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SEGUNDA PARTE

UNIDAD IV:
El nacionalismo y la historiografía profesional: El Idealismo Alemán. El historicismo positivista. El
materialismo histórico. Historiografía contemporánea.

La Historiografía en el siglo XIX


La historiografía moderna nace en el siglo XIX de la mano de los ilustrados, cuando al aplicar métodos
científicos en el descubrimiento de los hechos se convirtió en una ciencia. La Historia entró a formar
parte de la cultura popular y pasó a ser enseñada en las escuelas. Se crearán academias de historia que
tratarán de dar a conocer la historia nacional.
El siglo XIX está influido por la Revolución francesa, el ascenso de la burguesía, la creación de los
Estados nación y la revolución industrial; pero, también, por los periodos contrarrevolucionarios, y la
aparición de un proletariado aún más revolucionario. Además, el Romanticismo se presentó como una
ideología contrapuesta al racionalismo de los ilustrados. El mapa ideológico del siglo XIX era muy
complejo.

El liberalismo
El positivismo
El idealismo
El materialismo histórico
La influencia del positivismo en la Historia e Historiografía

La Historiografía liberal
Si la historia contemporánea comienza en la Revolución francesa, la historiografía liberal también.
Esta era una escuela que intentaba justificar la Revolución, antimonárquica y proburguesa. Tuvo su
centro ideológico en Francia, donde nacieron muchos de los movimientos revolucionarios burgueses
que ocurrieron en Europa durante el siglo. Los historiadores liberales introducen una serie de
conceptos nuevos, como el de clase social o lucha de clases. Son historiadores como Barnave o
Roedes, que sirvieron de precedente a la escuela política que surgió a mediados del siglo.
Pero es a François Guizot (1787-1874) a quien se considera como el historiador más importante de esta
corriente. Guizot interpreta toda la historia de Europa occidental desde la óptica de la burguesía
triunfante, en sus obras “Historia de la civilización en Francia” e “Historia de la civilización en
Europa”. Guizot convierte al estado llano (burgués) en el protagonista de la historia. Para Guizot la
historia culmina con la revolución de 1830, que significa el triunfo definitivo de la burguesía y el fin
de la lucha de clases.
Agustín Thierry (1795-1856) es otro destacado historiador liberal, que intenta explicar la historia en
función del triunfo de la burguesía. Thierry muestra un profundo desprecio por la historia que sólo
trata de reyes y gobernantes, y da al pueblo el carácter de protagonista de la historia, no sólo a la
burguesía, aunque le asigna a esta un papel dirigente.
También liberales fueron François-Auguste Mignet (1796-1884) y Adolphe Thiers (1797-1877)
famoso por su crítica de la comuna de París de 1871. Sus aportaciones a la teoría historiográfica no son
muy relevantes pero sus obras consagran la Historia como la historia política de la burguesía.
El último gran historiador liberal fue Alexis de Tocqueville (1805-1859), también francés. Tocqueville
analizó la expansión de la democracia en dos libros fundamentales: “La democracia en América” y “El
Antiguo Régimen y la Revolución”.
También en Inglaterra hubo historiadores liberales, aunque aquí no había que justificar el triunfo de
una revolución. Historiadores como Henry Hallam o Thomas Babington Macaulay serían mucho más
conservadores, por el miedo que les producía la radicalización popular. El liberalismo británico
considera la revolución como un período de caos y pillaje en el que el pueblo impone sus intereses por
la fuerza, al contrario de lo que sucede en el tradicional compromiso de la burguesía y la aristocracia
inglesas.
La Historiografía positivista
La filosofía positivista tendrá muy pronto su reflejo en la Historiografía. Sus más señalados
representantes serán alemanes, pero esta postura se extenderá por toda Europa. El positivismo
introduce la necesidad de dotar a la Historia de un método científico y técnico objetivo. A esta
corriente pertenecen los auténticos creadores de la Historia moderna, y es la responsable de que entre
en las universidades, y de que se creen academias de historia en toda Europa y América. Pero el
positivismo pretenderá desmarcarse de las corrientes políticas e ideológicas, y ser neutral, con lo que
dejan que la Historia sea utilizada por la clase dominante.
Es en Alemania donde surgen los primeros historiadores positivistas, un poco como reacción a los
idealistas. Son, ideológicamente, nacionalistas, pero predicarán el objetivismo y la neutralidad.
Presentan la erudición como instrumento de trabajo fundamental, y lo convierten en la esencia de la
Historia. En última instancia, el positivismo tenderá a formular leyes. Los documentos y la arqueología
se convirtieron en el objeto de estudio, tratados científicamente. La Historia se hace con documentos, y
el historiador no debe interpretarlos, sólo ordenarlos para comprender los hechos.
Berthold Georg Niebuhr (1776-1831) es uno de los más famosos historiadores positivistas. Sus
estudios se centran en la Roma monárquica, a la que concede todo tipo de virtudes. Este será el modelo
de erudición, saber muchos hechos, pero muy locales. Aunque será el ministro prusiano Stein quien
impulse la publicación de los “Monumenta germaniae histórica” (Monumental historia alemana), que
será la obra cumbre del nacionalismo romántico alemán. Iniciados por la “Sociedad para el Estudio de
la Historia Política Alemana Antigua” recogen la colección de fuentes de historia medieval alemana
más importante.
No obstante el historiador más relevante fue Leopold von Ranke (1795-1886) que ha sido considerado
el fundador de la historiografía contemporánea. Ranke recoge la postura erudita de Niebuhr para
incorporarla a un nuevo modelo metodológico que pretende que la tarea del historiador es exponer
cómo ocurrieron las cosas. De esta manera deja fuera del conocimiento histórico la interpretación. Pero
ni la objetividad, ni la neutralidad, ni la imparcialidad son posibles de manera absoluta. Ni el propio
Ranke pudo sustraerse a seleccionar los hechos más relevantes, ni a hacer juicios de valor. Es Ranke
quien afirma que la misión de la historia “no consiste tanto en reunir y acoplar hechos como en
comprenderlos y explicarlos”.
En Francia el positivismo encontró su representante en Jules Michelet (1798-1874). Michelet elaboró
una Historia que le acerca al concepto de historia total, a pesar de la erudición. En 1830 escribirá
“Introducción a la historia universal” y en 1874 “Historia de la Revolución francesa”. En su “Historia
de Francia” el pueblo pasará a ser el protagonista de la historia, por lo que se estudiarán los fenómenos
económicos, sociales, etc.
Numa-Denis Fustel de Coulanges (1830-1889) tratará de conciliar el positivismo con el idealismo.
Afirma que los hechos de la historia deben ser tratados como cualquier otra ciencia usa sus datos,
aunque es cierto que de los datos históricos se desprenden, de manera natural, ideas filosóficas.
Atribuye a la inteligencia del hombre la capacidad de cambiar la historia.
El positivismo se convierte, en manos de Hippolyte Taine (1828-1893), en agente del conservadurismo
monárquico. Su visión de la historia se centra en el estudio del Antiguo Régimen antes de la
Revolución francesa, y concluye que en él estaban las claves un cambio que se pudo producir sin
revolución. Esta visión destruye por completo el mito objetivista y neutral.
La Historiografía idealista
El idealismo histórico es una de las principales corrientes del pensamiento historiográfico. Surge con
el romanticismo pero se desarrolla con la filosofía de Kant y Hegel. Sus bases teóricas se formularon
en Alemania, donde configuraron el movimiento nacionalista alemán.
Johann Gottfried von Herder (1744-1803) fue el pionero de esta ideología, con su libro “Ideas sobre la
filosofía de la historia de la humanidad”. Herder afirmaba que la historia de la humanidad, y su
evolución diversa, era producto del espíritu o el alma colectiva de cada pueblo, que se concretan en el
lenguaje, la literatura, la educación, las costumbres, etc. Aquí está el origen de los movimientos
nacionalistas contemporáneos, así como el etnocentrismo europeísta. Y hasta el racismo moderno.
Immanuel Kant (1724-1804) creó toda una filosofía de la Historia. Herder fue discípulo de Kant, y en
este se encuentran las ideas fundamentales de su doctrina. Kant expone sus ideas en un breve ensayo
titulado “Ideas acerca de la historia universal desde el punto de vista universal”. Según Kant, todas las
acciones del hombre tienen un fin, por lo tanto las acciones de todos los hombres, la historia, también
tiene un fin: conseguir la felicidad y la libertad racional. Pero ¿cuándo y cómo se alcanza ese fin? Esto
supone que el rumbo de la historia no depende de la voluntad de los hombres sino de la naturaleza
creadora. El fin debía estar en una sociedad única, con un solo Estado y un una sola ley.
Para Johann Gottlieb Fichte (1726-1814) la misión del historiador era explicar el presente. Cada
tiempo histórico posee unas características que le identifican porque es el resultado de las aspiraciones
del pasado. Las ideas fundamentales de los períodos del pasado forman una secuencia lógica según el
esquema dialéctico de: tesis, antítesis y síntesis. Pero como idealista, Fichte cree que lo que hace
avanzar la historia son las ideas políticas. Fichte concibe la historia como si su finalidad fuera el
presente. Todos los hechos del pasado han de justificar la situación presente.
Pero el gran representante del idealismo histórico es Georg Friedrich Hegel (1770-1831). Hegel
elaboró una filosofía de la Historia que era en realidad la historia vuelta filosofía. Es decir, no sólo
historia de los hechos, sino historia comprendida. Hegel elaboró una visión racional de la historia
universal, situando en el centro el espíritu de los acontecimientos que hacen surgir los hechos. La
historia universal es la exposición del espíritu y cómo el espíritu llega a saber de sí. Para Hegel el
espíritu es el espíritu del pueblo. Hegel cree que la historia universal es el progreso de la conciencia de
la Libertad, ya que el fin último es ser consciente de la Libertad, y ejercerla. En este proceso, el Estado
es la representación que el pueblo da a sus aspiraciones y el que garantiza la Libertad. Sólo en el
Estado el hombre tiene existencia racional. Por lo tanto, la historia es la historia del Estado. Para Hegel
todo lo real es racional y todo lo racional real. Esta es la esencia del idealismo.
La influencia del positivismo en la Historia e Historiografía
A modo de introducción, entendemos por historia como el registro escrito de lo que se conoce sobre
las vidas y sociedades humanas del pasado y la forma en que los historiadores han intentado
estudiarlas. Por consiguiente, llamemos historiografía al arte de escribir la historia. Quizá la historia
sea la disciplina más complicada de definir, ya que al intentar develar los hechos y formular un relato
que sea inteligible y coherente, implica el uso de muchas disciplinas auxiliares. El objetivo de todos
los historiadores ha consistido en recopilar, registrar e intentar analizar todos los hechos del pasado del
hombre y, en ocasiones, descubrir nuevos acontecimientos. Por consiguiente, “la historia es
inseparable del historiador”1
Los hechos históricos son conocidos, salvo en casos excepcionales en los que el historiador es testigo
de los propios acontecimientos, a través de fuentes intermedias, que pueden ser los testimonios de los
testigos de los hechos en sí, relatos escritos, archivos y otras muchas fuentes que proporcionan las
pruebas con que el historiador descifra los hechos históricos
Pues bien, el objetivo de la historia no se cumple por completo por el mero relato de los
acontecimientos. Éstas sólo constituyen los cimientos sobre los que se elabora la interpretación
histórica. El proceso de interpretación afecta todos los aspectos de la investigación, iniciada con la
selección del tema que se pretende estudiar, porque la elección de un hecho en particular es en sí
misma un juicio que manifiesta la importancia de la cuestión. Al elegir el objeto de estudio sugiere una
hipótesis o modelo teórico provisional que guía la investigación y ayuda al historiador a valorar y
clasificar los testimonios disponibles y a presentar un relato detallado y coherente a la vez del
elemento analizado. Por eso, el historiador debe respetar los hechos, evitar la ignorancia y los errores
cuanto sea posible y aportar una interpretación convincente e intelectualmente satisfactoria.
La historia de la historiografía como tal, también tiene su historia. El cómo escribir la historia ha sido
pregunta que goza de una larga tradición en la historiografía, que se remonta a Heródoto y Tucídides y
que se remonta hasta nuestros días. En Heródoto, reconocido como el padre la historiografía, en su
libro Historias su finalidad es que determinados acontecimientos no queden en el olvido, perpetuando
así en la memoria de los hombres su pasado. Por otras parte, para Tucídides, su enfoque se
caracterizaba de una gran objetividad perceptiva, es decir, su método sirve para buscar la verdad y la
exactitud con el fin de que la historia tenga utilidad, aceptando la tradición oral sólo si es controlada y
haciendo especial énfasis en el correcto uso de la observación de los hechos. ¿Será esto un preludio a
lo que será el positivismo historiográfico? Más aún, para darle una mayor intensidad a su historia, puso
en sus estudios, las figuras principales de la guerra discursos legendarios y dramáticos.
Y así sucesivamente la historia de la historiografía va pasando por diversos períodos, hasta que llegó el
siglo XIX con la obra e influencia del “…creador de la historiografía contemporánea y el exponente
máximo de la corriente positivista de la historia.” 2 Influenciado por el positivismo “…es un sistema
filosófico basado en la experiencia y en el conocimiento empírico de los fenómenos naturales. El

1 FEBRVE, Lucien. Combates por la Historia. Barcelona, España. Editorial Arial, 1970.
2 MARROU, Henri-Ireéne. El conocimiento histórico. Barcelona, España. Editorial Idea Universitaria, 1999. p. 41.
término positivismo fue utilizado por primera vez por el sociólogo francés Auguste Comte”. Gracias al
positivismo de Comte, la historia alcanzó su identidad como disciplina académica independiente,
dotada de su propio método crítico y de análisis que exigía una rigurosa preparación. Para Ranke,
había dos caminos para conocer los hechos humanos, el filósofo y el histórico. El primero era de
abstracción. Entonces, ¿Qué postulaba el señor Ranke para el estudio de la Historia? Él postulaba
desapasionada objetividad como punto de vista propio del historiador. Los historiadores debían tomar
la historia como un agregado de hechos particulares y no tener los ojos puestos en el aspecto universal
de las cosas, es decir, Monografías pero sin compresión global del fenómeno. Además de esto, Ranke
hizo de la consulta de las fuentes una ley de reconstrucción histórica
En definitiva, la historia para Ranke no pasa ser una mera sistematización de los documentos históricos
que el historiador solo debe ordenar en su intento de reconstruir el pasado. Gracias a eso, progresó de
forma sustancial en la crítica de las fuentes, más allá de los logros de los especialistas en antigüedades,
al tener en consideración las circunstancias históricas del escritor que se convirtieron en clave para
evaluar los documentos. En este sentido es muy rescatable el aporta que hicieron los positivistas
decimonónicos a la historia. Esta combinación de la objetividad del historiador (al menos como ideal)
con la aguda observación de que todos los historiadores son producto de su tiempo y entorno, y que
por tanto sus relatos son necesariamente subjetivos, auguraba la ruptura de la conexión de la
historiografía clásica con el arte literario, de carácter intuitivo, y la alineaba con la moderna
investigación científica. Muchos historiadores se sintieron influidos por el método de este alemán y
rápidamente adoptaron el positivismo para hacer historia
Como dice el filósofo alemán Carl Hempel acerca de la historia: “En la historia, como en cualquier
otra ciencia empírica, explicar un fenómeno consiste en subsumirlo bajo leyes generales empíricas…” 3
En esta frase Hempel nos deja claro su postura positivista lógica. Las leyes a la cual habla Hempel, no
sirven de mucho en la historia, ya que no permite deducciones generales. El afán de los positivistas en
hacer de la historia, una “ciencia exacta”, es imposible porque el objeto de estudio es el ser humano,
que tiene un grado de racionalidad, por tanto sus conductas no pueden ser como la de un animal. Los
hechos históricos no se pueden repetir. Como dice Pagés: “…el historiador sólo puede interpretar la
necesidad de un hecho histórico en la medida en que ya haya sucedido, pues todas la hipótesis que
barajase sobre lo que hubiese podido conocer si se hubiese actuado de otra manera constituyen, en el
mejor de los casos, meras especulaciones.”4
En definitiva, Ranke quería hacer de la historia una ciencia exacta basada en la máxima objetividad,
rigurosidad de los hechos, dotándolo de un método científico, de iguales características. Sin embargo,
¿cómo consideran los positivistas que la historia sea una ciencia? Para los positivistas, la observación a
través de la experiencia de los hechos históricos llevaba a una acumulación de los datos comprobados
en forma crítica, a través de un vasto conocimiento de los documentos. Los hechos están en los
documentos, sólo hay que criticar a la fuente de manera objetiva, tratando de no aplicar el análisis
subjetivo del autor. Es entonces que el positivismo “… habría depurado los acontecimientos de su
carga emocional, limando sus asperezas, eliminando las pasiones, permitiendo que el historiador
disectara los hechos para evaluarlos correctamente…” 5 En ello descansaba el carácter científico
positivista de la historia,”…sin que ésta tuviera que preocuparse de establecer leyes ni relaciones
causales, tarea que debía ocuparse la sociología”. 6 Por tanto, el método inductivo del que partía el
positivismo establecía dos fases de desarrollo: la acumulación de datos a través de la observación
(tarea reservada a la historia) y la formulación de las leyes a partir de esos datos (tarea de la
sociología). Pero, de ninguna manera, el historiador debía sobrepasar la barrera de la acumulación y
ordenación de los datos.7

3 HEMPEL, Carl. La explicación científica: Estudios sobre la filosofía de la ciencia. Barcelona, España. Editorial Paidós,
1979. p.243.
4 PAGÉS, Pelai. Introducción a la historia. Barcelona, España. Editorial Barcanova, 1983. P. 165
5 GIMENO, Francisco, Taibo, Carlos, Palau, Joaquín. Nueva enciclopedia temática planeta. Barcelona, España. Editorial
Planeta, 1991. p. 211.
6 PAGÉS, Pelai. Op.cit. p.36.
7 GREZ, Sergio y Salazar, Gabriel. Manifiesto de historiadores. Santiago de Chile. Editorial LOM, 1999. p.90.
Por otra parte, las fuentes escritas que utilizaban los positivistas estaban “…en documentos oficiales
procedentes de los gobiernos y conservados en archivos” 8. Hay que mantener una cierta distancia entre
el sujeto-objeto para que la interpretación, digámoslo así, no sea desvirtuada por la subjetividad del
historiador. Por lo tanto, “toda injerencia de aspectos teóricos o filosóficos, interpretativos o
valorativos, supondría falsear el carácter “exacto” que debe poseer la historia”.9 Esta actitud de los
historiadores positivistas, discípulos de Ranke, a negarse a teorizar sobre la historia había sido una
constante general durante varios siglos, en los que las reflexiones sobre la evolución histórica, la
historia universal y la sociedad se hacían sobre todo desde el campo de la filosofía o de la política,
pero no de la historia
Desde San Agustín hasta las más recientes metafísicas de la historia, pasando por Maquiavelo,
Montesquieu o Marx, las teorías de la historia surgían como un quehacer más de las reflexiones
filosóficas o de las necesidades políticas, un quehacer del cual surgirá una rama especifica de la
filosofía: la filosofía de la historia. De esta manera, el positivismo rankeano impedía “…que los
historiadores reflexionasen teóricamente sobre el objeto de estudio.” 10 Veamos lo que nos dice Hempel
sobre la teoría: “…el éxito predictivo de la teoría es ciertamente prueba relevante de su corrección, es
importante asegurar que la predicción exacta sea de hecho obtenible mediante la teoría en cuestión.” 11
Al parecer el señor Hempel, y dadas sus características positivistas, cree saber que para lograr un buen
estudio histórico, se necesita una teoría ¿exacta? Y si no fuera exacta esa teoría la historia ¿dejaría de
ser científica? Ha habido mucha controversia si la historia es o no científica, unos plantean que la
historia que es imposible en la esfera de las ciencias sociales establecer leyes científicas, otros
defienden la unicidad de la ciencia y “…señalan la semejanza fundamental de la materia de
investigación, tanto en el caso de las ciencias naturales como en las sociales” 12 Esta postura de
Topolsky viene a ser corroborada por la creciente interdisciplinariedad entre las distintas ramas de las
ciencias, que impide establecer divisiones claras entre ellas. Y, además, porque la unidad de la ciencia
puede afirmarse por la propia unidad del objeto de estudio en cuestión.
Como dice el historiador inglés Carr: “Los científicos, los especialistas de las ciencias sociales y los
historiadores, se encuentran todos trabajando en distintas ramas del mismo estudio: el estudio del
hombre y de su mundo circundante, de los efectos de éste sobre el hombre, y de los efectos del hombre
sobre el mundo que le rodea. El objeto que se propone alcanzar la investigación es el mismo:
incrementar la comprensión y la dominación de su ambiente por el hombre.” 13 De acuerdo a esto, la
polémica sobre la cientificidad o no de la historia disminuye, pierde todo su sentido. Otra característica
del positivismo es que la historia es sólo los hechos pasados, si nos damos cuenta un historiador cree
que la historia está en los documentos y a través del análisis podemos ordenar esos hechos para nuestra
comprensión. El gran historiador francés Lucien Febrve la calificaba como la “historia historizante”,
que consistía en una historia como ciencia del pasado sin más, pasado que no poseía ninguna relación
ni contacto con el presente.14 Cómo puede apreciarse el positivismo rechaza la contemporaneidad o
más bien la historia del presente. En esta corriente historiográfica además hay una exaltación por los
“grandes hombres”, “grandes batallas”, “grandes instituciones” y cómo también a la historia-
acontecimiento caracterizado por la cronología. Este tipo de historia fue predominante en el siglo XIX,
y cómo tiene una visión desde arriba, prácticamente despojan a las personas comunes y corrientes,
dejándolas “sin historia”. Como dijimos anteriormente está historia es prácticamente oficialista, vista
desde arriba, pero mi pregunta es ¿será que toda la historiografía está en documentos oficiales con una
mirada desde arriba? Antaño, no había un análisis tan exhaustivo (lo digo en el sentido de utilizar otras
disciplinas como la sociología, antropología) como el de ahora porque sólo se dedicaban a buscar los

8 PAGÉS, Pelai. Op.cit. p.91.


9 PAGÉS, Pelai Op. Cit. p.93.
10 BURKE, Peter. Formas de hacer historia. Madrid, España. Editorial Alianza, 2001. p. 18. Yávar Aldo cátedra de Historia
de la Historiografía el 25 de agosto del 2005.
11 MARROU, Henri-Ireéne. Op.cit. p. 12.
12 HEMPEL, Carl. Op.cit. p. 241.
13 TOPOLSKY, Jerzy. Metodología de la Historia. Madrid, España. Editorial Catedra, 1985. p.509.
14 CARR, E.H. ¿Qué es la Historia? Barcelona, España. Editorial Planeta- de Agostini, 1993. p. 116.
documentos y escribir los “los grandes acontecimientos” marcado, como es obvio, por fechas. Se ha
dado forma a los acontecimientos de una manera cronológica, tal como lo hace el positivismo
decimonónico, y vista desde el poder. ¿Por qué digo esto? Analógicamente hablando es como decir “el
que gana la guerra escribe la historia”. Prácticamente a la historia según el positivismo hay que
“ordenarle un par de fechas” sin análisis, las fechas no importan, lo demás no existe. O más aún, nos
enseñan el tiempo pasado para que nos resignemos a él para que en el tiempo presente no hagamos
historia porque ya estaba hecha y ahora sólo hay que aceptarla como tal. “Una imagen eterna del
pasado, la cual sólo tenemos que mirar con atención para darnos cuenta que no es más que aquello que
sucedió antes que hoy, porque así tenía que suceder…” 15 Ahora, si hay algo evidente en la
historiografía es que a partir del historiador mismo, es tan subjetiva como lo es el propio hombre, y en
esa subjetividad está un elemento qué es la manipulación. El poder político hace a la historia como
instrumento de manipulación para un interés particular. Por tanto, esos historiadores son humanos y
por ello, también están empapados con la sociedad y con su cultura que los rodea. Es por ello, que
sienten y se ven atraídos por determinados pensamientos e ideologías.
No hay historiador que sea prácticamente “puro” u objetivo. Es muy cierto, que en el proceso de
interpretación afecta a la investigación histórica porque ya con la selección de un tema a tratar, se está
haciendo una elección, tanto de una sociedad o institución en particular es en sí misma un juicio que
manifiesta la importancia de la cuestión. El positivismo historiográfico no fue tan objetivista, y es más
estuvo vinculado a las esferas de poder, por tanto si tengo el poder y las herramientas de poner lo que
yo deseo, de acuerdo a mi pensamiento, y lo que no es “conveniente”, tanto para mi ideología o para
una institución particular a la cual pertenezco, lo soslayo. Como ejemplo, aquí mismo en Argentina
casi todos los escritos de los autores clásicos de los textos escolares hacen referencia a lo mismo de
siempre, “grandes batallas, personajes, fechas” como reivindicando al nacionalismo más extremo.
“tendencia de algunos sectores de la sociedad nacional a manipular y acomodar la verdad publica sobre
la historia Argentina, a objetos de justificar determinados hechos, magnificar ciertos resultados y
acallar otros; casi siempre, con el afán de legitimar algo que es difícilmente es legitimable y tornar
verdadero u objetivo de lo que no es, o es solo la auto imagen de algunos grupos”. Y eso se ve
explícitamente en la enseñanza tradicional que se hace en los colegios de nuestra historia Argentina,
que uno como alumno debía aprender los nombres de nuestros próceres, las fechas de las batallas etc.
Para seguir con ese continium de esa historia quieta, muda, en donde no se enseña otra cosa que la
historia que algunos quieren que se sepa; una parte de ella pero, ¿la otra parte? ¿Dónde queda?

BIBLIOGRAFÍA
BURKE, Peter. Formas de hacer historia. Madrid, España. Editorial Alianza, 2001.
CARR, E.H. ¿Qué es la Historia? Planeta de Agostini. Barcelona, España, 1993.
CODERA, Maximiliano. Fines de la historia Planeta de Agostini. Barcelona, España, 2004.
GIMENO, Francisco, Taibo, Carlos, Palau, Joaquín. Nueva enciclopedia temática planeta, Editorial Planeta. Barcelona,
España., 1991
GREZ, Sergio y Salazar, Gabriel. Manifiesto de historiadores. Editorial LOM. Santiago de Chile, 1999.
HEMPEL, Carl. La explicación científica: Estudios sobre la filosofía de la ciencia. Editorial Paidós. Barcelona, España, 1979.
MARROU, Henri-Ireéne. El conocimiento histórico. Editorial Idea Universitaria. Barcelona, España, 1999.
PAGÉS, Pelai. Introducción a la historia. Editorial Barcanova. Barcelona, España, 1983.
TOPOLSKY, Jerzy. Metodología de la Historia. Editorial Cátedra. Madrid, España, 1985.

Compilación: Lic. Fabián Leguiza

15 FEBRVE, Lucien. Combates por la Historia. Barcelona, Arial, 1970. P. 70.

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