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INTRODUCCIÓN. En el tema anterior, nos referimos a la Propiedad llamada pura y simple por la
manera de su adquisición y su ejercicio librada a la voluntad del titular, esto es, en cuanto a la relación
jurídica y material que es permisible. Sin embargo de ello, de manera muy especial y apartándonos
de este derecho de propiedad ya visto y que representa en su ejercicio una forma natural y
corriente del dominio sobre las cosas, existen algunas otras formas peculiares o particulares de
adquisición y ejercicio del derecho de propiedad, debido sobre todo a las características sui
generis que presentan en la aplicación práctica de este derecho.
En consideración a este pequeño preámbulo y siguiendo el orden doctrinal correspondiente, nos
corresponde referirnos a los llamados Modos que eventualmente se podrían presentar en el negocio
jurídico o relación jurídica y que se los denomina como: LA CONDICIÓN y el TERMINO, para darle
validez o, en su caso, darlo por terminado. Estas situaciones novedosas se las conoce con el
denominativo universalmente adoptado de las modalidades del derecho de propiedad y que nacen por
razón de las restricciones, modificaciones o cambios impuestos a la facultad del Titular, sin que esto
signifique el desmembramiento o la disminución de tales facultades y cualidades de este derecho.
Es conveniente por razones de método referirnos al TERMINO conceptualizado como un acaecer
cierto y futuro que se mide en tiempo, y que a su llegada produce dos efectos: uno, el llamado inicial,
que deja pendiente la ejecución del contrato, y el otro denominado extintivo, que hace que la
obligación desaparezca porque obliga al deudor a su cumplimiento. En nuestro caso (de los Derechos
Reales), solamente se podrá establecer un determinado Término para la trasmisión del derecho de
Propiedad. Por el contrario, sí es procedente establecer en el contrato de adquisición y su
ejercicio una fórmula jurídica en la que interviene activamente un elemento que exige una
determinada situación o particular suceso en los actores del negocio jurídico (relación jurídica). Es
la denominada: CONDICIÓN, considerada como aquel acontecimiento futuro e incierto que hace
depender de su cumplimiento la eficacia o resolución de un contrato, tal cual establece el Art. 494.-
del Código Civil. De ello nace la PROPIEDAD CONDICIONAL.
Otro elemento que establece una modalidad en el Derecho propietario, resulta de una
apreciación nada real establecida por la comunidad que se deja guiar por lo que parece,
resultando de ello la PROPIEDAD APARENTE. Y en la esfera de estas variedades del Derecho de
Propiedad, se reconoce aquella que por diferentes motivos imposibilita la libre disposición del bien que
pertenece a una persona, y que se la conoce como PROPIEDAD INALIENABLE
Este derecho puede constatarse en casos como la compra o venta de una casa.
El derecho de propiedad aplica sobre todos los objetos susceptibles de apropiación, lo cual está
determinado por tres características principales:
Que sean útiles, pues de no serlo no tendría sentido su apropiación;
Que sean limitados, pues de ser infinitos tampoco haría falta apropiárselos;
Que puedan ser ocupados o poseídos, pues de otro modo no habría cómo actuar el poder del
derecho de propiedad sobre ellos.
De manera similar, se considera que el derecho de propiedad pleno brinda al poseedor tres
facultades sobre el objeto o propiedad en cuestión, que son el uso (ius utendi), goce (ius fruendi) y
disfrute (ius abutendi), una distinción que nació en el Derecho Romano durante las épocas
medievales:
Ius utendi. El propietario tiene derecho a usar la cosa como le plazca, conforme a sus intereses
y a la función social que posea, siempre y cuando no viole la ley ni cause lesiones a otros
propietarios.
Ius fruendi. El propietario tiene derecho a aprovecharse de la cosa, de los frutos que ésta
genere directa o indirectamente, o que permanezca luego de su uso.
Ius abutendi. El propietario tiene derecho a disponer como desee de la cosa, ya sea para
destruirla, enajenarla, abandonarla, alquilarla, etc., siempre y cuando no vaya en contra de su
función social y no vulnere ningún derecho de terceros o ninguna ordenanza legal.
Otro ejemplo lo constituiría una hacienda en la cual existan numerosos árboles frutales. Éstos son,
junto con todo lo sembrado en el terreno, propiedad exclusiva del propietario, así como también lo
serán los frutos que dichos árboles arrojen, y de los que el dueño podrá disponer como se le antoje:
vendiéndolos, regalándolos o dejándolos podrir.
Ejemplos de la propiedad
Existen distintas formas de clasificar una propiedad conforme a lo establecido por esta rama
del derecho, tales como:
¿Qué es el usufructo?
El usufructo es el derecho real de goce o disfrute de un bien que no nos pertenece, o sea, de una
cosa ajena. Esto se traduce en términos jurídicos a la tenencia de la cosa, más no a su propiedad.
En conclusión, el usufructo es el derecho a usar y tener un bien, sin llegar a ser los dueños del
mismo. Se trata de una figura jurídica cuyos orígenes se remontan al derecho romano, y que es hoy
en día sumamente frecuente.
En términos jurídicos, se entiende el usufructo como la desmembración temporal del dominio sobre
la cosa, o sea, que mientras el usufructuario tiene derecho a las utilidades de la cosa, el titular de la
misma habrá perdido temporalmente su capacidad de gozar o disfrutar de ella, quedándole
únicamente el derecho de disposición sobre ella.
Dicho de una forma más sencilla, el propietario de un bien sigue siéndolo a pesar del usufructo, pero
será el usufructuario quien tenga derecho al goce y disfrute del mismo. He allí la “partición” de los
derechos que tradicionalmente otorga la propiedad.
Toda forma de usufructo responde a lo establecido en la materia por la Constitución nacional o cual
sea el ordenamiento jurídico vigente, y los códigos civiles que regulen la materia.
En cambio, un usufructo vitalicio tiene la duración de la vida entera del usufructuario, y sólo
entonces regresará al dueño los derechos de disfrute de la cosa.
Contrato de usufructo
Toda relación de usufructo se guía por los términos de un contrato de usufructo. Este contrato,
lógicamente, rige los términos del acuerdo y, entre otras cosas, determina el tipo de usufructo y
su duración.
También indica el porcentaje del valor total del bien que el dueño deberá recibir por parte del
usufructuario, así como las fianzas, las cargas ordinarias, la redacción de un inventario (si aplica), y
el modo en que el contrato mismo habrá de extinguirse.
En muchos de estos contratos, además, se pueden incluir condiciones suspensivas, que establecen
requisitos para acceder al usufructo o para no perderlo. Estos contratos deben presentarse y
certificarse ante el organismo pertinente del Estado, como cualquier otro.
Por ejemplo, el propietario de un departamento que esté cedido bajo términos de alquiler se conoce
como el nudo propietario de la misma, pudiendo venderla si se le antoja; mientras tanto, los
derechos de uso y fruto (de allí viene el término, del usufructus latino) del mismo corresponderán al
alquilador.
Los derechos del nudo propietario, pues, son:
Recuperar la cosa cedida en usufructo en buen estado, una vez extinguido el usufructo de
acuerdo a los términos del contrato.
Disponer de la cosa, es decir, enajenarla a voluntad.
Ejercer otros derechos que la propiedad de la cosa le otorgue.