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LEJOS DE IRLANDA

Sin embargo, la literatura dramática irlandesa


sigue abierta. En veinte años, en el Teatro de la
Abadía, gracias a su personal decisión, algunos
poetas, Yeats, Lady Gregory, Synge, O’Casey, mar­
caron sólidamente el espíritu. La oportunidad histó­ ESTADOS UNIDOS: U N A TR A G E D IA
rica consistió en que su camino artístico para com­ A M E R IC A N A
prender y explicar el genio popular coincidiera y se
pusiera de acuerdo con el movimiento de indepen­ c¡ramático nació en los Estados Unidos
dencia nacional en lo que tenía de más profundo, en 1916, del encuentro de un escritor de veintiocho
de más auténtico. años todavía desconocido y de una joven compañía:
Al proseguir su obra en el exilio — desde 1928 Eugéne O’Neill y los «Provincetown Players».
compuso catorce piezas, la última de las cuales, La convergencia de sus ambiciones al margen de
Los tam bores del padre N ed, data de 1958— , O’Ca­ las escenas tradicionales no se debió, sin duda, al
sey amplió su estudio de caracteres y de costumbres. azar. Su empresa se inscribe en un conjunto' de
Con una sorprendente variedad de técnicas, abordó busquedas, de tentativas; responde a una exigencia
los problemas sociales (Rosas rojas para mí), políti­ nueva. Se afirman en ella la necesidad y la voluntad
cos (La estrella enrojece), la influencia del clerica­ de dar al teatro americano una personalidad que no
lismo y del militarismo (La copa de plata, Se espera tiene, de ofrecer a su público una dramaturgia en
a un obispo), llevando la sátira a lo burlesco (Polvo que se reconozca, que lo reconozca. Las condiciones
púrpura). La constante áspera de la trilogía dublinesa de esta aparición garantizan su autenticidad. Exa­
ha cedido el sitio a una crítica optimista al servicio minadas más de cerca, se distinguen en ellas los
del humanismo fundamental de O’Casey. principales caracteres de la vida teatral en los Es­
Y detrás de O’Casey vienen Samuel Beckett, Bren- tados Unidos durante su breve historia.
dan Behan...
PROSPERIDAD: BROADWAY Y «OFF BROADWAY»

Hasta entonces, aunque algunas piezas hubieran


comenzado a testimoniar el deseo de reflejar la rea-
helad americana, el comercio teatral continúa fuer­
temente europeizado.
Hay que señalar que su éxito incita a edificar
nuevas salas. De 1900 a 1928, el número de teatros
neoyorkinos se duplica; pasa de cuarenta a ochenta
146 E stados Unidos: una tragedia americana La pieza en un acto Wf

y seis. Pero lo que exhiben, en vísperas de la guerra de teatros en las universidades. El «amateurismo»
de 1914-1918, es mediocre. Broadw ay es su reino v inicial de su actividad constriñe a autores e intér­
los negociantes sus dueños. pretes a acom odar su ambición a sus medios. La
Es pues fuera de Broadw ay («off Broadway»), en pieza en un acto responde sin duda a necesidades de
G reenw ich Village, y sobre todo al principio’ en tipo práctico.
provincias y en la universidad, donde se organiza
el m ovim iento en favor de una expresión escénica LA PIEZA EN UN ACTO
original.
Y ello por una doble ra z ó n : la prosperidad econó­ Pero lo que las contingencias im ponen al p rin ­
mica desarrolla los ocios y una actividad artística cipio provisionalm ente acaba por transform arse en
es una m anera de ocuparlos, principalm ente en las una necesidad más profunda. La dram aturgia am e­
ciudades pequeñas. ricana parece haber encontrado en la pieza en un
Paralelam ente, los m edios intelectuales, informa­ acto la dim ensión de una acción propia para des­
arrollar una m editación esencial sobre la condición
dos de la efervescencia reform adora de las escenas
europeas, se dedican a poner a pu n to fórm ulas de del «homo am ericanus». ¿N o es significativo que
laboratorio, a fin de experim entar lo que deberá cincuenta años después de que O ’N eill se iniciara
alim entar los teatro s de N ueva Y ork. A sí se definen con los «Provincetow n Players» en el W harf T heatre
el espíritu y la práctica de la vanguardia; procede de Provincetow n con dos actos: En cam ino hacia
ésta de ensayos y realiza propuestas. Cardiff y La sed (reestrenadas las tem poradas si­
guientes en N ueva Y ork, «off Broadway», en una
cuadra desalojada), Edw ard Albee se im pusiera de
EL PAPEL DE LA UNIVERSIDAD Y DE LOS
golpe a la atención m undial con el acto de Z oo Story,
PEQUEÑOS TEATROS
montado por la «Provincetow n Playhouse», y que
En 1912, en la U niversidad de H arvard, un pro­ lo fuera «off Broadway»? ¿Q ue la últim a obra de
fesor, George Pierce Baker, inaugura un curso de O’Neill, que aún no ha sido representada, Hughie,
com posición dram ática. En Chicago se abre un pe­ sea en un acto y que Edw ard Albee, al escribir en
queño teatro de noventa y una plazas por iniciativa tres actos Quién tem e a Virginia W oolf haya dado
de M aurice Browne. Al año siguiente, George Pier­ la impresión de som eterse sobre todo a los im pera­
ce Baker define y concreta la acción teatral univer­ tivos com erciales de los productores?
sitaria fundando el «47 W orkshop». Los estudiantes
fueron a rep resen tar en él las piezas que compu­ «AMERICAN WAY OF LIFE»
sieron como deberes de clase. E n tre ellos, Eugéne
O ’Neill. Se ha atribuido a B ernard Shaw una influencia
A p a rtir de entonces se m ultiplican por los Es­ determ inante en la form ación de la com edia de los
tados U nidos «pequeños teatros» y departam entos Estados U nidos con el m odelo de su diálogo. Para
148 Estados Unidos; una tragedia americana
Acción social 149
afirmar su carácter nacional, está llamada ésta
vincularse estrechamente a lo que se designa como de los animadores de los «pequeños teatros» consi­
American way of Ufe. Debe convertirse en el espejo guieron ganarse al sector comercial. Los «Washing­
d e l m o d o de vivir de los espectadores y en el eco de ton Square Players», por ejemplo, s e implantaron en
s u s p r o b le m a s ; la naturalidad y la vivacidad, el espí­ B roadw ay fundando en 1919 la «Theater Guild».
ritu d e l diálogo ayudarán a dar de ese estilo de vida E n ton ces era s ó lo una organización al servicio de
la im a g en m á s satisfactoria. Lo que no deja de re- un arte americano d e l te a tr o . En 1925 construyen
q u erir el arte del comediante, obligado a desarrollar el «Guild Theater» para albergar s u s manifestaciones
co n su presencia y el realismo de su representación
(el «Guild Theater» se convertirá en 1935, y espe­
lo q u e las palabras a veces sólo indican. También cialmente después de la segunda guerra mundial,
por e llo ocurre que los comediantes de Broadway en el escenario del «American N ational Theatre and
difícilmente pueden desvincularse de su contexto y A c a d e m y » — A . N. T. A .— q u e milita por un te a tr o
de su interpretación de origen. nacional de los Estados Unidos). A l lado de los
La complicidad establecida entre el teatro y su «Washington Square Players», la «Neighbourhood
público en la preocupación por afirmar, por justi­ P layh ou se» y el «Civic Repertory Theater» de Eva
ficar una cierta ética, prohíbe toda sátira verdadera. L egallienne demostraron igualmente una ambición
cultural.
Serán precisos los sucesivos trastornos provocados
p o r la crisis económica de 1929, y luego por la se­
gunda guerra mundial, para que pueda discutirse el ACCION SOCIAL
optimismo de rigor. Casi siempre se contentan los
Repentinamente la situación económica y sus re­
americanos con eludir los problemas apremiantes
percusiones sociales descubren en la representación
mediante el recurso a la huida que ofrecen el diver­
teatral un medio de acción directa; puede movilizar
timiento, en el sentido más amplio del término, o el
cuento de hadas. la atención pública sobre las dificultades del m o­
Sin embargo, las piezas de O’N eill denuncian en mento y suscitar m ovim ientos de opinión. La inicia­
seguida u n a tragedia y los personajes afectados por tiva corresponde a los aficionados del «Worker’s
ella so n compatriotas del autor. Pero, por influencia Laboratory Theatre», en unión con el partido comu-
d e Strindberg, la tragedia toca al individuo en su nista; lanzan el género «A git-prop»1 importado de
esencia, a n te la mirada de Dios, más allá de las Europa.
re a lid a d e s sociales particulares del país. En 1932 la liga de los «Workers Theatres» se de­
La crisis de 1929 hace que se tome conciencia de dica a ampliar esa acción. Pese a los buenos deseos,
los problemas nuevos y replantea el papel que ha su empresa no consigue organizarse profunda y du­
de desempeñar el teatro. raderamente. De todas maneras, la colaboración con
Si hasta entonces la primera justificación de éste escritores, artistas y agrupaciones profesionales (el
es q u e r e p r e se n ta un buen negocio, los esfuerzos
1Agitación y propaganda.
ISO Estados Unidos: una tragedia americana Las perspectivas de posguerra 151

«Group T heatre» 2 y la «T heatre U n io n » 3), anima­ com ienza en 1936 con uno de ellos, T rip le-A Plowed
dos por ideales sociales y hum anitarios comunes Under, sobre la política agrícola, anim ado p or Joseph
independientem ente de una finalidad política precisa, Losey. Se le dan al director m uchos m edios. Un
im pone a los autores Clifford O dets e Irw in Shaw. equipo de docum entalistas y escritores, de artistas y
Sus obras atacan abiertam ente los graves problem as técnicos ■—más de trescientas personas— participa
sociales y políticos del m om ento. en la realización. C ada día se realizan varias rep re­
En 1935, el estreno de Esperando a Lefty de Clif­ sentaciones y el precio de las localidades las hace
ford O dets por el «Grup Theatre» m arca una fecha. accesibles a num eroso público.
Pone en escena un conflicto social y pide al público A unque el T eatro Federal esté al servicio de la
que tom e partido. política gubernam ental, el espíritu de su actividad
El ruido que provocó im pulsó a varias agrupacio­ no tarda en inquietar a la Com isión de A ctividades
nes aficionadas de la liga a m ontar a su vez la obra. A ntiam ericanas fundada en 1938. Se acusa en 1939
Los asistentes reaccionan con frecuencia vivamente al T eatro Federal de com unism o e in m o ralid ad ; el
y las representaciones provocan incidentes. Congreso suprim e sus subvenciones.
No obstante, la víspera y las prim eras horas del
EL TEATRO FEDERAL conflicto m undial, las piezas estrenadas en Broadw ay
m uestran una evolución m oral de la lite ra tu ra d ra­
El año 1935, una acción estatal ayuda a acentuar mática. Se evocan directam ente las grandes preocu­
el com prom iso del te atro con los asuntos del país. paciones m undiales, la am enaza nazi, en las obras
Tiende a reabsorber el paro que abrum a a los come­ de autores consagrados, Lilian H ellm an, Elm er Rice
diantes neoyorkinos subvencionando un T eatro Fe­ y R obert Sherwood.
deral.
E n tre sus m últiples m anifestaciones, la más ori­
LAS PERSPECTIVAS DE POSGUERRA
ginal, el «Living new spaper» o «Periódico viviente»,
ofrece una m anera flexible y de atractiva vivacidad Sin embargo, B roadw ay co n tin ú a siendo la gran
para llevar a la escena las cuestiones del m om ento. máquina de divertir. Al térm ino de la guerra, la
Se utilizan y m ezclan com edia, mimo, danza, cine producción dram ática está tan estrecham ente con­
en una am plia revista de cabaret que expone, d ra­ dicionada por esos m ecanism os com erciales que
m atiza y com enta los acontecim ientos de la actua­ parecen necesarias nuevas iniciativas para volver a
lidad. lanzar la creación y p erm itir las búsquedas artísticas.
El T eatro Federal, dirigido por H allie Flanagan, El teatro ya no es el gran negocio de los años
veinte. La aportación de capitales invertidos es cada
2 Con H arold Clurman, Lee Strasberg, Cheryl Crawford, vez más lim itada y el riesgo de pérdidas tal, que
Paul Green, Clifford Odets, Franchot T one...
3 Con Sherwood A nderson, John dos Passos, Sidney
los productores, tras de h ab er ensayado sus espec­
How ard, John H ow ard Lawson, Elmer Rice... táculos fuera de N ueva Y ork, prefieren detener por
W ':'"

252 E stados Unidos: una tragedia americana ; £ugéne O ’N eüi 153


sí m ism os las representaciones neoyorkinas si e) Hasta 1934 apenas hay un año en que no se estrene
veredicto de la crítica no es favorable. A nte esta una pieza suya; citem os E m perador Iones, 1920;
situación, resulta difícil, si no im posible, proceder El mono peludo, 1922; El deseo bajo los olm os, 1924;
a cualquier experim ento. Es el caso de Francia p0r El Gran Dios Brown, 1926; El extraño interm edio,
la m ism a época. Se precisan o tro m arco v otra« 1928; A Electra le sienta bien el luto, 1931.
condiciones. J dS Durante los doce años que siguen permanece silen­
Sí ahora parece indispensable una intervención cioso. Se dedicó a una empresa excepcional para un
de los poderes públicos, es demasiado pronto para poeta dramático: contar en once piezas la historia
obtenerla. El A. N . T. A. recurre al mecenazgo. Lo de su propia familia y aparecer él mismo en escen a ;
mismo ocurre con el «Lincoln Center Repertory describir, por otra parte, la vida política y social de
Theater» de Nueva York fundado en 1960, que no su país desde la guerra de la independencia hasta
obstante comienza a beneficiarse de fondos oficiales. nuestros días (A touch of the po et, inacabada y re­
Durante este período, «off Broadway» es siempre presentada en 1958). Solamente dos episodios de la
el sésam o del nuevo teatro. Como al principio, hay epopeya personal llegaron a término: Una luna para
una doble localización, primero en Nueva York, los desheredados, estrenada unos pocos m eses antes
concretamente en Greenwich Village, donde tienen lá de la muerte del autor (1953), diez años después de
posibilidad de manifestarse nuevas personalidades : haber sido escrita, y Largo viaje hacia la noche (1956)
Albee, Schisgal, Gelber, K opit... Luego, por todos a cuya representación no pudo decidirse O’N eill en
los Estados Unidos, donde a partir del año 1950 se vida, tan indiscretas y cruelmente verídicas eran
abren teatros profesionales con el apoyo de las uni­ la pintura de los suyos y su confesión. Un padre
versidades y de sus departamentos dramáticos. alcohólico por holgazanería, cuyo minucioso egoísm o
La ambición es la misma en San Francisco, en el condena al fracaso a su mujer y a sus h ijo s; una
«A ctor’s Workshop», o en Minneápolis en el «Tyro- madre que se ha abandonado a los estupefacientes y
ne Guthrie Theatre»: formar un público lo más se acuna entre sueños sin esperanza; un hermano
extenso posible familiarizándolo con las grandes consciente de su mediocridad, de los celos que ésta
obras del repertorio clásico y moderno mundial. Es suscita en él y que intenta dom inar; finalmente el
la ambición de los centros provinciales franceses y héroe —el joven O’N eill— som etido a esta triple
de los teatros estables italianos. fatalidad de la que quisiera huir...
¿N o corre peligro el ejemplo individual de limitar
EUGENE O'NEILL el alcance de un arte tendido hacia la generalidad,
el símbolo y el mito? La fuerza expresiva de Largo
Eugéne O N eill aparece como el patriarca durante
viaje hacia la noche, como de todo el teatro de
to d a esta evolución. Fundó la literatura dramática
O N eill, se desprende de la insistencia realista con
americana; sigue dominándola desde la altura de su la que se desnudan los corazones, los espíritus, las
genio poderoso y difícil.
almas. Las obsesiones familiares, su autenticidad,
E stados Unidos: una tragedia americana £l período entre las dos guerras 155

su eterna repetición, la propia im posibilidad en que libre curso a sus instintos. Cuando se decide a des­
el a u to r — y por tan to el personaje— se halla de cribir su dram a personal, sin duda ve en ello la
escapar a ellas, tienen, a la larga y por la misma manera de evitar las argucias de la literatu ra y llegar
longitud de la pieza, un poder de hechizo. Conside­ directam ente a lo esencial.
rado desde el interior, a lo vivo, el caso particular La renovación de la form a dram ática de una pieza
se borra, y surge de él una extraña y trágica gran­ a otra, la utilización de técnicas diversas, del m o­
deza, una poesía secreta y envolvente. nólogo interior, del expresionism o, m anifiestan esa
A quí la acción reside m enos en el encadenam iento apasionada preocupación por em plear todos los m e­
de los sucesos que en la ten tativ a del autor de exor­ dios para acercarse a la verdad. «Tan sólo m edíante
cizar lo dem onios íntim os m ediante su confesión y la búsqueda de lo que no sabría alcanzar, el hom bre
de dom inar su destino sacando de él la lección que puede conocer una esperanza que le haga vivir y
encierra. D etrás de O ’N eill, A rth u r M iller se entregó por la que pueda m orir», señaló O’Neill.
a ello en D espués de la caída y, m ás generalm ente, Lo que tam bién su héroe busca du ran te su Largo
Edw ard A lbee ofreció este cam ino a sus héroes. viaje es el contacto verdadero con los demás, la
A p a rtir de 1946, cuando se concede a O ’N eill el comprensión de otro. G racias a ella podría tener la
Prem io N obel de literatu ra, Pasó el vendedor de oportunidad no sólo de com prender la vida, sino
helados no presen ta intriga, solam ente la confronta­ de justificarla. Perdido en sus sueños, acunándose
ción de los destinos sorprendidos en las confidencias en ilusiones, alim entándose de m entiras, naufraga
de los clientes borrachos de un bar, por la noche. antes de llegar a puerto. El conquistador del N uevo
Con la ayuda del alcohol, el héroe, Hickey, revela M undo vaga en el centro de una angustiosa soledad.
de p ro n to que ha m atado a su m ujer. C uando llega Su esfuerzo desesperado tan sólo resulta más poético
la policía, se vuelve atrás de su confesión inútil­ y trágico.
m ente: ya no puede escapar a la m uerte. Esa tragedia que O ’N eill fue el prim ero en definir
El personaje de O ’N eill no anda en busca de la y cuya expresión más em ocionante encontram os en
verdad de los hech o s; in te n ta p en etrar el m isterio sus últim as piezas gobierna las obras más im p o rtan ­
de la existencia, el secreto del m ecanism o que le tes del teatro am ericano, las de A rth u r M iller, Ten-
conduce ineludiblem ente a su perdición y cuya fata­ nessee W illiam s y E dw ard Albee.
lidad advierte. N o se lo p erm itirá el razonam iento.
Siente que necesita sobrepasar la realidad inm ediata
LOS DOMINADORES DEL PERIODO ENTRE
para com enzar a a p re h en d e rla ; necesita prim ero qui­
LAS DOS GUERRAS
ta r las m áscaras cuya n aturaleza b ru ta encubre el
juego social. A lrededor de O’N eill, num erosas personalidades
O ’N eill se dedica a ello colocando a sus personajes concurren a anim ar diversam ente la escena de los
en los lugares, en los m edios, en las situaciones en Estados U nidos. Parece preciso distinguir entre
que el hom bre se desprende de sus cadenas y deja «antes» y «después» de la crisis económ ica, aunque
156 Estados Unidos: una tragedia americana £7 período entre las dos guerras 157
¡a producción dramática presente ciertas constan, autores plantean los problem as con m ayor franqueza,
tes en cincuenta años de historia, la más importante con un arte cada vez m ás seguro.
de las cuales es la de cercar la realidad americana Clifford O dets da sus cartas de nobleza al dram a
Pero hay muchas m aneras de hacerlo.
social y político com prom etido. Ya desde su prim era
_ «Antes»., los grandes problem as planteados entra­ pieza, que será la segunda en representarse, D es­
ñan una generalidad m undial, ya utilice Elm er Ric¿
piértate y canta (1935), la p in tu ra realista de una
la fantasía de una fábula satírica inspirada por familia judía abrum ada por las dificultades m ateriales
Lúiom de M olnar, La m áquina de calcular (1923)
posee un relieve original; a través del justo p in to ­
para denunciar la am enaza que el desarrollo dei resquismo de los retrato s, descubre la verdad de
m aquinism o hace pesar sobre el hom bre moderno
una situación social e in ten ta sobrepasarla para
ya m uestren M axwell A nderson y Laurence Sta- definir un porvenir mejor.
lling con un realism o violento, la terrible m iseria de
la guerra en ¿Qué vale la gloria? (1924). En 1926 Las obras siguientes, E sperando a L efty (1935),
El á n g u lo de plata, de Sidney H ow ard, encierra e¡ Hasta la m uerte (1935) y G olden Boy (1937), in ­
doble interés de proponer un estudio psicoanalítico tentan provocar en el público una tom a de conciencia
(creará escuela) y tra ta r vigorosam ente a tipos de e influir en su com portam iento u lterio r en la vida
la sociedad am ericana. de cada día.
En La calle (1928), Elm er Rice com pone, con un Esperando a Lefty sitúa en la escena una reunión
realismo total, la crónica diaria de las pobres gentes de huelguistas — taxistas de N ueva Y o rk — , en el
de los barrios bajos neoyorkinos. transcurso de la cual se anim an m om entos del p a­
Con Porgy, adaptado de un relato p o r su propio sado de uno o de o tro que explican y justifican sus
autor (1927), y Los verdes pastos (1930), Du Bose reivindicaciones.
Heyward y luego M arc C onnelly traen a la escena Golden Boy relata el destino trágico de un m u­
a sensibilidad peculiar, el fervor ingenuo del pueblo chacho que sacrifica sus dones de artista al dios
negro.
Dólar. Joe se hace boxeador para ganar m ucho dine­
Finalmente, las costum bres burguesas, lo mun­ ro. Ocurre que un adversario m uere bajo sus golpes;
dano, son el tem a de num erosas com edias de Philip no puede soportar esa responsabilidad y se da la
Barry, aplicado con habilidad y no sin hum or a sa­ muerte.
tisfacer a un público ávido de «m irar a los privile­ En el año 1936, m ientras George K aufm ann y
giados en el ejercicio de sus privilegios», como Moss H art arrastran a personajes y espectadores en
señalara en The Philadelphia S to ry (1939).
la desbocada fantasía burlesca de N o la llevaréis
Después de la crisis económ ica encontram os estos con vosotros, la som bra de la guerra, am enazando
mismos centros principales de interés. Pero — ¿por con los progresos de los fascism os de E uropa, co­
el peso de la coyuntura nacional y m undial, p o r los mienza a perfilarse incluso en la com edia, por ejem ­
peligros con que am enaza a la h u m anidad?— los plo en la de S. N. B ehrm an, Fin de verano, estu d io
1">8 Estados Unidos: una tragedia americana jh orn ion W ilder 159

de aspectos de la m entalidad am ericana al salir de tura de las costum bres cuyo interés no es menor.
la crisis económica. Como, en Los pequeños zorros y Otra parte del bos­
Al principio, recuerdo de las m iserias de la gue- ! que (1946), la evolución de la sociedad sudista tras
rra pasada: en Johnny Johnson (1936), Paul Green \ la Guerra de Secesión.
au to r por otra parte de piezas sobre el problema í Es otra m anera de expresar la realidad americana
negro, expone ingenuam ente la «biografía de un I c o n t a n d o su epopeya.
hom bre del bajo pueblo» cuya carrera y vida senti- \ Ya en 1935, El bosque petrificado, de Robert
m ental han quedado ro tas por el prim er conflicto • S h e r w o o d , reanim a el espíritu de los westerns en el
m undial. Sobre todo E nterrad a los m uertos (1936) marco del siglo xx; en 1937, La gran aguja, de M ax­
de Irwin Shaw, crea la visión fantástica de un cam­ well Anderson, confronta a los descendientes de los
po de batalla donde las víctim as próxim as a ser ¡ p io n e r o s de las Rocosas con los fantasm as de los con­
en terrad as se levantan y gritan su rebeldía. Clifford ! quistadores del Oeste.
O dets evoca directam ente los dram as de la Alemania I
hitleriana en Hasta la m uerte, y R o b ert Sherwood, | THORNTON W ILDER
hasta entonces autor de com edias novelescas como
El bosque petrificado (1935), denuncia con Idiot’s ? El juego de vivos y m uertos, de presente y pasado,
Delight (1936), situada en un hotel suizo de la fron- ■
; es pues un m edio frecuentem ente utilizado para sacar
tera con A ustria, la im posibilidad de sustraerse al i las lecciones de la historia y p restar al espectáculo
to rm en to político que se dispone a sacudir al mun- j dramático la poesía de los sueños. En 1938, el género
do. En vísperas de la guerra, se servirá de la vida í encuentra su obra m aestra en N uestra pequeña ciu­
de Lincoln (A b el Lincoln en Illinois) para exaltar el > dad, de T hornton W ilder.
espíritu de igualdad y de libertad ante el peligro Profesor, W ilder conoció el éxito como novelista
fascista. En 1940, Elm er Rice con Hacia el oeste y y compuso algunas piezas breves antes de escribir
Lilian H ellm an con La guardia sobre el R in darán Nuestra pequeña ciudad. Se presenta ésta como una
un nuevo testim onio de esa preocupación cívica de meditación familiar sobre la vida, ilustrada por la
la escena am ericana. suerte de los h abitantes de una «pequeña ciudad» del
Lilian H ellm an vio representada su prim era obra New H am pshire. La intriga se desarrolla en el p ro s­
en 1934, La hora del recreo, seguida en 1939 por cenio, donde un director escénico se encarga de guiar
Los pequeños zorros. Su talento consiste a la vez en al espectador a través del lugar al encuentro de dos
explorar con agudeza ciertas perversiones mentales familias y de algunas figuras de la localidad en el
y estu d iar sus efectos en el grupo social y describir ejercicio de lo cotidiano. N ingún decorado, o casi
el fatídico m ecanism o del mal. H ija m ayor del psico­ ninguno, tan sólo los elem entos indispensables. Los
análisis, A m érica se com place en desem boscar los personajes sugieren con sus gestos los objetos d o ­
m onstruos íntim os. En el teatro de Lilian Hellman, mésticos. Y no por buscar una a b strac c ió n ; las es­
el estudio psicológico está acom pañado de una pin- cenas son realistas. M ás bien como si el contorno
H>:) ts la d o s Unidos: una tragedia americana Qe la guerra a la posguerra 161
pieciso de las cosas se esfum ase en el pensamiem
¡as tres ocasiones sobrevive y sin duda que no ha te r­
del com entador ocupado en esclarecer el sentido d
minado de hacerlo.
los actos con las palabras de cada día, y en extra ?
El autor reúne, en esta visión cósm ica tragicóm ica,
de ellos la filosofía que encierran, con ocasión <T
ingenua y poderosa de un in telectual, las especies
los menudos incidentes o de los acontecim ientos or&
desaparecidas, m am uts y dinosaurios, a los profetas
díñanos, pero que com prom eten a su m odo el futuro
de la Biblia y a los poetas H om ero y Shakespeare.
De este modo, T hornton W ilder puede hacer Qu
En una palabra, todo el cam ino de la vida y de la
aparezcan, sin que el artificio sea sensible, los muer!
civilización.
tos venidos a acoger a la joven heroína m uerta. Como
Así, por dos veces —y es su situación excepcional
si la meditación perm itiera en efecto sobrepasar 1-
y privilegiada en la dram aturgia de los E stad o s U n i­
visión inmediata de las cosas y abarcar la totalidad
de la aventura humana. dos—, T hornton W ilder consiguió expresar con ta ­
lento, seriedad y espíritu, a escala nacional y luego
Esta epopeya del am ericano medio, a base de lige mundial, el optim ism o am ericano y la convicción de
ros toques, sensible, tierna, espiritual, conmovedora' que el hum anism o «made in U. S. A.», síntesis de las
esta llena de belleza. Su acto de fe en la vida es una más altas tradiciones, es el b alu arte de los valores
aceptación de las penas lo m ismo que de las alegrías esenciales.
Sin duda porque las nubes de la to rm en ta política El año que precede inm ediatam ente a la guerra,
se arremolinan sobre el m undo, T hornton Wilder otro escritor y novelista realiza una brusca y b ri­
quiere proclam ar pese a todo su confianza en la llante irrupción en el m undo del te a tro : W illiam
perennidad del hom bre. Al m enos lo hará claramen­ Saroyan. Dos piezas, M i corazón en las H ighlands
te en la obra m aestra de la producción dramática y El tiem po de nuestra vida (1939), siguen tam bién
durante la guerra, en 1942, La piel de nuestros la inclinación n atu ral del n a rra d o r que se d espre­
dientes. ocupa de los habituales m oldes de la com edia. T am ­
Esta vez se ha abatido el cataclism o sobre la tierra. bién él sólo tiene la am bición de ilum inar con una
Para persuadir de que la hum anidad tiene el poder de sonrisa y bañar de te rn u ra n u estra existencia som e­
vencerlo, Thornton W ilder anim a un gran cuento de tida al gran m isterio de la vida. P o r eso eligió como
hadas de estilo aristofanesco, satírico y filosófico. El personajes a las gentes hum ildes, n arran d o sencilla­
coro está representado por Sabina, reencarnación de mente su historia con el realism o poético del lam ento
las Sabinas, sím bolo de la m ujer, tan p ronto esclava popular.
como dueña. La protagonista es la fam ilia Antrobus
que íesume en sí, bajo la apariencia am ericana, a la DE LA GUERRA A LA POSGUERRA
familia humana desde A dán, Eva, Caín y Abel. En
William Saroyan, como T h o rn to n W ilder, sólo
tres ocasiones se ve am enazada de aniquilación por
la invasión glacial, el diluvio y la guerra total. En excepcionalmente volverá a la escena. C lifford O dets
e Irvin Shaw son captados p or H o lly w o o d ; cuando
íi
E stados Unidos: una tragedia americana tfuevos autores 163
escriban para el teatro , ofrecerán en lo sucesivo paradas. De e s te m odo consigue el am ericano m ani­
obras com erciales (concretam ente, El gran cuchillo, festar una m entalidad y una sensibilidad que le son
1949, y Para lo m ejor y para lo peor, 1950, dé propias. Si South Pacific de R odgers, H am m erstein
C. Odets).
y Logan (1949), K iss me, K ate de Colé P o rter y Bella
M ientras O ’N eill prosigue su obra en solitario, los Spew ack, inspirada en La fierecilla dom ada de Sha­
pioneros de la com edia am ericana, Elm er Rice, M ax­ kespeare (1949), y M y Fair Lady de Frederick Loewe
well A nderson, Sidney H ow ard, continúan produ­ y Alan Jay Lerner, sacada de Pygm alion de Bernard
ciendo. E igualm ente R o b ert Sherw ood y Lilian Shaw (1956), ofrecen el placer de la fantasía, Perdido
H ellm an.
en las estrellas de Maxwell A nderson y K urt Weill
Pero la guerra influyó en las líneas generales de (1949) trata seriam ente de las relaciones entre negros
la producción dram ática. y blancos en Africa del Sur. La form a com puesta de
D esde 1941, el hum or negro de A rsénico y encaje la comedia musical llega progresivam ente a descubrir
antiguo de Joseph K esselring, de la extravagante una unidad.
em presa crim inal de sus heroínas, dos viejas y respe­
tuosísim as dam as, puede parecer el m edio de escapar
NUEVOS AUTORES
m ediante la risa a los h o rro res de la época. Es un
reflejo com ún. M ás tarde, la m anía sonriente del Las pruebas de la guerra llevan, por otra parte, a
héroe de H arvey (de M ary Chase), que goza de la los autores, ya a abordar sus realidades y problem as,
com pañía de un gigantesco conejo al que sólo él ve, ya a volverles la espalda para consagrarse a la evoca­
proclam ando, a su m anera, que el refugio en lo ción de episodios familiares. La com edia de lo coti­
im aginario es una sabiduría. diano y el realism o continúan siendo las constantes
de la escena norteam ericana.
LA COMEDIA MUSICAL La actualidad pasa por La piel de nuestros dientes
de T hornton W ilder (1942), la sátira de un traficante
Podría igualm ente creerse que el nacim iento de la advenedizo (Caído del nido de G arson Kanin, 1942),
«musical com edy», ocurrido en 1943 con Oklahoma un dram a de guerra con im plicaciones psicoanalíticas
de R odgers y H am m erstein, responde a una necesi­ (The H om e of the Brave, de A rth u r Laurents, 1946),
dad de perderse en un lirism o sencillo, en los movi­ la comedia de la vida m ilitar en un barco de avitua­
m ientos y los ritm os del espectáculo. De hecho, el llamiento en el Pacífico (M ister R oberts de Josuah
género realiza la autén tica síntesis de m últiples ele­ Logan, 1948), y sobre todo por la pieza que impone
m entos tradicionales sacados a la vez de la opereta, la personalidad de A rth u r M ille r: Todos eran mis
de la pantom im a y del m usic-hall europeos, y del hijos (1947). E n tre los autores dedicados a los estu ­
vodevil, de los «m instrels shows» de los cantantes dios dom ésticos, encontram os a John van D ruten y,
negros, de las revistas cantadas y bailadas, y también en 1945, a Tennessee W illiams con E l zoo de cristal,
de las «Follies» tipo Ziegfield con sus suntuosas mas por lo original y el poder de su carrera no tarda
164 Estados Unidos: una tragedia americana Tennessee W illiams
165

este últim o, como O ’N eill al térm ino de la primera seductora, incluso fascinante, cu an to que en seguida
guerra m undial, y como A rth u r M iller, en escapar a las sentimos rodeadas de m isterio, las adivinamos
las clasificaciones para afirm ar una tragedia. J prisioneras de fuerzas que las sobrepasan.
Por encim a de la anécdota y la m áscara realista
TENNESSEE WILLIAMS
que presenta el ro stro de las heroínas y héroes de
Un tranvía llam ado D eseo (1947), V erano y h u m o
A prim era vista, E l zoo de cristal es el dram a de (1948), La gata sobre el tejado de cinc (1955), La
una fam ilia de la burguesía m edia en la época de la caída de Orfeo (1957), R ep en tin a m en te el ú ltim o
crisis económ ica en tre las dos guerras. El padre verano (1958), D ulce pájaro de ju v e n tu d (1959),
ha partido, y el hijo lleva una vida ingrata entre su Williams hace que sintam os la tragedia del hom bre
m adre y su herm ana a quien una enferm edad física j arrojado del paraíso, esclavo del deseo sexual e in ­
ha replegado sobre sí misma. La joven Laura sueña capaz de llegar al p u erto de una satisfacción. Esa
en torno a una jaula de anim ales de cristal hilado. doble frustración, m oral y física, gobierna su com ­
A petición de su m adre, Tom consigue de un cama- portam iento y sus obras. A rra stra d o siem pre p o r su
rada que pase la velada con ellos. El encuentro de imposible búsqueda, acentúa su m iseria en aventuras
Jim convencerá quizá a Laura de que tiene una sórdidas al m ism o tiem po que p reten d e com pensar
oportunidad en la sociedad. La com prensiva aten­ sus fracasos con un m iserable m ontón de ilusiones.
ción que Jim p resta a Laura, algunos pasos de baile La alternativa en tre la p ro stitu ció n y la hom osexua-
que esboza con ella, un beso furtivo, hacen efecti­ I lidad que parece proponerse a ciertos personajes,
vam ente surgir en la m uchacha una esperanza muy ( revela sin duda m enos una perversión lúcida que el
pronto terrib lem en te desengañada. j oscuro desorden de seres im potentes para dom inar
Se evocan estos sucesos; aparecen en el recuerdo í los m onstruos que los agitan y precipitan en la locura.
de Tom y se bañan en un clima sentim ental de una La im potencia m oral y física caracterizan al héroe
poesía agridulce. E stam o s lejos de las violencias y . de W illiams. Vive éste en un m undo de te rro r esa
del erotism o que p resen tarán las piezas ulteriores historia «llena de ruido y de furor, contada p o r un
de W illiam s. Sin em bargo, a través de la musiquilla idiota y que nada significa», de la que habla M acbeth.
dolorosa de E l zo o de cristal sorprendem os ya los Camino real (1953) lo expresó m ediante una visión
tem as y los caracteres fundam entales de su obra sintética, fantasm agórica, de la hum anidad en su
dram ática. historia. Excepcionalm ente, en La rosa tatuada (1951)
C iertam ente, los personajes poseen una individua­ y Period o f A d ju stm e n t (1960), W illiam s adopta el
lidad bien definida, tienen relieve, están vivos, tono de la farsa y el hum or. Es evidente que su te a ­
atraen. El genio del au to r consiste en interesarnos tro es simbólico. «Siento debilidad p or los sím bolos»,
por sus criaturas an tes incluso de que comprendamos declara Tom. Un tranvía llam ado D eseo es fácil ejem ­
el alcance de la av en tu ra en la que están inmersos; plo de ello. G eneralm ente, el sím bolo es m enos
poseen una realidad inm ediata, tan to más fuerte y primario; el poeta Tennessee W illiam s consigue su-
166 Estados Unidos: una tragedia americana Arthur M iller 167

gerirlo en lo fantástico subyacente a lo cotidiano, de la costa m exicana— y provocar su confesión re­


m ediante la belleza y la fuerza de las imágenes. cíproca.
El m ism o lo p re c isó : no pretende dar cuenta de la De este m odo reconocem os que W illiam s se ins­
A m érica contem poránea, sino de una experiencia in­ cribe, con su genio propio y su sensibilidad p articu ­
terior que interesa al hom bre en su esencia. La refe­ lar, detrás de O ’N eill y anuncia el nuevo teatro que
rencia en dos ocasiones al m ito de Orfeo, por va a nacer «off Broadway», hacia el año 1960, bajo
consiguiente al poeta, m uestra la parte que toma la influencia europea de Ionesco y de B eck ett: un
personalm ente el au to r en el dram a. teatro no de acción en el sentido aristotélico del
Sin em bargo, porque es poeta, evita la abstracción término, sino un teatro de descripción, de testim onio.
y encarna vigorosam ente sus tem as. Si elige situar
sus piezas en el Sur de los E stados U nidos, es porque ARTHUR MILLER
está vinculado a él por sus orígenes. Tam bién por­
que los sudistas represen tan una sociedad decadente Si O ’N eill está influido por Strindberg y W illiams
lanzada a su propia destrucción. Son para Williams por Chejov, A rth u r M iller lo está por Ibsen.
lo que los te rraten ien tes de la R usia zarista para Este m aestro basta para dibujar la línea general
Chejov. W illiam s no oculta cuánto debe al dram a­ de su teatro. W illiam s considera al hom bre en sí,
turgo ruso. A parte de las diferencias de época y de Miller lo sitúa en el grupo social. Si en ello hay tra ­
tem peram ento literario, es cierto que en las piezas gedia, nace del conflicto entre com portam iento indi­
de W illiam s, lo m ism o que en las de Chejov, la vidual y los im perativos colectivos. Pero es tan sólo
acción es m enos im portante que la revelación pro­ provisional, ya que las im posibilidades son circuns­
gresiva de las personalidades secretas, que la confe­ tanciales. M uestran casi siem pre mala fe, una huida
sión de las almas. Lo m ism o en unas que en otras ante la verdad, sum isión a los conform ism os, a los
es sensible la com pasión del au to r por sus personajes, prejuicios, una falta de valor para ver claro, una
cuando ésta le incita a estu d iar el recorrido de la complacencia en uno mismo. Al m enos, M iller se
m iseria de los m ism os con m inucioso objetivo. La sirve de la representación dram ática para in ten tar
patología de los casos determ inó a W illiam s a reple­ desenredar la m adeja de m otivos, razones y hechos
garse al gusto am ericano por el psicoanálisis, no para que pudieron conducir al desdichado desenlace. Ese
ofrecer rem edios, sino más bien para cercar lo más esfuerzo de com prensión al cual asocia a su público
apretadam ente posible la com plejidad de la tragedia debe desem bocar en una enseñanza. Sin dar ninguna
hum ana. lección, sin p resen tar el declarado didactism o de un
La noche de la iguana (1961) es su desembocadura. Brecht, M iller desea ser un buen abogado, con­
Al igual que el Largo viaje hacia la noche, no hace vincente.
sino con fro n tar a determ inado núm ero de individuos De ahí la estru ctu ra, la form a, el realism o pecu­
significativos — desequilibrados o fracasados— en un liares de su teatro. C uando conoce su prim er éxito,
m om ento de crisis — aquí en un hotel de vacaciones en 1947, con Todos eran m is hijos, se ajusta al
168 Estados Unidos: una tragedia americana Arthur M iller 169
realismo literal. H a confesado haberse entregado a técnica. En 1949, La m uerte de un viajante ofrece
un ejercicio de estilo, pero le interesaba el tema. Al un prim er ejem plo de la m isma. T oda la pieza se
denunciar la obra crim inal de un proveedor de mate­ desarrolla en la m em oria de un viajante, W illy Lo­
rial de guerra defectuoso, culpable de la m uerte de man — un hom bre como los dem ás— , obligado a
varios pilotos, no podía hacerlo sin dar la sensación repasar cuanto ha hecho a lo largo de su vida el día
de una verosim ilitud absoluta. En el contexto de la en que suena para él, prem atu ram en te, la h o ra de
escena am ericana y de sus estudios de costum bres, la jubilación, y lo excluye la sociedad activa. Surgen
era lógico que pareciera respetar ciertas costumbres.' fragm entariam ente m om entos de su existencia que
De todas m aneras, el rigor del desarrollo dram á­ lo acusan. Lo acusan sobre todo de haberse cegado
tico, la fuerza de los retrato s, el vigor sin pasión par­ a sí mismo, cuando al com ienzo podía creerse a u to ­
tidista del proceso distinguían ya la obra en el con­ rizado a descargar la responsabilidad en los dem ás.
junto de la producción am ericana. Tam bién en esta ocasión, para que las escenas
La tragedia nacía del hecho de que el culpable no posean el valor de piezas convincentes, el tono
podía escapar a su falta y tenía por juez a su propio es realista, pero de un realism o que se h a calificado
hijo, que le había descubierto. El crim en lleva con­ de selectivo por la elección de los episodios signi­
sigo su castigo. El viejo K eller había dado prueba ficativos de la vida que propone, en función de la
de astucia para garantizar su inocencia. Cobarde­ preocupación del héroe.
mente había fingido una enferm edad en el momento Si Las brujas de Salem (1953) reto rn an a una form a
de responsabilizarse de la entrega del m aterial incri­ tradicional es, quizá, porque el tem a tiene una can­
m inado; había encargado por teléfono efectuarla a dente actualidad. La dram atización de un proceso
su hom bre de confianza y es finalm ente éste el cas­ de brujería histórico a finales del siglo x v i i tan sólo
tigado. ¿P or qué tal sucesión de malas obras? En era un m edio para tra ta r, tran sp o rtán d o lo y elevando
nom bre de una m oral que hace de la ganancia su su debate, el problem a del m accarthysm o y, a través
regla de oro. A hora bien, la m isma habilidad del pro­ de él, de una responsabilidad colectiva. La sim plici­
cedim iento suscita los recelos que conducen al hijo dad y la n atu ralid ad de la evocación de aconteci­
a investigar y erigirse contra su padre. mientos reales del pasado debía hacer más inquie­
En el corazón del dram a, por una parte el plan­ tante su renovación contem poránea.
team iento de una ética sin duda extendida, por otra En Panorama desde el p uente (1955) y D espués de
el tem a fundam ental de M iller, que se sigue de la la ca.da (1964), M iller utiliza al p resen tad o r — un
perspectiva social de su te a tro : la r e s p o n s a b i l i ­ abogado, confidente del héroe, E ddie C arbone— con
d a d . El acto com prom ete y condena por su villanía, el fin de juzgar su com portam iento, y al propio
pero tam bién por lo que resulta de é l ; el acto requie­ héroe, desarrollando una m editación ilu strad a por
re la reflexión tan to sobre su propia naturaleza como la escenificación de recuerdos.
sobre sus repercusiones h asta el infinito. En am bos casos, com o en el de La m uerte de un
T eatro de la conciencia, el de M iller exige su majante, la aventura sólo es a prim era vista in d i­
170 E stados Unidos: una tragedia americana lo s éxitos de los años 50 171

vidual. Eddie C arbone es víctim a de una pasión je la estrella y a la m aldición colectiva de la hum a­
sin esperanza y sin correspondencia por una mu­ nidad q u e ha conocido los campos de la m uerte.
chacha, C atalina, a quien su m ujer, Beatriz, y Que M iller no haya conseguido plenam ente arm o­
m ism o e d u c a ro n ; se rebaja a una denuncia para nizar e s o s diferentes elem entos en el seno de la
in te n ta r elim inar a Rodolfo, el joven que ella ama obra dram ática (sin duda porque la aventura de
A cabará por hacerse justicia. A cción melodramática Q uintín y de Maggie refleja dem asiado directam ente
si, por una parte, Eddie no se abandonase a la locura !a de M iller y M arilyn M onroe y no se ha desvincu­
de los celos tras haber dolorosam ente intentado lado lo suficiente para llegar a la generalidad artís­
dom inar su dem onio (mas éste im pone su ley); si, tica) n o impide que D espués de la caída m uestre la
por o tra parte, no revelara ciertas dificultades del ser originalidad del autor en la dram aturgia am ericana:
del hom bre am ericano. E ddie es siciliano de origen. justificar la existencia del hom bre en el m undo
Con su trabajo y su co n d u cta ha encontrado un moderno. Da un nuevo ejem plo de ello con Incidente
lugar en el N uevo M undo —u n lugar que puede en Vichy (1965), obra situada en la Francia de los
llegar a ser su lugar— . R odolfo es un prim o clan­ años de ocupación alem ana y de persecución racial.
destinam ente entrado en los E stados U nidos. Es un
em igrante más, im pulsado p o r el m ismo deseo de LOS EXITOS DE LOS AÑOS 50
sustraerse a la m iseria de su país, y por la misma
am bición de fundirse en la población am ericana, de Al lado de los dos «grandes» de la posguerra,
adquirir los derechos y los recursos que definirán William Inge, revelado en 1950 con Vuelve, pequeña
una dignidad. Lo que se expone para este futuro es Sheba, es la personalidad más im portante. El picnic
lo que concurre a la trag ed ia de la pieza. Ninguno (1953), Parada de autobús (1955) y La som bra en lo
de los personajes ha llegado aún a ese paraíso. Están alto de la escalera (1957) com ponen con arte preciso
como flotando por el m undo, desarraigados de la y delicado cuadros de costum bres fam iliares de una
E uropa natal, sin am arres seguros en la tierra a la humanidad bellam ente m atizada. Inge sabe crear
que han abordado. En diversos grados sufren la ges­ situaciones y establecer entre sus personajes las re­
tación nunca acabada de A m érica. Eddie Carbone, laciones que resum en una vida y sugieren sus éxitos
Rodolfo y su herm ano M arco son unos rostros que y fracasos, sus satisfacciones y penas. Tam poco ol­
em ergen accidentalm ente de la confusa masa de una vida m ostrar las secretas som bras de los caracteres.
p o b la ció n ; su historia es la an écd o ta que ilustra un De este m odo equilibra con habilidad, con sencillez
dram a com ún. El teatro de A rth u r M iller encuentra y naturalidad, los elem entos fundam entales de la
sus justas dim ensiones en estas lejanas perspectivas. comedia típica am ericana, lo que explica su éxito.
Igualm ente, el debate in te rio r de Q uintín en Des­ El éxito de los autores que alim entan Broadway
pués de la caída adquiere su significado completo corresponde evidentem ente a un acuerdo con la
cuando sitúa la responsabilidad del Adán-Quintín mentalidad del espectador medio, con sus costum ­
frente a la Eva-M aggie con relación a la alienación bres; el grado de m aestría y talento garantizan el
172 Estados U nidos: una tragedia americana
fil nuevo teatro 173
esplender más o m enos grande de las obras. G0re
Vidal y su Visita a un pequeño planeta (1957), ma casa que pudieron com prar gracias a un seguro de
vida cobrado a la m uerte del padre.
ñera de tratar con hu m o r la am enaza de la bomba'
De hecho, el debate no constituye el origen de la
atómica, W illiam G ibson y su M ilagro en Alabama
(1959), dram atización patética del caso de Hellen, acción, y Lorraine H ansberry com ienza por reflejar
con finos trazos la vida de to d o s los días. Sin ser
Keller, la pequeña sordom uda arrancada a su prisión
interior, Paddy C hayevsky cuando se sirve del mis­ original, su p in tu ra está bien realizada. El sentido
terio pintoresco de las cerem onias judías de exor­ del m atiz aparece en el m om ento en que estalla el
cismo para librar a su Segundo hom bre (1959) de una conflicto, en la dignidad sencilla, conm ovedora de
grave obsesión, m uestran que la escena neoyorkina los Younger. Un racimo al sol evita toda violencia
polémica.
se reparte entre el cuadro de costum bres, el estudio
patológico y una cierta preocupación por los proble­ La aparición «off Broadway» de un te a tro que
mas que la coyuntura m undial plantea a todo indi­ rompe con las tradiciones de Broadway va a estar
viduo lo mismo que a la sociedad. acompañada, en los años 60, por la búsqueda de
Dos escritores reputad o s, la novelista Carson Mac los escritores negros Jam es Baldwin (Blues para
Cullers y el poeta A rchibald M ac Leish, ilustran mister Charlie, 1964) y LeRoi Jones (E l m etro fa n ­
brillantem ente estas principales tendencias, la pri­ tasma, 1964, y E l esclavo, 1964), que persiguen una
mera con La invitada a la boda, bella com edia del literatura dram ática de denuncia y de lucha. LeRoi
paso de la infancia a la adolescencia, y Archibald Jones realiza la innovación de emplear un vocabula­
Mac Leish con J. B, (1958), m oraleja sobre el perso­ rio grosero, incluso puerco, sin límite alguno, para
naje de Job presa de las catástrofes m odernas. exponer m ejor la verdad de los antagonism os en
la libertad to tal del lenguaje.

UN TEATRO NEGRO
EL NUEVO TEATRO
La revelación y el éxito en 1959 de Un racimo al
sol, de Lorraine H ansberry, llam an la atención gene­ Hace cuarenta años que la dram aturgia am ericana
ral hacia un teatro cuyos personajes son negros y abre sus mism os surcos. Sin du da que un O ’N eill,
que está escrito por un au to r negro. un Tennessee W illiam s descubrieron un ho rizo n te
Un racimo al sol expone un trozo de vida domés­ por encim a del estrecho m arco realista de la vida
tica La am bición de la familia Y ou nger de evadirse diaria. ¿P ero com prendió to talm en te su obra un
público am plio?
de la casa sin aire donde vive am ontonada en el
barrio negro de C hicago choca con el deseo de los El ejem plo de los nuevos autores de E uropa ayuda
blancos de oponerse a la instalación de negros en a la joven generación a m anifestar de p ro n to la n e­
medio de ellos. Sean cuales sean las consecuencias, cesidad de rom per con sus hábitos y b u scar o tras
los Younger seguirán decididos a instalarse en la reglas. Se produce el acontecim iento d u ra n te los
años 1959 y 1960.

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