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ISSN: 1139-8736

TERMINOLOGÍA Y LINGÜÍSTICA: LA TEORÍA DE LAS PUERTAS1

M. Teresa Cabré
Universidad Pompeu Fabra (España)

Resumen 
Introducción

1. La llamada teoría clásica de la terminología


2. Cambiando de perspectiva
3. Las bases de nuestra propuesta
4. Dando forma a nuestra propuesta
5. Entrando por la puerta de la lingüística: elementos y consecuencias
6. Referencias

Resumen

En el siguiente artículo se propone una teoría de los términos construida a partir de las teorías
lingüísticas y que incluye diferentes aspectos de la teoría de la cognición y de la comunicación. Los
términos, analizados desde el punto de vista de estas disciplinas, se convierten en objetos
poliédricos y la lingüística puede dar perfectamente cuenta de ellos. Por tanto, se trata de mostrar
cómo un conjunto integrado de varias teorías puede describir las unidades terminológicas. 

Palabras clave

Teoría de los términos, lingüística, terminología, epistemología, conocimiento especializado.

Introducción

Este texto está concebido como una propuesta para la discusión. Su objetivo es proponer una
teoría de las unidades terminológicas y mostrar por qué se considera que una teoría general de la
terminología es inadecuada. El motivo principal por el que no se propone una "teoría de la
terminología", sino una "teoría de los términos", es que al hablar de una teoría de la terminología se
concibe principalmente su carácter disciplinario. Por el contrario, consideramos que son los
objetos, que configuran los espacios disciplinarios y las perspectivas de análisis, los que
constituyen el objeto de teorización. En esta línea sostenemos que la terminología, considerada
como el conjunto de las unidades terminológicas, no es lingüística (ni general ni aplicada) sino
que puede ser tratada a partir de las teorías lingüísticas, así como a partir de una teoría del
conocimiento (o de la cognición) o una teoría de la comunicación. De esta forma, el debate
desarrollado por los seguidores de la Teoría General de la Terminología (TGT) para decidir si la
terminología es lingüística aplicada o es una disciplina independiente ya no es pertinente y debería
reformularse de la siguiente manera: los términos, que son las unidades del campo de
conocimiento llamado terminología, se pueden analizar desde perspectivas diferentes y, en tanto
que objetos poliédricos, pueden participar de su campo de estudio y convertirse en parte central del
objeto de análisis y de su teorización. Desde la lingüística, se puede elaborar perfectamente una
teoría de los términos en la que éstos se describen como unidades de forma y contenido que,
utilizados en determinadas condiciones discursivas, adquieren un valor especializado.
Lógicamente, esta teoría deberá ser lo suficientemente amplia para dar cuenta de las
especificidades de los términos, sin tener que tratarlos como unidades diferentes de las palabras
del lenguaje no especializado. Además, esta perspectiva lingüística deberá ser compatible con
otras perspectivas del tratamiento de términos que complementen su descripción y representen su
carácter poliédrico. Se trata en definitiva de dar cuenta de la descripción de los términos a través
de un conjunto perfectamente integrado de varias teorías, cada una de las cuales permitiría
abordar de forma específica, los diferentes aspectos de un término. 

1. La llamada teoría clásica de la terminología

La terminología moderna, en tanto que materia sistemática y práctica organizada, surge en


Viena en los años treinta gracias a los trabajos de E. Wüster. Los motivos que mueven a Wüster a
adentrarse en el tema de la terminología son de tipo básicamente práctico: superar los obstáculos
de la comunicación profesional causados por la imprecisión, diversificación y polisemia del lenguaje
natural. Wüster concibe la terminología como un instrumento de trabajo que debe servir de forma
eficaz a la desambigüación de la comunicación científica y técnica. El interés y el deseo de
conseguir una comunicación sin ambigüedades son eco de las ideas filosóficas del círculo de
Viena, centradas en la búsqueda de una lengua universal que permita la interacción humana sin
ningún tipo de limitaciones, es decir, que supere las restricciones de la lengua común o lenguaje
general.

Las preocupaciones de Wüster en esa época son básicamente metodológicas y normativas, y


no teóricas. Su interés por la teoría comienza más tarde como fruto de la reflexión sobre su
proceso de trabajo durante la elaboración de su diccionario. Su tesis doctoral (Internationale
Sprachnormung in der Technik, besonders in der Elektrotechnik), presentado en la Universidad de
Stuttgart (1931) trata de metodología. En este trabajo, Wüster expone los motivos que justifican la
sistematización de los métodos de trabajo en terminología, establece los principios que deben
seguir los trabajos sobre los términos y esboza las grandes líneas de una metodología de
tratamiento de los datos terminológicos. En su obra póstuma de 1979 (Einführung in die allgemeine
Terminologielehre und terminologische Lexikographie) se compendia su teoría, denominada Teoría
General de la Terminología (TGT), parte de la cual ya había aparecido en revistas especializadas.
Por sus trabajos, Wüster es considerado actualmente el creador de la TGT y el fundador de la
Terminología moderna. Hasta hace poco tiempo, la Escuela de Viena, fundada y dirigida por
Wüster, era considerada como el único grupo de trabajo que desarrollaba un corpus sistemático de
principios cuya coherencia con los objetivos establecidos, por muy restringidos que sean, permiten
hablar de ella como una teoría encaminada a la normalización de las unidades de comunicación.

La teoría de Wüster, que define la terminología como campo de encuentro entre la lingüística, la
ciencia cognitiva, la ciencia de la información, la comunicación y la informática, establece un objeto
de análisis y unas funciones de trabajo muy restrictivos, por cuanto limita su objeto a las unidades
unívocas normalizadas propias de los ámbitos científico-técnicos, reduce la actividad terminológica
a la recopilación de conceptos y de términos para la normalización (fijación de nociones y
denominaciones estandarizadas) de los términos, circunscribe los ámbitos especializados a la
ciencia y a la técnica y limita sus objetivos con el fin de asegurar la univocidad en la comunicación
profesional, fundamentalmente en el plano internacional.

La concepción de Wüster no habría podido cuajar en una disciplina singular y diferenciarse de la


lingüística, y dentro de ella de la lexicología, si no hubiera sido por la perspectiva de estudio y
recopilación de las unidades que propone. Para Wüster, la terminología se centra en el estudio de
los términos a partir del concepto que expresan y en el análisis de sus relaciones. Por tanto, el
concepto es el punto de inicio del trabajo terminológico, en el que se parte de la identificación y el
establecimiento de los conceptos de una materia para establecer sus correspondientes
denominaciones normalizadas. Para ello es necesario en el caso de los conceptos, establecer por
consenso el conjunto de características más comunes que representarán un segmento de realidad
dejando de lado los rasgos menos comunes aunque más representativos desde el punto de vista
cultural. En lo referente a las denominaciones, la normalización supone eliminar la variedad
denominativa en favor de una forma de referencia única. La metodología de trabajo de la
terminología es pues onomasiológica, en contraposición con la de la lexicografía, que es de
carácter semasiológico y su perspectiva es prescriptiva, aunque parta de la descripción. 

Actualmente, la propuesta de Wüster es objeto de revisión por parte de muchos especialistas en


terminología, ya que, por su carácter reduccionista e idealista, los especialistas la consideran
insuficiente para dar cuenta de las unidades terminológicas en un marco comunicativo plural. Tanto
la concepción global de la unidad terminológica y su limitación a unidad denominativa, con todas
las consecuencias que esto conlleva (olvido de los aspectos sintácticos, negación de la variación,
ignorancia de los aspectos comunicativos de los términos), como la importancia que se da a los
aspectos de normalización dentro de la comunicación profesional internacional confirman el
carácter reduccionista e idealista de esta teoría. La TGT se basa en una supuesta homogeneidad y
universalidad del conocimiento especializado y en el deseo de unificación de las formas de
expresión, que no confirman los datos empíricos, con excepción de algunos ámbitos.

Los elementos fundamentales de la teoría de Wüster, radicalizada por sus defensores, se


podrían resumir en los siguientes puntos:

a) La terminología se concibe como una materia autónoma y se define como un campo de


intersección formado por las "ciencias de las cosas" y por otras disciplinas como la lingüística, la
lógica y la informática. 

b) El objeto de estudio de esta teoría son los conceptos, transmitidos a través de unidades de
designación, unidades lingüísticas (denominativas y designativas al mismo tiempo) y unidades no
lingüísticas (exclusivamente designativas). Estas unidades son específicas de un ámbito de
especialidad y su uso está restringido a este ámbito.

c) Los términos se definen como las denominaciones lingüísticas de los conceptos, así un término
es la unidad (lingüística o no lingüística) que designa un concepto.

d) Los términos se analizan a partir del concepto que representan, por tanto se asume que el
concepto precede a la denominación. 

e) Los conceptos de un mismo ámbito de especialidad mantienen entre sí relaciones de diferente


tipo. El conjunto de las relaciones entre los conceptos constituye la estructura conceptual de una
materia. El valor de un término se establece por el lugar que ocupa en la estructura conceptual de
una materia.

f) El objetivo es estudiar los términos desde la perspectiva de la normalización conceptual y


denominativa, monolingüe, en el caso de la comunicación profesional nacional, o plurilingüe, en el
caso de la comunicación internacional.

g) La finalidad aplicada de la normalización terminológica es garantizar la precisión y la univocidad


de la comunicación profesional -estrictamente profesional- mediante el uso de los términos
normalizados.

Las insuficiencias de la TGT se pueden explicar analizando los supuestos de los que parte el
pensamiento de Wüster que corresponden grosso modo a los siguientes puntos: para Wüster, la
realidad sólo puede ser conceptualizada cintíficamente por la ciencia, que, a través de la lógica,
organiza el conocimiento científico. Los conceptos se estructuran lógica y ontológicamente de
manera jerárquica.

El conocimiento científico, considerado como universalmente homogéneo, es el modelo que se


debe seguir para organizar los conceptos de todas las materias profesionales, sin considerar las
diferencias que presentan las distintas materias, contextos socioculturales, áreas geográficas,
realidades socioeconómicas y lenguas, tanto por su tipología como por su estatus social. Dentro de
cualquier proceso de normalización, la uniformización del conocimiento se lleva a cabo mediante
consenso. Si los conceptos se pueden unificar, las denominaciones también se pueden normalizar,
y así lo reflejan de forma explícita las normas ISO. Mediante este proceso de uniformización se
silencia la diversidad denominativa y conceptual de la realidad.

La función estricta de la terminología es la de etiquetar la denominación de los conceptos dentro


de la comunicación profesional y, de este modo, su valor comunicativo en el discurso profesional
no es objeto de interés. Según Wüster, este valor comunicativo constituye el objeto de estudio de
otras disciplinas, por tanto, la dimensión comunicativa de los términos no se contempla, ni en lo
que respecta a sus aspectos discursivos ni a su proyección gramatical. La unidad terminológica
sólo tiene interés en sí misma y desde una única perspectiva: la que le ha conferido la
normalización.

El estudio de la evolución de los conceptos tampoco tiene interés para la TGT, ya que ésta parte
del supuesto de que los conceptos son estáticos y si no lo fueren, la perspectiva estrictamente
sincrónica que adopta los toma como tales. 

Según la TGT, los términos no tienen valor pragmático ni presentan variación semántica porque
sólo se consideran dentro de un registro, el registro formal profesional. La comunicación
profesional se mueve también en un solo registro, aunque se admite que puede variar el nivel de
especialización. Sin embargo, se afirma que los términos normalizados pueden ser utilizados en
todo tipo de circunstancias comunicativas.

Desde hace unos pocos años han empezado a surgir comentarios críticos a los principios
fundamentales de la TGT, centrados sobre todo en su falta de capacidad no sólo para explicar
globalmente la comunicación especializada y sus unidades más representativas -los términos-, sino
también para describir las variedades terminológicas en toda su complejidad representativa y
funcional.

Las aportaciones críticas hacen referencia a los tres aspectos de la terminología que constituyen
los fundamentos de su carácter interdisciplinar: los aspectos cognitivos, los aspectos lingüísticos y
los aspectos sociales.

Desde las ciencias que se ocupan del conocimiento, se ha puesto en duda el concepto mismo
de conocimiento especializado defendido por la TGT, especialmente en lo referente a su
pretendida uniformidad y a su separación del conocimiento general sobre el mundo. Varios autores
han propuesto como alternativa una integración cognitiva diversificada funcionalmente en la
actuación de los hablantes. La psicología cognitiva ha defendido, por ejemplo, la existencia de una
interrelación entre las diferentes clases de conocimiento y su proceso de adquisición y, además, ha
insistido en el carácter social de la terminología.

Por su parte, la lingüística ha rechazado la limitación impuesta por la TGT de centrar el interés
únicamente en los aspectos prescriptivos de los términos y su concepción como unidades
diferenciadas de las unidades léxicas propias del lenguaje general. Con ello, la terminología se
había convertido en una materia aplicada para la actuación a un solo ámbito y se había rehuido la
necesidad de dar cuenta de cómo los términos forman parte o pueden pasar a formar parte de la
competencia de los hablantes, a medida que van adquiriendo los conocimientos especializados y
se convierten en especialistas.

Desde la sociología y la comunicación, se ha rechazado la concepción idealista de los términos


y el carácter plano atribuido a la comunicación especializada. Según esta concepción, los términos
pierden parcialmente su condición de unidad del lenguaje natural y su transferencia se da en un
único registro negando, de este modo, la variación discursiva. Los datos empíricos, exceptuando
los del ámbito de la comunicación estandarizada internacional o nacional al que se limita la TGT,
coinciden más con las posiciones críticas que con los postulados defendidos por la TGT.

Por tanto, la mayoría de las críticas realizadas a la TGT se refieren a sus insuficiencias por dos
motivos principales:

 la idealización de la realidad, del conocimiento y de la comunicación; 


 la limitación de la materia a la normalización. 

Así, podemos decir que algunas de las conceptualizaciones de la TGT son consecuencia de la
reducción de sus planteamientos, así como otros de los puntos de la teoría sólo se pueden
justificar por la posición idealista que toma ante los fenómenos terminológicos ligados a la
comunicación especializada. Esa idealización se fundamenta a partir de las siguientes
suposiciones: (i) el conocimiento científico - en contraposición al conocimiento general - preexiste a
cualquier expresión; (ii) el conocimiento científico es uniforme e independiente de las lenguas y de
las culturas. Sin embargo, los datos de la realidad nos ofrecen una gran cantidad de argumentos
para demostrar que la TGT es insuficiente y que está fundada en suposiciones que no se pueden
demostrar, por tanto, se convierte en una teoría no falsable.

2. Cambiando de perspectiva

Un análisis simple de la comunicación especializada real en situaciones profesionales diferentes


demuestra que la teoría elaborada por Wüster -a pesar de su interdisciplinariedad- no da cuenta de
los datos empíricos. Así, la distinción tan defendida por Wüster entre lingüística y terminología,
establecida sobre el carácter aproximativo de la lengua y sobre sus finalidades, no se puede
demostrar. 

En la comunicación especializada se utilizan diferentes mecanismos que ponen de manifiesto,


sin negar el carácter especializado del conocimiento y de su transmisión, una serie de
características que coinciden con las que muestran otras unidades utilizadas en otros tipos de
situación comunicativa. Esta observación nos lleva a suponer que las unidades terminológicas
comparten muchos elementos con otras unidades de la lengua natural y de otros sistemas
simbólicos no lingüísticos. Por lo tanto, se trata de saber si los términos son unidades específicas
completamente diferenciadas de las unidades que pertenecen a otra clase de signos.

La comunicación especializada no mantiene un estatus completamente aparte del que mantiene


la comunicación general; y el conocimiento especializado no es ni uniforme ni está totalmente
separado del conocimiento general en todas las situaciones de comunicación.

En consecuencia, la terminología no se puede estudiar de forma autónoma, al margen de otros


signos denominativos dotados de capacidad referencial y denominativa, ni alejada de las teorías
que se proponen explicar la comunicación y la cognición, pero aún así, debemos describir el
carácter interdisciplinario de las unidades, es decir, los términos.
3. Las bases de nuestra propuesta

Nuestra propuesta se fundamenta en los siguientes supuestos:

a) Concebimos la terminología como un campo de conocimiento necesariamente interdisciplinar


que debe integrar aspectos cognitivos, lingüísticos, semióticos y comunicativos de las unidades
terminológicas. Una teoría que quiera dar cuenta de esta interdisciplinariedad debe permitir una
aproximación multidisciplinar a las unidades terminológicas. 

b) El objeto de la terminología son las unidades terminológicas, por ello nos centraremos en una
teoría de los términos y no en una teoría de la terminología.

c) Las unidades que transmiten el conocimiento especializado pueden tener un carácter lingüístico
o no lingüístico, pero denominaremos unidades terminológicas o términos únicamente a las que
tienen carácter lingüístico y se dan en el seno de la lengua natural.

d) Estas unidades son al mismo tiempo iguales y diferentes a las unidades léxicas de una lengua,
denominadas palabras en lexicología. Su carácter específico radica en sus aspectos pragmáticos y
en su modo de significación. Su significado es el resultado de una negociación entre expertos que
se produce dentro del discurso especializado mediante la realización de predicaciones que
determinan el significado de cada unidad.

4. Dando forma a nuestra propuesta

Los supuestos anteriores nos permiten formular una primera propuesta de construcción teórica
basada en las siguientes proposiciones:

a) Una concepción de la terminología como un campo de conocimiento intrínsecamente


interdisciplinar, que se ocupe de los términos y que integre los aspectos cognitivos, lingüísticos,
semióticos y comunicativos de las unidades terminológicas nos lleva a proponer lo que
denominamos "la teoría de las puertas", es decir una teoría que permita un tratamiento
multidimensional de los términos. 

b) Según esta teoría, el objeto "término" es una unidad formada por tres vertientes diferentes: una
vertiente semiótica y lingüística, una vertiente cognitiva y una vertiente comunicativa. 
 

c) Esta triple vertiente integra los términos en tres teorías distintas que, aunque todas ellas
permiten llegar a la complejidad de las unidades terminológicas, siguen caminos distintos para
abordarlas, como veremos en el siguiente apartado en el que nos centraremos en el camino
lingüístico. 

d) Las unidades que transmiten el conocimiento especializado pueden tener un carácter lingüístico
o no lingüístico, pero denominaremos unidad terminológica, o simplemente términos, a las
unidades que tienen un carácter lingüístico y se dan en el seno de una lengua natural. 

e) Los términos son unidades recursivas y dinámicas que pueden "pasar" de un campo de
especialidad a otro. Esta capacidad explica la movilidad de las unidades del léxico común hacia el
léxico especializado, e incluso su movilidad de una especialidad a otra.

f) En consecuencia, la homonimia de la terminología tradicional se explica en nuestra propuesta


como polisemia. 

g) Las unidades terminológicas participan de las mismas características formales que las palabras,
si bien se distinguen por sus condiciones de producción y de recepción y por sus modos de
significación. Para dar cuenta de esta situación, proponemos que se traten como unidades
discursivas que proceden de una sola forma de base: las unidades léxicas que conoce el hablante,
ya sea como usuario o como profesional de un ámbito determinado. 

h) Estas unidades léxicas de base están asociadas a un gran número de informaciones


gramaticales, pragmáticas y enciclopédicas. Las condiciones discursivas activan solamente
algunas informaciones y la selección de información puede llevarlas a adquirir un determinado
valor pragmático que se asocia a rasgos de significación. Uno de estos valores se puede clasificar
como "terminológico" o "especializado". 

i) El objetivo de una teoría de los términos es describir formal, semántica y funcionalmente las
unidades que pueden adquirir valor terminológico, dar cuenta de cómo activan este valor y explicar
sus relaciones establecidas con otros signos del mismo sistema o de un sistema distinto, con el fin
de progresar en el conocimiento sobre la comunicación especializada y las unidades que se
utilizan. Por tanto, el objetivo de la terminología aplicada es recopilar las unidades de valor
terminológico en un tema y una situación determinados y establecer sus características de acuerdo
con esta situación. Una de estas características puede ser la de unidad normalizada. La finalidad
aplicada de recopilación y análisis de las unidades de valor terminológico en un ámbito es múltiple
y abre las puertas a un gran número de aplicaciones. En todas las aplicaciones, se activa la doble
función de los términos: la de representación del conocimiento especializado y la de transferencia
de ese conocimiento y esta doble función se manifiesta y se observa en diferentes grados y en
situaciones también diversas.

j) Los términos se utilizan en la comunicación especializada, cuyas características más importantes


son los factores de tipo lingüístico (semánticos, léxicos y textuales) y de tipo pragmático (emisor -
directo o a través de mediador-, mediador lingüístico o cognitivo, destinatario, situaciones). Por
tanto, la comunicación especializada permite diferentes niveles de especialización y diversos
grados de opacidad cognitiva, mostrando así diferentes índices de densidad terminológica y
cognitiva. 

5. Entrando por la puerta de la lingüística: elementos y consecuencias

El lingüista cuando quiere describir el lenguaje y las lenguas siempre empieza describiendo
datos sobre estas lenguas que recoge del discurso oral o escrito de los hablantes. Un lingüista que
quiera describir las unidades terminológicas, debe buscarlas en las producciones orales y escritas
de los especialistas. Llamamos texto especializado al conjunto de producciones discursivas con
carácter especializado.

Una de las características más importantes de un texto especializado es la presencia de


unidades terminológicas, cuanto más elevado sea el nivel de especialización de un texto, más alta
será su densidad terminológica. Normalmente, un texto con un alto nivel de especialización es
preciso, conciso y sistemático; la terminología que se utiliza en este texto tiene tendencia a la
monosemia y a la univocidad. A medida que el grado de especialidad va disminuyendo, el discurso
va adquiriendo características del discurso no especializado: desde el punto de vista semántico se
observan variaciones conceptuales, redundancias, ambigüedades y una falta de precisión estricta;
desde el punto de vista de la expresión, se observa un alto nivel de sinonimia, pero sobre todo un
uso muy extendido de expresiones parafrásticas para expresar analíticamente un concepto que, en
un nivel especializado, se podría expresar con un solo término, sin caer en la equivocación.

Más allá de estas precisiones, el lingüista, cuyo interés se centra en los términos, empieza su
trabajo a partir del texto especializado. Un texto especializado posee una estructura cognitiva
organizada gramaticalmente, dicha estructura está compuesta por unidades de conocimiento
especializado que forman los nudos de una red.

Además, dentro de un texto encontramos unidades de significación general y unidades de


significación especializada. Las unidades de significación especializada adquieren valor
terminológico en un ámbito especializado cuando éstas se utilizan efectivamente dentro de este
ámbito, por tanto es el ámbito el que materializa el significado de las unidades y sus condiciones de
uso.

Entre las unidades de significación especializada podemos encontrar unidades no lingüísticas


(que pertenecen a sistemas simbólicos no naturales) y unidades lingüísticas (que pertenecen a la
lengua natural). Las unidades lingüísticas especializadas pueden formar parte de diferentes
componentes de la gramática, como la morfología (morfemas), el léxico (unidades léxicas), las
unidades sintagmáticas (unidades fraseológicas) y las unidades sintácticas (frases). 

Las unidades lingüísticas sintagmáticas se pueden encontrar lexicalizadas y se pueden convertir


en unidades del léxico aunque tengan una estructura sintáctica. El conjunto de las unidades
lexicalizadas (monoléxicas, poliléxicas o sintagmáticas) constituye lo que llamamos la terminología,
en la que las unidades prototípicamente terminológicas son de categoría nominal.

Las unidades terminológicas se pueden describir a partir de la gramática de una lengua


(fonología, morfología, léxico, sintaxis de frases y texto). Sin embargo, para dar cuenta de la
especificidad de las unidades terminológicas, esta gramática deberá incluir reglas y condiciones
formales, pero también algunos elementos semánticos (semántica cognitiva) y pragmáticos.

Si tenemos en cuenta estos principios, el camino que debería seguir un lingüista interesado en
la elaboración de una teoría de los términos enmarcada dentro de la lingüística, es el siguiente: 

a) El texto como punto de partida considerando su estructura y sus condiciones discursivas.

b) El análisis de la estructura del texto.

c) La detección de las unidades que constituyen esta estructura.

d) La detección de las unidades que transmiten un conocimiento especializado y que son unidades
de significación especializada.

e) La discriminación de las unidades lingüísticas que tienen un significado especializado.

f) La discriminación de las unidades léxicas que tienen un significado especializado.

g) El análisis de las unidades léxicas que tienen un significado especializado.

h) El establecimiento de relaciones conceptuales entre estas unidades.

i) La detección de sinónimos o equivalentes conceptuales, ya sea una sinonimia total o parcial.

j) La creación de la estructura conceptual del texto incluyendo las unidades y las relaciones.

k) La correlación entre la estructura conceptual y la estructura discursiva.

Después de recorrer todo este camino, un lingüista es capaz de integrar el análisis de estas
unidades dentro de una teoría con base lingüística. Sin embargo, esta teoría tiene que ser lo
suficientemente amplia y flexible para describir el carácter poliédrico de los términos. Una teoría
que sea formal y estrictamente gramatical no podrá nunca dar cuenta de las unidades
terminológicas, en tanto que se deben considerar como transmisoras del conocimiento
especializado y que se utilizan en situaciones específicas de comunicación.

Referencias
Cabré (M.-T.), 1999 : La terminología: representación y comunicación. Elementos para una teoría
de base comunicativa y otros artículos, Barcelona, Universitat Pompeu Fabra, Institut Universitari
de Lingüística Aplicada. 

Diki-Kidiri (M.), 1999 : "Le signifié et le concept dans la dénomination", Meta, XLIV, 4, pp. 573-
581. 

Rey (A.), 1999 : "La terminologie, entre l'expérience du réel et la maîtrise des signes", Séminaire
de Terminologie Théorique, Barcelona, Universitat Pompeu Fabra, Institut Universitari de
Lingüística Aplicada. 

Slodzian (M.), 1994 : "Comment revisiter la doctrine terminologique aujourd'hui?", La Banque des


Mots, numéro spécial 7/1995, pp. 11-18.

Notas

1
 Este artículo, que fue publicado con el título original «Terminologie et linguistique: la théorie des portes», en la
revista Terminologies nouvelles. Terminologie et diversité culturelle, 21, p. 10-15, ha sido traducido del francés al castellano
por Rosanna Folguerà.

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