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Anatomía del humor en la “Lógica del sentido” de

Deleuze o de cómo se disecciona a bastonazos


Lic.  Juan Horacio de Freitas - UCAB Venezuela -
Universidad Complutense de Madrid 

Resumen 
Obviando las propuestas de Deleuze acerca del humor en su texto Sobre lo frio y lo cruel /
Presentación de Sacher Masoch, y también sus apuntes sobre el humorismo en textos
como Diferencia y repetición, nos aventuramos en este breve ensayo a indagar el carácter
humorístico del término humor, siempre dentro de los márgenes argumentativos que el
mismo Deleuze ofrece en su célebre texto La lógica del sentido. Haciendo uso de algunas
herramientas filológicas, tomando algunos ejemplos de la escena isabelina y también
algunos señalamientos de Jonathan Pollock al respecto, intentaremos en estas pocas
líneas, descubrir el vínculo existente entre el concepto de “palabra esotérica” y el de
“humorismo”, tan importante y recurrentes en la filosofía deleuzeana.

Abstract
Leaving aside Deleuze’s proposals about humor in his textbook “Masochism: Coldness and
Cruelty, and Venus in Fur ” and his notes on humorism  in “Difference and repetition”, we
will attempt in this brief essay to reflect upon the humoristic nature of humor,  always within
the logical frame that Deleuze himself suggests in his famous textbook “The Logic of
Sense”.  By using some philological strategies and  taking some examples from the
Elizabethan scenes, and also some Jonathan Pollock’s accounts related to the subject,  we
will try in these few lines to discover the relationship between “esoteric word” and
“humorism”, so important and recurring concepts in Deleuzian philosophy. 
 
Palabras clave
Humor – humorismos – Deleuze – melancolía – Shakespeare – palabra esotérica –
Jonathan Pollock – acontecimiento.
Keywords
Humor –humorisms – Deleuze – melancholy – Shakespeare – esoteric word – Jonathan
Pollock – happening.

El humorista se preocupa a la vez


del cuerpo y de la sombra, en ocasiones
más de la sombra que del cuerpo.

Luigi Pirandello. El Humorismo

El verdadero humorismo siempre ha sido raro.


Friedrich Hegel. Estética

Anatomía del humor

(De la humoralidad del Humor o la «palabra blanca»)


El francés es el único idioma en donde el término
latino humor subsiste con dos lexemas diferentes: uno para
identificar los humores como fluidos corporales, y otro que
hace referencia al humorismo, es decir, una particular
disposición de ánimo, o también una determinada manera
de expresarse. La palabra francesa humour es, como le
señala Voltaire al abate d´Olivet, “un antiguo término de
nuestra lengua [humeur, fluido corporal] empleado en este
sentido [humour, humorismo] en varias comedias de
Corneille” (carta del 20 de marzo de 1761).1 Para los
ingleses, los italianos, los portugueses, y para nosotros, los
de habla castellana, el vocablo humor tiene varios estratos
de significación. Un estrato «superior» que se atiene al
campo semántico de la risa, a una determinada manera de
expresarse, un estrato intermedio vinculado con la
disposición psicológica o los estados de ánimo, y
finalmente, el estrato más profundamente sumergido sitúa
los humores en el nivel de las cosas del cuerpo. En este
sentido la palabra sirve para designar todo flujo o fluencia
en el interior del cuerpo o a la salida del mismo.
Sería un gran error pensar que estos tres estratos se
encuentran escindidos los unos de los otros, y que sus
significaciones no se corresponden como si se tratara de
homónimos casuales. No deberíamos dejarnos confundir
por el gesto semántico de los franceses de usar dos
vocablos distintos, como si de hecho aquellas cosas a las
que se refieren fueran completamente ajenas entre sí. De
hecho, no está de más mencionar que si bien la lengua
francesa toma prestado del inglés el vocablo humour, por
otro lado adopta también y al mismo tiempo el término que,
por trasnominación, designa el bazo, en inglés: spleen.2 El
bazo, para los antiguos, es el órgano donde se aposenta la
bilis negra o melancholía, uno de los cuatro humores que
constituyen el sistema médico-antropológico de Hipócrates.
De este modo el francés toma simultáneamente dos
vocablos de la nomenclatura anglosajona para nombrar un
mismo y único complejo que se vincula tanto con la
constitución corporal, como con el clima y las costumbres
del pueblo: nos encontramos que, de un solo gesto, la
lengua francesa separa y vuelve a unir, en el espíritu de sus
usuarios, el humeur [humor en el sentido de fluido] y
el humour [humor en el sentido de estado de ánimo].
Es importante señalar que de los cuatro humores del
sistema humoralista hipocrático: sangre, flema, bilis y bilis
negra,3 a este último se le atribuye, desde la Antigüedad, la
propensión a perturbar las funciones del cerebro y las
facultades del espíritu4 y, también, curiosamente, es el único
del que no se da testimonio empírico en la medicina
moderna (también llamada hipocrática). Todo el peritaje
nosológico se inscribía en el funcionamiento de estos cuatro
humores, que si bien pueden ser concebidos como una
“ficción antropológica”5 habrá que reconocer el poder
persuasivo que tuvo sobre todo en el imaginario occidental
durante más de veinte siglos. El mismo Jackie Pigeaud nos
dice que “en la medicina antigua el cuerpo es
esencialmente una cosa porosa, atravesada por infinitos
orificios, canales, algunos perceptibles por los sentidos y
otros imperceptibles, por los cuales circulan líquidos y
también aires”6, que sería lo mismo que decir: “por los
cuales circulan humores.” Por lo tanto, podremos decir
inspirados en Deleuze, que Hipócrates pertenece a esa
clase de filósofos que hacen su lugar en las profundidades
cavadas en los cuerpos, un pensador esencialmente
presocrático,7 y por lo tanto, esquizofrénico8: siempre cada
vez más hacia dentro, más hacia el hondo, más hacia las
profundidades de laPhysis y sus elementos. He aquí la
solución hipocrática, el sentido de toda dietética, de
todo cuidado de sí,9 de toda aplicación farmacológica, todo
bajo una lógica de las cavernas, del interior de la superficie.
Se trata del arte de saber “cortar” el humor en el momento
preciso (kairós). Sin embargo, ¿no es esta la misma
consciencia que tiene Diógenes de Sínope y los cínicos en
general cuando dicen que “todo está en todos lados” y que
los “cuerpos entran en todos los cuerpos por conductos
ocultos, y se evaporan juntos (…)”? 10 Y ¿acaso no es el
cinismo, para Deleuze, uno de los representantes más
importantes de la filosofía de la superficie (en
contraposición con los filósofos de las alturas y los filósofos
de las profundidades) junto con los megáricos y los
estoicos?11 Pues sí, pero cuando el cínico enuncia este
argumento no lo hace para justificar su lugar, su regla,
su topos en las profundidades, sino justamente para
mostrar que en ellas todo es potencia (dýnamis) caótica y
mezcla (krasis), y por lo tanto todo vale, desde el incesto
hasta la antropofagia. En palabras de Deleuze:
Contrariamente a los presocráticos, no hay
tampoco medida inmanente capaz de fijar el
orden y la progresión de una mezcla en las
profundidades de la Fisis; toda mezcla vale los
cuerpos que se penetran y las partes que
coexisten.12
En efecto, los humores en este estrato hipocrático pertenecen
a esa filosofía de las profundidades. Sin embargo, eso no
significa que el humor se limite y se quede encajonado bajo la
superficie. Recordemos lo que habíamos dicho de ese extraño
humor negro llamado melancholía, que además de ser un
terrible alterador de las facultades psicosomáticas, la biología
moderna le niega todo género de fe y lo rebaja a la categoría
de un concepto fantasioso. Esta “ficción”, por tanto, además de
ser causa o “resorte” de algunos extravíos psicológicos
descritos en la Antigüedad, no quiere quedarse en las
profundidades del cuerpo, sino que, en palabras de Pirandello,
se “espiritualiza”13, y emerge en extrañas efervescencias
y sublimaciones como una misteriosa efectuación inmaterial.
Para los médicos humoralistas no había ninguna distinción
entre el espíritu (como algo trascendente) y el cuerpo. Sin
embargo, habrá que decir que a toda causa corporal,
corresponde igualmente una causerie (conversación, charla).
De modo que “a la serie causal corporal corresponde una serie
causal lingüística: el diagnóstico y el pronóstico proferido
verbalmente por el médico.”14 No se trata por tanto de lo
psíquico por un lado, y lo orgánico por otro. Son más bien los
cuerpos, sus fluidos, sus mezclas; y por el otro el régimen
del logos: voz, palabra, lenguaje, razón, etc. Por lo tanto, el
humor se mantiene desplazándose entre el estado de cosas, y
lo expresado, pero aquí el “lenguaje es también cuerpo” 15.
Incluso, habría que decir que ya Hipócrates en uno de sus
aforismos (VI, 23)16 vincula uno de los humores (no es difícil
adivinar que se trata de la bilis negra) con estados de ánimo,
específicamente con el temor y la tristeza. Por lo tanto se da
una relación entre el thumós (ánimo) y la krasis (mezcla). Pero
todavía aquí, se trata de que el verbo (que es también cuerpo)
sea parte de una terapia para el equilibrio de los humores
corporales, sigue buscándose un orden en las profundidades
de los cuerpos, es una concepción subterráneamente
microcósmica. Se pretende que todo gire en torno a las
mezclas humorales. Incluso, si bien todavía es problemático
para Hipócrates fijar la orientación causal de lo anímico con lo
humoral, es decir, si son los humores los que provocan las
perturbaciones anímicas, o son estas las que los ponen en
movimiento; ya con Aristóteles,17 y las epístolas
pseudohipocráticas,18 queda claro que son los humores (en
específico la melancolía) los que determinan todo el campo de
lo anímico. Son los cambios de temperatura, los incrementos Y
las mezclas de Los fluidos corporales lo que explica, no sólo
tal o cual comportamiento, sino el temperamento natural del
individuo, además de su genialidad en lo que respecta a algún
campo del saber, su locura y finalmente aquella risa crítica
democriteana que parece representar el gen del humor en su
vínculo con el campo semántico de la hilaridad.
Este pensamiento que Deleuze llama “subversivo” se extendió
con Galeno19 como la contraparte de todo el pensamiento
metafísico neoplatónico. Mientras Aristóteles, en el Problema
XXX, explica la manía genial con el buen equilibrio de una
abundancia de bilis negra (que es desequilibrado por
naturaleza); Platón, por su parte, habla del Furor como
inspiración divina, como contemplación “ideal”. Estas dos
vertientes desembocarán por un lado en Ficino, que con clara
preferencia por el pensamiento platónico, subsumirá los
humores a una explicación de las alturas;20 pero por otro lado
en Robert Burton que pretende explicarlo todo a través de una
anatomización de la melancolía.21
La vinculación del humor melancólico con fenómenos como la
locura, la risa, la genialidad, los temperamentos, la ocurrencia
y también con un líquido alcalino, corrosivo y oscuro, fueron
dinamitando la profundidad y sus mezclas caóticas. El humor
no sólo pasó a un plano anímico como se muestra en
Aristóteles, Galeno o Ficino, sino que además comenzó a
vincularse con cierto modo de expresarse, con cierta
capacidad creativa, extrañamente vinculada con la locura y la
risa, como se muestra en la tradición epistolar
pseudohipocrática, en Rabelais22 y el teatro isabelino. En su
carácter indefinido, en sus continuos ascensos y descensos
significativos, en sus desplazamientos y ambivalencias,
comenzó a volverse un término “raro” para usar la expresión
de Hegel. La melancolía es la gran culpable, no podía
mantenerse enterrada, pero era también demasiado dinámica
y peligrosa para fingir que se encontraba en un topos celeste.
El mismo Rabelais, que era editor de Hipócrates en Francia,
teniendo consciencia del doble sentido del término humor, es
decir, el físico y el anímico, comenzó a realizar un cierto tipo
de expresión, que si bien no renegaba ni los humores
corporales ni los humores entendidos como estados de ánimo,
era de otro ámbito y, sin embargo, indudablemente
humorístico. La palabra parecía hacer referencia a algo
distinto, algo que recuerda mucho al “acontecimiento”
deleuzeano: “no es el objeto en tanto que designado, sino el
objeto como expresado o expresable, nunca presente, sino
siempre ya pasado o aún por venir”.23 En el habla isabelina
el humour también comienza a expresar un sentido distinto
tanto del de “fluido” como del de “disposición de ánimo”, pero
corriendo el riesgo de perder toda su significación.24 La palabra
comenzó a vaciarse, pero al mismo tiempo en ese proceso de
vaciamiento se pretendió una ilustración teatral del mismo en
la dramaturgia de la época. En efecto, en la escena isabelina
el humor a veces parece indicar una realidad
meteorológica,25 en otros momentos engloba las nociones de
jugo vegetal y de fluido orgánico,26 también puede significar
cierta disposición mental, carácter o temperamento,27 o un
estado de ánimo fugitivo,28 puede asimismo llegar a ser un
rasgo de carácter,29 una propensión a hacer alguna cosa,30 e
incluso cualquier excentricidad o inclinación irracional. 31 Pero
es justamente aquí donde se delata lo que Deleuze dice sobre
la relación del humor con el acontecimiento, en este
vaciamiento del significado y el referente perdido:
A través de las significaciones abolidas y las
designaciones perdidas, el vacío es el lugar del
sentido o del acontecimiento que se componen
con su propio sinsentido, allí donde sólo el lugar
tiene lugar. El vacío mismo es el elemento
paradójico, el sinsentido de superficie, el punto
aleatorio siempre desplazado de donde surge el
acontecimiento como sentido.32
También Pollock ve como la palabra humour al escapar de
toda determinación fija, se remonta desde las profundidades
del cuerpo para aparecer en la superficie, se abre desde el
discurso médico para prestarse en juegos de palabras en el
habla popular, y en ese instante de su evolución lingüística,
por primera vez se emplea como verbo. En efecto, tanto con
Shakespeare como con Jonson, el humor ya no es
sencillamente algo que se padece, sino que se
puede usar para producir un efecto en los humores de los
demás. Aquí, la palabra humour no designa una cosa, ni un
fluido del cuerpo ni un estado afectivo: se verbaliza, expresa
una acción. Esta acción no se refiere a ningún objeto sino que
se limita al agente: “el sujeto permanece dentro del
proceso, hacehumor afectándose a sí mismo, es decir,
obrando a sabiendas sobre el estado de sus propios
humores.”33 Según Deleuze, los sustantivos y los verbos se
refieren a dimensiones distintas de la proposición: la
designación (de cosas) y la expresión (de sentido). Para el
filósofo francés estas dimensiones se organizan en dos series
que sólo convergen en una palabra esotérica, en
un aliquid(algo) no identificables. Esta instancia extraña no es
otra cosa que “la frontera perpetuamente costeada y al mismo
tiempo trazada por las dos series.”34 Ahora bien, el
vocablo humour, al menos tal como se le concebía en la
escena isabelina, cumple todas las condiciones de la palabra
esotérica deleuzeana: por un lado, por su uso literalmente
insensato, que le dan Jonson y Shakespeare en comedias
donde se le ridiculiza, y por otro lado, a causa de su función
coordinadora entre dos series heterogéneas: corporal y
lingüística, humoral y humorística. Para ser más exactos, este
término sería lo que Deleuze llama un circulante:
[…] más bien una palabra para designarlo […].
La palabra circulante es de otra naturaleza: en
principio es el compartimiento vacío, la palabra
blanca […]. Además, esa palabra es «llamada»
por otras que
35
marcan evanescencias y desplazamientos.
La palabra esotérica deleuzeana se caracteriza además, por
una propiedad totalmente singular e interesantísima si se la
relaciona con el humor tal como lo hemos estado explicando:
“Es una palabra que designa exactamente lo que expresa y
que expresa lo que designa […]. De una sola vez dice algo y el
sentido de eso que dice.”36 Por esto, es ejemplar aquel
personaje Shakespereano, el cabo Nym, que además de
terminar cada una de sus frases con la locución: “that is the
humour of it” (“y ahí está la broma”),37 preocupándose por
designar el sentido de sus palabras, y de expresar la cosa que
designa (“yo no puedo besarte y ahí está la broma [humour]”),
para colmo no hace más que repetir: “el humor es el humor; el
humor es el humor”, expresión en la que “el humor” [humour]
designa lo expresado y “el humor” [humeur] expresa lo
designado.38 Aquí el nombre dice su propio sentido, y esto, en
palabras de Deleuze, “no puede ser sino unabsurdo [non-
sens]”.39 Por lo tanto, el cabo Nym (y el teatro isabelino en
general) al hacer pasar la palabra humour por un tamiz
insensato, hizo posible la eclosión de un nuevo valor
“espirituoso” del vocablo. Es por esto que Marc-Alain Ouakin y
Dory Rotnemer afirman que: “el humor trabaja sobre el sentido
del sentido, es decir, sobre el disparate (non-sens)”.40 Así se
puede ver como el humor hace lo que dice y dice lo que hace
(como el cínico), la palabra se hace intrínsecamente
humorística, por cuanto el humor es la coextensividad del
sentido y del absurdo. Nos dice Deleuze:
El sinsentido y el sentido abandonan su relación
de oposición dinámica, para entrar en la
copresencia de una génesis estática, como
sinsentido de la superficie y sentido que se
desliza sobre ella. Lo trágico y la ironía dejan
sitio a un nuevo valor, el humor. Porque si la
ironía es la coextensividad del ser con el
individuo, o del Yo con la representación, el
humor es la del sentido y el sinsentido; el humor
es el arte de las superficies y las dobleces, las
singularidades nómadas y el punto aleatorio
siempre desplazado, el arte de la génesis
estática, el savoir-faire del acontecimiento puro
o la «cuarta persona del singular»; toda
significación, designación y manifestación
quedan suspendidas, toda profundidad y altura
abolidas.41
El humor en este momento evoca algo distinto que simples
cualidades psicofisiológicas. El empleo abusivo del término en
la dramaturgia isabelina lo transformó en la “palabra blanca”,
capaz de operar como una “síntesis de coexistencia” entre
estados fisiológicos y particularidades frásticas (explicable
mediante palabras).42 Pero se sitúa justo ahí el vocablo, en la
“coextensividad”, ni en lo designado, ni en lo expresado, sino
en la superficie. Por eso, el cabo Nym cuando se le pregunta si
piensa vengarse con la astucia (wit) o con la espada, este no
responde diciendo simplemente: “con ambos”, sino “con
ambos humores”. La expresión nos obliga a abandonar las
referencias del interlocutor de Nym, tanto la lingüística (la
astucia), como la física (la espada), para dirigirnos a un solo
punto dinámico que las vincula en su génesis (el humor). Justo
a esto se refiere Deleuze cuando nos dice que “el humor es
inseparable de una fuerza selectiva: en lo que sucede
(accidente) selecciona el acontecimiento puro.”43 Bajo esta
fórmula toda injusticia, vergüenza, infamia, deshonor, etc., que
podrían inspirar nuestro terror, es justa (y podríamos decir:
risible) al nivel del todo: “Toda mezcla física no es justa sino a
nivel del todo.”44 El humor hace este proceso humorístico en su
propio interior: de sus mezclas humorales, de sus
repercusiones psicológicas, de sus chanzas y expresiones
ingeniosas, selecciona otra cosa, donde se mueven y mezclan
todas aquellas. El humor hace en sus adentros lo mismo que
hace Bousquet al verse como encarnación de su herida, o lo
que hace Hamlet con el cadáver de Polonio: cuando se le
pregunta donde se encuentra Polonio, este dice: “De cena. No
donde come, sino donde es comido” 45, y finalmente agrega:
“Ya esperará hasta que lleguéis.”46 Deleuze acentúa el hecho
de que esta aceptación de la herida, de la muerte, de la
tragedia, desde este lugar que es la superficie, el lugar del
acontecimiento no tiene nada de resignación (que para el
filósofo francés es otra forma de resentimiento). Aquí se ve con
claridad el movimiento intempestivo, “pervertido” y activo del
proceso humorístico, un proceso que encuentra su génesis
dentro de la propia palabra.

Juan Horacio De Freitas 


Licenciado en Filosofía por la Universidad Católica Andrés Bello. UCAB Venezuela. Desde
el año 2011 es Ayudante de Investigación del Prof. Dr. Adolfo Vásquez Rocca.
Actualmente cursa el Máster Universitario en “Estudios Avanzados en Filosofía” en la
Universidad Complutense de Madrid.

Recibido: 16 de abril de 2012


Aprobado: 30 de mayo de 2012

1 Cfr. Jonathan Pollock. ¿Qué es el humor? (Buenos Aires: Paidós, 2003) p. 13.


2 Cfr., Charles Baudelaire. El Spleen de París (pequeños poemas en
prosa) (Madrid:Sudaeta, 1994)
3 Cfr., Hipócrates. Tratado Sobre la Naturaleza Humana (Madrid: Gredos, 1999)
4 Cfr., Aristóteles. El hombre de genio y la melancolía (Barcelona: Simio, 1996), Robert
Burton. Anatomía de la melancolía (Pozuelo de Alarcón: Espasa-Calpe, 1972),
Hipócrates. Do Riso e da Locura (Lisboa: Padrões Culturais, 2009) o Marsilio Ficino. Tres
Libros sobre la Vida (Madrid: Asociación Española de Neuropsiquiatría, 2006)
5 Jonathan Pollock. ¿Qué es el humor? (Buenos Aires: Paidós, 2003) p. 15.
6 Jackie Pigeaud. “L´Humeur des anciens”, en L´humeur et son changement, Nouvelle
Revue de Psychanalyse, nº 32, otoño, 1985, p. 51.
7 Cabe mencionar que Empédocles, figura icónica de la filosofía de las profundidades para
Deleuze, fue una de las más importantes influencias en la doctrina hipocrática, no sólo por
sus meditaciones acerca de la medicina, sino sobre los cuatro elementos Físicos. (Cfr., R,
Klibansky; E. Panofsky y F. Saxl. Saturno y Melancolía (Madrid: Alianza, 1991)
8 Cfr., Gilles Deleuze. La Lógica del Sentido (Madrid: Paidós, 2011) pp. 162-163
9 Cfr., Michel Foucault. La Hermenéutica del Sujeto (Madrid: Akal, 2009).
10 Diógenes Laercio. VI 73, en José A. Martín García. Los Filósofos Cínicos y la Literatura
Moral Serioburlesca (Madrid: Akal, 2008) p. 282.
11 Cfr., Gilles Deleuze. La Lógica del Sentido (Madrid: Paidós, 2011) p. 163. Quizás pueda
agregarse también aquí a los cirenaicos.
12 Gilles Deleuze. La Lógica del Sentido (Madrid: Paidós, 2011) p. 163.
13 Cfr., Luigi Pirandello. El Humorismo (Buenos Aires: Leviatán, 1994)
14 Jonathan Pollock. ¿Qué es el humor? (Buenos Aires: Paidós, 2003) p. 17.
15 Gilles Deleuze. La Lógica del Sentido (Madrid: Paidós, 2011) p. 162.
16 “Cuando el temor y la tristeza perduran durante largo tiempo, se está frente a un estado
de melancolía.” (Hipócrates. Tratados Hipocráticos I (Madrid: Gredos, 1990) p. 58.
17 Cfr., Aristóteles. El hombre de genio y la melancolía (Barcelona: Simio, 1996)
18 Cfr., Hipócrates. Do Riso e da Locura (Lisboa: Padrões Culturais, 2009)
19 Cfr., Galeno. Sobre las Facultades Naturales. Las facultades del alma siguen los
temperamentos del cuerpo (Madrid: Gredos, 2003)
20 Cfr., Marsilio Ficino. Tres Libros sobre la Vida (Madrid: Asociación Española de
Neuropsiquiatría, 2006)
21 “(…) anatomizar este fluido humoral de la melancolía en todas sus partes y especies
(…), y de hacerlo de manera filosófica y médica, para mostrar las causas, los síntomas y
las curas diversas de (…) esta enfermedad epidémica que con tanta frecuencia crucifica
tan profundamente el cuerpo y el espíritu.” [Robert Burton. Anatomía de la
Melancolía (Buenos Aires: Winograd, 2008) p. 120-121.]
22 François Rabelais. Gargantúa y Pantagruela (Barcelona: Lumen, 1987)
23 Gilles Deleuze. La Lógica del Sentido (Madrid: Paidós, 2011) p. 170.
24 Cfr., Jonathan Pollock. ¿Qué es el humor? (Buenos Aires: Paidós, 2003) p. 44.
25 Véase el segundo capítulo de Pantagruel: “en el aire no había nada de humor que
hiciera esperar una lluvia”.
26 “Asediado por una sable melancolía, sometía mi deprimente humor negro al remedio
salutífero de tu atmósfera confortante.” [William Shakespeare. The Complete
Works (Londres: ed. P. Alexander, 1983) p. 225-228.]
27 “mad and headstrong humour.” (“humor loco y obstinado”) [William Shakespeare. La
Fierecilla Domada. 4.1.212.]
28 “Was ever woman in this humour woo´d? / Was ever woman in this humour won? (“¿Se
le ha hecho alguna vez la corte a una mujer con ese talante? ¿Se ha ganado nunca con
ese talante el amor de una mujer?”) [William Shakespeare. Ricardo III, 1.2.227-228.]
29 “Every Man in His Humour” (“cada cual tiene su genio”). Título de una obra de Ben
Jonson.
30 “I have an humour to knock you indifferently well” (“Tengo ganas de sacudiros de forma
conveniente”) [William Shakespeare. Ricardo V, 2.1 53.]
31 En Every Man in His Humour, Cob, el aguatero (y por lo tanto el portador de «humor»)
ignora el vocablo y pide que se le explique su significado. Cash le responde: “Es un
monstruo que se parece a un gentilhombre engendrado, en la galantería tan especial de
nuestro tiempo, por la afectación y alimentado por la estupidez.” [Ben Jonson. The Work of
Ben Jonson (Oxford: ed. C. H. Herford, P. y E. Simpson, 1925-1952) p. 164-166.
32 Gilles Deleuze. La Lógica del Sentido (Madrid: Paidós, 2011) p. 171.
33 Jonathan Pollock. ¿Qué es el humor? (Buenos Aires: Paidós, 2003) p. 48.
34 Gilles Deleuze. La Lógica del Sentido (Madrid: Paidós, 2011) p. 39.
35 Ibíd., p. 59 (las cursivas no son del texto original)
36 Ibíd., p. 84.
37 William Shakespeare. Enrique V, 2, 1, 57, 68, 94, 113; 2.3.61.
38 Cfr., Jonathan Pollock. ¿Qué es el humor? (Buenos Aires: Paidós, 2003) pp. 49-50.
39 Gilles Deleuze. La Lógica del Sentido (Madrid: Paidós, 2011) p. 84.
40 Marc-Alain Ouaknin y Dory Rotnemer. La Bible de l´humores juif (Éditions J´ai lu: 1995)
41 Gilles Deleuze. La Lógica del Sentido (Madrid: Paidós, 2011) p. 175.
42 Cfr., Jonathan Pollock. ¿Qué es el humor? (Buenos Aires: Paidós, 2003) p. 56.
43 Gilles Deleuze. La Lógica del Sentido (Madrid: Paidós, 2011) p. 185.
44 Ibíd., p. 184.
45 Hamlet., 4.3.20.
46 Ibíd., 4.3.38.

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