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La Epístola a los

HEBREOS

Título

Cuando los varios libros del NT fueron formalmente reunidos en una colección

poco después del 100 d.C., los títulos fueron añadidos por conveniencia. El título de

esta epístola lleva el título griego tradicional, “A los Hebreos”, el cual fue

certificado por lo menos en el siglo segundo d.C. No obstante, dentro de la epístola

misma, no hay identificación de los destinatarios como hebreos (judíos) o gentiles.

Debido a que la epístola está llena de referencias a la historia y religión hebrea y no

se dirige a ninguna práctica gentil o pagana en particular, el título tradicional ha

sido mantenido.

Autor y fecha

Lit. literalmente

cp. compare

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El autor de Hebreos es desconocido. Pablo, Bernabé, Silas, Apolos, Lucas,

Felipe, Priscila, Aquila, y Clemente de Roma han sido sugeridos por diferentes

eruditos, pero el vocabulario, estilo, y diversas características literarias de la


epístola no apoyan claramente ninguna afirmación en particular. Es significativo

que el escritor se incluya a sí mismo entre aquellas personas que habían recibido

confirmación del mensaje de Cristo por medio de otros (2:3). Eso parecería anular a

alguien como Pablo quien decía que había recibido tal confirmación directamente

de Dios y no de los hombres (Gá. 1:12). Haya sido quien haya sido el autor, él

prefirió citar referencias del AT del AT griego (LXX) en lugar del texto hebreo.

Aún la iglesia primitiva expresó diferentes opiniones acerca del autor y la erudición

contemporánea admite que el rompecabezas aún no tiene solución. Por lo tanto,

parece que es mejor aceptar el anonimato de la epístola. Claro que, finalmente, el

autor fue el Espíritu Santo (2 P. 1:21).

El uso del tiempo presente en el 5:1–4; 7:21, 23, 27, 28; 8:3–5, 13; 9:6–9, 13, 25;

10:1, 3, 4, 8, 11; y 13:10, 11 podría indicar que el sacerdocio Levítico y el sistema

de sacrificios aún estaban en operación cuando la epístola fue compuesta. Debido a

que el templo fue destruido por el general (más tarde emperador) Tito Vespasiano

en el 70 d.C., la epístola debió de haber sido escrita antes de esa fecha. Además,

puede notarse que Timoteo acababa de ser liberado de la prisión (13:23) y que la

persecución estaba volviéndose severa (10:32–39; 12:4; 13:3). Estos detalles

parecen indicar una fecha para la epístola alrededor del 67–69 d.C.

Contexto histórico

El énfasis en el sacerdocio Levítico y en los sacrificios, como también en la

ausencia de cualquier referencia a los gentiles, apoyan la conclusión de que una

comunidad de hebreos era la destinataria de la epístola. Aunque estos hebreos eran

primordialmente convertidos a Cristo, probablemente había un número de

incrédulos en medio de ellos, quienes fueron atraídos por el mensaje de salvación,

pero quienes aún no habían hecho un compromiso total de fe en Cristo (vea Retos
de interpretación). Una cosa es clara a partir del contenido de la epístola: la

comunidad de Hebreos estaba enfrentando la posibilidad de una persecución

intensificada (10:32–39; 12:4). Conforme confrontaban esta posibilidad, los hebreos

estaban siendo tentados a deshacerse de cualquier identificación con Cristo. Quizá

LXX Septuaginta; una traducción antigua del Antiguo Testamento en griego

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consideraron reducir a Cristo de ser el Hijo de Dios a un mero ángel. Tal precedente

ya había sido establecido por la comunidad Qumrán de judíos mesiánicos viviendo

cerca del Mar Muerto. Ellos se habían dado de baja de la sociedad, establecido una

comuna religiosa, e incluyeron la adoración de ángeles en su rama de judaísmo

reformado. La comunidad Qumrán había llegado al punto de decir que el ángel

Miguel era más alto en estatus que el Mesías venidero. Este tipo de aberraciones

doctrinales podrían explicar el énfasis en hebreos capítulo uno de la superioridad de

Cristo sobre los ángeles.

Posibles lugares de los destinatarios de la epístola incluyen Palestina, Egipto,

Italia, Asia Menor y Grecia. La comunidad que fue la destinataria primaria pudo

haber circulado la epístola entre aquellas áreas e iglesias de trasfondo hebreo que se

encontraban a su alrededor. Esos creyentes probablemente no habían visto a Cristo

personalmente. Aparentemente, habían sido evangelizados por aquellos que

“oyeron” a Cristo y cuyos ministerios habían sido certificados “con señales y

prodigios y diversos milagros” (2:3, 4). De esta manera, los destinatarios podrían
haber estado en una iglesia afuera de Judea y Galilea o en una iglesia en aquellas

áreas, pero establecidos entre personas en la generación siguiendo aquellos que

habían sido testigos oculares de Cristo. La congregación ni era nueva, ni le faltaba

instrucción (“debiendo ser ya maestros”) sin embargo algunos de ellos aún

necesitaban “leche, y no alimento sólido” (5:12).

“Los de Italia” (13:24) es una referencia ambigua debido a que podría significar

o aquellos que habían partido de Italia y estaban viviendo en otros lugares, o

aquellos que aún estaban en Italia y estaban siendo señalados como residentes

oriundos de ese país. Grecia o Asia Menor también deben ser consideradas debido

al establecimiento aparente que se llevó a cabo mucho tiempo atrás, por parte de la

iglesia ahí, y debido al uso consecuente de la LXX.

La generación de hebreos recibiendo esta epístola había practicado los sacrificios

levíticos en el templo en Jerusalén. Judíos viviendo en exilio habían substituido la

sinagoga por el templo pero aún sentían una profunda atracción por la adoración del

templo. Algunos tenían los medios para llevar a cabo peregrinajes regulares al

templo en Jerusalén. El escritor de esta epístola enfatizó la superioridad del

cristianismo sobre el judaísmo y la superioridad del sacrificio llevado a cabo por

LXX Septuaginta; una traducción antigua del Antiguo Testamento en griego

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Cristo de una vez por todas sobre los sacrificios levíticos repetidos e imperfectos

observados en el templo.
Temas históricos y teológicos

Debido a que el libro de Hebreos está fundado en la obra del sacerdocio Levítico,

un entendimiento del libro de Levítico es esencial para interpretar apropiadamente

Hebreos. El pecado de Israel continuamente había interrumpido la comunión de

Dios con su pueblo escogido y de pacto, Israel. Por lo tanto, en su gracia Él

soberanamente estableció un sistema de sacrificios que simbólicamente

representaron el arrepentimiento interno de pecadores y su perdón divino. No

obstante, la necesidad de sacrificios nunca terminó debido a que el pueblo y los

sacerdotes continuaban pecando. La necesidad de toda la humanidad consistía en

tener a un sacerdote perfecto y un sacrificio perfecto que de una vez y para siempre

quitara el pecado. La provisión de Dios de ese sacerdote y sacrificio perfecto en

Cristo es el mensaje central de Hebreos.

La epístola a los Hebreos es un estudio de contraste, entre las provisiones

imperfectas e incompletas del antiguo pacto, dadas bajo Moisés, y las provisiones

infinitamente mejores del nuevo pacto ofrecido por el Sumo Sacerdote perfecto, el

unigénito Hijo de Dios y el Mesías, Jesucristo. Incluidos en las provisiones

“mejores” están: una mejor esperanza, testamento, promesa, sacrificio, sustancia,

país, y resurrección. Aquellos que pertenecen al nuevo pacto moran en una

atmósfera completamente nueva y celestial, adoran a un Salvador celestial, tienen

un llamado celestial, reciben un don celestial, son ciudadanos de un país celestial,

esperan con anhelo una Jerusalén celestial, y sus nombres mismos están escritos en

el cielo.

Uno de los temas teológicos clave en Hebreos es que todos los creyentes ahora

tienen acceso directo a Dios bajo el nuevo pacto y, por lo tanto, pueden acercarse al

trono de Dios confiadamente (4:16; 10:22). La esperanza de uno está en la


presencia misma de Dios, en la cual sigue al Salvador (6:19, 20; 10:19, 20). La

enseñanza primordial simbolizada por el servicio del tabernáculo fue que los

creyentes bajo el pacto de la ley no tenían acceso directo a la presencia de Dios

(9:8), sino que fueron excluidos del lugar santísimo. El libro de Hebreos puede ser

brevemente resumido de esta manera: Los creyentes en Jesucristo, como el

sacrificio perfecto de Dios por el pecado, tienen al Sumo Sacerdote perfecto a

través de cuyo ministerio todo es nuevo y mejor que bajo el pacto de la ley.

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No obstante, esta epístola es más que un tratado doctrinal. Es intensamente

práctica en su aplicación a la vida diaria (vea el cap. 13). El escritor mismo aún se

refiere a su carta como a una “palabra de exhortación” (13:22; cp. Hch. 13:15). A lo

largo del texto se encuentran exhortaciones diseñadas para estimular a los lectores a

la acción. Esas exhortaciones son dadas en la forma de seis advertencias:

Advertencia en contra de desviarse de “las cosas que hemos oído” (2:1–4)

Advertencia en contra de no creer a la “voz” de Dios (3:7–14)

Advertencia en contra de degenerar de “los primeros rudimentos de las palabras de

Dios” (5:11–6:20)

Advertencia en contra de menospreciar “el conocimiento de la verdad” (10:26–39)

Advertencia en contra de devaluar “la gracia de Dios” (12:15–17)

Advertencia en contra de alejarse de aquel “que habla” (12:25–29)

Otro aspecto significativo de esta epístola es la clara exposición de pasajes

selectos del AT. El escritor claramente era un hábil expositor de la Palabra de Dios.
Su ejemplo es instructivo para predicadores y maestros:

1:1–2:4 Exposición de versículos de Salmos; 2 S. 7; Dt. 32

2:5–18 Exposición del Salmo 8:4–6

3:1–4:13 Exposición del Salmo 95:7–11

4:14–7:28 Exposición del Salmo 110:4

8:1–10:18 Exposición de Jeremías 31:31–34

10:32–12:3 Exposición de Habacuc 2:3, 4

12:4–13 Exposición de Proverbios 3:11, 12

12:18–29 Exposición de Éxodo 19, 20

Retos de interpretación

Una interpretación apropiada de esta epístola requiere el reconocimiento de que

se dirige a tres grupos distintos de judíos: 1) creyentes; 2) incrédulos que estaban

intelectualmente convencidos del evangelio; y 3) incrédulos que estaban atraídos

por el evangelio y la persona de Cristo pero que no habían llegado a una convicción

final acerca de Él. No reconocer a estos grupos lleva a interpretaciones

inconsecuentes con el resto de las Escrituras.

El grupo primario a quien el autor se dirige fueron hebreos cristianos que

sufrieron rechazo y persecución por parte de sus compatriotas judíos (10:32–34),

cp. compare

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aunque ninguno de ellos había sido martirizado aún (12:4). La carta fue escrita para

darles aliento y confianza en Cristo, su Mesías y Sumo Sacerdote. Eran un grupo

inmaduro de creyentes que fueron tentados a aferrarse a las tradiciones del judaísmo

y a los rituales simbólicos y espiritualmente sin poder.

El segundo grupo a quien el autor se dirige fueron judíos incrédulos que estaban

convencidos de las verdades básicas del evangelio pero que no habían creído en

Jesucristo como su propio Salvador y Señor. Estaban intelectualmente persuadidos,

pero espiritualmente no comprometidos. El autor se dirige a estos incrédulos en

pasajes tales como 2:1–3; 6:4–6; 10:26–29; y 12:15–17.

El tercer grupo a quien el autor se dirige eran judíos incrédulos que no estaban

convencidos de la verdad del evangelio pero habían recibido cierta exposición al

mismo. El capítulo 9 está enfocado en su mayoría a ellos (vea especialmente los vv.

11, 14, 15, 27, 28).

El reto de interpretación más serio que está muy por encima de cualquier otro, se

encuentra en el 6:4–6. La frase “una vez fueron iluminados” frecuentemente se

toma como una referencia a cristianos, y la advertencia que la acompaña se toma

como una indicación del peligro de perder su salvación si “recayeron” y

“crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios”. Pero no hay mención de

que sean salvos y no son descritos con ningún término que se aplique únicamente a

creyentes (tales como santo, nacido de nuevo, justo o santos). Este problema emana

a partir de una identificación imprecisa de la condición espiritual de aquellos a los

que el autor se está dirigiendo. En este caso, eran incrédulos que habían sido

expuestos a la verdad redentora de Dios, y quizá hicieron una profesión de fe, pero

no habían llegado al punto de tener una fe salvadora genuina. En el 10:26, se hace

la referencia una vez más a cristianos apóstatas, no a creyentes genuinos de quienes

frecuentemente se piensa que pierden su salvación por sus pecados.


Bosquejo

I. La

superioridad

de la posición

de Jesucristo

(1:1–4:13)

A. Un mejor

nombre

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(1:1–3)

B. Mejor que

los ángeles

(1:4–2:18)

1. Un

mensaje

ro más

grande

(1:4–

14)

2. Un

mensaje
más

grande

(2:1–

18)

a. Una

salva

ción

más

gran

de

(2:1–

4)

b. Un

salva

dor

más

gran

de

(2:5–

18)

C. Mejor que

Moisés

(3:1–19)

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3137

D. Un mejor

reposo

(4:1–13)

II. La

superioridad

del

sacerdocio de

Jesucristo

(4:14–7:28)

A. Cristo

como

sumo

sacerdote

(4:14–

5:10)

B.

Exho

rtación al

compromis

o total con

Cristo

(5:11–

6:20)

C. El
sacerdocio

de Cristo

como el de

Melquised

ec (7:1–

28)

III. La

superioridad

del ministerio

sacerdotal de

Jesucristo

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3138

(8:1–10:18)

A. A través

de un

mejor

pacto

(8:1–13)

B. En un

mejor

santuario

(9:1–12)
C. Por un

mejor

sacrificio

(9:13–

10:18)

IV. La

superioridad

de los

privilegios

del creyente

(10:19–

12:29)

A. Fe

salvadora

(10:19–25)

B. Fe falsa

(10:26–39)

C. Fe genuina

(11:1–3)

D. Héroes de

la fe

(11:4–40)

E. Fe

perseveran

te (12:1–
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3139

29)

V. La

superioridad

de la

conducta

cristiana

(13:1–21)

A. Con

relación a

otros

(13:1–3)

B. Con

relación a

nosotros

mismos

(13:4–9)

C. Con

relación a

Dios

(13:10–21)

1:1 muchas veces. El significado es “muchas porciones” (como se podría decir


acerca de libros). En el transcurso posiblemente de unos mil ochocientos años

(desde Job, ca. 2200 a.C. [¿?] hasta Nehemías, ca. 400 a.C.) el AT fue escrito en un

total de treinta y nueve libros diferentes que reflejaron épocas, lugares, culturas y

situaciones muy diferentes. de muchas maneras. Esto incluye visiones, símbolos y

parábolas que se escribieron tanto en poesía como en prosa. Aunque la forma y el

estilo literario variaron, siempre fue la revelación de Dios acerca de lo que Él quería

que su pueblo supiera. La revelación progresiva del AT describió el programa de

redención de Dios (1 P. 1:10–12) y su voluntad para su pueblo (Ro. 15:4; 2 Ti. 3:16,

17).

ca. cerca de, aproximadamente

ca. cerca de, aproximadamente

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1:2 postreros días. Los judíos entendían que “postreros días” se refería al

tiempo en el que el Mesías (Cristo) por fin vendría (cp. Nm. 24:14; Jer. 33:14–16;

Mi. 5:1, 2; Zac. 9:9, 16). El cumplimiento de las profecías mesiánicas comenzó con

el advenimiento del Mesías. Desde que Él vino hemos estado en los “postreros

días” (cp. 1 Co. 10:11; Stg. 5:3; 1 P. 1:20; 4:7; 1 Jn. 2:18). En el pasado Dios dio

revelación por medio de sus profetas, pero en estos tiempos que comenzaron con la

venida del Mesías, Dios pronunció el mensaje de redención por medio del Hijo.

heredero. Todo lo que existe quedará en últimas bajo el control absoluto del Hijo
de Dios quien es el Mesías (cp. Sal. 2:8, 9; 89:27; Ro. 11:36; Col. 1:16). Esta

“herencia” es la extensión plena de la autoridad que el Padre ha dado al Hijo (cp.

Dn. 7:13, 14; Mt. 28:18) como “Primogénito” (vea la nota sobre el v. 6). universo.

Algunas versiones traducen “los mundos” pero la palabra se refiere también a

“eras” e incluye tiempo, espacio, energía y materia: El universo entero y todo lo que

hace posible su funcionamiento (cp. Jn. 1:3).

1:3 resplandor. El término solo se usa aquí en el NT. Expresa la noción de

emitir una luz o brillar con luz propia (cp. Jn. 8:12; 2 Co. 4:4, 6). La palabra

“reflejo” no sería apropiada aquí porque el Hijo no solo refleja la gloria de Dios,

sino que Él es Dios e irradia su propia gloria esencial. la imagen misma de su

sustancia. El término que se traduce “imagen misma” solo se emplea aquí en el

NT. En la literatura antigua se usaba para aludir a un tallado en la madera, un

grabado en el metal, una marca en cuero animal, una impresión en el barro y una

rúbrica estampada en las monedas. “Sustancia” también se traduce “persona” y

alude al concepto de naturaleza, ser o esencia. El Hijo es la impronta perfecta y la

representación exacta de la naturaleza y la esencia de Dios en tiempo y espacio (cp.

Jn. 14:9; Col. 1:15; 2:9). sustenta. El universo y todo lo que contiene es sustentado

todo el tiempo por la palabra poderosa y eficaz del Hijo (Col. 1:17). Este término

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también transmite el concepto de movimiento o progreso, porque el Hijo de Dios

encamina todas las cosas hacia la consumación de todas las cosas de acuerdo con el

propósito soberano de Dios. Aquel que pronunció la existencia de todas las cosas

también sustenta su creación y consuma su propósito eterno mediante su palabra.

purificación de nuestros pecados. Por medio del sacrificio sustitutivo de sí mismo

en la cruz (cp. Tit. 2:14; Ap. 1:5). se sentó a la diestra. La diestra es el lugar de

poder, autoridad y honor (cp. v. 13; Ro. 8:34; 1 P. 3:22). También es la posición de

subordinación y esto implica que el Hijo está bajo la autoridad del Padre (cp. 1 Co.

15:27, 28). El asiento que Cristo ha tomado es el trono de Dios mismo (8:1; 10:12;

12:2) donde Él gobierna como Señor soberano. Esto presenta el cuadro de un

Salvador victorioso, no de un mártir derrotado. Mientras que el significado

primordial de esta frase es la subida de Cristo al trono celestial, el hecho de que se

siente también puede indicar que su obra expiatoria se ha completado.

1:4 hecho tanto. El verbo griego usado aquí se refiere a un cambio de estado y

no a un cambio de existencia. El Hijo en su esencia divina ha existido por la


eternidad, pero por un tiempo fue hecho menor que los ángeles (2:9) y después fue

exaltado a una posición sublime e infinitamente más alta por virtud de lo que Él ha

logrado con su obra redentora (vea las notas sobre Fil. 2:9–11). ángeles. Seres

espirituales creados por Dios para que le ministren y cumplan sus órdenes. Los

judíos tenían a los ángeles en muy alta estima como seres supremos al lado de Dios

mismo. La secta del judaísmo que había establecido una comunidad en Qumrán

enseñaba que la autoridad del arcángel Miguel rivalizaba y hasta superaba la del

Mesías. El escritor de Hebreos descalifica con rotundidad esa noción porque el Hijo

de Dios es superior en todos a los ángeles. más excelente nombre. Ese nombre es

Señor (vea las notas sobre Fil. 2:9–11). Ningún ángel es Señor soberano (vv. 6, 13,

14).

1:5 Mediante esta cita del Salmo 2:7 y 2 Samuel 7:14, el escritor presenta la

relación única que el Hijo tiene con el Padre. Ningún ángel ha experimentado jamás

esa clase de relación. Hijo. Un título de Cristo que expresa la sumisión voluntaria

de la segunda Persona de la deidad a la primera Persona con el propósito de cumplir

el programa de redención establecido en la eternidad pasada (vea la nota sobre 2 Ti.

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1:9). Cp. los vv. 2, 8; 3:6; 4:14; 5:5, 8; 6:6; 7:3, 28; 10:29; 11:17 y muchas

referencias en el NT. Su condición de Hijo también quedó expresada en el AT (cp.

Sal. 2:12; Pr. 30:4). La palabra “hoy” indica que el Hijo de Dios nació en un punto

específico en el tiempo. Él siempre fue Dios, pero demostró en el tiempo y el

espacio su papel como Hijo durante su encarnación y fue afirmado como tal

mediante su resurrección (Ro. 1:4).

1:6 otra vez. Este adverbio puede tomarse junto a “introduce” como una

referencia a la segunda venida de Cristo (“…cuando introduce otra vez al

Primogénito en el mundo, dice”), o junto a “dice” para llamar la atención a otra cita

del AT (cp. el v. 5; 2:13). Algunas versiones recientes prefieren la primera

interpretación. Primogénito. Vea las notas sobre Romanos 8:29; Colosenses 1:15,

donde se refiere a prominencia de posición o de título y no al orden del tiempo.

Cristo no fue el primero en nacer en la tierra sino que mantiene la posición más

eminente de soberanía. Como “Primogénito” Él también ha sido apartado para el

servicio a Dios, y por ser preeminente tiene derecho pleno a la herencia (cp. el v. 2;

Gn. 43:33; Éx. 13:2; 22:29; Dt. 21:17; Sal. 89:27). todos los ángeles. Cita de la

traducción de Deuteronomio 32:43 en la Septuaginta (cp. Sal. 97:7). Puesto que se

manda a todos los ángeles adorar al Mesías, se sigue que el Mesías deba ser

superior a todos ellos. Cinco de los siete pasajes del AT citados en este primer

capítulo de Hebreos aparecen en contextos relacionados con el pacto davídico, y

esto destaca los conceptos de primogenitura, realeza y reinado. Aunque no está en

un contexto propio del pacto de Dios con David, mantiene afinidad con la

enseñanza del Salmo 89:6 (un salmo del pacto davídico), en el que se declara que

todos los seres celestiales deben reconocer el señorío de Dios. Se hace referencia al

“primogénito” en la introducción a la cita de Deuteronomio. Además,


“primogénito” también se menciona en el Salmo 89:27.

1:7 de los ángeles. El escritor continúa con las pruebas bíblicas de que los

ángeles están subordinados al Hijo de Dios al incluir una cita del Salmo 104:4. Esta

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es la única de las siete citas del AT en el capítulo 1 que no tiene conexión alguna

con el pacto davídico. La cita solo define la naturaleza básica y el propósito de los

ángeles.

1:8, 9 dice. Una cita del Salmo 45:6, 7, con la que el escritor argumenta a favor

de la deidad y el señorío del Hijo sobre toda la creación (cp. el v. 3). El texto es

muy significativo si se tiene en cuenta que la declaración de la deidad del Hijo se

presenta como palabras dichas por el Padre mismo (cp. Is. 9:6; Jer. 23:5, 6; Jn. 5:18;

Tit. 2:13; 1 Jn. 5:20). Es evidente que el escritor de Hebreos tenía en mente los tres
oficios mesiánicos: Profeta (v. 1), sacerdote (v. 3) y rey (vv. 3, 8). La inducción en

estos tres tipos de oficio requería ungimiento (v. 9). El título Mesías (Cristo)

significa “el ungido” (cp. Is. 61:1–3; Lc. 4:16–21).

1:9 compañeros. Un término que solo se usa en Hebreos (3:1, 14; 6:4; 12:8) y

en Lucas 5:7. Aquí podría referirse a los ángeles o a otros hombres que habían sido

ungidos de manera similar para ejercer su oficio: Los profetas, sacerdotes y reyes

del AT. Si el “óleo de alegría” es el mismo “óleo de gozo” mencionado en Isaías

61:3, podría ser una referencia clara a aquellos que habían hecho lamento en Sión

pero que un día serían revestidos de alabanza y llamados “árboles de justicia,

plantío de Jehová”, lo cual alude a hombres y no a ángeles. Sin importar cuán

nobles fueron esos hombres de Dios, Cristo es superior en todo.

1:10–12 Cita del Salmo 102:25–27. El Hijo quien creó el universo (Jn. 1:1–3),

destruirá un día los cielos y la tierra que creó (vea las notas sobre 2 P. 3:10–12),

pero Él mismo permanece sin cambio alguno. La inmutabilidad es otra

característica de la esencia divina, y una vez más el AT testifica sobre la deidad del

Hijo.

1:13, 14 El escritor recalca otra vez el señorío del Hijo con una cita del Salmo

110:1. Mientras que el destino de Cristo es reinar (cp. el v. 3; Mt. 22:44; Hch. 2:35),

el destino de los ángeles es servir a los recipientes de la salvación (vea la nota sobre

1 Co. 6:3). Esta es la séptima y última cita del AT para respaldar el argumento de

que como Hijo y Señor el Mesías es superior a los ángeles.

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1:13 tus enemigos por estrado de tus pies. Esta cita del Salmo 110:1 se repite a

lo largo del NT en 10:13; Mateo 22:44; Marcos 12:36; Lucas 20:43; Hechos 2:35, y

expresa la soberanía de Cristo sobre todos (cp. Fil. 2:10).

1:14 Vea la nota sobre Mateo 18:10.

2:1–4 Para que los lectores capten la importancia de la superioridad del Hijo de

Dios sobre los ángeles, el escritor los urge a responder. “Atendamos… deslicemos”

incluye aquí a todos los que son hebreos. Algunos habían asentido con su intelecto a

la doctrina de la superioridad del Mesías sobre los ángeles, pero todavía no se

habían comprometido con Él como Dios y Señor. Él merece su adoración tanto

como merece la adoración de los ángeles.

2:1 con más diligencia atendamos… nos deslicemos. Ambas frases tienen

connotaciones náuticas. La primera se refiere a echar anclas para fijar una

embarcación al amarradero. La segunda se usaba con frecuencia para describir una

embarcación que se dejaba a la deriva y se alejaba del muelle. La advertencia clara

es que cada uno se asegure con firmeza a la verdad del evangelio, y navegar con

mucho cuidado para no perder la oportunidad de amarrarse al único muelle de

salvación. Debe prestarse mucha atención a estos asuntos serios de la fe cristiana.

Los lectores con su tendencia a la apatía corren gran peligro de naufragar en su vida
espiritual (cp. 6:19; vea la nota sobre 1 Ti. 1:19).

2:2 si. El término griego supone una condición cumplida y aquí alude a esta idea:

“En vista del hecho de que…”. ángeles. Los ángeles tuvieron una participación

instrumental en traer la ley de Dios a su pueblo en el Monte Sinaí (cp. Dt. 33:1, 2;

Sal. 68:17; Hch. 7:38, 53; Gá 3:19). transgresión y desobediencia. Lo primero

significa atravesar una línea y corresponde a un pecado deliberado y abierto de

comisión. Lo segundo alude a la noción de cerrar los oídos a los mandatos claros de

Dios, lo cual lleva a cometer pecados de omisión. Ambos tipos de pecado son

graves y voluntarios por lo cual requieren un juicio justo.

2:3 ¿cómo escaparemos…? Si la desobediencia al pacto antiguo de la ley traía

juicio inmediato, ¡cuánto más severo será el juicio por la desobediencia al nuevo

pacto del evangelio de salvación, que fue mediado por el Hijo quien es superior a

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los ángeles (cp. Mt. 10:14, 15; 11:20–24)! El mensajero y el mensaje del nuevo

pacto son mayores que los mensajeros y el mensaje del antiguo pacto. Cuanto más

grande es el privilegio, mayor es el castigo por todo acto de desobediencia o


negligencia (10:29; cp. Lc. 12:47). por los que oyeron. Esta frase revela la

sucesión del evangelismo. Esa generación de hebreos no habría oído el mensaje si

la generación anterior de testigos no lo hubiera transmitido a ellos (cp. 1 Ti. 2:5–7).

2:4 señales y prodigios… milagros y repartimientos. Los poderes

sobrenaturales demostrados por Jesús y sus apóstoles fueron la confirmación divina

del Padre acerca del evangelio de Jesucristo, su Hijo (cp. Jn. 10:38; Hch. 2:22; Ro.

15:19; 1 Co. 14:22; vea la nota sobre 2 Co. 12:12). Esta autenticación del mensaje

fue el propósito de esas obras milagrosas. del Espíritu Santo. La primera

referencia de la epístola al Espíritu Santo se refiere de paso a su ministerio en la

confirmación del mensaje de salvación por medio de los dones de milagros. En otro

lugar de la epístola se menciona la participación activa del Espíritu Santo en la

revelación de las Escrituras (3:7; 10:15), en la enseñanza (9:8), en todas las

operaciones y sucesos previos a la salvación (6:4, su obra de convicción; 10:29, su

gracia común), y en su servicio a Cristo (9:14).

2:5 mundo. El término se refiere a la tierra habitada. La referencia corresponde

al gran reino milenario (cp. Zac. 14:9; Ap. 20:1–5). Los ángeles no reinarán sobre el

reino mesiánico.

2:6–8 Cita del Sal. 8:4–6 (cp. 1 Co. 15:27, 28; Ef. 1:22).

2:6 en cierto lugar. Esta no es una indicación de que el escritor ignorara la

fuente de la cita que viene a continuación. La ubicación de la cita no es tan

importante como su autoría divina. Quizás es significativo que el autor de Hebreos

tampoco es identificado. Tal vez tuvo el deseo de que sus lectores entendieran que

el Espíritu Santo es el autor verdadero de todas las Escrituras (cp. 2 Ti. 3:16; 2 P.

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1:21). hombre… hijo del hombre. Ambos se refieren a la humanidad y no a

Cristo. El pasaje pregunta por qué Dios tendría que molestarse en ayudar a la

humanidad. Como lo demuestran los versículos siguientes (vv. 9, 10), la

encarnación de Cristo es la prueba más grande del amor e interés de Dios por la

humanidad. Cristo no fue enviado en la forma de un ángel, sino como un ser

humano.

2:7 ángeles. Los ángeles recibieron poderes sobrenaturales de su Creador.

Tienen acceso continuo al trono de Dios (cp. Job 1:6; 2:1; Ap. 5:11) y no están

sujetos a la muerte.

2:8 sujetaste. A pesar de la superioridad de los ángeles a la humanidad, Dios en


un principio había depositado la administración de la tierra en manos de la

humanidad (Gn. 1:26–28). No obstante, debido a la caída (Gn. 3), la humanidad ha

sido incapaz de cumplir ese oficio supremo ordenado por Dios.

2:9 de gloria y de honra. Gracias a que Jesús se hizo “obediente hasta la

muerte… Dios también lo exaltó hasta lo sumo” (Fil. 2:8, 9). Mediante su obra

redentora, Cristo ha cumplido todo lo que Dios requiere en su justicia, como el

representante supremo de la humanidad. Por su encarnación, sacrificio sustitutivo y

victoria sobre el pecado y la muerte (cp. Ro. 6:23; 1 Jn. 4:10), Él ha cumplido el

propósito original del hombre. Como el postrer Adán (1 Co. 15:47), Él fue inferior a

los ángeles durante un tiempo breve, mas ahora tiene gloria y honor y todas las

cosas, incluidos los ángeles, le están sujetas por la eternidad. gustase la muerte por

todos. Es decir, todo aquel que cree. La muerte de Cristo solo puede aplicarse en su

eficacia a aquellos que acuden a Dios con arrepentimiento y en fe para pedir su

gracia salvadora y el perdón de sus pecados. Vea las notas sobre 2 Corintios 5:21;

1 Timoteo 2:6; 4:10; Tito 2:11.

2:10 convenía. Lo que Dios hizo a través de la humillación de Jesucristo estuvo

en acuerdo perfecto con su justicia y santidad soberanas. Sin la humillación y el

sufrimiento de Cristo, no podría haber redención, y sin redención no habría

glorificación (cp. Ro. 8:18, 29, 30). perfeccionase. En su naturaleza divina Cristo

ya era perfecto. No obstante, su naturaleza humana fue perfeccionada por medio de

la obediencia, y esto incluyó el sufrimiento con el fin de que pudiera ser un Sumo

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Sacerdote comprensivo y un ejemplo a seguir para los creyentes (cp. 5:8, 9; 7:25–

28; Fil. 2:8; 1 P. 2:21), así como para establecer la justicia perfecta (Mt. 3:15) que

iba a ser imputada a los creyentes (2 Co. 5:21; Fil. 3:8, 19). autor. El término

también se usa en 12:2 y Hechos 5:31. Podría traducirse “capitán”, “pionero”,

“cabeza” y “origen”. Cristo es la fuente (cp. “autor” en 5:9, que alude a la causa

principal), el iniciador y el líder absoluto en todo lo referente a la salvación. Él ha

abierto y mostrado el camino al cielo como nuestro precursor (6:20).

2:11 santifica. La santificación aparta a una persona para el servicio mediante la

purificación del pecado y la conformidad a la santidad de Dios (cp. 10:10).

2:12 mis hermanos. Cita del Salmo 22:22. Jesús había enseñado que quienes

hacen la voluntad del Padre en obediencia a su Palabra son sus hermanos y madre

(Mt. 12:50; Lc. 8:21). Él nunca hizo referencia directa a sus discípulos con el título

de “hermanos” hasta después de su resurrección (Mt. 28:10; Jn. 20:17). Solo

después que hubo pagado el precio por su salvación, se convirtieron ellos de verdad

en sus hermanos y hermanas espirituales. El uso del término demuestra su

identificación plena con la humanidad a fin de proveer una redención completa (Fil.

2:7–9).

2:13 La cita de Isaías 8:17, 18 (cp. 2 S. 22:3) recalca el punto hecho en los vv. 9–

11: Que Cristo se había identificado a plenitud con la humanidad al adoptar una

naturaleza humana. Él demostró la realidad de su naturaleza humana con su


dependencia total en Dios durante su peregrinaje terrenal.

2:14 participaron… participó. La palabra griega que se traduce “participaron”

significa comunión, compañerismo o asociación, mientras que “participó” significa

asirse de algo que no forma parte de su propia identidad y clase. El Hijo de Dios

nunca fue por naturaleza “carne y sangre” pero decidió adoptar para sí esa

naturaleza con el fin de poder suministrar redención para la humanidad. la

muerte… el imperio de la muerte. Este es el propósito último de la encarnación:

Jesús vino a la tierra a morir, y a partir de su muerte pudo conquistar la muerte en

su resurrección (Jn. 14:19). Al conquistar la muerte, inutilizó todo poder que

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Satanás pudiera usar en contra de todos los que son salvados. El uso que Satanás

hace del poder de la muerte está sujeto a la voluntad de Dios (cp. Job 2:6).

2:15 el temor de la muerte. Para el creyente, “sorbida es la muerte en victoria”

(1 Co. 15:54). Por ende, el temor de la muerte y la servidumbre espiritual a ella


quedan destruidos para mediante la obra de Cristo.

2:16 socorrió. El significado literal es “aferrarse”. El sentido de “socorrer” se

deriva de la imagen de una persona que se aferra a otra y la empuja o hala según sea

necesario para garantizar su seguridad y rescatarla de un peligro. Sin embargo, en el

judaísmo no existía la noción de que la entrada del Mesías al mundo tuviera el

propósito de socorrer a los ángeles. Esta traducción del término original debilita el

contraste que el autor quiso plantear en comparación a todo lo que dijo antes acerca

de la superioridad de Cristo a los ángeles. El contexto presenta la identificación de

Cristo con la humanidad en su encarnación: Él adoptó la naturaleza humana o

decidió “aferrarse” como un acto de renuncia y sacrificio a favor de los suyos (vv.

9–14, 17). Cabe anotar que el escritor utilizó una palabra griega diferente para

expresar la noción de socorrer en el v. 18 (también en 4:16). Por esta razón debe

preferirse la traducción “adoptar la naturaleza de”. descendencia de Abraham.

Cristo es la simiente o descendencia prometida (vea las notas sobre Gá 3:16).

Como los lectores eran hebreos, es indudable que se identificarían con esta

descripción. El Mesías había nacido en el linaje de Abraham en cumplimiento de

las profecías del AT (Mt. 1:1). Uno de los propósitos fundamentales de la

encarnación era la salvación de Israel (Mt. 1:21), pero otro propósito era el

cumplimiento del pacto de Dios con Abraham en relación con la descendencia

prometida. De todos los pueblos y naciones, los hebreos deberían ser los primeros

en reconocer el significado y la importancia de la encarnación.

2:17 para expiar los pecados. También se traduce “propiciación”, una palabra

que alude a “conciliar” o “satisfacer”. Vea la nota sobre Romanos 3:25. La obra

expiatoria y propiciatoria de Cristo tiene que ver con su ministerio como sumo

sacerdote. Al participar de la naturaleza humana, Cristo demostró su misericordia

hacia la humanidad y su fidelidad a Dios para satisfacer el requisito divino a causa


del pecado, y obtener así perdón total para su pueblo. Cp. 1 Juan 2:2; 4:10.

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2:18 tentado. La autenticidad de la humanidad de Cristo queda demostrada por

el hecho de que Él fue susceptible de ser tentado. Al experimentar la tentación,

Jesús pudo entender a perfección el género humano así como identificarse con sus

hermanos y tener compasión real de ellos (cp. 4:15). Él sintió en carne propia la

fuerza plena de la tentación, y a diferencia de nosotros, que con frecuencia cedemos

a la tentación antes de sentir la plenitud de su ímpetu, Jesús la resistió incluso en

medio de la instigación más fuerte para ceder (cp. Lc. 4:1–13). poderoso para

socorrer… tentados. Vea las notas sobre 4:15, 16; 1 Corintios 10:13.

3:1–6 Esta sección presenta la superioridad de Jesús sobre Moisés quien era

reverenciado por los judíos. El Señor había hablado con Moisés “cara a cara, como

habla cualquiera a su compañero” (Éx. 33:11) y había dado a él la ley (Neh. 9:13,

14). Los mandamientos y rituales de la ley eran prioridades supremas de los judíos

y para ellos Moisés y la ley eran sinónimos. Tanto el AT como el NT se refieren a

los mandatos de Dios como la “ley de Moisés” (Jos. 8:31; 1 R. 2:3; Lc. 2:22; Hch.

13:39). Sin embargo, por grande que hubiera sido Moisés, Jesús era infinitamente

mayor.
3:1 hermanos santos. La frase solo ocurre aquí y en 1 Tesalonicenses 5:27,

donde algunos manuscritos omiten “santos”. El escritor se dirige a creyentes que

tienen un “llamamiento celestial” (cp. Fil. 3:14). En otro pasaje se describen como

personas que desean una “ciudad celestial” (11:16) y como aquellos que entran a

“Jerusalén la celestial” (12:22). Son “santos” en el sentido de que han sido

apartados para Dios y pertenecen al reino celestial porque son ciudadanos del cielo

más que ciudadanos de la tierra. llamamiento. Como en todo el resto de las

epístolas del NT, esto hace referencia al llamado eficaz a salvación en Cristo (cp.

Ro. 8:30; 1 Co. 7:21). considerad. El escritor solicita la atención completa de los

lectores y su observación diligente de la superioridad de Jesucristo. apóstol y sumo

sacerdote. Un apóstol es alguien “enviado” que tiene los derechos, el poder y la

autoridad de quien lo envía. Jesús fue enviado a la tierra por el Padre (cp. Jn. 3:17,

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34; 5:36–38; 8:42). El tema del sumo sacerdocio de Cristo que se inició en 2:17, 18

y se menciona aquí de nuevo, será retomado más adelante en 4:14–10:18 con más

detalles. Entretanto, el escritor presenta la supremacía de Cristo frente a Moisés (vv.

1–6), Josué (4:8) y todos los demás héroes nacionales y predicadores del AT que

eran tenidos en muy alta estima por los judíos. Jesús mismo habló de su

superioridad a Moisés en el mismo contexto en el que habló de haber sido enviado

por el Padre (Jn. 5:36–38, 45–47; cp. Lc. 16:29–31). Moisés había sido enviado por

Dios para libertar a su pueblo de Egipto y el yugo histórico de esclavitud (Éx. 3:10).

Jesús fue enviado por Dios para libertar a su pueblo del Egipto espiritual y la

esclavitud al pecado (2:15). de nuestra profesión. Cristo es el centro de nuestra

confesión de fe en el evangelio, tanto en el credo como en el testimonio público y

personal. El término se emplea de nuevo en 4:14 y 10:23 (cp. 2 Co. 9:13; 1 Ti.

6:12). Los tres usos que ocurren en Hebreos se presentan con un sentido de

urgencia. Seguro los lectores no estarían dispuestos a abandonar a Cristo, a quien

habían profesado, y rechazar todo lo que Él había hecho por ellos, si tan solo

pudieran entender la superioridad de su persona y obra.

3:2 casa. El término se refiere a una familia conformada por personas más que a

un edificio o morada (cp. el v. 6; 1 Ti. 3:15). Los que eran administradores o

mayordomos de una casa debían por encima de todo ser fieles (1 Co. 4:2). Tanto

Moisés (Nm. 12:7) como Cristo (2:17) cumplieron con fidelidad sus asignaciones

divinas para cuidar del pueblo de Dios.

3:3, 4 el que hizo. Moisés solo fue una parte de la casa de fe de Dios, mientras

que Jesús fue el arquitecto y constructor de esa casa (cp. 2 S. 7:13; Zac. 6:12, 13;

Ef. 2:19–22; 1 P. 2:4, 5), por lo cual es mayor que Moisés e igual a Dios.

3:5, 6 siervo… hijo. El término que se traduce aquí “siervo” implica una
posición de dignidad y libertad, no de esclavitud (cp. Éx. 14:31; Jos. 1:2). Sin

embargo, hasta Moisés como el siervo de más alto rango, nunca podría ocupar la

posición de Hijo que solo pertenece a Cristo (cp. Jn. 8:35).

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3:5 se iba a decir. Moisés fue fiel en primera instancia como un testimonio de lo

que habría de venir en Cristo (cp. 11:24–27; vea la nota sobre Jn. 5:46).

3:6 la cual casa somos nosotros. Vea las notas sobre el v. 2; Ef. 2:22; 1 Ti.

3:15; 1 P. 2:5; 4:17. si retenemos. Cp. el v. 14. Esto no se refiere a cómo ser

salvos o permanecer salvos (cp. 1 Co. 15:2). Significa más bien que la

perseverancia en fidelidad es prueba de una fe real. Aquel que vuelve a practicar los
rituales del sistema levítico para contribuir a su propia salvación, demuestra que en

realidad nunca fue parte de la casa de Dios (vea la nota sobre 1 Jn. 2:19), mientras

que quien permanece en Cristo da evidencia de su pertenencia genuina como

miembro de esa casa (cp. Mt. 10:22; Lc. 8:15; Jn. 8:31; 15:4–6). Dios cumplirá su

promesa de guardar a los creyentes y ayudarlos a retener su fe (1 Ts. 5:24; Jud. 24,

25). Vea la nota sobre Mateo 24:13. esperanza. Vea la descripción adicional que el

escritor hace de esta esperanza en 6:18, 19. Esta esperanza radica en Cristo mismo,

cuya obra redentora ha hecho posible nuestra salvación (Ro. 5:1, 2; vea la nota

sobre 1 P. 1:3).

3:7–11 El escritor cita el Salmo 95:7–11 como las palabras de su autor

consumado, el Espíritu Santo (cp. 4:7; 9:8; 10:15). Este pasaje describe las travesías

de los israelitas por el desierto después de su liberación de Egipto. A pesar de las

obras milagrosas de Dios y su fidelidad providencial para con ellos, el pueblo le

falló en su compromiso de fe y fidelidad (cp. Éx. 17; Nm. 14:22, 23; Sal. 78:40–

53). El escritor de Hebreos presenta una disertación de tres puntos con base en el

pasaje citado del AT: 1) Guardarse de la incredulidad (vv. 12–19), 2) sentir temor

de no alcanzar la meta (4:1–10) y 3) ser diligentes para entrar (4:11–13). Los temas

expuestos incluyen urgencia, obediencia, fe, perseverancia y reposo.

3:7 hoy. Esta es una referencia al momento presente mientras las palabras de

Dios estén frescas en la mente. Debe existir un sentido de urgencia para acatar de

inmediato la voz de Dios. Esta urgencia se recalca cuando la mención de “hoy” en

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el Salmo 95:7 se reitera tres veces más (vv. 13, 15; 4:7) y es el tema de la

disertación expositiva del escritor (cp. 2 Co. 6:2).

3:11 mi reposo. El reposo terrenal que Dios prometió dar fue una vida bendecida

en la tierra de Canaán que Israel recibiría como su herencia (Dt. 12:9, 10; Jos.

21:44; 1 R. 8:56). A causa de la rebelión contra Dios, a una generación entera de los

hijos de Israel le fue prohibida la entrada a ese reposo en la Tierra Prometida (cp.

Dt. 28:65; Lm. 1:3). Esta imagen se aplica al reposo espiritual de un creyente

individual en el Señor, lo cual ya era una realidad desde mucho antes en el AT (cp.

Sal. 116:7; Is. 28:12). En el momento de su salvación, cada creyente entra en el

reposo verdadero que está en el terreno de la promesa espiritual, y nunca más tendrá

que esforzarse para alcanzar por esfuerzos propios una justicia que agrade a Dios.

Dios quiso conceder ambos tipos de reposo a la generación que fue liberada de

Egipto.

3:12 hermanos. Esta admonición va dirigida a los que tienen latentes las mismas
características de la generación que pereció en el desierto sin poder ver jamás la

Tierra Prometida. Se trataba de judíos incrédulos que se contaban entre la compañía

de “hermanos santos” (v. 1). Fueron amonestados a creer y ser salvos antes que

fuera demasiado tarde. Vea la Introducción: Retos de interpretación. corazón malo.

Todos los hombres nacen con esa clase de corazón (Jer. 17:9). En el caso de estos

hebreos, esa maldad se manifestó en incredulidad hacia el evangelio que los llevaba

en la dirección opuesta y los alejaba por completo de Dios.

3:13 exhortaos los unos a los otros cada día. En esta admonición se alude a que

los creyentes individuales deben rendirse cuentas entre sí y que la iglesia como

cuerpo tiene una gran responsabilidad ante Dios. Mientras siguieran los días

angustiosos de inquietud, y ellos se sintieran tentados a someterse otra vez al

sistema ineficaz de obras levíticas, ellos debían animarse unos a otros para

identificarse por completo con Jesucristo. endurezca. El rechazo reiterado del

evangelio en lo referente a Jesús resulta en un endurecimiento progresivo del

corazón y en últimas produce un antagonismo total al evangelio. Cp. 6:4–6; 10:26–

29; Hch. 19:9. el engaño. El pecado miente y engaña, para lo cual hace uso de

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cualquier treta y estratagema posible (cp. Ro. 7:11; 2 Ts. 2:10; Stg. 1:14–16). Los

hebreos se engañaban con el razonamiento de que su rechazo de Jesucristo era

fidelidad al sistema antiguo. Su disposición a apoyarse en el sistema levítico era en

realidad un rechazo abierto de la Palabra viva (4:12) “del Dios vivo” (v. 12), quien

por medio de Cristo había abierto un “camino nuevo y vivo” (10:20). Elegir el

sendero de la incredulidad siempre conduce a nada más que la muerte (v. 17;

10:26–29; cp. 2:14, 15; Jud. 5).

3:14 La exhortación es similar a la que aparece en el v. 6 y repite el tema de la

perseverancia.

3:15–19 Aquí se repite la cita del Salmo 95:7, 8 (cp. el v. 7). La primera cita fue

seguida por una disertación en la que se hizo hincapié en el “hoy” y la urgencia

espiritual de esa noción. Esta segunda cita va seguida por una exposición en la que

se recalca la palabra “rebelión” (vv. 15, 16) y se presenta el tema de la obediencia

por medio de su antítesis que es la desobediencia. Se emplean cuatro términos

diferentes para que los lectores entiendan en qué consiste la rebelión: “Provocaron”

(v. 16), “pecaron” (v. 17), “desobedecieron” (v. 18) e “incredulidad” (v. 19). Esto

pone punto final al primer tercio (vea las notas sobre los vv. 7–11) de la exposición

que el escritor hace del Salmo 95:7–11, la cual se resume en la conclusión obvia de

que los israelitas que murieron en el desierto fueron víctimas de su propia

incredulidad (v. 19).

4:1–10 La segunda sección de la exposición que el escritor hace del Salmo 95:7–

11 va más allá de la descripción escueta de la incredulidad y sus consecuencias

terribles (3:12–19) para definir la naturaleza del “reposo” que han perdido los
desobedientes. La primera sección trata más que todo con el Salmo 95:7, 8 y la

segunda sección con el Salmo 95:11.

4:1 promesa. Este es el primer uso de esta palabra tan importante en Hebreos. El

contenido de esta promesa se define como “entrar en su reposo”. su reposo. Vea la

nota sobre 3:11. Este es el reposo que Dios da y por eso es llamado “mi reposo”

(Sal. 95:11) y “su reposo”. Para los creyentes, el reposo de Dios incluye su paz,

confianza de salvación, seguridad en su fortaleza y certidumbre de un hogar

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celestial futuro (cp. Mt. 11:29). no haberlo alcanzado. Toda la frase podría

traducirse “para que no piensen que han llegado demasiado tarde para entrar en el

reposo de Dios” (cp. 12:15). Con temor reverente todos deben examinar su propia

condición espiritual (cp. 1 Co. 10:12; 2 Co. 13:5) y animar a los demás para que se

mantengan firmes en su compromiso (cp. Jud. 23).

4:2 fe. El simple conocimiento del mensaje de Dios es insuficiente. Debe ser

apropiado mediante la fe salvadora. Más adelante en la epístola se hará una

exposición mucho más extensa sobre el tema de la fe (10:19–12:29). El escritor se


propuso establecer con esta comparación que como los judíos que salieron de

Egipto (3:16–19), su generación también había recibido el mensaje de Dios por

medio de la predicación del evangelio, y que aquellos de hecho habían sido

evangelizados.

4:3 entramos. Quienes ejercen fe en el mensaje de Dios tendrán acceso a su

reposo espiritual. Esto es lo que se infiere del Salmo 95:11, donde se establece el

lado opuesto: Que el incrédulo no entrará en el reposo que Dios provee. acabadas

desde la fundación del mundo. El reposo espiritual que Dios da no es algo

incompleto o inacabado. Es un reposo que se basa en una obra finiquitada que Dios

se propuso hacer en la eternidad pasada, tal como el reposo que Dios tomó tras

terminar la creación (v. 4).

4:4, 5 Para explicar la declaración rotunda en el v. 3, el escritor cita la ilustración

del séptimo día de la creación y cita Génesis 2:2. Luego repite la última parte del

Salmo 95:11.

4:6, 7 La oportunidad de entrar al reposo de Dios sigue abierta (cp.

“permaneciendo aún la promesa” en el v. 1). Todavía no es demasiado tarde. Dios

había ofrecido el reposo a su pueblo en el tiempo de Moisés y no dejó de ofrecerlo

en el tiempo de David. Él todavía incita con paciencia a su pueblo para que entren

en su reposo (cp. Ro. 10:21). El autor cita otra vez el Salmo 95:7, 8 (vea 3:7, 15)

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para suscitar una respuesta positiva, inmediata y urgente. Los temas de urgencia y

obediencia se combinan así en una invitación clara a los lectores.

4:8–10 El reposo verdadero de Dios no vino por medio de Josué o Moisés, sino

de Jesucristo, quien es mayor que ambos. Josué condujo a la nación de Israel en la

tierra de su reposo prometido (vea la nota sobre 3:11; Jos. 21:43–45). Sin embargo,

ese solo fue el reposo terrenal que apenas era la sombra de lo que incluía el reposo

celestial. El hecho mismo de que Dios todavía ofreciera su reposo en el tiempo de

David (mucho después del establecimiento de Israel en la tierra), significaba que el

reposo ofrecido era espiritual y superior al obtenido en tiempos de Josué. El reposo

terrenal de Israel estuvo plagado por ataques enemigos y el ciclo diario de trabajo,

mientras que el reposo celestial se caracteriza por la plenitud de la promesa celestial

(Ef. 1:3) y la ausencia de cualquier tipo de trabajo para obtenerla.

4:9 reposo. Aquí se introduce una palabra griega diferente para “reposo” que

significa “descanso del día de reposo” o “reposo sabático”, y solo ocurre aquí en el

NT. El escritor eligió la palabra para llamar la atención de los lectores al “séptimo

día” mencionado en el v. 4 y para preparar la explicación en el v. 10 (“ha reposado


de sus obras, como Dios de las suyas”).

4:11–13 Esta es la tercera y última parte de la exposición del Salmo 95:7–11.

Aquí se destaca la responsabilidad que se asigna a los que han oído la Palabra de

Dios. La Biblia registra los ejemplos de aquellos que estuvieron en el desierto con

Moisés, los que entraron a Canaán con Josué y los que recibieron la misma

oportunidad en el tiempo de David. Es la Palabra que debe ser creída y obedecida,

así como la misma Palabra que juzgará a los desobedientes (cp. 1 Co. 10:5–13).

4:12 espada de dos filos. Mientras que la Palabra de Dios suministra consuelo y

alimento espiritual a los que creen, también es un instrumento de juicio y ejecución

para los que no se han encomendado a Jesucristo. Algunos de los hebreos solo

aparentaban pertenecer a Cristo y en parte estaban persuadidos en su intelecto, pero

en lo más profundo de su ser no estaban comprometidos con Él. La Palabra de Dios

pondría al descubierto la superficialidad de sus creencias e incluso sus intenciones

falsas (cp. 1 S. 16:7; 1 P. 4:5). partir el alma y el espíritu. Estos términos no

describen dos entidades separadas, así como “los pensamientos y las intenciones”

tampoco lo son, sino que se emplean como si uno dijera “corazón y alma” con el fin

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de expresar la totalidad de la persona (cp. Lc. 10:27; Hch. 4:32; vea la nota sobre 1
Ts. 5:23). En otro pasaje estos dos términos son intercambiables y se usan para

describir la parte inmaterial del ser humano, su persona interior y eterna.

4:13 abiertas a los ojos de aquel. La palabra que se traduce “abiertas” es un

término especializado que solo se utiliza aquí en el NT. Su significado original era

exponer el cuello, bien fuera en preparación para el sacrificio o para decapitar a la

víctima. Quizás el uso de “espada” en el versículo anterior motivó la inclusión del

término. Cada individuo es juzgado no solo por la Palabra de Dios (cp. Jn. 12:48),

sino por Dios mismo. Todos hemos de rendir cuentas a la Palabra viva y escrita (cp.

Jn. 6:63, 68; Hch. 7:38) así como al Dios vivo quien es su autor.

4:14–7:28 En esta sección el escritor expone el Salmo 110:4 que fue citado en

5:6. Cristo no solo es superior como apóstol a Moisés y Josué, sino a Aarón como

sumo sacerdote (4:14–5:10; cp. 3:1). En medio de su exposición, el escritor da una

exhortación relacionada con la condición espiritual de sus lectores (5:11–6:20). Al

concluir la exhortación, vuelve al tema del sacerdocio de Cristo (7:1–28).

4:14 traspasó los cielos. Así como el sumo sacerdote bajo el antiguo pacto tenía

que atravesar tres áreas (el atrio exterior, el lugar santo y el lugar santísimo) para

hacer el sacrificio expiatorio, Jesús pasó a través de tres cielos (el cielo atmosférico,

el cielo estelar y la morada de Dios; cp. 2 Co. 12:2–4) tras hacer el sacrificio

perfecto y definitivo. Una vez al año en el día de la Expiación, el sumo sacerdote de

Israel entraba al Lugar santísimo para hacer expiación por los pecados del pueblo

(Lv. 16). Ese tabernáculo fue apenas una copia limitada de la realidad celestial (cp.

8:1–5). Cuando Jesús entró al Lugar santísimo celestial tras haber llevado a cabo la

redención, la copia terrenal fue reemplazada por la realidad del cielo mismo. La fe

cristiana se caracteriza por lo celestial porque ha sido librada de toda conexión

terrenal (3:1; Ef. 1:3; 2:6; Fil. 3:20; Col. 1:5; 1 P. 1:4). Jesús el Hijo de Dios. El

uso simultáneo del título humano (Jesús) y el divino (Hijo de Dios) es significativo.
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Uno de los pocos casos en los que se hace esta yuxtaposición aparece en 1 Juan 1:7,

donde se destaca su sacrificio por los pecados (cp. 1 Ts. 1:10; 1 Jn. 4:15; 5:5).

retengamos nuestra profesión. Vea las notas sobre 3:1, 6; 10:23.

4:15 tentado en todo. Vea las notas sobre 2:17, 18. El escritor añade aquí a sus

declaraciones en 2:18 que Jesús fue libre de todo pecado. Él fue susceptible de ser

tentado (Mt. 4:1–11), pero no pecó en absoluto (vea las notas sobre 7:26).

4:16 Acerquémonos… confiadamente al trono de la gracia. La mayoría de los

mandatarios antiguos no eran accesibles para alguien que no formara parte de su

nómina exclusiva de consejeros (cp. Est. 4:11). A diferencia de esto, el Espíritu


Santo invita a todos los creyentes para que se acerquen con confianza al trono de

Dios a recibir misericordia y gracia por medio de Jesucristo (cp. 7:25; 10:22; Mt.

27:51; vea la Introducción: Temas históricos y teológicos). El arca del pacto era

vista como el lugar en la tierra donde Dios se sentaba sobre su trono entre los

querubines (cp. 2 R. 19:15; Jer. 3:16, 17). Los tronos orientales incluían un estrado

para los pies que también era otra metáfora para el arca del pacto (cp. Sal. 132:7).

Fue en el trono de Dios que Cristo hizo expiación por los pecados, es de allí mismo

que la gracia es dispensada a los creyentes para todas las cuestiones de la vida (cp. 2

Co. 4:15; 9:8; 12:9; Ef. 1:7; 2:7). “Gracia a vosotros” se convirtió en un saludo

acostumbrado entre los creyentes para celebrar esta provisión divina siempre

disponible (Ro. 1:7; 16:20, 24; 1 Co. 1:3; 16:23; 2 Co. 1:2; 13:14; Gá 1:3; 6:18; Ef.

1:2; 6:24; Fil. 1:2; 4:18; Col. 1:2; 4:18; 1 Ts. 1:1; 5:28; 2 Ts. 1:2; 3:18; 1 Ti. 1:2;

6:21; 2 Ti. 1:2; 4:22; Tit. 1:4; 3:15; Flm. 3, 25). gracia para el oportuno socorro.

Vea las notas sobre 2:16, 18.

5:1–4 Ningún ángel con su poder sobrenatural podría servir como sumo

sacerdote. Solo hombres con las debilidades propias de la humanidad podían servir

en ese oficio (v. 2; 7:28). La posición de sumo sacerdote en el sistema levítico solo

podía ocuparse por nombramiento oficial y ningún hombre podía nombrarse a sí

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mismo sumo sacerdote. El uso del tiempo presente en estos versículos parece

indicar que el sistema levítico todavía se practicaba al tiempo de escribirse esta

epístola (vea la Introducción: Autor y fecha).

5:1 ofrendas y sacrificios. El primer término podría referirse a las ofrendas de

grano estipuladas en el antiguo pacto, que representaban la acción de gracias o la

dedicación a Dios. En este caso, el segundo término se refiere a las ofrendas de

sangre para la expiación de pecados (vea Lv. 1–5). Sin embargo, “ofrendas” se usa

en 8:4 para aludir a todos los sacrificios por igual (cp. 8:3). La frase ocurre tres

veces en el NT (cp. 8:3; 9:9) y en todas ellas la construcción griega expresa una

relación más estrecha entre ambos términos de la que se indica por lo general con la

conjunción “y”. Esto podría indicar que no debería hacerse distinción entre los

términos y que “por los pecados” debe corresponder a ambos.

5:2 se muestre paciente. Este es un verbo que solo ocurre aquí en el NT y

también se traduce “tenga compasión”. Transmite la noción de mantener una actitud

controlada pero afable en el trato de aquellos que son ignorantes y descarriados en

sentido espiritual. La impaciencia, el desamor y la indignación no tienen parte

alguna en el ministerio sacerdotal. Tal moderación y amabilidad viene como


resultado de reconocer la fragilidad humana propia. El sacerdote recordaba su

propia humanidad pecaminosa cada vez que ofrecía sacrificios por sus propios

pecados (v. 3).

5:4 llamado por Dios. Un sumo sacerdote era seleccionado y llamado por Dios

al servicio (cp. Éx. 28; Nm. 16:1–40; 1 S. 16:1–3).

5:5, 6 Con las citas de Salmo 2:7 y 110:4, el escritor demuestra que Cristo fue

Hijo (vea las notas sobre 1:5) y sumo sacerdote por designación divina (cp. Jn.

8:54). Esto significa que ambos son títulos de subordinación. Ahora bien, esta

subordinación no se relaciona con la esencia o la naturaleza de Cristo (cp. Jn. 10:30;

14:9, 11), sino con el cumplimiento del programa divino de redención. Ninguno de

estos oficios disminuye la deidad eterna de Cristo ni su igualdad dentro de la

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Trinidad. Ambos oficios tuvieron un principio, por eso cabe anotar que el Salmo 2

reconoce al Hijo como rey y Mesías, y que Cristo es el rey sacerdote.

5:6 Cita del Salmo 110:4, a partir del cual se desprende toda esta exposición (vea

la nota sobre 4:14–7:28). Melquisedec. Como “rey de Salem y sacerdote del Dios

Altísimo” en el tiempo de Abraham, él también fue un rey y sacerdote (Gn. 14:18–

20). El sacerdocio de Melquisedec se discute con más detalles en el capítulo 7.

5:7, 8 Tras establecer el primer requisito de la constitución por nombramiento

divino del sumo sacerdote (vv. 1, 4, 5, 6), el escritor se enfocó en el requisito de ser

compasivo con los seres humanos (vv. 2, 3).

5:7 Cristo. O “quien”, pero el contexto deja en claro que se trata de Cristo como

personaje principal del v. 5. En Getsemaní, Jesús lloró en agonía dolorosa pero se

sometió a la voluntad del Padre y aceptó la copa de sufrimiento que ocasionaría su

muerte (Mt. 26:38–46; Lc. 22:44, 45). Jesús anticipó en ese momento la carga

descomunal del juicio por el pecado que caería sobre sus hombros, por lo cual sintió

angustia y tristeza profundas (cp. Is. 52:14; 53:3–5, 10). Aunque soportó el castigo

en silencio y no procuró ser librado de él (Is. 53:7), sí clamó con lágrimas por la

agonía que lo produjo la furia de la ira de Dios que fue derramada sobre su santidad

y obediencia perfectas (Mt. 27:46; cp. 2 Co. 5:21). Jesús sería librado de quedar en

la muerte porque sería resucitado (cp. Sal. 16:9, 10).

5:8 aprendió la obediencia. Cristo no necesitaba sufrir para conquistar ni

corregir cualquier desobediencia. En su deidad como el Hijo de Dios, Él entendía

por completo qué era la obediencia. Como el Señor encarnado, Él se humilló a sí

mismo para aprender (cp. Lc. 2:52). Aprendió la obediencia por las mismas razones

que soportó la tentación: Para confirmar su humanidad y experimentar sus

sufrimientos a plenitud (vea las notas sobre 2:10; cp. Lc. 2:52; Fil. 2:8). La

obediencia de Cristo también fue necesaria para que Él pudiera cumplir toda justicia
(Mt. 3:15) y probar así que era el sacrificio perfecto en lugar de los pecadores (1 P.

O Oeste

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3:18). Él fue el justo y perfecto cuya justicia habría de ser imputada a los pecadores

(cp. Ro. 3:24–26).

5:9 perfeccionado… autor de eterna salvación. Vea las notas sobre 2:10.

Gracias a la justicia perfecta de Jesucristo y su sacrificio perfecto por el pecado Él

se convirtió en la causa primera de la salvación. le obedecen. La salvación

verdadera se hace evidente en la obediencia a Cristo, desde la obediencia inicial al

mandato del evangelio para arrepentirse y creer (cp. Hch. 5:32; Ro. 1:5; 2 Ts. 1:8; 1

P. 1:2, 22; 4:17) hasta toda una vida de obediencia a la Palabra (cp. Ro. 6:16).
5:10 El escritor cita por segunda vez el Salmo 110:4 (cp. el v. 6), para mencionar

el llamamiento soberano de Dios al sacerdocio (v. 4).

5:11 Acerca de esto. Algunas versiones traducen “de quien” con referencia a la

relación entre Cristo y Melquisedec como sumos sacerdotes. Por razones de lógica

y estilo, debe concluirse que el v. 11 introduce toda la sección que va de 5:11 al

6:12. El mismo verbo griego que se traduce aquí “os habéis hecho” ocurre en los

puntos extremos de esta sección: “os habéis hecho tardos” (v. 11) y “no os hagáis

perezosos” (6:12). tardos. El letargo espiritual de los hebreos y su respuesta tardía a

la enseñanza del evangelio prevenía la recepción de enseñanzas adicionales en ese

momento. Esto recuerda a los creyentes que el no apropiarse de la verdad del

evangelio produce un rezago serio en el progreso espiritual y la incapacidad para

entender o asimilar enseñanzas adicionales (cp. Jn. 16:12). Esta situación también

existe entre los gentiles que han recibido la verdad revelada, bien fuera por

revelación natural o general de Dios en la creación (Ro. 1:18–20). El rechazo de esa

revelación resulta en un proceso gradual de endurecimiento (Ro. 1:21–32). Los

hebreos no solo habían recibido la misma revelación general, sino que también

recibieron revelación especial en las Escrituras del AT (Ro. 9:4), el Mesías mismo

(Ro. 9:5) y la enseñanza de los apóstoles (2:3, 4). Hasta que los hebreos

obedecieran la revelación que habían recibido y obtuvieran salvación eterna (v. 8),

cualquier enseñanza adicional sobre el sacerdocio del Mesías conforme al

sacerdocio de Melquisedec no sería de provecho para ellos.

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5:12 maestros. Todo creyente debe ser un maestro (Col. 3:16; 1 P. 3:15; cp. Dt.

6:7; 2 Ti. 3:15). Si estos hebreos hubieran obedecido en realidad el evangelio de

Cristo, habrían transmitido ese mensaje a otros. Los judíos estaban instruidos en la

ley y se sentían orgullosos porque enseñaban la ley, pero en realidad no habían

entendido sus verdades porque no las habían apropiado ni aplicado a sí mismos (vea

las notas sobre Ro. 2:17–23). palabras. Algunas versiones usan el término

“oráculos”. Esto se refiere a las palabras contenidas en las Escrituras del AT que se

constituyen en los cimientos del evangelio y que habían sido confiadas al cuidado

de los hebreos (Ro. 3:1, 2). Los principios rudimentarios de la ley eran como un

abecedario espiritual que podía ayudar a los hebreos a llegar a la fe en el Mesías

(Gá. 3:23, 24). Ellos también habían escuchado el evangelio del NT (2:2–4; 1 P.

4:11).

5:12, 13 leche. El conocimiento sin obediencia no contribuye al progreso

espiritual de una persona. De hecho, al rechazar la fe salvadora los hebreos

retrocedieron en su entendimiento acerca del Mesías. Habían sido expuestos durante

mucho tiempo al evangelio y ya deberían enseñarlo a otros, pero en realidad solo


eran bebés espirituales, demasiado infantiles e ineptos para siquiera comprender la

verdad, y peor todavía para enseñarla.

5:13 palabra de justicia. Este es el mensaje acerca de la justicia de Cristo que

tenemos por fe (Ro. 3:21, 22; 1 Co. 1:30; 2 Co. 5:21; Fil. 3:9; Tit. 3:5). Esta noción

equivale al evangelio de salvación por fe y no por obras.

5:14 madurez. Esta misma raíz griega se traduce “perfección” en 6:1 al igual

que en otros textos (7:11, 19, 28; 9:9; 10:1, 14; 11:40; 12:23). Se utiliza en Hebreos

como un sinónimo de salvación. En ese sentido, se refiere aquí a la vida completa

que adquiere un creyente al depositar su fe en Cristo, más que a un cristiano que ha

alcanzado la madurez, que corresponde al uso típico que Pablo hace del mismo

término (cp. Col. 4:12). Jesús invitó a los judíos que no creyeron a la perfección de

la salvación que solo podía hacerse realidad en la vida de cada uno de ellos como

resultado de seguirlo en fe (Mt. 19:21). Pablo escribió que quienes habían acudido a

Cristo por la fe llegaban así a la madurez y eran capaces de recibir la sabiduría de

Dios (1 Co. 2:6). Describió a los creyentes maduros como personas cuya justicia

estaba en Cristo (Fil. 3:2–20), a diferencia de los que todavía tenían confianza en la

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carne. Pablo también declaró que los apóstoles amonestaron y enseñaron a todos los
creyentes “a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” (Col. 1:28).

ejercitados. Las verdades más profundas y “sólidas” acerca del sacerdocio del

Señor Jesús solo podrían ser dadas a aquellos que lo conocieran como Salvador. El

entrenamiento y la competencia del atleta constituyen la metáfora implícita en esta

palabra (cp. 1 Ti. 4:7, 8). Aquel que ha venido a Cristo para alcanzar su plenitud y

madurez espiritual es ejercitado por la Palabra para discernir la verdad del error y la

conducta santa de la impía (cp. 2 Ti. 3:16, 17).

6:1 dejando ya. Este “dejar” no significa un desprecio o abandono de las

doctrinas básicas que son el punto de partida y no deben utilizarse como excusa

para detenerse y no avanzar. Estos principios son la puerta de entrada en el camino

a la salvación en Cristo. los rudimentos de la doctrina de Cristo. Como “los

primeros rudimentos de las palabras de Dios” en 5:12, también se refiere al AT. El

escritor se refiere a la enseñanza básica del AT que preparó el camino para el

Mesías, la enseñanza inicial acerca de Cristo. Estos “rudimentos” o principios del

AT incluyen los seis temas enumerados en los vv. 1, 2. vamos adelante a la

perfección. Es decir, la salvación por fe en Jesús el Mesías. Vea la nota sobre 5:14.

El verbo es pasivo para indicar “seamos llevados a la salvación”. No es cuestión de

que los aprendices sean llevados por sus maestros, sino que ambos son llevados

adelante por Dios. El escritor advierte a sus lectores judíos que no tiene valor

alguno detenerse en las nociones básicas del AT y repetir (“echando otra vez el

fundamento”) las cosas elementales. arrepentimiento de obras muertas. Esta

forma de arrepentimiento propia del AT consiste en apartarse por completo de las

obras malignas que acarrean la muerte (cp. Ez. 18:4; Ro. 6:23) y volverse a Dios.

Con demasiada frecuencia el judío solo se volvía a Dios de manera superficial, por

medio del cumplimiento de la letra de la ley como evidencia de su arrepentimiento,

mientras el hombre interior seguía muerto (Mt. 23:25–28; Ro. 2:28, 29). Esa no era
la clase de arrepentimiento que traía salvación (v. 6; 12:17; cp. Hch. 11:18; 2 Co.

7:10). En cambio, bajo el nuevo pacto el “arrepentimiento para con Dios” está

acoplado de forma inseparable con “la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hch. 20:21).

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El sacrificio expiatorio de Cristo salva de las “obras muertas” (9:14; cp. Jn. 14:6). la

fe en Dios. Una fe dirigida solo hacia el Padre es inaceptable sin fe en su Hijo

Jesucristo (Hch. 4:12; cp. Stg. 2:14–20).

6:2 bautismos. Una traducción más precisa sería “lavamientos” como

“abluciones” en 9:10. El término griego nunca se usa en relación con el bautismo

cristiano. El plural también es incompatible con el concepto único del bautismo

cristiano. En el sistema levítico del AT había muchas limpiezas ceremoniales que

eran señales externas de la limpieza de corazón (cp. Éx. 30:18–21; Lv. 16:4, 24, 26,

28; Mr. 7:4, 8). El nuevo pacto requería un lavamiento interior (Tit. 3:5) para la

regeneración del alma. la imposición de manos. Bajo el antiguo pacto, la persona


que traía un sacrificio ponía sus manos sobre él para simbolizar su identificación

como beneficiario de la sustitución por su pecado (Lv. 1:4; 3:8, 13; 16:21).

También podría ser una referencia a las bendiciones sacerdotales solemnes (cp. Mt.

19:13). la resurrección de los muertos… juicio eterno. Los fariseos creían en la

resurrección de los muertos (Hch. 23:8) pero ellos mismos eran muertos espirituales

(Mt. 23:27). También creían en el juicio de Dios y eso era justo lo que les esperaba.

Es significativo que todas las doctrinas mencionadas en los vv. 1, 2 pueden

asociarse con los fariseos, quienes se sentían atraídos a Jesús y en algunas ocasiones

se asociaron con Él (Lc. 7:36–50; 13:31; 14:1; Jn. 3:1). Pablo fue un fariseo antes

de su conversión (Fil. 3:5). Los fariseos eran producto directo de la búsqueda de

justicia por obras de la ley antes que por la fe (Ro. 9:30–32; 10:1–3). Una porción

de los hebreos a quien iba dirigida esta epístola pudieron haber sido fariseos.

6:3 esto haremos. Es probable que el autor de aquí su propio testimonio en

cuanto a haber pasado de la enseñanza del AT para acogerse al nuevo pacto en

Jesucristo y también para identificarse con los lectores. La salvación siempre

requiere la capacitación espiritual de Dios (cp. Jn. 6:44).

6:4–6 Vea la Introducción: Retos de interpretación. Cinco ventajas poseídas por

los judíos son de todas maneras insuficientes para su salvación.

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6:4 iluminados. habían recibido instrucción en la verdad bíblica por medio de su

percepción intelectual, pero Entender el evangelio no equivale a ser regenerados

(cp. 10:26, 32). En Juan 1:9 es claro que la iluminación no es el equivalente de

salvación. Cp. 10:29. gustaron del don celestial. En sentido figurado, “gustar” se

refiere en el NT a experimentar algo de forma consciente (cp. 2:9). La experiencia

podría ser momentánea o continua. Por ejemplo, Cristo “gustó” la muerte (2:9) solo

por un momento y no fue una experiencia continua ni permanente. Todos los

hombres experimentan la bondad de Dios pero esto no significa que todos sean

salvos (cp. Mt. 5:45; Hch. 17:25). Durante el ministerio del Señor, muchos judíos

experimentaron las bendiciones del cielo que Él trajo, tanto en sanidades y

liberaciones de ataduras demoníacas así como en el alimento que creó para su

sustento físico de manera milagrosa (Jn. 6). Bien sea que el don se refiera a Cristo

(cp. Jn. 6:51; 2 Co. 9:15) o al Espíritu Santo (cp. Hch. 2:38; 1 P. 1:12),

experimentar el uno o el otro no era equivalente de ser salvos (cp. Jn. 16:8; Hch.

7:51). partícipes del Espíritu Santo. Vea las notas sobre 2:4. Aunque el concepto

de participar se emplea en 3:1; 3:14, y 12:8 para aludir a unas relaciones que los

creyentes tienen, el contexto debe ser el factor definitivo y determinante. Este

contexto en los vv. 4–6 parece excluir una referencia a los creyentes verdaderos.

Podría ser una referencia a su participación, como se comenta arriba, en el


ministerio de milagros ejercido por Jesús por el poder del Espíritu (vea las notas

sobre Mt. 12:18–32; cp. Lc. 4:14, 18) o en el ministerio de convicción del Espíritu

Santo (Jn. 16:8), el cual puede ser resistido sin experimentar salvación (cp. Hch.

7:51).

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6:5 gustaron. Vea la nota sobre el v. 4. Esta es una correspondencia asombrosa

a lo que se describe en 2:1–4 (vea las notas correspondientes). Como Simón el

mago (Hch. 8:9–24), estos hebreos todavía no habían sido regenerados a pesar de

todo lo que habían oído y visto (cp. Mt. 13:3–9; Jn. 6:60–66). Repitieron los

mismos pecados de quienes pecaron en el desierto después de ver los milagros

realizados a través de Moisés y Aarón, y de oír la voz de Dios en el Monte Sinaí.

6:6 recayeron. Este término griego solo ocurre aquí en el NT. En la Septuaginta

se empleó para traducir términos relacionados con infidelidad y apostasía extremas

(cp. Ez. 14:13; 18:24; 20:27). Es equivalente a la apostasía en 3:12. La seriedad de

esta infidelidad se hace evidente en la descripción severa de rechazo que se incluye

en el versículo, porque ellos en realidad vuelven a crucificar a Cristo y lo tratan con

menosprecio absoluto (vea también las descripciones fuertes en 10:29). Lo

“imposible” en el v. 4 se conecta con “sean otra vez renovados para

arrepentimiento” en el v. 6. Los que pecaron contra Cristo a tal extremo quedaron

sin esperanza de restauración o perdón (cp. 2:2, 3; 10:26, 27; 12:25). La razón es

que lo rechazaron con conocimiento pleno y una experiencia consciente de su parte

(como se describe en los vv. 5, 6). Tras recibir una revelación completa rechazaron

la verdad y llegaron a una conclusión del todo opuesta a la verdad acerca de Cristo,

por lo cual perdieron toda esperanza de ser salvos. Son personas que nunca pueden

tener más conocimiento del que tuvieron al optar por rechazarlo. Han concluido que

Jesús debió ser crucificado y se empecinan como enemigos suyos. En estos

versículos no existe la más ínfima posibilidad de que se refieran a perder la

salvación. Muchos pasajes bíblicos establecen de forma terminante e inequívoca

que la salvación es eterna (cp. Jn. 10:27–29; Ro. 8:35, 38, 39; Fil. 1:6; 1 P. 1:4, 5).

Hay algunos que pretenden usar este versículo como evidencia de que los creyentes
pueden perder la salvación, pero hasta a ellos les toca admitir que en ese caso

tampoco nadie podría recuperarla. Vea la Introducción: Retos de interpretación.

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6:7, 8 Estas ilustraciones muestran que quienes oyen el mensaje del evangelio y

responden con fe son bendecidos, mientras que aquellos que lo oyen y lo rechazan

son maldecidos (cp. Mt. 13:18–23).

6:8 reprobada. Vea el uso del término en Romanos 1:28 (“mente reprobada”), 2

Co. 13:5 (“probaos… reprobados”) y 2 Ti. 3:8 (“corruptos… réprobos”).

6:9 amados. Este término muestra un cambio de audiencia y un cambio de

mensaje para pasar de las advertencias al ánimo. Las palabras van dirigidas a

creyentes como lo confirma la expresión de confianza en el sentido de que “cosas

mejores” pueden decirse de ellos (a diferencia de los que fueron advertidos en los

versículos anteriores). Las “cosas… que pertenecen a la salvación” son sus obras

que cumplen la función de verificar su salvación (v. 10; cp. Ef. 2:10; Stg. 2:18, 26).
La declaración misma implica que las cosas descritas en 5:11–6:5 no acompañan ni

pertenecen a la salvación, sino que son evidencias de incredulidad y apostasía.

aunque hablamos así. Había sido preciso hablar sobre juicio en los versículos

precedentes, pero el escritor asegura a sus “amados” hermanos en la fe que él está

confiado con respecto a su salvación.

6:10 vuestra obra y el trabajo de amor. Vea 1 Tesalonicenses 1:3, 4. hacia su

nombre. En toda esta epístola la palabra “nombre” posee el sentido hebraico de la

autoridad, el carácter y los atributos propios del Hijo de Dios (1:4) y de Dios el

Padre (2:12; 13:15; cp. Jn. 14:13, 14). santos. Todos los cristianos verdaderos son

santos o “los santos” (cp. 13:24; Hch. 9:13; Ro. 1:7; vea la nota sobre 1 Co. 1:2).

6:11 vosotros. El autor habla de nuevo a no creyentes pero al parecer quiere

establecer una distinción entre este grupo particular y los apóstatas de los vv. 4–6,

quienes están en peligro de perder toda oportunidad de restauración. solicitud. Este

término puede transmitir la idea de anhelo o prisa. Es un ruego a los judíos

incrédulos para que acudan de inmediato a Cristo. Si estos judíos no comprometidos

siguieran el ejemplo de la fe activa de los santos (vv. 9, 10, 12), ellos obtendrían

“hasta el fin” la salvación que da “plena certeza de la esperanza” (cp. 10:22; Col.

2:2). La salvación es algo que no debe posponerse.

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6:12 perezosos. Vea la nota sobre 5:11, donde la misma palabra griega se

traduce “tardos”. imitadores. Este concepto se repite en 13:7 y es inherente en las

múltiples ilustraciones de la fe que se presentan en el capítulo 11. heredan las

promesas. La herencia y las promesas de salvación son un tema recurrente de esta

epístola (cp. los vv. 13, 15, 17; 1:14; 4:1, 3; 9:15; 10:36; 11:7, 8, 9, 11, 13, 17, 33,

39).

6:13–20 La persecución y las pruebas que los hebreos creyentes enfrentaban

requerían de perseverancia paciente. Esa fe perseverante los capacitaría para

heredar las promesas de Dios que en ese tiempo de sufrimiento parecían tan

distantes. A pesar de sus circunstancias, ellos debían recordar que Dios es fiel (cp.

el v. 10) y que su esperanza estaba segura en Él (cp. el v. 11).

6:13 Abraham. Para animar a los hebreos a apoyarse en la fe y no volver a

depender del sistema de culto levítico, el escritor citó el ejemplo de Abraham, quien

como gran modelo de la fe (cp. Ro. 4) debía ser imitado por ellos (v. 12). juró por

sí mismo. Como quedó registrado en Génesis 22:15–19, Dios hizo una promesa

unilateral para cumplir su pacto con Abraham.

6:14 Cita de Génesis 22:17. Esto resume la esencia de la promesa de Dios. El

hecho de que Dios lo hubiera dicho aseguraba su cumplimiento. Es significativo

que la cita de Génesis está en el contexto del sacrificio que Abraham se dispuso a
hacer de su hijo Isaac, quien era el cumplimiento inmediato de la promesa de Dios a

Abraham. El cumplimiento último también se llevaría a cabo por medio de Isaac y

sus descendientes.

6:15 esperado con paciencia. Abraham fue un ejemplo de la paciencia

mencionada en el v. 12. Este patriarca recibió la promesa al comienzo de su

cumplimiento a través del nacimiento de Isaac (vea la nota sobre el v. 14), pero no

vivió para ver todas las promesas cumplidas (11:13).

6:16–18 La Palabra de Dios no necesita confirmación alguna por parte de otra

entidad. Es confiable porque Dios mismo es fiel por excelencia. Los humanos

confirman sus promesas mediante la apelación a alguien superior (en especial a

Dios) como testigo. Puesto que nadie es más grande que Dios, Él es el único que

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puede hacer un juramento basado en Él mismo. Al hacer esto se acomoda por

voluntad propia (v. 17) a los seres humanos que desean esa clase de confirmación
debido a que las promesas humanas no se caracterizan por ser muy confiables.

6:18 dos cosas inmutables. Se trata de la promesa de Dios y su juramento. El

término griego que se traduce “inmutables” se aplicaba a la última voluntad de una

persona que era un documento legal inalterable el cual nadie fuera de su autor podía

modificar. acudido para asirnos. En la Septuaginta se usa esta palabra griega para

aludir a las ciudades de refugio que Dios proveyó para los que buscaran protección

de los vengadores de una homicidio accidental (Nm. 35:9–34; Dt. 19:1–13; Jos.

20:1–9; cp. Hch. 14:5, 6). esperanza. Vea la nota sobre 3:6. La esperanza es uno de

los temas de Hebreos. También es el producto de estudiar el AT (Ro. 15:4). La

esperanza en el cumplimiento de las promesas de salvación de Dios es el “ancla del

alma” (v. 19) que mantiene firme y seguro al creyente durante tiempos de

tribulación y angustia.

6:19, 20 Nuestra esperanza está encarnada en Cristo mismo quien ha entrado a la

presencia de Dios en el Lugar santísimo en representación de nosotros y para

nuestro bien (vea la nota sobre 4:14). Por medio de esta línea de razonamiento el

escritor volvió al tema que dejó iniciado en 5:10, el sacerdocio de Melquisedec.

7:1–28 Con el uso de las dos referencias del AT a Melquisedec (Gn. 14:18–20;

Sal. 110:4), el autor explica en el capítulo 7 la superioridad del sacerdocio de Cristo

a la de este sumo sacerdote extraordinario y único, quien fue un tipo de Cristo en

ciertos aspectos (vea la nota sobre 5:6). Este capítulo es el punto focal de la

epístola a los Hebreos debido a su comparación detallada entre el sacerdocio de

Cristo y el sacerdocio levítico.

7:1, 2 Un resumen del relato de Melquisedec en Génesis 14:18–20 (vea las notas

correspondientes).

7:3 El sacerdocio levítico era hereditario pero el de Melquisedec no lo fue. Su

parentela y origen se desconocen porque eran irrelevantes para el ejercicio de su


sacerdocio. Contrario a algunas interpretaciones, Melquisedec fue un hombre que

tuvo padre y madre como cualquier otro. El manuscrito siríaco antiguo ofrece una

traducción más precisa de lo que se quiere decir en griego con la frase “sin padre,

sin madre, sin genealogía”. No existían registros del nacimiento o la muerte de

Melquisedec, y esto establece un contraste definitivo con los detalles de la muerte

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de Aarón (Nm. 20:22–29). semejante. Lit. “hecho a semejanza”. Esta palabra no se

usa en ningún otro pasaje del NT. Esto apunta a una semejanza a Cristo en la

manera como se registra la historia de Melquisedec en el AT y no a Melquisedec

mismo porque este hombre no fue Cristo antes de su encarnación como algunos

sostienen, sino similar a Cristo en el sentido de que su sacerdocio careció de lazos

étnicos y fue universal (v. 1), real (v. 1, 2; cp. Zac. 6:13), justo (v. 2; cp. Sal. 72:2;

Jer. 23:5; 1 Co. 1:30), pacífico (v. 2; cp. Sal. 72:7; Is. 9:6; Ro. 5:1), e interminable

(v. 3; cp. los vv. 24, 25).

7:4–28 Esta sección sustenta la superioridad del sacerdocio de Melquisedec

frente al levítico. Los argumentos principales a favor de esta superioridad se

relacionan con la recepción de los diezmos (vv. 2–10), la pronunciación de una

bendición (vv. 1, 6, 7), la sustitución del sacerdocio levítico (vv. 11–19) y la

perpetuidad del sacerdocio de la orden de Melquisedec (vv. 3, 8, 16, 17, 20–28).

7:4 En la antigüedad era común que las personas dieran diezmos a un dios o a su
representante. Abraham como padre de la fe hebrea dio el diezmo a Melquisedec.

Esto prueba que Melquisedec era superior a Abraham. La persona subordinada

diezma a la superior (v. 7).

7:5 Por la autoridad investida en ellos tras el establecimiento de la ley mosaica,

los sacerdotes levíticos recolectaron diezmos de sus compatriotas israelitas (vea la

nota sobre Nm. 18:21–24). La sumisión de los israelitas no tenía el propósito de

honrar a los sacerdotes, sino a la ley de Dios.

7:6, 7 Melquisedec no solo recibió un diezmo de Abraham, sino que también le

bendijo. Esto demuestra también la superioridad de Melquisedec.

7:8 aquí… allí. Los adverbios hacen referencia aquí a la ley levítica cuyo

sistema seguía activo en aquel tiempo (“aquí”) así como al incidente histórico

registrado en Génesis 14 (“allí”). El sacerdocio levítico cambiaba cada vez que un

sacerdote moría hasta que se extinguió por completo, mientras que el sacerdocio de

Lit. literalmente

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Melquisedec es perpetuo porque el recuento de su sacerdocio no registra su muerte

ni menciona un sucesor (cp. el v. 3).

7:9, 10 En un argumento basado en la autoridad de la cabeza el escritor observa

que es posible suponer que Leví pagara diezmos a Melquisedec. Es la misma clase

de argumento que Pablo empleó para demostrar que cuando Adán pecó todos

nosotros pecamos (vea las notas sobre Ro. 5:12–14).

7:11–28 En esta sección el argumento se avanza un paso más. Puesto que el

sacerdocio de Melquisedec es superior al levítico (vv. 1–10), el sacerdocio de Cristo

también es superior al levítico porque el sacerdocio de Cristo no es levítico, sino

que es compatible con el de Melquisedec.

7:11 perfección. Vea la nota sobre 5:14. En toda la epístola a los Hebreos este

término se refiere a la salvación en términos de reconciliación con Dios y acceso

pleno a Él. El sistema levítico y su sacerdocio no pudieron salvar a un solo ser

humano de sus pecados. Vea las notas sobre 10:1–4.

7:12–14 Puesto que Cristo es el Sumo Sacerdote del cristiano y procedió de la

tribu de Judá, no de Leví (cp. Mt. 2:1, 6; Ap. 5:5), su sacerdocio está por encima de

la ley que confirió autoridad al sacerdocio levítico (cp. el v. 11). Esta es una prueba

de que la ley mosaica había sido abrogada. El sistema levítico fue reemplazado por

un nuevo sacerdote que ofreció un sacrificio nuevo y completo bajo un nuevo pacto.

Él abrogó la ley porque la cumplió a perfección (cp. Mt. 5:17) e hizo disponible la

perfección que la ley jamás podría alcanzar ni proveer (cp. Mt. 5:20).

7:13, 15 otra. En ambos casos el término es “otra de un tipo diferente” (heteros)

y recalca el contraste frente al sacerdocio levítico.

7:16 mandamiento acerca de la descendencia. O “mandamiento carnal”


porque solo tenía que ver con la existencia temporal de Israel. Incluso el perdón que

podía obtenerse en el día de la Expiación era temporal. Quienes ministraron como

sacerdotes bajo la ley fueron mortales que heredaron su oficio por su pertenencia a

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O Oeste

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ciertas familias. El sistema levítico estuvo dominado por cuestiones físicas y

ceremonias transitorias. poder de una vida indestructible. Debido a que Cristo es

la segunda persona eterna de la deidad, su sacerdocio no puede tener fin. Él obtuvo

su sacerdocio, no en virtud de la ley, sino en virtud de su deidad.

7:17 Otra cita del Salmo 110:4 (vea las notas sobre 5:6, 10).

7:18 abrogado. Vea la nota sobre los vv. 12–14. La ley era débil porque no
podía salvar ni producir el cambio interior de una persona (cp. Ro. 8:3; Gá 4:9).

7:19 nada perfeccionó la ley. Vea la nota sobre el v. 11. La ley no salvó a uno

solo (cp. Ro. 3:19, 20), más bien sometió a todos los seres humanos a maldición

(cp. Gá 3:10–13). una mejor esperanza. Vea las notas sobre 3:6; 6:18. nos

acercamos a Dios. Vea la Introducción: Temas históricos y teológicos; vea la nota

sobre 4:16. Esta es la frase clave del pasaje. Acercarse a Dios es la esencia del

cristianismo a diferencia del sistema levítico que mantenía a las personas fuera de

su presencia. Como sacerdotes creyentes en Cristo, todos nosotros debemos

acercarnos a Dios porque esta es la característica del sacerdocio verdadero (cp. Éx.

19:22; vea las notas sobre Mt. 27:51).

7:20, 21 juramento. Las promesas de Dios son inalterables y han sido selladas

con un juramento solemne (cp. 6:17). El sacerdocio de Cristo quedó confirmado

con el juramento de Dios como se expresa en el Salmo 110:4 y la decisión de Dios

al respecto nunca cambiará (“no se arrepentirá”, v. 21).

7:22 fiador. Este es el único uso del término griego en el NT y también podría

traducirse “garante”. Jesús mismo garantiza el éxito de su nuevo pacto de salvación.

un mejor pacto. El nuevo pacto (8:8, 13; 9:15). Vea las notas sobre Jeremías

31:31–34; Mateo 26:28. La primera mención de “pacto” en esta epístola se vincula

con uno de los adjetivos característicos del libro (“mejor”, cp. el v. 19; Vea la

Introducción: Temas históricos y teológicos). Este pacto se discutirá en el capítulo 8

con más detalles.

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7:23, 24 Vea las notas sobre los vv. 3, 8, 16.

7:23 muchos. Se afirma que fueron ochenta y cuatro los sumos sacerdotes que

sirvieron desde Aarón hasta la destrucción del templo por parte de los romanos en

70 a.C. Los sacerdotes de menor rango fueron mucho más numerosos.

7:25 perpetuamente. Casi el mismo concepto que se expresó con la palabra

“perfección” (v. 11) y “perfeccionó” (v. 19). Es un término griego que solo se usa

aquí y en Lucas 13:11 (donde se explica que el cuerpo de la mujer no se podía

enderezar por completo). se acercan a Dios. Vea la nota sobre 4:16 (cp. Jn. 6:37).

interceder. La palabra significa “suplicar en beneficio y representación de otro”. Se

empleaba para aludir a peticiones que un intermediario presentaba a un rey en

representación de otra persona. Vea la nota sobre Romanos 8:34. Cp. la oración

sacerdotal e intercesora de Cristo en Juan 17. Como los rabinos atribuían poderes de

intercesión a los ángeles, es posible que algunos trataran a los ángeles como

intercesores personales. El escritor aclara sin equívocos que Cristo es el único


intercesor de los creyentes (cp. 1 Ti. 2:5).

7:26–28 El carácter divino y santo de Cristo es una prueba más de la

superioridad de su sacerdocio.

7:26 En su relación con Dios, Cristo es “santo” (piedad sin contaminación

alguna; Mt. 3:17; 17:5; Mr. 1:24; Lc. 4:24; Hch. 2:27; 13:35). En su relación con el

hombre, Él es “inocente” (sin malicia ni malignidad; Jn. 8:46). En relación consigo

mismo, Él es “sin mancha” (carente de cualquier contaminación; 1 P. 1:19) y

“apartado de los pecadores” (Él no tenía una naturaleza pecaminosa que pudiera ser

fuente de algún acto de pecado; cp. “sin pecado” en 4:15). Vea las notas sobre 2

Corintios 5:21. más sublime que los cielos. Vea las notas sobre 3:1; 4:14.

7:27 cada día. Cada vez que el sumo sacerdote del sistema levítico pecaba, se

requería que ofreciera sacrificios por sí mismo (Lv. 4:3). Cada vez que el pueblo

pecaba él también tenía que ofrecer un sacrificio por ellos (Lv. 4:13). Como es de

esperarse, tales sacrificios eran ofrecidos a diario. Además de esto, una vez al año

en el día de la Expiación el sumo sacerdote debía ofrecer más sacrificios por él y

por el pueblo (Lv. 16:6, 11, 15). Cristo no tuvo pecado ni requirió sacrificio alguno

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por Él mismo, y el único sacrificio necesario fue el hecho por Él, quien lo ofreció

una sola vez por todos los hombres y para toda la eternidad. una vez para siempre.

Es una aclaración importante en Hebreos. La obra expiatoria de Cristo nunca tiene

que repetirse, a diferencia de los sacrificios sacerdotales del AT. Cp. 9:12, 26, 28;

10:2, 10; 1 P. 3:18.

7:28 la palabra del juramento. Dios confirmó a Cristo como sumo sacerdote.

Vea las notas sobre los vv. 20, 21; 6:16–18. hecho perfecto para siempre. Vea la

nota sobre 2:10.

8:1–10:18 Toda esta sección es una exposición del nuevo pacto que fue

prometido en Jeremías 31:31–34 y su contraste con el antiguo pacto de la ley.

8:1–5 Una descripción breve del sacerdocio de Jesús en el santuario celestial, el

cual es mejor que el de Aarón porque Él sirve en un santuario mejor (vv. 1–5; cp.

9:1–12).

8:1 el punto principal. Aquí el escritor llegó a su mensaje central. El hecho es

que “tenemos” (posesión actual) un sumo sacerdote superior: Jesucristo quien es el

cumplimiento de todo lo que fue prefigurado por medio de símbolos y sombras en

el AT. se sentó. Vea las notas sobre 1:3, 13.

8:2 ministro. Esta es la misma palabra que hace referencia a los ángeles en 1:7.

En Jeremías 33:21 se aplicó a los sacerdotes. santuario. Cp. 9:3. El Lugar

santísimo donde residía Dios (cp. Éx. 15:17; 25:8; 26:23, 24; 1 Cr. 22:17).

verdadero tabernáculo. La definición se da en la frase “que levantó el Señor, y no

el hombre”, así como en 9:11, 24 (cp. el v. 5). Se refiere a la morada celestial de

Dios.
8:3 ofrendas y sacrificios. Vea la nota sobre 5:1.

8:4 ni siquiera sería sacerdote. Jesús no estaba calificado para ser un sacerdote

porque Él no pertenecía a la tribu de Leví. Vea la nota sobre 7:12–14. Por su uso

del tiempo presente, este versículo indica que el sistema levítico todavía funcionaba

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en ese tiempo, lo cual indica que la carta se escribió antes de la destrucción del

templo en el año 70 d.C., (vea la nota sobre 5:1–4).

8:5 La cita proviene de Éxodo 25:40. figura y sombra. Esto no significa que en

el cielo hubiera edificios literales cuyo diseño quedó reflejado en el tabernáculo,

sino más bien que las realidades celestiales quedaron simbolizadas y representadas

de la forma más asequible y práctica en el modelo terrenal del tabernáculo.

8:6 mediador. Cp. 9:15. La palabra describe el papel de un intermediario o


árbitro, en este caso entre Dios y el hombre. Vea la nota sobre 1 Timoteo 2:5 (cp.

Gá 3:19, 20). mejor pacto… mejores promesas. Vea las notas sobre 7:19, 22;

Juan 1:17, 18. Este pacto se identifica como el “nuevo pacto” en los vv. 8, 13; 9:15.

8:7 Cp. El mismo argumento en 7:11. El pacto anterior era incompleto e

imperfecto, además su función solo era temporal.

8:8–12 Cita de Jeremías 31:31–34 (vea las notas correspondientes).

8:9 me desentendí de ellos. También se traduce “los descarté”. En Jeremías

31:32 leemos: “aunque fui yo un marido para ellos”. El escritor del NT cita la

versión Septuaginta en la que se lee una variación que no cambia en esencia el

significado.

8:10 mente… corazón. Por naturaleza propia el pacto de la ley era externo,

mientras que el pacto nuevo es en primera instancia interno (cp. Ez. 36:26, 27).

8:12 La Septuaginta incluye una expansión mínima de la última frase en

Jeremías 31:34.

8:13 próximo a desaparecer. Poco tiempo después de que se escribiera el libro

de Hebreos, el templo de Jerusalén fue destruido y su sistema de culto levítico

quedó abolido (vea la nota sobre 5:1–4; vea la Introducción: Autor y fecha).

9:1–10 En estos versículos el autor hace una descripción breve del tabernáculo,

tema al que se dedican unos cincuenta capítulos en el AT que incluyen todas las

regulaciones del servicio religioso en el tabernáculo (cp. Éx. 25–40). El tono de la

sección va marcado por la referencia inicial a “ordenanzas” (v. 1) y la mención final

de “ordenanzas” (v. 10).

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9:2 la primera parte… el Lugar Santo. Otras versiones traducen “el

santuario”, y se trata del primer recinto del tabernáculo (Éx. 26:33). Acerca de los

artículos propios del Lugar santo, vea Éxodo 25:23–40; 40:22–25; Levítico 24:5–9.

9:3 Lugar Santísimo. Allí se mantenían el arca del pacto y el propiciatorio sobre

el que se hacía la expiación (Éx. 26:33, 34).

9:4 incensario de oro. Se trata más bien del altar dorado para el incienso. Vea la

nota sobre Éxodo 30:1–10 (cp. Éx. 40:5, 26, 27). Aunque estaba fuera del Lugar

santo (Éx. 30:6), el escritor de Hebreos ubica el altar de oro dentro del Lugar

santísimo debido a su interés preponderante en la función que cumplía como parte

de la liturgia en el día de la Expiación. En ese día el sumo sacerdote traía incienso

del altar y lo introducía al Lugar santísimo (Lv. 16:12, 13). El altar de oro que

contenía incienso marcaba el límite del Lugar santísimo al igual que la cortina. El

sumo sacerdote pasaba por delante del altar de incienso solo una vez al año. el arca.

Vea las notas sobre Éxodo 25:18; 26:31–34. urna de oro que contenía el maná.

Vea la nota sobre Éxodo 16:32–36. la vara de Aarón. Vea las notas sobre
Números 17:2–10. las tablas del pacto. Vea la nota sobre Éxodo 25:16 (cp. 1 R.

8:9).

9:5 querubines… propiciatorio. Vea las notas sobre Éxodo 25:17, 18. no se

puede ahora hablar en detalle. El escritor no tiene deseo alguno de complicar su

punto principal con detalles adicionales (cp. 8:1).

9:7 Esta ocasión era el día de la Expiación. Vea las notas sobre 4:14; 7:27;

Levítico 16:16, 20–22, 30. no sin sangre. Vea la nota sobre el v. 22. Esta es la

primera de muchas referencias a la sangre del sacrificio. El término es definitivo en

el pasaje que va de 9:1 al 10:18, donde identifica las muertes de los sacrificios en el

AT y la de Cristo (cp. los vv. 12–14). Note sin embargo, que el derramamiento de

sangre en sí mismo es un sacrificio insuficiente. Cristo no solo derramó su sangre,

sino que tuvo que morir. Hebreos 10:10 indica que Él dio su cuerpo como la

ofrenda perfecta para el sacrificio. Sin su muerte, su sangre no tendría valor para la

salvación. Vea las notas sobre el v. 14, 18, 22; 10:10.

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9:8 El sistema levítico no suministraba acceso directo a la presencia de Dios para

su pueblo. Por el contrario, lo mantenía alejado y atemorizado. Esa cercanía tenía

que hacerse disponible de otro modo (v. 12). Esta es la lección primordial que el

Espíritu Santo enseñó por medio del tabernáculo:Dios es inalcanzable e inaccesible

aparte de la muerte de Jesucristo. Vea la Introducción: Temas históricos y

teológicos. Vea el paralelo de esta lección en 10:20. Espíritu Santo. Vea la nota

sobre 2:4. Mediante la instrucción inspirada por el Espíritu en cuanto al Lugar

santísimo, Dios mostró que el sistema de ceremonias no podía conducir a Él, porque

Cristo era el único que podía abrir el camino (cp. Jn. 14:6).

9:9 símbolo. La palabra griega es parabole, de la cual se deriva el término

“parábola”. El sistema levítico era una parábola o lección gráfica de lo que habría

de venir en Cristo. para el tiempo presente. Aquí “para” es ambiguo y permite dos

significados e interpretaciones diferentes: 1) “durante” el tiempo del AT o 2)

“hasta” la era cristiana actual y como algo que apuntó a ese cumplimiento futuro.

La frase “según el cual” en esta traducción favorece la segunda interpretación,

mientras que otras versiones traducen “en el cual” que alude al tiempo y no a la

parábola en sí. Se prefiere “según el cual” porque el autor habla del “símbolo para

el tiempo presente” y concuerda con la explicación que da en el v. 10. El “tiempo

presente” es el “tiempo de reformar las cosas”. ofrendas y sacrificios. Vea la nota

sobre 5:1. perfecto, en cuanto a la conciencia. De nuevo, este término se refiere a

la salvación. Vea las notas sobre 5:14; 7:11; 10:1 (cp. 7:25). Los sacrificios del AT

no quitaban la conciencia culpable del que hacía la ofrenda ni suministraban perdón

total de sus pecados (cp. 10:1–4). Solo eran algo “simbólico” que representaban lo

real (Cristo). La conciencia es un sistema de advertencia que Dios ha dado a la

humanidad para que reaccione al pecado y produzca acusación moral y culpa (vea
las notas sobre Ro. 2:14, 15) que no pueden ser aliviadas aparte de la obra de Cristo

(cp. el v. 14; 10:22). En el momento de la salvación es acallada pero no desactivada

y mantiene su función de dar convicción de pecado al creyente. Los cristianos

deben esforzarse en tener limpia la conciencia (vea las notas sobre 2 Co. 1:12).

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9:10 comidas y bebidas. Vea las notas sobre Levítico 11:1–47; Deuteronomio

14:3–21 (cp. Col. 2:16). abluciones. Vea la nota sobre 6:2. ordenanzas acerca de

la carne. Las ordenanzas levíticas regulaban las acciones visibles sin cambiar al ser

humano en su interior (cp. 10:4). reformar. El término griego significa “enderezar

lo torcido”. Todas las cosas son rectificadas en Cristo. La reforma es el nuevo pacto

y su aplicación. Vea la nota sobre el v. 9.

9:11 los bienes venideros. Esto corresponde a la “eterna redención” (v. 12). En

10:1 “los bienes venideros” es una frase que se conecta con “salvar a los que lo

esperan” en el v. 28 (cp. Ro. 10:15). Cabe anotar que la mayoría de las versiones
del NT permiten la lectura “bienes que han venido”. En este contexto ambas

expresiones se refieren a los bienes del nuevo pacto. Solo es una cuestión de

perspectiva, ya que desde el punto de vista del sistema levítico las realidades de la

redención eran “venideras”, mientras que desde el punto de vista de quienes están

en la era cristiana las realidades de la redención “han venido” porque Cristo ya ha

completado su obra. no de esta creación. Esta frase es la explicación de “no hecho

de manos” porque es la creación exclusiva de Dios. El santuario donde Cristo sirve

es el cielo mismo (cp. el v. 24; 8:2).

9:12 machos cabríos… becerros. Uno de cada tipo era sacrificado en el día de

la Expiación (cp. Lv. 16:5–10). El plural representa aquí la cantidad de víctimas que

se sacrificaron en la observación del día de la Expiación con el correr de los años.

por su propia sangre. La misma frase se emplea en 13:12. Nada indica aquí que

Cristo llevara su propia sangre física al santuario celestial, esto solo establece que

quien se sacrificó fue el sacrificio mismo. una vez para siempre. Vea la nota sobre

7:27. eterna redención. La palabra que se traduce aquí “redención” solo ocurre

aquí y en Lucas 1:68; 2:38. Su uso original tenía que ver con la liberación de

esclavos mediante el pago de un rescate.

9:13–22 La muerte de Cristo fue necesaria para el cumplimiento del pacto

antiguo y el establecimiento del nuevo.

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9:13 cenizas de la becerra. Vea las notas sobre Números 19. Se dice que en la

historia de Israel solo se mataron seis becerras alazanas cuyas cenizas nunca se

agotaron porque solo se requería el uso de una cantidad minúscula. los inmundos.

El significado literal del término griego es “común” o “profano”. No quiere decir

que algo estuviera contaminado en sentido ceremonial, sino que no había sido

santificado o apartado para Dios. La palabra se utilizó en el discurso de Jesús acerca

de lo que contamina a un hombre (cp. Mt. 15:11, 18, 20; Mr. 7:15, 18, 20, 23), en la

queja de los judíos porque Pablo había profanado el templo al introducir gentiles

(Hch. 21:28), y en referencia a los diferentes tipos de carne que Pedro fue invitado a

comer (Hch. 10:15; 11:9). De acuerdo con las regulaciones mosaicas, las cenizas de

la becerra alazana se empleaban en una ceremonia “fuera del campamento” que

servía como purificación simbólica del pecado (Nm. 19:9; cp. 13:11–13).

9:14 cuánto más. Superior a la capacidad limpiadora de las cenizas de un animal

es el poder limpiador del sacrificio de Cristo. la sangre de Cristo. Esta es una

expresión que no solo se refiere al líquido, sino a toda la obra expiatoria y el

sacrificio perfecto de Cristo en su muerte. La sangre se usa como sinónimo de la

muerte (cp. Mt. 23:30, 35; 27:6, 8, 24, 25; Jn. 6:54–56; Hch. 18:6; 20:26). Vea las

notas sobre Mateo 26:28; Romanos 3:25; 5:9; Colosenses 1:14. el Espíritu eterno.
Vea la nota sobre 2:4 (cp. Is. 42:1; 61:1; Lc. 4:1, 14). Algunos intérpretes

argumentan que la falta del artículo definido en el original hace de esta una

referencia al “Espíritu eterno” de Cristo (en el sentido de una vida interminable, cp.

7:16). Sin embargo, las referencias al Espíritu Santo en 2:4 y 6:4 tampoco tienen el

artículo definido. El uso de “eterno” como adjetivo calificador sirve para conectar el

Espíritu con la “eterna redención” (v. 12) y “la herencia eterna” (v. 15) que Cristo

alcanzó por medio de su muerte y sacrificio. se ofreció a sí mismo. Vea las notas

sobre v. el 7; Juan 10:17, 18. Como es obvio, los animales que eran sacrificados en

el sistema levítico no acudían por voluntad propia ni entendían el propósito de su

muerte. Cristo vino de manera voluntaria y con una comprensión plena de la

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necesidad y las consecuencias de su sacrificio. Él no solo sacrificó su sangre, sino


toda su naturaleza humana (cp. 10:10). sin mancha. En la Septuaginta se usa el

término para describir sacrificios aceptables, incluida la vaca alazana (Nm. 19:3; cp.

Éx. 29:1; Lv. 1:3). Una referencia similar se encuentra en 1 Pedro 1:19.

conciencias. Vea la nota sobre el v. 9. obras muertas. Vea la nota sobre 6:1. Estas

obras son muertas porque los no regenerados están “muertos en [sus] delitos y

pecados” (Ef. 2:1), sus obras son infructuosas e inservibles (Gá. 2:16; 5:19–21) y

solo conducen a la muerte (Ro. 6:23). para que sirváis al Dios vivo. La salvación

no es un fin en sí mismo. El creyente ha sido liberado del pecado para servir a Dios,

salvado para servir (cp. Ro. 6:16–18; 1 Ts. 1:9). El contraste entre obras muertas y

el Dios vivo (cp. 3:12; 10:31; 12:22) es básico. Cp. Santiago 2:14–26.

9:15 mediador. Vea la nota sobre 8:6. muerte. En el establecimiento de algunos

pactos bíblicos se realizaron ciertos sacrificios. En el pacto de Dios con Abraham,

cinco animales diferentes fueron sacrificados en la ceremonia (Gn. 15:9, 10). El

pacto mosaico fue afirmado por medio de sacrificios animales (Éx. 24:5–8).

remisión. El término compuesto que se usa aquí ocurre con más frecuencia que el

término usado en el v. 12 (cp. 11:35; Lc. 21:28; Ro. 3:24). La muerte de Jesús

también redimió a todos los que habían creído en Dios bajo el antiguo pacto (cp.

Ro. 3:24–26). Esto concuerda con el simbolismo del día de la Expiación. Cada año

el sumo sacerdote cubría o hacía expiación por los pecados que el pueblo había

cometido durante el año anterior (Lv. 16:16, 21, 30). el primer pacto. Vea la nota

sobre Génesis 9:16. El primer pacto histórico fue el establecido por Dios con Noé

(Gn. 6:18; 9:9). Después vino el pacto de Dios con Abraham (Gn. 15:18). No

obstante, en el contexto de esta exposición, el pacto más antiguo que se discute en

esta epístola es el que se conoce como pacto mosaico o pacto de la ley (Éx. 19:1–

20:21). En este versículo “primer” significa anterior o previo, que es el pacto


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conectado con el sistema levítico. los llamados. Lit. “los que han sido llamados”,

mirando hacia atrás a aquellos que vivieron bajo el pacto antiguo y que fueron

llamados por Dios a la salvación con base en el sacrificio de Jesucristo que vendría

mucho tiempo después de que la mayoría de ellos hubieran muerto. Como siempre

en las epístolas del NT, esta es una referencia al llamado eficaz para salvación (cp.

3:1), que en este contexto se aplica a creyentes del AT. promesa de la herencia

eterna. Es decir, la salvación en su plenitud (vea las notas sobre 3:11; 4:1, 9; 6:12;

1 P. 1:3–5).
9:16, 17 La última voluntad y el testamento ilustran la necesidad de la muerte de

Cristo. “Testamento” es la misma palabra griega que se traduce “pacto” pero el

término adquiere un significado más especializado en este contexto. Los beneficios

y las provisiones de un testamento solo son promesas hasta que su autor fallece. La

muerte activa las promesas para que se conviertan en realidades.

9:18–20 El derramamiento de sangre en la ceremonia de ratificación del pacto en

el Monte Sinaí (Éx. 24:1–8) también ilustra la necesidad de la muerte de Cristo (vea

la nota sobre el v. 15).

9:18 sangre. “Muerte” en los vv. 15, 16 se reemplaza por “sangre” (vea las

notas sobre los vv. 7, 14). El término se emplea para recalcar el aspecto violento de

su sacrificio y muerte.

9:19 agua, lana escarlata e hisopo. Estos implementos se utilizaron en la

primera Pascua en Egipto (Éx. 12:22) para rociar la sangre, así como en la limpieza

ritual de los leprosos (Lv. 14:4) y en la ceremonia con la vaca alazana (Nm. 19:6).

Aquí se contemplan más elementos como estos, que fueron parte del rociamiento de

sangre en la ceremonia del pacto que se describe en Éxodo 24:1–8, aunque no se

mencionan allí. Los detalles adicionales se incluyeron por revelación directa al

escritor o habían sido preservados en otros registros o tradiciones conocidos por el

escritor y sus lectores. el… libro… el pueblo. Vea la nota sobre Éxodo 24:8. La

consagración de Aarón y sus hijos al sacerdocio es la única otra ocasión en la que

las personas fueron rociadas con sangre en el AT (Éx. 29:21; Lv. 8:30; cp. 1 P. 1:2).

El rociamiento del libro con sangre es un detalle que tampoco está registrado en el

relato de Éxodo.

Lit. literalmente
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9:20 Esta es la sangre. Cp. Éxodo 24:8 con Mateo 26:28. Se utilizó la misma

fórmula en las ceremonias inaugurales del pacto mosaico y del pacto nuevo.

9:21 además de esto. La dedicación del tabernáculo y sus utensilios fue

acompañada por un rociamiento ritual de sangre similar al observado en la

inauguración del pacto mosaico (cp. Éx. 29:10–15, 21, 36, 37).

9:22 casi todo. Hubo unas cuantas excepciones. El agua, el incienso y el fuego

también se usaban para purificar (cp. Éx. 19:10; Lv. 15:5; Nm. 16:46, 47; 31:21–

24). A las personas demasiado pobres como para traer así fuera un animal pequeño

para el sacrificio se les permitía traer harina (Lv. 5:11). sangre… remisión. “la

misma sangre hará expiación de la persona” (Lv. 17:11). La fraseología evoca las

propias palabras de Cristo (Mt. 26:28). La frase “derramamiento de sangre” se

refiere a la muerte (vea las notas sobre los vv. 7, 14, 18). “Remisión” significa

perdón y es la última palabra enfática en esta sección (vv. 18–22) del original

griego, y funciona como transición a la siguiente sección (vv. 23–28).

9:23–28 El ministerio de Cristo como sumo sacerdote es ejercido en el

tabernáculo perfecto del cielo. El sumo sacerdote real que ofreció el sacrificio real

por el pecado sirve en el tabernáculo real. Él es el cumplimiento definitivo y total

de las copias y sombras propias del sistema levítico.


9:23 figuras. Vea la nota sobre 8:5. El tabernáculo terrenal y sus utensilios solo

fueron réplicas simbólicas del tabernáculo celestial verdadero (8:2), y también

fueron sometidos a contaminación por las transgresiones del pueblo (Lv. 16:16). las

cosas celestiales. Como lo indica el contexto precedente, la inauguración del pacto

mosaico por medio de sacrificios fue necesaria (vv. 18–21). Ese concepto se aplica

aquí al santuario celestial porque es dedicado o inaugurado como el santuario

central del nuevo pacto mediante el sacrificio de Cristo. El pacto mejor requería un

sacrificio mejor. mejores sacrificios. El sacrificio superior de Cristo es un tema

central en 9:13–10:18. Los múltiples y reiterados sacrificios del sistema levítico

iban a ser superados por sacrificios mejores que quedarían representados en el

sacrificio perfecto y único de Cristo que incluye a todos los demás (cp. 10:12). Vea

la nota sobre 7:22.

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9:24 figura. No es el mismo término empleado en el v. 23 y 8:5. El significado


literal es “antitipo”. Solo se emplea dos veces en el NT. Corresponde o bien a una

figura previa del tipo (como en este texto), o a una ilustración del tipo (como más

adelante en 1 P. 3:21). En ambos casos la figura no es lo real en sí misma, sino una

representación o copia. Los lugares “santo” y “santísimo” en el tabernáculo terrenal

solo fueron tipos de la morada celestial de Dios. para presentarse ahora. En el día

de la Expiación, el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo donde Dios se

manifestaba (Lv. 16:2). Sin embargo, el sumo sacerdote era ocultado de la presencia

de Dios por la nube de incienso (Lv. 16:12, 13). Vea también “se presentó una vez”

(v. 26) y “aparecerá por segunda vez” (v. 28). Cada verbo es un término diferente

en el original. El término para la aparición actual de Cristo en el cielo (v. 24) alude

a su presentación oficial ante el Padre para comparecer y mostrar el cumplimiento

de su misión. La noción de hacer una aparición o ser revelado está incluida en la

encarnación de Cristo para morir una sola vez por el pecado (v. 26). En cuanto a la

aparición de Cristo en el segundo advenimiento (v. 28), el término usado hace

hincapié en la naturaleza visible de su aparición (cp. 2:8; 12:14). Los tres tiempos

verbales del ministerio soteriológico de Cristo también están indicados con

precisión: 1) su primer advenimiento para salvarnos del castigo del pecado; 2) su

ministerio actual de intercesión en el cielo para salvarnos del poder del pecado, y 3)

su segundo advenimiento para liberarnos de la presencia del pecado. por nosotros.

Cristo es nuestro representante y el proveedor de nuestros beneficios espirituales

(cp. 2:9; 6:20; 7:25; Jn. 14:12–14; Ef. 1:3).

9:26 desde el principio del mundo. Esta es una referencia a la creación (vea las

notas sobre 4:3). la consumación de los siglos. Todas las eras y edades se juntaron

y fueron consumadas en la venida del Mesías. Así se inauguró la era escatológica

(vea la nota sobre 1:2; cp. Gá 4:4).

9:27 que mueran una sola vez. Esta es una regla general para toda la
humanidad. Ha habido muy raras excepciones (p. ej. Lázaro murió dos veces; cp.

Jn. 11:43, 44). Los que como Lázaro fueron resucitados por un acto milagroso de

nuestro Señor no recibieron un cuerpo glorificado y una vida interminable. Solo

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experimentaron un regreso a la vida terrenal. Otra excepción será la de los que ni

siquiera mueran una vez porque serán “arrebatados… en las nubes para recibir al

Señor en el aire” (1 Ts. 4:17; cp. Enoc, Gn. 5:24; Elías, 2 R. 2:11). el juicio. Un

término general que abarca el juicio de todas las personas, tanto creyentes (vea la

nota sobre 2 Co. 5:10) como incrédulos (vea las notas sobre Ap. 20:11–15).

9:28 para llevar los pecados de muchos. Vea la nota sobre Isaías 53:12 (cp. 2

Co. 5:21; 1 P. 2:24). por segunda vez. En el día de la Expiación, el pueblo

aguardaba con cierto nerviosismo que el sumo sacerdote regresara del Lugar

santísimo, y tan pronto hacía aparición sabían que el sacrificio en favor de ellos

había sido aceptado por Dios. De la misma manera, cuando Cristo aparezca en su
segunda venida será la confirmación de que el Padre ha quedado satisfecho por

completo con el sacrificio del Hijo a favor de los creyentes. En ese momento la

salvación será consumada (cp. 1 P. 1:3–5). sin relación con el pecado. Vea las

notas sobre 2:17, 18; 4:15. Esta frase da testimonio de la obra finalizada y

completa de Cristo al quitar los pecados mediante su sacrificio en su primera

venida. Él no tendrá que llevar esa carga en su segunda venida. los que le esperan.

Vea la nota sobre Filipenses 3:20.

10:1–18 El ofrecimiento de Cristo fue un sacrificio realizado una sola vez para

siempre que es superior a todos los sacrificios del sistema levítico.

10:1 sombra. Vea la nota sobre 8:5. El término griego que se traduce “sombra”

se refiere a un reflejo pálido a diferencia de uno nítido y distintivo. Por otro lado, el

término detrás de “la imagen misma” indica una réplica exacta y diáfana (cp. Col.

2:17). los bienes venideros. Vea la nota sobre 9:11. hacer perfectos. El término se

utiliza con reiteración en Hebreos para hacer referencia a la salvación. Vea las notas

sobre 5:14; 7:11; 9:9. Por mucho que desearan acercarse a Dios los que vivían bajo

la ley, el sistema levítico no suministraba acceso alguno a su presencia santa (cp.

Sal. 15:1; 16:11; 24:3, 4).

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10:2 conciencia de pecado. Esta es la misma palabra que se traduce

“conciencia” en el v. 22; 9:9; 13:18. Vea la nota sobre 9:9. Si el pecado de verdad

hubiera sido derrotado por ese sistema de sacrificios, la conciencia de cada uno de

los creyentes del AT habría sido limpia de la culpa que los condenaba (cp. el v. 22).

Bajo el antiguo pacto no hubo libertad de conciencia.

10:3 memoria. Los sacrificios del AT no solo eran incapaces de quitar el

pecado, sino que su repetición constante era un recordatorio permanente de esa

deficiencia. La promesa del nuevo pacto era que el pecado sería quitado y que Dios

no se acordaría más de sus pecados (8:12, una cita de Jer. 31:34).

10:4 no puede. El sistema levítico no fue diseñado por Dios para quitar o

perdonar pecados, sino que sirvió como una preparación para la venida del Mesías

(Gá. 3:24) al motivar las expectativas del pueblo (cp. 1 P. 1:10). Su función era

revelar la seriedad de la condición caída y pecaminosa del hombre, porque hasta el

cubrimiento temporal de los pecados requería la muerte de un animal. Revelaba la

realidad de la santidad y la justicia de Dios al mostrar que el pecado debía ser

quitado de en medio. Por último, revelaba la necesidad de perdón pleno y completo

para que Dios pudiera tener la comunión que deseaba establecer con su pueblo.

10:5–7 Cita del Salmo 40:6–8.

10:5, 6 no quisiste. Dios no se agradaba con los sacrificios entregados por una

persona que no los daba con un corazón sincero (cp. Sal. 51:17; Is. 1:11; Jer. 6:20;
Os. 6:6; Am. 5:21–25). Hacer sacrificios solo como un ritual sin obediencia de

corazón, era una burla peor que abstenerse de sacrificar (cp. Is. 1:11–18).

10:5 me preparaste cuerpo. En el Salmo 40:6 se lee: “Has abierto mis oídos”.

Esto no constituye una alteración significativa del significado, como lo indica el

hecho de que el escritor citó la versión Septuaginta de la expresión hebrea, que era

una representación equivalente para los lectores griegos. Los traductores griegos

consideraron las palabras hebreas como una figura lingüística en la que una parte de

algo aludía al todo, en este caso la apertura de los oídos que es parte del proceso

total de confección del cuerpo humano. Se seleccionaron los oídos porque sirven

como símbolos de obediencia como los órganos que permiten la recepción de la

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Palabra y la voluntad de Dios (cp. 1 S. 15:22). Cristo necesitó un cuerpo para

ofrecerse a sí mismo como el sacrificio final (2:14).

10:7 para hacer tu voluntad. Cp. Mateo 26:39, 42.


10:8, 9 El escritor cita de nuevo el Salmo 40:6–8 pero en forma condensada.

10:9 primero… último. El sistema antiguo y repetitivo de sacrificios fue

quitado para dar paso al sacrificio nuevo que Cristo hizo una vez para siempre al

cumplir con obediencia la voluntad de Dios (cp. 5:8; Fil. 2:8).

10:10 santificados. Se refiere al proceso de “hacer santos” a los creyentes,

apartados del pecado para Dios (cp. 1 Ts. 4:3). Cristo cumplió a perfección la

voluntad de Dios y así suministró a los creyentes una condición continua y

permanente de santidad (Ef. 4:24; 1 Ts. 3:13). Es la santificación posicional del

creyente que se diferencia de su santificación progresiva que viene como resultado

de vivir a diario conforme a la voluntad de Dios (vea las notas sobre Ro. 6:19;

12:1, 2; 2 Co. 7:1). cuerpo. Se refiere a su muerte expiatoria al igual que el término

“sangre” (9:7, 12, 14, 18, 22). La mención del cuerpo de Cristo en una declaración

como esta es inusual en el NT pero es una derivación lógica de la cita en el Salmo

40:6.

10:11, 12 Contraste entre lo viejo y lo nuevo: Miles de sacerdotes frente a un

solo Sacerdote, los sacerdotes de antes puestos de pie todo el tiempo mientras que el

nuevo permanece sentado, ofrendas reiteradas a diferencia de un solo sacrificio para

siempre, y los sacrificios ineficaces que solo cubrían el pecado frente al sacrificio

eficaz que quita por completo el pecado.

10:11 está. Esto supone una postura erguida, vea la nota sobre 1:3. En 2

Crónicas 6:10, 12, Salomón se sentaba en su trono rey pero se mantenía en pie

frente al altar cada vez que cumplía funciones sacerdotales (cp. Dt. 17:12; 18:7).

10:13 estrado de sus pies. Vea la nota sobre 1:13. Otra referencia al Salmo

110:1. Esta predicción se cumplirá cuando Cristo vuelva y toda la creación

reconozca su señorío al quedar postrada a sus pies (Fil. 2:10).


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10:14 perfectos. Vea la nota sobre el v. 1. Esto supone una postura firme y

perfecta delante de Dios gracias a la justicia imputada de Cristo (vea las notas sobre

Ro. 3:22; Fil. 3:8, 9). santificados. Vea las notas sobre el v. 10.

10:15–17 El escritor confirma su interpretación del Salmo 40:6–8 con la

repetición de Jeremías 31:31–34 que ya había citado en 8:8–12.

10:19–25 Por segunda vez (cp. en 8:1–6 la primera), el escritor hace un resumen

de los argumentos a favor de la superioridad del ministerio sacerdotal de Cristo.

10:19 hermanos. Vea la nota sobre 3:12. Como en la ocasión anterior, el

escritor se dirige a sus hermanos judíos con una invitación a dejar atrás el sistema

levítico y apropiarse de los beneficios del nuevo pacto en Cristo. libertad. También

se traduce “denuedo” o “confianza” que es un aspecto primordial de la epístola (vea

la nota sobre 4:16). Gracias al ministerio de Cristo como Sumo Sacerdote y a su


sacrificio finalizado, los hebreos pueden entrar con plena confianza a la presencia

de Dios.

10:20 nuevo. En griego, el significado original de esta palabra era “recién

inmolado”, pero ya se interpretaba como “reciente” al escribirse la epístola. El

camino es nuevo porque el pacto es nuevo. No es un camino provisto por el sistema

levítico. camino… vivo. Aunque es el sendero de vida eterna no solo fue abierto

por la vida libre de pecado que mantuvo Cristo, sino que requirió su muerte

expiatoria. Vea las notas sobre 2:17, 18; 4:16. Los hebreos fueron invitados a

entrar por este camino que se caracteriza por la vida eterna del Hijo de Dios quien

los amó y se entregó a sí mismo por ellos (cp. Jn. 14:6; Gá 2:20). La fe cristiana era

conocida como “el camino” entre los judíos de Jerusalén (Hch. 9:2) así como entre

los gentiles (Hch. 19:23). Las personas que recibieron esta epístola entendieron muy

bien que el escritor los invitaba aquí a convertirse en cristianos y unirse a los que

habían sido perseguidos por su fe. Los creyentes verdaderos que estaban en medio

de ellos padecían persecución en ese mismo momento, y los que no se habían

comprometido con el camino cristiano eran ahora retados a convertirse en blancos

de la misma persecución. velo… carne. Al ser destrozada la carne de Jesús en su

crucifixión, también fue rasgado el velo del templo que era el símbolo de

separación irremediable entre los hombres y la presencia de Dios (Mt. 27:51). Cada

vez que el sumo sacerdote entraba al Lugar santísimo en el día de la Expiación, el

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pueblo esperaba afuera que regresara con vida, pero cuando Cristo entró al templo

celestial Él no regresó, sino que abrió la cortina y dejó abierto el camino al lugar

santísimo para que nosotros pudiéramos seguirlo. Aquí “carne” se usa como

“cuerpo” (v. 10) y “sangre” (9:7, 12, 14, 18, 22) para referirse al sacrificio y muerte

del Señor Jesús.

10:21 la casa de Dios. Vea la nota sobre 3:6.

10:22 acerquémonos. Vea la nota sobre 7:19. Con base en todo lo escrito hasta

aquí, este es el corazón de la invitación a aquellos que estaban en la asamblea pero

todavía no habían venido a Cristo con fe y sumisión. La misma invitación se halla

en el primer libro del NT en ser escrito (Stg. 4:8), donde Santiago revela lo que

sucede si nos acercamos a Dios: Él se acercará a nosotros. Asaf enseñó que buena

cosa es acercarse a Dios (Sal. 73:28), y lo cierto es que la restauración plena de

Israel a la bendición de Dios depende de que ellos se acerquen a Él (Jer. 30:18–22).

En otras palabras, es una invitación escatológica que les ha llegado “en estos

postreros días” (1:2). Este versículo describe los requisitos previos para entrar a la

presencia de Dios (cp. Sal. 15): Sinceridad, seguridad, salvación y santificación.

corazón sincero. El término griego que se traduce “sincero” alude a ser genuino y

verdadero, sin motivaciones ocultas (cp. Jer. 24:7; Mt. 15:8). Esta es la

característica particular que le faltaba tener a los hebreos: Un compromiso genuino

a Cristo. plena certidumbre de fe. Vea la nota sobre 6:11. Aquí se hace hincapié

en una confianza absoluta en las promesas de Dios. Esa clase de confianza traería al

corazón una seguridad que permitiría a los creyentes perseverar en medio de las

pruebas que venían en camino. Este es el primer elemento de una tríada familiar: fe,
esperanza (v. 23) y amor (v. 24). purificados los corazones. Vea las notas sobre

9:9, 14; 10:1–4; 1 P. 1:2. agua pura. La imagen en este versículo es tomada de las

ceremonias y sacrificios del antiguo pacto, donde se rociaba sangre como señal de

limpieza espiritual. El lavamiento “con agua pura” no se refiere al bautismo

cristiano, sino a la purificación que el Espíritu Santo obra en la vida del creyente

por medio de la Palabra de Dios (cp. Ef. 5:25, 26; Tit. 3:5). Esta es una imagen

propia del nuevo pacto (Jer. 31:33; Ez. 36:25, 26).

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10:23 Mantengamos firme. Asirse con firmeza es la expresión que representa la

perseverancia de los santos y constituye el lado humano de la seguridad eterna. No

es algo que se hace para mantener la salvación, sino que más bien es una evidencia

de salvación. Vea la nota sobre 3:6. sin fluctuar. Aquí la idea es abstenerse de

seguir cualquier inclinación que haga retroceder al antiguo pacto. En otra literatura

antigua se emplea el mismo término griego para aludir a la capacidad para soportar

una tortura. La persecución vendrá de forma ineludible (2 Ti. 3:12), pero Dios es

fiel. Las tentaciones abundarán pero Dios es fiel para proveer siempre la salida (cp.
1 Co. 10:13). Las promesas de Dios son confiables (1 Co. 10:13; 1 Ts. 5:24; Jud.

24, 25). Con esa confianza, el creyente puede perseverar. profesión de nuestra

esperanza. Afirmación de la salvación. Vea la nota sobre 3:1.

10:24 considerémonos. El mismo verbo se aplica a Jesús en 3:1. La invitación

requiere una respuesta individual pero la respuesta también tiene un aspecto

corporativo, ya que son los miembros de una comunidad de hebreos quienes corren

el peligro de perder su atracción inicial a Cristo. Muchos habían comenzado a

considerar la posibilidad de volver a practicar el sistema levítico del judaísmo para

evitar la persecución (cp. Jn. 12:42, 43). El ánimo mutuo para mantener un

compromiso inquebrantable es crucial. estimularnos. La palabra “paroxismo” se

deriva del término griego usado aquí, y su significado en este contexto es incitar o

apremiar a una persona a hacer algo. al amor y a las buenas obras. Un ejemplo de

esa clase de esfuerzo mutuo en medio de la persecución habría de encontrarse en

Corinto (cp. 2 Co. 8:1–7).

10:25 no dejando de congregarnos. La adoración colectiva en la congregación

es una parte vital de la vida espiritual. Esta es una advertencia contra la apostasía en

un contexto escatológico (cp. 2 Ts. 2:1). El escritor hace referencia al “día” que se

aproxima (la segunda venida de Cristo; cp. Ro. 13:12; 1 Co. 3:13; 1 Ts. 5:4).

exhortándonos. La exhortación se manifiesta en diversas modalidades como

ánimo, consuelo, advertencia y fortalecimiento. Esta exhortación se caracteriza por

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una urgencia escatológica que requiere un aumento en la intensidad y el número de

actividades entre más se acerca el día de Cristo (cp. 3:13; cp. 1 Ts. 4:18).

10:26–39 Vea las notas sobre 6:1–8. Este pasaje trata el pecado de apostasía que

es el retroceso o la deserción intencional. Los apóstatas se sienten atraídos a Cristo

en un principio, oyen y entienden su evangelio y están a punto de creer para

salvación, pero después se rebelan y dan la espalda. Este apercibimiento contra la

apostasía es una de las advertencias más serias en todas las Escrituras. No todos los

hebreos responderían a la invitación tierna de los vv. 19–25. Algunos ya no tenían

posibilidad de siquiera responder a la invitación.

10:26 El autor habla en sentido retórico de “nosotros”. En el v. 39 se excluye a sí

mismo y a los creyentes genuinos de esta categoría. pecáremos voluntariamente.

El término griego alude a la idea de una intención deliberada que además es

habitual. El pecado consiste en rechazar a Cristo de forma deliberada y no se trata

de actos aislados. Según la legislación mosaica, tales actos de pecado deliberado y

premeditado requerían la exclusión inmediata de la congregación de Israel (cp. Nm.

15:30, 31) y del culto colectivo (cp. Éx. 21:14). Los individuos que cometían esos

pecados también quedaban excluidos del santuario provisto en las ciudades de


refugio (cp. Dt. 19:11–13). conocimiento. El término griego denota un

conocimiento específico y no información general sobre cosas espirituales (cp. 6:4;

cp. 1 Ti. 2:4). Aunque el conocimiento no era defectuoso ni incompleto, la

aplicación del conocimiento era incorrecta. Judas Iscariote es un buen ejemplo de

un discípulo a quien no le faltaba conocimiento pero carecía de fe verdadera y llegó

a convertirse en el peor apóstata. ya no queda más. Vea la nota sobre 6:6. El

apóstata pierde todo acceso a la salvación porque ha rechazado el único sacrificio

que puede limpiarlo de pecado y traerlo a la presencia de Dios. Alejarse de ese

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sacrificio no le deja otra alternativa de salvación. Esto va paralelo a Mateo 12:31

(vea la nota allí).

10:27 horrenda expectación. El juicio es una certidumbre ineludible y por eso

produce temor. de juicio, y de hervor de fuego. Esta es una descripción similar a la

de Isaías 26:11 y Sofonías 1:18 (cp. 2 Ts. 1:7–9). En últimas, ese juicio consiste en

toda una eternidad en el lago de fuego (cp. Mt. 13:38–42, 49, 50). adversarios.

Oposición real contra Dios y hacia el programa de salvación de Dios (vea las notas

sobre Fil. 3:18, 19).

10:28 Cp. Deuteronomio 17:2–7.

10:29 ¿Cuánto mayor castigo…? Habrá diversos grados de castigo en el

infierno. Esto también se indica con claridad en Mateo 11:22–24 (vea las notas

correspondientes). pisoteare. En el mundo oriental antiguo uno de los gestos que se

usaban para mostrar menosprecio hacia alguien consistía en “levantar el pie” en

dirección a la persona (cp. Sal. 41:9). El acto de pisar a esa persona u objeto era un

gesto todavía más extremo que expresaba desprecio y escarnio total (cp. 2 R. 9:33;

Is. 14:19; Mi. 7:10; Zac. 10:5). Esa clase de desprecio demuestra un rechazo

completo de Cristo como Salvador y Señor. tuviere por inmunda. Considerar la

sangre de Cristo como algo común equivale a decir que es impura o “inmunda” (vea

la nota sobre 9:13) e implica que Cristo fue un pecador y un sacrificio manchado.

Pensar de este modo es una blasfemia. la sangre del pacto. Vea las notas sobre

9:14, 15. La muerte de Cristo inauguró o ratificó el nuevo pacto. santificado. Esto

se refiere a Cristo porque Él fue apartado para Dios de esta manera (cp. Jn. 17:19).

No puede referirse al apóstata porque solo creyentes verdaderos son santificados.

Vea la Introducción: Retos de interpretación. hiciere afrenta al Espíritu de gracia.

Vea las notas sobre 6:4 y 9:14. El mismo título se emplea en Zacarías 12:10.
Rechazar a Cristo es un insulto al Espíritu quien obró a través de Él (Mt. 12:31, 32)

y da testimonio de Él (Jn. 15:26; 16:8–11).

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10:30 Cita de Deuteronomio 32:35, 36 (cp. Sal. 135:4; Ro. 12:19).

10:31 Dios vivo. Vea la nota sobre 3:12.

10:32–39 En esta sección se ofrece una palabra de ánimo para equilibrar el

discurso son la ráfaga anterior de advertencias severas (vv. 19–31). El escritor

declara que las experiencias pasadas de los hebreos deberían estimularlos a

perseverar, la proximidad de la recompensa debería fortalecerlos, y el temor a

incurrir el desagrado de Dios debería impedirles un retroceso al judaísmo.


10:32 traed a la memoria. Alude a la noción de recordar con solicitud y

reconstruir con precisión en la mente, no a un simple acto de recordación (cp. Hch.

5:41; 2 Co. 7:15). iluminados. Vea la nota sobre 6:4 (cp. “conocimiento de la

verdad” en el v. 26). gran combate. Esta palabra solo ocurre aquí en el NT. Es una

imagen del atleta que lucha para tener un buen desempeño en la competencia

rigurosa (cp. 2 Ti. 2:5). Tras haber sido iluminados sufrieron (v. 33), se sintieron

ofendidos y comenzaron a retroceder (vea la nota sobre Mt. 13:20).

10:33 espectáculo. Una alusión al teatro y los actores que se colocan en el

escenario para ser observados por todos. En el contexto de este versículo la idea es

quedar expuestos a la ignominia y el ridículo (cp. 1 Co. 4:9). compañeros. Estos

hebreos no convertidos habían estado cerca de los creyentes que fueron perseguidos

por su fe. Es posible que hubieran sufrido por su cercanía o identificación con ellos,

lo cual pudo haber incluido la pérdida de algunas propiedades, pero todavía no

habían retrocedido porque seguían interesados en la posibilidad de ir al cielo (v.

34). En el NT hay ejemplos de personas que estuvieron dispuestas a ser arrestadas y

acosadas por ayudar a los que eran perseguidos por su fe. Por sorprendente que

parezca, los fariseos eran este tipo de personas, como lo demuestra la ocasión en la

que advirtieron a Jesús sobre los planes de Herodes para acabar con su vida (Lc.

13:31). Entre los creyentes genuinos que pueden citarse como ejemplos de ayuda a

los perseguidos, se encuentra Onesíforo (2 Ti. 1:16–18).

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10:34 de los presos. Algunas versiones traducen “en mis cadenas” y esto motiva

a algunos a postular que el autor de esta epístola fue el apóstol Pablo (cp. Ef. 3:1; 2

Ti. 1:8). Sin embargo, muchos otros cristianos también estaban encarcelados.

sufristeis con gozo. Cp. Hechos 5:41; 16:24, 25; Romanos 5:3; Santiago 1:2. una

mejor y perdurable herencia. Vea la nota sobre 9:15 (cp. Mt. 6:19, 20; 1 P. 1:4).

10:35 No perdáis. Debido a sus persecuciones actuales se sentían tentados a

renunciar a su identificación externa con Cristo y los cristianos, lo cual los llevaría a

apostatar (cp. el v. 23; Dt. 32:15, 18). galardón. Están más cerca que nunca a la

recompensa eterna y no es tiempo de retroceder ni rendirse.

10:36 hecho la voluntad de Dios. Lo cual consiste en confiar del todo en Cristo

al vivir a diario en la voluntad del Padre. Vea las notas sobre Mateo 7:21–28;

Santiago 1:22–25; cp. Juan 6:29. obtengáis la promesa. Vea las notas sobre 4:1;

6:12; 9:15. Si tan solo permanecían fieles en el nuevo pacto y depositaban toda su

confianza en Cristo, obtendrían la promesa de salvación.

10:37, 38 Aquí se incluye una alusión a Habacuc 2:3, 4 (cp. Ro. 1:17; Gá 3:11)

por medio de una frase tomada de Isaías 26:20. Es la segunda referencia al pasaje

de Isaías (cp. el v. 27) que es parte de un cántico de salvación. El pasaje que se


encuentra en Isaías 26 (o en su contexto mayor de Isaías 24–27) es con mucha

probabilidad lo que el escritor tiene en mente al escribir. La referencia a Habacuc se

somete a una alteración considerable para que sirva como paráfrasis interpretativa a

partir de otros conceptos y contextos del AT. En Habacuc 2:4, 5 se describe a los

orgullosos que no viven por fe. El hombre orgulloso cree que es suficiente en sí

mismo y no se da cuenta de cuánto necesita paciencia para resistir las pruebas y

confiar en Dios para su salvación. El judío orgulloso será rechazado si no ejerce la

fe en Cristo, y será juzgado al lado de los demás impíos de todas las naciones, tanto

judíos como gentiles.

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10:38 el justo vivirá por fe. Vea la nota sobre Romanos 1:17. Lo opuesto de la

apostasía es la fe. Esta es una mirada previa del capítulo siguiente. La fe es lo que

agrada a Dios. El individuo que se aparta del conocimiento del evangelio y la fe

dará evidencia de su apostasía.

10:39 retroceden para perdición. El escritor expresa confianza en que los

lectores creyentes (“nosotros”) no estarán incluidos entre “los que” van

encaminados a la destrucción por su infidelidad y cobardía. Los apóstatas se

alejarán de Cristo pero hay algunos que están a punto de creer y todavía pueden ser

arrebatados “del fuego” (cp. Jud. 23). “Perdición” se emplea en el NT para aludir al

castigo eterno o el juicio de los incrédulos (cp. Mt. 7:13; Ro. 9:22; Fil. 1:28; 3:19; 1

Ti. 6:9). Judas y el hombre de pecado son llamados “hijo de perdición” (una

expresión semítica que significa “encaminado a perdición”; Jn. 17:12; 2 Ts. 2:3).

preservación del alma. La preservación de la destrucción escatológica es el sentido

de “salvación” en este contexto. En el contexto de Isaías 26:20, 21 (v. 19) la

preservación escatológica incluye la resurrección de los muertos. El escritor conecta

fe y resurrección en el ejemplo de Abraham (11:19).

11:1–40 El capítulo 11 es un recuento conmovedor de fieles del AT que ha sido

titulado por algunos “el salón de la fama de los santos”, “la lista de honor de santos

del AT” y “los héroes de la fe”. Todos dan testimonio del valor que tiene vivir por

fe. Ellos conforman la “grande nube de testigos” (12:1) que dan testimonio

poderoso a los hebreos para que tengan fe en la verdad de Dios en Cristo.

11:1 Este versículo está escrito en un estilo de la poesía hebrea que se utiliza con

frecuencia en los Salmos, en los que se usan dos frases paralelas y casi idénticas

para enunciar lo mismo. Cp. 1 Pedro 1:7 donde Dios somete a prueba nuestra fe en
el crisol de la cruz. certeza. También se traduce “sustancia” y se deriva de la misma

palabra griega que se traduce “imagen misma” en 1:3 y “confianza” en 3:14. La fe

descrita aquí requiere la convicción más sólida que se puede tener, la seguridad

dada por Dios en el presente sobre una realidad futura inconmovible. convicción de

lo que no se ve. La fe verdadera no se basa en evidencias empíricas, sino en la

seguridad divina y es un regalo de Dios (Ef. 2:8).

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11:2 alcanzaron buen testimonio. Lit. “fueron testificados” o “se dio testimonio

acerca de ellos” (cp. los vv. 4, 39). Dios mismo da testimonio a favor de estos

santos y confirma que vivieron por fe, por lo cual se les otorgó la aprobación divina.

los antiguos. Significa “hombres de tiempos antiguos”. En este contexto el término

se refiere a todos los santos, tanto hombres como mujeres que vivieron bajo los

pactos antiguos, y se incluye una selección exclusiva de los más sobresalientes en

los vv. 4–40.

11:3 Por la fe. Cada ejemplo de fe en los vv. 3–31 se introduce con esta frase

específica. La verdadera fe salvadora se ejerce en obediencia a Dios (vea las notas


sobre Stg. 2:14–25). entendemos. Se refiere al escritor y todos los demás creyentes

verdaderos tanto del presente como del pasado. sido constituido. La noción que

comunica este verbo (empleado también en 13:21) es la de equipar algo a fin de que

quede preparado para el cumplimiento de su propósito. universo. En algunas

versiones se lee “los mundos”, y se refiere tanto al universo físico como a su

funcionamiento y administración. la palabra de Dios. La palabra divina de Dios

(vea p. ej. Gn. 1:3, 6, 9, 11, 14). hecho. Dios creó el universo a partir de algo que

no puede verse. Existe la posibilidad de que ese algo invisible haya sido la energía o

el poder propios de Dios. Para mayor información sobre la creación, vea las notas

sobre Génesis 1:1–31.

11:4–40 Adán y Eva son omitidos en este relato de la creación porque ellos

habían visto a Dios, tuvieron comunión con Él y hablaron con Él. Sus hijos fueron

los primeros en ejercer fe en el Dios invisible.

11:4 Abel. Vea Génesis 4:1–15. más excelente. La razón exacta de la excelencia

del sacrificio de Abel no es revelada por el escritor de Hebreos pero está implícita

en 12:24 (vea las notas correspondientes). Aquí se destaca la fe de Abel. Ambos

hermanos sabían qué requería Dios. Abel obedeció y Caín optó por no hacerlo. Abel

actuó por fe y Caín demostró su incredulidad (vea las notas sobre Gn. 4:4, 5). por

lo cual… por ella. El antecedente en “lo cual” y “ella” fue la fe de Abel y no su

ofrenda. Por medio de esa fe, él dio testimonio a todas las generaciones futuras de

que una persona viene a Dios por fe para recibir su justicia. justo. Gracias a su fe, la

cual demostró en obediencia al requisito específico de Dios en cuanto al sacrificio,

Lit. literalmente

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Abel fue considerado por Dios como justo (cp. Ro. 4:4–8). Cristo mismo se refirió a

la justicia de Abel (Mt. 23:35). El sacrificio de Caín fue evidencia de que se limitó a

realizar un ritual mecánico de una manera desobediente, sin dar evidencia de una fe

auténtica. Sin fe nadie puede recibir la justicia divina imputada (cp. Gn. 15:6).

testimonio de sus ofrendas. La ofrenda de Abel demostró algo acerca de su fe que

no fue demostrado por la ofrenda de Caín.

11:5 La cita proviene de Génesis 5:24. Enoc. Vea la nota sobre Génesis 5:24. En

la Septuaginta se tradujo la expresión hebrea “caminó, pues, Enoc con Dios” como

“agradó a Dios”. El escritor combina ambos textos en la referencia. Enoc fue

transpuesto de forma milagrosa al cielo, sin pasar por la muerte (cp. 1 Ts. 4:17).

11:6 imposible agradar. Enoc agradó a Dios porque tuvo fe. Sin esa fe no es

posible que una persona camine con Dios o le agrade (cp. 10:38). que le hay. Se

refiere al Dios verdadero. La fe genuina no solo cree que existe un ser divino, sino

que el Dios de las Escrituras es el único Dios verdadero y real que existe. No creer

que Dios existe equivale a llamarlo mentiroso (cp. 1 Jn. 5:10). galardonador. Una

persona debe creer no solo que el Dios verdadero existe, sino también que

recompensará la fe de los seres humanos en Él con perdón y justicia, porque Él ha

prometido hacer esto (cp. 10:35; Gn. 15:1; Dt. 4:29; 1 Cr. 28:9; Sal. 58:11; Is.

40:10).

11:7 Noé. Vea Génesis 5:28–9:29; Ezequiel 14:14. cosas que aún no se veían.

Vea las notas sobre los vv. 1, 6. Nunca se había visto en el mundo antediluviano
algo similar al gran diluvio, porque ni siquiera había llovido sobre la tierra como

llueve hasta hoy día (vea las notas sobre Gn. 7:11). Sin embargo, Noé pasó ciento

veinte años (Gn. 6:3) en cumplimiento del mandato de Dios acerca de construir el

arca enorme (Gn. 6:13–22). temor. Noé trató el mensaje de Dios con gran respeto y

temor reverente (cp. 5:7). Su fe se expresó en obediencia (cp. Gn. 6:22; 7:5).

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condenó. Noé advirtió a las personas de su tiempo sobre el juicio inminente de Dios

(cp. 1 P. 3:20), y es llamado “pregonero de justicia” (2 P. 2:5). heredero de la


justicia. Vea las notas sobre 6:12; 9:15. Aquel predicador de la justicia divina (2 P.

2:5) también se convirtió en heredero de la justicia. Noé creyó el mensaje que

predicó y como Enoc antes de él (vea las notas sobre el v. 5), caminó con Dios en

fe y obediencia (Gn. 6:9).

11:8–19 Abraham. Vea Génesis 11:27–25:11.

11:8 al lugar… herencia. La tierra de Canaán, lejos de su hogar original en Ur

de los caldeos (Gn. 11:31). Abraham salió de allí por fe.

11:9 promesa. Ni Abraham, Isaac o Jacob pudieron establecer su residencia

permanente en la tierra que Dios les prometió y mucho menos poseerla (v. 10).

Abraham fue el primero en ir por fe a ese lugar y todos vivieron allí por fe, al creer

en una promesa de posesión que no se cumpliría hasta muchas generaciones

después de su tiempo (Gn. 12:7).

11:10 ciudad. La Tierra Prometida permanente y definitiva de Abraham es el

cielo, y él supo por fe que la heredaría en últimas. Esta ciudad se menciona de

nuevo en el v. 16; 12:22; 13:14.

11:11, 12 Sara. Vea Génesis 11:27–23:2; 1 Pedro 3:5, 6.

11:11 fuera del tiempo de la edad. A los noventa años de edad (Gn. 17:17), ella

había pasado mucho tiempo atrás por la edad máxima para tener hijos y nunca había

podido concebir. A pesar de esto, Dios la capacitó para ser madre debido a la fe de

ella en su promesa (Gn. 21:1–3).

11:12 ya casi muerto. A los noventa y nueve años de edad, Abraham estaba

muy pasado de la edad para engendrar hijos de no ser por una intervención divina

(Gn. 17:1, 15–17; 21:1–5). estrellas… arena. Esta hipérbole sirve para recalcar la

gran multitud de seres humanos que saldría de los lomos de Abraham. Vea Génesis

15:4, 5; 22:17.

11:13 todos éstos. La referencia solo se aplica a los patriarcas (Abraham, Isaac y
Jacob). Esta interpretación es respaldada por el hecho de que las promesas

comenzaron con Abraham (cp. Hch. 7:17; Ro. 4:13; Gá 3:14–18) y fueron

traspasadas a Isaac (Gn. 26:2–5, 24) y Jacob (Gn. 28:10–15). Además, estos son los

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únicos individuos que se ajustan a la descripción en el v. 15 y Enoc no murió. Vea

la nota sobre 6:15. Estas personas de fe nunca supieron cuándo habrían de heredar

la promesa. Vivieron en la tierra sin poseerla.

11:13–16 extranjeros y peregrinos. Vea Génesis 23:4. Su fe fue paciente y

resistió grandes penalidades porque creyeron que Dios tenía algo mucho mejor

reservado para ellos. No tenían deseo alguno de volver a Ur pero sí anhelaban el

hogar celestial (Job 19:25, 26; Sal. 27:4).

11:16 Dios de ellos. Al presentarse a Moisés, Dios se refirió a sí mismo como

“el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob” (Éx. 3:6;

cp. Gn. 28:13; Mt. 22:32). Esta es una fórmula significativa de pacto mediante la

cual un individuo o un pueblo se identificaba con Dios y Él con ellos (cp. Lv.

26:12). una ciudad. Vea la nota sobre 12:22.


11:17–19 Vea Génesis 22:1–18. Abraham demostró otra vez su fe por su

disposición a devolver a Dios su hijo de la promesa (Isaac), a quien había recibido

de forma milagrosa por causa de su fe. Se requeriría un milagro todavía mayor para

reemplazar a Isaac por medios naturales. Abraham todavía tenía confianza plena en

que Dios resucitaría a su hijo. Cp. Romanos 4:16–21.

11:17, 18 unigénito. Isaac no fue el único hijo de Abraham, el patriarca ya había

tenido a Ismael con Agar la sierva de Sara (Gn. 16:1–16). El término se refiere a

alguien que es único en origen e irreemplazable en su clase (cp. Jn. 1:14). Isaac fue

el único hijo nacido conforme a la promesa de Dios y fue el único heredero de esa

promesa divina. La cita de Génesis 21:12 confirma este punto.

11:19 aun de entre los muertos. Al creer que la promesa de Dios con respecto a

Isaac era incondicional, Abraham llegó a la conclusión de que Dios cumpliría esa

promesa así esto requiriera resucitar a Isaac de los muertos (cp. Gn. 22:5). sentido

figurado. Es la misma palabra de 9:9 que da origen a “parábola”. Abraham recibió

a Isaac como si hubiera regresado de los muertos, porque estuvo a punto de morir a

mano de su padre.

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11:20 Isaac. Vea Génesis 27:1–28:5.

11:21 Jacob. Vea Génesis 47:28–49:33. cada uno de los hijos. Los dos hijos de

José (Efraín y Manasés) recibieron una bendición de Jacob. En consecuencia, dos

tribus descendieron de José mientras que solo una tribu descendió de cada uno de

sus hermanos (vea Gn. 47:31; 48:1, 5, 16). el extremo de su bordón. Según

Génesis 47:31, Jacob “se inclinó sobre la cabecera de la cama”. Las dos palabras

(bordón y cama) tienen en hebreo las mismas consonantes. Los manuscritos hebreos

del AT fueron copiados sin vocales y manuscritos posteriores elaborados entre los

siglos sexto y noveno, tradujeron esa raíz como “cama”. La Septuaginta en el siglo

tercero a.C. la tradujo “bordón” y esta parece ser más probable aunque ambas

posibilidades son plausibles.

11:22 José. Vea Génesis 37:1–50:26. José pasó la mayor parte de su vida adulta

en Egipto, y aunque fue un heredero de cuarta generación de la promesa dada a

Abraham, él nunca regresó a Canaán durante el resto de su vida. A pesar de esto, al

acercarse la hora de su muerte, tuvo fe en que Dios cumpliría su promesa y

demostró esa confianza al hacer que sus hermanos prometieran llevar sus huesos de

regreso a Canaán para su sepultura (Gn. 50:24, 25; cp. Éx. 13:19; Jos. 24:32).

11:23–29 Moisés. Vea Éxodo 1–15; Hechos 7:17–36.

11:23 niño hermoso. Significa “favorecido” y en este caso tiene que ver con el

favor de Dios sobre Moisés (Hch. 7:20; cp. Éx. 2:2). La fe que se describe aquí fue

ejercida en realidad por los padres de Moisés, aunque no sabemos si ellos


entendieron por completo el plan de Dios para su hijo.

11:24 Moisés rehusó la fama que pudo tener en Egipto si decidía aprovechar al

máximo su posición como el hijo adoptivo de la hija del Faraón (cp. Éx. 2:10).

11:25 con el pueblo de Dios. Moisés habría pecado al rehusar la responsabilidad

que Dios le asignó con respecto a Israel, y él tenía una convicción clara y cierta de

“que Dios les daría libertad por mano suya” (Hch. 7:25). Moisés repudió los

placeres de la vida mundana en Egipto.

11:26 el vituperio de Cristo. Moisés sufrió por Cristo en el sentido de que se

identificó con el pueblo del Mesías en su sufrimiento (v. 25). Además, Moisés se

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identificó con el Mesías debido a su propio papel como líder y profeta (cp. 12:2; Dt.

18:15; Sal. 69:9; 89:51). Moisés sabía acerca de los sufrimientos y la gloria del

Mesías (cp. Jn. 5:46; Hch. 26:22, 23; 1 P. 1:10–12). Cualquiera que sufra a causa de

su fe genuina en Dios y por el evangelio de la redención sufre por la causa de Cristo

y en representación suya (cp. 13:12, 13; 1 P. 4:14).

11:27 dejó a Egipto. Moisés salió de Egipto por primera vez al huir para salvar
su vida tras matar al opresor egipcio (Éx. 2:14, 15). En esa ocasión tuvo gran temor

de la ira del Faraón, pero en la segunda salida dio la espalda a Egipto y todo lo que

representaba. Esta salida no fue por temor al Faraón y por eso es la que se considera

en el texto. como viendo. La fe de Moisés fue tal que él respondió a los mandatos

de Dios como si Él fuera visible a sus ojos, cara a cara. Este fue el fundamento de

su lealtad a Dios y debería ser un ejemplo de lealtad para todo creyente (cp. 2 Co.

4:16–18).

11:28 pascua. Vea Éxodo 12.

11:29 Mar Rojo. Vea Éxodo 14, 15. Al llegar a la orilla del Mar Rojo, el pueblo

temió por su vida (Éx. 14:11, 21). No obstante, al oír que Moisés pronunciaba la

protección soberana de Dios (Éx. 14:13, 14), prosiguieron y avanzaron en fe.

11:30 Jericó. Vea Josué 6. El pueblo no ejecutó una sola pericia militar para

ocasionar la caída de Jericó, tan solo siguieron en fe las instrucciones de Dios. Cp. 2

Corintios 10:4.

11:31 Rahab. Vea Josué 2:1–24; 6:22–25; Mateo 1:5; Santiago 2:25.

11:32 Todos los hombres mencionados en este versículo ocuparon una posición

de poder o autoridad, pero ninguno de ellos es elogiado por su estatura social o sus

habilidades personales. Más bien son reconocidos por lo que cada uno había

logrado por medio de su fe en Dios. No se listan en orden cronológico, sino en

pares donde el miembro más importante se menciona primero (cp. 1 S. 12:11). Vea

Jueces 6–9 (Gedeón), 4, 5 (Barac), 13–16 (Sansón), 11, 12 (Jefté). David. David es

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el único rey mencionado en este versículo. Todos los demás son jueces y profetas.

David también podría ser considerado como un profeta (vea 4:7; 2 S. 23:1–3; Mr.

12:36). Cp. 1 Samuel 13:14; 16:1, 12; Hechos 13:22. de Samuel y de los profetas.

Samuel fue el último de los jueces y el primero de los profetas (cp. 1 S. 7:15; Hch.

3:24; 13:20). Tuvo la responsabilidad de ungir a David como rey (1 S. 16:13) y fue

conocido como un hombre de oración e intercesión por el pueblo (1 S. 12:19, 23;

Jer. 15:1).

11:33–38 Los muchos logros y sufrimientos que se describen en estos versículos

se aplican por lo general a esos santos fieles. Algunos experimentaron gran éxito

mientras que otros sufrieron gran aflicción, pero lo importante es que todos

siguieron a Dios con valor y firmeza, sin dar el brazo a torcer ni preocuparse por las

consecuencias de su obediencia. Todos depositaron su confianza en Él y en sus

promesas (cp. 6:12; 2 Ti. 3:12).

11:33 conquistaron reinos. Josué, los jueces, David y otros. hicieron justicia.
Reyes justos como David, Salomón, Asa, Josafat, Joás, Ezequías y Josías.

alcanzaron promesas. Abraham, Moisés, David y Salomón. taparon bocas de

leones. Sansón (Jue. 14:5, 6), David (1 S. 17:34, 35) y Daniel (Dn. 6:22).

11:34 apagaron fuegos impetuosos. Sadrac, Mesac y Abednego (Dn. 3:19–30).

evitaron filo de espada. David (1 S. 18:4, 11; 19:9, 10), Elías (1 R. 19:1–3, 10) y

Eliseo (2 R. 6:15–19). debilidad. Aod (Jue. 3:12–30), Jael (Jue. 4:17–24), Gedeón

(Jue. 6:15, 16; 7:1–25), Sansón (Jue. 16:21–30) y Ezequías (Is. 38:1–6). Cp. 1

Corintios 1:27; 2 Co. 12:10.

11:35 Las mujeres recibieron sus muertos. La viuda de Sarepta (1 R. 17:22) y

la mujer sunamita (2 R. 4:34). atormentados. La palabra indica que fueron

azotados hasta morir tras ser atados a algún tipo de enrejado (cp. 2 Mac. 6, 7 la

historia acerca de Eleazar y la madre de siete hijos que murieron como mártires,

registrada en los libros apócrifos). mejor resurrección. Vea la nota sobre 9:27. Ser

librado de una muerte segura o estar al borde de la muerte equivale en cierto sentido

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a volver de los muertos, pero no se trataría de la resurrección prometida por Dios.

Esto se aplica en particular a los que habían muerto que volvieron a la vida. La

primera vez fueron levantados de los muertos para volver a morir después y no se

trata de la resurrección verdadera y gloriosa al final de los tiempos (Dn. 12:2; cp.

Mt. 5:10; Stg. 1:12).

11:36 Otros. José (Gn. 39:20), Micaías (1 R. 22:27), Eliseo (2 R. 2:23), Hanani

(2 Cr. 16:10), Jeremías (Jer. 20:1–6; 37:15) y otros (2 Cr. 36:16).

11:37 apedreados. El profeta Zacarías (hijo del sacerdote Joiada) fue muerto de

esta manera (vea las notas sobre 2 Crónicas 24:20–22; Mt. 23:35). aserrados.

Según la tradición, este fue el método empleado por Manasés para ejecutar a Isaías.

muertos a filo de espada. Urías el profeta murió de este modo (Jer. 26:23; cp. 1 R.

19:10). Sin embargo, la expresión puede referirse aquí a la ejecución masiva del

pueblo de Dios. Varios incidentes de este tipo tuvieron lugar durante el tiempo de

los macabeos en los cuatrocientos años que transcurrieron entre el AT y el NT (vea

la Introducción al período intertestamentario). anduvieron de acá para allá.

Muchos del pueblo de Dios sufrieron pobreza y persecución extremas (cp. Sal.

107:4–9).

11:38 Vea 1 Reyes 18:4, 13; 19:9.

11:39, 40 alguna cosa mejor. Tenían fe en el cumplimiento definitivo de las

promesas eternas contenidas en el pacto (v. 13). Vea la Introducción: Temas

históricos y teológicos.

11:40 aparte de nosotros. La fe de los santos del AT miraba con anticipación la

salvación prometida, mientras que la fe de aquellos que vinieron después de Cristo


hace una mirada retrospectiva al cumplimiento perfecto de esa promesa. Ambos

grupos se caracterizan por una fe genuina y son salvos por la obra expiatoria de

Cristo en la cruz (cp. Ef. 2:8, 9).

12:1 Por tanto. Esta es una expresión crucial de transición que ofrece una

conclusión enérgica (cp. 1 Ts. 4:8) a la sección que comenzó en 10:19. testigos. Los

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difuntos del capítulo 11 dan testimonio sobre el valor y la bendición de vivir por fe.

La motivación para correr bien “la carrera” no es la posibilidad de recibir alabanza

como resultado de haber “observado” con atención a los santos que están en el

cielo. Más bien, el corredor es inspirado por los ejemplos de piedad que esos santos

establecieron durante su vida. La gran multitud no está compuesta por espectadores,

sino por aquellos cuya vida de fe anima y motiva a otros a vivir de esa manera (cp.
11:2, 4, 5, 33, 39). despojémonos. Esto se refiere a aquellos hebreos que habían

hecho una profesión de creencia en Cristo pero no habían hecho todo de su parte

para completar su fe. No habían comenzado a correr la carrera, cuyo punto de

partida es la salvación. El escritor los ha invitado a aceptar la salvación en Cristo y

sumarse a la carrera. todo peso. Difiere del “pecado” que se menciona a

continuación y tiene que ver con el estorbo principal que impedía el progreso

espiritual de los hebreos: El sistema levítico con su legalismo asfixiante. En aquel

tiempo los atletas se despojaban de todo lo que fuera innecesario para competir en

la carrera, y en el caso de los hebreos el sistema levítico no solo impedía su avance,

sino que los “enredaba” como una trampa sutil. pecado. En este contexto tiene que

ver en primera instancia con el pecado de incredulidad que consiste en negarse a

prescindir de los sacrificios del sistema levítico para aceptar el sacrificio perfecto de

Jesucristo (cp. Jn. 16:8–11), así como otros pecados consentidos por el incrédulo.

paciencia. También se traduce “resistencia” y es la determinación constante de

seguir adelante sin ceder a la tentación de bajar el ritmo o darse por vencido (cp. 1

Co. 9:24, 25). carrera. La metáfora del atletismo presenta la vida llena de fe como

un esfuerzo exigente y agotador. La palabra “agonía” se deriva del término griego

que se usa aquí. Vea la nota sobre Mateo 7:14.

12:2 puestos los ojos. Los hebreos debían fijar su mirada en Jesús como objeto

exclusivo de fe y salvación (cp. 11:26, 27; Hch. 7:55, 56; Fil. 3:8). autor. Vea la

nota sobre 2:10. El término significa “aquel que da origen” o quien establece el

ejemplo preeminente. consumador. Vea la nota sobre 5:14. El término literal es

“perfeccionador” y alude a la noción de completar del todo y a perfección (cp. Jn.

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19:30). el gozo. Jesús perseveró para que pudiera recibir el gozo de haber cumplido

la voluntad y exaltación del Padre (cp. 1:9; Sal. 16:9–11; Lc. 10:21–24). a la

diestra. Vea la nota sobre 1:3.

12:3 Considerad a aquel. Jesús es el ejemplo supremo de disposición a sufrir en

obediencia a Dios. Él enfrentó hostilidad y “oprobio” como ningún otro (esta

palabra es la misma que se traduce “será contradicha” en Lc. 2:34) y soportó hasta

la cruenta cruz. La misma oposición es enfrentada en diversos grados por todos los

que lo siguen (Hch. 28:22; Gá 6:17; Col. 1:24; 2 Ti. 3:12). que vuestro ánimo no

se canse. Las presiones, el cansancio y las persecuciones que sufren los creyentes

(cp. Gá 6:9) son como nada en comparación a lo experimentado por Cristo.

12:4 hasta la sangre. Ninguno de los hebreos había experimentado cansancio o

persecución en una intensidad tal que los hubiera llevado a la muerte o el martirio.

Puesto que Esteban (Hch. 7:60), Jacobo (Hch. 12:1) y otros creyentes (cp. Hch. 9:1;

22:4; 26:10) habían enfrentado el martirio en Jerusalén, se puede suponer que esa
ciudad no fue la residencia de los destinatarios de esta epístola (vea la Introducción:

Autor y fecha).

12:5, 6 Aquí el escritor recuerda Proverbios 3:11, 12. Las pruebas y los

sufrimientos en la vida del cristiano vienen de Dios, quien los usa para educar y

disciplinar a los creyentes con esas experiencias. Ese trato es evidencia del amor de

Dios por sus propios hijos (cp. 2 Co. 12:7–10).

12:6 azota. Se refiere a fustigar con un látigo, que era una forma severa y

dolorosa de flagelación común entre los judíos (cp. Mt. 10:17; 23:34).

12:7, 8 hijos. Por cuanto todos son imperfectos y necesitan disciplina y

adiestramiento, todos los hijos verdaderos de Dios son escarmentados en ciertas

ocasiones, de uno u otro modo.

12:8 bastardos. La palabra solo ocurre aquí en el NT pero se emplea en la

literatura griega para aludir a los que nacen de esclavos o concubinas. Esto podría

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incluir una referencia implícita a Agar e Ismael (Gn. 16), el hijo ilegítimo de

Abraham y su concubina.

12:9 obedeceremos. Respetar a Dios equivale a someterse a su voluntad y ley, y

aquellos que reciben de buena voluntad la disciplina del Señor tendrán una vida más

fructífera y abundante (cp. Sal. 119:165). Padre de los espíritus. La mejor

traducción sería “Padre de nuestro espíritu”, a diferencia de los padres humanos o

“padres de nuestra carne”.

12:10 nos es provechoso. Los padres humanos e imperfectos aplican una

disciplina imperfecta, pero Dios es perfecto y por eso su disciplina es perfecta,

siempre obra para el bien espiritual de sus hijos.

12:11 fruto apacible de justicia. Esta es la misma frase que aparece en Santiago

3:18. ejercitados. La misma palabra se empleó en 5:14 con la misma traducción

(vea la nota allí; cp. 1 Ti. 4:7).

12:12–17 Este pasaje exhorta a los creyentes a actuar conforme a las verdades

divinas que fueron expuestas en los capítulos anteriores. La verdad que se conoce

pero no se obedece se convierte en motivo de juicio antes que en un beneficio (cp.

13:22).

12:12, 13 El autor retoma la metáfora de la carrera que introdujo en los vv. 1–3

(cp. Pr. 4:25–27) e incorpora lenguaje tomado de Isaías 35:3 para describir la

condición del individuo disciplinado como un corredor extenuado cuyos brazos

caen y sus rodillas tiemblan. Al experimentar pruebas en su vida, el creyente no

debe permitir que las circunstancias deshagan todo lo que ha logrado. Más bien,

debe resistir y renovar su aliento para continuar la carrera hasta la meta.

12:14 Seguid la paz. En esta epístola se explica en términos de 1) acercarse a


Dios con plenitud de fe y una conciencia limpia (10:14, 22), y 2) la aceptación

genuina de Cristo como el Salvador y sacrificio suficiente por el pecado, lo cual

permite que el pecador tenga comunión con Dios. Los incrédulos no estarán

motivados para acercarse y aceptar a Cristo si la vida de cada uno de los creyentes

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no demuestra las cualidades que Dios desea, incluidas la paz y la santidad (cp. Jn.

13:35; 1 Ti. 4:3; 5:23; 1 P. 1:16).

12:15 Mirad bien. Los creyentes deben vigilar su propia vida para dar

testimonio de paz y santidad, así como para ayudar y cuidar de los que están en

medio de ellos y tienen necesidad de salvación. deje de alcanzar la gracia de Dios.

Vea las notas sobre 4:1; 6:6; 10:26. Esto significa llegar demasiado tarde y ser

dejado fuera. Aquí se alude otra vez a los judíos que estaban en la asamblea de los

creyentes y que tenían convencimiento intelectual, que conocían el evangelio y

hasta estaban entusiasmados con Cristo pero seguían al pie del abismo de la
apostasía. raíz de amargura. Esta es la actitud de los apóstatas que se convierten

en influencias corruptoras dentro de la iglesia. Cp. Deuteronomio 29:18.

12:16, 17 Vea Génesis 25:29–34 y 27:1–39. Esaú deseaba las bendiciones de

Dios pero no quería a Dios. Se lamentó por lo que había hecho pero no se

arrepintió. Esaú ejemplifica a todos los que pecan contra Dios de forma voluntaria y

deliberada, por lo cual no reciben una segunda oportunidad en vista de su

exposición a la verdad y su estado avanzado de endurecimiento espiritual (cp. 6:6;

10:26). Esaú fue un ejemplo de la persona “profana”.

12:16 fornicario. En este contexto se refiere al que practica la inmoralidad

sexual en general. La apostasía va ligada en muchos casos a este tipo de

inmoralidad (cp. 2 P. 2:10, 14, 18; Jud. 8, 16, 18).

12:18–29 El escritor procede a dar una enseñanza basada en el encuentro de

Israel con Dios en el Monte Sinaí (vea Éx. 19, 20; Dt. 4:10–24).

12:18 Vea Éxodo 19:12, 13; Deuteronomio 4:11; 5:22.

12:19 al sonido de la trompeta. Vea Éxodo 19:16, 19; Deuteronomio 4:12.

12:20 Cita de Éxodo 19:12, 13 (cp. 20:19; Dt. 5:23, 24).

12:21 Cita de Deuteronomio 9:19.

12:22 al monte de Sion. Se diferencia del Monte Sinaí donde Dios entregó la ley

mosaica, el cual que fue aterrador y turbador. Aquí el Monte Sión no es el terrenal

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que se ubica cerca a Jerusalén, sino que alude a la morada celestial de Dios que se

caracteriza por la gracia divina e invita la entrada de los humanos. Nadie puede

agradar a Dios con base en los términos estipulados en el Sinaí que dependen del

cumplimiento perfecto de la ley (Gá. 3:10–12). En cambio, Sión es accesible para

todos los que se acerquen a Dios a través de Jesucristo (cp. Sal. 132:13, 14; Is.

46:13; Zac. 2:10; Gá 4:21–31). monte de Sion… ciudad del Dios vivo, Jerusalén

la celestial. Estos son sinónimos del cielo mismo. Para una descripción de la

morada de Dios que es la Jerusalén celestial, vea las notas sobre Apocalipsis 21:1–

22:5. muchos millares. La palabra griega se traduce con frecuencia como el

número diez mil. Vea Apocalipsis 5:11, 12.

12:23 congregación. Aquí el término significa “aglomeración para un festival

público”. No describe a un grupo aparte de la iglesia sino, la actitud de los ángeles

sinnúmero que celebran en el cielo durante una reunión festiva alrededor del trono

de Dios. de los primegénitos. El primogénito de Dios es Jesucristo (vea la nota

sobre 1:6), y la iglesia (“congregación”) está compuesta por creyentes que son

coherederos con Cristo, quien tiene la preeminencia entre muchos hermanos (Ro.

8:17, 29). los justos hechos perfectos. Vea las notas sobre 5:14 (cp. 11:40). Se

trata de santos del AT que se distinguen de la “congregación de los primogénitos”


que son los creyentes del NT.

12:24 Mediador. Vea la nota sobre 7:22 (cp. 8:6–10; 9:15). habla mejor. Vea

las notas sobre 6:9; 9:23. El sacrificio de Abel fue agradable a Dios porque se

ofreció en fe y obediencia (cp. 11:4), pero no tuvo poder para hacer expiación. La

sangre de Jesús es suficiente por sí sola para limpiar a los pecadores de su pecado

(cp. 1 Jn. 1:7). El sacrificio de Cristo trajo redención (9:12), perdón (9:26) y

salvación completa (10:10, 14). que la de Abel. La sangre del sacrificio de Abel

solo suministró una cobertura temporal, pero el sacrificio de la sangre de Cristo

declara el perdón eterno de los pecados (cp. Col. 1:20).

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12:25 desechéis. Vea la nota sobre el v. 19, donde la misma palabra describe la

conducta de los israelitas en el Monte Sinaí. mucho menos. Las consecuencias para

los apóstatas son terribles. El juicio a que serán sometidos y el terror que sentirán

serán mucho mayores que todo lo experimentado en el Monte Sinaí.

12:26 Cita de Hageo 2:6.

12:26, 27 conmovió entonces la tierra. En el Monte Sinaí, Dios sacudió la

tierra, mientras que desde Sión Él conmoverá los cielos y el universo entero (cp. Is.

13:13; 34:4; 65:17, 22; 2 P. 3:10–13; Ap. 6:12–14; 20:11; 21:1).

12:27 Todo lo físico (“las cosas movibles”) será sometido a destrucción, y solo

permanecerán las cosas eternas (“las inconmovibles”).

12:28 reino. Dios creará “un cielo nuevo y una tierra nueva… la santa ciudad, la

nueva Jerusalén” (Ap. 21:1, 2), que será eterna e inconmovible. tengamos gratitud.

Vea la nota sobre 4:16. con temor y reverencia. Vea la nota sobre 11:7 (cp. 5:7).

La segunda palabra tiene que ver el pavor que se siente debido al hecho de estar en

la presencia de Dios.

12:29 fuego consumidor. Vea Deuteronomio 4:24. La ley de Dios que fue dada

en Sinaí prescribía muchos castigos severos, pero el castigo es mucho peor para los

que rechacen su oferta de salvación a través de su propio Hijo, el Señor Jesucristo

(cp. Lc. 3:16, 17). Este versículo debe relacionarse con 10:29–31.

13:1 El último capítulo de la epístola se enfoca en aspectos éticos esenciales de

la vida cristiana. La ética cristiana ayuda a hacer una presentación correcta del

evangelio verdadero al mundo, alienta a otros a creer en Cristo y trae gloria a Dios.

El primer aspecto es el amor hacia los hermanos en la fe (cp. Jn. 13:35). Aunque la

referencia básica es a los cristianos, el escritor debió tener emociones similares a las

del apóstol Pablo en relación con sus compatriotas hebreos (vea Ro. 9:3, 4).

13:2 hospedaron. La segunda gracia que deben desarrollar los creyentes era la
extensión del amor de Cristo a los extraños (cp. Ro. 12:13; 1 Ti. 3:2). La

hospitalidad en el mundo antiguo incluía en muchos casos recibir a un invitado

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inesperado durante una o más noches. Era algo muy difícil de hacer en tiempos de

persecución porque los hebreos no sabían si sus huéspedes eran espías o un

hermano en la fe que era perseguido por su identificación con Cristo. ángeles. El

argumento no se presenta como motivación máxima para la hospitalidad, sino para

revelar que uno nunca sabe cuán lejos puede llegar un simple acto de bondad (cp.

Mt. 25:40, 45). Esto es justo lo que sucedió a Abraham y Sara (Gn. 18:1–3), Lot

(Gn. 19:1, 2), Gedeón (Jue. 6:11–24) y Manoa (Jue. 13:6–20).

13:3 vosotros mismos. Los creyentes deberían ser capaces de identificarse con

el sufrimiento de otros porque ellos también padecían dolor físico (“en el cuerpo”) y
otras penalidades.

13:4 Honroso. Dios honra en gran manera el matrimonio porque Él mismo lo

instituyó en la creación (Gn. 2:24), pero algunos en la iglesia primitiva

consideraban que el celibato era más santo que el matrimonio, una idea que Pablo

denuncia con vigor en 1 Ti. 4:3 (vea las notas sobre 1 Co. 7). La actividad sexual

dentro del matrimonio es pura, pero cualquier actividad sexual fuera del matrimonio

pone de inmediato a la persona bajo el juicio divino. juzgará Dios. Dios ha

prescrito consecuencias serias para todos los que cometen inmoralidad sexual (vea

las notas sobre Ef. 5:3–6).

13:5 avaricia. Apetecer riquezas materiales es “raíz de todos los males es el

amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe” (1 Ti. 6:10; cp. 1

Ti. 3:3). No te desampararé … Cita de Génesis 28:15; Deuteronomio 31:6, 8;

Josué 1:5; 1 Crónicas 28:20. Los creyentes pueden tener contentamiento en

cualquier situación gracias a esta promesa. Se utilizan cinco negaciones en esta

declaración para recalcar la imposibilidad de que Cristo abandone a los creyentes.

Es como decir “no existe en absoluto la más mínima probabilidad de que yo te

deje”.

13:6 confiadamente. No es la palabra habitual para aludir al denuedo pero alude

a la actitud de una persona confiada y valiente. Cp. su uso en Mateo 9:2; 2 Corintios

5:6, 8. Cita del Salmo 118:6.

13:7 Además de la lista de fieles en el capítulo 11, el escritor recuerda a los

hebreos sus propios líderes fieles dentro de la iglesia, y al hacerlo describe algunos

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deberes de los pastores: 1) dirigir, 2) hablar la palabra de Dios y 3) establecer el

modelo de fe que el pueblo debe seguir. Cp. Hechos 20:28; 1 Timoteo 3:1–7; Tito

1:5–9.

13:9 doctrinas diversas y extrañas. Esto incluye cualquier enseñanza contraria

a la Palabra de Dios. El NT contiene advertencias numerosas en contra de la

enseñanza falsa y los falsos maestros (cp. Hch. 20:29, 30; Ro. 16:17; 2 Co. 10:4, 5;

Gá 1:6–9; Ef. 4:14; 2 Ti. 3:16). afirmar el corazón con la gracia. Los que

experimentan la gracia de Dios tienen un corazón y una mente que permanecen

estables. viandas. La ley mosaica tenía regulaciones para todo, incluida por

supuesto la alimentación (Lv. 11). En cambio para los cristianos, esas leyes habían

quedado abrogadas (Hch. 10:9–16; cp. 1 Co. 8:8; Ro. 14:17; 1 Ti. 4:1–5).

13:10–13 Vea las notas sobre 11:26; 12:2. El escritor presenta una analogía para

la identificación de los creyentes con Cristo en su rechazo por parte de los judíos. El

cuerpo de los animales que eran ofrecidos en el día de la Expiación no eran

comidos, sino quemados “fuera del campamento” (Lv. 4:21; 16:27). Jesús, quien

fue el sacrificio expiatorio supremo, crucificado de forma similar afuera de las

puertas de Jerusalén (Jn. 19:17). En sentido figurado los creyentes deben unirse a Él

fuera del campamento del mundo, y por completo dejar de ser parte de sus prácticas

impías y su sistema de maldad (cp. 2 Ti. 2:4). Por extensión, esto también ilustraría
el abandono del sistema levítico. Los hebreos no comprometidos necesitaban dar

ese paso valiente y salir de una vez por todas de ese sistema para quedar fuera del

campo del Israel del pacto antiguo.

13:10 un altar. El altar, el que hace la ofrenda y el sacrificio están muy

relacionados entre sí. La asociación con un altar identifica al que hace la ofrenda

con el sacrificio. Con ciertas ofrendas, el individuo se identificaba todavía más con

el altar y el sacrificio al comer una porción del sacrificio. El apóstol Pablo se refirió

a esta relación con un altar al impartir su instrucción a los corintios acerca de comer

carne que hubiera sido ofrecida a los ídolos (1 Co. 9:13) y con respecto a la

observación de la Cena del Señor (1 Co. 10:18). Aquí el altar es equivalente al

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sacrificio de Cristo, en especial si es visto en comparación con el día de la

expiación.

13:15 alabanza… confiesan. Como se ve en todo el libro de Hebreos, los


sacrificios eran de suprema importancia en el antiguo pacto. Bajo el nuevo pacto,

Dios desea la alabanza y la gratitud de su pueblo más que ofrendas de animales o

granos. Puesto que todos los creyentes del NT son sacerdotes (1 P. 2:5, 9), ellos

tienen ofrendas de alabanza y acción de gracias a Dios (cp. Ro. 12:1). El “sacrificio

de alabanza” también es mencionado en Levítico 7:12; Salmo 54:6. Para “fruto de

labios” vea Isaías 57:19; Oseas 14:2.

13:16 hacer bien… ayuda mutua. Los sacrificios de alabanza procedentes de

los labios del pueblo de Dios le agradan solo si van acompañados de acciones

amorosas (cp. Is. 58:6, 7; Stg. 1:27; 1 Jn. 3:18).

13:17 vuestros pastores. O “los que gobiernan sobre ustedes”. Vea la nota sobre

el v. 7. Los pastores y ancianos de la iglesia ejercen la misma autoridad de Cristo al

predicar enseñar y aplicar las Escrituras (vea las notas sobre Hch. 20:28; 1 Ts.

5:12, 13). Ellos sirven a la iglesia en representación de Cristo y deben rendir

cuentas a Él por su fidelidad como mayordomos. Vea las notas sobre 1 Corintios

4:1–5; 1 Pedro 5:1–4. Esto puede incluir a líderes tanto espirituales como

seculares. Aun aquellos que no reconocen a Dios de todas formas son ordenados y

usados por Él (cp. Ro. 13:1, 4). alegría. La iglesia es responsable de ayudar a sus

líderes a realizar su trabajo con satisfacción y deleite. Vea las notas sobre 1

Tesalonicenses 5:12, 13.

13:19 restituido. El autor había estado con estos hebreos y anhelaba volver a

tener compañerismo con ellos.

13:20, 21 Esta bendición se cuenta entre las más hermosas en toda la Biblia (cp.

Nm. 6:24–26; 2 Co. 13:14; Jud. 24, 25). Es un ejemplo de cómo la gracia puede

manifestarse en bendición y oración mutuas.

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13:20 el Dios de paz. Pablo usa este título seis veces en sus epístolas (cp. 1 Ts.

5:23). el gran pastor de las ovejas. Vea Isaías 63:11. La figura del Mesías como

pastor ocurre con frecuencia en las Escrituras (cp. Sal. 23; Is. 40:11; Ez. 34:23; Jn.

10:11; 1 P. 2:25; 5:4). por la sangre del pacto eterno. Esto debe referirse, en el

contexto de Hebreos, al nuevo pacto que es eterno (en un sentido futuro) comparado

al pacto mosaico que era temporal y ya había sido abrogado (vea las notas sobre

8:6–13; 9:15).

13:21 os haga aptos. Esta no es la palabra griega que se traduce “perfecto” o

“perfección” en el resto de Hebreos para aludir a la salvación (vea la nota sobre

5:14), sino que se trata de la palabra que se traduce “me preparaste” en 10:5 y

“constituido” en 11:3. Se refiere a la edificación de los creyentes porque el verbo

alude a la noción de equipar por medio de ajustar, moldear, enmendar, restaurar y

preparar (vea la nota sobre 11:3; cp. 1 Co. 1:10; 2 Co. 13:11; 2 Ti. 3:17).
13:22 que soportéis. Los lectores son alentados a recibir este mensaje con una

mente abierta y un corazón cálido, a diferencia de aquellos que “no sufrirán la sana

doctrina” (2 Ti. 4:3). la palabra de exhortación. Cp. 3:13. Esta es la descripción

que el autor hace de su propia epístola (vea la Introducción: Temas históricos y

teológicos).

13:23 está en libertad. Los detalles del encarcelamiento de Timoteo se

desconocen (cp. 2 Ti. 4:11, 21).

13:24 Los de Italia. El grupo al que escribió el autor pudo haber estado en Italia,

o el significado puede ser que algunos cristianos de Italia que estaban con él en ese

momento enviaron sus saludos (vea la Introducción: Autor y fecha). El uso de

frases similares en otros pasajes es ambiguo porque algunos se refieren a personas

que todavía se encuentran en el lugar mencionado (Hch. 10:23; 17:13) y otros a

personas que estaban lejos de su hogar (Hch. 21:27).

cp. compare

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