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La apoptosis es solo una forma de muerte celular programada. Los biólogos utilizan los
términos muerte celular programada y apoptosis de forma indistinta. Las células que mueren
por apoptosis experimentan cambios morfológicos característicos. Se encogen y se condensan,
el citoesqueleto se colapsa, la envoltura nuclear se desensambla y la cromatina nuclear se
condensa y fragmenta. La superficie celular a menudo emite protusiones y, si la célula es
grande, confrecuencia se rompe en fragmentos rodeados de membrana denominados cuerpos
apoptóticos. La superficie de la célula o de los cuerpos apoptóticos se altera químicamente, de
modo que un macrófago los fagocita antes de que puedan liberar su contenido. De esta
manera, la célula muere limpiamente y es eliminada en muy poco tiempo, sin provocar una
respuesta inflamatoria perjudicial.
La muerte celular programada elimina las células superfluas (que no son necesarias, que
sobran), normalmente por apoptosis. La muerte celular, por ejemplo, ayuda a moldear las
extremidades durante el desarrollo embrionario.
En otras ocasiones, las células mueren cuando la estructura que forman ya no es necesaria. En
muchas otras ocasiones, la muerte celular contribuye a regular el número de células. Por
ejemplo, durante el desarrollo del sistema nervioso.
Las células animales pueden reconocer el daño en sus diferentes orgánulos y, si es lo bastante
grande, pueden autoeliminarse por apoptosis. Un ejemplo es el daño en el ADN, el cual puede
producir mutaciones que provocan cáncer si no se repara. Las células disponen de diversos
mecanismos para detectar el daño en el ADN, y si no lo pueden reparar, se autoeliminan
mediante apoptosis.
Las células que experimentan apoptosis manifiestan c ambios bioquímicos que se pueden
utilizar para identificarlas. Un cambio importantes, que el fosfolípido con carga negativa
fosfatidilserina sólo se localiza normalmente en la cara citosólica de la bicapa lipídica de la
membrana plasmática, pero se transloca a la monocapa externa en las células apoptóticas,
donde se puede utilizar como un marcador de estas células. La fosfatidilserina de la superficie
celular es más que un práctico marcador de apoptosis; actúa como una señal que induce a las
células vecinas y a los macrófagos a fagocitar la célula muerta. Además de actuar como una
señal que indica “cómeme”, también bloquea la inflamación a menudo asociada a la
fagocitosis: la endocitosis de las células apoptóticas dependiente de la fosfatidilserian inhibe la
producción de proteínas de señalización proinflamatorias (citoquinas) por la célula fagocítica.
Los macrófagos fagocitan la mayoría de tipos de pequeñas partículas, pero no fagocitan
ninguna célula sana, supuestamente porque las células sanas expresan en su superficie
moléculas señal que indican “no me comas”. Así que las células apoptóticas tienen una señal
que indica “cómeme” como la fosfatidilserina que estimula la apoptosis, también tienen que
perder o inactivar las señales que indican “no me comas” para que los macrófagos las ingieran.
Las células que experimentan apoptosis con frecuencia pierden el potencial eléctrico que por
lo general existe a través de la membrana interna de sus mitocondrias.
Desde las primeras etapas del desarrollo, las células sanas fabrican procaspasas y otras
proteínas necesarias para la apoptosis.
Las dos vías de señalización mejor comprendidas que pueden activar una cascada de caspasas,
que desencadene apoptosis son la vía extrínseca y la vía intrínseca.
Las células también pueden activar su programa de apoptosis desde dentro de la célula,
normalmente en respuesta a una lesión u otras formas de estrés, como el daño en el ADN o la
falta de oxígeno, de nutrientes o de señales de supervivencia extracelulares. Esta forma de
activación intracelular del programa apoptótico de muerte, se produce a través de la vía
intrínseca de la apoptosis, la cual depende de la liberación en el citosol de proteínas
mitocondriales que por lo general residen en el espacio intermembrana de las mitocondrias.
Algunas de las proteínas liberadas activan una cascada proteolítica de caspasas en el
citoplasma que desencadena la apoptosis. La vía intrínseca está regulada por proteínas Bcl2.