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MÓDULO AUTOEDUCATIVO
OBJETIVOS
Al término de las acciones educativas previstas en el presente módulo auto educativo, estará en
condiciones de:
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MÓDULO AUTOEDUCATIVO 4
ÍNDICE
TEMA CONTENIDO PAGINA
OBJETIVOS 1
RESUMEN 28
AUTOEVALUACION 29
RESPUESTAS CORRECTAS 31
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA 32
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Las caídas son la principal causa de lesiones y se producen con mayor frecuencia en los
niños menores de 14 años; los traumatismos de peatones golpeados por vehículos
constituyen el siguiente mecanismo en frecuencia. Según las estadísticas, una lesión es
accidental en el 87% de los casos, está relacionada con los deportes en el 4% y es resultado
de una agresión en otro 5%. La afectación mutisistemica es la norma y no la excepción, por
lo que se debe suponer que todos los órganos y sistemas están lesionados hasta que no se
demuestre lo contrario. Aunque pueden encontrarse signos externos mínimos de lesión,
se debe suponer la presencia de una alteración interna potencialmente
significativa en cualquier órgano vital hasta que se descarte mediante una evaluación
definitiva o una evaluación de seguimiento minucioso.
El tamaño del niño hace que sea una diana más pequeña sobre la cual se aplican las fuerzas
lineales de guardabarros, parachoques y caídas. Dado que tienen menos gras corporal, una
mayor elasticidad del tejido conjuntivo y una proximidad estrecha de múltiples órganos,
estas fuerzas no se disipan tan bien como en el adulto y, por tanto, dispersan más energía
a cada órgano. Como el esqueleto del niño no está completamente calcificado y
contiene múltiples centros de crecimiento activo, es más elástico que el de un adulto.
Sin embargo, el esqueleto de un niño tiene menos capacidad que el de un adulto para
absorber las fuerzas cinéticas aplicadas durante un episodio traumático y puede permitir
una alteración interna leves. Por ejemplo, mientras las fracturas costales son infrecuentes, la
contusión pulmonar es habitual.
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Homeostasis térmica
La relación entre la superficie corporal (SC) del niño y su volumen corporal es mayor en
el momento del nacimiento y disminuye a lo largo de los niños. Esto significa que hay
relativamente más superficie a través de la cual se puede pedir rápidamente el calor. En
consecuencia, la perdida de la energía térmica se convierte en un factor de estrés
significativo en un niño más pequeño. Aunque es posible que este hecho no ponga en
peligro su vida por sí solo, con frecuencia supone una sobrecarga añadida al niño que puede
estar hipotenso y con un dolor importante. Con frecuencia, la hipotermia grave inicia un
colapso cardiovascular irreversible.
Aspectos psicosociales
Recuperación y rehabilitación
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4.2 FISIOPATOLOGIA
Hipoxia
Hemorragia
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diuresis. Sin embargo, a diferencia del adulto, los signos precoces de hemorragia en el niño
pueden ser sutiles y difíciles de identificar. La taquicardia puede estar causada por
hipovolemia o ase el resultado de miedo al dolor. Además la frecuencia cardiaca normal de
un niño varía con la edad. Una perfusión periférica inadecuada puede obedecer a
hipotensión, hipotermia o ambas, de modo que si el profesional de la asistencia
prehospitalaria pasa por alto estos signos sutiles precoces, el niño puede perder tanta sangre
circulante que los mecanismos compensadores fracasarán. En este caso, el gasto cardiaco
desciende, la perfusión orgánica desaparece y mortal. Por tanto, se deben monitorizar
minuciosamente las constantes vitales en todo niño que sufra un traumatismo contuso con
el objetivo de detectar estos signos sutiles. Una reanimación inadecuada puede provocar un
colapso cardiovascular profundo más adelante.
Las alteraciones fisiopatológicas que surgen tras una traumatismo de SNC comienzan en
cuestión de minutos. Una reanimación precoz y adecuada es la clave para aumentar la
supervivencia de los niños con una lesión del SNC. Aunque un cierto porcentaje de estas
lesiones son masivas y mortales, muchos niños presentan lesiones del SNC que empeoran
con la hiperfusiòn o isquemia que aparece posteriormente. La oxigenación y la ventilación
adecuadas son críticas en el tratamiento de los TCE. Incluso los niños que se encuentran en
como profundo pueden recuperarse si no desarrollan hipoxia cerebral.
Si se utilizan los datos de gravedad de la lesión medida por la escala ATS (Abbreviated
Injury Scale), los niños tiene una mortalidad más baja y un potencial de supervivencia más
alto que un adulto con la misma puntuación. Sin embargo, cuando se suma una lesión
extracraneal a la lesión cerebral, la curva de supervivencia del niño se superpone a la del
adulto, lo que demuestra el efecto negativo de las lesiones asociadas sobre la evolución de
un traumatismo del SNC.
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Los niños con un TCE llegan con frecuencia con un grado leve de obnubilación
(embotamiento sensitivo) y pueden haber presentado un periodo de inconsciencia que no
se registro durante la evaluación inicial. El antecedente de pérdida de conciencia es uno de
los indicadores pronósticos más importantes de las posibles lesiones del SNC, por lo que
el profesional de la asistencia prehospitalaria siempre deberá registrar este tipo de
antecedentes. Asimismo, es importante la documentación completa de la situación
neurológica basal, que incluirá los aspectos siguientes:
4.3 EVALUACION
Vías aéreas
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probabilidades de sufrir una obstrucción que los adultos. Cuando menor es el niño, mayor
es la desproporción entre el tamaño del cráneo y la zona de cara y mayor es la propensión
de la zona faríngea posterior a hacer de hebilla a medida que un occipital relativamente
grande fuerza una flexión pasiva de la columna cervical. En ausencia de un traumatismo,
la vía aérea del paciente pediátrico esta mejor protegida por la posición ligeramente
superior y anterior de lacara, lo que se conoce como postura de “olfateo”. En el paciente
pediátrico traumatizado, el cuello debe mantenerse alineado para evitar la hiperflexiòn en
C5 – C6 y la hiperextensiòn en C1 – C2 que aparece con esta posición
La laringe de niño es más pequeña que la del adulto, tiene un ángulo anterocaudal
ligeramente mayor (dirigido hacia delante y hacia los pies) y con frecuencia es más
difícil de visualizar mediante anulación directa. A pesar de estas características, el método
más fiable de ventilación de un niño con compromiso de la vía aérea es la intubación
orotraqueal directa. La intubación nasotraqueal requiere el paso ciego alrededor de un
ángulo nasofaríngeo posterior relativamente agudo y puede provocar una hemorragia
importante o incluso una penetración inadvertida de la bóveda craneal. En ausencia de un
equipo de intubación apropiado, la ventilación con MVB y oxigeno al 100% es una
alternativa aceptable. Un niño con un traumatismo craneofacila que provoque una
obstrucción de las vías aéreas superiores es candidato a la ventilación trastraqueal
percutánea inmediata. Se trata solo de una medida temporal y, en cuanto sea posible y
seguro, se debe crear un vía aérea mas definitiva.
Tabla 12-
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Respiración
Como sucede en todos los pacientes traumatizados, un niño que sufra en traumatismo
importante necesita una concentración de oxigeno de entre el 85% y el 100% (Fio2 de
0,85 a 1). Para ello se utiliza oxigeno suplementario y una mascarilla pediátrica del tamaño
apropiado. Cuando aparece hipoxia en un niño pequeño, el organismo lo compensa
aumentando la frecuencia respiratoria (taquipnea) y mediante un incremento extenuante del
esfuerzo respiratorio, que incluye una mayor expansión torácica y la utilización de la
musculatura accesoria del cuello y el abdomen. Este aumento del esfuerzo puede producir
un cansancio importante que provoca insuficiencia respiratoria. La dificultad respiratoria
puede progresar rápidamente desde un esfuerzo respiratorio compensado a una insuficiencia
respiratoria, seguido de una parada cardiaca secundaria al problema respiratorio.
La taquipnea con signos de un mayor esfuerzo o dificultad respiratoria puede ser la primera
manifestación de un sufrimiento respiratorio un shock. A medida que aumenta la
dificultad aparecen signos y síntomas adicionales, como respiración superficial y
movimiento torácico mínimo. Los ruidos respiratorios pueden ser débiles o infrecuentes y
el intercambio de aire por la nariz o la boca puede estar reducido o ser mínimo. El esfuerzo
respiratorio se hace entonces más laborioso y se pueden ver los siguientes signos.
Balanceo de la cabeza con cada respiración
Bloqueos o gruñidos
Aleteo nasal
Estridor o ronquidos
Tiraje supraesternal, supraclavicular o intercostal.
Uso de los músculos accesorios de cuello y abdomen
Distensión del abdomen cuando desciende el tórax (efecto de bamboleo entre
tórax y abdomen)
La eficacia de la ventilación en el niño debe evaluarse mediante los siguientes indicadores:
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Una vez que el profesional de la asistencia prehospitalaria ha comenzado la ventilación,
deberá complementar la MVB con una reservorio de oxigeno con una fuente de oxigeno a
concentración alta. Como la vía aérea del niño es tan pequeña, puede ser necesario aspirar
inicialmente y después a intervalos. En los lactantes que a menudo son respiradores nasales
obligados, se deben aspirar siempre los orificios nasales.
Los cambios que surgen en el estado respiratorio del niño pueden ser sutiles y el
esfuerzo respiratorio se puede deteriorar rápidamente hasta que se produzca una ventilación
inadecuada con hipoxia. La respiración del paciente debe evaluarse dentro de la revisión
primaria y comprobarse periódicamente después de una forma minuciosa para garantizar
que sigue siendo adecuada. La pulsioximetria debe monitorizarse y se hará todo lo posible
para mantener una Spc2 por encima del 95%.
Circulación
Si la revisión primaria indica una hipotensión grave, la causa más probable es una
hemorragia, ya sea a través de una herida externa importante (fácilmente observable),
una herida intratoràcica (que se puede identificar por la disminución de la mecánica
respiratoria y la auscultación) o una lesión intraabdominal importante. Debido a que la
sangre no es un medio comprimible, la hemorragia derivada de una lesión
intraabdominal importante produce distensión y aumento del perímetro abdominal.
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puntuación de la sección verbal en los niños menores de cuatro años debe modificarse.
Debido a las habilidades de comunicación limitadas de este grupo de edad, se debe prestar
una gran atención al comportamiento del niño.
Exposición y entorno
Se buscarán en los niños otras lesiones potencialmente mortales; sin embargo, pueden
asustarse al intentar quitarles la ropa. Dado que los niños son más propensos a
desarrollar hipotermia, una vez terminada la exploración dirigida a identificar lesiones se
debe cubrir el cuerpo desnudo para conservar el calor corporal.
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Para decidir qué nivel de asistencia se precisa, se debe realizar una evaluación detallada y
rápida del niño en su conjunto. En este sentido, pasar por alto una lesión potencial de
algunos órganos y sistemas y administrar un tratamiento inadecuado son los dos problemas
más frecuentes. Por tal motivo, se ha desarrollado la puntuación de traumas pediátrico
(PTS, Pediátrica Trauma Score) para disponer de un protocolo fiable y sencillo que
permita evaluara y cuantificar numéricamente el resultado predecible de morbilidad y
mortalidad.
El factor más importante dentro de la evaluación inicial del SNC es el NDC. Dado que los
niños sufren con frecuencia una pérdida transitoria de conciencia durante el traumatismo, se
aplica el grado de obnubilación (+1) a cualquier niño con pérdida de conciencia,
independientemente de lo breve que haya sido. Este grado identifica al paciente con
probabilidades de desarrollar una lesión intracraneal potencialmente mortal, aunque con
frecuencia tratable, secundaria a un traumatismo cerebral.
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palpables, +1 si son palpables sólo los pulsos carotideo o femoral y -1 si no hay pulsos
palpables.
Debido a la naturaleza de este diseño, la PTS sirve como una lista de comprobación directa
y garantiza que se tienen en cuenta todos los componentes necesarios para identificar a un
niño traumatizado grave.
Como factor predictivo de lesión, la PTS presenta una relación lineal inversa
estadísticamente significativa con la mortalidad del paciente. Hay una puntuación
umbral de 8, por debajo del cual los niños traumatizados deben ser trasladados a un centro
apropiado de atención al trauma infantil. Se trata de niños en quienes es mayor la
posibilidad de una mortalidad y morbilidad prevenibles.
Constantes vitales y normas cuantitativas
El término paciente pediátrico o niño incluye una amplia variedad de característica que
reflejan el desarrollo físico, la madurez emocional y el tamaño corporal. El abordaje del
paciente y las implicaciones de muchas lesiones varían en gran medida entre un recién nacido
y un adolescente.
En la mayoría de las consideraciones anatómicas y posológicas, el peso del niño (o su talla o
altura) sirve como un indicador más exacto que su edad cronológica definida. En la tabla
12-1 se describen los valores de talla y peso medio de un niño sano de distintas edades.
Los intervalos aceptables de las constantes vitales cuantitativas varían en las distintas edades
dentro de la población pediátrica. El profesional de la asistencia prehospitalaria no debe
utilizar las normas del adulto en los niños más pequeños. En el adulto, una frecuencia
respiratoria de 30 respiraciones/minuto se considera taquipnea y una frecuencia cardiaca de
120 latidos/minuto es una taquicardia; ambos valores se consideran alarmantemente elevados
y tiene un significado patológico en el adulto, mientras que en un recién nacido pueden
encontrarse dentro de los valores normales.
Los estudios recopilados en la bibliografía pediátrica y las listas de distintos textos de
pediatría pueden no ser coherentes, lo que refleja los intervalos de valores normales en
distintos grupos de edad. Para mayor complicación, en un niño que ha sufrido un traumatismo
y en que no se dispone de los valores previos de sus constantes vitales normales, un abordaje
conservador recomienda contemplar los valores límite como si fueran patológicos, incluso
aunque pudieran considerarse fisiológicamente aceptables en otro niño. Las normas que se
resumen en las Tablas 12-2, 12-3 y 12-4 facilitan la evaluación de las constantes vitales.
Estas tablas representan los inte4rvalos en los cuales se encontrarán los valores en la
mayoría de los niños de estos grupos de edad. No definen
los límites de buen a salud, sino que describen los intervalos estadísticamente más frecuentes.
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Existen varios dispositivos comerciales que sirven de referencia rápida para determinar las
constantes vitales y el tamaño del equipo en pediatría. Por ejemplo, se utiliza a cinta de
reanimación basada en la altura del paciente (cinta de Broselow) y varios tipos de escalas de
plástico de tipo ruleta; también se pueden utilizar las siguientes fórmulas orientadoras para
estimar el resultado esperado en cualquier edad:
Como en los adultos, las constantes vitales cuantitativas en los niños, aunque importantes,
sólo son otra parte más de información en la toma de decisiones. Hay que recordar la rapidez
con la que un niño se puede deteriorar y presentar una dificultad respiratoria crítica o un
shock descompensado. Las constantes vitales deben valorarse siempre junto al
mecanismo de la lesión y otros datos clínicos.
La revisión secundaria del niño debe efectuarse después de la revisión primaria sólo cuando
se ha identificado y tratado las situaciones potencialmente mortales. En el tórax se evaluará
la posibilidad de confusiones cardiacas o pulmonares, que pueden empeorar si se utiliza una
reanimación con líquidos demasiado intensiva. Debido a la mayor elasticidad de las
costillas del niño puede haberse trasmitido una energía significativamente mayor a los
órgano torácicos subyacentes, por lo que puede presentar una contusión pulmonar extensa
sin signos externos. Los paciente traumatizados a menudo tienen el estómago lleno; por
tanto, existe la posibilidad de una aspiración. Esto es especialmente cierto en los niños que
están obnubilados o presentan convulsiones después del traumatismo.
Aunque las fracturas costales son poco frecuentes en los niños, s asocian a un alto riesgo de
muerte. Incluso cuando la fractura costal es una lesión aislada, se debe contemplar como un
indicador de traumatismo grave. El riesgo de mortalidad aumenta con el número de
costillas fracturadas.
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detenidamente cualquier zona de edema, dolor espontáneo o a la palpación o
disminución del arco de movilidad, que será sospechosa de estar fracturada hasta que se
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descarte en la radiología. En los adultos y los niños, la existencia de una lesión ortopédica
de una extremidad que se ha pasado por alto tiene poco efecto sobre la mortalidad, pero
puede presentar una repercusión muy importante a largo plazo por la deformidad y la
discapacidad que origina.
4.4 TRATAMIENTO
Vías aéreas
La vía aérea del paciente debe verificarse y mantenerse con aspiración, maniobras
manuales y equipos de mantenimiento de las vías aéreas junto con una protección
raquídea adecuada en todo momento. Como en el adulto, el tratamiento inicial incluye la
estabilización de la columna cervical. Cuando se eleve la barbilla de un niño, se debe evitar
la compresión de los tejidos blandos del cuello y la tráquea. Una vez conseguido el control
manual de las vía aérea, se puede colocar una cánula orofaringea si no hay reflejo nauseoso.
El dispositivo debe introducirse con cuidado y suavemente, siguiendo un trayecto paralelo a
la lengua en lugar de girarlo 90º - 180º en la orofaringe posterior como se hace en el
adulto. El uso de un depresor lingual resulta útil. La intubación orotraqueal bajo
visualización es el método preferido para conseguir el control definitivo de la vía
aérea.
Respiración
Hay que evaluar detenidamente el volumen minuto y el esfuerzo respiratorio del paciente.
Debido a la posibilidad de deterioro rápido desde hipoxia a parada respiratoria, la
ventilación debe ser asistida si se observa disnea y un aumento del esfuerzo respiratorio.
Debe utilizarse un dispositivo MVB de tamaño adecuado con reservatorio y oxigeno a flujo
alto que permitan conseguir una concentración de oxigeno del 85% al
100% (Fio2 de 0,85 a 1). La pulsioximetrìa continua sirve como medida complementaria
para evaluar la forma continuada de vía aérea y la respiración. La Spo2 debe mantenerse
por encima del 95%
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Circulación
PNAS en niños
Acceso Vascular
La reposición de líquidos en un niño con hipotensión grave o signos de shock debe
administrar el volumen adecuado de líquidos hacia la auricular derecha tan directamente
como sea posible para evitar reducir aun más la precarga cardiaca. El lugar inicial más
apropiado para obtener el acceso intravenoso es por encima del diafragma. El acceso
intravenoso debe intentarse primero en la fosa antecubital y, si no se consigue un acceso
adecuado en esta posición, debe valorarse el empleo de la vena safena en el tobillo. La vena
safena es un punto distal por debajo del diafragma, aunque su disponibilidad a menudo
garantiza un acceso vascular fiable.
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El acceso vascular debe conseguirse en todo niño que precise una reposición de
líquidos. Sin embargo, el establecimiento de una vía intravenosa con el objetivo de
mantenerla abierta en espera de que se pueda requerir posteriormente una reposición de
líquidos constituye un problema prehospitalario sin fácil respuesta. En el adulto se canaliza
una vía intravenosa si existe cualquier posibilidad de que vaya a ser necesaria. Debido a la
posibilidad de evolución a shock y descompensación rápida en el niño, parece justificado
mantener una vía intravenosa permeable. Sin embargo, la instauración de una vía
intravenosa en el niño puede ser muy difícil y llevar bastante tiempo, además de suponer un
nuevo trauma psicológico para el paciente.
Sueroterapia
El niño traumatizado suele presentar uno de estos tres cuadros clínicos; normotenso,
hipotenso o shock rápidamente descompensado. Pocos muestran signos de hemorragia e
hipotensión con la elevada incidencia de lesión cerebral potencial, la reposición de volumen
debe buscar el equilibrio entre restaurar el volumen circulante adecuado y causar una
sobrecarga de líquidos que puede ser perjudicial para un edema cerebral en evolución.
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Vía Intraósea
La infusión intraósea puede ofrecer una vía alterativa adecuada para la reposición de
volumen en los niños traumatizados. Se trata de una vía eficaz de infusión de
fármacos y se ha documentado como un medio igualmente eficaz para conseguir una
reanimación con un volumen elevado de líquidos.
El lugar más sencillo para realizar la infusión intraósea es la zona tibial anterior,
inmediatamente por debajo de la tuberosidad tibial, después de prepara la piel con
antisépticos y comprobar adecuadamente la pierna, se elige un lugar en la posición
anterior e la tibia 1 – 2 cm en dirección distal y medial a la tuberosidad tibial. Para
este procedimiento, lo mejor es utilizar las agujas de infusión intraósea que se fabrican
especialmente. Las agujas raquídeas de calibre 18 – 20G también funcionan bien porque
tienen un trocar que impide quela aguja se obstruya cuando atraviesa la cortical del
hueso hacia la médula ósea. En caso de urgencia se puede utilizar cualquier aguja
de calibre 14 – 20 G. la aguja se coloca en un ángulo de 90º sobre el hueso y se hace
avanzar firmemente a través de la cortical hasta la médula. Los signos que indican
que la aguja se encuentra correctamente dentro de la médula ósea son los siguientes:
Los niños que manifiestan un shock hipovolèmico y responden a cantidades elevadas (50-
60 ml/kg en bolos de 20 ml/kg) de reanimación con cristaloides necesitan una reposición de
sangre en cuanto sea posible, ya que el bolo de cristaloides recuperar el gasto cardiaco
adecuado en estos casos, pero el volumen circulante resultante tiene una capacidad mínima
de transporte de oxigeno. La hipoxia continuada induce un desplazamiento celular hacia el
metabolismo anaerobio. La reanimación de estos niños debe ser intensiva y serán traslados
sin retraso para recibir una transfusión de hematíes. Sólo en estas circunstancias tiene una
posibilidad de sobrevivir a su lesión hemorrágica.
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disminuir las consecuencias graves de la lesión en el niño. Disminuir las
consecuencias graves de la lesión en el niño. De nuevo, el hecho de mantener una
oxigenación una ventilación y una circulación adecuadas es la principal consideración el
pronóstico de
un niño que sufre un TCE suele ser mejor que el de un adulto; sin embargo, la evolución de
un niño menor de tres años es peor que la de un niño mayor.
Los niños con una puntuación GCS de 8 o menos pueden beneficiarse de la intubación. Sin
embargo los intentos prolongados de asegurar una vía aérea endotraqueal no deben retrasar
el transporte a un centro apropiado, siempre y cuando se pueda conseguir una oxigenación
y ventilación adecuadas con un dispositivo MVB.
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del NDC o comatoso mediante el control inicial de la vía aérea, la ventilación con un
dispositivo MVB o tubo endotraqueal y oxigeno suplementario en concentraciones
altas. La monitorización de la capniometrìa puede guiar el tratamiento con unos valores
objetivo de entre 25 y 30 mmHg. Si no se dispone de capnografìa, se debe utilizar una
frecuencia respiratoria de 30 respiraciones/minuto en los niños y 35
respiraciones/minuto en los recién nacidos.
Durante un transporte prolongado puede resultar útil administrar pequeñas dosis de manitol
(0,5-1 g/kg de peso) cuando los niños tiene signos de hipertensión intracraneal; sin
embargo, su uso puede dar lugar a hipovolemia con una reposición de volumen insuficiente.
Pueden aparecer convulsiones poco después de la lesión cerebral; sin embargo, una
actividad convulsiva recurrente es preocupante y puede requerir tratamiento con bolos
intravenosos de diazepam (0,1-0,2 mg/kg/dosis), un fármaco que se debe utilizar con
grandes precauciones por sus posibles efectos secundarios de disminución de la ventilación
hipotensión.
Cuando la mayoría de los niños pequeños se colocan en una superficie rígida, el tamaño
relativamente mayor de la parte posterior de la cabeza en relación con la columna vertebral
provocará el desplazamiento de la primera a una posición flexionada. Se debe colocar un
almohadillado por debajo del tronco que lo eleve suficientemente, para permitir que la
cabeza se encuentre en una posición neutra. El almohadillado debe ser continuo y plano
desde los hombros hasta la pelvis y se extenderá hasta los costados para garantizar que
la columna dorsal, lumbar y sacra se encuentra sobre una plataforma plana continua y
estable sin movimientos. También se colocará una almohadillado entre los costados del
niño y los bordes de la tabla para garantizar que no se produzcan movimientos laterales
cuando se mueva la tabla o sea necesario girar al paciente y la tabla para evitar la
aspiración del vomito.
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Lesiones torácicas
Un alto índice de sospecha es la clave que permite identificar este tipo de lesiones. Todo
niño que sufra un traumatismo sobre el tórax y el tronco debe ser estrechamente
vigilado en busca de signos de dificultad respiratoria y shock. Aunque no hay signos de
dificultad respiratoria debe ser transportado sin retraso a un centro adecuado para proceder
a la exploración radiológica del tórax y a una evaluación detallada de la función
cardiológicos de la contusión pulmonar en niños que, aparte de antecedentes de un
traumatismo torácico cerrado, están útil para identificar estos problemas.
Una vez percibido este problema potencial, se requiere una monitorización cuidadosa y
continua del balance hídrico del niño para evitar una sobre carga importante con
líquidos intravenosos. A diferencia de los adultos, las fracturas costales de los niños se
asocian a un mayor riesgo de muerte. Incluso sise trata de una lesión aislada, la
presencia de una o más costillas fracturadas es una indicación de un traumatismo
multisistèmico, incluso en ausencia de otros signos evidentes.
La posibilidad de una contusión cardiaca también debe tenerse en cuenta con un niño
que ha sufrido un traumatismo torácico cerrado. Cuando se transporte a un niño que ha
presentado un traumatismo torácico contuso de alto impacto se debe monitorizar el
ritmo cardiaco en cuanto se encuentre en camino hacia el centro sanitario.
Los elementos clave del tratamiento de un traumatismo torácico incluyen una atención
cuidadosa de la ventilación y e transporte inmediato a un centro apropiado.
Lesiones abdominales
Debido al gran tamaño del tronco en relación con las extremidades del niño, los
traumatismos abdominales son un problema frecuente. Tal como ya se ha comentado, la
presencia de un traumatismo contuso del abdomen, una pelvis inestable o distensión,
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Una alteración articular primaria por un traumatismo que no sea penetrante es infrecuente,
comparada con las alteraciones de los segmentos diafisarios o epifisarios de los hueso. Las
fracturas que afectan al a placa de crecimiento deben identificarse minuciosamente y
tratarse de forma que no solo garanticen una consolidación adecuada, sino que también se
impida el desplazamiento o la deformidad posterior a medida que le niño crezca. También
se debe tener en cuenta la posible asociación de lesiones vasculares a lesiones
ortopédicas en los niños y evaluar cuidadosamente los pulsos distales.
Los pacientes pediátricos con un lesión aislada en una extremidad, aunque se trate de un
traumatismo óseo aparentemente leve, precisan tratamiento hospitalario. Debido a la
posibilidad de que una lesión de la placa de crecimiento o una alteración vascular que pasen
desapercibida puedan provocar un trastorno posterior del crecimiento de la extremidad y su
deformación, este tipo de lesiones requiere una exploración y una evaluación minuciosa.
En el niño con más lesiones que una lesión aislada de una extremidad, el profesional de la
asistencia prehospitalaria debe centrarse en lo esencial y no distraerse de las lesiones
potencialmente mortales por la gran deformidad evidente que a veces se asocia al
traumatismo de una extremidad. Una hemorragia no controlada representa la única situación
potencialmente mortal relacionada con un traumatismo de las extremidades. En un
paciente pediátrico politraumatizado, al igual que en los adultos, el inicio del transporte a
un centro apropiado sin demora una vez completad la revisión primaria, la reanimación y
una preparación rápida siguen siendo vitales para reducir la mortalidad.
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Transporte
La revisión de más de 15.000 registros de NPTR indica que el 25% de los niños tiene un
traumatismo suficientemente grave para requerir la derivación a un centro de atención al
trauma pediátrico designado. El uno de los PTS ayudará a realizar la derivación de
forma apropiada.
Los malos tratos infantiles son una causa importante de traumatismo en los niños. El
profesional de la asistencia prehospitalaria debe tener en cuenta la posibilidad de malos
tratos cuando las circunstancias así lo indiquen.
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RESUMEN
Los niños tienen la capacidad de compensar la pérdida de volumen más que los adultos pero,
cuando se supera esta capacidad de compensación, sufren un deterioro brusco e importante.
Pueden existir lesiones orgánicas y vasculares subyacentes significativas sin una lesión
externa evidente, a menudo sólo con signos y síntomas externos leves.
Dificultad respiratoria
Signos de shock o inestabilidad circulatoria
Cualquier periodo de pérdida de conciencia después del traumatismo.
Traumatismo contuso significativo del tórax
Fracturas costales
Traumatismo contuso significativo del abdomen
Fractura de pelvis
Si es posible, los niños que sufren un politraumatismo y presentan una puntuación PTS menor de
8 deben ser trasladados a un centro de atención al trauma pediátrico.
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AUTOEVALUACIÓN
1º Determinar si ha logrado con eficacia los objetivos planteados al comienzo del presente
módulo.
2º Revisar aquellos temas o tópicos que no ha comprendido plenamente.
3º Reforzar su aprendizaje. Recuerde que mediante una autoevaluación también se
aprende.
E.4.1 Es más difícil comunicarse con los pacientes pediátricos debido a ¿Cuál de las
siguientes razones?
E.4.2 ¿Qué fórmula es un buen método para estimar la tensión arterial sistólica en un niño?
E.4.3 En un niño con quemaduras que afectan al 25% - 30% de su superficie corporal
¿Cuál de las siguientes es una de las principales consideraciones secundarias que hay
que tener en cuenta en el medio prehospitalario.
a) Retención de líquidos
b) Hipotermia
c) Infección
d) Perdida de función de las extremidades
a) Esfuerzo respiratorio
b) Intercambio gaseoso O2/CO
c) Esfuerzo respiratorio y administración de O2
d) Elevación torácica adecuada e intercambio gaseoso O2/CO2 eficaz
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a) 25%
b) 10%
c) 30%
d) 5%
E.4.6 En el niño normal. ¿cuál de las siguientes afirmaciones refleja mejor la realidad en
comparación con un paciente adulto?
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RESPUESTAS CORRECTAS
Ahora puede verificar si sus respuestas son correctas o no. Tenga presente que debe
tener un 70% de aciertos, para verificar si ha logrado los objetivos propuestos para este módulo.
E.3.1 d
E.3.2 d
E.3.3 b
E.3.4 b
E.3.5 a
E.3.6 c
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DIGED JETSO
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Los tópicos tratados en este módulo pueden ser ampliados y complementados consultando la
siguiente bibliografía.
American Academy of Pediatrics: Diagnostic and statistical manual for primary car, Elk
Grove, III, 1996, Author.
Ball JW Bindler R: Pediatric nursing, ed 2, Norwalk, Conn, 1999, Appleton & Lange.
Horn LJ, Zasher ND: Medical rehabilitation of traumatic brain injury, St Louis 1996,
Mosby.
Seidel HS, Ball JW, Daines JE Benedict GW: Physical examination, St Louis, 1999,
Mosby.
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