Está en la página 1de 4

Revista de la Asociación Española de

Neuropsiquiatría
ISSN: 0211-5735
aen@aen.es
Asociación Española de Neuropsiquiatría
España

Jalón, Mauricio
Reseña de "Pequeño libro de una gran memoria" de Alexander Luria
Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, vol. XXIX, núm. 104, 2009, pp. 561-563
Asociación Española de Neuropsiquiatría
Madrid, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=265019649022

Cómo citar el artículo


Número completo
Sistema de Información Científica
Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
561 (265)
LIBROS

CRÍTICAS
Fernando Pérez del Río; Isidoro Martín, antropología, o el análisis social que abordan
Nuevas adicciones: ¿adicciones nuevas?, los autores en el último capítulo.
Guadalajara, Intermedio, 2007, 278 pp. En conclusión, frente a tanto furor evaluativo
y tanta neurociencia, nos complace presentar
Las adicciones sin sustancia tóxica com- -aunque sea tan brevemente- un libro de cor-
prenden las dependencias extremadas al te humanista que integra y favorece el propó-
móvil, a Internet, también al sexo o «andro- sito de hablar de aquellas personas con pro-
manía», a las compras u «oniomanía», al blemas adictivos en sus nuevas formas, de lo
juego o «ludopatía», etcétera. Los autores que les ocurre en realidad y de cómo pueden
del presente libro nos recuerdan que tales ser ayudadas con tratamientos adecuados en
aficiones desmedidas siempre han existido, y la búsqueda de sus propias soluciones.
que poco o nada tienen de nuevo salvo acaso
sus diferentes soportes. Asimismo, ponen de Antonio Pérez
manifiesto el fuerte aumento que han expe-
rimentado en adolescentes y jóvenes y cuya
prevalencia continúa creciendo. Alexander Luria, Pequeño libro de una gran
Con Nuevas adicciones estamos ante un memoria, Oviedo, KRK, 2009, 244 pp.
texto que se sitúa a caballo entre la teoría y la
práctica, en cuyas páginas los autores man- Luria (1902-1977) ha sido un estudioso
tienen una actitud crítica frente a los variados muy traducido en los años ochenta: Atención
enfoques de la clínica actual y analizan por y memoria, El cerebro en acción, Conciencia
qué dichas dependencias excesivas, «nue- y lenguaje, Lenguaje y desarrollo intelectual
vas», están en cierto modo bien vistas so- en el niño, Lenguaje y pensamiento, Lenguaje
cialmente, pues en general no tienen nada de y comportamiento son algunos de los títulos
enfermedad vírica ni de imputación judicial. hoy agotados. De hecho, sólo Psicología y pe-
En esencia nos relatan cuáles son las nuevas dagogía se ha reeditado en 2004, por Akal.
claves para entender estas nuevas variantes Al parecer, el eco su obra se había dilui-
del estar dominado por cierto hábito que hoy do en estos años de cierto bajón teórico. Del
son comunes. Por su originalidad, cabría Pequeño libro de una gran memoria -obra
destacar algunos capítulos, como el referido maestra del neurofisiólogo y psicólogo ruso-,
a las diferencias y similitudes entre la creati- hubo una edición madrileña en 1973; y nada
vidad y la repetición de la adicción, así como más. Pero hoy se lo recupera bellamente y
aquel otro que analiza los abusos que no lle- con un valioso prólogo de G. Rendueles. Así
gan a ser considerados adicciones, o también podemos comprobar hoy de nuevo, y de in-
toda la primera parte del libro en que, de una mediato, la alta categoría intelectual de esta
forma amena y atinada, se nos explica cómo pieza insólita, hasta el punto de que nos re-
se inventa un diagnóstico en la actualidad, o cuerda a los trabajos -iluminadores en el te-
incluso ese amplio capítulo final dedicado al rreno de las humanidades- de Mijail Bajtin,
tratamiento y donde cobra merecida relevan- de Lev Vigotski o de Roman Jakobson. Y es
cia qué función cumple la adicción en las per- que no en vano Luria recuerda en este libro a
sonas. Digna de señalar muy especialmente los dos últimos: a su maestro, el psicólogo Vi-
es la infrecuencia de encontrar en un libro de gotski, y al lingüista Jakobson, que también
psicología como éste tantos guiños y referen- escribió magistralmente sobre las afasias. De
cias a otros saberes, bien sean la filosofía o la todos modos, su libro ha sido recordado en
(266) 562
LIBROS

tiempos recientes por los escritos de Oliver neasta Eisenstein, al que conoció, para com-
Sacks y por una excelente pieza teatral de Pe- probar ese carácter visual tan penetrante.
ter Brook. Como era previsible, recordaba con una
El Pequeño libro, un clásico fechado en precisión visual implacable detalles hasta de
1973, tiene por subtítulo La mente de un cuando tenía un año de edad, como la forma
mnemonista, y se remonta a los años veinte y componentes de su cuna. Pero lo más sig-
del siglo pasado, cuando el joven Luria se en- nificativo del escrito de Luria son sus análisis
contró con S., singular reportero de un perió- de cómo sus sinestesias influían en la percep-
dico cuya memoria parecía no tener límites. ción de las palabras, de un modo a la vez fa-
Tras hacerle una serie de pruebas inequívo- miliar y algo extraño. Y, por supuesto, todo lo
cas sobre su capacidad de memorización, al que revela de los procesos cognoscitivos de
principio convencionales, empezó a entender S., su compleja actividad intelectual basada
cómo líneas y formas de tipo ‘salpicadura’ le en un mundo visual, que estaba minuciosa-
servían a S. para acordarse de sílabas raras mente racionalizado con vistas a la rememo-
o de palabras desconocidas. Pero, además de ración; muestra cómo de una manera atípica
sensaciones visuales, había en su caso otras resolvía problema matemáticos, basándose
táctiles o incluso gustativas (con la lengua) en este poderío figurativo tan extraño.
que asociaba a lo que había oído. De modo Luria nos recuerda por añadidura cómo
que un estímulo visual se veía acompañado Jakobson sostenía que el lenguaje está cons-
de componentes sinestésicos muy variados, tituido por metáforas y metonimias (lo que
al menos en una primera fase, que le permi- permite entender de un modo insólito los dos
tían fijar los datos y leerlos luego: el sonido se tipos opuestos de afasia que se habían descri-
fundía con el color y el gusto. En suma, Luria to desde antaño), para señalar a renglón se-
percibió en S. el dominio de una prodigiosa guido que el intelecto sinestésico-visual de S.
memoria semántica y sobre todo figurativa, parece contradecir esa afirmación, si es que
pues tenía una gran claridad y precisión hasta se hace de ella una pieza única e inamovible
el punto de que el repertorio de cosas reme- de su extraordinaria mente.
moradas parecía infinito. De todos modos, su pensamiento figurativo
Según fue comprobando, las leyes de la no sirve para comprender el sentido del idio-
memoria más conocidas no eran aplicables a ma, constata Luria viendo las dificultades de
S. Su forma de rememorar estaba, por el con- S. Es más, como señala sin rodeos, tenía éste
trario, supeditada a las leyes de la percepción grandes dificultades para entender la poesía.
y de la atención, basada en una especie de Para S. no era ésta en realidad comprensible
iluminación física; como dice Luria, si no ve (sí rememorable, sin duda). Sus percepciones
la palabra bien, no la retiene. De modo que de las palabras hacían que resbalase por los
lo que percibía no se trataba de una referen- versos, que no pudiese entrar en ellos, sino
cia conceptual (eidética) tal como había sido reducidos unas secuencias-caja de sonidos
analizado a finales del siglo XIX, sino otra que habría que reproducir sin entenderlos, lo
de naturaleza ‘natural’. De hecho, S. decía que enseguida nos conduce a los trastornos
que para no confundirse en una tabla que verbales evocados por Jakobson. Sea como
tenía que reproducir «borro mentalmente la fuere, ese fenómeno tan sorprendente y tan
pizarra y la recubro de una película oscura e bien analizado (que supone, como dice Lu-
impenetrable». No es sorprendente que Luria ria, que cualquier impresión fugaz pudiese
evoque a un gran creador de imágenes, el ci- evocar en él una imagen intensa y estable),
563 (267)
LIBROS

suprime todo prejuicio al respecto. Pone a la de textos, de modo que configura un breve
luz -de un modo muy sencillo e inquietante- epílogo que requeriría acaso otra proyección
a una persona impar para la cual las palabras amplia en el futuro.
tenían un significado radicalmente distinto El Renacimiento tardío, que llegaría aca-
del que nos es habitual. so hasta el siglo XVII, es un tramo temporal
en el que se renuevan sin duda la enseñanza y
Mauricio Jalón los conocimientos, pero asimismo es la época
donde sobresalen más los estudios de la tris-
teza. Los libros y exposiciones dedicados a la
Felice Gambin, Azabache. El debate sobre la melancolía son ya una verdadera veta cultural
melancolía en la España de los siglos de Oro, del presente: Mélancolie (RMN, 2005), es el
Madrid, Biblioteca Nueva, 2008, 284 pp. resultado de la exposición de París-Berlín y
recientemente cabe destacar Il settimo splen-
Este bello y sintético ensayo de Felice dore. La modernità della malinconia (Vene-
Gambin, filólogo formado en Padua, fue pu- cia, Marsilio, 2007; ed. Giorgio Cortenova),
blicado en Italia en 2005. Es un análisis que donde por cierto Gambin publicaba su texto
remite a toda una «biblioteca» temática sobre «La Spagna della Controriforma e la nera lu-
la tristeza, recuperada en el tramo entre los centezza della malinconia».
siglos XX y XXI. Su punto de vista -forjado Felice Gambin inicia esa plural interpreta-
en el mundo de las letras- es un modo singu- ción que es Azabache con el texto del notable
lar de tomar en consideración el peso de los humanista valenciano Furió Ceriol -el capí-
temas melancólicos desde avanzado el siglo tulo se denomina ‘El melancólico en la Cor-
XVI hasta los inicios de la centuria barroca, te’-, que considera que en un nuevo Estado
período áureo de nuestras letras; es por aña- en equilibrio hay que hacer un examen de los
didura abiertamente transversal, como vere- sujetos que rodeen al Príncipe casi geomé-
mos, pero está muy bien trabado y argumen- tricamente; de ahí su insistencia apartar al
tado. melancólico como figura saturnina nefasta,
Baste de entrada para comprobarlo con casi demoníaca. Su libro fue muy traducido,
ver que esta suma de cinco análisis -cinco aunque no como Huarte.
catas-, de obras más o menos conocidas de En los Diálogos de filosofía natural y mo-
nuestro siglo XVI, abordan el tema melancó- ral, obra filosófica del famoso médico Pedro
lico desde muy diversas posiciones, que des- Mercado, una parte se ocupa ampliamente
bordan el marco médico habitual. Son las de del citado padecimiento. El extenso capítu-
Fadrique Furió Ceriol (Consejo y consejeros lo de Gambin está encabezado por una cita
del Príncipe, 1559), Pedro Mercado (Diálo- de un diálogo famosísimo, El mensajero, del
gos de filosofía natural y moral, 1558), Al- poeta Tasso, figura abatida y desajustada que
fonso de Santa Cruz (Sobre la melancolía, aparece otras veces en el ensayo. Mercado no
c. 1569), Huarte de San Juan (Examen de se limita a superponer locura y melancolía,
ingenios para las ciencias, 1575), Andrés no le basta con hacer mención inveterada al
Velázquez (Libro de la melancolía, 1585). melancólico humor, la bilis negra, sino que
Su eco en la centuria siguiente está recogido define ese estado por las aberraciones de la
en una discusión sobre los melancólicos y su imaginación, por las obsesiones y la culpa,
poder de adivinación, por Alonso Freylas, de en un perturbarse de la razón, que debe pa-
1606, y luego en la enumeración de otra serie liarse con razones morales.

También podría gustarte