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SOLUCIÓN CASO HIPOTÉTICO

En el desarrollo de la ley y el procedimiento penal, existen situaciones de derecho que


necesitan un análisis más allá de lo estrictamente normativo y deben complementarse con
interpretación jurisprudencial, o bien plantearse desde un punto de vista distinto al que
normalmente se tendría respecto de una serie de hechos en un caso concreto.

En el caso hipotético presentado, X Y Z ha sido declarado responsable de haber


cometido un delito de violación en el año 2018. Su culpabilidad se basó en la identificación
que realizó la denunciante a través de reconocimiento fotográfico y personal, la cual no fue
ratificada en juicio oral debido a que la víctima, al momento de esta actuación, estaba
viviendo en otro país. De igual manera, se tuvieron en cuenta las pruebas periciales
practicadas a ésta, así como también pruebas médicas y genéticas propias del delito en
cuestión, en donde se descubrió que el perfil genético del condenado coincidía con la
muestra de semen recolectada del cuerpo de la denunciante por el Médico Forense.

Sin embargo, con el fin de comparar el perfil genético del inculpado con el hallado en la
muestra mencionada, se recurrió al resultado de otros análisis de ADN realizados en
proceso anterior, específicamente de diez años antes de producirse los hechos por los cuales
estaba siendo condenado en el momento del caso. En aquel entonces, la policía tomó las
muestras de un esputo que X Y Z había arrojado en la celda donde fue retenido, delito por
el cual fue absuelto. De acuerdo con el protocolo seguido por la policía, el perfil genético
de X Y Z quedó incorporado a la base de datos constituida al efecto en la Comisaría
General de Policía Científica, cuyo acceso está reservado a funcionarios de la policía
debidamente autorizados, luego entonces, su perfil genético no fue cancelado del archivo
policial y, de esta forma, ha sido posible su identificación en el caso de agresión sexual en
el que ahora ha resultado condenado.

Del caso planteado previamente, hay dos perspectivas que se pueden abordar con el fin
de impugnar la condena impuesta a XYZ, sin embargo, si bien son dos enfoques diferentes,
ambos están enfocados a respetar el debido proceso dentro del procedimiento penal
español.
Es menester recordar que la sanción penal sólo se puede imponer si se llega a demostrar,
tras la celebración de un juicio público, en el que se practiquen con todas las garantías las
pruebas de cargo que desvirtúen la presunción de inocencia, que el acusado ha realizado un
hecho previsto por la ley como delito, y que esta decisión se plasme en una sentencia
debidamente motivada, para que pueda ser revisada mediante un adecuado sistema de
recursos[ CITATION Val08 \l 9226 ]. De esta breve afirmación se deriva entonces la manera en
que se debe llevar a cabo de manera idónea el procedimiento penal para aplicar la
respectiva sanción, y es aquí en donde se encuentra la base de la impugnación; debido a la
forma en la que se llegó a la conclusión de que XYZ era culpable del delito de violación, se
observan una serie de violaciones al derecho al debido proceso que le corresponde a este
sujeto.

Al momento de utilizar el perfil genético del sentenciado recolectado en un proceso


previo en el cual fue absuelto, que además se obtuvo de manera turbia, y no solo esto, de
diez años atrás, claramente se está incurriendo en una serie de irregularidades que
convergen en violentar el derecho al debido proceso que le corresponde a XYZ. Esta
afirmación es sustentada por el desarrollo jurisprudencial y la interpretación a partir del
mismo que se le ha brindado por las altas cortes nacionales.

Al respecto, es preciso recordar que el Tribunal Constitucional Español ha sido claro en


determinar que no es admisible el asegurar el éxito de pesquisas judiciales cuando estas
suponen el sacrificio de un derecho fundamental. Específicamente, en sentencia 176 de
1988, se refiere a que estas pesquisas no pueden sobreponerse a los términos precisos
establecidos por la ley, como lo sería en el caso específico del término de diez años en
donde efectivamente pierde validez el perfil genético almacenado en la base de datos
policial, ni menos aún encontrar justificación formal de tal decisión en la posibilidad de
prórroga de términos judiciales que, también con carácter excepcional, permite el art. 202
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y cuya relación con el del secreto sumarial es más
que discutible. Por tanto, la decisión judicial de ampliar el término del secreto de las
actuaciones sumariales más allá del mes que como máximo permite la Ley de
Enjuiciamiento Criminal hay que entenderla lesiva del derecho a la parte a un proceso
público y, derivado de ello, del derecho de defensa, como sucede en el caso en cuestión.
Así las cosas, este sería el primer enfoque por abordar con el fin de sustentar la
impugnación. También se debe mencionar que el art. 24.2 de la Constitución, pese a su
tenor literal, no protege sólo a quienes son objeto de una acción penal en su contra, sino
también “a todos cuantos acuden ante los jueces y tribunales en defensa de lo que creen sus
derechos e intereses legítimos”, conforme a la SENTENCIA 89/1986 del Tribunal
Constitucional Español, sin embargo, de esta premisa no se deriva necesariamente, que la
temática probatoria no pueda estar afectada ni protegida, dentro del derecho a la tutela
judicial efectiva, por el párrafo primero del art. 24 de la Constitución, que relaciona la
indefensión.

En diversas ocasiones, el Tribunal ha reconocido las interrelaciones existentes entre la


indefensión contemplada en el art. 24.1 de la Constitución y el derecho a los medios de
prueba, y ha entendido como incluida dentro de los medios de defensa, cuya privación o
desconocimiento puede constituir indefensión. Ahora bien, esta misma corporación ha
determinado que el derecho a las pruebas no es, en ningún caso, un derecho a llevar a cabo
una actividad probatoria ilimitada y las pruebas que la parte puede tener derecho a practicar
son las que guardan relación con el objeto del litigio, por lo que nuevamente, el periodo de
tiempo de diez años desde que se tuvo en cuenta el perfil genético del condenado estaría
violentando principios constitucionales.

Por otra parte, la presunción de inocencia, constitucionalizada hoy en el art. 24.2


establece que para condenar hace falta la certeza de la culpabilidad, obtenida de la
valoración de la prueba, que ha llegado con las debidas garantías al proceso, y al ver que se
trata de una prueba que además de no estar vigente, se obtuvo irregularmente a espaldas de
la persona en cuestión, es evidente que no cumplió con todas las garantías procesales
necesarias. Las pruebas constituyen los fundamentos de la convicción íntima del juzgador;
de aquí la importancia de cuidar la aportación al proceso de los medios probatorios, y de las
garantías de su aportación.

Por otra parte, el mismo Tribunal señala en SENTENCIA 176/1988 un concepto muy
particular que, de igual manera, se observa que está sucediendo al proferir condena contra
XYZ. La indefensión, según este ente constitucional, consiste en un impedimento del
derecho a alegar y de demostrar en el proceso los propios derechos y, en su manifestación
más trascendente, es la situación en la que se impide a una parte, por el órgano judicial, en
el curso del proceso, el ejercicio del derecho de defensa, privándola de ejercitar su potestad
de alegar y, en su caso, justificar sus derechos e intereses para que le sean reconocidos, o
para replicar dialécticamente las posiciones contrarias en el ejercicio del indispensable
principio de contradicción. Este concepto se relaciona con la situación en concreto debido a
que, de acuerdo con lo establecido por la ley, las pruebas practicadas en el transcurso del
juicio oral son las que propiamente determinarán las decisiones que se tomen en esta etapa
procesal, lo que quiere decir que, a falta de estas, podría incurrirse en prácticas contrarias a
la norma que, nuevamente, se concretarían como una lesión al derecho de defensa.

Específicamente hablando, la impugnación de la sentencia estaría analizando la


apreciación o valoración de la llevada al juicio oral del testimonio de la víctima. En este
sentido, a partir de la STC 31/1981, de 28 de julio, del Tribunal Constitucional, se entiende
que únicamente pueden considerarse auténticas pruebas las practicadas en el juicio oral
bajo la vigencia de ciertos principios, pues el procedimiento probatorio ha de tener lugar
necesariamente en el debate contradictorio que, en forma oral, se desarrolle ante el mismo.
El testimonio recolectado previo al juicio oral de la víctima en donde realiza el
reconocimiento de XYZ no constituiría prueba como tal, según la misma jurisprudencia,
sino más bien como parte de las diligencias sumariales, que son actos de investigación
encaminados a la averiguación del delito e identificación del delincuente, de acuerdo con la
Sentencia 94/2002.

Así mismo, en reiteradas ocasiones, el Tribunal ha determinado que aun cuando la


residencia fuera del territorio nacional constituye una dificultad para la comparecencia en el
juicio, no puede ser equiparada con la imposibilidad de citación o de articular fórmulas para
trasladar directamente al proceso las declaraciones de la víctima del delito, por lo tanto, no
tendría validez alguna el testimonio previo como prueba absoluta para sentenciar al
entonces acusado, debido a que las declaraciones de la víctima no fueron prestadas con la
garantía de la contradicción que exige la doctrina constitucional, y este vicio de origen
impide aceptar como prueba de cargo la lectura en dicho acto de tales declaraciones,
además de estar vulnerando la presunción de inocencia, puesto que su condena se basó
exclusivamente en dichas declaraciones.
REFERENCIAS

Sentencia 31 (Tribunal Constitucional Español 29 de Julio de 1981).

Sentencia 9 (Tribunal Constitucional Español 1984).

Sentencia 89 (Sala Primera Tribunal Constitucional Español 1986).

Sentencia 176 (Sala Primera Tribunal Constitucional Español 1988).

Sentencia 94 (Tribunal Constitucional Español 2002).

Vallejo, M. (2008). Los principios de la prueba en el proceso penal español . Gran


Canaria: Universidad de las Palmas de Gran Canaria.

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