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GONZALO SANABRIA ANZOLA

EL LENGUAJE
DEL
ESPÍRITU SANTO
Los dones y doctrina del
Espíritu Santo
(Neumatología)

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en cualquier forma o por cualquier medio, mecánico, fotocopias, grabación
u otro, sin autorización expresa del autor.
Excepto para citas breves en revistas o libros con la correspondiente
mención. A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas han sido
tomadas de la Biblia Versión Reina-Valera de 1960, de las sociedades
Bíblicas. Todos los derechos reservados.

DEDICATORIA

Dedico este libro a mi buen Dios, por Su amor y paciencia conmigo. A


Jesucristo mi salvador y maestro y al Espíritu Santo bendito Consolador. A
mi linda esposa Andrea regalo de Dios y a mi hijo Daniel.

AGRADECIMIENTOS

A mi familia, a la iglesia que Dios me permite pastorear (por su apoyo y


oraciones), a todos los que leen nuestras publicaciones, y por supuesto a
Dios, quien me da la fuerza y la capacidad para escribir y desarrollar el
llamado que me ha hecho.

Contenido

INTRODUCCIÓN
EL ESPÍRITU SANTO ES NUESTRO CONSOLADOR ¿Y ESO QUÉ SIGNIFICA?
EL SOBRENATURAL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO
LAS LENGUAS DEL ESPÍRITU SANTO EN EL CREYENTE
LOS SÍMBOLOS DEL ESPÍRITU SANTO Y LA REVELACIÓN DETRÁS DE ESTOS
SIGNIFICADO, IMPORTANCIA Y CORRECTO USO DE LA UNCIÓN
LA UNCIÓN EN LA BATALLA ESPIRITUAL DEL CRISTIANO
LOS NOMBRES DEL ESPÍRITU SANTO Y SU PODEROSO SIGNIFICADO
INICIO Y DESARROLLO DEL MOVER DEL ESPÍRITU SANTO
LOS SOBRENATURALES DONES DEL ESPÍRITU SANTO
LOS DONES DE PODER
1) EL DON DE FE:
2) EL DON DE HACER MILAGROS:
3) LOS DONES DE SANIDADES:
LOS DONES DE INSPIRACIÓN O EXPRESIÓN
1) EL DON DE LA PROFECÍA:
2) EL DON DE DIVERSOS GÉNEROS DE LENGUAS:
3) INTERPRETACIÓN DE LENGUAS:
LOS DONES DE REVELACIÓN:
1) PALABRA DE SABIDURÍA:
2) PALABRA DE CIENCIA:
3) DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS:
EL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA DEL SEÑOR JESÚS
EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO EN ACCIÓN
EL CARÁCTER Y LA UNCIÓN
EL CRISTIANO COMO TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO

INTRODUCCIÓN

“Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo” le dijeron ciertos discípulos
a Pablo en Éfeso. Es una situación que guarda mucha relación con la
realidad de la iglesia hoy día. ¿Qué tanto conocemos al Espíritu Santo?
¿Tenemos una verdadera amistad con él? ¿Cuáles son y cómo funcionan los
dones del Espíritu Santo? ¿Esas manifestaciones del Espíritu están diseñadas
para todos los hijos de Dios? ¿Qué es la unción y cómo usarla
correctamente? ¿Qué es la profecía y como examinarla correctamente?
Estas y muchas preguntas más procuramos despejar en éste libro. La realidad
del Espíritu Santo y su profundo deseo de comunicarse con el cristiano es
una verdad que debe conocer todo hijo de Dios. Distinguir la voz y dirección
del Espíritu es esencial para alcanzar los planes del Señor en la tierra.
Ésta lectura despertará en el corazón del lector un mayor deseo por conocer
a Dios, sus secretos, su naturaleza y poder, y guiado por el Espíritu Santo
caminará en una nueva vida espiritual. Encontrarás en éste libro un llamado
de Dios a tu corazón para caminar con él en otro nivel del espíritu y ser un
instrumento de bendición para muchos.

Capítulo 1

EL ESPÍRITU SANTO ES NUESTRO CONSOLADOR ¿Y


ESO QUÉ SIGNIFICA?

Para construir una buena amistad se requiere un buen conocimiento mutuo,


tiempo, sinceridad, respeto y un continuo dialogo. Es interesante que la
Biblia nos enseñe que Abraham fue llamado amigo de Dios.

Hoy día, en el creyente mora el Espíritu Santo, y él quiere ser también


nuestro mejor amigo. Uno que nos aconseja, enseña, anima y procura que
cada día nos acerquemos más a la voluntad perfecta de Dios. Aquel que nos
puede ayudar a ser más como Cristo, él es el Consolador.
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre” Juan 14:16.
En primer lugar vamos a definir el término Consolador a la luz del Nuevo
Testamento. “Consolador” es la traducción del término griego “parakletos”
que literalmente significa: llamado al lado de uno, intercesor, abogado,
auxiliador, ayudador, consejero.
En el Antiguo Testamento cuando aparece el término consolador aparece en
relación con la obra protectora de Dios hacia su pueblo, pero es en el Nuevo
Testamento donde se revela el Consolador, el Espíritu Santo. Jesús nos dice
en Juan 14:16 “el Padre os dará otro Consolador”, el término “otro” del
griego “allos” significa otro de la misma clase.
Jesús fue quien estuvo con los discípulos, les enseñó, los defendió y guió,
ahora anuncia que vendrá otro Consolador, entonces el Espíritu Santo quiere
hacer con nosotros lo que Jesús hizo con los doce, es decir enseñar, instruir,
acompañar, corregir, guiar, animar, etc…
Parakletos es un término que se usaba en las cortes de justicia griegas para
denotar a un asistente legal, un defensor, un abogado; de ahí, generalmente, el
que aboga por la causa de otro, un intercesor, abogado.

En ocasiones cuando la persona no tenía con que pagar su defensa buscaba


alguien en su comunidad con influencia, autoridad y respaldo patrimonial
para que lo acompañara y defendiera en el juicio (por eso dice el versículo:
“para que esté con vosotros para siempre”).
El Consolador se revela en la comunión intima de los hijos de
Dios.
Es muy importante ver que Jesús utilizó éste término (Consolador) para
referirse al Espíritu Santo cuando estaba sólo con los discípulos, no estaban
allí las multitudes que le seguían. Esto ocurre en la cena del aposento alto.

La narración del capítulo trece al diez y siete del Evangelio de Juan nos
muestra lo ocurrido durante la cena de Jesús con sus discípulos solamente.
La cena para los judíos es un momento de intimidad. Solo estaban Jesús y los
once según Juan 13:26-30, Judas ya se había retirado.
La revelación del Espíritu Santo como Consolador se da a los once, porque
la Escritura dice: “cosas que ojo no vio, ni oído oyó, son las que Dios ha
preparado para los que le aman”. Entonces concluimos que el Consolador es
revelado en un momento de intimidad con Jesús.
El Señor Jesús se está despidiendo, y les dice: “no os dejaré huérfanos” Juan
14:18. La palabra “huérfanos” es traducida del término griego “orfanós” que
traduce: sin padres, afligido, desamparado, persona sin amigos. Jesús Los
hace conscientes que no se quedarán solos, vendrá el otro Consolador, el
Espíritu Santo para acompañarlos, guiarlos y ungirlos en la nueva misión al
mundo.
El Señor Jesús no dejo solos a sus discípulos, les envió el Consolador. La
obra del Espíritu Santo en cada uno de nosotros es maravillosa. Al leer el
Libro de los Hechos vemos las cosas que el Espíritu Santo hizo con ellos,
los grandes milagros, maravillas, y señales entre el pueblo.

Pero ante todo podemos ver las grandes transformaciones de Dios en las
vidas de los apóstoles, por ejemplo el indeciso e inconstante Pedro, no solo
se convierte en el líder del avivamiento en Jerusalén que gano miles de
almas para Cristo, sino en un hombre valiente, osado y firme.
“Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi
nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os
he dicho”, Juan 14:26.
Observemos en detalle y a la luz del pasaje anterior el papel del Consolador
en el hijo de Dios:
Acompañamiento: Recordemos que la primera expresión del significado de
Consolador, del griego Parakletos, es uno que acompaña, que está al lado. El
temor que vino sobre los discípulos al saber que Jesús se iba, es el que
viene muchas veces al creyente ante un futuro incierto, pero así como los
discípulos del Señor por el poder del Espíritu Santo avanzaron y vencieron,
nosotros podemos avanzar y vencer.
Enseñanza: Juan 14:26 nos dice: “Él os enseñará”, él hará las veces de
maestro, pues es el enviado de Dios al creyente para que sea instruido. No
sólo me revela la Biblia, sino que me enseña e instruye acerca de la vida en
el espíritu para caminar en victoria. Es nuestro maestro en el día a día.
Da testimonio: Juan 15:26 “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os
enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará
testimonio acerca de mí”. Consideremos primero el término “testimonio”,
traducción del griego “marturéo”, raíz de la palabra mártir, aquí podemos
recordar a aquellos que murieron dando testimonio de Cristo, término que
además significa: testificar, ser testigo, afirmar, ratificar, hablar
favorablemente, aprobar.
El testimonio del Espíritu Santo a nuestro espíritu humano renacido, requiere
silencio, mansedumbre, anhelo de ser oído (ser percibido en el espíritu), por
eso aquí es llamado también: el Espíritu de verdad, para que el creyente no
sea engañado por el padre de mentira: el diablo.

Santificar y revelar la herencia de Dios en Cristo: Juan 16:7-15. El


Espíritu Santo convence al mundo de su condición pecadora, pero también
redarguye al creyente cuando va por malos caminos. El Espíritu Santo no
habla por su propia cuenta, sino que habla lo que oye decir al Padre y al
Hijo, y revela la herencia del Padre para sus hijos.
El amor de Dios por sus hijos es tan grande que vino él mismo a salvarnos, y
luego viene a morar en nosotros por el Espíritu Santo. Él anhela darse a
conocer y desarrollar una profunda amistad con cada uno de nosotros,
permitamos pues su obra en nuestro corazón.
Te invito a hablar con Dios por un momento y dile que te permita conocer
más la verdad y realidad del Consolador en tu vida. Gracias te damos Señor
por darnos ésta salvación tan grande y por enviar tu Espíritu Santo a nuestra
vida. Espíritu Santo ayúdame a conocerte más y haz tu poderosa obra en mí.
Veamos ahora a continuación un tema muy importante: El bautismo en el
Espíritu Santo y las lenguas del Espíritu…

Capítulo 2

EL SOBRENATURAL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU


SANTO
“Juan ciertamente bautizó en agua, más vosotros seréis bautizados con el
Espíritu Santo”, Hechos 11:16.
Vemos en primer lugar el significado de la palabra bautismo:
Del término griego “Baptízo” que significa: dejar abrumado (completamente
mojado); del verbo primario “Bápto” que traduce: arrollar, inundar, cubrir
completamente con un fluido; mojar, teñir, bañar. Implica la saturación
completa del ser interior por la persona del Espíritu Santo.
Aún la lengua del ser humano funciona de acuerdo al control del Espíritu.
Hechos 2:4. Las ciento veinte personas en el aposento alto fueron movidos y
conmovidos profundamente, pues quienes estaban alrededor dijeron de ellos:
"Están llenos de mosto" Hechos 2:13, esto significa “están ebrios”.
Las Sagradas Escrituras dejan el hecho de que la porción que recibe el hijo
de Dios es solamente las arras (o principio) de lo que disfrutaremos más
adelante, Efesios 1: 13-14. La verdad esencial es que: "No es cuánto del
Espíritu uno tiene, sino cuanto de uno tiene el Espíritu". Es evidente entonces
que para ser lleno del Espíritu Santo no hay lugar para el ego del ser
humano.
Consideremos ahora una breve perspectiva histórica del mover del
Espíritu Santo en cuanto al bautismo:
La venida del Espíritu Santo de Dios en el día de la fiesta de Pentecostés fue
declarado como el cumplimiento profético y específico de Joel 2: 18-19,
profecía que prometió la experiencia a todas las personas de diversas
clases.

Juan el Bautista enseñó la predicción del bautismo del Espíritu Santo como
un aspecto importante en el ministerio del Mesías que habría de venir, según
Lucas 3:16 y Juan 1: 33
“respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero
viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa
de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego”.
“Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me
dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése
es el que bautiza con el Espíritu Santo”.
Vemos pues como el Pentecostés original validó la obra redentora del Señor
Jesucristo y constituyó un evento dispensacional al venir el Espíritu Santo de
Dios a la tierra para morar en Su Iglesia y actuar a través de ésta.

Al considerar el registro bíblico vemos que la fiesta de Pentecostés en el


Antiguo Testamento tomó lugar cincuenta días después de la Pascua. Esto
representaba o daba inicio al comienzo de la cosecha. Así pues, de manera
simbólica el derramamiento inicial del Espíritu Santo en el día de
Pentecostés fue el inicio de la cosecha del Evangelio del reino de Dios.
Vemos luego que la experiencia de Hechos dos continuó siendo normal en la
Iglesia del Nuevo Testamento. Por eso vemos un total de cinco casos en el
libro de los Hechos que narran y describen un derramamiento Pentecostal
del Espíritu similar al sucedido originalmente en el día de Pentecostés.

El último caso que registra la Biblia está en el libro de los Hechos capítulo
diez y nueve, y esto sucedió unos veinte y uno años después del
derramamiento original en Jerusalén.
La historia recoge algunos testimonios de experiencias similares en la
Iglesia Primitiva, y datan de la fecha de los primeros escritos durante el II y
III siglo, veamos algunos de estos testimonios y expresiones que nos dejan
ver la manifestación del Espíritu Santo en esos primeros siglos de la era
cristiana:
Ireneo (130-202) escribió: "Llamamos personas ‘perfectas’ aquellas que han
recibido el Espíritu de Dios, y quienes por medio del Espíritu de Dios
hablan lenguas".
San Agustín (354-430) escribió: "Todavía hacemos lo que los Apóstoles
hicieron cuando les impusieron las manos a los Samaritanos y pidieron el
descenso del Espíritu sobre ellos. Esperamos que los convertidos hablen en
nuevas lenguas".
Vemos que en la medida en que se fue desarrollando la Iglesia Romana el
aspecto sobrenatural del bautismo en el Espíritu Santo poco a poco se
convirtió en un rito más. Al final del siglo V se hacía lo siguiente: Se
constituía un pequeño salón detrás del altar, y allí se recibía el Espíritu
Santo.

Después del bautismo en agua, la persona pasaba al salón de oración, y allí


entonces el obispo imponía sus manos y ungía con aceite. Y hoy en día la
ceremonia de la confirmación católica es el resultado.
Souer en su Historia de la Iglesia Cristiana (volumen tres, página 406) dice:
"El Doctor Martín Lutero fue un profeta, evangelista, hablador en lenguas e
intérprete en una persona, investido con todos los dones del Espíritu Santo".
También Carlos G. Finney y D. L. Moody dieron testimonio de sus
experiencias pentecostales personales y en sus reuniones.
Comenzando el siglo veinte, en el día de Año Nuevo de 1901, el Espíritu de
Dios descendió sobre un grupo de estudiantes en un pequeño Instituto
Bíblico en Kansas, Estados Unidos.

Es muy interesante tener en cuenta que este derramamiento estuvo antecedido


por estudios minuciosos de las Sagradas Escrituras donde los estudiantes
habían llegado a la conclusión de que la evidencia clara del bautismo en el
Bautismo en el Espíritu Santo era hablar en nuevas lenguas.
Esta experiencia pentecostal se esparció en Texas y California, donde en el
año 1906 tomó lugar un gran derramamiento y mover del Espíritu Santo
(Azuza) que ha continuado por muchas partes de nuestro planeta.
El propósito del bautismo en el Espíritu Santo:
El bautismo en el Espíritu Santo se constituye en la experiencia inicial del
nuevo creyente en donde rinde sin condiciones su vida al Espíritu Santo de
Dios.
El bautismo en el Espíritu Santo no es el objetivo en sí mismo, éste es en
realidad una puerta o entrada de acceso.
El bautismo en el Espíritu abre la puerta al conocimiento y fluir en los dones
del Espíritu de Dios, 1 Corintios 12: 7-11 “Pero a cada uno le es dada la
manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el
Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo
Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el
mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro,
discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro,
interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo
Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”.
La vida espiritual del creyente comienza al pie de la Cruz del calvario, y en
cuanto al servicio espiritual podemos decir comienza con el Pentecostés;
Hechos 1:8 “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria,
y hasta lo último de la tierra” nos habla entonces del poder del Espíritu
Santo que viene sobre el cristiano para testificar con denuedo y poder el
evangelio; es la unción o poder de Dios que te equipa para el ministerio.
En todo tiempo el creyente bautizado en el Espíritu Santo es desafiado a
mantener y perseverar en su rendición a Dios con el propósito de que el
Espíritu del Señor pueda mantener y hacer Su voluntad.

Podemos ver que casi la totalidad de los cristianos del mundo están de
acuerdo en dos aspectos fundamentales: Que los cristianos debieran recibir
el bautismo en el Espíritu Santo, y que el Señor desea dar el don.

Secuencia posible para recibir el bautismo en el Espíritu Santo:


En primer lugar es importante considerar las maneras y niveles en que el
Espíritu Santo opera en el creyente. La Biblia nos enseña que el Espíritu
Santo trabaja en, con y sobre el creyente, veamos:
a) Con: en su función de Consolador (Uno que está la lado).
b) En: habitando en el creyente (como templo suyo).
c) Sobre: impartiendo su poder o unción para el ministerio.
En segundo lugar debemos tener fe en la promesa del Señor para recibir el
don. Sin fe es imposible agradar a Dios, la fe es la certeza de lo que él ha
prometido y por su poder y fidelidad hará lo que ha dicho. Por eso una y otra
vez cuando Jesús iba a ser un milagro narrado en los Evangelios preguntaba:
¿Crees?
Debe haber anhelo y perseverancia. Dios es soberano y en general procura
encontrar en el corazón de sus hijos deseo por los dones del cielo. El anhelo
y la pasión por las cosas de Dios marcan la diferencia y se evidencia en la
revelación de los misterios divinos. En algunas ocasiones cuando el
bautismo fue impartido hubo imposición de manos, en otras ocasiones no.
Por supuesto debemos tener presente que Dios es soberano, obra cuando,
como y con quien él quiere. Por ejemplo en algunas ocasiones según el
Nuevo Testamento algunos recibieron la experiencia del bautismo en el
Espíritu Santo mediante imposición de manos, en otra ocasión fue mientras
Pedro predicaba (Hechos 10:44-46).
La evidencia bíblica del bautismo en el Espíritu Santo:
La evidencia inicial de ser bautizado con el Espíritu Santo es el poder hablar
en otras lenguas, así nos lo enseña la Biblia.
De las cinco ilustraciones al respecto que nos enseña el libro de Los
Hechos, tres incluyen específicamente el hablar en otras lenguas:

El día de Pentecostés, Hechos 2:


La casa de Cornelio, 8 años más tarde. Hechos diez.
Los creyentes en Éfeso, 25 años más tarde. Hechos diez y nueve.
Cuando Pablo el Apóstol recibió el bautismo del Espíritu Santo, las lenguas
no son mencionadas pero más tarde el mismo declaró: "Doy gracias a Dios
que hablo en lenguas más que todos a vosotros" 1 Corintios 14:18. Esta
experiencia está prometida para todos los creyentes en todas las
generaciones (Hechos 2:39).
Los resultados del bautismo en el Espíritu Santo:
El creyente es revestido de poder para testificar de Jesucristo. Al considerar
la iglesia del primer siglo vemos su fuerza y eficacia al evangelizar el
mundo conocido y remover el poder del imperio romano. Todo esto debido
al avivamiento por el poder del Espíritu Santo.
El hijo de Dios recibe más poder para su vida cristiana y su servicio al
Señor, también experimenta con mayor fuerza la concesión de los dones del
Espíritu y su ejercicio en el ministerio.
También vemos que el creyente entra en un tiempo de renovación espiritual y
un nuevo anhelo por Dios y por hacer Su voluntad.
La historia nos enseña que el avivamiento Pentecostal del Siglo XX trajo
consigo un nuevo despertar espiritual, una renovada y poderosa pasión por
la obra misionera y la evangelización en el mundo, también un ministerio de
poder, vigor y mayor eficacia.
En el caso del apóstol Pablo después de aceptar a Jesús como su Señor es a
través de Ananías que experimenta ser "llenado" con el Espíritu Santo: “Fue
entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo:
Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde
venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu
Santo” Hechos 9:17.
Uno de los frutos del bautismo en el Espíritu Santo es el favorecer o
propiciar el crecimiento en la santidad. Esta experiencia conduce al
cristiano en una relación más personal con el Espíritu de Dios, y a una mejor
recepción de las cosas del Señor.
Es una necesidad llenarse diariamente del Espíritu Santo “No os
embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del
Espíritu” Efesios 5:18. Las dificultades de la vida diaria, los momentos
críticos, las tentaciones y los dardos del diablo requieren el poder de Dios
cada día para vencer.
Es necesario concluir que el más grande pecado para un inconverso es
rechazar la vida de Cristo; y para el creyente su mayor error es resistir o
rehusar la vida abundante y sobrenatural por medio del Espíritu Santo. Dios
requiere de sus hijos una rendición cada día para que experimente así un
nuevo y fresco fluir del Espíritu de Dios.
Capítulo 3

LAS LENGUAS DEL ESPÍRITU SANTO EN EL


CREYENTE

Todo lo que Dios hace tiene un propósito, todo se corresponde con un plan
celestial. De modo que si él envió a su iglesia el bautismo en el Espíritu
Santo, y la equipa con las lenguas del Espíritu, debemos reflexionar y
considerar entonces ¿por qué las lenguas? ¿Para qué son dadas? ¿Son
importantes hoy las lenguas que da el Espíritu Santo? Lo que Dios diseña y
planea es de suma importancia, por eso debemos conocer más acerca de lo
que el Señor nos ha otorgado.
Las lenguas son señal inicial del bautismo en el Espíritu Santo, Hechos
2:4 y 10:45-46.
“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” Hechos 2:4.
“Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron
atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu
Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios”
Hechos 10:45-46.
En ambos casos (Hechos 2 y 10) vemos que las lenguas fueron una evidencia
clara y contundente de una obra sobrenatural del Espíritu Santo, y
específicamente en el segundo caso a través de ésta señal (las lenguas del
Espíritu Santo) los judíos concluyeron que las personas en casa de Cornelio
habían recibido el Espíritu Santo.
Las lenguas edifican el espíritu del creyente, 1 Corintios 14:4.
“ El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que
profetiza, edifica a la iglesia ”
Vemos aquí que respecto al tema el apóstol Pablo anima a la iglesia de
Corinto a hablar las lenguas del Espíritu Santo en su vida de oración, pues
quien lo hace “así mismo se edifica”. La palabra “edificar” desde el griego
bíblico traduce además: construir una casa; fortalecer; restaurar, hacer más
capaz.

Entonces hablar en lenguas guiados por el Espíritu del Señor nos fortalece,
capacita, nuestro espíritu se consolida en Dios y favorece la obra
sobrenatural del Señor a través de nosotros:
“Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues
nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios” “Porque si yo oro
en lengua desconocida, mi espíritu ora” 1 Corintios 14:2 y 14:14.
Las lenguas son testimonio de la morada interior del Espíritu Santo, Juan
14:16-17.
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros
para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con
vosotros, y estará en vosotros”.
Las lenguas del Espíritu Santo nos recuerdan y ayudan a mantener en
nosotros viva la verdad de que el Espíritu de Dios mora en nosotros. Es una
manera de ir más allá del saber bíblico, las lenguas son otro medio a través
del cual se nos testifica que el Espíritu Santo está en nosotros y que somos
templo vivo de Dios.
Las lenguas fortalecen y perfeccionan nuestra vida de oración, Romanos
8:26-27.
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué
hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los
corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la
voluntad de Dios intercede por los santos”.
Cuando procuramos la guianza del Señor en nuestra vida de oración vamos a
orar de acuerdo a su perfecta voluntad. El Espíritu mismo nos ayudará.
Cuando oramos en lenguas dirigidos por el Señor, es realmente el Espíritu
Santo quien ora a través de nosotros, recordemos que el Espíritu Santo
también es intercesor.

Él nos llevará a levantar una oración que subirá ante el trono del Señor y
tendrá una respuesta sobrenatural y poderosa, pues está de acuerdo a la
prefecta voluntad de Dios.
Dios usa señales como evidencia de Su presencia y poder, Marcos 16:17-
18.
“Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera
demonios; hablarán nuevas lenguas” Marcos 16:17.
El mensaje del evangelio del reino de Dios es un mensaje sobrenatural, por
eso va acompañado de milagros, maravillas y señales que superan el
conocimiento natural. Las lenguas del Espíritu Santo son dadas también
como señal del pueblo de Dios. Ésta experiencia del bautismo en el Espíritu
Santo debe ser un anhelo del creyente, en una atmosfera de fe y por obra y
soberanía de Dios, recordemos también que al respecto Jesús enseñó: “si
vosotros siendo malos sabéis dar buenas dadivas a vuestros hijos ¿cuánto
más vuestro Padre que está en los cielos dará el Espíritu Santo a quien se lo
pida?”.
Nuestra fe es fortalecida: Judas 20.
“Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en
el Espíritu Santo”
Vemos una vez más que las lenguas nos ayudan a fortalecer, restaurar, en éste
caso nos habla de nuestra fe. La fe viene por el oír la palabra de Dios, y éste
versículo nos enseña que es fortalecida también a través de la oración en
lenguas del Espíritu Santo. Vemos pues como a la luz de la Biblia la oración
en lenguas adquiere mucha importancia.
Las lenguas de adoración: 1 Corintios 14:15.
“¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento;
cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.”
La palabra griega usada aquí para “cantar” también traduce: alabanza; hacer
música con la voz. Entonces guiados por el Señor podemos cantar a Dios en
las lenguas del Espíritu, sería como un cántico nuevo.

Recordemos que el pueblo entraba por las puertas del templo cantando
alabanzas y rindiendo adoración al Señor. Es aquella adoración que te
levanta sobre los problemas y puedes ver la grandeza y poder de Dios.
Dios nos aconseja llenarnos de su Espíritu. La experiencia de hablar en
lenguas debe ser alimentada por el fuego del Señor cada día, y somos
responsables de cuidarla y mantenerla.

Capítulo 4

LOS SÍMBOLOS DEL ESPÍRITU SANTO Y LA


REVELACIÓN DETRÁS DE ESTOS

El Maestro en los evangelios nos enseñan misterios del Reino a través de las
parábolas, mediante narraciones sencillas y tomadas del diario vivir Jesús
procura enseñarnos grandes secretos mediante elementos pedagógicos
sencillos, lo mismo hace para que conozcamos la persona y obra del Espíritu
Santo.
La palabra “Símbolo” viene de dos palabras griegas: “Sun” que quiere decir
justo; y la palabra “Balio” que quiere decir tirado; literalmente hablamos
entonces de algo que ha sido tirado junto con otra cosa, uno al lado del otro,
el uno para representar y explicar el otro. Entonces en otras palabras un
símbolo es un emblema material que nos enseña y descubre una verdad
espiritual”.
Estos símbolos del Espíritu Santo son dados por Dios para que podamos con
mayor facilidad comprender lo que el idioma mismo no puede explicar o
expresar. Los símbolos son empleados para describir las operaciones,
naturaleza y poder del Espíritu Santo.
Veamos en primer lugar: El fuego, Mateo 3:11.
“Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene
tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él
os bautizará en Espíritu Santo y fuego”
El fuego calienta, ilumina, purifica, prueba, produce energía, y genera poder.
El fuego consume el combustible y refina o purifica aquello que no puede ser
consumido. El Espíritu Santo como fuego ministra calor al corazón y luz a la
mente del creyente.
Es el fuego del Espíritu Santo el que debe mantener encendido el amor por la
presencia de Dios. Éste fuego nunca puede faltar como nunca faltaba el fuego
en el altar del sacrificio en el tabernáculo o templo, pues ahora somos
nosotros templo de Dios. Es este fuego el que mantiene encendido el primer
amor en el corazón del creyente.
En segundo lugar veamos: El viento, Juan 3:8.
“El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde
viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.
El viento simboliza la obra redentora del Espíritu como misteriosa,
poderosa, penetrante, refrescante y que da vida. Es invisible en su operación
e inesperado en sus consecuencias. Desde los originales hebreo y griego, la
palabra Espíritu puede ser traducida como espíritu, viento, o aliento. El
Espíritu Santo es el aliento (hálito) exhalado de Dios.
Sin la constante renovación y vivificación del Espíritu que imparte vida, el
creyente no podría sobrevivir. Véase Ezequiel 37:7-10. Job dijo: “El
Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” Job 33:4.
El viento refresca y esto nos recuerda el refrigerio que viene de Dios para
sus hijos .
En tercer lugar: El agua, Juan 7:37-39.
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de
agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en
él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido
aún glorificado”.
El poder del Espíritu Santo hace en el ámbito de lo espiritual lo que el agua
hace en el plano natural. El agua purifica, refresca, apaga la sed y convierte
el campo estéril en tierra fructífera. Purifica lo que está manchado y restaura
la limpieza; es un símbolo muy apropiado de la gracia divina que no
solamente limpia el alma sino que le añade belleza.
El agua es un elemento necesario para la vida física, mucho más
indispensable es el Espíritu Santo para la vida espiritual. El Espíritu de
Dios limpia y procura apartar los hábitos pecaminosos, y actúa como fuente
que produce ríos de santidad y renovación que sacia la necesidad del hijo de
Dios en la tierra.
"Agua viva" es el agua en contraste con las aguas estancadas de cisternas o
pantanos; es un agua que salta a borbotones y genera vida en la tierra seca y
estéril.
Los símbolos del Espíritu Santo nos hablan de diversas obras que hace el
mismo Espíritu, por ejemplo: avivar (encender el fuego que se apaga), de
refrescar (en medio del calor abrazador), de lo nuevo (aceite fresco, por eso
dice: “él multiplica mis fuerzas como las del búfalo y me unge con aceite
fresco”), de saciar la sed (es el agua del Espíritu que renueva), etc. El
Espíritu Santo renueva la vida de Cristo en el creyente.
El agua es un símbolo muy apropiado de la gracia divina que no solamente
limpia el alma sino que le añade belleza. Dentro de ti está la fuente de tu
renovación, de tu restauración, es el Espíritu Santo quien ha venido para
fortalecerte, renovarte, saciar tu sed de Dios, para darte nuevas fuerzas y
conducirte al propósito para el cual fuiste creado.
En medio de las dificultades, en medio de la sequía espiritual, acércate al
Señor, fortalece tu comunión con el Espíritu Santo, y no saldrás
decepcionado. La Escritura dice: “Jehová te pastoreará siempre, y en las
sequías (Tiempo seco, difícil, pérdidas, escasez, soledad…) saciará tu alma,
y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de
aguas, cuyas aguas nunca faltan”. Recordemos además que el agua limpia,
purifica, es el Espíritu Santo quien nos redargüye para corregir aquello que
no agrada Dios.
En cuarto lugar veamos: El sello, Efesios 1:13-14.
Véase además Efesios 4.30 y 2ª Corintios 1.22. El sello es puesto sobre una
cosa de valor y expresa una transacción concluida, como así también algo
que es genuino, incambiable y de gran valor.

En tiempos bíblicos el sello demostraba propiedad, concedía autoridad y


prometía seguridad. Podemos ver por ejemplo el caso de Daniel 6:17. El
Espíritu Santo mismo es el sello que Dios el Padre pone en el corazón del
creyente a fin de asegurarle la certeza de una transacción completa.
“Sellados con el Espíritu Santo” es una referencia simbólica al sello usado
antiguamente con y en diferentes materiales, para autenticar, legalizar, dar
legitimidad y otorgar protección con una marca exclusiva. Dios levantó a
Enoc, a Elías, y por el Espíritu Santo levantó a Jesús, y levantará a su
Iglesia. Consideremos en éste momento las palabras del apóstol Pablo por el
Espíritu:
Efesios 1:13-14 “En él también vosotros… habiendo creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra
herencia hasta la redención de la posesión adquirida”.
“Fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”: se le llama aquí el
Espíritu de la promesa, pues su venida fue el cumplimiento de una promesa
(Joel 2:28-29). El apóstol Pablo usa dos elementos aquí (el sello y las arras)
para relacionar la presencia del Espíritu Santo en nosotros:
El sello: usado en la antigüedad y por lo menos indicaba tres cosas:
autenticar algo como genuino; asegurar algo, e indicar derecho de propiedad
(por tanto la presencia del Espíritu Santo en el creyente es la señal o prueba
de que pertenece a Dios).
Las arras: término legal y comercial, era un depósito inicial, un primer
abono o una cuota inicial (es pues, el Espíritu Santo una bendición y goce
anticipado del reino venidero).
La frase: “hasta la redención de la posesión adquirida”, está en relación con
el sello (Antiguamente podía un hombre enviar a su siervo a comprar
madera, y era sellada con la marca del señor, luego venían por ella y era
tomada sólo aquella que tenía el sello). Es una figura que nos habla del
momento cuando el Señor levantará a los suyos, los muertos en Cristo
resucitarán primero y luego nosotros los que vivamos, y estaremos para
siempre con el Señor.
Dios creo las aves para los aires, los peces para las aguas, y creo al hombre
para estar con él. Por eso el hombre es un ser extraño en el infierno, pues
éste lugar fue creado para el diablo y sus ángeles. Dios te ama, y te cuida,
pues eres de gran valor para él.
Veamos en quinto lugar: El aceite, Lucas 4:18 y Hebreos 1:9.
“Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos”
“Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido…”
En tiempos bíblicos la unción con aceite era usada primordialmente para
limpiar, suavizar y relajar; y para hermosura como sub-producto. Muchos de
los rituales del Antiguo Testamento requerían el uso del aceite, y en solemne
ceremonia de unción, los reyes, profetas y sacerdotes fueron puestos aparte
para su llamamiento divino.
El creyente ungido del Nuevo Testamento representa el real sacerdocio, 1ª
Pedro 2.9, pues por la virtud de la unción del Espíritu, cada creyente es tanto
sacerdote como rey. Como aceite, el Espíritu es visto no solo en la unción
sino también en la sustentación o provisión (aceite es alimento), proveyendo
luz, sanando, y suavizando.
En sexto lugar: La paloma, Mateo 3:16.
“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos
le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y
venía sobre él”
El interés del Señor en este suceso es evidente por el hecho que se registra
en los cuatro evangelios. Una tradición judía traduce Génesis 1:2 de la
siguiente manera: “El Espíritu de Dios como una paloma cobijaba el haz de
las aguas”. Las características de la paloma son: gentil, tierna, graciosa,
inocente, suave, pacífica, pura, paciente, fácilmente contristada o asustada y
fiel.
El hecho de que el Espíritu Santo es representado como una paloma nos
enseña que él no obliga a los suyos; Él obra por medio de suaves directivas
o persuasiones. Cristo instruyó a los creyentes de ser “sencillos como
palomas” Mateo 10:16. El tener al Espíritu Santo morando dentro de
nosotros como paloma nos da testimonio de estamos en paz con Dios, pues
hemos sido justificados en Cristo.
Veamos en séptimo lugar: El vino, Hechos 2:4, 12-13; Efesios
5:18.
“Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere
decir esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto”.
Es un símbolo de alegría, Salmo 104.15; un ingrediente de la adoración, Joel
1.10; y un complemento del pan, Jueces 19.19.
El vino del Espíritu Santo es el estímulo espiritual que viene de Dios y que
Satanás procura falsificar por medio del estímulo que provoca el alcohol
terreno, lo vemos por ejemplo en Efesios 5:18 “No os embriaguéis con vino,
en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,”.
El vino es un producto que suelta las limitaciones e inhibiciones, genera
denuedo y produce abundancia de palabras. El servicio a Dios requiere
obreros vigorosos, entusiastas, animados y diligentes para una realización de
la obra más efectiva. La expresión de los observadores en el día de la fiesta
de Pentecostés nos deja ver la obra del Espíritu: “Mas otros, burlándose,
decían: Están llenos de mosto” (ellos concluyeron que estaban borrachos)
Hechos 2:13.
Podemos ver que por la fuerza, ánimo y diligencia en esa relación con el
Espíritu Santo los apóstoles proclamaron el mensaje del Evangelio y en ese
día (Pentecostés) vieron tres mil almas añadidas a la Iglesia del Señor.
Oración: Señor cada día lléname más de tu Santo Espíritu, ayúdame a
entender todo lo que tú me has dado, y cuanto deseas que yo camine en esa
verdad. Amado Espíritu Santo quiero conocerte cada día más y ser guiado
por ti. Gracias Señor por hacerme templo de tu Espíritu. Amen.

Capítulo 5

SIGNIFICADO, IMPORTANCIA Y CORRECTO USO DE


LA UNCIÓN

El aceite para el motor de cualquier vehículo es fundamental, pues cuando


envejece pierde su viscosidad y puede dañar, disminuir el rendimiento o
destruir el motor. Por eso debe ser renovado periódicamente. Cuando
hablamos del aceite del Espíritu Santo debemos también reconocer la
importancia de la renovación en Dios, conocer el significado, importancia y
correcto uso de la unción.
Definición del término unción:
Hebreos 1:9 “Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te
ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros”.
En el contexto de éste versículo se está hablando del Hijo de Dios
(Jesucristo), Dios Padre lo ungió derramando el Espíritu Santo sobre él en el
bautismo, y relaciona la unción con la alegría en el hijo de Dios.
Pero ¿Qué es la unción? Podemos decir en primer lugar que es la habilidad
dada por Dios al creyente para la obra del ministerio. El Señor nos da la
unción para que sirvamos de manera efectiva, pues nuestro Dios es
sobrenatural y nuestro servicio también debe serlo.

La palabra “ungir” significa: untar, aplicar aceite. Antes de que Jesús


comenzara su ministerio fue ungido: “cómo Dios ungió con el Espíritu Santo
y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y
sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con
él” Hechos 10:38 y se destacan varias cosas importantes en éste pasaje:
1) Dios Padre lo ungió,
2) Fue ungido con el Espíritu Santo y con poder,
3) “Jesús de Nazaret” destaca su humanidad,
4) Nos enseña un resultado sobrenatural y poderoso en su ministerio terrenal
(la unción nos equipa para el ministerio).
El propósito de la unción:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en
libertad a los oprimidos” Lucas 4:18.
Recordemos que el Espíritu Santo trabaja en tres ámbitos o aspectos del
creyente: con, en, sobre (con: junto al creyente en su papel de Consolador;
en: dentro del creyente en su labor santificadora; y sobre: que nos habla del
poder para hacer, es la unción). En éste pasaje (Lucas 4:18) observamos
algunos objetivos de la unción:
“Sobre” indica el hacer para Dios; para la predicación (“para dar buenas
nuevas”); para sanar y para liberar.
Entonces la unción no es dada para un beneficio egoísta o personal, sino
para bendición de otros. La unción es para sanar a los enfermos, echar fuera
demonios, predicar el evangelio del reino, ministrar milagros y ante todo
glorificar a Cristo.
La unción quebranta la esclavitud. Es interesante que en el pasaje
anterior (Lucas 4:18), se hace referencia a los pobres, a los quebrantados de
corazón, a los cautivos, a los ciegos y a los oprimidos y en dos ocasiones se
cita la palabra libertad…

Veamos ahora Isaías 10:27 “Acontecerá en aquel tiempo que su carga será
quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de
la unción” Israel tenía angustia y miedo de los asirios (“la carga será
quitada de tu hombro” y “el yugo se pudrirá”) Dios dice aquí que quitará la
opresión de asiria y el miedo huirá. La unción trae libertad de vicios,
drogas, miedos, adicciones, maldiciones, etc.
La unción requiere anhelo, fe y aprecio.
La unción viene sobre aquellos que tiene hambre y sed de ella, Hch. 4: 31
“Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y
todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de
Dios”.
El Espíritu Santo ya había sido derramado en el capítulo dos, pero ahora
vemos una nueva unción que vino para hablar con mayor poder la Palabra de
Dios. Ellos anhelaban más de Dios, querían más unción para ser más
efectivos en el avance del Reino del Señor. Además se acercaron a él con fe,
clamaron a Dios creyendo que él podía darles más y eso recibieron.
La unción se manifiesta en quien y en donde es estimada y valorada. Un
ejemplo de esto lo vemos en Marcos 6:3-6, donde la unción que estaba sobre
el Maestro no fue reconocida ni valorada:

“¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de


Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se
escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en
su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí
ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos
las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las
aldeas de alrededor, enseñando”.
Esto contrasta con el caso de Eliseo, quien apreciaba, valoraba la unción y
anhelaba una doble porción y le fue concedida. David fue ungido en tres
ocasiones: por Samuel para el llamado, por las autoridades de Judá para
gobernar el sur de Israel y luego por las autoridades de las tribus para
gobernar toda la nación. La unción debe ser valorada y cuidada, porque sí la
administras bien, el Señor te entregará más.
En Hechos 10: 38 “Como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a
Jesús de Nazaret…”, es el Espíritu Santo quien nos capacita para llevar a
cabo el plan del Señor para nuestras vidas. La unción es la esencia del poder
del Espíritu Santo manifiesto sobre una persona. Es un equipamiento
sobrenatural para servir a Dios eficazmente, no es para la gloria de los
hombres.
¿Por qué es importante la unción?
Consideremos el caso de Bezaleel y Aholiab: “Y dijo Moisés a los hijos de
Israel: Mirad, Jehová ha nombrado a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la
tribu de Judá; y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en
inteligencia, en ciencia y en todo arte… Así él como Aholiab hijo de
Ahisamac, de la tribu de Dan; y los ha llenado de sabiduría de corazón, para
que hagan toda obra de arte y de invención, y de bordado en azul, en púrpura,
en carmesí, en lino fino y en telar, para que hagan toda labor, e inventen todo
diseño” Éxodo 35:30-33.
La unción te capacita para cumplir con el propósito de Dios. En el texto
anterior vemos que Bezaleel fue lleno del Espíritu de Dios. Consideremos
varias cosas aquí:
Israel sabía del Espíritu Santo antes de venir en Pentecostés (pero no es
suficiente con saber de él, es necesario conocerlo).
Así como Jesús fue ungido para un ministerio sobrenatural, era necesario que
aquellos que construirían el tabernáculo fueran ungidos (era una obra para
Dios).
Bezaleel significa: protegido de Dios. Recordemos que la Escritura dice:
“no toquéis a mis ungidos”, esto nos recuerda que Dios tiene cuidado de sus
hijos y de sus planes.
Dios sabe bien a quien unge y para que lo hace, no es al azar ni por
accidente (por eso nos dice el texto: “hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de
Judá” y lo ungió o capacitó en: “sabiduría, inteligencia, ciencia y arte para
elaborar”). La unción debe glorificar a Dios. No es para gloria de los
hombres ni para beneficio propio. Es muy importante mantener presente el
ejemplo de Jesús.
Aholiab significa Tabernáculo del Padre (¿Qué movió a sus padres a ponerle
ése nombre? Ellos vieron el plan profético de Dios en su hijo (Todos somos
un plan de Dios, pero como Aholiab tuvo que ser lleno del Espíritu Santo
para llevarlo a cabo, también nosotros).
Bezaleel era de la tribu de Judá (La principal, la más grande y la que
marchaba adelante en el desierto) y Aholiab era de la tribu de Dan (la que
marchaba al final de todas, atrás, pequeña), así que Dios toma a uno de
adelante y otro de atrás, enseñándonos que en él no hay acepción de
personas, todos son valiosos para él.
La unción los capacitó para hacer una obra única (el tabernáculo), los otros
podían ayudar, pero ninguno podía hacer lo que Bezaleel y Aholiab podían
hacer. La unción nos hace más efectivos en el llamado.

Por ejemplo el apóstol Pedro era uno antes de Pentecostés, y luego de que el
Espíritu Santo viniera sobre él, decía: “de lo que tengo te doy” y los
paralíticos se levantaban y también nos dice la Biblia: “sacaban los
enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar
Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos”. Sin duda el
poder o unción de Dios nos lleva a un servicio sobrenatural para la gloria
del Señor.
El resultado de un trabajo ungido, y donde todos se complementaron, pues
sirvieron a Dios desde los dones que cada uno recibió del Señor fue un
hermoso tabernáculo, que glorificó a Dios, fue una honra para el Señor.
Dios ha enviado su Espíritu Santo para hacer una obra múltiple en el
cristiano. La unción es importante para servir a Dios eficazmente, siempre
recordando que ella viene del Señor por Su gracia, por tanto toda la gloria le
pertenece a él.
También debemos ser conscientes de la realidad de la batalla espiritual,
somos hijos de Dios, y también soldados del ejército del Señor. Esto implica
obediencia, aprender el correcto uso de las armas espirituales, conocer las
estrategias de la batalla, los planes y maquinaciones del enemigo, y es
interesante ver que la unción es un componente no sólo necesario sino
fundamental en la batalla espiritual.

Capítulo 6

LA UNCIÓN EN LA BATALLA ESPIRITUAL DEL


CRISTIANO

Respecto a la muerte del rey Saúl la Biblia nos dice: “Montes de Gilboa, ni
rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierras de ofrendas; Porque allí
fue desechado el escudo de los valientes, el escudo de Saúl, como si no
hubiera sido ungido con aceite” 2 Samuel 1:21.
El escudo es el arma defensiva más antigua. Hoy día podemos ver poderosas
y grandes armas de guerra, pero en tiempos antiguos no era así. El escudo
era precisamente un arma defensiva, los escudo grandes protegían la
integridad del soldado, pero los más pequeños eran usados más bien para la
batalla cuerpo a cuerpo, y protegían los órganos vitales.
Los materiales usados más comunes en la construcción de escudos eran:
madera, cuero (procesado, secado, tensado y formado por varias capas,
protección contra las flechas y lanzas), cobre, bronce (más resistente que el
cobre), la Biblia nos habla de escudos de oro y de bronce: 1 Reyes 14: 25-
27.
El escudo del rey Saúl.
Por el hecho de ser el rey, seguramente tenía Saúl un escudo especial, muy
bien construido, hermoso y adornado con oro y plata. El término escudo es
traducido desde el término hebreo bíblico: “maguen” que implica:
protección, cerco, defensa. Es muy interesante ver que la Biblia nos habla
aquí de un escudo ungido, esto nos lleva a pensar en varias cosas:
La expresión “ungir el escudo” hace referencia a la costumbre de aplicar
aceite sobre el cuero del escudo para hacerlo así flexible y adecuado para el
uso en la batalla. El aceite nutre el cuero haciéndolo más duradero.
El texto bíblico nos habla de “el escudo ungido”, ungir es aplicar aceite. En
la Biblia el aceite es símbolo del poder del Espíritu Santo, hablamos
entonces en sentido figurado de la unción.

El Señor Jesús dijo: “recibiréis poder cuando venga sobre vosotros el


Espíritu Santo”, los discípulos del Señor habían aprendido a predicar y a
orar por los enfermos y endemoniados, pero Jesús no los manda a la batalla
sin el poder del Espíritu Santo, es muy importante tener esto en cuenta.
¿Cómo obtenemos el aceite? Las aceitunas se cosechan del olivo y luego
son trituradas en el lagar o en el molino de piedra, para finalmente obtener el
aceite. En la medida en que nos disponemos para Dios y permitimos su obra
en nosotros fluirá Su carácter. En la comunión con el Espíritu Santo el aceite
es renovado y multiplicado.
En la batalla el escudo es fundamental.
Al considerar el contexto (leamos 2 Samuel 1:4-12, 23-25) podemos
concluir varias cosas importantes:
Las batallas son parte del camino del pueblo de Dios.
El hijo de Dios debe estar preparado.
La fe no debe estar puesta en las capacidades humanas, sino en el poder de
Dios (vemos que Saúl y Jonatán eran ágiles como el águila y fuertes como
leones, pero en aquel día Saúl murió).
La caída del rey Saúl empezó por una flecha de los filisteos: 1 Crónicas
10:1-6 (entonces el rey Saúl murió en tres etapas: primero la flecha de los
arqueros filisteos, luego intenta suicidarse con su propia espada y finalmente
el amalecita acaba de matarlo). Ante la flecha la pregunta es ¿dónde estaba
el escudo? ¿Por qué no fue usado?
Simbólicamente hablando ¿Quizá la ausencia de unción en el escudo
permitió la obra destructora del enemigo en la vida del rey Saúl? La
comunión con Dios nos hace fuertes ante la dificultad, por eso es importante
cuidarla.
El término escudo aparece sólo una vez en el Nuevo Testamento: Efesios
6:16.
El término escudo se traduce del griego bíblico “thureos” que significaba
anteriormente una piedra para cerrar la entrada de una cueva; luego un
escudo grande que protege todo el cuerpo del soldado.

El escudo de la fe nos protege de los dardos de fuego del maligno. Son


mensajes que vienen alimentados con el fuego del infierno, hablamos de
mensajes de incredulidad, calumnias, resentimiento, menosprecio, deseos de
renunciar, mensajes que promueven el pecado, falta de perdón, etc. Cuando
el dardo de fuego no se apaga sino que se permite, rompe el escudo y causa
el daño para el cual fue enviado.
Sabiendo el Señor Jesús la importancia de éste poder (unción) para sus
siervos antes de iniciar la conquista del mundo conocido mediante el
evangelio del reino, les dijo: “recibiereis poder cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos”. Alcanzar las naciones para
Cristo implica una batalla espiritual, esto es innegable, y es la unción el
poder de Dios para caminar en victoria.
Debemos avanzar seguros en una verdad: Dios pelea por nosotros y nos
defiende: Salmo 3:1-4. No tengas temor Dios es tu escudo y fortaleza,
procura su presencia y él te defenderá. Fortalece tu comunión con el Espíritu
Santo, y la unción será renovada y fortalecida en ti. No desmayes, persevera,
Dios está contigo.

Capítulo 7

LOS NOMBRES DEL ESPÍRITU SANTO Y SU


PODEROSO SIGNIFICADO

Las Escrituras nos presentan una amplia variedad de nombres o


designaciones en referencia al Espíritu Santo, las cuales son muy importantes
para la comprensión de Su naturaleza y el desarrollo de Su obra. Por
ejemplo al Espíritu Santo también se le llama: Espíritu de gracia, Espíritu de
verdad, Espíritu de adopción, entre otros. Los títulos y los símbolos del
Espíritu Santo nos revelan su esencia y naturaleza, los títulos nos revelan su
persona y los símbolos su obra, su hacer.
El Espíritu Santo: Lucas 11:13.
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan?”
Este nombre enfatiza el carácter moral del Espíritu de Dios. Él es el autor y
promotor de la santidad. A Él ha sido encomendada la obra de ejecutar
santidad divina en toda la creación y en el hombre mismo. Este título
“Espíritu Santo” pone el énfasis no sobre la persona divina, sino sobre el
poder transformador, la manifestación y operación del Espíritu en el ser
humano.
Es muy interesante tener presente aquí que la palabra Espíritu es traducida
del griego “Pneuma” que significa también soplo, aliento, viento; y el
término Santo es traducido del griego “hagios” que también significa:
consagrado, dedicado, apartado. Todo esto nos habla de la obra de Dios en
el corazón del creyente que lo lleva a buscar aquello que agrada al Señor y
lo motiva o impulsa para rechazar lo que no está de acuerdo a la naturaleza
pura y limpia del reino de Dios.
Vemos su acción cuando pensamos en desobedecer a Dios, le estamos dando
lugar a la tentación, o nuestro corazón ha descuidado su primer amor por el
Señor. El Espíritu Santo levanta su voz en nuestro ser interior haciéndonos
experimentar su testimonio, sentimos rechazo, tristeza, frustración o
prevención con aquellas situaciones cuyo final será doloroso. Entonces es
allí cuando debemos oír su consejo y apartarnos de lo malo. Es pues el
Espíritu que el Padre ha puesto en sus hijos para que caminen en Su
voluntad.
El Espíritu de Dios: Efesios 4:30.
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para
el día de la redención”.
Este título enfatiza el origen, el carácter y poder divino del Espíritu. El
Espíritu está específicamente relacionado con el Padre, pues procede del
Él.
Es el Espíritu de Dios porque viene de él, por tanto tiene la misma
naturaleza. Por eso el versículo anterior nos dice: “no lo contristéis”, es
decir no le causes tristeza, no le aflijas. Al venir de Dios y estar en nosotros
hace que estemos sellados o marcados para los propósitos divinos, es quien
reviste de poder al creyente para hacer la voluntad de Dios. Es el testimonio
del Señor en el hijo de Dios que lo motiva a estar preparado para la venida
de Jesucristo nuestro Señor.
El Espíritu de Cristo: Romanos 8:9.
“Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,
no es de él.”
El Espíritu Santo mantiene una relación muy estrecha con el Señor Jesucristo
(por supuesto desde antes de la fundación del mundo). Él imparte la vida de
Cristo (Romanos 8.2), Él produce el fruto de Cristo (Filipenses 1:11), Él
revela las cosas de Cristo (Juan 16:16), también imparte el poder de Cristo
(Hechos 1:8) y toma el lugar del Maestro ascendido, quien enseña y forma a
sus discípulos (Juan 14:16-18).
El Espíritu ministra para hacer al Señor Jesucristo presente y vivo en medio
de la Iglesia, y para formar a Cristo en el creyente tan real como formó el
cuerpo humano de Jesús antes de Su nacimiento aquí en la tierra.
El Espíritu de Cristo da testimonio de la naturaleza de Dios impartida al
creyente en razón de haber nacido de nuevo. El Espíritu da un poderoso
testimonio de la presencia de Cristo en el hijo de Dios.
El Consolador: Juan 14:26.
“Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi
nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho.”
El término "Consolador" viene de la palabra griega “paracletos” término que
en el idioma original significa: “Uno llamado al lado de otro para ayudarle”.
El Espíritu Santo como Paracletos es Aquél que está dispuesto a proveer:
sabiduría, valentía, fuerza, y favor de Dios en toda necesidad o adversidad
que el hijo de Dios experimente. El Espíritu Santo es dado para que Él sea a
los creyentes aquí en la tierra lo que Cristo sería si Él estuviera presente
físicamente en medio nuestro (Recuerda que éste concepto está claro y
ampliado en el primer capítulo del libro).
El Espíritu de Gracia: Hebreos 10:29.
“¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de
Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e
hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”
Es claro que Cristo es el origen y la fuente de la gracia de Dios para el
hombre, sin embargo es el Espíritu Santo quien hace real y dinámica en la
vida del creyente la verdad de la provisión integral y poderosa de la gracia
de Dios en Cristo Jesús. Cómo nos enseña Pablo cuando dijo que “el
Espíritu nos ha sido concedido para que sepamos las cosas que Dios nos ha
dado”, es el Espíritu de gracia el que nos revela no sólo la salvación sino
toda la herencia de Dios en Jesucristo nuestro salvador.
Es la manifestación del Espíritu Santo que nos hace conscientes de que lo
que tenemos y somos es por la misericordia del Señor y no por nuestras
virtudes o capacidades. Es el Espíritu de gracia el que nos recuerda que
hemos sido perdonados, justificados y bendecidos por el amor de Dios y no
por las obras del hombre.
El Espíritu de Verdad: Juan 16:13.
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;
porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere,
y os hará saber las cosas que habrán de venir.”
Fue el Señor Jesús quien dio este título al Espíritu Santo y lo usó en tres
ocasiones. Podemos decir que el Espíritu Santo manifestó completamente Su
palabra como espíritu de verdad al inspirar a los escritores de las Sagradas
Escrituras.
Es aquí en la Biblia donde el Espíritu Santo dio testimonio del Padre y del
Hijo en toda verdad. A la luz de esto vemos que el engaño y la mentira están
en abierta contradicción con la naturaleza del Espíritu Santo de Dios. Vemos
a la luz de la Escritura que el Espíritu de verdad es dado únicamente a los
creyentes, pues es un equipamiento de Dios para que sus hijos no sean
engañados por el espíritu de éste mundo (Juan 14:17).
El Espíritu de verdad, quien procede del Padre, es enviado a sus hijos para
dar testimonio de la verdad de Cristo, él revela aquellos secretos que están
el corazón del Padre celestial.

El Espíritu de Vida: Romanos 8:2.


“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley
del pecado y de la muerte.”
Cómo su nombre lo indica es el Espíritu que vivifica al hombre muerto en
sus delitos y pecados. Es Aquel que le imparte la nueva vida. El versículo
anterior nos enseña que el Espíritu que trae libertad de pecado al generar un
aliento de vida nueva; es Aquel que nos conduce por los principios y leyes
del reino de Dios que nos llevan por los caminos del verdadero amor, paz y
gozo.
Podemos recordar aquel momento cuando Dios manda al profeta Ezequiel a
profetizar sobre el valle de huesos secos y el Espíritu sopla vida y aquellos
huesos secos y muertos resucitan por el poder de Dios. Así obra el Espíritu
de vida, él trae vida, restaura y levanta lo que ha sido dañado y desechado.
El Espíritu Santo de la Promesa: Efesios 1:13.
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio
de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa”
Es el Espíritu de la promesa porque haber recibido su poder y su gracia
constituye una de las bendiciones sobresalientes prometidas en el Antiguo
Testamento, Ezequiel 36:27 y Joel 2:28. Vemos en la fiesta de Pentecostés
(Hechos 2) cómo el Espíritu Santo se derramó sobre los ciento veinte en el
aposento alto, y esto fue sólo el inicio de Su derramamiento sobre toda
persona que en Jesucristo creyere.
El Espíritu de Adopción: Romanos 8:15.
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre!”
Cuando una persona experimenta la salvación en Cristo, no sólo recibe el
nombre de hijo de Dios y es adoptado en la familia divina, sino que además
recibe dentro de su ser aquella conciencia que le acredita como participante
de la naturaleza de Dios.
El Espíritu de adopción da testimonio de que el creyente es hijo de Dios con
beneficios, favores y bendiciones como cualquier otro de sus hijos.
El Espíritu Santo no sólo ha sido enviado para estar en nosotros, sino para
estar con nosotros, esto implica comunión, amistad, conocimiento mutuo, es
el deseo de Dios que tengamos comunión con Su Espíritu. Señor ayúdanos a
fortalecer y crecer en la comunión con tu Santo Espíritu.

Capítulo 8

INICIO Y DESARROLLO DEL MOVER DEL ESPÍRITU


SANTO

El estudio de la persona y obra del Espíritu Santo debe ser necesariamente


para el cristiano devoto, una cuestión de vital interés, pues conocerá la
revelación de su herencia y victoria en Cristo, “Y nosotros no hemos
recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para
que sepamos lo que Dios nos ha concedido” 1 Corintios 2:12.
Podemos concluir que el ministerio activo del Espíritu Santo marca la edad
de la Iglesia como la “Edad del Espíritu”, vemos que los Evangelios
describen la “Era del Hijo”, y por ende el Antiguo Testamento puede
considerarse como “La era del Padre”. Haciendo referencia a la obra de
cada uno de ellos en un tiempo especial (por supuesto los tres trabajan
juntos, pero en cada tiempo uno se destaca como lo hemos mencionado). De
ésta manera estamos en un tiempo especial del Espíritu Santo.
La Pneumatología (o doctrina del Espíritu Santo) se deriva de la palabra
griega “pneuma” que significa espíritu, viento, o aliento. Por lo tanto la
Pneumatología es la doctrina del Espíritu Santo. Es una doctrina cristiana y
por supuesto es la Biblia la única y verdadera fuente de donde podemos
tomar información segura y concerniente a Él.
Podemos decir que en la medida que el creyente se ha apropiado del Espíritu
Santo, en esa misma proporción ha participado del poder del Evangelio de
Jesucristo. El Espíritu Santo en su ministerio se relaciona especialmente en
transmitir al hijo de Dios los frutos de la victoria alcanzada por el Señor
Jesús en la cruz del Calvario, por eso el Señor dijo:
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;
porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere,
y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque
tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por
eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” Juan 16:13-15.
Consideremos ahora la obra del Espíritu Santo en el Antiguo
Testamento :
En la Biblia el hombre encuentra el único origen de revelación e información
divina concerniente a esta verdad. La Biblia en su comienzo nos muestra una
referencia al Espíritu Santo en Génesis 1:2 “y el Espíritu de Dios se movía
sobre la faz de las aguas” y otra al fin en Apocalipsis 22:17 “ Y el Espíritu
y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y
el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente ”. Entonces de
principio a fin en la Biblia Dios quiere resaltar esta verdad, por lo tanto es
sumamente importante.
En la Biblia dos palabras distintas son usadas en el idioma original Hebreo
del Antiguo Testamento: “RUACH” Y “NESHAMAH”, la primera
significando el Espíritu de Dios o del hombre (de acuerdo al contexto), y la
segunda significando el soplo de vida del cuerpo. Es muy interesante tener
en cuenta que aquí que etimológicamente el término expresa su naturaleza de
dar vida.
En el Antiguo Testamento existe una gran variedad de referencias al Espíritu
Santo de Dios, aproximadamente noventa. Entre los nombres usados para el
Espíritu Santo en el Antiguo Testamento, encontramos: “El Espíritu del
Señor”, “Espíritu de Dios”, “Espíritu Santo”, Espíritu de Jehová” y
“Espíritu”. Vemos pues que muy buena parte de la obra del Espíritu Santo
descrita en el Nuevo Testamento ya estaba manifiesta en el Antiguo
Testamento, se exceptuaba el término bautizar y sus resultados.
Veamos ahora la obra del Espíritu Santo en el Nuevo
Testamento :
En el Nuevo Testamento encontramos doscientas sesenta referencias sobre el
Espíritu Santo aproximadamente. Con algunas excepciones como Filemón, II
y III de Juan, el Espíritu Santo es citado en todos los escritos del Nuevo
Testamento. Sobresale el libro de Los Hechos donde es mencionado en
cincuenta y siete textos bíblicos, siendo el escrito donde más se nos habla de
él.
Vemos también que una de las características significativas en el Nuevo
Testamento acerca del Espíritu Santo es la diversidad de nombres con que él
es citado (cada uno de esos nombres encierra un significado y revelación
muy particular, como lo hemos estudiado anteriormente).
Consideremos ahora de manera breve la obra del Espíritu
Santo en la historia :
Con el transcurrir del tiempo la Iglesia transformó el legado escritural de la
verdad concerniente al Espíritu Santo en una formulación doctrinal y
teológica. Es evidente a la luz de las Sagradas Escrituras y de los registros
históricos que la Iglesia primera estaba entregada a la verdad de la
existencia, ser y obra del Espíritu Santo en los primeros siglos.
En su libro El profeta Joel 2:28 , usa la expresión “derramaré” haciendo
referencia a uno de los símbolos del Espíritu Santo: el aceite. Uno de los
primeros autores que mencionaron el Espíritu Santo fue Clemente de
Alejandría (155-220 D. C.). Él enseñó que el Espíritu Santo, descendiendo
del cielo sobre el hombre le hacía capaz de contemplar las cosas divinas.
Lamentablemente ésta verdad con el paso de los siglos se fue diluyendo, y
luego fue negada. Con la reforma protestante se inicia la consolidación
doctrinal de las verdades bíblicas, incluyendo gradualmente la verdad el
Espíritu Santo y por supuesto su obra y fluir.
La historia enseña que Martin Lutero, protagonista del movimiento
protestante, fue un hombre de comunión con el Espíritu Santo, hablaba en
lenguas y fluía en los dones del Espíritu de Dios. Estamos en la era del
Espíritu Santo, es el tiempo de acercarnos y conocerlo mucho más.
Con el mover del Espíritu Santo en 1904, refiriéndome al bautismo en el
Espíritu y las lenguas, se inicia un movimiento pentecostal que ha ido
irrigando nuestro planeta, llenando cada vez a más hijos de Dios haciéndolos
más efectivos para llevar el evangelio del reino a todas las naciones.

Capítulo 9

LOS SOBRENATURALES DONES DEL ESPÍRITU SANTO

LOS DONES DE PODER

Para facilitar su estudio los nueve dones del Espíritu Santo (basados en 1
Corintios 12) se han distribuido en tres grupos, de acuerdo a su naturaleza,
dinámica y función:
Los dones de poder (Fe, milagros y sanidades).
Los dones de inspiración o expresión (Profecía, diversos géneros de lenguas
e interpretación de lenguas).
Los dones de revelación (Discernimiento de espíritus, palabra de sabiduría y
palabra de ciencia).
La naturaleza de los dones y cómo son otorgados:
El Don del Espíritu del Señor es dado a cada creyente individualmente; el
Don es el Espíritu mismo, Hechos 2:38 “Pedro les dijo: Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de
los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
Los dones del Espíritu Santo son dados a la Iglesia para el ministerio y la
adoración. Son manifestaciones específicas, diversas y sobrenaturales para
beneficio y edificación del cuerpo de Cristo y para desarrollar un
evangelismo eficaz
Los dones son concedidos operando el Espíritu Santo en su soberanía
absoluta, 1 Corintios 12:11 “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo
Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”.
El Espíritu opera por medio de los dones espirituales para provecho mutuo
en el Cuerpo de Cristo (Iglesia), por consecuencia son para ejercicio
público y bendición de otros, 1 Corintios 12:7 “Pero a cada uno le es dada
la manifestación del Espíritu para provecho”.
Iniciaremos esta sección estudiando los dones de poder.
LOS DONES DE PODER:
Son los dones que manifiestan de manera evidente o visible el poder de
Dios, son los que hacen algo. 1 Corintios 12:9-10 “ a otro, fe por el mismo
Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer
milagros”. Veamos entonces:

1) EL DON DE FE:
Dotación o capacidad sobrenatural del Espíritu Santo para creer y recibir lo
que parece imposible.
Es importante a esta altura hacer diferencia entre las clases de fe que la
Biblia nos enseña:
La fe para salvación (aquella que nos lleva a Jesús como nuestro Salvador).
La fe general (aquella con la cual creemos en la existencia de Dios).
La fe como fruto (es una de las manifestaciones del fruto del Espíritu Santo).
La fe como don sobrenatural (es un don para creer por cosas sobrenaturales
y poderosas, milagros, maravillas y prodigios).
Vemos por ejemplo que en Hechos 6:8 se nos dice que Esteban estaba:
“lleno de gracia y de poder” la palabra gracia se traduce del término griego
“pistis” que se traduce primeramente “fe”), por eso otras versiones la
traducen así: versión del Oso “Pero Esteban, lleno de fe y de potencia”.
Versión PB: “Esteban, lleno de fe y poder”. Versión RV1865: “pero Esteban,
lleno de fe y de poder”.
El texto bíblico nos dice: que por eso Esteban “hacía grandes (el término
griego usado para grandes aquí es “megas”) prodigios (maravillas,
portentos, algo extraño que causa asombro) y señales (milagros)”. El don de
fe nos lleva a creer y recibir obras sobrenaturales y maravillas que provocan
gran asombro de las personas. Don sobrenatural requerido y usado por
ejemplo en los milagros de resurrección de personas.

2) EL DON DE HACER MILAGROS:


Un milagro es una intervención sobrenatural en el curso ordinario de la
naturaleza. Es una intervención por el poder de Dios que supera las leyes
naturales.
El don de hacer milagros es el dinámico poder de Dios fluyendo a través de
una persona. Es el poder del Señor en acción. Por ejemplo: Mateo 8:26 y
14:25
“Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose,
reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza”.
“Más a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el
mar.
A través de éste don se muestra la sobrenaturalidad de Dios en nosotros, y
trae consigo una certificación del poder del Señor en la tierra y a través de
Su iglesia: Hechos 2:22, Y 2:43.
Una diferencia básica entre un milagro y una sanidad es que la sanidad es la
restauración o renovación de un órgano enfermo; mientras que un milagro es
la aparición de un órgano que no existía o que estaba completamente
destruido. Un milagro creativo precisamente ocurre cuando por ejemplo no
existía un riñón (por alguna enfermedad o extracción) y por la obra de Dios
aparece uno nuevo allí.

3) LOS DONES DE SANIDADES:


Tienen como objetivo sanar o liberar al enfermo, y destruir las obras del
diablo en el cuerpo humano.
Al leer 1 Corintios 12:9, y 12:28, 30 “y a otro, dones de sanidades por el
mismo Espíritu”
Vemos que los términos usados están en plural: Dones de sanidades,
entonces habla de varios dones que Dios usa para sanar a su iglesia, por
ejemplo: el don para sanar migrañas (dolor de cabeza), el don para sanar
lesiones óseas (problemas en la columna vertebral, entre otros), el don para
sanar problemas en el sistema reproductor (hemorragias o fuertes dolores),
etc.
“Es razonable creer que Dios puede ungir a una persona con fe en cuanto a
ciertas enfermedades, y a otra persona con fe en cuanto a otras”. “Es
probable que la explicación más sencilla sea que pueden existir diferentes
dones para diferentes clases de enfermedades”.
Consideremos por ejemplo Hechos 28:7-9 “En aquellos lugares había
propiedades del hombre principal de la isla, llamado Publio, quien nos
recibió y hospedó solícitamente tres días. Y aconteció que el padre de
Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería; y entró Pablo a
verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le sanó. Hecho esto,
también los otros que en la isla tenían enfermedades, venían, y eran
sanados”.
Disentería o flujo de sangre , es un trastorno inflamatorio del intestino,
especialmente del colón que produce diarrea grave con sangre. Si no se
trata, la disentería puede ser fatal. Causada por una infección bacteriana,
infestación de parásitos, o una infección viral.
Recordemos también que Jesús tocó a la suegra de Pedro que estaba en cama
y con fiebre, y ella se levantó y les servía. En estos casos vemos los dones
de sanidades y el poder de Dios fluir para bendición de los seres humanos.
El Señor ha diseñado el equipo para que su iglesia camine en victoria. Él ha
repartido dones en cada uno de nosotros, debemos con su guianza
descubrirlos y ponerlos a servicio de la iglesia.
Capítulo 10

LOS DONES DE INSPIRACIÓN O EXPRESIÓN

1) EL DON DE LA PROFECÍA:
Acerca de la profecía hay muchas cosas que estudiar y aprender, pues
además estamos en tiempos finales. No debemos desechar la profecía sino
capacitarnos para juzgarla correctamente, pues la Biblia misma nos dice:
“No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo, retened lo bueno” (1
Tesalonicenses 5:20-21).
Definición de la palabra profecía. Se traduce del griego “profeteia”, que
también significa: “Proclamación de la mente y consejo de Dios”.
Este significado nos permite ver varias cosas muy importantes:
a) La profecía no es primeramente predicción (Vemos esto por ejemplo en
Juan bautista, su ministerio fue principalmente anunciar a Cristo. En el
Nuevo Testamento es principalmente proclamación de la voluntad de Dios).
b) La Escritura misma es una profecía, pues fue escrita por hombres
inspirados por el Espíritu Santo y en ella encontramos el consejo de Dios,
por eso dice: “tenemos la palabra profética más segura” 2 Pedro 1:19-21.
c) Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo se nos enseña la
importancia de discernir estos mensajes (como los creyentes de Berea,
quienes después de escuchar la enseñanza iban a sus casas a estudiar la
Biblia para ver si estas cosas eran así).
Al estudiar el Don de la Profecía, debemos hacer diferencia entre el Don
propiamente dicho y el ministerio del profeta que en la Escritura aparecen
diferenciados.
No debe confundirse el don de profecía con los profetas del Antiguo
Testamento.
Éste don (el de la profecía) es nuevo y particular del Nuevo Testamento
dado a la iglesia para la edificación de la misma.
No debe confundirse la predicación con la profecía, pues se le quita la
sobrenaturalidad al don profético (la predicación proclama, expone la
Escritura, la profecía dice lo que Dios está diciendo expresa y
puntualmente).
La predicación es inspirada, la profecía es sobrenatural.
Cualquier persona puede poseer el Don de profecía y ser usado por el Señor,
pero esto no quiere decir que en verdad cumple con el ministerio de Profeta.
Veamos por ejemplo Hechos 21:8-11, donde se destacan algunas diferencias:
Dios revela que hay mayor autoridad y fuerza en el oficio que en el don.
“Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y
entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos
con él. Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. Y permaneciendo
nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo,
quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las
manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén
al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles”
Hechos 21:8-11.
El escritor de Hechos (Lucas) nos dice que ellas “profetizaban” (podían
hacerlo por el don) pero Agabo era profeta, éste era su ministerio y es a
través de éste que Dios habla a Pablo. El don de profecía les permitía a ellas
servir en la iglesia local y continuar con su vida natural en casa, el oficio o
ministerio le demandaba a Agabo servir a Dios de tiempo completo.
Beneficios del don de profecía:
Habla a los hombres sobrenaturalmente (1 Corintios 14:3 “Pero el que
profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación”).
Edifica a la Iglesia.
Exhorta (es decir anima, alienta, conforta, impulsa a seguir un camino) a la
Iglesia.
Trae consuelo a la Iglesia.
Todos son enseñados (1 Corintios 14:31 “Porque podéis profetizar todos uno
por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados”).
Convence al no creyente y manifiesta los secretos de su corazón (1 Corintios
14:21-25).
Pablo indica que el que profetiza es responsable por el uso del don y tiene
control sobre sus usos, de igual manera exhorta a que todo sea hecho en
orden.
Profetizar básicamente significa hablar por otro, dar un mensaje, en éste caso
de parte de Dios.
Protocolo profético (principios a tener cuenta):
a) La profecía debe edificar, exhortar y consolar, 1 Corintios 14:3.
Edificación: esto indica que es un mensaje que produce crecimiento.
Exhortación: apremiar, impulsar para seguir un curso de conducta, Ejemplo:
Hechos 14:22.
Consolación: indica alivio, aliento, consolación de manera entrañable,
consuelo para el quebrantado y fatigado.

b) La profecía debe ser juzgada, 1 Corintios 14:29.


En la 1 Corintios 13:9, vemos que la profecía no es completa, y según 1
Tesalonicenses 5:20-21, no se debe menospreciar, sino juzgar, esta palabra
significa: discernir, examinar. En la Biblia N.V.I. dice: “no desprecien las
profecías, sométanlo todo a prueba”. Las visiones, sueños o mensajes
proféticos deben someterse a examen y comprobarlos por la palabra de Dios
y por el testimonio del Espíritu Santo que mora en cada uno de nosotros.
En la iglesia de Corinto había desorden, y por eso, se establece un orden, 1
Corintios 14:30-32,40, nos dice la Biblia “decentemente”, el término indica:
honestidad, con gracia, manera apropiada, noble, bien formado, honradez (en
contraste con la vida de los gentiles).
c) La profecía viene para confirmación de aquello que Dios ya ha venido
diciendo al espíritu o corazón del creyente.
d) La profecía o mensaje de Dios conserva la naturaleza Divina, 1 Corintios
14:33 “pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz”.
El mensaje de Dios (profecía) contiene los elementos de la esencia del
Señor mismo, como su amor, su paz, su verdad, su pureza, etc. La profecía no
da ministerios, ni dones espirituales (los confirma), tampoco “revela” el
número de la lotería, ni te manda a desobedecer la Palabra del Señor, la
palabra profética no confunde, ella trae luz y paz pues viene de Dios.

2) EL DON DE DIVERSOS GÉNEROS DE LENGUAS:


Los dones del Espíritu Santo son repartidos por él y lo hace soberanamente.
Somos un cuerpo y debemos fortalecernos y ayudarnos mutuamente, la obra
de cada uno es muy importante. Cuando hablamos de los dones del Espíritu
Santo nos referimos a aquellas virtudes sobrenaturales dadas por el Señor
para bendición y edificación de Su iglesia.
Según indica la Biblia el bautismo en el Espíritu Santo implica una señal:
hablar en otras lenguas según da el Espíritu mismo.
Éste don se diferencia de las lenguas del bautismo en el Espíritu en que
contiene diversos géneros, su operación es una manifestación sobrenatural
como los demás dones, y es público, mientras que generalmente las lenguas
por el bautismo corresponden a un género y son para la vida de oración
personal del creyente.
Definición: Es una declaración sobrenatural por medio del Espíritu Santo, en
idiomas nunca aprendidos por el que habla, ni entendidas generalmente por
la mente del que habla.
Aunque nuestra traducción contiene dos palabras: “diversos” y “géneros”, en
el griego de la Escritura aparece un solo término “génos”, que significa:
familia, nación, linaje, raza.
La manifestación de éste don es sobrenatural, y su propósito es divino, por
ejemplo: Hechos 2:4-12, donde éste don se manifestó para dar a conocer la
Palabra de Dios y sus maravillas a todos quienes estaban en Jerusalén en la
fiesta de Pentecostés en sus lenguas originales o nativas, por eso dice la
Biblia:
“Porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y
maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?
¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que
hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en
Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y
Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos
aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos
hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios” Hechos 2:7-11.
En la manifestación del don, opera la voluntad del hombre, su espíritu y sus
órganos de expresión, pero la mente que opera es la mente de Dios.

3) INTERPRETACIÓN DE LENGUAS:
Siete de los nueve dones se ven en el Antiguo Testamento mientras que dos
corresponden sólo a la dispensación de la gracia: diversos géneros de
lenguas e interpretación de lenguas.
Son los más relacionados de todos los dones, 1 Corintios 14:27-28 “Si habla
alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno
interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y
para Dios”.
Un creyente usado por Dios con este Don de Interpretación de Lenguas no
presta su atención a los términos hablados en el lenguaje desconocido que
está interpretando, él mira a Dios pues depende directamente de Él para que
le enseñe y muestre el significado o interpretación del mensaje.
Es muy interesante recordar que al comienzo la tierra tenía una sola lengua y
las mismas palabras, a causa de la obstinación humana en la torre de Babel,
Dios confundió sus lenguas y se esparcieron por el mundo. Ahora, por su
Espíritu Santo le da a la iglesia la capacidad sobrenatural de llevar su
mensaje aún en otras lenguas.
Debemos guardar los dones de todo intento de reducirlos a un nivel natural.
El Don de Interpretación de Lenguas es sobrenatural y enteramente
milagroso.
Podemos ver por ejemplo el uso de éste don cuando una persona habla en
diversos géneros de lenguas en una congregación, y es otra persona quien
con el don de interpretación de lenguas pronuncia o declara lo que Dios dijo
en lenguas. Recordemos que éste mensaje es para edificación, exhortación y
consolación.
Si tenemos que considerar alguna razón por la cual el don de diversos
géneros de lenguas e interpretación de éstas aparecen últimos en la lista que
hace el apóstol Pablo una posible explicación seria que fueron los últimos
dones impartidos a la Iglesia del Señor. Los primeros siete dones de la lista
son manifestados en el Antiguo Testamento y también en los Evangelios,
pero estos dos últimos no fueron impartidos hasta después del
derramamiento del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés.

Capítulo 11

LOS DONES DE REVELACIÓN:

Estos son: Palabra de sabiduría, palabra de Ciencia y Discernimiento de


espíritus.
Las obras de Dios son poderosas y sobrenaturales, y todas ellas se
corresponden con un diseño y propósito celestial. El Señor ha revestido a su
iglesia con dones y capacidades sobrenaturales, éstos son los dones del
Espíritu Santo. Así como la gran comisión es un desafío sobrenatural, Dios
ha equipado por el Espíritu Santo a Su iglesia con unas virtudes que superan
la ley natural, su obra es maravillosa y por eso asombra a los hombres y deja
sin explicación lógica a la ciencia humana, porque Dios es sobrenatural.
Los dones del Espíritu de Dios no son para la vanagloria del hombre, o para
beneficio personal. Son dados por Dios para su pueblo, para beneficio y
edificación de su iglesia. Es un equipamiento sobrenatural para que su
iglesia avance en victoria. Debemos identificar qué nos ha dado Dios y
ponerlo al servicio del cuerpo de Cristo, y hacerlo no por competencia ni
por vanagloria sino con gozo y disposición, procurando siempre que Cristo
sea glorificado. La manifestación de los dones debe ser juzgada por el
testimonio del mismo Espíritu que mora en el creyente y por la Palabra de
Dios.
Es necesario concientizarnos de que hemos sido equipados por el Espíritu de
Dios de una manera sobrenatural, no hablamos pues de dones naturales o
capacidades innatas sino de virtudes impartidas por Dios sobre sus hijos
para cumplir con la extensión de un reino sobrenatural. Hemos sido
equipados por el Espíritu de Dios para Su gloria. Estudiemos ahora los
dones de revelación:

1) PALABRA DE SABIDURÍA:
Es la revelación sobrenatural por el Espíritu de Dios de la mente del Señor y
sus propósitos.
La palabra de sabiduría es la declaración sobrenatural de la mente y
voluntad de Dios. Éste don revela los propósitos e instrucciones del Señor
para los hombres, revelación que viene del conocimiento de Dios sobre el
futuro. Por ejemplo: Mateo 26:34 “Jesús le dijo: De cierto te digo que esta
noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces”.
En el caso mencionado Jesús por el don de sabiduría revela lo que Pedro
hará unas horas más adelante. Éste don por la acción del Espíritu Santo da a
conocer o revela lo que sucederá.
La Palabra de Sabiduría puede ser manifestada o revelada por diversos
medios: La voz de Dios. En un sueño. En una visión. Por profecía.
No hablamos entonces de sabiduría general o del conocimiento natural del
hombre. Es una revelación sobrenatural por el Espíritu Santo respecto al
plan o propósito de Dios con una situación o persona.
Por supuesto debemos tener presente que todas las manifestaciones deben
ser aprobadas por la palabra de Dios y por el testimonio del Espíritu Santo.

2) PALABRA DE CIENCIA:
Es una revelación de sucesos pasados o presentes, fuera de nuestro
conocimiento natural, que son reveladas por el Espíritu Santo.
Este don se manifiesta para revelar acontecimientos del pasado al presente;
un claro ejemplo de esto lo encontramos en Juan 4:16-19, cuando el Señor le
dice a la Samaritana que ha tenido cinco maridos y con el que vivía no era
de ella.
Entonces el don de Sabiduría está más relacionado con el futuro y el don de
ciencia con el presente y pasado. El don de Ciencia también es usado por
Dios para revelar cosas muy profundas en la vida de una persona que aun
ella misma desconoce, pero que está afectando su vida presente.
Podemos ver por ejemplo el don de ciencia fluir cuando Ananías fue enviado
por el Señor Jesús a ministrar a Saulo de Tarso. De manera sobrenatural él
se entera de cosas respecto a la condición de Saulo, según Hechos 9:1-18
Ananías
Sabía dónde estaba Saulo,
Sabía que estaba orando,
Supo que Saulo había recibido una visión,
Supo que era un vaso escogido por Dios para una misión especial,
Y que sufriría por causa del Señor.

3) DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS:
Éste don da compresión sobrenatural en el ámbito de los espíritus, revelando
el origen del espíritu que opera en una persona, grupo o reunión.
Éste don opera enteramente de una manera sobrenatural y las cosas que
revela son del mundo espiritual. Por ejemplo Pablo entendió en el espíritu,
usando éste don, el origen y naturaleza del espíritu que operaba en Elimas,
Hechos 13:9,10 “Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu
Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda
maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar
los caminos rectos del Señor?”.
Éste don está limitado a revelar la clase de espíritus (si son buenos o
malignos, es decir ángeles, querubines, demonios, etc). Por éste don
podemos percibir los seres que viven y actúan en el mundo espiritual. No es
para acusar o “discernir” la vida de otros hermanos con intenciones
malsanas.
Otro ejemplo lo vemos: Hechos 16:16-18, donde Pablo libera a una mujer
poseída por un demonio de adivinación: “Aconteció que mientras íbamos a
la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de
adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Esta,
siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son
siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. Y
esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y
dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y
salió en aquella misma hora”.
Es necesario hacer diferencia del discernimiento propio de cada creyente
por el Espíritu Santo que habita en él. Es decir el don de discernimiento de
espíritus es específico, por ejemplo actuó en Pablo en el caso anterior
(Hechos 16:16-18) identificando el demonio que puntualmente actuaba en
esa mujer, pero el discernimiento normal del creyente nos dejaría ver que
ella estaba endemoniada en términos generales.
Capítulo 12

EL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA DEL SEÑOR JESÚS

Es fundamental conocer la obra del Espíritu Santo en el creyente, y una


manera de saberlo es mirando la obra del Espíritu Santo en la vida de Jesús
mientras estuvo aquí en la tierra ¿Cuál fue la relación de Jesús con el
Espíritu Santo en su vida y ministerio? ¿Cuáles son aquellos momentos
especiales donde las Escrituras destacan la obra del Espíritu Santo en Jesús?
¿Cuál fue el maravilloso papel del Espíritu Santo en la vida terrenal de
Jesús? Veamos:
“…Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se
halló que había concebido del Espíritu Santo... y he aquí un ángel del Señor
le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a
María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es”
Mateo 1:18-20.
El nacimiento de Jesús fue un acontecimiento sobrenatural. El Señor fue
engendrado en la matriz de María por el poder del Espíritu Santo (la
concepción de un hijo es una maravilla por diseño de Dios) podemos decir a
la luz de éste acontecimiento que por naturaleza el Espíritu Santo genera y da
vida. Él nos lleva a una nueva vida en Jesús y es quién sostiene esta nueva
existencia. Por tanto es vital la comunión con el Espíritu Santo.
En el bautismo del Señor Jesús vemos la manifestación gloriosa del Espíritu
Santo. “… también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y
descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino
una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo
complacencia” Lucas 3:21-22.
En ése momento el Señor Jesús fue ungido por el Espíritu Santo. Ungir es
símbolo de consagración. En el Antiguo Testamento los reyes, profetas, y
sacerdotes eran ungidos, esto indicaba equipamiento sobrenatural para la
obra u oficio a desempañar e indicaba que habían sido separados o
consagrados para hacer esa labor. Este acontecimiento marcaba el inicio del
ministerio sobrenatural del Señor Jesús, comienzo confirmado por Dios
mismo.
El Espíritu Santo vino “como paloma”. Las características de la paloma son:
gentil, tierna, graciosa, inocente, suave, pacífica, pura, paciente, fácilmente
contristada o asustada y fiel ( las palomas se aparean con la pareja que
eligen para toda su vida ).
El hecho de que el Espíritu Santo es representado como una paloma indica
que Él nunca demanda ni obliga a los suyos; Él obra por medio de suaves
directivas o persuasiones y precede la voz del Padre (afirmando la identidad
del Hijo), esto nos enseña que será más fácil oír al Padre en la medida de la
comunión con el Espíritu, y esto también afirmará nuestra identidad como
hijos de Dios.
El Espíritu Santo en el ministerio de Jesús:
En su ministerio el Señor Jesús recurrió a los dones y poder del Espíritu
Santo, el mismo dijo por ejemplo: “el Espíritu del Señor está sobre mí, por
cuanto me ha ungido para…” Lucas 4:16-19. El Señor inicia su ministerio
después de haber sido ungido por el Espíritu Santo, así pues aprendemos que
para desarrollar un ministerio eficaz requerimos la unción del Espíritu
Santo, es él quien nos fortalece y capacita para la batalla.
El cumplimiento de lo que estaba escrito se hace real en la medida en que
Jesús camina con el Espíritu Santo. Vemos entonces que la profecía es la
visión o meta, y la unción del Espíritu Santo es el equipamiento que te
llevará al cumplimiento de la misma.
El Señor Jesús no recurrió a su poder como Dios, sino que siendo ungido por
el Espíritu Santo desarrolló un ministerio sobrenatural, y anduvo haciendo
bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo. Por todo esto, nos
damos cuenta que sin el Espíritu Santo no hay vida ni poder para un servicio
eficaz a Dios.
En la vida de Jesús podemos ver diversos momentos donde la obra del
Espíritu Santo jugó un papel fundamental. Sin duda, Dios permitió que esto
quedara plasmado en las Sagradas Escrituras para enseñarnos la obra
poderosa que el Espíritu Santo puede hacer también en y a través de
nosotros.
El Espíritu Santo en la crucifixión y resurrección de Jesús:
“…Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin
mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que
sirváis al Dios vivo” Hebreos 9:14.
El Espíritu Santo revistió de fuerza al Señor Jesús para ir a la cruz, el texto
bíblico nos dice: “mediante el Espíritu eterno se ofreció”, el término
“ofreció” es traducido del griego “prosféro” que significa además:
presentarse ante, llevar a cabo. Entonces el Espíritu Santo lo fortaleció para
llevar a cabo la obra en la cruz. Jesús aquella noche dijo a sus discípulos:
“Mi alma está muy triste hasta la muerte” pero venció en aquel momento de
profunda tristeza por el poder del Espíritu Santo.
Los discípulos tenían temor de ir a Jerusalén, pero de Jesús la Escritura
dice: “Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba,
afirmó su rostro para ir a Jerusalén” Lucas 9:51, porque está escrito: "no nos
ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio”.
Entonces Dios nos ha dado su Espíritu para caminar en victoria por su poder.

Es la fuerza del Espíritu Santo la que te sostiene en las pruebas y momentos


difíciles que están en la voluntad de Dios (porque ir a la cruz era parte del
camino de Jesús). Ante momentos difíciles y dolorosos de la vida debemos
acudir a nuestra comunión con el Espíritu Santo para ser fortalecidos y
seguir adelante en el plan divino.
En la resurrección también vemos la manifestación poderosa del Espíritu:
“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en
vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” Romanos
8:11.
El Espíritu Santo levantó a Jesús de entre los muertos y de la misma manera
nos vivifica para caminar en vida nueva (así como un día el Espíritu Santo
vino sobre María y engendró a Jesús, también al tercer día, vino sobre Jesús
y lo levantó de los muertos, porque es el Espíritu de Dios que vivifica). La
palabra resurrección (del término griego “anastasis”) significa: levantarse,
ponerse de pie; así pues por el Espíritu podemos estar de pie y avanzar y si
tropiezas, por el Espíritu, levántate y avanza, él está contigo.
Dios es fiel y no desamparó a su Hijo Jesús en el momento más crítico de su
vida sino que lo fortaleció ante la cruz y lo levantó de los muertos por el
poder del Espíritu Santo; así mismo podemos estar confiados en el Señor, él
nos fortalece por su Espíritu para superar los obstáculos del camino, y
levantarnos ante la adversidad.

Capítulo 13

EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO EN ACCIÓN

El libro de los Hechos capítulo cuatro destaca que Pedro estaba lleno del
Espíritu Santo y así habló ante la multitud presente. Esto nos recuerda cuán
importante es el poder del Espíritu de Dios para dar testimonio de Su
mensaje. Es así de claro: sin el poder del Espíritu Santo no seremos
efectivos en aquello que el Señor nos ha encomendado. Es con el poder del
Espíritu de Dios que podemos hacer Su obra, ya que ésta es sobrenatural, el
poder que la acompaña también debe serlo.
“Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo dijo… sea notorio a todos
vosotros que en el nombre de Jesucristo de Nazaret… este hombre está en
vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los
edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo” Hechos 4:8-11.
El hombre que recibió el milagro era cojo de nacimiento, limosnero, era
llevado y dejado cada día en la puerta del templo para que pidiera limosna a
los que entraban. Fácilmente concluimos que su vida era triste, sin sueños, y
de suma impotencia al ver como transcurrían en vano los años de su vida. Lo
más seguro es que no sólo recibía limosnas, también palabras de
menosprecio, burla y condena, “a lo mejor está así por algún pecado”
declaraban algunos tal vez.
Dios manifestó su poder y gracia sanando a éste hombre y transformando
toda su vida, éste hombre que fue sanado tenía cuarenta años de aflicción,
pero un día llegó su milagro. El Señor es todopoderoso y bueno, todo tiene
su tiempo, él sabe cómo, con quien y cuando hacerlo. Pedro estaba lleno del
poder del Espíritu Santo, estaba sometido a Dios, era una vasija dispuesta
para que Dios manifestara su gloria.
Pedro afirma que éste milagro ocurrió por el poder que hay en el nombre de
Jesucristo de Nazaret, de ésta manera da la gloria a Dios. Esto nos recuerda
que todo lo que hacemos es por la gracia del Señor, y que en todas aquellas
cosas significativas que alcancemos debemos levantar en alto el Nombre del
Señor.
Hay tanto poder en el nombre de Jesucristo que las enfermedades huyen, los
demonios tiemblan, y un día toda rodilla en los cielos, en la tierra y debajo
de ella se doblara ante éste Nombre el cual Dios Padre exaltó hasta lo
sumo.
Los edificadores rechazaron la principal piedra, nos enseña el texto de hoy.
Los edificadores de la vida espiritual del pueblo de Israel eran precisamente
los sacerdotes, escribas y ancianos, pero ellos rechazaron y aún crucificaron
al Señor Jesús, quien es la cabeza del ángulo ¿qué significa esto?
La cabeza del ángulo era aquella piedra singular y muy fuerte, que se ponía
como fundamento o soporte para construir una edificación, ésta serviría de
apoyo inicial, conformándose ángulos con las otras piedras que se iban
agregando poco a poco, ésta piedra daba fuerza y unidad a la casa, era el
origen de toda la construcción.
El apóstol Pablo dijo: “nadie puede poner otro fundamento que el que está
puesto, el cual es Jesucristo”. Así pues Cristo es la principal piedra del
edificio que es su iglesia. La Iglesia está sostenida y edificada en Cristo
Jesús, y por la unción del Espíritu Santo puede desarrollar el ministerio
sobrenatural al cual ha sido llamada.
Jesús caminó en un ministerio sobrenatural por el poder del Espíritu Santo
que estaba en él. Así como el Verbo se hizo carne y con sus pies iba por todo
Israel, con su boca predicaba y con sus manos tocaba a los enfermos, quiere
el Señor hoy a través de su cuerpo (la iglesia) ir por el mundo llevando su
mensaje y poder salvador, sanador y libertador aun mundo necesitado de la
gloria de Dios, digamos pues “heme aquí dispuesto estoy. Úngeme Señor con
el poder de tu Espíritu para servirte”.

Capítulo 14

EL CARÁCTER Y LA UNCIÓN

Cuando el apóstol Pablo llegó a Éfeso, preguntó a los discípulos:


“¿recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos dijeron: “ni siquiera
hemos oído si hay Espíritu Santo”. Ellos ignoraban por completo la persona
y obra del Espíritu Santo. El Señor Jesús ascendió, está sentado a la diestra
del Padre y volverá por su iglesia. Pero hoy nos encontramos en el
ministerio terrenal del Espíritu Santo. Jesús no dejó a sus discípulos
huérfanos, él envió su Espíritu Santo. Es fundamental conocer su carácter, su
obra, sus anhelos, su guianza, el Espíritu Santo debe ser nuestro mejor
amigo.
El Espíritu Santo promueve la santidad. Recordemos que su nombre nos
habla de aquel que nos quiere llevar hacía la voluntad del padre. Es aquel
que nos redarguye, procura convencernos de lo malo, nunca nos llevará a
desobedecer a Dios. Él quiere producir en nosotros el carácter santo del
Padre: 1 Pe. 1:14-16.
La unción y los dones se reciben, Dios los da; mientras que el carácter santo
se forma (en un marco de acción divina y sometimiento humano). Es una
equivocación buscar los dones y la unción, sin anhelar el carácter santo que
produce el Espíritu de Dios, pues encontraremos ungidos sin madurez, es
decir unción sin el carácter de Cristo.
El fundamento de la unción es el carácter del hijo de Dios, por eso dice la
Escritura: “Al que tiene, más se le dará; pero al que no tiene, aun lo que
tiene se le quitará” (Mateo 13:12), pues nadie echaría su valioso aceite en
una vasija con un agujero. Primero la repararía, la restauraría, para no
perder el aceite, por eso el carácter es la fuerza del recipiente que contiene
la unción.
Es posible operar en los dones del Espíritu Santo, sin experimentar su fruto.
Al observar 1 Corintios 12:7-10, vemos que nueve son los dones del
Espíritu (Milagros, sanidades, profecía, fe, discernimiento de espíritus,
géneros de lenguas, interpretación, ciencia y sabiduría), y nueve son las
manifestaciones del fruto del Espíritu (según Gálatas 5:22-23), ésta
igualdad: nueve dones y nueve manifestaciones del fruto, nos indica que
ambos (unción y carácter) son muy importantes en la vida cristiana.
En la iglesia de Corinto vemos que había poder a pesar de la ausencia de
madurez espiritual e integridad, 1 Corintios 1:7 Pablo dice: “de tal manera
que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor
Jesucristo” entonces el apóstol nos enseña que allí en la iglesia de Corinto
fluían todos los dones sobrenaturales del Espíritu, pero añade por ejemplo
en 1 Corintios 1:11 “Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos
míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas” (al leer toda la
carta vemos que había allí contiendas, inmoralidad, murmuración, rebelión,
menosprecio hacia sus autoridades, etc).
Podemos ver otro ejemplo en Sansón, un hombre con una fuerza física
sobrenatural, pero con una gran debilidad moral. Así como la vasija sostiene
el aceite, la integridad sostiene la unción.
Debemos anhelar todo lo que Dios ha planeado para nosotros, pero los
motivos deben ser los correctos. Cristo debe ser glorificado en todo.
Nuestro mayor gozo es que él brille, y que su reino sea establecido en la
tierra. Procuremos pues, anhelar los dones mejores, pero sobre todo el amor,
éste es el fundamento esencial del reino de Dios, y la gran diferencia con el
reino de las tinieblas.

Capítulo 15

EL CRISTIANO COMO TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO

Hoy día los nacidos de nuevo en Cristo somos templo del Espíritu Santo,
somos casa o tabernáculo de Dios. Esto implica que estamos consagrados o
dedicados para el Señor y que sólo él con su presencia es quien debe llenar
éste templo o casa. Dios mismo expresa el deseo de llenar al creyente con la
presencia del Espíritu Santo, por eso nos aconseja: “no os embriaguéis con
vino en lo cual hay disolución, más bien sed llenos del Espíritu Santo”
Efesios 5:18.
La biblia nos dice: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? 1 Corintios 6:19.
Es muy importante tener presente ésta verdad. Hemos sido comprados por la
sangre de Jesucristo y somos portadores de la presencia de Dios.
Consideremos a la luz de la Biblia el concepto templo y la evolución de ésta
revelación. Veamos entonces en primer lugar Éxodo 25:8:
“Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos”.
El tabernáculo fue construido por los israelitas en el desierto Y Dios
expresó que allí se manifestaría y le hablaría a Moisés. Era entonces un
lugar donde la presencia del Señor se manifestaría. Además dijo Dios que
éste tabernáculo estaría ubicado en medio de las doce tribus de Israel, esto
nos enseña el deseo del Señor de habitar en medio de su pueblo.
Debemos considerar según Éxodo 25:8 que la casa es para el Señor. Dios
encomienda a Israel construir un santuario exclusivamente para él. El Señor
diseña y revela la manera de construcción y la forma del lugar y es el
hombre quien debe construirlo. Esto nos recuerda que Dios trabaja en equipo
con el hombre.
Los cielos harán cosas tan grandes como compromiso haya en la tierra.
Cuando vemos las grandes cosas que Dios hizo con la iglesia primitiva
podemos preguntar ¿Por qué Dios no hace las mismas cosas hoy? Más bien
creo que debemos preguntar ¿dónde está el mismo compromiso que tuvieron
los cristianos del primer siglo?
La presencia de Dios en el Antiguo Testamento moró en el tabernáculo (en el
desierto) y en el templo (en la ciudad de Jerusalén), pero hoy somos templo
o morada del Espíritu Santo. Ésta verdad o propósito de Dios ha sido una
revelación gradual para el hombre. El Señor habitó en el tabernáculo por el
desierto (recordemos que cuando se detenían en su peregrinaje el
tabernáculo iba en el centro de las doce tribus); luego habitó en el templo en
Jerusalén, que era la sede de la vida espiritual del pueblo de Israel
(lamentablemente por la dureza del corazón humano se convirtió poco a
poco en un centro religioso más que en una fuente de vida espiritual).
En tiempos de nuestro Señor Jesús el lugar de culto era el templo en
Jerusalén y/o la sinagoga. En el primer siglo aunque estaba el templo, vemos
también las sinagogas (edificaciones que eran construidas en las regiones
dónde vivieran por los menos una decena de judíos). En los comienzos de la
iglesia cristiana los creyentes se reunían en el templo y en las casas (Hechos
5:42).
Las sinagogas eran construcciones que se hacían con las ofrendas y aportes
del mismo pueblo que quería reunirse y adorar al Señor. Qué bueno recordar
aquí al Rey David quien dijo: “la casa que se ha de edificar a Jehová ha de
ser magnífica por excelencia, para renombre y honra de nuestro
Dios”. Procuremos pues hacer lo mejor para nuestro Señor. Hoy día somos
templo o tabernáculo de Dios, somos habitación de la Presencia Divina, que
gloriosa es esta verdad y que privilegio tan grande. Ayúdanos Señor a cuidar
y valorar tu presencia en nosotros.
Somos templo del Espíritu Santo, morada de Dios. Permitámosle hacer Su
obra en nosotros de manera que éste templo (nosotros mismos) glorifique Su
nombre, y ante todo hacerlo porque le amamos y nuestro corazón está lleno
de gratitud.

ANEXO

EL ESPÍRITU SANTO COMO AMIGO

Introducción: Para edificar una amistad sólida sin duda se requiere un


conocimiento mutuo sincero, buen tiempo, respeto y por supuesto un dialogo
continuo. La Biblia nos dice que el patriarca Abraham es conocido como
amigo de Dios. En la actualidad en el cristiano mora el Espíritu Santo de
Dios, y él desea ser nuestro mejor amigo.

Él es uno que nos enseña, aconseja, él nos anima y procura acercarnos cada
día más a la voluntad perfecta de nuestro Dios. El Espíritu Santo es aquel
que nos puede ayudar a ser más como Jesucristo, él es nuestro bendito
Consolador.

Nos dice el Señor Jesús en Juan 14:16 “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro
Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. En primera instancia
veamos la definición de la palabra “Consolador” según el Nuevo
Testamento.

Consolador, es un término traducido de la palabra griega “parakletos” que


literalmente quiere decir: llamado al lado de uno, intercesor, abogado,
consejero, auxiliador y ayudador.

a) En el Antiguo Testamento hallamos la palabra consolador en relación


directa con la obra protectora del Señor hacia su pueblo Israel. Es en el
Nuevo Testamento en donde el Espíritu Santo se da a conocer como el
Consolador.

El Señor Jesús dice: “el Padre os dará otro Consolador”, (la palabra “otro”
se traduce del término griego “allos” que traduce: otro de la misma clase).
Entonces así como el Señor Jesús fue quien estuvo con los discípulos, y les
enseñó, los defendió y dirigió, ahora declara que ellos tendrían otro
Consolador.

Vemos pues así que el Espíritu Santo desea hacer con cada uno de nosotros,
lo que el Señor Jesús hizo con los doce discípulos, es decir dirigir, enseñar,
acompañar, corregir y equipar, animar, entre otros, a sus discípulos hoy.

b) “Parakletos” era una palabra usada en las cortes de justicia griegas de


aquella época para denotar a un asistente legal, al defensor o abogado de una
persona acusada; por eso generalmente, el que aboga por la causa de otro o
le defiende, se le llama intercesor.

En ciertas ocasiones cuando el individuo no tenía con que pagar su abogado,


tenía que buscar a una persona en su comunidad con cierta influencia, poder
y respaldo financiero para que le defendiera en el juicio (por eso nos dice el
versículo de aquel Abogado: “para que esté con vosotros para siempre”).

c) Debemos tener en cuenta que el Señor Jesús utilizó ésta palabra


(“Consolador”) para hacer referencia al Espíritu Santo, cuando estaba a
solas con sus discípulos la última noche, no estaban presentes las multitudes
que seguían al Maestro. Esto sucede en la cena del aposento alto.

Este acontecimiento es narrado en el evangelio de Juan del capítulo trece al


diecisiete, y nos revela lo sucedido durante la cena del Maestro con sus
discípulos. La cena es para los judíos un momento especial y de intimidad
familiar. La Biblia nos enseña que sólo estaban Jesús y los once, según Juan
13:26-30, Judas ya se había ido.

Concluimos entonces que la revelación del Espíritu Santo como el


Consolador es dada a los once, porque la Biblia nos enseña que: “cosa que
ojo no vio, ni oído oyó, son las que Dios ha preparado para los que le
aman”.

Por eso el Consolador es revelado en un momento de intimidad con el Señor


Jesús. La intimidad con Dios, esto es la oración personal siempre traerá
cosas nuevas y poderosas del Señor.

d) El Señor Jesús se está despidiendo de sus discípulos, y les expresa: “no


os dejaré huérfanos”, Juan 14:18. La palabra “huérfanos” se traduce del
término griego “orfanós” que además significa: sin padres, desamparado,
persona sin amigos. Pero el Señor Jesús les dice que no se quedarán solos,
ni desamparados, vendrá el otro Consolador, el Espíritu Santo de Dios para
instruirlos, capacitarlos, acompañarlos y ungirlos en la nueva misión.

El amor del Señor es tan poderoso que vino él mismo a darnos salvación, y
luego viene a hacer morada en nosotros a través del Espíritu Santo. El
Consolador desea darse a conocer y desarrollar una gran amistad con cada
uno de nosotros. El Espíritu Santo desea ser tu amigo.

La obra del Espíritu Santo en cada uno es sobrenatural.

La biblia nos dice que cuando Pablo llegó a la ciudad de Éfeso le preguntó a
los discípulos allí: “¿recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos
contestaron: “ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”. Vemos pues que
ignoraban completamente la persona y obra del Espíritu Santo de Dios. Pero
él ha venido para enseñarnos.

El Señor Jesús ascendió, hoy día está sentado a la diestra del Padre Celestial
y volverá por segunda vez a levantar a su iglesia. En la actualidad nos
hallamos en el ministerio terrenal del Espíritu Santo de Dios.

El Señor cuando se fue no dejó a sus discípulos huérfanos y desamparados,


él envió su Santo Espíritu quien hoy vive en cada nacido de nuevo. Por todo
esto es vital conocer su naturaleza, su obra, sus planes, su dirección, etc.
Podemos empezar diciendo que el Espíritu Santo de Dios genera santidad en
el cristiano. Veamos entonces cual es el significado de su nombre desde los
términos griegos usados en la Escritura para referirse a él:

a) Espíritu: se traduce del griego “pneúma” y significa: viento, aliento,


soplo, espíritu.

b) Santo: se traduce del griego “jágios” y significa: puro, sagrado,


consagrado (a Dios), separado.

Entonces esto indica a Aquel que nos dirige hacía la voluntad del Padre
Celestial. Es Aquel que nos convence de lo que está mal, jamás nos
impulsará a desobedecer al Señor. Él desea generar en nosotros el carácter
santo de nuestro Padre: 1 Pedro 1:14-16

“Como hijos obedientes no os conforméis a los deseos que antes tenías


estando en vuestra ignorancia; sino como aquel que os llamó es santo, sed
también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; sed santos porque
yo soy santo”.

Debemos tener presente también que la unción y los dones se reciben, el


Señor mismo los da, mientras que el carácter íntegro y santo se forma en el
cristiano, por supuesto esto se da en un marco de la obra divina y el
sometimiento del hombre.

Es un error pretender los dones sobrenaturales del Espíritu y la unción, sin


desear el carácter santo que genera el Espíritu del Señor, ya que por eso
hallaremos ungidos sin madurez de Cristo, es decir poder sin el carácter
santo de Dios.

Es necesario conocer los dones y poder del Espíritu Santo, pero ante todo
debemos conocer y vivir su naturaleza, carácter y obra en nuestra vida.

La base de la unción de Dios es precisamente el carácter del creyente, por


eso nos dice la Biblia: “Al que tiene, más se le dará; pero al que no tiene,
aun lo que tiene se le quitará” (Mateo 13:12).
Ya que ninguna persona echaría su valioso aceite en una vasija con un
orificio, lo que primero debemos hacer es repararla para no perder el aceite,
entonces el carácter es la capacidad de la vasija para contener la unción y el
poder de Dios.

Cuando observamos al detalle la Biblia en 1 Corintios 12:7-10, podemos


ver que nueve son los dones del Espíritu Santo (estos son: Milagros,
sanidades, profecía, fe, discernimiento de espíritus, géneros de lenguas,
interpretación, palabra de ciencia y palabra de sabiduría), y nueve también
son las manifestaciones del fruto del Espíritu Santo (según nos dice Gálatas
5:22-23), entonces ésta igualdad, 9 dones y 9 manifestaciones del fruto, nos
enseña que ambos son fundamentales en la vida cristiana y en el servicio al
Dios.

Conclusión: Debemos desear todas las bendiciones que el Señor ha


dispuesto para nosotros, pero los deseos deben ser apropiados y correctos.
El Señor Jesús debe ser glorificado en todas las cosas.

Por eso el gozo del cristiano es que Cristo brille, y que su gobierno sea
establecido en la tierra. Entonces debemos desear los dones mejores, pero
ante todo el amor, éste es el fundamento esencial del reino de nuestro Dios.

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