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RESILIENCIA

Desarrollo Socioemocional

Jesús Manuel Gabino Valencia


Licenciatura en el aprendizaje y enseñanza de las matemáticas
Segundo semestre

02 DE MAYO DEL 2023


CENTRO DE ACTUALIZACIÓN DEL MAGISTERIO CAM-ACAPULCO
Ana Isabel García Reyna
Resiliencia

La resiliencia o entereza es la capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con


resultados positivos. Sin embargo, el concepto ha experimentado cambios importantes
desde la década de los sesenta. En un principio se interpretó como una condición innata,
luego se enfocó en los factores no solo individuales, sino también familiares y comunitarios
y actualmente en los culturales. Los investigadores del siglo XXI entienden la resiliencia
como un proceso de baño comunitario y cultural, que responde a tres modelos que la
explican: un modelo «compensatorio», otro de «protección» y por último uno de «desafío».
Asimismo, la resiliencia es la capacidad de tener éxito de modo aceptable para la sociedad a
pesar de un estrés o de una adversidad que implica normalmente un grave riesgo de
resultados negativos. También se define como un proceso de competitividad donde la
persona debe adaptarse positivamente a las situaciones adversas.

Etimología

Resiliencia viene del término latín resilio, «volver atrás, volver de un salto, resaltar,
rebotar». El término se adaptó al uso en psicología y otras ciencias sociales para referirse a
las personas que a pesar de sufrir situaciones estresantes no son afectadas psicológicamente
por ellas.

La palabra resiliencia, en cuanto a la física y la química, designa la capacidad de cualquier


material para recuperar su forma inicial a después de que se ejerce una fuerza que lo
deforma. La palabra proviene del latín salió, que se traduce como “saltar", antecedido por el
prefijo re-, que indica repetición o reanudación.

Historia

El término resiliencia se ha utilizado de formas diversas. Entre los psicólogos, Emmy


Werner, en 1995 se refiere a tres usos generales del término resiliencia: buen desarrollo a
pesar de alto riesgo social; mantenimiento de las competencias pese al estrés continuo; y
recuperación después del trauma.

Emily Hunter (1999), conceptualiza la resiliencia como un continuo entre dos polos:
«resiliencia menos que óptima» y «resiliencia óptima». En el caso de adolescentes
sometidos a riesgo psicosocial que responden en forma menos que óptima, este tipo de
respuesta incluye «tácticas violentas de supervivencia, comportamientos de alto riesgo y
abandono social y emocional», y que el pronóstico más probable es que sean adultos mal
adaptados.

Michael Rutter, entre 1999 y 2000, define resiliencia como la resistencia relativa al riesgo
psicosocial, sin necesariamente esperar un resultado positivo, sino más bien enfocado en la
forma o proceso en que la persona enfrenta el riesgo. Rutter desarrolló sus estudios a partir
de tres áreas de investigación: el estudio de poblaciones de alto riesgo como la de los hijos
de padres con enfermedades mentales; los estudios sobre temperamento realizados en la
década de los 60 y el estudio de las diferencias a nivel individual para enfrentar las distintas
situaciones de vida.

Suniya Luthar, entre el 2000 y el 2006, define resiliencia como una adaptación positiva
pese a la adversidad, enfatizando los dos elementos que la constituyen: la adversidad
significativa y la adaptación positiva, lo cual lleva a la conclusión de que la resiliencia solo
se mide indirectamente a través de estos elementos. Esta idea es compartida por varios
investigadores.

El psiquiatra y psicoanalista Boris Cyrulnik divulgó este concepto que extrajo de los
escritos de John Bowlby. Es un término que se toma de la resistencia de los materiales que
se doblan sin romperse para recuperar la situación o forma original. Por ejemplo, un arco
que se dobla para lanzar una flecha o los juncos bajo la fuerza del viento. Cuando un sujeto
o grupo es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada y puede
sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por estos. Actualmente, la
resiliencia se aborda desde la psicología positiva, la cual se centra en las capacidades,
valores y atributos positivos de los seres humanos, y no en sus debilidades y patologías,
como lo hace la psicología tradicional. El concepto de resiliencia se corresponde
aproximadamente con el término «entereza». Es superar algo y salir fortalecido y mejor que
antes.

La resiliencia es la capacidad de afrontar la adversidad. Desde la Neurociencia se considera


que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones
de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a
los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos (Instituto Español de
Resiliencia).

Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de estrés, como por ejemplo el debido
a la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso psíquico o físico, a
prolongadas enfermedades temporales, al abandono afectivo, al fracaso, a las catástrofes
naturales y a las pobrezas extremas.

Podría decirse que la resiliencia es la entereza más allá de la resistencia. Es la capacidad de


sobreponerse a un estímulo adverso.

Entonces se podría decir que la resiliencia es "un proceso dinámico que tiene como
resultado la adaptación positiva en un contexto de gran adversidad", por consiguiente
veamos cada término que integra este concepto como por ejemplo:

Adversidad: hace referencia a que el individuo logre una adaptación positiva a pesar de
estar o haber pasado por una situación de adversidad (vivir en la pobreza).

Adaptación positiva: hace referencia a que el individuo llega alcanzar expectativas sociales
asociadas a una etapa de desarrollo y cuando en esta etapa no ha tenido signos de
desajustes.

Proceso dinámico: Hace referencia a la interacción dinámica entre múltiples factores de


riesgo y factores resilientes, los cuales pueden ser familiares, bioquímicos, fisiológicos,
cognitivos, afectivos, biográficos, socioeconómicos, sociales y/o culturales.

Procesos resilientes: Gracias a la experiencia y aprendizaje de las personas hemos podido


ver y experimentar el cambio de la palabra resiliencia a procesos resilientes. Esto es debido
a que no es considerada como capacidad sino como proceso que engloba multitud de
factores. Cuando una persona está pasando por una situación extrema o delicada influye
familia, entorno, situación económica, amistades y, como no, la misma persona. Es por esto
que nunca hablamos de la capacidad de una persona sino de una consecución de sucesos en
el cual intervienen varias personas y elementos para conseguir salir reforzado de esa
situación y, por lo tanto, aprender de ello. Esa persona ha llevado a cabo un proceso
resiliente.
La resiliencia es un término que se construyó para definir o caracterizar a personas que a
pesar de haber tenido o vivir experiencias negativas en la vida, han logrado sobreponerse e
incluso sobresalir de su condición creándose y desarrollándose en un ambiente positivo,
contrario al propósito que se podía pensar hubieran tenido ante la situación adversa.

Características de una persona resiliente

El interés sobre la resiliencia en el campo de la Psicología se debe a diversos estudios de


corte longitudinal, que a lo largo de varias décadas ha demostrado que algunos niños y
jóvenes que se han enfrentado a circunstancias extremas o traumáticas, no desarrollan
problemas mentales, drogadicción o conductas criminales cuando llegan a ser adultos. Cada
persona tiene un nivel distinto de resiliencia, desde alto hasta bajo.

Identifican la situación: se genera una expectativa de que toda persona optimista pueda
superar las dificultades. El optimismo sistemático sólo conduce a continuos choques de
situación.

Aciertan sentido: Las personas resilientes deben contar con una misión, visión y valor, esta
última con sentido común para ofrecer maneras de interpretar y encauzar los
acontecimientos.

Organizan con estrategias: saber hacer el máximo con lo que se tiene a mano. Ver
posibilidades donde los demás sólo ven confusión. Ahora bien, la improvisación más
efectiva es la que se elabora sobre la base de unas normas y unas rutinas sólidamente
fijadas.

Resiliencia Educativa

La escuela es un órgano privilegiado para la construcción de resiliencia, ya que en ella se


desarrollan no solo procesos de aprendizaje, sino procesos más complejos de socialización
y desarrollo subjetivo. Para generar sujetos capaces de desenvolverse en su mundo con
respuestas saludables es necesario construir resiliencia. Y en esta construcción, los docentes
son agentes privilegiados, que pueden oficiar como tutores y guías de la resiliencia de sus
alumnos.
La resiliencia es una novedosa perspectiva sobre el desarrollo humano, contraria al
determinismo genético y al determinismo social, que explica esa cualidad humana universal
que está en todo tipo de personas y en todas las situaciones difíciles y contextos
desfavorecidos que permite hacer frente a las adversidades y salir fortalecido de las
experiencias negativas (Vanistaendel, 2002).

Lógicamente y como no podía ser de otro modo, los principales escenarios en los cuales se
desarrolla la resiliencia coinciden con las instituciones principales de socialización: familia
y escuela. En ambos escenarios, los dos de interés para el área de intervención
psicopedagógica, se encuentran algunos de los factores de protección y conveniente
desarrollo de la capacidad de resiliencia (Theis, 2003; Cyrulnick, 2002). El niño, ante
situaciones traumáticas, además de sus propios recursos (C.I. elevado, capacidad de
planificación competencias relacionales, alta autoestima…) que pueden y deben potenciarse
en los ámbitos familiar y escolar, debería disponer de otros “mecanismos protectores”
(Theis, 2003: 55) que favorecerán su capacidad de resiliencia:

• una buena relación con al menos uno de los padres o miembros de la familia más próxima

• Apoyo social fuera de la familia, proporcionado por un vecino o un profesor.

Resiliencia social

Desde una perspectiva sociológica, la resiliencia se entiende como una serie de conductas o
dinámicas adoptadas por grupos sociales para sobreponerse a los efectos nocivos de
cualquier adversidad, así como la capacidad de encontrar recuperación tras haber sufrido
experiencias notablemente traumáticas. El concepto está asociado a Victor Frankl, médico
austriaco autor del libro El hombre en busca de sentido (1946). En el compilatorio, Frankl
reflexiona sobre su tiempo como prisionero del ejército nazi y cómo él y el resto de los
integrantes de los campos de concentración encontraron motivos de esperanza en el
acompañamiento comunitario.

Victor Frankl.

Tenemos que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida, y en vez de ello,
pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les inquiriera continua e
incesantemente. Nuestra contestación no debe ser en palabras, sino que debe ser una
conducta y una situación rectas. (Frankl, 1946)

Frankl, quien contribuyó al desarrollo de la logoterapia, se ha convertido en una de las


principales referencias en el uso de la resiliencia como paradigma en contextos sociales de
emergencia, como desastres naturales, crisis económicas y violaciones sistemáticas a los
derechos humanos. Durante la pandemia de COVID-19, el concepto fue adoptado por
gobiernos e instituciones privadas como un llamado a resistir las incertidumbres propias de
la emergencia sanitaria global. Algunos de los logros más significativos de la adaptación a
las condiciones de vida emergentes incluyen la consolidación del teletrabajo y la educación
a distancia, el desarrollo de las economías digitales y la disminución de algunas
enfermedades infecciosas.

Críticas a la resiliencia

Algunas voces se han pronunciado en contra de la resiliencia al considerarla un discurso


que legitima injusticias que van desde la explotación laboral hasta la erosión del Estado de
derecho. En un espacio de opinión para El País, el periodista Paco Cerdà argumenta que el
discurso resiliente impide que las personas cuestionen las fuentes del dolor al
acostumbrarse al mal.

Es una fórmula perfecta: la hegemonía de la resiliencia doblega la oposición natural al


sufrimiento que el mismo sistema provoca. Y lo hace sin que el damnificado se pregunte
por las causas del dolor. Ejemplo: la resiliencia prohíbe cuestionar que las catástrofes
industriales están ligadas al modo capitalista de producción económica, fruto de una
sociedad tecnológica con voracidad ilimitada. Se trata de luchar contra el cáncer, contra la
contaminación o contra la COVID sin luchar contra el mundo que los propaga. Eso no se
toca. En tres palabras: aceptar, aguantar y superarlo.

Por su parte, Juan de Dios Uriarte Arciniega reconoce que la resiliencia comunitaria es una
meta que solo puede alcanzarse mediante la intervención activa de los gobiernos: "Una
sociedad es resiliente cuando ejerce la democracia participativa y exige la transparencia en
la gestión pública. […] Es necesario cambiar las circunstancias económicas, políticas,
culturales que dieron lugar a la catástrofe social o que acrecentaron los daños naturales".
La perspectiva psicológica también ha sido cuestionada. Omar Medina Cárdenas y Antar
Martínez Guzmán advierten que una interpretación inadecuada de la resiliencia puede
conducir a nociones pesimistas e individualistas del mundo, donde las personas se ven
aisladas de cualquier red de apoyo frente a realidades adversas. Por otro lado, el académico
Julio Alfonso Piña López considera que la resiliencia no tiene cabida en el ejercicio de la
psicología, pues se trata de un concepto proveniente del lenguaje coloquial que provoca
confusiones en el ámbito profesional.

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