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(UTESA)
FECHA DE ENTREGA:
15 DICIEMBRE 2022
CAPÍTULO 1 CÓMO SE FORMA UN TERAPEUTA INFANTIL
EL PROCESO DE FORMACIÓN
Estudiar psicología nos garantiza un título profesional, y, dentro de ello, una manera de ver,
comprender y entender al ser humano, pero el nivel de especialización se va alcanzando
con el tiempo.
Esta parte del capítulo aclara que más que tener una carrera profesional se necesita
compromiso y vocación al elegir con responsabilidad ser terapeuta infantil.
A pesar de que pasen los años y la experiencia profesional que se tenga, siempre nos
sentiremos estresados, con inquietudes y preocupados por los pacientes nuevos, como si
fuera el primer paciente. Con el que tuviste miedo de equivocarte, fallar o no saber cómo
actuar.
Cuando un paciente llega a nuestra consulta, puede saber o no a que viene, tener claridad
que algo ocurre o responder a la necesidad de otro que le indicó que sería «bueno asistir»,
independiente de la motivación de la asistencia. Lo que sí está claro, es que cada sujeto
asiste «con un motivo de consulta» que pese a ser confuso o poco propio, indica que algo
pasa.
Es de entenderse que la tarea de ser psicoterapeuta no es nada fácil, hay que enfrentarse con
muchas inseguridades, miedo, con la ansiedad de saber que te evaluarán como profesional,
de que tienes que batallar con miedos personajes, son puntos que van con el avance del
profesional dado a que le recuerda que más que profesional de la conducta también es un
ser humano.
Los temores de iniciar un proceso son normales. Lo importante es estar atento a aquello que
nos causa miedo; ponerle nombre a los fantasmas ayuda a espantarlos.
Para la realización de una psicoterapia no basta solo con conocerse a sí mismo, sino que
también se requiere el desarrollo de un nivel de comprensión o lógica clínica que permita
acercarse a un sistema consultante determinado. Esa lógica se origina desde la formación
profesional, y se enmarca en miradas teóricas asociadas al ser humano.
Estos serán nuestros lentes para mirar, y a su vez serán los lentes con los que mirarán
nuestros consultantes. Si bien podemos compartir contextos globales culturales, en los
sistemas de creencias individuales y familiares las diferencias se notan más, y si bien esto
que señalamos es de igual consideración con los adultos, en relación al segmento infantil
cobra un valor especial, ya que la brecha entre el terapeuta y el niño/a es significante. Las
diferencias pueden ser aún más abismantes de lo que pensamos por las variables del ciclo
vital.
Dentro de los aspectos concretos que debemos considerar en relación a los niños al
momento de comenzar un trabajo conjunto están: Etapa del ciclo vital y sus características,
considerando lo normativo y no-normativo. Aquí incluye: