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La doctrina del Espíritu Santo es una doctrina bíblica. La Biblia es la única fuente
de donde nosotros podemos obtener cualquier información con respecto a El. La
religión cristiana es la única que tiene al Espíritu Santo.
A medida que estudiamos la doctrina del Espíritu Santo, téngase en cuenta que
Cristo es el centro de la Biblia, el tema principal de los Escritos Sagrados en su
totalidad. Si nosotros fuéramos a colocar a algún otro en su lugar, el resultado
sería una verdadera confusión. El Espíritu Santo no puede desplazar al Hijo de
Dios. El Espíritu Santo no vino a hablar de sí mismo, sino de Cristo. El individuo
que continuamente habla acerca del Espíritu y omite al Hijo demuestra que
realmente no tiene el Espíritu Santo morando en él.
TEOLOGÍA PNEUMATOLÓGICA
El nombre Paráclito procede del término griego παράκaλein, un verbo que significa
llamar a alguien en ayuda, para que acompañe. El Paráclito es quien llega en
lugar de Jesús: “Os conviene que yo me vaya porque, si no me voy no vendrá el
Paráclito, pero si me voy os lo enviaré” (16,7.8-13). Lo mismo que Jesús había
sido enviado por el Padre para hacerle presente, el Paráclito llega para ocupar el
lugar de Jesús que vuelve al Padre, y hacerle presente. Por eso, a veces se habla
y se dice que Jesús es “el otro Paráclito”. El Paráclito que enviará el Padre, una
vez que Jesús se haya ido de vuelta a éste, llegará en lugar de Jesús; será como
el enviado plenipotenciario de Jesús, quien lo había sido del Padre. En la tradición
judicial judía existía una figura que era el ‘enviado plenipotenciario’ que venía de
parte de alguien para realizar una misión; verle a él era como ver a quien le
enviaba. Esta figura es una de las que Juan utiliza para presentar al mismo Jesús
y presentar después al Espíritu. En este último caso caso, la denominación de
Paráclito pretende subrayar la relación estrecha entre ambos y la secuencialidad
de su presencia y sus acciones. Solo cuando se anuncia su presencia, tras la
vuelta de Jesús al Padre, se habla del espíritu otorgado a los discípulos y se hace
con el nombre del Paráclito; el calificativo de Espíritu de la Verdad especifica su
misión concreta respecto a ellos. Jesús vuelve al Padre, pero envía al Paráclito
que es su presencia en la comunidad. La comunidad joánica, que ha
experimentado esta presencia tras la glorificación de Jesús, la presenta de forma
progresiva lo que permite apreciar la profundización teológica, cristológica y
pneumatológica, a la que había llegado la comunidad. Y esta profundización
teológica se vive como don que posibilita el Paráclito y es lo que se desarrolla en
los discursos de despedida, único lugar donde aparece este término y donde se
pone en labios del mismo Jesús, como el origen último de esa “certeza” a la que
ha llegado la comunidad. Las funciones o tareas del Paráclito son dos: 1) ayudar a
recordar y 2) iluminar para poder llegar a la verdad completa. Es decir que, sin ese
recordar, explicar e iluminar lo que se recuerda (la vida, las acciones y palabras de
Jesús que habían recibido), no se podría llegar a la verdad completa. Pero para
poder recordar y entender en profundidad, para alcanzar el verdadero significado
de lo que ha sucedido en Jesús y en su vida.
Para comenzar, en el libro tercero de sus Instituciones, Juan Calvino afirma que el
Espíritu Santo es el nudo con el cual Cristo nos liga firmemente consigo. Debe ser
así, porque mientras Cristo está lejos de nosotros, y nosotros permanecemos
apartados de él, todo cuanto padeció e hizo por la redención del linaje humano no
nos sirve de nada, ni nos aprovecha lo más mínimo». El Espíritu Santo ministra a
través de los tiempos, llevando a Cristo y su salvación a aquellos que viven antes
y después de su obra redentora. No hay salvación sin la elección del Padre y la
humillación y exaltación del Hijo. Es verdad. Sin embargo, nadie disfruta de los
beneficios de la vida, la muerte y la resurrección salvadora de Cristo al margen del
Espíritu Santo. Él es el agente de unión vital, el pegamento del evangelio, el cual
asegura a los pecadores a Cristo Jesús de forma inmediata y permanente.
Pero cuando Él, el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad, porque
no hablará por Su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará
saber lo que habrá de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo Mío y se lo hará
saber a ustedes. Todo lo que tiene el Padre es Mío; por eso dije que Él toma de lo
Mío y se lo hará saber a ustedes» (Juan 16:13-15).
Nueva vida: Romanos 10:9-17 vincula la fe, el oír y la Palabra de Dios. Escuchar
la llamada de Dios a abrazar a Cristo requiere una nueva vida dada por el Espíritu.
Cristo no efectúa la salvación sobre la base de alguna capacidad humana latente
en el alma no regenerada. Las Escrituras describen al incrédulo como no
dispuesto e incapaz de creer (Ro. 8:9-11).
Pecado: Sin el Espíritu, no hay conciencia espiritual de la atrocidad y la
inmoralidad del pecado. Para que un pecador se convenza de la salvación de
Cristo, el Espíritu Santo primero lo expone y lo convence de su pecado (Jn 16:8-
11).
Fe: La fe es una habilitación sagrada, una capacidad espiritual santa y totalmente
espiritual que permite ver a Cristo como es: como Salvador y Mediador, y
abrazarlo en su plena suficiencia salvadora. Puesto que «estábamos muertos en
nuestros delitos y pecados» (Ef 2:1).
ESPÍRITU SANTO EN LA VIDAS DE JESÚS
El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo y Dios
Espíritu Santo, diga conmigo: tercera persona, no es menos personal que Jesús,
no es menos consciente, no es menos específico en Sus preferencias y en Su
funcionamiento que el Padre o el Hijo. El Espíritu Santo hace todas las cosas que
hace una persona: habla, instruye, se molesta, por eso dice “no contristéis al
Espíritu Santo”, se puede insultar al Espíritu Santo también. El Señor ha hablado
de la ofensa contra el Espíritu Santo y nadie sabe qué es lo que ese pecado atrae
que es un pecado de una envergadura muy grande.
Y donde quiera que Dios ha querido hacer algo poderoso en el mundo y a través
de la historia, primero de Su pueblo Israel y después de Su pueblo, la Iglesia,
siempre el Espíritu Santo ha estado presente, es la tercera Persona de la Trinidad
y yo no sé por qué la tendencia de la Iglesia ha sido a través de la historia
concentrarse en el Padre y en el Hijo, y como que mencionamos de paso al
Espíritu Santo, y no darle lo que Él merece que es un lugar central en nuestra vida
y en la vida de la Iglesia, es la tercera Persona de la Trinidad.
Segundo, la Trinidad es un misterio, es posible de describir o de definir por medio
del lenguaje o de la razón humana. Estos instrumentos, el lenguaje, la razón
humana son instrumentos limitados, son producto de la conveniencia del mundo
secuencial y físico en el cual vivimos. El lenguaje tiene sus limitaciones,
pregúntele a cualquier poeta, pregúntele a cualquier lingüista, pregúntele a
cualquiera que trabaja con la naturaleza de la materia al nivel profundo de las
partículas subatómicas, del tiempo-espacio y de la textura del cosmos, cuando el
hombre se entra en lo profundo de la creación mientras más profundo va más
difícil se hace describir lo que está pasando, cuánto más para describir los
misterios de Dios. La Trinidad nadie podrá definirla ni acapararla con el lenguaje
humano.
CONCLUSION