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Ser Cristiano, Protestante, de Tradición Reformada

Cristiano
Protestante
De Tradición Reformada

Daniel Esteban Vásquez C.

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Ser Cristiano, Protestante, de Tradición Reformada

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Ser Cristiano, Protestante, de Tradición Reformada

Prólogo

Este librillo tiene el objetivo de atender a la necesidad de


explicar la identidad de nuestras comunidades cristianas que
siempre están siendo hostigadas por preguntas que muchos de
nuestros hermanos neófitos no pueden responder.

Por el hecho de que nuestra forma de ver la cristiandad


no es igual a los paradigmas del evangelicalismo moderno, en
ocasiones, tenemos que hacer una verdadera apología de nuestra
identidad “cristiana, protestante, de tradición reformada”.
Apología que busca validarnos en un escenario histórico en el
que somos más validos que cualquier otro creo moderno, esos
que se gestan por generación espontánea carente de una
justificada identidad.

Presbítero docente Esteban Vásquez.


Linares
Junio de 2008

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Ser cristiano

Básicamente ser cristiano es ser un seguidor de


Cristo. La palabra empieza a usarse por primera vez como
apelativo a los creyentes en Jesús en Hechos 11:26 “…Fue
en Antioquía donde a los discípulos se les llamó "cristianos" por
primera vez.” (Versión NVI). Luego esta palabra aparecerá
en las crónicas del nuevo testamento dos veces más.
Hechos 26:28 y primera de Pedro 4:16. “Es imposible dar
una definición exacta de la palabra. En su sentido más estricto
sólo se aplicaría a aquel que tiene una fe verdadera y
salvadora…” (Diccionario de Teología. E F. Harrison –
libros desafío- 1985).

La antigua confesión de fe Belga en su artículo 27


define cristiano como “…los verdaderos creyentes en Cristo,
quienes toda su salvación la esperan en Jesucristo, siendo lavados
por su sangre, y santificados y sellados por el Espíritu Santo.”
Este artículo doctrinal deja explícitamente conceptualizado
que para ser cristiano hay que tener fe en el Señor Jesús
como único y suficiente salvador, y haber experimentado
la acción regeneradora del Espíritu Santo. George
Sweeting dice que “…Un cristiano es una persona unida a
Cristo… es una persona que ha nacido de nuevo… es una
persona que ha recibido a Cristo” (Como Iniciar la vida
cristiana. George Sweeting –editorial portavoz- año 1977).

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Entonces; Cristiano es toda persona que


confiesa su fe personal en Jesucristo como
único y suficiente salvador, que se adhiere
a él y le sigue por la experiencia interior
de la conversión que ha realizado el
Espíritu Santo (Juan 1:12, 13; Hechos
2:21, 41). Esta comunidad universal
de discípulos es la santa Iglesia
católica (no romana), a la que
pertenecemos todos los verdaderos creyentes.

Como lo dice el apóstol Pablo, somos


miembros del único Cuerpo de Cristo (1ª Corintios 12:27),
y por la morada del Espíritu Santo formamos parte en la
comunión de los santos.

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Ser cristiano protestante

Hemos señalado que un “cristiano” es alguien que


está personal y decisivamente comprometido con
Jesucristo como su Salvador y Señor. Esto define al
individuo cristiano. Pero con el transcurso de los años el
séquito de los doce que acompañaba a Jesús creció y su
influencia se propagó por todo el orbe. Ahora el
cristianismo está considerado dentro de las más grandes
religiones del mundo.

Curiosamente, la fe cristiana al comienzo era


considerada una secta del judaísmo, de hecho la primera
comunidad (la Iglesia en Jerusalén) se componía
mayoritariamente de judíos mesiánicos. Pero luego, con el
apostolado de Pablo fueron surgiendo por toda Siria, Asia
menor, Grecia, Roma y España las comunidades gentiles,
quienes por un tiempo eran estorbadas por los judíos
mesiánicos. Así podemos ir viendo como el cristianismo a
pocos años de la resurrección de Cristo empieza a ser
culturalmente diverso y autónomo.

Las comunidades cristianas desde el siglo I pero


con mayor expresión en el siglo II van a tener matices
diversos producto de sus realidades propiamente
históricas y locales, por ejemplo; Muchas de las
comunidades Paulinas van a hacer frente a los judaizantes,
otras confrontarán a ciertos gnósticos filtrados, también

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existirá contacto con las religiones mistéricas griegas y


romanas. Según las zonas geográficas donde la fe cristiana
se establezca la comunidad de creyentes tendrá que
acentuar elementos en concordancia al contexto socio
cultural que la desafíe.

La Iglesia desde muy


temprano tendrá que hacer
sus primeros panegíricos para
erradicar las herejías. Citará
los primeros concilios, se
levantarán los incansables
apologistas y será necesario
definir el canon de los libros
autoritativos en materia de fe y de conducta. Surgirán las
primeras escuelas de teología, los primeros tratados
doctrinales e irán a la cabeza de las diversas comunidades
los que se destaquen en la defensa de la ortodoxia.

El cristianismo consta de un mismo texto (las


Santas Escrituras) y tiene al mismo Salvador, pero el
desarrollo hermenéutico, la historia de las comunidades,
los énfasis, la elaboración teológica, las realidades
eclesiásticas, la expresión litúrgica, la capacidad
magisterial y la acción pastoral es monumentalmente
diversa. Todo esto hará que la Iglesia cristiana
(exceptuando las sectas) tenga una diversidad y una
asimetría en forma pero no de fondo.

Así entonces la historia eclesiástica hablará de los


diversos movimientos cristianos identificándolos por sus

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líderes; montanistas, paulicianos, valdenses, luteranos etc.


Por sus énfasis doctrinales; monarquianos, monofisistas,
trinitarios, bautistas, presbiterianos, dispensacionalistas
etc. Por sus regiones; La iglesia de oriente, la Iglesia de
occidente, los coptos, los sirios, los anglicanos etc. Por sus
denominativos; los metodistas, el ejercito de salvación, la
alianza cristiana y misionera etc. Por marcados y
relevantes acontecimientos históricos; los iconoclastas, los
protestantes, los reformados, los pentecostales etc.

Lo hasta aquí dicho cumple el propósito de


sustentar la realidad de que no podemos disociarnos de la
forma o expresión cristiana existente. No podemos partir
en el año 33, lo que si es viable es recuperar y recobrar
hasta donde sea posible los elementos más puros de la
expresión cristiana subiendo la línea histórica de las
comunidades.

Es en esa línea histórica donde encontramos a los


cristianos con calificativo de “Protestantes”. Locución que
designa al movimiento religioso de la cristiandad
occidental que surgió en el siglo XVI. El protestantismo
fue un resurgimiento de la conciencia religiosa que
reprobó las graves y numerosas transformaciones y
alteraciones que la “Iglesia” Católica Romana infirió a las
enseñanzas de Cristo, de sus apóstoles y de la Iglesia
primitiva.

Era tan evidente la degradación doctrinal y moral


que había sufrido la iglesia oficial de la época (Católica
Romana) que tres grandes concilios convocados en el siglo

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XV trataron de reformar la iglesia en su cabeza y en sus


miembros sin tener resultados. Los tres concilios fueron: el
concilio de Pisa (1409) el de Constanza (1414-1418) y el de
Basilea (1431-1449).

Para ser honestos con la historia, hay que decir que


hubo muchos movimientos disidentes en la Iglesia
medieval que fueron precursores de la reforma
protestante. “Al empezar el siglo XII los valdenses, seguidores
del mercader francés Pierre Valdo, practicaban lo que
consideraban el sencillo y no corrupto cristianismo de la Iglesia
primitiva. El movimiento, localizado en Francia e Italia,
sobrevivió a una violenta persecución oficial y, durante la
Reforma, muchos valdenses se convirtieron al calvinismo.
Alrededor de 1380 los lolardos aparecieron en Inglaterra,
guiados por las enseñanzas del teólogo John Wycliffe, quien
negaba la autoridad de los prelados eclesiásticos (que consideraba
corruptos en el plano moral), la transubstanciación y otras
enseñanzas tradicionales, y abogaba por la fe bíblica. Los
lolardos fueron perseguidos, pero sobrevivieron e influyeron en la
Reforma inglesa.
Las enseñanzas de Wycliffe calaron en el reformador
bohemio Jan Hus, cuyos seguidores (los husitas), reformaron la
Iglesia bohemia y consiguieron una independencia virtual tras el
martirio de Hus, excomulgado por Alejandro V y quemado vivo
por orden del Concilio de Constanza en 1415. Muchos se
convirtieron al luteranismo en el siglo XVI.” (© 1993-2003
Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos)

La publicación de las 95 tesis de Lutero (31 de


Octubre de 1517) encendió la reforma protestante que

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otros desearon en el pasado. Lutero


(monje agustino y profesor de
teología en la Universidad de
Wittenberg) quiso refundar la Iglesia
desde dentro pero se topó con una
férrea oposición que le exigía
retractarse, este al no querer hacerlo
pidió que se demostraran sus errores
por medio de la Biblia, negó la
autoridad de roma y ello le significó la excomunión.

El movimiento de reforma fue denominado


“movimiento protestante”. De este movimiento
emergieron tres importantes tradiciones: la luterana, la
calvinista y la anglicana. Estas tres tradiciones tienen
marcadas diferencias de ceremonias, liturgias y algunas
interpretaciones doctrinales. Sin embargo, coinciden en lo
que podríamos denominar las columnas del movimiento
protestante.
1. Rechazo a la autoridad del papa como cabeza
visible e infalible de la Iglesia de Cristo (solo Cristo
es la cabeza de la Iglesia).
2. Firme adherencia a la Biblia como única palabra
infalible de Dios, regla autoritativa de fe y de
práctica en oposición a la tradición y a los dogmas
inventados por el magisterio romano (solus
scriptura).
3. La salvación como don gratuito de Dios, don
ganado y comprado por la obra redentora de Cristo
y concedido no a los que hacen obras meritorias
sino a los que solamente creen en el amor redentor

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de Dios (salvation solus gratia, solus christous,


solus fides).

De estas tres importantes tradiciones protestantes


van a surgir las más importantes obras de teología que se
conservan en la historia de la cristiandad. La
sistematización de la doctrina cristiana mediante textos
doctrinales, catecismos y confesiones de fe tendrá una
erudición inigualable (aunque no infalible). La reforma de
la Iglesia no anulará la trayectoria vivida pero sí buscará
depurarla de todo lo que eclipse el mensaje del evangelio.
El llamado de Lutero no fue fundar una nueva iglesia sino,
hacer volver a la enseñanza de los apóstoles la que ya
existía.

El movimiento de restauración gestó lo que a la


época parecía una nueva tradición, una nueva cultura y
nuevas costumbres que buscaban recobrar lo mejor de la
antigua tradición eclesial. Así entonces, la Iglesia
protestante no es una nueva Iglesia sino un regreso a la
antigua fe dada a los santos una vez y para siempre.

Entiéndase ahora lo que significa ser un cristiano


de formación protestante. Es un cristiano que ha recibido
la fe bíblica desde la interpretación y tradición reformista,
dicho cristiano identifica sus convicciones con las bases
doctrinales del movimiento al considerarlas
profundamente bíblicas. Este cristiano protestante y no
romano se deleita en la riqueza doctrinal vertida en uno de
los mejores periodos confesionales de la historia, el mejor
tiempo de la sistematización teológica en donde las

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columnas transversales de la doctrina cristiana se


establecieron de manera muy definida.

Sin embargo, la protesta de Lutero no alcanzó ha


tener la capacidad de “reformas” que se deseaban y
esperaban. Lutero dejó a su movimiento con las imágenes
de la devoción romana, con algunas doctrinas del
papismo, mantuvo la unión de la Iglesia y el estado entre
otras cosas.

La reforma de Lutero fue deficiente, la separación


de roma no fue substancial. En ese desencanto surgió el
movimiento anabaptista quienes fueron conocidos como
los “radicales” y que intentaron depurar la Iglesia que
Lutero no había logrado reformar. Sin embargo, el
movimiento tuvo graves excesos que resultó ser peor el
remedio que la enfermedad.

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Ser Cristiano Protestante


de tradición reformada

Ya he indicado que el movimiento protestante tuvo


tres importantes tradiciones: la luterana, la calvinista y la
anglicana. De estas tres, la que quedó definitivamente con
el calificativo de “reformada” fue la tradición calvinista.
Un prestigioso diccionario de eclesiología señala
que “Iglesias Reformadas es el nombre que llevan las iglesias que
surgieron de la reforma Suiza, la cual fue iniciada por Zuinglio,
Ecolampadio y Bullinger, y desarrolladas principalmente por
Calvino. Esta reforma se extendió de Suiza a Alemania, Francia,
Holanda, la Gran Bretaña, Hungría y en algunos otros países de
Europa…” (Diccionario de historia de la iglesia- editorial
Caribe- 1989).

“La doctrina calvinista se basa en la tradición teológica


paulina y agustiniana. Dentro de sus dogmas más importantes
se incluye la creencia en la soberanía absoluta de Dios y la
doctrina de la justificación sólo por medio de la fe. Lo mismo que
el reformador religioso alemán Martín Lutero, Calvino rechazaba
el hecho de que los seres humanos fueran capaces de gozar del
libre albedrío después de la caída de Adán, pero Calvino llegó
incluso más allá de Lutero en la elaboración de una doctrina de la
predestinación (algunas personas han sido elegidas por Dios para
salvarse, mientras que otras son pasadas por alto). Calvino
también compartía la idea de Lutero de que la Biblia constituía la

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única norma para una vida de fe, aunque no estaba de acuerdo


con Lutero en la defensa que éste hacía del sometimiento del
Estado a la Iglesia, como tampoco en su teología sobre la
Eucaristía. Muchos de los principios del calvinismo tuvieron
fuertes implicaciones sociales” (Microsoft ® Encarta ® 2006. ©
1993-2005 Microsoft Corporation. Reservados todos los
derechos).

Reconociendo que el eje


principal de la teología
reformada es la doctrina de la
soberanía de Dios, también
están aquellos eslabones
fundamentales que diferencian
a estas comunidades de la
protestante luterana. Me
refiero a los denominados
cinco puntos del calvinismo.
1. La elección incondicional (Dios soberanamente
elige a los que él va a salvar).
2. La depravación total del hombre (el hombre está
inhabilitado para convertirse y para creer el
evangelio).
3. La expiación limitada (Cristo satisfizo por todos
los elegidos. Por toda la Iglesia).
4. El llamamiento eficaz (El Señor llama y convierte
a todos los elegidos por quienes Cristo murió).
5. La perseverancia de los santos (los elegidos y
regenerados no podrán caer jamás de dicho
estado de salvación pues Dios perseverará en la
preservación de los elegidos).

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Además de este ordo salutis (orden de salvación)


propio de las congregaciones reformadas, va a existir una
antropología muy amplia sobre la cultura y el orden social
o temporal que establecerá qué: toda la vida debe ser
vivida para la gloria de Dios (soli Deo gloria). Esto hará
que el sistema reformado sea una cosmovisión cristiana
capaz de trascender los límites de la vida eclesial hacia una
cristianización de todas las esferas.

Lo otro importante que sucederá entre los


cristianos protestantes de tradición reformada tiene que
ver con la eclesiología. La eclesiología reformada retomará
el gobierno bíblico de presbiterios locales (cuerpo de
ancianos), en donde las asambleas tendrán un gobierno
representativo, autónomo y totalmente separado del
estado.

Ser cristiano protestante de tradición reformada


nos distancia más de la iglesia de roma y nos acerca más
hacia la recuperación de la tradición primitiva. Ser
cristiano protestante de tradición reformada es sostener
bases confesionales bíblicas, y es identificarse con un
movimiento que fue capaz de romper con el
enmarañamiento papista que el luteranismo no logró
eliminar del todo. Ser cristiano protestante de tradición
reformada es hacer de la teología una forma de vida, es
hacer de la teología la madre de las ciencias ya que somete
todo saber a la soberanía y gloria de Dios. Es anhelar y
trabajar desde la base de la sola Scriptura en la
construcción de la “Civitas Dei.”

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Epílogo
Algunas personas no pueden entender que la
Iglesia cristiana es como el organismo de un ser humano.
La persona humana por creación trae compactada en una
célula llamada cigoto todo el desarrollo evolutivo que
progresará hasta alcanzar la óptima etapa de madurez.
Tomará tiempo, existirán innumerables procesos y en
todos ellos existirá la presencia invaluable de una persona
en formación.

Con la Iglesia cristiana sucede lo mismo; todo el


potencial de esta se encuentra en su origen, pero debe
crecer, debe desarrollarse hasta alcanzar su madurez
plena. Los procesos históricos de la Iglesia son
innumerables y todos ellos son esencialmente valiosos.
Pero al igual como el cuerpo humano que tiene etapas
cruciales que son irrepetibles de los que se desencadenaran
periodos de crecimiento estable, así también la Iglesia tiene
etapas concluyentes que van a gestar su personalidad y su
identidad. Parte de esas etapas claves del desarrollo es la
reforma protestante que aportó a la cristiandad de todos
los tiempos un bagaje teológico, cultural e histórico que
con certeza definió los rumbos de la actual Iglesia que
peregrina por los diversos caminos de la historia.

A algunos les gustaría volver al periodo de la


naciente Iglesia cristiana, a la etapa de la infancia, al
periodo en que mucho del recurso con la que este Cuerpo

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de Cristo estaba dotado aún no se desarrollaba. Estaban


las bases pero aún no estaban amenazadas.
No podemos negar que existieron diversos
movimientos que fueron desenvolviendo y pigmentando
la identidad del cristianismo. Pero, tampoco se puede
negar que las etapas de crecimiento más enriquecedoras de
esta se gestaron en la reforma del siglo XVI con los pre
reformistas, los protestantes y los reformadores.

Personalmente, creo que ser cristiano protestante


de tradición reformada es identificarse con una escuela
sólida que alcanzó un elevado desarrollo teológico
sistemático. Es ser portador de una exquisita tradición que
exalta como ninguna otra la autoridad de las Sagradas
Escrituras, exalta la gracia redentora de Dios y exalta la
soberanía indiscutible del Señor.

Creo que ser cristiano educado en la escuela


protestante y enriquecido en la tradición reformada
incuestionablemente cultiva una vida entregada a la mayor
gloria de Dios, creo que entrega las herramientas para
construir el Reino del Señor y nos entrega una cosmovisión
que se añade a las cuatro solas de Lutero: Sola Gratia, Sola
Christous, Sola Fide, Sola Scriptura y Sola Dei Gloria.

Soli Deo Gloria.

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