban taxativamente las materias sobre las que
procedía la habilitación legislativa, en su artículo 44, N° 15, resultando más amplia la actual
prohibición en cuanto comprende genéricamente las garantías constitucionales, la organización,
atribuciones y régimen de funcionarios del Tribunal Constitucional. Cf. Molina Guaita, Hernán: “Los
Decretos con fuerza de ley en la Constitución”, en Revista de Derecho –XXII-2001. Ob. cit., p. 424.
de los funcionarios del Poder Judicial, del Congreso Nacional, del Tribunal
Constitucional ni de la Contraloría General de la República”.
De acuerdo con el artículo 54 Nº 1, inciso final, de la Constitución, se
contempla una habilitación constitucional directa al Presidente de la República para
dictar Decretos con Fuerza de ley en los siguientes términos: “En el mismo acuerdo
aprobatorio de un tratado podrá el Congreso autorizar al Presidente de la República
a fin de que, durante la vigencia de aquél, dicte las disposiciones con fuerza de ley
que estime necesarias para su cabal cumplimiento, siendo en tal caso aplicable lo
dispuesto en los incisos segundo y siguientes del artículo 64”. Se trata de una
disposición nueva, no contemplada en la Constitución de 1925.
Se advierte que la exclusión de la aplicación en este caso del inciso
primero del artículo 64, deja sin aplicación el plazo no superior a un año para dictar
disposiciones con fuerza de ley. “En consecuencia, podrá la autorización ceñirse al
tiempo de la vigencia del tratado que puede ser superior a un año, o a un plazo
inferior que se señale en el acuerdo del Congreso”.10
Finalmente, la reforma constitucional de la Ley N° 20.050, de 2005,
incorporó en el actual inciso quinto del artículo 64 de la Constitución, un nuevo tipo
de decreto con fuerza de ley, cuya naturaleza jurídica, sin embargo, es discutida en
la doctrina,11 al autorizar al Presidente de la República “para fijar el texto refundido,
coordinado y sistematizado de las leyes cuando sea conveniente para su mejor
ejecución. En ejercicio de esta facultad, podrá introducirle los cambios de forma que
sean indispensables, sin alterar, en caso alguno, su verdadero sentido y alcance”.
En síntesis, en la actual normativa de la Constitución Política, la
doctrina reconoce tres tipos de decretos con fuerza de ley, uno que se configura
como regla general y dos excepciones.
En primer lugar, se encuentran los decretos con fuerza de ley sujetos al
estatuto general, en los términos previstos en los incisos primero al cuarto del

10 Molina Guaita, Hernán: “Los Decretos con fuerza de ley en la Constitución”, en ob. cit., p.
427. Atendido el objetivo de esta habilitación constitucional, esto es, el cabal cumplimiento del
tratado, el autor estima que ello “obliga al acuerdo a señalar las materias precisas que comprende
la autorización”. Ídem.
11 Cf. Cordero Quinzacara, Eduardo: “La legislación delegada en el Derecho chileno y su
función constitucional”, en Estudios Constitucionales. Año 8, N° 2, ob. cit., p. 68.
artículo 64 de la Constitución.
El segundo tipo de decreto con fuerza de ley estaría constituido por la
autorización al Presidente de la República para fijar textos refundidos, coordinados
y sistematizados de las leyes. Su carácter excepcional obedece, por una parte, a la
ausencia de ley habilitante y, por otra, a la ausencia del plazo no superior a un año
para su dictación.
El tercer tipo de decretos con fuerza de ley estaría constituido por
aquellos previstos en el inciso final del N° 1 del artículo 52 de la Constitución Política,
antes referidos. Su carácter excepcional deriva de la ausencia del plazo no superior
a un año para su dictación, pues la autorización del Congreso se extenderá durante
la vigencia del tratado.

4.2.- CONTROL DE LOS DECRETOS CON FUERZA DE LEY.-

Los Decretos con fuerza de ley están sujetos a un control eventual,


facultativo y preventivo de constitucionalidad ante el Tribunal Constitucional, y a un
control preventivo de juridicidad ante la Contraloría General de la República, y
además, a un control reparador o a posteriori de constitucionalidad, como todo
precepto legal, a través de la acción de inaplicabilidad por inconstitucionalidad ante
el Tribunal Constitucional en los términos previstos en el artículo 93 Nº 6 de la
Constitución.12
En primer lugar, el inciso sexto del artículo 64 de la Constitución
Política dispone: “A la Contraloría General de la República corresponderá tomar
razón de estos decretos con fuerza de ley, debiendo rechazarlos cuando ellos
excedan o contravengan la autorización referida”. En el mismo sentido, el inciso 2º
del artículo 99 de la Constitución precisa: “Corresponderá, asimismo, al Contralor
General de la República tomar razón de los decretos con fuerza de ley, debiendo

12 El control de constitucionalidad de los productos de la legislación delegada fueron previstos


como necesarios por Kelsen, quien estimaba que su control de constitucionalidad “es bastante
importante pues toda violación de la Constitución significa, a este respecto, una alteración de la línea
que divide la esfera del Gobierno y la del Parlamento, tan importante políticamente”. Kelsen, Hans:
La garantía jurisdiccional de la Constitución (La justicia constitucional). Ob. cit., p. 27.
representarlos cuando ellos excedan o contravengan la ley delegatoria o sean
contrarios a la Constitución”.
Por tanto, se establece constitucionalmente un control obligatorio y
preventivo de juridicidad -esto es, de legalidad y de constitucionalidad- de los
decretos con fuerza de ley, el cual se lleva a cabo a través del trámite de toma de
razón ante la Contraloría General de la República.
La Contraloría General de la República puede observar, representar -
por ilegalidad o por inconstitucionalidad- o, finalmente, tomar razón del decreto con
fuerza de ley sometido a su control cuando no le merezca reparos de fondo ni de
forma.
Lo observará, cuando solamente adolezca de defectos formales
subsanables, como errores tipográficos o de cálculos numéricos, en cuyo caso, lo
devolverá para la corrección de los defectos observados y, subsanados éstos,
tomará razón.
Lo representará, en cambio, cuando el decreto con fuerza de ley
contenga vicios de fondo, esto es, vicios que signifiquen una ilegalidad o una
inconstitucionalidad.13 En primer término, ello implica examinar la ley delegatoria y
cotejarla con el decreto con fuerza de ley; en segundo término, implica el cotejo de
ambas normas con la Constitución Política.
Cabe distinguir, por tanto, el caso en que el decreto con fuerza de ley
sea representado por ilegalidad o por inconstitucionalidad, pues aparte de los
efectos comunes señalados, y de la circunstancia común prevista en el inciso
tercero del artículo 99 de la Constitución, que prohíbe al Presidente de la República
la posibilidad de insistir ante la representación de un decreto con fuerza de ley, ya
sea por ilegalidad o por inconstitucionalidad, el procedimiento a seguir en cada caso
es distinto.

13 La doctrina ha hecho una enumeración de los posibles vicios que afecten la juridicidad del
decreto con fuerza de ley: 1º Si se encuadra o excede o contraviene la autorización concedida. Lo
cual implica un examen de la ley delegatoria o, en su caso, del acuerdo aprobatorio del tratado por
parte del Congreso; 2º Si fue dictado dentro del plazo no superior a un año, en su caso; 3º Si se
refiere a materias precisas; 4º Si se han respetado las limitaciones, restricciones y formalidades que
pudieren haberse establecido en la ley delegatoria; Si se han dictado efectivamente para el cabal
cumplimiento de un tratado, en el caso del artículo 54 Nº 1 de la Constitución. Cf. Molina Guaita,
Hernán: “Los Decretos con fuerza de ley en la Constitución”, en ob. cit., p. 429.
En efecto, si el decreto con fuerza de ley fuere representado por
ilegalidad, la Constitución hace prevalecer el criterio de legalidad del Contralor
General de la República, por tratarse del órgano constitucionalmente investido de la
potestad de control de legalidad de los actos de la Administración del Estado, según
dispone expresamente el inciso primero del artículo 98 de la Constitución Política.
En cambio, si el decreto con fuerza de ley fuere representado por
inconstitucionalidad, el artículo 99 citado, prevé expresamente la atribución del
Presidente de la República, “en caso de no conformarse con la representación de
la Contraloría”, para “remitir los antecedentes al Tribunal Constitucional dentro del
plazo de diez días, a fin de que éste resuelva la controversia”. Si ello ocurre,
estaremos en presencia de un control de constitucionalidad preventivo y facultativo.
Sin embargo, la Constitución contempla también la posibilidad de un
control de constitucionalidad de los decretos con fuerza de ley a posteriori, aunque
facultativo, en el inciso séptimo de su artículo 93 al disponer que “en el caso del Nº
4, la cuestión (…) También podrá ser promovida por cualquiera de las Cámaras o
por una cuarta parte de sus miembros en ejercicio en caso de que la Contraloría
hubiere tomado razón de un decreto con fuerza de ley que se impugne de
inconstitucional. Este requerimiento deberá efectuarse dentro del plazo de treinta
días, contado desde la publicación del respectivo decreto con fuerza de ley”.
La doctrina ha destacado el silencio de la Constitución en este control
constitucional en sede represiva, en caso de acogerse el requerimiento de
inconstitucionalidad en relación con los actos celebrados durante la vigencia del
decreto declarado inconstitucional. Molina Guaita estima “que declarada la nulidad
de derecho público del D. F. L. caen de igual modo los actos realizados bajo la
norma írrita”.14 Finalmente, los decretos con fuerza de ley quedan sujetos al control
de constitucionalidad concreto del Tribunal Constitucional, previsto en el artículo 93
Nº 6 de la Constitución que otorga a dicho órgano la atribución para “resolver, por
la mayoría de sus miembros en ejercicio, la inaplicabilidad de un precepto legal cuya
aplicación en cualquier gestión que se siga ante un tribunal ordinario o especial

14 Molina Guaita, Hernán: “Los Decretos con fuerza de ley en la Constitución”, en ob. cit., p.
431.
resulte contraria a la Constitución” y, quedan también, por tanto, sujetos
eventualmente al control de constitucionalidad abstracto en sede represiva, previsto
en los siguientes términos en el artículo 93 Nº 7: “Resolver por la mayoría de las
cuatro quintas partes de sus integrantes en ejercicio, la inconstitucionalidad de un
precepto legal declarado inaplicable en conformidad a lo dispuesto en el numeral
anterior”.

4.3.- CONFIGURACIÓN DEL CONTROL CONSTITUCIONAL DE LOS


DECRETOS CON FUERZA DE LEY.-

Esta atribución se incorporó entre aquellas con que se dotó al Tribunal


Constitucional al momento de instituirlo en Chile a través de la Ley de reforma
constitucional, N° 17.284, de 1970, y se incorporó a la Constitución de 1925 en la
letra b) de su artículo 78 b), y pasó en los mismos términos al N° 3 del artículo 82
de la Constitución de 1980, y se ha conservado literalmente después de la reforma
constitucional de la Ley N° 20.050, de 2005, en el actual Número 4° del artículo 93
de la Constitución.
Esta atribución extiende el control constitucional a la legislación delegada,
excluyendo de este numeral 4° del artículo 93 de la Constitución de 1980, a la ley
delegatoria o habilitante, cuya impugnación, en su caso, procede a través del
numeral 3º del artículo 93 de la Constitución, esto es, a través del control facultativo
y preventivo previsto durante la tramitación de proyectos de ley. De este modo, esta
atribución “no abarca las cuestiones de orden constitucional que se suscitan en la
tramitación de la ley habilitante”.15

15 Pfeffer Urquiaga, Emilio: Manual de Derecho Constitucional. Editorial Jurídica Ediar Cono
Sur Ltda., Santiago, Chile, 1990, Tomo II, p. 259, donde el autor agrega: “Determinar si el contenido
preceptivo del decreto con fuerza de ley, se haya o no comprendido dentro del marco preestablecido
por la ley habilitante, no representa, a nuestro juicio, una cuestión de constitucionalidad, sino importa
un simple problema de legalidad. De consiguiente no puede recurrirse por este motivo al Tribunal
Constitucional”.
En efecto, el artículo 93 de la Constitución prescribe que es atribución
del Tribunal Constitucional, en su N° 4°: “Resolver las cuestiones que se susciten
sobre la constitucionalidad de un decreto con fuerza de ley”.16
A su vez, el artículo 93, inciso séptimo, de la Constitución Política de
1980, dispone: “En el caso del número 4º, la cuestión podrá ser planteada por el
Presidente de la República dentro del plazo de diez días cuando la Contraloría
rechace por inconstitucional un decreto con fuerza de ley. También podrá ser
promovida por cualquiera de las Cámaras o por una cuarta parte de sus miembros
en ejercicio en caso de que la Contraloría hubiere tomado razón de un decreto con
fuerza de ley que se impugne de inconstitucional. Este requerimiento deberá
efectuarse dentro del plazo de treinta días contado desde la publicación del
respectivo decreto con fuerza de ley”.17
En este Nº 4, en forma excepcional, el Tribunal puede conocer de la
constitucionalidad de un decreto con fuerza de ley no sólo en forma preventiva, sino
también en forma represiva, según quien plantee el requerimiento:
En primer lugar, si el requerimiento lo plantea el Presidente de la
República, en los términos previstos en el inciso tercero del artículo 99 de la
Constitución, el control será preventivo, pues el decreto con fuerza de ley no podrá
promulgarse por haber sido representado por la Contraloría. En este caso, no cabe
el decreto de insistencia presidencial y, por tanto, al Presidente de la República no
le cabe otra alternativa que recurrir al Tribunal Constitucional en el plazo de diez
días, señalado en el inciso séptimo del artículo 93 de la Constitución.
En cuanto a los efectos en esta situación hay que distinguir:
- Si el requerimiento formulado por el Presidente de la República es rechazado,
el decreto con fuerza de ley, no podrá promulgarse, y por tanto, habrá prevalecido
el criterio de Contraloría.

16 Esta atribución corresponde literalmente a la atribución señalada con el N° 3 del antiguo


artículo 82 de la Constitución Política anterior a la Ley N° 20.050 y la del artículo 78 b) letra b) de la
Constitución de 1925, después de la reforma constitucional de 1970.
17 Este inciso séptimo del artículo 93 de la Constitución Política corresponde literalmente, salvo
la referencia al actual N° 4 (antiguamente al N° 3) al texto del inciso 6° del artículo 82 de la
Constitución Política antes de la Reforma de la Ley N° 20.050.
- Si al contrario, se acoge el requerimiento del Presidente de la República, la
sentencia debe comunicarse al Contralor para que proceda a tomar razón de él, con
lo cual se habrá cumplido con el trámite de su promulgación; luego se publicará en
el Diario Oficial y entrará en vigencia; y por tanto, en este caso habrá prevalecido el
criterio del Presidente de la República.
En segundo lugar, en la hipótesis opuesta, si la Contraloría toma razón
del decreto con fuerza de ley, el Presidente de la República lo promulgará, publicará,
y entrará en vigencia. En este caso, si las Cámaras, o una cuarta parte de sus
miembros en ejercicio, estiman que el decreto con fuerza de ley es inconstitucional
podrán requerir un pronunciamiento al Tribunal Constitucional en el plazo de 30 días
contados desde la publicación del decreto impugnado, el cual es, por tanto, un
control constitucional a posteriori, pues el decreto con fuerza de ley produce todos
sus efectos legales mientras no sea declarado inconstitucional.18
En cuanto a los efectos en esta segunda situación, hay que distinguir
nuevamente:
- Si quien formuló el requerimiento es alguna de las Cámaras o una cuarta
parte de sus miembros en ejercicio y se rechaza este requerimiento, el decreto con
fuerza de ley continuará en vigencia, pues ha sido declarado constitucional.
- Si al contrario, se acoge el requerimiento, significa que el decreto con fuerza
de ley es declarado inconstitucional, y la sentencia será publicada en el Diario Oficial
dentro de tres días siguientes a su dictación, quedando el decreto con fuerza de ley
sin efecto de pleno derecho. Sin embargo, ello no afectará los derechos que por
sentencia firme hubieren reconocido a las partes los Tribunales de Justicia.
Finalmente, cabe tener presente que la sentencia estimatoria de
inconstitucionalidad produce efectos ex nunc o pro futuro, según lo dispuesto en el
artículo 94, inciso tercero de la Constitución Política: “No obstante, el precepto

18 “La razón que justifica (…) este control a posteriori de una norma vigente, reside en que el
decreto con fuerza de ley es una muestra de confianza de las Cámaras en el Presidente, y este
control resguarda, en último análisis, las atribuciones legislativas del Parlamento. La justificación
para que una minoría ejerza el control está en que tal facultad obligatoria, puede haber sido ejercida
al margen de la Constitución y pasando a llevar a la minoría, lo que aconseja que esté facultada para
impugnar el decreto”. Gómez Bernales, Gastón: “Control de constitucionalidad y el Tribunal
Constitucional”, en Estudios sobre jurisdicción constitucional. Ob. cit., pp. 182-183, citado por Zúñiga
Urbina, Francisco: Elementos de jurisdicción constitucional. Ob. cit., Tomo II, p. 90.
declarado inconstitucional en conformidad a lo dispuesto en los numerales 2, 4 ó 7
del artículo 93, de la Constitución Política, se entenderá derogado desde la
publicación en el Diario Oficial de la sentencia que acoja el reclamo, la que no
producirá efecto retroactivo.”

4.4.- NORMAS LEGALES ESPECIALES DE PROCEDIMIENTO.-

El artículo 72 de la Ley Nº 17.997, dispone: “En el caso del número 4°


del artículo 93 de la Constitución Política de la República, son órganos legitimados
el Presidente de la República, cualquiera de las Cámaras, o una cuarta parte de sus
miembros en ejercicio.
La substanciación de las cuestiones de constitucionalidad sobre
decretos con fuerza de ley se regirá por las normas de los artículos siguientes y, en
lo que sea pertinente, por las disposiciones del Párrafo 3.”El aludido párrafo 3 se
refiere al procedimiento especial de las cuestiones de constitucionalidad sobre
proyectos de ley, de reforma constitucional y tratados en tramitación legislativa y
comprende los artículos 61 a 71 de la Ley N° 17.997.

4.4.1.- REQUISITOS PARA QUE EL REQUERIMIENTO SEA ACOGIDO A


TRAMITACIÓN.-

El artículo 73 de la Ley Nº 17.997, dispone: “Para ser acogido a


tramitación, el requerimiento deberá cumplir con las exigencias señaladas en el
artículo 63 y a él deberá acompañarse el decreto con fuerza de ley impugnado o su
respectiva publicación en el Diario Oficial. En caso de ser promovido por el
Presidente de la República, deberá adjuntarse el oficio en que conste la
representación del Contralor General de la República.
Cuando el requerimiento provenga del Presidente de la República, el
plazo a que se refiere el inciso séptimo del artículo 93 de la Constitución se contará
desde que se reciba en el Ministerio de origen el oficio de representación del
Contralor General de la República.
Si el requerimiento no cumple con las exigencias establecidas en el
artículo 63, no será acogido a tramitación y se tendrá por no presentado, para todos
los efectos legales. La resolución se dictará en el plazo de tres días, contado desde
que se dé cuenta, y se notificará a quien lo haya formulado. En caso que no lo acoja
a tramitación deberá ser fundada.
No obstante, tratándose de defectos de forma o de la omisión de
antecedentes que debían acompañarse, el Tribunal, en la misma resolución a que
se refiere el inciso anterior, otorgará a los interesados un plazo de tres días para
que subsanen aquéllos o completen éstos. Si así no lo hacen, el requerimiento se
tendrá por no presentado, para todos los efectos legales.”

4.4.2.- ADMISIBILIDAD DEL REQUERIMIENTO.-

El artículo 74 de la Ley Nº 17.997, dispone: “Dentro del plazo de cinco


días, contado desde que el requerimiento sea acogido a tramitación, el Tribunal se
pronunciará sobre la admisibilidad del mismo, conforme a las reglas del Párrafo 3.
Si el requirente pide alegar acerca de la admisibilidad, y en virtud de lo dispuesto en
el artículo 43 el Tribunal así lo dispone, dará traslado de esta cuestión, por cinco
días, a los órganos legitimados.19
Procederá declarar la inadmisibilidad en los siguientes casos:
1. Cuando el requerimiento no es formulado por un órgano legitimado;
2. Cuando la cuestión sea promovida extemporáneamente, y

19 Durante la discusión del proyecto de Ley N° 20.381, de reforma de la ley orgánica del
Tribunal Constitucional, la indicación N° 17 bis, del Ejecutivo, señaló que “la modificación consiste
en suprimir el traslado para hacer alegaciones sobre la admisibilidad del requerimiento y establece,
en cambio, que el Tribunal Constitucional fallará de plano, dentro de los cinco días siguientes a aquel
en que el requerimiento haya sido acogido a tramitación. La modificación propuesta es también
expresión del criterio, ya aprobado, de eliminar el incidente de admisibilidad”, y precisa que “de la
misma forma que en los casos anteriores, la Comisión resolvió que debe conferirse traslado cuando
se admiten alegatos”. Cf. Arellano Gómez, Pilar: Historia fidedigna de la nueva Ley Orgánica
Constitucional del Tribunal Constitucional de Chile. Ob. cit., p. 358.
3. Cuando la cuestión promovida por una de las Cámaras o una cuarta parte de
sus miembros en ejercicio se funde en alegaciones de legalidad”.20
El inciso primero del artículo 75 de la Ley Nº 17.997, dispone:
“Declarada admisible la cuestión, se comunicará a los órganos constitucionales
interesados para que, dentro del plazo de diez días, formulen las observaciones y
presenten los antecedentes que estimen pertinentes”.

4.4.3.- EFECTOS DE LA SENTENCIA.-

El inciso segundo del artículo 75 de la Ley N° 17.997 dispone: “El plazo para
dictar sentencia será de treinta días, contado desde la declaración de admisibilidad,
término que podrá ser prorrogado hasta por otros quince días, por resolución
fundada del Tribunal.”
El artículo 76 de la Ley Nº 17.997, a su vez, dispone: “La sentencia que acoja
la cuestión promovida por el Presidente de la República será comunicada al
Contralor General para que proceda, de inmediato, a tomar razón del decreto con
fuerza de ley respectivo.
La sentencia que acoja una cuestión respecto de todo o parte de un
decreto con fuerza de ley del cual la Contraloría General de la República haya
tomado razón, será publicada en la forma y plazo que señala el artículo 40. A partir
de la fecha de publicación, la norma respectiva se entenderá derogada, sin efecto
retroactivo.”
Respecto de la sentencia del Tribunal Constitucional Rol N° 1288, de
25 de agosto de 2009, que aprobó las disposiciones especiales de procedimiento
sobre las cuestiones de constitucionalidad de los decretos con fuerza de ley, cabe

20 La sentencia del Tribunal Constitucional Rol N° 1288, de 25 de agosto de 2009, declaró


inconstitucionales los siguientes requisitos de admisibilidad: “cuando del oficio de representación del
Contralor conste que el D. F. L. no ha sido objetado de inconstitucionalidad”, y “cuando la cuestión
carezca de fundamento plausible”. En sus considerandos vigésimo quinto al vigésimo séptimo, se
indicó, fundamentalmente, que la razón de la inconstitucionalidad radica en que las causales
tachadas exceden el texto constitucional, e impiden el ejercicio expedito de las personas y órganos
legitimados para ocurrir ante el Tribunal a fin de que éste pueda velar por el principio de supremacía
constitucional. Cf. Arellano Gómez, Pilar: Historia fidedigna de la nueva Ley Orgánica Constitucional
del Tribunal Constitucional de Chile. Ob. cit., pp. 362-363.
destacar el voto disidente de los Ministros Bertelsen Repetto y Venegas Palacios
con relación a las cuestiones de legalidad que sirvan de fundamento a
requerimientos contra decretos con fuerza de ley, quienes estimaron “que no existe
(…) la posibilidad de que se planteen cuestiones de legalidad en los D. F. L., pues,
si el Presidente de la República, al dictarlos, excede el ámbito de las facultades
delegadas por el Congreso Nacional en el acuerdo aprobatorio de un tratado
internacional (Art. 54 N° 1, inciso décimo), o en la ley delegatoria de facultades
legislativas (Art. 64, inciso cuarto), o va más allá de las facultades que le permite
ejercer la propia Constitución Política al fijar el texto refundido, sistematizado y
coordinado de una ley cuando sea conveniente para su mejor ejecución (Art. 64,
inciso quinto), actuará fuera del ámbito de sus competencias y no cumplirá con uno
de los requisitos básicos de validez que el artículo 7° de la Carta Fundamental
contempla para la actuación de todo órgano del Estado, siendo, en tal caso, ella
inconstitucional, y no meramente ilegal (Considerando tercero); que, tal es la razón
por la que el Contralor General de la República al tomar razón de los decretos con
fuerza de ley, debe representarlos cuando ellos excedan o contravengan la ley
delegatoria y el Presidente de la República carece de la facultad de insistir -la que
sí tiene cuando se representa la ilegalidad de un decreto supremo-”.21

21 Cf. Arellano Gómez, Pilar: Historia fidedigna de la nueva Ley Orgánica Constitucional del
Tribunal Constitucional de Chile. Ob. cit., p. 364.

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