La comunicación como objeto de estudio
César Arrueta - Marcelo Brunet - Juan Guzmán
| compiladores |
La Comunicación
como Objeto de Estudio
Teoría, Metodología y Experiencias
en Investigación
Gabinete de Comunicación Social
Universidad Católica de Santiago del Estero
Departamento Académico San Salvador
Aval
Federación Argentina de Carreras de Comunicación Social
FADECCOS
5 6
Arrueta, César; Brunet, Marcelo; Guzmán, Juan
La comunicación como objeto de estudio: teoría, metodología y
experiencias en investigación. 1ra. ed. -
San Salvador de Jujuy: Ediciones DASS, 2010.
Soporte papel
ISBN 978-987-24489-9-8
1.Comunicación. 2. Teoría. 3. Metodología. 4. Investigación.
Título: CDD 302
Fecha de catalogación: 14/08/2010
Diseño de cubierta: Guillermo Galíndez
Diseño de interior y puesta en página: Julio Toconás
Queda hecho depósito que previene la Ley 11.723
Impreso en Argentina- Printed in Argentina
ISBN 978-987-24489-9-8
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publicación por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la re-
prografía y el tratamiento informático, sin permiso expreso del Editor.

La necesidad de lo epistemológico en
Comunicación 1
Roberto Follari 2
Universidad Nacional de Cuyo
1
Este artículo toma como base la conferencia brindada por el au-
tor el 10 de septiembre de 2009 en la Facultad de Derecho y Cien-
cias Sociales de la Universidad Nacional del Comahue en General
Fadeccos.
2
Es Doctor y Licenciado en Psicología por la Universidad Nacio-
nal de San Luís. Profesor titular de Epistemología de las Ciencias
-
manos y Universidad otorgado por el Servicio Universitario Mun-
la Universidad de la Patagonia, y es miembro del Comité Acadé-
-
do en la mayoría de las universidades argentinas, además de otras
de Ecuador, Venezuela y México. Es autor de 14 libros publicados
- que creo que no es esa una buena decisión. Entiendo que sí hay
al alemán, el inglés y el portugués.
17
Algunos –en ciencias sociales- trabajan con supuestos epis-
temológicos, pero en realidad no hacen elecciones al respecto. Ello
sucede cuando no nos interrogamos por lo epistemológico, o ac-
tuamos de manera silenciadamente distraída en cuanto a qué es
lo que hay que hacer en el plano del conocimiento; tal ocurre en
cualquier ciencia social, y singularmente en el caso de ciencias de
la comunicación.
Así, hay quien cree que bastaría con un gesto de fastidio para
quitarse de encima la problemática epistemológica en cuanto a
-
dor valioso y que yo respeto, escribió un artículo que me pareció
desacertado en tanto planteaba lisa y llanamente algo así como:
“bueno, estamos cansados de discutir esto de la epistemología en relación
con comunicación, que sí, que no, que arriba, que abajo, bueno, no hable-
mos más del tema; acabémosla con eso, vayamos a los bifes, vayamos a la
operación directa sobre el objeto concreto de nuestras investigaciones, no
nos preguntemos mucho acerca de cuál es ese objeto, sino que hagamos y
listo, en el hacer se irán arreglando las cargas.”
A mí me pareció muy poco feliz ese modo de pensar la
cuestión, porque es una forma de no pensarla, consiste en decir:
“como no sabemos qué hacer con esto, mejor no hagamos nada, cerremos
el asunto y pasemos a otra cosa”, como si un gesto de ese tipo nos
resolviese algo. Como si no preguntándonos por las cuestiones,
opera en nosotros aunque no nos demos cuenta, de manera tal
que hacerse expresamente cargo de la cuestión epistemológica en
comunicación.
19
 La comunicación como objeto de estudio La necesidad de lo epistemológico en comunicación

- otras disciplinas colindantes. Esto da lugar, precisamente, a todo

- un debate acerca de cuál es el estatuto que podemos otorgar a los
ciplina; dicho de otra manera, que es muy importante el peso de
Martino, profesor de la Universidad de Brasilia, que ha escrito so-
-

- Entonces ese sería el defecto de los estudios en esta área, y hasta

ma las preguntas epistemológicas y decimos algo como “qué nos allí uno puede compartir su posición. Sin embargo, este autor no

quizá nosotros podamos sostener ese gesto, pero desde al lado,
desde otras disciplinas constituidas como ciencias políticas, como
o no seamos desde el punto de vista de nuestras elecciones sobre
-
ción del conocimiento -que es lo que hace la epistemología-. Esto
-
nicación es algo que no depende sólo de los que hacemos, sino
depende también de cómo se perciba esta disciplina desde otras;
y por lo tanto, es importante que nosotros sepamos dar razón ante
terceros de lo que hacemos. Si nosotros decimos “y bueno, qué nos
importa la epistemología”, tal vez entre nosotros podamos que-
darnos tranquilos, pero seguramente no vamos a ser vistos desde
no construir en comunicación.
Y es cierto que, al igual que en otras disciplinas que tienen
un estatuto epistemológico muy similar al de ciencias de la co-
- jeto sería la información, que atravesaría desde conocimiento en
rresponden a ese espacio, hay que tomar en cuenta otras disci-
plinas preexistentes. Es decir que para poder estudiar lo relativo
a comunicación, tenemos también que hablar necesariamente de
posición sirve muy bien para hacer la crítica de lo que se produce,
pero no orienta claramente para saber cómo se debiera producir.
Estamos otros autores, que creemos que el objeto de la co-
entre objeto real y objeto teórico que hacía Bourdieu hace muchí-
en comunicación se ha dado a partir de la profesión y no de la
ciencia, y por lo tanto que es un recorte en lo real y no en lo teó-
rico; y consiguientemente, como sucede con recortes de lo real,
puede ser abordado teóricamente -y requiere ser abordado teórica-
mente- desde diversos objetos teóricos. Por eso entendemos como
intrínseco al campo de la comunicación el tener que apelar a la
sociología, la antropología, la psicología, aún cuando a partir de
ello, luego constituya su propia tradición.
-
nius Karam y Jesús Galindo en México, que es la de que sí habría
un objeto teórico propio para las ciencias de la comunicación. Ellos
hablan de ciencia de la comunicación o “comunicología” y el ob-
áreas físico-naturales a otros sociales. Ustedes saben que en bio-
logía el concepto de información es básico para entender cómo
se produce, por ejemplo, una enfermedad, y para comprender la

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 La comunicación como objeto de estudio
acción de los anticuerpos; los anticuerpos reciben la información
de la existencia de un virus o de una bacteria, y reaccionan en
consecuencia. Pero es de advertir que en todas estas posiciones
que son muy diversas: la de Martino, la de Galindo, y la que yo
otras disciplinas en relación con los estudios de comunicación. De
hecho en los trabajos de Galindo se hace referencia a Lévi Strauss
o Bateson, que no son autores que uno pueda señalar como espe-
Ahora bien; entonces, hay una necesaria presencia de aspec-
tos de otras disciplinas en relación con los estudios de comuni-
preeminencia en diversos momentos históricos, y lo hagan según
relaciones de fuerza que no son principalmente intrateóricas. Si
nosotros a grosso modo hacemos ahora una periodización en los
estudios sobre comunicación, en Argentina allá por los años `70,
hacia los comienzos de las carreras de comunicación en el país,
tuvo mucho peso la crítica ideológica planteada desde el análisis
- y estas dominancias no han tenido que ver con las necesidades in-
nald, o en términos de Pasquali. Después -con la dictadura- alcan-
za mucho peso la semiología, y no porque la semiología tenga algo
- paradoja que se vive en estos tiempos desde la vida cotidiana;
temente abstracta y formal como para que los grupos militares
no entendieran nada. Proponían algo que los vigilantes no sabían
de qué se trataba. El actante, por ejemplo, no es un personaje muy
diario en la jerga cuartelera; entonces, la semiología pudo pasar el
puente de la dictadura y alcanzó un peso importante a través del
análisis formal del discurso, con toda la teoría fuerte del lenguaje.
condiciones culturales; cunden las nociones de Martín Barbero, en
22
La necesidad de lo epistemológico en comunicación
buena medida también las de García Canclini, y ellos imprimen
ampliamente su punto de vista en las carreras de comunicación.
Pero no hay estrictamente un paradigma; el paradigma sería un
comparte el mismo punto de vista. Eso no existe nunca en ciencias
sociales, y afortunadamente tampoco existe en ciencias de la co-
municación, porque si estuviéramos todos de acuerdo sería sospe-
choso, lo bueno es que existan condiciones ideológicas distintas,
lo otro sólo ocurrió en tiempos dictatoriales. De modo que no ha
habido paradigmas, pero sí ha habido dominancias fuertes; y esas
dominancias fuertes han dependido, entiendo yo, no de condicio-
nes propias del análisis de aquello en que nos ocupamos desde
comunicación, sino de condiciones políticas y culturales del mo-
mento. Esas condiciones políticas y culturales intervienen siempre
sobre cualquier disciplina, pero en cuanto la condición epistemo-
lógica es más débil, intervienen más. Así, la posición conceptual
queda subordinada a las condiciones políticas y culturales cuando
hay escaso desarrollo de la propuesta epistemológica. Entonces,
para decirlo brevemente, hemos tenido dominancias fuertes en
distintos momentos de la historia de las carreras de comunicación,
trínsecas de la investigación, sino con condiciones socio-políticas
o culturales estructurales. Y esto es lo que ha llevado a una gran
-
les, pero también al punto de vista teórico de la sociología, la an-
tropología, o al de la ciencia política, como en el estudio de Sartori
desde otras ciencias se advierte con más subrayamiento, con más
peso la importancia que los medios han tenido en la constitución
social de sentidos, en las carreras de comunicación -en cambio- se
da la época en la que menos se haya supuesto que los medios ten-
23
 La comunicación como objeto de estudio
gan importancia en la constitución de lo social. Es decir, la versión
de los “estudios culturales” acerca del peso de los medios, llevó en
general a pensar que ellos serían, en cierto sentido, secundarios.
ciencias sociales, ha disminuido el peso de los grandes agentes
socializadores clásicos; por ej. la familia, ya Lacan hace ochenta
la ley, de la norma en la sociedad, y hoy asistimos a una sociedad
enormemente anómica y sin padre en ese sentido lacaniano, sin lo
que implica el Padre como orden. Entonces la caída de la familia,
la caída de la escuela que cada vez está más disociada de las mo-
dalidades culturales emergentes; los chicos van a la escuela para
un lugar donde se aprenda a vivir, donde se aprenda lo que es
efectivamente necesario para socializarse. La caída del trabajo en
ya el trabajo no es algo que se tenga seguro para toda la vida,
es un lugar donde uno se resbala en cualquier momento hacia la
desocupación, y por lo tanto el trabajo mismo deja de ser un sitio
constituyente de la vida permanente del sujeto. Las iglesias que si-
guen teniendo un peso carismático importante, pero han perdido
el rol como constituyentes de la normativa, como quienes dicta-
ban cómo hay que obrar desde el punto de vista moral; cada uno
hace hoy de la moral algo absolutamente privado, y difícilmente
- intentan sólo tiene efecto cuando conecta con algún tipo de ex-
- pectativa o de información previa de los sujetos. Quiero con esto
teriores eran buenos, estoy diciendo que existían, nada más. Lo
cierto es que han dejado de tener la pregnancia que tenían, con lo
cual los grandes agentes socializadores han perdido fuertemente
su peso relativo; aunque corresponda aclarar que esta pérdida de
peso, no es lisa y llana desaparición. El estado también ha perdi-
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La necesidad de lo epistemológico en comunicación
es que todos estos agentes socializadores siguen existiendo, todos
a eso, los medios han adquirido un peso muy considerable en la
peso en dos sentidos o niveles que son distintos: uno es el nivel
de subjetividad. Por ejemplo las enfermedades mentales de esta
época son totalmente distintas de las enfermedades mentales de
otras épocas, ya no está de moda ser obsesivo, eso no va más; y
a pesar de que se habla mucho de histeria, las histéricas puras al
estilo Anna O. de Freud, ya casi no existen; histéricas, clínicamente
histéricas, ya casi no hay, eso de “tal o cual está histeriqueando”
es otra cosa, hoy el histeriqueo es vivido con alto grado de goce
personal e interpersonal. Entonces, existen mucho más hoy la bu-
limia, la anorexia y las adicciones.
En estas nuevas formas de subjetividad no sólo los medios
intervienen, pero son un factor constituyente importante. En esta
función de contribuir a la constitución de las formas de la subje-
tividad tienen mucha importancia los medios; y en un segundo
es decir que son decisivos en la formación de opinión pública,
al punto de intentar dirigir en algunos casos la opinión pública,
por más que todos sabemos que se trata de un proceso que no es
unidireccional, y que desde este punto de vista lo que los medios
decir, que por supuesto no cabe imaginar que los medios le forma-
tean la cabeza a uno sin que haya ningún tipo de construcción por
parte de los sujetos, pues no existe ninguna percepción que sea no
construida. Ni percepción siquiera; lo que uno percibe no es lo que
está dado, sino lo que uno puede registrar de acuerdo a su propio
background, de modo que uno nunca puede percibir un mensaje
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 La comunicación como objeto de estudio
en limpio, sino que lo reconstruye. Pero si uno escucha cien men-
sajes en la misma dirección y esos mensajes tienen algo que ver
con las expectativas previas que uno tenía, uno se la cree; sin duda
que en ese sentido los medios tienen peso. Por ejemplo en Argen-
tina sus campañas antigubernistas no tenían mucho logro antes
de la clase media coincidió con lo que los medios salieron a decir,
se produjo un click a partir del cual los medios tuvieron un enor-
me papel en la constitución de opinión en las clases medias de
Argentina.
Frente a esta importancia de los medios, es curioso que la
idea de actividad por parte del receptor, planteada con tanta fuer-
za desde el libro “De los medios a las mediaciones”, haya sido
confundida luego con una especie de inanidad de los medios,
según la cual los medios no producen efectos para nada, no son
importantes, etc. O que se suponga de poca pertinencia ocuparse
de los mismos. Incluso en algún curso de postgrado tuvimos una
discusión con algunos de los estudiantes donde ellos decían algo
como que sobre los medios ya está todo hecho, ya no hay más
nada que decir; y eso a mí me resultó realmente sorprendente,
porque sobre los medios yo diría que casi todo está por hacerse.
No sé quien cree que hay extraordinarios y detallados estudios
sobre cómo funcionan los medios y cuáles son sus efectos. Los
estudios sobre audiencias no son muy generalizados ni tienen una
larguísima tradición, sino que son bastante localizados, germi-
nales y parciales. Por supuesto que acá no se trata sólo de estu-
dios sobre audiencias; es pertinente analizar desde la propiedad
de los medios, pasando por la producción de los mensajes hasta
sus formas de recepción, o sea, cómo se construye el proceso de
los medios y periodistas -que es una relación que está puesta en
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La necesidad de lo epistemológico en comunicación
cuestión en estos días con la discusión de la ley-. Evidentemente
hay periodistas que tienen la habilidad y la valentía para tomar
distancia o margen en relación a sus jefes. También, cuando la dis-
tancia es más de la que el jefe quiere, ese periodista deja de escribir
o de aparecer en televisión o el medio que sea. De modo tal que no
es mecánico, como para sostener que lo que el jefe quiere es lo que
el periodista dice, creo que no es así. Ahora, también es claro que
fuera de eso no puede sostenerse allí.
Entonces, hay mucho por decir en cuanto a lo que ocurre con
la producción social de sentido por vía de los medios.
Por supuesto que la comunicación -y el objeto de la comuni-
cación- no es igual a lo que ocurre con los medios. Los medios no
son el único objeto de la comunicación, porque si se trata de men-
sajes, hay muchos mensajes que no operan a través de los medios.
Yo creo que cualquier forma de comunicación que se haga
socialmente relevante es objeto de la teoría de la comunicación.
Pero también creo que dentro de esos mensajes socialmente re-
levantes, los de los medios son particularmente decisivos en este
momento histórico. Y por cierto está muy claro que no nos sirve
ya la teoría de los años noventa, porque los medios de hoy y los de
esa época constituyen dispositivos que no tienen nada en común.
La televisión, por ejemplo; para quienes conocimos las dos etapas,
la de la primera televisión y esta, estamos ante dos cosas que tie-
nen el mismo nombre, pero que no tienen nada que ver una con
la otra. Uno no podía levantarse a las tres de la mañana si estaba
desvelado y ponerse a ver televisión, porque no había televisión a
esa hora; los programas iban de las cinco de la tarde hasta las 12
de la noche o la una de la mañana, y la transmisión acababa allí.
No había esta especie de permanente otro que es la televisión y
está ahí esperándonos cualquier día, a cualquier hora, detrás de
todas nuestras acciones. Eso es nuevo, eso no existía antes. Mucho
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 La comunicación como objeto de estudio
menos existía la posibilidad de enterarnos, como ayer que ocurrió
un secuestro bastante extraño en México con un avión que iba de
Cancún a Ciudad de México, y uno podía poner el canal mexica-
no, y ver en vivo y en directo desde el aeropuerto Benito Juárez
de esa ciudad lo que estaba pasando. En aquella época, el canal
de Mendoza transmitía noticias de Mendoza, incluso no había
ninguna posibilidad de ver siquiera un canal de Buenos Aires. En
todo caso se grababa de Buenos Aires y se llevaba después hasta
Mendoza, o sea que lo único que veíamos en Mendoza era lo de
Mendoza, y los de Neuquén, lo de Neuquén, y lo de Río Negro
en Río Negro, y así sucesivamente. Eso no tiene nada que ver con
lo de hoy. Lo de hoy desterritorializa la emisión, hace saltar de
un lugar a otro, la temporalidad entonces también se quiebra, en
otros lados están transmitiendo cuando es de noche mientras acá
es de día, a la hora de nuestro almuerzo ellos están emitiendo pro-
gramas eróticos. Todo se mezcla de una manera que es desconcer-
tante en relación a los viejos estilos.
Yo sí quiero marcar esto con mucha fuerza, sobre la discusión
acerca del llamado cuarto poder por ejemplo. Ese supuesto cuarto
poder, quizá ahora es el primer poder, no el cuarto. Eso del cuarto
rompió, eso no tiene nada que ver con lo actual. Los políticos an-
tes, tenían un peso enorme frente a los medios, un poder enorme;
no digo que hoy no tengan ningún poder, pero de lo que yo he co-
nocido, no hay punto de comparación. Ahora desde los medios se
extorsiona permanentemente al poder político, permanentemente
pero los dueños de los medios quedan. De modo que no son un
poder subordinado al poder político, como nos quieren mostrar
las asociaciones de propietarios en estos días cuando se presentan
como víctimas del poder político, cuando en realidad a menudo el
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La necesidad de lo epistemológico en comunicación
poder político es víctima de poderes mediáticos, además de otros
poderes fácticos existentes.
Ahora, para estudiar los medios, quiero marcar la siguien-
te cuestión como importante. Yo he discutido con alumnos que
decían: “Ud. profesor quiere que nos achiquemos a esa minucia de los
medios, nosotros queremos estudiar cuestiones que tienen que ver con lo
sociológico, con lo antropológico, con la economía política y Ud. quiere
meternos en una temática cortita, acotada como es la cuestión del análisis
de los medios”, que –insisto- no es lo único que hay que analizar,
pero sí que es algo importantísimo a analizar. Y yo les decía, “No,
hay una confusión allí. Para analizar mensajes hay que trabajar
economía política a la hora de estudiar la cuestión de la propiedad
de los medios y para advertir cómo se forma valor en la produc-
ción mediática; hay que hacer teoría social para trabajar la cues-
tión ideológica de los mensajes; hay que hacer teorías del discurso
antropológicamente y sociológicamente las cuestiones de recep-
ción”. O sea, que para trabajar sobre eso tan “chiquitito” como
puede ser el análisis social del mensaje, se necesita antropología,
sociología, economía política, y teoría política; no es que cuando
uno dice “medios” haya que verlo como algo mínimo, donde se
habría perdido toda la base teórica que queremos hacer.
Esa base teórica tiene que operar sobre cualquier objeto
concreto –y acotado- que vayamos a analizar. Lo concreto, decía
Marx, es síntesis de múltiples determinaciones; entonces, esas de-
terminaciones múltiples hacen que sobre algo muy concreto se
exijan discursos muy variados y complejos, también en el caso que
tuviera que ver con comunicación.
Con esto, lo que quiero marcar es esa paradoja por la cual a
veces, pretendiendo salvaguardar la autonomía del campo de la
comunicación, se pretende expulsar los discursos de otras disci-
plinas que son pertinentes para analizar la comunicación. Cuando
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 La comunicación como objeto de estudio
en realidad se enriquece el análisis en la medida que se recurre a la
teoría política, a la sociología, a la antropología y demás, discursos
también necesarios para dar cuenta de lo que analicemos.
Entonces, insisto en que hemos ido a contrapelo de la historia
en estos últimos años. Cuando el peso mediático por las nuevas
tecnologías se fue volviendo -a nivel planetario- más fuerte, en
nuestras carreras se decía que ese peso era más débil. Por eso es
- allí a las siete de la mañana que es un horario un poco extraño
mente el último de las ciencias sociales, pasó de noche por nuestras
carreras en general, en tanto no coincidía con la visión dominante
según la cual los medios tienen pocos efectos. Entonces Bourdieu,
que sostenía que los medios tienen importantísimos efectos, no es
bibliografía propuesta en muchas de las carreras de nuestro país,
Yo insisto al respecto cuando visito otros países, pues en cuanto a
las dominancias de las que hablamos sin dudas que tienen matices
nacionales, pero son de hecho las mismas en toda América Latina.
- cible, un asunto de constitución psíquica: incluso una revista esta
mente necesitamos de otras bases teóricas que no pertenecen a
una especie de autonomía imaginaria que uno podría adscribir
a los estudios sobre comunicación, es desde las ciencias políticas
que se ha estudiado estos últimos años el tema del populismo. Al-
gunos conocerán los trabajos de Ernesto Laclau, este argentino
bastante “sui generis”; un argentino que se fue del país y se quedó
- joven en edad de merecer, muchas jóvenes mueren por él, y Correa
populismo es, a pesar de ser una palabra devaluada por cierto,
una categoría propiamente teórica, que sirve para analizar ciertos
fenómenos que están muy presentes en América Latina como son
los gobiernos de Evo Morales en Bolivia, más claramente aún el
de Correa en Ecuador y el de Chávez en Venezuela, y de manera
30
La necesidad de lo epistemológico en comunicación
más moderada pero con algunos elementos en común, incluso el
gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina.
-
te para plantear esta relación con los medios. Los grandes medios
están en permanente enfrentamiento con el gobierno de Chávez
por ejemplo, y -acá se sabe menos- con el de Correa también. Si
uno se levanta a las seis de la mañana en Ecuador -yo doy clases
para nosotros los argentinos-, a las seis ya en la mayoría de los ca-
nales de televisión privada se está hablando pestes del presidente,
se está diciendo que es un autócrata, que es un antidemocrático,
que es un hegemonista, que es alguien que va contra la democra-
que Uds. habrán escuchado -me imagino- en otras latitudes, que
es por supuesto lo que también se adscribe a Chávez, desde horas
por ejemplo respecto de Néstor Kirchner, es que sería gente iras-
semana tituló respecto a cuál será el ADN de Kirchner, para ver
qué traerá en la cabeza este hombre al que le gusta pelearse con la
gente. Pero resulta que a Chávez también le gustaría “pelearse con
la gente”, y Chávez con Kirchner no se parecen mucho, incluso si
lo pensamos en el plano físico. Y entre Chávez y Correa hay aún
menos parecido; no sé si lo han visto a Correa, pero es todavía un
étnicamente no se parece mucho a Chávez. Sin embargo, se los
ataca considerándolos exactamente igual; entonces, concluimos
que no se trata de un problema psicológico, de gente que nacería
con una rara predisposición a pelearse con los medios. En cambio
hemos tenido gente “buena” que no se pelea con los medios como
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 La comunicación como objeto de estudio
los medios lo llevó a una excelente relación, salvo cuando se habló
de la pista de Anillaco y la relación se empeoró, pero mayorita-
porque poder, de ningún modo es igual a poder político. El poder de
una sociedad está repartido en muchos lugares, y es un infantilis-
mo creer que poder es igual a poder político como a menudo se
cree. Entonces se dice para quienes gobiernan que son “los dueños
- popular expresada por el voto de la ciudadanía encuentre efectivo
ner todo el poder…es imposible: están las multinacionales por su
lado, ese sí que es un poder enorme y ese poder no respeta fronte-
ras. Respeta leyes cuando lo obligan, pero si puede no respetarlas,
no las respeta. También las iglesias que son internacionales y que
como todo el mundo sabe, Althusser alguna vez dijo que la igle-
sia –la católica, obviamente mayoritaria en las culturas latinas- es
un aparato ideológico del Estado; yo suelo ironizar diciendo que
más bien el Estado es un aparato ideológico de la Iglesia, porque
sea que en realidad las iglesias quedan y los estados caen, como
pasó en Europa del Este. Quiere decir que el de la Iglesia es un
poder enorme que está detrás del trono y que trasciende no sólo
a los gobiernos, sino a los Estados. O sea que a los gobiernos por
supuesto que los trasciende amplísimamente, la Iglesia constituye
un enorme poder de hecho, poder fáctico, poder que se impone
en los hechos y nadie lo toca, pero está siempre ahí. Lo mismo la
embajada de Estados Unidos y su geopolítica, que hoy pasa por
las siete bases militares en Colombia; por cierto que también es
poder, la geopolítica imperial de los países. Y por cierto que tam-
bién lo son los medios, que no son los medios de antes, son estos
nuevos medios que están permanentemente, todo el día, y que
a toda hora operan sobre la sociedad, promoviendo efectos con-
tinuamente. O sea, tenemos actuando a todos esos poderes. Los
gobiernos que no están a favor de esos poderes, necesariamente
32
La necesidad de lo epistemológico en comunicación
-
bernar –de hecho- a esos poderes no tienen ningún problema, les
va bárbaro, todos en el stablishment los quieren. Por supuesto que
serán represivos con los sindicatos, también con los piqueteros de
vez en cuando, pero fuera de eso van a ser tratados como gente no
porque no hacen sino dejar que los poderes fácticos go-
biernen. Cuando en cambio, un gobierno quiere que la voluntad
ejercicio, tiene que evitar los gobiernos de hecho; por lo tanto, tiene
que pelearse con los poderes de hecho. Todos los gobiernos legíti-
mamente democráticos se pelean con alguien, por eso Alfonsín no
era esa estampita que se presentó hace unos meses con su muerte,
sino que fue alguien que se peleó con la Sociedad Rural, se pe-
leó con los carapintada y con una parte de las Fuerzas Armadas
permanentemente, se peleó con los sindicatos -por lo menos con
los líderes sindicales corruptos-, se peleó con la Iglesia al punto
que se levantó en una misa, lo desplazó al cura y se puso a hablar
él, porque ese sacerdote estaba haciendo una invocación golpista.
Claro, después qué ocurre: luego de muerto pasa a ser un prócer,
como siempre ocurre cuando alguien pasa al bronce; parece ahora
mucha gente para producir un acto de soberanía popular con su
gobierno, y ciertamente el actual gobierno nacional se ha peleado
con no pocos, y -mejor o peor en cada caso- es seguro que algu-
ciudadana. Y en países como Ecuador y Venezuela la pelea es ab-
soluta en forma frontal y abierta, y esto no es porque sean go-
biernos represivos; es porque son gobiernos que -por los intereses
medios, y los medios pasan a atacarlos inmediatamente desde que
esos gobiernos suben. No es que estos gobiernos cercenan a una
prensa libre. No; es que se enfrentan a unos medios que los están
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 La comunicación como objeto de estudio
atacando de una manera sistemática, aviesa, constante, agresiva,
unilateral, apocalíptica… de modo que todos los adjetivos que yo
que en Argentina también conocemos muy de cerca.
Entonces, secundarizar el tema de los medios creo que no
- objetos que claramente sean de comunicación. Porque puede ser
ción epistemológica acerca del lugar que tenemos que sostener en
comunicación, porque se ha impuesto durante bastante años una
versión de la comunicación más parecida a la antropología hu-
mana que a una teoría social integrativa; necesitamos teoría que
incluya a lo cultural pero no lo desgaje de lo social, de lo econó-
mico y de lo político. Por cierto que lo cultural es una dimensión
necesaria del análisis, pero no puede estar ausente el tema del po-
der, de lo político y de lo social en general, en los análisis sobre
comunicación.
Entonces, se ha secundarizado la problemática de los medios;
no discutiendo, por ejemplo, abiertamente la política, y derivando
la ciudadanía al consumo como se hizo en los años noventa. Es
claro hoy que no es lo mismo la nueva ciudadanía que el con-
ideologías. Un ocuparse de la cultura, pero ya no de la sociedad.
Una negación a pensar la relación de poder existente en la consti-
tución social de sentidos. Todo lo que ya dije: se impuso una posi-
qué se trata aquello de lo cual hablemos, cuando hablamos de co-
municación; porque lo que ha ocurrido es la entronización de un
punto de vista unilateral en un espacio que requiere de múltiples
aspectos disciplinares, que tiene que conjugar -y que lo hace de
manera complicada- el objeto de la comunicación. En cambio se
ha priorizado algún único punto de vista, que en las dos últimas
décadas ha sido el de la cultura. Eso implica ignorar la discusión
acerca del objeto real y su relación con el objeto teórico, es decir,
34
La necesidad de lo epistemológico en comunicación
la estipulación respecto de qué hablamos cuando hablamos de co-
municación. Tal ausencia deja, entonces, abierto el espacio de la
-
de modo que se perspectivicen junto con otros, en relación con
que nos suceda lo que a veces nos ha sucedido, que se confunda
un análisis exclusivamente cultural que no hable para nada de la
cuestión comunicativa, con un análisis propio de ciencias de la
comunicación. La comunicación no es una Antropología II, no es
-
ria, porque de antropología los que mejor saben son los que han
estudiado antropología, y por eso es que Carlos Reynoso escribió
un libro feroz contra los estudios culturales, diciendo “para antro-
-
nicación no son teoría de la cultura solamente, sino que en todo
caso, la cultura es un espacio en el conjunto de lo social que tiene
que ser relativizado en su relación a ese conjunto para analizar
aquellos peculiares problemas que interesan a la comunicación;
entre ellos el de los medios es básico, y no es malo asumirlo -en
estos días lo estamos viviendo en el país con la discusión en torno
de la Ley de Servicios Audiovisuales-. Ojalá estemos a la altura
del desafío, porque de lo contrario nos van a pasar por arriba los
poderes establecidos.
35
 La comunicación como objeto de estudio

Bibliografía

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Grijalbo

FCE.

estado / Freud y Lacan, Buenos Aires: Nueva Visión.

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