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ENTRE IMAGINARIOS, TERRITORIALIDADES Y HORIZONTES

Reflexiones en torno a la Geografía que tenemos y la que queremos tener

Rodrigo Javier Dias

Universidad Autónoma de Entre Ríos / Instituto de Formación Docente Luis Beltrán

Correo electrónico: rjdias082@gmail.com

Palabras clave: Enseñanza – Homogeneización – Territorialidades - Renovación

Introducción

Qué me contestarían ustedes si yo les preguntara ¿qué es la Geografía? Algunos me dirán que
es la ciencia que estudia la Tierra, otros expresarán que es “eso” que nos garantiza aprender de
memoria todos los países, sus capitales, banderas y la ubicación y nombre de todos los
accidentes que dentro de un recorte territorial específico se encuentren, y algunos –la minoría-
dirán que es una herramienta útil para comprender los procesos y fenómenos que se despliegan
sobre la superficie de nuestro planeta. Alguno, quizás, levante los hombros y las palmas de las
manos en señal de perfecta ajenidad respecto al asunto. Y lo mejor de esta cuestión es que en
cada uno de los casos, tendrán un porcentaje de razón.

¿Es eso un problema? La respuesta es mucho más compleja de lo que a simple vista parece. Les
invito a analizar, en los párrafos siguientes, algunos debates que se erigen en torno a la
Geografía actual.

Más allá de especialistas, docentes, investigadores, estudiantes o “aquellos que guarden


afinidad con nuestra ciencia”, es cierto que en este contexto hablar de Geografía es,
paradójicamente, algo incierto, mal direccionado y en muchas ocasiones, contraproducente. Por
eso, este trabajo se construye sobre una serie de reflexiones elaboradas en torno a la
complejidad y las problemáticas derivadas de lo que representa la Geografía para el común de
la población y que buscan abrir preguntas antes que respuestas, todas ellas orientadas a elucidar
el dilema que titula la ponencia: ¿qué Geografía tenemos y cuál queremos tener?

Los Imaginarios
El primer cuestionamiento en torno a la Geografía surge, en buena parte, de las construcciones
colectivas que se han generado y arraigado sobre la misma. La representación de lo que es la
Geografía suele ir de la mano con una concepción tradicional y anticuada que la idealiza como
un gran compendio memorístico, cuyo conocimiento transforma a los especialistas en una
suerte de enciclopedia Encarta que los habilita a responder preguntas del estilo “¿cuál es la
capital de?” con la misma celeridad que desenfundaría un pistolero random en una película de
algún lejano oeste.

Esa concepción no nació sola, claro está. En gran parte, los espacios de la enseñanza geográfica
a nivel global estuvieron bajo el predominio de estas formas repetitivas, memorísticas y
conductistas que contribuyeron no solo al imaginario colectivo sino también a recluir durante
un buen tiempo a la disciplina en el casillero del conocimiento meramente auxiliar y
complementario.

Las áreas de producción académica tampoco hicieron un gran esfuerzo para revertir la situación.
Las principales corrientes teóricas, desde su institucionalización hasta bien entrado el siglo XX,
se dedicaron a abordar el estudio del espacio pensándolo desde dos vertientes diferentes: la
abstracción y el reduccionismo. Los enfoques deterministas, posibilistas y cuantitativistas (en
orden cronológico de aparición) se convirtieron en líneas de pensamiento a través de las cuales
se podía “ordenar” los espacios mundiales, aunque no resultaban suficientes para interpretar
los procesos que los originaban. El ostracismo al que fue empujado el enfoque
antropogeográfico del determinismo luego de la Segunda Guerra Mundial; la transición
recorrida por el posibilismo, que pasó de pensar en el análisis regional como una solución divina
a replegarlo tras ser señalado como un concepto obstáculo para el desarrollo de la Geografía; o
la inviabilidad manifiesta de los modelos y sistematizaciones de escritorio que pregonó el
cuantitativismo no hicieron más que reflejar la incapacidad real de comprender los fenómenos
que se desplegaban sobre la Tierra, consolidando así un “tradicionalismo teórico” que se
aparejaba y retroalimentaba con la forma en que se enseñaba en las aulas.

Esta tendencia iniciaría un proceso de cambio con la llegada de las denominadas corrientes
críticas, tanto en la renovación teórico-epistemológica de la Geografía como también en los
aspectos didácticos y pedagógicos de su enseñanza. La búsqueda de un sujeto reflexivo, crítico
de su contexto y emancipado se convirtió en el objetivo fundamental de los nuevos modelos
educativos, de los diseños curriculares y también de las nuevas generaciones de docentes y
formadores en las últimas décadas del siglo XX.

En simultáneo, el desarrollo teórico de la Geografía nos mostraba el surgimiento de una tríada


de corrientes orientadas a recuperar el terreno perdido. Tras décadas de predominio de
abordajes que marginaban del escenario al actor colectivo y principal de todos los procesos, la
humanidad, la Geografía Radical (sustentada por el materialismo histórico), la Geografía
Humanística (construida alrededor de la fenomenología y el existencialismo) y más
recientemente la Geografía Postmoderna (alimentada por el giro cultural dado por la misma
Geografía) serán las nuevas líneas de pensamiento y acción dominantes que buscarán
problematizar todos los impactos territoriales del capitalismo neoliberal globalizado y dar voz y
participación a aquellos colectivos tradicionalmente obliterados por los sectores hegemónicos.

Estas alternativas críticas cuentan ya con varias décadas en su haber y una buena cantidad de
“victorias” pedagógicas, didácticas y epistemológicas en sus espaldas. Sin embargo, es imposible
asegurar que los enfoques críticos se han convertido en el denominador común de la enseñanza
y el pensamiento teórico contemporáneo. Muy por lo contrario, estas formas antiguas,
desfasadas, permanecen vigentes e incluso han adquirido nuevos bríos, traccionando
negativamente el potencial que las Geografías Críticas poseen, y reafirmando los imaginarios
que operan sobre ella.

Y si a esto le sumamos la tendencia actual que nos marca el retorno a los contenidos geográficos
vulgares, anticuados y de escasa elaboración que abundan hoy en ese vasto universo que es la
web, el panorama parece aún más complejo pero encierra a su vez un desafío: ¿cómo disputar
esos territorios?

Las Territorialidades

Detengan un segundo la lectura. Respiren, observando todo a su alrededor. Intenten ver esa
efímera construcción que han generado. ¿No pueden identificarla? Permítanme colaborar.

En mi caso, me encuentro sentado en el comedor de mi casa, con la computadora sobre un


extremo de la mesa. Con una luz adecuada y música a volumen intermedio para acompañar, he
construido un buen espacio para la escritura. Podría decir que he delimitado un territorio
personal del cual hago uso, ejerzo mis reglas (luz, volumen, tranquilidad) y me aseguro que nadie
traspase sus “límites”. A través de mi intención de territorializar mis necesidades laborales he
construido un territorio.

Esa materialización de la territorialidad, sin embargo, no es eterna. Tampoco tendrá la misma


extensión ni geometría la próxima vez que me siente a escribir. Y lo más importante, debo saber
antes que nada que esa territorialidad está solapada, yuxtapuesta con otras. La de mi casa, la de
la comisaría, la del municipio, pero también la de los que transitan por la vereda, de los que
esperan el colectivo y de los que venden el diario en la esquina. Cada una con sus intereses
específicos, su extensión, geometría y temporalidad propia. Interactuando. Tensionando.
Construyendo y transformando.

Si tuviéramos que determinar para esta compleja actualidad cuál es el concepto que mejor
ilustra el potencial geográfico, sin lugar a dudas es la dualidad entre una acción, la territorialidad,
y su resultado, el territorio. El espacio geográfico se produce y reproduce en base a la continua
interacción y alteración de las territorialidades. Lejos de pensar en su concepción más tradicional
e ingenua, que acercaba el territorio a un mero sustrato sobre el cual nos paramos, hoy este
concepto goza de un potencial enorme para interpretar la amplia diversidad de fenómenos que
se despliegan sobre su superficie.

Es así como los enfoques críticos de la Geografía han sabido dotar al territorio de un repertorio
de acciones y expresiones, convirtiéndolo en un concepto cambiante. Navegar en las profundas
aguas de la territorialidad y el territorio nos permitirá identificar procesos derivados de su
dinamismo como la desterritorialización y la reterritorialización1 (productos nacidos al calor de

1 Cuando hablamos de reterritorialización y desterritorialización (RT y DT de ahora en más), hacemos mención a uno
de los fenómenos más característicos que emergen de las dinámicas del capitalismo neoliberal globalizado.
Vinculados con la acumulación por desposesión y los ajustes espaciales (spatial fix) procesos identificados y
trabajados por David Harvey, será Rogerio Haesbaert, geógrafo brasileño contemporáneo, quien los desarrolle con
mayor precisión. Por DT entendemos a aquel fenómeno que implica la modificación del área de influencia de un
proceso productivo y/o de las sociedades que lo habitan. A través de este fenómeno, un recorte espacial específico
puede verse modificado por la llegada de una nueva actividad productiva o bien por el traslado de aquellos que lo
la globalización del neoliberalismo), así como también configuraciones específicas y particulares,
resultado de su continua interacción, tales como la multiterritorialidad, la transterritorialidad o
la aterritorialidad2.

Todas estas acepciones dan cuenta de una densidad tan compleja como interesante, fiel reflejo
de un momento en el cual la transdisciplinariedad y la transversalidad de los abordajes
enriquecen el campo de las Ciencias Sociales en general y el de la Geografía en particular. Pensar
en esta aceleración e intensificación de los procesos territoriales es también identificar aportes
de la Filosofía, de la Sociología, la Ciencia Política y la Economía, entre otras, que se cristalizan
en cada territorialización y le otorgan sentido e identidad a cada recorte analizado. Pero aún hay
un nivel más de análisis.

La creciente expansión de la web, las plataformas y las redes sociales, potenciadas a la máxima
expresión por el tiempo de pandemia, ha servido para terminar de definir la existencia de una
nueva categoría: la de las territorialidades virtuales. Estos espacios son, desde su mismo inicio,
campos de disputa que en la actualidad han maximizado sus posibilidades de influencia e
injerencia, permeando desde lo intangible hacia lo más profundo de todos los órdenes de
nuestra existencia. La Geografía, por si acaso fuese necesario aclarar, no escapa a eso.

Es a partir de esto que cobra sentido la referencia realizada unos párrafos más arriba: lo virtual,
para lo geográfico, ha oficiado como un disruptor dentro de su desarrollo como ciencia desde
de dos factores complementarios. En primer término, al desdibujar las propuestas y abordajes
críticos de la Geografía dentro de un mar de planteos tradicionales y una alivianada utilización
de su nombre y sus conceptos. En segundo lugar, la imposibilidad de escapar de los imaginarios
que la preceden ha marginado a la Geografía del actual y sostenido proceso de masificación de
la divulgación de diversas Ciencias Sociales, atrapándola a perpetuidad bajo el foco de lo
toponímico, localizacional y enciclopédico.

Es esa territorialidad algo “ajeno” para las Geografías Críticas. Y paradójicamente, su inacción
en este campo no hace más que abrir la puerta para el retorno de los enfoques tradicionales.
Siendo hoy la Territorialidad y el Territorio una conceptualización ideal que podría servir como
estandarte para la divulgación masiva de esta nueva (aunque no tan nueva) Geografía, vemos
como en lo inmediato la misma Geografía no puede delimitar ni disputar su propio territorio.
Entonces, ¿qué alternativas quedan?

Los Horizontes

habitan hacia nuevos horizontes productivos. La RT es la resignificación de un espacio a través de la llegada de un


nuevo modelo productivo, o bien del arribo de una población a un nuevo lugar de trabajo. En ambos casos esta
reterritorialización oficia como un cierre –transitorio, nunca definitivo- al proceso iniciado por la desterritorialización.
Lo llamativo de estas dinámicas es que son procesos que pueden darse perfectamente sin la necesidad de
desplazamiento.
2 En este caso la complejidad se incrementa, puesto que al hablar de multiterritorialidad decimos que es la posibilidad

de experimentar simultanea o sucesivamente distintos territorios, reconstruyendo constantemente el propio, al


referirnos a transterritorialidad debemos pensar en un sujeto o una comunidad que ha reconstruido positivamente
su territorio a partir de la fragmentación de múltiples territorialidades. Finalmente, al mencionar la aterritorialidad
(concepto desarrollado por Alastair Bonnett) nos referimos a una porción de territorio que no es reclamada por nadie,
que han sabido mantenerse por debajo del radar de los intereses del capital o bien que es resultado –o sobrante,
mejor dicho- de otros procesos de reterritorialización. Todas estas definiciones forman parte del libro de mi autoría
“Geografías de lo Cotidiano: un ensayo sobre la teoría, la evolución y la actualidad del pensamiento geográfico”, de
próxima edición.
Para los que estamos insertos en las formas críticas de pensar, hacer y enseñar Geografía, la
noción respecto a qué Geografía queremos y cuál tenemos es clara. Sin embargo, el porcentaje
de “conocedores” sigue siendo pequeño. Lo vemos a diario en las redes, en los medios, en la
web y en producciones escritas: la Geografía nunca ha salido de la estantería de la divulgación
científica ni ha logrado trascender más allá de lo cartográfico y localizacional.

Tomen cualquier libro, el primero que encuentren en cualquier librería que tenga la palabra
Geografía en su título. Verán que la alusión al término es más para atraer por su extrañeza que
por contener en sus páginas algo que la vincule a la Geografía tal como la pensamos. Naveguen
por la web y busquen algún portal que prometa contenido geográfico. En muchos casos verán
historia, en otros un anecdotario de hechos y en otro un compendio de lugares vinculados por
una razón particular. Entren en algún grupo perdido de Facebook que hable de didáctica
geográfica. En todos ellos encontrarán un lugar común, la recurrencia a lo tradicional; y un
diagnóstico, el de sabernos estancados en el mismo sitio mientras vemos crecer
exponencialmente la divulgación y masificación de otras Ciencias Sociales bajo sus abordajes
críticos. ¿Por qué nosotros no?

La respuesta que surge, impostergable, es que para poder construir y masificar una Geografía
acorde a la que queremos tener (y no como la que tenemos) es necesario cumplir con la premisa
del saber/enseñar/Geografía. Por un lado implica el saber enseñar, las artes de lo pedagógico y
lo didáctico, y por el otro emerge el saber Geografía, el desafío del conocimiento que proponen
lo teórico y lo epistemológico.

Sin ambos extremos, el resultado es tan parcial como peligroso, y nos conduce al punto de
partida: tenemos una vasta oferta geográfica pululando por doquier pero tanto los promotores
como los observadores somos incapaces de discernir si lo que vemos responde a esa Geografía
que queremos. Y ningún círculo académico geográfico presenta interés por salir a dar esa
disputa de sentidos en favor de lo crítico en el campo de la virtualidad. Muy por lo contrario, se
advierte un encierro en lo institucional que roza peligrosamente la elitización, con su
correspondiente segregación, de un diminuto círculo de geógrafos erguidos sobre un pedestal
aparentemente inamovible cuyo discurso refleja con fidelidad la idea del intelectual legislador
que caracterizaba Zygmunt Bauman. ¿Cómo pretender, entonces, salir a “competir”?

Los tiempos recientes vieron emerger una serie de espacios alternativos, outsiders de la
academia, que exploraron las posibilidades latentes de la virtualidad. Sin el expertise en el
manejo de redes ni la tracción de un influencer (quizás sea una personalidad que reúna ambas
características lo que nos falte para dar el salto cualitativo), se promovió la divulgación de una
Geografía crítica desde diferentes ángulos: videos con temáticas teóricas específicas, seminarios
de formación y actualización, podcasts, newsletters e incluso la producción literaria en un arco
que va desde lo didáctico y epistemológico –como el libro “Argentina, entramado de Geografías
en disputa”, del año 2022-, hasta la ficción mezclada con una buena dosis de Geografía –como
lo son los libros “Desde el Infierno urbano, editado en 2021”, y “Trashumantes”, de reciente
edición-.

Quizás no parezca, o en efecto no sea suficiente. Pero es un punto de partida esperado,


reclamado y necesario para comenzar a repensar los espacios geográficos. La virtualidad hoy
representa la mejor posibilidad que tenemos para proyectar a la Geografía y colocarla a la altura
de otras ciencias que ya se han posicionado tanto en la rotación de medios y redes como en el
imaginario colectivo bajo sus enfoques renovados, tales como la filosofía, la sociología o la
historia.

No obstante, aún falta mucho por hacer. A pesar de estos espacios, estamos lejos de concretar
el pasaje definitivo de los enfoques tradicionales hacia los críticos y, por ende, de terminar de
resquebrajar los monolíticos imaginarios que contrapesan el potencial de la Geografía. Lo
importante es saber que los oxidados mecanismos de la maquinaria geográfica, luego de un
largo período, han comenzado a aflojarse. Solo resta seguir aceitándolos haciendo la Geografía
que queremos.

Bibliografía

Benedetti, A. (2011). Territorio: concepto integrador de la geografía contemporánea, en Souto,


P. (coord.), Territorio, Lugar, Paisaje. Prácticas y conceptos básicos en geografía, Colección
Libros de Cátedra, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
Bonnett, A. (2017). Fuera del mapa. (1a edición). Blackie Books.
Dias, R. (2022). Territorialidad: la cambiante expresión de un espacio denso y asimétrico. En D.
García Ríos (coord.), Argentina: entramado de geografías en disputa. (1a edición). Cartograma.
Dias, R. (2023). Geografías de lo cotidiano: un ensayo sobre teoría, evolución y actualidad del
pensamiento geográfico. (1a edición). Un espacio Geográfico.
Santos, M. (2006). A Natureza do Espaço. (4a Edición). Editora da Universidade de São Paulo.

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