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Conectores
Te equivocas, sigue
Estructura tu mensaje
Apóyate en tu audiencia
mucho por hábito. Dicho en otras palabras, la muletilla o estribillo es un vicio del lenguaje porque utiliza palabras,
una palabra o sonido que utilizamos de manera frecuente cuando hablamos, la muletilla por lo general la
emos expresar y en muchos casos ya es una mala costumbre al hablar, creemos, sin razón, que así hablamos y
necesarias en el idioma ni para comunicarnos correctamente, de hecho una persona que utiliza demasiadas
nas se enfoquen más en la muletilla que en lo que está queriendo expresar.
sentación. Cuanto más preciso sea el lenguaje, tendrás mayores oportunidades de lucimiento
Observaciones
Si estás hablando y, de pronto, olvidas una palabra exacta que redondea tu idea, díselo
al público: serás bien recibido y te ayudarán a traerla a tu memoria. Estos pequeños
gestos de humildad del orador crean una gran empatía con el auditorio, sin abusar.
El orador inexperto suele meter las muletillas cuando se equivoca, y, para salir del paso,
siempre quiere decir algo. Lo mejor que puedes hacer es silencio; o bien, asumir que te
equivocaste, y sigues adelante. No pasa nada e, incluso, humaniza tu presentación, si
lo haces en forma moderada y no continuamente -en ese caso, las personas dejarán de
confiar en ti-.
El espacio entre una idea y otra, cuando no logras “coserla” o “enhebrarla” (tal como se
le dice profesionalmente), puede ser el momento ideal para evitar tu muletilla lanzando
una pregunta retórica (esas que se responden usualmente por sí o no), y, de paso,
calibras (otro término de la jerga de oradores) a tu audiencia. Antes de seguir con la
muletilla recurrente, cámbiala por “¿Cómo vamos hasta aquí?”, “¿Avanzamos?, “Si les
parece bien, al final tomaré preguntas”, y cualquier otra frase por el estilo. De paso,
sumas un feedback de la gente, y te nutres en tu energía y discurso.
Como hemos visto más arriba, una de las principales causas del abuso de muletillas
proviene de un escaso vocabulario. Entonces, disciplínate en la lectura de todo tipo de
materiales, incluso aquellos alejados de tu perfil profesional: te darán mayor cantidad de
palabras para incorporar a tu diccionario personal.
Otro error frecuente es que la muletilla aparece cuando tienes la sensación de que te
quedas “en blanco”. Ese instante de milésimas de segundo parece que define todo en
tu cerebro y que ya no podrás continuar. Tranquilo: haz una pausa muy breve y
concentra tu cerebro y tu actitud corporal para enfocar la siguiente idea. Una vez que la
tienes -por ejemplo, con la ayuda de la imagen en pantalla que sigue, o una tarjeta con
la estructura principal de tu discurso-, sigues adelante. Cuando sales de una pequeña
pausa sería conveniente que tu tono de voz sea un poco más arriba que tu último final
de frase, para marcar la diferencia. Es como un “punto y aparte” en la escritura
Hay miles de frases adecuadas que puedes incorporar a tu oratoria, para establecer
puentes según el sentido de lo que expresas. A diferencia de las muletillas, éstas sirven
para acentuar tus ideas. Algunos ejemplos son: Además, De igual forma, Me interesa
resaltar que…, Quisiera enfatizar, Una idea central de este aspecto es, Para movernos
y avanzar, Tal como hemos visto, Sin embargo, Avanzando en esta conferencia, y
cualquier otra construcción gramatical que permita transmitir contenido sin estar vacía o
hueca.
La mayoría de las personas piensan que ser verborrágicas y hablar sin parar es
garantía de ritmo. Puede que sea garantía de velocidad, que no es lo mismo. Cuando
vayas a decir tus muletillas, toma uno o dos segundos. Detén por completo tu oratoria,
toma consciencia de tu dificultad, y continúa expresando la idea que sigue. Los silencios
en oratoria son tan valiosos como en la música
Para empezar, debes saber cómo hablas en diferentes situaciones. Por este motivo, es
recomendable que te grabes en una conversación con los amigos pero también en una
exposición oral o en una reunión de trabajo. En este último caso, pide permiso a los
compañeros y actúa con la naturalidad de siempre.
Una vez dispongas de varias grabaciones, escúchalas con calma y toma nota de tus
puntos débiles. ¿Qué muletillas empleas? ¿Cuáles repites más a menudo? Aprovecha
para analizar los motivos que te llevan a ello: nervios, inseguridad, falta de preparación,
etc
Los silencios son la solución, pero no vale cualquier tipo de silencio. Los expertos
recomiendan que la pausa no exceda los cinco segundos. De esta manera,
contribuiremos a mantener el interés del auditorio y a alimentar un cierto suspense. Sin
embargo, si superamos los cinco segundos provocaremos el efecto contrario:
aburrimiento, desinterés, monotonía, etc.
La mejor forma de concentrarte en lo que se dice es saber lo que se quiere decir, esto
implica un trabajo previo de estructura de tu mensaje. Da una apertura a tu discurso
una introducción, un desarrollo y por último un cierre.
Derivado del punto anterior, leer te da más vocabulario, ahora llévalo a la práctica y trata
de usar una palabra nueva cada día, trata de crear el contexto y la oportunidad para utilizarla. En
el lenguaje castellano existen más de 88,000 palabras
Mucha gente tiene miedo a los silencios, pensando que estos no son buenos en el
discurso y tratan de evitarlos a toda costa, sin embargo, un buen manejo de los silencios da
a nuestro discurso más dramatismo y profundidad. Tomate el tiempo para pensar la palabra que
estás buscando.
Todos en algún momento las hemos utilizado, algunas personas han hecho un hábito
de ellas, un excesivo uso de las muletillas quita contundencia y eficiencia al discurso, denota
falta de preparación y nerviosismo al momento de hablar, lo más recomendable es hacerse
consciente de qué muletillas son las que usamos y trabajar constantemente para eliminarlas.
Existen frases que te ayudan a cambiar las muletillas y enlazar ideas. Algunos ejemplos
son “además, de igual forma, me interesa resaltar que, quisiera enfatizar”
si de pronto no recuerdas alguna palabra, díselo al público y continua con tu
presentación, no somos perfectos y esto puede ayudar a generar empatía con tu
auditorio.
Asume cuando te equivocas, haz una pequeña pausa y sigue adelante. Evita caer en
este error para no desvalorar tu presentación.
lanzar preguntas que fácilmente puedan responderte con un “sí” o “no”, es la mejor idea
para ocasiones en que no encuentras cómo enlazar ideas.