Está en la página 1de 115

1

UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CÓRDOBA

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES

MAESTRÍA EN FILOSOFÍA, RELIGIÓN Y CULTURA


CONTEMPORÁNEAS

TRABAJO FINAL

LA VOLUNTAD DE DIOS COMO PODER VIOLENTO.

UN ACERCAMIENTO A TRES TEXTOS DE JOSÉ SARAMAGO

MANUEL FELICIANO RODRÍGUEZ

2018
2

ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................................. 3
II. LA VOLUNTAD DE DIOS: APROXIMACIONES ..................................................................................... 8
II.1. TRADICIÓN BÍBLICA............................................................................................................................... 9
II.2 DOGMÁTICA ECLESIAL ........................................................................................................................ 13
II.3 CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA ........................................................................................... 16
II.4 EL FACTOR DIOS .................................................................................................................................... 24
III. LA GLORIA DE DIOS ES LA MUERTE DEL SER VIVO .................................................................... 33
III.1. EL SACRIFICIO SANGRIENTO COMO MODELO DE LO AGRADABLE ....................................... 34
III.1.1 EMBARAZO, NACIMIENTO Y PERSECUCIÓN ........................................................................... 34
III.1.2 LIBERTAD, CULPA Y CASTIGO ................................................................................................... 44
III.1.3 ENTRE DIOS Y EL DIABLO: EL ENCUENTRO EN EL LAGO ................................................... 51
III.1.4 EL SACRIFICIO PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS ............................................................ 67
III.2. LAS VÍCTIMAS DE DIOS. ..................................................................................................................... 73
III.2.1 CAÍN Y SU MARCA ......................................................................................................................... 74
III.2.2 LOS NIÑOS: ISAAC, SODOMA Y GOMORRA ............................................................................. 77
III.2.3 LA FELICIDAD HUMANA .............................................................................................................. 80
III.2.4 LA HUMANIDAD Y EL RESTO DE LA CREACIÓN .................................................................... 83
III.3. LOS ALIADOS DE DIOS. ...................................................................................................................... 86
III.3.1 ISRAEL .............................................................................................................................................. 87
III.3.2 LA IGLESIA ...................................................................................................................................... 89
III.3.3 LA INQUISICIÓN Y OTROS PROFETAS ...................................................................................... 92
IV. CONSIDERACIONES FINALES ............................................................................................................. 103
V. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................................ 112
3

I. INTRODUCCIÓN
4

José Saramago (1922-2010) ha hecho de su literatura un medio para deconstruir los


relatos que, de manera inconsciente, han dado forma a su contexto histórico. Uno de estos
relatos es la religión judeocristiana que, incluso sabiéndose y mostrándose ateo, ha dado lugar
a una manera de concebir la sociedad, especialmente en lo referido a la constitución del poder.

La presente investigación versará acerca de cómo el poder es legitimado desde la


religión, en especial por el concepto “voluntad de Dios”. Si bien, como veremos en el marco
teórico, “Dios” ha sido una constante en Saramago, nos limitaremos a tres textos que presentan
de manera directa la cuestión religiosa, a saber: las novelas El Evangelio según Jesucristo
(1992) y Caín (2009) y la pieza teatral In nomine Dei (1993). La voluntad divina como concepto
nos permitirá vislumbrar las consecuencias que trae basar la organización en social en una
noción que imposibilita cualquier tipo de cuestionamiento racional.

La profundización de estos textos nos permitirá responder a las siguientes inquietudes:


¿Cómo se lo caracteriza a Dios, su voluntad y su relación con sus creyentes, la creación y los
demás dioses? ¿Cuál es el lugar que tienen los aliados de Dios para hacer su voluntad? ¿En qué
sentido Jesús, la Iglesia y los creyentes realizan la voluntad de Dios? ¿Cuál es el beneficio de
los ministros de la Iglesia de ser los conocedores de la voluntad divina, ser sus intérpretes y el
instrumento especial de la divinidad para comunicarse con la humanidad? ¿Cómo se logra
legitimar, basados en la voluntad de Dios, un estilo de vida particular y universalizarlo a un
contexto diferente del que surgió? ¿Cómo se caracteriza el lenguaje/discurso religioso que crea
y regula la sociedad que describe Saramago?

Estas preguntas tienen por objetivo poner de manifiesto la crítica al poder religioso que
hace José Saramago. Por otro lado, nos acercarán a una comprensión más acabada de la cuestión
de la violencia legitimada a través del lenguaje religioso, al mismo tiempo que podremos
vincular la voluntad divina que, en su ansia de poder, exige el sacrificio de Jesús, de los mártires
y la exclusión del diferente, con el discurso y el poder de la Iglesia Católica, especialmente por
sus ministros. A su vez, el acercamiento a los textos saramaguianos nos dará algunas pistas para
comprender la relación entre el cumplimiento de la voluntad de Dios y el fanatismo religioso
occidental.

Para ello, tendremos el siguiente supuesto: en la obra de José Saramago, Dios es el


político que no escatima medios para alcanzar sus fines. La voluntad de Dios se convierte en
responsable del horror venido a cuento desde la creación, universalizada a causa de la historia
y el sacrificio de Jesús y prolongada por la acción de la Iglesia. Según El Evangelio según
5

Jesucristo, Dios tiene como finalidad extender su poderío sobre la tierra. En efecto, había sido
Dios de los judíos durante más de cuatro mil años. Con el sacrificio-martirio de Jesús, Dios
llegaría a ser el Dios de tierras y gente no judías originariamente. La muerte martirial se
convierte en el elemento que destruirá el poder de los Dioses de otras latitudes, con los que, de
acuerdo con otro pasaje del texto saramaguiano, convive y lucha el Dios judío. La multitud de
seguidores de Jesús que también fueron martirizados, sumando las guerras entre cristianos de
una y otra denominación, conjugando el placer por la sangre y el ansia de poder de Dios, será
una prolongación de la fortaleza del mensaje cristiano. De esta manera, lo propio de Dios no es
solo su poder, que no es una relación entre fuerzas, sino que es violento, es decir, destruye lo
que entra en relación con él.

Ahora bien, la hipótesis que intentaremos demostrar es la siguiente: que Dios exista no
es el problema, sino que tiene un plan para el ser humano. Basado en el concepto de revelación,
la religión bíblica se adjudica el conocimiento de la voluntad de Dios. Al ser independiente del
ser humano, la voluntad divina está fuera del alcance humano, a excepción del que la ha
recibido. Por esto mismo, se crea una división en la humanidad: los que la conocen y los que
no. Ello basa una relación asimétrica entre los grupos, que legitima el avasallamiento sobre las
demás naciones y justifica, incluso, la muerte violenta del que no asimila su doctrina.

Por otro lado, Saramago utiliza dos de las figuras más importantes en el imaginario
religioso para mostrar la irracionalidad del catolicismo tradicional. El Diablo y Caín se
mostrarán como ejemplos de vitalidad en contra de lo establecido por el canon religioso.
Saramago invierte, de esta manera, los valores y ejemplos tradicionales, para mostrar que, en
el fondo, el pensamiento religioso no armoniza con el sentido común.

En vistas del tema y problema a estudiar, se hace necesario proponer tres lecturas
diversas, pero conectadas entre sí. La primera lectura apunta al conocimiento de la obra
saramaguiana como tal como aparece publicada. Si bien esta aproximación no estará redactada
en el trabajo final, es la que posibilita las interpretaciones posteriores. La segunda lectura
establecerá las características de la sociedad regida por el dogma religioso. La razón de esta
segunda lectura apunta a la normatividad del lenguaje religioso, no solo en el ámbito privado,
sino en la creación de una sociedad que juzga a partir de la religión. La última lectura, como se
ha insinuado, es la lectura propia de la religión judeocristiana que critica Saramago.

La progresiva deconstrucción de los textos de Saramago es, en realidad, la introducción


en la médula de su pensamiento crítico sobre la sociedad en la que vivió. Vale remarcar que,
6

para Saramago, no hay una crítica abstracta a la actitud religiosa del humano, sino al discurso
religioso de la Iglesia Católica que, bajo el estandarte de una verdad inaccesible a la razón,
justifica el desprecio a la vida y, especialmente, el lugar de poder de sus ministros.

El trabajo estará dividido en dos grandes partes, a saber:

a) La primera de cuño conceptual, en la que desarrollaremos aproximaciones al concepto


de “voluntad de Dios”, comenzando por la Biblia, por ser el libro sagrado del judeocristianismo,
continuando por la sistematización dogmática del concepto y finalizando por el tratamiento
magisterial. En estas últimas, la cuestión es demasiado amplia, por lo que nos limitaremos a
considerar la reflexión de dos teólogos de los cuales no se puede dudar su ortodoxia y la
presentación que hace el Catecismo promulgado por el papa Juan Pablo II. Ello nos dará un
pantallazo de la importancia que tiene la Iglesia, en general, y algunos hombres de su jerarquía
en particular. Terminaremos esta parte al tratar la cuestión desde el punto de vista de Saramago,
quien, lejos de obviar la cuestión religiosa por su ateísmo, reflexiona sobre los frutos que
produjeron las religiones, en especial el judeocristianismo, en la humanidad.

b) La segunda parte nos sumergiremos en los tres textos antes mencionados. En la


primera sección, dedicada a El Evangelio según Jesucristo, veremos lo sucedido con Jesús, su
culpa por haber sido escogido por Dios y el germen del dolor humano producido por las ansias
de poder de Dios. Jesús será el primero de una extensísima lista de mártires a causa del
cumplimiento de la voluntad divina. La segunda sección, dedicada a Caín, tomamos en
consideración a este personaje denostado por la Biblia, pero que, a diferencia de este, tiene
razones de peso para actuar como lo hizo. Su conducta es la del rebelde que ha sido injuriado
por Dios. Caín es el líder de un grupo de víctimas de Dios, testigo de las aberraciones más
insensatas justificadas por ser mandato divino, pero también un astuto personaje que intenta
hacer justicia. La última sección está dedicada a los aliados de Dios. En este momento
tomaremos en consideración partes de los libros antes citados como la totalidad de In nomine
Dei. La particularidad de este segmento es que veremos que, para que la voluntad de Dios sea
ejecutada, es necesaria la colaboración de un grupo elegido de humanos quienes no dudan en
utilizar la violencia con tal de que Dios sea glorificado. De esta manera, se pondrá de manifiesto
que, en la práctica, no hay diferencia entre el poder de Dios y el poder del grupo escogido. Cada
uno de estos grupos se sienten una parte privilegiada, por lo que su lugar de preponderancia es
evidente, pero que, al estar basados en la voluntad divina, no pueden ser juzgados por nadie que
7

haya entrado y aceptado las reglas de la religión. Su autoridad será suprema e inapelable como
es supremo e inapelable el poder de Dios.
8

II. LA VOLUNTAD DE DIOS: APROXIMACIONES


9

II.1. TRADICIÓN BÍBLICA

Son dos las características que sobresalen al comparar la tradición bíblica con otras
expresiones religiosas. La primera de ellas es el monoteísmo. Los demás pueblos creían en
varios dioses que se representaban antropomórficamente, mientras que la Biblia expresa la
trascendencia de Dios, cualidad que prohíbe hacerse una imagen de él, sea con figura humana
como de la naturaleza. La otra cuestión especial es que existe una relación personal entre Dios
y su pueblo. Esta última característica muestra un salto cualitativo si se la compara con la
especulación filosófica. Israel cree en su Dios al escrutar su historia y no por abstracción
racional. Con esto, se afirma que a Dios se le dan todas las facciones de una persona.

A la concepción personal de Dios corresponde el que Dios sea capaz de todas las
mociones que puede tener una persona: amor, ira, arrepentimiento y otros
sentimientos. Mas, aunque se le pueden aplicar propiedades humanas, sin
embargo, no se le puede comparar a ningún ser humano (Os 11, 9). El Dios
trascendente que habita en una luz inaccesible, está por encima del tiempo y el
espacio y por eso es único en su divinidad, intraducible en imágenes e ilocalizable
(cf. Ex 20, 4). Es el rey eterno (Is 52, 7), dominador sobre todos los reinos del
mundo (Is 37, 16)1.

Por hablar de Dios en sentido personal, la fe de Israel se trata de una respuesta a la


iniciativa de Dios que, de entre los pueblos, elige a Israel como su propiedad. La principal
característica de Dios es su santidad, pero que no tiene un sentido moral, sino ontológico. Esto
quiere decir que la santidad de Dios está orientada a su trascendencia respecto del mundo. La
consecuencia de todo ello es la imposibilidad de conocer directamente a Dios, sino que este
“sale de su ocultamiento mediante su palabra y su actuación reveladoras y se comunica a su
pueblo mediante pruebas siempre nuevas de su poder y gloria”2. De aquí surgen dos
propiedades de la fe bíblica: por un lado, la voluntad de Dios es su fundamento y, por el otro,
la escucha de su Palabra es condición de posibilidad para conocer lo que Dios está revelando.

Sobre el primer punto, vale decir que la Biblia no da una definición específica sobre la
voluntad divina, pero los especialistas están básicamente de acuerdo en que se trata de la
intimidad de Dios que traza un plan para la humanidad y el resto de la creación. De acuerdo

1
L. COENEN, E. BEYREUTHER – H. BIETENHARD, Diccionario teológico del Nuevo Testamento vol. II,
Sígueme, Salamanca, 1990, 32.
2
Ídem.
10

con el biblista Xavier Leon Dufour, la voluntad de Dios se identifica con su designio. En su
vocabulario bíblico, se lee lo siguiente:

La voluntad de Dios, en su objeto esencial, coincide con su designio. ‘Dios quiere


que todos los hombres se salven’ (I Tim 2,4), escribe san Pablo recapitulando los
oráculos proféticos y el mensaje de Jesús. Todas las manifestaciones de la
voluntad divina a lo largo de la historia se reúnen así en un plan de conjunto que
las coordina, en un designio de sabiduría; sin embargo, cada una de ellas atañe a
un acontecimiento particular, y precisamente para aceptar el dominio de Dios
sobre este acontecimiento ora el hombre: ‘¡Hágase tu voluntad!’ Así la historia ya
pasada revela el designio de Dios en su carácter eterno; así también el hombre,
cuando se somete a la voluntad de Dios, se vuelve hacia el porvenir con confianza,
pues sabe de antemano que es guiado por Dios3.

La voluntad de Dios permite comprender los acontecimientos particulares desde la


perspectiva de un plan mayor solo conocido por Dios. Esto se traduce en que, después del
pecado humano, la voluntad de Dios se ha manifestado a personas o grupos particulares que
luego lo darán a conocer al resto. En efecto, la voluntad de Dios sobre el primer hombre se
manifiesta como bendición al entregarle el poder sobre los animales y darle una compañera
ideal, pero también se convierte en limitación de la libertad humana (“No comerás…”).

Entonces se inicia el drama: Adán, en lugar de reconocer en esta prohibición una


'prueba 'educadora destina a mantener su dependencia en el seno de una libertad
real, la atribuye a una voluntad celosa de su supremacía y desobedece (3,5ss).
Cuando se inicia el diálogo por iniciativa de Dios (3,9), la voluntad divina se ha
convertido para la serpiente en 'maldición (3,14), para el hombre y la mujer
anuncio de 'castigo iluminado por una perspectiva de 'victoria final (3,15-19).4

A partir de este momento, el conocimiento de Dios no es inmediato ni universal, sino


que es revelado a un pueblo en concreto, Israel, que, luego de la liberación de Egipto, guía hasta
la tierra prometida. En este contexto es cuando Dios otorga la ley, entendida no como un recorte
de la libertad recibida, sino como una expresión estable y cercana de Dios para comprender su
voluntad. Han sido los salmistas los que más exaltado la bondad de la ley y el fruto delicioso
que otorga su cumplimiento (por ejemplo, “Enséñame a hacer tu voluntad” – Salmo 143,10).

Ahora bien, la necesidad de intermediarios entre Dios y su pueblo muestra la


importancia que tienen los profetas como los portavoces de Dios5. Estos, al hablar de la
voluntad de Dios, muestran la soberanía y eficacia de esta sobre su creación. De esta manera,
la voluntad divina es omnipotente, independiente de la realidad creada, al punto de tener a sus
órdenes la acción de la naturaleza. Ante semejante muestra de poder, la criatura humana se

3
X. LEON-DUFOUR, Vocabulario de teología bíblica, Herder, Barcelona, 1965, 846,847.
4
Ibid., 847. Las citas entre paréntesis corresponden al libro del Génesis.
5
L. COENEN, E. BEYREUTHER y H. BIETENHARD, Diccionario teológico del Nuevo Testamento vol. III,
Sígueme, Salamanca, 1993, 204
11

siente tentado a rebelarse, aunque la Escritura recuerda su radical dependencia, semejante a lo


que sucede con la arcilla y el alfarero. Es una lucha desigual e infructuosa, por lo que “la criatura
debe humildemente adorar la voluntad de su creador dondequiera que se manifieste”6. El
resultado de la adoración no es una renuncia a la inteligencia, sino un acto de fe en la sabiduría
de Dios.

La adoración del misterio no reposa en una abdicación de la inteligencia, sino en


una fe profunda, en la justicia de Dios, en un conocimiento del consejo, del
designio, de la sabiduría, que presiden la ejecución de su voluntad. Ningún
entendimiento humano puede concebirla (Sab 9,13), pero la Sabiduría da su
inteligencia a quien se lo ruega (9, 17). Entonces se reconoce que «el plan de Dios,
los pensamientos de su corazón permanecen de edad en edad» (Sal 33,11), a
diferencia de los de los hombres (Prov. 19,21)7.

La ley indica que la libertad humana debe amoldarse a la voluntad de Dios. Esto quiere
decir que el mero conocimiento de la ley no es suficiente para someterse a ella, sino que supone
un esfuerzo libre de parte del humano para cumplirla. La historia de Adán sirve como ejemplo
de toda historia humana, significando esto que el humano, además de ser libre, es responsable
de sus actos, por lo que se arroja a sí mismo la bendición o la perdición. Sin embargo, la
voluntad divina de castigar la rebeldía no es implacable, sino que se complace en la conversión
del pecador, dándole nueva vida.

En contraste, existe la esperanza de que surja un servidor que hará lo que agrada a Dios,
que, a su vez, será un enviado divino. Esta promesa se hace patente en la predicación,
especialmente al mostrar su predilección por los humildes. y vida de Jesús de Nazaret, expuesto
en la oración de Getsemaní, en la que Jesús pide ser liberado del sufrimiento, pero, al final,
tuerce su voluntad adhiriéndola a la voluntad de Dios8.

El segundo punto crucial de la fe bíblica es la escucha. Dado que Dios no puede ser
representado físicamente y sumado a que es el que toma la iniciativa en la relación con su
pueblo, se convierte en una obligación impostergable la escucha de la Palabra de Dios que
expresa lo que Dios quiere revelar. En la terminología bíblica, se marca la diferencia entre “oír”
y “escuchar”, otorgándole al primer verbo la acción de percibir sonidos, mientras que la segunda
implica la aceptación espiritual de lo percibido. Es decir, “oír” es una sensación, mientras que
“escuchar” supone el sometimiento a la voluntad de Dios. De esta manera, se pone de
manifiesto la relación entre escuchar y obedecer y la importancia que tiene en el texto bíblico.

6
X. LEON-DUFOUR, Vocabulario de teología bíblica, 848
7
Ídem.
8
Cf. Ibid., 848-850.
12

“Dios sale al encuentro del hombre en su palabra, teniendo este como tarea escucharla”9. Israel,
de este modo, se convierte en el pueblo que, habiendo escuchado la palabra de Dios, obedece
lo que está escrito en la ley hasta en sus mínimas expresiones. Con el correr del tiempo y la
dispersión de los judíos por otros países, la escucha de la ley se torna como centro del culto
sabático junto con los sacrificios del templo de Jerusalén. En estas circunstancias, la sinagoga
aparece como el lugar que reúne a los judíos que estaban fuera de Palestina, teniendo un lugar
de privilegio la recitación de la Shemá Israel (“Escucha, Israel”). Esta oración, constituida a
partir de fragmentos bíblicos, además era recitada diariamente por el judío piadoso, siendo “una
obligación que emanaba de la exigencia de vivir y de confesar su fe”10. La predicación en la
sinagoga, si bien estaba abierta a cualquier miembro, llegó a formar una clase de especialistas,
los rabinos, cuya interpretación, primeramente oral, fue fijada en la Mishná y en el Talmud. De
esta manera, una nueva clase toma importancia en la sociedad judía, más todavía si se toma en
cuenta que, para los rabinos, la revelación se había clausurado y solo quedan ecos tardíos de la
revelación, “sin que tenga ninguna obligatoriedad doctrinal para los rabinos”11.

A diferencia del Antiguo Testamento, en el que Dios habla por sus profetas, en el Nuevo
Testamento, Dios se revela a través de la palabra y acción de Jesús, su Hijo. Jesús, en el sermón
de la montaña (Mateo 5-7), se encarga de explicar la voluntad de Dios expresada en la ley,
siendo su palabra más poderosa que la de los antiguos. De todas maneras, existe una continuidad
con el Antiguo Testamento: el escuchar se completa en la obediencia. Por esto mismo, la
escucha, de suyo, no implica la aceptación de la fe.

Sin embargo, existe una nueva posibilidad: aquellos que nunca escucharon la revelación
del Antiguo Testamento pueden estar abiertos a la predicación del Evangelio. Los primeros
encargados de extender por toda la tierra el mensaje de Jesús fueron los apóstoles, por lo que la
Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, se fundamenta en su fe y predicación. Mediante el mensaje
apostólico, han sido revelados los misterios ocultos desde siempre y por medio de la comunidad
se ha difundido por todo el cosmos. El apóstol llama a los pueblos no judíos a aceptar la Buena
Noticia. En este proceso, los apóstoles tienen una autoridad semejante a la de los profetas del
Antiguo Testamento, por lo que se produce una equiparación entre escuchar a Jesús y escuchar
a los apóstoles. Estos últimos exhortan a la obediencia como Jesús obedeció hasta la muerte de

9
L. COENEN, E. BEYREUTHER y H. BIETENHARD, Diccionario teológico del Nuevo Testamento vol. III,
204.
10
Ídem.
11
Ídem.
13

cruz la voluntad de Dios, que supone una reverencia especial hacia el apóstol por el cual Jesús
habla. La aceptación es la que trae la justificación, sin la que es imposible la salvación, pero
aparece como correlato el mandato de tener un comportamiento acorde con el mensaje recibido.

La obediencia a Cristo es la de la fe; ésta es la obediencia que quiere implantar


entre los pueblos el apóstol encargado del anuncio de la buena nueva (Rom 1, 5;
16,26). En esa misma obediencia piensa Pablo en Rom 15,18; 16,19; incluye el
sometimiento al apóstol, por el que Cristo habla (2 Cor 7, 5; 13, 3; 10, 5 s; Flm
15). Es obediencia a la predicación, que trae la justicia (Rom 6,16 s), y a la verdad
(1 Pe 1,22) … Por doquier se encuentra en el fondo la idea de fe como acto de
obediencia; la que se ejercita respecto de Cristo es inseparable de la que se
practica respecto a sus mensajeros y al mensaje que ellos anuncian. Esa
obediencia tiene que traducirse también en la vida de los cristianos. Como
escarmiento del AT se menciona en Hech 7, 39 a los israelitas, que negaron la
obediencia debida a Moisés. Y viceversa, en Heb 11, 8 se presenta a Abrahán
como ejemplo de obediencia creyente. 12

Estas reflexiones nos han dado una radiografía de la concepción divina y antropológica
que nos ofrece la Biblia. Por la fe, el creyente conoce más a fondo su condición humana. De
acuerdo con Xabier Pikaza, mientras que Dios expresa su voluntad de manera libre, por lo que
su intención respecto de la creación es imposible de conocer más que por la revelación, la
humanidad se comprende como “oyente de la Palabra” de Dios compartida con los semejantes.
De esta manera, la “la antropología bíblica puede entenderse como revelación o despliegue de
Dios que se va manifestando a sí mismo a través del despliegue o revelación de la historia de
los hombres”. El texto bíblico es testigo de la revelación de Dios en la vida de los hombres.
Esta afirmación ha de entenderse en un sentido universal, no solo en el marco de la historia de
las religiones, “sino también en el conjunto de la historia humana” 13.

II.2 DOGMÁTICA ECLESIAL

Luego de haber visto que, en la tradición bíblica, la revelación voluntaria de Dios


permite la existencia de un poder sagrado por parte de ciertos elegidos, vamos a tratar acerca

12
L. COENEN, E. BEYREUTHER y H. BIETENHARD, Diccionario teológico del Nuevo Testamento vol. III,
208.
13
X. PIKAZA, Diccionario de la Biblia. Historia y palabra, Verbo Divino, Estella, 2007, 896.
14

de la reflexión dogmática católica sobre la importancia del que reflexiona y hace comprensible
el mensaje evangélico al mundo contemporáneo.

Los autores Johann Auer y Joseph Ratzinger, luego papa Benedicto XVI, escribieron
una serie de manuales, en los que presentan los diversos tratados teológicos. Para el objeto de
esta investigación, nos detendremos en la cuestión de Dios y su relación con el mundo, en el
que se incluye al ser humano. Para este fin, postula dos maneras de encarar el problema: la
primera, vista desde Dios, mientras que la segunda, sin carecer de reflexión teológica, lo hace
partiendo de la realidad secular del mundo.

Sobre la primera manera, los autores asumen que la acción de Dios no puede no tener
algún tipo de orientación. Dicho de otra manera, el mundo, por ser creación de Dios, debe tener
un lugar dentro en la inteligencia de Dios. En efecto, dice lo siguiente:

De cara a una actitud piadosa delante de Dios, que es el incomprensible y el


inefable, la cuestión a que nos referimos puede no tener ninguna razón de ser y
ningún sentido. Nuestra reflexión teológica acerca de Dios tiene que partir de la
idea de que la acción de Dios no puede carecer de objeto y de significado en
cuanto es esencial en el espíritu el que, obrando, conozca un orden o lo engendre 14.

Ahora bien, ¿cuál es el plan para la creación? ¿Cuál es el plan que unifica el accionar
de Dios desde la creación hasta el fin del mundo, incluyendo la revelación de Cristo? En este
punto, el texto se distancia de la reducción antropológica de la filosofía moderna que veía en la
felicidad del hombre el fin último de la acción de Dios. Aunque tiene sus reservas al considerar
que la creación tiene como objetivo la consecución o aumento de la felicidad divina, se inclina,
citando un sínodo del siglo XIX, en afirmar que la revelación persigue la glorificación de Dios,
a la cual ha de “subordinarse la felicidad de las criaturas y especialmente la de los hombres…
La gloria de Dios es de orden superior a la felicidad de los hombres”15. Este doble propósito,
aunque diversos en orden e importancia, elimina la reducción de Dios a una mera abstracción,
en el caso de la sola glorificación divina, como el achicamiento de Dios a los fines humanos.

De lo anterior se desprenden tres consecuencias16, a saber: Dios, desde la plenitud de su


bienaventuranza, y en un acto soberanamente libre, crea el mundo, significando que, su primera
actitud, es el amor; el mundo se completa y llega a la conciencia de sí mismo a través del
humano. De esta manera, el ser humano llega a ser la corona de la creación, desvelándose como

14
J. AUER – J. RATZINGER, Curso de teología dogmática. Tomo III. El mundo creación de Dios, Herder,
Barcelona, 1979, 120.
15
Ídem, 122.
16
Cf. Ídem, 123-124.
15

imagen de Dios; por último, el humano es capacitado para “ser respuesta de la creación a la
palabra del creador”. Esto quiere decir que la creación, dependiente de la obra y amor de su
creador, culmina en la respuesta libre del humano a Dios y a sus semejantes. En esta primera
visión desde Dios, la creación en conjunto llegará a su plenitud al final de los tiempos, cuando,
por Cristo, Dios llegue a ser “todo en todo” (san Pablo).

A continuación, el texto se detiene a la meditar sobre el mundo desde el mismo mundo,


así como la idea que tiene el hombre sobre el mundo y sobre sí mismo. Para comenzar, vale
distinguir entre mundo profano y mundo secularizado. El mundo profano se refiere al mundo
comprendido desde sí mismo, desmitologizado, siendo el campo del conocimiento científico,
pero sin negar explícitamente a Dios. Dicho de otra manera, esta concepción afirma la
autonomía de la realidad mundana, pero no se reniega de la fe. El mundo secularizado se
comprende como meramente inmanente, eliminando la posibilidad del control supra mundano.
La última comprensión es incompatible con la de la Biblia. Claramente, sobre estas dos
maneras, las próximas reflexiones se basarán en una interpretación profana del mundo.

Siguiendo su alegato, el texto hace un recuento de las novedades que trajo el avance
técnico y científico, cuya constante es que la evolución humana, a la vez que supera ciertos
problemas, genera nuevas situaciones a resolver. Así, por ejemplo, el crecimiento demográfico
significa un replanteo no solo en la alimentación mundial y la regulación natal, sino también en
la “cuestión del reparto del espacio y en la intervención político-militar de los distintos grupos
y pueblos”17. A su vez, la actuación del hombre sobre el cosmos debe conllevar una superación
de la mera supervivencia por un orden justo, no evidente por sí mismo, sino que invoca una
generosidad humana que permita nivelar las diferencias entre países ricos y países pobres. En
definitiva, la evolución humana no puede limitarse a su desarrollo técnico, algo que queda
patente en la Segunda Guerra Mundial que eliminaron la ilusión en el progreso. Ha sido esta
ilusión la que permitió la creación de los problemas medioambientales.

La reducción de los espacios naturales puros y la contaminación del agua y del


aire amenazan a los hombres no solo en esos espacios, sino progresivamente a las
naciones civilizadas por completo. Las ciencias naturales y la técnica han
capacitado al hombre para producir materiales artificiales, que son de gran
importancia para la creación de los objetos de su vida cotidiana y cuya supresión,
aunque no sean imprescindibles, crea grandes dificultades. Su destrucción
perturba la ecología de la naturaleza, que sin duda puede eliminar todos sus
productos propios, pero no los materiales artificiales que el hombre ha creado 18.

17
Ídem, 129.
18
Ídem, 130.
16

Esta descripción nos lleva a considerar los problemas no solo desde su interior, sino
también desde la teología. Es en este ámbito en el que el teólogo adquiere relevancia y es
obligado a meditar sobre la finalidad de la creación. En este punto, se muestra que la voluntad
de Dios, esta vez pronunciada por boca de un teólogo, es un servicio para los problemas
ocasionados por el propio hombre. En este sentido, la humanidad no puede conocer ni
solucionar la problemática más que por la fe, posicionándose, una vez más, en una posición de
privilegio respecto de la creación. La posición de los autores se resume en el siguiente párrafo.

El hombre con su simple ratio no puede comprender su propio ser con sus
posibilidades y peligros, sus cimas y sus abismos; para ello necesita una fuerza
más penetrante, que en el terreno social se llama amor, y en el terreno metafísico
se denomina fe. Solo cuando el hombre, junto con su inteligencia racional,
conserva y pone en práctica la fuerza de su amor humano y la fuerza de su fe que
supera al hombre, podrá comprender los problemas del mundo cultural que ha
creado de nuevo y que seguirá creando. Sin esas fuerzas… su obra cultural se le
convierte en enigma y peligro19.

Lo interesante del apartado radica, para nuestro estudio, no tanto en el adelanto que
supone haber comprendido que se limitara al humano a su racionalidad, sino que intenta mostrar
cuáles son los otros aspectos eliminados. Así, amor y fe se comprenden como las propiedades
olvidadas del humano, significando el olvido por la vida social y por la trascendencia. Dicho
negativamente, el desarrollo técnico científico en sí mismo no supone un avance en lo social,
al mismo tiempo que lo condena a la inmanencia. En positivo, significa que solo el amor y la
fe posibilitan salvar al ser humano de su egoísmo, permitiéndole generar una sociedad justa y
orientada a partir de la voluntad divina. He aquí la tarea e importancia del teólogo: la voluntad
de divina se da a entender en el lenguaje de los teólogos, por lo que, para que se oiga la voz de
Dios, se debe escuchar la voz de los teólogos.

II.3 CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

Lo anterior nos permitió ver la necesidad de Dios en la voz del teólogo, dado que el ser
humano, por sí mismo, es incapaz de solucionar los problemas que ha creado. Ahora, veremos

19
Ídem, 132.
17

cómo esta misma situación encumbra a la Iglesia, bajo la consigna de ser defensora y
propagadora de la fe. Para ello, trataremos el Catecismo de la Iglesia Católica promulgado por
el papa Juan Pablo II y cuya redacción estuvo a cargo del cardenal Joseph Ratzinger.

En la constitución apostólica Fidei depositum, con la cual Juan Pablo II establecía el


nuevo Catecismo, el pontífice se dirige a todos los integrantes de la Iglesia, comenzando desde
los cardenales y concluyendo con los laicos. Si bien no es el primero ni el último documento
en seguir este protocolo, sí es clara la preeminencia de unos sobre los otros, semejante a una
cadena de mando, donde uno tiene más poder sobre los que lo siguen y menos que los que lo
preceden. En la introducción del texto, el pontífice declara: “Conservar el depósito de la fe es
la misión que el Señor confió a su Iglesia y que ella realiza en todo tiempo”20. De esta manera,
la vocación de la Iglesia se refiere a conservar el legado espiritual llamado fe. La implicancia
de una afirmación así retrata, en primer lugar, la posición que, naturalmente, tomará la Iglesia
en cuestiones políticas y sociales. Pero también, en segundo lugar, y lo más importante para
este trabajo, es que la posición eclesial se justifica en nombre del Señor. La posibilidad de
cambiar de posicionamiento se convierte en una traición a la voluntad divina, que no cambia,
sino que permanece eternamente inmutable.

Ahora bien, ¿qué novedad trae este Catecismo respecto de los anteriores? El mismo
pontífice lo aclara en lo seguido. Se trata de explicar de una manera nueva lo que siempre ha
creído la Iglesia, de modo que su actividad evangelizadora llegue a todos los hombres, como lo
habían pensado Juan XXIII y el Concilio Vaticano II (1962-1965). Es de notar que este
Concilio, a diferencia de los anteriores, tenía una finalidad pastoral, no dogmática, por lo que
“no debía comenzar por condenar los errores de la época, sino, ante todo, debía dedicarse a
mostrar serenamente la fuerza y la belleza de la doctrina de la fe”21. En 1985, Juan Pablo II, en
ocasión de un Sínodo que conmemoraba los veinte años de la clausura del Concilio, recibió la
sugerencia de elaborar un catecismo sobre la fe y la moral que sirviera como “punto de
referencia para los catecismos o compendios que se redacten en los diversos países”,
respondiendo esta sugerencia a “una verdadera necesidad de la Iglesia universal y de las Iglesias
particulares” 22. De la afirmación anterior tomaremos tres cuestiones: la primera, más clara en
su formulación, se refiere a que el Catecismo se convierte en una norma universal, de modo que

20
JUAN PABLO II, Fidei depositum, disponible en:
http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/aposcons_sp.html , 1. La numeración corresponde a la consignada
en el mismo texto. En adelante, Fidei depositum.
21
Ídem.
22
Ídem.
18

los trabajos de cada país deban amoldarse a aquella. El modelo piramidal del poder es evidente,
siendo el Vaticano no solo el conservador de la fe por excelencia, sino el que tiene la última
palabra respecto de los posicionamientos particulares. La segunda cuestión es la de la
legitimación del Catecismo a través de la apelación al Concilio Vaticano II. La mera
conmemoración del evento eclesial más importante del siglo XX no significa, de suyo, que los
lineamientos conciliares se compatibilicen con los del Catecismo. La otra situación, no
nombrada, pero dada a entender, es la de los catecismos locales, sobre los cuales volveremos
más adelante.

El siguiente punto lleva el nombre de “Itinerario y espíritu de la preparación del texto”.


Básicamente este punto muestra las etapas de la redacción del texto y su acogida por parte del
episcopado mundial. De este apartado, queremos remarcar dos líneas: la primera es que la
Comisión de preparación fue presidida por el cardenal Ratzinger, en ese momento Prefecto para
la Doctrina de la Fe, contando con la colaboración de cardenales, obispos y teólogos de todo el
mundo. La otra cuestión remarcada por el texto es la recepción amplia por parte de los obispos.
En este sentido, el papa asevera que la consulta hecha fue “considerablemente favorable”, por
lo que concluye que el Catecismo “es fruto de la colaboración de todo el Episcopado de la
Iglesia católica, que ha acogido cumplidamente mi invitación a corresponsabilizarse en una
iniciativa que atañe de cerca a toda la vida eclesial”, reflejando este trabajo “la naturaleza
colegial del Episcopado: atestigua la catolicidad de la Iglesia”23. En estas dos situaciones se
remarcan, nuevamente, la bajada de línea desde Roma hacia todo el mundo. La fe es dada a
conocer por parte de los obispos para sus subordinados. Hay que notar que, en esta reseña de
trabajo no se hace referencia en ningún momento a una consulta hecha a los católicos que no
han recibido el sacramento del Orden. De esta manera, el cristiano es receptor pasivo de la
palabra de Dios en la voz de los obispos. En definitiva, la catolicidad de la Iglesia se refiere a
la comunión de los obispos, una afirmación que, por la importancia del texto, deja afuera y da
la sensación de menosprecio a la inmensa mayoría de católicos.

El tercer apartado muestra la distribución de los contenidos del Catecismo. Como


primera oración, el papa quiere dejar en claro que lo expuesto sigue el método teológico
tradicional, y, aunque no lo explicita, al mismo tiempo lo presenta como el modo adecuado para
hacer la reflexión teológica, dejando de lado otros modelos de corte inductivo.

23
Fidei depositum, 2.
19

Un Catecismo debe presentar fiel y orgánicamente la enseñanza de la Sagrada


Escritura, de la Tradición viva de la Iglesia y del Magisterio auténtico, así como
la herencia espiritual de los Padres, de los santos y santas de la Iglesia, para que
se conozcan mejor los misterios cristianos y se reavive la fe del Pueblo de Dios.24

Ahora bien, sobre la secuenciación del texto, el Catecismo consta de cuatro partes y
sigue el orden que había propuesto en el Catecismo de Pío V (1566), a saber: el Credo, la
Liturgia, la moral a partir de los Diez Mandamientos y la oración cristiana, aunque no se trata
de regiones inconexas, sino que sus partes están articuladas entre sí.

… el misterio cristiano es el objeto de la fe (primera parte); es celebrado y


comunicado mediante acciones litúrgicas (segunda parte); está presente para
iluminar y sostener a los hijos de Dios en su obrar (tercera parte); es el fundamento
de nuestra oración, cuya expresión principal es el "Padre Nuestro", que expresa el
objeto de nuestra súplica, nuestra alabanza y nuestra intercesión (cuarta parte) 25.

La posición de cada tratado teológico muestra la importancia de uno sobre los otros. En
este caso, la especulación dogmática es la primera preocupación de la fe y no la celebración
litúrgica o el obrar cristiano. En cualquier caso, se refuerza el modelo que pone la verdad por
sobre todas las cosas, incluso sobre la bondad. Si tomamos en cuenta que la primera obligación
de la Iglesia es conservar el depósito de la fe, entendida esta como un conjunto de verdades
inamovibles, nos damos con el empoderamiento del que conoce los secretos de la voluntad de
Dios, al mismo tiempo que se convierte en mediador entre Dios y los hombres, y, sobre todo,
puede guiar las conciencias de quienes no tienen el privilegio del conocimiento.

El cuarto punto del escrito habla sobre el valor doctrinal del Catecismo. La aprobación
por parte del papa supone la aceptación última de la ortodoxia del texto.

El Catecismo de la Iglesia católica… es la exposición de la fe de la Iglesia y de la


doctrina católica, atestiguadas e iluminadas por la sagrada Escritura, la Tradición
apostólica y el Magisterio de la Iglesia. Lo declaro como regla segura para la
enseñanza de la fe y como instrumento válido y legítimo al servicio de la
comunión eclesial.26

Desde su aprobación, el Catecismo se convierte en el libro inerrante sobre la fe eclesial,


de modo que su consulta no es recomendada, sino obligatoria en lo que atañe a la
evangelización, a la formación de los cristianos, el ecumenismo y a todo el que quiera conocer
la fe eclesial. A todos estos fines se le agrega el de la redacción de los catecismos locales. La
expresión, ya encontrada anteriormente y que se repite dos veces en este apartado, apunta a la
profundización de los contenidos de acuerdo con las necesidades de cada país, al mismo tiempo

24
Fidei depositum, 3.
25
Ídem.
26
Fidei depositum, 4.
20

que intenta advertir sobre algunos catecismos locales, como el holandés, que tenían un sesgo
heterodoxo o ambiguo.

Este Catecismo les es dado para que les sirva de texto de referencia seguro y
auténtico en la enseñanza de la doctrina católica, y muy particularmente, para la
composición de los catecismos locales. Este Catecismo no está destinado a
sustituir los catecismos locales debidamente aprobados… El Catecismo de la
Iglesia católica se destina a alentar y facilitar la redacción de nuevos catecismos
locales que tengan en cuenta las diversas situaciones y culturas, siempre que
guarden cuidadosamente la unidad de la fe y la fidelidad a la doctrina católica.27

La fe de la Iglesia no debe ser, bajo la excusa de circunstancias y culturas diversas,


múltiple. Al contrario, la fe se muestra como el elemento que fusiona todas las partes y otorga
conocimiento al que la recibe. Esta afirmación llega a su culmen en la última oración del
documento, que, en definitiva, muestra que la fe separa entre ignorantes y conocedores de los
misterios de Dios.

Que la luz de la fe verdadera libre a los hombres de la ignorancia y de la


esclavitud del pecado, para conducirlos a la única libertad digna de este nombre
(cf. Jn 8, 32): la de la vida en Jesucristo bajo la guía del Espíritu Santo, aquí y en
el Reino de los cielos, en la plenitud de la bienaventuranza de la visión de Dios
cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; 2 Co 5, 6-8)28.

El texto del Catecismo no difiere demasiado de lo anteriormente expuesto, pero


sistematiza y sintetiza la fe de la Iglesia. En efecto, la primera parte del texto lleva el nombre
de La profesión de fe29, dejando claro que esta es “la respuesta del hombre a Dios que se revela
y se entrega a él dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido
último de su vida”30, por lo que, antes de hablar de Dios, muestra la antropología que subyace
a la teología, al mismo tiempo que postula la respuesta creyente no es contraria a la razón. El
ser humano, que ha sido creado por Dios, se siente atraído hacia él, lo ha buscado de distintas
maneras y a lo largo de su historia, por lo que puede ser llamado ser religioso. “Esta búsqueda
exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, ‘un corazón
recto’, y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios”31. La intensidad de la
búsqueda del hombre, que puede ser olvidada, está basada en la llamada incesante que Dios
hace al ser humano “a buscarle para que viva y encuentre la dicha”32.

27
Fidei depositum, 4. Cursiva mía.
28
Fidei depositum, 5. Cursiva mía.
29
JUAN PABLO II, Catecismo de la Iglesia Católica, San Pablo, Bogotá, 2000, 26-184. En adelante, CIC. La
numeración corresponde a la presente en el texto.
30
CIC 26.
31
CIC 30.
32
Ídem.
21

A continuación, el Catecismo propone unos argumentos para demostrar la verdad de


Dios, basadas en la extrapolación de la belleza del mundo y la irreductibilidad del ser humano
a la sola materia. Esta imposibilidad de tener su origen y su destino en sí mismos, le dan al
hombre la vía para conocer la “causa primera y el fin último de todo, ‘y que todos llaman
Dios”33. La apelación a Tomás de Aquino deja en evidencia que este fragmento ha sido
inspirado en sus “Cinco vías”, que, además de probar la existencia de Dios, permite “disponer
a la fe y ayudar a ver que la fe no se opone a la razón humana”34 .

Los siguientes tres puntos35 matiza lo anteriormente dicho, al incorporar el devenir


histórico. El Concilio Vaticano I había enseñado que se puede acceder a Dios a través de la
mera razón, pero un fragmento de Pío XII da a entender que la situación histórica puede impedir
que la razón alcance el fruto deseado. De esta premisa se concluye la necesidad de la revelación.

Por esto el hombre necesita ser iluminado por la revelación de Dios, no solamente
acerca de lo que supera su entendimiento, sino también sobre las ‘las verdades
religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la razón, a fin de que
puedan ser, en el estado actual del género humano, conocidas de todos sin
dificultad, con una certeza firme y sin mezcla de error’.36

Ahora, ya hablando sobre la revelación, el Catecismo reafirma que esta es una


disposición libre y sabia de Dios. Aunque no contradiga la razón humana, el desvelamiento de
Dios es gradual, comenzando por la creación, pasando por la alianza con Noé, la constitución
de Israel, llegando a su plenitud en Jesucristo. La comunicación divina no se detiene por el
pecado humano, sino que le otorgó la esperanza de una redención, esperanza cumplida en Jesús,
la Palabra definitiva de Dios. Luego de esta manifestación, no habrá otra37.

Ahora bien, si la revelación tiene su plenitud en Jesús, su propagación comienza con los
apóstoles y es continuada por los obispos, hasta el final de los tiempos. En efecto, Jesucristo
envió a sus apóstoles a predicar y estos, a su vez, “nombraron como sucesores a los obispos,
‘dejándoles su cargo en el magisterio’”38. De aquí surgen dos categorías, íntimamente
relacionadas entre sí, que dan a la Iglesia su configuración más actual y conocida. Esto quiere
decir que, si bien la revelación aconteció en Jesucristo y la fe pertenece a la Iglesia, es el
magisterio de los obispos el encargado de interpretarlas con fidelidad. En el apartado dedicado
al magisterio, el Catecismo repitiendo lo que dice el Concilio Vaticano II, afirma que la

33
CIC 34.
34
CIC 35.
35
CIC 36-38,
36
CIC 38. La cita corresponde a la encíclica Humani generis de Pío XII.
37
CIC 50-67.
38
CIC 78.
22

interpretación de la Palabra de Dios corresponde a los obispos en comunión con el papa. El


magisterio de los obispos presta el servicio de enseñar lo transmitido por los apóstoles. Los
creyentes, “recordando la palabra de Cristo a sus apóstoles: ‘El que a vosotros escucha a mí me
escucha’…, reciben con docilidad las enseñanzas y directrices que sus pastores les dan de
diferentes formas”39.

Por otro lado, la fe no es solo un acto personal, sino que esta se ha recibido de otro. La
fe de un creyente se apoya en la fe de otros creyentes. He aquí la importancia de la Iglesia y la
confesión de la única fe. Si bien es Dios quien otorga la salvación, es a través de la Iglesia que
se recibe la fe, la misma que ha profesado desde siglos. Citando a Ireneo de Lyon, el Catecismo
afirma que, aunque la Iglesia está dispersa por todo el mundo, cree de igual manera en todas las
latitudes, “como no teniendo más que una sola alma y un solo corazón”, dándole veracidad y
solidez al mensaje, “ya que en ella aparece un solo camino de salvación a través del mundo”40.

Lo anterior nos ha hecho ver que, en su propia constitución, la Iglesia no es democrática


debido a su llamado original. Esta está articulada a través de una jerarquía (“gobierno sagrado”)
que diferencia a unos de otros, por más que el bautismo haya formado un solo cuerpo. Del
mismo modo que los apóstoles no eligieron serlo, sino que fueron objeto de un llamado, la
autoridad apostólica no puede ser legitimada por un proceso democrático, teniendo los obispos
en comunión con el papa la última palabra en lo que respecta a la verdadera fe.

El mismo Cristo es la fuente del ministerio en la Iglesia. Él lo ha instituido, le ha


dado autoridad y misión, orientación y misión… Nadie se puede dar a sí mismo
el mandato ni la misión de anunciar el Evangelio. El enviado del Señor habla y
obra no con autoridad propia, sino en virtud de la autoridad de Cristo… Nadie
puede conferirse a sí mismo la gracia, ella debe ser dada y ofrecida. Eso supone
ministros de la gracia, autorizados y habilitados por parte de Cristo 41.

Aquí reside la importancia de los intermediarios: el misterio de Dios se hace visible a


través de un grupo de varones revestidos de poder sagrado. Este se recibe a través del
sacramento del Orden, sacramento al que solo puede acceder un varón, a semejanza de lo que
hizo Jesús con los apóstoles y estos con sus sucesores42. Por este sacramento, los elegidos para
el ministerio ordenado se diferencian esencialmente de los no consagrados, confiriéndoles un
poder tal que, sin ellos, no podría existir la Iglesia43.

39
CIC 87.
40
CIC 174-175.
41
CIC 874-875. Cursiva mía.
42
CIC 1577.
43
CIC 1592-1593.
23

Por otro lado, la propagación de la fe cristiana no se realiza solo a través del ministerio
ordenado, sino también con el compromiso de algunos cristianos de dar la vida por el Evangelio.
El catecismo le dedica algunos fragmentos al martirio, remarcando que el sacrificio de la propia
vida es querido por Dios. En efecto, el martirio es “el supremo testimonio de la vedad de la fe”,
pero que, no se trata de un mero acto de fortaleza, sino que es visto como un medio especial
para “llegar a Dios”44. De esta manera, el valor de la vida es relativo en comparación con el
valor absoluto de la vida eterna y el encuentro con Dios. El recuerdo de la fortaleza martirial es
resguardado por la Iglesia con “el más exquisito cuidado”, ya que su muerte fue la consecuencia
de “dar testimonio de su fe”. Así, las actas de los mártires “constituyen los archivos de la Verdad
escritos con letras de sangre”45.

Ahora bien, la importancia de los mártires no apareció con la predicación cristiana, sino
que hay un registro bíblico contundente (segundo libro de los Macabeos, capítulo 7) que
muestra la relativización de la vida cuando se trata de conservar la fe. Se trata de la matanza de
siete hijos que, animados por su madre, desean morir antes que renunciar a su religión.
Finalmente, la madre también es asesinada. Todos ellos mueren confiando en que Dios, así
como creó de la nada, puede devolverles la vida. Así como ellos, Tomás Moro, a punto de ser
asesinado, es capaz de darle ánimo a su hija, ya que, aunque parezca malo lo que le sucederá,
es lo mejor si Dios lo quiere46.

A su vez, el mensaje de la Iglesia mermaría si no se hace referencia al pecado. Este tema


es tan importante para la predicación eclesial que, sin él, habría un bache difícil de llenar. En
efecto, en el primer punto del Catecismo, se hace referencia a la comunicación de Dios que
libera del pecado. De esta manera, el pecado está presente desde el comienzo en el discurso
religioso. En este punto, el pecado es la razón última por la que la humanidad está dispersa y
que Dios quiere unir a través de la predicación eclesial47. A su vez, el pecado no viene solo, sino
que trae aparejado la culpa. El credo de la Iglesia incluye un artículo que habla acerca del juicio
definitivo de Dios, por lo que el pecado y la culpa se convierten en realidades que solo pueden
ser erradicadas gracias a la aceptación del mensaje cristiano, con el riesgo de condenación si no
se cree en la palabra de Dios. La Iglesia, sin embargo, ejerce el poder de perdonar incluso el
peor de los pecados, pero ordinariamente lo hace a través del ministerio de la confesión, por lo

44
CIC 2473.
45
CIC 2474.
46
Cf. CIC 313.
47
Cf. CIC, 1.
24

que la presencia de los sacerdotes se hace imprescindible. Por eso, si bien la misericordia es
infinita, no es lícito especular, sino que el humano, lleno de culpa, ha de arrepentirse y acudir
al auxilio que da Dios a través del sacramento de la Reconciliación48.

II.4 EL FACTOR DIOS

Si seguimos el estudio que hace António José Borges, debemos partir de una
característica personal del autor que trataremos: se trata de “un escritor, un ciudadano, con una
personalidad, una forma de ser, que despierta siempre mucho interés y polémica”49. Entonces,
la literatura de Saramago no está exenta de sus apreciaciones personales sobre los temas que
tocan a la realidad, siendo las primeras producciones representaciones de su país y las últimas
tratan temas de carácter universal, siendo El Evangelio según Jesucristo el punto de transición
entre unas y otras50. Justamente por eso, sus libros intentan confrontan con la intolerancia del
mundo, por lo que, como veremos, le trajeron conflictos.

Para tratar este apartado, debemos, primero, partir de la constatación de que Dios es uno
de los temas sobre los que Saramago ha escrito y reflexionado. Ahora bien, ¿qué motivo tiene
para hablar de Dios una persona que se declara atea? ¿Tiene alguna importancia su discurso
sobre Dios? ¿Es que acaso no se trata de una contradicción o, en el peor de los casos, de una
provocación hacia los creyentes?

De acuerdo con Fernando Gómez Aguilera, la literatura y el pensamiento de José


Saramago no se comprenderían sin detenerse en la crítica que hace del hecho religioso. Sin
detenerse a debatir si existe o no existe Dios, Saramago constata “la incidencia, en el mundo y
en nuestras vidas, del factor Dios, entendido como un hecho cultural moldeador de las

48
Cf. CIC, 598, 678, 982, 1864.
49
A. J. BORGES, “Saramago por Saramago”, [en línea] Revista de Estudos Saramaguianos en español, 2 (2015).
Disponible en: https://drive.google.com/file/d/0BxyJDvv3PhxmeDdYUmZuN0VuSWs/view 115-130, 116.
Consulta: 25/09/2017.

Véase M. A. KOLEFF, “José Saramago y el lugar de la lectura. (Introducción a su novelística)”, en M. KOLEFF,


50

Apuntes saramaguianos II. José Saramago: un acercamiento al lector, EDUCC, Córdoba, 2005, 17-26.
25

conciencias y las comunidades”. Su obra se comprende como un desvelamiento de la violencia


y el absurdo que sustentan las creencias y cuyo correlato es el poder de una institución.

La problematización de Dios caracteriza una vertiente singular del imaginario


literario e ideológico saramaguiano, hasta el punto de que el propio autor
reconocía, paradójica y humorísticamente, que, sin Dios, su literatura perdería
sentido.51

A los pocos días del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, el autor
portugués escribió una columna sobre la íntima relación entre las religiones y las matanzas en
nombre de Dios. Espantado por la capacidad de odiar del ser humano, distingue la muerte como
suceso natural y la muerte inventada por el propio ser humano. “Una de ellas, la más criminal,
la más absurda, la que más ofende a la simple razón, es aquella que, desde el principio de los
tiempos y de las civilizaciones, manda matar en nombre de Dios”52. Con ello, Saramago
muestra que la primera consecuencia práctica de la religión no es la pacificación de los
creyentes, sino el anhelo irrefrenable de la violencia en contra de los que no comparten la propia
creencia. En efecto, el “nombre de Dios” en el que se cree, desde la perspectiva religiosa, no es
menor, mientras que Saramago no pasa de ser un nombre, “nada más que un nombre, el nombre
que, por miedo a morir, le pusimos un día y que vendría a dificultar nuestro paso a una
humanización real”53. Distanciándose de Nietzsche, para quien la existencia de Dios es
sinónimo de prohibición, Saramago afirma que es precisamente el nombre de Dios el que ha
“permitido y justificado todo, principalmente lo peor, principalmente lo más horrendo y cruel”.
Para ello, trae a colación el ejemplo de la Inquisición, una institución tan terrorista como el
extremismo islámico, cuya sola presencia manifiesta una alianza tenebrosa entre religión y
Estado “contra la libertad de conciencia y contra el más humano de los derechos: el derecho a
decir no, el derecho a la herejía, el derecho a escoger otra cosa, que solo eso es lo que la palabra
herejía significa”54.

Ahora bien, las religiones han sido el canal para que “el nombre de Dios” se convierta
en estandarte de la matanza justificada. Aquí es el punto en que Saramago da una de las
descripciones más dolorosas sobre la política basada en la religión, cualquiera sea su nombre.

Ya se ha dicho que las religiones, todas ellas, sin excepción, nunca han servido
para aproximar y congraciar a los hombres; que, por el contrario, han sido y siguen
siendo causa de sufrimientos inenarrables, de matanzas, de monstruosas

51
F. GÓMEZ AGUILERA, José Saramago en sus palabras, Penguin Random House. Formato epub.
52
J. SARAMAGO J., El ‘factor Dios’, [en línea] https:
//elpais.com/diario/2001/09/18/opinion/1000764007_850215.html, 2001. Consulta: 17/11/2017. En adelante EFD
53
Ídem.
54
Ídem.
26

violencias físicas y espirituales que constituyen uno de los más tenebrosos


capítulos de la miserable historia humana.

En un texto anterior, Saramago ve en la estructura penal y judicial de las religiones “el


más eficaz instrumento de dominio de los cuerpos y de las almas”55. La religión ha creado el
concepto de pecado con la intención de inmiscuirse en las conciencias, formándolas de acuerdo
con la conveniencia de la religión, bajo la amenaza de castigo eterno. Para esto, el autor recuerda
una vivencia personal: al momento de salir El Evangelio según Jesucristo, recibió no solo
críticas y calumnias hacia su persona, sino que su publicación comprendía “una amenaza a la
estabilidad y a la fortaleza de los fundamentos del mismo cristianismo, en particular en su
versión católica”56. La razón de esta crítica consistía en que un autor ateo no tiene derecho a
escribir sobre la Jesús, a lo que, además de la mera contestación de que, como escritor, puede
escribir sobre lo que quiera, responde que había escrito sobre algo que “directamente le atañía
y continúa atañéndole”. El autor luso reconoce ser producto de la cultura judeocristiana, por lo
que, es “en lo que se refiere al plano de las mentalidades, un cristiano, aunque se defina a sí
mismo como filosóficamente un ateo y se comporte como tal”57. Como ateo, Saramago se
atribuye el derecho a pecar o, lo que es básicamente lo mismo, a la herejía. El hereje y el pecador
demuestran una coincidencia al expresar la voluntad de rebelarse, “por lo tanto una voluntad de
liberación”. ¿Liberación de qué? De una autoridad que obliga a creer un conjunto de verdades
y que, por su parte, propone una formulación que les parecía más adecuada para la fe y la razón,
es decir, el necesario sometimiento de la razón ante la soberanía de la fe, la que siempre tendrá
la última palabra.

Que ya a partir del siglo IV los concilios ecuménicos pasasen a ser el principal
instrumento eclesiástico para la definición de la ortodoxia y condenación de las
herejías muestra, en primer lugar, que los movimientos llamados heréticos fueron,
prácticamente, contemporáneos del nacimiento del cristianismo y, en segundo
lugar, que la Iglesia, como poder central y centralizador por excelencia, muy
pronto se autodesignó guardiana de una ley en la que ella misma, condenadas las
oposiciones, esto es, las herejías, establecía las condiciones de la observancia y
los límites de la crítica58.

Lo anterior nos lleva a plantear la Iglesia como institución poderosa, al mismo tiempo
que ha creado un mundo de significado en el que es imposible someterla al juicio de la razón.

55
J. SARAMAGO, “Herejía, un derecho humano” [en línea] Revista de Estudos Saramaguianos en español, 2
(2015). Disponible en: https://drive.google.com/file/d/0BxyJDvv3Phxma09LbTZ1NnN5UUE/view 177-179.
Consulta: 25/09/2017.
56
Ídem.
57
Ídem.
58
Ídem.
27

A ello apuntaba el autor cuando afirmaba que su interés era el poder y no la religión59. El poder
de la religión, particularmente el de la Iglesia Católica, reside en su capacidad de mostrar la
voluntad de Dios. Aunque no explícita, la consecuencia de todo ello es el desprecio por los
avatares históricos. En efecto, si consideramos a la voluntad de Dios como inalterable, no sujeta
a los cambios de los tiempos, entonces Dios sabe desde siempre lo que sucede, sucedió y
sucederá. Tal concepción supone un menosprecio por la historia, ya que no es perfecta, que
mezcla elementos de diversos factores y que, por lo mismo, necesita ser amoldada a la voluntad
de Dios, es decir, debe rendirse ante la verdad completa que proclama la religión. Con esta
intención, vamos a considerar dos situaciones en los que se visualiza el poder la Iglesia, uno a
través de la justificación y otro en el de la condenación.

Sobre el primer caso, tomamos lo que dice el propio autor sobre el conflicto entre
Estados Unidos y el extremismo islámico. El “factor Dios” está, al mismo tiempo, presente en
los billetes de dólar se pide la bendición divina sobre la América estadounidense y en los
aviones que derrumbaron las Torres Gemelas para manifestar el deseo de venganza de los
islámicos.

Se dirá que un dios se dedicó a sembrar vientos y que otro dios responde ahora
con tempestades… Pero no han sido ellos, pobres dioses sin culpa, ha sido el
‘factor Dios’, ese que es terriblemente igual en todos los seres humanos donde
quiera que estén y sea cual sea la religión que profesen, ese que ha intoxicado el
pensamiento y abierto las puertas a las intolerancias más sórdidas, ese que no
respeta sino aquello en lo que manda creer, el que después de presumir de haber
hecho de la bestia un hombre acabó por hacer del hombre una bestia 60.

Dentro del marco teórico de Saramago, Dios queda exonerado. La razón de ello es su
inexistencia. Dios ha sido creado por el cerebro humano, por lo que es imposible que Dios tenga
culpa sobre lo que sucede. En el libro-entrevista que le hiciera Armando Baptista-Bastos, afirma
la imposibilidad de la lucha con Dios. En efecto, “si tu creación de Dios es tan fuerte dentro de
tu propio cerebro que luchas contra él, estás, en el fondo, luchando contigo mismo, no estás
luchando contra Dios”61. Sin embargo, hay una situación que es evidente y que denomina
“factor Dios”, refiriéndose a la invocación del nombre de un Dios para perpetrar crímenes,
convirtiéndolo “en asesino por la voluntad y por la acción de los hombres”62.

59
Cf. S. RIZZO, FICCIÓN Y PODER. El doble juego entre el poder de la ficción y la ficción como instrumento
del poder en El Evangelio según Jesucristo, de Saramago, Trabajo Final de Licenciatura en Letras, 2011, 31-36.
60
EFD.
61
A. BAPTISTA-BASTOS, José Saramago. Un retrato apasionado, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2011,
60.
62
EFD
28

La consecuencia de todo ello es una guerra legitimada por la pretensión de poseer la


verdad absoluta. Mientras que uno se cree depositario y conocedor de Dios, los demás se deben
someter esa religión o perecer. Aunque no lo diga textualmente, vale recordar el Edicto de
Tesalónica (año 380), por el cual el emperador Teodosio declaraba el cristianismo como
religión del Estado. En este texto, la obediencia no se debe solo a una formulación de fe, sino
que se expande a la adhesión a la institución religiosa. Cada persona del imperio debía creer de
esa manera, y aquellos que se negaran a hacerlo eran merecedores de la “venganza de Dios y
después a la nuestra”63, mostrando la complicidad entre política y religión.

La otra situación en la que la religión muestra su poder es la condenación. Ya había


mostrado Saramago, con su propia experiencia, la acusación de parte de la Iglesia. Sin embargo,
su fallecimiento fue ocasión para una nueva condenación. En efecto, en el diario oficial
L´Osservatore Romano, se publicó una declaración que, lejos lamentar el deceso, lanza una
fuerte crítica al autor. Según el medio vaticano, Saramago atacó la religión, banalizando lo
sagrado, al mismo tiempo que, basado en el materialismo histórico y su ideología antirreligiosa,
no abandonó nunca una simplicidad teológica. Su forma de abordar el problema del mal en el
mundo, en lugar de comenzar por las estructuras históricas, lo hace desde el plano metafísico:
“si Dios está en el origen de todo, él es la causa de todo efecto y el efecto de toda causa”64.

Esta actitud de incomprensión, e incluso de menosprecio, hacia el escritor luso no ha


sido la única en la Iglesia Católica. Un ejemplo lo encontramos en el biblista argentino Luis
Heriberto Rivas, quien, leyendo El Evangelio según Jesucristo, supone que la intención de
Saramago es desacreditar el mensaje cristiano, repitiendo el esquema planteado en el diario
vaticano, al mismo tiempo que lo acusa de ignorancia de los métodos de interpretación bíblica.

José Saramago no profundiza las Sagradas Escrituras ni se preocupa por los


métodos que le pueden ayudar a entender correctamente los textos. Sólo utiliza la
Biblia como marco de una historia totalmente creada por él y que sirve de vehículo
para expresar su odio hacia el Dios de los cristianos, al que pinta como causante
voluntario de todo el dolor y la violencia que hay en la humanidad 65.

La acusación de Rivas se basa en lo que Sabrina Rizzo afirma respecto del pacto que se
establece entre el lector y el autor. En este pacto, el lector deja de lado la incredulidad “y acepta
el ingreso en un mundo imaginario, sin pensar por ello que el autor le relata una mentira”66. Es

63
S. GARAY, El edicto de Tesalónica, disponible en: https://historiageneral.com/2012/04/02/el-edicto-de-
tesalonica/. Consulta: 25/09/2017.
64
M. MORA, El Vaticano condena otra vez a Saramago tras su muerte, disponible en:
https://elpais.com/cultura/2010/06/19/actualidad/1276898406_850215.html . Consulta: 25/09/2017.
65
L. H. RIVAS, Diálogos entre Biblia y literatura, Guadalupe, Buenos Aires, 2014, 68. Cursiva mía.
66
S. RIZZO, FICCIÓN Y PODER, 26.
29

decir, el lector renuncia a desacreditar la veracidad del texto, para injertarse en otra dimensión.
En este sentido, la obra de Saramago incomodó no solo a algunas autoridades religiosas, sino
también civiles, particularmente verificado cuando borraron su nombre como candidato al
Premio Europeo de Literatura con El Evangelio según Jesucristo, con la excusa de que no
representaba a Portugal67. Graciela Cariello hace la siguiente pregunta retórica: “¿Es necesario
aclarar que Saramago nunca menciona que lo narrado en el mismo sea la verdad?”68.

Vale decir que, en parte, la interpretación del biblista es correcta al decir que Saramago
no aplica los métodos exegéticos, como también es verdad que no es esa su intención, sino que
se trata de mostrar la irracionalidad que se deprende de los textos sagrados. En efecto, aunque
sea cierto que Saramago no intenta relatar como si fuera historiador, también es verdad que no
está exenta de su mirada e intención particulares. En el discurso pronunciado cuando recibió el
Premio Nobel de Literatura (1998), Saramago afirma que, al escribir El Evangelio según
Jesucristo, no deseaba buscar contradicciones internas en el texto, sino leer, como si nunca lo
hubiera hecho, los relatos evangélicos “para iluminar con una luz rasante la superficie de esas
páginas”69. El resultado de ello fue la incomprensión de la necesidad de niños mártires, la
irresponsabilidad de José de no haber intentado salvarlos ni señas de remordimiento al volver
de Egipto. El mero sentido común, “que todas las cosas… debería presidir”, nos indica que
Dios no mandaría a su hijo para redimir al mundo solo para hacerlo morir como infante por un
soldado de Herodes. De esta manera, El Evangelio no se muestra como una historia edificante
de dioses y santos, “sino la historia de unos cuantos seres humanos sujetos a un poder contra el
cual lucha, pero al que no pueden vencer”70. A su vez, hablando acerca de In nomine Dei,
Saramago explica que, “sin otro auxilio que la pequeña luz de su razón”, se mete con otro
suceso, la guerra entre católicos y anabaptistas en Münster, donde queda patente las creencias
religiosas “que con tanta facilidad llevan a los seres humanos a matar y dejarse matar”71.
Münster se convierte en el escenario en el que se muestra que, si una guerra carece de lógica,
la guerra entre religiosa entre cristianos de diversa denominación es la más absurda de todas,

67
Para ampliar la lista, véase G. CARIELLO, “José Saramago y sus lectores. Lo que revelan los diarios”, en M.
KOLEFF, Apuntes saramaguianos II. José Saramago: un acercamiento al lector, EDUCC, Córdoba, 2005, 27-
38.
68
G. CARIELLO, “José Saramago y sus lectores”, 36.
69
J. SARAMAGO, “De cómo el personaje fue maestro y el autor su aprendiz”, en M. KOLEFF (Dir.),
Diccionario de personajes saramaguianos, Santillana, Córdoba, 2008, 5-17, 15.
70
Ídem, 16.
71
Ídem.
30

ya que no se trataba de una guerra de dioses enemigos, sino una guerra en nombre de un mismo
dios. El siguiente fragmento es la conclusión a la que llega nuestro autor.

La terrible carnicería de Münster enseñó al aprendiz que, al contrario de lo que


prometieron, las religiones nunca han servido para aproximar a los hombres y que
la más absurda de todas las guerras es una guerra religiosa, teniendo en cuenta
que Dios no puede, aunque quisiese, declararse la guerra a sí mismo 72.

Por otro lado, hay que decir que, acaso minoritario, los textos de Saramago han sido
utilizados para reflexionar acerca del lenguaje y práctica religiosos. Uno de esos casos es el de
Guillermo Rosolino, quien toma lo escrito por Saramago para confrontarlo con el discurso
religioso. En este sentido, Rosolino ve en Saramago la posibilidad que tiene el creyente de
plantearse problemas surgidos de la misma religión. Por esto mismo, el creyente no debería
rehuir a los planteos de un hombre abiertamente ateo, sino que los puede asumir como parte de
su vida creyente que se adentra en la profundidad del Misterio divino. De ahí que Rosolino no
dude en expresar con dureza que el “creyente que no piensa… es peligroso para sí y para los
demás, es un atentado al mismo corazón del Misterio de Dios”. De todas las posibilidades que
se extraen del texto, Rosolino piensa que el nudo de la cuestión se esgrime en la insistencia de
la culpa como manipulación de las conciencias, pero que, en definitiva, se trata de culpas
individuales que terminan opacando la responsabilidad social del creyente73.

¿Cuál es el camino que debemos tomar? ¿Qué postula Saramago para hacer frente al
factor Dios? Saramago no deja de afirmar su ateísmo, pero tampoco propone que sus lectores
deban tomar su negación por Dios. Su escrito finaliza llamando la atención de los creyentes
para que, con su sentimiento o con la razón, acepten que, de haber Dios, es uno solo y su nombre
es lo que menos importa. Como bien dice Silvia Anderlini, Saramago pone de manifiesto y
responde a los sufrimientos de la humanidad buscando las causas de estos, “ya que la ausencia
de reflexión, de conciencia y de acción, nos convierten en cómplices de tanto sufrimiento”74,
en este caso, la justificación religiosa de la violencia. El espíritu humano tiene muchos
enemigos como para agregarle este justificativo, por lo que el creyente debe desconfiar del
“factor Dios”, por ser este uno de los más “pertinaces y corrosivos. Como ha quedado
demostrado y desgraciadamente seguirá demostrándose”75.

72
Ídem, 17.
73
G. ROSOLINO, “El Evangelio según Saramago. Apuntes para una lectura teológica”, en M. KOLEFF (Ed.),
Apuntes saramaguianos II. José Saramago: un acercamiento al lector, EDUCC, Córdoba, 2005, 105-119.
74
S. ANDERLINI, “Matar en nombre de Dios. El diálogo Lévinas-Saramago”, en M. KOLEFF – M. V.
FERRARA (Eds.), Apuntes saramaguianos III. José Saramago y el siglo XXI, EDUCC, Córdoba, 2007, 111-119,
118. La cursiva pertenece al título del trabajo.
75
EFD.
31

El proyecto de José Saramago sobre la religión tiene dos caras diferenciadas, pero que
persiguen el mismo fin. Por un lado, hemos visto la denuncia de estructuras poder y la
obligación de la obediencia, llegando al absurdo de matar en nombre de Dios. Sin embargo, hay
otras instancias menos extremas, pero basadas en la misma voluntad de Dios, como lo es el
lugar de privilegio que tienen algunos hombres sobre los demás, especialmente las mujeres.
Mientras que en el primer caso el poder se transmite a través de varones, Saramago pone en
igualdad al hombre y a la mujer. En el diálogo con Baptista-Bastos, Saramago afirma que esa
igualdad lo lleva, “de una manera involuntaria, a que en mis libros los personajes sólidos,
fuertes afirmativos, sean siempre las mujeres”76. A esto, Graciela Castañeda agrega que los
personajes principales de Saramago, entre los que se encuentran algunas mujeres, se
caracterizan por su aspecto común, “gente de pueblo que trabaja, ama y sufre”, mientras que
los secundarios, especialmente los que detentan el poder, “se acercan más a la parodia” a través
de “un lenguaje especialmente irónico y cáustico”. En este análisis, Castañeda concluye que los
personajes femeninos de Saramago no dejan de actuar con naturalidad, sino que se caracterizan
por una libertad que hace “renacer su naturaleza agreste y sin límites”77. Más allá de su propio
ateísmo, el autor constataba la presencia del “factor Dios” que justificaba la violencia,
atropellando no solo el derecho a la libertad religiosa, sino también el mismo sentido común,
en este caso, la de legitimar la preponderancia de una persona sobre la otra, sea la del ministro
de Dios por sobre el resto o el del varón sobre la mujer.

La otra cara del pensamiento saramaguiano es que no es original, al menos en su


totalidad. Lo que cuenta Saramago no es un invento suyo, sino que es una relectura de historias
conocidas por Occidente desde su óptica particular. En este sentido, podemos decir que
Saramago no pretende construir una nueva religión, sino posicionarse críticamente ante lo que
es tenido por bueno. Dicho de otro modo, el autor luso no viene a reformar o imponer una nueva
fe, sino que analiza el discurso religioso para cuestionar su bondad. De esta manera, la religión
es capaz de dar su visto bueno a lo que es malo, bajo el concepto de ser querido por Dios. La
cultura en la que vivió Saramago se afianzaba en la religión judeocristiana, por lo que juzga la
legitimación de la violencia impuesta a través de la voluntad de Dios, conocida y ejecutada por
un grupo elegido. El problema se agranda cuando varias religiones se creen dueñas de la verdad
y desatan guerras en nombre del propio Dios. La propuesta de Saramago es un pacto de no

76
A. BAPTISTA-BASTOS, José Saramago, 42-44.
77
G. CASTAÑEDA, “Retratos de mujer en la narrativa saramaguiana”, en M. KOLEFF – M. V. FERRARA
(Eds.), Apuntes saramaguianos IV. José Saramago: el debate impostergable, EDUCC, Córdoba, 2008, 115-127.
32

agresión entre las diferentes tradiciones religiosas, haciendo un llamado a la reflexión de los
creyentes, de modo que puedan abandonar el fundamentalismo y la intolerancia.
33

III. LA GLORIA DE DIOS ES LA MUERTE DEL SER VIVO


34

III.1. EL SACRIFICIO SANGRIENTO COMO MODELO DE LO AGRADABLE

III.1.1 EMBARAZO, NACIMIENTO Y PERSECUCIÓN

Como bien apunta Sabrina Rizzo, Jesús nace en la periferia, tanto social como
espacialmente78. Es hijo de José, carpintero, y de María, una cardadora de lana. Lo que
podríamos decir, una familia judía común y corriente. En el momento de la concepción de Jesús,
se muestra la actitud piadosa de José que ora agradeciendo por la sabiduría de los gallos que
pueden distinguir las horas nocturnas de las diurnas. Sin embargo, José contempla, extrañado,
que los gallos no terminan su canto como de costumbre. Su perplejidad va en aumento cuando
contempla a María con un sueño inusitado. A su vez, al momento de hacer las abluciones y
agradecer a Dios por haber formado “en el hombre los orificios y vasos que le son necesarios a
la vida”, el artesano contempla un espectáculo cósmico extraño.

Miró José al cielo, y en su corazón quedó asombrado. El sol todavía tardará en


despuntar, no hay, en todos los espacios celestes, el más leve indicio de los tonos
rubros del amanecer… En su vida había visto nunca José un cielo como éste,
aunque en las largas charlas de los hombres viejos no fueran raras las noticias de
fenómenos atmosféricos prodigiosos, muestra todos ellos del poder de Dios… Se
llenó de temor su corazón, imaginó que el mundo iba a acabarse, y él puesto allí,
único testigo de la sentencia final de Dios… Se desahogó… y su boca entonó con
voz fuerte las debidas alabanzas al creador de las obras de la naturaleza, cuando
la sempiterna majestad de los cielos, convertida en pura inefabilidad, no puede
esperar del hombre más que las palabras más simples, Alabado seas tú, Señor, por
esto, por aquello y por lo de más allá.79

La observación de José del cielo no deja de ser síntoma de la contemplación de la acción


y presencia de Dios. En efecto, Sabrina Rizzo, remitiendo a otro trabajo suyo, afirma que “el
cielo se convierte en el centro de poder de Dios, centro distinto a la hegemónica Jerusalén,
donde reside el poder político y religioso de los hombres, que para Dios son: ‘palo para
cualquier cuchara’ (EESJ, 426)”80. En el trabajo al cual remite, Rizzo afirma que Jesús se

78
S. RIZZO, FICCIÓN Y PODER, 61.
79
J. SARAMAGO, El Evangelio según Jesucristo, Alfaguara, Buenos Aires, 2013, 24-25. En adelante, EESJ.
80
S. RIZZO, Tesis, 62.
35

encuentra mediando entre dos espacios, el cielo y la tierra, oposición que no es menor, ya que
es un paralelo de la identidad de Jesús como hijo de Dios-hijo de José81.

La escena continúa relatando que José vuelve al lecho con María, con quien mantiene
relaciones sexuales. El momento da pie para que José diga “aquella oración, terrible sobre todas,
a los hombres reservada, Alabado seas tú, Señor, nuestro Dios, rey del universo, por no haberme
hecho mujer”. Por su parte, aparece por primera vez la voz de María, quien, “humildemente
decía, como de mujer se espera que sea siempre la voz, Alabado seas tú, Señor, que me hiciste
conforme a tu voluntad”82. Sobre la diferencia entre varón y mujer, EESJ, se detendrá en el
siguiente capítulo, al relatar la asistencia en el culto sinagogal. El mismo ingreso en el culto,
las cantidades mínimas para celebrarlo y el lenguaje se alinean para dar cuenta de la diferencia
entre unas y otros.

María va a la sinagoga, entra por la puerta lateral que la ley impone a las mujeres,
y si, es un decir, se encuentra allí con treinta compañeras, o incluso con todas las
mujeres de Nazaret, o con toda la población femenina de Galilea, aun así tendrán
que esperar a que lleguen al menos diez hombres para que el servicio del culto,
en el que sólo como pasivas asistentes participarán, pueda celebrarse. Al contrario
de José, su marido, María no es piadosa ni justa, pero no tiene ella la culpa de
estas quiebras morales, la culpa es de la lengua que habla, si no de los hombres
que la inventaron, pues en ella las palabras justo y piadosa, simplemente, no tienen
femenino. 83

Vale decir que el texto, si bien relata el momento en que José derrama su simiente en el
interior de María, explicará que, durante esa misma mañana, María fue poseída también por
Dios, por lo cual, se mezclan las simientes, situación de la que la madre se enterará años más
tarde por boca de un ángel. La función de María en la historia de Jesús se restringe a ser la
portadora humana del hijo de Dios.84

Luego de esto, María conocerá su gravidez a través de la visita de un ángel, el Diablo,


quien, revestido como un mendigo se acerca a la casa de Nazaret. El mendigo, entonces, le
entrega un cuenco con tierra brillante.

Tendió María las manos para recibir la escudilla de barro… y, en el mismo


instante en que el cuenco pasaba de unas manos a las otras, dijo el mendigo…,
Que el Señor te bendiga, mujer, y te dé todos los hijos que a tu marido plazcan…
María sostenía el cuenco en lo cóncavo de las dos manos… y él, sin explicación…
se inclinó hasta el suelo y tomó un puñado de tierra… mientras decía con sorda y

81
S. RIZZO, “Jesús, entre el cielo y la tierra. La simbolización del espacio en El Evangelio según Jesucristo” en
M. KOLEFF, Apuntes saramaguianos. Aproximaciones a la narrativa de José Saramago, EDUCC, Córdoba,
2004, 85-94, 85.
82
EESJ, 27-28.
83
EESJ, 31.
84
Cf. EESJ, 357-361.
36

resonante voz, El barro al barro, el polvo al polvo, la tierra a la tierra, nada


empieza que no tenga fin, todo lo que empieza nace de lo que se acabó. Se turbó
María y preguntó, Eso qué quiere decir, y el mendigo respondió, Mujer, tienes un
hijo en tu vientre y ése es el único destino de los hombres, empezar y acabar,
acabar y empezar.85

Se trata de un acontecimiento que no encuentra solución en situaciones similares. En


efecto, la tierra brillante obsequiada a María termina por generarle un interrogatorio por parte
de los ancianos de la sinagoga. Estos son los encargados de determinar qué hacer con la tierra.
Ahora bien, como anota Rizzo, el discurso social se basa en un “fuerte discurso religioso
patriarcal”. Sin embargo, este discurso es sustentado por sus practicantes, a la vez que estos
“hallan en él las respuestas a devenir diario”. En ningún momento se habla en singular, sino
que es el debate lo que permite arribar a la solución de un nuevo problema. “Los ancianos de la
sinagoga son respetados y obedecidos por el poder que les otorga el saber, no solo el de los
libros sagrados, sino el construido por su experiencia religiosa”86.

El nacimiento de Jesús está enmarcado en una situación política bien definida. El


discurso político, aunque ajeno para el pueblo en general, se origina en la dominación romana,
haciéndose patente a la hora de pagar los impuestos como de censarse. En efecto, aparecieron
unos soldados romanos con la orden de César Augusto obligando a censar a todas las familias
que estuvieran bajo el gobierno de cónsul Publio Sulpicio Quirino. José se entera del edicto más
tarde, por boca de Ananías, un vecino suyo. En la casa de Nazaret, es María quien oye antes el
llamado de Ananías, pero no contesta porque “era al marido a quien llamaban, cómo iba ella a
tirarle de la manga de la túnica diciéndole, Estás sordo, no oyes que te llaman”. La noticia no
podría haber caído en peor momento, dado el avanzado embarazo de María que, incluso, había
imposibilitado la participación de la Pascua en Jerusalén. Sin embargo, el mandato imperial era
terminante y suscita la condolencia de Ananías y su esposa Chua. La respuesta a todo ello es la
confrontación entre el poder de Dios y el poder del César. José afirma: “Cierto es que Dios no
siempre quiere poder lo que puede César, pero César nada puede donde sólo Dios puede”. José
y María son conscientes de que puede llegar el parto en el camino, por lo que, además de la
incomodidad del momento, surgirían las obligaciones religiosas que atañen al nacimiento. Por
eso, le pide a Ananías que cuide su casa, “porque, incluso ocurriendo todo de la mejor manera,
nunca estaré de vuelta antes de un mes, contando el tiempo de viaje, más los siete días de
aislamiento de la mujer, o lo que se le añada a esto si nace una hija, que no lo permita el

85
EESJ, 33-34,
86
S. RIZZO, FICCIÓN Y PODER,64-65.
37

Señor”87. El texto alude a la legislación del Levítico 12, según la cual la madre al dar a luz
queda impura por siete días, culminando su purificación treinta y tres días después, momento
en el que se le permite volver a participar en el culto. José se refiere, también, a que esta ley
declara impura a la mujer el doble de tiempo en caso de que se trate del nacimiento de una niña.
Con todo, si nacía una niña, su madre quedaba impura durante ochenta días. Las palabras de
José muestran que la preferencia del varón sobre la niña tiene sus raíces en la voluntad de Dios
expresada en la Ley. En la novela, el narrador hace referencia a la impureza de la mujer cuando
María está a punto de ser madre. En ese momento, José se abstiene de dialogar con María,
porque

…todo esto es sucio e impuro, desde la fecundación al nacimiento, aquel


terrorífico sexo de mujer, vórtice y abismo, sede de todos los males del mundo, el
interior laberíntico, la sangre, las humedades, los corrimientos, el romper de las
aguas, las repugnantes secundinas, Dios mío, por qué quisiste que estos tus hijos
dilectos, los hombres, naciesen de la inmundicia, cuánto mejor hubiera sido, para
ti y para nosotros, que os hubieras hecho de luz y transparencia, ayer, hoy y
mañana, el primero, el de en medio y el último, así igual para todos, sin diferencia
entre nobles y plebeyos, entre reyes y carpinteros, sólo colocarías una señal
terrible sobre aquellos que, al crecer, estuviesen destinados a volverse, sin
remedio, inmundos88.

La disputa teológica entre José y su vecino parece serenarse al invitarlo a celebrar la


Pascua en su casa, debido a que no tenía familiares en Nazaret y María no tenía ningún familiar
desde el fallecimiento de Joaquín y Ana, sus padres. La apelación a estos personajes,
inexistentes en los textos canónicos, se funda en uno de los evangelios llamados apócrifos,
aquellos que la Iglesia descartó de lo que sería el Nuevo Testamento. Se trata, específicamente,
del Protoevangelio de Santiago89. EESJ recuerda que Joaquín y Ana eran personas de avanzada
edad y no habían tenido descendencia. El nacimiento de María había provocado extrañeza entre
sus paisanos, a lo que José respondió con el ejemplo de Abraham y Sara, identificando a Dios
con el tiempo, siendo el tiempo conocido por Dios como una unidad. La fuerte definición de
José tendrá una constatación en las palabras de Jesús en la cruz.

José respondió, fuerte en razones de doctrina, Dios es el tiempo mismo, vecino


Ananías, para Dios el tiempo es todo uno, y Ananías se quedó sin saber qué
respuesta dar, no era ahora el momento de traer a colación la controvertida y
nunca resuelta polémica acerca de los poderes, tanto los consustanciales como los
delegados, de Dios y de César90.

87
EESJ, 52.
88
EESJ, 85.
89
Cf. ANÓNIMO-PRANA, Los evangelios apócrifos, Lectorum, México, 2006, 13-16.
90
EESJ, 53.
38

Luego de haber celebrado la Pascua, los peregrinos, no solo José y María, vuelven a sus
lugares de origen para el censo. El narrador continúa con la discusión sobre quién comanda los
destinos de la tierra, si Dios o el emperador. En este contexto, supera la dicotomía, validando
el poder de César en el plan de Dios. El narrador afirma que

…no es muy difícil sustentar una tesis diferente, la que fue César Augusto quien,
sin saberlo, obedeció la voluntad del Señor, si es verdad que Dios tenía decidido,
por razones de él sólo conocidas, que José y su mujer, en este momento de su
vida, tendrían marcado en su destino ir a Belén 91.

A medida que avanzan, el grupo se divide entre varones, quienes llevan la delantera, y
mujeres y niños, siguiendo sus pasos. Durante una cena, un anciano llamado Simeón pregunta
a José sobre cómo deberían censar a su prole no nata. El carpintero se aleja de la cuestión
meramente legal y analiza la situación desde la perspectiva religiosa. El extenso diálogo
mantenido entre los dos hombres es una confrontación entre la autoridad del anciano y la
argumentación de José.

Finalizada la sufrida reflexión…, dijo el carpintero, Si llegado el último día del


censo no hubiera nacido aún mi hijo, será porque el Señor no quiere que los
romanos sepan de él y lo pongan en sus listas. Dijo Simeón, Fuerte presunción la
tuya, que así te arrogas la ciencia de lo que el Señor quiere o no quiere. Dijo José,
Dios conoce todos mis caminos y cuenta todos mis pasos, y estas palabras del
carpintero… significaban… que… José reconocía y proclamaba su obediencia al
Señor y manifestaba su humildad, sentimientos… contrarios a la pretensión
diabólica, insinuada por Simeón, de aspirar a conocer los saberes enigmáticos de
Dios. Así debió de entenderlo el anciano, pues permaneció callado y a la espera,
de lo que se aprovechó José para volver a la carga, El día del nacimiento y el día
de la muerte de cada hombre están sellados y bajo guarda de los ángeles desde el
principio del mundo, y es el Señor, cuando le place, quien quiebra un sello y luego
otro, muchas veces al mismo tiempo, con su mano derecha y con su mano
izquierda, y hay casos en que tarda tanto en partir el sello de la muerte que hasta
parece haberse olvidado de aquel viviente 92.

Luego de esa noche, la relación entre Simeón y José se serena. El anciano comprende,
“ve” las palabras de José con otro sentido, “como si mirando por primera vez un huevo tuviese
la percepción del pollito que hay dentro”. El asunto de la nueva conversación no es su hijo,
como supone José en un comienzo, sino “las mujeres y de cómo generan los seres que somos”.
Por ley, las mujeres han sido calladas, pero podrían dar a conocer qué de divino y qué de
demoníaco traen al mundo, como trajeron al mundo el primero pecado. En este contexto, José
vuelve la mirada hacia las mujeres, notando, sin total claridad, al mendigo que caminaba al lado
de María. Ninguno, más que José, vio al mendigo al lado de las mujeres.

91
EESJ, 58.
92
EESJ, 62-63.
39

En el siguiente capítulo, teniendo un diálogo imaginario con su esposa, José consulta si


lo había visto. La visión es tan inverosímil que genera sorpresa en su mujer y en sus
acompañantes, al punto de decir una que “Todavía está por nacer el hombre que, sin ser por
precisiones del cuerpo, se acerque al lado de las mujeres y con ellas se quede”. Ahora bien, la
respuesta negativa se convierte en afirmativa no por convicción ni evidencia, sino por
obediencia a la autoridad.

Lo que José no podría adivinar es que no había malicia alguna en la sorpresa de


María, pues ella realmente no vio al mendigo, fuera éste aparición o bien hombre
de carne y hueso. Pero, cómo puede ser esto verdad, si él estaba allí, a tu lado, si
lo vi con estos ojos preguntaría José, y María respondería, firme en su razón, En
todo, así me dijeron que está escrito en la ley, la mujer deberá al marido respeto
y obediencia, por lo tanto no volveré a decir que ese hombre no iba a mi lado, si
tú dices lo contrario, diré sólo que no lo vi 93.

Ahora bien, si la concepción de Jesús estuvo rodeada de eventos misteriosos, su


nacimiento carece de espectacularidad, es decir, “sucio de la sangre de su madre, viscoso de sus
mucosidades y sufriendo en silencio”94. José y María llegaron a Belén de noche y, aunque el
cabeza de familia era nativo del lugar, no tenían ningún pariente al que pedirle auxilio. José,
entonces, sale a pedir alojamiento en este poblado de dimensión e importancia semejante a
Nazaret. En un hogar, aunque no encuentran alojamiento, solicitan a una esclava llamada
Zelomi que haga las veces de partera, a quien le dan permiso por culpa y quien prepara los
elementos necesarios para el alumbramiento. Ya en la cueva, José espera fuera sin saber qué
hacer, por lo que Zelomi fue el único testigo del dolor de parto de María. El dolor de parto es
legitimado como un castigo heredado a causa del pecado de Eva, sufrimiento, por otro lado,
agradable, aunque nunca suficiente, a Dios.

… el padecimiento de esta mujer es igual al de todas las otras mujeres, como ha


sido determinado por el Señor Dios cuando Eva erró por desobediencia,
Aumentaré los sufrimientos de tu gravidez, tus hijos nacerán entre dolores, y hoy,
pasados tantos siglos, con tanto dolor acumulado, Dios aún no está satisfecho y
mantiene la agonía.95

Fuera de la cueva se encuentra José que no soporta los gritos de su mujer, aunque lo
persiguen “como si la propia tierra gritase”, al punto de que tres pastores también los oyen y se
le acercan al carpintero. Se entabla un diálogo entre los cuatro, prometiéndole sus dones para
el recién nacido. El texto remarca que el tercer pastor es un personaje misterioso, que no se

93
EESJ, 76.
94
EESJ, 91.
95
EESJ, 90-91.
40

pliega con facilidad al entusiasmo de los otros dos. Ellos cumplen su promesa y regresan para
conocer al niño. María ve a los pastores y, hablando del tercer personaje, “supo que era él”96.

El siguiente capítulo muestra un claro contraste con el que venimos comentando. En


efecto, hay un cambio de escenario, desde la periferia hacia el centro del poder religioso y
político Jerusalén, al mismo tiempo que se abre con la constatación del sufrimiento del rey
Herodes. El rey padece convulsiones y ardor en la piel “como si las mandíbulas menudísimas
y feroces de cien mil hormigas le estuviesen royendo el cuerpo, infatigables”. Al rey “sólo lo
mantiene vivo la furia”. Para peor, Herodes padece una pesadilla, en la que ve al profeta
Miqueas, lanzando una serie de imprecaciones contra los ricos y poderosos. Aun así, no le
molesta tanto las amenazas del profeta como que aparenta querer decir algo más, pero deja en
suspenso su palabra. Solo hacia el final del capítulo leemos que las palabras no dichas por
Miqueas se refieren a las del nacimiento del líder de Israel, que ha nacido en Belén. El rey hace
llamar a un sacerdote, quien lee la profecía, pero difería en el tiempo. “Todo se explicaba ahora,
el libro anunciaba un nacimiento futuro, sólo eso mientras que la aparición de Miqueas le decía
que ese nacimiento había ocurrido ya”97

Nuevamente en Belén, José y su familia continúan viviendo en la cueva, mientras


cumplen con la circuncisión al octavo día del varón, a quien le pone el nombre de Jesús. La
ironía se hace notar en unos renglones dedicados a la veneración del prepucio de Jesús en la
historia de la Iglesia hasta la actualidad. Sin embargo, José debe encontrar un trabajo para
mantener a la familia, algo que no encontrará en Belén.

La vida de los pobres ya en aquellos tiempos era difícil y Dios no podía atenderlo
todo... José… sabe que en Belén no tiene ninguna posibilidad… a no ser las
palabras de siempre, Cuando necesite un ayudante, te llamo, son promesas que no
llenan la barriga, aunque este pueblo esté viviendo de promesas desde que nació. 98

La apelación a las falsas promesas de los artesanos se convierte en ironía en la página


siguiente. José discurre en sus pensamientos, culminando “en Dios y en sus… promesas
verdaderas, de ahí al templo de Jerusalén y a las obras que aún se están haciendo”.
Efectivamente, allí consigue trabajo y, de vuelta a su hogar, se detiene ante la tumba de Raquel,
donde reflexiona sobre la muerte de esta mujer, en cierto modo, fue a manos de él. Pero, lo que
más lo aterró fue la idea inversa.

96
EESJ, 92.
97
EESJ, 115-116.
98
EESJ, 99
41

Después tuvo un pensamiento aún más triste, el de que los hijos mueren siempre
por culpa de los padres que los generan y de las madres que los ponen en el
mundo, y entonces sintió pena de su propio hijo, condenado a muerte sin culpa…
Comprendió que por primera vez en su vida dudaba del sentido del mundo y,
como quien renuncia a una última esperanza, dijo en voz alta, Voy a morir aquí…
Cuando entró en la cueva, antes incluso de informar a su mujer de que ya tenía
trabajo, José fue al comedero a ver al hijo, que dormía. Y se dijo luego, Morirá,
tendrá que morir.99

Luego del tiempo establecido por la Ley, los padres llevan al niño para ser presentado
al Templo. La descripción arquitectónica del lugar sagrado genera vértigo. Sin embargo, no es
en la altura lo que más se fija el texto, sino el ambiente que rodea al Templo: en primer lugar,
la presencia de “una multitud de gente, cambistas, pajareros, tratantes que vendían borregos y
cabritos, peregrinos… y muchos extranjeros”. De todos ellos, lo más recurrido es el comercio
religioso. Esto en un doble sentido. El primero, más evidente, es el dinero generado a través de
la religión. El segundo, más afín a la intención del presente trabajo, ya en este atrio, se va
configurando la relación entre lo sagrado y lo sangriento. Para entrar en contacto con lo sagrado,
José y María compran un par de tórtolas, que luego serán asesinadas. Las tórtolas han de morir
para que unos humanos puedan entrar en comunicación con Dios.

José y María entran, entra Jesús llevado por ellos y a su tiempo saldrán a salvo,
pero las tórtolas, ya lo sabíamos, van a morir, es lo que quiere la ley para reconocer
y confirmar la purificación de María. A un espíritu volteriano, irónico e
irrespetuoso… no le escaparía la ocasión de observar que, vistas las cosas, parece
que es condición para el mantenimiento de la pureza en el mundo que existan en
él animales inocentes, sean tórtolas o corderos100.

La arquitectura del horror que nos presenta el Templo sigue una lógica: mientras más se
adentra en lo sagrado, más se siente el sacrificio de los inocentes. Al mismo tiempo, el texto
presenta una ironía abominable: por fuera es un edificio de fama internacional, mientras que,
por dentro, es un monumento a la masacre.

Dentro, aquello es un degolladero, un macelo, una carnicería… la atmósfera está


cargada de humos de leña y de los cueros quemados, de vapor de sangre, de sudor,
un alma cualquiera, que ni santa tendría que ser, simplemente de las vulgares,
tendrá dificultades para entender que Dios se sienta feliz en esta carnicería,
siendo, como dicen que es, padre común de los hombres y de las bestias 101.

En este contexto se comprende mejor la primera apreciación del capítulo. El nacimiento


de Jesús contrasta con la muerte de las tórtolas. María volvió a estar limpia y el resto volvió a

99
EESJ, 102-103.
100
EESJ, 109.
101
EESJ, 110-111.
42

lo que era antes, “la diferencia es que hay dos tórtolas menos en el mundo y un niño más que
las hizo morir”102.

El siguiente capítulo está lleno de dramatismo y de detalles que hablan de la importancia


que tiene en el relato: la matanza de los niños de Belén. A diferencia del texto de Mateo, en el
que José se entera de la intención de Herodes a través de un sueño, el texto relata la información
de una manera más simple y, en apariencia, casual. En efecto, José se encontraba trabajando en
el Templo de Jerusalén, esperando terminar la jornada para retornar a Nazaret al día siguiente,
cuando escucha a unos soldados que intercambiaban datos sobre la misión encomendada. De
allí supo que habían mandado matar a los niños menores de tres años nacidos en Belén. Incluso,
en esa situación, los soldados pueden tener cierta objeción de conciencia, pero son conscientes
de que deben cumplir las órdenes recibidas.

Mira que somos desgraciados los de nuestro oficio, como si no nos bastara con
practicar lo malo que la naturaleza nos dio, tenemos encima que ser brazo de la
maldad de otros y de su poder103.

Por otro lado, y, aunque en apariencias sea Herodes quien mandó matar a los niños, el
relato mostrará que el deseo de estas muertes fue, primeramente, de Dios.

El camino realizado por José desde Jerusalén a Belén está lleno de escollos. Además de
la distancia, José llega a pensar que su mujer no está en la cueva, sino despidiéndose de los que
le dieron cobijo. El carpintero tuvo a su favor que María estaba en la cueva, a quien le ordena
huir inmediatamente, porque “Están matando gente”, añadiendo que los asesinados eran
“Niños, por orden de Herodes”. El deseo de José de preservar a su familia le hace decir que, tal
vez, tengan suerte, porque “la orden es matar a los niños de Belén que tengan menos de tres
años”, por lo que “si nadie nos denuncia, nos salvamos”104.

José sale a inspeccionar que no haya ningún soldado cerca, mientras María queda sola
en la cueva. Es en ese entonces cuando recibe la visita de un ángel, el mismo que había tomado
la forma de mendigo y de pastor. El diálogo entre ellos refleja que la masacre de Belén era parte
de un plan más grande, cuyo objetivo era preservar la vida del niño Jesús y de su familia.

La paz sea contigo, mujer de José, sea también la paz con tu hijo, él y tú
afortunados por tener casa en esta cueva, ya que, de no ser así, estaría ahora uno

102
EESJ, 113.
103
EESJ, 120.
104
EESJ, 125-126.
43

de vosotros despedazado y muerto, mientras el otro se hallaría vivo pero


despedazado105.

Si el saludo de paz del ángel muestra que la familia de Nazaret tuvo suerte en
comparación con las demás de Belén, lo siguiente es una demostración de que la sangre de esos
niños es responsabilidad de José.

Dijo el ángel, … me iré antes de que él [José] llegue he venido sólo para decirte
que tardarás en verme, todo lo que era necesario que ocurriera ha ocurrido ya,
faltaban esas muertes, faltaba, antes de ellas, el crimen de José… Dijo María, Qué
crimen ha cometido mi marido. Dijo el ángel, Tú lo sabes, no quieras ser tan
criminal como él. Dijo María, Juro. Dijo el ángel, No jures, o, si no, jura si quieres,
que un juramento pronunciado ante mí es como un soplo de viento que no sabe
adónde va. Dijo María, Qué hemos hecho nosotros. Dijo el ángel, Fue la crueldad
de Herodes la que hizo desenvainar los puñales, pero vuestro egoísmo y cobardía
fueron las cuerdas que ataron los pies y las manos de las víctimas. Dijo María,
Qué podía hacer yo. Dijo el ángel, Tú, nada, que lo supiste demasiado tarde, pero
el carpintero podía haberlo hecho todo, avisar a la aldea de que venían de camino
los soldados para matar a los niños, había tiempo suficiente para que los padres
se los llevaran y huyesen106.

José se hace con la culpa de no haber avisado a los demás sobre la intención de Herodes.
De esta manera, es también responsable de la masacre. Incluso, por ser un hombre bueno, José
es más culpable de lo que es Herodes. Ante esta situación, María pregunta por su futuro.

Dijo el ángel, Viviréis y sufriréis como todas las gentes. Dijo María, Y mi hijo,
Dijo el ángel, Sobre la cabeza de los hijos caerá siempre la culpa de los padres, la
sombra de la culpa de José oscurece ya la frente de tu hijo. Dijo María,
Desgraciados de nosotros. Dijo el ángel, Así es, y no tendréis remedio 107.

José retorna a la cueva y encuentra a María llorando. Entre ellos se da un diálogo, que
muestra el contraste entre los niños asesinados y Jesús, añadiendo la obligación religiosa de
agradecer porque habían escapado de la masacre.

María murmuró, Tantos niños muertos, y José, bruscamente, Cómo lo sabes, es


que has ido a contarlos, preguntó, y ella, Los recuerdo, recuerdo a algunos, Pues
da gracias a Dios porque el tuyo esté vivo, Se las daré.

Sin embargo, en José ya hay un asomo de culpa que se verá con mayor claridad en el
sueño que tuvo esa noche. En él, José estaba vestido con uniforme militar. Allí uno le pregunta
qué debía hacer, a lo que responde el carpintero, “orgulloso de conocer tan bien la misión que
le habían encargado, Voy a Belén a matar a mi hijo”108. Jesús, como afirma la esclava Zelomi,
había “salvado de esta primera muerte”, pero el costo de ello es la culpa que heredó de José.

105
EESJ, 129.
106
EESJ, 129-130.
107
EESJ, 130.
108
EESJ, 133.
44

III.1.2 LIBERTAD, CULPA Y CASTIGO

El recuerdo de la matanza generará culpa en José y esta se manifestará en los sueños.


Como bien anota Miguel Koleff, la culpa no está alejada del poder de Dios, sino que, por el
contrario, “es consecuencia directa del ejercicio del poder omnipotente que restringe las
convicciones personales y la libertad de conciencia”109. A su vez, como el sueño era
manifestación de la culpa, Jesús heredaría también el sueño de su padre. A diferencia del sueño
de Herodes, el de José no tiene que ver con un mensaje sobrenatural, sino con lo (no) que había
hecho, referido “a algo que viene dese muy dentro de ellos mismos como emergente de sus
acciones, culpas, emociones, en última instancia: ‘la representación de un poder, escondido en
la profundidad misteriosa pero potente, que dirige al hombre’”110.

Unos ocho meses después de la matanza de Belén, Herodes murió. Para ese entonces,
se encontraban en Nazaret. María se encuentra embarazada nuevamente, aunque en este caso
no hay ningún fenómeno irregular que haga pensar en una intervención divina. Por su parte,
José continúa con su sueño de asesinar a Jesús. En efecto, el “sueño es su enemigo de todas las
noches, con él tiene que luchas como por la propia vida y es una guerra que siempre pierde”111.

Esos primeros años no tuvieron más novedades que “la de los varios hijos que fueron
naciendo, aparte de dos hijas, y de haber perdido los padres la última lozanía que les quedaba
de su juventud”112. Sin embargo, José, quien desconoce los motivos biológicos de la generación
de los hijos, acepta que estos son fruto de la elección de “Dios para proseguir el poblamiento
del mundo que había creado”, pensaba, de alguna manera, restituir al mundo los niños que había
dejado asesinar a través de los hijos que iba engendrando. En este punto, el narrador afirma que
confluencia de remordimientos de José y de Dios, remordimiento que, como hemos visto, se
visualiza en el sueño, por lo que Dios no duerme “porque cometió una falta que ni a hombre
sería perdonable”113.

109
M. A. KOLEFF, “El poder, la gloria y la nuda vida”, [en línea] Revista de Estudos Saramaguianos en español,
2 (2015). Disponible en https://drive.google.com/file/d/0BxyJDvv3PhxmWDhPd1NsWHJRUXc/view 157-171,
159. Consulta: 25/09/2017.
110
S. RIZZO, PODER Y FICCIÓN, 72.
111
EESJ, 139.
112
EESJ, 147.
113
EESJ, 149.
45

El niño Jesús sigue la evolución natural de los demás infantes, desde la intención de
gatear, a caminar erguido hasta la emisión de sonidos que forman palabras. Su crecimiento, a
su vez, sigue de acuerdo con las costumbres judías del siglo I. De ahí que el narrador comente
su comienzo en la educación de la sinagoga.

Cuando llegó a los cinco años, el hijo de José empezó a ir a la escuela. Todas las
mañanas, en cuanto nacía el día, la madre lo llevaba al encargado de la sinagoga,
que siendo de nivel elemental los estudios, bastaba, bastaba y sobraba con él, y
era allí, en la misma sinagoga convertida en aula, donde Jesús y los otros
chiquillos de Nazaret realizaban, hasta los diez años, la sentencia del sabio, El
niño debe criarse en la Tora como el buey se cría en el corral114.

La ley de Dios, según la afirmación final, sirve como domesticación y aparato de


contención, pero que supone la obediencia al superior. De este modo, el niño abandonaba el
estado salvaje cuando conocía y cumplía con la Ley. Sin embargo, como insinuará más
adelante, la instrucción sagrada solo estaba reservada a los varones, por lo que María debía
abstenerse de dialogar con su hijo, cuyo basamento era “la máxima del sabio, Mejor sería que
la Ley pereciera en las llamas que entregarla a las mujeres”115.

La instrucción de la sinagoga tiene su paralelo en la instrucción laboral que Jesús recibe


en el taller de José. José tenía dos razones para enseñarle el oficio a sus hijos: por un lado, la
cuestión económica que impedía tener un ayudante y mantener a sus nueve hijos, su esposa y a
sí mismo; por otro lado, era una obligación talmúdica darle una manera de sobrevivir, a riesgo
de convertir a su hijo en un bandido. El capítulo se cierra con una visión idílica que pronto sería
frustrada por el plan de Dios: sus hijos ayudan a José en su carpintería, un trabajo que podría
durar generaciones y con buenos resultados, “si Dios, que sabe lo que quiere, no hubiera querido
otra cosa”116.

Es en la carpintería donde José y Jesús tienen un diálogo sobre las incesantes pesadillas
del padre. Sin que hable directamente de la matanza de Belén, José aprendió y enseña a su hijo
que sus deberes y obligaciones son más que los que le enseñaron.

Ése es tu sueño, padre, No es sólo su motivo, haber olvidado un día un deber, o


todavía peor, Pero, cómo, No pensé, Y el sueño, El sueño es el pensamiento que
no fue pensado cuando debía y ahora lo tengo conmigo todas las noches, no puedo
olvidarlo, Y qué era lo que debías haber pensado, Ni tú puedes hacerme todas las
preguntas, ni yo puedo darte todas las respuestas117.

114
EESJ, 150.
115
Ídem.
116
EESJ, 153.
117
EESJ, 161-162.
46

A nivel político, surgió una revuelta iniciada por Judas Galilea. La rebelión atrajo a
algunos hombres de Nazaret, entre los que se contaba Ananías, el vecino de José. En una
entrevista en el desierto de estos dos hombres, Ananías le pide que cuide de su casa como lo
había hecho cuando iba a nacer Jesús, haciéndole prometer que, de no volver, le avisaría a Chua
para que tome posesión de sus pertenencias. Aunque sea extraño, Ananías supone que en el
desierto sellaron un pacto, cuyos testigos son las piedras.

Quería hablarte ante testigos, Bastaría el testigo absoluto que Dios es, este cielo
que nos cubre por dondequiera que vayamos, Estas piedras, Las piedras son
sordas y mudas, no pueden dar testimonio, Es verdad que lo son, pero mañana si
tú y yo decidiéramos mentir sobre lo que aquí ha sido dicho, nos acusarían y
continuarían acusándonos hasta que se transformaran ellas en polvo y nosotros en
nada118.

José es avisado sobre la próxima muerte de Ananías en Séforis. El carpintero decide ir


en su burro para poder traer a su vecino hasta Nazaret. En Séforis, el panorama es desolador.
El narrador habla de la “poca gente en las calles de la ciudad, ninguna mujer, ningún niño, sólo
hombres cansados que posaban las frágiles armas y se dejaban caer”. Luego de caminar entre
moribundos, José encuentra a su vecino, él le advierte sobre la proximidad de los romanos y la
inminencia de su muerte. Sin embargo, José pasa la noche con su vecino. Al amanecer, siendo
consciente de la próxima muerte de Ananías, José intenta salvar a un joven herido, por lo que
sale a buscar su burro. Pero se encuentra con que ha sido robado. La impotencia de José es
narrada como si fuera un sacrificio ritual.

Las fuerzas de José cedieron de golpe ante el desastre. Como un ternero


fulminado, de aquellos que vio sacrificar en el Templo, cayó de rodillas y, con las
manos contra el rostro, se le soltaron de una vez todas las lágrimas que desde
hacía trece años venía acumulando, a la espera del día en que pudiera perdonarse
a sí mismo o tuviera que enfrentarse con su definitiva condena. Dios no perdona
los pecados que manda cometer… Viéndolo allí, secándose las lágrimas con la
manga de la túnica, cualquiera pensaría que se le había muerto un pariente entre
los heridos recogidos en el almacén, y lo cierto es que José estaba llorando sus
últimas lágrimas naturales, las del dolor de la vida119.

El texto nos adelanta que José está a punto de morir. Mientras está buscando el animal,
aparecen los soldados romanos, quienes lo interrogan y no creen en la inocencia del nazareno.
Los demás arrestados intentan disuadir a los romanos de crucificar a José, pero al poco tiempo
proclama “la brutal evidencia de su destino, Voy a morir, y voy a morir inocente”. Uno intenta

118
EESJ, 166-167.
119
EESJ, 181.
47

darle ánimos al carpintero, pero sabe que la ayuda de Dios es inútil cuando se trata de un
condenado a muerte.

Cuando venga el comandante de la cohorte, le diremos que nada tienes que ver
con nosotros y él te soltará en paz, Y vosotros, Los romanos nos crucifican a todos
cuando nos detienen, Dios os salvará, Dios salva las almas, no los cuerpos120.

Efectivamente, José se encuentra metido, de manera inocente, entre los castigados por
la revuelta de Judas Galileo. A las afueras de la ciudad, se encuentran los cuarenta palos que
luego serían completados con los respectivos travesaños. José es el último en ser ajusticiado,
pero, aunque se sabe inocente, calla su alegato. Su agonía física es precedida por la tortura
visual que supone haber sido el último crucificado. Sin embargo, la escena del carpintero,
sintiendo el dolor de los clavos, culmina con una alabanza a Dios, “ya que no es lícito”121
maldecirlo.

María se entera de que incendiaron Séforis y hubo hombres crucificados. Al no tener


noticias de su marido desde el día anterior, sale en su búsqueda con su hijo primogénito. Es
Jesús quien encuentra a su padre muerto y ya bajado de la cruz. En medio de aquel pabellón de
asesinados se escuchan voces que entonan una oración de luto. Estos versículos, sacados de la
reflexión sapiencial bíblica, especialmente del salmo octavo y de Job, hablan de la brevedad, la
fragilidad y el sufrimiento de la vida humana, en comparación con la majestuosidad de Dios.

Señor, qué es el hombre para que te intereses por él, qué es el hijo del hombre
para que de él te preocupes, el hombre es como un soplo, sus días pasan como la
sombra, cuál es el hombre que vive y que no ve la muerte, o que consigue que su
alma escape de la sepultura, el hombre nacido de mujer es escaso de días y rico
en inquietud, aparece como una flor y como ella es cortado, va como la sombra y
no permanece, qué es el hombre para que te acuerdes de él y el hijo del hombre
para que lo visites. Con todo, después de este reconocimiento de la irremediable
insignificancia del hombre ante Dios,… el coro ascendía y alcanzaba una especie
de exultación, para proclamar a la faz del mismo Dios una inesperada grandeza,
Pero recuerda que poco menor hiciste al hombre que a los ángeles, de gloria y
honra lo coronaste122.

La pena de José se extiende más allá de la muerte. En efecto, como bien recuerda el
texto, en la legislación de Moisés, el ajusticiado que cuelga de un árbol debe ser enterrado esa
misma jornada. El texto de Deuteronomio 21,23 manda hacer esto, “porque el que está colgado
de un árbol es una maldición de Dios”, terminando con la advertencia de que, en caso de no
hacerlo, estaría manchando la tierra recibida como herencia. De este modo, José es asesinado
sin culpa de rebeldía, pero recibe la maldición de Dios y su cuerpo sin vida arruina a toda la

120
EESJ, 182-183.
121
EESJ, 186.
122
EESJ, 193.
48

nación en caso de no cumplir con la sepultura. Por otro lado, la hora en que encuentran a José
y a los demás crucificados no permite que sean sepultados como era habitual, sino que deciden
hacer una fosa común.

De vuelta en Nazaret, en esa noche, María escucha un gemido de Jesús que la hace
despertar. En esta primera ocasión, María se abstiene de despertarlo, porque haría que el hijo le
contara su pesadilla. Al día siguiente, María pregunta a su hijo devenido jefe de familia si ha
soñado con su padre. Jesús responde lacónicamente primero que sí y luego que no. Es el único
de la familia que parece llevar el luto como sugieren el Eclesiástico y el Eclesiastés. La pesadilla
se repite la segunda noche, aunque Jesús no quiere hablar con María. Solo al amanecer, Jesús
responde a las inquietudes de María.

Sueño que estoy en una aldea que no es Nazaret y que tú estás conmigo, pero no
eres tú porque la mujer que en el sueño es mi madre tiene una cara diferente, hay
otros niños de mi edad… y mujeres que son las madres, pero no sé si las
verdaderas, alguien nos reunió a todos en la plaza, estamos esperando a unos
soldados que vienen a matarnos… en ese momento aún no tengo miedo, sé que
es un sueño malo… pero de repente tengo la seguridad de que mi padre viene con
los soldados, me vuelvo hacia ti para que me defiendas… pero tú te has ido, todas
las madres se han ido, sólo quedamos nosotros, que ya no somos muchachos, sino
niños muy pequeños, yo estoy tumbado en el suelo y empiezo a llorar, y los otros
lloran todos, pero yo soy el único que tiene un padre que viene con los soldados,
miramos a la entrada de la plaza… pero no entran… entonces me veo a mí mismo
como soy ahora, dentro del niño pequeño que también soy… te llamo pero te has
ido, llamo a mi padre, que viene a matarme, y en ese momento me desperté, esta
noche y la otra123.

Se trata del sueño de José, pero desde la perspectiva del hijo. Jesús intuye que hay una
relación entre su sueño y el de su padre. Por eso, se invierten los roles. Ahora es Jesús quien
quiere conocer de qué se trataba. Solo después de una noche de esta pesadilla Jesús se entera
de su historia, provocándole rechazo la actitud pasiva de su padre en la matanza de Belén.

Las manos de Jesús se alzaron de repente hasta el rostro como si quisieran


desgarrarlo, su voz se soltó en un grito irremediable, Mi padre mató a los niños
de Belén, Qué locura estás diciendo, los mataron los soldados de Herodes, No,
los mató mi padre, los mató José, hijo de Heli, que sabiendo que los niños iban a
ser muertos no avisó a los padres, y cuando estas palabras fueron dichas, quedó
también perdida toda esperanza de consuelo. Jesús se tiró al suelo, llorando, Los
inocentes, los inocentes124.

A raíz de esta conversación, Jesús decide irse de Nazaret. María intenta persuadir a su
hijo para que se quede, aduciendo que los romanos podrían capturarlo. Sin embargo, Jesús se
siente seguro, dado que “no caerán sobre mí espada en mano para matarme ni me clavarán en

123
EESJ, 206-207.
124
EESJ, 211-212.
49

una cruz, no he hecho nada, soy inocente”125. La memoria de la muerte inocente de su padre no
menoscaba que haya vivido como culpable. El primer tramo del viaje de Jesús culmina en
Jerusalén, más específicamente en el Templo cuando dialoga con los ancianos. A decir de
Rizzo, “los escribas y doctores se regodean con su propio histrionismo, acomodan la
interpretación de las escrituras a su victoria en los debates, y, si no lo logran, descalifican al
fiel”126. Uno de los presentes pregunta sobre la dominación romana y la fidelidad de Dios.

Si cumplís mis leyes, si guardáis mis preceptos, dijo el Señor. Y qué leyes no
cumplimos, qué preceptos nos guardamos para tener que aceptar por justa y
necesaria, como castigo de pecados, la dominación de Roma, El Señor lo sabrá,
Sí, el Señor lo sabrá, cuántas veces e hombre peca sin saberlo, pero explícame por
qué se sirve el Señor del poder de Roma para castigarnos, en vez de hacerlo
directamente, cara a cara con aquellos a quienes eligió para formar su pueblo, El
Señor conoce sus fines, el Señor elige sus medios, Quieres decir entonces que es
voluntad del Señor que los romanos manden en Israel, Sí, Si es como dices,
tendremos que concluir que os rebeldes que andan luchando contra los romanos
están también luchando contra el Señor y su voluntad, Concluyes mal, Y tú te
contradices, escriba, El querer de Dios puede ser un no querer y su no querer, su
voluntad, Sólo el querer del hombre es verdadero querer y no tiene importancia
ante Dios, Así es, Entonces, el hombre es libre, Sí, para poder ser castigado 127.

El diálogo entre el escriba y el otro hombre muestran la corrección política de los


hombres que se sienten en conocimiento de la voluntad de Dios. El ser humano, desde esta
perspectiva, debe resignarse ante el poder que lo oprime, bajo la sospecha de estar
contradiciendo lo que Dios ha previsto y desea para su pueblo. Particularmente interesante es
la referencia implícita a los intentos de sublevación de Judas Galileo que, sin darse cuenta,
contravienen la justicia divina de castigar a su pueblo por sus pecados, aunque no estén del todo
seguro de cuáles sean. Israel – y todo ser humano – es libre, pero como condición de posibilidad
para un castigo. La libertad humana le da la potestad a Dios de condenarlo por sus pecados.

Jesús toma la palabra y desea saber acerca de la culpa. Su intención es hablar acerca de
la transmisión por herencia de la culpa. La lógica que utiliza Jesús en este debate deja
asombrado al escriba, quien, solo final, deja ver qué piensa acerca de la culpa heredada. En este
fragmento se verá que Jesús aplica el atributo divino de la eternidad como punto de partida para
comprender la culpa transmitida de padres a hijos.

Dijo el Señor que los padres no morirán por los hijos ni los hijos por los padres
y que cada uno será condenado a la muerte por su propio delito… [pero], siendo
la palabra del Señor eterna y no estando a la vista el fin de las culpas, recuerda lo
que tú mismo dijiste hace poco, que el hombre es libre para poder ser castigado,
creo que es legítimo pensar que el delito del padre, incluso siendo castigado, no

125
EESJ, 215.
126
S. RIZZO, Tesis, 77.
127
EESJ, 236.
50

queda extinto con el castigo y forma parte de la herencia que transmite al hijo,
como los vivos de hoy heredamos la culpa de Adán y Eva, nuestros primeros
padres128.

El escriba piensa la culpa de Adán y Eva más allá de la materialidad de haber


desobedecido un mandato y da a entender que la mayor culpa consiste en haber impedido que
Dios llevara a cabo su plan. La intervención de otro oyente permite dar un paso más. En efecto,
éste pregunta si es legítimo pensar que la voluntad de Dios parece una isla constantemente
atacada por las olas que simbolizan las voluntades humanas, a lo que responde que la voluntad
divina no solo es más poderosa que todas las demás, sino que también, en la divina están
contenidas las voluntades humanas. Este debate da lugar al siguiente diálogo.

Pero tú mismo has dicho que la desobediencia de Adán es la causa de que no


conozcamos el proyecto que Dios había concebido para él, Así es, según la razón,
pero en la voluntad de Dios, creador y regidor del universo, están contenidas todas
las voluntades posibles, la suya, pero también las de todos los hombres nacidos y
por nacer, Si fuera como dices, intervino Jesús, súbitamente iluminado, cada uno
de los hombres sería una parte de Dios, Probablemente, pero la parte representada
por todos los hombres juntos sería como un grano de arena en el desierto
infinito129.

Jesús ve que su pregunta y sus respuestas han dejado desconcertado al escriba, al mismo
tiempo que este no ha logrado satisfacer su deseo. El adolescente exige un posicionamiento
claro, obligando al escriba a ser claro y contundente por primera vez.

El escriba enderezó lentamente la cabeza, lo miró con la expresión de quien


acabara de salir de un sueño y, tras un largo, casi insoportable silencio, dijo, La
culpa es un lobo que se come al hijo después de haber devorado al padre, Ese lobo
de que hablas ya se comió a mi padre, Entonces sólo falta que te devore a ti, Y tú,
en tu vida, fuiste comido o devorado, No sólo comido y devorado, sino también
vomitado.

Jesús sale abrumado por las contestaciones del escriba. El joven pregunta por cómo
llegar hasta Belén. Allí se encuentra con una esclava vieja, quien cuando Jesús habla de su
nacimiento, se presenta como su comadrona. Zelomi recuerda esa época y la suerte que tuvo de
haber escapado de la matanza. En medio de ello, la esclava atribuye a la voluntad de Dios,
disfrazada en soldados de Herodes la masacre.

Sólo Dios sabrá por qué murieron, el ángel de la muerte, tomando figura de unos
soldados de Herodes, bajó a Belén y los condenó, Crees que fue voluntad de Dios,
Sólo soy una esclava vieja, pero desde que nací, oigo decir que todo cuanto ocurre
en el mundo, incluso el sufrimiento y la muerte, sólo puede suceder porque Dios
antes lo quiso, Así está escrito, Comprendo que Dios quiera mi muerte uno de
estos días, pero no la de unos niños inocentes, Tu muerte la decidirá Dios a su
tiempo, la muerte de los niños la decidió la voluntad de un hombre, Poco puede
la mano de Dios si no basta para interponerse entre el cuchillo y el sentenciado,

128
EESJ, 239-240
129
EESJ, 240-241.
51

No ofendas al Señor, mujer, Quien como yo nada sabe no puede ofender, Hoy, en
el Templo, oí decir que todo acto humano, por insignificante que sea, interfiere la
voluntad de Dios, y que el hombre sólo es libre para poder ser castigado, No es
de ser libre de donde viene mi castigo, sino de ser esclava, dijo la mujer130.

Si profundizamos en los diálogos y las apreciaciones que el mismo narrador hace,


surgen algunas otras cuestiones: ¿La voluntad de Dios es que las voluntades humanas renieguen
de la autoridad divina, dando lugar, con ello, a un castigo legítimo? ¿Es, en definitiva, una
quimera la libertad humana cuando está rodeada por la libertad de Dios? ¿Dios desea ser
desobedecido para que el humano, pensando que está utilizando su libertad, en realidad esté
cumpliendo con el plan de Dios? ¿Hay alguna posibilidad de poder escapar del plan de Dios?
Ahora bien, luego del encuentro con la esclava, el narrador responde categóricamente a estas
preguntas.

Apenas [Jesús] había oído las palabras de Zelomi porque el pensamiento, como
una súbita hendidura, se abrió hacia la ofuscadora evidencia de que el hombre es
un simple juguete en manos de Dios, eternamente sujeto a hacer sólo lo que a
Dios plazca, tanto cuando cree obedecerle en todo, como cuando en todo supone
contrariarlo131.

III.1.3 ENTRE DIOS Y EL DIABLO: EL ENCUENTRO EN EL LAGO

Los siguientes capítulos de este trabajo versarán sobre cómo, en Jesús, se hace patente
la última apreciación transcrita del narrador. Jesús conocerá cara a cara, en un primer encuentro,
al Diablo y, posteriormente, a Dios. Si la matanza de Belén tiene como consecuencia la huida
de la familia de Nazaret y el comienzo de una nueva vida, para Jesús, la visita del lugar de su
nacimiento significó un cambio en su forma de pensar y vivir.

El capítulo culmina cuando la esclava Zelomi guía a Jesús hasta la cueva en la que había
nacido y, al igual que en la matanza de Belén, al día siguiente encontrará el lugar vacío. Jesús
pasó la noche en el lugar, hasta el momento en que ve “a un hombre alto, gigantesco, con una

130
EESJ, 248-249.
131
EESJ, 249.
52

cabeza de fuego”. El diálogo entre ambos es áspero, especialmente en lo que se refiere a la


forma de concebir a Dios. Jesús se muestra desafiante ante el desconocido, al mismo tiempo
que conserva la enseñanza recibida en la sinagoga, por lo que todo su conocimiento sobre Dios
lo preserva de cualquier rastro de imperfección moral.

Háblame con respeto, muchacho, o tomo el lugar de tu padre para castigarte, aquí
no te oiría ni Dios, Dios es ojo, oreja y lengua, lo ve todo, lo oye todo, y si no lo
dice todo es porque no quiere, Qué sabes tú de Dios, chiquillo, Sé lo que he
aprendido en la sinagoga, En la sinagoga no habrás oído decir nunca que Dios es
un ojo, una oreja y una lengua, La conclusión es mía, si Dios no fuere eso no sería
Dios, Y por qué crees tú que Dios es un ojo y una oreja y no dos ojos y dos orejas
como tú y como yo, Para que un ojo no pudiera engañar al otro ojo y una oreja a
la otra oreja, para la lengua no es necesario, es una sola, La lengua de los hombres
también es doble, tanto sirve para la verdad como para la mentira, A Dios no le
es permitido mentir, Quién se lo impide, El mismo Dios, o se negaría a sí mismo,
Ya lo has visto, A quién, A Dios, Algunos lo han visto y lo anunciaron 132.

El desconocido comenta que estuvo presente cuando Jesús nació, por lo que este desea
conocer su identidad. Aquel le dice que no tiene nombre, porque no lo necesita. Su oficio es el
de pastor de rebaño, pero la insistencia de Jesús termina venciéndolo, no sin mostrar que eso
estaba buscando el pastor, quien lo recibe como una oveja de su rebaño.

Cómo te llamas, Para mis ovejas no tengo nombre, Yo no soy una oveja tuya,
Quién sabe, Dime cómo te llamas, Si te empeñas en darme un nombre, llámame
Pastor, con eso basta para que venga, si me llamas, Quieres llevarme contigo de
ayudante, Estaba esperando que me lo pidieras, Y qué, Te recibo en mi rebaño 133.

Cuatro años Jesús comparte con Pastor. El personaje se caracteriza por no tener un
patrón, pero tampoco se caracteriza por sacar rédito económico de su rebaño. En efecto, se
cuenta que Pastor “desperdicia cantidades de lana que superan todo lo imaginable y… sólo
trasquila para que no se ahoguen de calor las ovejas”, pero sobre todo llama la atención porque
“no vende cordero o cabrito de su rebaño, ni siquiera en tiempos de Pascua, cuando, por el
aumento de la demanda, alcanzan muy buen precio”134. La muerte en el rebaño se da de forma
natural, siendo Pastor el que se encarga de que, en caso de dolencia o senilidad, los animales
mueran. La actitud de Pastor, que rompe la lógica del costo-beneficio, llama la atención de
Jesús.

Fuiste tú quien compró la primera oveja y la primera cabra, No, Quién fue, Las
encontré, no sé si fueron compradas, y ya eran rebaño cuando las encontré, Te las
dieron, Nadie me las dio, las encontré, me encontraron ellas, Entonces, eres el
dueño, No soy el dueño, nada de lo que existe en el mundo me pertenece, Porque
todo pertenece al Señor, debías saberlo, Tú lo dices, Cuánto tiempo hace que eres

132
EESJ, 257.
133
EESJ, 258.
134
EESJ, 261.
53

pastor, Ya lo era cuando naciste tú, Desde cuándo, No lo sé, tal vez cincuenta
veces la edad que tienes, Sólo los patriarcas de antes del diluvio vivieron a tantos
años o más, ningún hombre de los de ahora puede esperar tan larga vida, Lo sé
muy bien, Si lo sabes, pero insistes en que has vivido todo ese tiempo, admitirás
que yo piense que no eres hombre, Lo admito. 135

El enigma queda sin resolución momentánea. Jesús no se atreve a preguntar si es un


ángel, pero, de serlo, a la mañana siguiente confirmaría que no se trata de un ángel del Señor.
En efecto, mientras el adolescente agradece a Dios por el día que comienza, Pastor no cumple
con ese ritual ni tampoco reza en todo el día. La falta de cumplimiento de su mayoral produce
un disgusto tal en Jesús que desea irse. Sin embargo, Pastor, a diferencia de Jesús, vive sus
relaciones con libertad, por lo que no tiene intenciones de retenerlo ni pide explicaciones por
su resolución.

Pastor… sólo dijo, Buen viaje… puedes marcharte cuando quieras, Y no quieres
saber por qué me voy, Mi curiosidad no es tan fuerte que me obligue a
preguntártelo, Me voy porque no debo vivir al lado de alguien que no cumple sus
obligaciones con el Señor, Qué obligaciones, Las más elementales, las que se
expresan por medio de oraciones y acción de gracias…, No soy judío, no tengo
que cumplir obligaciones que no son mías136.

Esta primera parte del diálogo estriba en una diferencia de costumbres. Dicho de otra
manera, la cuestión divergente es práctica. Se trata de un adolescente judío observante de la
Ley que le enseñaron que juzga apasionadamente e intenta de cambiar la manera de actuar de
un no judío. A partir de este momento, la cuestión tornará sobre Dios. En la extensa
transcripción siguiente, Jesús y Pastor ya no hablarán sobre la conducta que se deben observar,
sino la imagen de Dios que sustenta ese código de conductas. Lo que Jesús defenderá es la
especulación abstracta de Dios, mientras que Pastor no postula a Dios por sus atributos
metafísicos, sino que ubica su reflexión en la manera de actuar de Dios, en cómo permite el
sufrimiento en el mundo e, incluso, cómo esa actitud abre la posibilidad de que el indefenso e
inocente sea sacrificado.

Jesús… como si sostuviera ante sí una lanza y un escudo protector, exclamó, Sólo
el Señor es Dios. La sonrisa de Pastor se extinguió, la boca se contrajo en una
mueca amarga, Sí, si existe Dios tendrá que ser un único Señor, pero mejor sería
que hubiese dos, así habría un dios para el lobo y otro para la oveja, uno para el
que muere y otro para el que mata, un dios para el condenado y otro para el
verdugo, Dios es uno, completo e indivisible, clamó Jesús, a punto de echarse a
llorar de piadosa indignación, a lo que el otro respondió, No sé cómo puede Dios
vivir, la frase no pasó de aquí porque Jesús cortó con la autoridad de un maestro
de la sinagoga, Dios no vive, es, En esas diferencias no soy entendido, pero lo que
sí te puedo decir es que no me gustaría verme en la piel de un dios que al mismo
tiempo guía la mano del puñal asesino y ofrece el cuello que va a ser cortado,
Ofendes a Dios con esos sentimientos impíos, No valgo tanto, Dios no duerme,

135
EESJ, 262-263.
136
EESJ, 265.
54

un día te castigará, Menos mal que no duerme, de esa manera se evita las
pesadillas del remordimiento, Por qué me hablas tú de pesadillas y
remordimiento, Porque estamos hablando de tu dios, Y el tuyo, quién es, No tengo
dios, soy como una de mis ovejas, Ellas al menos dan hijos para los altares del
Señor, Y yo te digo que como los lobos aullarían esas madres si lo supieran 137.

En estos intensos debates, se va perfilando la actitud de Pastor hacia Dios. La ironía es


que Dios es, a la vez, Dios del que mata como del que es asesinado, al tiempo que el nombre
divino se escribe en minúscula, “para demostrar la antipatía del personaje para con el Padre, así
mostrando que él lo reconoce como siendo apenas uno más”138 . Pastor le recuerda que conoce
todo de su vida, desde su concepción hasta ese momento, incluyendo que Jesús sufre el
remordimiento heredado de su padre. Mientras tanto, Jesús amaga irse, pero, de alguna manera,
quiere que Pastor le pida quedarse, su interlocutor exige una decisión inmediata. La respuesta
silenciosa de Jesús fue la de quedarse. Sin embargo, la intriga que le genera Pastor no se mitiga
y durante el día siguiente se detiene en observar sus movimientos. El joven recuerda una historia
escuchada en su infancia, según la cual el Diablo, como testigo de la creación de Adán y Eva,
hizo su propia creación en el mundo subterráneo, “con la diferencia, al contrario de Dios, de
que no les prohibió nada, razón por la que en el mundo del Diablo no habría pecado original”139.
Volveremos a considerar la semejanza entre Dios y el Diablo, cuya diferencia estriba en las
valoraciones morales, en el diálogo del lago. Jesús interpela a Pastor sobre su costumbre de
asegurarse que el mundo sigue en el mismo lugar. La respuesta de Pastor, que le otorga a las
manos la atribución de conocer, da lugar a una discusión respecto del cuerpo, especialmente
cuando se trata de la sexualidad. Nuevamente, las palabras de Pastor contrastan con lo que
aprendió Jesús en la sinagoga.

Quién ha creado tu cuerpo, Dios fue quien me creó, Tal como es y con todo lo
que tiene, Sí, Hay alguna parte de tu cuerpo que haya sido creada por el Diablo,
No, no, el cuerpo es obra de Dios, Luego todas las partes de tu cuerpo son iguales
ante Dios, Sí, Podría Dios rechazar como obra no suya, por ejemplo lo que tienes
entre las piernas, Supongo que no, pero el Señor, que creó a Adán, lo expulsó del
paraíso y Adán era obra suya, Respóndeme derecho, muchacho, no me hables
como doctor de la sinagoga, Quieres obligarme a darte las respuestas que te
convienen, pero yo, si es preciso, puedo recitarte todos los casos en los que el
hombre, porque así lo ordenó el Señor, no puede, bajo pena de contaminación y
muerte, descubrir una desnudez ajena o la suya propia, prueba de que esta parte
del cuerpo, es por sí misma, maldita140.

137
EESJ, 265-266.
138
J. VALDATI – J. KAMINSKI CORSO OZELA, “La remisión del Diablo: de villano a héroe en El Evangelio
según Jesucristo”, [en línea] Revista de Estudos Saramaguianos en español, 4 (2016). Disponible en
https://drive.google.com/file/d/0BxyJDvv3PhxmdFZ1N20tdkkxU3M/view 79-93, 86. Consulta: 25/09/2017.
139
EESJ, 268-269.
140
EESJ, 270.
55

Las palabras de Jesús, a decir de Pastor, se asemejan a la de los doctores, tal vez no tanto
por la supuesta erudición como por la contradicción e hipocresía. Mientras que afirma
categorialmente que el cuerpo ha sido creado por Dios, se lo ha cargado de valoración negativa,
siendo necesaria la intervención de las prohibiciones y el castigo. El ser humano ha sido creado
por Dios, pero no puede utilizar parte de su cuerpo porque es maldito por el mismo que lo ha
creado. Sin embargo, la obsesión por condenar la sexualidad esconde la hipocresía de no hacer
lo mismo con otras partes del cuerpo. Lo siguiente es continuación inmediata de la transcripción
anterior y muestra a Pastor que se ocupa de desnudar este desbalance.

No más maldita que la boca cuando miente y calumnia, y ella te sirve para alabar
a tu Dios antes de la mentira y después de la calumnia, No te quiero oír, Tienes
que oírme, aunque sólo sea para responder a la pregunta que te he hecho, Qué
pregunta, Si Dios podrá rechazar como obra no suya lo que llevas entre las
piernas, dime sí o no, No puede, Por qué, Porque el Señor no puede no querer lo
que antes quiso. Pastor movió lentamente la cabeza y dijo, En otras palabras, tu
Dios es el único guardián de una prisión donde el único preso es tu Dios 141.

La conversación llega a su culmen cuando Pastor, “en tono de falsa naturalidad”, le pide
a Jesús que escoja una oveja. La razón es la que el animal le servirá para satisfacer su apetito
sexual. La indignación de Jesús llega hasta el extremo. Sintió “el vértigo de una horrible
voluptuosidad que del ahogo de la vergüenza y de la repugnancia en un instante emergió y
prevaleció”. El joven se echa en tierra y comienza a recordar las citas de las Escrituras que
prohíben la unión sexual con un animal.

Ésta es la palabra del Señor Si un hombre se une a un animal, será castigado con
la muerte y mataréis al animal, también dijo Maldito el que peca con un animal
cualquiera, Dijo todo eso tu Señor, Sí, y yo te digo que te apartes de mí,
abominación, criatura que no eres de Dios, sino del Diablo 142.

La escena se detiene para mostrar que ninguna de las amenazas de Jesús surte efecto.
Pastor, por su parte, había logrado destapar la hipocresía de las enseñanzas sobre el cuerpo que
recibió Jesús: mientras que, por un lado, condenaban las relaciones sexuales con animales, la
Escritura permite y ve con buenos ojos que esos mismos animales sean utilizados y maltratados
en vistas del beneficio ajeno. Dicho de otra manera, el cuerpo es condenado por la sexualidad,
pero se alaba la muerte de animales inocentes.

Oíd, oíd, ovejas que ahí estáis, oíd lo que nos viene a enseñar este sabio mucho,
que no es lícito fornicaros, Dios no lo permite, podéis estar tranquilas, pero
trasquilaros, sí, maltrataros sí, mataros sí, y comeros, pues para eso os crió su ley
y os mantiene su providencia143.

141
EESJ, 270.
142
EESJ, 271.
143
EESJ, 271-272.
56

Más allá de la sugerencia de Pastor que lo escandalizó, Jesús decide quedarse con él.
Mientras iba aprendiendo a pastorear, Jesús, en cierta ocasión, lanza su cayado y,
accidentalmente, mata a un cabrito recién nacido. Jesús se siente mal y este accidente da lugar
a Pastor lo desuella para comerlo y ello le permite hablar de “ver cómo son por dentro aquellos
que fueron creados para servirnos y alimentarnos”. Mientras que Jesús intenta retirarse
negándose a comer del animal, Pastor continúa su discurso, cuyo culmen está en la constitución
interna del Diablo y su relación con Dios.

Los esclavos viven para servirnos, quizás deberíamos abrirlos para saber si llevan
esclavos dentro y después abrir un rey para ver si tiene otro rey en la barriga y, ya
ves, si encontrásemos al Diablo y él se dejase abrir, tal vez nos lleváramos la
sorpresa de ver saltar a Dios de allí dentro144.

El malestar Jesús por la muerte del cabrito lleva en sí mismo una crítica a la hipocresía.
En efecto, el joven se niega a comer el cabrito, mientras que su religión y sus costumbres se
complacen sacrificios rituales de animales “inocentes todos los días… en los altares del Señor,
sobre todo en Jerusalén, donde las víctimas se cuentan por hecatombes”145. El contraste entre
la muerte accidental y la muerte mandada como sacrificio llega a su extremo en el momento de
la primera Pascua. Pastor, para ponerlo a prueba, le ofrece llevar un cordero del rebaño para el
sacrificio, pero Jesús comprende que no podría sacrificar a algo que ha ayudado a criar, pero
eso no significa mucho, ya que “Jesús encontrará… manera de presentarse dignamente en el
Templo con su borreguillo, cumpliendo lo que se espera del buen judío que ha demostrado
ser”146. A pesar de no ir preparado, su deseo se ve cumplido. Un viejo, en camino hacia
Jerusalén, lo encuentra y le regala uno de los corderos que llevaba para el sacrificio. Jesús, en
ese momento, escucha “aquella manera tímida y trémula de los corderos que van a morir
jóvenes por amarlos tanto los dioses”147 y se conmueve. El texto da que pensar en la íntima
relación que hay entre amor de los dioses y la muerte de los amados. En este momento se afirma
en un animal, pero sirve como anticipación del sacrificio del hijo amado de Dios, cuestión que
nos ocuparemos en el siguiente subtítulo. El momento cumbre de la conmoción e
incomprensión de Jesús se da en el momento en que mira el horror que se desprende del Templo.

Sobre el Templo, la alta columna de humo, enroscada, continua, mostraba a toda


la tierra de alrededor que cuantos allí habían ido a sacrificar eran directos y
legítimos descendientes de Abel, aquel hijo de Adán y Eva que al Señor, en aquel
tiempo, ofreció los primogénitos de su rebaño y las grasas de ellos, con favorable
aceptación, mientras su hermano Caín, que no tenía para presentar más que

144
EESJ, 276.
145
EESJ, 277.
146
EESJ, 281.
147
EESJ, 284.
57

simples frutos de la tierra, vio que el Señor, sin que hasta hoy se haya sabido el
porqué, desvió de ellos los ojos y a él no lo miró. Si ésta fue la causa de que Caín
matara a Abel, podemos hoy vivir descansados, que no se matarán estos hombres
unos a otros, pues todos sacrifican, por igual, lo mismo, es cosa de ver cómo
crepitan las grasas y cómo rechinan las carnes, Dios, en sus empíreas alturas,
respira complacido los olores de aquella carnicería148.

El tiempo compartido con Pastor y la contemplación del horror que salía del Templo
posibilitan a Jesús tener otra perspectiva de su tradición. Jesús había decidido ir “contra el
respeto y la obediencia, contra la ley de la sinagoga y la palabra de Dios”149 que ese cordero no
moriría en la Pascua, contraviniendo todo lo aprendido, cuya personificación la encontramos
en su familia, a quienes encontraría en Jerusalén. En efecto, Jesús tiene la intención de volver
al rebaño, su madre intenta persuadirlo de volver al Templo.

Quédate con nosotros, no vuelvas con ese hombre, te lo pide tu madre, Le he


prometido que volvería, cumpliré mi palabra, Promesas al diablo, sólo para
engañarlo, Ese hombre, que no es hombre, lo sé, ese ángel o ese demonio, me
acompaña desde que nací y quiero saber por qué, Jesús, hijo mío, ven al Templo
con tu madre y tus hermanos, lleva ese cordero al altar como es tu obligación y su
destino y pídele al Señor que te libre de posesiones y de malo pensamientos, Este
cordero morirá en su día, Éste es su día de morir, Madre, los corderos que de ti
nacieron tendrán que morir, pero tú no querrás que mueran antes de su tiempo,
Los corderos no son hombres, mucho menos si esos hombres son hijos, Cuando
el Señor mandó a Abraham que matase a su hijo Isaac, no se notaba la diferencia,
Soy una simple mujer, no sé responderte, sólo te pido que abandones esos malos
pensamientos, Madre, los pensamientos son lo que son, sombras que pasan, no
son ni buenos ni malos en sí, sólo las acciones cuentan, Alabado sea el Señor que
me dio un hijo sabio, a mí, que soy una pobre ignorante, pero sigo diciéndote que
ésa ciencia no es de Dios, También se aprende con el Diablo, Y tú estás en su
poder, Si por su poder se salva este cordero, algo se habrá ganado hoy en el
mundo150.

Ahora bien, la exposición en favor de la vida del cordero y su muerte natural no fue una
predicción que se cumpliera. En efecto, el animal se une al rebaño y, para diferenciarla, Pastor
le hace una incisión en una oreja. Tres años después, el cordero se extravía en el desierto. En
ese escenario, al que acompañan fenómenos inusitados, como la desintegración de las sandalias
de Jesús o la imposibilidad de ver a Pastor o a ningún animal, el joven se encuentra con Dios.
En el diálogo, Dios le propone hacer una alianza con Jesús, a quien le pide la vida a cambio del
poder y la gloria, sin dar más explicaciones. La condición de Dios es que el animal debe ser
sacrificado para que quede sellada la alianza entre Dios y Jesús.

Puedo llevarme mi oveja…, No, Por qué, Porque la vas a sacrificar como prenda
de la alianza que acabo de establecer contigo, Esta oveja, Sí, Te sacrificaré otra,
voy hasta donde está el rebaño y vuelvo enseguida, No me contraríes, quiero ésta,
Pero, Señor ésta tiene un defecto, tiene la oreja cortada, Te equivocas, la oreja

148
EESJ, 285-286.
149
EESJ, 286.
150
EESJ, 291-292.
58

está intacta, fíjate bien…, Pero ésta es mi oveja, Te engañas de nuevo, el cordero
era mío y tú me lo quitaste, ahora paga la oveja aquella deuda… El cuchillo se
alzó, buscó el ángulo del golpe, y cayó velozmente como el hacha de las
ejecuciones o la guillotina que todavía no se ha inventado, La oveja no soltó ni un
balido, sólo se oyó, Aaaaah, era Dios, suspirando de satisfacción151.

La columna de humo que tapaba el encuentro se desvaneció, quedando solo el


testimonio de la sangre derramada. Jesús vuelve al rebaño y, para sorpresa suya, Pastor no
pregunta por su viaje, sino por la oveja. Jesús confiesa que la sacrificó porque “Dios estaba allí”
y debió hacerlo. Pastor finaliza la relación con Jesús haciendo un surco infranqueable entre
ambos, al tiempo que afirma: “No has aprendido nada, vete”152.

Luego de la despedida de Pastor, Jesús comienza a manifestarse con poderes especiales.


Es, en este contexto, cuando conoce a los que luego serían sus primeros seguidores: los
pescadores Simón, Andrés y, al poco tiempo, Tiago y Juan, hijos de Zebedeo. La primera
manifestación milagrosa sucede en ocasión de una pesca. En medio de esa situación, el poder
de Jesús de pescar supone también una siguiente elección. Sin embargo, como se verá más
adelante con el sacrificio de Jesús, la elección supone una condenación a muerte del elegido.
En efecto, según la ley, no cualquier pescado podía ser consumido, por lo que el narrador medita
sobre lo bueno que significa no estar en la lista aprobada del Señor.

Los peces réprobos… aquellos que no pueden ir a la mesa del pueblo del Señor,
fueron así restituidos al mar, muchos de ellos incluso se habían acostumbrado ya
y no se preocupaban cuando se los llevaba la red, sabían que pronto volverían al
agua, sin peligro de morir sofocados. En su cabeza de peces creían beneficiarse
de una benevolencia especial del Creador, e incluso de un amor particular, lo que
los llevó, al cabo del tiempo, a considerarse superiores a los otros peces, los que
dejaban en las barcas, que muchas y graves faltas debían de haber cometido bajo
las oscuras aguas para que Dios, así sin piedad, los dejase morir153.

Más adelante, Jesús deja la cercanía del mar y llega hasta Magdala. Allí es curado por
María, una prostituta que, luego de conocer a Jesús, abandona su trabajo. Los personajes se
enamoran, pero Jesús aún no tiene la confianza suficiente para contarle todo de su vida. En un
diálogo, María de Magdala le dice: “Tú no sabes quién eres”154. Las palabras de María no
reprochan a Jesús, sino que tienen la audacia de afirmar Jesús mismo no tiene claro cuál es su
identidad. Este nuevo personaje eclipsará a la otra María, madre de Jesús, por ser una mujer
“capaz de dejarse llevar por el amor verdadero luego de haber practicado el amor falso”155.

151
EESJ, 302-303.
152
EESJ, 304.
153
EESJ, 314-315.
154
EESJ, 329.
155
G. CASTAÑEDA, “Retratos de mujer en la narrativa saramaguiana”, 116.
59

En un breve paso por Nazaret, Jesús se encuentra y vuelve a enfrentarse a su familia. En


ese viaje, Jesús revela que ha visto a Dios, quien le ha ofrecido un pacto, que consiste en un
intercambio de su vida por el poder y la gloria. Su familia descree de Jesús, lo que termina en
un nuevo alejamiento de éste y el retorno hacia Magdala.

En el camino, se imagina como un general que se rebele como Judas Galilea, pero
abandona esta idea al recordar que el poder se le darían después de la muerte. Lo mejor que
podría hacer es disfrutar de la vida en compañía de María de Magdala. En efecto, María se había
convertido en la persona a la que podía confesarle todos sus secretos. En su reencuentro, María
le revela que desearía no creerle, para no tener la obligación de seguirlo. Lo siguiente es muestra
de cómo María de Magdala sabe, por experiencia propia, que de Dios solo se puede esperar
humillaciones.

Y cómo puedes saber tú que me esperan cosas terribles, No sé nada de Dios, a no


ser que tan atroces deben ser sus preferencias como sus desprecios, Adónde has
ido a buscar tan extraña idea, Tendrías que ser mujer para saber lo que significa
vivir con el desprecio de Dios, y ahora tendrás que ser mucho más que un hombre
para vivir y morir como su elegido156.

Jesús supone que las palabras de María de Magdala intentan asustarlo. Sin embargo, la
mujer le cuenta un sueño que tuvo, en el cual aparecía de la nada un niño que le decía que Dios
es pavoroso. El niño desapareció sin dejar rastro, pero su sentencia no había sido rebatida ni
siquiera después de haber dejado la prostitución. Jesús, por su encuentro con Dios, confirmaba
lo que había soñado María.

Jesús vio el desierto, la oveja muerta, la sangre en la arena, oyó el suspiro de


satisfacción de la columna de humo y dijo, Tal vez, tal vez, pero una cosa es oírlo
en sueños, otra será vivirlo en vida, Quiera Dios que no llegues a saberlo, Cada
uno tiene que vivir su destino, Y del tuyo ya recibiste el primer aviso solemne 157.

El poder milagroso de Jesús se volvió a manifestar en una fiesta de bodas. En este


contexto, Jesús cambia el agua por vino, pero también genera un quiebre con su familia.
Mientras que su madre lo impulsa a hacer el milagro, queda en evidencia que no le creyeron
desde el comienzo. El ápice de la discusión está cuando Jesús afirma que su familia no tiene
nada que ver con su origen biológico, sino que es aquel grupo que cree que tiene una misión
especial.

Quién es mi madre, quiénes son mis hermanos, mis hermanos y mi madre son
aquellos que creyeron en mí y en mi palabra en la misma hora en que la proferí,

156
EESJ, 354.
157
EESJ, 355.
60

mis hermanos y mi madre son aquellos que en mí confían cuando vamos al mar
para de lo que pescan comer con más abundancia de la que comían, mi madre y
mis hermanos son aquellos que no necesitan esperar a la hora de mi muerte para
apiadarse de mi vida158.

En efecto, Jesús se aleja de su familia de origen y se vuelve hacia la familia que había
escogido tener. Sus primeros acompañantes comprenden la soledad que experimenta Jesús por
su misión. Los milagros hechos por su mediación no se pueden ocultar, dando como resultado
la popularidad, “la tristeza y el abandono” de Jesús. Ser el preferido de Dios lo había condenado
a no tener otra voluntad más que la de Dios.

Estamos todos en manos del Señor, Tú más que nosotros, dijo Simón, porque él
te ha preferido, pero nosotros estaremos contigo, Hasta el fin, dijo Juan, Hasta
cuando tú quieras, dijo Andrés, Hasta donde podamos, dijo Tiago… Jesús,
resignado, dijo, Vamos, el vino está en el vaso, hay que beberlo 159.

La ignorancia de Jesús sobre el motivo de su elección tiene en la liberación del


endemoniado un momento de quiebre. En el otro extremo del lago en que pescaban, salió al
encuentro un endemoniado. No fue tanto el milagro como lo que dice el demonio lo que llama
la atención, sino su súplica “Qué quieres de mí, oh Jesús, hijo de Dios Altísimo, por Dios te
pido que no me atormentes”160 lo que deriva en la discusión sobre la identidad y misión de
Jesús. Luego de este momento, Jesús revela que ha visto a Dios. Simón, confundido, pregunta
si no será el Mesías esperado para liberar al pueblo de Dios, pero Tiago cuestiona porqué debe
conocer ese secreto el Diablo, cuando ni siquiera Jesús lo sabía. La cercanía entre Dios y el
Diablo se intuye, aunque les da miedo preguntar, mientras que Jesús hace lo único que puede:
“esperar la hora”161.

La revelación completa de lo que debe hacer Jesús y lo que sobrevendrá está expuesto
en un extenso capítulo, en el cual, especialmente, dialogan Dios y Jesús, siendo el Diablo
(Pastor) testigo de ello, interviniendo ocasionalmente. Todo comienza en una mañana de niebla
densa. Jesús se embarca y, en el medio del mar de Galilea, se encuentra con Dios. Es Jesús
quien intenta conocer su identidad, una cuestión que parecía resuelta hasta poco tiempo atrás,
confirmando Dios que Jesús es su hijo.

Cómo puede ser un hombre hijo de Dios, Sí eres hijo de Dios, no eres un hombre,
Soy un hombre, vivo, como duermo, amo como un hombre, luego soy un hombre
y como hombre moriré, En tu lugar no estaría tan seguro de eso 162.

158
EESJ, 372-373.
159
EESJ, 387.
160
EESJ, 404.
161
EESJ, 411.
162
EESJ, 417-418.
61

Jesús comprende que lo que dijo el endemoniado era verdad. Sin embargo, aún no
comprende cómo pudo haber sucedido tal hecho y, sobre todo, cuál era la necesidad de Dios de
tener un hijo en la tierra. Dios explica el método de las simientes mezcladas y que, por ser Dios,
puede estar seguro de ser el padre de Jesús. Llamativamente, Dios hace referencia a otras
religiones y a otros dioses y diosas que, incluso pudiendo tener hijos entre sí, “para variar” o
para “mejorar un poco a una parte del género humano con la creación de héroes y otros
fenómenos” bajan a la tierra y se cruzan con humanos. Es la primera afirmación contundente
sobre una multitud de dioses. Sin embargo, Dios no tuvo un propósito parecido al de los demás
dioses.

Y este hijo que soy, para qué lo quisiste, Por gusto de variar no fue, excusado
sería decirlo, Entonces por qué, Porque necesitaba a alguien que me ayudara aquí
en la tierra, Como Dios que eres, no debías necesitar ayuda, Ésa es la segunda
cuestión163.

En ese momento aparece Pastor, a quien Dios presenta como el Diablo. Él se ubica
“exactamente a media distancia entre Jesús y Dios”. Al joven le llama la atención la similitud
entre ambos, a excepción de la barba de Dios y que el Diablo parecía más joven. Llama la
atención que el texto cambie la fachada habitual del Diablo, es decir, un ser de gran fealdad y
lo presente como cercano a Dios, a tal punto de ser el más parecido a él en lo estético, pero que
no acepta su sistema de valores164. En su presentación, Dios refiere a un acuerdo entre él y el
Diablo de que el joven pasara cuatro años en compañía de Pastor. Ello desconcierta a Jesús, al
tiempo que Dios utiliza una palabra técnica de la teología cristiana para hablar sobre la
humanidad de Jesús.

Por eso él sabía lo que decía, cuando, por boca del poseso, me llamó hijo tuyo,
Exactamente, Es decir, que fui engañado por los dos, Como siempre sucede a los
hombres, Dijiste que no soy un hombre, Y lo confirmo, podríamos decir que, cuál
es la palabra técnica, podríamos decir que te encarnaste 165.

Saldada la cuestión de la identidad de Jesús, Dios se dispone habla sobre la segunda


cuestión. Dios revela que el origen de todo está en su insatisfacción. Los seres humanos, como
criaturas hechas a imagen y semejanzas de Dios, viven insatisfechos porque el corazón de su
creador vive insatisfecho. Sin embargo, el paso del tiempo hizo que esa insatisfacción se hiciera
“más fuerte, más urgente, de mayor exigencia”. En este momento, Dios retrata la relación que

163
EESJ, 419.
164
Para una consideración más amplia de la evolución de la estética del demonio, véase J. VALDATI – J.
KAMINSKI CORSO OZELAME, “La remisión del diablo: de villano a héroe en El Evangelio según Jesucristo”,
79-84.
165
EESJ, 421.
62

mantiene con los judíos y el sentimiento de insatisfacción que le produce ser honrado por un
pueblo pequeño, que ni siquiera figura entre los más importantes.

Desde hace cuatro mil y cuatro años, soy dios de los judíos, gente de natural
conflictivo y complicada, pero de la que, haciendo balance de nuestras relaciones,
no me quejo, una vez que me toman en serio y así se mantendrán a lo largo de
todo lo que puede alcanzar mi visión de futuro, Por tanto estás satisfecho, dijo
Jesús, Lo estoy y no lo estoy, o mejor dicho, lo estaría si no fuera por este inquieto
corazón mío que todos los días me dice Sí señor, bonito destino, después de cuatro
mil años de trabajo y preocupaciones, que los sacrificios en los altares, por
abundantes y variados que sean, jamás pagarán, sigues siendo el dios de un pueblo
pequeñísimo que vive en una parte diminuta del mundo que creaste con todo lo
que tiene encima, dime tú, hijo mío, si puedo vivir satisfecho teniendo esta, por
así llamarla, vejatoria evidencia tos los días ante los ojos.166

De la insatisfacción divina nace la misión de Jesús. En efecto, Dios, insatisfecho desde


el principio, no puede superar esa inquietud solo a través de los sacrificios de los judíos. El
lugar de Jesús en el plan de extensión de Dios es el de mártir y víctima. Cuando pronuncia estas
últimas palabras, el narrador anota el placer que siente Dios, como si en su boca hubiera “leche
y miel”, una expresión que, en el Antiguo Testamento, se aplica a la tierra prometida. De esta
manera, la promesa no es otra que la del sufrimiento en nombre de Dios.

Si cumples bien tu papel, es decir, el papel que te he reservado en mi plan, estoy


segurísimo de que en poco más de media docena de siglos, aunque tengamos que
luchar, yo y tú, con muchas contrariedades, pasaré de dios de los hebreos a dios
de los que llamaremos católicos, a la griega, Y cuál es el papel que me has
destinado en tu plan, El de mártir, hijo mío, el de víctima, que es lo mejor que hay
para difundir una creencia y enfervorizar una fe 167.

Jesús, por su parte, no encuentra cómo se compagina su sacrificio con el poder y la


gloria prometidos. Dios le recuerda que su recompensa vendrá después de su muerte,
consistiendo en contemplar la veneración que recibirá “en templos y altares”, incluso llegando
a olvidar “un poco al Dios inicial”. De a poco se va aclarando la situación: Dios solo es poderoso
en el lugar en que se adora, de la misma manera que la influencia del Diablo solo se visualiza
en la religión del lugar, de tal manera que “los demonios de una religión no pueden tener acción
alguna en otra religión, como un dios, imaginando que hubiera entrado en confrontación directa
con otro dios, no lo puede vencer ni por él ser vencido”168. Esto lo podemos tomar en un doble
sentido: el poder de Dios es limitado por un “pacto que hay entre los dioses, ese sí, inamovible,
de no interferir directamente en los conflictos”169, no pudiendo violentar en otro lugar más que
el asignado; por otro lado, queda claro de que los demonios, como así las demás entidades

166
EESJ, 422-423.
167
EESJ, 423.
168
EESJ, 424.
169
EESJ, 425.
63

religiosas, solo pueden ejercer su poder en un contexto que le sea significativo. Dicho de otro
modo, el poder de los dioses/demonios no se debe a su ser, sino a la adoración que reciben en
la tierra. Así queda evidente la misión de Jesús: hacer el trabajo que Dios no puede hacer en la
tierra, es decir, destronar a los dioses de sus respectivos países. Sin embargo, respecto de Jesús,
Dios tiene poder ilimitado, no pudiendo elegir su propio modo de vida.

Has sido elegido, no puedes elegir, Rompo el contrato, me desligo de ti, quiero
vivir como un hombre cualquiera, Palabras inútiles, hijo mío, aún no te has dado
cuenta de que estás en mi poder y de que todos esos documentos sellados a los
que llamamos acuerdo, pacto, tratado, contrato, alianza, en los que figuro yo como
parte, podía llevar una sola cláusula…, Todo cuanto la ley de Dios quiera es
obligatorio170.

Jesús comprende que es un instrumento de Dios para hacer el trabajo sucio.


Efectivamente, Jesús, así como la humanidad, se caracterizan por estar dispuestos a obedecer.
Es en este contexto en el que Dios define al hombre como “palo para cualquier cuchara”,
refiriéndose a la sumisión que muestran ante los mandatos y, por eso, “en términos generales,
es lo mejor que le ha podido ocurrir a los dioses”171. A Jesús no lo satisface esta definición
general, por lo que desea saber para qué servirá la cuchara que habrá de salir de él y Dios le
hace ver que por su hijo sacará hombres que creerán en él.

Serás la cuchara que yo meteré en la humanidad para sacarla llena de hombres


que creerán en el dios nuevo en el que me convertiré, Llena de hombres para que
los devores, No es necesario que yo devore a quien a sí mismo se devorará 172.

Ante tal revelación, Jesús intenta escaparse inútilmente de la presencia y de los planes
de Dios. El narrador cuenta con magistral belleza los sentimientos de Jesús, abatido, pero no
por eso pide perdón. Ni siquiera la sensación de sometimiento que le genera la voluntad de Dios
le impide tener deseos de rebelarse.

Exhausto, dejó caer la cabeza sobre el pecho, cruzó los brazos sobre las rodillas,
puso los puños uno sobre otro, como si esperase que viniera alguien a atárselos,
ni siquiera pensó en meter los remos dentro de la barca, tan imperiosa y exclusiva
era en él la conciencia de la inutilidad de cualquier gesto que hiciese. No sería el
primero en hablar, no reconocería en voz alta la derrota, no pediría perdón por
haber rechazado la voluntad y los decretos de Dios e, indirectamente, atentado
contra los intereses del Diablo, natural beneficiario de los efectos segundos,
aunque no secundarios, del uso de la voluntad y de la realización efectiva de los
proyectos del Señor173.

La conversación continúa, Jesús se sabe en manos de Dios, pero todavía sobrevive cierta
ingenuidad en el planteo de Jesús. El joven, ahora, se niega a hacer milagros, bajo la consigna

170
EESJ, 424-425.
171
EESJ, 425.
172
EESJ, 426.
173
EESJ, 427.
64

de que, sin milagros, el plan de Dios no tiene futuro. Es aquí cuando Dios le hace ver a Jesús
que su poder no proviene sino de su padre. Jesús es un títere manejado por Dios, pero un títere
imprescindible, ya que, cuando hace un milagro, Jesús recibe un beneficio que le conviene a
Dios. La presencia de Jesús evita que ese beneficio caiga en saco roto.

… en el fondo eres un supersticioso, crees que basta con que esté el milagrero a
la cabecera de un enfermo para que el milagro acontezca, pero queriéndolo yo, un
hombre que estuviera muriéndose sin tener a nadie a su lado, solo en la mayor
soledad, sin médico, sin enfermera, ni pariente querido al alcance de su mano o
de su voz, queriéndolo yo, repito, ese hombre se salvaría y seguiría viviendo,
como si nada le hubiera ocurrido174.

Si la fuente de los milagros es el poder de Dios, también necesitan de un intermediario.


Jesús pregunta por qué y la razón de Dios es que los destinatarios pensarían que fue por méritos
propios. El hijo de Dios, incluso si lo quisiera con todas sus fuerzas, no puede evitar cumplir
con la voluntad de Dios. Dios le sugiere, entonces, que no se resista a cumplir con su destino,
como lo haría el cordero llevado a sacrificar.

Entonces, no tengo salida, Ninguna, y no hagas como el cordero rebelde que no


quiere ir al sacrificio, y se agita, gime hasta romper el corazón, pero su destino
está escrito, el sacrificador lo espera ya con el cuchillo, Yo soy ese cordero, Lo
que tú eres, hijo mío, es el cordero de Dios, aquel a quien el propio Dios lleva
hasta su altar, que es lo que estamos preparando aquí175.

Jesús mira a Pastor y, sin este decir nada, le da a entender que, con haber obedecido una
vez a Dios, había quedado atado a su voluntad. El sacrificio de la oveja, por ambición propia,
fue el signo imborrable de la sumisión a su voluntad. Aunque se oponga en otras ocasiones, ese
sacrificio marca la aceptación de la voluntad de Dios, aceptación que Dios no podía violentar,
por lo que, aun cuando sea implacable, existe la posibilidad de negarle el poder a Dios. Ahora
bien, respecto del plan de Dios, Jesús acepta anunciar que es su hijo. Sin embargo, se encuentra
con un nuevo problema: ¿cómo podría, incluso en tierras de Dios, hacer creer que Jesús era su
hijo? Dios responde que hay característica universal del ser humano y una palabra que nadie
puede rechazar: el pecado y el “arrepiéntete”. El anuncio de Jesús culminará con el hijo de Dios
en la cruz, un hecho que producirá conmoción afectiva, pero también deberá ingeniárselas para
“dejar inquietas a las personas, envueltas en dudas, inducirlas a pensar que si no consiguen
entender, la culpa es suya”176. El mensaje de Jesús debe ser tal que, incluso, debe distorsionar
la ley, pero eso redundará en beneficio de Dios.

174
EESJ, 428.
175
EESJ, 428-429.
176
EESJ, 431.
65

Permites que te subviertan las leyes, es una mala señal, Lo permito cuando me
sirve, incluso llego a quererlo cuando me es útil, recuerda la explicación sobre la
ley y las excepciones, lo que mi voluntad quiere, se hace obligatorio en el mismo
instante, Moriré en la cruz, dijiste, Ésa es mi voluntad… Jesús dejó caer los brazos
y dijo, Hágase entonces en mí según tu voluntad 177.

Luego de la aceptación de su destino, Jesús desea conocer qué sobrevendrá a su


sacrificio. Nos limitamos a nombrar a los aliados de Dios, ya que trataremos el tema más
adelante: la Iglesia, los mártires, las guerras santas, los que mortifican su cuerpo y la
Inquisición. En medio de toda la conversación, Jesús se da cuenta de que había sido salvado de
la matanza de Belén solo porque debía cumpliendo su plan.

Llevé a tu otro padre al lugar donde era preciso que estuviera para poder oír lo
que yo quise que los soldados dijesen, en fin, te salvé la vida, Me salvaste la vida
para hacerme morir cuando te parezca y convenga, es como si me mataras dos
veces, Los fines justifican los medios, hijo mío178.

Jesús escucha algunos nombres de los que habrán de morir por él y, aunque trate de
escapar de su destino, no existe posibilidad de otra alternativa. En varias ocasiones, Dios le hizo
saber que para él no hay distinción entre pasado, presente y futuro, por lo que lo que va relatando
como futuro es un hecho pasado para él. Todo el mundo se verá envuelto en una carnicería que
hará que el Templo de Jerusalén sea solo un anticipo.

Morirán miles, Cientos de miles, Morirán cientos de miles de hombres y mujeres,


la tierra se llenará de gritos de dolor, de aullidos y de estertores de agonía, el humo
de los quemados cubrirá el sol, su grasa rechinará sobre las brasas, el hedor
repugnará y todo esto será por mi culpa, No por tu culpa, por tu causa, Padre,
aparta de mí ese cáliz, El que tú lo bebas es condición de mi poder y de tu gloria,
No quiero esa gloria, Pero yo quiero ese poder… Entonces el Diablo dijo, Es
necesario ser Dios para que le guste tanto la sangre 179.

Las pocas intervenciones de Pastor en el encuentro muestran la íntima relación que hay
entre él y Dios. El Diablo, en el contexto de los seguidores que harán mortificaciones
corporales, afirma que él ha tomado lo que Dios ha despreciado, es decir, “la carne, con sus
alegrías y sus tristezas, la juventud y la vejez, la lozanía y la podredumbre” 180. Como bien
afirma Sabrina Rizzo, el discurso de Dios tiene aspiraciones hegemónicas, mientras que el
Diablo se vuelve contradiscurso y, justamente por eso, es “demonizado”181. En efecto, Dios
contraataca afirmando que el pecado es ausencia de Dios, por lo que el Diablo y el pecado son

177
EESJ, 431.
178
EESJ, 444.
179
EESJ, 448.
180
EESJ, 442.
181
S. RIZZO, “El factor Dios en El Evangelio según Jesucristo”, en M. KOLEFF, Apuntes saramaguianos II.
José Saramago: un acercamiento al lector, EDUCC, Córdoba, 2005, 91-103, 101.
66

intercambiables. Dios, por ser el discurso establecido, convierte en todo aquello que contradiga
lo establecido en pecado y debe ser tratado como malo.

Sin embargo, finalizado el discurso sobre las muertes que acontecerán a causa de Jesús,
el Diablo, como última alternativa, le hace una propuesta a Dios: Pastor desea volver a ser
bueno, teniendo Dios el beneficio de gobernar la tierra, al mismo tiempo que el mal se destierra
para siempre y evitando la muerte de Jesús y de mucha gente. La respuesta de Dios no deja
lugar a dudas: Dios, para ser valorado como Bien, necesita del Diablo como Mal. Con la
siguiente cita, veremos que el Bien y el Mal no se juzgan a través de un juicio ético, sino por el
ser que lo representa. El juicio ético basado en la religión, entonces, no se caracteriza por la
valoración de las acciones como tales, sino del agente y del que ejerce el poder de colocar una
valoración previa de cada acción. Esto quiere decir que no importa lo que haga o quiera Dios,
siempre será juzgado como bueno por ser una acción divina y, como contraparte, todo lo
perteneciente al Diablo será malo por provenir del que se opone a Dios.

No te acepto, no te perdono, te quiero como eres y, de ser posible, todavía peor


de lo que eres ahora, Por qué, Porque este Bien que yo soy no existiría sin ese Mal
que tú eres, un Bien que tuviese que existir sin ti sería inconcebible, hasta el punto
de que ni yo puedo imaginarlo, en fin, que si tú acabas, yo acabo, para que yo sea
el Bien, es necesario que tú sigas siendo el Mal, si el Diablo no vive como Diablo,
Dios no vive como Dios, la muerte de uno sería la muerte del otro, Es tu última
palabra, La primera y la última, la primera, porque es la primera vez que la digo,
la última porque no la repetiré.182

El Diablo se muestra semejante a Jesús, es decir, como el rebelde que, al final de cuentas,
termina siendo funcional al plan de Dios. Sus últimas palabras en la barca tienen sabor de
resignación ante la eficacísima voluntad de Dios: “Hasta siempre, ya que él lo ha querido
así”183. Jesús sale de la barca a cumplir lo mandado por Dios, no sin antes escuchar que enviaría
a un hombre llamado Juan para ayudarlo y a quien debía convencer de ser quien dice ser.

182
EESJ, 450.
183
EESJ, 451.
67

III.1.4 EL SACRIFICIO PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS

De nuevo en tierra firme, a Jesús lo espera un grupo de personas. Por boca de Simón,
Jesús comprende que ha estado cuarenta días en el lago, tiempo en el que la niebla no dejó ver
nada, “como si quisiera esconder de nuestra vista lo que pasaba en su interior”. En el diálogo
siguiente, Jesús les confirma a sus seguidores que es hijo de Dios, confirmación salida de la
boca del mismo Dios. Lo nuevo del anuncio de Dios es que Jesús será crucificado. Los
discípulos no entienden, por lo que se muestran deseosos de acompañarlo a luchar, pero la
respuesta de Jesús muestra que la intención de Dios para él y para sus seguidores es distinta. En
este punto, Jesús identifica lo que dice con lo que Dios quiere decir.

Iréis conmigo, pero no a las montañas, lo que importa no es vencer a César por
las armas, sino hacer triunfar a Dios por la palabra, Sólo, Por el ejemplo también,
y por el sacrificio de nuestras vidas, cuando sea necesario, Son palabras de tu
Padre, A partir de hoy todas mis palabras serás palabras de él, y aquellos que en
él crean, en mí creerán, porque no es posible creer en el Padre y no creer en el
Hijo, si el nuevo camino que el Padre escogió para sí, sólo en el hijo que yo soy
podrá empezar184.

De acuerdo con la voluntad de Dios, Jesús y sus acompañantes propagarán un nuevo


tiempo de Dios y el llamado al arrepentimiento. El grupo de discípulos más cercano se
agrandará desde el comienzo, pasando de ser los cuatros pescadores del comienzo a un grupo
de doce. Jesús, por su parte, no puede evitar ver en cada discípulo el destino sangriento que le
tocará, sintiendo una especial pena por Judas de Iscariote, “porque lo vio ahorcándose con sus
propias manos de una higuera”185. El texto explica que, como en el grupo había dos llamados
Simón, al hermano de Andrés Jesús le pone como sobrenombre Pedro.

Vale decir que, en su propagación, Jesús va acompañando el anuncio con obras


milagrosas. Particularmente interesante es el milagro hecho a un paralítico, en el que, antes de
curar la parálisis, Jesús perdona sus pecados. El narrador, en esta instancia, hace una digresión
para hablar sobre el pecado y cómo su ausencia dejaría incompleta la predicación de Jesús.

Está visto que la gente no anda toda por ahí pidiendo milagros… pero los pecados
son otra cosa, los pecados atormentan por debajo de lo que se ve, no son pierna
coja ni brazo tullido, no son lepra de fuera, sino lepra de dentro. Por eso tuvo Dios
mucha razón cuando a Jesús le dijo que todo hombre tiene al menos un pecado de

184
EESJ, 453-454.
185
EESJ, 458.
68

que arrepentirse, lo más corriente y normal es que tenga muchísimos. Ahora bien,
estando este mundo a punto de acabarse y viniendo ahí el reino de Dios…, lo que
importa es que nos encaminemos a él con un alma, la nuestra, purificada por el
arrepentimiento y curada por el perdón186.

Jesús, por su parte, tuvo unos instantes de libertad en su predicación. En ella, Jesús
declaraba la bienaventuranza para los pobres, los sufrientes y los sufrientes. Sin embargo, el
narrador asegura que Dios se da cuenta de su falta de atención y convierte el consuelo de Jesús
a los desafortunados en una bendición a los que han de morir por su nombre.

… ante la multitud que lo miraba transida de pavor, Jesús cayó de rodillas y,


postrado, oró en silencio, ninguno de los que se encontraban allí podrían imaginar
que él estaba pidiendo, a todos, perdón, él que se gloriaba, como Hijo de Dios que
era, de poder perdonar a los demás187.

El texto cambia de localización. Mientras que Jesús envía a sus seguidores de dos en
dos a predicar por todo el país, él va, en compañía de María, hacia Betania, su lugar de origen
y donde todavía vivían sus hermanos Marta y Lázaro. Marta da a conocer que Lázaro sigue
sufriendo “sofocos” semejante a un ataque cardíaco. Por intermedio de un niño, Marta hace
saber a Lázaro de la llegada de María. Jesús obra un milagro con Lázaro, provocando que
conocieran la identidad de Jesús y, a la larga, que se divulgara por Betania el poder milagroso
de Jesús. Durante los días siguientes, Jesús curó a algunos, siendo imprescindible para la
curación el arrepentimiento y la fe, por lo que otros no accedieron al milagro. Tanto se había
dado a conocer que la fama de Jesús llegó a Jerusalén, ciudad de la que Betania estaba cerca.
La fama de Jesús levantó preocupación entre los sacerdotes del Templo, ya que, conociendo el
historial de personajes inspirados como éste, podía generar confusiones, por lo que decidieron
atender a todo lo que hiciera el galileo, para, de ser necesario, cortarlo de raíz. De esta manera,
“Jesús no fue a sembrar grano en Jerusalén, pero en Betania forjaba y daba filo a la hoz con la
que lo habrán de segar”188.

Mientras tanto, los discípulos llegan a Betania de su predicación. Los últimos en hacerse
presentes fueron Tomás y Judas de Iscariote. Éste último es el encargado de comentar que se
encontraron con un hombre llamado Juan que, desde el río Jordán, predicaba un bautismo para
la remisión de los pecados, pero que debían seguir al otro más poderoso que él, pero a quien
precedía. Simón Pedro pregunta si Jesús es el Mesías anunciado por Juan, pero Jesús todavía
no lo sabe, ya que Dios nunca le había dicho tal cosa. Por eso, Jesús resuelve ir con Tomás y
Judas en búsqueda de Juan. Los dos discípulos se quedan a cierta distancia, siendo testigos del

186
EESJ, 461-462.
187
EESJ, 464.
188
EESJ, 479.
69

bautismo, pero sin lograr saber de qué hablaron, al tiempo que Jesús, en su camino de vuelta,
no daba ninguna palabra clara. La actitud hosca e irrespetuosa de Jesús continúa varios días,
hasta que decide ir a Jerusalén con sus discípulos a traer el reino de Dios por la espada.

Perdonadme todos, dijo Jesús, pero ni yo mismo sé lo que me lleva a Jerusalén,


sólo me ha sido dicho que debo ir, nada más, pero vosotros no estáis obligados a
acompañarme, Quién te dijo que tienes que ir a Jerusalén, Alguien que entró en
mi cabeza para decidir lo que tendré que hacer y no hacer, Has cambiado mucho
desde tu encuentro con Juan, He comprendido que no basta traer la paz, que es
preciso traer también la espada, Si el reino de Dios está cerca para qué la espada,
preguntó Andrés, Dios no me dijo cuál será el camino por el que llegará a vosotros
su reino, hemos probado la paz, probemos ahora la espada, Dios hará su elección,
pero vuelvo a decirlo, no estáis obligados a acompañarme, Bien sabes que iremos
contigo a dondequiera que tú vayas, dijo Juan, y Jesús respondió, No juréis, lo
sabréis los que allí hayáis llegado189.

La ofensiva de Jesús en Jerusalén terminó siendo un fracaso rotundo. En el lugar, Jesús


intentó sacar del Templo a los cambistas e, incluso, batirse con los guardias, bajo la consigna
de estar haciendo el trabajo que Dios le había dado. Sin embargo, el breve ataque y la sensación
de victoria se acabó como empezó. Al final del enfrentamiento, el narrador hace notar la
semejanza entre la iniciativa de Jesús y las cruzadas, porque si “la quería Dios, no parecía que
el mismo Dios pusiera en ella empeño suficiente para que ganaran los suyos”190.

De vuelta en Betania, Jesús se encuentra con algo imprevisto: Lázaro había muerto. El
hermano de María y Marta había sufrido toda su vida del corazón, pero había muerto cuando
ya era impensable. En ese contexto es que Marta recrimina a Jesús, al tiempo que lo cree capaz
de resucitarlo. El texto se hace eco de la sensación poderosa que Jesús ante el difunto, pero a
último momento lo detiene María, diciendo que “Nadie en la vida tuvo tantos pecados que
merezca morir dos veces”191. El poder milagroso de Jesús muestra aquí que no tienen más
utilidad que la espectacularidad. Jesús, haciendo milagros, no solucionaba los problemas de la
gente, sino que servía para que el espectador se dejara convencer por su hacedor. En definitiva,
los milagros no sirven para nada, más que dilatar lo inevitable, al mismo tiempo que hacía
crecer la fe en el auditorio.

El fracaso de tomar Jerusalén como la muerte de Lázaro aplacaron el deseo militar de


Jesús inspirado por la entrevista con Juan. Más adelante, la confusión de Jesús creció cuando
Juan fue encarcelado por el rey Herodes, provocando que la pregunta por cómo debía actuar
reapareciera. A pesar de los anuncios de Juan sobre la proximidad del Mesías, la razón de su

189
EESJ, 487.
190
EESJ, 490.
191
EESJ, 492.
70

encarcelamiento fue el adulterio del rey. En un diálogo con sus discípulos, Judas se enoja por
el desarrollo de los episodios, ya que la voluntad de Dios es ineficaz, al punto de quedar
ridiculizada.

Qué es esto, repetía, si fue Dios quien mandó a Juan a anunciar al Mesías, y yo
no dudo, por la simple razón de que nada puede ocurrir sin que lo haya querido
Dios, si fue Dios, explíquenme entonces los que de él saben más que yo por qué
quiere él que sus propios designios sean así rebajados en la tierra, y, por favor, no
argumentéis que Dios sabe y nosotros no podemos saber, porque yo os
respondería que lo que quiero saber es precisamente lo que Dios sabe 192.

El atrevimiento de Judas da como resultado que Jesús intente rebelarse contra el plan de
Dios. Lo primero que hace, después de despedir a las mujeres, es revelar a sus discípulos el
destino que le tocará a cada uno de ellos, con excepción de Juan, quien morirá de viejo, y Judas,
que se suicidará. Sin embargo, el deseo de Jesús es desnudar el plan de Dios después de su
crucifixión, el origen de una asamblea y la muerte de muchos seguidores. Los discípulos, aún
apegados a sus tradiciones, intentan compaginar la imagen que tenían de Dios y el anuncio de
Jesús.

Moriremos por tu causa, dijo una voz, pero no se supo de quién había sido, Por
causa de Dios, no por mi causa, respondió Jesús, Qué quiere Dios en definitiva,
preguntó Juan, Quiere una asamblea mayor que la que tiene, quiere el mundo todo
para sí, Pero si Dios es señor del universo, cómo puede el mundo no ser suyo, y
no desde ayer o desde mañana, sino desde siempre, preguntó Tomás, Eso no lo
sé, dijo Jesús, Pero tú, que durante tanto tiempo viviste con todas esas cosas en el
corazón, por qué vienes a contárnoslas ahora, Lázaro, a quien yo curé, murió, Juan
el Bautista, que me anunció, murió, la muerte está ya entre nosotros, Todos los
seres tienen que morir, dijo Pedro, los hombres y los otros, Morirán muchos en el
futuro por voluntad de Dios y su causa, Si es voluntad de Dios, es causa santa,
Morirán porque no nacieron antes ni después, Serán recibidos en la vida eterna,
dijo Mateo, Sí, pero no debería ser tan dolorosa la condición para entrar allí 193.

Es significativo que Jesús, sin negar ser hijo de Dios, se da cuenta de que es un engranaje
más en el plan de Dios, por lo que, como todos los hombres, se encuentra “en medio”. La
estupefacción de los discípulos llega a otro nivel cuando Jesús se manifiesta y los manda ir en
contra de la voluntad de Dios, es decir, crucificar “a un simple hombre” y, de esa manera, “ya
no podría Dios sacrificar al Hijo”194. El plan de Jesús es hacerse pasar por rey de los Judíos que
agitaba al pueblo en contra del rey. Eventualmente, Jesús sería crucificado, muriendo sin ser
hijo de Dios. Lo único que necesitaba Jesús es que alguien lo denuncie, encargo que asume
Judas.

192
EESJ, 498.
193
EESJ, 500-501.
194
EESJ, 501.
71

Jesús es apresado como rey de los judíos, dándose un diálogo con un soldado que, en
parte, reproducen el pacto que hay entre los poderosos, es decir, dioses y reyes. No son ellos
los que ponen el cuerpo en la batalla, sino los últimos eslabones de la cadena de mando. En
efecto, cuando el soldado le pide que se acuerde de él en la posteridad, responde Jesús que “Un
rey no prende a otro rey, un dios no mata a otro dios, para que hubiera quien prendiese y matase
fueron hechos los hombres comunes”. Aunque es duro de asimilar, Jesús sabe que, de no
cumplirse su plan, las lágrimas derramadas por él serán ínfimas en comparación con las que se
derramarán “en el tiempo que ha de venir”195. En el camino hacia Jerusalén, la comitiva se
encuentra con que Judas se ha ahorcado “en paz consigo mismo por haber cumplido su
deber”196. Jesús, para no delatarse como hijo de Dios, decide no resucitarlo. Judas muere sin
una moneda, sin recibir nada a cambio de haber denunciado a Jesús, por lo que no es un traidor
de su maestro, sino un seguidor íntegro. La actuación de Judas, de esta manera, no se
corresponde a la que tiene en los textos canónicos, sino la del facilitador que hace la voluntad
de Jesús, semejante, en este sentido, al Judas del Evangelio de Judas, escrito gnóstico del siglo
II aproximadamente.

El proceso contra Jesús comienza con las autoridades judías. El sumo sacerdote es el
encargado de entrevistarlo y hacer que ratifique la denuncia que le hicieran. Jesús asume la
responsabilidad de ser el rey de los judíos, negando su identidad de hijo de Dios, por lo que la
sublevación de Jesús no correspondía al ámbito religioso, sino político, razón por la cual el
sumo sacerdote lo hace desfilar por las calles hasta el palacio de Pilatos.

La ansiedad de Jesús crece en el camino hacia la crucifixión. No se trata de un cansancio


físico, sino que apuro para que Dios no viera lo que está haciendo y, de esa manera, evitar que
se cumpla su plan. Pilatos se fija en Jesús y queda desconcertado por no ser ni titubeante ni
desafiante. Pilatos decide interrogar a Jesús, reafirmando su identidad de rey de los judíos. El
sumo sacerdote intenta convencer a Pilatos sobre la peligrosidad de Jesús. Molesto con el
sacerdote, el procurador no termina de comprender qué quiere Jesús y por qué se arroga el título
de rey.

Digo lo que soy, rey de los Judíos, Y qué es lo que pretende ese rey de los Judíos
que dices ser, Todo lo que es propio de un rey, Por ejemplo, Gobernar a su pueblo
y protegerlo, Protegerlo de qué, De todo cuanto esté contra él, Protegerlo de quién,
De todos cuantos estén contra él, Si no entiendo mal, lo protegerías de Roma, Has
entendido bien, Y para protegerlo atacarías a los romanos, No hay otra manera, Y

195
EESJ, 503.
196
EESJ, 504.
72

nos expulsarías de estas tierras, Una cosa lleva a la otra, evidentemente, Luego
eres enemigo de César, Soy rey de los Judíos, y mi boca no se abrirá para decir
otra cosa197.

La firmeza con que Jesús no niega su acusación contrasta con su apariencia miserable.
Sin embargo, Pilatos tiene la obligación de condenarlo a muerte, concediéndole que, encima de
su cabeza, se leyera que era el rey de los judíos. El sacerdote se enoja con el letrero, pero Pilatos,
molesto con su propia resolución, niega al sacerdote. En definitiva, había condenado a muerte
a uno “que tendría que haber dejado en paz”.

Jesús es llevado a la cruz y muere como lo hiciera su padre. Los clavos en las manos y
uno en los calcáneos daban cuenta de que no había vuelta atrás y solo debía “esperar la muerte”.
En ese momento, cuando parece que el plan de Jesús da resultado, se da la teofanía necesaria
para que el plan de Dios funcione. Es, en este contexto, cuando la afirmación sobre la oveja
asesinada luego de haber sido salvada de otro asesinato toma un sentido sublime. “Ninguna
salvación es suficiente, cualquier condena es definitiva”198 pudo pensar Jesús sobre la oveja,
pero que también podría ser aplicado a su caso. Había sido elegido por Dios y no podía elegir
otro destino. Dios, que lo había salvado de la matanza de Belén, lo había hecho para condenarlo
a muerte en otro momento y así, irónicamente, mostrar ante todo el mundo que era su hijo
amado.

Jesús muerte, muere y ya va dejando la vida, cuando de pronto el cielo se abre de


par en par por encima de su cabeza, y Dios aparece, vestido como estuvo en la
barca, y su voz resuena por toda la tierra diciendo, Tú eres mi Hijo muy amado,
en ti pongo toda mi complacencia199.

Todo el esfuerzo de Jesús por esquivar la voluntad de Dios se estrella contra el absurdo.
Como vino diciendo el texto hasta ahora, Jesús, por más empeño que pusiera, no podía
sublevarse con éxito. Más aún, todos estos intentos habían estado presentes ante la voluntad de
Dios que, como diseñador genial del sufrimiento, se regocijaba ante el sacrificio de Jesús. A
decir de Koleff, el poder de Dios, aun cuando no pueda extender su poder por sí solo, abusa de
esto “valiéndose de la figura de Jesús”200. La última palabra de Dios, que en los Evangelios
canónicos se da en el bautismo de Jesús, deja al descubierto el plan de Dios: hay una relación
directamente proporcional entre amor dado y sufrimiento exigido por Dios. Jesús fue el hijo
amado y, justamente por eso, Dios exige su sacrificio. Jesús, por la intervención divina,

197
EESJ, 508-509.
198
EESJ, 308.
199
EESJ, 511.
200
M. A. KOLEFF, “El poder, la gloria y la nuda vida”, 166.
73

comprende finalmente qué significaba ser el hijo de Dios y el Mesías que Dios había preparado
desde el comienzo de la historia para darse a conocer a todo el mundo.

Entonces comprendió Jesús que vino traído al engaño como se lleva al cordero al
sacrificio, que su vida fue trazada desde el principio de los principios para morir
así, y, trayéndole la memoria de sangre y de sufrimiento que de su lado nacerá e
inundará toda la tierra, clamó al cielo abierto donde Dios sonreía, Hombres,
perdonadle, porque él no sabe lo que hizo201.

III.2. LAS VÍCTIMAS DE DIOS.

En este segmento nos detendremos a considerar lo que sugiere Saramago respecto en el


libro Caín202, publicado por primera vez en 2009. Los momentos por los que irá pasando Caín
están inspirados en algunas secuencias del Antiguo Testamento. Por otro lado, veremos que, si
en EESJ, Dios tenía un plan desde el comienzo del mundo, en Caín, Dios, aparte de violento,
se caracteriza por ser negligente.

El texto tiene como protagonista a Caín, primogénito de Adán y Eva, que pasó a la
historia como un maldito por haber asesinado a su hermano Abel. Haciéndose eco de este relato,
Saramago inserta lo que dice la carta a los Hebreos capítulo 11, versículo 4. En el fragmento se
alaba la fe de Abel. Lo irónico de todo ello es que agrega la leyenda “LIBRO DE LOS
DISPARATES”. Salma Ferraz, comentando este texto, afirma que lo alabado por los creyentes
es un libro de disparate “para el ateo en absoluto goce de salud mental”203. De esta manera, la
historia relatada es la versión de algunos textos veterotestamentarios, pero no cualquiera. En
efecto, los eventos conocidos por Caín, a excepción de Job y la historia de Lilith, se encuentran
relatados en los primeros libros del Antiguo Testamento, por lo que ironiza contra lo central del
judaísmo, es decir, la elección y bendición del pueblo y la posesión de la tierra prometida.

201
EESJ, 511.
202
J. SARAMAGO, Caín, Alfaguara, Buenos Aires, 2010. En adelante, Caín.
203
S. FERRAZ, “Caín decreta la muerte de Dios”, [en línea] Revista de Estudos Saramaguianos en español, 1
(2015). Disponible en https://drive.google.com/file/d/0BxyJDvv3PhxmU19PdzkzalgzRm8/view 116-140, 118.
Consulta: 25/09/2017.
74

Otra cuestión llamativa es que, si en El Evangelio según Jesucristo, el nombre divino


aparecía en mayúsculas, en Caín aparece con minúscula, del mismo modo que los nombres de
los personajes, “todos minúsculos, fábulas y ficciones”204.

III.2.1 CAÍN Y SU MARCA

La historia comienza recordando un olvido de Dios. El texto nos ubica en el paraíso


terrenal, apenas creara Dios a Adán y Eva. El olvido consiste en no haberles dado lengua a los
humanos. Más adelante, el narrador recordará que Dios no había dado un ombligo a sus
creaciones. Por otro lado, valiéndose de los datos bíblicos, el narrador asume que la existencia
en el paraíso era un “profundo aburrimiento”205. Por lo pronto, Adán y Eva se encuentran solos
y sin hijos, a excepción de las visitas espaciadas que hacía Dios al paraíso, siendo la última de
ellas la que supone la expulsión del Edén a causa del “crimen nefando de haber comido del
fruto del conocimiento del bien y del mal”206. La ironía del texto salta a la vista, no solo por la
condenación inapelable por haber comido un fruto, sino que se materializa cuando analiza tres
particularidades del hecho jamás explicadas, a saber: primero, conocer es preferible a
desconocer; segundo, el Señor no fue previsor cuando dejó que creciera el árbol al alcance de
Adán y Eva; tercero, éstos hacía tiempo que sabían que estaban desnudos. Con esta acción, a
decir de Ferraz, Eva se convierte en “el Prometeo de faldas hebraico”207, ya que desea conocer
la razón por la que fueron creados.

La consecuencia de todo ello fue la condena a Eva de los dolores del embarazo y, al
mismo tiempo, estar bajo el dominio de su marido, mientras que la de Adán correspondía a la

204
Ídem.
205
Caín, 13.
206
Caín, 14.
207
S. FERRAZ, “Caín decreta la muerte de Dios”, 120.
75

maldición de la tierra y la necesidad de sacrificarse para obtener su alimento. Por otro lado, es
llamativa la reflexión final de Dios que muestra el recelo que tiene hacia los humanos.

Dijo entonces el señor, Habiendo conocido el bien y el mal, el hombre se ha hecho


semejante a un dios, ahora sólo me faltaría que también fueses a buscar el fruto
del árbol de la vida para comer de él y vivir para siempre, no faltaría más, dos
dioses en un universo, por eso te expulso a ti y a tu mujer de este jardín del edén,
en cuya puerta colocaré de guarda a un querubín armado con una espada de juego
que nunca dejará entrar a nadie, así que fuera, salid de aquí, no os quiero tener
nunca más ante mi presencia208.

La expulsión de Adán y Eva a un desierto inhóspito, por esto, no solo significa


sacrificarse para obtener lo indispensable para la vida, sino que muestra la implacabilidad del
juicio divino. Tal como dice el texto, Dios puso a un querubín para evitar la entrada de los
humanos en el paraíso. Mientras tanto, Eva muestra un arrojo que no tiene Adán, tanto sea en
las preguntas profundas que se hace como en el intento de hablarle al querubín para sacar
algunos frutos, sabiendo que ya no tiene nada que perder.

Está de centinela en la puerta ese querubín…, no es un ángel cualquiera, de


segunda o tercera categoría… cómo se te puede ocurrir que vaya a desobedecer
las órdenes que el señor le ha dado, fue la sensata pregunta, No sé, y no lo voy a
saber mientras no lo intente, Y si no lo consigues, Si no lo consigo, no habré
perdido nada más que los pasos de ir y de volver, y las palabras que diga… Estás
loca, Mejor loca que asustada, No me faltes el respeto, gritó adán, enfurecido, yo
no tengo miedo, no soy miedoso, Yo tampoco, luego estamos empatados, no hay
nada más que discutir, Sí, pero no te olvides de quien manda aquí soy yo, Sí, fue
lo que el señor dijo, asintió eva, y puso cara de quien no ha dicho nada 209.

Al final, la empresa de Eva tuvo buen resultado, ya que, además de obtener el alimento
que necesitaban, lograron conocer que no estaban solos en el mundo. Azael, el querubín, revela
que no son los únicos seres humanos que habitan la tierra y ellos son “un experimento”, aunque
no puede decir muchos más porque “los designios del señor son inescrutables”210. La última
ayuda de Azael es prender una hoguera para que alguna caravana se acerque y puedan unírsele.

Adán se convierte en agricultor después de haberse unido a una caravana y haber


aprendido el oficio. Posteriormente, Adán compra un pedazo de tierra y levantar una casa, en
la que nacerían sus tres hijos. El texto se detiene en mostrar que, a pesar de tener buena relación,
los dos más grandes, Caín y Abel, tenían vocaciones laborales diferentes, agricultor el primero
y pastor el segundo. Sin embargo, la relación llega al quiebre cuando el Señor “entendió que ya
era hora de manifestarse”211. Con esta breve introducción, el narrador muestra que, en última

208
Caín, 21.
209
Caín, 25. Nótese la alusión a la jerarquía de ángeles.
210
Caín, 30.
211
Caín, 37.
76

instancia, Dios, revelándose a sí mismo, es responsable de lo que sucedió con Caín y su entorno.
En efecto, los hermanos desean cumplir con su obligación religiosa de ofrecer en sacrificio los
frutos de su trabajo. Abel, como pastor, quemó “la delicada carne de un cordero”, mientras que
el agricultor ofrece “los productos de la tierra, unas cuantas espigas y simientes”. Los hermanos
comprenden, por la dirección del humo, que la ofrenda de Abel había agradado a Dios, mientras
que la de Caín no. El hermano menor se burla de Caín, jactándose de ser “un favorito del señor,
un elegido de dios”212. Caín termina matando a Abel y la aparición de Dios da lugar a que Caín
haga su descargo y muestre la responsabilidad de su interlocutor en el asesinato.

Qué has hecho con tu hermano, preguntó, y caín respondió con otra pregunta, Soy
yo acaso el guardaespaldas de mi hermano, Lo has matado, Así es, pero el primer
culpable eres tú, yo habría dado mi vida por su vida si tú no hubieses destruido la
mía, Quise ponerte a prueba, Y quién eres para poner a prueba lo que tú mismo
has creado… Tú has sido quien lo ha matado, Sí, es verdad, yo fui el brazo
ejecutor, pero la sentencia fue dictada por ti213.

La responsabilidad de Dios no se limita a evitar que Abel muriera, sino que también es
responsable de ser inmortal, por lo que Abel se convierte en el que muere porque Dios no puede
morir. Dicho en palabras de Caín, él mató “a abel porque no podía matar” a Dios, pero su
intención hace morir al Señor. Por otro lado, el humano hará responsables a los dioses por lo
que mueven a hacer a sus seguidores.

Comprendo lo que quieres decir, pero la muerte está vedada a los dioses, Sí,
aunque deberían cargar con todos los crímenes cometidos en su nombre o por su
causa, Dios es inocente, todo sería igual si no existiese 214.

El intento de Dios de excusarse lleva a Caín a tener conciencia de su vulnerabilidad ante


el mundo. En efecto, él podría ser asesinado por cualquiera, pero Dios ofrece un pacto, cuyo
signo visible es una marca negra en su frente.

No será así, haré un acuerdo contigo, Un acuerdo con el réprobo, preguntó caín,
sin terminar de creerse lo que acababa de oír, Diremos que es un acuerdo de
responsabilidad compartida por la muerte de abel, Reconoces entonces tu parte de
culpa, La reconozco, pero no se lo digas a nadie, será un secreto entre dios y
caín215.

Como nota especial, vale remarcar la revelación de Dios de que a ningún dios se le
ocurriría decir que sus designios son inescrutables, ya que “eso es algo inventado por hombres
que presumen de tener un trato de tú a tú con la divinidad”216. Sin embargo, Caín debe pagar

212
Caín, 38.
213
Caín, 39-40.
214
Caín, 40.
215
Caín, 40-41
216
Caín, 41.
77

por su crimen, andando “errante y perdido por el mundo”. Dios desaparece de la escena,
quedando solo la imagen del cadáver en descomposición de Abel.

III.2.2 LOS NIÑOS: ISAAC, SODOMA Y GOMORRA

La maldición de Dios consistía en que Caín sería errante de por vida. Efectivamente, el
texto muestra cómo Caín vaga por diferentes latitudes siendo testigo de la violencia de Dios.
En este recorrido, el protagonista se encuentra en un lugar llamado “Tierras de Nod”, cuya
traducción es “tierra de los errantes”. Es aquí donde encuentra trabajo como pisador de barro
en la construcción ordenada por la reina del lugar. La mujer se llamaba Lilith, quien tiene fama
de hechicera y que, posteriormente, le da el puesto de portero. Entre ambos viven una relación
apasionada, hasta que el marido de Lilith, Noah, desea vengarse de Caín. Gracias a la marca de
su frente, puede oponerse a los salteadores. Pese a salir vivo y de que Noah no se opondrá a esa
relación, Caín vuelve a la vida errante junto con un burro que le habían proporcionado,
quedando Noah como padre del hijo que estaba gestando Lilith. Solo se reencontrarán en uno
de los saltos temporales de Caín, cronológicamente diez años más tarde217.

Estando Caín de viaje con su burro, surge un episodio meteorológico inexplicable.


Como si se tratara de una línea invisible, las nubes no pasaban de un lugar a otro. Caín tuvo un
viaje en el tiempo hacia “otro presente”, acción que se repetirá a lo largo del texto. En esta
ocasión, Caín se encuentra con un paisaje que contrasta con la desolación de la que venía. En
esa situación se encontraba cuando escucha “una voz juvenil” y otra de un “adulto de cierta
edad” que se dirigen hacia un monte para ofrecer un sacrificio. El texto se detiene a contar la
historia detrás del mandato. Abraham, el adulto, había escuchado la voz del Señor que le
ordenaba sacrificar al joven Isaac, su hijo. Vale detenerse en la valoración que hace el narrador
del mandato, ya que, además de ser violenta, la voluntad de Dios se contradice con el más

217
Cf. Caín, 43-81 y 135-144.
78

elemental sentido común. Ello nos mostrará “que el señor no es persona de la que uno pueda
fiarse”.

Llévate contigo a tu único hijo, isaac, a quien tanto quieres, vetea la región del
moria, y me lo ofreces en sacrificio sobre uno de los montes que te indicaré. El
lecto ha leído bien, el señor ordenó a abraham que le sacrificase al propio hijo,
con la mayor simplicidad lo hizo, como quien pide un vaso de agua cuando se
tiene sed, lo que significa que era costumbre suya, y muy arraigada. Lo lógico, lo
natural, lo simplemente humano hubiera sido que abraham mandara al señor a la
mierda, pero no fue así218.

De vuelta a la escena, el narrador hace un paralelo entre el Dios adorado y el adorador.


En palabras del texto, Abraham era “tan hijo de puta como el señor”, a la vez que “un refinado
mentiroso, dispuesto a engañar a cualquiera con lengua bífida”. Caín interviene en el mismo
momento en que Abraham intenta asesinar a Isaac, al tiempo que, en la discusión entre ellos,
Caín muestra la escalada de violencia que supone obedecer a Dios.

Qué va a hacer, viejo malvado, matar a su propio hijo, quemarlo, otra vez la
misma historia, se comienza por un cordero y se acaba asesinando a quien más se
debería amar, Ha sido el señor que me lo ha ordenado, se debatía Abraham,
Cállese, o quien mate aquí seré yo, desate ya al niño y pídale perdón219.

Posterior a esto, Caín recrimina al ángel que debería haber salvado a Isaac. La voz de
Caín se muestra como la voz de la razón en contra de los mandatos sin fundamentos de Dios.
En efecto, cuando el ángel bendice a Abraham y le promete un futuro glorioso a causa de su
obediencia, Caín no comprende “cómo van a ser bendecidos todos los pueblos del mundo sólo
porque abraham obedeciera una orden estúpida”. La respuesta del ángel sigue la lógica de la
cadena de mando, por lo que se llama “en el cielo obediencia debida”220. Por otro lado, la
discusión entre el ángel y Caín se complementa con el diálogo dramático entre Abraham e Isaac.
El joven se encuentra desorientado por lo que había intentado hacer su padre, dando lugar a una
conversación acerca de Dios como deseoso de la obsecuencia más irracional. El siguiente pasaje
muestra la interrelación entre la fe heredada de los padres, que legitima cualquier actitud
conservadora, falta de pensamiento crítico y violencia divina.

Padre, qué mal te hecho para que quisieras matarme, a mí que soy tu único hijo,
Mal no me has hecho, Isaac, Entonces por qué quisiste cortarme el cuello como
si fuese un borrego…, La idea fue del señor, que quería la prueba, La prueba de
qué, De mi fe, de mi obediencia, Y qué señor es ese que ordena a un padre que
mate a su propio hijo, Es el señor que tenemos, el señor de nuestros antepasados,
el señor que estaba aquí cuando nacimos, Y si ese señor tuviera un hijo, también
lo mandaría matar, preguntó isaac, El futuro lo dirá, Entonces el señor es capaz

218
Caín, 88.
219
Caín, 89.
220
Caín, 90-91
79

de todo, de lo bueno, de lo malo y de lo peor, Así es, Si tú hubieras desobedecido


la orden, qué habría sucedido, Lo que el señor suele hacer es mandar la ruina o
una enfermedad a quien le falla, Entonces el señor es rencoroso, Creo que sí 221.

Isaac se convierte en una víctima de la fe de su padre, pero se trata de una víctima que
se anima a cuestionar lo establecido. Abraham, por su parte, se da cuenta de la lógica irrefutable
de su hijo, por lo que pide que olvide el hecho, al tiempo que reconoce que haber obedecido a
Dios lo había perturbado al extremo de perder el juicio. Sin embargo, Abraham no puede
despegarse de sus creencias, continuando con el discurso de Dios que actúa de maneras
desconocidas. La conclusión de la conversación apunta hacia el gobierno despótico de Dios.

Padre, la cuestión, aunque a mí me importe mucho, no es tanto que yo haya muerto


o no, la cuestión es que estamos gobernados por un señor como éste, tan cruel
como baal, que devoró a sus hijos, Dónde has oído ese nombre, La gente sueña,
padre222.

Cronológicamente anterior, pero posterior en el relato, Caín se reencuentra con


Abraham en las encinas de Mambré. En ese momento, Abraham no había tenido a Isaac, pero
es el momento justo en que le será prometido un hijo de su esposa Sara. Tres hombres están en
la carpa dialogando con Abraham. Luego de que se retiraran dos de ellos, el restante revela su
intención de destruir Sodoma y Gomorra. En un atrevimiento inusitado, Abraham pide que se
les perdone las culpas a esas ciudades por consideración a diez justos. Caín descubre que, más
allá de lo que le dijera a Abraham, Dios ya tenía decidido destruir Sodoma y Gomorra. Salen
juntos y presencian el momento en que los ángeles avisan a Lot, sobrino de Abraham, que
abandonen la ciudad si no quieren sufrir la destrucción que Dios tenía planeada. El final es
desolador para todo aquel que no obedezca la voluntad de Dios.

El señor hizo entonces caer azufre y fuego sobre sodoma y gomorra, destruyó
ambas ciudades hasta los cimientos, así como toda la región, con todos sus
habitantes. Se mirase donde se mirase, sólo se veían ruinas, cenizas y cuerpos
carbonizados. En cuanto a la mujer de lot, ésta miró atrás desobedeciendo la orden
recibida y quedó transformada en una estatua de sal 223.

Con estos hechos, Dios parecía haber cumplido con su amenaza, pero Caín se da cuenta
de que en el juicio de Dios no había tomado en cuenta a los niños. Abraham, en un principio
convencido de que Dios actuó correctamente, no puede disimular el dolor de las muertes
inocentes ocasionadas por la imprevisión divina.

Pienso que había inocentes en sodoma y en las otras ciudades que fueron
quemadas, Si los hubiera, el señor habría cumplido la promesa que me hizo de

221
Caín, 91
222
Caín, 92.
223
Caín, 107.
80

salvarles la vida, Los niños, los niños eran inocentes, Dios mío, murmuró
Abraham, y su voz fue como un gemido, Sí, será tu dios, pero no fue el de ellos224.

III.2.3 LA FELICIDAD HUMANA

El texto, luego del sacrificio frustrado contra Isaac, da un salto cronológico hacia atrás.
Aunque breve, el relato es intenso y muestra el empeño de Dios porque el ser humano jamás
llegue a su plenitud. Caín aparece en un lugar llamado Babel, en el que la gente, de repente,
había empezado a hablar en idiomas diferentes, haciendo imposible la comunicación y la
convivencia. Desorientado, pero curioso, Caín encuentra un lugar donde reinaba la
desesperación, porque “hablaban y no conseguían entenderse, como si estuvieran sordos, y
gritasen cada vez más alto, inútilmente”225. Nuestro protagonista entra en contacto con uno que
le tocó en suerte el hebreo, personaje que le explica la situación. Un grupo de personas había
decidido hacer una ciudad y poner una “torre que llegase al cielo”, con la intención de hacerse
famosos. La construcción se llevaba a cabo sin problemas, pero la empresa no funcionó, porque
“el señor vino a inspeccionar y no le gustó”. Caín no comprende la reacción de Dios, porque
“Llegar al cielo es el deseo de todo hombre justo, el señor incluso debería haber echado una
mano en la obra”. La conclusión es la confusión de las lenguas, al tiempo que Dios promete
destruir la obra. En este pasaje encontramos una de las constataciones más dolorosas para la
humanidad: cuando Dios está de por medio, es imposible la comunicación entre los humanos.
Dios no desea que haya comunicación entre los hombres, porque, de esa manera, podrían
escalar, trabajar juntos y dejar un legado que podría opacar el honor y el poder de Dio. Aunque
dolorosa para la vida humana, la acción de Dios no está fuera de los parámetros pensados,
porque, en su interior, está el deseo de la infelicidad del humano.

Los celos son su gran defecto, en vez de estar orgulloso de los hijos que tiene,
prefiere dejar que lo venza la envidia, está claro que el señor no soporta ver a una
persona feliz, Tanto trabajo, tanto sudor, para nada 226.

224
Caín, 108.
225
Caín, 94.
226
Caín, 96.
81

Posterior a este diálogo, muchos desean comerse al burro de Caín, pero ambos cambian
de presente en el momento en que se levanta un fuerte viento. Los habitantes del lugar terminan
dispersándose por el mundo, “porque ya no tenían otra lengua común que los mantuviese
unidos” y la obra inacabada es destrozada por el mismo huracán. El pasaje culmina con el
testimonio del empeño humano aniquilado por la vanidad divina.

Muchos años después se dirá que allí cayó un meteorito, un cuerpo celeste de los
muchos que vagan por el espacio, pero no es verdad, fue la torre de babel que el
orgullo del señor no permitió que terminásemos. La historia de los hombres es la
historia de sus desencuentros con dios, ni él nos entiende a nosotros ni nosotros
lo entendemos a él227.

En otro presente, Caín se encuentra en la tierra de Uz, donde habita un hombre llamado
Job. Quienes le dan estos datos no son otros que los ángeles enviados a Lot. Job era
“inmensamente rico” y Dios lo consideraba “un hombre bueno y honesto, muy religioso, y no
hace nada mal”. Satán, en diálogo con Dios, supone que su conducta se debe a su buen pasar,
por lo que le propone una apuesta, la cual es aceptada por Dios, a condición de no tocarlo a él.
Los ángeles están para certificar que Satán cumpla su parte del trato. Caín se queja por la
apuesta, al comprender que Dios juega con Job.

A mí no me parece muy limpio por parte del señor, dijo caín, si lo que he oído es
verdad, job, pese a ser rico, es un hombre bueno, honesto, y para colmo muy
religioso, no ha cometido ningún crimen, pero va a ser castigado sin motivo
alguno con la pérdida de sus bienes, tal vez, como tanta gente dice, el señor es
justo, pero a mí no me lo parece, esto me hace recordar lo que le sucedió a
abraham, al que dios, para ponerlo a prueba, ordenó que matara a su hijo isaac, en
mi opinión, si el señor no se fía de las personas que creen en él, no veo por qué
esas personas tienen que fiarse del señor228.

La larga exposición de Caín lleva a los ángeles a mantener la inocencia de Dios bajo la
consigna de lo inescrutable de sus designios, pero Caín, harto de la misma explicación, exige
que Dios sea “transparente y límpido como cristal en lugar de este continuo pavor, de este
continuo miedo, en fin, dios no nos ama”. A Caín no le convence la ubicuidad, ya que su
presencia se garantiza especialmente “cuando manda matar”. La destrucción de Sodoma es,
para Caín, un testimonio perenne de la injusticia de Dios, ya que “un solo niño de los que
murieron abrasados en sodoma bastaría para condenarlo sin remisión” 229
. Sin embargo, la
injusticia se hará más grande en el momento en que haga sufrir a Job, sin que nadie le pida

227
Caín, 97-98.
228
Caín, 148.
229
Caín, 148-149.
82

cuentas. Ya Caín ha visto demasiados atropellos de Dios, por lo que las amenazas de castigo no
lo amedrentan, porque, en definitiva, Dios hace lo que quiere.

El señor no oye, el señor es sordo, por todas partes se le alzan súplicas, son los
pobres, los infelices, los desgraciados, todos implorándole el remedio que el
mundo les niega, y el señor les da la espalda, comenzó haciendo una alianza con
los hebreos y ahora hace un pacto con el diablo, para esto no merece la pena que
haya dios230.

La discusión se detiene en ese momento, dejando a los ángeles molestos con Caín. Sin
embargo, lo presentan y consigue trabajo inmediatamente, por lo que atestigua lo que había
oído. El ataque planeado contra Job sucede al mismo tiempo, dejándolo sin animales, criados
ni hijos. La coincidencia de los hechos y la utilización de fuerzas naturales y personas, en
apariencia, reservados a Dios, dan pie para que el narrador dude acerca de la inocencia de Dios
y de su relación con el demonio.

Por tanto, o satán puede mucho más de lo que pensábamos, o estamos ante una
gravísima situación de complicidad táctica, por lo menos táctica, entre el lado
maligno y el lado benigno del mundo 231.

Sin embargo, la injusticia aún no ha concluido, porque, si bien Job ha sufrido pérdidas,
no ha sido dañado él. Esto da lugar a un redoblamiento de la apuesta, en la que Dios deja que
Job sufra en su propio cuerpo. La apuesta tiene efecto inmediato, por lo que Job queda cubierto
de llagas, que “iba raspando el pus de las piernas con un cascote de teja, como el último de los
últimos”. La esposa de Job no soporta más su paciencia y es la que se da cuenta del acuerdo
entre Dios y Satán que manipulan la felicidad de su esposo.

Siempre he oído decir a los antiguos que las mañas del diablo nada pueden contra
la voluntad de dios, pero ahora dudo de que las cosas sean tan simples, lo más
seguro es que satán no sea nada más que un instrumento del señor, el encargado
de llevar a cabo los trabajos sucios que dios no puede firmar con su nombre232.

Job rompe el silencio y maldice el día en que fue concebido. A él acuden unos amigos
que le recuerdan el deber que tiene “todo creyente de acatar con la cabeza baja la voluntad del
señor, sea ella la que sea”. Mientras tanto, Caín vuelve a dialogar con los ángeles, quienes le
hacen saber que, de la apuesta, no saldría nada nuevo, porque ya conocían de antemano su
destino. El juego, sin embargo, se vuelve más injusto cuando Caín escucha que Dios no haría
nada en contra de Satán y encontraría alguna forma de resarcir a Job.

Quiere decir eso que él apostó porque tenía la certeza de que iba a ganar, En cierto
modo, sí, Por tanto, todo está como estaba, en este momento no sabe más de job

230
Caín, 149.
231
Caín, 152.
232
Caín, 153.
83

de lo que sabía ya antes, Así es, Entonces, si es así, explicadme por qué job está
cubierto de lepra, cubierto de llagas purulentas, sin hijos, arruinado, El señor
encontrará la manera de compensarlo, Resucitará a sus diez hijos, levantará las
paredes…, Eso no lo sabemos, Y qué le hará el señor a satán…, Probablemente
nada, Cómo nada, preguntó caín en tono escandalizado…, En el cielo las cosas
siempre han sido así, no es culpa nuestra, Sí, cuando en una asamblea de seres
celestes está presente satán hay algo que el simple mortal no entiende 233.

La conversación se detiene y Caín se encuentra sin saber qué hacer con su futuro. Las
alternativas eran seguir bajo el mando de Job o seguir vagando, teniendo, tal vez, la posibilidad
de visitar a sus padres o a Lilith y experimentar alegría. Sin embargo, Caín cae en la cuenta de
que la alegría era imposible, ya que es “el que mató a su hermano, caín es el que nació para ver
lo inenarrable, caín es el que odia a dios”234. Caín decide seguir su camino, para el que compra
un burro a su patrón. El capítulo cierra cuando Caín se marcha, no sin antes haber contemplado
a Job “tal como el día en que la maldición le cayó encima”, la maldición de “que dios lo
abandonara en manos de satán”235.

III.2.4 LA HUMANIDAD Y EL RESTO DE LA CREACIÓN

Los últimos capítulos de Caín se dedican a los preparativos y desarrollo del diluvio que
mandó Dios, del cual quiso salvar a Noé y su familia. Caín está en un valle y conoce a unas
cuantas personas que, sin prestarle mayor atención, trabajan en la construcción del arca. Caín
intenta conocer qué hacen, pero, como advierte una de las mujeres, no dialogan más de la
cuenta, ya que “el señor se enfadará”. En eso aparece Dios, con quien pleitea Caín
reprochándole las cosas que vio, particularmente el sufrimiento que ha tenido Job. La respuesta
de Dios es que se le ha restituido lo que perdió, porque se humilló ante él. En el diálogo se ve,
a través de la imagen de los nuevos hijos que tendrá Job, el desprecio que Dios tiene por los
humanos concretos, porque no son más que un conjunto de animales que puede reemplazarse
por otros.

Se doblegó ante mi autoridad, reconoció que mi poder es absoluto, ilimitado, que


no tengo que dar cuentas a nadie, salvo a mí mismo, ni necesidad de detenerme
en consideraciones de orden personal y que, esto te lo digo ahora, estoy dotado de
una conciencia tan flexible que siempre está de acuerdo con lo que quiero hacer,

233
Caín, 155.
234
Caín, 156.
235
Caín, 158.
84

Y los hijos que job tenía y murieron bajo los escombros de su casa, Un pormenor
al que no he de darle demasiada importancia, tendrá otros diez hijos, siete varones
y tres hembras como antes, para sustituir a los que perdió, De la misma manera
que los rebaños, Sí, de la misma manera que los rebaños, los hijos no son nada
más que eso, rebaños236.

Dios manda a Noé aceptar a Caín como tripulante del arca, de modo que pudiera ayudar
en la regeneración de la humanidad. En este diálogo estaban cuando Caín interviene para saber
la finalidad del plan. Según Dios, la tierra está llena de violencia y ha sido corrompida por la
actuación del ser humano. Sin embargo, Dios no solo revela lo que hará, sino lo que lo motiva
a destruir la humanidad. En efecto, Dios dice: “me arrepiento de haber creado al hombre, pues
por su causa mi corazón ha sufrido amargamente, el fin de todos los hombres ha llegado para
mí”237. Dios resuelve destruir la humanidad y a todo ser vivo a excepción de Noé, su familia y
una pareja de cada especie, a quienes se le encarga repoblar la tierra. Caín encuentra un
problema en el plan y es que la arca no podría flotar a menos que estuviera en la cercanía del
mar. Dios rehace los cálculos y ordena a sus “ángeles obreros para que la transporten por los
aires hasta la costa del mar más próximo”. La referencia a esta clase da lugar a un debate
respecto de sus habilidades y la sumisión de los ángeles, así como del futuro de Dios. En efecto,
Dios reconoce a los ángeles su disciplina, sin la cual podrían armar un complot, algo que intentó
hacer Satán, a quien logró mantener a raya otorgándole algunas facultades especiales.

… a éste [Satán] ya he encontrado una manera de tenerlo contento, de vez en


cuando le dejo una víctima en sus manos para que se entretenga, y con eso le
basta, Tal como le hiciste a job, que no osó maldecirte, pero que lleva en el
corazón toda la amargura del mundo, Qué sabes tú del corazón de job, Nada, pero
sé todo del mío y algo del tuyo, respondió caín, No creo, los dioses son como
pozos sin fondo, si te asomas a ellos ni siquiera conseguirás ver tu imagen, Con
el tiempo todos los pozos acaban secándose, tu hora también ha de llegar 238.

La voluntad de eliminar a la humanidad ha vuelto impaciente al Señor, al nivel de haber


mandado a los ángeles obreros a que terminen la obra del arca. El texto hace referencia a la
capacidad laboral de los ángeles, los que se sienten alegres de poder hacer algo diferente de
alabar “la grandeza del señor, la generosidad del señor, incluso la belleza del señor”. De alguna
manera, la actividad manual en la tierra quebraba con el aburrimiento que suponía la perpetua
adoración debida a Dios. Incluso con los ángeles Dios ejerce un poder despótico, al mismo
tiempo que inseguro, que lo hace incapaz de dejarlos en libertad de acción.

Por lo menos en este caso, desde el punto de vista particular de los ángeles
obreros, la felicidad en la tierra es en todo superior a la que se puede tener en el

236
Caín, 164.
237
Caín, 166.
238
Caín, 168.
85

cielo, pero el señor, claro está, siendo tan envidioso como es, no lo debería saber,
bajo pena de ejercer sobre los pensamientos sediciosos las más duras represalias
sin mirar patentes angélicas239.

Como ayudantes fidelísimos de Dios, los ángeles comparten la opinión de su patrón


respecto de los seres humanos. En efecto, Caín dialoga con dos de ellos, los que expresan que,
según lo que han visto “a lo largo de los tiempos conocidos, no merecen la vida”. Caín,
basándose en sus viajes, afirma que, para los humanos, hubiera sido mejor no haber existido,
en vistas del sufrimiento que les tocaría en suerte, como mostraba el ejemplo de los niños de
Sodoma. Los ángeles, para justificar el actuar de Dios, afirman la herencia de la culpa, lo que
es un absurdo para Caín, para quien la culpa es de Dios que no quiso perder tiempo en castigar
solo a los que, según su propio criterio, eran malos. Esta apreciación lleva al cuestionamiento
más profundo del libro: la legitimidad de la soberanía de Dios en la actuación de los hombres.
Dios, por ser Dios, tiene el poder absoluto sobre su creación y, por eso, sus juicios son
inapelables, por más irracionales que sean. Esta clase de ángeles, como las demás, solo tienen
que obedecer sin terminar de saber lo que fundamenta la autoridad de Dios.

… además, ángeles, dónde ha nacido esa peregrina idea de que dios, simplemente
porque es dios, debe gobernar la vida íntima de sus creyentes, estableciendo
reglas, prohibiciones, interdictos y otras patrañas del mismo calibre, Eso no lo
sabemos, dijo uno de los ángeles, De estas cosas, lo que nos dicen es
prácticamente nada, hablando claro, sólo servimos para los trabajos pesados,
añadió el otro en tono de queja, cuando llegue el momento de levantar la barca y
llevarla al mar, puedes apostar lo que quieras a que no verás por aquí ni serafines,
ni querubines, ni tronos, ni arcángeles, No me sorprende, comenzó a decir caín,
pero la frase se quedó en el aire…240

Ya dispuesto todo para el diluvio, los ángeles obreros transportaron el arca por los aires.
Mientras ya se vislumbran los efectos de la lluvia, los tripulantes del arca agradecían a Dios,
acompañando el sacrificio de un cordero, lo que “como es lógico, conocidos los antecedentes,
satisfizo” al Señor. En el arca, una de las nueras de Noé muere en un accidente. Los demás, sin
siquiera limpiar el cadáver, la echan por la borda, acción que provocará el odio a muerte de
Caín hacia Noé. Así es como, de a uno, Caín va eliminando a los demás tripulantes del arca, a
excepción del mismo Noé que, por ser el último, se suicida. Vale notar que, aunque descubre
la responsabilidad de Caín en todo ello, Noé no deja de sentir culpa de no estar a la altura de lo
exigido por Dios.

Con qué cara voy a comparecer delante del señor, con este barco lleno de
animales, qué he de hacer yo, cómo viviré el resto de mi vida, Tírate desde aquí,
dijo caín, ningún ángel vendrá a recogerte en sus brazos… Y dios, qué dirá dios,

239
Caín, 172.
240
Caín, 175.
86

preguntó noé, Vete tranquilo, de dios me encargo yo. Noé dio la media docena de
pasos que los separaban de la borda y, sin una palabra, se dejó caer241.

Al día siguiente, el arca toca tierra y el Señor llama a Noé infructuosamente. Mientras
que los animales salían, ni Noé ni su familia se hacen presentes, siendo Caín el único
sobreviviente del arca. Dios le hace la misma pregunta que le hiciera cuando mató a Abel, es
decir, dónde están Noé y los demás. Caín asume la responsabilidad de las muertes, al mismo
tiempo que le recuerda los crímenes que Dios ha cometido y de los cuales ha quedado impune.
Caín, como hiciera con Abel, asesinó a aquellas personas por no poder asesinar a Dios.

Cómo te atreves, asesino, a contrariar mi proyecto, así me agradeces el haberte


salvado la vida cuando mataste a abel, preguntó al señor, El día en que alguien te
colocara ante tu verdadero rostro tenía que llegar, Entonces la nueva humanidad
que yo había anunciado, Hubo una, no habrá otra y nadie la echará de menos,
Caín eres, el malvado, el infame asesino de su propio hermano, No tan malvado
e infame como tú, acuérdate de los niños de sodoma 242.

Caín termina siendo el único humano vivo. Dios intenta renovar la humanidad, siendo
Noé la esperanza de la repoblación del mundo, pero Caín se interpone y asesina al puñado de
humanos restante. Caín trastorna el proyecto de Dios, ya que no tiene humanidad que le rinda
honor. Por eso, como dice Ferraz, “Caín completará su venganza, de asesino de su hermano
Abel se transforma ahora en asesino del Señor”243. Entre ambos se habían alzado una disputa
que duraría toda la vida. El último diálogo del libro muestra que lo hecho por Caín no es más
que una rebeldía ante el que lo había condenado a vivir y morir desdichado.

Después caín dijo, Ahora ya puedes matarme, No puedo, la palabra de dios no


tiene vuelta atrás, morirás de muerte natural en la tierra abandonado y las aves de
rapiña vendrán y te devorarán la carne, Sí, después de que tú me hayas devorado
primero el espíritu244.

III.3. LOS ALIADOS DE DIOS.

241
Caín, 187-188.
242
Caín, 189.
243
S. FERRAZ, “Caín decreta la muerte de Dios”, 138.
244
Caín, 189.
87

III.3.1 ISRAEL

Los capítulos 8 y 9 del libro están dedicados a lo que se narra en tiempos de la salida de
Egipto y el ingreso en la tierra prometida, es decir, algunos sucesos que se encuentran en los
libros del Éxodo y de Josué. En el primero de esos capítulos, el narrador comenta que Caín se
encuentra en el monte del Sinaí. La escena retrata a una multitud esperando la bajada de Moisés
de la montaña, una espera que provoca confusión por haber pasado más de cuarenta días sin
que aparezca. En el campamento se encuentra un hermano de Moisés, llamado Aarón, a quien
le solicitan crear una imagen que se convertiría en su Dios. Aarón accede al pedido, funde la
joyería de oro y moldea un becerro de oro. La empresa fue tan satisfactoria que ordenó una
“fiesta en honor del señor” para el día siguiente.

Mientras tanto, Moisés y su ayudante Josué bajan del monte y escuchan los cantos de la
gente. La indignación de Moisés da como resultado la destrucción del becerro y una
recriminación potente a su hermano. El hermano justifica su falta de carácter en la naturaleza
violenta de su gente, que, debido a la tardanza de Moisés, hubiera terminado en su asesinato.
La resolución de Moisés es que se unan a él quienes esté “con el señor”.

Todos los de la tribu de leví se unieron a él y moisés proclamó, He aquí lo que


dice el señor, dios de israel, Tome cada uno una espada, regrese al campamento
y vaya de puerta en puerta matando al hermano, al amigo o al vecino 245.

La cosecha fue unos tres mil asesinados. El campamento se tiñó de sangre que “corría
entre las tiendas como una inundación que brotase del interior de la propia tierra”. Caín
atestigua la matanza, aunque no puede creer “la prueba irrefutable de la profunda maldad del
señor” quien mandó matar a tantos “sólo porque le irritaba la invención de un supuesto rival en
figura de becerro”246.

245
Caín, 112.
246
Caín, 112.
88

En ese mismo lugar, los israelitas tienen una batalla contra los madianitas. Dios habla
con Moisés y le comunica su deseo de “hacer que los israelitas se venguen de los madianitas”247.
De esta manera, no solo los de la tribu de Leví se vuelven el brazo ejecutor de la voluntad de
Dios, sino que el pueblo en su conjunto debe asesinar a los que no son de su grupo. El resultado
del conflicto fue la matanza de los madianitas, incluyendo a sus reyes, dejando a las mujeres y
a los niños como prisioneros y un enorme botín en animales y objetos. Moisés, irritado, solo
deja vivas a las mujeres solteras para uso de los israelitas. Lo llamativo para Caín “fue el reparto
del botín”. Esto consiste en una división a la mitad entre los soldados y la comunidad,
reservando una parte de cada una para el Señor. Por su parte, los soldados ofrecen a Dios “los
objetos de oro que cada uno había encontrado en el saqueo de la ciudad” por haber salido vivos
y triunfantes. La conclusión de la narración apunta a la relación entre crecimiento económico y
el accionar bélico.

Está visto que la guerra es un negocio de primer orden, tal vez sea incluso el mejor
de todos, a juzgar por la facilidad con que se adquieren en un visto y no visto
miles y miles de bueyes, ovejas, burros y mujeres solteras, a este señor habrá que
llamarle algún día dios de los ejércitos, no le veo otra utilidad, pensó caín, y no
se equivocaba248.

Más adelante, Caín se encuentra con el ejército israelita que está a punto de tomar Jericó.
Gracias a un intercambio con el albéitar, Caín es aceptado en las filas israelitas, conociendo
que, gracias a dar vuelta a la ciudad durante siete días, las murallas caerían, con lo que el ejército
entraría y podría asaltar el lugar. La empresa da el resultado anticipado, lo que, a su vez, produce
una matanza de personas y animales.

Los soldados de josué prendieron fuego a la ciudad y quemaron todo lo que había
en ella, con excepción de la plata, el oro, el bronce y el hierro, que, como de
costumbre, pasaron a engrosar el tesoro del señor249.

La milicia israelita avanza sobre las demás ciudades. En uno de esos casos, un hombre
llamado Acán se quedó con parte del botín, produciendo la irritación del Señor. La exclamación
de Dios, “Esto no se hace, gritó, aquel que se atreve a desobedecer mis órdenes a sí mismo se
está condenando”250, pone en evidencia la implacabilidad divina. Por otro lado, treinta y seis
israelitas mueren en un asalto a la ciudad de Ai, debido a la escasez de soldados, pero que la
voz de Dios atribuye a un castigo por el pecado de Acán.

247
Caín, 115.
248
Caín, 118-119.
249
Caín, 123.
250
Caín, 124.
89

Por esto no pudisteis resistir a vuestros enemigos, porque también ellos fueron
condenados a la destrucción, y yo no estaré más de vuestro lado mientras no
destruyáis lo que, estando destinado a la destrucción, se encuentre en vuestro
poder, levántate, pues, josué, vete y convoca al pueblo, y al hombre que habiendo
sido apuntado le fueren encontradas cosas que estaban condenadas a la
destrucción, mandarás quemar con todo lo que le pertenezca, familia y bienes251.

Es notable que el castigo nunca especifique lo que sacó Acán, sino que lo denomine
“cosas que estaban condenadas a la destrucción”. Josué cumple con lo establecido por Dios y
busca al culpable. Luego de la inspección, Acán confiesa su pecado y el lugar donde enterró el
botín. Por último, recogen las cosas, más todas las pertenencias y familiares de Acán delante
del arca de la alianza, donde Josué lo condena a “la desgracia” que el Señor le envía. Entonces,
la gente los apedrea y prende fuego. La condena no solo sirve para ajusticiar a Acán, sino para
que el pueblo tuviera miedo: “Estáis avisados, quien la hace, la paga, yo soy el señor”252.

Luego de la ejecución de la condena, el ejército de Israel se dispone a la destrucción de


Ai, esta vez haciendo uso de más de treinta mil soldados. La invasión deja victorioso a Josué,
pero da una razón más a Caín para evadirse de los aliados de Dios. Caín informa su renuncia al
albéitar con estas palabras: “ya no soporto ver tanto muertos a mi alrededor, tanta sangre
derramada, tanto llanto y tantos gritos”, toma su burro y se retira. Debido a su renuncia, Caín
no llegó a ver el triunfo sobre los cinco reyes amorreos, sobre el cual se estableció la leyenda
de Dios deteniendo el sol para que Josué pudiera vencer. El texto le dedica unas páginas a
mostrar que esa leyenda es una mentira consentida entre Dios y Josué, de modo que exaltara el
“poder de un dios para el que, por lo visto, nada era imposible”253. Dios le explica astronomía
copernicana, al tiempo que sería desastroso detener el movimiento de la tierra, pero Dios manda
que se repita la narración de “josué pidiéndole al señor que detenga el sol y él haciéndolo así,
nada más”254. El capítulo cierra con la cita del libro de Josué, que evidencia la acción de Dios
conjunta de Dios e Israel.

Durante casi un día entero el sol estuvo inmóvil, allí en medio del cielo, sin
ninguna prisa por desaparecer en el horizonte, nunca, ni antes ni después, hubo
un día como ése, en que el señor, porque combatía por israel, dio oídos a la voz
de un hombre255.

III.3.2 LA IGLESIA

251
Caín, 125-126.
252
Caín, 127.
253
Caín, 130.
254
Caín, 132.
255
Caín, 134.
90

En el encuentro del lago, Jesús había preguntado a Dios sobre lo que habría de
sobrevenir después de su sacrificio. Dios responde que el principal fruto de la muerte de su hijo
es la iglesia, “una sociedad religiosa que tú fundarás, o que en tu nombre será fundada, lo que
es más o menos lo mismo”, cuya influencia se extenderá por todo el mundo, incluso por lugares
desconocidos en ese momento “y se llamará católica porque será universal”256. Los seguidores
de Jesús no serán felices, sino que tendrán esperanza de una felicidad posterior a la muerte,
momento en el que se encontrarán con Dios. Sin embargo, Jesús todavía no comprenden el
modo en que Dios extenderá su poder. Dios, por su parte, revela que no será un mero choque
de ideas religiosas, sino que supondrá una lucha de los hombres en nombre de sus dioses.

Los otros dioses resistirán, Y tú lucharás contra ellos, Qué disparate, todo cuanto
acontece, acontece en la tierra, el cielo es eterno y pacífico, el destino de los
hombres lo cumplen los hombres donde estén, Diciendo las cosas claramente,
aunque las palabras sean sombras, van a morir hombres por ti y por mí, Los
hombres siempre morirán por los dioses, hasta por falsos y mentirosos dioses 257.

Insatisfecho con las palabras de Dios, Jesús exige claridad. Desea saber cuánto
sufrimiento será necesario para que Dios victoree sobre los otros dioses. Dios, por su parte, ya
había dicho a Jesús que el martirio es la mejor manera propagar y enfervorizar una fe. Es por
esto por lo que la asamblea que dará a conocer a Jesús se basará en torturas y sufrimientos,
cuyos primeros casos serán tres de sus amigos más cercanos, Simón, Andrés y Tiago, y los
demás del grupo de apóstoles.

Pues bien, se edificará la asamblea de que te he hablado, pero sus cimientos, para
quedar bien firmes, tendrán que ser excavados en la carne, y estar compuestos de
un cemento de renuncias, lágrimas, dolores, torturas, de todas las muertes
imaginables hoy y otras que sólo en el futuro serán conocidas258.

Sin embargo, la muerte de los seguidores que tenía Jesús en vida no es suficiente.
Conociendo a Dios, Jesús intuía que, si deseaba extenderse por todo el mundo, los mártires
serían más. En efecto, lo sucesivo será “una historia interminable de hierro y sangre, de juego
y de cenizas, un mar infinito de sufrimientos y lágrimas”. El texto no deja de dar detalles sobre
la imperturbabilidad de Dios ante el horror. Dios da una larguísima de asesinados, al mismo
tiempo que da una mínima reseña del sufrimiento que habrán de soportar con la esperanza de
encontrarse con Dios259.

256
EESJ, 433-434.
257
EESJ, 435.
258
EESJ, 436.
259
EESJ, 437-441.
91

Cuando Dios termina de hacer el recuento de los asesinados, da a entender que habrá
otro tipo de mártires. En este contexto se materializa lo insinuado algunas páginas atrás, es
decir, “cuántas y cuántas veces, para poder exhibir y presumir de un cuerpo limpio, el alma a sí
misma se cargó de tristeza, envidia e inmundicia”260. Esta nueva clase de mártires, por esto, se
refieren a los que martirizan su propio cuerpo, tratándolo como algo sucio que debe ser
purificado por el dolor. De este modo, el cuerpo es la puerta por la que el Diablo puede hacer
sus fechorías. Pastor, entonces, afirma que ha tomado “todo aquello que Dios no quiso, la carne,
con sus alegrías y sus tristezas, la juventud y la vejez, la lozanía y la podredumbre”261. Estos
otros se cuentan por “millares de millares de hombres” se alejan de todo lo que tenga que ver
con el fin de evitar la tentación que supone el disfrute del cuerpo. Aunque sean tantos y con
nombres tan diversos, esa muchedumbre pasará su vida adorando a Dios y a Jesús “de la mañana
a la noche, con vigilias y oraciones” hasta “morir con nuestros nombres en la boca” 262. El
Diablo, para concluir, afirma que sus más fieles seguidores están dispuestos a morir por ellos,
sea con el derramamiento de sangre o con el desprecio de su cuerpo.

En ese momento, dijo el Diablo a Jesús, Observa cómo, según o que acaba de
decirnos, hay dos maneras de perder la vida, una por el martirio, otra por la
renuncia, no les bastaba tener que morir cuando llegara su hora, era necesario que,
de una manera o de otra, corrieran a su encuentro, crucificados, destripados,
degollados, quemados, lapidados, ahogados, descuartizados, estrangulados,
desollados, alanceados, corneados, enterrados, serrados, asaeteados, amputados,
desgarrados, o si no, dentro y fuera de las celdas, capítulos y claustros,
castigándose por haber nacido con el cuerpo que Dios les dio y sin el cual no
tendrían donde poner el alma, tales tormentos no los inventó el este Diablo que te
habla263.

A ellos se han de sumar guerras y matanzas. Ante la queja de Jesús sobre los métodos
de Dios, éste afirma que “Los fines justifican los medios”. En el discurso de Dios, se da a
entender que, si bien habrá muchas guerras santas, se destacan las hechas “en nombre de un
dios que todavía está por aparecer”, referenciando al islam y las cruzadas con las que se
intentará recuperar lo que se llamará Santos Lugares. Dios sabe de antemano que perderán, pero
le queda la satisfacción de “mataron a mucha gente”, al tiempo que de los cruzados murieron
“otros tantos, incluso más”.

Y todo eso, en nuestro nombre, Irán a la guerra gritando Dios lo quiere, Y morirán
gritando Dios lo quiso, Sería una bonita manera de acabar, Una vez más, no valió

260
EESJ, 274.
261
EESJ, 442.
262
EESJ, 443.
263
EESJ, 443-444.
92

la pena el sacrificio, El alma, hijo mío, para salvarse, necesita el sacrificio del
cuerpo264.

Sin embargo, la ironía de las guerras santas es que se libran en nombre de dioses
diferentes, pero que, en última instancia, no son más que nombres distintos de lo mismo. La
voz que sale de la niebla afirma que “Tal vez este Dios y el que ha de venir no sean más que
heterónimos”265, haciendo referencia no solo la irracionalidad de los enfrentamientos bélicos
en nombre de Dios, sino que, por un nombre, se pueden justificar las mayores atrocidades.

Haremos una última consideración sobre las cruzadas. Vale recordar que uno de los
principales predicadores de las cruzadas, específicamente de la segunda, fue San Bernardo de
Claraval. El monje cisterciense se encargó de animar y justificar el espíritu guerrero de los
cristianos que intentaron recuperar Jerusalén. Es conocida su oratoria, que, en este caso, utilizó
para argumentar sobre la bondad de matar de los guerreros cristianos. Tanto si mata como si
muere, el guerrero estará haciendo algo bueno, porque se cumple la voluntad de Dios. Por eso,
no debe temer, sino arrojarse con todo su ánimo a la recuperación de los lugares santos.

[Los caballeros de Jesucristo] combaten solamente por los intereses de su Señor,


sin temor de incurrir en algún pecado por la muerte de sus enemigos ni en peligro
ninguno por la suya propia, porque la muerte que se da o recibe por amor de
Jesucristo, muy lejos de ser criminal, es digna de mucha gloria… Así el soldado
de Jesucristo mata seguro a su enemigo y muere con mayor seguridad. Si muere
a sí se hace el bien; si mata, lo hace a Jesucristo, porque no lleva en vano a su lado
la espada, pues es ministro de Dios para hacer la venganza sobre los malos y
defender la virtud de los buenos266.

III.3.3 LA INQUISICIÓN Y OTROS PROFETAS

El último grupo de los aliados de Dios se caracteriza por batallar, mayoritariamente,


contra otros cristianos. De esta manera, las víctimas a derrotar no se encuentran fuera de los
círculos cristianos, sino que son segregados por su falta de fe o por no coincidir en su plenitud
con la autoridad correspondiente. Para esto, tomaremos lo poco que resta del encuentro del lago
y la obra teatral In nomine Dei.

264
EESJ, 446.
265
EESJ, 446.
266
Citado por B. FORTE, La Iglesia de la Trinidad. Ensayo sobre el misterio de la Iglesia comunión y misión,
Secretariado Trinitario, Salamanca, 1996, 319.
93

En el lago, Dios revela la venida de una institución llamada Inquisición. Jesús, luego de
insistir, logra tener un conocimiento detallado de su accionar. Dios habla de la Inquisición como
“el mal necesario” de un remedio cruel que actuará para eliminar de la Iglesia toda forma de
pensamiento y modo de vida que no se adecúe a lo establecido. Es decir, se invierte la situación:
estos seguidores de Jesús no morirán, sino que serán los perseguidores. Su obrar consiste en
actuar como policía y tribunal, de modo que miles de personas mueran quemadas por haber
dudado. Jesús se sabe culpable de todas esas muertes, de todos esos gritos y torturas, pero Dios
hace ver que todo, tanto la muerte de Jesús como las subsiguientes, son necesarias para obtener
el poder.

Morirán cientos de miles de hombre y mujeres, la tierra se llenará de gritos de


dolor, de aullidos y de estertores de agonía, el humo de los quemados cubrirá el
sol, su grasa rechinará sobre las brasas, el hedor repugnará y todo esto será por mi
culpa, No por tu culpa, por tu causa, Padre, aparta de mí ese cáliz, El que tú bebas
es condición de mi poder y de tu gloria, No quiero esa gloria, Pero yo quiero ese
poder267.

Hablando sobre las cruzadas, la escena en el lago contiene una apelación del Diablo en
la que se exonera de los crímenes venideros. Sin embargo, la inocencia del Diablo se podría
extender también a los conflictos en los que pelean unos cristianos contra otros, ya que, en este
caso, habrá acusaciones cruzadas acerca de quién está inspirado por Dios y quién por su
antagonista. Cada bando creerá estar llevando a cabo la guerra santa que Dios les exige hacer,
mientras que el resto se convierte en enemigo de la fe verdadera. Sobre esto versa la pieza In
nomine Dei, en cuyo prólogo Saramago también dice no tener más responsabilidad que la de
escritor que recuerda un hecho basado en la intolerancia.

No tengo yo la culpa, ni la tiene mi discreto ateísmo, de que en Münster, en el


siglo XVII como en tanto otro tiempos y lugares, católicos y protestantes
anduvieran despedazándose unos a otros en nombre del mismo Dios – In nomine
Dei – con el fin de alcanzar, en la eternidad, el mismo Paraíso. Los
acontecimientos descritos en esta pieza representan, tan sólo, un trágico capítulo
de la larga y, por lo visto, irremediable historia de la intolerancia humana.

Los personajes más destacados de la obra son: Berndt Knipperdollinck, opositor al


clericalismo, Berndt Rothmann, predicador anabaptista, Jan Matthys, apóstol anabaptista, Jan
Van Leiden, apóstol anabaptista, Gertrud Von Utrecht y el obispo católico Waldeck. La obra
está dividida en tres actos.

El primer acto nos pone en contexto y nos informa acerca de la lucha entre católicos y
anabaptistas en Münster, teniendo como líderes de los anabaptistas a Knipperdollinck y

267
EESJ, 448.
94

Rothmann y al obispo Waldeck por el lado católico. La primera aproximación es horrorosa.


Solo se ven cadáveres en el piso. En el segundo cuadro, una voz lee un pasaje del profeta Daniel.
La conexión es clara: la destrucción viene como cumplimiento de las profecías. En el siguiente
cuadro, aparece Knipperdollinck y Rothmann dialogando. El primero afirma la cercanía del
cumplimiento de las profecías, incitando a tener una conducta merecedora de ser elegida por el
Señor. El segundo, comparándose con Gedeón, proclama los anabaptistas son el velo que
posibilitará llenar “de Dios el vaso de Dios”. Knipperdollinck, por su lado, da a entender que la
sangre de los católicos es la misma sangre de “Satanás, fría y amarga”. Aparece un grupo de
eclesiásticos que condena a aquellos seguidores de Lutero, mientras que hace ver que la Iglesia
“exterminará siempre a los ofensores”. Rothmann proclama los puntos más importantes de su
fe, todas ellas referidas a cuestiones sacramentales y Knipperdollinck anuncia que es hora de
actuar, momento en el que Dios “toma su lanza y se pone de nuestro lado”. Es interesante notar
que, en este punto, el coro católico los acusa de delirar, a lo que Knipperdollinck responde que
“Dios fue quien entró en nosotros, no la locura”, lo que da a entender que entre Dios y la locura
no hay diferencia aparente. Es decir, lo que para uno es inspiración divina, para el resto es un
arrebato de demencia. Sin embargo, la intención de implantar la reforma choca contra el
Consejo Municipal, que en su mayoría está conformado por católicos. Rothmann afirma que la
reforma se impondrá, sea por votación, sea por la fuerza. En ese momento, los católicos se
dispersan.

En el siguiente cuadro, se ve a los mismos personajes en la plaza del mercado, en el que


el representante del Consejo interpela por el resultado de las acciones anabaptistas. El obispo
Waldeck bloqueó las mercaderías destinadas a Münster, teniendo como represalia el secuestro
de los canónigos de la catedral. Waldeck se apersona y negocian, logrando la liberación de los
canónigos y el transporte de mercancías, pero quedan bajo autoridad anabaptista las parroquias
tomadas.

El síndico había llamado a elegir un nuevo Consejo Municipal. Se hace el recuento de


los votos, en el que sale ganador por mayoría la parte protestante. Aunque Knipperdollinck se
encuentra alegre por el resultado, Rothmann entiende que no es suficiente, ya que, Dios quiere
“que toda la tierra sea un espejo de su reino”, es decir, hacer que la vida civil se base en “una
regla eclesiástica”, es decir, “Reformar la Reforma”.

El nuevo síndico, Von Der Wieck, pertenece a la rama moderada de los reformados.
Ello explica el temor que tiene por los excesos que pueden traer Rothmann y Knipperdollinck.
95

En efecto, Rothmann invita a comulgar “en el pan y en el vino”, dejando de lado la costumbre
de los católicos, quienes lo acusan de herejía. La ira de Dios se identifica con la de los radicales,
quienes tienen el poder de juzgar en su nombre. De la multitud, que está a punto de entrar en
conflicto, sale una mujer atemorizada por la vida de su hijo. La mujer quiere que su hijo reciba
el bautismo por miedo a que le pase algo. Rothmann, el primer interlocutor de la mujer, se niega
a bautizarlo, porque, según su definición, el niño no puede tener acceder al sacramento.
Rothmann postula que solo un adulto tiene conciencia de lo que recibirá y sin un verdadero
compromiso con el bautismo, este es imposible. Mientras tanto, los católicos y los luteranos se
disputan el bautismo, porque ya no pertenece al grupo de los primeros, ni quiere darle a su hijo
algo que no pidió, como postulan los segundos. De esta manera, la mujer no bautiza a su hijo
por miedo, sino que cree que “Dios lo ve a él [su hijo]” y Dios no puede “vivir sin que lo mire
una sola de sus criaturas”.

El último cuadro se abre con los coros de anabaptistas, católicos y luteranos, en el que
cada uno expresa algo diferente con palabras similares sobre el obispo Waldeck, es decir, “odio
de los anabaptistas, esperanza de los católicos, ambigüedad de los luteranos”. Knipperdollinck
vuelve a acusar a los luteranos de colaborar con los católicos, mientras que Rothmann anuncia
la entrada del profeta Jan Matthys, acompañado de Jan Van Leiden. Jan Matthys proclama que
Münster será la “ciudad de la esperanza, morada de la justicia de Dios”. De esta manera,
Münster es objeto de la predilección divina, ya que la “ha elegido el Señor para ser la Nueva
Jerusalén de los Elegidos de Dios”. De orígenes humildes, Jan Matthys como panadero y Jan
Van Leiden como sastre, vienen para cumplir “la voluntad de Dios”. Entre los cuatros, formarán
las columnas sobre las que se “asentará el nuevo altar de Cristo”. Knipperdollinck y Rothmann
son los primeros en hacerse bautizar por Jan Matthys. Lo que cierra el primer acto es la
aparición de Jan Dusentschuer, el profeta cojo que, antes de ser bautizado, le muestra los cinco
pilares del ayuntamiento Münster que representan que, entre la firmeza de la fe y Cristo se
encuentra el Diablo, por un lado, y entre Cristo y la Palabra de Dios está la muerte.

El segundo acto se abre con la ciudad con miedo a la entrada del obispo Waldeck. El
coro hace una nueva interpretación teológica de la historia. Dios, habiendo querido que le
hombre fuera mortal, lo fue para que “quedar sujeto a la tentación”. Esta afirmación se
complementa con la siguiente: “quiere el Señor la destrucción definitiva de cuantos se opongan
a su voluntad”. Es llamativa la insistencia de comprender que esta guerra es similar a la que
hubo entre ángeles y demonios. Jan Matthys refuerza esa idea, al tiempo que recuerda la
cercanía del fin del mundo y, por eso, no deben escatimar esfuerzo para ganar la batalla. Jan
96

Matthys piensa que la empatía hacia familiares o vecinos no anabaptistas podría suavizar la
ejecución de su ideal religioso. La única que se opone con firmeza es Gertrud von Utrecht,
quien, sin negar su fe, tiene recaudos sobre si aquello es la voluntad de Dios. Jan Matthys,
enojado, le responde: “Sólo los enemigos del Señor son enemigos míos, y ellos y yo recibiremos
la muerte cuando el Señor lo quiera que ella está a su servicio y no al mío”. Gertrud sabe que,
si no mueren a manos de Waldeck, lo harán a causa del frío. Jan Matthys queda sin argumento
y le ordena callarse. Por último, el profeta hace juntar a todos los no anabaptistas. De la multitud
sale uno que se enfrenta a Matthys y él mismo apuñala al rebelde, no sin referirse a él como “el
mentiroso, el sacrílego, el enemigo de Dios”.

El segundo cuadro comienza con un diálogo entre Jan Dusentschuer y el coro, el que
está dispuesto a “propagar el honor de Dios” y a “morir”. De esta manera, propagar el honor a
Dios y morir son dos partes de lo mismo. Jan Matthys, por su parte, reorganiza la sociedad a
semejanza de la primera comunidad cristiana, es decir, eliminando la propiedad privada. Jan
Van Leiden afirma que el dinero es “el excremento del Maligno”. Knipperdollinck manda
quemar “esos papeles malditos”, refiriéndose a los títulos de deuda. La respuesta del coro no
deja de mostrar la confianza en parecerse a Jesús: “Seremos dueños de la mayor riqueza del
cielo y de la tierra, que es la pobreza de Cristo”. Sin embargo, Jan Dusentschuer hace ver que
no basta con haber expulsado a los no anabaptistas, sino que se ha de eliminar todo aquello que
refiera, de alguna manera, a las creencias opuestas, es decir, “sus libros, sus imágenes, sus
figuras”. Jan Matthys afirma tener una llamada de Dios que le manda eliminar todo lo que no
se considere propio de su fe, ya que “En la casa de Dios sólo puede haber lugar para Dios”.

Hasta ese momento, Jan Van Leiden no pasaba de ser un personaje menor, pero en el
tercer cuadro toma el lugar de Jan Matthys. La obra narra una conversación entre ambos, en la
que Jan Matthys revela haber tenido un sueño en el que Dios le hablaba. La consigna recibida
es “Levántate y anda”, que, según el profeta, debe ser interpretada de una manera nueva. Jan
Van Leiden convence a Jan Matthys de que Dios le está pidiendo dar pelea en contra del obispo
Waldeck, pero esa lucha deberá ser solo de Jan Matthys. Es decir, Jan Matthys tiene que
guerrear contra el ejército católico, solo acompañado de unos soldados. Matthys hace caso y
sale. Solo, Jan Van Leiden reflexiona sobre la acción de Matthys, que es vista como imprudente,
pero no por la diferencia numérica, sino porque el profeta quería “obligar al Señor a pronunciar
su último juicio”. Jan Dusentschuer aparece y duda de la intención de Jan Van Leiden. Su
intervención más clara es cuando le dice: “Empiezo a sospechar, Jan Van Leiden, que tú mismo
has ayudado a Matthys a desprenderse de las ataduras de la vida”. Lo llamativo del texto,
97

además de la sospecha, es que la vida es una especie de secuestro. Jan Van Leiden responde
que el tiempo dirá si lo que hizo Matthys fue voluntad de Dios.

Mientras discutían aparece un soldado con la cabeza de Matthys clavada en un palo.


Tanto Jan Van Leiden como Jan Dusentschuer afirman que Dios ha querido la muerte de Jan
Matthys, pero que aún no había sido decretado el momento del exterminio del obispo Waldeck.
El coro relata cómo fue la muerte de Jan Matthys, quien hasta el último momento creyó estar
haciendo la voluntad de Dios. La forma en que muere Jan Matthys hace ver que la fe en estar
haciendo lo que Dios quiere ciega la razón.

El grupo se quedó sin guía momentáneamente, hasta que Jan Van Leiden alza la voz y
proclama un régimen teocrático. Según el nuevo líder, es un despropósito que Münster, siendo
ciudad de Dios, sea gobernada hombres elegidos por hombres. Él se reconoce llamar sucesor
de Jan Matthys por iluminación divina, algo que también reconocerán los demás. El nuevo
régimen se caracterizará por estar gobernado por doce hombres que tendrán el título de Jueces
de las Tribus de Israel bajo el poder de Jan Van Leiden. Sus asistentes más cercanos serán
Knipperdollinck como porta-espada y Rothmann seguirá como predicador. Los doce Jueces
aclaman a Jan Van Leiden como “la boca y la lengua del Señor. Su voluntad será ley de
Münster”. Y, efectivamente, Jan Van Leiden se encargará implantar un gobierno que no tolere
ni quede impune el que peque.

El cuarto cuadro del acto comienza con una voz que recuerda el caso de Judit, la mujer
judía que, gracias a su belleza, sedujo y asesinó a Holofernes, jefe del ejército que tenía asediado
a Israel. En escena aparecen dialogando Gertrud y Hille Feiken. La última se siente confundida.
El sermón sobre Judit abrió en ella la posibilidad de ser como la heroína judía, pero no sabe si
es inspiración de Dios o de los demonios. Gertrud intenta hacerla entrar en razón, pero Hille
Feiken está convencida de que Rothmann habló sobre ese pasaje “porque el Señor así lo quiso,
hoy, no ayer, ni mañana”.

Durante unos instantes, la escena se llena de gente y toma la palabra Jan Van Leiden. Si
lograron salir vivos de la batalla fue porque así lo quiso Dios. Mientras tanto, Knipperdollinck
comienza a ser un disidente dentro del mismo gobierno, algo que reprocha Rothmann, sabiendo
que Jan Van Leiden podría quitarle la vida. Sin embargo, ante la interpelación de Jan Van
Leiden, ambos lo reconocen “general de Dios” como lo hiciera Jan Dusentschuer. Como
autoridad suprema, Jan Van Leiden arguye que la batalla está a punto de terminar y con solo un
esfuerzo más, el “pueblo de Münster y de Dios” vencerá.
98

En ese momento, todos salen, a excepción de Hille Feiken y Gertrud. Hille, habiendo
escuchado la palabra de Jan Van Leiden se convence más aún de que su destino consiste en
infiltrarse entre los católicos y asesinar al obispo Waldeck. Gertrud insiste en que se está
condenando a la muerte, pero Hille sigue su conciencia: “Si fue Dios quien lo quiso, cumplo su
voluntad”. Solo le pide que la ayude a preparar una camisa envenenada que le dará al obispo
Waldeck. El acto termina cuando las mujeres se despiden, quedando Gertrud arrodillada en
oración: “Dios mío, decidme, ¿precisas realmente de todo esto para mostrarnos tu grandeza?

El último acto consta de cinco cuadros. El primero comienza con un diálogo entre Jan
Van Leiden y Rothmann. El profeta interpreta una victoria sobre los católicos como retribución
divina por la conducta de los anabaptistas. De todas maneras, hay algo evidente e inquietante.
El apóstol le hace ver al predicador la diferencia numérica entre varones y mujeres, por lo que
le pide que hable a la comunidad sobre el establecimiento de la poligamia. Rothmann debe
comunicar a la gente que ha recibido de Dios el mandato de predicar que los hombres puedan
casarse con más de una mujer. La poligamia es para la procreación y no para el disfrute, por lo
que quedan fuera del reparto las embarazadas y las estériles. Rothmann objeta que eso sería dar
como bueno lo que fue condenado. Sin embargo, Jan Van Leiden, basándose en el mandato de
crecer y multiplicarse, afirma que “no hay promiscuidad donde es cumplida la voluntad de
Dios”.

Rothmann consiente en hacer pasar por propia la idea de Jan Van Leiden. Reúne al
pueblo y predica la poligamia. La finalidad es hacer crecer la población, que debe llegar al
número de los elegidos según el Apocalipsis, es decir, ciento cuarenta y cuatro mil. Münster no
podría ser la Nueva Jerusalén si le falta el número de los elegidos. La respuesta de los varones
es la alegría, mientras que las mujeres se ofenden porque son tratadas “como el ganado en el
corral, al que no se le pregunta con quién quiere aparearse”. Rothmann amenaza a las mujeres
y hombres que piensen de esa manera, ya que están pensando como Dios quiere. Gertrud toma
la palabra y se opone a la ley y piensa en Hille Feiken quien decidió ir a matar al obispo
Waldeck. Sería una afrenta a su valentía que sea obligada a casarse con el primer hombre que
la reclame. Gertrud, por otro lado, apela a la historia de Adán para mostrar que la poligamia no
puede ser considerada legítima. Sin embargo, acepta la ley, pero bajo condición de poner
considerar hermanas a las demás esposas.

Jan Van Leiden entra en escena y Rothmann le comunica lo que supuestamente le dijo
Dios. El gobernante acepta, pero establece que será el primer hombre en elegir y ningún hombre
99

podrá tener más esposas que él. Jan Dusentschuer proclama como profeta: “Dios ha mandado,
y vosotros no tenéis más remedio que obedecer a Él y a los hombres que en la tierra representan
su poder”. Jan Van Leiden se dirige a Gertrud, quien será la primera de sus esposas, pero, al
igual que todas, no pueden considerarse más que “Granos de arena que el mar revuelve y lleva
adonde quiere”. Gertrud dice que tanto hombres como mujeres son granos desde el punto de
vista de Dios y el coro femenino implora el día en que Dios hable directamente con ellas, sin
tener la mediación de los hombres. Jan Van Leiden escoge a sus nuevas esposas, pero la
aparición sin vida de Hille Feiken deja a la multitud horrorizada, escuchándose el rumor del
ejército católico que atacan la ciudad.

En el segundo cuadro, Jan Van Leiden habla al pueblo. La victoria es importante, pero
más importante es interpretarlo como muestra de la asistencia divina, al mismo tiempo que ha
de servir como prueba en contra los que dudaron de su autoridad. Leiden utiliza aquella victoria
para hacerse proclamar rey de la Nueva Jerusalén, siendo Jan Dusentschuer el que lo unja y
corone. Su primer acto regio es abolir la autoridad de los Jueces y cambiar el nombre de Gertrud
por el de Divara, porque este expresaba mejor su condición de elegida.

Uno de la multitud se opone al poder absoluto de Jan Van Leiden, aduciendo que sería
mejor tenerlo como rey, pero dejando el poder espiritual en Knipperdollinck, opinión que éste
hace suya. Jan Van Leiden ordena a Knipperdollinck cambiar de opinión, ya que “Dios, en
Münster, sólo a mí habla, y a nadie más”. El rey manda matar al resto que piense igual, pero
sus mayores lamentos serán “las penas eternas a las que, por sus propias acciones, se
condenarán aquellos que se rebelen contra mi autoridad”. El rey manda callar las revelaciones
que tenga a Knipperdollinck, pero este responde que su poder no le impide tenerlas y le replica
con una profecía: morirán juntos. En sustitución de los Jueces, el rey nombra cuatro consejeros:
Knipperdollinck, para verlo morir; Rothmann como predicador; Jan Dusentschuer, por ser
como un cauterio; y Heinrich Krechting, antiguo sacerdote católico, “para que no me olvide de
cómo piensan nuestros enemigos”. Acabada la proclamación y la aclamación populares,
Rothmann predica “la hora de la venganza” contra el papado, por lo que han de armarse para
“extirpar, con el poder y la ayuda de Dios, todo el poder de Babilonia y todas las instituciones
de los ateos”.

El tercer cuadro muestra a Jan Van Leiden dialogando con sus consejeros. La noticia
que comenta es que Waldeck ha reforzado el bloqueo de Münster, pero confía en que Dios está
de su parte. Knipperdollinck, sin embargo, es prudente: por más que ellos estén con Dios, es
100

innegable que las victorias han traído muertes de anabaptistas. Por eso, Jan Van Leiden resuelve
pedir ayuda a través de apóstoles enviados “a los cuatro puntos cardinales” para que se unan a
ellos los “hermanos de Alemania, de los Países Bajos, de Bélgica y de Suiza”. Uno de los
enviados será Jan Dusentschuer y, al igual que el profeta cojo, el pueblo de Münster sigue
inquebrantable en su fidelidad al rey. Jan Van Leiden celebra la actitud del pueblo, resaltando
que “la lealtad es el más directo camino para llegar a su [del Padre Celestial] corazón”. Sin
embargo, así como valoró la fidelidad de Münster, recuerda que “ser leal al Padre del Cielo
significa ser también leal a quien es vuestro padre en la tierra y vuestro rey”. Knipperdollinck
se indigna por cómo el rey juega con la buena fe e ingenuidad de la gente. El rey, para acrecentar
la fe de la gente, promete que “el Señor multiplicará mil veces la comida…, porque en Su
nombre la tomaremos”. El cuadro se cierra con la multitud entonando salmos de esperanza.

El cuarto cuadro es un duro contraste con precedente. El coro entona un salmo de


lamentación. Cuando termina, entran Jan Van Leiden, sus esposas y los consejeros. El rey se
encuentra extrañado por la actitud de dolor de los anabaptistas, por lo que, tomando el ejemplo
de Job, recuerda que Dios no abandona al sufriente. Más aún, el rey manda danzar a
Knipperdollinck y al resto del pueblo. La obstinación del rey es una burla al hambre de la gente
El consejero hace caso, pero le recuerda que no volvió ninguno de los apóstoles, que el mismo
Jan Dusentschuer ha muerto, pero el rey parece no haberse enterado. El rey, con su habitual
expresión triunfalista, aclama que él no cuenta muertes, sino victorias.

Al ver el estado de la población, Knipperdollinck y Rothmann no acceden a creer que


aquello sea voluntad de Dios, pero Jan Van Leiden vuelve a afirmar que es el único capaz de
conocer y decidir en nombre de Dios. En efecto, Jan Van Leiden decide que sean excluidos de
las murallas los viejos, los niños y las mujeres que no fueron elegidas por varón, porque son
necesarios “brazos y pechos fuertes, no de bocas inútiles que no merecen ni el pan que comen”.
Si es voluntad del Señor, él los salvará. Knipperdollinck es el primero en oponerse a la medida,
porque es dejarlos morir a manos de los católicos, pero el rey replica que “Dios nos eligió a
todos para ser Su pueblo, pero no todos podrán sentarse a Su diestra”. Se hace evidente que el
rey va adaptando la voluntad de Dios a su antojo. Sin embargo, quien enfrenta sin ningún miedo
a Jan Van Leiden es Else Wandscherer, una de sus esposas. El rey intenta callarla con amenazas
y niega que pudiera tener voluntad o querer. Ella afirma tener la voluntad suficiente como para
negar que es un elegido de Dios y que, si así fue, es porque Dios quiere la destrucción de
Münster.
101

Si quisiera el Señor que nos salváramos, no te habría traído a Münster. ¿No habrá
sido el Diablo quien te trajo? Un día dijiste que ofenderte a ti era lo mismo que
ofender a Dios. Pues yo te respondo que Dios no se ofende sino cuando la
inocencia es ofendida. Porque Él mismo era inocente y fue sacrificado.

Jan Van Leiden desea matar a Else con sus propias manos, por lo que Divara se
interpone, confiando en que, por ser su primera esposa, la escuchará. Sin embargo, para el rey
todas las mujeres son iguales y apuñala a Else. Mientras tanto, los soldados cumplen con la
expulsión mandada por el rey. El cuadro finaliza con Divara lamentándose por la sangre
derramada de su gente, tanto por mano propia como por mano enemiga, por lo que pregunta:
“Señor, ¿por qué nos has creado? Señor, ¿por qué nos abandonas?”.

El último cuadro de la obra se abre con dos soldados dialogando acerca de la suerte de
Münster y el posicionamiento de Dios en el enfrentamiento. Ambos se dan cuenta de la
desolación del lugar, por lo que piensan que Dios los ha abandonado o pertenece al otro bando.
En efecto, uno de ellos dice: “Dios es católico, y no lo sabíamos”, a lo que el otro responde:
“Quizá Dios no sea católico, quizá no sea protestante, quizá no sea sino el nombre que tiene”.
El posible abandono de Dios supone una crisis existencial de aquellas personas, incluyendo que
todos los actos humanos valgan lo mismo, es decir, nada. Llegan a la dolorosa conclusión de
que el ser humano, cuando actúa, crea tinieblas que ni siquiera Dios puede iluminar y que, por
tanto, “No hay… otro Diablo sino el hombre y la tierra es el lugar único del infierno”.

Los soldados abren las puertas de Münster, dejando entrar a los soldados católicos que
arrasan a la paupérrima población. En medio de la confusión, Rothmann es asesinado y entra el
obispo Waldeck, quien, también en tono triunfalista, alaba a Dios por su victoria contra
Münster, al tiempo que se congratula de ser “el brazo de la justicia de Dios”. Las palabras del
obispo dejan patente una de las propiedades más profundas del discurso religioso: la
normatividad, la que lleva a la exclusión del diferente. En este sentido, la única diferencia entre
Jan Van Leiden y Waldeck es la bandera que acogen para excluir. Ambos discursos solo se
diferencian en cuestiones superficiales, pero coinciden en lo esencial, esto es, la imposibilidad
del disenso, la obligatoriedad de la obediencia y lo inapelable de sus juicios. El obispo desfila
entre los prisioneros y se detiene en las personas más poderosas de Münster, es decir, Divara y
las demás esposas de Jan Van Leiden, Berndt Krechting, hermano de Heinrich, Knipperdollinck
y el mismo Jan Van Leiden.

El obispo Waldeck, si bien dialoga primero con Divara, la interroga al final. Waldeck
continúa con las otras esposas a las que llama “concubinas de un falso rey” y “prostitutas”, pero
102

que, a cambio de abjurar, les perdonaría la vida. Las esposas solo no abandonan su fe, sino que
rechazan ser llamadas prostitutas, “porque no hay mayor prostituta que esa Roma” a la que sirve
Waldeck. El obispo manda matarlas. El próximo interrogado es Krechting, quien tampoco
abjura de su fe, por lo que es introducido en una jaula de hierro. El siguiente es Knipperdollinck,
que, al igual que los anteriores, no abjura, teniendo como castigo ser enjaulado también. Luego
llega el turno de Jan Van Leiden, a quien el obispo, irónicamente, alaba como “rey de nada” y
pregunta si abjura. Jan Van Leiden no solo abjura, sino que está dispuesto a convencer a los
anabaptistas de que “renuncien a sus ideas y a la violencia y sean fieles al Emperador, y, en esta
ciudad de Münster, a tu autoridad”. Waldeck, antes de enjaularlo, trata de cobarde a Jan Van
Leiden, porque, a diferencia de sus esposas, de Krechting y de Knipperdollinck, que prefirieron
morir antes que renegar de lo que creen, éste traiciona su supuesta fe y acepta lo que tanto había
atacado. Por último, el obispo Waldeck quiere hacer abjurar a Divara. Sin embargo, la respuesta
de la reina deja de lado la cuestión meramente religiosa y cuestiona la mortandad acaecida a
causa de “odios de creencias, esas venganzas de pueblos, este interminable dolor del mundo, a
quien no basta la muerte natural”. El obispo redobla el cuestionamiento, pero Gertrud hace su
intervención más potente, ya que su abjuración no es de su fe, sino del mal que ha cometido.

Abjuro de la intolerancia, abjuro de los males que he practicado y permitido,


abjuro de mí, en lo que de culpable tengo, y de mis errores. Pero no abjuraré de
mi creencia porque sólo la tengo a ella. Sin una creencia, el ser humano no es
nada.

El obispo Waldeck exige matar a Gertrud y los soldados obedecen. La obra termina
como empezó: heridos siendo aniquilados por los soldados y una voz que lee la profecía de
Daniel sobre el fin del mundo.
103

IV. CONSIDERACIONES FINALES


104

Hemos tomado en cuenta tres libros de la producción de Saramago, cuya preponderancia


es la cuestión religiosa. Como bien decíamos en el marco teórico, la religión no es su interés,
sino el poder. Para decirlo con más claridad, no es la formulación religiosa lo que atañe a
Saramago, sino el poder que se establece en nombre del Dios propio de una religión.

El primero de los textos que tratamos fue El Evangelio según Jesucristo. Relata la
historia de Jesús alejado de cualquier atisbo de divinidad. El protagonista de la novela se
encuentra inmerso – podríamos decir aplastado – por una cultura que respira el cumplimiento
estricto de la voluntad de Dios expresada en la Ley de Moisés. La fuerza y la severidad de la
Ley establecen que el pueblo se estructure en torno de la religión, por lo que las costumbres,
los hábitos alimenticios y, sobre todo, el lugar de importancia de unos sobre otros, encuentran
su justificativo último en la palabra de Dios. Para eso, el narrador nos contó la historia cotidiana
de José de Nazaret, carpintero, y María, cardadora, que, llevando a la práctica los mandamientos
divinos, establecen una relación de desiguales, siendo el varón la cabeza de la familia, a quien
debe rendírsele obediencia ciega, y la mujer queda establecida como la encargada de traer niños
al mundo. Como cualquier matrimonio de la época, José y María cumplen sus deberes sexuales,
cuyo primer fruto será Jesús, concebido en medio de rarezas cósmicas y que será anunciado por
un mendigo aparecido en la puerta de José.

La vida de María y José también se encuentra bajo otro poder: el Imperio Romano. En
el tiempo en que María estaba embarazada, salió un decreto que obligaba a censarse en el lugar
de origen. El matrimonio cumple su obligación civil, amparándose en que Dios es más poderoso
que el emperador y tendría previsto cómo ayudarlo, y tiene a su hijo en una cueva de Belén, a
quien ponen de nombre Jesús. Luego del tiempo establecido, el niño es circuncidado y se
presentan en el Templo de Jerusalén para cumplir con los ritos de purificación de la madre y el
rescate del primogénito, para lo que han de sacrificar dos tórtolas. El Templo de Jerusalén, lugar
sagrado por excelencia, es un espectáculo de horror que muestra las ansias de sangre de Dios.

Mientras tanto, en el palacio, el rey Herodes manda matar a los niños nacidos en Belén
que tengan menos de dos años, porque así lo había escuchado en un sueño. Los soldados, aun
con cierta objeción de conciencia, deben cumplir lo mandado por el rey. José, por su parte, se
entera de la próxima matanza porque estaba trabajando en el Templo de Jerusalén y escucha el
rumor, por lo que sale corriendo a alertar a María. En la desesperación, José apaga las luces,
mientras escucha los gritos desesperados que surgen de la matanza de los niños de Belén. En
medio de la noche, escapan, no sin que un personaje hiciera ver a María el pecado de José:
105

haber olvidado de avisar a las demás familias de la masacre. A partir de ese momento, José
sufrirá culpa, manifestada en sus sueños.

Pasaron los años y apareció un hombre llamado Judas Galilea como jefe de una revuelta
en contra del imperio. Ananías, vecino de José, se enlista y sale a guerrear. Al tiempo llega la
noticia de que estaba en una localidad cercana y que podría morir. José acude en ayuda de su
vecino y, por equivocación, es crucificado. Jesús encuentra a su padre muerto y, a partir de ese
momento, heredará la culpa de haber sido salvado del exterminio de Belén, situación que
desconocía y solo escucha de su madre luego de una larga discusión.

Jesús, al igual que José, es un joven que vive fervientemente su fe, por lo que, luego de
abandonar su casa, acude al Templo a escuchar consejos de los ancianos. Antes de hablar de su
tema, escucha cómo los escribas cambian su discurso para aparentar sabiduría y dejar
desconcertados a su auditorio. El joven, luego, consulta sobre la culpa y la libertad. El resultado
es desolador: Dios solo le ha dado libertad al ser humano para tener una razón para castigarlo.
Para peor, uno le explica que, en la voluntad de Dios, están incluidas las voluntades de los
hombres, por lo que, Dios conoce a la perfección la intención de cada humano, al mismo tiempo
que está atento para castigar a los que lo contradigan, pero también significa que Dios desea la
sublevación de los hombres, de modo que pueda ejercer su poder en contra de la humanidad.
En este universo de significados, Dios no puede dejar de violentar la creación.

Jesús sale de Jerusalén y se dirige a Belén, encontrándose con la esclava que ayudó en
su nacimiento, quien le indica el lugar de la cueva. En diálogo con la esclava y teniendo en
cuenta lo escuchado en el Templo, a Jesús no le queda otra sensación de que el humano es un
juguete en manos de Dios. Por otro lado, en ese lugar, Jesús conoce a Pastor, quien le mostrará
un estilo de vida que contrasta con su profundo sentimiento religioso.

Jesús convive durante cuatro años con este personaje inusual. Desde el primer día, es
capaz de ver que Pastor no cumple con las obligaciones que imponía la religión judía, al mismo
tiempo de que no se reconoce adepto de ninguna otra fe. Mientras que Jesús agradece y reza
durante todo el día, Pastor disfruta de la vida de su rebaño, al punto de no desear vender a
ningún animal, ni siquiera pasa Pascua, y ayuda a morir a los viejos o sin fuerzas. De esta
manera, riñen dos maneras antagónicas de ver la vida: la manera religiosa que manda matar a
animales para cumplir con los sacrificios rituales y la de Pastor, que se muestra como defensor
y heraldo de la vida y la libertad. Acaso el punto más alto de esta irónica confrontación se
106

visualiza cuando Jesús se niega a tomar una oveja para mantener relaciones sexuales, pero
acepta sin ningún tipo de remordimiento tener que sacrificarla para cumplir con la Ley.

Aun en clima tenso, Jesús decide seguir viviendo con Pastor. En la fecha de la Pascua,
Jesús va al Templo a cumplir su deber religioso. El tiempo que ha compartido con Pastor le
hace ver que el Templo es una carnicería, la afirmación más alta de la inclinación divina hacia
el sufrimiento de su creación, pero que no sería posible sin la colaboración de sus fieles
creyentes. Jesús ve no solo la violencia que supone la voluntad de Dios, sino también que esta
permite, manda o exculpa la violencia de los hombres que siguen su lógica. Así, teniendo una
oveja para sacrificar, se niega a quitarle la vida para satisfacer el deseo de Dios, contraviniendo
no solo el mandato legal, sino enfrentando y negando la enseñanza conservadora familiar, cuya
expresión la encontramos en la disputa que tiene con su madre. Jesús vuelve con Pastor y
agrega la oveja al rebaño, a la que le hacen una incisión como señal particular.

Años más tarde, la oveja se desvía del camino del rebaño y Jesús sale a buscarlo. En ese
contexto, se encuentra con Dios, quien le reprocha haberle negado la vida de la oveja, pero que,
a su vez, le ofrece un pacto, en el que recibirá poder y gloria, pero le exige el sacrificio de la
oveja como prenda. Jesús, finalmente, sella la alianza con la sangre de la oveja, momento en el
que Dios lanza un grito de satisfacción. Jesús vuelve al rebaño y, sin preguntarle por nada más,
Pastor inquiere acerca de la oveja. A Pastor no le importaba si había visto a Dios, sino lo que
hizo con la oveja perdida y, al reconocer Jesús que la había matado, afirma que no había
aprendido nada. En el encuentro en el lago, se notará que aquel encuentro pasaría en algún
momento, pero Jesús tenía la posibilidad de negarse a matar la oveja.

Desde ese momento, Jesús comienza a manifestar ciertos poderes milagrosos, como
pescas abundantes, la transformación del agua en vino o multiplicar panes, por lo que algunos
pescadores lo siguen como a alguien especial. En ese tiempo, Jesús conoce a María de Magdala,
una antigua prostituta, que le hace experimentar la posibilidad de ser libre a través del amor. Su
ser mujer, a lo que se le suma la prostitución, le dieron a María de Magdala la experiencia de la
exclusión, la infravaloración y hasta el desprecio justificado por los mandatos divinos. María
de Magdala contrasta con María de Nazaret por su estilo libre, audaz y hasta despreocupado de
vivir en una sociedad religiosa.

En el encuentro del lago, se dan cita Jesús, Dios y el Diablo, quien media entre los dos
anteriores. Ahí Dios revela que Jesús es hijo suyo, que había mezclado su simiente con la de
José y su importancia radicaba en ser parte del plan de expansión por todo el mundo de su
107

influencia. Jesús objeta que, como Dios, podría hacerlo si así lo quisiera, pero este responde
que hay un pacto de dioses que impide a uno invadir el territorio que le ha sido asignado, por
lo que, para su plan, es indispensable la colaboración de los seguidores de Jesús. Con todo,
Jesús aprende que el poder de un dios solo puede ser ejercido en un territorio, dando a entender
que, si bien la deidad se caracteriza por su poder, esta no es invencible, sino que necesita de un
territorio donde esa divinidad tome sentido y, por lo mismo, fuerza.

La manera que Dios utilizará a Jesús es haciéndolo mártir. Sin embargo, no será el único
que dé la vida para darle gloria y poder a Dios, sino que, sin querer, será la causa de muerte de
cientos de mil de personas. A su crucifixión, le seguirán algunos de sus discípulos más cercanos
y otros que no conocerá personalmente, pero que, estarán dispuestos a morir para agradar a
Dios. Jesús, ya cargado con la culpa de haber sido salvado de la masacre de Belén, sufre la
culpa de los que han de morir – y matar - por su causa y, aunque lo desee, ya no puede escaparse
del poder de Dios debido a que sacrificó su oveja.

Al salir de la barca, Jesús deberá predicar que es el hijo de Dios, llamando al


arrepentimiento a sus oyentes. A su vez, tendrá el poder de realizar cuantos milagros vea Dios
necesarios para acrecentar la fe de la gente, por lo que Jesús, aun siendo hijo de Dios, se sabe
un juguete en manos de Dios.

El Diablo, como última alternativa, intenta someterse ante Dios. Sin embargo, Dios
necesita de una contraparte. El Diablo había escogido lo que Dios había despreciado, pero, lejos
de perjudicarlo, termina siendo funcional al plan divino. Para que quede claro y resuene el Bien
de Dios en la humanidad, es necesario que haya uno que sea lo contrario. Es de rescatar que el
juicio de bondad o maldad no está delimitado por las acciones en sí, sino por quienes las
realizan. De esta manera, lo que Dios haga siempre será bueno, por más que la razón indique lo
contrario, y lo mismo sucede con el Diablo.

Cuando sale del lago, Jesús comienza su actividad misionera, cumpliendo con el
mandato de que se trate de un llamado al arrepentimiento de los pecados. Su grupo se va
agrandando, teniendo doce colaboradores cercanos. A ellos los envía a predicar la cercanía del
reino de Dios a los poblados del país, mientras que él y María de Magdala descansan en Betania,
lugar de origen de María. Betania se convierte en el lugar de reencuentro con los discípulos,
dos de los cuales, le comentan sobre la predicación de Juan Bautista y la inminencia del Mesías.
Jesús se hace bautizar e intenta tomar Jerusalén a través de las armas, pero fracasa
rotundamente. Luego, hastiado de estar bajo la autoridad de Dios, se deja atrapar y crucificar,
108

pero no como hijo de Dios, sino como rey de los Judíos. Sin embargo, Dios tenía previsto todo
esto, por lo que, aun lo haya desafiado, obedeció el plan divino. Jesús se lamenta por el futuro
de la humanidad y le pide perdón por las atrocidades que Dios le hizo. Mientras, Dios se
congratula por el sacrificio de Jesús, a quien lo proclama como su hijo muy amado.

El plan de Jesús de arruinar el plan de Dios fracasó. En Caín, Saramago relee algunos
pasajes del Antiguo Testamento, cuyo protagonista es el hijo maldito de una pareja maldita. Sus
padres habían desobedecido el mandamiento de no comer el fruto del conocimiento del bien y
del mal, por lo que son expulsados del paraíso y condenados a subsistir por sus propios medios.

Adán y Eva tuvieron a Caín y a Abel, el primero agricultor y el otro pastor. Cuando se
disponen a sacrificar parte de su trabajo, queda patente que Dios acepta la ofrenda de Abel y
rechaza la de Caín. Esta afrenta hace que Caín asesine a su hermano, pero, como él mismo
confesará, lo hizo porque no podía matar a Dios. Dios lo condena a vivir errante por el resto de
su vida, con la particularidad de ser un viajero temporal, permitiéndole ser testigo de la maldad
de Dios y su ensañamiento contra los que no obedezcan sus leyes. Dios, para hacer alarde de su
poder, es capaz de requerir el sacrificio de los niños, como el caso de Isaac y los de Sodoma y
Gomorra. Estos últimos se muestran como un paralelo de la masacre de Belén relatada en El
Evangelio según Jesucristo.

Dios es el único que debe recibir la adoración y la gloria. Siente celos de la humanidad,
como queda claro cuando imposibilita la comunicación entre los habitantes de Babel. En este
episodio consideramos que la voluntad de Dios impide la comunicación entre los hombres, al
punto de imposibilitar incluso un trabajo mancomunado que logre quedar en el recuerdo como
ejemplo de elevación humana.

Si en Babel Dios muestra que no quiere la elevación humana, en Job permite el


sufrimiento humano, con tal de ganar una apuesta. Dios da licencia a Satán de atormentar a Job,
para que este le muestre la sinceridad de su religiosidad. Caín se entera de la apuesta cuando
dialoga con unos ángeles que, mandados por Dios, atestiguan el sufrimiento de Job y son
veedores de que Satán no se propase en el juego. De esta manera, para Caín, Job es un juguete
con el que se entretienen Dios y Satán, mientras que los ángeles están preparados para justificar
hasta el más mínimo detalle de la conducta de Dios. El texto nos hace ver que la cercanía de lo
sagrado impermeabiliza la crítica a Dios, sino que también le da argumentos para defenderla.
Una triste manera de hacer más miserable la existencia humana.
109

Los últimos capítulos de la novela relatan el intento de Dios de renovar la creación a


través de la aniquilación de la mayoría de ella. Dios prepara un diluvio universal que ahogará a
aquellos que se opongan al plan de Dios, pero tendrá la esperanza de la regeneración a través
de un grupo escogido, es decir, Noé, su esposa, sus hijos y nueras. Caín también entra en el
arca, pero el desdén de Noé hacia una de sus nueras muerta le causa deseos de asesinar a su
familia. Así, Caín mata a cada uno de la familia de Noé, mientras que este se suicida, no sin
conocer el plan del recién llegado. El libro se cierra con una disputa entre Dios y Caín,
semejante a la que tuvieron cuando sucedió lo de Abel. Dios es responsable de lo que generó
en Caín. Su implacabilidad, su deseo enfermizo por recibir halagos y su falta completa de
empatía, provocaron que Caín culminara lo que empezó con Abel: asesinar a la humanidad por
no poder asesinar a Dios. Por otro lado, a diferencia de Jesús, Caín se muestra más atrevido y
astuto contra la imposición de Dios, por lo que intuye que sin humanidad Dios no tendrá
influencia. De esta manera, Caín termina matando el proyecto de Dios y su horrible poder sobre
la creación.

La lectura de los textos nos había sugerido que la voluntad de Dios, por poderosa y
violenta que fuera, necesitaba la colaboración en la tierra para que sea efectiva. En Caín, el
sujeto encargado de ello es el pueblo de Israel. Tanto en la época de la liberación como de la
conquista de la tierra prometida, los líderes de Israel se amparaban en la convicción de haber
sido instrumentos escogidos por Dios para llevar a cabo su obra. Moisés, en el monte Sinaí,
manda a matar a tres mil israelitas por haber creado una imagen a la que adorar. No sin ironía,
el texto nos hace pensar en la inseguridad de Dios que, por temor a ser destronado por un becerro
de oro, manda a matar a algunos de los que dicen ser sus elegidos. La recompensa de los
asesinos de sus hermanos es el sacerdocio, de manera que se establece una relación íntima entre
el ministerio sagrado y la ejecución violenta del mandamiento divino. Dicho de otra manera,
los sacerdotes son sacerdotes porque se animaron a matar en nombre de Dios.

En el caso de Josué, nos encontramos con dos situaciones: primero, la implacabilidad


divina que desea la destrucción y, en caso de desobediencia, la destrucción del que no destruye.
Es el caso de Acán, que murió, junto con sus familiares y posesiones. Por otro lado, nos damos
con la invención de la mentira piadosa, en sentido estricto. En efecto, Josué pide a Dios detener
el sol, pero este le explica que eso es imposible. Sin embargo, Dios exige a Josué que extienda
esa mentira, de modo que quede claro que ha sido voluntad de Dios la victoria de Israel.
110

En El Evangelio según Jesucristo, el sujeto es la Iglesia. A través del martirio de sus


integrantes, las guerras religiosas y la tortura del cuerpo, la Iglesia se congratulará de hacer
presente el mensaje divino, al mismo tiempo que extiende la influencia a tierras impensadas en
el origen del cristianismo. La Iglesia, de este modo, ejecutará la condenación del cuerpo en
búsqueda de la salvación del alma. Su poder, irónicamente, se incrementará en tanto algunos
de sus miembros, a semejanza de Jesús, se entregue a la muerte, dé gloria a Dios y, por contraste,
muestre la inconsistencia del espíritu diabólico, es decir, todo aquello que se oponga lo elegido
por Dios.

Por último, la mayor de las rarezas e inconsistencias del mensaje religioso se muestra
cuando dos facciones que dicen seguir al mismo Dios se enfrentan para mostrar de qué lado
está la deidad. Hemos considerado tanto a la Inquisición, como la institución que durante siglos
se convirtió en la reguladora de la ortodoxia, con la atribución de juzgar y condenar a los que
piensen fuera de las reglas eclesiásticas, como una guerra entre cristianos del siglo XVI. En el
segundo caso, relatado en In nomine Dei, nos vemos con un grupo de autodenominados profetas
que toman el poder de Münster. La característica de todo ello es que cualquier conciencia,
aunque se llame cristiana, que se anime a oponerse debe sufrir la muerte y ser tratado como
proveniente del Demonio. La ironía llega al extremo de mostrar que los profetas se terminan
burlando de la buena fe de sus fieles, a los que le hacen pasar hambre, con tal de no darse por
vencidos. La única persona capaz de objetar el poder Jan Van Leiden es su esposa Gertrud,
mujer que, sin negar su fe religiosa, es capaz de ver lo irracional de la predicación de su esposo,
como las guerras que tienen a Dios de por medio. La pieza teatral culmina con el máximo
referente de los anabaptistas pidiendo clemencia al obispo Waldeck y ofreciéndose a convencer
a los demás anabaptistas de que los católicos dicen la verdad. Waldeck, también en tono
triunfalista, condena a toda la ciudad, mostrándose como el instrumento divino que castiga a
los herejes.

En ambos, queda patente que, a pesar de que el poder es de Dios, la mano ejecutora es
una institución. En la práctica, supone la identificación de Dios con alguna organización y, por
lo mismo, esta se beneficia en nombre de aquel. Dicho de otra manera, el grupo selecto es el
poder de Dios en la tierra. Esta última sección nos ha dejado la terrible certeza de que tan
temible es Dios como los grupos que dicen ser elegidos para hacer su trabajo en la tierra. Son
instituciones que no pueden ser juzgadas por ningún tribunal de la razón (si Dios ha delegado
su poder en ellos, ¿quiénes son el resto de los mortales para contradecirlos?), que extendieron
111

su influencia a través del miedo, pero que, a su vez, revelan que son la imagen y semejanza del
Dios en el que creen: uno poderoso y violento.
112

V. BIBLIOGRAFÍA

PRIMARIA

SARAMAGO J., Caín, Buenos Aires, Alfaguara, 2010.

SARAMAGO J., El Evangelio según Jesucristo, Alfaguara, Buenos Aires, 2013.

SARAMAGO J., In nomine Dei, Edición digital Titivillus, 1993.

SECUNDARIA

ANDERLINI S., “Matar en nombre de Dios. El diálogo Lévinas-Saramago”, en M. KOLEFF


– M. V. FERRARA (Eds.), Apuntes saramaguianos III. José Saramago y el siglo XXI,
EDUCC, Córdoba, 2007, 111-119.
ANÓNIMO-PRANA, Los evangelios apócrifos, Lectorum, México, 2006.

AUER J. – RATZINGER J., Curso de teología dogmática. Tomo III. El mundo creación de
Dios, Herder, Barcelona, 1979

BAPTISTA-BASTOS A., José Saramago. Un retrato apasionado, Buenos Aires, Capital


Intelectual, 2011

CARIELLO G., “José Saramago y sus lectores. Lo que revelan los diarios”, en M. KOLEFF,
Apuntes saramaguianos II. José Saramago: un acercamiento al lector, EDUCC,
Córdoba, 2005, 27-38.

BORGES A. J., “Saramago por Saramago”, [en línea] Revista de Estudos Saramaguianos en
español, 2 (2015). Disponible en:
https://drive.google.com/file/d/0BxyJDvv3PhxmeDdYUmZuN0VuSWs/view 115-
130. Consulta: 25/09/2017.
113

CASTAÑEDA G., “Retratos de mujer en la narrativa saramaguiana”, en M. KOLEFF – M. V.


FERRARA (Eds.), Apuntes saramaguianos IV. José Saramago: el debate
impostergable, EDUCC, Córdoba, 2008, 115-127.

COENEN L., BEYREUTHER E. y BIETENHARD H., Diccionario teológico del Nuevo


Testamento vol. II, Sígueme, Salamanca, 1990.

COENEN L., BEYREUTHER E. y BIETENHARDH., Diccionario teológico del Nuevo


Testamento vol. III, Sígueme, Salamanca, 1993

FERRAZ S., “Caín decreta la muerte de Dios”, [en línea] Revista de Estudos Saramaguianos
en español, 1 (2015). Disponible en
https://drive.google.com/file/d/0BxyJDvv3PhxmU19PdzkzalgzRm8/view 125-140.
Consulta: 25/09/2017.

FORTE B., La Iglesia de la Trinidad. Ensayo sobre el misterio de la Iglesia comunión y misión,
Secretariado Trinitario, Salamanca, 1996.

GARAY S., El edicto de Tesalónica, disponible en: https://historiageneral.com/2012/04/02/el-


edicto-de-tesalonica/. Consulta: 25/09/2017.

GÓMEZ AGUILERA F., José Saramago en sus palabras, Penguin Random House

JUAN PABLO II, Catecismo de la Iglesia Católica, San Pablo, Bogotá, 2000

JUAN PABLO II, Fidei depositum, disponible en


http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/aposcons_sp.html . Consulta: 10/01/2018.

KOLEFF M. A., “El poder, la gloria y la nuda vida”, [en línea] Revista de Estudos
Saramaguianos en español, 2 (2015). Disponible en
https://drive.google.com/file/d/0BxyJDvv3PhxmWDhPd1NsWHJRUXc/view 157-
171. Consulta: 25/09/2017.

KOLEFF M. A., “José Saramago y el lugar de la lectura. (Introducción a su novelística)”, en


M. KOLEFF, Apuntes saramaguianos II. José Saramago: un acercamiento al lector,
EDUCC, Córdoba, 2005, 17-26.

LEON-DUFOUR X., Vocabulario de teología bíblica, Herder, Barcelona, 1965.


114

MORA M., El Vaticano condena otra vez a Saramago tras su muerte, disponible en:
https://elpais.com/cultura/2010/06/19/actualidad/1276898406_850215.html . Consulta:
25/09/2017.

PIKAZA X., Diccionario de la Biblia. Historia y palabra, Verbo Divino, Estella, 2007.

RIVAS L. H., Diálogos entre Biblia y literatura, Guadalupe, Buenos Aires, 2014

RIZZO S., “El factor Dios en El Evangelio según Jesucristo”, en KOLEFF M., Apuntes
saramaguianos II. José Saramago: un acercamiento al lector, EDUCC, Córdoba, 2005,
91-103.

RIZZO S., FICCIÓN Y PODER. El doble juego entre el poder de la ficción y la ficción como
instrumento del poder en El Evangelio según Jesucristo, de Saramago, Trabajo Final
de Licenciatura en Letras, 2011.

RIZZO S., “Jesús, entre el cielo y la tierra. La simbolización del espacio en El Evangelio según
Jesucristo” en M. KOLEFF, Apuntes saramaguianos. Aproximaciones a la narrativa de
José Saramago, EDUCC, Córdoba, 2004, 85-94.

ROSOLINO G., “El Evangelio según Saramago. Apuntes para una lectura teológica”, en M.
KOLEFF (Ed.), Apuntes saramaguianos II. José Saramago: un acercamiento al lector,
EDUCC, Córdoba, 2005, 105-119.

SARAMAGO J., “De cómo el personaje fue maestro y el autor su aprendiz”, en M. KOLEFF
(Dir.), Diccionario de personajes saramaguianos, Santillana, Córdoba, 2008, 5-17.

SARAMAGO J., El ‘factor Dios’, [en línea] https:


//elpais.com/diario/2001/09/18/opinion/1000764007_850215.html, 2001. Consulta:
17/11/2017.

SARAMAGO J., “Herejía, un derecho humano” [en línea] Revista de Estudos Saramaguianos
en español, 2 (2015). Disponible en:
https://drive.google.com/file/d/0BxyJDvv3Phxma09LbTZ1NnN5UUE/view 177-179.
Consulta: 25/09/2017.

VALDATI J. - KAMINSKI CORSO OZELA J., “La remisión del Diablo: de villano a héroe
en El Evangelio según Jesucristo”, [en línea] Revista de Estudos Saramaguianos en
español, 4 (2016). Disponible en
115

https://drive.google.com/file/d/0BxyJDvv3PhxmdFZ1N20tdkkxU3M/view 79-93.
Consulta: 25/09/2017.

También podría gustarte