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Reflexiones sobre la Vocación del Educador Rural en Colombia

Andres Mauricio Rojas Oviedo

Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad Tecnológica de Pereira

Licenciatura en Etnoeducación

Mg. Carlos Andres Guerrero Montoya

22 de febrero de 2024
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Reflexiones sobre la Vocación del Educador Rural en Colombia

“Ojalá vivamos en el mundo que todos queremos que exista”


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A continuación, encontrará un escrito reflexionado sobre el educador rural en nuestro

país. Teniendo en cuenta que Colombia, al censo del 2018 del DANE tiene una estimación

preliminar de 48.258.494 habitantes de los cuales el 22.9% (11.051.195) viven en centros

poblados y en zonas rurales dispersos, es estrictamente necesario cuestionarnos como se están

educando los niños, niñas, jóvenes y adultos que componen estos mas de once millones de

personas, que a hoy siete años después del censo del 2018 debe haber crecido por cada año el

0.4% según la tasa de crecimiento de la población en la base de datos de la CEPAL.

Pero en el ejercicio mayéutico de pensar en cómo se están educando en las zonas rurales,

remito a pensar: primero en cual es la situación, el contexto general de la educación rural en

Colombia en los últimos años; y segundo, remito a pensar en los educadores a quienes se les ha

encargado la misión educativa allí, sin vocación docente no hay educación, por tal razón un

estudiante de licenciatura en su último semestre de formación de pregrado da voz a la pregunta

guía del documento ¿Cómo se visualiza como educador en contexto rural? Es valido

detenernos en este cuestionamiento, porque de la visión de la educación rural que tenemos los

profesores en formación, depende la evolución educativa en los contextos rurales colombianos.

En Colombia cuando hablamos de educación rural se entiende a la educación que se

ofrece a escuelas y colegios localizados por fuera de las cabeceras municipales, dando un sentido
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que lo rural comienza donde se termina lo urbano ¿Pero será esto cierto? Pues (Soler Rocha,

2016) nos dice que en un país donde la migración de la población rural a los cinturones de

marginalidad de las urbes a causa de cientos de conflictos internos, no se configura ni reconocer

como urbana solo por el hecho de haber cambiado de lugar en el territorio, pues estas familias

siguen siendo de raigambre rural.

En mi historia personal dentro del sistema de educación nacional fui educado de primer a

tercer grado de básica primaria en escuelas rurales bajo la metodología “escuela nueva”, en mi

caso, puedo describir esta educación como aparente. Si hay un lugar a resaltar en el territorio de

las comunidades campesinas es la escuela, suele ser el lugar más “bonito” en las veredas, por lo

menos tiene una infraestructura en general buena, amplia, recreativa, lúdica, apta para ser el

centro de reuniones y asambleas campesinas, y el centro de formación y desarrollo de niños,

niñas, jóvenes y adultos. Digo que es aparente porque pareciese que en un centro educativo rural

lo único que interesa es la infraestructura y lo bonito que se ve, pues poca o nada de inversión se

realiza posterior a la construcción inicial, y menos aún inversiones en materiales didácticos y

recurso humano calificado para atender las poblaciones, convirtiendo las escuelas rurales en una

aparente presencia del estado y de calidad educativa, pero la realidad, que es todo lo contrario, se

ha divisado en los frutos. La construcción de escuelas rurales es el panfleto de las campañas a

alcaldías y gobernaciones.

Una de las situaciones que me llaman la atención de la educación rural es la formación de

los futuros docentes que ejercerán su quehacer profesional en esos colegios y escuelas. La

formación académica que se lleva a cabo en universidades tiene poco contacto con realidades

rurales, las experiencias académicas y de prácticas usualmente se realiza en las cabeceras

municipales, o en zonas urbano-rurales sin una inmersión real en contextos situacionales sociales
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de los territorios. Estos vacíos en los profesionales son causales de una educación rural

descontextualizada que termina preparando a sus estudiantes para ser buenos consumidores,

obviando en aulas perdidas en montañas, valles y paramos del campo y toda la ruralidad de

nuestro país (Arias Gaviria, 2017).

Los desconocimientos contextuales y la idealización del progresismo pueden llevar

también a que los educadores observen folclóricamente al campo, con grandes imágenes y

reflexiones de como debe ser la educación, pero con una metodología y prácticas vanas que

impiden cumplir con lo deseado. Sin embargo, sin duda alguna desde mis experiencias

personales la ruralidad es el espacio ideal para crecer como maestros, para sacar a flote

habilidades ocultas y para crear lazos con la alteridad. En el campo los frutos como educadores

gracias al sacrificio recobra mucho más valor.

Por otro lado, como educador rural me visualizo como una esponja que se lanza al mar y

permite empaparse de todo lo que hay a su alrededor, de los valles y montañas, de los ríos, de la

jerga popular, de las festividades, de su filosofía de vida, del entusiasmo de niños y niñas

deseosos de aprender, de las familias que encuentran en la escuela una oportunidad y una

esperanza, de los disgustos y errores que generan aprendizaje, y mas que nada dejarme inundar

por el amor y el deseo de entregar la vida por justas causas.

Para concluir, una realidad valiosa en que debemos pensar los docentes con miras a

ejercer en la ruralidad es algo que he aprendido en mi corta vida: la vocación, cuando se tiene el

don, lo demás llega por añadidura. Esto aplica para todos los ámbitos profesionales de la vida,

cuando existe gusto por la labor ni siquiera es trabajo, es disfrute en todo momento. Por tal

motivo, los profesores rurales debieran tener esta vocación muy clara porque con su fuego

encendido tienen total capacidad de animar y encender a otros. En mi caso el fuego del deseo de
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ser profesor fue encendido por profesoras que, con poco, por pasión hicieron mucho, amaban lo

que hacían. De lo contrario esta labor será el martirio.

Referencias
Arias Gaviria, J. (2017). Porblemas y Retos de la Educación Rural Colombiana. Educación y Ciudad, 53-62.

Soler Rocha, J. E. (2016). Educación Rural En Colombia: Formación de Maestros en Entornos Rurales, su
Trayectoria y Retos. International Journal of Humanities and Social Science , 1-8.

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