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CIENCIAS SOCIALES Y SU DIDÁCTICA II

ESPACIO GEOGRÁFICO
Concepto elaborado por los geógrafos para formalizar científicamente las características del
espacio terrestre. Este espacio terrestre real, concreto, viene dado, producido, vivido y percibido.

En el sentido más amplio, el ámbito del espacio geográfico es la “epidermis de la Tierra” (J.
Tricart), es decir, la superficie terrestre y la biosfera. En una acepción sólo en apariencia más restrictiva,
es el espacio habitable, la oikuméne de los antiguos, allí donde la condiciones naturales permiten la
organización de la vida en sociedad.

El espacio geográfico es el “espacio accesible al hombre” (J. Gottman), usado por la humanidad
para su existencia. Por lo tanto, incluye los mares y los aires.

El espacio geográfico es localizable, concreto. Aunque cada punto del espacio puede ser
localizado, lo que importa es su situación con relación a un conjunto en el cual se inscribe y las relaciones
que mantiene con los diversos medios de los que forma parte. El espacio geográfico se forma y
evoluciona partiendo de unos conjuntos de relaciones, pero estas relaciones se establecen en un marco
concreto; el de la superficie de la Tierra.

El espacio geográfico es cambiante y diferenciado, y su apariencia visible es el paisaje. Es un


espacio recortado y dividido, pero en función de las luces que le aportamos. Espacio troceado cuyos
elementos son desigualmente solidarios unos con otros. “La idea de área de extensión incluye la de
límite, que le es inseparable y que ofrece distintos grados de determinación, desde el límite lineal hasta
la zona límite, con sus franjas de degradación (Max Sorre).

Es espacio geográfico se presenta, pues como el soporte de unos sistemas de relaciones,


determinándose unas a partir de los elementos del medio físico (arquitectura de los volúmenes rocosos,
clima, vegetación), y otras procedentes de las sociedades humanas que ordenan el espacio en función
de la densidad del poblamiento de la organización social y económico, del nivel de las técnicas, en una
palabra, de todo el tupido tejido histórico que constituye una civilización.

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El espacio es el fiel intérprete de los ritmos de transformación que el paisaje le impone. Se


concibe sólo en función de los agentes que lo modifican y, entre ellos, son las comunidades humanas
sus principales organizadoras y usuarias.

1) Se forma y evoluciona partiendo de sistemas de relaciones, pero estas relaciones se establecen


en un marco concreto: el de la superficie de la Tierra.
2) lo que importa es su situación con relación al conjunto en el cual se inscribe.
3) Se presenta como soporte de dichas relaciones, determinándose unas a partir del medio físico y otras
procedentes de las sociedades humanas que ordenan el espacio.
4) Es cambiante y diferenciado y su apariencia visible es el paisaje.
5) La idea de espacio no puede desvincularse de la de tiempo, es cambiante por naturaleza y dejaría de
existir si faltase este ingrediente.
6) Es marco y materia receptora de la problemática del paisaje

Al ser el hombre organizador del espacio, el espacio no es inmutable. El espacio geográfico es


espacio vivo, en evolución y por tanto variable y mutable.
Es una categoría abstracta, resumen y expresión de la interacción entre naturaleza y sociedad.
Es el escenario donde se desarrollan la vida (animal, vegetal y humana) y el trabajo humano. Es el
ambiente donde se permite que los procesos de producción y reproducción, en un sentido amplio, se
efectúen. Las referencias que se pueden hacer acerca del espacio geográfico incluyen lo mundial, lo
planetario, lo global. En consecuencia, no puede haber un espacio geográfico brasileño o ruso, pero sí
mundial.
Diversas miradas

En torno al concepto de espacio geográfico se han formulado tantas ideas como profundas
críticas a las diversas propuestas teórico-conceptuales. Para reflexionar y representar esta
frondosa y entusiasta producción teórica, se transcriben algunas ideas de geógrafos
contemporáneos. Esta discusión es central para la disciplina, ya que más allá del origen de las ideas, todos
los geógrafos convergen en la necesidad de construir un campo teórico-conceptual en que se desarrollen
aportes para su caracterización y definición.

“En su sentido más amplio, el ámbito del espacio geográfico es la epidermis de la Tierra, es decir, la
superficie terrestre y la biosfera. En una acepción más restrictiva, es el espacio habitable, allí donde las
condiciones naturales permiten la organización de la vida en sociedad. Hasta fecha reciente la oikuméne
coincidía más o menos con las tierras utilizables para la agricultura y la ganadería. Pero esta noción debe

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ser revisada. El espacio geográfico es el espacio accesible al hombre, usado por la humanidad para su
existencia. […] incluye los mares y los aires. Es localizable, concreto, diríamos “trivial”. Aunque cada punto
del espacio puede ser localizado, lo que importa es su situación en relación con un conjunto en el cual se
inscribe y las relaciones que mantiene con los diversos medios de los que forma parte. Ese espacio
geográfico se forma y evoluciona partiendo de unos conjuntos de relaciones, que se establecen en el marco
concreto de la superficie de la Tierra. El espacio geográfico se presenta como el soporte de unos sistemas
de relaciones, determinándose unas a partir de los elementos del medio físico, y las otras procedentes de
las sociedades humanas que ordenan el espacio en función de la densidad de poblamiento, de la
organización social y económica, del nivel de las técnicas, en una palabra, de todo el tupido tejido histórico
que constituye una civilización”. (Dollfus, 1982: 7).

“La discusión sobre el espacio es muy rica e interesante. Surgen muchas cuestiones cruciales alrededor de
esta discusión. La primera es que dentro de la geografía tenemos que tener cuidado de no repetir siempre
lo mismo pero con un nombre distinto. En el mundo anglosajón la palabra región no es muy usada, la
“Geografía regional” no es muy común; pero el concepto de lugar se ha vuelto muy popular y surge una
cuestión interesante que es cuando los geógrafos hablan del lugar y la teoría del lugar, se refieren a
conceptos básicamente diferentes a lo que se entiende por región, no le están dando un nuevo nombre a
una misma cuestión. Y en tal caso, ¿de qué serviría usar un nombre distinto si estamos hablando de lo
mismo? La segunda cuestión que reviste gran interés es que en la teoría, el espacio y la cartografía se
usan como metáforas por medio de las cuales se describe la realidad. Cuando Edward Soja habla del “giro
o cambio espacial” se refiere a la manera en que la teoría social trata de explicar las metáforas y entender
la realidad. Existen muchos libros actualmente que se refieren a “cartografías”. Nuestro desafío como
geógrafos es el siguiente: podemos usarlas como metáforas, pero lo que nos interesa es la realidad
material que define el significado de esas metáforas. Han surgido interesantes debates acerca de la
relación entre el espacio como una metáfora idealista y el espacio como resultado de una construcción y
producción material. Aquí aparece un diálogo muy interesante que no hace estática a la discusión sobre
la espacialidad, sino muy dinámica, relacionada al espacio como una representación y al espacio como el
producto de una actividad material”. (Harvey, 1997: 88).

“Nuestra disciplina, en lo que va del siglo, se ha enfrascado en una interminable y casi vacía discusión
alrededor de la palabra “geografía”. Me parece que no hay nada que reiterar de la continuación de ese
debate. El debate central, el debate que permite un debate ontológico, no es alrededor de un nombre de
disciplina, sino alrededor de un problema que sea ontológicamente trabajado. A mi juicio, ese tema es el
tema del espacio. Eso significa que hay que enfrentar, al mismo tiempo, lo que existe frente a nuestros
ojos como realidad actual y el tiempo. El tiempo debe ser datado de forma empírica, si queremos que sea

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compatible con esa otra categoría empírica que es el espacio y que podría ser definido brutalmente como
el conjunto de cosas, de ideas y de relaciones fundadas en cosas e ideas. Pero no únicamente cosas e ideas
de relaciones existentes, sino cosas e ideas de relaciones posibles. En una época dada, ¿por qué no se
puede trabajar, enfrentar una situación contra aquello que llamábamos en el pasado “la realidad” con
enorme pretensión? Si no disponemos de conceptos, fabriquémoslos. Que esa fabricación esté de acuerdo
con la sistematización de lo real del mundo. Así incorporamos la historia a nuestro raciocinio, y nos
ponemos como geógrafos en el mundo, frente al mundo. Tiempo-espacio que es, hasta hoy, el problema
más grande de nuestra disciplina. [...] No se ha podido encontrar la solución, primero porque no incluimos
la cuestión de la técnica: la técnica y el tiempo; La técnica y el espacio. Las dos cosas. La manera como
definimos el acontecer en cada período histórico está relacionada generalmente con lo que en cada
período histórico es la técnica. La construcción del espacio y la relación del hombre con la extensión es
igualmente marcada en cada período histórico por la técnica correspondiente a ese período histórico. De
ahí que la casi totalidad, por no decir la totalidad, de los estudios geográficos sobre el tiempo no tuvieran
éxito, porque la ausencia de la noción de técnica supone la imposibilidad de unir el tiempo y espacio,
aunque algunos geógrafos imaginen que han resuelto la cuestión”. (Santos, 1997: 81).

En pocas palabras es posible establecer que: el espacio geográfico es la configuración de la superficie


terrestre que resulta de la existencia del hombre en el planeta. Esto conlleva la idea del carácter histórico
de esas configuraciones que responden a procesos de cambio asociados al devenir de las sociedades
humanas. Como toda ciencia, la geografía busca una descripción y una explicación causal de los procesos
espaciales y la identificación de la tendencia en esos procesos, sin olvidar que la evaluación de esa
tendencia es contingente porque es impredecible la evolución de la sociedad humana en su conjunto.

EL PAISAJE
«El Paisaje es memoria. Más allá de sus límites, el paisaje sostiene las
huellas del pasado, reconstruye recuerdos, proyecta en la mirada las
sombras de otro tiempo que sólo existe ya como reflejo de sí mismo en
la memoria del viajero o del que, simplemente sigue fiel a ese paisaje.
/../ El Paisaje es eterno y sobrevive en todo caso al que lo mira».

(El río del olvido, JULIO LLAMAZARES)

Conocer un paisaje es describirlo y explicarlo, lo que implica investigar sus orígenes, entender su presente y
preguntarse el porqué de su evolución, de sus agresiones o de su protección, con el fin de preservar el medio que
otros nos legaron. El paisaje nos rodea. Todos los seres humanos estamos en contacto con un paisaje, por lo que
nuestra vida se desarrolla en relación con él, influyendo en nuestros hábitos de vida.

Así pues, el paisaje ocupa un lugar privilegiado entre todo aquello que relaciona al hombre con el medio, de ahí el
interés primordial de la enseñanza de las Ciencias Sociales por el estudio del paisaje.

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El valor educativo del estudio del paisaje se fundamente en diferentes razones: engloba diversas áreas de
conocimiento según el punto desde el que se mire; favorece el desarrollo de capacidades cognitivas y la
observación; permite describir e interpretar el espacio geográfico al igual que la vinculación con problemas sociales
actuales; ayuda a reconocer y fomentar la formación de actitudes personales de valoración del medio como legado
cultural e histórico, así el respeto y disfrute del mismo.

Profundizar en el conocimiento del paisaje es pues una fuente inagotable de recursos didácticos. Así, en los
primeros niveles educativos lo apropiado es abordar estrategias de enseñanza que permitan a los alumnos
observar, identificar y clasificar los principales elementos naturales y humanos que componen el paisaje, sus
colores, texturas o formas; para progresivamente ir profundizando en los conceptos relacionados con este aspecto.

Tal y como indica Ángel Liceras Ruiz (2003), “el concepto actual de paisaje encierra una serie de dimensiones y
perspectivas. El paisaje es un espacio percibido, marco de vida, un recurso, es patrimonio, portador de semiología,
un problema, valor de identidad, y un espacio con significado estético”.

Es como un mortero donde interactúan elementos coexistentes. Causas y efectos múltiples se

“Los paisajes reflejan los hábitos, las costumbres y los


valores de aquellos que los modelan”

(P. Claval, 1999)

entrecruzan en un diseño complejo que tiene en sus rasgos culturales el más enmarañado de sus
componentes. Cada comunidad reacciona de modo diferente ante situaciones que se la plantean en el
paisaje, interviniendo además una gama escalonada de niveles de emergencia.

Pero en el paisaje esa acción de la cultura no es independiente, y mucho menos única. Hay
elementos del substrato que influyen y se enlazan según ciclos propios, con auténtico dinamismo y
relativa autonomía. Leyes físico-químicas y limitantes biológicos imponen también su ritmo particular
en el sistema.

El término paisaje que puede encontrarse también en otros idiomas latinos como el francés
(paysaje) o el italiano (paesaggio), es en realidad una traducción de las lenguas anglosajonas. Dentro de
este ámbito hay muy poca diferencia de sonidos entre el Landscharft alemán, el landskap sueco, el
Lanschap holandés y el landscape inglés. En todos los casos se trata de una palabra compuesta donde
Land significa “tierra”, “campo” o “país” y el segundo término es un sufijo de aposición utilizado para
sustantivar palabras.

Es el resultado de la aplicación de conductas múltiples frente a una realidad –tal como se


percibe, más que como se da objetivamente-. En este proceso de reacciones etológicas que se combinan
permanentemente en el espacio, nuevas serán las motivaciones para la organización del territorio. Las
distintas formas de conciencia de cada ser viviente o grupo social se analizarán a través de sus influencias
sobre lo que podríamos denominar como una ideología particular sobre el paisaje.

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Es un sistema en sí mismo, cuyo funcionamiento depende de la energía recibida del exterior y


se manifiesta mediante respuestas a este estímulo. Involucra en espacio particular, cuyo campo de
influencia varía según sea el alcance que deseemos conferirle cuando lo definimos como sistema

Es el resultado de las relaciones que, sobre el espacio, se establecen entre el medio natural y los
seres humanos. En esta misma línea, el Consejo de Europa, en el Convenio de Florencia del año 2000,
definió el paisaje como “cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea
el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos”.

Suele definirse como el territorio o porción de la superficie terrestre que se presenta ante la
propia mirada, o como el aspecto que ofrece un territorio y que depende tanto del lugar de observación
como del observador. Todo lo que una persona observa cuando mira a su alrededor forma parte del
paisaje.

Se puede decir que es el resultado de la interacción del clima, las aguas, el relieve, la vegetación,
la fauna, el suelo y las personas, fundamentalmente.

Es un conjunto de elementos correlacionados que constituyen un todo dinámico, en


consecuencia, posee fisonomía y funcionalidad propias, lo cual implica relaciones ecológicas de todo
orden, y factores intrínsecos de cambio voluntario o espontáneo; sus rasgos –finalmente- incluyen
aspectos históricos, y aún míticos, que se desprenden de la expresión local de la cultura. Resumiendo,
el paisaje es una estructura perceptiva en la que se manifiesta la unidad fisonómica del espacio
geográfico (Pickenhayn)

1) Reconocemos en el paisaje no solo forma sino también función, lo que permite considerarlo
como un sistema. 2) El paisaje es, en primer término, una manifestación concreta de la realidad objetiva,
dada en un sitio y un tiempo particulares. 3) También es, siguiendo un enfoque más abstracto, el espacio
que los hombres perciben y organizan, heterogéneo y, a la vez, funcionalmente solidario. 4) Es un
producto equilibrado de la gestión recíproca entre cultura y substrato. 5) A diferencia de la región, la
idea de paisaje no pone acento en la definición de límites, y acepta que los principios actuantes en el
espacio a que alude presenten divergencias respecto de la resultante final de cohesión. 6)
Fenomenológicamente, el paisaje es vivido y sentido por cada individuo en particular y por cada
comunidad en el plano colectivo; por eso es esencialmente una creación mental del hombre. 7) Se trata
de una resultante histórica, donde cada componente se encuentra en un estadio de maduración, pero
donde existe asimismo un nivel evolutivo logrado por todo el conjunto, como unidad indisociable que
es.

Porción de la superficie terrestre, provista de límites naturales, donde los componentes


naturales (rocas, relieve, clima, agua, suelos, vegetación, mundo animal) forman un conjunto de
interrelación e interdependencia.

Es la percepción plurisensorial de un sistema de relaciones ecológicas. Es la parte fácilmente


perceptible de un sistema de relaciones subyacente, cuyo conocimiento explicaría la copresencia y la
coherencia de los elementos percibidos, pero que no es fácilmente accesible a la observación directa en
su totalidad.

Es la manifestación sintética de las condiciones y circunstancias geológicas y fisiográficas que


concurren en un país.

Los valores positivos del paisaje y, en general del contacto con el terreno, que permite
aprehender diferencias, plantear interrogantes, problemas, descubrir pistas: cualquiera que sea la

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expresión empleada, se trata de un planteamiento fundamental para el geógrafo, pero que sólo es
fecundo... si éste no se contenta con el simple contacto. (Brunet)

El paisaje proporcionaría, por lo tanto, un conjunto de indicaciones sesgadas e insuficientes, es


decir unos datos entre otros…, un conjunto que hay que completar, … un primer esquema que hay que
descifrar, con el que no es posible conformarse (Brunet)

Se refiere a la dimensión observable y fisonomía del territorio, es decir, cómo se presenta éste
ante los sentidos del ser humano. Los paisajes son la apariencia de los rasgos naturales y humanos que
se conjugan, en forma única, en distintas porciones de la superficie terrestre. Se les puede mencionar
de acuerdo con los elementos predominantes en su configuración: paisajes urbanos, paisajes rurales,
paisajes desérticos, paisajes volcánicos, entre otros. Sobre ellos ejercen influencia diversos factores,
desde los más tradicionales, como las formas de sembrar las tierras agrícolas hasta los de reciente
aparición, como la existencia de aeropuertos zonas de tecnología de punta.

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