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UNIVERSIDAD PRIVADA DEL NORTE

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

Curso
DESARROLLO HUMANO Y SOCIAL

Docente:
MARIA ISABEL VALVERDE BISSO

Tema:
Ensayo argumentativo

Estudiantes

● Osores Valdivia Daniel Moisés


N00384309
● Palacios Alzamora Oskar Alonso
N00352929
● Pari Temple Gemina Magdalena
N00362852
● Pineda Fonseca Cielo Patricia
N00350593
1

INTRODUCCIÓN:
El objetivo principal de este ensayo es señalar las características más relevantes
en la etapa de la niñez y adolescencia analizando los factores que influyen en su
desarrollo como la familia, la escuela y su entorno, el impacto importante en la
formación de su personalidad, destacando la importancia de brindarles el apoyo
necesario para que puedan alcanzar su máximo potencial. Comenzaremos
dando una contextualización de acuerdo a la infancia, es un término amplio
aplicado a los seres humanos que se encuentran en fases de desarrollo
comprendidas entre la niñez y la adolescencia o pubertad. La niñez temprana (3-
6 años) es donde el niño se encuentra en plena fase de exploración, en la cual
mantiene contacto con su medioambiente. Su lenguaje y el desarrollo de su
vocabulario le permitirán socializar e integrarse a su familia, amigos y comunidad
escolar. De acuerdo al desarrollo físico, los músculos se desarrollan y se vuelven
más fuertes, su energía aumenta. La niñez intermedia comienza desde los 6 a
12 años y se desarrollan aspectos como: lenguaje, razonamiento, vida afectiva
de niños y niñas y personalidad diferenciada. De acuerdo a las etapas del
desarrollo cognitivo en esta edad según Piaget se destacan la sensoriomotriz,
preoperacional, las operaciones concretas y las operaciones formales. Con
respecto a la adolescencia, es la etapa más vulnerable que atraviesan las
personas, los adolescentes procesan sus emociones con la amígdala, de ahí que
sientan y se expresen de manera más intensa, se define las bases de la identidad
personal, se establecen las relaciones sociales y se adquieren habilidades y
conocimientos básicos para enfrentar los desafíos, ocurren cambios psicológicos
y conductuales que forman en el adolescente un autoconcepto basado en el rol
que interpretarán frente a la sociedad para luego madurar y reconocer sus
convicciones y los valores que han adoptado.
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Como futuro psicólogo, es imperativo que podamos reconocer la relevancia de


adquirir un profundo conocimiento sobre el desarrollo de dichas etapas durante
la niñez temprana, la niñez intermedia y la adolescencia. Esta posición se
fundamenta en la premisa de que entender estas etapas es esencial para
orientar de manera adecuada a las personas en su tránsito a través de las
complejas transformaciones de la pubertad y para brindarles el apoyo necesario
en su desarrollo psicológico y emocional.

Erik Erikson, uno de los principales teóricos del desarrollo, argumentó que las
etapas del desarrollo tienen efectos duraderos en la formación de la identidad
(Erikson, 1968). Esta afirmación resalta la importancia esencial de comprender
las etapas de desarrollo de la psicología infantil y adolescente. A medida que los
futuros psicólogos profundicen en el estudio de estas teorías, sentarán una base
sólida para una evaluación integral de individuos en diversas etapas de
desarrollo. Comprender las etapas del desarrollo permite un análisis más
completo y preciso de las experiencias y desafíos que enfrenta una persona en
su camino hacia la edad adulta. Por ejemplo, si un adolescente presenta
síntomas de ansiedad, los psicólogos que comprenden las etapas del desarrollo
pueden considerar cómo las cuestiones propias de la etapa de identidad y
confusión de roles pueden afectar su bienestar emocional. Esta perspectiva
enriquece la evaluación y proporciona una comprensión más profunda de la
situación del cliente. Comprender estas etapas también proporciona una base
para interpretar y contextualizar la información recopilada durante la evaluación.
Esto nos permite considerar cómo las experiencias de las etapas anteriores
afectan la situación actual de la persona. Por ejemplo, las interacciones de los
padres en la primera infancia pueden influir significativamente en la autoimagen
y las relaciones sociales en la adolescencia.

El desarrollo humano, según lo argumentado por Krauskopf (1994), tiene como


objetivo fundamental el enriquecimiento personal y social progresivo. En la
adolescencia, esta búsqueda de enriquecimiento se manifiesta de manera
intensa a medida que se actualizan las capacidades que permiten una
convivencia social positiva. Durante este período, se produce una interacción
significativa entre las tendencias individuales, las adquisiciones psicosociales,
las metas socialmente disponibles y las influencias del entorno. Esta interacción
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entre factores individuales y sociales en la adolescencia crea un contexto en el


que los jóvenes buscan equilibrar sus necesidades personales con el progreso
colectivo en un proceso de ajuste e integración transformadores. Esta dinámica
es fundamental para el desarrollo de la identidad y la formación de valores y
creencias que guiarán las interacciones sociales a lo largo de la vida.

Comprender las etapas del desarrollo psicológico de niños y jóvenes es


fundamental para garantizar un apoyo eficaz a las familias de niños y jóvenes.
García (2019) enfatizó en su estudio que apoyar a las familias a comprender
estas etapas permite a los psicólogos brindarles instrucciones y estrategias
específicas para abordar los problemas específicos de cada etapa del desarrollo
del niño. Por ejemplo, las familias de la primera infancia pueden necesitar
orientación sobre cómo establecer rutinas y límites apropiados para crear un
entorno seguro y estructurado. Por el contrario, durante la adolescencia, pueden
necesitar estrategias para lograr la independencia y una comunicación abierta
que fortalezca la relación entre padres e hijos. Este método basado en la
comprensión por etapas no sólo fortalece la cooperación entre profesionales y
familias, sino que también maximiza el efecto positivo de la intervención
psicológica en beneficio de los adolescentes, promoviendo un desarrollo
saludable y creando un ambiente familiar armonioso.

La investigación de Martínez (2021) sobre salud mental infantil y adolescente


enfatiza la importancia de comprender las etapas del desarrollo para prevenir
problemas de salud mental. Cada etapa del desarrollo implica cambios
emocionales y sociales específicos que pueden presentar diferentes desafíos y
riesgos mentales. La psicología infantil y adolescente puede utilizar este
conocimiento para identificar factores de riesgo específicos relacionados con el
desarrollo de cada individuo e iniciar medidas preventivas adecuadas en el
momento adecuado. Un ejemplo específico es que comprender las etapas del
desarrollo puede ayudar a identificar signos tempranos de ansiedad o depresión
según las características típicas de cada etapa. Abordar estos problemas a
tiempo puede evitar que se conviertan en problemas de salud mental más graves
en el futuro. Esto enfatiza la importancia esencial del enfoque preventivo en la
psicología infantil y adolescente.
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Una comprensión profunda de las etapas de desarrollo de la infancia y la


adolescencia es esencial para construir relaciones terapéuticas sólidas entre
psicólogos y pacientes jóvenes. Si los profesionales comprenden claramente las
características y desafíos típicos de cada etapa, podrán adaptar el tratamiento
de manera más precisa y efectiva. Por ejemplo, los terapeutas de la primera
infancia pueden utilizar estrategias de juego y comunicación lúdica para crear un
ambiente cómodo y de confianza. Sin embargo, como adolescente, puedes
concentrarte en crear un espacio para un diálogo abierto y respetuoso. Este
enfoque crea un ambiente terapéutico donde los pacientes se sienten
verdaderamente comprendidos y apoyados. Así, aumenta la eficacia del
tratamiento y al mismo tiempo desarrolla el deseo del joven de participar
activamente en su propio proceso de cambio y crecimiento.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Como futuro psicólogo, es imperativo reconocer la relevancia de adquirir un


profundo conocimiento sobre el desarrollo psicológico durante la niñez temprana,
la niñez intermedia y la adolescencia. Esta posición se fundamenta en que
comprender estas etapas es esencial para orientar adecuadamente a las
personas durante su crecimiento y brindarles el apoyo necesario para su
bienestar. A partir de lo analizado, se procede a concluir lo siguiente:

1. La comprensión profunda de las etapas del desarrollo infantil y


adolescente debe ser un eje central en la formación de todo psicólogo. No
puede ser un componente electivo o secundario. Esto permitirá que
diseñen intervenciones específicas apropiadas para la edad, detecten
problemas a tiempo e interpreten adecuadamente evaluaciones
psicológicas.
2. Es responsabilidad conjunta del estado, las instituciones educativas y los
psicólogos garantizar que los programas de formación profesional
enfaticen suficientemente en el estudio de las teorías y etapas del
desarrollo humano. De lo contrario, se priva a los futuros psicólogos de
conocimientos indispensables para un ejercicio profesional ético y
responsable.
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3. Los psicólogos, como expertos en desarrollo humano, tienen tanto la


oportunidad como la responsabilidad de educar y capacitar a padres de
familia y cuidadores en estrategias de crianza efectiva acordes a cada
etapa del crecimiento. Implementar programas comunitarios sobre
prácticas de crianza positiva, liderados por psicólogos, tendría un impacto
significativo en la salud mental infantil más allá del alcance del consultorio
clínico individual. Se requiere que más psicólogos asuman este rol
proactivo de agentes de cambio a nivel colectivo. Más que un tema
teórico, el desarrollo infantil es un imperativo ético para la psicología. De
ello depende diseñar intervenciones que permitan el florecimiento del
potencial humano y la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
4. Comprender a profundidad las necesidades y procesos evolutivos en las
distintas etapas del ciclo vital es indispensable para que los psicólogos
puedan promover intervenciones que potencien las capacidades
humanas, prevengan problemas emocionales y conductuales, y fomenten
el florecimiento individual y social. Va más allá de ser un tema académico:
es un imperativo ético que debe guiar el ejercicio profesional hacia la
construcción de una sociedad más empática, inclusiva y solidaria.
5. Es indispensable que desde la psicología se promueva decididamente la
investigación continua sobre el desarrollo humano, particularmente en las
etapas infantil y adolescente, que aún no se comprenden cabalmente. Se
necesitan más estudios longitudinales, con muestras poblacionales
diversas y enfoques interdisciplinarios, para seguir elaborando las teorías
existentes. Los psicólogos pueden y deben liderar este esfuerzo científico
para la generación de nuevo conocimiento que fundamente
intervenciones más efectivas en beneficio de la salud mental infanto-
juvenil.

Asimismo, a partir de lo redactado anteriormente, damos las siguientes


recomendaciones:

Recomendaciones relacionadas con Erik Erikson y el desarrollo psicológico:


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1. Fomentar la formación y capacitación continua de psicólogos y


profesionales de la salud mental en las teorías del desarrollo, como la de
Erik Erikson, para que puedan aplicar eficazmente estos conocimientos
en la evaluación y el tratamiento de sus pacientes.
2. Promover la colaboración interdisciplinaria entre psicólogos, pedagogos,
y otros profesionales que trabajan con niños y adolescentes para
garantizar una comprensión holística de las etapas del desarrollo y una
atención más completa.
3. Integrar la perspectiva de las etapas del desarrollo en la educación de
padres y cuidadores, proporcionándoles orientación y recursos para
abordar las necesidades específicas de sus hijos en cada etapa.
4. Fomentar la investigación continua sobre el impacto a largo plazo de las
experiencias durante las etapas del desarrollo en la salud mental y el
bienestar de los individuos, con el objetivo de desarrollar intervenciones
preventivas más efectivas.
5. Incentivar la formación de terapeutas y psicólogos especializados en
terapia infantil y adolescente que puedan adaptar sus enfoques
terapéuticos según las necesidades y características de desarrollo de sus
pacientes, fortaleciendo así la relación terapéutica y la efectividad del
tratamiento.

BIBLIOGRAFÍA

Feixa, C. (2020). Identidad, Juventud y Crisis: el concepto de crisis en las teorías

sobre la juventud. Revista española de sociología, 29(3-Sup2), 11–26.

https://doi.org/10.22325/fes/res.2020.72

Gómez-Becerra, I., Flujas, J. M., Andrés, M., Sánchez-López, P., & Fernández-
Torres, M. (2020). Evolución del estado psicológico y el miedo en la
infancia y adolescencia durante el confinamiento por la COVID-19.
Revista de psicología clínica con niños y adolescentes, 7(n° 3), 11-18.
https://doi.org/10.21134/rpcna.2020.mon.2029
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Juventud, 7(2), 785-802.
https://www.redalyc.org/pdf/773/77315614009.pdf

Silva, I. (2022). La adolescencia y su interrelación con el entorno. Instituto de la


Juventud.
https://www.injuve.es/sites/default/files/adjuntos/2022/06/la_adolescencia
_y_su_interrelacion_con_el_entorno.pdf

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