1- Desarrolle, valiéndose de citas textuales tanto como parafraseo
pertenecientes a los textos literarios y críticos, el tema del resquebrajamiento de los valores caballerescos y feudales. Tenga presente también los cambios económicos, políticos y sociales propios del contexto. Textos a analizar: Poema del Mío Cid, La Celestina, El Lazarillo de Tormes y Don Quijote de la Mancha. 2- Explique y ejemplifique la intencionalidad didáctico moralizante presente en El Conde Lucanor. Compare que sucede al respecto con la Celestina y El Lazarillo de Tormes. 3- Compare por similitud y por contraste “El ciclo del Cid” de Flor nueva de romances viejos con el Poema del Mío Cid y la teoría sobre el género esbozada por Menéndez Pidal.
1-Antes de comenzar con el análisis requerido, es importante destacar
que en la edad media la organización social y política se daba por medio de un sistema cerrado y orgánico, siendo este el feudalismo; un sistema que para sus privilegiados era perfecto. Sin embargo, la insatisfacción social, la rebeldía contra los poderes establecidos, suponen incurrir en la ira a los señores, el rey y de Dios mismo. Según sostiene Carlos Rodríguez Puértolas Blanco Aguinaga en Historia Social de la Literatura Española. Entre los siglos XII y XIII, el sistema entra en crisis debido al surgimiento de nuevas formas de producción y distribución. Surge un nuevo orden, un nuevo despertar económico y cultural, y frente a esto el sistema feudal, que se basada en la producción para el simple consumo, comienza a no satisfacer las necesidades de esta sociedad en desarrollo. Es aquí en donde se produce este “resquebrajamiento” de los valores caballerescos y feudales. En primer lugar, dentro del Poema de Mio Cid podemos observar que en toda la primera parte predomina con fuerza ese feudalismo, es decir, la relación vasallo-señor, tan representativa en la Edad Media. Según el crítico Carlos Rodríguez Puértolas, la intervención del héroe, en aquella primera parte, “[…] supone la perpetuación del sistema establecido, el feudal […]”. Esto se puede ejemplificar a través de los valores del pacto vasallático, la sumisión y supremacía del Cid hacia el rey, según sostiene Menéndez Pidal, representados en las siguientes citas: “[…] Al rey don Alfonso, al rey que de Castilla me ha echado quiero hacerle donación de treinta buenos caballos, cada uno con su silla, todos muy bien ofrendados, todos con sendas espadas de los arzones colgando […]”
Sin embargo, la aparición de este “nuevo orden” y en
consecuencia de este, el resquebrajamiento de valores caballerescos y feudales, se hacen presente en la segunda parte del poema; allí en donde se demuestra, pura y exclusivamente, ir contra el sistema y la clase dominante. Podemos observar, entre otros aspectos, como la alta nobleza ha perdido su prestigio y su papel representativo. Por ejemplo, esto se visualiza dentro del poema en el momento en el que el Cid le reclama a los infantes de Carrión, quienes corresponden a una nobleza de segunda categoría, que les devuelvan el dinero, demostrando no tenerlo: “[…] Devuélvanme mis dineros, que ya mis yernos no son, […] Dinero no lo tenemos ya ninguno de los dos […]”. Otro de los aspectos que demuestra este resquebrajamiento es el hecho de que “los de abajo” y los primeros burgueses hagan su aparición, según explica el crítico Carlos Rodríguez Puértolas. Esta idea queda demostrada en como el Cid, siendo un infanzón, perteneciente a la nobleza baja, es decir que nace con el ovejito de servir al rey, logra conseguir todo lo que posee, incluyendo el respeto de su propio rey. Esto lo puedo justificar a partir de la siguiente cita. ” […] el Cid con todos los suyos con gran dignidad entró, Él iba en medio de todos y los cientos alrededor. Al ver entrar en la corte al que en buenhora nació El rey Alfonso, que estaba sentada, se levantó […] En segundo lugar, y continuando con la teoría esbozada por Carlos Rodríguez Puértolas, cabe mencionar que, para lograr este resquebrajamiento o rebajamiento social y moral de la alta nobleza, en términos del autor, se acude en especial a un procedimiento desagradante y fácil de captar por las masas populares, la ironía y el humor; siendo esto lo que sucede en La Celestina, en El Lazarillo de Tormes y en El Quijote de la Mancha.
Por un lado, La Celestina es conocida como una tragicomedia y, según
la teoría de María Rosa Lida, como una “comedia humanística” A esta obra podemos ubicarla a fines del siglo XV, principios del XVI; si bien estamos posicionados en el humanismo, lo cual implica un cambio de cosmovisión importante, encontramos todavía algunos rasgos medievales. Es aquí en donde se observan los resquebrajamientos de los que antes mencionábamos. Algunos de ellos podrían ser el hecho de jugar con los valores importantes del catolicismo; lo inmoral, sin religión, la herejía, el placer, el vicio y los deseos oscuros, son aspectos que iban en contra del sistema establecido, es decir, el de la iglesia. Esto se encuentra reflejado en la siguiente cita, en la cual Calisto se declara devoto de Melibea, lo cual era considerado como un acto de herejía: “[…] Sempronio: ¿Tú no eres cristiano? Calisto: ¿Yo? Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo […]” Otra cita en cual se vislumbra otro acto de paganismo, es el momento en el cual Celestina realiza su hechizo, invocando al diablo. “[…] Celestina: Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal […]”
Según sostiene Alan Deyermond en Relaciones socio-
económicas, nexos sexuales: la sociedad de Celestina, “[…] en el nuevo mundo el criado ya no es (como era en el mundo feudal) miembro de la casa, ligado personalmente a ella, con los lazos morales entre él y el amo. En el nuevo mundo, los deberes mutuos son sustituidos por el dinero […]” y es así, como rompiendo con el pacto señor-vasallo, se puede observar en La Celestina como los criados desafían a la clase alta, porque se sienten superiores a sus amos en todo, menos en dinero. Esto se puede justificar a través de la siguiente cita, en la cual se visualiza, la relación entre Calipso y su criado Sempronio. Allí no sólo es el criado quien aconseja y menos precia a su amo, sino que también se burla de él. “[…] Calisto: ¡Vete de ahí! No me hables; si no, quizá ante del tiempo de mi rabiosa muerte mis manos causarán tu arrebatado fin. Sempronio: Iré, pues solo quieres padecer tu mal. Sempronio: ¿Dejarle eh solo o entraré allá? Si le dejo, matarse ah, si entro allá, matarme ah. […] Mas vale que muera aquel a quien es enojosa la vida que no yo que huelgo de ella […] Calisto: Mayor es mi fuego y menor la piedad de quien ahora digo Sempronio: No me engaño yo, que loco está mi amo. […]”
Por otro lado, en El Lazarillo de Tormes encontramos algunos
rasgos de resquebrajamiento que tienen que ver con lo que sostiene Carlos Rodríguez Puértolas, al respecto de que “[…] “los de abajo” también aparecen o surgen […]”, esta idea se esboza en el hecho de que, al haber cambiado la cosmovisión, todos tienen derecho a un ascenso social, ya que no existe más la pirámide social, impuesta en el viejo orden. Esta idea se fundamenta en la siguiente cita presente en El Lazarillo de Tormes “[..] y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues fortuna fue con ellos parcial, y cuántos más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto […]”. Además, encontramos rasgos que demuestran ir en contra del sistema establecido, en este caso, en contra de la iglesia. Cabe destacar que esta obra en una crítica constante a la iglesia, a la reforma luterana, al vaticano, a los sacerdotes con pecados capitales, entre otros. Un claro ejemplo de esto se observa a continuación: “[…] No nos maravillemos de un clérigo fraile porque el uno hurta de los pobres, y el otro de casa, para sus devotas y para ayudar de otro tanto, cuando a un pobre esclavo el amor le animaba […]”
Por último, en El Quijote de la Mancha visualizamos rasgos de
resquebrajamiento que, al igual que en los casos anteriores, tienen que ver con ir en contra del sistema establecido, y en contra de la iglesia. Así lo sostiene Carlos Fuentes en Cervantes o la crítica de la lectura, en la siguiente cita: “[…] el autor de Don Quijote era un consumado hipócrita que supo disfrazar sus constantes ataques contra la iglesia y el orden establecido bajo el manto de la locura de su ingenioso hidalgo, sin dejar de profesar constante y pública fidelidad al catolicismo romano y sus instituciones […]”. Además, este autor explica que la visión de la realidad ya deja de ser única, es decir deja de ser aquella impuesta jerárquicamente. Por su parte, el crítico también menciona que Cervantes, autor de El Quijote de la Mancha, se encuentra en un combate cultural, entre los rasgos vivos del orden medieval de sus rasgos muertos, las promesas del Renacimiento de sus peligros. Carlos Fuentes sostiene “[…] Cervantes fue capaz de ir más allá de la consagración del puro pasado y de la consagración del puro presente a fin de plantearse el problema de la fusión de pasado y presente. […] esta fusión convierte a la novela provecto crítico. El pasado —la ilusión que Don Quijote tiene de sí mismo cómo un caballero andante de siglos remotos— ilumina al presente —el mundo concreto de ventas y caminos, muleros y sirvientas—; y el presente (la dura vida de los hombres y mujeres que luchan por sobrevivir en un mundo injusto, cruel y feo) ilumina el pasado (los ideales quijotescos de justicia, libertad y una Edad de Oro de abundancia e igualdad) […]”. Esta idea se puede justificar a partir de la siguiente cita: “[…] este sobredicho hidalgo se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas henegas de tierras de sembradura para comprar libros de caballerías para leer […]” Otra cita que puede justificar la crítica mencionada y en donde se encuentran los ideales quijotescos de justicia, libertad y una Edad de Oro de abundancia e igualdad, es la siguiente “[…] el primero en nuestra edad y en estos calamitosos tiempos que se puso al trabajo y ejercicio de los andantes de las armas, y al de desfacer agravios, socorrer viudas, amparar doncellas de aquellas que andaban con sus azotes y palafrenes y con toda su virginidad a cuestas de monte en monte y de valle en valle […]”
2-Teniendo en cuenta la intencionalidad didáctico moralizante presentes
en las tres obras, podemos visualizar que, en primer lugar, El Conde Lucanor, legitima un nuevo orden, resultando ser un texto de adoctrinamiento. Según afirma María Rosa Lida de Malkiel en Tres notas sobre Don Juan Manuel, El Conde Lucanor busca vehiculizar la enseñanza por medio de la predicación sistemática, “[…] Con ese fin, la predicación dominicana consagra el uso de exampla y compila vastos repertorios de material narrativo moralizante [..]” La enseñanza didáctica moral, particular de la Edad Media, estaba relacionada con dos dimensiones. Por un lado, la dimensión espiritual, allí donde se buscaba la formación del espíritu y la salvación del alma; por otro, la dimensión humana, es decir se predicaba la formación de como ser un buen soberano, como cuidar la honra y el linaje. Cabe destacar que, en aquel orden, todo hombre que era considerado un buen soberano, ocupa su lugar y lo respeta, se acercaba más a Dios. Esto se puede ejemplificar a partir de la siguiente cita: “[…] Este libro fue escrito por Don Juan, con el deseo de que los hombres hagan en este mundo tales obras que les resulten provechosas para su honra, su hacienda y estado, así como para que encuentren el camino de la salvación. Con este fin escribió los cuentos más provechosos que él sabía, para que los hombres puedan guiarse por medio de ellos […]”
En segundo lugar, La Celestina también podría decirse que presenta
rasgos correspondientes a poseer una intencionalidad didáctico moralizante, particularmente representativa de la Edad Media; es así como se puede observar en su prólogo la siguiente cita: “[…] la necesidad de que nuestra común patria tiene de la presente obra, por la muchedumbre de galanes y enamorados mancebos que posee, pero aún en particular vuestra misma persona, cuya juventud de amor ser presa se me representa haber visto y de él cruelmente lastimada […]”. De esta forma, queda demostrado que Fernando Rojas intenta entrelazar la obra de tal manera, y a partir de algunos ejemplos, con el fin de demostrar a donde puede llegar a conducir un loco amor; por momentos, comparándolo con el fuego, para lo cuál se necesita una armadura. “[..]Calisto: ¿Cuál dolor puede ser tal que se iguale con mi mal? Sempronio: Mira Nero de Tarpeya A Roma cómo se ardía: Gritos dan niños y viejos Y él de nada se dolí. Calisto: Mayor es mi fuego y menor mi piedad de quien ahora digo. De esta manera, el autor de La Celestina, convierte la obra con una intencionalidad didáctico moralizante. Sin embargo, al ser una obra ubicada en el humanismo, encontramos rasgos característicos de aquel momento, tales como la celebración al goce, al placer y al cuerpo. Cabe destacar que todo gira en torno al hombre, es la vida misma de él; por lo cual, por momentos, el autor nos invita a pensar que, si bien se intentaba moralizar o educar, no se la pasaba tan mal. Podemos observar la idea mencionada anteriormente, en la siguiente cita: “[…] Melibea: Goza de lo que yo gozo, que es ver y llegar a tu persona; no pidas ni tomes aquello que, tomado, no será en tu mano volver. Guárdate, señor, de dañar lo que con todos los tesoros del mundo no se restaura. Calisto: Señora, pues por conseguir esta merced toda mi vida eh gastado. ¿qué sería, cuando me la diesen, desecharla? Melibea: Bástate, pues ya soy tuya, gozar de lo exterior, de esto que es propio fruto de amadores; no me quieras robas el mayor don que la natura me ha dado. ¡Oh mi vida y mi señor! ¿Cómo has querido que pierda el nombre y la corona de virgen por tan breve deleite? […]”
En tercer lugar, nos encontramos con El Lazarillo de Tormes. Una
obra cuyo modelo epistolar, ha acabado esbozando una autobiografía de Lázaro, tratando sus fortunas y adversidades; según términos de Rico Francisco en La novela picaresca y el punto de vista. El pasado de Lázaro se tamiza en la novela con el cedazo del presente. Según postula Rico Francisco, “[…] la manera de narrar de Lázaro nos pone continuamente sobre aviso: el mundo no es unívoco, no hay valores sino referidos a la persona, y aún a título provisional […]”. Este libro nos demuestra lo “polisémica que resulta ser la vida”, existiendo, en mas de una oportunidad, giros inesperados, de los cuales se deben salir adelante. “[…] en la vida de Lazarillo como en el tema en nuestros tiempos, la perspectiva es uno de los componentes de la realidad […]” Podemos afirmar que este texto posee un aprendizaje, ya que a pesar de todas las adversidades por las que debió atravesar Lázaro, pudo salir adelante, y ser feliz. Así lo demuestra al finalizar la carta “[…] Pues en este tiempo estaba en mi prosperidad y en la cumbre de toda buena fortuna […]”
3-Partiendo de la teoría esbozada por Menéndez Pidal puedo explicar
las similitudes y los contrastes presentes en El ciclo del Cid y El Poema del Mio Cid. Según afirma el crítico en Flor nueva de romances viejos, los romances viejos son desprendimientos de estructuras mayores; aparecen en el siglo XIV, cuando la épica comienza a decaer. Se caracterizan por ser composiciones sin autonomía, cortas y de tradición épica. Así lo define Menéndez Pidal “[…] Algunos romances más viejos no son otra cosa que un fragmento de poema, conservado en la memoria popular, la mayor parte de las veces el fragmento épico no queda así intacto, tiende a tomar vida independiente […] Esta gran masa narrativa, al desgajarse del conjunto de la Gesta, toma sustantividad y vida aparte […]” Es de esta manera como El Ciclo del Cid, al resultar ser un desprendimiento de una Gesta mayor, es decir del Poema de Mio Cid, y al perder su conexión con el conjunto o estructura mayor, tiende a transformarse, a veces olvidando detalles objetivos interesantes, y otras veces desarrollando o añadiendo elementos subjetivos y sentimentales; por lo cual, es aquí y por este motivo, en donde encontramos el contraste entre una obra y la otra. Un ejemplo de esto podría ser el tratado que se le da al carácter del héroe en cuanto a su mesura, su destreza mental y su prudencia económica. Así lo sostiene Alan Deyermond en El Cantar de Mio Cid y la épica medieval española En el Poema de Mio Cid el héroe demuestra cierta mesura, que se ve reflejada en la siguiente cita. “[…] Los ojos de Mio Cid mucho llanto van llorando, Hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos. Vio como estaban las puertas abiertas y sin candados, vacías quedan las perchas ni con pieles ni con mantos, sin halcones de cazar y sin azores mudados. Y habló, como siempre habla, tan justo tan mesurado [..]” La idea antes mencionada, se opone al hecho de que en algunos romances de El Ciclo de Cid el héroe se muestra, entre otras cosas, desmesurado; esta idea se ve reflejada en el romance veinte, el de la Jura en Santa Gadea “[…] -¡Vete de mis tierra, Cid, mal caballero probado, y no me entres más en ellas desde día en un año! – Que me place – dijo el Cid -, que me place el buen grado, por ser la primera cosa que me mandas en tu reinado. Tú me destierras por uno, yo me destierro por cuatro
Cabe destacar que, según teorías, los romances de El Ciclo del
Cid, se nutren de la Mocedades de Rodrigo, un poema que narra la vida de Rodrigo Ruy Díaz de Vivar. Allí se lo muestra como un joven irreverente, lleno de ímpetu, arrebatado y, que llega a la madurez con la experiencia. Por otro lado, los romances veinticinco, Pavor de los condes de Carrión; veintiséis, Afrenta de las hijas del Cid; veintisiete, Ordoño, sobrino del Cid, socorre a sus primas; y treinta, Cómo el Cid llegó a las cortes; sí demuestran el desprendimiento del Cantar de Mio Cid, que oralmente fueron modificándose. A modo de conclusión, es relevante entender que el Poema de Mio Cid tiene como fin, buscar un modelo de organización, enlazado con lo político; es decir, busca formar un tipo de ciudadano.