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Perdurable sencillez

Corría el año 1900 y en Estados Unidos existían 3000 teatros profesionales, un tercio con
producciones acordes a Broadway. Cuatro años más tarde, ya teníamos medio millar de
compañías teatrales ofreciendo sus obras a esos teatros. Se afianzaba el show business, el
negocio del entretenimiento.

La comedia musical, con su gran liviandad literaria y su brillo deslumbrante, era un arte que
entretenía al mismo tiempo.

Durante la década del 20, los empresarios teatrales, Lee y Jacob Shubert, lucharon por
anteponer la idea de negocio por sobre el arte. Explotadores de artistas, ambiciosos, odiados,
llegaron a controlar 75% de las compañías. Apuntando a la clase media y trabajadora, sus
espectáculos cubrían argumentos no tan pretenciosos, con una fachada optimista, divertida y
decente.

Surge aquí nuestro protagonista George M. Cohan (1878-1942), exponente del teatro de está
época, de nula educación formal, pero autodidacta, dedicado a actuar desde pequeño en el
vaudeville familiar (Los Cuatro Cohans). Para la década del 20 contaba con 21 comedias
musicales y 20 obras de texto con libreto, letras, música y dirección propios, además
protagonizadas por él mismo.

Los críticos de Broadway fueron despiadados con este “representante del espíritu americano
de comienzos de siglo”. Pero sus espectáculos daban giras triunfales durante años y años.

Debutó en la comedia musical con The Governor’s Son (1901). En 1904 con Little Johnny Jones,
combinó el estilo de la opereta europea con los ritmos y tradiciones populares de EEUU,
revolucionando el teatro musical. Es considerada la “primera comedia musical de Broadway”.
Las canciones “Yankee Doodle Boy” y “Give My Regards to Broadway” superaron a la trama, y
lograron perdurar en el tiempo. Un acotado estreno, pero 2 temporadas de gira, vueltas a
Broadway, películas mudas y con sonido, hicieron que estás canciones queden grabadas para
siempre en la mente de miles.

En 1906 repite con “Forty Five Minutes from Broadway”, combina varieté con obra teatral de
lenguaje callejero. Respetable debut en teatro pero éxito total en las giras. Su contenido: solo
5 canciones. Son de estos momentos también las obras “George Washington Jr” y “The Talk of
New York”.

Como productor, Cohan perteneció al escalón de los más poderosos del negocio.

Reconocido con una medalla de honor por su himno de tiempos de guerra “Over There”

Revolucionario, adorado por muchos y aborrecido por otros, nadie tiene dudas que consiguió
la fórmula perfecta para llegar al público.

Una estatua de bronce en su honor es la bienvenida a Broadway, la única que recuerda a un


artista en el “Camino Blanco”. Este artista que con sus obras demasiados sencillas, logró que
sus más de 500 canciones sean iconos norteamericanos, perdurar por siempre en mentes y
corazones, y convertirse en el “El hombre que se adueñó de Broadway”.

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