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1) GONZALEZ NIEVA - PRINCIPIO DE INOCENCIA

La Corte Suprema absolvió a Jorge Enrique González Nieva.


En el acuerdo del día de la fecha la Corte Suprema de Justicia de la Nación, por
unanimidad, absolvió a Jorge Enrique González Nieva por los delitos de robo con homicidio
resultante y portación de arma de guerra por los que había sido condenado a la pena de
veinticinco años de prisión por el Tribunal Oral en lo Criminal N°1 del Departamento Judicial
de Morón.
El máximo Tribunal entendió que la condena se dictó desconociendo las garantías
constitucionales de debido proceso, defensa en juicio y de presunción de inocencia y que
estas falencias no fueron atendidas por la Sala II del Tribunal de Casación Penal y,
posteriormente, por la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires al
confirmarla.
La Corte Suprema cuestionó puntualmente el valor asignado a la identificación por
fotografías del imputado por parte de un testigo que luego no pudo reconocerlo
personalmente. A este respecto, señaló que la principal prueba de cargo fue este
reconocimiento fotográfico y remarcó que la falta de cumplimiento de las normas procesales
destinadas a garantizar el contralor de este acto por el imputado y por su abogado no
revisten el carácter de meras formalidades, sino que, desde la perspectiva del derecho de
defensa, configuran requisitos estrechamente ligados a la seguridad de la prueba de
reconocimiento.
Asimismo, en este caso, en que no hubo prueba forense que vincule físicamente a
González Nieva con los hechos de la condena, ni tampoco pudo establecerse su vinculación
con las personas identificadas como miembros de la banda que cometió el robo, criticó que
no se hubiera valorado el resultado negativo del reconocimiento en rueda de personas por
parte de todos los testigos del hecho.
También consideró que tanto los descargos del imputado como la prueba testimonial
producida en su favor que avalaban que, al momento de los hechos, Jorge González Nieva
se encontraba en otro lugar y, por lo tanto, era ajeno a su comisión, fueron descartados con
argumentos inadmisibles por ser directamente contrarios a las fundamentales garantías de
la presunción de inocencia y defensa en juicio, como ser que estos testigos eran
interesados simplemente por haber sido propuestos por la defensa o que era un indicio de
cargo que González Nieva hubiera negado su participación en el hecho atribuido.
De igual manera, el Tribunal estimó que resultaba especialmente reprochable la posición
adoptada en la sentencia de juicio dado el alarmante contexto de serias irregularidades en
el que la defensa articuló sus cuestionamientos y la existencia de contradicciones flagrantes
entre lo declarado por agentes policiales con distintas pruebas que comprometían
seriamente tanto el camino investigativo que derivó en la irrupción de Jorge González Nieva
en el expediente como la producción de la única prueba de cargo relevante en su contra: el
reconocimiento fotográfico en sede policial.
Al respecto, la Corte recordó que González Nieva declaró ante los jueces sentenciantes que
el policía que lideró la investigación le había exigido que le entregara su automóvil "taxi" y
que su negativa había contribuido a mantenerlo imputado y detenido, que una propiedad de
un co-imputado pasó a manos de este agente durante el curso de la investigación y que, al
momento del debate oral, los efectivos policiales que tuvieron un rol central en la instrucción
del caso se encontraban detenidos y bajo proceso por distintos hechos delictivos que
involucraban la adulteración de información y la fabricación de imputaciones con fines
extorsivos en el marco de sus investigaciones, incluida la de este mismo caso.
Con respecto a esto último, se puso especial énfasis en que los jueces deben velar por la
legalidad de los procesos judiciales, garantizando que las sentencias no sean el producto de
procedimientos irregulares o directamente ilegales y que, cuando se enfrentan a la
sospecha fundada de algún vicio sustancial en el origen o producción de un elemento
probatorio, no deben limitarse a analizar el cumplimiento de los aspectos formales
establecidos en la normativa procesal aplicable, sino que tienen que procurar descartar la
posible existencia de ese vicio a efectos de que tal elemento pueda tener validez y eficacia
probatoria en el proceso penal.
Por todo ello, la Corte Suprema entendió que la sentencia apelada afectó no sólo el
principio de inocencia sino también las garantías constitucionales de defensa en juicio y del
debido proceso y concluyó que correspondía absolver al imputado en esta instancia a fin de
evitar que una situación de indefinición reñida con el derecho de defensa y el debido
proceso se siguiera dilatando en el tiempo.

2) CRISTINA VAZQUEZ. PRINCIPIO DE INOCENCIA. ABSOLUCIÓN


La Corte Suprema absolvió a Cristina Liliana Vázquez y a Lucía Cecilia Rojas.
En el acuerdo del día de la fecha, la Corte Suprema de Justicia, por unanimidad, absolvió a
Cristina Liliana Vázquez y a Lucía Cecilia Rojas por el homicidio de Ersélide Leila Dávalos.
Por ese hecho, Vázquez y Rojas habían sido condenadas a la pena de prisión perpetua.
Anteriormente, la Corte Suprema había ordenado al Superior Tribunal de Justicia de la
Provincia de Misiones que revisara esa condena y tratara los descargos por los que las
imputadas sostenían su ajenidad con respecto al hecho por el que habían sido condenadas.
Con motivo de ese fallo, la máxima instancia provincial, con otra integración, volvió a revisar
la sentencia de condena y la confirmó.
En esta nueva intervención, la Corte Suprema entendió que en la sentencia que confirmó la
condena no se había tratado en forma adecuada el descargo de Vázquez y Rojas por el que
sostenían no ser responsables del hecho que se les atribuyera. Para llegar a esta
conclusión, la Corte Suprema remarcó que la revisión del fallo había sido deficitaria en tanto
se había apartado de las constancias de la causa, desatendiendo prueba producida al no
ponderarla ni confrontarla desde la perspectiva del principio de culpabilidad y de la garantía
de presunción de inocencia, convalidando un doble estándar de valoración probatoria en
desmedro de dichos principios al efectuarse un análisis parcial y sesgado de la prueba.
Consideró asimismo que la causa resultó ser un ejemplo de un proceso indebido en el que
se negó la vigencia del principio de inocencia y la aplicabilidad al caso del in dubio pro reo y
que ello se debía a la revisión parcial y sesgada que se había hecho del fallo
El máximo tribunal sostuvo que si no hay un debido proceso entonces no puede existir el
respeto a la garantía de la defensa y al derecho a ser oído y si esa garantía se encuentra
ausente, no hay posibilidad de garantizar la presunción de inocencia.
Por todo ello, la Corte Suprema entendió que tras más de nueve años de procedimiento
recursivo todavía la sentencia apelada no cumplía con el derecho de las imputadas a que su
condena fuera revisada de conformidad con los mandatos que derivan de la mencionada
presunción de inocencia y en función de ello, aplicando el beneficio de la duda, concluyó
que correspondía absolver a ambas imputadas a fin de evitar que una situación de
indefinición reñida con el derecho de defensa y el debido proceso se siguiera dilatando en el
tiempo.
En su voto conjunto, los ministros Rosenkrantz, Highton, Maqueda, Lorenzetti y Rosatti
formularon unas consideraciones por las que manifestaron que la aplicación del principio in
dubio pro reo permitió arribar a una solución que –aunque en forma tardía- pone fin a la
injusticia con dos personas que han pasado varios años encarceladas. En este sentido,
remarcaron que ésta era la única respuesta judicial posible y expedita hacia quienes hasta
ahora estuvieron condenadas.
Cabe recordar que las dos imputadas se encontraban hasta el día de hoy privadas de su
libertad sin sentencia firme, en el caso de Rojas desde hace más de catorce años y, en el
caso de Vázquez, desde hace más de once.

3) FALLO TOMMASI, J. A.
Hechos relevantes del caso
Durante la última dictadura militar, un grupo de integrantes del Ejército Argentino había
secuestrado a un abogado. Según testimonios de los vecinos, la persona había sido
trasladada a una finca donde se la mantuvo secuestrada y fue torturada. La finca era
propiedad de dos hermanos que no integraban el Ejército. Ambos fueron imputados, junto a
un grupo de integrantes de las Fuerzas Armadas, por los delitos de privación ilegal de la
libertad doblemente agravado por tratarse el agente de un funcionario público y haberse
cometido con violencia, e imposición de tormentos agravado por tratarse la víctima de un
perseguido político.
Al declarar, los hermanos señalaron que en el período en que los hechos habían
transcurrido la chacra se encontraba abandonada. A su vez, negaron haber prestado,
cedido o alquilado el lugar. Por otra parte, uno de ellos manifestó que, por motivos
laborales, durante esa época había mantenido relaciones protocolares con distintos
militares. El Tribunal Oral condenó a los hermanos en calidad de partícipes necesarios de
los delitos imputados. Para decidir de ese modo, destacó que la finca no tenía signos de
violencia o de usurpación y tuvo en cuenta los vínculos que tenían con grupos militares.
Destacó también que la relevancia del aporte del préstamo de la finca radicaba en que sus
características permitían el actuar clandestino. A su vez, afirmó que la presencia de las
Fuerzas Armadas en el lugar resultaba de tal notoriedad que no podía ser ignorada por sus
dueños. Contra esa decisión, la defensa interpuso un recurso de casación. Entre sus
argumentos, señaló que las conclusiones del tribunal habían sido realizadas a partir de
meras inferencias.
En ese sentido, sostuvo que la prueba se había valorado de manera arbitraria y en sentido
contrario al principio in dubio pro reo. Por último, cuestionó la contradicción en la que
incurrió el tribunal al indicar las características de la finca que permitían la clandestinidad y,
por otra parte, considerar que la presencia de las Fuerzas Armadas en el lugar no podía ser
ignorada por sus dueños en razón de la notoriedad del lugar.
La Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal confirmó la sentencia. La decisión
indicó que el tribunal interviniente había indicado los motivos en los que había sustentado la
condena. Asimismo, convalidó la conclusión respecto del presunto préstamo de la finca en
base a que el lugar no presentaba signos de violencia o usurpación. Entonces, las defensas
interpusieron sendos recursos extraordinarios federales, cuyo rechazo motivó la
presentación de los correspondientes recursos de queja.

Cuestiones involucradas
RECURSO DE CASACIÓN; REVISION JUDICIAL; DOBLE CONFORME; IN DUBIO PRO
REO; PRINCIPIO DE INOCENCIA; PRUEBA; APRECIACION DE LA PRUEBA; DELITOS
DE LESA HUMANIDAD;

Decisión y argumentos
La Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar a la queja, declaró procedente el
recurso extraordinario federal y dejó sin efecto la sentencia impugnada (ministros Lorenzetti,
Maqueda, Rosatti y, según su voto, Rosenkrantz).
1. In dubio pro reo. Principio de inocencia.
“Es preciso no perder de vista la íntima relación existente entre la garantía de la doble
instancia y el beneficio de la duda […].
En este sentido, corresponde recordar que tanto ese principio como el del in dubio pro reo
[…] guardan una estrecha relación con la presunción de inocencia constitucional (artículo 18
de la Constitución Nacional). Que cuando ese artículo dispone categóricamente que ningún
habitante de la Nación será penado sin juicio previo, establece el principio de que toda
persona debe ser considerada y tratada como inocente de los delitos que se le imputan
hasta que en un juicio respetuoso del debido proceso se demuestre lo contrario mediante
una sentencia firme (Fallos: 321:3630 ‘Nápoli’). A ello se agrega lo establecido en el artículo
8.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, incorporada a la Constitución
Nacional por el artículo 75, inc. 22, con la máxima jerarquía normativa, que expresamente
establece que ‘toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad’. En una formulación
equivalente, el artículo 14.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que
cuenta con la misma jerarquía, determina que ‘toda persona acusada de un delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a
la ley’ […]. A la luz de estos principios, resulta decisivo que el juez, aun frente a un descargo
que pudiera estimarse poco verosímil, mantenga una disposición neutral y contemple la
alternativa de inocencia seriamente, esto es, que examine la posibilidad de que la hipótesis
alegada por el imputado pueda ser cierta. Desde esta perspectiva, la presunción de
inocencia consagrada en el artículo 18 de la Constitución Nacional puede ser vista, en
sustancia, como el reverso de la garantía de imparcialidad del tribunal” (Fallos: 339:1493,
considerando 22°, y Fallos: 342:2319, considerando 22°)” (considerando 11° del voto de los
ministros Lorenzetti, Maqueda y Rosatti).
2. Prueba. Apreciación de la prueba.
“En el presente caso debe hacerse lugar a los recursos interpuestos, dado que en modo
alguno pudo acreditarse la responsabilidad de los hermanos imputados. No existe la
necesaria certeza ni de pruebas, requerida para la imposición de pena en un Estado de
Derecho, acerca del conocimiento por parte de los hermanos de la comisión de los delitos
que se imputaron a los autores directos de los hechos investigados, y menos aún existe
certeza de su voluntad de cooperar en la comisión de dichos delitos” (considerando 3° del
voto concurrente del ministro Rosenkrantz). “La sentencia recurrida afirmó también que la
inexistencia de signos de violencia en las entradas a la propiedad desmiente la tesis de la
usurpación invocada por la defensa. En autos no se comprobó la existencia de signos de
violencia en las entradas a la propiedad, pero de ello en modo alguno se sigue que, tal
como sugiere el tribunal a quo, sus propietarios conocieran el uso que le fuera dado a la
propiedad durante los cuatro días que el abogado fue allí apresado. Los hermanos
imputados sostuvieron que su propiedad estaba deshabitada y en desuso, lo que, como se
dijo precedentemente, no fue desmentido por la prueba reunida, por lo que resulta plausible
que la propiedad haya sido usada sin el conocimiento y menos aún el consentimiento de los
recurrentes” (considerando 4° del voto concurrente del ministro Rosenkrantz).
3. Recurso de casación. Revisión judicial.
“Conforme lo estableciera el Tribunal en el precedente ‘Casal’ (Fallos: 328:3399), el derecho
de recurrir del fallo ante el juez o tribunal superior del artículo 8.2. ap. h de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y del concordante artículo 14.5 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, requiere garantizar una revisión integral,
exhaustiva y amplia del fallo condenatorio. Sin embargo, en inobservancia de ese deber, el
a quo convalidó la condena limitándose a reiterar los fundamentos del fallo pero sin abordar
–y en consecuencia, sin tampoco refutar– los conducentes planteos que los recurrentes
formularon respecto tanto a la falta de correlato de los indicios de cargo con las constancias
probadas de la causa como a la alegada presencia de razonamientos contradictorios en los
que, con mengua del principio de culpabilidad y del principio de presunción de inocencia,
habría incurrido la sentencia de mérito para fundar el reproche. De tal modo, la actividad
revisora desplegada por el a quo devino en insuficiente en la medida que se limitó a repetir
los términos empleados en la sentencia de mérito sin brindar un razonamiento y una
respuesta concreta que rebatiera los planteos de los recurrentes que cuestionaban todos y
cada uno de los extremos a partir de los que se infirió su conocimiento de la ocupación de la
finca y del que, a su vez, se derivó que conocieron el destino que se le dio al inmueble y
que quisieron brindarlo a esos efectos”. “Por ello, sin abrir juicio sobre el fondo del asunto,
se concluye que el a quo omitió analizar agravios conducentes planteados por la defensa de
los imputados, para la correcta resolución del asunto, lo que implicó, en definitiva, que no se
cumpliera con la revisión integral y exhaustiva del fallo condenatorio en los términos
establecidos en el precedente ‘Casal’ (Fallos: 328:3399) y, por tal motivo, el fallo impugnado
debe ser descalificado” (considerando 10° del voto de los ministros Lorenzetti, Maqueda y
Rosatti).
4. Delitos de lesa humanidad. Deber de investigar.
“A partir de lo expresado en los considerandos precedentes y dada la especial
trascendencia del caso, este Tribunal entiende oportuno precisar que se ratifica, en forma
expresa y contundente, la vigencia del deber constitucional y convencional de enjuiciar y
castigar, sin excepción alguna, a todos los responsables de las gravísimas violaciones
masivas a los derechos humanos cometidas durante la última dictadura militar, cuyo
cumplimiento esta Corte ha buscado asegurar en su jurisprudencia en aras de remover
diversos obstáculos que lo comprometían indebidamente […]. Por tal motivo, se efectúa la
importante aclaración que en modo alguno este fallo puede implicar tolerar o fomentar que
se empleen subterfugios para amparar cualquier forma de impunidad, sino simplemente que
resulta indudable que este deber tiene que ser asegurado cumpliendo también con las
normas constitucionales y convencionales que obligan a esta Corte a velar por el respeto de
las garantías judiciales, en el caso la del doble conforme, las que resultan instrumentales
para asegurar que ‘la aplicación de una pena solo pued[a] estar fundada en la certeza del
tribunal que falla acerca de la existencia de un hecho atribuible al acusado’…”
(considerando 11° del voto de los ministros Lorenzetti, Maqueda y Rosatti).

4) RESUMEN DEL FALLO CASAL


DERECHO A RECURRIR LA CONDENA.
En el caso "Casal" la Corte Suprema estableció que todo condenado tiene derecho a
recurrir la sentencia para que un tribunal superior revise los fundamentos del fallo, incluidos
los que hacen a la prueba del hecho con el único límite de los que están ligados a la
inmediación.
(Resuelto el 20/09/2005)
Pregunta que resolvió la Corte: ¿tiene el condenado el derecho a una revisión amplia de
su condena?
Respuesta: Sí.
Hechos del caso: M. Casal fue condenado por el delito de robo con armas y se le impuso
una pena de cinco años de prisión.
Casal apeló esa sentencia argumentando que no estaba probado que hubiera usado un
arma y que la sustracción sólo había quedado en grado de tentativa. Si estos argumentos
prosperaban, le correspondía recibir una pena significativamente menor.
La Cámara Nacional de Casación Penal, que era la que tenía que resolver su recurso, lo
rechazó. El fundamento fue que Casal pretendía la revisión de los hechos que se dieron por
probados en la sentencia y que esto era ajeno a la competencia de la Cámara, que sólo
puede revisar la manera en que se interpretaron y aplicaron las leyes penales y procesales.
Así, Casal llevó el caso ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Argumentó que el
criterio adoptado por la Cámara de Casación había desconocido el derecho a apelar su
condena reconocido en la Convención Americana y en el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, con jerarquía constitucional.
Decisión de la Corte Suprema: la Corte Suprema hizo lugar al planteo de Casal y ordenó
a la Cámara Nacional de Casación Penal que revisara la condena de Casal (voto de los
jueces Petracchi, Maqueda, Zaffaroni, Lorenzetti, Argibay, Highton de Nolasco y Fayt).
La Corte remarcó que era indiscutible que a partir de la reforma constitucional del año 1994
todo condenado tenía derecho a recurrir el fallo.
Luego analizó el fundamento mediante el cual la Casación había rehusado revisar la
condena de Casal.
La Corte señaló que la Casación había basado su postura restrictiva en la concepción
histórica y tradicional sobre el rol de un tribunal de casación: la unificación de la aplicación
de las leyes penales y procesales. Sin embargo, según sostuvo la Corte, además de ser
éste un objetivo difícilmente realizable en un sistema federal, debido a su multiplicidad de
jurisdicciones, no constituía en sí mismo razón suficiente para privar al condenado del
derecho a obtener una revisión de su condena.
La Corte analizó luego el argumento de que, como la condena, en los procedimientos
federal y nacional, es dictada al final de un juicio oral y público, ello ponía un límite al
alcance de esa revisión. Teniendo en cuenta que la jurisprudencia internacional establece
que la revisión de la condena debe ser integral, el Tribunal sostuvo que los únicos aspectos
de la condena que no pueden ser reexaminados por la Casación son los que están
íntimamente ligados a la inmediación. Es decir, aquellos aspectos excepcionales que se
relacionen con ciertas consideraciones relativas a la prueba rendida ante los magistrados
que sentenciaron, y que los jueces que revisan la condena por definición no pueden llegar a
evaluar.
De este modo, si bien los jueces de Casación no pueden revisar la impresión que un testigo
causó en los magistrados sentenciantes, sí puede controlar la coherencia de su declaración
testimonial y si esta tiene la fuerza necesaria para probar o no el hecho por el que el
imputado ha sido acusado.
Seguidamente la Corte remarcó que la norma procesal que regula el recurso de casación -
art. 456 CPPN- no restringe el alcance del recurso entendido de este modo. Señaló que
esta norma había sido interpretada restrictivamente -y por ende de modo inconstitucional-
por haber sido leída a la luz de la mencionada justificación histórica, pero que su
formulación en sí no era inconstitucional. Por ello, la Corte no declaró la inconstitucionalidad
de la norma, sino que estableció cuál es el criterio con que debe ser interpretada y aplicada.
Comentario: la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso
“Herrera Ulloa”, dictada en julio de 2004, fue un antecedente decisivo para que la Corte
Suprema se pronunciara de este modo en el caso “Casal”.
En esa decisión, el tribunal internacional estableció que el art. 8.2 de la CADH -que
reconoce el derecho del condenado a recurrir su condena ante un tribunal superior-
garantiza el derecho a contar con un recurso accesible y sencillo para obtener una revisión
integral de la sentencia condenatoria.
El fallo “Casal” tendrá un impacto importante para la promoción de las garantías procesales
y para la organización de la justicia federal, nacional y provincial.
En primer lugar, el alcance que la Corte le da al derecho a recurrir el fallo condenatorio
constituye un importante adelanto para garantizar que sólo sufran condenas aquellas
personas que han sido correctamente sentenciadas. Esto tiene interés para las personas
condenadas y para toda la sociedad. Queda pendiente ver si la Corte extenderá este criterio
cuando la decisión recurrida no sea una condena, pero sea otra clase de resolución
importante, como, por ejemplo, las que deniegan la libertad durante la tramitación del
proceso penal.
En segundo lugar, el fallo analizado repercutirá positivamente en el trabajo de la propia
Corte Suprema. En la medida que los condenados puedan ahora contar con una instancia
en donde encontrar remedios para condenas infundadas, una menor cantidad de reclamos
de esta clase llegará a la Corte.
Es importante señalar que en la Corte hubo mayoría para resolver que, a diferencia de lo
que le corresponde a la Casación o al tribunal provincial equivalente, ella sólo analizaría
planteos de arbitrariedad en los casos en los que no había mediado ninguna clase de
aplicación de las reglas de la sana crítica, estando en consecuencia, fuera de su
competencia los casos en que un justiciable se agraviaba del modo en que estas reglas
fueron aplicadas (voto de los jueces Petracchi, Maqueda, Lorenzetti, Zaffaroni y Fayt).
Este fallo también impactará en el trabajo de los tribunales provinciales que tienen la función
de revisar las condenas.
En muchos casos estos tribunales son las propias superiores instancias de justicia local.
Cualquiera sea la jerarquía del tribunal y de la norma provincial que reglamente el recurso -
constitucional o legal-, ninguna norma provincial podrá ser obstáculo para restringir el
alcance del derecho del condenado a recurrir el fallo ante un tribunal superior.
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La Corte Suprema reafirma la protección de la garantía del “doble conforme” en el caso


“Casal, Matías Eugenio y otro s/ robo simple en grado de tentativa”, fallado el 20 de
septiembre de 2005.
En esta causa, nuestro Tribunal resolvió que el control de las cuestiones de hecho a través
del recurso de casación debe ampliarse considerablemente para que el derecho procesal
penal interno armonice con los tratados internacionales de derechos humanos incorporados
a la Constitución Nacional a partir de la reforma de 1994.
Tradicionalmente se había puesto un mayor énfasis en el recurso de casación como una
institución política, más que como un instituto procesal, debido a su definida y particular
finalidad política.
Sin embargo, en “Casal” la Corte Suprema debía decidir si la casación era un recurso
limitado conforme a esa versión originaria, en la cual tenía por objetivo la unificación de los
criterios jurisprudenciales (su llamado objetivo político) o bien, si se trataba de un recurso
más amplio. Finalmente consideró que esa finalidad política de la casación era irrealizable
dentro de la perspectiva constitucional argentina.
El Procurador General de la Nación ya había adelantado en su dictamen que el mentado fin
político de la casación era además irrealizable por la imposibilidad de separar con rigor
hecho y derecho.
La Corte Suprema dejó sentada una postura similar a la del Procurador General.
En conclusión, el recurso de casación tiene que ser entendido de ahora en más, como
instrumento de impugnación no limitado a las cuestiones de derecho y por medio del cual es
posible revisar integralmente todos los aspectos de la sentencia cuestionados por el
recurrente, siempre que lo impugnado no esté en relación directa con percepciones
exclusivas de quien ha presenciado el juicio oral.”
la Corte propicia en “Casal” una interpretación amplia para el recurso de casación,
enrolándose en la doctrina alemana de la “máxima capacidad de rendimiento” o “método de
la posibilidad de control casatorio”, según la cual el tribunal de casación debe agotar su
esfuerzo revisor, o sea agotar la revisión de todo lo revisable: “Por ende, debe interpretarse
que los arts. 8.2.h de la Convención y 14.5 del Pacto exigen la revisión de todo aquello que
no esté exclusivamente reservado a quienes hayan estado presentes como jueces en el
juicio oral.
Finalmente, y a modo de síntesis, la Corte Suprema afirma que el art. 456 del Código
Procesal Penal de la Nación debe entenderse en el sentido de que habilita a una revisión
amplia de la sentencia, todo lo extensa que sea posible al máximo esfuerzo de revisión de
los jueces de casación, conforme a las posibilidades y constancias de cada caso particular y
sin magnificar las cuestiones reservadas a la inmediación.

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