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3.

EL TEATRO SIMBOLISTA

El 24 de Agosto de 2890, Octavio Mirbeau, el eminente crítico del


diario Le Figaro, anunció la aparición de un nuevo genio dramático.
Este era el poco conocido poeta belga, de veintiocho años, Maurice
Maeterlinck. Su breve tragedia La princesa Maleine, fue descrita por
Mirbeau^como: “ La obra más inspirada de nuestro tiempo, la más
extraordinaria y la más genuina, comparable con, y me atrevería a decir,
superior en belleza a, todo lo que es lo más fino de Shakespeare.” De
hecho, Maeterlinck no era tan desconocido como Mirbeau decía que
era, pero su extravagante alabanza tuvo efecto y la vanguardia parisi­
na se apresuró a montar La princesa Maleine. Como hemos visto,
Antoine no estaba en ningún caso preso de su lealtad hacia el teatro
naturalista, por lo que muy pronto anunció la inclusión en su repertorio
1890/91, de la breve y altamente significativa tragedia de Maeterlinck
sobre reyes y reinas corrompidas, representada en torres, pasajes y bos­
ques.
Sin embargo, en febrero del año siguiente, Antoine parece haber
repensado el asunto. En sus memorias, escribe: ” . . . realmente no ten­
go los medios, los trajes, la escenografía y los actores disponibles para
hacer La princesa Maleine. . . La verdad es que no creo que esta obra
corresponda a la naturaleza del -teatro' y no quisiera emprender una
aventura que solo terminaría por traicionar al autor ” 1 El trabajo
de .Antoine apenas si alcanzaba su cenjt en 1891, pero su resistencia a
enfrentar el desafío plánteado por Maeterlinck, indica sus limitaciones.
Por otra parte, señala las mutaciones que comenzaban a afectar al ar­
te en general y que ahora comenzarían a afectar al teatro, lento como
siempre en responder a la innovación.
En Francia el Movimiento Simbolista llega a,su punto máximo en la
década que sigue a 1885, pero su influencia se extendió por toda Euro­
pa y puede ser rastreada hasta después de la Primera Guerra Mundial.
En la introducción a La Herencia del Simbolismo, Maurice Bowra
escribe: “ Visto en perspectiva, el Movimiento Simbolista del siglo die­
cinueve en Francia, fue un movimiento fundamentalmente místico.

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que éste había anticipado, en muchos aspectos, sus propios pensa­


Protestaba con noble elocuencia en contra del arte científico de una
mientos. Así, por ejemplo, en sus Notas a Parsifal, Wagner había escri-,
época que había perdido la mayor parte de su fe en la religión tradicio­
to: “ La obra de arte más elevada, debe tomar el lugar de la vida real}
nal y buscaba encontrar un sustituto en la búsqueda de la verdad.” 2
debe disolver ésta Realidad en una ilusión, por lo cual, la Realidad
Pero 'no era tanto la teoría del Naturalismo la que los Simbolistas re­
misma se nos aparece como nada más que ilusión” . Ya en 1861, uny
chazaban, sino más bien la chillonería de la vida burguesa, la falta de
año después del estreno en París de Tannhauser, Baudelaire publicaba
valores elevados, que los naturalistas reproducían casi con satisfacción
un largo ensayo sobre Wagner, alabando su habilidad “ para penetrar,
en sus obras. Los Simbolistas estaban reaccionando en contra de una
para profundizar en una realidad esencial cuyas confusas palabras el
época en la cual una serie de escándalos públicos, que culminaron con
el Caso Dreyfus en 1894, dejaron al descubierto la hipocresía y el fi- poeta á veces oye por casualidad” . Ni la música, ni la poesía por sí
solas, decía Baudelaire, son capaces de expresar esta realidad. La
listeísmo de la Tercera República.
Stéphane Mallarmé, uno de los grandes poetas Simbolistas y su prin­ música no le habla suficientemente claro a nuestro intelecto, la poesía
cipal teórico, decía en 1891: “ En una sociedad que carece de estabili­ no le habla con la suficiente delicadeza :a nuestra sensibilidad.
dad, que carece de unidad, es imposible crear un arte definitivo y esta­ El Musikdrama de Wagner era la unión en la cual: “ uno de los dos
ble. De este orden social imperfecto, que es a su vez la expresión de artes comienza su función allí donde se detienen los límites del otro”.7
la perturbación espiritual, nace una vaga necesidad de individualismo A pesar de la apasionada defensa hecha por Baudelaire y otros de­
de la cual el fenómeno literario actual, es reflejo directo”3 votos, el filisteísmo y el chauvinismo, exacerbado por la guerra Fran-
¿Cuál era Ja meta de la “ búsqueda de la verdad” Simbolista? Para co-Prusiana de 1870-71, se combinaron exitosamente para mantener
citar al crítico Guy Michaud: “ aprehender a través de la relatividad a Wagner fuera de los escenarios de París hasta varios años después
de la existencia, la esencia del universo.. . trascender el acto poético de su muerte en 1883. Al igual que Tannhauser en 1860, sus obras
individual y alcanzar una realidad mayor**4. Esta formulación es apro­ sólo fueron presentadas como extractos formando parte de.progra­
piadamente vaga, ya que los Simbolistas negaban la posibilidad de de­ mas de conciertos. Pero esto no impidió que la música y los escritos
finición en un universo que, cuando más, podía ser percibido confusa­ teóricos del compositor» tuvieran un enorme, efecto en el Movimiento
mente a través de la inspiración artística. Su fe última estaba puesta en Simbolista, debido en gran medida a la publicación entre 1885 y 1888
una cosmología basada no en principios morales o matemáticos, sino de La Revista Wagneriana (La Revue Wagnérienne).
en principios estéticos.^ Eílos veían la tarea del poeta como:' seguir el La revista publicaba descripciones de las producciones de Wagner
s^Td^'inturtivo deí que está dotado y percibir (en existencia) analo­ en el extranjero y discutía sus teorías relacionadas al Gesamtkuntswerk,
gías, correspondencias, que asuman el aspecto literario de la metáfora, o síntesis total de las artes en la forma del drama musical. En 1876
del símbolo, de la comparación, o la alegoría”.5 Es importante recor­ Wagner había inaugurado el Festspielhaus en Bayreuth que encamaba
dar que los poetas Simbolistas usan la palabra no como signo, para fi­ sus ideas sobre un teatro para el futuro: un auditorio único e incli­
jar y definir experiencia, sino como evocación de realidades más allá nado que se mantenía oscuro durante la representación, el foso de la
de la que perciben los sentidos, “ permitiendo al ser escapar de sus li­ orquesta, un “ abismo místico” cavado más allá de la visión del públi­
mitaciones y expandirse hasta el infinito” (Marcel Raymond). La no­ co, nada de concha del apuntador, iluminación compleja y desde arri­
ción de pautas e interrelaciones en el mundo exterior, llamadas “ corres­ ba con eliminación de las candilejas, y la representación de sólo sus
pondencias” , que imitan a un mundo superior ideal, fue establecida óperas en un festival anual y ante un público de iniciados! Todos estos
por Baudelaire, y fue expresada en sus sonetos Correspondencias, pu­ elementos estaban diseñados para promover la comunión directa entre
blicados en Las flores del mal (1857).6 Buscando sobrepasar la espe­ el público y el acto ejecutado sobre el escenario, para reestablecer el
cificidad limitadora del lenguaje, los Simbolistas se volvieron hacia ritual compartido por los antiguos griegos. Sin embargo, lo que real­
la música, y en especial la música de Richard Wagner. Encontraban mente se mostraba en el escenario de Bayreuth y lo que Wagner estipu­
laba en sus indicaciones escénicas, contrariaba la imaginación del espec­
tador con su banal representación de riberas empastadas, botes tirados
por cisnes, espadas en árboles y cabezas de dragón.
* Comparar con el juicio de Nietzsche en E l nacimiento de la Tragedia (1872):
Hacía falta el genio del gran teórico y diseñador suizo Adolphe
“ El único modo de justificar finalmente la existencia y el mundo es considerán­
Appia para arrancar la producción de Wagner del pantano de las chillo­
dolos un fenómeno estético” . Sólo en 1890 sus escritos se conocieron en Fran­
nas convenciones operáticas. En sus escritos, particularmente en Die
cia.

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Musik und die Inscenierung, publicado en 1899, Appia mostraba con La mayoría de los grandes poemas de la humanidad no son escenificables,
detallados diseños, cómo se podía escenificar a Wagner en términos de Lear, Hamlet, Otelo, Macbetht Antonio y Cleopatra, no deben ser repre­
espacio, luz, forma, color y movimiento rítmico, todo determinado sentados y. es peligroso verlos en el escenario. El día que vemos a Hamlet
por el temple de ánimo, el subtexto del drama. Rechazado con indigna­ morir en el teatro, algo de él muere en nosotros. El es destronado por el eSr
ción por la viuda de Wagner, Cósima, y retenido por su propia y extre­ pectro de un actor, y nunca más seremos capaces de arrancar al usurpador
mada reticencia, Appia tuvo poco impacto directo en el teatro durante de nuestros sueños. La escenificación de una obra de arte con la ayuda de ele­
su vida. Sin embargo, su influencia como teórico fue profunda, espe­ mentos humanos e impredecibles, es una contradicción. Cada obra de arte
cialmente en Meyerhold, en Rusia, por el año 1907. Cuando los nietos es un símbolo, y el símbolo no'tolerará la presencia activa del hombre... La
de Wagner, Wieíand y Wolfgang, se hicieron cargo de Bayreuth en 1951, ausencia del hombre me parece inevitable.9
la visión de Appia fue por fin aplicada al compositor que la inspiró, En lugar del hombre, Maeterlinck imaginaba “ una sombra, un re­
y Wagner fue liberado de las garras del siglo diecinueve. flejo, una proyección de formas simbólicas, o alguna entidad con toda f
A pesar de la gran veneración que los Simbolistas sentían por Wag­ la apariencia de vida, pero sin vida en realidad” . El año anterior a este '
ner, ésta se dirigía más hacia su ejemplo espiritual que hacia sus pro­ artículo, él había subtitulado La princesa Maleine, “ una obrita para
puestas prácticas para el teatro.! No podemos decir que esta actitud haya títeres” . Tanto el títere como las sombras chinescas eran vístasentóñ-
sido el resultado de la desilusión de haber visitado Bayreuth —la mayoría ces como serias alternativas al demasiado sólido actor humano, y un
de ellos, incluyendo Mallanné,’ minea estuvieron allí- sino más bien del buen número de nuevos teatros dedicados a ellos fueron abiertos en
temor de los Simbolistas por la intrusión de la música en el drama, París. Presentando el Petit Théâtre de ¡a Galerie Vivienne en 1888,
que ellos consideraban, por derecho, una provincia de la poesía. En Paul Marguéritte escribía:
1885, la Revue Wagnérierme publicó un ensayo de Mallanné titulado:
Mientras que el nombre, y la cara demasiado familiar de un actor en persona,
“ Richard Wagner: Reflexiones de un poeta francés**. Descrito por impone sobre el público una obsesión que hace la ilusión imposible, o muy
Mallanné como “ mitad artículo, mitad poema en prosa” , era más un difícil, los títeres impersonales, criaturas de madera y cartón, poseen una ex­
acto de homenaje al compositor, una meditación sobre éste, que una traña y misteriosa vida. Su apariencia de verdad es sorprendente, inquietante.
detallada exégesis de sus ideas, pues en realidad revela que el conoci­ En sus gestos esenciales está contenida la expresión completa de los senti­
miento que Mallanné poseía de los escritos teóricos de Wagner . distaba mientos humanos.10
mucho de ser completo. Mallarmé expresaba su inmensa admiración
por los grandiosos planes de Wagner de transformar el teatro en un tem­ Qué era lo que Maigueritte quería significar con: “ su apariencia
plo donde las masas podrían participar en un rito sagrado. También de verdad” \(leur allure de vérité), es poco claro. Pero sin duda el tí­
apoyaba su idea de Gesamtkunstwerk que rechazaría la representación tere demuestra que no tiene necesidad de la verdad exterior; de la apa­
directa y usaría el poder de la imaginación para comunicar las experien­ riencia para convencer al espectador de la verdad espiritual interior.
cias anteriores. Aún así, él no podía aceptar que la música fuera el me­ Ésto presupone, obviamente, la habilidad del artista para emplear su
dio para expresar la experiencia suprema. De hecho, defendía la pu­ percepción y su técnica a fin de provocar la imaginación y el poder de
reza y autonomía de cada género artístico, argumentando que aun asociación de los espectadores, o en otras palabras, de asumir la obra
cuando ellos podían completarse o reforzarse con otros, no $e debería como una proyección de ai propia imaginación. Al espectador se le da
fundirlos en. una síntesis total. En parte, Mallarmé escribía como un un rol activo, mientras que en el teatro de la ilusión él no es más que
poeta en defensa de los derechos de los poetas, pero también es nece­ un pasivo receptor. Si este principio se hace extensivo al vestuario, la
sario recordar que para 1885, los escenarios franceses no tenían nada escenografía, sonido, música, iluminación, se tendrá un teatro de con­
que ofrecer que insinuara remotamente que las extravagantes visiones venciones conscientes en el cual el espectador no es distraído por nin­
de Wagner podían ser realizables. A medida que el Simbolismo se movía guna divergencia con la realidad externa, porque no se intenta crear
hacia la cúspide en 1890, los poetas continuaron coqueteando con sus la ilusión de ésta. En este tipo de teatro, el actor, si y sólo si renuncia
teorías y visiones de un teatro ideal sin producir nada que haya sido es- a su preciada personalidad en pro de la experiencia total, puede virtual­
ceniñcado y casi nada que fuera escenifícable. Lo que es más, ellos mente convertirse en un títere, pero será compensado con la adquisi­
vacilaban en confiar su trabajo al teatro y preferían la obra para ser ción de los inquietantes poderes del títere. Ese fue el rol que le corres­
leída, o el espectáculo en el sillón (spectacle dans un fauteuil). En pondió asumir en los teatros de Craig y Meyerhold a principios del
1890, Maeterlinck escribió en La Jeune Belgique: siglo. Pero los experimentos cruciales comenzaban en ese momento,
en 1890, y fueron los títeres y los teatros de sombras chinescas, para

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no mencionar la revitalizadón del mimo, los que señalaron el camino a al espectador líbre para crear sus propias imágenes en la imaginación.
En las propias palabras de Pierre Quillard, el teatro vuelve a ser lo que
seguir.11
Tal como lo señala la imposibilidad de Antoine de montar La prin­ siempre intentó ser: “ el pretexto para un sueño” . Quillard era un adhe-
cesa Maleine, en 1891 había una creciente divergencia entre los mé­ rente muy cercano a Mallarmé y fue a éste a quien el público aclamó
todos de montaje del Théâtre Libre, y el estilo de actuación que ha­ como el inspirador de la producción. Por primera vez, el Simbolismo
bía engendrado, y aquello que era sugerido en las teorías de los parecía tener algún efecto en el teatro, abriendo un nuevo mundo ante
Simbolistas. Era clara la necesidad de un teatro de poetas, y dicha el poeta y poniendo en cuestión las premisas del Naturalismo. En ma­
necesidad fue eventualmente satisfecha en 1893 con la fundación del yo, Pierre Quillard escribió una carta a La Revue d'Art dramatujue que
Théâtre de J’Oeuyrç. Con anterioridad habían emergido varios grupos fue publicada con el título de: “ Sobre la absoluta inutilidad de la esce­
afTcionados, de corta vida, entre los cuales, el único que merece ser nificación exacta**. En ella, argumentaba que “ el Naturalismo, es decir
considerado es el Teatro de Arte fundado por el poeta, de diecisiete la representación de un incidente particular, un documento accidental
años, Paul Fort, en 1890 *. Al igual que el Teatro Libre, el grupo esta­ y trivial, es la contradicción misma del teatro**. Lejos de crear ilusión,
ba compuesto principalmente por aficionadas y daba funciones ocasio­ decía, la escenografía naturalista sólo puede destruirla, porque no ha­
nales, en general un par de representaciones, en cuanto salón o teatro ce más que inhibir las imágenes que pueden ser vistas por el ojo
podían conseguirse. Era una empresa precaria que produjo en total de la mente. El escenario no debe sugerir ni describir el lugar de la
unos diez programas en poco menos de dos años. acción. En vez de eso, debe ser “ una pura ficción ornamental que crea
Paul Fort dio cuenta de sus ambiciones en enero de 1891 con la ilusión de virtud de analogías, y sugiere el drama por medio de líneas
representación de Los Cenci, la inmanejable tragedia en verso de She- y colores**. Quillard concluía que el principio rector del teatro Simbo­
lley, estrenada por primera vez en Londres por la Sociedad Shelley, lista era tan viejo como el drama mismo: la voluntaria complicidad y
en 1886.12 Fue una producción destartalada que terminó casi en co­ colaboración del espectador con la obra.14
lapso a las dos de la mañana. Sin amilanarse, Fort anunció al muy En la misma carta, Quillard enunciaba la fórmula que Paul Fort
poco tiempo, a través de la prensa, que en lo venidero y bajo “ los adoptaría como su credo: “ La palabra crea la escenografía y todo le
auspicios de los maestros de la nueva escuela: Stéphane Mallarmé, demás.** Esto será verdad, pero aún así la contribución de los pintores
Paul Verlaine,. Jean Moréas, Henri de Régnier, Charles Morice” , el al nuevo teatro probaría ser de vital importancia. El telón de fondo,
Théâtre d’Art sería “ absolutamente Simbolista". La afirmación de que despertara tanta admiración en La muchacha de las manos corta­
Fort quedó demostrada de manera convincente dos meses más tarde das, era obra de Paul Sérusier. Como hemos visto, aquél no era para
cuando, en una velada con cuatro obras y un poema recitado por Ma­ nada descriptivo, sino evocaba a través de sus colores, composición e
llarmé, presentó La muchacha de las manos cortadas, “ un misterio imaginería, un mundo espiritual ideal. Fue alrededor de esta época, que
en dos cuadros” de Pierre Quillard. Este era un diálogo estático sobre el Movimiento Simbolista en pintura, encabezado por Paul Gauguin,
el conflicto entre la sensualidad y la castidad, en el cual “ la acción encontró portavoces literarios para interpretar sus trabajos al gran
. tiene lugar en cualquier parte, preferiblemente en la Edad Media“ . público y-poner en evidencia las afinidades con la poesía.15 Era lógico,
; En realidad, era más bien recitación acentuada con gestos y poses por lo tanto, que se formara una alianza sobre el terreno común que
i que acción dramática. Los personajes en el escenario declamaban en representaba el teatro. A Sérusier siguieron en el Téátre d’Art: Bonnard,
I versos melodiosos y, a veces, cantaban en coro. Estaban separados del Denis, Ranson y otros de los “ Nabis” (o profetas) como eran llamados.
| público por una gasa y se movían lenta y rítmicamente en una luz sua- Al igual que el telón de fondo de Sérusier, para La muchacha de las
: ve, contra un telón de fondo de color oro fulgurante decorado con fi- manos cortadas, sus contribuciones fueron modestas en escala y discre­
! guras de ángeles estilizados y enmarcado en paño rojo. Adelante en el tas en intención. En parte, esto se debió a que ellos compartían el pun­
I escenario, había un narrador que vestía una larga túnica azul y que, de to de vista de Fort sobre el teatro y, también, a que los recursos de que
, pie junto a un atril,àescribïa en elevada prosa la acción, los lugares y éste podía disponer eran extremadamente limitados. Aún así, el trabajo
i los pensamientos íntimos de los personajes. que hicieron con Fort, y posteriormente el más significativo con Lug-
" De esta manera, la soberanía de la obra quedaba asegurada, dejando né-Poe, condujo directamente a la transformación del papel y el nivel
de importancia del escenógrafo.
En mayo de 1891, Fort preparó dos beneficios especiales para Paul
Verlaine y Gaugin “el espléndido pintor Simbolista**. El laigo programa
* Llamado inieialmente “ Teatro Mixto” .
El directory la escena El teatro simbolista

consistía en cuatro poemas recitados y cinco obras en un acto. El ducciones era una “ sinfonía de amor espiritual en ocho artefactos mís­
evento produjo considerable interés en los críticos, debido, principal­ ticos y tres paráfrasis” , adaptación de Paul-Napoleón Roinard de ocho
mente, a la inclusión del drama en un acto de Maeterlinck El Intruso>. capítulos del Cantar de los Cantares de Salomón. Siguiendo, hasta los
£1 fracaso de Antoine en la escenificación de La princesa Maleine, hacía límites, la doctrina de las correspondencias de Baudelaire y la idea
de ésta, la primera producción del poeta belga. La acción de la obra es­ de Wagner de una síntesis artística, había diseñado una obra en la
taba sitüada en una casa remota, con puertas que se abrían a un jardín. cual el diálogo poético era incrementado por música de compleja or­
A medida que caía la noche» la familia se juntaba alrededor de una lám­ questación, colores y olores, uno por cada artefacto. El público agota­
para, con su abuelo semiciego de ochenta años, a esperar la llegada de do, que había permanecido en el teatro hasta la una de la mañana para
la hermana monja del padre. En una habitación vecina, la madre yace presenciar este evento, perdió la paciencia al verse envuelto en la cre­
enferma, después de un parto difícil. A través de una puerta abierta, ciente confusión de estimulantes olfativos y los simbolistas terminaron
llega el sonido del viento en la copa de los árboles, un carpintero la noche a los puñetazos con sus oponentes.16 Para sorpresa de todos,
aserrando, el jardinero afilando su guadaña, el canto del ruiseñor, las el Teatro de Arte sobrevivió a esta debacle y, en febrero de 1892,
hojas cayendo, el viento frío. La familia trata de ocultar sus temores Fort presentó el estreno francés de Doctor Faustus de Markra^en una
con vagas conversaciones. La luz de la lámpara parpadea y muere, el traducción que fue condenada unánimemente y una producción que
reloj marca incansable el paso del tiempo. El viejo percibe el peligro dejaba a la vista la escasez de sus recursos. En esta ocasión la noche
que se acerca, la llegada de un huésped inesperado. Al sonido dej reloj terminó cerca de las tres de la mañana con una torpe declamación del
dando las doce de la noche, la criatura llora por primera vez, la herma­ gran poema de Rimbaud Le Bateau ivre que enfureció a los pocos es­
na vestida de negro aparece en el umbral y hace la señal de la cruz. La pectadores que se habían quedado para honrar la memoria del poeta,
madre ha muerto. Hay poco diálogo y largas pausas y un uso constan­ muerto tres meses antes. Al final de marzo, después de un nuevo de­
te de sonidos apagados. Esta frágil pieza, es típica de Maeterlinck y su sastre, Mel teatro de los poetas” cerró sus puertas para siempre.
teoría de la tragedia inmóvil, ’ la tragédie inmobile, . que rechaza lo que Las producciones de Fort eran demasiado desiguales como para
él llama “ le tragique des grandes aventures” como superficial, argumen­ persuadir a Mallarmé y a sus compañeros Simbolistas de confiar sus frá­
tando que lo verdaderamente trágico se halla en el simple hecho de la giles obras maestras al teatro. Con escasas excepciones, todos ellos se
existencia del hombre. Las reseñas no dan ninguna indicación acerca replegaron hacia la seguridad de la página escrita y ninguna de sus obras
del tratamiento que Paul Fort dio a El Intruso, pero su producción ha sobrevivido hasta hoy, salvo como curiosidades literarias. Pero, co­
anterior de la obra de Quillard y su orquestación del texto de Maeter­ mo hemos visto, el teatro de Fort rompió con el monopolio del Natu­
linck, dan una buena idea de cómo debe haber sido. En cualquier caso, ralismo y causó una revolución en el diseño escénico. También con- t 'y In ­
.este fue el incuestionable éxito de la velada y la recepción de la crítica dujo, directamente, a la creación del Théâtre de l*Oeuvre, el único ^
fue lo suficientemente favorable como para establecer que la puesta en Teatro Simbolista de consecuencias reales. -7 '
escena de Maeterlinck, quizás no fuera tan imposible, como él mismo Nacido en 1869, Aurélien Lugné-Poe estableció, desde muy joveni
lo había sugerido. Al abrirse la siguiente temporada de teatro, en di­ su posición en la vanguardia del teatro parisino. Aún en la escuela,
ciembre, el programa contenía otra de las “ obras para títeres” de Mae­ en 1886, ayudó a fundar el grupo aficionado Cercle des Escholiers, una
terlinck, El Ciego, dirigida por Adolphe Retté y el joven actor Aurélien empresa serial que con el correr de los años introdujo obras nuevas de
Lugné-Poe, que había hecho, con gran éxito, el papel del abuelo en El una gran variedad de autores. Ltiego de esto, Lugné-Poe se instruyó
Intruso. También esta vez, Lugné-Poe habría de actuar como uno de como actor en el Conservatorio y simultáneamente, entre 1888 y 1891,
los doce ciegos perdidos en el bosque, de noche, inconscientes de que trabajó en el Teatro Libre en un gran número de pequeños papeles y
su guía, un cura viejo, ha muerto entre ellos. yendo de gira con la compañía a Londres y Bruselas. En 1891 hizo su
Esta tediosa alegoría parece haber producido un poderoso efecto, debut en el Teatro de Arte, donde su actuación en El intruso y El
a pesar de las quejas de que poco se les entendía a los actores con su ciego, le ayudaron a ganarse la confianza de Maeterlinck.
suave e inexpresiva entonación, y de que la visibilidad era escasa en la Lugné-Poe había estado a cargo de varias producciones con Les
azulina semioscuridad que envolvía la acción. Pero como de costumbre Escholiers, pero ninguna de ellas le había impuesto tantas exigencias
en el Teatro de Arte, el efecto fue dañado por la increíble magnitud como la obra de Ibsen La dama del mar, que representaron el 16 de
del programa y por la inclusión de trabajos que bordeaban en lo ridí­ diciembre de 1892» Lugné-Poe decidió enfatizar la misteriosa relación,
culo de puro pretensiosos. En esta ocasión, la última de las cinco pro* que existe en la obra, entre Ellida Wangel y el mar, representándola

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8 ella como un fantasma en una larga túnica bianca e incentivando a obligado de Melisenda con Golaud, el viejo hermanastro de Peleas,
Georgette Camée, la principal actriz de Paul Forte, a usar movimien­ es contada en una estilizada prosa y transcurre en el paisaje habitual
tos solemnes y el tono monótono que emplearan para Maeterlinck en de Maeterlinck: el viejo castillo oculto en la profundidad del bosque.
el Teatro de Arte. £1 representaba al marido die Ellida, el pragmático La producción se realizó en un estilo que ha llegado a ser familiar,
y racional Dr. Wangel, con un aire grave, remoto y embelesado, forma con los personajes moviéndose y hablando como en un sueño. La
que adoptaría para muchos de sus roles en Ibsen y que le valieron la escenografía fue diseñada, para evocar el mundo de la obra, en una
descripción de Jules Lamaitre como Mel clérigo sonámbulo**.17 sombría variedad de azules, verdes y grises, con dos estilizados telones >
I Como con casi todas las producciones de la época, se guardan muy de fondo que representaban el castillo y el bosque. Los vestuarios |r ; j\
pocos detalles precisos de la puesta, pero de seguro, La dama del mar fueron diseñados según las específicas instrucciones de Maeterlinck j - V f.
fue lo suficientemente coherente como para ganar simpatías hada una y basados en los trabajos del pintor flamenco del siglo XV, Hans Mem- ~t ' /, ~J-}
visión Simbolista de Ibsen. Un mes después de la función, el crítico ling, y el ilustrador inglés Walter Crane. En suma, la colaboración entre j ‘f ; - í/
Henri de Régnier publicó una evaluación que resumía esta visión: Maeterlinck y Lugné-Poe fue armoniosa. La correspondencia entre >^(
Ibsen ha inventado una cosa que le es única: la caracterización en profun­ ellos muestra claramente que no obstante lo mistificada que la obra ( f
didad. En sus personajes hay escondidas corrientes del afana que de pronto se podía aparecer en el escenario, la comprensión que Maeterlinck tenia
transforman en torbellinos y Revelan en su tortuosa espiral, los sueños más de la conducta de sus personajes, era precisa y sicológicamente coheren­
secretos. Lo que está latente en ellos, o inconfesado, se hace manifiesto, y te .»
tras el ser normal y superficial, descubrimos otro, mucho más extraño y La producción fue bastante bien recibida y esto le permitió a Lugné-
más verdadero. Los personajes son como fantasmas de ellos mismos,18 Poe presentarla un mes más tarde en Bruselas, con el mismo elenco,
Aunque Jean Jullien tenía simpatías por Lugné-Poe, no estaba dema­ y re-estrenarla con frecuencia en los años que siguieron. Pero a pesar
siado impresionado con su enfoque. En su opinión: “ Los intérpretes de que peleas condujo a la fundación del Théátre de l’Qeuyre, con
de la obra se equivocaban cuando intentaban crear una atmósfera casi la misma compañía, y a pesar de que continuó en el repertorio,
de misterio alrededor de los personajes con sus gestos hieráticos y su , Lugné-Poe no estaba verdaderamente satisfecho con ella y montó sólo
entonación lírica. Es verdad que es una alegoría, decía, pero es una una obra más de Maeterlinck, la tragedia en un acto Interior *, en 1895.
alegoría viva, por lo tanto, actúenla como personas vivas**19 De entre los trabajos de los Simbolistas franceses, sólo Peleas y Meli­
La diferencia entre estas dos visiones, es la diferencia entre el mis­ senda sobrevive hasta hoy, pero es representada regularmente en forma
de ópera, completada diez años más tarde por Claude Debussy, quien
terio contenido en la obra, bajo la superfìcie de lo que es explícito, y
que el teatro puede comunicar al público de distintas maneras y con se hallaba presente durante el estreno.
múltiples recursos; y el misterio superpuesto a la obra como una capa El Théâtre de l’Oeuvre fue fundado en el verano de 1893 por Lugné-
Poe con la ayuda del pintor Edouard Vuillard y el joven poeta y crítico
de color para cubrir a los personajes con un aura de romanticismo
nórdico, sin aclarar nada e infiriendo más de lo que realmente hay en Camille Mauclair. Lugné-Poe fue muy específico en su lealtad hacia
aquélla. Entonces, aún cuando en La dama del mar hay razones para el Simbolismo. La nueva empresa fue concebida, para citar a Jacques
interpretar a Ellida y al Extraño, que viene a reclamarla, de la manera Robichez, como: “ un teatro de múltiples resonancias, un teatro donde
la mayor virtud de los actores será la modestia**.22 A pesar de la parti­
que lo hacía Lugné-Poe, todo el efecto se pierde si el mundo “ real”
cipación de Vuillard, k tarea del pintor no seria sino proveer discretos
del Dr. Wangel es tratado de la misma manera. Una y otra vez, Lugné-
Poe cayó en el mismo error, y es interesante comprobar que, años y decorativos telones de fondo, esto basado en el principio de que “ es
después, tanto Meyerhold como Craig harían lo mismo. la pobreza la que crea la verdadera riqueza, que es la del espíritu” .
Sin embargo, una nueva meta había sido propuesta, lo cual indica­
En 1893, hubo conversaciones entre el Teatro de Arte y el Cercle
des Escholiers para presentar la recientemente publicada Peleas y ba una desviación con respecto a la ortodoxia Simbolista. Esta meta
era, según las palabras de Lugné-Poe: “ estimular ideas**, lo cual sig­
Melisenda de Maeterlinck. Pero el crédito de Fort estaba agotado y
nificaba usar el escenario para oponerse a las fuerzas sociales y poli-
los Escholiers temían a los problemas que esto podía causar. Por lo
/ tanto, Lugné-Poe la montó independientemente con una estrecha co­
laboración del autor. Se la presentó sólo una vez, el 17 de mayo. La
tragedia de la pareja joven e inocente, separada por el matrimonio * Ambas producciones se dieron en Londres en 189S, junto con Rosmersholm y
E l maestro Solness.

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E l director y la escena El teatro simbolista

da de apertura, más obras de su compatriota Bjomson (Más allá de


ticas del conservadorismo . Dicho principio nació, más del deseo de lo*
nuestro poder, Yo), Hauptmann (Gente Sola), y Strindberg (Acree­
grar una audiencia mayor que de una clara conciencia política. Aquí
dores), Con ocasión del estreno de El maestro Solness, en abril de
se puede ver la influencia de Maudair sobre Lugné-Poe y el resultado
1894, Maeterlinck publicó un artículo en Le Fígaro que más tarde ser­
de ésta se refleja en la selección de autores extranjeros que dominó el
viría de base para su influyente ensayo “ La Tragedia Cotidiana” (1896)
repertorio de la primera temporada. Al anunciar sus planes, Lugné-Poe
había añadido: . y si la esperada obra maestra francesa hace su apa­ Creo que Hilda y Solness son los primeros personajes de teatro que sienten,
rición, cerraremos con ella nuestra primera temporada.” Quién hubiera por un instante, que están viviendo en la atmósfera del alma, y el descubri­
imaginado que la única obra francesa que él produjo y que terminó miento de esta vida esencial que existe en ellos, viene cargado de terror.. .
por convertirse en una especie de obra maestra fue el escandaloso Su conversación no se parece a nada que hayamos escuchado antes, por cuan­
UbuRey. to el poeta se ha propuesto fundir en una sola expresión, tanto el diálogo
interno como externo. Un nuevo e indescifrable poder domina a este drama
^ organización del Théâtre de l’Oeuvre era similar a la de los pri­ sonámbulo. Todo lo que se dice en él, esconde y revela al mismo tiempo, las
meros teatros independientes. Las obras eran dadas en intervalos aproxi­ fuentes de una vida desconocida. Y si nos confunde, a veces, no olvidemos que
mados de un mes, con ensayo general y una sola función de cada una nuestra alma aparece, ante nuestros débiles ojos como la fuerza más loca, y
en cualquier teatro que estuviera disponible, además de ocasionales que hay en el hombre muchas regiones más fértiles, más profundas y más in­
y breves giras al extranjero. A diferencia del Teatro Libre y el Teatro teresantes que aquéllas de su razón y su inteligencia.2*
de Arte, la mayoría de los programas consistían en una sola obra en
Esta lectura de E l maestro Solness parece más relevante para la pro­
varios actos. Además de Vuillard, Lugné*Poe era amigo con otros pro­
pia obra de Maeterlinck y fue furiosamente condenada por los admira­
minentes artistas del grupo Nabis, tales como Maurice Denis y Pierre
dores de Ib sen, cuestionada por el escritor danés Hermán Bang, que
Bonnard. En 1890, ellos vivían juntos en un estudio de la RuePigalle,
actuaba como asesor de Lugné-Poe, y censurada por el dramaturgo
y Lugné-Poe hizo bastante para publicitar tanto sus trabajos como los
de Gauguin. Algunos del grupo diseñaron escenografías y litografiaron mismo. Sin embargo, influyó fuertemente la producción de Lugné-Poe
programas, especialmente Vuillard, Denis, Ranson y Sérusier. Aunque y todo su trabajo posterior. De qué forma revelaba éste: “ la vida esen­
varios de los programas sobreviven, no hay fotografías de los decora­ cial” de los personajes de Ibsen. Evidentemente, usando el mismo esti­
dos. Sólo se guarda un boceto de Toulouse-Lautrec para la obra hindú lo con el que había interpretado La dama del mar y Peleas y Meli-
E l carro de terracota, de 1895. Esto da, probablemente, una buena senda: \
medida de la naturaleza ocasional del trabajo de los pintores, tal como . . . distanciándose lo más posible de la realidad, dándole a cada parlamento,
ellos lo veían. Por otra parte, Robichez sugiere que el hecho de que por más banal que fuera, un aire de misterio. Eran fantasmas moviéndose por
los críticos hayan prestado poca atención o hecho pocos comentarios el escenario (lo mínimo posible), mientras los personajes reales se quedaban ‘
sobre las escenografías de las producciones de Lugné-Poe, parece entre bastidores. Pocos gestos, un tono dé voz plano y quejumbroso, débil ]
pero impresionante. Más allá de la reducida luz de las candilejas, era como
confirmar el que ellas eran tan poco específicas como la doctrina sim­
si un hombre en trance pidiera perdón por estar allí e indicara al público que /
bolista lo requería.
al mismo tiempo que él decía su parlamento, otra persona, en otra parte, /
Especulando sobre su apariencia, Robichez escribe: decía un parlamento diferente, mucho más significante e interesante.26 /
. . . es probable que los decorados hayan sido pintados en el mismo espíritu Lugné-Poe aplicó este método a numerosos roles importantes que
que los programas litografiados. En ellos, las palabras son una extensión
tuvo que interpretar, los cuales incluían, en las primeras dos tempora­
del dibujo y se funden en una masa en que predominan las sombras. De ma­
das: Rosmer en Rosmersholm, el Dr. Stockman en E l enemigo público,
nera similar, podemos imaginar los decorados, para las obras escandinavas,
desprovistos de toda línea clara y detalles precisos, bañados en la semipenum- Solness en El maestro Solness, Allmers en E l Pequeño Eyolf, Brand,
bra que oscurece las superficies y que primero revela y luego se traga a los Johannes Vockerat en Gente Sola de Hauptmann, y Giovanni en
personajes venidos de sus profundidades.24 Lástima que sea una puta de Ford. Su compañía era semiprofesional,
y con frecuencia él contrataba actores del teatro comercial para refor- |
De hecho, después de tres o cuatro años, Lugné-Poe ni siquiera co­ zar su elenco. Esto hizo imposible el desarrollo de un estilo uniforme i
misionó nuevos decorados para nuevas producciones. Ibsen debe ha­ por parte de la compañía, suponiendo que él hubiera sido capaz de i
berse representado, cada vez, usando el mismo telón de fondo, cuales­ lograr esto y que los actores hubiesen estado dispuestos. En todo caso, ,
quiera que fuera su obra. Además de Rosmersholm, preséntada en todas las relaciones de la época sugieren que él era excepcional como
octubre de 1893, hubo otras tres producciones de Ibsen en la témpora-

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El teatro simbolista
E l directory la escena

actor. En relación a los decorados y al vestuario, las pocas funciones duda, efecto visible cuando la compañía se presentó en Londres, seis
que eran dadas de cada obra hacían de la “ pobreza” , no sólo un pro­ meses después. En The Saturday Review del 30 de marzo de 1895,
blema financiero, sino que un principio estético. Uno de los extras Shaw escribía: “ Monsieur Lugné-Poe logra su propósito, porqué reco­
en El enemigo público, recuerda: noce a Solness como a una persona con la que se ha encontrado dece­
nas de veces en la vida cotidiana. Por lo tanto, le pinta de rojo la nariz
/ Queríamos producir el efecto de cambio de vestuarios. El único medio a y lo actúa sin preocupación”.29 Otro crítico londinense describe la
; nuestra disposición era subimos el cuello del saco, bajamos el ala del som­
representación como: “ violenta y casi brutal en sus gestos, espasmódi-
brero, intercambiar los abrigos o usarlos al revés. Tratabamos de simular edad
frunciendo el ceño, encorvando la espalda o fingiendo un desilusionado mal
ca y dura en declamación, y curiosamente abrupta en proceder” . La
humor. A pesar de lo artificial de estas metamorfosis, eiías contaban con la Hilda de Suzanne Depres era: “ una niña descarada y ruidosa, sin ningún
aprobación del jefe.27 misterio” , una “ Hilda traducida a prosa común y comente” . 30
En noviembre de 1897, se estrenó en Francia John Gabriel Bork-
De esta descripción podemos deducir el por qué Lugné-Poe prefe­ man. Los diseños fueron ejecutados por el pintor noruego Edvard
ría las luces con poca intensidad. Para sus interpretaciones escandina­ Munch. Su evocación de una auténtica atmósfera nórdica parece haber
vas, él vestía invariablemente' una levita larga, un cuello alto y un el.a* fijado el tono al conjunto de la producción. Así, la moderación y el
leco abotonado hasta la barbilla. Esta combinación fue aceptada por control estilístico de Lugné-Poe fueron elogiados por todo el mundo.
todos como auténtica moda noruega y los jovenes Simbolistas la copia­ Los reestrenos de las anteriores obras de Ibsen, efectuados después
ban en su vestimenta. de Borkrmnn, reflejan un balance similar y produjeron alabanzas de
En conocimiento de estos detalles absurdos, uno se siente inclinado los críticos escandinavos presentes. Sin embargo, la reposición de El
a dudar de la validez de la empresa de Lugné-Poe. Pero el hecho es que, enemigo público, en febrero de 1899, sería la última de ellas en el
en esta primera fase de su existencia, el Théâtre de l’Oeuvre funcionó Théâtre de l’Oeuvre. Aquel verano, la presión financiera obligó a Lugné-
exitosamente por seis temporadas, hizo numerosas giras al extranjero Poe a terminar su existencia como teatro independiente de arte. En
y montó no menos de nueve obras de Ibsen. Es más, dos de las puestas adelante, el teatro funcionaría por otros treinta años, convertido en
pasaron el examen del mismo Ibsen. Durante la primera gira escandina­ un teatro convencional que seguía directrices comerciales.
va de la compañía, en octubre de 1894, el autor estuvo presente para Hemos considerado las producciones de Lugné-Poe de las obras de
las representaciones de Rosmersholm y E l maestro Solness en Oslo. Maeterlinck e Ibsen. Las representaciones, en 1896, de Ubu Rey, serán
Sobre Rosmersholm hizo pocos 'comentarios, pero estaba bastante discutidas en el siguiente capítulo. Además de estas obras, Lugné-Poe
molesto porque en la última escena, la entrada de Ulrik Brendel fue presentó a su público un amplio repertorio que incluía: Drama Sáns­
iluminada “ con electricidad” . El decía que no deseaba ningún “ mis­ crito clásico, Tragedia Jacobina (Lástima que sea una puta, traducida
ticismo estúpido” en sus obras. Sin embargo, la representación de El por Maeterlinck), Salomé de Oscar Wilde, Acreedores y E l padre, de
maestro Solness, dos días después, fue un enorme triunfo. Desde su Strindberg (curiosamente, ninguno de sus trabajos Simbolistas), Haupt-
publicación, en 1892, la obra no había tenido ninguna producción mann, Gogol y muchos más.
exitosa en Escandinavia. En esta ocasión, Ibsen estaba completamen­ Pero con Ibsen, más que con ningún otro dramaturgo, pudó Lugné-
te satisfecho. Después de la representación le expresó a Hermán Bang: Poe demostrar hasta qué punto puede un actor sugerir sin tener que
“ Esta ha sido la resurrección de mi obra**. En consecuencia, Ibsen decir, y cuán poco necesita la escena proveer al espectador para que
convenció al Jrey noruego para que condecorara a Lugné-Poe con una éste construya un mundo en su imaginación. Cualesquiera que hayan
medalla de oro. Según el director, la medalla fue empeñada varias ve­ sido los absurdos que las teorías Simbolistas o sus recursos limitados
ces para ayudar a financiar producciones. 28 lo llevaron a cometer, y más aún, su imposibilidad de crear una obra
Durante el primer encuentro, Lugné-Poe quedó sumamente impresio­ maestra, de todas maneras Lugné-Poe consiguió dar una nueva signifi­
nado con el delicado pero significativo comentario de Ibsen de que cación a las ideas de estilo y de convención, lo cual, finalmente, tuvo
“ un autor apasionado debe ser representado con pasión y no de otra repercusiones en el teatro en general. Ese es su legado.
manera” . Lugné-Poe recuerda: “ En un instante, con una palabra, Ib-
sen nos hizo alterar todo el carácter de nuestra interpretación, que (J. L. U.)
hasta entonces había sido lánguida y bastante monótona.” A juzgar
por la reacción de Bernard Shaw, el consejo de Ibsen había tenido, sin

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El directory la escena El teatro simbolista

26. Ibid., p. 251.


27. Ibid., pp. 246-247.
28. Vease Lugne-Poe, op. cit., p. 80; Michael Meyer, Henrik Ibsen: Volumen
3 (London, 1971), pp. 239-240.
29. Meyer, op. cit., p. 236.
NOTAS 30. Stokes, op. cit., p. 168.

1. Memories, p. 171.
2. The Heritage o f Symbolism (Loridon, 1943), p. 2.
3. Citado en Jacques Robichez, Le Symbolisme au théâtre: Lugné-Poè et les
débuts de IVeuvre (Paris, 1957), p. 15 (citado más abajo como “ Robichez” )
4. Robichez, p. 21.
5. Marcel Raymond, From Baudelaire to Surrealism (London, 1970),p. 12.
6. Para una breve introducción a Baudelaire y el surrealismo véase a.Charles
Chadwick, Symbolism (London, 1971).
7. Para una traducción de este ensayo véase a Roland N. Stromberg (éd.),
Realism, Naturalism, y Symbolism • Modes o f Thought and Expression in
Europe, 1848-1914 (London and Melbourne, 1968).
8. Para informaciones sobre Appia véase a Walther R. Volbach, Adolphe
Appia: Prophet o f the Modem Theatre (Wesleyan University Press, 1968);
Lee Simonson, The Stage is Set, cit., pp. 351-377;
9. Citado en Robichez, p. 83.
10. Citado en John Henderson, op. cit. p. 134.
11. Véase Henderson, op. cit., Capitulo VIII.
12. Para una discusión de Los Cenci, véase Capítulo Doce.
13. Véase Frantifek Deák, “ Symbolist staging at the Théâtre d’Art” , The Drama
Review, Vol. 20, N° 3 (T 71), pp. 117-135 (Incluye guión de La muchacha
de las manos cortadas y Cantar de los Cantares).
14. Véase Denis Bablet, Esthétique Générale du Décor de Théâtre de 1870 à
1914 (Paris, 1965) p. 148.
15. Para información de la relación entre los pintores simbolistas y el teatro,
véase Robert Goldwater, Symbolism (London, 1979).
16. Véase F. Deák, op. cit,
17. Véase Robichez, pp. 254-255.
18. Ibid, p. 157.
19. Ibid, p. 156.
20. Ibid, p. 169.
21. Para información de la temporada del Théâtre dé i’Oeuvre en Londres,
véase John Stokes, op. cit., pp. 168-172.
22. Robichez, p. 193.
23. Algunos están reproducidos en A. Lugné-Poe, Ibsen (Paris, 1936).
24. Robichez, pp. 247-248.
25. Traducción de The Flower and the Castle, de Maurice Valency (New York,
1963), p. 380.

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