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Técnicas de anestesia:
Una vez que tienes claro el tipo de anestesia que mejor se adapta al pertinente
tratamiento, es hora de tener en cuenta una serie de aspectos:
1. Desinfección.
2. Elección de la aguja.
3. Penetración de la barrera mucosa.
4. Aspiración.
5. Introducción de la aguja.
6. Inyección del anestésico.
7. Volumen de la solución anestésica.
8. Temperatura del anestésico.
9. Velocidad de la inyección.
10. Tiempo de espera.
11. Recomendaciones posteriores.
Son las más utilizadas en odontología. Las ventajas que presentan es que
su cartucho es visible, la aspiración se puede realizar con una mano. Además,
son esterilizables en autoclave y resistentes a la corrosión. Sin embargo, son
más pesadas que otras y su tamaño es demasiado grande para ciertas personas.
Este tipo está destinado para una aspiración importante de más del 10-15%.
Como en los modelos anteriores, su cartucho también es visible, son
muy fáciles de aspirar y se pueden esterilizar en autoclave. Además, su
resistencia a la corrosión es de larga duración y contienen el pistón graduado. El
mayor inconveniente es su gran peso que aporta una mayor “inseguridad” al
odontólogo.
Jeringas de presión:
Este tipo de jeringas aporta una buena anestesia en la encía, acompañado de una
ventaja mecánica, lo cual aporta al profesional dental una aplicación muy rápida
y fácil. Los cartuchos están protegidos por la jeringa y el odontólogo puede
dosificar la dosis aplicada. Además, este tipo de jeringas vence la resistencia
tisular.
Jeringas desechables:
Este tipo de jeringas son de un solo uso, muy ligeras, estériles y más
baratas que los tipos anteriores. No aceptan cartuchos, son más difíciles de
manejar, la aspiración es dificultosa y no están indicadas para anestesia dental.
En odontología, son utilizadas ampliamente en irrigación endodóntica. La mejor
opción para anestesia dental, son las jeringas mencionadas anteriormente.
Por otro lado, la longitud de las agujas también sirve para diferenciar unas de
otras. Pueden ser desde cortas (10 mm) hasta largas (32 mm).
Ahora que ya tienes claros todos los tipos de agujas para anestesia que existen,
¡te develamos una serie de consejos sobre su cuidado y manipulación!
Las agujas no se deben usar en más de un paciente.
Se deben cambiar después de varias penetraciones tisulares.
Es importante que se transporten con su funda protectora.
Para evitar accidentes, nunca debe perderse de vista la punta de la aguja.
Es importante no forzar una aguja contra una resistencia.
Deben depositarse en contenedores de punzantes.
A la hora de introducir la aguja en los contenedores específicos, debe ir
cubierta o, si hay más de una, es necesario almacenarlas en algún
envase que permita transportarlas sin riesgo.
Los accidentes más comunes con las agujas dentales
No podíamos terminar este post sin mencionar algunos de los accidentes más
usuales que se producen con las agujas dentales:
Hasta aquí el post de hoy sobre las agujas y jeringas para anestesia. Como has
podido ver es un tema arduo en el que es necesario tener en cuenta bastantes
factores y, sobre todo, la situación clínica, antes de elegir unas u otras. Esperamos
haber resuelto todas tus dudas y, si te surge alguna otra, ¡no dudes en
escribirnos! Te ayudaremos encantados.
¿Cuál es la historia de la
anestesia?
Desde las antiguas civilizaciones, el control del dolor y de la
consciencia ha sido uno de los principales objetivos de la
medicina. Tratar quirúrgicamente tumores, extracciones dentales, amputaciones y cualquier
otro tratamiento quirúrgico sin causar dolor ha sido el objetivo de todo buen cirujano.
En los principios de la historia de la anestesia se utilizaban drogas o substancias que
provocaban la pérdida de la consciencia. De esta manera el cirujano procedía a realizar la
intervención con menor dificultad. Pero no todo era perfecto, porque el nivel de consciencia no
se podía controlar. Así, el dolor en muchas ocasiones despertaba al desesperado paciente. Es
la época de los druidas, magos y curanderos, que preparaban sus brebajes utilizando plantas
medicinales para combatir las enfermedades.
Tanto egipcios como árabes, dos culturas avanzadas a su época y con excelentes médicos
entre sus personajes más ilustres, experimentaron con mezclas de brebajes realizados con
plantas medicinales, pomadas y bebidas alcohólicas. Con estas pócimas intentaban mitigar el
dolor de las intervenciones y disminuir la consciencia del intervenido.
El control de un estado de anestesia general para mitigar el dolor durante las intervenciones
médicas lo podemos localizar en diferentes escritos médicos de antiguas civilizaciones. Pero
no es hasta mediados del siglo XIX cuando se consolidan los progresos sobre esta materia
médica gracias a la casualidad y a un dentista.
El siglo XIX, crucial para los avances médicos
No fue hasta el día 16 de octubre de 1846 cuando el dentista William Morton, colega del Dr.
Wells, dentista también, congrega a los más apreciados médicos de la ciudad de Boston para
realizar una intervención a un joven, bajo los efectos de la anestesia. La presentación fue todo
un éxito: se pudo intervenir al joven de un tumor en el cuello sin que éste presentara el mínimo
dolor.
Es por ello que el 16 de octubre ha sido elegido para la celebración del Día Mundial de la
Anestesia. Así pues os invitamos a conocer un poco más sobre la historia de la anestesia,
esta fascinante especialidad de la Medicina sin la que hubiera sido imposible realizar ni los
avances médicos ni las técnicas quirúrgicas que hoy día se practican asiduamente en todos
los centros hospitalarios.
Como cualquier otra rama de la Medicina, la anestesiología está en constante evolución.
Destacamos entre los más importantes avances los nuevos fármacos anestésicos,
la sedación consciente, la intubación endotraqueal y, ante todo, la monitorización avanzada
que permite controlar todos los parámetros vitales del paciente.
El charlatán sacamuelas de Theodoor Rombouts. Las extracciones dentales sin anestesia eran bastante
dolorosas
Por lo tanto, Tuo utilizó ya un tipo de anestesia unos 1600 años antes de que en Europa
comenzásemos a plantearnos su uso.
Y, ¿qué tipo de anestesia utilizó Tuo? ¿de qué estaba compuesta? El rudo general Kuan Yu
tomó un brebaje compuesto por una mezcla de vino con cannabis hervido. Probablemente
entramos en el campo de la leyenda y el mito, pero parece ser que la bebida administrada
permitió al general seguir jugando al ajedrez, sin mostrar ningún tipo de dolor, mientras el
médico Hua Tuo le practicaba la cirugía y los asistentes a la intervención se desmayaban.
Durante el siglo XIX era frecuente el uso del gas de la risa como diversión
Horace Wells tenía la intuición de que si a sus pacientes le administraba el óxido nitroso en la
concentración adecuada conseguiría realizar tratamientos totalmente indoloros. Así que no se
lo pensó dos veces y, bajo la influencia del gas, hizo que su colega de profesión, John Riggs,
le extrajera un diente. El resultado fue una extracción dental sin dolor. Creía tener el
secreto, la pócima mágica durante tantos siglos perseguida, que haría que sus intranquilos
pacientes no sufrieran el dolor de sus tratamientos dentales y que perdiesen el miedo al
dentista.
El Dr. Wells estaba decidido a explicar a la comunidad científica su descubrimiento. Así
programó una presentación ante los más ilustres científicos de Boston. La expectación
generada por la presentación del descubrimiento de Horace Wells era espectacular. Toda la
sociedad científica de Estados Unidos quería asistir a la exposición del dentista y éste los
reunió en 1845. Pero fue un auténtico fracaso, probablemente porque el paciente escogido
estaba obeso y, además, alcohólico, con lo que el efecto del gas no fue el esperado.
Tras esa presentación la vida de Wells fue un auténtico calvario. Abandonó la práctica de la
odontología haciéndose adicto al cloroformo. Acabó sus días en la cárcel y murió tras cortarse
él mismo una arteria de la pierna bajo los efectos del cloroformo.
El cloroformo era fácil de usar en los pacientes, pero en casos de sobredosis era mucho más
peligroso que el éter. Su uso se extendió rápidamente entre los cirujanos, pero pronto pasó a
un segundo plano debido al elevado porcentaje de muertes provocadas durante la anestesia
por inhalación de cloroformo. Se debía mejorar el anestésico para poder conseguir una
anestesia eficaz y ante todo segura para el paciente.
La búsqueda del anestésico ideal siguió durante la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros
días. Como curiosidad comentaros que una droga archiconocida como la cocaína se utilizó
como anestésico local en 1884 para practicar cirugías oculares.