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Practica de Radio II

EL NARRADOR EN LOS DIÁLOGOS


El diálogo pertenece a los personajes y cualquier intromisión por parte
del narrador puede romper el ritmo o la magia del mismo. Sin embargo,
omitir la explicación de quién habla en cada momento puede hacer que
el lector se pierda (especialmente si es un diálogo largo o si hay muchos
personajes) y esto puede resultar aún peor para la historia.

Como lectores nos hemos acostumbrado a ese tipo de acotaciones “dijo,


respondió, preguntó…” y, siempre que estén usadas con moderación,
las leemos de manera rápida, casi inconsciente. Son una marca que nos
indica por dónde va el diálogo, nada más.

Algunas técnicas para usar al narrador en los diálogos:

1. Lo bueno, es breve…
Ante todo, hay que tener en mente evitar todo lo posible el “dijo María”,
“afirmó Miguel” o “preguntó él”. Es mejor usarlos lo estrictamente
necesario. Y lo mismo ocurre con los adverbios o las explicaciones
innecesarias. ¿Por qué? Bueno, imaginad un diálogo tal que así:

—Pásame la sal —dijo el padre secamente.


—Toma —dijo la niña pasándole la sal.
—¿Qué tal hoy en la escuela? —preguntó la madre mecánicamente.
—Ha venido un escritor a darnos una charla —respondió la niña con
entusiasmo.

(las intervenciones molestas en rojo son del narrador)

Como veis, el diálogo se hace mecánico y pesado. No tiene ritmo y el


lector no podrá meterse bien en la historia. Si el personaje está
hablando, debemos dejar que se exprese con su propia voz.
2. Es sólo una explicación
La palabra del narrador en el interior de un diálogo sirve sólo a título
explicativo, no hay que crear un catálogo de sinónimos y palabras bien
sonantes para evitar la repetición del “dijo”. En realidad es menos
molesto que otras palabras, especialmente verbos complicados que el
lector no comprenda a la primera.

3. Ayúdarnos con los evocativos


También con moderación, por supuesto, pero los evocativos pueden
servirnos para indicar quién está hablando o a quién se dirige un
personaje sin necesidad de añadir un “ella le dijo a él”. Por ejemplo,
cogiendo el diálogo de antes:

—Pásame la sal.
—Toma, papá.
—¿Qué tal hoy en la escuela? —preguntó la madre.
—¡Ha venido un escritor a darnos una charla!

Como se ve , se ha reducido la intervención del narrador a una sola


ocasión gracias a un vocativo, cuando antes era necesario incluirlo en
todas las líneas para entender la situación.

4. Cada oveja con su pareja


Y cada personaje con su forma de hablar. Esto es obvio. Una de las
cosas más importantes a la hora de construir un diálogo es que cada
personaje hable como debe hablar. Si lo logramos, el uso del narrador
se hace menos necesario.

En ocasiones, de hecho, puede haber algún personaje que tenga una


muletilla o una forma de expresarse más peculiar. Esto también puede
ser útil para omitir el “dijo” porque su frase o expresión nos permiten
identificarlo directamente. Eso sí, hay que usarlo con moderación, como
todo.
5. Detenerse a contemplar la escena
Si el diálogo es muy largo, también podemos pararnos un instante y
añadir una pequeña descripción de lo que ocurre para situar a los
personajes en la escena. De otra forma, al final se convierten en simples
voces.

Estas acciones de los personajes sirven también para introducir sus


líneas de diálogo. Eso sí, hay que tener en cuenta que este recurso
ralentiza el ritmo de la narración, aunque puede ser que, en ocasiones,
nos venga mejor para la historia.

Volvamos al diálogo anterior que, aunque no es muy largo, nos puede


servir como ejemplo también en este caso:

—Pásame la sal.
—Toma, papá.
NARRADOR: La madre evitó la mirada del padre y miró a su hija, que
disfrutaba de la comida ajena a la tensión que flotaba en el aire.
—¿Qué tal hoy en la escuela?
—¡Ha venido un escritor a darnos una charla!

La elección de un buen narrador y su correcta utilización en un texto con


diálogos, garantiza la fluidez y un buen entendimiento de la historia por
parte de nuestros oyentes.

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