Está en la página 1de 6

1.2.

Las espiritualidades en la modernidad


Introducción
Antes de hacer un recorrido por esta etapa de la espiritualidad cristiana a lo largo de la
historia, es importante detenernos en un primer acercamiento a lo que es la
espiritualidad cristiana.
La espiritualidad cristiana es una dinámica vital que nos pone en sintonía con la acción
de Dios y nos hace obrar según el Espíritu del Dios revelado en la persona de Jesús. Por
tanto, la espiritualidad cristiana no es algo gaseoso, abstracto, elevado, desencarnado.
Espiritualidad es un estilo de vida que se puede ver y comprobar en obras muy
concretas.
Por otra parte, las distintas espiritualidades, son manifestaciones del Espíritu de Dios
que está siempre curando las heridas del Cuerpo de Cristo. En cada época de la historia,
han surgido diversas expresiones de la espiritualidad cristiana, y todas ellas han sido
respuestas a los desafíos de cada momento y a las necesidades del cuerpo del Señor
resucitado en la historia.
Las grandes corrientes de la espiritualidad cristiana son expresiones de la acción de
Dios en medio de su pueblo, para responder a los desafíos propios de cada momento
histórico. Los carismas son regalos de Dios para la construcción de la comunión. Nunca
son posesión exclusiva de personas o grupos particulares. Por esto es fundamental
conocer la historia concreta en la que cada carisma es regalado a la Iglesia, para saber a
qué necesidades de la comunidad respondió y cuál puede ser su alcance.
Desarrollo
Nacimiento de diversos movimientos
La reforma gregoriana, iniciada en el cambio del milenio produjo, entre otras cosas, un
proceso de renovación de la vida del clero y de la vida monástica, que hemos señalado
más arriba. Este proceso tuvo como efecto una trasformación en la vida de la Iglesia y el
nacimiento de los canónigos regulares que conjugaban, de una manera novedosa, la vida
monástica y el ministerio clerical, buscando una presencia de la fe más abierta en medio
del mundo. Junto a esta novedad en el camino espiritual cristiano, está el nacimiento de
las órdenes mendicantes, que son un desarrollo de esta dinámica espiritual que busca
salir del encierro del monasterio, para vivir en medio de la sociedad y atendiendo sus
necesidades más urgentes. Las órdenes mendicantes tienen como características una
vida de pobreza personal y comunitaria, una actividad apostólica o misionera, una vida
fraterna menos estructurada y una mayor movilidad, que contrasta con la estabilidad de
la vida monástica.
Las escuelas franciscana, dominicana y carmelitana, son las más conocidas y
representan una novedad que dará un giro a la dinámica espiritual cristiana. No hay que
perder de vista que el nacimiento de estas órdenes religiosas se da, sin que las formas de
vida monástica y las espiritualidades que de ellas se alimentan, dejen de existir. Las
nuevas formas de vida y de búsqueda de Dios, ahora más centradas en la misión, se van
abriendo camino en medio de un mundo que también va cambiando hacia una sociedad
menos rural y más centrada en los nacientes burgos.
En esta etapa de la historia nacieron también las órdenes militares, los caballeros de
Malta, la Orden de lo caballeros teutónicos, la Orden de los Templarios y los caballeros
del Santo Sepulcro. Igualmente, surgieron órdenes hospitalarias, como los Trinitarios y
los Mercedarios. Todas ellas, con la intención de responder a necesidades propias de la
época y frente a las cuales no había una respuesta dentro de la Iglesia, desde la
perspectiva de la espiritualidad.
La dinámica de transformación social, política, económica y cultural propia de esta
época, propició una mayor comunicación entre las personas, creando una propagación
mayor de las devociones populares y las asociaciones de creyentes, alrededor de
proyectos comunes, terceras órdenes, cofradías, gremios, asociaciones y movimientos
espirituales independientes de las grandes instituciones eclesiásticas. Los laicos se van
haciendo independientes de los monasterios, las parroquias y los conventos y buscan
fuentes nuevas de alimento espiritual. Aparecen en este tiempo movimientos como los
begardos, las beguinas, los Hermanos del libre espíritu y otras formas de vida espiritual,
que florecen bajo el amparo de los religiosos de las nuevas órdenes mendicantes. Por su
espíritu independiente y su alejamiento de las fuentes clásicas de la vida espiritual,
algunos de estos movimientos fueron sospechosos de herejías y algunos de ellos fueron
condenados por la Iglesia.
Hay que destacar en este momento, el aporte de la escuela renano-flamenca, con figuras
como la de los dominicos Eckhart (c. 1260-1327), Taulero (c. 1300-1361) y Suso (c.
1295-1365), quienes vivieron y sistematizaron experiencias espirituales muy profundas
que sirvieron de guía a las búsquedas del pueblo sencillo. Esta escuela, unida a la figura
de Juan Ruysbroek (1293-1381), fue la que dio paso a lo que se conoce como la
“Devotio Moderna”, que es “una reinterpretación de toda la vida cristiana en medio de
aquel contexto de rupturas con todo lo que había constituido el entramado de la
cristiandad medieval” (GÓMEZ, J. A., 1987, p. 28-29). Esta corriente renovadora de la
espiritualidad, proponía un acento mayor en la práctica de las virtudes, llegando a
presentar una fractura entre la vida de piedad y la teología. El camino hacia Dios no era
la reflexión teórica, sino la vida de penitencia y de caridad práctica.
La “Devotio Moderna”
Podemos señalar como características de la “Devotio Moderna” la gran importancia que
se le da a la interioridad, que hace que se desarrolle una piedad más privada y subjetiva
y se rechace lo sacramental y lo litúrgico; es más importante la soledad, el silencio y el
desprecio del mundo. Frente a una tendencia más racional y especulativa, la “Devotio
Moderna” desarrolla lo afectivo y da una relevancia mayor a lo que viene del ‘corazón’;
lo que cuenta, a la hora de buscar la cercanía de Dios, es la voluntad, el corazón, la
devoción y no tanto la reflexión y la razón. En este sentido, la ascética es fundamental;
se insiste más en el esfuerzo de la voluntad que en la acción directa de la gracia, lo cual
hace que la “Devotio Moderna” desarrolle un moralismo práctico. Por otra parte, se
centran en la meditación de las virtudes y los ejemplos de Jesús, tal como se desprenden
de una lectura llana y sencilla de los Evangelios. De ahí la importancia y la centralidad
de la ‘Imitación de Cristo’, como modelo de la vida del creyente.
GRANDES REFORMAS
Siguiendo los pasos de esta propuesta de espiritualidad popular, extendida por toda
Europa, se produce en España un tiempo de grandes reformas, lideradas inicialmente
por miembros de las órdenes mendicantes, pero dando paso más tarde a grandes figuras
como Ignacio de Loyola (1491-1556), Juan de Ávila (1499-1569), Teresa de Jesús
(1515-1582) y Juan de la Cruz (1542-1591). Este período significó un fortalecimiento
de la experiencia espiritual desde una perspectiva eclesial y misionera, en medio de una
Europa que vive la fractura de la Reforma protestante.
En el siglo XVII el dinamismo de la espiritualidad cristiana estuvo centrado en Francia,
donde florecieron propuestas como la de Francisco de Sales (1567-1662), conocida
como el “humanismo devoto”, o la del cardenal Béruelle (1575-1629), y algunos de sus
seguidores, Juan Jacobo Olier (1608-1657), Juan Eudes (1601-1680) y Vicente de Paul,
reconocidos también como representantes de la “Escuela francesa”.
Un capítulo aparte podría escribirse con el desarrollo, durante los siglos XVI y XVII de
la espiritualidad de la Reforma Protestante, que tuvo su propia dinámica, bajo el
liderazgo de Martín Lutero, Juan Calvino y la escuela anglicana, para mencionar solo
los autores más destacados.
Los siglos XVIII y XIX, permitieron el nacimiento de una espiritualidad ilustrada, que
se fue desarrollando al ritmo de las transformaciones propias de estos siglos. Surgieron
escuelas espirituales que respondieron a las necesidades de la juventud, como la de Juan
Bosco (1815-1888), de la pastoral parroquial, con figuras como Juan María Vianney
(1786-1859) y Antonio María Claret (1807-1870), de fortalecimiento del laicado con
una propuesta de contemplación activa, como la de Carlos de Foucauld (1858-1916) y
de un sentido cósmico de la salvación como la que propuso Teilhard de Chardin (1881-
1955).
Podríamos sintetizar las dinámicas propias de la espiritualidad cristiana desde finales de
la Edad Media, hasta el final de la época Moderna, como una infinidad de búsquedas
por realizar la misión de Cristo en medio del mundo. Desde luego, la búsqueda de Dios
a través de la oración siempre siguió en la base de todas las propuestas, pero la misión
de Cristo en medio del mundo, se convirtió en el centro de las búsquedas espirituales.
Es imposible señalar fechas exactas o momentos precisos de los cambios históricos,
como tampoco es posible dividir los momentos de la historia de la espiritualidad
cristiana con toda precisión. Pero con el Concilio Ecuménico Vaticano II, vemos nacer
una nueva etapa en el desarrollo de la espiritualidad cristiana.
Conclusión
En el intento por reconstruir la historia de la espiritualidad cristiana, hemos querido
seguir la dinámica que se vive al interior de la misma Trinidad, entre el Dios-Padre
Creador que está siempre dejándose buscar por el hombre, el Dios-Hijo que se revela en
la historia a través de su misión y el Dios-Espíritu Santo, que construye
permanentemente la comunión con Dios, con los demás y con la creación.
Estamos convencidos de que esta dinámica de Dios, puede ayudar a entender la historia
de la espiritualidad cristiana, pero no puede encerrarla de modo definitivo. El Dios que
nos busca y que se deja buscar, ha estado y estará siempre presente a lo largo de la
historia que hemos intentado recoger. El Dios que invita a compartir su misión,
especialmente atendiendo de modo preferencial a los miembros más heridos del cuerpo
de Cristo, siempre necesitará de nuestro apoyo para continuar esa tarea inmensa de
sanar a los más débiles y dar vida a los que lo necesitan. El Dios que construye siempre
la comunidad y que nos hace instrumentos suyos para realizar esta comunión en medio
del mundo, con él mismo, con los demás y con toda la creación, siempre estará
trabajando en nosotros y con nosotros en esta obra.
Herman Rodriguez Ozorio, SJ. Pontificia Universidad Javeriana. Texto original
castellano

REFERENCIAS

FELIZ, Á., Las grandes escuelas de espiritualidad, Herder, Barcelona, 1963.

GÓMEZ, J. Á. Historia de la Vida Religiosa. Volumen I: Desde los Orígenes hasta la


reforma cluniacense. Madrid: Publicaciones Claretianas, 1987.

_____. Historia de la Vida Religiosa. Volumen II: De los Canónigos Regulares hasta las
reformas del siglo XV. Madrid: Publicaciones Claretianas,1989.

_____. Historia de la Vida Religiosa. Volumen III: Desde la “Devotio moderna” hasta
el Concilio Vaticano II. Madrid: Publicaciones Claretianas,1990.

ANDERSON, A. El Pentecostalismo. El cristianismo carismático mundial. Madrid:


Akal, 2007.

CASALDÁLIGA, P. y VIGIL, J. M. Espiritualidad de la Liberación. Santafé de Bogotá:


Paulinas, 1992.

CASALDÁLIGA, P. El Vuelo del Quetzal. Espiritualidad en Centroamérica. Panamá:


Maíz Nuestro, colección Maíz Nuestro, No. 1, 1988.
CODINA, V. y ZEVALLOS, N. Vida Religiosa, historia y teología. Madrid: Paulinas,
1987.

DE PABLO MAROTO, D. Historia de la Espiritualidad Cristiana. Madrid: Editorial de


Espiritualidad, 1990.

ESPEJA, J. Espiritualidad y Liberación. Salamanca: San Esteban, 1986.

____. La espiritualidad cristiana. Estella: Verbo Divino, 1992.

FLORS, J. (Ed.). Historia de la Espiritualidad, 4 Tomos, Barcelona, 1969.

GALILEA, S. El Camino de la Espiritualidad. Bogotá: Paulinas, 1985.

_____. Renovación y Espiritualidad. Bogotá: Indo-American Press Service, Colección


Iglesia Nueva, No. 55, 1981.

GONZÁLEZ BUELTA, B. Bajar al Encuentro de Dios, Vida de oración entre los


pobres. Santander: Sal Terrae, colección Pozo de Siquem, No, 32, 1988.

____. El Dios Oprimido, Hacia una espiritualidad de la inserción. Santander: Sal Terrae,
colección Testigos y servidores, No. 45, 1989.

_____. La Transparencia del Barro. Salmos en el camino del pobre. Santander: Sal
Terrae, colección El Pozo de Siquem, No. 39, 1989.

_____. Más Allá de las Utopías, Signos y parábolas para contemplar la historia. Santo
Domingo: Ediciones MSC, 1992.

GUTIÉRREZ, G. Beber en su propio pozo, en el itinerario espiritual de un pueblo.


Salamanca: Sígueme, colección Pedal, No. 173, 1984.

HOLDER, A. (Ed.). The Blackwell Companion to Christian Spirituality. Oxford:


Wiley-Blackwell, 2011.
JAÉN, N. Hacia una Espiritualidad de la Liberación. Santander: Sal Terrae, colección El
Pozo de Siquem, No. 29, 1987.

LIGNEROLLES, P.; MEYNARD, J.-P. Historia de la Espiritualidad Cristiana. Burgos:


Monte Carmelo, 2007.

MACCISE, C. La Espiritualidad de la Nueva Evangelización. Desafíos y perspectivas.


México: Centro de Reflexión Teológica, 1990.

MCGINN, B. y MEYENDORFF, J. (Dir.). Espiritualidad cristiana. Desde los orígenes


al siglo XII. Buenos Aires: Lumen, 2000. Traducción de Cristina Conti de la obra:
Christian Spirituality. Origins to Twelfth Century, 1996.

Moltmann, J. La Iglesia, Fuerza del Espíritu. Salamanca, Sígueme, 1978.

QUINTANA C. J. M. Historia de la ascética y de la mística cristianas. Barcelona:


AEAU, 2012.

RAITT, J. (Dir.). Espiritualidad cristiana. Alta Edad Media y Reforma. Buenos Aires:
Lumen, 2002. Traducción de Julia Torres de la obra Christian Spirituality. High Middle
Age and Reformation, 1996.

San Agustín, De Trinitate 8,8,12 y 8,10,14: PL 42, 958 y 860; Obras V, BAC, Madrid,
1948, 529 y 535, Apud, FORTE, B. La Iglesia de la Trinidad, Salamanca, Secretariado
Trinitario, 1996, 36.

SAN BENITO. Regla de los monjes. Salamanca: Sígueme, 2006.

WAAIJMAN, Kees. Espiritualidad. Formas, Fundamentos y Métodos. Salamanca:


Sígueme, 2011. Traducción de la obra: Spirituality: Forms, Foundations, Methods,
2003.

También podría gustarte