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1. INTRODUCCIÓN: CONTEXTO TEATRAL
1.1. CONTEXTO EUROPEO
En general durante el período finisecular (que alcanza las primeras décadas del
siglo XX) se pasa del naturalismo al simbolismo hasta llegar a las vanguardias. La
búsqueda de nuevas posibilidades escénicas tiene distintas causas, según César Oliva:
la culminación de todos los progresos industriales y técnicos que permiten escenarios
móviles y luminotecnias reguladas; la popularización del cinematógrafo; la importancia
del director de escena, por primera vez distinto a la figura de empresario y de actor, y
la difusión periódica y filmada de las innovaciones. Algunos de estos factores influirán
en el teatro de Valle-Inclán, los que atañen al uso de la iluminación, y a una
concepción cinematográfica del tiempo, por ejemplo.
Con el expresionismo, entre 1910 y 1925, lo importante no será la realidad
objetiva en sí, sino lo subjetivo, la peculiar visión del mundo de los creadores. El
resultado estará impregnado de violencia reivindicativa, de angustia y desconcierto de
una realidad desfigurada surgida en parte del inconsciente, de los mitos colectivos y
sus ritos esotéricos en los que se mezcla la reivindicación social con el ocultismo.
1.2. CONTEXTO ESPAÑOL
A principios del siglo XX en España eran las grandes compañías (María
Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza) quienes dictaban las programaciones. Muchas
veces dirigidas por primeros actores que se erigían en empresarios de las mismas, las
programaciones no solían apostar por las innovaciones. El público que acudía a los
teatros se fue seleccionando según sus posibilidades culturales y económicas de
manera que se constituyó un teatro “de calidad” dirigido a la alta burguesía y un
teatro menor, de consumo fácil, el “teatro por horas” consistente en la oferta
continuada de piezas en un acto, sátiras, parodias de éxitos dramáticos al modo de
modernos sainetes.
La alta comedia fue el género dominante en el teatro burgués de la época y en
ella destacó Jacinto Benavente, sucesor de José Echegaray con una dramaturgia
basada en el conflicto amoroso con clásico triángulo, estilo naturalista y habilidad
verbal en prosa, sin tener en cuenta las renovaciones del género que provenían de
Irlanda (Yeats, Synge, Lady Gregory) e Italia (Pirandello). En general, el género gozó
de notable éxito de público, como otra corriente “equívocamente conocida como
teatro popular”: el sainete social de matiz naturalista. En él destacaron Joaquín
Dicenta y Carlos Arniches.
Las innovaciones escénicas del grupo del 98, a excepción de Valle-Inclán,
vienen considerándose poco significativas. Para César Oliva “representan una actitud
intelectual, anacrónica e imperfecta del modelo teatral que dominaba la escena del
momento”. Poniendo de manifiesto la paradoja de que fuera la obra menos
representada en su momento y la más estudiada posteriormente. En general se trata
de un teatro donde domina lo ensayístico. El grupo de innovadores lo forman,
básicamente, los hermanos Machado, Baroja, Unamuno, Azorín, Ramón Gómez de la
Serna y Valle-Inclán. Casi todos ellos tuvieron escaso éxito de público y crítica, aunque
fueron Unamuno y Azorín los que menos reconocimiento tuvieron, por lo que, excepto
Valle, casi todos abandonaron el género teatral. De entre ellos, quien destaca por su
originalidad es Valle-Inclán.
En general, todos ellos tienen en común el intento de «abrir cauce a un teatro
otro que el usual, un teatro en el que se pretendía una renovación y una ruptura,
aunque, como fue el caso de los cinco dramaturgos citados, no tuvo eficacia alguna
sobre el teatro coetáneo. Históricamente ese teatro nuevo y distinto fracasó, aunque
tuviera la grandeza e importancia del de Valle-Inclán o la densidad de ideas de
Unamuno. Con ese fracaso perdió el teatro español, en su totalidad de fenómeno
teatral, la ocasión histórica de situarse en la mejor línea del teatro europeo
contemporáneo.» (Ruiz Ramón, 1984, pág. 157-158)
2. OBRA DRAMÁTICA
A juicio de César Oliva, Valle-Inclán “sin quererlo casi, crea un avanzado
lenguaje escénico, sin conocer en profundidad las líneas dramatúrgicas que se
llevaban en Europa”. Considera que “sólo tuvo que apartarse de lo que hacía
Benavente, Linares o Villaespesa, para acercarse a la obra de Yeats o, años después, a
1
la de Brecht” . Utiliza como fuentes tanto la propia realidad, noticias recogidas en
prensa, como textos literarios de todo tipo, que no duda en parodiar, incluido el
género popular del “teatro por horas”. Sin embargo, el rasgo fundamental de su
dramaturgia proviene de la ausencia de obligaciones comerciales. Se trata de un
teatro no concebido para su representación, de ahí las dificultades que entraña el
seguir sus indicaciones escénicas
La obra dramática de Valle-Inclán se caracteriza por la voluntad de renovación
formal y temática de su autor y por su decisión de romper con las líneas teatrales de la
España de su tiempo. Ello implica distintas fórmulas de experimentación que no se
suceden en el tiempo, ni se excluyen entre sí, sino que a menudo se entrecruzan y
siguen sendas paralelas lo cual implica una lógica dificultad de clasificación.
Ruiz Ramón propone hablar de ciclos, cada uno de ellos marcados por esas líneas de
experimentación. En ese caso, sería posible clasificar su producción dramática como
sigue:
● Ciclo decadente-modernista: C enizas (1899), El marqués de Bradomín (1906),
Tragedia de ensueño y Comedia de ensueño (1903), Cuento de abril (1909),
Voces de gesta (1911)
● Ciclo mítico: C omedias bárbaras, trilogía integrada por C ara de plata,
Romance de lobos (1907) y Águila de blasón (1907); El embrujado (1916) y
Divinas palabras (1920).
● Ciclo de la farsa: Farsa infantil de la cabeza del dragón (1909), La marquesa
Rosalinda (1912), Farsa italiana de la enamorada del rey (1920) y Farsa y
licencia de la reina castiza (1920).
● Ciclo esperpéntico: L uces de bohemia (1920), Los cuernos de don Friolera
(1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927), publicados los
2
tres últimos como M artes de carnaval (1930) .
Como podemos observar, las distintas líneas que convergen en el esperpento, son
paralelas al mismo. En el año de publicación de L uces de bohemia, aparecen también
sus dos últimas farsas y D ivinas palabras, con la que culmina el ciclo mítico.
Inicialmente propone un teatro que reacciona contra el realismo desde una
estética decadentista y simbolista cuyos presupuestos son tan convencionales y
1
César Oliva (1990), pág.350
2
Las piezas reunidas en 1927 en el Retablo de la Avaricia, la Lujuria y la Muerte denominadas “autos para
siluetas” y “melodramas para marionetas” por su autor, las incluye Ruiz Ramón en este ciclo. Sin embargo,
sólo Luces de bohemia y Martes de Carnaval se consideran esperpentos.
gratuitos como el teatro novecentista que trata de renovar. Es por ello que probará
dos vías: la del mito y la de la farsa. En ambas sitúa la acción en una dimensión
intemporal, ya sea espacial o histórica. Así, la Galicia real sirve de base para configurar
una sociedad arcaica que deviene mítica, mientras que el siglo XVIII de la farsa sirve
como marco histórico en el que situar la degradación de la realidad española. Señala
Ruiz Ramón que ambas direcciones confluirán en el esperpento a partir de un nuevo
marco, la España contemporánea, pero mediante un procedimiento inverso, la
desmitificación.
La primera obra en ser denominada esperpento por su autor es Luces de bohemia,
sin embargo, observamos deformación esperpéntica en las obras aparecidas en el
mismo año. En las farsas, los personajes son marionetas grotescas y en la Farsa de la
Reina Castiza se opera una deformación despiadada de la corte isabelina de claro
significado político. Por su parte el violento drama que es Divinas palabras propone
extremos de depravación moral y deformación social en consonancia con un estilo
desgarrado.
Los otros esperpentos se agrupan bajo el título de Martes de carnaval y en ellos
aparecen fantoches grotescos y una visión inconformista de la realidad de manera que
se degradan instituciones y mitos, hasta lograr desmitificar el mundo,
desenmascarando la injusticia y la hipocresía que ese mundo justifica. En Los cuernos
de don Friolera se parodia el código del honor calderoniano a la vez que denuncia los
presuntos valores éticos que representa el estatus castrense de su protagonista, un
militar que se siente obligado a matar a su mujer infiel. L as galas del difunto presentan
la degradación del Don Juan de Zorrilla a partir de Juanito Ventolera. Y en La hija del
capitán se denuncia la Dictadura militar del general Primo de Rivera, aunque su
planteamiento sirve para cualquier pronunciamiento militar.
En L a lámpara maravillosa (1916) expuso Valle-Inclán sus ideas sobre la
creación literaria y en ellas aparece el concepto de “quietismo estético” que
desarrollaría más adelante como “la impasibilidad en el arte”.
3. TEXTOS EN LOS QUE EXPONE SU POÉTICA sobre el ESPERPENTO
Acerca del término esperpento, Alonso Zamora afirma que se trata de «una voz
traída del habla popular, que designa lo feo, lo ridículo, lo llamativo por escaparse de
la norma hacia lo grotesco o monstruoso» y que a partir de L uces de bohemia sirvió
«para designar un nuevo arte (…) un nuevo modo de mirar el contorno desde la
literatura».
Afirma qué es el esperpento a través del protagonista de Luces de bohemia,
Max Estrella, en la célebre escena duodécima. Si añadimos a ésta, los conocidos
fragmentos del prólogo y el epílogo de Los cuernos de don Friolera, tendremos las
reflexiones teóricas sobre la creación del nuevo género desde la creación misma.
Habitualmente se suman a ambas obras, sus declaraciones en la entrevista realizada
por G. Martínez Sierra en 1938. De los tres textos deducimos lo que Ruiz Ramón
considera un “pequeño breviario de estética del esperpento valleinclanesco”.
En cualquier caso, creemos necesario distinguir entre las definiciones de lo
esperpéntico que el autor pone en boca de sus personajes Max Estrella y Don
Estrafalario y su visión personal acerca de los “tres modos de ver el mundo artística o
estéticamente”. Cuando el autor cede la palabra a sus personajes, no necesariamente
se identifica con ellos, puesto que no hay que olvidar que lo que le atrae del teatro es
precisamente su “impasibilidad”, es decir, la desaparición del autor en la obra. Así,
creer a pies juntillas que las afirmaciones de Max Estrella y las de Don Estrafalario son
opiniones del autor es obviar que el primero es un poeta ciego, borracho, agonizante,
que delira y el segundo un intelectual pedante, “estrafalario” que comenta la acción
dramática de unos fantoches (como si merecieran la misma atención crítica de una
obra de Shakespeare, comparando a Friolera con Otelo). Al proceder así, Valle obliga
al lector-espectador a distanciarse, a no tomar al pie de la letra sus afirmaciones,
puesto que también Max Estrella y Don Estrafalario son “deformaciones grotescas de
la realidad”, luego es posible desconfiar del discurso teórico acerca del teatro desde
el mismo teatro, ya que si el esperpento no produce más que deformaciones, la teoría
que en ellos se inserta es posible que también lo sea y habrá que percibir en ella la
ironía, el recurso de distanciamiento por excelencia, el que obliga a tener en cuenta el
doble sentido. Cuando Max afirma que “la tragedia nuestra no es una tragedia”
señala claramente que lo es, aunque no se perciba como tal, y ahí radica lo doloroso,
que “el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética
sistemáticamente deformada” puesto que “España es una deformación grotesca de la
civilización europea”. Al oponer la realidad al teatro, ese espejo deformante que es el
esperpento debería devolver una imagen deformada de la realidad. Sin embargo, el
mundo, lo real, funciona de un modo demasiado parecido (¿acaso no son personajes
universales a la par que estereotipos Don Latino, Zaratustra, Serafín el Bonito, el
Ministro de la Gobernación…?). Si el lector-espectador acaba reconociendo en el
“espejo cóncavo” del esperpento la realidad descarnada del mundo que conoce, es
porque lo deforme, lo grotesco, no está en el espejo, sino en el mundo. Ésa es la
metáfora que sirve como presupuesto estético, y por ello mismo resulta demasiado
literaria como programa o manifiesto.
Tras esta matización, creemos que sólo deberían tenerse en cuenta como
reflexiones teóricas del autor, los comentarios que aparecen en entrevistas, puesto
que en ellos aparece como enunciador único, sin figuras interpuestas, y pueden
interpretarse literalmente. Así, en la entrevista de Martínez Sierra formula Valle-Inclán
su célebre distinción entre los tres modos de ver el mundo, “de rodillas, de pie o
levantado en el aire” de manera que los personajes parezcan superiores, iguales o
inferiores a los seres humanos. Según Valle, con el esperpento aspira a “considerar a
los personajes de la trama como seres inferiores al autor, con un punto de ironía” y
llega a referirse a ellas como “enanos y patizambos que juegan una tragedia”. En una
entrevista anterior, la ya citada de José Montero, justifica esta opción: «La vida –sus
hechos, sus tristezas, sus amores- es siempre la misma, fatalmente. Lo que cambia son
los personajes, los protagonistas de esa vida. Antes, esos papeles los desempeñaban
dioses y héroes. Hoy…antes, el Destino cargaba sobre los hombros –altivez y dolor-
de Edipo o de Medea. Hoy, ese destino es el mismo: la misma su fatalidad, la misma
su grandeza, el mismo su dolor. Pero los hombros que los sostienen han cambiado.
(…) Los hombres son distintos, minúsculos, para sostener ese gran peso. De ahí nace
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el contraste, la desproporción, lo ridículo» .
4. Análisis de Luces de Bohemia
4.1. Asunto. Estructura. Tema
El asunto de Luces de Bohemia trata de la última noche de la vida de Max
Estrella, poeta ciego que muere en la indigencia. El protagonista está inspirado en el
escritor Alejandro Sawa. Lázaro y Tusón no dudan en enumerar las referencias
biográficas coincidentes entre el personaje literario y el real: su larga estancia en París,
su conocimiento de autores como Víctor Hugo y Verlaine, su vida bohemia, esposa
3
Mainer (2010), pág.658
francesa, una hija, amigo de Rubén Darío y de Valle-Inclán y su triste final. Sawa murió
pobre, ciego y loco dejando inédita la considerada su mejor obra: Iluminaciones en la
sombra. La elección de una fuente real creemos que es significativa y sobre ello
volveremos más adelante. Por otro lado, el hecho es que la trama funciona como
parodia de la D ivina Comedia ya que el peregrinaje de Max es un auténtico descenso
a los infiernos en el que el poeta latino, Virgilio, es remedado por un personaje vil,
abyecto, lo contrario a un modelo moral: Don Latino. El infierno es la sociedad
española de la época. Las referencias se explicitan en la exhortación de Max: “Latino,
sácame de este círculo infernal” y su posterior afirmación “Nuestra vida es un círculo
dantesco” en la escena XI. Escena en la que la conciencia lúcida del protagonista de
la magnitud de la injusticia resulta intolerable porque la queja desgarrada de la madre
del niño muerto sólo levanta reproches y condenas de los viandantes.
Aunque la trama se simplifica con facilidad, el autor divide la obra en quince
escenas que le permiten aspirar a cierta simultaneidad de espacios ya que cada
escena sucede en un espacio distinto, de hecho, sólo se repiten dos: la casa de Max y
la taberna de Pica Lagartos. Lázaro y Tusón proponen un esquema estructural del que
partimos para elaborar el siguiente:
-Un “preludio” (escena I): Max anhela la muerte como huida de su fracaso vital, de su
miseria.
- “Cuerpo central” (escenas II-XII): Peregrinación por la noche madrileña en dos
etapas:
-(escenas II- VI): Max sale de su casa y acaba en la cárcel
4
-(escenas VII- XII): Max sale de la cárcel y muere en el portal de su casa.
- Un “epílogo” (escenas XIII-XV): Tras el fallecimiento de Max la acción se sitúa
nuevamente en su casa (escena XIII, velatorio), posteriormente en el cementerio
(escena XIV, parodia de Hamlet) y finalmente en la taberna de Pica-Lagartos, lugar en
el que en la primera edición empezaba el descenso infernal. En la última escena se
refiere la muerte de la esposa y la hija de Max, con lo que definitivamente desaparece
todo testimonio vital del protagonista, sólo le sobrevive el canalla de su “amigo”, Don
Latino. Su antagonista, quien encarna las cualidades morales contrarias: el interés, la
falsedad, la falta de principios morales, la insensibilidad ante el dolor ajeno. La hija de
Max Estrella lo tiene calado e incluso el propio Max se refiere a él como a su “perro”.
La relación entre ambos personajes tiene una funcionalidad dramática, permite a Max
tener un interlocutor que sea testigo de su recorrido y además resaltará su condición
moral. Max no es un fantoche, porque su dignidad moral le impide rebajarse, a lo más
que llega es a aceptar la ignominiosa limosna del Ministro; poca cosa si lo
comparamos con el embustero, ladrón e hipócrita de Don Latino.
Max no es capaz de sustraerse a su destino miserable de fracasado. Tiene en
las manos un número de lotería que saldrá premiado, pero lo pierde, o podríamos
decir que se lo roban, puesto que en su agonía Latino le hurtará las pocas monedas
que lleva encima y procurará hacerse con el décimo que Max había llegado a tener en
sus manos. Sin embargo, el destino no es sólo la lotería, porque ¿qué mata a Max
Estrella? Probablemente su sensibilidad moral no tolere la “visión”, lucidez propia de
un Tiresias, de la opresión, la injusticia, el abuso de poder, la hipocresía, los falsos
“amigos” (Latino)… Indudablemente el azar interviene en los logros y derrotas de un
individuo, pero también es cierto que el individuo no es libre y la sociedad puede
condicionar fatalmente su existencia. Max se rebela contra esa sociedad pero acaba
4
Discrepamos de la propuesta de Lázaro y Tusón, inspirada a su vez en la de Carlos Álvarez que resulta
mucho más simétrica por postular que dos de las escenas añadidas en 1924 (la VI y la XI) suponen un
momento de tensión dramática en torno al mismo personaje, el anarquista catalán. Creemos discutible que sea
el mismo personaje y nos parece más adecuada a la acción dramática nuestro planteamiento.
primero en la cárcel y más tarde muere en la calle, abandonado. En cambio, su
compañero de juventud acepta participar en el sistema y consigue ser Ministro de
Gobernación, a costa de sacrificar sus ideales y principios morales. En su cinismo, se
permite ser pródigo con Max Estrella, pero a costa del contribuyente, ya que la
limosna que le da no es a título personal, sino a cargo de los fondos reservados. Es
por todo ello, por lo que la obra adquiere una “dimensión parabólica”, universal,
puesto que no se trata sólo del destino de un individuo, sino de denunciar un sistema
socio-político que aliena el talento y la integridad moral.
4.2. Intención crítica: la denuncia antiburguesa y la parodia literaria
La adición de tres escenas en 1924, la II, la VI y la XI pueden explicarse como
un modo de manifestar públicamente su simpatía por el movimiento obrero. Tal como
recuerda Mainer, «en 1924, en plenas luchas sociales, Valle quiso unir el destino de su
5
héroe bohemio al de las masas revolucionarias» . En la escena II, aparece Zaratustra,
el librero que, compinchado con don Latino, estafa a Max Estrella, negándose a
aumentar el precio de lo acordado como solicita el autor y engañándole al afirmar que
ya lo ha vendido. Es el empresario que explota al obrero, aunque éste no trabaje con
sus manos, sino con su intelecto. La escena VI, transcurre en la cárcel donde Max y el
preso catalán conversan sobre la situación social e incluye soflamas revolucionarias en
las que se legitima el uso de la violencia cuando el preso afirma “No es suficiente la
degollación de todos los ricos (…) Hay que hacer imposible el orden anterior, y eso
sólo se consigue destruyendo la riqueza”. La escena añadida anterior, presentaba a
Max como un trabajador estafado, así que su simpatía por el ideal revolucionario se
justifica gracias a Zaratustra, es decir a plantear un caso concreto de explotación
laboral. En la tercera escena añadida, la XI, aparece la madre del niño muerto
protestando dolorosamente, es decir, aparecen las víctimas indefensas de un orden
socio-político que no sólo legitima la explotación, sino que reprime y asesina. La
simpatía por la causa revolucionaria no es adhesión incondicional. Es por eso que Max
Estrella no lamenta las muertes de los obreros que “se reproducen populosamente de
un modo comparable a las moscas”.
La heterodoxia de Valle-Inclán le permite defender parte del ideario socialista
como culminación de su feroz y radical rechazo al sistema burgués. El carlista
aristocrático de su juventud modernista se identifica, así, con los proletarios que
pretenden acabar con el aborrecido orden burgués:
“Forjó su pensamiento como un tradicionalista que añoraba la sociedad
señorial desaparecida casi ante sus ojos, destruida por la fuerza de la burguesía
revolucionaria que había impuesto las formas políticas de la democracia liberal,
frente a la que él siempre estuvo. De ahí su carlismo y por eso sus alabanzas a
Lenin, o las que luego dirigió a Mussolini o al anarquismo. Fue siempre un
6
feroz antiburgués, pero no muestra el mínimo afecto por la clase trabajadora.”
En cuanto a los personajes que son objeto de denuncia por representar un
sistema socio-político denigrante e inhumano es posible agruparlos como:
-burgueses o empresarios (Zaratustra y Pica Lagartos), patéticos representantes del
capitalismo. Pica Lagartos proclama una encendida defensa de la propiedad, lo cual
resulta ridículo al tratarse de un tabernero hampón que no duda en extorsionar a
5
Mainer (2010), pág.409
6
Valle Inclán, Luces de Bohemia. (Edición de Luis Iglesias Feijoo). (2017). Barcelona: Vicens Vives. Pág.
LXIV-LXV.
Latino cuando lo sabe propietario del décimo ganador. Representan la injusticia de la
desigualdad económica que se sustenta en la mentira, el cinismo y la hipocresía.
-las fuerzas del orden (Pitito, Serafín el Bonito, los “guindillas”). Se retratan como
necios e ignorantes puesto que son incapaces de entender la ironía de Max,
reaccionan de forma violenta como seres primitivos e inhumanos. Representan el
abuso de poder.
-la burocracia administrativa (incluyo en este caso no sólo al Ujier y a Dieguito, sino a
su jefe, el Ministro de Gobernación). La ineptitud e inoperancia de la administración
resulta insignificante si la comparamos con la corrupción que comporta el ejercicio del
poder administrativo.
La parodia literaria se centra en el grupo modernista, presentado como
colectivo sin individualidades cuyo portavoz es Dorio de Gadex. En la escena IV, se
reúnen en la “Buñolería Modernista” y en su encuentro con Max no dudan en recitar
los “Nuevos Gozos del Enano de la Venta”, parodia del estilo modernista de
indudable comicidad. Significativamente sólo Rubén Darío y el Marqués de Bradomín
tienen singularidad y no aparecen caricaturizados en exceso. Así distingue Valle-Inclán
el genio del nicaragüense y, al proponer como contertulio e igual al protagonista de
sus S onatas, no duda en situarse a la altura del gran poeta. En el diálogo del
cementerio hablan con los sepultureros, como hacía Hamlet e incluso mencionan a
Ofelia. En este episodio no hay intención paródica expresa, sino más bien un claro
homenaje ya que la fuente literaria no es objeto de crítica.
Al margen del grupo modernista, aparecen los mercenarios de la literatura como Don
Filiberto, periodista cuya independencia del poder es inexistente, y todos los que
declaran su interés por la creación, como el Ministro de Gobernación.
4.3. El humor como recurso de extrañamiento
La intención satírica del esperpento radica en la concepción que Valle tiene de
éste, como “espejo cóncavo”, es decir como espejo deformante de una realidad
inaceptable. La deformación grotesca, la desproporción entre lo evocado y la realidad
de la situación, implica una “expresividad cómica, paródica, que, al rellenarse de
7
amargura o desencanto, tendremos que llamar siempre esperpéntica” . El humor
amargo es un recurso de extrañamiento próximo al teatro del absurdo, permite el
distanciamiento, la actitud crítica del lector-espectador y resulta el procedimiento
8
idóneo para llevar a cabo la denuncia socio-política que pretende el autor .
Entendemos que el procedimiento resulta precursor de los artífices del teatro del
absurdo. Al fin y al cabo, la propuesta de Brecht reside en un rechazo de la
identificación, no de las emociones; de la catarsis, no de la conmoción emocional que
supone reconocer el objeto de la representación, puesto que gracias a este
distanciamiento, es posible la crítica.
En la escena II se incluye una durísima sátira sobre la falta de sinceridad del
sentimiento religioso en España, y Max llega a afirmar que “España, en su concepción
religiosa, es una tribu del Centro de África”. En esta línea, la afirmación de Zaratustra,
resulta sarcástica: “Sin religión no puede haber buena fe en el comercio”. La defensa
de lo religioso por parte del cínico y estafador comerciante, antítesis del modelo
cristiano, resulta contradictoria. De hecho, su nombre es simbólico, ya que remite a la
obra de Nietzsche, el acuñador del concepto de “superhombre” y azote del
cristianismo, en general. El comerciante que defiende la religión y la “buena fe” lo
7
Alonso Zamora (1987), pág.21
8
Zahareas (1980), pág.319
hace motivado por su propio interés, la religión como modo de mantener en la
ignorancia al pueblo para que sólo los “superhombres” puedan lucrarse.
En la escena V, Max responde al interrogatorio policial en sostenida clave
irónica, de modo que consigue desquiciar a Serafín el Bonito, representante de la
autoridad, evidenciando que su desconfianza procede de la difusa conciencia de su
propia necedad. Ante las agudas réplicas de Max, Serafín, que sospecha estar siendo
objeto de burla, pero sin acabar de entender a Max, opta por demostrar su
superioridad por la fuerza, consciente de su inferioridad intelectual. Max acaba
detenido porque el policía se da por aludido ante la exclamación de Max: “Porque tú,
gusano burocrático, no sabes nada. ¡Ni soñar!”.
La frecuente inserción de citas literarias suele proceder de Rubén Darío,
aunque Max no duda en citar a Calderón en la escena II (“¡Mal Polonia recibe a un
extranjero!”). En general, Dorio de Gadex se apropia indebidamente de los versos de
Darío, dando como resultado un discurso pedante y afectado. Hemos comentado ya,
algunas parodias literarias como el poema modernista de la escena IV o la escena de
Hamlet de la escena XIV, aunque es posible hallar muestras de otros discursos
parodiados. Por ejemplo los conocimientos de gnosticismo -doctrina modernista
seguida por Valle-Inclán y que se refleja en L a lámpara maravillosa- se ridiculizan en la
escena IX, al postularse don Latino como una autoridad en la materia. La erudición
médica se ridiculiza con la aparición de Basilio Soulinake en el velatorio afirmando que
Max no ha muerto, sino que se trata de un caso de catalepsia.
4.4. El espacio escénico como rasgo de estilo
Acerca de la dimensión visual y plástica del teatro de Valle-Inclán, debemos
tener en cuenta la aparente paradoja que entraña el esperpento. Un género plagado
de referencias visuales que no pueden “verse” más que en la lectura porque su
representación implica problemas de difícil solución escénica. El lirismo de las
acotaciones permite crear una atmósfera que el director puede tratar de interpretar,
pero la intención última no es la indicación escénica. Elijamos una, de la escena II, en
la que subrayamos con cursiva epítetos imposibles de traducir escénicamente y
situaciones de difícil representabilidad: «Zaratustra entra y sale en la trastienda, con
una vela encendida. La palmatoria p ringosa tiembla en la mano del fantoche. Camina
sin ruido, con andar entrapado. La mano, calzada con mitón negro, pasea la luz por
los estantes de libros. Media cara en reflejo y media en sombra. Parece que la nariz se
le dobla sobre una oreja. El loro ha puesto el pico bajo el ala. Un retén de polizontes
pasa con un hombre maniatado. Sale alborotando el barrio un chico pelón montado
en una caña, con una bandera». ¿Cómo percibir la suciedad en un ambiente de
oscuridad? ¿Cómo lograr el efecto imposible de doblar la nariz sobre una oreja?
(Imagen cubista) ¿Cómo conseguir que un loro, en una representación, en directo,
haga lo que uno necesita? Los ejemplos se multiplican. Se trata de efectos visuales
que el cine logrará sin dificultad muy pronto pero desde luego muy poco teatrales. El
pringue puede percibirse con un primer plano, el loro puede filmarse las veces
requeridas, pero la esencia del teatro se basa en la imposibilidad de la repetición, del
primer plano. Sin embargo, la concepción plástica del autor le lleva a soslayar todas
las dificultades técnicas, a proponer en Luces de bohemia la multiplicidad de espacios
en consonancia con la aspiración expresionista de reflejar una perspectiva simultánea
de la realidad.
5. Conclusiones
A la hora de valorar las aportaciones que el teatro de Valle supone en el teatro
español y europeo creemos necesario mencionar su relación con el teatro naturalista a
partir de la lectura de L uces de bohemia. Creemos que acaso la elección de Max
Estrella como contrafigura de Alejandro Sawa sea ya una declaración de principios.
Puesto que en el escritor bohemio hallamos un caso paradigmático de autor capaz de
sacrificar la creación literaria en aras de una teoría estética (ocurre en el caso de
Declaración de un vencido, en la que el naturalismo se impone a una verdad literaria).
En cambio, Valle-Inclán propone que triunfe la creación sin preocuparse en absoluto
por sistematizar sus presupuestos estéticos. Ése es uno de sus principales logros.
Además al oponerse al naturalismo, se declara heredero del mismo ya que la vida de
Max se presenta como paradigma de personaje condicionado por el medio, hallamos
crítica social y anticlericalismo (en las referencias a la falta de sinceridad del
sentimiento religioso, por ejemplo, cuando Max afirma que en España la “religión es
una chochez de viejas que disecan al gato cuando se les muere”, escena II),
pesimismo extremado e incluso una referencia (en clave paródica, eso sí) a la medicina
como ciencia experimental. En definitiva, para que triunfe lo más valioso del
naturalismo debe presentarse como el fracaso absoluto que fue (¿qué obras de valor
surgieron del cumplimiento exacto de los preceptos de los manifiestos naturalistas?).
La teoría no puede preceder a la práctica literaria, sino que surge a consecuencia de
ésta.
En cuanto al vínculo existente entre el esperpento y el teatro europeo de su
época, son evidentes las conexiones con las innovaciones escénicas y estéticas y a la
vez, la despreocupación por seguir modelos o marcar pautas. A juicio de Ruiz Ramón,
«En la trama de esa historia ideal del teatro occidental contemporáneo nunca escrita,
e imposible ya de escribir, el esperpento hubiera debido de ser el eslabón entre Jarry
y Brecht, entre Jarry y Artaud, entre Jarry e Ionesco, entre “teatro patafísico”, “teatro
épico”, “teatro de la crueldad” y “teatro del absurdo”, eslabón para siempre ya
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invisible.»
Para Mainer, «Valle-Inclán concibió una suerte de teatro interior que se vierte
en forma escénica o narrativa y cuyas leyes son la expresividad visual y la
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caricaturización sistemática» . Estos principios serían aplicables tanto a su teatro
como a sus novelas, a las que Valle-Inclán denomina “dramas dialogados” y obliga a
replantear el esperpento como género teatral, puesto que el principio esperpéntico
puede canalizarse a través de la narración y de hecho, las obras de Valle denominadas
“esperpentos” no están concebidas para la representación. En cualquier caso,
creemos que el autor muestra una coherencia notable entre teoría y práctica y tal
como afirma Lyon “El esperpentismo es, sin lugar a dudas, un concepto
perfectamente coherente y unificado, aunque quizá no tan homogéneo [como se
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venía pensando]” .
9
Ruiz Ramón (1994), pág.320
10
Mainer (2010), pág.405
11
Lyon (1994), pág.320