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INTRODUCCION

La palabra pneumatología se deriva de la palabra griega, pneuma, que significa


espíritu, viento, aliento. Por tanto, pneumatología es la doctrina del Espíritu Santo.

La doctrina del Espíritu Santo es una doctrina bíblica. La Biblia es la única fuente
de donde nosotros podemos obtener cualquier información con respecto a El. La
religión cristiana es la única que tiene al Espíritu Santo.

A medida que estudiamos la doctrina del Espíritu Santo, téngase en cuenta que
Cristo es el centro de la Biblia, el tema principal de los Escritos Sagrados en su
totalidad. Si nosotros fuéramos a colocar a algún otro en su lugar, el resultado
sería una verdadera confusión. El Espíritu Santo no puede desplazar al Hijo de
Dios. El Espíritu Santo no vino a hablar de sí mismo, sino de Cristo. El individuo
que continuamente habla acerca del Espíritu y omite al Hijo demuestra que
realmente no tiene el Espíritu Santo morando en él.
TEOLOGÍA PNEUMATOLÓGICA

En la teología cristiana, neumatología se refiere al estudio del Espíritu Santo. En


la doctrina Cristiana popular, el Espíritu Santo es la tercera persona de Dios en
la Trinidad. Algunas variantes de cristianismo niegan que el Espíritu Santo sea
personal, aunque asegurando que puede, en algunas ocasiones, influenciar a las
personas.

Durante el siglo xix, ha sido considerada principalmente como una fuente de


gracia y fe, consignada por la doctrina de la salvación; 1 mientras que el siglo xx fue
de reconocimiento, sobre todo entre los autores protestantes, como por ejemplo
en la teología calvinista en la que el Espíritu Santo juega un papel fundamental,
aunque mucho más en un proto-conocimiento de la escatología.

FUNCIÓN DEL ESPSIRITU SANTO COMO PARACLETO O PARACLITO

El nombre Paráclito procede del término griego παράκaλein, un verbo que significa
llamar a alguien en ayuda, para que acompañe. El Paráclito es quien llega en
lugar de Jesús: “Os conviene que yo me vaya porque, si no me voy no vendrá el
Paráclito, pero si me voy os lo enviaré” (16,7.8-13). Lo mismo que Jesús había
sido enviado por el Padre para hacerle presente, el Paráclito llega para ocupar el
lugar de Jesús que vuelve al Padre, y hacerle presente. Por eso, a veces se habla
y se dice que Jesús es “el otro Paráclito”. El Paráclito que enviará el Padre, una
vez que Jesús se haya ido de vuelta a éste, llegará en lugar de Jesús; será como
el enviado plenipotenciario de Jesús, quien lo había sido del Padre. En la tradición
judicial judía existía una figura que era el ‘enviado plenipotenciario’ que venía de
parte de alguien para realizar una misión; verle a él era como ver a quien le
enviaba. Esta figura es una de las que Juan utiliza para presentar al mismo Jesús
y presentar después al Espíritu. En este último caso caso, la denominación de
Paráclito pretende subrayar la relación estrecha entre ambos y la secuencialidad
de su presencia y sus acciones. Solo cuando se anuncia su presencia, tras la
vuelta de Jesús al Padre, se habla del espíritu otorgado a los discípulos y se hace
con el nombre del Paráclito; el calificativo de Espíritu de la Verdad especifica su
misión concreta respecto a ellos. Jesús vuelve al Padre, pero envía al Paráclito
que es su presencia en la comunidad. La comunidad joánica, que ha
experimentado esta presencia tras la glorificación de Jesús, la presenta de forma
progresiva lo que permite apreciar la profundización teológica, cristológica y
pneumatológica, a la que había llegado la comunidad. Y esta profundización
teológica se vive como don que posibilita el Paráclito y es lo que se desarrolla en
los discursos de despedida, único lugar donde aparece este término y donde se
pone en labios del mismo Jesús, como el origen último de esa “certeza” a la que
ha llegado la comunidad. Las funciones o tareas del Paráclito son dos: 1) ayudar a
recordar y 2) iluminar para poder llegar a la verdad completa. Es decir que, sin ese
recordar, explicar e iluminar lo que se recuerda (la vida, las acciones y palabras de
Jesús que habían recibido), no se podría llegar a la verdad completa. Pero para
poder recordar y entender en profundidad, para alcanzar el verdadero significado
de lo que ha sucedido en Jesús y en su vida.

Según el evangelio de Juan, el recuerdo que posibilita el Paráclito no era un mero


recuperar algo que estaba ahí, como puesto en un cajón, sino que suponía
comprender, en una nueva totalidad de sentido, la vida de Jesús y su persona. El
evangelio de Juan y los discursos de despedida se escriben a finales del s.I o
comienzos del s.II, es decir, entre la segunda y la tercera generación, y la
comunidad cuenta ya con una vida larga y unas necesidades muy distintas, por
eso, no se trataba únicamente de recordar lo que Jesús hizo o dijo, recogiendo y
repitiendo sin más las tradiciones anteriores, sino profundizarlas e iluminarlas para
alcanzar su verdad profunda . Y es ahí donde se ve la labor del Paráclito. la
comunidad cree que el Paráclito, el enviado por Jesús, les ha ayudado a recordar
en profundidad y a ver lo recordado en una nueva totalidad de sentido, con una
profundidad mayor, que les posibilita responder, con una hondura inusitada, a la
pregunta por la verdadera identidad de Jesús en relación con Yahvé. Se trata de
una interpretación de los hechos que posibilita el Espíritu de la Verdad, y esa
interpretación profunda es lo que se ha plasmado en el evangelio de Juan. En este
evangelio proliferan los verbos ‘mirar’, ‘ver’, para los que se usan diferentes verbos
griegos para designar diferentes modalidades de la acción de ver y mirar. Algunas
veces, en lugares concretos, se usa el término que podríamos traducir como”
escudriñar” (los signos visibles) y que hace alusión a ese saber mirar en el fondo
que es lo que la comunidad ha hecho con la vida de Jesús.

CUÁL EL ROL SALVÍFICO DEL ESPÍRITU SANTO

Como agente de salvación, el Espíritu Santo entrega a Cristo y todas las


bendiciones espirituales que la Escritura ha prometido al pueblo de Dios. El
Espíritu otorga a la Iglesia lo que Cristo logró para la iglesia.

La salvación es propuesta por el Padre, cumplida por el Hijo y ejecutada por el


Espíritu Santo. Sin la acción del Espíritu en la salvación, todo lo que Cristo ha
cumplido no tendría ningún valor para nosotros. Tal y como presenta la Escritura
de manera consistente, el Espíritu nos da gracia, efectividad y nos da
permanentemente a Cristo Jesús y cada bendición que ha prometido. Nuestra
salvación está únicamente en Cristo. Nuestra salvación es únicamente por el
Espíritu.

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo desempeñan funciones distintas en la


salvación y actúan de forma soberana y sin fisuras. Sin embargo, a pesar del
papel integral del Espíritu Santo en la salvación, su ministerio se subestima con
frecuencia, y su labor redentora, incluida la iluminación de las Escrituras, queda
relegada a un epílogo teológico. Algunos consideran que el Espíritu es necesario
para el nuevo nacimiento (el comienzo de la experiencia de la salvación), pero lo
consideran funcionalmente irrelevante después. Otros perciben al Espíritu como
su genio privado, generador de experiencias, cumplidor de sueños y obrador de
milagros.

Para comenzar, en el libro tercero de sus Instituciones, Juan Calvino afirma que el
Espíritu Santo es el nudo con el cual Cristo nos liga firmemente consigo. Debe ser
así, porque mientras Cristo está lejos de nosotros, y nosotros permanecemos
apartados de él, todo cuanto padeció e hizo por la redención del linaje humano no
nos sirve de nada, ni nos aprovecha lo más mínimo». El Espíritu Santo ministra a
través de los tiempos, llevando a Cristo y su salvación a aquellos que viven antes
y después de su obra redentora. No hay salvación sin la elección del Padre y la
humillación y exaltación del Hijo. Es verdad. Sin embargo, nadie disfruta de los
beneficios de la vida, la muerte y la resurrección salvadora de Cristo al margen del
Espíritu Santo. Él es el agente de unión vital, el pegamento del evangelio, el cual
asegura a los pecadores a Cristo Jesús de forma inmediata y permanente.

PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO

En la víspera de su crucifixión, Jesús informó a sus discípulos de la solidaridad


intacta (¡e inquebrantable!) entre Él, el Padre y el Espíritu.

Pero cuando Él, el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad, porque
no hablará por Su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará
saber lo que habrá de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo Mío y se lo hará
saber a ustedes. Todo lo que tiene el Padre es Mío; por eso dije que Él toma de lo
Mío y se lo hará saber a ustedes» (Juan 16:13-15).

1. Jesús afirma el marco trinitario eterno de la redención. La salvación es un


acto divino y un don divino; y en su totalidad, se alcanza por el propósito y
la obra del Dios Trino (Ef 1:3-14).

2. Jesús habla explícitamente de lo que dice y hace el Espíritu Santo. El


Espíritu nunca se desentiende de los propósitos salvíficos trinitarios. Es el
Agente de la salvación, promueve e ilumina al Hijo de Dios como único
Mediador entre Dios y los hombres (2 Ti 2:5).

EL ESPÍRITU SANTO Y LA SALVACIÓN

 Nueva vida: Romanos 10:9-17 vincula la fe, el oír y la Palabra de Dios. Escuchar
la llamada de Dios a abrazar a Cristo requiere una nueva vida dada por el Espíritu.
Cristo no efectúa la salvación sobre la base de alguna capacidad humana latente
en el alma no regenerada. Las Escrituras describen al incrédulo como no
dispuesto e incapaz de creer (Ro. 8:9-11).
 Pecado: Sin el Espíritu, no hay conciencia espiritual de la atrocidad y la
inmoralidad del pecado. Para que un pecador se convenza de la salvación de
Cristo, el Espíritu Santo primero lo expone y lo convence de su pecado (Jn 16:8-
11).
 Fe: La fe es una habilitación sagrada, una capacidad espiritual santa y totalmente
espiritual que permite ver a Cristo como es: como Salvador y Mediador, y
abrazarlo en su plena suficiencia salvadora. Puesto que «estábamos muertos en
nuestros delitos y pecados» (Ef 2:1).
ESPÍRITU SANTO EN LA VIDAS DE JESÚS

El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo y Dios
Espíritu Santo, diga conmigo: tercera persona, no es menos personal que Jesús,
no es menos consciente, no es menos específico en Sus preferencias y en Su
funcionamiento que el Padre o el Hijo. El Espíritu Santo hace todas las cosas que
hace una persona: habla, instruye, se molesta, por eso dice “no contristéis al
Espíritu Santo”, se puede insultar al Espíritu Santo también. El Señor ha hablado
de la ofensa contra el Espíritu Santo y nadie sabe qué es lo que ese pecado atrae
que es un pecado de una envergadura muy grande.

Pero, el Espíritu Santo escucha, reacciona, es animado cuando se le menciona y


se le pide que se mueva en la vida de los hijos de Dios, es la tercera Persona de
la Trinidad y lo vemos en todas partes de la Biblia desde el momento mismo, como
yo decía más temprano, de la creación, el Espíritu se posaba sobre las aguas, el
Espíritu de Dios, y el Espíritu de Dios estuvo poderosamente involucrado en el
acto de la creación.

Y donde quiera que Dios ha querido hacer algo poderoso en el mundo y a través
de la historia, primero de Su pueblo Israel y después de Su pueblo, la Iglesia,
siempre el Espíritu Santo ha estado presente, es la tercera Persona de la Trinidad
y yo no sé por qué la tendencia de la Iglesia ha sido a través de la historia
concentrarse en el Padre y en el Hijo, y como que mencionamos de paso al
Espíritu Santo, y no darle lo que Él merece que es un lugar central en nuestra vida
y en la vida de la Iglesia, es la tercera Persona de la Trinidad.
Segundo, la Trinidad es un misterio, es posible de describir o de definir por medio
del lenguaje o de la razón humana. Estos instrumentos, el lenguaje, la razón
humana son instrumentos limitados, son producto de la conveniencia del mundo
secuencial y físico en el cual vivimos. El lenguaje tiene sus limitaciones,
pregúntele a cualquier poeta, pregúntele a cualquier lingüista, pregúntele a
cualquiera que trabaja con la naturaleza de la materia al nivel profundo de las
partículas subatómicas, del tiempo-espacio y de la textura del cosmos, cuando el
hombre se entra en lo profundo de la creación mientras más profundo va más
difícil se hace describir lo que está pasando, cuánto más para describir los
misterios de Dios. La Trinidad nadie podrá definirla ni acapararla con el lenguaje
humano.
CONCLUSION

1. A medida que estudiamos la doctrina del Espíritu Santo, téngase en cuenta


que Cristo es el centro de la Biblia, el tema principal de los Escritos
Sagrados en su totalidad. Si nosotros fuéramos a colocar a algún otro en su
lugar, el resultado sería una verdadera confusión.
2. El Espíritu Santo no puede desplazar al Hijo de Dios. El Espíritu Santo no
vino a hablar de sí mismo, sino de Cristo. El individuo que continuamente
habla acerca del Espíritu y omite al Hijo demuestra que realmente no tiene
el Espíritu Santo morando en él.
3. Al hablar de Espíritu se hace referencia a algo que opera fuera de nuestro
entorno físico, esto no quiere decir que el Espíritu Santo de Dios no tenga
influencia en nosotros de una forma directa y en nuestro mundo natural,
pero para entender las cualidades del Espíritu Santo, debemos comprender
primeramente que es.
4. La manifestación del Espíritu Santo en el Nuevo Pacto, tenía un objetivo
más amplio y sin limitaciones. Con la Venida de Jesús a la Tierra y Su obra
redentora, se marca la pauta de una Nueva Era: La Era del Espíritu.
cumpliéndose así la promesa de que Dios derramaría Su Espíritu sobre
toda carne. Esto sucedería una vez que Jesús cumpliera Su ministerio en la
Tierra como Redentor de la humanidad y ascendiera triunfante a los cielos.
5. Porque es la palabra de la promesa la que nos llena de esperanza, y la
esperanza nos llena de gozo, y el gozo rebalsa en el poder y libertad para
amar a nuestro prójimo. Y esa es la plenitud del Espíritu Santo.

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