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Evaluación Psicológica
Nombre del facilitador
Mtra. Abril Castañeda Luna
Actividad
2.2 Resumen concepto de habilidad, Capítulo 3 del
libro Psicometría aplicada
Alumno:
La utilización del término "inteligencia" ha sido objeto de cuidado debido a sus diversas connotaciones.
Aunque generalmente el termino busca describir un aspecto conductual que, aunque infinitamente
complejo, pueda ser comprendido por quienes estudian la aplicación de la medición en psicología. Para
abordar la aplicación de pruebas psicológicas en la medición de la inteligencia, es esencial retroceder en
el tiempo y explorar la evolución del estudio de este fenómeno psicológico.
El desarrollo histórico revela tres enfoques fundamentales para estudiar la inteligencia: la psicología
experimental, las investigaciones genéticas y los métodos multivariados. La psicología experimental,
centrada en laboratorios, ha buscado comprender aspectos como percepción, cognición y aprendizaje.
Desde la perspectiva genética, figuras como Piaget distinguen contenido, función y estructura de la
inteligencia. En cuanto a los métodos multivariados, se emplean interrelaciones y análisis factorial para
comprender la inteligencia como un conjunto de variables interconectadas. La historia de la investigación
sobre la inteligencia se remonta a pensadores como Platón y Aristóteles, pero el impulso significativo
ocurrió en la segunda mitad del siglo pasado. Darwin influyó con sus teorías sobre la herencia y la
adaptación, mientras que Galton introdujo el concepto de "prueba mental" y la eugenesia. Pearson
desarrolló métodos estadísticos para estudiar diferencias individuales, y en Francia, Binet abordó la
medición de la inteligencia, diseñando la escala Binet-Simon.
Binet definió la inteligencia como la tendencia a tomar y mantener una dirección, destacando la
adaptabilidad y la autocrítica. La prueba Binet-Simon, creada en 1905 y revisada en 1908, se basa en
pruebas-reactivos agrupadas por edades para evaluar el desarrollo mental de los niños. Su objetivo era
identificar diferencias en grados de brillantez o subnormalidad, donde la aplicación de pruebas
psicológicas a la medición de la inteligencia ha evolucionado históricamente a través de enfoques
experimentales, genéticos y multivariados. Desde Platón hasta Binet, la comprensión de la inteligencia
ha sido moldeada por diversas corrientes, y las pruebas, como la Binet-Simon, han sido fundamentales
para evaluar el desarrollo mental en niños. Este viaje histórico ilustra la complejidad y diversidad de la
inteligencia, proporcionando herramientas para su medición y comprensión en el ámbito de la
psicología.
La Prueba de Matrices Progresivas de Raven, desarrollada por John C. Raven, se fundamenta en la teoría
bifactorial propuesta por Charles Spearman. Esta teoría sugiere que la inteligencia puede ser desglosada
en un factor general (g) y factores específicos asociados con habilidades particulares. Según Spearman,
las pruebas psicológicas, en última instancia, contienen un factor común general que subyace a todas las
habilidades cognitivas y explica la varianza compartida entre ellas.
En el contexto de la teoría bifactorial, la Prueba de Raven se diseñó para evaluar la capacidad de de los
individuos para deducir relaciones y correlaciones a través de un formato no verbal. La tarea principal
consiste en percibir la estructura de matrices y seleccionar la figura que completa adecuadamente cada
conjunto de relaciones presentado. Este enfoque busca medir la habilidad del sujeto para discriminar,
analizar e integrar lógicamente las relaciones presentadas en un formato visual sin depender
significativamente de la percepción espacial.
El análisis factorial aplicado a esta prueba ha revelado que, en gran medida, las Matrices Progresivas
miden el factor g de manera extensiva, siendo el factor que refleja la capacidad cognitiva general.
Además, se ha observado que la influencia del factor de percepción espacial es relativamente menor en
comparación con otras habilidades cognitivas evaluadas por la prueba. Raven interpreta este factor g
como la capacidad del individuo para deducir relaciones y correlatos, una noción alineada con la idea
central de Spearman sobre la inteligencia. La Prueba de Matrices Progresivas de Raven se concibe como
una herramienta que se alinea con la teoría bifactorial de Spearman, proporcionando una medida no
verbal de la capacidad de deducir y comprender relaciones, destacando así la importancia del factor g en
la evaluación de la inteligencia. La teoría de las habilidades humanas, basada en las contribuciones de
investigadores como Spearman, Binet, Thurstone y Guilford, ha experimentado un desarrollo significativo
a lo largo de los años. A continuación, se presenta un análisis detallado de esta perspectiva:
1. Teoría Bifactorial de Spearman: La teoría de Spearman propuso un factor general (g) como la
base de la inteligencia, junto con factores específicos (s) relacionados con habilidades
particulares. La Prueba de Matrices Progresivas de Raven es un ejemplo de una prueba que sigue
este enfoque, diseñada para evaluar la capacidad de deducir relaciones y correlaciones de
manera no verbal.
2. Crítica a la Equivalencia de Pruebas: Se menciona la prueba de Anstey (de dominós) como otro
ejemplo construido sobre las mismas bases, pero se destaca que el grado de correlación entre
las pruebas de Raven y Anstey no es lo suficientemente alto como para considerarlas
equivalentes.
3. Análisis Factorial y Desarrollos Post-Spearman: Se reconoce la importancia del análisis factorial
en el estudio de la inteligencia. Cyril Burt propuso un modelo jerárquico con niveles de
bifurcación que incluyen habilidades intelectuales y prácticas. Thurstone, un destacado psicólogo
estadounidense, se centró en el desarrollo matemático del análisis factorial y propuso múltiples
factores de habilidades humanas.
4. Estudios de Thurstone y Factores de Habilidades: Thurstone realizó estudios exhaustivos
utilizando más de sesenta pruebas psicológicas, identificando factores como comprensión
verbal, fluidez verbal, factor numérico, factor espacial, velocidad perceptual, memoria y
razonamiento general. Destacó la importancia de factores específicos y la estabilidad de algunos
factores a lo largo del tiempo.
5. Desarrollos Post-Thurstone: French (1951) informó más de cuarenta factores de habilidades
bien establecidos hacia 1950, Guilford (1961) propuso la estructura del intelecto, clasificando
habilidades en cinco grupos: cognición, memoria, pensamiento convergente, pensamiento
divergente y evaluación.
6. Clasificación de Guilford y Modelo de la Estructura del Intelecto: Guilford clasificó factores
según tipos de operaciones (cognición, memoria, pensamiento convergente, pensamiento
divergente, evaluación) y clases de materiales (figuras, símbolos, contenido semántico). Propuso
un modelo sólido (cubo) que simboliza la estructura del intelecto con dimensiones y elementos
específicos en cada celdilla.
En el tipo de transformaciones producidas por una variedad, podemos localizar tres factores,
reconocidos como habilidades de redefinición, implicando en cada caso la redefinición del cambio de
funciones o del empleo de partes de una unidad y dándoles nuevas funciones o empleos en alguna
nueva unidad. Puede ser probado esto por medio de tareas concretas y simbólicas. Para el factor de
redefinición semántica puede aplicarse la prueba de transformación gestáltica. La producción
convergente de implicaciones significa el diseño de conclusiones totalmente determinadas, a partir de
una información dada. El factor bien conocido de facilidad numérica se encuentra a través de la columna
de simbolismos. La habilidad paralela en la columna de figuras contiene la prueba de razonamiento de
figuras, que define operacionalmente la manera en que utilizan las figuras. En la columna semántica
encontramos probablemente el factor llamado “deducción”.
El área evaluativa aparece al final de todas las categorías operacionales. Dentro de la matriz de
evaluación se han reconocido solamente ocho habilidades, pero cinco hileras, al menos han tenido uno o
más factores, así como tres de las columnas correspondientes a las categorías de contenido. La
evaluación considera en cada cada caso la búsqueda de decisiones, como seguridad, beneficio,
conveniencia o funcionalidad de la información.
Por otra parte, existe un factor que se conoce como “sensibilidad a los problemas”. Este factor se ha
distinguido por considerársele como una habilidad evaluativa que se relaciona con implicaciones. En un
principio, los tests de ejecución fueron diseñados como suplementos o, a veces, como sustitutos de la
escala Stanford-Binet, a fin de examinar niños sordos, analfabetos y personas que no hablaran inglés.
Asimismo, estos tests fueron elaborados para aplicarlos a niños en los cuales se sospechaba que tenían
dificultades para la lectura o que expresaban conductas que denotaban déficit de habilidades
intelectuales, producidas por influencia ambiental o por problemas inherentes de tipo biológico. Un
punto de vista que ha provocado una gran división entre los teóricos de este campo es el de si los
aspectos cognoscitivos y no cognoscitivos de las diferencias individuales podrían separarse. Todo el
mundo puede estar de acuerdo en que ambos aspectos interactúan en la vida diaria del sujeto; sin
embargo, históricamente se sabe que existe una distinción entre dos características de la naturaleza
humana: el razonamiento y la emoción, la habilidad y la motivación, etcétera. Muchos psicólogos han
estado de acuerdo con que tales divisiones no son más que artificios llevados a la práctica y que quienes
evalúan la inteligencia tienen que admitir plenamente que la motivación y la personalidad son aspectos
no eliminables de la medición mental. El aprendizaje de habilidades, particularmente en las escuelas, ha
conducido a la consideración de que si la función de esas instituciones es estimular el logro del
desarrollo intelectual, obliga a diferenciar los “deseos y las actitudes” como partes componentes de la
inteligencia o como elementos totalmente independientes de ella.
David Wechsler, quien ha elaborado instrumentos para niños y adultos, a fin de poder evaluar el nivel
intelectual, durante mucho tiempo ha insistido en que la inteligencia y otros tipos de características (a
las cuales se les conoce con diversas denominaciones, por ejemplo, el mal llamado “temperamento”) no
pueden estar separadas. Wechsler, trabajando en el Hospital Psiquiátrico de Bellevue, Nueva York,
desarrolló su primer instrumento de medición intelectual, el cual difería en muchos aspectos de los
elaborados hasta entonces, particularmente del de Binet. Este instrumento, denominado escala
Wechsler-Bellevue, cuyos fundamentos lógicos están sustentados en el concepto de “inteligencia
general” (un tanto erróneo) y en la validez racional, más que en la empírica, fue publicado en 1939.
a) que los productos finales de la inteligencia no están sólo en función del número de habilidades,
sino también de la forma en que se combinan para operar, es decir, lo que él llama “su
configuración”
b) que existen, en cierto sentido, otros factores independientes de las habilidades intelectuales,
que influyen en la conducta intelectual, como son los incentivos y los impulsos o motivaciones,
intenciones, etcétera.
c) el hecho de que en ciertas tareas se exija una mayor “cantidad” de habilidad intelectual
específica no implica un “aumento” en la efectividad o eficiencia de la conducta intelectual como
un total.
Como quiera que sea, la única forma obtenible de evaluación de la inteligencia es mediante la medición
de diversos aspectos de esas habilidades. No existe contradicción alguna entre los términos “inteligencia
general” y “habilidad intelectual”. Thorndike fue el primero en desarrollar la idea de que la medición de
la inteligencia consistía en la evaluación cuantitativa de los productos mentales en función de la
medición de ciertas habilidades mentales. Los tests de aptitud o de capacidad miden lo que el sujeto
puede hacer.
El método cuantitativo del rendimiento, como el que se emplea en las pruebas de la inteligencia, tiene
varias ventajas, entre ellas las siguientes:
Se ha establecido la correlación entre la escala de inteligencia y la escolaridad, así como la relación con
juicios subjetivos de maestros sobre el rendimiento académico de los alumnos. Además, el incremento y
decremento de calificaciones en función de la edad y la constancia de medidas como los cocientes
intelectuales han sido criterios para determinar la validez de la escala. La prueba de Stanford-Binet ha
demostrado una correlación significativa de 0.82, indicando que ambas pruebas miden lo mismo en gran
medida. Esta validez se ha extrapolado a la predictiva, respaldando afirmaciones sobre el
comportamiento futuro de los individuos. En términos de confiabilidad, las correlaciones test-retest han
arrojado resultados satisfactorios, con coeficientes que varían de 0.60 a 0.80, siendo el coeficiente total
comparable al de la prueba Stanford-Binet, aproximadamente de 0.90. Wechsler realizó análisis
estadísticos exhaustivos para garantizar la validez y confiabilidad de su instrumento de medición de la
inteligencia. Este instrumento es aplicable en diversos estudios, incluyendo confiabilidad temporal,
consistencia interna, calificación por jueces, validez predictiva, concurrente, de contenido, así como
análisis factoriales.
La escala de inteligencia Wechsler se compone de subtests verbales y de ejecución, cada uno evaluando
diferentes facetas de la inteligencia. La escala para niños incluye pruebas suplementarias para equilibrar
la calificación global del sujeto. Separar el trabajo intelectual en escalas verbal y de ejecución no implica
la medición de tipos distintos de inteligencia, sino diferentes formas de expresión. La descripción
detallada de los subtests revela la diversidad de habilidades evaluadas. La prueba de información
destaca la importancia del conocimiento adquirido en oportunidades educativas y culturales. La
comprensión general mide razonamiento abstracto y organización del conocimiento. El subtest de
aritmética sorprende con una carga alta en memoria. El de semejanzas evalúa abstracción y
generalización. El subtest de retención de dígitos se centra en la memoria y la atención. El vocabulario
refleja la escolaridad y la amplitud de la información verbal. Los subtests de ejecución, como el de
completamiento de figuras, evalúan habilidades perceptuales y conceptuales. El ensamble de objetos
destaca factores analíticos y organizativos no verbales. La prueba de símbolos de dígitos se centra en la
asociación de números y símbolos, mostrando ambigüedad en su estructura factorial. En conjunto, la
escala de Wechsler se erige como un instrumento integral para evaluar la inteligencia, respaldado por
rigurosos análisis y aplicaciones en diversos contextos, incluyendo México.
En la tabla 2 se presenta una clasificación detallada de las funciones subyacentes y los factores
influyentes en la ejecución de la escala de Wechsler, destacando subtests como Información,
Comprensión, Aritmética, Similitudes, Vocabulario y Retención de dígitos. Estos subtests evalúan
diversas habilidades cognitivas, desde la capacidad de retención hasta el razonamiento abstracto y la
formación de conceptos.
CONCLUSIONES
La noción de "inteligencia" ha sido objeto de cautela debido a sus diversas connotaciones, buscando
describir un aspecto conductual complejo comprensible para aquellos que estudian la aplicación de la
medición en psicología. En esté resumen exploratorio se intentó abordar la aplicación de pruebas
psicológicas en la medición de la inteligencia, retrocediendo en el tiempo para explorar la evolución del
estudio de este fenómeno psicológico. Desde los pensadores como Platón y Aristóteles hasta el impulso
significativo en el siglo pasado, la investigación sobre la inteligencia ha sido influenciada por figuras
como Darwin, Galton y Binet. Este último, con la creación de la escala Binet-Simon, definió la inteligencia
en términos de adaptabilidad y autocrítica, marcando un hito en la medición de la inteligencia en niños.
La Prueba de Matrices Progresivas de Raven, desarrollada por John C. Raven, se basa en la teoría
bifactorial de Charles Spearman, desglosando la inteligencia en un factor general (g) y factores
específicos. Este enfoque no verbal busca medir la capacidad del individuo para deducir relaciones y
correlaciones. La evolución de la teoría de las habilidades humanas, desde la teoría bifactorial de
Spearman hasta los desarrollos post-Thurstone y la clasificación de Guilford, ha llevado a una
comprensión más rica y matizada de la inteligencia. Se exploran habilidades divergentes y convergentes,
destacando la necesidad de analizar críticamente los factores y su relevancia. El texto también aborda la
perspectiva de David Wechsler, quien insistió en la inseparabilidad de la inteligencia y otros aspectos de
la personalidad. Su escala de inteligencia, tanto para niños como para adultos, se basa en subtests
verbales y de ejecución, evaluando una diversidad de habilidades cognitivas. La medición de la
inteligencia se aborda como un proceso estadístico, y se discute la correlación entre la escala de
inteligencia y la escolaridad. La tabla 2 y la tabla 3 presentan una clasificación detallada de las funciones
subyacentes y los factores influyentes en la ejecución de la escala de Wechsler, destacando subtests que
evalúan desde la retención hasta el razonamiento abstracto.
Desde los inicios de la investigación en la inteligencia hasta las herramientas de medición
contemporáneas como la escala de Wechsler, el estudio de este fenómeno ha evolucionado,
proporcionando un entendimiento más completo y refinado de las capacidades cognitivas y prácticas de
las personas.
FUENTES