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2. Villa urbano-rústica
Este doble concepto que implica el término “urbano-rústica” tiene como
objetivo la justificación formal de los aspectos característicos de la villa, por un
lado, su finalidad agrícola y, por otro, su carácter de habitación. Sería un tipo de
villa en el que se asocian los caracteres productivos (pars fructuaria) y los
residenciales (pars urbana), en el que se transfieren al campo los requisitos de
comodidad y decoración de la domus urbana.
3. Villa residencial
Se trata de villas que, pese a haber sido excavadas, no se conocen las
dependencias de finalidad rústica, debido, principalmente, a la recuperación
parcial de su planta. Algunas de estas villas podrían definirse como auténticas
mansiones lujosas exclusivamente señoriales. Se trata de edificios de
construcción sólida, arquitectónicamente bien resueltos, planificados con
regularidad, decorados suntuosamente y plenamente acomodados a la forma de
vida en la ciudad.
4. Villa marítima
Las villas romanas de Hispania caracterizadas como marítimas no
responden a la realidad del prototipo de la misma, ya que estas villas se
caracterizan por tener un xystus y un barrio marítimo. Sin embargo, hay un
aspecto que si tiene en común una de las villas hispánicas con las características
de una villa marítima: la apertura al mar mediante un pórtico. Esta villa
hispánica se encuentra en la costa gallega y se la conoce como la villa
de Centroña (Puentedeume, La Coruña). Esta villa cuenta con un pórtico
columnado sobre un acantilado a lo que se añade una rica ornamentación
pictórica y estucada de la unidad arquitectónica que se conoce, lo que la
convierte en una residencia de lujo marítima[7].
2. La casa de peristilo
Se trata de la vivienda de ámbito rural más extendida en Hispania. Se
caracteriza por ser una casa con un patio porticado generalizado tanto en las
casas residenciales como en las señoriales de núcleo de peristilo, donde la
columnata del peristilo es distintivo de lujo y ornamentación.
1. Espacios de habitación
Las dos habitaciones más destacables dentro de una villa señorial fueron el
triclinio y la sala de recepción. El triclinio es una pieza de recepción claramente
reconocible por la huella que en el suelo dejaron marcados los lecti triclinares o
a través de algunos detalles secundarios: acceso directo o casi directo desde el
peristilo, entrada tripartita, pavimento en forma de U y otros detalles
complementarios como las canalizaciones dependientes de los depósitos
destinados al lavado de las manos de los comensales. El salón de recepción
u oecusera una sala más amplia con una cabecera realzada en ábside o testero
poligonal[11]. También encontramos otros espacios de habitación menores,
los cubicula, de dimensiones reducidas y proporciones rectangulares, ordenados
en hilera con acceso desde el peristilo, pasillos de entrada o corredores de
distribución. En ocasiones el acceso no era directo y había que llegar a una
habitación a través de otra. Su función más directa era la de dormitorio[12].
Bibliografía
ARASA I GIL, F. (2003): "Las villas: explotaciones agrícolas", en
GOZALBES FERNÁNDEZ DE PALENCIA, M., ALBIACH DELSCALS, R. y
BONET ROSADO, H. (coors.): Romanos y visigodos en tierras valencianas,
Valencia, pp. 161-166.
GARCÍA LERGA, R. y RUÍZ SÁNCHEZ, A. (2004): "Aproximación al
estudio de las villas romanas en España. Las villas de Albacete, Ciudad Real y
Toledo", Arse: Boletín anual del Centro Arqueológico Saguntino, nº 38, pp.
201-240.
FERNÁNDEZ CASTRO, Mª C. (1982): Villas romanas en
Hispania, Madrid.
[1] ARASA I GIL, F. (2003): "Las villas: explotaciones agrícolas", en GOZALBES FERNÁNDEZ
DE PALENCIA, M., ALBIACH DELSCALS, R. y BONET ROSADO, H. (coors.): Romanos y
visigodos en tierras valencianas, Valencia, p. 161.
[2] GARCÍA LERGA, R. y RUÍZ SÁNCHEZ, A. (2004): "Aproximación al estudio de las villas
romanas en España. Las villas de Albacete, Ciudad Real y Toledo", en Arse: Boletín anual del
Centro Arqueológico Saguntino, nº 38, p. 208.
[3] FERNÁNDEZ CASTRO, Mª C. (1982): Villas romanas en Hispania, Madrid, p. 61.
[4] FERNÁNDEZ CASTRO, Mª C. (1982): Villas romanas…, p. 64.
[5] FERNÁNDEZ CASTRO, Mª C. (1982): Villas romanas…, pp. 69-70.
LAS CASAS ROMANAS
Tal como hemos comentado ya, Roma se formó poco a poco a partir de unas aldeas ya
existentes en las colinas de la futura ciudad e incluso en los primeros tiempos de la monarquía,
los romanos vivían en un tipo de cabaña circular tal como indica el dibujo, se dedicaban a
cultivar la tierra o a pastorear en los prados vecinos y entre el trabajo y las obligaciones
religiosas, poco tiempo les quedaba exceptuando
Por supuesto es la clase patricia la que prospera en mayor grado pero también gracias a
mejoras como el sistema de cloacas en tiempos de Tarquino hace que el valle sea menos
insano y también se desarrollen los barrios bajos como Subura y el Velabrum. La riqueza va
aumentando y gracias a las conquistas romanas, los esclavos aumentan. A finales de la
monarquía tras más de doscientos años de desarrollo urbano, la calidad de vida de las familias
más poderosas ha aumentado y el modo de vida etrusco y griego se va consolidando. Las
primeras casas romanas dejan paso a la domus importada de Etruria en los tres últimos siglos
de la república, en la que aparece el atrium, perystilum, compluvium, impluvium, etc. Este tipo
de casa-patio responde a un modelo cuyo origen parece ser Mesopotamia y desarrollado
durante el tercer milenio a.c. por la civilización sumeria. Se difundió por todo el Creciente Fértil
y Anatolia y así se introdujo en el mundo griego y etrusco.
En el siglo III a.c. y ante la carencia de espacio en las casas arcaicas romanas, se adoptó de los
etruscos el modelo que permitía aumentar el espacio de la vivienda. Así el huerto trasero pasa
a transformarse en un nuevo patio porticado similar al peristilo griego por lo que la nueva
vivienda romana pasa a disponer de dos ambientes, el atrio y el peristilo apareciendo el
andron como comunicación de ambos ambientes y se abre el tablinum para que exista una
comunicación amplia entre el atrio y el peristilo convirtiéndose así el atrio en zona de
recepción y acceso a la vivienda y lujosamente amueblado de cara a los visitantes.
Inicialmente el lugar de paso entre ambos ambientes llamado andron por los griegos pasa a ser
una zona reservada al pater familias como un tipo de triclinium o sala de banquetes y se crean
en la zona del peristilo diferentes habitaciones como el triclinium como comedor o sala de
banquetes, la exedra como sala abierta al peristilo y lugar de recreo, estar o recepción,
el oecus como comedor de gala más amplio y cómodo que el triclinium.
Con el tiempo, en este segundo patio (peristilum) las familias pudientes de Roma la
ornamentarán con estatuas, estanques y jardines. En el año 78 a.c. el cónsul Lépido introdujo
en Roma el mármol procedente de Numidia para pavimentar su casa e instauró la moda de la
opulencia y el fasto por lo que pocos años más tarde, la mayoría de sus contemporáneos
ornamentaban las suyas con columnas de mármol como Licinio Craso o con mármoles negros
el príncipe del Senado, Escauro.... Si pueden visitar Pompeya, comprobarán las muchas
posibilidades que los romanos establecieron.
Existieron diversos tipos de domus pero representamos en la figura el tipo medio de casa
unifamiliar de una planta ya que por ejemplo en lo que representa el atrium existían cinco
modelos tal como Vitruvio nos explica: Atrium Tuscanicum (uno de los más antiguos y más
utilizados sin columnas, soportando el peso del compluvium con vigas horizontales para atrios
pequeños), el atrium Tetrastylum (con cuatro columnas o pilares en los cuatro ángulos del
compluvium y muy utilizado), el atrium Corinthium (similar al anterior pero con mayor número
de pilares), el Displuviatum (con el tejado y compluvium inclinado al exterior y por tanto las
aguas recogidas se eliminaban fuera de la casa) y el Testudinatum ( todo tejado sin
compluvium).
Según los registros de que disponemos, ya en época imperial en el siglo I d.c. sólo existían en
Roma 1800 domus por lo que no podemos incluirla como la casa típica romana. Solo las clases
más pudientes de Roma como miembros del Senado, patricios y miembros del orden ecuestre
más adinerados podían permitírselo de la misma forma que en nuestros días sólo algunas
familias pueden permitirse vivir en el centro de las grandes ciudades en una gran mansión a
todo lujo. Por ello no podemos decir que la domus sea la casa romana por excelencia, la
mayoría del pueblo romano vivía en ínsulas en la ciudad y en casas de campo en el resto por lo
que si debemos ponerle un nombre a la casa típica en Roma debe ser la ínsula.
Estas casas de las familias pudientes constituía una vivienda urbana de carácter unifamiliar, es
decir, la vivienda del pater familias y de todos los que vivían bajo su tutela por lo que podemos
denominarla casa familiar y curiosamente construída hacia adentro, sin ventanas al exterior y
distribuída, en una sola planta en general (algunas domus podían tener un segundo piso
alrededor del atrium con habitaciones secundarias tanto para la vivienda principal como para
las tabernae o tiendas que pudieran tener en los laterales).
Influída por la arquitectura helenística y concebida en sentido horizontal, la domus estaba
construída en torno al patio interior llamado atrio (atrium) y a un jardín también interior o
peristilo (peristylum). Hoy día los patios andaluces o los claustros de nuestros monasterios
románicos y edificios bizantinos proceden de esta forma de edificar y que importaron los
romanos que se acomodaron en la península.
Desde la calle y una vez traspasada la puerta llamada ostium o Ianua (procedente del dios Jano
o Ianus bifronte) se accedía a la casa a través del vestibulum en el que se recibía a las visitas, y
tras el pasillo o fauces se llegaba al atrio como centro de la casa, normalmente sostenida por
columnas con un corredor que lo circundaba y por el que se accedía a casi todas las
habitaciones. También era el centro social y lugar de reunión para todos.
En el centro del atrio casi siempre existía un pequeño estanque o impluvium que tenía como
misión recoger las aguas de la lluvia a través de las canalizaciones en el techo de éste
llamado compluvium y bajo el atrio se disponía de un depósito donde se almacenaba esta agua
procedente del impluvium o estanque. (Vitruvio, Festo y Plinio nos han dejado toda una serie
de explicaciones sobre la domus por si interesa).
La rica decoración de sus columnas, el compluvium, impluvium y las paredes eran un factor
muy tenido en cuenta por los romanos para resaltar la posición social de la familia y era el
lugar en el que normalmente se colocaban los dos altares que existían en una casa romana,
el lararium y el imagines maiorum (éste último se colocaba también en el vestibulum).
El lararium era una pequeña capilla o altar donde se cuidaba la llama del hogar y en el que
todas las mañanas se rezaba a los dioses familiares (lares) que protegían la casa y sus
moradores. El Imagines maiorum en cambio era una zona, normalmente situada en la entrada
de la casa, ya sea en el vestibulum, en las fasces o en el atrium, en la que se colocaban las
máscaras en cera y objetos de los antepasados familiares que ocuparon cargos importantes
como el consulado. Eran motivo de orgullo familiar y se sacaban a la calle en los funerales de
los miembros de la familia. Como ya hemos comentado, las aguas de lluvia se conducían
gracias al tejado llamado compluvium hasta el estanque o impluvium.
Desde el atrium o también llamado cavum aedium se accedía a las habitaciones o cubiculae, a
las alae y a otras dependencias situadas entre el atrio y el peristilo como el tablinum o
habitación despacho del pater familia en el que se recibía a los amigos o a los clientes y
el triclinium o comedor y sala de recepción para invitados. En el siglo I a.c. cercano el fin de la
república, el atrium dejó de ser el centro de reunión como pieza central de la casa y pasó a la
parte más interior el centro familiar alrededor del peristylum y las casas dispusieron de otras
habitaciones más grandes como el oecus como sala de recepción de invitados y la exedra.
Como no disponían de ventanas al exterior, las casas romanas no eran muy luminosas ya que
la luz sólo provenía del atrium y el peristylium y todas las paredes de las habitaciones estaban
decoradas con pinturas geométricas de perspectiva para dar sensación de amplitud, alegóricas
con motivos mitológicos o de escenas alusivas al uso de esa habitación y el suelo de las
habitaciones más representativas como el vestibulum, tablinum, triclinium u oecus con
mosaicos deslumbrantes. Con el tiempo esta sociedad de ricos y aristócratas llegaron a
disponer no solo de agua corriente proveniente del acueducto, sino calefacción como en los
baños públicos (en una habitación por debajo del nivel del suelo de la domus se quemaban
materiales combustibles como la madera en un horno y por medio de una red de conductos
que iban por debajo del suelo y paredes se conducían los gases de la combustión que
calentaban la casa. A esta habitación la llamaban hipocastium) y a decorar sus casas con todo
tipo de riquezas y obras de arte provenientes del mundo helénico, unas de gran gusto y otras
de pésimo gusto tal como atestigua Petronio (siglo I d.c. en tiempos de Nerón) en su novela “El
Satiricon” sobre la casa de Trimalción, un liberto enriquecido
En Roma sobre todo, y motivado por la falta de espacio dentro de las murallas servianas, se
desarrolló un tipo de edificación que solucionase esta falta de espacio para la gran mayoría del
pueblo romano: la insula, como edificio en el que pudieran alojarse tanto clases acomodadas
como la plebe y lo más parecido a nuestras casas de pisos.
La ínsula estaba diseñada a partir de una planta baja similar a la del domus en la que se
incorporan varias tabernae, patios centrales
y
viviendas de gran tamaño similares a la domus para las clases altas y sobre esta planta se
elevan varios pisos y cada una de estas plantas se dividen en viviendas llamadas cenaculas. En
los últimos pisos, estas viviendas disminuyen mucho su tamaño llegando incluso a ser algunas
de una sola habitación (cubicula). Estos pisos no disponen de agua corriente pero disponen de
luz proveniente del patio interior y de las ventanas y balcones que se incorporan en las
diferentes fachadas, a diferencia de la domus construída sin ventanas y a resguardo del bullicio
de la calle., con lo que se convierten en viviendas ruidosas tal como nos explica Juvenal: “ En
Roma para poder descansar y dormir se necesita mucho dinero para vivir en una domus”.
Las primeras ínsulas se construyeron con madera y adobe, materiales tan poco resistentes que
no permitían grandes alturas y ocasionaron multitud de muertos al hundirse o en los
numerosos incendios que se producían. En el siglo III a.c. se desarrollan técnicas que
permitirán construir ínsulas de más de tres y cuatro pisos utilizando materiales más resistentes
como el hormigón, argamasa y ladrillos cocidos junto con la madera, pero la especulación de
los constructores y contratistas hacen necesario establecer una serie de leyes con imposición
máxima de altura y grosores de muros. Ni que decir tiene que no se pudo acabar con la
especulación y el enriquecimiento a expensas de la seguridad, más o menos como hoy día por
lo que siguieron cayéndose ínsulas y produciéndose incendios. Como dato que avala lo dicho,
en el siglo I a.c. el plutócrata Marco Licinio Craso conocido por eliminar la sublevación de
Espartaco según nos cuenta Plutarco, compró un gran número de esclavos arquitectos y
maestros de obras, en cuanto se producía un incendio o un derrumbe de edificios, procuraba
hacerse con éstos y los contiguos a ellos a un precio irrisorio por el miedo y la incertidumbre,
consiguiendo con los años ser dueño de casi todos los edificios de Roma.
Con el tiempo,llegaron a ser tan imponentes en Roma que incluso hubo que normalizar su
construcción. Así en época de Augusto se fijó como altura máxima los 20 metros y dejar
separaciones, llamadas ambitus entre edificios, de casi 1 metro a fin de evitar incendios
masivos, y posteriormente en época de Trajano, bajaron a 17 metros a fin de evitar posibles
derrumbamientos ante el incumplimiento sistemático de las construcciones (ver en ingeniería
romana