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Resiliencia (psicología)

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La resiliencia o entereza es la capacidad para adaptarse a las situaciones
adversas con resultados positivos. Sin embargo, el concepto ha experimentado
cambios importantes desde la década de los sesenta. En un principio se interpretó
como una condición innata, luego se enfocó en los factores no solo individuales,
sino también familiares y comunitarios y actualmente en los culturales. Los
investigadores del siglo XXI entienden la resiliencia como un proceso de baño
comunitario y cultural, que responde a tres modelos que la explican: un modelo
«compensatorio», otro de «protección» y por último uno de «desafío».1 Asimismo,
la resiliencia es la capacidad de tener éxito de modo aceptable para la sociedad a
pesar de un estrés o de una adversidad que implica normalmente un grave riesgo
de resultados negativos.2 También se define como un proceso
de competitividad donde la persona debe adaptarse positivamente a las
situaciones adversas.3
Etimología[editar]
Resiliencia viene del término latín resilio, «volver atrás, volver de un salto, resaltar,
rebotar».4 El término se adaptó al uso en psicología y otras ciencias sociales para
referirse a las personas que a pesar de sufrir situaciones estresantes no son
afectadas psicológicamente por ellas.5
La palabra resiliencia, en cuanto a la física y la química, designa la capacidad de
cualquier material para recuperar su forma inicial a después de que se ejerce una
fuerza que lo deforma. La palabra proviene del latín salio, que se traduce como
“saltar", antecedido por el prefijo re-, que indica repetición o reanudación.6
Historia[editar]
El término resiliencia se ha utilizado de formas diversas. Entre los psicólogos se
refiere a tres usos generales del término resiliencia: buen desarrollo a pesar de
alto riesgo social; mantenimiento de las competencias pese al estrés continuo; y
recuperación después del trauma.17
Emily Hunter (1999), conceptualiza la resiliencia como un continuo entre dos
polos: «resiliencia menos que óptima» y «resiliencia óptima». En el caso de
adolescentes sometidos a riesgo psicosocial que responden en forma menos que
óptima, este tipo de respuesta incluye «tácticas violentas de supervivencia,
comportamientos de alto riesgo y abandono social y emocional», y que el
pronóstico más probable es que sean adultos mal adaptados.1
Michael Rutter, entre 1999 y 2000, define resiliencia como la resistencia relativa al
riesgo psicosocial, sin necesariamente esperar un resultado positivo, sino más
bien enfocado en la forma o proceso en que la persona enfrenta el riesgo. Rutter
desarrolló sus estudios a partir de tres áreas de investigación: el estudio de
poblaciones de alto riesgo como la de los hijos de padres con enfermedades
mentales; los estudios sobre temperamento realizados en la década de los 60 y el
estudio de las diferencias a nivel individual para enfrentar las distintas situaciones
de vida.158
Suniya Luthar, entre el 2000 y el 2006, define resiliencia como una adaptación
positiva pese a la adversidad, enfatizando los dos elementos que la constituyen: la
adversidad significativa y la adaptación positiva, lo cual lleva a la conclusión de
que la resiliencia solo se mide indirectamente a través de estos elementos. Esta
idea es compartida por varios investigadores.19
El psiquiatra y psicoanalista Boris Cyrulnik divulgó este concepto que extrajo de
los escritos de John Bowlby. Es un término que se toma de la resistencia de los
materiales que se doblan sin romperse para recuperar la situación o forma original.
Por ejemplo, un arco que se dobla para lanzar una flecha o los juncos bajo la
fuerza del viento. Cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se dice que tiene
una resiliencia adecuada y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar
fortalecido por estos. Actualmente, la resiliencia se aborda desde la psicología
positiva, la cual se centra en las capacidades, valores y atributos positivos de los
seres humanos, y no en sus debilidades y patologías, como lo hace la psicología
tradicional. El concepto de resiliencia se corresponde aproximadamente con el
término «entereza».10 Es superar algo y salir fortalecido y mejor que antes.
La resiliencia es la capacidad de afrontar la adversidad. Desde la neurociencia se
considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional
frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite
una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para
afrontar retos (Instituto Español de Resiliencia).
Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de estrés, como por
ejemplo el debido a la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso
psíquico o físico, a prolongadas enfermedades temporales, al abandono afectivo,
al fracaso, a las catástrofes naturales y a las pobrezas extremas.
Podría decirse que la resiliencia es la capacidad de sobreponerse a un estímulo
adverso más allá de lo que permite la entereza. Dicho de otro modo, "un proceso
dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en un contexto de gran
adversidad", por consiguiente, veamos cada término que integra este concepto
como, por ejemplo:

 Adversidad: hace referencia a que el individuo logre una adaptación positiva a


pesar de estar o haber pasado por una situación de adversidad (vivir en la
pobreza).

 Adaptación positiva: hace referencia a que el individuo llega alcanzar


expectativas sociales asociadas a una etapa de desarrollo y cuando en esta
etapa no ha tenido signos de desajustes.

 Proceso dinámico: Hace referencia a la interacción dinámica entre múltiples


factores de riesgo y factores resilientes, los cuales pueden ser familiares,
bioquímicos, fisiológicos, cognitivos, afectivos, biográficos, socioeconómicos,
sociales y/o culturales.

 Procesos resilientes: Gracias a la experiencia y aprendizaje de las personas


hemos podido ver y experimentar el cambio de la palabra resiliencia a
procesos resilientes. Esto se debe a que no es considerada como capacidad
sino como proceso que engloba multitud de factores. Cuando una persona
está pasando por una situación extrema o delicada en la que influye: área
familiar, económica, social, y como no, personal. Es por esto que nunca
hablamos de la capacidad de una persona sino de una consecución de
sucesos en el cual intervienen varias personas y elementos para conseguir
salir reforzado de esa situación y, por lo tanto, aprender de ello. Cuando esto
sucede, se puede decir que esa persona ha llevado a cabo un proceso
resiliente.
La resiliencia es un término que se construyó para definir o caracterizar a
personas que a pesar de haber tenido o vivir experiencias negativas en la vida,
han logrado sobreponerse e incluso sobresalir de su condición creándose y
desarrollándose en un ambiente positivo, contrario al propósito que se podía
pensar hubieran tenido ante la situación adversa.11
Características de una persona resiliente[editar]
El interés sobre la resiliencia en el campo de la Psicología se debe a diversos
estudios de corte longitudinal que, a lo largo de varias décadas, ha demostrado
que algunos niños y jóvenes que se han enfrentado a circunstancias extremas o
traumáticas no desarrollan problemas mentales, drogadicción o conductas
criminales cuando llegan a ser adultos.12Cada persona tiene un nivel distinto de
resiliencia, desde alto hasta bajo.

 Identifican la situación: se genera una expectativa de que toda persona


optimista pueda superar las dificultades. El optimismo sistemático sólo
conduce a continuos choques de situación.13

 Aciertan sentido: Las personas resilientes deben contar con una misión,
visión y valor, esta última con sentido común para ofrecer maneras de
interpretar y encauzar los acontecimientos.14

 Organizan con estrategias: saber hacer el máximo con lo que se tiene a


mano. Ver posibilidades donde los demás sólo ven confusión. Ahora bien, la
improvisación más efectiva es la que se elabora sobre la base de unas normas
y unas rutinas sólidamente fijadas.15
Resiliencia Educativa[editar]
La escuela es un órgano privilegiado para la construcción de resiliencia ya que en
ella se desarrollan no solo procesos de aprendizaje sino procesos más complejos
de socialización y desarrollo subjetivo. Para generar sujetos capaces de
desenvolverse en su mundo con respuestas saludables, es necesario construir
resiliencia. Y en esta construcción, los docentes son agentes privilegiados que
pueden oficiar como tutores y guías de la resiliencia de sus alumnos.
La resiliencia es una novedosa perspectiva sobre el desarrollo humano, contraria
al determinismo genético y al determinismo social, que explica esa cualidad
humana universal que está en todo tipo de personas y en todas las situaciones
difíciles y contextos desfavorecidos que permite hacer frente a las adversidades y
salir fortalecido de las experiencias negativas (Vanistaendel, 2002).16
Lógicamente y como no podía ser de otro modo, los principales escenarios en los
cuales se desarrolla la resiliencia coinciden con las instituciones principales de
socialización: familia y escuela. En ambos escenarios, los dos de interés para el
área de intervención psicopedagógica, se encuentran algunos de los factores de
protección y conveniente desarrollo de la capacidad de resiliencia (Theis, 2003;
Cyrulnick, 2002). El niño, ante situaciones traumáticas, además de sus propios
recursos (C.I. elevado, capacidad de planificación competencias relacionales, alta
autoestima…) que pueden y deben potenciarse en los ámbitos familiar y escolar,
debería disponer de otros “mecanismos protectores” (Theis, 2003: 55) que
favorecerán su capacidad de resiliencia:
• una buena relación con al menos uno de los padres o miembros de la familia
más próxima
• apoyo social fuera de la familia, proporcionado por un vecino o un profesor.17
Resiliencia social[editar]
Desde una perspectiva sociológica, la resiliencia se entiende como una serie de
conductas o dinámicas adoptadas por grupos sociales para sobreponerse a los
efectos nocivos de cualquier adversidad, así como la capacidad de encontrar
recuperación tras haber sufrido experiencias notablemente traumáticas.[1] El
concepto está asociado a Victor Frankl, médico austriaco autor del libro El hombre
en busca de sentido (1946). En el compilatorio, Frankl reflexiona sobre su tiempo
como prisionero del ejército nazi y cómo él y el resto de los integrantes de
los campos de concentración encontraron motivos de esperanza en el
acompañamiento comunitario.

Victor Frankl.
Tenemos que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida, y en
vez de ello, pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les inquiriera
continua e incesantemente. Nuestra contestación no debe ser en palabras, sino
que debe ser una conducta y una situación rectas. (Frankl, 1946)
Frankl, quien contribuyó al desarrollo de la logoterapia, se ha convertido en una de
las principales referencias en el uso de la resiliencia como paradigma en contextos
sociales de emergencia, como desastres naturales, crisis económicas y
violaciones sistemáticas a los derechos humanos. Durante la pandemia de
COVID-19, el concepto fue adoptado por gobiernos e instituciones privadas como
un llamado a resistir las incertidumbres propias de la emergencia sanitaria global.
Algunos de los logros más significativos de la adaptación a las condiciones de vida
emergentes incluyen la consolidación del teletrabajo y la educación a distancia, el
desarrollo de las economías digitales y la disminución de algunas enfermedades
infecciosas.18
Críticas a la resiliencia[editar]
Algunas voces se han pronunciado en contra de la resiliencia al considerarla un
discurso que legitima injusticias que van desde la explotación laboral hasta la
erosión del Estado de derecho. En un espacio de opinión para El País, el
periodista Paco Cerdà argumenta que el discurso resiliente impide que las
personas cuestionen las fuentes del dolor al acostumbrarse al mal.
Es una fórmula perfecta: la hegemonía de la resiliencia doblega la oposición
natural al sufrimiento que el mismo sistema provoca. Y lo hace sin que el
damnificado se pregunte por las causas del dolor. Ejemplo: la resiliencia prohíbe
cuestionar que las catástrofes industriales están ligadas al modo capitalista de
producción económica, fruto de una sociedad tecnológica con voracidad ilimitada.
Se trata de luchar contra el cáncer, contra la contaminación o contra la COVID sin
luchar contra el mundo que los propaga. Eso no se toca. En tres palabras:
aceptar, aguantar y superarlo.19
Por su parte, Juan de Dios Uriarte Arciniega reconoce que la resiliencia
comunitaria es una meta que solo puede alcanzarse mediante la intervención
activa de los gobiernos: "Una sociedad es resiliente cuando ejerce la democracia
participativa y exige la transparencia en la gestión pública. […] Es necesario
cambiar las circunstancias económicas, políticas, culturales que dieron lugar a la
catástrofe social o que acrecentaron los daños naturales".20
La perspectiva psicológica también ha sido cuestionada. Omar Medina Cárdenas y
Antar Martínez Guzmán advierten que una interpretación inadecuada de la
resiliencia puede conducir a nociones pesimistas e individualistas del mundo,
donde las personas se ven aisladas de cualquier red de apoyo frente a realidades
adversas21. Por otro lado, el académico Julio Alfonso Piña López considera que la
resiliencia no tiene cabida en el ejercicio de la psicología, pues se trata de un
concepto proveniente del lenguaje coloquial que provoca confusiones en el ámbito
profesional.[2]
Véase también[editar]
 Adaptación social
 Agotamiento del ego
 Anomia (ciencias sociales)
 Anomia (lenguaje)
 Boris Cyrulnik
 Empoderamiento
 Tu ne cede malis, sed contra audentior ito
 Síndrome de desgaste profesional

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