Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Para Elaborar La Exposicion Del Martes Sobre Ele Espiritu Santo
Para Elaborar La Exposicion Del Martes Sobre Ele Espiritu Santo
Vemos como Juan usó las palabras meticulosamente porque ya a esas alturas había más
gentiles convertidos qué judíos al cristianismo o al Mesías al señor, por lo tanto, el
vocabulario que podemos ver es diferente porque hay términos que quizás para un judío
significan una cosa y para un gentil significan otra o simplemente no significan nada.
Entonces Juan utiliza Esa palabra que era muy conocida en el mundo de la filosofía
griega y la emplea. Y entonces él dice el logos ese que ustedes llaman el logos el
creador, es que usted no tiene ni idea de lo que están hablando Yo voy a hablar de él. Y
presenta ese logos como el creador del universo como encarnado.
La audiencia, los lectores a los cuales iba a llegar el evangelio eran personas que no
tenían mucho conocimiento de la Biblia, son gente que venían de un trasfondo pagano
de idolatría un mundo de mitología griega. Él tenía que ser cuidadoso para presentar un
evangelio convincente, claro, directo y representando a Cristo de una forma adecuada él
tomo en cuenta la cantidad de herejías que ya se habían metido en la iglesia para este
tiempo.
Sabemos que todos los que estamos aquí estudiando Teología. Dios es la fuente de todo
lo que está vivo, de toda la vida física. El Espíritu de Dios es el que procede de Dios y
da vida al mundo físico.
Y siempre que se habla del Espíritu Santo y su manifestación aún desde el Antiguo
Testamento podemos observar una serie de teofanía o sea manifestaciones visibles de la
presencia de Dios.
Los gnósticos…… decían también que Dios no pudo crear el mundo porque el mundo,
el cuerpo la materia es malo, por lo tanto un Dios santo, bueno, perfecto, no podía tener
contacto con el hombre bajo ningún concepto, ni con la materia entonces, ellos creían
que había una serie de emanaciones y Jesucristo era una emanación de Dios que
prácticamente no tenía nada que ver con Dios y entonces él sí como no era divino, no
era Santo, no era Dios, no era el creador,…… él sí podía tener contacto con el hombre,
sí podía tener contacto con la materia Porque al fin y al cabo no era Dios Y eso es lo que
algunos gnósticos consideraban
Decían que este mundo era malo, pecaminoso, que el cuerpo era la cárcel del alma,
porque decían que este mundo, la materia, había sido creado por los ángeles caídos que
fueron arrojados de la presencia del Señor, y como ellos eran tan malos al mismo
tiempo eran poderosos, Y por esto se estaba formando un lío dentro de las
congregaciones .
Había otra herejía que se había metido con mucha fuerza y era todo lo contrario era que
el señor Jesucristo simplemente era un hombre que había evolucionado, que tenía
poderes, , que había ido adquiriendo con el paso del tiempo pero no tenía nada que ver
con la divinidad.
Otros creían que Jesús era también como ellos llamaban literalmente un espíritu
descarnado un espíritu que cuando lo veías Parecía un hombre, pero en el fondo no era
un ser humano. Para muchos él no comía, no se cansaba no tenía que dormir no tenía
ningún tipo de sufrimiento. Fíjense ustedes cuantas herejías.
Tuvo que enfrentar el apóstol Juan para poder presentarnos un evangelio convincente,
claro, y directo representar a Cristo al espíritu Santo de una forma adecuada teniendo en
cuenta precisamente la cantidad de opiniones diferentes y las herejías que ya se habían
metido para este tiempo.
Frente a esas corrientes que trataron de negarlo vemos como en Juan capítulo 1:
versículo 14 …. Hace una declaración……. y aquel verbo se hizo carne, y habitó entre
nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de
verdad.
Afirmó que Dios había asumido en Cristo a toda la realidad humana, incluido el
sufrimiento. Otros textos del NT no tenían necesidad de decir «la palabra se hizo
carne», porque sobre la «carne» de Jesús no había ninguna duda, era un hombre real.
Pero el cuarto evangelio hace énfasis con relación a esto, porque algunos miembros de
la comunidad no lo estaban viendo así y tendían a una gnosis sin carne de Jesús.
El Pneuma en los Sinópticos
Con relación al Pneuma en los Sinópticos. Se dijo anteriormente que los sinópticos son
los primeros tres evangelios, Mateo, Marcos y Lucas porque presentan la misma
perspectiva general de la vida y predicación de Jesús.
Nosotros vemos como el señor Jesús en los sinópticos contaba con el Espíritu Santo
para cumplir con su misión mesiánica, misión incluiría la presencia general del Espíritu
Santo
Dios usó la frase Ruach Yahvé en Su promesa de que el Mesías tendría el poder del
Espíritu Santo: "Y reposaría sobre él el Espíritu del Señor; espíritu de sabiduría y de
inteligencia, y conocimiento. Vemos como esta profecía se cumplió, cuando fue
bautizado en el rio Jordán, y Juan vio al Espíritu de Dios que descendía como
paloma, y venia sobre él.
Por ejemplo, en Lucas 4. 14 podemos ver que Jesús volvió en el poder del Espíritu a
Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.
Y decía, pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha
llegado a vosotros el reino de Dios.
El Paracletos.
Jesús hablo de la venida del Espíritu como de otro Paracletos. Y que Jesús ya ha sido un
Paracletos para sus discípulos y que el Espíritu iba a venir a ocupar su lugar para
continuar su ministerio entre los discípulos.
En Juan 14:16-17 Jesús les dice a Sus discípulos, Yo rogaré al Padre, y Él les dará otro
Consolador, para que esté con ustedes para siempre: Es decir, el Espíritu de verdad, al
cual el mundo no puede recibir porque no lo ve, ni lo conoce; pero ustedes lo conocen,
porque permanece con ustedes, y estará en ustedes.
Aquel que ha sido llamado a estar a nuestro lado para qué en los momentos difíciles,
sepamos que el Consolador está con nosotros.
Jesús nos da la mejor descripción del Espíritu Santo en Juan 16:13-14, Pero cuando
venga el Espíritu de verdad, Él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su
propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán
de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y se lo hará saber.
La Biblia nos enseña que el Espíritu Santo es una Persona, dotada con todas las
cualidades de la personalidad, como las emociones, el intelecto y la voluntad. Él
conoce, Él dispone, Él ama. Él siente afecto, antipatía y compasión. Él piensa, ve, oye y
habla, y Él hace todos los actos que la personalidad es capaz de hacer.
Cuando Jesús estaba en el aposento alto con Sus discípulos, Él les dijo muchas cosas
acerca del Espíritu Santo. Sin la ayuda del Espíritu de Dios, no podemos vivir la vida
cristiana, como Dios quiere que la vivamos.
El verdadero consuelo que Él nos da, es la fortaleza para enfrentar la vida con valentía y
seguir adelante. Esto no nos quita nuestra propia responsabilidad, ni nos deja rendirnos
fácilmente.
Mateo capítulo 18 versículo 20 podemos ver que dice porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre dice Jesús Allí estoy yo en medio de ellos y cómo está él ? a
través de su esencia, a través de su espíritu, el espíritu de Cristo. El Espíritu Santo.
En Mateo capítulo 28 versículo 20 la Biblia dice enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado y He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo. El Señor Jesús está con nosotros todos los días. y justamente esas palabras las
menciona en el momento de su Ascensión porque él está con nosotros a través de la
influencia de su espíritu santo en segunda a los Corintios en su capítulo 3 versículo 17
como si quedara alguna duda al respecto la palabra dice. Porque el señor hablando de
Jesús es el espíritu allí y está en mayúscula porque el señor es el espíritu y donde está el
espíritu del señor
Y como “Espíritu de verdad”, el Espíritu Santo se relaciona con Jesús, que es la Verdad,
y con la Palabra de Dios, qué en sí, ¡Es verdad!
- El Espíritu no solo inspiró la Palabra, sino que también “la iluminó” para que
nosotros la entendamos.
- Glorificó a Jesús (en tiempo pasado) enseñando acerca del Señor Jesucristo en
las escrituras.
Cuando el Espíritu Santo fue dado en Pentecostés, fue dado al pueblo de Dios para que
estuviera con ellos “para siempre”. Aunque podemos entristecer al Espíritu, ¡Él nunca
nos dejará! El Espíritu escribió la Palabra de Dios. Y de la forma como tratamos la
Biblia, de la misma forma trataremos al Espíritu de Dios y al Hijo de Dios.
Pablo dijo en Primero Tesalonicenses 2:13, Nosotros siempre damos gracias a Dios de
que, cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que nosotros les predicamos, no la
recibieron como mera palabra humana sino como lo que es, como la palabra de Dios, la
cual actúa en ustedes los creyentes.
Cuando el Espíritu Santo escribió las epístolas, por medio de Pedro, Pablo, y otros, las
escribió para cierta gente en particular. Y luego las hizo tan universal, que cada cristiano
que las lee hoy en día, en cualquier parte del mundo, en cualquier idioma o dialecto.
en Lucas 11:13, ¡El Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan! Primero
que nada, presentándole nuestro cuerpo.
Romanos 12:1-2 dice, Hermanos, yo les ruego, por las misericordias de Dios, que se
presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
Es una bendición tener al Espíritu Santo en nuestras vidas como nuestro paracleto,
nuestro consolador, como Aquel que nos alienta, nuestro consejero y nuestro abogado
Es de suma importancia el Espíritu Santo en todos los niveles para la salvación misma
del ser humano nosotros requerimos al Espíritu Santo no podemos tener convicción de
pecado, de justicia y de juicio A menos que el espíritu santo lo haya hecho en nosotros,
nos haya convencido.
Cuán importante es entender la obra y El poder del espíritu santo debemos comenzar
especificando y a la vez afirmando que Dios en su esencia es espíritu y en su naturaleza
es Santo es decir él es espíritu y es Santo El Espíritu Santo es Dios mismo manifestando
en nosotros su esencia Dios es espíritu es más real que lo que podemos ver o tocar él es
eterno el Espíritu Santo es Dios mismo manifestando en nosotros su naturaleza o sea su
santidad.
Sin el espíritu santo nunca podremos cumplir el propósito y la misión que nos ha sido
encomendada en primera de Corintios en el capítulo 12 versículos 4 al 6 la Biblia dice
algo muy interesante ahora bien Hay diversidad de dones, pero el espíritu es el mismo y
Hay diversidad de ministerios pero el señor es el mismo y Hay diversidad de
operaciones pero Dios que hace todas las cosas en todos es el mismo.
En otras palabras habla de la obra del Espíritu Santo como también del poder del
espíritu santo es un tema amplio dado que existen dones es decir carismas más el
espíritu santo también existen ministerios o diaconías del Espíritu Santo y también
existen operaciones del Espíritu Santo dado que en el mismo capítulo 12 versículo 11 de
primera de Corintios en la Biblia declara Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo
espíritu repartiendo a cada uno en particular como él quiere es decir el Espíritu Santo es
quien hace en nosotros las obras los dones los ministerios y las operaciones de su poder.
El espíritu santo el que nos enseña a dar nuestros primeros pasos en la vida cristiana sin
embargo Dios a través del poder de su espíritu santo nos ayuda a caminar firmemente
sin resbalar en esta vida cristiana es decir en su obra el espíritu santo nos enseña a
aprender a caminar, pero en su poder el espíritu santo nos ayuda a caminar con firmeza
sin resbalar.
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra.
Ese poder ese dunamis es algo muy poderoso , potente . Ese poder consiste en la
capacidad, en la eficacia, en la fuerza, en el valor, en la potencia en La Virtud que le es
concedida de parte de Dios aquel hombre o aquella mujer que recibe ese poder El poder
del espíritu santo es lo que Dios hace a través del hombre.
qué nos sirve la obra del Espíritu Santo no sirve para que podamos ser Genuinos en
nuestro arrepentimiento firmes en nuestra conversión y seguros en nuestra convicción
solamente a través de la obra del Espíritu Santo podemos tener un Genuino
arrepentimiento podemos tener una firmeza en nuestra conversión es decir seremos
transformados realmente.
Hablando de su poder nos sirve para tener capacidad eficacia valor y fuerza que son tan
necesarios para testificar. Ser testigos como dice la escritura y no solo de ello sino que
también a través del poder del espíritu santo podemos tener las evidencias las pruebas,
Maravillas Milagros y las señales de nuestro testimonio.
Y que por El poder del espíritu santo podamos orar por alguien que está enfermo para
que sea sanado y este sea sanado ese sería la evidencia de nuestro testimonio nosotros
creemos en un Dios que tiene todo poder pero no solamente porque lo mencionamos de
manera verbal sino porque somos testigos esto a través del poder del espíritu santo
somos testigos
¿De que manera opera la obra del Espíritu Santo? Desde la misma creación la obra del
Espíritu Santo se hace evidente desde el mismo libro de génesis en el capítulo 1 verso
12 menciona el Espíritu Santo y opera en la creación no solo del universo y todo lo que
en el hay sino que también opere la creación de un nuevo corazón en la vida del
cristiano en segundo lugar El Espíritu Santo también obra en La redención al punto que
es tan vital la influencia del espíritu santo al hablar de La redención que fue el espíritu
santo quien obró en el nacimiento y glorificación del Redentor es decir sin la
intervención del Espíritu Santo sería imposible .
La redención del hombre nuestro divino Redentor El Mesías nuestro señor Jesucristo
nació porque la Biblia dice que lo que había en el vientre de María del Espíritu Santo
era el Espíritu Santo quien había obrado para que este ser fuera engendrado allí y para
que este ser divino Dios mismo manifestado en carne se manifestará viniese a este
mundo pero no solo eso sino que el mismo Espíritu Santo fue quien obró en la
glorificación del Redentor es decir en la resurrección tanto que la Biblia dice que el
mismo espíritu que levantó de los muertos a Jesús es decir el espíritu santo obra en el
nivel absoluto en La redención del Hombre sin su intervención sería literalmente
imposible que el hombre sea salvado, sea redimido.
En el trabajo también de alcanzar a los perdidos la obra del Espíritu Santo es vital
Porque si la intervención del Espíritu Santo sería imposible que el hombre se convenza
de su condición y mucho menos se acerque y acepte a su Redentor dice la escritura que
es el espíritu santo que nos convence de pecado de justicia y de juicio además de ello el
Espíritu Santo también obra en la guía y revelación que necesitan los Redimidos si la
obra del Espíritu Santo seríamos como ovejas sin pastor es decir seríamos sin guía
cuando alguien es una oveja sin pastor y está perdida No tiene un guía pero el espíritu
santo obra para guiarnos además de ello también obra para traer revelación para quitar
el velo para sacar de nuestra mente toda venda espiritual que no nos permite ver al
punto que que seamos personas sin visión espiritualmente hablando que estemos
espiritualmente ciegos solo el espíritu santo nos da revelación para que podamos ver y
podamos salir de las tinieblas y de la oscuridad.
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir
como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos indecibles.
Ese es el espíritu santo Esa es la obra de él obra en crear un nuevo corazón en nuestra
redención en alcanzarnos en convencernos de pecado, de justicia, de juicio, él nos guía,
nos revela lo que necesitamos, nos santifica y además de eso es intercesor.
Produce arrepentimiento verdadero produce firmeza y conversión la virtud de poder
mantenernos firmes en ese arrepentimiento y convertidos totalmente transformados es
decir no solamente reformados sino transformados espiritualmente.
La obra del Espíritu Santo trae consolación pero El poder del espíritu santo trae solución
es decir el espíritu santo a través de su obra nos consuela en medio de las dificultades
pero El poder del espíritu santo trae solución a esas dificultades se recuerdan que los
problemas para Dios no son problemas son oportunidades para mostrar su gloria y para
mostrar su poder.
Nosotros podemos ver una experiencia transformadora del poder y mover del Espíritu
Santo lo podemos ver en la vida de Simón Pedro el apóstol número uno vemos Que este
varón durante su desarrollo experimentó tanto la obra como El poder del espíritu santo.
1- fue llamado para ser pescador de hombres. Y a través de la obra del Espíritu Santo
pero a través del poder fue un pescador de hombres tanto que en uno de sus sermones
dice la Biblia que casi 3000 se arrepintieron.
Y a través de la obra del Espíritu Santo comenzó a tener fe tanto que Jesús en una
ocasión le dijo hombre de poca fe es decir no le dijo hombre que no tienes fe hombre
que no tiene nada de fe él le dijo hombre de poca fe es decir tenía fe pero su fe era poca
sin embargo Pedro a través del Poder del Espíritu Santo en el desarrollo de su vida
cristiana Tuvo una fe preciosa en primera de Pedro en el capítulo 17 habla de esa fe una
que se había desarrollado. Y en escenario de su vida se encuentra con aquel hombre en
aquella puerta del templo llamada la hermosa. Se dirigió hacia este hombre que estaba
allí y le dice Pedro Mira no tengo plata ni oro pero lo que tengo te doy En el nombre de
Jesucristo. Levántate En otras palabras Pedro a través del Poder del Espíritu Santo ya
tenía una fe preciosa.
La escatología
El problema crítico:
Para algunos la escatología es el estudio más bien del propósito de Dios con la creación,
con el desarrollo de la historia de la humanidad y hacia dónde se encamina todo es decir
la escatología de alguna forma es parte de dedicar a cada área de la teología porque en
todo Dios tiene un propósito final. Nos llena de esperanza en el futuro esperanza, en las
cosas que van a suceder sé que hay muchas personas, hermanos cristianos, que de
pronto se acercan a libros de profecía o libros de apocalíptica como el Apocalipsis y
muchas veces leen cosas de destrucción, de muerte, de juicios de Dios y en ocasiones
eso puede llenar de temor pero al nosotros entender bien el libro de Apocalipsis que No
necesariamente habla del futuro también puede ser que hable mucho en el futuro pero
ese no es solo el propósito, sino llevarnos un mensaje de Esperanza saber que el
mundo va de mal en peor que tendrá un fin malo aun. Pero aún así Dios sigue teniendo
el control de todo en algún momento e intervendrá en el mundo de forma sobrenatural
para restaurar las cosas, para traer todo a su perfecto orden y en especial esa Esperanza
para aquellos que hemos depositado precisamente nuestra esperanza nuestra fe en Jesús
de que habrá una vida más allá o una vida después de todo esto.
En Juan se menciona el Reino de Dios sólo dos veces; el mensaje central de Jesús es la
vida eterna, que se ofrece a las personas en el presente. Y muchos entienden que Juan
carece totalmente de la visión apocalíptica de la parusía del Hijo del Hombre en las
nubes del cielo.
Sustituye el discurso del monte de los Olivos y su esquema de los eventos de los
últimos tiempos con el discurso del Aposento Alto y la venida del Espíritu en lugar de
la parusía de Cristo.
Algunos investigadores consideran la diferencia entre Juan y los Sinópticos como una
cuestión de énfasis teológico, y creen que en realidad Juan comparte los aspectos
esenciales de la Escatología cristiana primitiva.
Según Kümmel, Juan no pretende completar los Sinópticos sino aclarar su verdadero
significado. La gloria de Dios estaba presente en Jesús, pero sólo fue reconocida por
algunos que tenían fe. Lo oculto tanto de Cristo como de la salvación tiene que llegar a
su fin, y por tanto la manifestación plena de la salvación y el triunfo final sobre la
muerte tienen una dimensión futura.
C.F.D. Moule, Juan difiere de los Sinópticos en el énfasis que hace de una Escatología
“hecha realidad” más que de una futurista porque se interesa más por el futuro de la
persona que por el del pueblo de Dios. “La única Escatología hecha realidad en el
Cuarto Evangelio tiene que ver con algo individual; lo que se aleja mucho de sustituir
una Escatología futurista”.
La estructura escatológica.
Dodd admite que sólo el cuarto evangelista le ha dado una forma que sin duda alude a
la antítesis judía de los dos siglos.
un texto en particular: “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este
mundo, para vida eterna la guardará2 (12:25). Esto mismo se menciona en los
Sinópticos, pero sin la expresión “este mundo” y “este siglo”, son intercambiables, así
ocurre en este caso.
No hay ninguna razón para rechazar el significado escatológico del Reino de Dios. “El
que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Este es un equivalente juanino
de un pasaje sinóptico: El que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él
(Mc. 10:15). Aquí el Reino de Dios es una realidad presente que debe recibirse ahora y
que le hace digno a uno para entrar en el Reino de Dios en el futuro. Y en el presente.
Para poder soportar las aflicciones del tiempo presente con la esperanza de que Dios
tiene algo mejor intervendrá y restaurará todas las cosas como él solamente lo puede
hacer.
La venida de Cristo
LA RESURRECCIÓN: LO QUE SIGNIFICA;
CUANDO SE LLEVARÁ A CABO, QUIÉNES
RESUCITARÁN
Para entender este tema, es indispensable comprender y aceptar las verdades
arriba mencionadas, con todo lo que implican. La muerte se revela en la Biblia
como el fin de la vida humana, tanto para buenos como para malos. Sin embargo,
la esperanza de la vida eterna se ofrece a todos, a condición de que crean y
obedezcan al Señor Jesucristo, «el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la
inmortalidad por el evangelio.» ¿Pero cuándo y cómo se conferirá la dádiva?
Esta señal extraordinaria nos da una clara idea de lo que implica la resurrección,
«el acto de ponerse de pie o levantarse» del estado inconsciente de la muerte. Y
sin duda el propósito de este milagro era proclamar la promesa de una
resurrección similar para los que estén «dormidos» en él cuando venga a la tierra
con «poder y gran gloria.» Aun en tiempos del Antiguo Testamento, ésta era la
esperanza que se ofrecía a los siervos de Dios, según lo que predijo Daniel en su
profecía de los últimos días: «Y muchos de los que duermen en el polvo de la
tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y
confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del
firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a
perpetua eternidad» (Daniel 12:2-3).
En el Nuevo Testamento, se usa la figura de «dormir» para describir la muerte de
aquellos que pertenecen a Dios. Los muertos en el Señor están dormidos. Esta es
la metáfora sencilla de la Escritura que quita a la muerte su aguijón. Aunque
lleven mucho tiempo de estar muertos y sepultados, sin embargo «para él todos
viven»; no han perecido con los que no tienen ninguna esperanza en Cristo, sino
que esperan la venida del Dador de Vida, quien los llamará a una vida más
gloriosa y duradera que la del presente. La salida del «Sol de justicia» introducirá
un nuevo día, y los levantará de sus lechos de muerte para que resplandezcan
«como el sol en el reino de su Padre.» Este es el consuelo que Pablo ofrece a los
creyentes
«acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no
tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también
traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en
palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la
venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo
con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras» (1 Tesalonicenses
4:13-18).
«juntamente con ellos» en las nubes, para recibir al Señor y estar con él para
siempre, administrando los «cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la
justicia» (2 Pedro 3:13).
«está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste,
entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria» (Colosenses
3:3-4).
Nuestra única esperanza de vida está en Cristo. La vida actual del hombre es
pasajera y fugaz. Realmente es una muerte viviente, porque necesariamente
termina en la muerte. Y puesto que la esperanza cristiana se centra en Cristo, los
cristianos esperan que él se manifieste del cielo para darles verdadera vida.
«Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y
enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los
cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro» (Mateo 24:30).
Observamos que no dice que toda la raza humana será juntada, sino «sus
escogidos,» es decir, los llamados por Dios. Algunas personas están fuera del
alcance de la ley de Dios; no duermen en Jesús, sino que perecen en la muerte, y
«su memoria es puesta en olvido» (Eclesiastés 9:5). Tales personas no resucitan,
conforme al principio expuesto en Romanos 2:12:
«Todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que
bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados.»
Todos aquellos, de todas las generaciones, que han conocido la voluntad de Dios
y han llegado a ser responsables ante él como Juez, resucitarán en el Día de
Cristo. Los hombres santos del Antiguo Testamento, muertos desde hace mucho
tiempo, se pondrán de pie una vez más en la tierra. Abraham, Isaac y Jacob
estarán allí, según afirma el Señor mismo, junto con «todos los profetas.» Todos
los héroes de la fe que están enumerados en Hebreos 11, desde Abel hijo de
Adán, duermen en el polvo de la tierra, esperando la llamada que los despertará a
resurrección. Ninguno ha recibido todavía las bendiciones prometidas, porque
Dios en su misericordia ha estimado conveniente llamar a las generaciones
posteriores a heredar las mismas promesas, para que todos sean glorificados al
mismo tiempo:
«Y todos estos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron
lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no
fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros» (Hebreos 11:39-40).
«Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos
puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto
con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el
otro discípulo, que había venido primero al sepulcro: y vio, y creyó» (Juan 20:6-
8).
Cuando vino la verdadera «simiente,» fue crucificada como una ofrenda por el
pecado de una vez por todas. El Padre dio a su Hijo Unigénito para que muriera
por nosotros en la cruz. Y la mano del que le quitaba la vida no fue detenida. No
se proveyó ningún cordero como sustituto; porque el Señor se había provisto de
un cordero para el holocausto, el mismo Hijo de su amor. Así, la parábola de la
crucifixión se desarrolló en forma detallada en la dura realidad del Calvario. Y se
completó con la gloriosa resurrección del Hijo de Dios en la mañana del tercer
día.
Pero la resurrección de Cristo no sólo fue prefigurada de esta manera en las
Escrituras, sino que también fue directamente profetizada. En Salmos 16:8-11,
tenemos una profecía directa acerca del Mesías:
«A Jehová he puesto siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
Mi carne también reposará confiadamente;
Porque no dejarás mi alma en el Seol,
Ni permitirás que tu santo vea corrupción.
Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.»
La naturaleza física de Jesús había sido transformada. Era el mismo Jesús, pero
su cuerpo resucitado había sido glorificado. Comió y bebió delante de ellos,
quienes pudieron ver sus manos y sus pies, y palpar las señales de la crucifixión;
sin embargo, apareció «estando las puertas cerradas» y «se desapareció de su
vista.» Aquí no se trataba de un «fantasma,» sino de un cuerpo glorificado que no
podía más morir, siendo igual a los ángeles (Lucas 20:36). Y fue en Jesucristo
que se cumplió por primera vez la Escritura que dice:
«Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se
haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
Sorbida es la muerte en victoria» (1 Corintios 15:54).
Este cambio de naturaleza será la victoria final sobre el pecado y la muerte para
todos los que tienen por la gracia de Dios el privilegio de participar de él.
Pablo se basa sobre este hecho para suplicar a los romanos que no se entreguen a
la práctica de menospreciar y juzgar a otros:
«Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a
tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque
escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda
lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios
cuenta de sí» (Romanos 14:10-12).
«Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres» (Romanos 2:16).
«revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus
obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra
e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la
verdad, sino que obedecen a la injusticia» (Romanos 2:5-8).
Esta es una clara alusión al juicio que se efectuará cuando vuelva el Señor,
puesto que él lo describe expresamente como el momento de su glorificación y el
establecimiento de su trono en la tierra. La parábola continúa describiendo otra
vez la separación entre las dos clases, siendo las ovejas aquellos que han seguido
con amor y fe al Cordero, y los cabritos aquellos que no lo han hecho. Ahora, el
juez ya conoce en cada momento la vida de sus siervos. Conoce a aquellos que
procuran imitar sus obras de amor y compasión hacia «uno de estos mis
hermanos más pequeños»; y sabe cuando se descuidan estos actos de caridad y
misericordia. El tribunal de Cristo no es un juzgado ante el cual se discutirá la
sentencia, sino un tribunal que simplemente pronunciará el veredicto de esa
infalible sabiduría que «discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón.» Aquellos que sean tenidos por indignos de recibir la gracia de Dios
serán expulsados de la presencia del Rey.
El fuego eterno es la destrucción total del pecado y de todos los «siervos del
pecado.» Esto se llama «castigo eterno» (v. 46) porque no queda más esperanza
de remisión, siendo la condena final e irrevocable. La extinción en el «fuego
eterno» es una expresión figurada. Habiendo vivido en el mundo y muerto en el
pecado, habiendo sido resucitados y juzgados indignos de recibir la inmortalidad,
ahora son despedidos al olvido de la segunda muerte, con la angustia de saber
que están excluidos para siempre de la «gloria, honra e inmortalidad» de los
santos aceptados.
¡Qué perspectiva más bendita se abre, pues, ante aquellos que oyen y hacen la
palabra de Dios! ¡Qué valor más trascendente habrá tenido la vida para ellos!
Oirán la voz grata del Redentor mismo quien les pedirá entrar en el reino; serán
librados para siempre de «este cuerpo de muerte»; sentirán que surge por su
cuerpo el poder glorioso de la vida espiritual, de tal manera que «levantarán alas
como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.» En
resumen, llegarán a ser «participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de
la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia» (2 Pedro 1:4).
¡He aquí verdadera salvación!
En cierta ocasión, Jesús fue interrogado por los saduceos acerca de su enseñanza
sobre la resurrección, en la cual ellos no creían. Citaron el caso hipotético de una
mujer que se casó sucesivamente con siete hermanos; y preguntaron en tono
triunfante: «En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer?» (Lucas
20:33). Pero el Maestro echó a un lado su ridícula polémica, condenando
duramente su ignorancia de las promesas de Dios. «¿No erráis por esto,» dijo,
«porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?» Ellos deberían haber
reconocido la verdad de la resurrección aun por el título de Dios, quien se llama
«el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.» Estos habían muerto conforme a la fe
y todavía estaban muertos, pero «Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.» Por
lo tanto, Abraham, Isaac y Jacob han de resucitar; y desde el punto de vista de
Dios, efectivamente ya viven, porque «todos viven en él.» Sin embargo, dice
Jesús, en lo que se refiere a la pregunta sobre la viuda, el problema no existe
porque «los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la
resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no
pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son Hijos de Dios, al ser
hijos de la resurrección.»
Esta transformación de la naturaleza humana mortal a la igualdad con los ángeles
es el cumplimiento de una obra de la cual la resurrección de entre los muertos es
una parte esencial. Está escrito:
«se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu
nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la
tierra» (Apocalipsis 11:18).
Pero esto no es más que el comienzo de la obra que Dios realizará en ellos. Si
permanecen en él y producen el fruto del espíritu, experimentarán cambios aún
mayores:
«Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el
tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es
el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos
los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán
a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de
condenación» (Juan 5:26-29).
«Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin
de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él
en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su
resurrección . . . Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con
él» (Romanos 6:4-8).
~ L. W. Richardson
La venida de Cristo
Aceptamos que la idea juanina de la “venida” de Jesús es mucho más compleja que en
los Sinópticos. Jesús habla de su partida y de su regreso después de la resurrección
(16:16), aunque Jesús no utiliza el lenguaje de ir y venir, esta idea está presente.
Más aún, hemos concluido que Jesús habla de venir de nuevo en la venida del
Paracletos (14:18). Algunos estudiosos han pensado que esta promesa se refiere a la
parusía, y que resulta más fácil de entender como una referencia a la venida de Jesús en
el Espíritu.
Con referencia a (14:3) muchos intérpretes insisten en que se trata de la misma venida
de Jesús en el Espíritu que se menciona en 14:28. Sin embargo, no se puede determinar
que Jesús pretendiera reemplazar la parusía con el Paracletos.
Dodd admite que en14:3 “tenemos el enfoque más próximo al lenguaje tradicional de la
Escatología de la Iglesia”. Dodd compara este pasaje con las palabras de Pablo en 1
Tesalonicenses 4:13-18, las cuales representan la creencia de la época sobre el retorno
de Cristo y la reunión de sus discípulos con él.
Es difícil que Juan concibiera el suceso redentor como un solo evento complejo que
abarcaba la muerte, la resurrección, la ascensión y la parusía (espiritual), como
sostienen estudiosos como Dodd y Robinson.
Resurrección
La enseñanza de la resurrección en Cuarto Evangelio tiene que ver tanto con un evento
escatológico futuro como una realidad espiritual presente. Hay un énfasis reiterado en la
resurrección corporal en el último día cuando los muertos serán resucitados en plenitud
de vida eterna; pero también encontramos que la vida que pertenece a la resurrección ha
irrumpido en este siglo y está a disposición de las personas en el ámbito espiritual. Este
disfrute anticipado de la resurrección es gracias a Cristo que es la
resurrección y la vida.
La vida resucitada, tanto futura como presente, está en Cristo; el que cree en él aunque
haya muerto físicamente, vivirá de nuevo; y quienquiera que disfrute de la bendición de
la vida espiritual en el presente por medio de la fe en él algún día entrará en una
existencia inmortal.
Dodd dice que la resurrección de Lázaro es una ilustración de que la vida eterna por
medio de Cristo es algo que se posee en el presente “y no una esperanza para el último
día”. La resurrección, según el Cuarto Evangelio, es tanto algo para su disfrute subjetivo
aquí y ahora como una realidad objetiva en la consumación escatológica.
Algunos investigadores sugieren que este pasaje contiene una difícil combinación de
dos escatologías: la escatología del evangelista y la popular que el autor no podía
ignorar totalmente a pesar de estar en desacuerdo. Incluir pasajes como éste produjo la
combinación de dos escatologías diferentes, una espiritual y otra realista. Sin embargo,
no hay ningún conflicto entre ellas: sólo hay una tensión entre la Escatología hecha
realidad y futurista.
La única interpretación que valora de forma adecuada estas palabras es la que reconoce
que habrá en el Siglo Venidero, diferente de la vida de este siglo. Desde esta
perspectiva, la Escatología del Cuarto Evangelio está muy adecuada con la de los
Sinópticos y la del resto del Nuevo Testamento.
La vida eterna puede disfrutarse aquí y ahora respondiendo a la palabra de Cristo, y ese
mismo poder que garantiza la vida eterna a los creyentes durante su existencia terrenal
les resucitará después de la muerte para entrar en una existencia renovada en un mundo
más allá.
El juicio
Así como la vida eterna y la resurrección implican tanto un presente como un futuro, el
juicio también se concibe como una separación futura que se llevará a cabo en el último
día y como una separación espiritual presente entre las personas dependiendo de su
relación con Cristo. El juicio escatológico futuro se afirma en 12:48: “El que me
rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella
le juzgará en el día postrero”.
Este lenguaje escatológico dirigido hacia un día último en el que los seres humanos
serán juzgados. En este caso la norma de este juicio serán las palabras de Jesús. El
pensamiento de separación entre buenos y malos también está dicho de la resurrección
de vida, y los que han obrado mal a la de juicio (Jn. 5:28,29). Los justos serán
resucitados para disfrutar de la plenitud de la vida eterna; pero los malos
experimentarán una resurrección para ser juzgados por sus malas obras.
La condenación futura ya está determinada porque las personas no han querido creer en
Cristo. Aunque los Sinópticos no enfatizan el elemento de la fe en la persona de Jesús,
si encontramos, sin embargo, el mismo pensamiento de que destino futuro de las
personas se basa en su reacción actual a la persona y misión de Jesús.
Hemos descubierto en nuestro estudio de los Evangelios Sinópticos que el Reino se hizo
presente en el mundo en la persona de Cristo, y en él los seres humanos se ven
interpelados por el Reino de Dios, lo cual les exige una decisión. En la medida que ellos
responden afirmativamente con fe al Reino futuro en el momento de su venida
escatológica. Este es en esencia el pensamiento expresado aquí, en el Cuarto Evangelio,
aunque de una forma diferente.
“El que cree en Jesús en cierto sentido ya ha superado el juicio; y es como si estuviera
más allá de él habiendo pasado de muerte a vida”.
Este reconocimiento del juicio como una realidad espiritual presente no nos permite de
ningún modo ignorar el contenido del juicio escatológico. El juicio escatológico futuro
no se convierte en uno espiritual presente, sino que permanece.
Así pues el juicio como la resurrección es todavía una experiencia escatológica futura;
pero también es una realidad espiritual presente por la respuesta favorable o
desfavorable de las personas, de fe o de incredulidad en la persona de Jesús.
Para los que creen el juicio ya ha tenido lugar, se les ha declarado inocentes o se les ha
llamado justos. Para los que no creen, su condenación ya está definida, su juicio es
seguro, porque han visto la luz y la han rechazado. Por lo tanto, el juicio en realidad es
la ejecución de una sentencia que ya ha sido pronunciada. “El juicio escatológico en el
día postrero es una manifestación última del juicio que se celebra aquí y ahora de
acuerdo con la respuesta humana al llamamiento divino”.
La venida de Cristo
Sermón 4: ¿Por
qué vendrá Jesús
otra vez? (Juan
14:1-6)
TEXTO: “… voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y
si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os
tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy vosotros
también estéis” (Jn 14:2,3)
LECTURA BÍBLICA: Juan 14:1-6
ORACIÓN POR LA OFRENDA: En este día en que
celebramos el nacimiento del niño Jesús venimos a
ofrecerte, Padre nuestro, la profunda gratitud de
nuestros corazones y las alabanzas de nuestros labios.
Venimos a adorarte con nuestras dádivas, fruto de
nuestro trabajo. Te agradecemos por la capacidad de
trabajar, ganar y ahorrar, y de poseer y de compartir con
otros. Agrega tus bendiciones a estas dádivas a fin de
que las buenas nuevas de tu amor se puedan conocer en
esta comunidad (ciudad, barrio, etc.) y hasta el último
rincón de la tierra. Te lo suplicamos en el nombre amado
de Jesucristo. Amén.
INTRODUCCIÓN: La historia de la Navidad no está
completa sin la segunda venida de Cristo. El cristianismo
tuvo una encarnación histórica, y tendrá también una
consumación en la historia. La salvación, el motivo de la
primera venida de Cristo, estaría incompleta si el Señor
no viniera otra vez. La segunda venida de Cristo es el
hecho glorioso que hará fructificar todos los beneficios y
bendiciones de la salvación y del evangelio.
¿Por qué vendrá Cristo otra vez? Busquemos las
respuestas a esta gran pregunta.
1. JESÚS VIENE OTRA VEZ PARA BUSCAR A LOS SUYOS
Jesús dijo: “…voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os
tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy vosotros
también estéis” (Jn 14:2,3).
(xx)
Cristo volvió de la tierra al cielo para allí preparar un
hogar para su pueblo. Los suyos serán reunidos con él.
(xx)
Cuando venga resucitará a los muertos justos: “Y los
muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Ts 4:16).
(xx)
2. JESUCRISTO VIENE OTRA VEZ PARA HACER JUICIO
La Biblia pone muy en claro que Cristo vendrá para
juzgar. Su venida será la gloria para el creyente pero el
desastre para el que no es salvado.
(xx)
Y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con
nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el
cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego,
para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni
obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los
cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la
presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Ts 1:7-
9).
(xx)
Oíd al Señor Jesús hablar de este tiempo de juicio: “He
aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para
recompensar a cada uno según sea su obra” (Ap 22:12).
(xx)
Oigamos al apóstol Pablo: “Te encarezco delante de Dios
y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los
muertos en su manifestación y en su reino” (2 Ti 4:1).
(xx)
Habrá una hora de rendir cuentas, y será cuando el
Señor venga otra vez.
(xx)
3. JESÚS VIENE OTRA VEZ PARA RECOMPENSAR A LOS
JUSTOS
Cuando Cristo venga por segunda vez, los justos serán
recompensados por su fidelidad. Enviará a sus ángeles y
reunirán a los elegidos. Los redimidos serán preparados
para la eternidad; se colocarán coronas en las frentes
dignas y, vestidos de blanco, los redimidos entrarán al
reino del Señor, donde nada podrá jamás molestar ni
atemorizar, ni afear ni causar tristeza.
(xx)
Será al aparecer el príncipe de los pastores que su
pueblo recibirá la corona de gloria que jamás se
marchitará (1 P 5:4).
(xx)
4. CRISTO JESÚS VIENE OTRA VEZ PARA RECHAZAR AL
PERDIDO, AL INCRÉDULO
La segunda venida de Cristo será trágica para el
incrédulo, el perdido, la persona que rechaza a Cristo
como Salvador y Señor. Será un tiempo espantoso para
aquellos que no son redimidos, que no son
salvos.Oigamos lo que dice el Señor Jesús: “Apartaos de
mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y
sus ángeles… e irán estos al castigo eterno, y los justos
a la vida eterna”(Mt 25:41,46).Pablo dice que Cristo viene
“en llama de fuego, para dar retribución a los que no
conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro
Señor Jesucristo” (2 Ts 1:8)
(xx)
Aquellos que han rechazado la misericordia de Cristo
han dado la espalda a su verdad, han pisoteado su ley,
han descuidado su iglesia, han perseguido a su pueblo y
han despreciado su gracia, se precipitarán a su destino
eterno cuando Cristo venga otra vez.
(xx)
5. CRISTO VIENE PARA HACER CAMBIOS COSMICOS EN LA
TIERRA
Hay pasajes de la Biblia que atribuyen consecuencias
cósmicas a la segunda venida de Cristo (Ro 8:19-23).
(xx)
Simón Pedro dijo: “… Esperando y apresurándoos para la
venida de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose,
serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se
fundirán. Pero nosotros esperamos, según sus promesas,
cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la
justicia”(2 P 3:12,13).
(xx)
La tierra fue maldecida después que Adán y Eva pecaron
en el Jardín de Edén. La armonía y la hermosura serán
restauradas. El segundo Adán anulará completamente
todo lo hecho por el primer Adán.
(xx)
Habrá un cielo nuevo y una tierra nueva.
(xx)
6. JESUCRISTO VIENE OTRA VEZ PARA INTRODUCIR EL
REINO ETERNO DE DIOS
En su segunda venida Cristo completará la obra de la
redención. Luego devolverá el reino a Dios el Padre.
(xx)
Pablo dijo: “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios
y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda
autoridad y potencia” (1 Co 15:24).
(xx)
7. CRISTO VIENE OTRA VEZ PARA MANIFESTAR SU
GLORIA
Pablo dijo: “Te mando delante de Dios, que da vida a
todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la
buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el
mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la
aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su
tiempo mostrará el bienaventurado y sólo Soberano, Rey
de reyes, y Señor de señores, el único que tiene
inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien
ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea
la honra y el imperio sempiterno. Amén” (1 Ti 6:13-16).
(xx)
Cristo tiene gloria y ha entrado en su gloria ahora.
Cuando venga la segunda vez, será para manifestar su
gloria actual.
(xx)
Cristo ha sido glorificado con la gloria que tuvo con el
Padre “antes que el mundo fuese” Jn 17:5).
Cristo fue glorificado en su muerte (Jn 12:23; 13:31).
Pedro declaró a los judíos que en la resurrección de
Cristo “el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios
de nuestros padres ha glorificado a su Hijo Jesús” (Hch
3:13; 1 P 1:21).
Cristo ahora tiene un cuerpo glorificado (Fil 3:21).
A Cristo le glorifica el Espíritu Santo (Jn 16:14).
Cristo se glorifica en sus redimidos (Jn 17:10).
Cristo es glorificado en los sufrimientos de los suyos (1
Pe 4:14).
Cristo es glorificado en el evangelio (2 Co 8:19).
Cristo es glorificado como el gran Sumo Sacerdote (He
5:5).
El mismo evangelio que se predica ahora es “el
evangelio de la gloria de Cristo” (2 Co 4:4) y “el glorioso
evangelio del Dios bendito” (1 Ti 1:11).
Jesús viene otra vez para manifestar su gloria, toda su
gloria.
8. JESÚS VIENE OTRA VEZ PARA REINAR PARA TODA LA
ETERNIDAD
Sí, Jesús vendrá como Rey de reyes y Señor de señores
para reinar durante siglos sin fin.
(xx)
Oigamos al apóstol Juan: “Entonces vi el cielo abierto; y
he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se
llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea… y
en su vestidura yen su muslo tiene escrito este nombre:
REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Ap 19:11,16).
(xx)
El reino sobre el cual reinará nuestro Señor es un reino
eterno. El ángel Gabriel le dijo a María, la madre de
Jesús: “y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y
su reino no tendrá fin” (Lc 1:33).
(xx)
El profeta Daniel dijo: “Yen los días de estos reyes el
Dios del cielo levantará un reino que no será jamás
destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo;
desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él
permanecerá para siempre” (Dn 2:44)
CONCLUSIÓN.
La primera venida de Cristo trajo esperanza. Su segunda
venida es la bendita esperanza del creyente. Al pensar
que él vendrá otra vez, nuestros corazones exclaman
con el apóstol Juan: “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Ap
22:20).
Resurrección y juicio
Cuando la Biblia afirma que el hombre fue creado «a imagen de Dios,» debemos
entender no solamente que era en forma semejante a los ángeles, sino también
que recibió una naturaleza moral capaz de reflejar la imagen divina. Es, en
verdad, esta característica moral la que más distingue al hombre de los otros seres
creados por Dios, y que le hace superior a los animales. Los hombres que carecen
de este sentido moral se vuelven «como animales irracionales, nacidos para presa
y destrucción» (2 Pedro 2:12). La tragedia de la historia humana relatada en los
primeros capítulos de Génesis es que la imagen divina en el hombre fue
envilecida por el pecado, conduciendo inevitablemente a la introducción del
sufrimiento y la muerte; de manera que con respecto a la muerte, y considerado
en su estado no redimido, no «tiene más el hombre que la bestia . . . todo es
hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo» (Eclesiastés 3:19-20). Esta fue
la condenación divina del pecado: que la naturaleza humana envilecida
encontrara su fin en la muerte. El hombre sigue siendo un ser moral, capaz de
apreciar las cosas divinas y responder hasta cierto punto a la voluntad de Dios,
pero está separado de la naturaleza divina y ajeno de la vida de Dios por la
ignorancia que en él hay (Efesios 4:18).
Por lo tanto, si Dios no hubiera intervenido, no habría esperanza para ninguno de
nosotros. La inmortalidad sería una vana fantasía, y nosotros, hallando obstruido
e intransitable el camino que conduce al árbol de la vida, estaríamos condenados
a pasar la vida contemplando melancólicamente nuestra extinción por la muerte.
Es muy necesario reconocer que éste es nuestro estado natural. Sólo entonces
podremos entender verdaderamente el significado maravilloso del evangelio.
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan
3:16).
«¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis?
Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del
pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y
como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de
Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 6:21-23).
Esta señal extraordinaria nos da una clara idea de lo que implica la resurrección,
«el acto de ponerse de pie o levantarse» del estado inconsciente de la muerte. Y
sin duda el propósito de este milagro era proclamar la promesa de una
resurrección similar para los que estén «dormidos» en él cuando venga a la tierra
con «poder y gran gloria.» Aun en tiempos del Antiguo Testamento, ésta era la
esperanza que se ofrecía a los siervos de Dios, según lo que predijo Daniel en su
profecía de los últimos días: «Y muchos de los que duermen en el polvo de la
tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y
confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del
firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a
perpetua eternidad» (Daniel 12:2-3).
En el Nuevo Testamento, se usa la figura de «dormir» para describir la muerte de
aquellos que pertenecen a Dios. Los muertos en el Señor están dormidos. Esta es
la metáfora sencilla de la Escritura que quita a la muerte su aguijón. Aunque
lleven mucho tiempo de estar muertos y sepultados, sin embargo «para él todos
viven»; no han perecido con los que no tienen ninguna esperanza en Cristo, sino
que esperan la venida del Dador de Vida, quien los llamará a una vida más
gloriosa y duradera que la del presente. La salida del «Sol de justicia» introducirá
un nuevo día, y los levantará de sus lechos de muerte para que resplandezcan
«como el sol en el reino de su Padre.» Este es el consuelo que Pablo ofrece a los
creyentes
«acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no
tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también
traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en
palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la
venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo
con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras» (1 Tesalonicenses
4:13-18).
«juntamente con ellos» en las nubes, para recibir al Señor y estar con él para
siempre, administrando los «cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la
justicia» (2 Pedro 3:13).
«está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste,
entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria» (Colosenses
3:3-4).
Nuestra única esperanza de vida está en Cristo. La vida actual del hombre es
pasajera y fugaz. Realmente es una muerte viviente, porque necesariamente
termina en la muerte. Y puesto que la esperanza cristiana se centra en Cristo, los
cristianos esperan que él se manifieste del cielo para darles verdadera vida.
«Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y
enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los
cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro» (Mateo 24:30).
Observamos que no dice que toda la raza humana será juntada, sino «sus
escogidos,» es decir, los llamados por Dios. Algunas personas están fuera del
alcance de la ley de Dios; no duermen en Jesús, sino que perecen en la muerte, y
«su memoria es puesta en olvido» (Eclesiastés 9:5). Tales personas no resucitan,
conforme al principio expuesto en Romanos 2:12:
«Todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que
bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados.»
Todos aquellos, de todas las generaciones, que han conocido la voluntad de Dios
y han llegado a ser responsables ante él como Juez, resucitarán en el Día de
Cristo. Los hombres santos del Antiguo Testamento, muertos desde hace mucho
tiempo, se pondrán de pie una vez más en la tierra. Abraham, Isaac y Jacob
estarán allí, según afirma el Señor mismo, junto con «todos los profetas.» Todos
los héroes de la fe que están enumerados en Hebreos 11, desde Abel hijo de
Adán, duermen en el polvo de la tierra, esperando la llamada que los despertará a
resurrección. Ninguno ha recibido todavía las bendiciones prometidas, porque
Dios en su misericordia ha estimado conveniente llamar a las generaciones
posteriores a heredar las mismas promesas, para que todos sean glorificados al
mismo tiempo:
«Y todos estos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron
lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no
fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros» (Hebreos 11:39-40).
«Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos
puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto
con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el
otro discípulo, que había venido primero al sepulcro: y vio, y creyó» (Juan 20:6-
8).
La naturaleza física de Jesús había sido transformada. Era el mismo Jesús, pero
su cuerpo resucitado había sido glorificado. Comió y bebió delante de ellos,
quienes pudieron ver sus manos y sus pies, y palpar las señales de la crucifixión;
sin embargo, apareció «estando las puertas cerradas» y «se desapareció de su
vista.» Aquí no se trataba de un «fantasma,» sino de un cuerpo glorificado que no
podía más morir, siendo igual a los ángeles (Lucas 20:36). Y fue en Jesucristo
que se cumplió por primera vez la Escritura que dice:
«Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se
haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
Sorbida es la muerte en victoria» (1 Corintios 15:54).
Este cambio de naturaleza será la victoria final sobre el pecado y la muerte para
todos los que tienen por la gracia de Dios el privilegio de participar de él.
Pablo se basa sobre este hecho para suplicar a los romanos que no se entreguen a
la práctica de menospreciar y juzgar a otros:
«Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a
tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque
escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda
lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios
cuenta de sí» (Romanos 14:10-12).
«Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres» (Romanos 2:16).
«revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus
obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra
e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la
verdad, sino que obedecen a la injusticia» (Romanos 2:5-8).
Esta es una clara alusión al juicio que se efectuará cuando vuelva el Señor,
puesto que él lo describe expresamente como el momento de su glorificación y el
establecimiento de su trono en la tierra. La parábola continúa describiendo otra
vez la separación entre las dos clases, siendo las ovejas aquellos que han seguido
con amor y fe al Cordero, y los cabritos aquellos que no lo han hecho. Ahora, el
juez ya conoce en cada momento la vida de sus siervos. Conoce a aquellos que
procuran imitar sus obras de amor y compasión hacia «uno de estos mis
hermanos más pequeños»; y sabe cuando se descuidan estos actos de caridad y
misericordia. El tribunal de Cristo no es un juzgado ante el cual se discutirá la
sentencia, sino un tribunal que simplemente pronunciará el veredicto de esa
infalible sabiduría que «discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón.» Aquellos que sean tenidos por indignos de recibir la gracia de Dios
serán expulsados de la presencia del Rey.
El fuego eterno es la destrucción total del pecado y de todos los «siervos del
pecado.» Esto se llama «castigo eterno» (v. 46) porque no queda más esperanza
de remisión, siendo la condena final e irrevocable. La extinción en el «fuego
eterno» es una expresión figurada. Habiendo vivido en el mundo y muerto en el
pecado, habiendo sido resucitados y juzgados indignos de recibir la inmortalidad,
ahora son despedidos al olvido de la segunda muerte, con la angustia de saber
que están excluidos para siempre de la «gloria, honra e inmortalidad» de los
santos aceptados.
¡Qué perspectiva más bendita se abre, pues, ante aquellos que oyen y hacen la
palabra de Dios! ¡Qué valor más trascendente habrá tenido la vida para ellos!
Oirán la voz grata del Redentor mismo quien les pedirá entrar en el reino; serán
librados para siempre de «este cuerpo de muerte»; sentirán que surge por su
cuerpo el poder glorioso de la vida espiritual, de tal manera que «levantarán alas
como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.» En
resumen, llegarán a ser «participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de
la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia» (2 Pedro 1:4).
¡He aquí verdadera salvación!
En cierta ocasión, Jesús fue interrogado por los saduceos acerca de su enseñanza
sobre la resurrección, en la cual ellos no creían. Citaron el caso hipotético de una
mujer que se casó sucesivamente con siete hermanos; y preguntaron en tono
triunfante: «En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer?» (Lucas
20:33). Pero el Maestro echó a un lado su ridícula polémica, condenando
duramente su ignorancia de las promesas de Dios. «¿No erráis por esto,» dijo,
«porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?» Ellos deberían haber
reconocido la verdad de la resurrección aun por el título de Dios, quien se llama
«el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.» Estos habían muerto conforme a la fe
y todavía estaban muertos, pero «Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.» Por
lo tanto, Abraham, Isaac y Jacob han de resucitar; y desde el punto de vista de
Dios, efectivamente ya viven, porque «todos viven en él.» Sin embargo, dice
Jesús, en lo que se refiere a la pregunta sobre la viuda, el problema no existe
porque «los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la
resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no
pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son Hijos de Dios, al ser
hijos de la resurrección.»
Esta transformación de la naturaleza humana mortal a la igualdad con los ángeles
es el cumplimiento de una obra de la cual la resurrección de entre los muertos es
una parte esencial. Está escrito:
«Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción,
resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se
siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará
cuerpo espiritual» (1 Corintios 15:42-44).
«se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu
nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la
tierra» (Apocalipsis 11:18).
Pero esto no es más que el comienzo de la obra que Dios realizará en ellos. Si
permanecen en él y producen el fruto del espíritu, experimentarán cambios aún
mayores:
«Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el
tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es
el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos
los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán
a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de
condenación» (Juan 5:26-29).
~ L. W. Richardson