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¿Quiénes Somos?
El CESIP es una organización no gubernamental de desarrollo, fundada en 1976,
comprometida con la superación de las barreras personales, institucionales y sociales
que limitan el ejercicio pleno de derechos de niños, niñas, adolescentes y mujeres
adultas.
Para ello, interviene en el desarrollo de capacidades personales y colectivas, la
institucionalización de mecanismos de promoción y protección, la articulación
interinstitucional y la incidencia a nivel local, regional y nacional, promoviendo la
participación de los diferentes actores sociales.
edad mínima de admisión al empleo (EMAE), y a los niños, niñas y adolescentes que realizan trabajos
peligrosos.
Se entiende por trabajo peligroso cualquier actividad u ocupación realizada por personas menores de 18
años que, por su naturaleza o condiciones, tiene, o puede producir, efectos perjudiciales en la seguridad, la
salud (física o mental) y el desarrollo moral de los niños. El carácter peligroso puede deberse a una carga de
trabajo excesiva, a las condiciones físicas del trabajo, y/o a la intensidad del trabajo por su duración o por el
número de horas ocupadas, incluso cuando se sabe que la actividad de que se trata no es peligrosa. La
Se excluye de la categoría trabajo infantil a los y las adolescentes por encima de la EMAE, que trabajan en
jornadas legalmente permitidas y que llevan a cabo trabajos permitidos, que no se califican como peligrosos.
cuando realizan actividades productivas, destinadas o no al mercado, remuneradas o no, por horas o a tiempo
El Perú ha ratificado los principales instrumentos internacionales relativos al trabajo infantil, como los
Convenios 138, sobre la edad mínima de admisión al empleo, y 182, sobre las peores formas de trabajo
En el plano nacional, las principales normas que protegen a niños, niñas y adolescentes del trabajo infantil
son el Código de los Niños y Adolescentes, de 1993, actualizado en el año 2000 y 2001; el Plan Nacional de
Acción por la Infancia 2002-2010. El Estado constituyó en el 2003, el Comité Directivo para la Prevención y
Erradicación del Trabajo Infantil (CPETI), y aprobó en el 2006 el Plan Nacional de Prevención y Erradicación
del Trabajo Infantil al 2010.
Sin embargo, el avance normativo no pasa de ser declarativo, pues no existen políticas orientadas a hacer
frente a este fenómeno, ni los programas de reducción de la pobreza incluyen indicadores de reducción del
trabajo infantil.
Así, el Perú es uno de los países con más alta tasa de trabajo infantil en Latinoamérica. Aproximadamente el
30% de niños, niñas y adolescentes trabaja; según cifras oficiales, 7 de cada 10 lo hace en actividades
peligrosas, por su naturaleza o por sus condiciones, que constituyen una inaceptable vulneración de sus
derechos.
Entre las actividades peligrosas en las que participan, destacan el trabajo infantil en basurales, recolectando y
mercados y otras centros comerciales; la minería artesanal de oro; la pesca artesanal en alta mar; el trabajo
público; construcción civil; talleres y otras. Actualmente, niños, niñas y adolescentes están siendo
involucrados en el cultivo de la hoja coca en las zonas de los Valles de los ríos Apurímac y Ene, y en el Alto
La mayor parte del trabajo peligroso se realiza en zonas urbanas, tanto en las grandes ciudades como en
ciudades intermedias y pequeñas, pero también en poblados semi rurales y en zonas rurales, aunque son
escasos los estudios que documenten esta situación. Niños y niñas trabajan sobre todo en el sector informal,
como trabajadores familiares no remunerados. A medida que se acercan a la adolescencia, adquieren mayor
independencia respecto a la familia y su espectro ocupacional se amplía, y suelen convertirse en trabajadores
independientes.
El trabajo infantil es un fenómeno complejo. Tiene su origen en diversos factores, principalmente de tipo
económico que alcanza significativos logros, pero que no garantiza una redistribución adecuada de recursos,
generando un ensanchamiento de las desigualdades, precarización del empleo para amplios sectores de la
población urbana y rural, con la consiguiente insuficiencia de ingresos para atender las necesidades básicas
La mayor parte de los millones de niños, niñas y adolescentes que trabajan, combina estas actividades
económicas con los estudios escolares, colocándose en una situación de permanente riesgo de abandonar el
sistema educativo. Es necesario resaltar que son las niñas quienes tienen jornadas de trabajo más extensas,
ya que en muchos casos se les impone además la realización de labores domésticas en sus hogares.
De otro lado, muchos padres y madres de familia, que han trabajado de niños o niñas, consideran normal que
sus hijos e hijas trabajen, que los/las forma, que les enseña a ser trabajadores/as y responsables. En la zona
rural, en particular en las comunidades campesinas alto-andinas, es altamente valorado que niños y niñas
participen en las actividades económicas agrícolas y de pastoreo. En fin, existe aceptación social y
permisividad frente al trabajo infantil. En muchos casos se lo considera una actividad preventiva y de
contención o control de la niñez y adolescencia pobre, ante la posibilidad que “se desvíen” hacia actividades
El trabajo infantil representa una violación del derecho de niños y niñas a vivir su niñez y sus consecuencias
nefastas comprometen su desarrollo en el corto, mediano y largo plazo. Además del evidente peligro o daño
en su estado de salud física y mental, seguridad y desarrollo integral, impide o interfiere con el acceso y
permanencia escolar, convirtiéndose en un factor que reproduce la pobreza en un círculo intergeneracional.
Un/a adolescente que trabaja tiene tres veces más probabilidades de estar fuera del sistema educativo en
comparación con sus pares que no trabajan. Ello implica desventaja en el momento de competir en el
mercado laboral, de tal manera que en el futuro solamente podrán acceder a ocupaciones con menor
Por su impacto en la vida de millones de niños, niñas y adolescentes el trabajo infantil se ha convertido en un
problema que demanda urgente atención por parte de las instituciones del Estado, del sector privado y de la
sociedad en su conjunto.
prevención y erradicación del trabajo infantil y de protección de los/las adolescentes que trabajan.
El mandato institucional considera también la incidencia política en las instancias de decisión, a lo cual sirve la
cumplimiento de este mandato, el CESIP establece alianzas estratégicas con sectores del Estado, el sector
Las propuestas de atención directa a esta problemática parten del reconocimiento de los múltiples factores
que están a la base, lo que les confiere una perspectiva integral. Consideran como sujetos prioritarios a los
niños, niñas y adolescentes, y junto con ellos a sus familias, principal espacio de socialización primaria y de
protección. En un segundo nivel, a la escuela y la comunidad, como espacios que inciden directamente en su
desarrollo, en los que se desenvuelven y socializan. Las propuestas se articulan con acciones de incidencia
dirigidas a las instituciones locales, al gobierno municipal, y en forma más amplia a las instancias estatales de
nivel central.
Las propuestas orientadas a la mejora de las condiciones sociales e institucionales de protección, ponen
énfasis en la articulación de actores para la vigilancia comunitaria del trabajo infantil; y de otro lado, en el