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UN MALVADO SER (Cuento)

A escasos días de celebrarse la Semana Santa, un pobre campesino de la localidad de Callagan


Manzano en Molino, decidió salir en busca de ramas de Palma. Tan rápido como pudo, guardó sus
ganados y se enrumbó. Antes de salir de salir de casa, su esposa le cocinó como fiambre, huevos,
papita amarilla y le alistó queso. Éstos alimentos, los llevó muy bien protegidos, en un taper.

La caminata comenzó desde muy temprano y junto al él, un perrito que era su fiel compañero, lo
acompañaba por los estrechos y empedrados caminos que dirigían a Monte Potrero, en el distrito de
Umari.

Después de tanto caminar, logró ver grandes cantidades de árboles de Palma, y como la tarde
comenzaba a caer, se apresuró en cortar los ramos, ya que se hacía muy tarde, para regresar a su
casa.
Pasaban los minutos y extrañamente, el bosque se inundó de una oscuridad terrible y ruidos
extraños comenzaron a escucharse, provocando los ladridos de su perro. A pesar de encontrarse
muy cansado, cargó las ramas de palma y se echó andar con su linterna en la mano.

Mientras caminaba escuchó que alguien cantaba por ahí cerca; después oyó una carcajada, primero
aguda y luego muy gruesa. Como era de esperar, su fiel compañero alzó el hocico y lanzó con gran
ferocidad, ladridos llenos de rabia que, de seguro asustaría a cualquier persona.

El miedo se apoderó del pobre campesino, que no dejaba de caminar, alumbrado todo el lugar de
lado a lado, pero mientras más lo hacía, más fuertes e intensos eran las carcajadas. El pobre hombre
sentía que el corazón le quería salir del pecho y al no poder continuar por el cansancio, se acurrucó
bajo un árbol de Aliso.

Fatalmente y por su mala suerte, el hombre se dejó sentar en un nido de hormigas. La oscuridad y la
poca luz que emitía su linterna, le habían jugado una mala pasada. En ese instante, su perro,
sintiendo algo acercarse; comenzó nuevamente a ladrar y como arte de magia, desapareció y todo se
volvió silencio.

El pobre hombre desesperado y lleno de miedo, comenzó a llamar con voz fuerte:

¡Dónde estás mi amigo, dónde te has metido! Pero nada se podía escuchar, más que sus gritos.

En éso, se comenzó a oír risas burlonas y los pasos de alguna persona acercarse. El hombre, al
hallarse perdido y llenó de miedo, encendió nuevamente su linterna y alumbró todo a su alrededor,
pero nada podía ver. De pronto, sintió un golpe muy fuerte en la cabeza y cayó al piso.

Al intentar ponerse de pie, observó cerca de él, unas manos arrugadas y un rostro deprimente que,
apenas se dejaban notar. Era una criatura con orejas grandes, dientes malformados y un aliento
asqueroso. Era un duende, un maldito duende. Sus dedos tenían largas uñas ensangrentadas, sangre
que era de pobre perro; animal que trató de luchar, contra éste sirviente del mal y que no pudo hacer
mucho, ante la fuerza y el poder de éste ser.

Con intenciones perversas, lentamente se acercó al hombre y dejó ver sus uñas, las mismas que
desgarraban, de a poco; la pierna del campesino. Por más que lo intentaba, no podía defenderse y
cansado de luchar, fue degollado por este malvado ser. Su carne sirvió como alimento al pequeño
duende que, comenzó su gran banquete, entre ramas de Palma y bajo el árbol de Aliso.
Jamás se supo de él, su esposa lo buscó por todos lados, pero nunca lo halló, ni los huesos se
encontraron. El malvado ser, se lo tragó por completo.
Autor: Juan Pablo Rivera Tarazona.
La lectura alimenta el conocimiento, la imaginación y la creatividad. Gracias por leer.

UN MALVADO SER (Cuento)


A escasos días de celebrarse la Semana Santa, un pobre campesino de la localidad de Callagan
Manzano en Molino, decidió salir en busca de ramas de Palma. Tan rápido como pudo, guardó sus
ganados y se enrumbó. Antes de salir de salir de casa, su esposa le cocinó como fiambre, huevos,
papita amarilla y le alistó queso. Éstos alimentos, los llevó muy bien protegidos, en un taper.

La caminata comenzó desde muy temprano y junto al él, un perrito que era su fiel compañero, lo
acompañaba por los estrechos y empedrados caminos que dirigían a Monte Potrero, en el distrito de
Umari.

Después de tanto caminar, logró ver grandes cantidades de árboles de Palma, y como la tarde
comenzaba a caer, se apresuró en cortar los ramos, ya que se hacía muy tarde, para regresar a su
casa.
Pasaban los minutos y extrañamente, el bosque se inundó de una oscuridad terrible y ruidos
extraños comenzaron a escucharse, provocando los ladridos de su perro. A pesar de encontrarse
muy cansado, cargó las ramas de palma y se echó andar con su linterna en la mano.

Mientras caminaba escuchó que alguien cantaba por ahí cerca; después oyó una carcajada, primero
aguda y luego muy gruesa. Como era de esperar, su fiel compañero alzó el ocico y lanzó con gran
ferocidad, ladridos llenos de rabia que, de seguro asustaría a cualquier persona.

El miedo se apoderó del pobre campesino, que no dejaba de caminar, alumbrado todo el lugar de
lado a lado, pero mientras más lo hacía, más fuertes e intensos eran las carcajadas. El pobre hombre
sentía que el corazón le quería salir del pecho y al no poder continuar por el cansancio, se acurrucó
bajo un árbol de Aliso.

Fatalmente y por su mala suerte, el hombre se dejó sentar en un nido de hormigas. La oscuridad y la
poca luz que emitía su linterna, le habían jugado una mala pasada. En ese instante, su perro,
sintiendo algo acercarse; comenzó nuevamente a ladrar y como arte de magia, desapareció y todo se
volvió silencio.

El pobre hombre desesperado y lleno de miedo, comenzó a llamar con voz fuerte:

¡Dónde estás mi amigo, dónde te has metido! Pero nada se podía escuchar, más que sus gritos.

En éso, se comenzó a oír risas burlonas y los pasos de alguna persona acercarse. El hombre, al
hallarse perdido y llenó de miedo, encendió nuevamente su linterna y alumbró todo a su alrededor,
pero nada podía ver. De pronto, sintió un golpe muy fuerte en la cabeza y cayó al piso.

Al intentar ponerse de pie, observó cerca de él, unas manos arrugadas y un rostro deprimente que,
apenas se dejaban notar. Era una criatura con orejas grandes, dientes malformados y un aliento
asqueroso. Era un duende, un maldito duende. Sus dedos tenían largas uñas ensangrentadas, sangre
que era de pobre perro; animal que trató de luchar, contra éste sirviente del mal y que no pudo hacer
mucho, ante la fuerza y el poder de éste ser.
Con intenciones perversas, lentamente se acercó al hombre y dejó ver sus uñas, las mismas que
desgarraban, de a poco; la pierna del campesino. Por más que lo intentaba, no podía defenderse y
cansado de luchar, fue degollado por este malvado ser. Su carne sirvió como alimento al pequeño
duende que, comenzó su gran banquete, entre ramas de Palma y bajo el árbol de Aliso.
Jamás se supo de él, su esposa lo buscó por todos lados, pero nunca lo halló, ni los huesos se
encontraron. El malvado ser, se lo tragó por completo.
Autor: Juan Pablo Rivera Tarazona.
La lectura alimenta el conocimiento, la imaginación y la creatividad. Gracias por leer.

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