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La gran Alemania, un sueño esotérico

Arriba, un manifiesto de las SS (Schutz-Staffeln, “Escuadras de protección”) con la estilización rúnica de la sigla. Los
símbolos rúnicos fueron estudiados por Guido von List, un esoterista interpelado por Adolf Hitler (debajo) en los años de su
formación intelectual
El profesor Giorgio Galli no cree estar en condiciones de valorar el esoterismo “desde dentro”. Sin embargo,
es uno de los estudiosos más considerados del esoterismo. Su posición es, según sus palabras, «la de un
historiador y un politólogo que considera que la cultura esotérica se entrelaza con las disciplinas que practica
en mayor medida de lo que hasta el presente ha considerado la historiografía y la ciencia política».
Con este planteamiento ha estudiado también la historia del Tercer Reich, publicando el resultado de este
trabajo en el 89 en un libro muy conocido: Hitler e il nazismo magico. Le componenti esoteriche del Reich
millenario (Rizzoli, Milán). En este año, 1989, Galli observa coincidencias significativas: el centenario del
nacimiento de Hitler y el bicentenario de la Revolución francesa. «Aquel 1989, explica en el prefacio de la
segunda edición del texto, «entraría en la historia por la revolución del Este: exactamente un siglo después del
nacimiento del Führer caía el muro de Berlín, premisa de una Alemania de nuevo unida, potencia hegemónica
en Europa».
A quince años de distancia de aquel año, tras tantos hechos ocurridos, tras la tragedia del 11 de septiembre de
2001, que originó una guerra que aún dura, la historia de violencia y de muerte protagonizada por Hitler y el
nazismo sigue suscitando preguntas inquietantes y erigiéndose en parámetro para medir la violencia y la
muerte que cada día azotan los lugares del mundo en conflicto. El posible sustrato ocultista, mágico, esotérico
de aquel fenómeno despierta el interés de muchos. La televisión se ha ocupado de ello a menudo, y en el
último año por lo menos dos libros han tenido en Italia cierta difusión (Marco Dolcetta, Nazionalsocialismo
esoterico, Cooper Castelvecchi, Roma 2003; Mel Gordon, Il mago di Hitler. Eric Jan Hanussen: un ebreo
alla corte del Führer, Mondadori, Milán 2004).
Giorgio Galli es autor de muchos ensayos, algunos de los cuales tratan de esoterismo y política, como La
politica e i maghi, Rizzoli, Milán 1995; Politica ed esoterismo alle soglie del 2000, Rizzoli, Milán
1992; Appunti sulla new age,  Milán 2003, en donde analiza este movimiento cultural partiendo incluso de
documentos pontificios. Le hemos planteado algunas preguntas.
En su ensayo sobre Nazismo magico halla usted un “puente esoterico” entre Inglaterra y Alemania,
entre teorías y sociedades esotéricas y ocultistas presentes en ambas naciones entre los siglos XIX y XX.
Un puente que alcanza también a los fundadores del nazismo. ¿De qué se trata?
GIORGIO GALLI: Entre finales del siglo XIX y comienzos del XX recobraron vigor las tradiciones
esotéricas, tanto en Alemania como en Inglaterra. Existió ya precedentemente un “puente esotérico” entre los
dos Estados, el de los rosacruces, que se remonta al siglo XVII, en el cuadro de una cultura ocultista no ajena
a la Guerra de los Treinta años que devastó a Alemania. En los últimos decenios del siglo XIX las relaciones
entre grupos esotéricos ingleses y alemanes vuelven a adquirir fuerza, y se establecen estrechos vínculos entre
personas influyentes –según una concepción “mágica” de la realidad–, que se transmiten durante las dos
generaciones siguientes. Hay también elementos inquietantes en esta restauración. Uno de ellos era la llamada
“magia sexual”, es decir, la consecución de poderes “especiales” con las prácticas sexuales: en 1888, el año
después de la fundación de la Hermetic Orden of the Golden Dawn, en Londres se dieron una serie de
horrendos crímenes sexuales, los de Jack el Destripador. El misterio sobre su persona continúa aún hoy.
Algunos personajes y algunas relaciones marcan significativamente este renacimiento de la cultura esotérica
en Europa, como el encuentro en Londres entre el ocultista francés Eliphas Levi, pseudónimo bíblico de
Alphonse-Louis Constant, un ex seminarista que luego se hizo revolucionario en París en 1848, y Edward
Bulwer-Lytton, que tendrá un papel crucial en la evolución de la sociedad rosacruciana en la hermética
Golden Dawn. Después de varias peripecias entre actividades políticas y ocultistas, Levi escribirá un libro, La
razza ventura, en el que habla de la forma de energía, el “Vril”, que dará el nombre a una sociedad que, junto
a la actividad del fundador del Instituto de geopolítica de Berlín, Karl Haushofer, ofrecerá una aportación
fundamental a la elaboración de la ideología nazi por lo que respecta a la idea de raza aria y de “espacio vital”,
el Lebensraum.
¿Cuáles son las bases culturales y las teorías comunes de estos grupos?
GALLI: Ante todo, una concepción según la cual la historia que conocemos es sólo una parte de la historia de
la humanidad. Sólo algunas élites de iniciados conocen “toda” la historia. La historia antiquísima de
civilizaciones puras e incorruptas. Este saber y estos conocimientos, a los que es posible acceder con prácticas
y ritos ocultistas, transmiten un poder especial a los iniciados, que han de desarrollar incluso un papel político
para administrar el futuro de una humanidad caída a la que hay que devolverle las dotes y las características
que ha ido perdiendo con el tiempo. Los componentes de estas sociedades se consideran, pues, depositarios de
una antigua sabiduría primordial que se manifiesta a menudo en ritos especiales. Un hecho interesante es que
algunos adeptos de grupos esotéricos desarrollan labores incluso en los servicios secretos de sus países. Un
personaje clave en este sentido es el alemán Theodor Reuss, de la sociedad ocultista Ordo Templi Orientis,
maestro del inglés Aleister Crowley. Crowley, también él maestro de ocultismo y al mismo tiempo agente de
los servicios secretos ingleses, a finales del siglo XIX se adhirió a la célebre Golden Dawn –una derivación,
como se ha dicho, de la Sociedad rosacruciana– y luego funda una sección inglesa del Ordo Templi Orientis.
La Golden Dawn está a su vez ligada a asociaciones alemanas relacionadas con la doctrina secreta de la rusa
madame Elena Blavatski –fundadora en Nueva York de la Sociedad teosófica, en 1875– y con la antroposofía
de Rudolph Steiner.
Pero los acontecimientos de Hitler y el nazismo tuvieron lugar posteriormente…
GALLI: Mi hipótesis es que este “puente”, que, como he explicado, unía la cultura esotérica, las órdenes
herméticas y los servicios secretos ingleses y alemanes entre los siglos XIX y XX, continuó existiendo incluso
en el período inmediatamente posterior, de modo que la formación intelectual de Hitler y de una parte del
grupo dirigente nazi ocurrió en este tipo de cultura ocultista. He recogido datos que me permiten incluso decir
que este grupo, una vez instaurado el Tercer Reich, discute sobre cómo llevar a cabo una estrategia derivada
de aquella cultura, es decir, la reconquista de la “sabiduría aria”. Del mismo modo puedo afirmar que la
decisión hitleriana de entrar en guerra convencido de que Inglaterra no iba a intervenir puede comprenderse
según aquella cultura esotérica, de la que estaban informados personajes de la cúspide política inglesa. Toda la
historia del nazismo, a mi parecer, ha de ser interpretada teniendo presente también este factor.

Arriba, Hitler reconstituye el Partido Nacionalsocialista (ilegalizado tras el putsch de 1923), Múnich 1925; el primero por la
izquierda es Alfred Rosenberg; el primero por la derecha es Heinrich Himmler, jefe de las SS desde 1929, ideador y
organizador de los campos de exterminio; debajo, el ocultista Aleister Crowley, agente de los servicios secretos ingleses y
miembro de la Golden Dawn
¿Cómo entró Hitler en contacto con las experiencias esotéricas? ¿Quiénes fueron sus mentores?
GALLI: El punto de referencia inicial fue la revista Ostara, de la que Hitler fue asiduo lector durante sus años
vieneses. La publicación –que toma su nombre de una antigua diosa germánica de la primavera y que, por
consiguiente, denota su conexión con la tradición nórdica y con las viejas deidades paganas anteriores a la
difusión del cristianismo en Alemania– fue fundada en 1905 por un ex fraile, Jörg Lanz von Liebenfels, quien,
entre otras cosas, creó una sede en Werfenstein, el “Castillo del orden”, donde probablemente, con el apoyo
económico de industriales, comenzó a patrocinar una organización fundada en la teoría de la superioridad de
la raza aria. Otro punto de referencia para la formación esotérica del futuro Führer es Rudolf von
Sebottendorff, estudioso de cábala, de textos alquímicos y rosacrucianos, de prácticas ocultistas de los
derviches, y promotor, en 1918 en Múnich, de la Thule Gesellschaft, asociación derivada de la Germanorden,
una sociedad nacida en los años diez fuertemente caracterizada por elementos de antisemitismo y racismo. En
torno a la Thule gravitan Hitler, Rudolf Hess, Karl Haushofer y Hans Frank, el futuro gobernador general de
Polonia. Es una asociación en la que dominan la cultura ocultista y las doctrinas secretas que maduraron en los
decenios anteriores. La Thule –la mítica Atlántida, patria de los Hiperbóreos– fue, pues, la matriz del grupo de
intelectuales que dieron origen al nazismo. Von Sebottendorff, entre otras cosas, publica en 1933 un
libro, Prima che Hitler venisse, en el que, con el deseo de reavivar el debate en torno a los orígenes esotéricos
del nazismo, cuenta que fue el maestro ocultista del Führer. Pero aquel grupo de intelectuales que entonces
estaba en el poder, había decidido hacía tiempo que convenía mantener ocultos los elementos esotéricos y
ocultistas y colocar en primer plano la organización política. Hitler, por lo demás, el año de la publicación del
libro de Von Sebottendorff, es ya canciller del Reich. El libro, pues, fue retirado de las librerías.
¿Cuáles son las características fundamentales del grupo esotérico al que pertenecía Hitler?
GALLI: Hay que decir antes que una de las dificultades del trabajo en este campo consiste en que la
historiografía oficial, la académica, se ocupa poco de estas cosas. El trabajo en el sector de la cultura esotérica
a veces se deja a estudiosos minoritarios o incluso a personajes muy extravagantes, que a menudo hacen
investigaciones marginales. El que la historiografía oficial no se comprometa en esta dirección hace más
difícil encontrar documentos . Estoy convencido de que si se interesara más, algo se encontraría. Pero
respondo a su pregunta. He aludido a la civilización y a patrimonios de saber antiquísimos –Atlántida es la
referencia más importante–, es decir, al componente cultural basado en la historia-ficción, en la geografía-
ficción, en la cosmogonía-ficción y en las leyes ocultas que las sustentan. Hitler considera que las razones que
fundan su acción política están en aquel lejano pasado, en una sabiduría mágica que hay que recuperar y en la
que reside el instrumento para forjar el luminoso futuro. El grupo de intelectuales de la Thule que en los años
veinte decide la transformación de la secta ocultista en partido político de masa cree profundamente estas
cosas. Hay, pues, dos dinámicas: la profunda persuasión de los iniciados que trabajan en estos grupos y, al
mismo tiempo, cierta influencia que, por motivos ya suficientemente estudiados, estos ejercen en ciertos
momentos históricos en los movimientos políticos. Hitler, Himmler, Hess, Rosenberg, Frank: todos ellos se
consideran herederos de una antigua sabiduría que les permitirá convertirse en los constructores de una nueva
civilización. Hay que decir que incluso un historiador estimado y “tradicional” ha dado crédito a algunos de
estos filones esotéricos: se trata de George Mosse, quien en los Origini culturali del Terzo Reich indica
explícitamente en el esoterista Guido von List y en su simbología rúnica uno de los puntos de referencias de
Hitler. De las runas estudiadas por Von List procede la sigla de las SS, las milicias que Himmler utilizará para
realizar sus proyectos elaborados en el ámbito de la cultura ocultista.

Arriba, Adolf Hitler con Rudolf Hess en una foto de 1939; debajo, algunos militares ingleses quitan los restos del aeroplano
con el que en mayo de 1941 Hess voló a Gran Bretaña para buscar un acuerdo poco antes de la invasión alemana de Rusia
A Hitler a veces se le describe como un hombre ignorante, un hombre sin cualidades. ¿Cómo consigue
imponerse en el grupo esotérico del que formaba parte?
GALLI: La tendencia a pintarlo como un ignorante está muy difundida. También lo hace Joachim Fest,
biógrafo del Führer, asesor de la última película sobre Hitler salida en Alemania, Der Untergang (La caída).
Fest ha realizado una excelente biografía de Hitler, pero tiende a presentarlo como un líder de cantina y
hombre de escasas lecturas, limitadas solo a opúsculos de propaganda antisemita. Esto no es exacto. Hitler
había leído a Nietzsche y Schopenhauer. Destaca en el grupo de Rosenberg, Hess, Himmler, Frank porque
posee dos características que pueden incluso prescindir de la cultura esotérica. Es un orador muy eficaz y un
hábil organizador. Quizá aprendió del mago Hanussen la primera característica, esa forma casi hipnótica de
comunicar. Sabemos con seguridad que Hitler tomaba clases de dicción de Hanussen. Pero de aquel mago
aprendió algo más. Hanussen era un personaje dotado de capacidades hipnóticas, y el libro de Mel Gordon
reconstruye bastante bien esto. En Mein Kampf Hitler propone, además de una ideología esotérica, también
programas organizativos precisos, que dan la idea de haber sido elaborados por un buen político. Himmler, el
burócrata del exterminio, posee características organizativas similares, pero no es para nada un buen
comunicador. Como tampoco lo es Hess. Rosenberg es sólo un escritor muy eficaz… De este grupo ligado a
la cultura esotérica ninguno tenía, en definitiva, las dos dotes específicas que poseía Hitler.
En Mein Kampf se indican los objetivos que Hitler se fijaba: la creación de una Eurasia de confines
orientales indefinidos, un “condominio” mundial con Inglaterra…
GALLI: Sí, es una estrategia esotérica en la que se entrelazan ocultismo y geopolítica. Es Haushofer quien
elabora las teorías sobre el “espacio vital”. Basándose en consideraciones místicas y espirituales según las
cuales era la nación alemana el centro del mundo, pero también haciendo referencia a otros teóricos de
geopolítica –como el inglés Halford John Mackinder, que había identificado el “corazón de la tierra” en
Europa oriental y en la Rusia europea–, Haushofer está convencido de que para reconstituir la civilización aria
es necesario construir una gran área que vaya desde Europa occidental hasta los Urales. El espacio vital –
el Lebensraum– de la nueva civilización aria. Alemania es el fundamento de esta colocación política previa a
la creación de una nueva civilización y un nuevo hombre que recupere las antiguas virtudes perdidas. Los
judíos, que poseen un sueño de hegemonía mundial de signo contrapuesto, han de ser primero marginados, y
luego eliminados. Por consiguiente, el Drang nach Osten nace de este proyecto de naturaleza esotérica.
Pero entre los altos cargos del Tercer Reich hay hombres que no comparten la cultura de Hitler y sus
compañeros…
GALLI: Es cierto, pero también estos están influidos por el ocultismo: el pragmático Göring se interesa por la
teoría de la “tierra hueca”, Goebbels siente curiosidad por Nostradamus… Y de todos modos Goebbels y
Göring comparten el programa de Hitler precisamente porque están sugestionados por sus convicciones
esotéricas.
Llegamos al viaje de Hess a Escocia en mayo de 1941. También inducido por una señal esotérica…
GALLI: El proyecto de condominio con Inglaterra sobre el Lebensraum como premisa para la construcción de
una nueva humanidad no fue nunca abandonado, ni siquiera tras el comienzo de la guerra, cuando era evidente
que la deseada neutralidad de Gran Bretaña no se había realizado. El “puente” estaba todavía en pie. Por lo
demás, también el episodio de los tanques que se detuvieron en Dunkerque en el 40 permitiendo que huyeran
los anglofranceses puede interpretarse en esta clave: el intento de alcanzar un acuerdo con interlocutores
esotéricos presentes en la isla. El 10 de mayo de 1941 Hess vuela a Escocia para tratar de convencer a estos
interlocutores de que no intervinieran en el momento de la invasión de la URSS. Probablemente quiere verse
con los herederos de sociedades del tipo de la Golden Dawn, que tienen relaciones con la Casa real y con
quienes se puede discutir. De todos modos, es al duque de Hamilton a quien busca Hess. Es una persona de
confianza del rey de Inglaterra. Es filonazi y desde hace tiempo tiene relaciones con Hess y los altos mandos
del Reich. La decisión de realizar este viaje nace probablemente tras un debate en el ámbito de los altos cargos
esotéricos nazis, de modo que es plausible que Hitler estuviera al corriente. La operación fue cubierta por una
impresionante operación de desinformación. Pero Hess y los nacionalsocialistas se hacen demasiadas
ilusiones: este “puente” existe todavía, pero es ya demasiado débil para que pueda pasar sobre él una especie
de acuerdo entre Alemania e Inglaterra sobre el Drang nach Osten. En mayo del 41 también los aristocráticos
ingleses están ya “resignados” a tener que hacerle la guerra a Alemania.

Hans Frank, gobernador de Polonia en los años del Tercer Reich, formó parte del grupo que giraba en torno a la asociación
esotérica Thule Gesellschaft, la matriz del grupo de intelectuales que dio vida al nazismo
En su libro explica usted que hasta el último momento Hitler trató de alcanzar un acuerdo con
Inglaterra.
GALLI: Sí. Después de la derrota en Rusia, en vez de afrontar la contraofensiva rusa, Hitler traslada sus
divisiones acorazadas al frente occidental. La táctica es siempre la misma: «Obligar a Inglaterra a la paz con la
fuerza», como parece que dijo él mismo. Cree firmemente hasta el final que el “puente” esotérico puede
reconstruirse.
¿Cómo es posible que de experiencias esotéricas se consiga alcanzar un poder tan grande como el que
tuvieron Hitler y sus socios en Alemania?
GALLI: Yo he tratado siempre de evitar privilegiar exclusivamente la clave interpretativa del esoterismo para
explicar ciertos hechos. Es, sin duda alguna, como ya he dicho, un aspecto importante y descuidado. Pero
Hitler alcanza el poder por razones que la historiografía ha estudiado abundantemente ya, y que yo no pongo
en discusión: la humillación alemana tras la Primera Guerra Mundial, las frustraciones derivadas de la derrota
y del Tratado de Versailles, la crisis económica del 29 que produce 6 millones de parados, la política de
Weimar que no consigue dar una respuesta eficaz a estos problemas. Estas son las razones principales que le
permitieron a Hitler tomar el poder. Hitler consigue hacer frente al paro incluso antes del rearme, con las
grandes obras públicas, aceptando los consejos del financiero y político Hjalmar Schacht, un keynesiano. Por
lo demás, en Mein Kampf Hitler presenta un proyecto político que tiene puntos normales, como, por ejemplo,
la lucha contra el desempleo.
August von Galen, obispo de Münster durante el período nazi, definido por el New York Times como «el
opositor más empedernido del programa nacionalsocialista anticristiano», habló del nazismo como de
un «engaño religioso»…
GALLI: En cierto modo lo es. Por lo demás, también Pío XI mostró su gran preocupación con la publicación
de la Mit Brennender Sorge.  Hablaba de neopaganismo. En realidad se puede hablar de algo más que de
neopaganismo. Todas las ceremonias nacionalsocialistas calcan un modelo religioso: las luces, el Führer
apareciendo como una mágica agnición. Todo tiene un carácter de liturgia mágica.
Parece que incluso Churchill, el gran opositor a los programas esotéricos del Führer, no desdeñaba la
compañía de ocultistas…
GALLI: En mi libro La politica e i maghi [una nueva edición está a punto de ser publicada por la editorial
Lindau, n. de la r.] explico que también Churchill recurría a los videntes. Churchill era un conservador
absoluto y un anticomunista absoluto. No olvidemos que colaboró con el Popolo d’Italia de Mussolini. En su
visión del mundo sólo los pueblos de lengua inglesa están a la altura de la democracia. Para los demás pueblos
cualquier otra forma de gobierno está bien. Para él la historia de Occidente coincide con la historia de los
pueblos anglófonos. Hitler, pues, también pudo gustarle, como les gustaba a ciertos sectores conservadores de
la sociedad inglesa. Pero, en mi opinión, él tenía relaciones con sociedades esotéricas inglesas que le habían
proporcionado información sobre la “contrainiciación del Führer”.

Karl Haushofer, fundador del Instituto de Geopolítica de Berlín y principal ideador de la teoría nazi del Lebensraum, el
“espacio vital”
¿Es decir?
GALLI: En la cultura esotérica existe una diferencia fundamental entre “iniciación” y “contrainiciación”. La
iniciación –la masónica, para entendernos– es positiva. La contrainiciación, en cambio, tiene algo diabólico:
Churchill había aprendido que Hitler era un “contrainiciado”. Por consiguiente, Churchill, estando al corriente
de los precedentes “esotérico-diabólicos” de la contrainiciación de Hitler, temía que detrás de los objetivos
negociables –mano libre en Europa y en el Este para Alemania y garantía de continuidad para el Imperio
inglés–, que para él eran probablemente aceptables, hubiera finalidades no negociables: el imperio del mal.
Hitler no quería sólo un imperio de tipo geopolítico. Quería un imperio sobre las conciencias, fundado en una
serie de valores que incluso el conservador Churchill veía como negativos y no tratables. Lo cierto es que la
profecía hitleriana sobre el final del imperio británico se realizó en lo esencial. Hitler profetizó que Churchill
destruiría el imperio inglés y entregaría el trono imperial a Estados Unidos.
Una última pregunta, profesor. René Girard ha dicho recientemente en una entrevista que «el desprecio
nazi por la ternura cristiana hacia las víctimas no ha salido de la historia». El profesor francés también
ha afirmado que teme que «en el futuro alguien tratará de reformular el principio de manera
más politically correct, a ser posible con visos de cristianismo». ¿Qué opina?
GALLI: Girard es un gran estudioso, documentado y con muchísimas intuiciones. Creo que es posible pensar
en un nazismo “con visos de cristianismo”, porque además el nazismo con sus características específicas es
irrepetible. Yo no creo que la democracia representativa pueda entrar en crisis debido a movimientos
autoritarios como los de los años veinte y treinta. No serán declarados ilegales los partidos, quedarán
garantizadas en cierta medida las libertades civiles pero, al mismo tiempo, podría correrse el riesgo de que de
la democracia quedaran sólo las fórmulas y se perdieran las sustancias. Podría darse una no-democracia
maquillada de democracia. Del mismo modo, la intuición de Girard es plausible: así como es posible que una
antidemocracia se presente con modalidades aparentemente democráticas, también es posible que un
anticristianismo que desprecia a las víctimas como hizo el nazismo en realidad pueda actuar arropado con
formas cristianas. No quisiera adentrarme demasiado en un campo que no conozco, pero sé que existen, y
están cada vez más difundidas, publicaciones que expresan tendencias que yo creo que pueden ser definidas
de “integrismo apocalíptico”. Estas tendencias podrían de alguna manera conformar un riesgo como el
referido por Girard. Algunas características aisladas que concurrieron a la difusión del nazismo podrían volver
a aparecer en este contexto.

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