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Ian Thomson
Newman
16 de marzo de
2000/04 de junio de
2009
LA COLECCIÓN DE LOCOMÓVILES DE CARAHUE EN EL
CONTEXTO DE LA HISTORIA DEL VAPOR COMO
FUERZA MOTRIZ EN CHILE
Ian Thomson Newman, jueves, 16 de marzo de 2000, rev: jueves, 04 de junio de 2009
CONTENIDO
1. LA LARGA CARRERA, RECIÉN EXTINGUIDA, DEL VAPOR COMO FUERZA
MOTRIZ: una introducción al tema.
2. LAS PRIMERAS APLICACIONES EN CHILE DE LA FUERZA DEL VAPOR: un
resumen, partiendo con los primeros buques a vapor, de Lord Cochrane y
William Wheelwright.
3. LAS MÁQUINAS A VAPOR TERRESTRES, AUTOMOVILIZADORAS, Y NO
FERROVIARIAS: principalmente sobre los traction engines, o tractores a
vapor.
4. LOS LOCOMÓVILES: el tema principal del presente artículo.
5. POSIBLEMENTE, LA COLECCIÓN PERMANENTE MÁS GRANDE EN EL
MUNDO DE MÁQUINAS A VAPOR RODADAS NO FERROVIARIAS: un
homenaje a la exhibición de Carahue, y a sus promotores y cuidadores.
6. LAS LOCOMOTORAS A VAPOR: también presentes en el Museo, y, alguna
vez, transportadoras de personas y bienes sobre el ramal a Carahue.
7. A LA CAZA DE LOS ÚLTIMOS LOCOMÓVILES: un cuento de un recorrido
para registrar los fines de la época en que los locomóviles prestaron
servicios a la agricultura chilena.
1. La larga carrera, recién extinguida, del vapor como fuerza motriz.
En Chile, a lo largo de los pasados 170 años, la fuerza del vapor ha sido aplicada a:
(i) el transporte marítimo; (ii) el transporte fluvial; (iii) el transporte ferroviario; (iv) el
transporte camionero, en escala reducida; (v) la agricultura; (vi) la industria, y; (vii) la
generación de energía. Ahora, la larga carrera del uso regular del vapor ha llegado a su fin,
sin contar las últimas dos aplicaciones. Un muy digno recuerdo de la era del vapor es la
colección de maquinaria, principalmente locomóviles pero que comprende además dos
locomotoras y un tractor, iniciativa de la Alcaldía de Carahue, que fue inaugurada el jueves
15 de julio, 1999 y que, unos diez años después, se encuentra en vías de convertirse en
Monumento Histórico Nacional.
Sin embargo, es seguro que casi veinte años antes del inicio de actividades de la
Pacific Steam Navegation, había llegado a Chile otro buque a vapor, menos significativo
en términos de su contribución al desarrollo nacional pero quizás más importante
históricamente, por el mero hecho de haber sido el primero. De él se sabe muy poco, y la
información disponible no es siempre internamente congruente; llevó el nombre Rising
Star, que fue construido en Gran Bretaña y navegado en 1821 a Valparaíso, aprovechando
seguramente, además de la fuerza del vapor, la del viento.† Fue traído por orden del
Almirante Lord Cochrane, pero no dio los resultados anticipados; uno de sus problemas
habría sido el hecho de que, en esos momentos, no había dentro de muchos miles de
kilómetros del Puerto una fuente explotada de carbón mineral, el que se habría tenido que
*
Sin embargo, parece que antes del arribo de la locomotora Copiapó, fue enviada a Chile, con fines demostrativos, una
locomotora a vapor en miniatura. Véase: I. Thomson, ¿La Primera Locomotora en Chile?, disponible en:
http://www.monumentos.cl/OpenDocs/asp/pagDefault.asp?boton=Doc53&argInstanciaId=53&argCarpetaId=67&a
†
rgTreeNodosAbiertos=(67)&argTreeNodoActual=67&argTreeNodoSel=67&argRegistroId=615.
Véase, por ejemplo: R. Gardner (editor), The merchant ship before 1900: the advent of steam, Conway Maritime Press,
Londres, 1993; véase la página 15.
traer, a un costo exorbitante, del mismo país de donde había llegado el propio navío.*
En Europa, aun antes de que la fuerza del vapor fuera aplicada al movimiento
ferroviario, había sido probada al caminero, pero con escaso éxito. Este fracaso se debió a la
poca potencia de las primeras máquinas y a la mala condición de los caminos
contemporáneos, lo que generó mucha fricción entre el camino y las ruedas de los vehículos
que circulaban sobre él, significando que éstos, sean movidos a caballo, por la fuerza
humana, o por el vapor, para poder automovilizarse tuvieron que desarrollar una fuerza
considerable. Esta fuerza muy difícilmente pudo ser producida por primitivas máquinas a
vapor, cuya eficiencia termomecánica, probablemente, fuera de alrededor de un 2%.
Además, por ser pesadas, en el mejor de los casos, las máquinas pudieron apenas mover a sí
misma; arrastrar un remolque les fue imposible. La primera máquina a vapor caminera fue
desarrollada y construida por Richard Trevithick, un nativo del cantón de Cornwall, en el
suroeste de Inglaterra, que una vez nos hizo una visita a Chile.†
El primer traction engine parece haber sido producido por la empresa Ransomes
and May, de Ipswich, Inglaterra, en 1842. Pudo mover a sí mismo, pero no contó el poder
suficiente para arrastrar carga. Unos 15 años iban a pasar hasta que el traction engine se
convirtiera en una máquina de aplicación práctica y económica; luego empezó a producirse
en cantidades considerables.‡ Los traction engines fueron producidos no solamente en
Inglaterra, sino también en otros países, especialmente los Estados Unidos y Alemania.
4. Los locomóviles.
En Chile, los locomóviles se distribuyeron entre las provincias ocupadas por las
actuales regiones quinta y undécima. En sus últimos años, se hallaron desplazados hacia los
bosques del sur, por retirarse primeramente de las zonas más nortinas, de Chile central,
donde los agricultores estaban en mejores condiciones financieros de adquirir máquinas más
modernas a combustión interna, donde el agua para las calderas era relativamente escasa (en
el verano) y a veces además de mala calidad, y en las que la leña para alimentar los fogones
era más cara que en el sur.
Los esfuerzos necesarios para trasladar un locomóvil, desde un sitio a otro, fueron a
veces gigantescos, y hoy en día a veces cuesta comprenderlos. El profesor Victor León habla
de una demora de 3 días para transportar un locomóvil sobre los 22 km desde Puente
Negro, al este de San Fernando en la actual VI Región, al fundo de Las Cuevillas, en Las
Peñas.* Este traslado tuvo lugar en los años treinta. Yuntas de bueyes fueron necesarias no
solamente para arrastrar las máquinas en las subidas; fueron igualmente obligatorias para
frenarlas en las bajadas. Durante una expedición para ubicar locomóviles para la colección
de Carahue, un dueño de un motor nos contó al entonces señor Alcalde Herrera y al autor
de la presente nota de cómo había llegado la máquina a sitio donde se encontraba, tirada por
32 bueyes motoreros.