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Para comprender todo el sentido de la definición


común de la geografía humana corno ciencia surgida del
regazo del positivismo ambientalista y por tanto poder
volver al problema del nacimiento de la geografía
humana —que representa un problema abierto todavía—
debemos reconstruir esquemáticamente y hasta el pre-
sente ia evolución de esta geografía surgida alrededor
de 1860.
Hemos visto como Claval admite que la geografía
humana «se convierte en una necesidad» sólo en el
momento en que se descubre el papel del ambiente en los
mecanismos de la evolución y que por ello se constituye
sobre todo como análisis del papel del ambiente en la
diferenciación de la superficie terrestre y de las obras
humanas incorporadas al espacio.
Esto no significa una definición de la geografía
humana como ciencia del espacio y cíe la diferenciación
espacial, según la definición que R. Hartshorne ha
extraído sobre todo de la interpretación de la tradición
geográfica alemana (de Kant y Hettner). Esta defini-
ción, que, a primera vista parece análoga a la propues-
ta por Claval, es demasiado genérica en relación a los
piobleinas que nos planteamos: no por casualidad,
mientras permite a Hartshorne anticipar el nacimiento
de la geografía moderna a fines del siglo XVIII, al mismo
tiempo aplasta el desarrollo posterior en un proceso
sustancialmente lineal y estático.
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7<> I.A CONSTHIICCIÓN DE ¡.A ^HMMAPIA IWMA\A PERIODIZAC1ÓN DE LA .EOGRAFlA HUMANA POSITIVISTA 71

Lo que a nosotros nos parece importante es en cam- el aislamiento y la marginación de una región, en cuan-
bio verificar el tipo de respuesta que se da al problema to es observado sobre todo en su dimensión naturalista:
de la explicnr.ión de las diferenciaciones espaciales a la distancia como distancia física, el aislamiento como
partir de aquella permitida por el instrumento concep- hecho geomorfológico, la pobreza como hecho geológico
tual del evolucionismo positivista y, por tanto, recons- y de yacimientos minerales o de recursos naturales) se
t r u i r una primera periodización sobre el fundamento de trastrueca en causa y de este modo se cierra todo cami-
los más esenciales principios de explicación que se han no a una explicación efectiva. Resultan evidentes las
sucedido alrededor del mismo problema de las desigual- consecuencias sobre el plano político, operativo: «este
dades regionales. Está claro que interesándonos en la conjunto de errores o de aproximaciones mantenido cui-
evolución de la geografía humana nos referimos no alas dadosamente tiende a hacer desempeñar a la geografía
diferenciaciones «naturales» de la superficie terrestre un papel social bien preciso: inducir a los hombres a la
sino a los desequilibrios regionales frente a los cuales se resignación delante de las disparidades regionales ya
encuentra el geógrafo a partir, grosso modo, de media- que estas serían más que nada hechos naturales»*(De-
dos del siglo XIX como efecto de la Revolución Industrial nis, M., «La géographie et les origines des desequilibres
y (¡e la grandiosa redistribución de la población, délos regionaux en France», en La pensée géagraphique...
recursos, de los centros de producción y de mercado, cit., pág. 685). Kn otras palabras, la geografía ve sub
etcétera. specie aeternitatis problemas histórica y socialmente
Desarrollando un esquema propuesto por un histo- determinados y los provee de un insuperable fundamen-
riador francés del mundo contemporáneo (M. Denis), to natural.
individualizaremos tres momentos o fases, los cuales no Dada la evidente funcionalidad de la concepción
deben ser considerados como dispuestos mecánicamente determinista, se comprenden fácilmente también las
el uno después del otro y agotados en la sucesión crono- razones de su persistencia en el sentido común, en la
lógica, ya que cada uno prolonga sus influencias tam- ideología de las clases dirigentes y también a nivel
bién en las fases sucesivas. «científico». La geografía determinista, también a nivel
universitario, ha continuado cumpliendo una preciso,
función ideológica consistente en eludir la reflexión
LA FASE DEL DETERMINISMO política sobre desequilibrios territoriales y en enmasca-
O AMBIENTALISMO rar las efectivas opciones de política territorial de los
grupos dominantes.
Los desequilibrios regionales están vistos como Que c! positivismo, la mentalidad positivista, se
hechos naturales, su explicación se apoya en la riqueza- pueda considerar la Weltanschauung más característi-
pobreza del suelo y del subsuelo, en las dificultades ca de la época capitalista y de las clases medias contem-
ambientales, en la distancia de los centros de produc- poráneas ha sido ampliamente demostrado.; Por Ador-
ción y de mercado, etc. El efecto (por ejemplo, el atraso, no, por ejemplo: su crítica arremete no sólo contra el

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72 LA CONSTRICCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA DE LA GEOGRAFÍA HUMANA POSIH -<ÍTA 73

positivismo sociológico que consiste en considerar los cuanto a que se ha repetido también para las obras de
hechos sociales como hechos naturales, sino también, otro ambientalista americano —E. Huntington— que
más en general, contra el planteamiento acrítico del todavía en años recientes ha sido considerado como el
estudioso que se contenta con «describir los "hechos" geógrafo americano rnás leído (ver Claval, P., L'evolu-
en la errada convicción de que, en cuanto a tales, estos zione storica della geografía humana, págs. 59-65,
no son problemas para interpretar o para discutir, sino Angelí, Milán, 1972).
datos estático-inertes para registrar o clasificar». No es En sustaacia J!0_es_quejlL§S^ÍSSíalisrno «ha conti-
difícil intuir cómo esta critica se adapta a la geografía nuado ocupando un puesto privilegiado en la historia de
positivista y cómo tampoco se manifiesta inerme frente nuestra disciplina» solamente porque «eni_el fondo es la
a la geografía neopositivista, es decir, de la más moder- única doctrina .gue_durante mucho tiemgo^ na sabido
na geografía económica que ha creído romper con el E~acer de Ta geografía una disciplina coherente en las
pasado conjugándose con el conductismo, con el pensa- (Tjflexplicaciones casuales» (como escribe P. Claval), sino
miento cibernético y con todas las «filosofías» inclina- ei sobre todo porque la visión determinista o ambienta-
das a equiparar el hombre a un robot: lista es perfectamente funcional respecto a la ideología
y a la concepción del mundo y de la sociedad dominan-
«Ni siquiera se ha tratado de un encuentro casual o sucedi- tes en la época capitalista. Todo esto también está
do sólo en un plano intelectual, sin motivaciones e implicacio- demostrado por las nuevas teorías que han sustituido al
nes prácticas. El encuentro ba sido deseado, según Adorno, por ambientalismo clásico y en particular por la ecología
una sociedad que esencialmente exige del saber: eficacia en la
_acurnulación empirica y en la_or.gjmización formal de los datos; humana de la llamada escuela de Chicago (de la cual
FuncÍQnaTii3ad con respecte» los Imes^jcjttBiii exigencias de la derivan la «ciencia regional», la geografía urbana y la
producción; disponibilidad para seguir carriles jpredétérmiíía- economía espacial americana) la cual, proponiéndose
dos, sin desviaciones o contestaciones; capacidad por tanto de estudiar la adaptación de una población al propio habi-
reproducir y de celebrar el equilibrio sociocultural existente» tat como resultado de una natural coordinación y de
(Moravia, S., Adorno e la teoría critica della societa, pág. 29,
Sansoni, Florencia, 1974). una espontánea organización de las acciones individua-
les, reconstituye, aun privilegiando las funciones socia-
En base a esta crítica de las proyecciones ideológi- les o comunitarias, los lógicos vicios del positivismo bio-
cas de la sociedad capitalista se comprende rápidamen- lógico (la sociedad reducida a ecosistema natural).
te también el hecho que las ideas del ambientalismo, en También por este camino se acaba por llegar al mis-
el orden dado al inicio del siglo XX por una seguido- mo resultado de un evolucionismo ecológico, que, como
ra americana de Ratzel, E. Ghurchiíl Semple, hayan ha escrito recientemente M. Castells, e» típico de la
tenido, justamente en Estados Unidos, «una grandísima moderna ideología urbana basada todavía en una «con-
difusión y que después de medio siglo permanecen, con notación naturalista de la hipótesis de producción de la
gran estupor de los geógrafos norteamericanos poste- cultura (o sociedad)» o en otras palabras en la hipótesis
riores, muy populares». Una suerte que no es casual en de «producción de un sistema específico de relaciones
PKRIODIZACIÓN DE LA Cí: IGRAFlA HUMANA POSITIVISTA 75
74 LA CONSTRUCCIÓN DE LA i-KOGRAFÍA HUMANA

sociales (la cultura o sociedad urbana) mediante un trabajo capitalizado (o sea del capital) sobre cada uno
cuadro ecológico dado (la ciudad)» y como tal incapaz de los trabajadores:
de comprender las formas espaciales como productos de «Este proceso por el que las características sociales del tra-
una estructura y de procesos sociales, en cuanto a que bajo se contraponen al trabajo social en cierta forma capitali-
una vez más invierte el efecto en causa (ver Castells, M., zado —así como en las máquinas los productos visibles del tra-
La cuestión urbana, Siglo XXI, Madrid, 1976). bajo aparecen como patrones del trabajo—, este proceso se ve-
La relación entre geografía determinista y capitalis- rifica, naturalmente, también en lo que se refiere a las fuerzas
naturales y a la ciencia —el producto del desarrollo histórico
mo es aún más orgánica de cuanto nos dicen los críticos general en su quintaesencia abstracta— que se contraponen al
de !a ideología positivista. En sustancia, el determinis- trabajo como potencias del capital. Estas se separan, efectiva-
mo geográfico no hace más que reflejar deforma mixti- mente, de la habilidad y de los conocimientos de cada uno de
ficada la condición de alienación del territorio respecto ios trabajadores y —por más que, consideradas en su fuente,
al hombre. Con el sistema capitalista, el territorio, es sean estas también producto del trabajo— aparecen por todas
partes, cuando entran en el proceso de producción, como incor-
decir, el conjunto de las condiciones materiales del tra- poradas al capital» (Marx, K., Historia de las teorías económi-
bajo (la ciudad, el campo, etc.), se convierte en «otro» cas, 1, Productividad del capital).
con respecto al hombre, se convierte en una potencia Por lo tanto, para la «mejor» geografía determinis-
autónoma que se contrapone y que domina al hombre, ta y descriptiva se puede repetir en parte cuanto Marx
aun siendo una creación del trabajo humano. También
en este caso, inversión de la relación se traduce en la observaba a propósito de Hegel: «no hay que censurar a
«personificación de la res y en la Gasificación de la per- Hegel porque describe el Estado moderno tal cual es,
sino porque hace pasar lo que este es como la esencia
sona», como escribe Marx: del Estado». De la misma manera no hay que censurar
«Aun considerando simplemente la relación formal, la for- el determinismo porque describe la sujeción del hombre
ma general de la producción capitalista, tanto en sus formas a la «naturaleza» sino porque, no viendo la especifici-
menos desarrolladas como en aquellas más desarrolladas, pre- dad histórica y social de este dominio, lo mixtifica inter-
senta la característica de que los medios de producción, las
condiciones materiales del trabajo (materias primas, medios de pretándolo como natural y biológico mientras está sola-
trabajo y medios de subsistencia) aparecen no como sujetos al mente social e históricamente determinado. La mixtifi-
trabajador, sino él sujeto a ellos. El no se sirve de ellos, sino cación teórica consiste por tanto en interpretar un nexo
que ellos se sirven de él. Y por esto son capital. El capital social como nexo natural, una naturaleza social como
emplea trabajo.» sociedad natural o ecosistema e implica por tanto la
renuncia, o mejor la incapacidad, a penetrar en el
En otras palabras también la naturaleza y las fuer- aspecto de cosas que asumen las relaciones socialas (es
zas naturales en cuanto entran en la producción no pue- decir, la alienación) y a denunciar por lo tanto la mixti-
den dejar cíe participar en el proceso estructural mismo ficación real que la forma de producción capitalista rea-
de la forma de producción capitalista, es decir, en el liza separando y contraponiendo los individuos y las
dominio del trabajo muerto sobre el trabajo vivo, del
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relaciones sociales, el trabajo y las condiciones del tra- tener juntos seres heterogéneos en cohabitación y reciproca
correlación» (Vidal de La Bl*che, P., Principes de géographie
bajo y por lo tanto haciendo también del territorio, humaine, pág. 7, Colin, París, 1955).
construido por el trabajo humano, una objetividad
natural que domina a los hombres. Por este pasaje se puede comprender sin dificultad ,
por qué la «geografía humana» de Vidal no pueda defi- í
nirse como una ciencia del hombre o una ciencia social,
LA FASE DEL POSIBILISMO porque es más geografía, esto es, ciencia de los lugares, '•
que geografía humana, como además ha expresado cla-
Cuando se habla de posibilismo se hace referencia ramente el mismo Vidal escribiendo: «la geografía es la '
sobre todo a la geografía humana construida por la ciencia de los lugares, no de los hombres», y aclarando
escuela geográfica francesa. Debemos precisar en que el hombre «pertenece ala geografía en virtud de las
seguida que esta no nace, como a menudo se ha descri- construcciones que edifica sobre la superficie del suelo, -
to, de la cabeza de Vidal de La Blache, como una Miner- a través de la acción que ejercita sobre los ríos, sobre
va completamente armada contra el ambientalismo o las mismas formas del relieve, sobre la flora, sobre la
determinismo geográfico de la geografía antrópica rat- fauna y sobre todo el equilibrio del mundo viviente» (ci-
zeliana. Por el contrario nace y queda durante largo tado en Febvre, L., La ierre..., ctt., pág. 434). ;
tiempo dentro del ecologismo positivista del que toma Claval, que ha observado bien como Vidal se une a
la concepción de ambiente o milieu, como declaraba las teorías ambientalistas, añade que el espacio geográ-
Vidal en la introducción a los Principes de géographie fico estudiado por Vidal es el espacio de los naturalis-
humaine: tas, el espacio concreto, físico «desde el momento en que
es a este nivel —y solamente a este nivel— que pueden ser
«Tal es la lección de ecología que debemos a las investiga- analizadas las interrelaciones entre el hombre y el
cíones
rles de la geografía botánica: ecología, es decir, según la
misma definición de quién ha inventado el nombre (Heckel), la ambiente» (Claval, P., L'evoluzione..., pág. 75).
ciencia que estudia "las mutuas relaciones de todos los orga- -£ El proyecto vidaliano de una geografía como ciencia -
nismos que viven en un solo y mismo lugar, su adaptación al de las relaciones del hombre con el ambiente natural, en
ambiente que los circunda". Puesto que es evidente que estas ' que el hombre y la sociedad están comprendidos todavía
relaciones no abrazan sólo a las plantas. Sin duda, los anima- en la naturaleza más que la naturaleza en la sociedad y
les dotados de locomoción y el hombre con su inteligencia están
mejor armados que las plantas para reaccionar ante los
en la producción (de la vida material del hombre) y que
ambientes que les circundan. Pero, cuando se reflexiona sobre por ello no supera los limites de una ciencia ecológica
todo lo que implica esta palabra ambiente o environment según para fundar una ciencia social e histórica, expresa por
la expresión inglesa, sobre todos los insospechados hilos con tanto, desde el inicio, las contradicciones en las que
los que está tejida la trama que nos envuelve, ¿qué organismo nace la geografía humana moderna. Contradicciones
podría substraerse? En conclusión lo que surge de estas inves- que si incluso pueden inducirnos aponer en duda que la
tigaciones es una idea esencialmente geográfica: la de un
ambiente compuesto, dotado de un poder capaz de unir y man- geografía humana moderna haya nacido verdadera-
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mente en la edad del posibilismo geográfico, no deben


, hacernos ignorar sin embargo el hecho de que la geo- LA FASE DE LA DEFINITIVA SUPERACIÓN DEL
^grafía posibilistn.'en sus realizaciones, se distancia del ECOLOGISMO Y DE UNA NUEVA FUNCIÓN
determmismo sobre todo mostrando la complejidad de SOCIAL DE LA GEOGRAFÍA HUMANA
las relaciones hombre-ambiente a escala regional: «en
el aspecto actual de nuestras regiones históricas, cau- Por más que no pretenda, en este punto, tratar una
sas de todo género se cruzan e interfieren entre sí; por reconstrucción de las vías por las cuales ha llegado, en
eso estudiarlas no es cosa simple; se coligen grupos de el plano teórico, la definitiva superación del determinis-
causas y de efectos, pero nada que semeje una impre- mo geográfico, diría que, por lo menos en el área cultu-
sión global de necesidad» (Vidal de La Blache). ral italiana y francesa, los caminos más seguidos han
Las causas de la variedad y desigualdad geográfica sido dos. Elprimero ha madurado por el encuentro de la
cubren una larguísima y heterogénea gama de factores: ^geografía humana con la historia y tiene su punto de
«desde las glaciaciones del Cuaternario a la política del arranque en La ierre et révolution húmame (1922) de
gobierno» (como dice M. Derruau). El riesgo teórico de L. Febvre. Presupone el conocimiento de que
la aproximación posibilista es entonces el de no llegar a
la explicación: «por un lado un inventario demasiado «si el espacio, asi como el tiempo (...) toman un significado, es
rico en causas no permite llegar a convicciones científi- precisamente porque existe el hombre: el hombre de la historia.
En realidad es él el que hace el espacio ora más amplio ora más
cas y por otro lado se comprende que las mismas causas restringido, el tiempo o rápido o lento: que los hace de esta o de
llegan a producir a menudo efectos diferentes» (Denis). aquella manera porque les da un valor. Más allá de él, el espa-
Frente a la desorientación y a las dificultades produci- cio o tiempo son científicamente comprensibles sólo como
das por una aproximación totalmente posibilista no es puras abstracciones matemáticas» (Gambi, L., Una geografía
raro por ello que la indispensable jerarquía de los facto- per la ¿torta, pág. 85, EinaudL Turín. 1973).
res posibles se reconstruya en clave claramente deter- En otras palabras, se presupone aquella revisión del
minista] o que se eluda el problema en una geografía concepto de ambiente que de hecho está en la base de la
meramente descriptiva escasamente o en nada respon- más moderna geografía humana y económica francesa,
sable frente a los problemas socialessTEn este último la cual precisamente ha afirmado que el ambiente
sentido es también significativo el prevalecer del interés
por los temas de la geografía agraria más que por aque- «"n'est pas un milieu intemporel", sino una realidad sólo en
origen puramente natural, que cada vez que el hombre la toma
llos de la geografía industrial, el estudio de las «perso- en consideración (o porque debe o porque quiere) y le da por
nalidades» regionales más que de los desequilibrios ello un particular significado o de calamidad o de obstáculo o
regionales, el estudio de los paisajes agrarios más que de recurso o de energía, se convierte en una realidad de su his-
del contraste ciudad-campo, etc. toria. Una historia para la que cualquier elemento o fenómeno
en origen natural es nada más que material de trabajo, y que
por lo tanto no puede tener con los objetos naturales una rela-
ción conformada según cánones biológicos y físicos, y tampoco

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80 ¿/I CONSTRUCCIÓN f>K LA CEOtiHAFlA HUMANA PERIODIZACIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA POSH1V1SÍA 81

puede considerar aquellos objetos a modo de fuerzas sobrena- grafía per la storia, pág. 93). Haciendo esto, ha puesto
turales autónomas: una interpretación esta conveniente sólo a también las bases para una aplicación integral del
los mitos de conservación social» (Ibíd., pág. 82). materialismo histórico a la problemática geográfieo-
En efecto, no se pueden comprender la evolución de humana. paralelamente a la innegable actuación del
la geografía humana francesa sin ligarla al crecimiento marxismo en la más avanzada historia social italiana
grandioso de la historiografía de M. Bloch, L. Febvre, y francesa.
F. Braudel y de todo el movimiento de los «Annales». La segunda-vía es la que ha abierto un nuevo en-
También algunas de las teorías espaciales de la geogra- cuentrpjentre geografía y sociología y que ha caracte-
fía económica francesa (por ejemplo, el concepto dife- rizado alguna de las más interesantes corrientes de la
rencial de escala de P. George) son o parecen una geografía humana italiana y sobre todo francesa. Un
traducción en términos geográficos de la teoría de la encuentro nuevo y distinto respecto a aquel más bien
duración típica de la escuela historiográfica de los borrascoso que la geografía humana francesa tuvo al
«Annales». Además, el intercambio entre disciplinas inicio del siglo XX con la escuela sociológica de Durk-
geográficas y disciplinas históricas ha sido siempre en heim y de la Année sociologique, cuando parecía que
Francia muy considerable: desde el momento en que la la morfología social debería anexionarse todo el pro-
experiencia vidaliana (en la cual participa también L. grama de la nueva geografía humana. L. Febvre, que
Febvre) interviene como una de las más importantes en La ierre et l'évolution humaine trató de defender a
componentes genéticas de los «Annales» (con Deman- la geografía vidaliana de estos propósitos anexionis-
geon en particular), hasta tiempos más recientes cuan- tas y que como historiador consideraba la evolución y
do el intercambio más rico se verifica de la historia a la el crecimiento de la geografía humana sobre todo en
geografía y la historia acaba incluso por capturar a la términos bidisciplinarios —«ampliación de la historia,
geografía humana alguno de sus cultivadores más pro- desarrollo de la geografía»—, infravaloraba entonces
metedores (como P. Vilar). el significado progresivo de la crítica sociológica a la
En Italia es sobre todo L. Gambi el intérprete de antropogeografia.
este encuentro entre geografía humana e historia: Hoy, j5H)uembar-go, no se puede dejar de admitir la
remontándose no sólo a L. Febvre, sino también, como crítica deLsociólogo-etnólogo JVL .-Mauss, que, ya en
ya se ha visto, al «positivismo social» y al historicismo 1905, veía claramente como la antropogeografía, «en
de Cattaneo y a la tradición geográfica más abierta cul- lugar de estudiar el sustrato material de las sociedades
turalmente (y al mismo tiempo democrática), ha coloca- en todos sus elementos y bajo todos sus aspectos», privi-
do en la base de su investigación «los criterios de valor legiaba el suelo, las estructuras físicas y anteponía por
históricamente mutables» que se expresan en estructu- tanto la geografía física a la geografía humana. El mis-
ras o «fuerzas de fondo de aquella organización de las mo M. Mauss, sobre las huellas de Durkheim, definía
vocaciones ambientales, cuya historia es el objeto de así el programa de aquella morfología socio/que debía
estudio de la geografía humana» (Gambi, L., Una geo- sustituir la geografía humana: icón este nombre desig-
— . -a !-;,:."",.;" „-;•. . — ' •'

PERIODIZACIÓN DE LA CEO RAFÍA HUMANA POSITIVISTA 83


82 LA CONSTRUCCIÓN DE LA HKOGRAFlA HUMANA

posible captar lo esencial, el movimiento del todo, el aspecto


namos una ciencia que estudia, no solamente para des- viviente. I...] En esta observación concreta de la vida social está
cribirlo sino también para explicarlo, el sustrato mate- contenido el medio para encontrar hechos nuevos, que por el
rial de las sociedades —es decir, la forma que estas momento sólo empezamos a entrever". El recurso a los "fenó-
menos sociales totalt s" puede satisfacer a los historiadores, los
toman estableciéndose sobre el terreno, el volumen y la cuales "objetan con razón que los sociólogos hacen demasia-
densidad de su población, la forma en que está distri- das abstracciones y separan excesivamente los unos de los
buida, así como el conjunto de las cosas que constituyen otros los diversos elementos de las sociedades"» (Gurvitch, C.,
el asentamiento de la vida colectiva* (citado en Febvre, Trattato di sociología, I, págs. 27-28, Milán, 1967).
L., La ierre et Vévolution humaifie1, pág. 41). En 1957 también un geógrafo —Max Sorre— volvía
Si ciertamente no es el caso de volver sobre el dile- sobré éjjwejo debate entre sociólogos y geógrafos del
ma «geografía humana o morfología social» en los tér- inicio del siglo XX para volver a proponer un nuevo
minos en que entonces se planteaba —aunque no sería y más fecundo encuentro, ya maduro en las condiciones
del todo inútil desde el momento en que una análoga de la cultura francesa de los años cincuenta.
cuestión de fondo (como la deñnía entonces L. Febvre)
se plantea también hoy en algunos sectores más atrasa- «Finalmente las barreras han cando. Mucha gente que
antes se ignoraba se ha encontrado y conocido. Todos han pen-
dos de la investigación geográfica— es en cambio nece- sado que una abierta colaboración era más beneficiosa que una
sario examinar brevemente como después el libro de injustiñcada desconfianza y que un imperialismo lleno de envi-
L. Febvre madurara un planteamiento más comprensi- dia. Los sociólogos han admitido que los geógrafos eran porta-
vo, tanto por parte de etnólogos y sociólogos cuanto por doresUe dos cosas: el sentido del ambiente total y la experien-
parte, de geógrafos, aun respecto a la obra del mismo cia déla observación directa. (...) Y los geógrafos, por su parte,
se han dado cuenta de que una correcta descripción no adqui-
Mauss. Tanto Lévi-Strauss como Gurvitch han subra- ría todo su significado si los sociólogos no la iluminaban desde
yado de qué modo la obra de Mauss abrió nuevas pers- el interior» (Sorre, M., Rencontres... cit., pág. 9).
pectivas de investigación y Gurvitch resume las posi-
ciones más características del método de Mauss en estos Sobre este último punto la posición de Sorre no se
términos: presta a malentendidos:
«la actividad del grupo social en cuanto a tal se exterioriza
«Mauss ha definido la sociología como una ciencia que continuamente en aquellas manifestaciones que son objeto de
aplica el método de la "visión de conjunto" a los "fenómenos estudio de la geografía. Pero es impotente en comprender el
sociales totales". He aqui algunos textos de Mauss \...\: "Des- paisaje sin el conocimiento de su agente: el hombre y su vida.
pués de haberse excedido esforzadamente en la subdivisión y la Por ello se vuelve a la sociología. Es lo que entendemos al
abstracción, los sociólogos deben disponerse a recomponer el hablar de iluminación desde el interior» (Ibíd., pág. 47).
todo [...]. El estudio de lo concreto, que es e! estudio de lo com-
pleto, es posible y es más atrayente y explicativo en sociología"
que en otros sitios [...]. "Todos los fenómenos aludidos son, a Al recensionar el ensayo de Sorre, E. Juillard, el ini-
un tiempo, jurídicos, económicos, religiosos y también estéti- ciador de la geografía social francesa, ha observado con
cos, morfológicos [y por lo tanto también geográficos!, etc." aprobación que de esta manera se iba a invertir la reía-
[...). "Sólo considerando el todo en su conjunto, nos ha sido
tf'í LA (.VWiTIfl.'CC/ón W.' LA (¡KOCIlAI'tA HUMANA
t'KRIOlMZACIÓN I)K ¡A GEOGRAFÍA HUMANA POSITIVISTA 85
ción que hasta entonces había urdido Ja geografía
humana: por ejemplo, para explicar los estadios mate- liana parece estar, más de cuanto suceda más allá de
riales de las civilizaciones agrarias y de sus estructu- los Alpes y más que la historiografía italiana, todavía a
ras, el geógrafo que ha descubierto la naturaleza y la la búsqueda de una propia, segura identidad científica,
potencia de las relaciones sociales se da cuenta de que, sea porque la geografía tradicional ha discutido siem-
yendo más allá de la «cohesión de las técnicas» que pre, más de cuanto haya hecho en relación con las disci-
median la relación hombre-ambiente, se debe «invertir plinas históricas, la utilidad de una aproximación
el orden, a partir de la psicología y de la estructura de social, aún para aquellos temas que como la casa rural,
las sociedades agrarias» y en particular de la historia los modos de vida y las relaciones ciudad-campo más lo
de las relaciones sociales dentro y fuera de la comuni- reclamaban. Sin embargo, es indudable que en estos úl-
dad rural (ver Afínales, núm. 401, 1958). timos años se va reconociendo cada vez más la necesi-
Otra geógrafa francesa, R^Rpchefojrt» extrajo luego dad de una convergencia con la sociología, sobre todo
las últimas consecuencias: para explicar, también desde un punto de vista geográ-
fico, la ciudad contemporánea y las relaciones ciudad-
«La geografía social empieza con una inversión del orden terri torio.
de los factores, una inversión de interés, por no decir de direc-
ción especulativa, en el_aiomento en que la geografía decide Volviendo ahora a la historia del problema de las
conceder más importancia al grupo humano que al espacio o disparidades regionales que hemos elegido como índice
más exactamente decide conceder importancia antes al grupo de la periodización de la geografía humana, podemos
humano y después al espacio. Que quede bien claro: una geo- decir^coiop Denis, que en la base de esta tercera fase
grafía social debe dar la precedencia, en sus investigaciones, a existe por un lado la convicción de que las disparidades j
los problemas humanos, a los problemas de conjunto de las
ciencias del hombre respecto a los problemas específicamente regionales, los desequilibrios territoriales, lejos de ser \s naturales s
geográficos.»
por los poderes públicos y esto a consecuencia de la con-
No es casual que al expresar esta superación del vicción de que el espacio y las estructuras espaciales
ambientalismo en la sociología geográfica o geografía son sobre todo una creación del hombre. En particular,
social —condición necesaria en el renacimiento de la lo que finalmente es evidente es que son las mismas le-
geografía humana— se vuelva a hablar, con un evidente yes de la economía capitalista del siglo XIX y del inicio
aunque no siempre consciente conexión con la experien- del xx las que dan la explicación fundamental de los
cia, de Ja Ilustración, de problemas humanos más que desequilibrios actuales» (Denis). La conclusión, que nos
de problemas geográficos, de ciencia ciel hombre y de la parece muy significativa también porque proviene de un
sociedad más que de ciencia geográfica. historiador, es esta:
En Italia esta dirección sociológica que viene a iden- «Reservando a los hechos de un pasado lejano los razona-
tificarse en parte con la histérico-social, no ha encon- mientos del viejo determinismo que reconducía cada actividad
trado muchos partidarios, sea porque la sociología ita- humana a su ambiente natural y valorando el papel del hombre
en la explicación de los fenómenos más recientes, ¿la geografía

y
86 LA CONSTRICCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA l)K LA l,t:OGRAFÍA HUMANA POSITIVISTA 87

regional se ha convertido en una ciencia subversiva? Ni más ni esto es. el hombre activo que modifica el ambiente,
menos que las ciencias humanas y sociales cuando describen entendido por ambiente e! conjunto de las relaciones de
• todo lo que oprime a nuestros contemporáneos y obstaculiza su
libertad, ni más ni menos que la historia cuando desmonta los que cada uno entra a formar parte». De esta manera
mecanismos de esclavitud y explica las explosiones liberadoras Gramsci planteaba la relación entre filosofía (concep-
que resultan de ello, de la misma forma, por tanto, que todas ción del mundo) y política (praxis) como una relación
las ciencias cuando se proponen informar honestamente, des- histórica sobre todo (en cuanto relación dialéctica entre
rmtifican la realidad, para ayudar al hombre a tomar en sus
manos su propio destino» (NI. Denis). estructura y superestructura) y como una relación que
viene racionalizada por la filosofía de la praxis o mar-
Hemos reconstruido por tanto un itinerario de la xismo.
geografía humana que va desde una visión naturocén- En relación al problema de la definición moderna de
trica al antropocentrismo, desde el determinismo la geografía humana podemos preguntarnos en qué
ambiental a la autodeterminación humana, a la libera- momentos históricos se llega a formas de identificación
ción de estructuras territoriales alienantes. Un proceso racional de teoría y praxis:
no sólo cognoscitivo sino teórico-práctico, en cuanto el
paso de la mixtificación al conocimiento no puede reali- «La identificación de teoría y práctica es un acto crítico,
zarse totalmente si no es sobre el terreno de la praxis por el cual la práctica se demuestra racional y necesaria, o la
social liberadora. En otras palabras: el surgir progresi- teoría realista y racional. He aquí por qué el problema de la
identidad de teoría y práctica se plantea especialmente en cier-
l / vo de una tensión auténticamente reformadora («sub- tos momentos históricos llamados de transición, es decir, de
versiva») se acompaña de la progresiva cualificación de más rápido movimiento de transformación, cuando realmente
la geografía humana como ciencia social, como ciencia las fuerzas prácticas desencadenadas piden ser justificadas
efectivamente humana, que coloca en el centro de su para ser más eficientes y expansivas, o s« multiplican los pro-
interés «al hombre [el cual] no entra en relación con la gramas teóricos que también ellos piden ser justificados en for-
ma real en cuanto demuestran ser asimilables por los movi-
naturaleza simplemente por el hecho de ser él mismo mientos prácticos que sólo así se convierten en más prácticos y
naturaleza, sino activamente, por medio del trabajo y reales» (Gramsci, A., // materialismo storíco e la filosofía di
de la técnica» (Gramsci). Benedetta Croce, págs. 28-39, Einaudi, Turin, 1966).
Y Gramsci continúa observando que estas relacio-
nes no son mecánicas porque entre las «múltiples for- Uno de estos movimientos de transición y de acele-
mas con que cada uno entra en relación con la naturale- ración del movimiento teoricopráctico está representa-
za» existen «también los instrumentos mentales, el do por la ilustración en su faceta filosófica (materialis-
conocimiento filosófico». Por lo que «se puede decir que mo) y práctica (reformismo, revolución burguesa y
cada uno se cambia a sí mismo, se modifica, en la medi- socialismo utópico), como pone en evidencia Marx en un
da que cambia y modifica todo el conjunto de relaciones conocido pasaje de La Sagrada Familia, en el que ade-
de las que él es el centro de anudamiento. En este senti- más de definir la función histórica de las filosofías
do el filósofo real es y no puede ser otro que el político, materialistas francesas e inglesas demuestra como del
"(f / . i rovsívi/rr/ov wf:/./i CHK.HAHA //FAMA» 1'KHlOniZACIÓX DE LA CEOGfUFlA H(.'MA\A POSITIVA 89

innttM-ialismo francés derivan también algunas corrien- estas doctrinas en relación con la revolución científica
ÍCH drl socialismo utópico: del materialismo del sigío XVIII —en particular con el de
«Como e! materialismo cartesiano termina en la ciencia <k Helvetius, que concibe «el materialismo en relación a
In naturaleza propiamente dicha, asi la otra corriente de! la vida social»—: Fourier. Owen. Cabet, Dezamy, Cay,
nmterialismo francés desemboca directamente en el socialismo etc., desarrollan «la doctrina del materialismo como
\i el comunismo. Si se parte de las doctrinas del materialis- doctrinas del humanismo positivo».
mo sobre la bondad originaria y sobre la igualdad del ingenio
iludo por la naturaleza a los hombres, sobre la omnipotencia ¿Es este humanismo positivo una de las condiciones
«Ir la experiencia, sobre la costumbre, sobre la educación, de la geografía humana? Considero que sí. Es la condi-
sobre la influencia de las circunstancias externas en el hombre, ción principal para que la geografía humana pueda rea-
sobre el alto valor de la industria, sobre el derecho al disfrute, lizar su vocación de «ciencia subversiva». Una vocación
ríe., no se necesita una gran agudeza para descubrir la necesa-
ria conexión del materialismo mismo con el comunismo y el que como hemos visto tardará en realizarse y que se
socialismo. Si el hombre se foreía cada cognición, cada sensa- verificará recuperando, más o menos conscientemente,
ción, etc., a partir del mundo sensible y por la experiencia del sobre todo las instancias humanistas que por el mate-
mundo sensible, lo que importa entonces es regular el mundo rialismo del siglo XVI11 y más en general por la
empírico de forma que el hombre experimente lo que verdade- Ilustración se proyectan en el socialismo utópico y tam-
ramente es humano y se acostumbre a conocerse como hombre. bién en las más vitales corrientes filosóficas y políticas
Si el bien entendido interés es el principio de toda moral, lo que
importa es que el interés privado del hombre coincida con el del siglo XIX. como por ejemplo podría demostrar el exa-
interés humano. Si el hombre no es libre en el sentido materia- men de la evolución histórica del problema de la ciudad
lista de la palabra, es decir, es libre no por la fuerza negativa y del antagonismo ciudad-campo. Un examen que sin
de evitar esto o aquello, sino por 1* fuerza positiva de anrmar embargo aquí no podemos realizar, excepto para algún
su verdadera individualidad, no se debe punir el delito de momento histórico identificado en el Capítulo 5.
cada uno, sino destruir las situaciones antisociales donde nace
el delito y dar a cada uno en la sociedad el puesto que necesita
para la manifestación esencial de su vida. Si el hombre está for-
mado por las circunstancias, se deben hacer humanas las cir-
cunstancias. Si el hombre es social por naturaleza, desarrolla
su verdadera naturaleza sólo en la sociedad y la potencia de su
naturaleza debe encontrar su medida no en la potencia de cada
individuo sino en la potencia de la sociedad» (Marx, K., La
Sacra Famiglia, págs. 141-42).
Conocida es la importancia que las doctrinas del
socialismo utópico tienen en la fundación del urbanis-
mo, es decir, de una ciencia íntimamente ligada al
proyecto de una geografía humana. Por lo tanto, no nos
parece inútil subrayar el hecho de que Marx ponga

•yra» -•
-

UNA NUEVA CIENCIA:


LA «HISTORIA NATURAL»
La concepción de Buffon de la relación sociedad-
naturaleza (a la cual ya nos hemos referido al final del
Capitulo 2) se pone ahora de relieve con las palabras
mismas de este «philosophe» (definible al mismo tiempo
como naturalista, geógrafo, antropólogo e historiador)
y finalmente en sus raices filosóficas. Es sobre todo en
Les époques de la nature (1778) —y precisamente en la
Séptima y ultima época, titulada '"Cuando la potencia
del hombre ha secundado la de la naturaleza" dónele
Buffon, después de haber trazado un rápido bosquejo
histórico de los progresos de la especie humana, expone
su concepción dé la relación sociedad-naturnlcza:
«Por ello solamente después de aproximiulu'ncnu» íreintii
siglos la potencia del hombre se ha unido a IB di- IR naturaleza
y se ha extendido sobre la mayor parte de ía Tierra. Los if SO-
TOS de su fecundidad, sepultados hasta entonces, son puesto? a
la luz por el hombre; sus otras riquezas, sepultadas toctavia :•
más profundidad, no se han escapado a sas WVMtígBCÍOUM y HC
han convertido en el premio a sus trabajos: doquiera c! nombre
se haya comportado con sabiduría, ha seguido las lecrionct» dr-
ía naturaleza, se ha aprovechado de sus ejemplos, ütili*.tu!o sus
medios, elegido, en su inmensidad, todos los objetos que podían
servirle o gustarle; con su inteligencia ha capturado los anima-
les, los ha subyugado, domado, reducido a obedecerle pura
siempre; con sus obras ha desecado los pantanos, detenido ¡os
ríos, cerrado sus cataratas, talado los bosques, cultivado los
''•7»^'««»«>?ís^i5g!í!^

94 LA CONSTRUCCIÓN DE L.4 -KOGRAflA HUMANA LA ILUSTRACIÓN Y LA (;•. >i;RAFlA 95

yermos; con su reflexión ha contado el tiempo, medido los no siempre positivas y que alguna vez han activado pro-
espacios, conocido, combinado, descrito los movimientos celes- cesos ecológicos de difícil inversión: «es más fácil des-
tes, parangonado el cielo y la tierra, engrandecido el universo, truir las selvas de la Guayana para caldear la tierra hú-
dignamente adorado el Creador; con su arte, derivado de su
ciencia, ha atravesado ios mares, traspasado ¡as montañas, meda que plantar árboles ea Arabia para refrescar las
acercado los pueblos, descubierto un Nuevo Mwido, dominado áridas arenas»— y demostrar también cómo la tierra y
otras mil tierras esparcidas aquí y allá; toda la faz de la Tierra sus frutos son ya un producto de las «artes» (por tanto
lleva hoy la impronta de la potencia del hombre^ que, por más artificiales) y no un don de la naturaleza, concluye
que suboréfmado a la potencia de la naturateza~Jia obrado a observando coherentemente que si se verifican obstácu-
menudo más que esta última, o por lo menos la ha secundado
tan maravillosamente, que solamente ayudada por nuestras losen relación con esta humaniz aeióo o apropiación de
manos se ha desarrollado en toda su extensión y ha llegado la naturaleza estos no provienen tasto de la naturaleza
gradualmente al punto de perfección y de magnificencia en el
cual hoy la vemos.
Parangonemos efectivamente la naturaleza salvaje con la «Todos estos modernos y recientes ejemplos demuestran
naturaleza cultivada; parangonemos las pequeñas naciones 1 que solo tarde ba conocido el hombre la ssnplitud de su poder, y
salvajes de América con nuestros grandes pueblos civilizados; que todavía no ha conseguido ni siquiera conocerla toda; esta
confrontemos también con los del África que lo son solamente a depende completamente del ejercicio se la inteligencia; así
medias; observemos al mismo tiempo el estado de las tierras observará mas, cultivará más la natarateza, obtendrá más
ocupadas por estas naciones: determinaremos fácilmente el medios para someterla y can mayor facilidad extraerá de su
escaso valor de estos hombres con las escasas improntas deja- seno nuevas riquezas, sjnjjisminuiíLbsjesorps de su inagota-
das por sus manos en su suelo (Buffon. Epoche della natura, ble fecundidfliL-¿Y qué no conseguiría sobre sí mismo, quiero
págs. 199-200, Boringhieri, Turin, 1960). "^^ decir soBreTsir especie, si la voluntad estuviese siempre dirigida
por la inteligencia?; ¿quién sabe hasta qoé punto el hombre
Toda ia cita muestra cómo la nueva y moderna con- podría perfeccionar su naturaleza tanto moral como física?;
¿existe una sola nación que pueda jactarse de haber llegado a
cepción de la^relación hombre-naturaleza surge todavía gobernar de la mejor manera posible, como para hacer & todos
de la inyoluc£acl6^ los hombres, no igualmente felices, sino menos desigualmente
cepción que todavía ésTrarüTpcéTrfi^aTy etñoceritric'a y infelices, velando para su conservación, ahorrándoles sudores
cómo necesita todavía un a3ecüado desarroTlo científico y sangre, para la paz en la abundancia de los medios de subsis-
por parte del hombre y de la sociedad humana, que tencia con las comodidades de la vida y las facilidades que
favorecen su propagación? He aquí el fin moral de cada socie-
otras corrientes de la Ilustración estaban ya realizan- dad que busque mejorar» \Ibid., págs. 212-13).
do. Por otra parte también en estas direcciones un natu-
ralista como Buffon no ha sido avaro en indicaciones y Otros entre los ilustrados, como se ha indicado ya al
estímulos. final del capítulo precedente, extraerán todas las conse-
Después de haber dado toda una serie de ejemplos cuencias de este humanismo positivo. Por ejemplo se
que tratan de demostrar cómqjel_hpmbre ha modificado podría citar la articulada crítica ^ue Diderot entabla al
históricamente y puede modificar~7Tas^influencias del dogmatismo y al determimsmo matw^ísta^cferatrcií),
clima de las regiones que habita» —con modificaciones füsueltos~en una concepción TífsTóríeísta o bien en una

I
96 LA CONSTRUCCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA LA HJ.'STfiACIÓK Y LA CKOCRAFlA 97

«historia de la naturaleza y del trabajo humano. Nos dad y diferencias metodológicas entre la historia civil y
limitamos a citaFTaF~c^nrfTrsTerres~;(rpTrftrnjfis»~He Pen- la historia natural y afirman decididamente la unidad y
sées sur Vinterprétation de la nature (1753), una obra Jaesencialidad de una dimensión histórica gué~áBra5a
dirigida «A los jóvenes que se aprestan al estudio de la ^ Ta~"ñaturalezal
filosofía natural»:
«Cuando dirijo mi mirada a los trabajos de los hombres y «La historia civil por lo tanto, limitada por un lado por las
veo por todas partes ciudades edificadas, todos los elementos tinieblas de un tiempo muy cercano al nuestro, se extiende por
utilizados, las lenguas ya establecidas. los pueblos civilizados, el otro solamente a aquellas pequeñas partes de la Tierra que
los puertos construidos, los mares atravesados, la tierra y los han habitado sucesivamente pueblos preocupados de «u memo-
cielos medidos, el mundo me parece muy viejo. En cambio ria. En cambio la historia natural abraza igualmente todos los
cuando descubro que los hombres están todavía inciertos sobre espacios, todos los tiempos, y no tiene otros límites fuera de los
los primeros principios de la medicina y de la agricultura, del universo. La naturaleza es contemporánea a la materia, al
sobre las propiedades de las sustancias más comunes, sobre el espacio, al tiempo; su historia es la de todas las sustancias, de
conocimiento de las enfermedades por las que están afligidos, todos los lugares, de todas las edades: aun cuando parezca a
sobre la poda de los árboles, sobre la forma de emplear el ara- primera vista que sus grandes obras no se alteren, rú se cam-
do, la tierra me parece habitada sólo desde ayer. Y si los hom- bien y que aun en sus más frágiles y más pasajeras produccio-
bres fuesen discretos, se dedicarían finalmente a investigacio- nes se muestre siempre y constantemente igual, desde el
nes relativas a su bienestar, y, lo más pronto responderían a momento en que sus primeros modelos reaparecen en cada ins-
mis fútiles cuestiones de filosofía natural solamente dentro de tante bajo nuevas formas; sin embargo, observándola de cerca,
mil años; o francamente, considerando el breve trecho que ocu- nos daremos cuenta de que su curso no es absolutamente uni-
pan en el espacio y en el tiempo, quizá no se dignarían nunca forme: se reconocerá que ella admite.variaciones sensibles, que
contestarme» (Diderot, D., Interpretazione della natura pági- sufre sucesivas alteraciones, que se presta también a nuevas
nas 93-94, Roma, 1967). combinaciones, a cambios de materia y de forma; que, final-
mente, por más que parece estable en su conjunto, es. en la mis-
Los positivos fermentos de esta concepción de la ma medida, variable en cada una de sus partes; y si llegamos a
relación sociedad-naturaleza van subrayados también abarcarla en toda su extensión, no podremos dudar de que sea
dentro del filón más «científico» y conservador de la hoy muy diferente de lo que era al principio y 'de lo que ha lle-
experiencia de la Ilustración, al cual pertenece Buffon. gado a ser en la sucesión de los tiempos: estos cambios distin-
tos los llamamos sus épocas. La naturaleza se ha encontrado
Son de subrayar también porque a las conclusiones ya en estados distintos; también los cielos han cambiado: todas
citadas Buffon llega necesariamente, a causa de algu- las cosas pertenecientes al universo físico están, a la par de las
-: na.s prpaiisas filosóficas y metodológicas consistentes en del mundo moral, en un continuo movimiento de sucesivas
la superación del esquematismo clasificatorio abstracto variaciones. El estado, por ejemplo, en el cual vemos hoy la
y metafísico de la ciencia natural —áridamente morfoló- naturaleza, es tan obra nuestra como suya¿_nosotrof. hemos
sabido_ templarla, modificarla, doblarla a nuestra? r.ecesida-
gica y taxonómica— de un Linneo en una concepción d£Sj_a nuestros deseos; nosotros hemos sondeado, cultivado,
«historicista» de la naturaleza que integra historia fecujidaido4aJIierra; su "ásp^cto~TícTuaT"Ers-peF tanto bien dis-
natural a historia civil. Les époques de la nature —el tinto del de los tiempos que precedieron a la invención de las
titulo es ya significativo— empiezan constatando identi- í/fei'd, págs. 16-17).
- -. - • — - , - - :-~.r~ - ....¡"íi f.;f-. -~.- - "".'-.-• •' - '.

98 LA CONSTRUCCIÓN DE LA CEOGRAFlA HUMABA /,.! ¡U'STRACIÓN Y LA GEOGRAFÍA 99

Es este el proyecto de una nueva historia natural pestes, las guerras y por los demás flagelos, con la cau-
que la. Ilustración fundó integrando historicidad social sa física de todos estos efectos» (ver Gusdorf, G., Intro-
e ^historicidad natural _y partiendo del presupuesto de duzione, cit., pág. 412).
la centrjilidad del hombre. Marx sé unirá al mismo De estas premisas —y sobre todo de las elaboradas
proyecto, según una derivación cultural que ya hemos por Buffon— derivan en el siglo XVIII y a comienzos
tenido ocasión de subrayar, afirmando en La ideología del XIX múltiples aplicaciones y desarrollos. Sobre los
alemana: «Nosotros conocemos una única ciencia,, la principios de Buffon, filtrados a través de la sensibi-
^ M arx— lidad rusoniana (ver Capítulo 5), se basa por ejem-
puede ser coñsMerarfa_"dj&Sj]^|T|riñentBK, distinguida plo gran parte del filón científico de exploración de la
efrhistcrria'~3é la naturaleza y en la ciencíer^tejos^torn- montaña europea que en la segunda mitad del siglo XVIII
6r^^Iñ™iéííBargo7Tás dosjvsrtjfiatfis no Queden sepa- se enriquece con las aportaciones más interesantes y
rarse mientras exisliíñTiómBres;^ historfa.jíe^ájnáíu- en particular con las de¡Ramond de CarfajDimi'eres. De
raeza iistoríaTélos honá>resse condicionan reci- este «geógrafo» seguidor JeT Buffon y de Saussure, pro-
fesor de historia natural, sucesor del geólogo Dolomieu
Si queremos entender todo el significado que la «his- en el Instituto Nacional y contemporáneo de Giraud
toria natural» tiene para la fundación de la geografía Soulavie y de Coquebert de Montbret (en los cuales nos
debemos referirnos una vez más a uno de los protago- detendremos en el próximo capitulo) nos bastará citar
nistas de la cultura ilustrada^fVíoaiEsijiiieu. En 1719, a el extracto de una memoria de geobotánica alpina:
la edad de 30 años, Montesquieu redacta, para la Aca-
demia de Burdeos, un Proyecto de una historia natural «Es así que los primeros trazos ele la naturaleza conservan
caracteres más determinados en la montaña, donde cada orden
de la tierra antigua y moderna, solicitando —como escri- de vegetales se encierra en limites más claros y más difíciles de
be G. Gusdorf— de los científicos de todo el mundo los rebasar y en los que la influencia de los lugares resiste con más
materiales para la constitución de una geografía gene- fuerza a la influencia de las nansas segundas que tienden ince-
ral, física y humana al mismo tiempo. Este proyecto, no santemente a confundir lo que las causas primeras habían
realizado, debía registrar todas las modificaciones de separado. Y sin embargo, cuántas mo&itícacwu'esJjunf introdu-
cido ya el correr del tiejrip£j^spj^re_tojiqja^g:resencia del hom-
importancia «tanto a través de terremotos, inundacio- BréT TTecorro los~írímensos desiertos de la alta montaña: de '
nes u otras causas, con una descripción exacta de los ""pronto entre las plantas raras que componen los pastizales
diferentes progresos de la tierra y el mar, de la forma- reconozco algunas de niipstr»«jjflnfffs _
ción y destrucción de las islas, ríos, montañas, valles, La vegetación toma un color más intenso que contrasta con e!
lagos, golfos, estrechos, cabos y de todos sus cambios, verde alegre de los prados alpestres: avanzo: los restos de un
como de las obras hechas por la mano del hombre que refugio o una roca ennegrjgcJiia.jUU^«UHunajii£jex^iean^l-Hiis-
^y^tério. Alrededor de este abrigo del hombre se han naturalizado
han dado un nuevo aspecto a la tierra». Todo debe las plantas que circundan nuestras habitaciones rurales. j...|
tenerse en cuenta: los canales, las minas, la «destruc- Un pastor ha vivido aquí durante algunas semanas, quizá hace
ción de los bosques», los «desiertos formados por las muchos años. Conduciendo sus rebaños, ha traído, sin

AJ- T"
ífec*
LA CONSTRUCCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA LA ILUSTRACIÓN Y LA GEOGRAFÍA 1O1

los pájaros, los insectos de sus valles, ha traído la semilla de -Damos generalmente a los términos "descripción de la
las plantas de su pueblo. Quizá no vuelva más, pero estas sel- üauíraieza" e "hist;.'-ia natural1' e! mismo significado. Está
váticas regiones han recibido en un instante ja impronta indej.e- claro, sin embarre 10 e! ornocimiento de las cosas. naturales
¿jle_jjel hombre: de tal manejrAjjnjer^dft esta importanciajjesa como actualicen' r ''ja'siemprs el deseo de conocer como
en lajusjañzá. de la MturaíSa»|Ramoñ3"3eT¡árbonnieres, L., fueron, y a tra- , u ué serie de modificaciones hayan llega-
7BéTla ve'gefatíoírsur leTmontagnes», en Ármales du Museum do, en cada lu , a su estado actual. La historia de la natura-
Nat. Histoire Naturelle, IV, págs 395-404, 1804). leza. de la que estecemos todavía casi totalmente, nos enseña-
ría jruáles "íuert,:i las modificaciones del aspecto de la tierra,'
Recientemente, además, en el programa de la «his- cornp_r«í3IHas~IaT^é~las cnatüráTterréstres (plantas y anima-
toria natural» se ha visto también el origen teórico de la es naturáT¿s7¥3émas~de
geomorfología: una ciencia joven que sólo en el siglo XIX las variacionesjjejjironco primitivo de ia especie de la que deri-
van. Ello, probablemente, reconcTucTría ¿ la misma especie a
se autonomizará de la geología. Nos hemos referido una^ran cantidad de tipos y de razas que actualmente parecen
sobre todo aKanlLque, aun no participando del todo en distintos, y transformaría la clasificación escolástica de la
la concepción Iwmanista de la historia natural y en la naturaleza, generalmente aceptada hoy, en un sistema físico
consideración del papel activo del trabajo humano (y correspondiente alas exigencias del intelecto» (Kant, I., Scritti
por esto justamente concediendo todavía mucho al -olitici, págs. 111, 121, Utet, Turin. 1956).
determinismo geográfico), sin embargo, con el habitual En 1788, además, reexaminaba el problema en un
rigor teórico, ha separado la historia natural de la des- ensayo cuyo título filosófico, Sobre el uso de los princi-
cripción de la naturaleza. pios teológicos en la filosofía, esconde un interesante
En el ensayo Sobre las distintas razas de hombres debate con el naturalista G. Forster que había impug-
(1777) —que en su redacción original constituía el pro- nado esta distinción kantiana. Entonces Kant reafirmó
grama de las lecciones de geografía física que debía dar su definición de historia natural, no sólo en relación a
en el semestre estival de 1775 y que demuestra el inicial los resultados que se podrían obtener en el estudio de la
interés por uno de los temas preferidos de los escritos evolución de las especies, sino también en relación a los
kantianos de «filosofía de la historia»— Kant concluía procedimientos intelectuales esenciales:
COK una proposición interesante: «La descripción de la «La historia de la naturaleza —que, en verdad, no sólo es
naturaleza (estado actual de la naturaleza) no es abso- posible, sino que también ha sido tratada alguna vez por natu-
lutamente suficiente para indicar las razones de la mul- ralistas de categoría, por ejemplo, en la teoría de la tierral...]
tiplicidad de variedades: es necesario, por más que con —consiste en resaltar la conexión entre las actuales disposicio-
razón se sea enemigo de las opiniones aventuradas, nes de la naturaleza y sus causas en el pasado, según las leyes
arriesgar una historia de la naturalesa,Ja cual consti- de causalidad que no inventamos sino que deducimos de las
fuerzas de la naturaleza, y en proseguir esta regresión en el
TuyenóñTciOTÍciíraparte, qüe~poüo~£rpócó~podriaprogre- pasado hasta el punto permitido por la analogía. (...] Esta dis-
sar de una condición de opinión a una condición de tinción se fundamenta en la esencia de Jas cosas y no se preten-
conocimiento verificado». En una nota de la misma obra de con esto inventar nada nuevo, sino solamente señalar una
precisaba mejor la distinción: rigurosa separación entre dos campos totalmente heterogé-
neos. y, mientras una (la descripción de !a tierra) en cuanto
;';...-.-;-..%. .•..— . - .-• - '• >•- —:rr: H .

L4 CONSTRUCCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA LA ILUSTRACIÓN Y LA CKOGRAFlA 103

ciencia se muestra en todo el esplendor de un gran sistema, la como sucede en la historia humana, ia evolución se acompaña
otra (la historia de la naturaleza) por ahora no puede exhibir de la destrucción de los pasados estadios y el pasado se oscu-
más que fragmentos y frágiles hipótesis. 1-..] La mayor dificul- rece sin pausa» (Birot, P., Les méthodes de la morphologie,
tad, en esta pretendida innovación, consiste en ei nombre. El págs. 6, 160, PUF, París, 1955).
término Historia, en su significado, desde el momento que indi- Pero existe aún un aspecto de la filosofía kantiana
ca la misma cosa que la palabra griega historia (narración, sobre la historia de la naturaleza que es necesario
descripción), está ya demasiado y durante demasiado tiempo
en uso para que se le pueda atribuir fácilmente otro significa- subrayar. Contra Forster, efectivamente, Kant afirma
do, que designaría ej_ejtudktaatuxaljdejos orígenes» {Kant, I., la necesidad de principios racionales —reconducibles a
La philosophie de l'histoire, págs. 132-337TTóiíihier, Ginebra, aquella explicación ideológica que da el título al ya
1972). citado ensayo— para orientar la observación, según
Como critica de estas proposiciones se ha observado cuanto había ya reconocido en el artículo Determina-
que no sólo «en estas frases están en germen al mismo ción del concepto de raza humana (1785), que había
tiempo la geología, la paleontología, la paleogeografía sido el origen de la discusión con Forster:
y la geomorfologia», sino también que «ya antes de su «Los conocimientos, difundidos por los recientes viajes,
nacimiento, la geomorfologia está ligada a la historia», alrededor de la multiplicidad de formas de la especie humana
en cuanto que ella, también en su desarrollo sucesivo, han servido hasta ahora para estimular el intelecto a indagar
«representa un transferí de los métodos y de la proble- sobre este tema, más que a satisfacerlo. Es muy importante
mática de la historia» (Reynaud, A., Epistémologie de la determinar primero por si mismo el concepto que después se
géomorphologie, págs. 70-71, Masson, París, 1971). quiere aclarar con las observaciones, antes de interrogar sobrejj
ello a la experiencia: ya que en la experiencia se encuentra^
Por otra parte, que la geomorfologia moderna no aquello que se necesita sólo si se sabe anticipadamente lo qua
haya hecho otra cosa que realizar, con un camino nada se quiere buscar» (Kant, M., Scritti poiitici, cit., pág. 177).]
lineal y progresivo, el programa de la historia natural
de BufFon y de Kant, está demostrado por la evidente La referencia a las exploraciones geográficas no es
consonancia que cada uno puede evidenciar entre las casual. En el ensayo de 1788, con directa referencia al
consideraciones de Buffon citadas anteriormente alre- viajero y explorador Forster, Kant dice explícitamente
dedor de ias relaciones entre historia civil e historia que a este método debe conformarse también el geógra-
natural y las consideraciones de P. Birot sobre el fo: «observar significa organizar metódicamente la
«jcarácter histórico de la geomorfologia» y sobre el expé7ÍCTcTa>7jmeQlj^^ heurísticos,
hecEo fle^iqué juj^AmenterireTr^esto cotfsiste su valor de conceptos dkterminaío^sjisceptibre^de^^fiííf la
explicativo»: J ' ^Ila_oBsSp£aeIaiubacia la coustituaón d e
«No se trata por te/.to de constatar el estado de cosas pre- ___ de la raaíura/ezauuesupere los límites
sentes, es decir, de describir, sino también de explicar la géne- empíricos~Hé~la_sim£¿eaescñacloñ deTa^ñWÍÚfiCÍezeüPQr
sis de las formas actuales a través de su historia, que es nece- táñloTTCaht ~~ basesluosóficas
" ~ ' de" ~~la superación
sario deducir de documentos muy incompletos. Sin embargo, de la l como otros filósofos

_m *~*« .-. *.. •


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LA ILUSTRACIÓN Y L4 GEOt.RAFlA 1O5


y..-» CONSTRICCIÓN I)K LA (iEOCRAFlA HUMANA

í y científicos de la edad ilustrada, propone no sólo una visto) y ética, esto es. del hombre como ente natural y
1 (tarificación abstractamente metodológica sino una del hombre como sujeto moral. En otras palabras, la
j concr,etarenovación__de los instrumentos de TaproJcima- crítica kajitiariia__|)ejTOjinj^ otras corHeHte^s ,
l cíón_^de_ajriaii§is utilizados por el geógrafo-explorador. ilrn^raga^deñtrode Iqsjírnites deHniinanísmg burgués,
Junto a Rousseau y Voítaire, anticipa la aparición de gue consisteerTTa. progresiva s ep aración. tamb ién_ a
aquel «planteamiento diverso respecto de las investiga- nivel o^enf.ífino, pntre mundo natural y mundo humano
ciones geográficas y de los cometidos de quien viaja por tjo social:
tierras desconocidas» que como veremos se ha realiza- «El análisis de ¡a naturaleza, el mundo de las ciencias
do sobre todo en la obra de los ideologues. físico-naturales está ya constituido como un mundo autónomo,
¿No son suficientes estas consideraciones para inva- emancipado ya de la metafísica, y en e] cual el hombre está
lidar definitivamente el juicio de Almagiá según el cual incluido en cuanto él mismo es un ente natural. Por otra parte,
«la geografía de fines del siglo XVIII se encuentra en un ya que esta naturalidad del hombre no está tomada todavía en
su intrínseca sociabilidad, y por tanto como productora de his-
estadio verdaderamente crítico: esta ha perdido casi su toria, el mundo moral continúa siendo una reserva de la metafí-
carácter de ciencia de observación con fines y métodos sica. [...) El mundo natural ha pasado ya a la ciencia, el mundo
propios»? (Almagiá, R., Fondamenti. cit., I, pág. 56) moral permanece todavía e» la metafísica (la "humanidad''
¿Existe otro período en el que se asista a una tan amplia liberal burguesa no ha producido nunca más que esto)» (Col -
dilatación de lajreografía_en_ la cultura del tiempo, a un leti, L., // marxismo e Hegel, págs. 376-77. Laterza, Bar!,
3tMügtrtarT"3^nso y fecundo eñtre~T6s~«fiIosofos» y los 19734).
«geógrafos»? Recordemos que Kant no dialoga sólo con Si este juicio, lógicamente fundado, vale para Kant
Forster sino también con el naturalista y geógrafo suizo y para aquella separación-distinción entre ciencias
J. A. de Lúe y sobre todo con el geógrafo Busching con- naturales y ciencias humanas característica de la cultu-
siderado «un espíritu penetrante» y revalorizado hoy ra burguesa moderna (y que no por casualidad ha sido
por historiadores como F. Venturi, después de los suma- teorizada por la filosofía neokantiana). no igualmente
rios juicios condenatorios de geógrafos como Almagiá. válido me parece para el materialismo del siglo XVIII o
No casualmente, a propósito de Kant hemos habla- en bloque para el materialismo preraarxista, según un
do^siempre j&e^ffígfafía física: en fá base lie la crítica juicio expresado por el mismo Marx en la primera Tesis
kantiana existe, en efecto, la separación de naturaleza e sobre Feuerbach: «El defecto principal de todo materia-
h]¿tojrjjJLü-saeiedad humana. Se ha observado, en efecto, lismo hasta hoy —comprendido el de Feuerbach— es que
que precisamente porque la «concepción de la relación el objeto, lo real, lo sensible, está concebido sólo bajo la
social como medio para la mediación, a través del tra- forma de objeto o de intuición; pero no como actividad
bajo, del hombre con la naturaleza» queda fuera del sensible humana, como actividad práctica, no subjetiva-
horizonte de Kant, «lo que finalmente él nos presenta es mente. Ha sucedido por lo tanto que el lado activo ha
sólo una concepción que resulta de la yuxtaposición de sido desarrollado por el idealismo ea contraste con el
antropología (y de una antropología física como se ha materialismo, pero sólo en forma abstracta, ya que
*• '/ ~'"~- -'•- . ' ••"- •?'-• * ,

LA ILUSTRACIÓN Y LA GEOGRAFÍA
1O7
106 LA CONSTRUCCIÓN DE LA GEOGRAI ¡A HUMANA

naturalmente el idealismo ignora como tal la actividad tesis como invitación a !a relectura de un filósofo difícil,
real, sensible». que debe leerse íntegramente, y que persiste como una
En otras palabras, no me parece que siempre sea presencia, en parte ya conocida, pero, en todo caso, de
extensible al grandísimo relieve en la historia de la geografía.
- IvTarx dirige a Feuerj>a£h^j<noJIega nunca a concebir el Distinto, en cambio, se presenta el discurso respecto
muñHo~selísiBTe como el conjunto de la actividad sensi- de la ilustración francesa y escocesa que. como vere-
ble viviente de los individuos que lo forman [...] no ve mos, se mueve, con algunos de sus representantes, sobre
como el mundo sensible que lo circunda es no una cosa lo que es ya el terreno teórico de la peoprafia humana
dada inmediatamente por la eternidad, siempre igual a moderna. Por^olra j>alute'y li hemos visto como el mismo
sí misma, sino el producto de la industria y de las condi- ~Marx"~Etí dado un juicio más articulado (respecto al
ciones sociales» (Marx, K., La ideología alemana). Eji expuesto en las Tesis sobre Feuerbach) del materialis-
efecto^hemos^visto como en Buffon, aun entrejjjesjími- mo francés, y en conjunto positivo y también como a
tes filosóficos,elmundo natural está enfocado tenAién menudo se ha referido a los fecundos resultados de las
como _ como realidad investigaciones sociales de la Ilustración.
"Tustorica: a diferencia de Kantsu geografía y su antro- En este punto, se plantea un problema histórico que.
poIógTansica se abren a la historia, a la historia civil, a pesar de las apariencias inmediatas, es de notable
es decir, a la dimensión historicosocial que Kant tendía interés:.¿5}¿££J>I?teS-Ia-«g£Qgrafía física» " 1» «gpngra-
a ver separadamente de la historia natural. Desde este _jia_bjiniSíiaj»? O mejor: ¿la geografía humana nace de la
último punto de vista, Kant no puede por tanto ser geografía física, como por ejemplo se podría pensar
considerado en relacioñ~^T"órigen, aun sólo teórico o aplicando formalmente la ya citada opinión de L. Collet-
filosófico, de la geografía humana moderna, sino sólo ti según la cual el mundo natural pasa ala ciencia antes
a que el mundo moral; o bien es el estatuto de la moderna
en Lasque el hombre aparece sólo en cuanto^ser geografía física el que nace después y como derivación
_ del de la geografía humana, como se podría p"ensai en
Distinta es la opinión de un estudioso con el cual base a la observación de Reynaud a propósito del origen
hasta ahora habíamos estado de pleno acuerdo: G. Gus- de la geomorfología?; ¿en otras palabras, la geografía
dorf, el cual, proponiendo una nueva lectura de los humana, en cuanto parte de la ciencia del hombre, nace
escritos kantianos sobre la geografía, ha afirmado deci- en el momento en que los métodos de las ciencias natu- ;ií !
didamente que en Kant «la "geografía física" de 1765- rales son aplicados a la sociedad o, viceversa, es la
1766 se prolonga por tanto en una historia natural, geografía la que nace en base a un transferí de métodos
englobando a la antropología, si bien este término no se históricos, de categorías sociales?
pronuncia, y definiendo el programa de lo que mucho El problema no es baldío (con tal de que no se ie I
más tarde formará la geografía humana» (Gusdorf, G., encierre en anacrónicas etiquetas disciplinarias) y se
Introduzione, cit., pág. 261). Tengamos presente esta liga inmediatamente a la problemática del nacimiento

. »r*>
li
L.) CONSTRUCCIÓN DE LA ÜEOGHAFlA HUMANA Y LA GEOGRAFÍA 1O9

de la geografía humana, la cual ha sido considerada social, también es verdad que no sería razonable afir-
hasta ahora sobre todo como filiación de la ciencia mar que el intercambio entre ciencias sociales y ciencias
natural y en particular del evolucionismo biológico o del naturales se desarrolle siempre bajo el emblema de la
positivismo que, como es sabido, se definen como ideología y de la mixtificación. Frente a la complejidad
proyecto de transferir los métodos «científicos» de la del problema, que sólo puede ser afrontado histórica-
naturaleza a la sociedad. No es posible dar en pocas lí- mente, se debe repetir la recomendación de un historia-
neas una respuesta a este problema que implica a toda dor de la ciencia:
la historia de la ciencia desde la época renacentista has- «Frente a una situación tan fluida y compleja, no tiene sen-
ta el siglo XIX. Por ello me limito sólo a señalar alguna tido querer extraer a prior! —como pretendieron muchos filóso-
sugerencia e indicación proporcionada por Marx y por fos del siglo XIX— de la definición general de las distintas
algún estudioso de la historia de la ciencia. ciencias el tipo de las relaciones que pueden mediar entre ellas.
La realidad histórica no se deja embridar por ningún rígido
Es sabido además que Marx, a propósito de la idea esquema, ni por lo que respecta al cometido de una sola cien-
darwiniana de selección natural o lucha por la existen- cia. ni por lo que respecta a los nexos entre una ciencia y otra.
cia. observó: «es notable el hecho que, en los animales y La subordinación de esta a aquella disciplina, de este a aquel
en las plantas, Darwin reconoce su sociedad inglesa con método, vale exclusivamente a un cierto nivel de la investiga-
su división social del trabajo, la competencia, la apertu- ción y pül>dTse?"7u^ii»-eil-reré^^ a
otra» (Ir eftt
ra de nuevos mercados, los inventos y la maltusiana co, IX, pág. 170, Mondadori, Milán).
lucha por la existencia. Es el bellum omnium contra
omnes de Hobbes, y hace recordar al Hegel de la Feno- Por lo que se refiere a la situación que desde este
menología, donde representa la sociedad burguesa punto de vista se viene a determinar con la ilustración.
como reino animal del espíritu, mientras en Darwin el nos limitamos a poner en evidencia algunos puntos fir-
reino animal está representado como sociedad burgue- mes establecidos por Cassirer. Después de haber reco-
sa» (Carta de Marx a Engels, 18 de junio de 1862). Si nocido que «la filosofía del siglo XVIII considera desde el
no se trata sólo de una lectura paradójica de Darwin, se principio los problemas de la naturaleza y las cuestio-
puede deducir entonces la existencia de un paso de ideas nes históricas como una unidad que no se puede dividir
de las ciencias sociales a las ciencias naturales, con un arbitrariamente o escindir en cada una de las artes» y
sucesivo retorno a las primeras de métodos y leyes des- que «ella trata de aplicar a unos y a otros los mismos
arrollados en las segundas: un retorno que a menudo medios de pensamiento», caracteriza así el salto que
asume un preciso significado ideológico de «naturaiiza- existia entonces entre el conocimiento histórico y el
cióa» i tañtod "8e leyés~soc7aTes conocimiento de la naturaleza:
. «En este último campo la filosofía del siglo XVH1 se
Si es verdad que este tipo de intercambio acrítico e encontró frente a un dominio consolidado y reconocido desde
ideológico ha existido efectivamente, sobre todo como mucho tiempo. Ya el Renacimiento había dado el paso decisivo:
eje del positivismo y en particular del darwinismo ya la nueva ciencia de Calileo Galilei había afirmado el valor
¥
1 !l) LA r.-ONSTRUrCiÓfl! DE LA (¡EOf;fíAflA Hl'MANA LA íU'VtmiC/O.V Y LA GKOGR.-UÍA 1¡ /

autónomo y la independencia dei pensamiento físico. Como


Kant, así toda la filosofía de Sa ilustración pudo considerar la Antes de profundizar tal situación a nosotros nos
física matemática como «un hecho» de! cual se podía preguntar urge aquí subrayar —y lo podemos hacer recurriendo
cual fuese la posibilidad, pero cuya realidad era incontestada e otra vez a Cassirer— que con ia ilustración se verifica, no
inquebrantable. En cambio, frente a la historia se trataba de sólo el hecho de que «como las matemáticas se convier-
superar otro cometido más difícil. Aquí nc se podía partir de un ten en el prototipo del conocimiento exacto, asi la histo-
hecho científico que en el mundo de su certeza y en la solidez de
su motivación se hubiera podido de alguna manera confrontar ria se convierte en el modelo metódico por medio del
con la física exacta. Aquí se necesitaba en cainhio conquistar, cual el siglo XVIII adquiere una nueva y más profunda
en el mismo proceso de pensamiento, el mundo de la historia y comprensión del deber general y de la específica estruc-
poner y asegurar hasta esta conquista las bases conceptuales. tura de las ciencias del espíritu, sino, también que,
Es evidente que una tarea semejante no se podía llevar a térmi- sobre todo con Buffon, «los métodos de la ciencia natu-
no de golpe, sino que era necesaria una preparación larga y
fatigosa. Pero fue justamente esta preparación lo que convocó ral no reciben ya sus normas exclusivamente de las
todas las energías espirituales de la ilustración y las hizo triun- matemáticas; pero por ellas se descubre, por así de-
far en una nueva vertiente» (Casrirer, E., Lafüosojla deH'illu- cirlo, un segundo foco en ia forma fundamental del
minismo, cit., pág. 281). conocimiento histórico» (Cassirer. E., op. cit., pe tri-
Según Cassirer, en esta tarea colaboraron sobre nas 282 y 119).
todo Bayle, Montesquieu y Voltaire, el cual, por ejem- Si no me equivoco, las investigaciones posteriores a
plo, «vio la obra del historiador baja el mismo aspecto Cassirer, reaccionando ante las consecuencias, en el
que la del naturalista. Entrambos, el estudioso de la plano historiográfico, del «triunfalismo científico» que
inducía a privilegiar la «ciencia moderna» respecto de
[ naturaleza corao el historiógrafo, tienen el mismo come-
tido: buscan en las vicisitudes y en la maraña de los
' fenómenos la escondida ley».
un retrógrado saber humanista contemporáneo, han lle-
gado a conclusiones todavía más radicales, del tipo de
¡1
Investigaciones recientes han refutado sin embargo las expresadas recientemente por E. Garin:
que «la mentalidad histórica moderna —con todo lo que «Además: es la revolución cultural, "filosófica'", la raíz de
implica— pueda ser considerada como un subproducto la científica con todas sus consecuencias actuales, sensibles. Se
tardío de la revolución científica» para afirmar que el consigue ver otro mundo porque se ha tenido el coraje de pen-
moderno programa de la historiografía moderna puede sar su posibilidad. El mundo de Copérnico no es una más eco-
encontrarse ya en la obra de los eruditos humanistas de nómica ordenación de esfer&s: es la consecuencia de un nou-
veau sentimerd de i'étre. Para utilizar la imagen bruniana. sólo
la Francia protestante y nacionalista: «su desarrollo quien ose abatir las murallas del mundo ve más allá» (Garin.
está ligado a las exigencias del nacionalismo o del pro- E., Dalla rivoluzione identifica aH'iHuminismo, cit., pág. 191).
testantismo que necesitaban, el uno y el otro, una rein-
En el último capítulo veremos el significado revolu-
terpretación del pasado, igualmente radical como la que
en el siglo IV había seguido al triunfo del cristianismo» cionario, también para el pensamiento geográfico, de
^Hupert, G., L'idée de l'histoire parfaite, pág. 189, las corrientes utópicas renacentistas; volviendo ahora
París, 1973). al problema ya planteado acerca de la relación entre
T
112 i. i CONSTRUCCIÓN /)K LA GEOGRAFÍA I!i;.\ÍA.\A . i 11.1'STRAC.IÓN Y LA GEOGRAFÍA 113

«geografía natural» y «geografía humana», como as- se incluyen habitualmente entrejos^adres. dfi laantro-
pecto de las relaciones más generales entre ciencias R°Seo8£?íía' R§tzeJ_jn^pjáni£r_Jugaiv pertenecen tam-
naturales y ciencias sociales, aun dejando ampliamente bién comí»jprotagonistas a la historia de la etnología.
pendiente de juicio la cuestión por su complejidad, A~Ta~etnología o antropología social se le atribuye hoy
podemos proponer una primera, provisional conclusión: en día un origen ilustrado indudable.
las ciencias del hombre se han ayudado sin duda del Poirier, que entre los etnólogos ha sabido mejor que
desarrollo de las ciencias físicas y naturales —bastarla otros organizar en un discurso histórico bien informado I*
pensar en la sociología de Montesquieu— pero no según la periodización del pensamiento etnológico, no se ha T
un intercambio unilateral, en cuanto es evidente que en limitado a afirmar que «los philosophes son sin duda

el origen de la historia natural y del evolucionismo exis- los verdaderos fundadores de las ciencias humanas»,
te el desarrollo de la historiografía y de las ciencias sino que ha identificado también dos componentes pre-
sociales. Quien admite pues, como Claval, que la moder-
cisas genéticas de la etnología moderna, reconducibles
na geografía humana, como también la geomorfologia,
ambas al evolucionismo.
son impensables fuera del evolucionismo, tendrá que
admitir entonces con mayor razón que las condiciones «De hecho es de una doble corriente de ideas que ha surgi-
del nacimiento de la una y de la otra se encontrarán do la investigación etnológica: ante todo de la amplia discusión
sobre todo en la historia de las ciencias históricas y replanteada por las filosofías del siglo XVIII y por la filosofía de
la historia; en segundo lugar por el advenimiento de la '"histo-
sociales del siglo XVIII, ilustradas, o bien en la «revo- ria natural" como ciencia —ambas tendencias orientadas por e!
lución historiográfica» renacentista. evolucionismo. [...] Las nociones de evolución y de progreso
han sido desarrolladas por los filósofos franceses Montesquien,
Rousseau, Turgot, Condorcet, más tarde Comte, han impuesto,
sin utilizar estos términos, los relevantes conceptos de dinanjss-
[/ LA «HISTORIA NATURAL» DEL HOMBRE mo social y de sucesión de las culturas: un poca más tarde los
fundadores de la prehistoria [...] han encontrado estratigráü-
U COMO FUNDAMENTO DE LA ETNOLOGÍA camente las pruebas de este movimiento progresivo de las
I Y DE LA GEOGRAFÍA HUMANA sociedades humanas. [...] Casi contemporáneamente a la revo-
lución intelectual de los filósofos se afirmaba una nueva y com-
De hecho, hoy, se va reconociendo cada vez más la pleja disciplina, la historia natural: es en el siglo xvm cuando
importancia de esta historia de la historiografía y de las la historia natural se constituye decididamente como disciplina
ciencias sociales del siglo XVIII cuando se trata de global ("a parí enti'ere") y cuando reivindica también ai hom-
bre como su objeto. Hay en esto una verdadera revolución epis-
identificar la matriz de las modernas ciencias humanas, temológica (G. Gusdorf). [...] Esta influencia de las descripcio-
por ejemplo de la etnología. El ejemplo de la etnología nes, comprendidas ampliamente bajo la designación de historia
no es casual. Hemos visto de hecho como desde sus jjri- natural, no debe infravalorarse; efectivamente la etnología en
g enes_ la^geografia humana está cojnjiffaJ^coñTa etno- su? inicios ha sido concebida como historia natural del hom-
bre» (Poirier, J., Histoire de l'ethnologie, págs. 122-24. PUF.
ue París, 1969).

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114 LA CONSTRUCCIÓN DK LA C.EOCRAFlA HUMANA LA ILUSTRACIÓN Y LA H5

Puede observarse, a primera vista, una cierta afini- nan con todo el movimiento de los idéologues y con uno
dad entre este bosquejo histórico de la etnología y el de los resultados más interesantes, l&Société des Obser-
esquema de P. Claval, sobre todo en cuanto a privilegiar vateurs de VHomme (1799), estudiados en estos años
la función de la filosofía evolucionista. Sin embargo, si sobre todo por Sergio Moravia. No pudiendo, por razo-
es verdad que también Poirier subraya la influencia que nes de espacio, seguir en todos sus detalles la interesan-
el más maduro evolucionismo biológico de Darwin ejer- te y amplia reconstrucción de este estudioso, nos limita-
ció en los clásicos de la etnología, me parece igualmente mos a poner en evidencia algunas conclusiones muy cla-
cierto que Poirier acentúa, más de cuanto haga Claval, ras que nos parecen convincentes (por el hecho, además,
la centralidad además de la complejidad de la ciencia de provenir de un historiador de las ciencias humanas y
del hombre de la Ilustración dieciochesca. Por otra par- no de un geógrafo o de un etnólogo).
te, Poirier no es el único en haber subrayado la impor-
«Es licito afirmar que después del complejo movimiento
tancia de la experiencia ilustrada: bastaría citar las pá- filosófico-cientifico {representado sobre todo por los empiristas
ginas en que Lévi-Strauss ha visto en Rousseau el padre ingleses y por las síntesis de Condülac y de BufTbn], después de
de las modernas ciencias humanas o las de Van Gennep, la publicación de las primeras Mémoires generales de Cabanis,
RadclifF-Brown o Evans-Pritchard, convencidos todos, después de la institución de cursos de "historia natural del
si no en colocar explícitamente el nacimiento de la hombre", después de los primeros cursos etno-antropológicos
de Jauffret, y finalmente después de la enunciación de las tesis
antropología social en el siglo XVIII, en reconocer por teóricas sobre la science de l'homme expresadas por Lacépede,
lo menos la infinita riqueza de los fermentos socio- la moderna ciencia antropológica ha nacido ya. [...) Será justa-
etnológicos de Montesquieu, de Lafitau. de Gouget, de mente la elaboración que se produce en las varias Histoires
Millar, de Démeunier, etc. naturelles de l'homme la que mejor delimite los contornos pecu-
A diferencia de estos autores, Claval y Poirier se liares de la nueva materia, que no debía resultar (como ya
había comprendido Buffbn) de una mera suma de datos hetero-
refieren sobre todo al periodo entre la Revolución y la géneos pertenecientes a otros campos del saber» (Moravia, S.,
caída del Primer Imperio, esto es, a la tardía ilustración La scienza dell'uomo nel Settecento, págs. 76-77, Laterza,
de los idéologues. Pero mientras Claval limita su exa- Bari, 1970).
men sólo a Volney, Poirier, aun en los límites de un
encuadramiento sintético, alude a los principales cen- El programa científico de esta nueva ciencia del
tros de investigación y a la hueste de filósofos, médicos, hombre, expresado con lucidez por el fundador de la
naturalistas, geógrafos, exploradores, historiadores, citada Sacíete des Observateurs de VHomme, L. F, Jauf-
psicólogos, etc., que contribuyen a la fundación y al fret, tiene ya toda la riqueza de la moderna antropolo-
desarrollo de aquella historia natural del hombre qué gía cultural y social. Nos limitamos a subrayar algún
no es otra cosa que el estudio positivo y experimental punto. Ante todo esta ciencia del hombre, que no quiere
del hombre en su unidad de ser natural y social. ser una «disciplina» sino una gran área interdisciplina-
La historia geográfica o geografía humana de Vol- |/ria de investigación, se refiere —y no podía dejar de
ney son efectivamente comprensibles sólo si se relacio- referirse— a aquella noción de Ja centralidad del hombre
«""TffBSSsi; '*"

1/6 L4 CONSTRUCCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA


LA ILUSTRACIÓN Y LA ÜKOGHAFlA ti:
¡ y de su irreductibilidad a la naturaleza que ya hemos duda el tic ver al género humano elevarse desde los siglos más
| visto surgir en la historia natural de Bufíbn y Diderot: ¡ejaiios a una superior industriosidad que sitúa manifiestamen-
te nuestra especie sobre todas las demás, o mejor que hace de
«Compete a la Sacíete des Observateurs de l'Homme el ella una especie aparte, cuyo dominio es la tierra entera y a la
poner en evidencia los grandes caracteres que distinguen este cual todas las otras especies están subordinadas |...| mientras
ser de los animales, y que lo colocan tan manifiestamente a la los miembros viajeros de la Sociedad harán conocer las diver-
cabeza de todo el reino orgánico. (...) Es imposible estudiar el sas naciones que ocupan hoy la superficie de la tierra, sus
cuerpo humam» sin asombrarse ante esa extrema flexibilidad miembros historiadores harán conocer las que brillaron anta-
que lo hace capaz de soportar igualmente los climas más ño. Sistemáticas investigaciones y numerosos estudios particu-
opuestos, mientras animales notables por su talla gigantesca y lares sobre los pueblos antiguos y de forma especial sobre
por su fuerza extraordinaria no pueden pasar más allá de los aquellos que, no habiendo tenido una función de primer plano
límites del domicilio que la naturaleza les ha asignado. [...] La en la historia, son casi desconocidos, arrojarán una gran luz
historia natural del hombre y de los animales, considerada des- sobre ¡a Antropología comparada» (Ibíd.. pág. 278).
de este punto de vista geográfico, fijará las miras de la Socie-
dad. No se puede profundizarla sin reconocer en el hombre una
gran superioridad de organización, y una especie de dominio» Los demás proyectos que indican la esenciaiidad del
(jguffret, L. F.. «Introduction aux mémoires de la Société...», punto de vista geográfico se refieren a una Topoti'-afia
en Moravia, S., La scienza dell'uomo..., cit., págs. 276-77). antropológica de Francia y a una Antropología de "las
distintas regiones, a la cual eran llamados primdrdial-
Sobre estos principios Jauffret delimitaba el área de mente los socios correspondientes geógrafos y viajeros.
investigación de una antropología física que englobaba, Este continuo paso de la escaltirggional aja escala pla-
además del " netaria deriv roej uso constante y
p sólo a escala~planetara, tódo comga.rativQ y experimental: «se ha visto ¿"través
siguiendo las huellas de Canipery~3eTSTumenbacíírsino de todo cuanto precede que únicamente recogiendo una
también a nivel regional y aubregional— , la que hoy gran masa de hechos, y circundándose de una gran can-
podríamos llamar ecología animal y humana. tidad de objetos a parangonar entre sí que la sociedad
En cambio, es a través de la historia y de la geogra- quiere proceder al conocimiento del hombre» {Ibíd.
fía —evocada ya esta última como «punto de vista geo- págs. 280-81).
gráfico» aplicado a la «historia natural del hombre y de Quizá se podría objetar que esta antropología está
los animales»— que Jauffret pasa a la definición del en muchos aspectos desequilibrada hacia el estudio del
área de investigación de la antropología cultural y tam- hombre considerado como individuo y Como ejemplar
bién aquí los mismos principios inspiradores se tradu- físico de una raza —no casualmente entre los mayores
cen en proyectos unificantes que realizar en diversas temas de esta ciencia está el estudio de la influencia del
escalas espaciales. clima sobre el ser físico y moral de los individuos, estu-
«Si existe un espectáculo digno de atraer la mirada de los dio que con todo está colocado sobre coherentes bases
hombres, de suscitar la curiosidad de los unos, de despertar la experimentales—, pero en realidad, como también ha
atención de los otros, de suscitar la admiración de todos, es sin observado S. Moravia, este tipo de investigación condu-
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118 LA CONSTRICCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA LA ILUSTRACIÓN Y LA GEOGRAFÍA 119

cida por médicos, psicólogos, etc., está flanqueado tía a la observation convertirse en anafyse racional, capaz de
siempre por «el estudio sociocultural de los distintos extraer por parangones y acercamientos entre materiales dis-
agregados humanos», o sea. la etnología verdadera y tintos aquellas estructuras, priiseipiüs y leyes relativos a la
convivencia de los hombres y a ssas usos y costumbres, que no
propia. hubieran emergido por si mismos pese 8 la mirada voluntario-
También la génesis de la etnologia moderna, que sa del observador "directo"» (IMd., pég. 156).
para algunos debería hacerse remontar al tiempo de las
relaciones de viaje que siguen a los descubrimientos Por otra parte no se puede tampoco olvidar el hecho
geográficos, debe colocarse en el siglo XVIH: de que, siempre en el siglo XVIH, nace también el
«Pero en paz y en haz de ciertos historiadores, una cosa es término «etnología» y su inventor, A. C. Chavannes,
la reunión de material de interés etnográfico, y otra es la refle- sabe muy bien que tiene que habérselas con una «nueva
xión etnológica que mueve a una conciencia inicial de las dife- ciencia». La definición que nos ofrece, colocando en el
rencias socioculturales existentes entre los distintos pueblos y centro al hombre como ser social, es sin duda moderna
las examina como tales. Para llegar a esta forma de reflexión y también la geografía o la dimensión espacial entran
no bastaban (y no bastaron en efecto) las descripciones inme-
diatas de ciertos pueblos p-imitivos encontrados en las Améri- en este proyecto que debe empezar a estudiar «la mane-
cas o en el Extremo Oriente firmadas por un Jean Thévet (...] o ra en que estas "sociedades" se han formado, estableci-
tal vez por los misioneros jesuítas. Sucedía en cambio una ver- do, regulado, y el modo en que, encontrándose coloca-
dadera y propia coupure filosófico-epistemológica: aquella das en situaciones diversas, se han ido elevando poco a
coupure puesta en marcha por Montaigne y proseguida por poco necesariamente a los distintos grados de civili-
una cierta cultura libertins, que consistió en el abandono del
viejo eurocentrismo y de la fe de lo absoluto de los valores de la zación» (ver Chavannes, A. C., Essai sur Céducaiion
tradición oceidental-cristiana, seguido por una nueva apertura intellectuelle avec le projet ¿Tune science nouvelle,
hacia los "Otros" y hacia sus formas de pensamiento y de vida. pág. 98, Lausanne, 1787, citado en Moravia, S., op.
El mismo "mito del buen salvaje", en la medida en que es posi- cíí., pág. 210).
ble considerarlo no una ingenua exaltación de los primitivos Igualmente consciente de ello es J. M. Degérando en
sino un elogio dialécticamente conectado con un juicio sobre la
civilización occidental, nace no tanto en los textos de los viaje- sus Considerazioni gene rali sm vari metodi da seguiré
ros [...] cuanto en los de escritores y filósofos variadamente nelVosservazione dei popoli selvaggi (1800), definido
críticos frente a su mundo» (Ibíd., pág. 154). como «uno de los más singulares incunables de la meto-
Con más precisión, ya a fines del siglo XVII con dología etnológica» (dado a conocer oportunamente por
Fontenelle y sobre todo con Maeurs des sauvages amé- S. Moravia) y constituidor de una de las instrucciones
riquaines comparées aux mcsurs des premiers temps de viaje preparadas por los mayores científicos del
(1724) de Laiitau, «bien se puede decir que la ciencia tiempo para la expedición geográfica del capitán Bau-
etnológica ha nacido ya»: din. El ejemplo de Degérando muestra claramente como
la «nueva ciencia» deriva uel horizonte filosófico de la
«B astante paradójicamente, esta debería surgir sin embar-
go no de un acercamiento sino de un distanciamiento respecto «cienciajdel hombre» ilustrada y al mismo tiempo como
al material etnográfico: aquel distanciamiento que sólo permi- esta aproximación unitaria, interdisciplinaria, no está
720 ¿.4 CONí-TfH'CCIÓX Di IA f.&XSRArÜ HUMANA LA tLUST&ACIÓN Y LA GEOGRAFÍA 121

en contradicción con la construcción de 3a especificidad vista, la contribución de los idéologues a la expedición


y autonomía de la nueva ciencia etnológica, del capitán Bandín, Entre los idéologues se distingue
La. «science de l'homme» ilustrada influencia decidi- sobre todo Jauffret, que en el ya citado programa de la
damente también a la geografía que extrae un nuevo Société des Observateurs del'Homme expresaba bien
estatuto de ciencia humana, justamente esta torsión como habían cambiado los tiempos;
que el saber geográfico experimenta ds origen a 3a geo- «Existió un tiempo en que el deseo de observar al hombre
grafía humana, como observa todavía S. Moravia: no entraba para nada en la ejecución de los viajes organizados
por los gobiernos. Traer de lejanos paises animales, plantas,
«A! estudio dé la superficie terrestre y de las distintas sustancias minerales, be aquí cuál era eí único motivo de todas
regiones del globo la cultura idéologique no parece acercarse las expediciones científicas. En cuanto a las espediciones
efectivamente con un propósito estrechamente o técnicamente comerciales, estas no tenían otro fin que el de ir lejos a pro-
geográfico. Si se busca promover en más formas la investiga- pagar nuestros vicios y a deshonrar la humanidad. El fin del
ción geográfica, y con ella los viajes, esto sucede evidentemente siglo XVIII abrió un nuevo camino, y el inicio de un nuevo siglo
(aún cuando no exclusivamente) en una perspectiva antropoló- favorecerá el impulso dado. Siguiendo las huellas de Cook,
gica, o mejor etno-antropoiógica. No es tanto la geografía físi- y de aquel viajero no menos ilustre que la Sociedad cuenta
ca como la geografía humana la que parece interesar mayor- entre sus miembros [Bougainville], observadores llenes de celo,
mente al saber de fin de siglo. (...) La geografía —aun en los corresponsales de la Sociedad, han ido a estudiar al hombre en
escritos de geógrafos como Bougainville, Buache. Mentelle— el vasto teatro del universo» (citado en Moravia, S., La scienza
parece adquirir así un preciso significado cultural: se convierte dell'uomo..., pag. 279).
en la ciencia que se ocupa de la casa del hombre, del ambiente
que alberga ¥ influencia las obras y T ~ Por parte de los estudiosos de historia de las explo-
el hombre, hijo de la tierra, el estudio^
tica del viaje se convierten así en una exigencia primaria e raciones geográficas hasta ahora no se ha puesto de
inderogable» (Moravia, S., // pensiero degli idéologues, relieve el significado de esta insatisfacción o reflexiona-
págs. 533-35, La Nuova Italia, Florencia, 1974). do bastante sobre él, insatisfacción expresada ya por
En el próximo capítulo veremos como una análoga los mayores ilustrados (y entre los primeros por Rous-
concepción se puede detectar ya en Rousseau y sin seau como veremos en el próximo capítulo), por el
embargo tiene razón Moravia en subrayar que es sobre carácter preponderantemente naturalista de las relacio-
todo ia cultura de los Jíféo/o5rue£laquj^_oJrCTe_«8LJa nes de viaje, ni de aquella innegable tendencia a la
_ ^^ o humanización de la atención científica del viajero-
íegifimízacion filosoficoantropológica». El nuevo curso explorador, que se coloca directamente ya ai servicio de
de Lajg^og?3m~se~ex^resir ante todo en aquejlf* cientifi- las nuevas ciencias humanas, de la etnoantropología o
^cTon^^o^TIges^geTas^tpediciones geográficas, de la geografía humana. Ni puede objetarse que esta
Jobre_jajcujr^a!m^fenn&a llamado la atención S. Mora- insatisfacción y esta tendencia tengan sólo un alcance
via, que no sólo ba recordado las primeras instrucciones filosófico, teórico, como se podría deducir del hecho
de viaje elaboradas en el siglo XVIII (Linneo, Michaelis) de que en su avanzadilla figuran ante todo los «philoso-
sino que, sobre todo, ha ilustrado, desde este punto de phes»; de hecho ellos se refieren a experiencias precisas
-"- •;"''" - '- :-; -.-•-'- -.?-- ---.-•

L/l CONSTRl* ION DE LA GEOGRAFÍA HUMANA LA ILUSTXAGÓ Y LA GEOGRAFÍA 123

de investigación sobre el terreno y tratan de volver a oroducción, paisajes agrarios, parcelación catastral,
estas, como demuestra la experiencia de Volney, cuyas relación 8q^Tcafe«^asi?áTTm-d«í4a^e«tsa^m:íl7 rotaciones,
instrucciones, tituladas Questions de statistique a l'usa- JverVoIñey,
ge des voyageurs (1795), proponen, como se ha dicho, (Euvres completes, págs. 748-o2, París, 1860). i
«una concepción de la investigación geográfica muy Antes de detenernos en el caso de Volney, cuya •
compleja y moderna» aplicable, a escala regional, tanto aportación no sólo es una de las más complejas y cons-
I \en las regiones «exóticas» como en las europeas. picuas del movimiento idéologique sino que se encuen-
El cuestionario, encomendado a Volney por el tra también entre las más importantes para nosotros
Ministerio del Exterior del gobierno revolucionario y (por el hecho de colocarse «en el empalme de la nueva
dirigido tanto a los agentes y diplomáticos como a los ciencia de viajes o geografía con la no menos nueva
viajeros en los países extranjeros, aun presentando science de l'homme y con la ulterior rigorización de la
ciertas ambigüedades políticas, contenia, dentro de un investigación eínoantropológica»), queremos trazar
esquema global que también podrá parecer tradicional algunas lineas del cuadro de investigaciones que en este
(«estadístico»), nuevos contenidos. Nos limitamos a periodo fundan una nueva geografía regional.
algún ejemplo: después de una conspicua serie de cues- Debemos decir en seguida que ios más inteligentes
tiones que se refieren ala configuración física (posición, representantes de la geografía clásica han reconocido
clima, suelo, productos naturales), se abre una sección, desde hace tiempo el interés y el muy notable grado de
mucho más detallada, dedicada a la Población (con adelanto de los estudios geográficos regionales entre el
referencia, además de a las ocupaciones y a la alimentij- siglo XVIII y principios del XIX y un consiguiente vacío
. entre (si no regresión) que se determina en el período que de
población urgánaTy los años 30 del siglo XIX llega hasta Vidal de La Blache,
Concentrada o jisgergiBL^a la Agricultura (cuyos nume- como ha señalado L. Febvre sobre las huellas de L.
ro sis i m a m u i están precedidas or esta obsérvá'- Gallois. Este había puesto de relieve cómo la,moderna
noción de región natural nace entre naturalistas que
_ bien analizando ~aTToñ"3o~3os o operan en el siglo XVIII, como Guettard, Monnety sobro
tres pueblosiJe^fistíntO" tipo:"por "gCTÓiplolim'püebío" de todo Giraud-Soulavie, autor de una Histoire naturelle
llanura y úñenle morififtfi, un pueblo vitícola y uno "de de la Frunce Meridionale (1780-84), en la que por pri-
labor", y analizando en cada pueblo una hacienda bajo mera vez se oponen, explícitamente, a las divisiones
todos los aspectos); y, finalmente, a la Industria, políticas, típicas de la vieja geografía política y de la
Comercio y Administración». ~EUnüéstreaplicado a la estadística, las divisiones naturales.
La reflexión de JGtiiaud-Soulavie,. que partía de la
au a m v e e constatación de la persistencia de los nombres regiona-
explotación agrícola}.^ que_debían exaniinar_todos_lQs. les y de las divisiones regionales que las culturas loca-
aspectos: poblacióat^sistemas agranos, relaciones de les, campesinas, atribuyen a un territorio y que por esto
--.- ;: ---• - ----

124 LA CONSTRUCCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HVMANA ¡^ IWSTfUClÓf* y LA GEOGRAFÍA 125

no separaba —como por lo demás también otras histo- exclusivamente geológicos o geográfico-fisicos típicos
rias naturales del tiempo— las estructuras geológicas y de d'Omalius, y que deberían haber sido desarrollados
naturales por las formas de utilización del suelo por en una gran obra sobre la geografía física y económica
parte de las comunidades humanas, fue desarrollada de Europa, preparada con materiales de primera mano
por algunas interesantes figuras de geógrafos y natura- y recogidos en sus frecuentes viajes (y desdichadamente
listas, como C. Coquebert de Montbret, Cuvier, Omalius inacabada), no sorprende ver a Coquefaert de Montbret
d'Hollay, de Caumont, Passy y otros: una experiencia entre los miembros más activos de la Sociedad Geográ-
que toma su arranque en la era revolucionaria y napo- fica de París (fundada en 1821), donde se hace promo-
leónica y se concluye a fines de los años treinta. tor y maestro de estudios regionales basados en la idea
Entre estos estudiosos sobresale, además de Cuvier de región natural: «la cuenca de un río —réplica en oca-
que necesitaría una discusión aparte (téngase presente sión del examen de las monografías llegadas a la Socie-
que también él está ligado a los idéologues), la figura de dad que había anunciado un concurso sobre las regio-
Coquebert deJVIontbret que merecería ser sacada del nes naturales del territorio francés— no debe obtener
olvido en queTia~caIaro*' después del lejano estudio de esta definición de región natural más que en el caso de
Gallois. Profesor de geografía en el Liceo republicano y que el país en el cual se extiende ofrezca en toda su
en la École des Mines, director del Journal des Mines, extensión una homogénea constitución física, de la cual
ocupó importantes cargos en la administración, entre resulten las mismas producciones, el mismo género de
los cuales desempeñó el de la dirección del Bureau de agricultura, y. hablando en general, las mismas cos-
Statistique (hasta 1811). tumbres populares, cosas todas que están en relación
A Coquebert se debe sobre todo la superación de la las unas con las otras» (citado en Gallois, L., Régions
naturelles et noms de pays, pág. 28, París, 1908).
Más que subrayar una cierta concesión al determi-
j>to de región natura) que comporta- nismo físico —que también es evidente en el con^emporá-
ba el examen directo y mucho más complejo de la natu- neo Cuvier— es necesario poner de relieve la idea unita-
raleza del suelo: un estudio que, como afirmaba d'Gma- ria deregión, eTobjetivo de identificarla muljtmGHHad
lius en 1808, debía combinar «la naturaleza y el aspec- dé laT'rehiclOTÍeT'lfaencte^^ de uga
to del suelo con las posiciones geográficas». Coquebert región. Coquebert-mrtriía"soíó de hacermás rigurosa
y cTQmalius colaboraron en un «mapa geológico» del la encuesta regional. En el Journal des Mines, con el fin
Imperio, que en las intenciones del primero, habría de alentar piodernas descripciones regionales, desarro-
debido comprender también los límites geográficos de lla una crítica del enfoque estadístico tradicional: «en
los cultivos de la vid, del olivo y de los cítricos, sobre la vano se recurriría, para tener las necesarias informa-
base de las informaciones recogidas por las encuestas ciones, a las descripciones generales de Francia apare-
gubernativas. cidas hasta hoy. Las más conocidas [...j no son más que
Dada esta amplitud de intereses, no reducibles a los extractos de memorias enviadas al gobierno, hacia fines
; ~f;,.-.<- •:- ""-"• •-' -' ' - • - - : - , • - - . . ,v. -; «,'.7-, --- --•- - - - • - ----- ,-r. •.-- .-?-^.™;.— • -•-•-..•
v,^<»t]9íaaafoií^.^r-;-.r^-.-^s.>.^-íiíO-'«^«s--;.-:.-.-. •

126 LA CONSTRUCCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA LA ILUSTRACIÓN Y LA GEOGRAFÍA 127

del siglo XVII, por los intendentes de provincia. Las madurez etnológica, de que ciertas investigaciones no
circunstancias han cambiado de tal forma desde aquella se pueden dilatar al infinito: de ciertos dialectos, de
época que aun suponiendo estas descripciones exactas ciertas moeurs, de ciertas usanzas, es necesario hacer el
para el momento en que aparecieron, no pueden hoy ser inventario, escribía Johanneau, "antes de su destruc-
más que de poca utilidad. Por lo tanto, dejemos de con- ción total"». También se adquiere conciencia de la insu-
tar con estos viejos materiales, reproducidos desde hace ficiencia del estudio libresco, de gabinete y de la necesi-
cien años en todas las formas y recurramos a las obser- dad de «interrogar a los vivosy ajos muertos, las cosas
vaciones de nuestros contemporáneos» (Journal des las^alabSsTToTlugaresy"18 perioñaT» "(cítadcTelí5
Mines, núm. 32, pág. 20, 1 T g ó e r o s i e n t e también la 207). Los
académicos lo ponen a punto en 1808:
«Un cuestionario, en muchos aspectos heredero (he aquí un
na y otra exigencia están unidas a aquel traspaís punto a no olvidar) de las instructions de voynge dieciochescas,
cultural y científico que hemos ya, aunque sea sumaria- que los Celtiques enviaros a todas las prefecturas francesas
mente, delineado, y del cual uno de los más interesantes con la petición de que los estudiosos "más eclairés" de las dis-
representantes es, por ejemplo, el abate Grepoire. Este tintas áreas se sirvieran de él para conducir una gran investi-
gación sur le terrain, sobre la lengua, los usos y costumbres
debe ser recordado, no sólo porque, como también ha de toda Francia. Las preguntas contenidas en el cuestiona-
sido observado por Moravia, aporta, con su memoria rio, escribía uno de los elaboradores del proyecto, debían ser
sobre la región de los Vosgos, «un ejemplo muy signifi- "sometidas a través de los prefectos y de los científicos
cativo de ampliación temática de la investigación geo- is% de sus departamentos, al juicio de cada_habitante"» (/6i<£, pá-
gráfica», mediando el examen de las características ginas 208-209).
naturales 'con J
Esta iniciativa que atestigua, como atestigua toda-
vía mejor la más j>olitizada_y pjr^cedejnte^enicjiesta_del
primeras encuestas jibate Gregoire, una notable audacia intelectual, es sólo
y dialectal, que en "uño deTos frutos de aquella grande y riquísima aventu-
formas distintas volverá a seflimpTeñdida por Coque- ra politicointelectual que fue la Revolución Francesa,
bert y por la Académie Celtique. volcada a toda Europa y todavía por estudiar en gran
La Académie Celtique es otra institución de notable parte desde este punto de vista. A este propósito es nece-
interés que en el inicio del siglo XIX cubre el campo de sario poner en evidencia el significado político de las
los estudios locales y regionales poniendo apunto méto- encuestas promovidas por el gobierno revolucionario: si
dos y técnicas de investigación que anticipan el desarro- en el centro denotaban un ansia generalizada de cono-
llo más tardío de la «etnología europea». Los académi- cer el territorio nacional —que se expresa en un verda-
cos, superando el plano de la erudición anticuaría a la dero y propio amontonarse de iniciativas para la forma-
cual se refería su título, «se dan cuenta, con una notable ción de descripciones corográficas y estadísticas no sólo
-,..-.--,-.,. -.._~.,J—.—,. -..»-. .

128 /v! CONSTRUCCIÓN DE /.-4 GEOGRAFÍA HUMANA LA ILUSTRACIÓN Y l,A CKOCRAFlA 129

por parte del gobierno y de Institutos, sino también de dei país en el cjue se habla cada uno de los idiomas principales
Sociedades agrarias, de periódicos, etc.—, en la provin- que pueden ser considerados lenguas-madre, El segundo con-
cia, sobre todo en algunas cuestiones, se pone en mar- sistiría en la tarea de reconocer los principales puntos que cir-
cha un movimiento de participación que llega hasta ios cunscriben el territorio ocupadopor^cadR djeieeto secunjstjo
más remotos pueblos rurales, corno sucede en 1791 derivado de estos dKjrreusQtógujáj^ principales. TIapr5nBra
de estas~taríHS~eTS~f5cirde Hevaf™eTcaDo' : iSías a las infor-
para la encuesta sobre la división de los bienes comuna- maciones recogidas por los prefectos nos hemos puesto en
les: «se discutió sobre el problema, se deliberó, se hicie- situación de llevar a un gran mapa del Imperio los límites que
ron peticiones y súplicas hasta en los pueblos más separan la lengua francesa de cada una áe las otras lenguas
pequeños; no hay documentos en los que la psicología diferentes habladas en el Imperio, como tí alemán, el flamen-
campesina aparezca con tanta verdad o que se exprese co, el bretón, el vascuence, etc.» (citado en Brunot, op. cit.,
págs. 527-28).
de forma más auténtica» (Brunot, F,. Histoire de la lan~
gus frangaise, vol. IX, pág. 1.122). Coquebert tenia plena conciencia de que este traba-
Cuando este movimiento revolucionario —que liega jo era «totalmente nuevo» y se auguraba que podría
incluso a revolucionar la lengua— se apaga con la esta- continuar para fijar más exactamente los límites de
bilización napoleónica, si de un lado se pierde el carác- cada dialecto y acumular todos los materiales útiíes al
ter creativo, innovador, politice de toda esta experien- estudio de la «G^ajnatóca^ejieral,de la íristoriaetimolé--
cia intelectual, por otro es indudable que se gana una gica de las lerijguasT^eTS^sSiíiajd^Tiiíiiiigración de los
más rigurosa ordenación científica, de la que son ejem- gu^IosjFíé ltf geografía antigua y medieval».
plo la ya citada actividad de la Académie Celtique o la SF loV^Hifitofíadores Tiejjji geogr ño han dado
nueva encuesta sobre las lenguas habladas en el Impe- mucho relieve hasta ahora a lígj^ras^cggBoggu
rio, promovida en 1807 por el Ministerio del Interior y ño~puede~3ecirse otro~Ea5tÍDlrespecto a Vlney^Pero Eas-
dirigida por Coquebert. ta entre los estudiosos que admiten lacentraudad de
La encuesta nacía dentro de la experiencia estadís- este idéologue no se verifica una concordancia de valo-
tica gubernativa y apelaba a los prefectos, pero el fin raciones. P. Claval, por ejemplo, aun dando a Volney un
científico estaba conectado a un problema de geografía puesto relevante, ha observado que, faltándole «un cua-
regional. El enfoque geográfico queda patente a la vista dro teórico general» y siendo su descripción geográfica
del propósito, realizado, de traducir en mapas las áreas más rica desde el punto de vista ñsíso que desde el
lingüísticas identificadas. Es así que debemos a Coque- antrópico o aún más desde el punto de vista etnográfico
bert la formación del primer atlas lingüístico y dialectal que del geográfico, no puede ser considerado entre los
hasta ahora conocido. Pero he aquí el programa, en los fundadores de la geografía humana.
términos en que Coquebert lo delineaba una vez inicia- Muy distinto el juicio de Moravia, que, insertando
da la encuesta: oportunamente a Volney en su tiempo —es decir, evitan-
do considerarlo sólo en relación a las actuales catego-
«Se ha pensado que el primer paso que debería darse con- rías disciplinarias como sucede con Clwral— habla, por
sistiría en determinar con precisión los limites de la extensión
CONSTRUCCIÓ.\ LA GK A HUMANA LA ILUSTRACIÓN i ¿.4 GEOGRAFÍA 131

ejemplo, a propósito de la relación del viaje a Oriente este está por So demás sujeto a rápidas transformacio-
Medio, de «etiquetes de geografía humana y de stnoso- nes y de cualquier modo no es retlucibie a una dogmáti-
cioíogía de alto nivel» y de «planteamiento geosocioiógj- ca medida del pasado de nuestra disciplina.
co». Efectivamente, al lector del Viaje por Egipto y por
Siria, (de reciente presentación también al público ita-
liano), parece del todo infundada la critica de Claval LA CRÍTICA DEL DETERNINISMO GEOGRÁFICO
aceres, de la incapacidad de Volney en KgarartieuUa^ip-
ne_s_¿s£aciales y iár_eas de_cjviKzación1_impieñ"te y sqcie- Pero, antes que seguir falsas pistas, nos parece más
dad. En Volney surge con toda claridadeTproyecto de provechoso definir cómo el itinerario científico
"ésEbzar un retrato orgánico-unitario de la realidad ney conduce a_algunos ^
ambiental y humana de los países visitados como cientí- ^moToglcosde una moderimgfífigrafia humaña~yt' sobre
fico. Un j>royficto-cpie se explica sobre la base de aquella —todo JSrjírol^
concepción de una moderna ciencia integral del homiye "staieraciónjjen cuya superación no se pueaedejark3e~ver
que también para Volney ríel!lsÍtl^a~c^flu^Sci§a_ade- "éTmomento'fundacional de la geografía humana). Es eí
*más deprecisas cogniciones naturalistas (de la tierra y mismo Volney quien nos describe su esencial itinerario
jeThombre), deTirc^ñTiBü^rté^timoiM^3e'frfeT^m:iade científico desde el punto de vista de la geografía:
la" arqueología, "de "lg yoIhicg^^ «Obligado a buscar un método para redactar mi viaje a
fejigióíT^~~Q^is~fflosofía»"(Moravia. S . La scienza Siria, fui conducido, como por instinto, a establecer
dell'uomo... cit., pag. 178^Ni muy a propósito parece estado Físico del país^a jar a ^
la crítica, todavía dirigida por Claval, de privilegiar la Jp""a taSJJl2Ig.ta^deJa^ñuestra, sin la cual no se podj an
compren3er~b~ien un conjuntode~usosrQé costurñEres"vrde l
geografía natural y de carecer de un «cuadro teórico SoBré~esEa~Ease, como sob?F'5írclan¡S5azo7"vuio áaisponersey;!
general», si es verdad que Volney participa activamente estu3To~HFta pobtácio^~3eTa^uirt5ve'qgyconIi'3er ar Ta» jüver-
en eí movimiento filosófico de revaloración de la ciencia sas espieciesTa^iscar sTCTng^txjr^^uTFsu^Istrifaución . Esta
humana y social respecto, a las ciencias naturales, por con-
ejemplo, en el campo de las exploraciones geográficas y siderada en lajbrma de gobierno, en el óráéti Aé la admíñTstrja-
cu»n, en las {uentes^delas leyes, en sus instrumentos y medios
en el de la geografía regional. dejEJeciición. LlegadoaToTtÉSiasHe lasjcj)stugiferes.jiei_carác-
Quizás alguien podría objetar que Volney no ha ter, de las opímoTie^TneligiosRS^yjiviles. m e d i c u e n i a de que
estado en situación de aislar con suficiente sabiduría '. 'sobre un mismo sueFo^existian tanto contrastes" entre secta y
epistemológica el quidproprium de la moderna geogra-
fía humana. Pero a esta objeción que tiende a enjaular a en "RTcüFíivia, S , La ¡cierna defT-iomo..., cíTTpág. T73)
los científicos del pasado en las actuales formaciones je_pjantea asi el problema del determinismo y se
epistemológicas se podría responder sin rodeos que la plantea soBre todo como exigencia de un reexamen crí-
geografía humana ni siquiera hoy ha identificado de tico de la teoría de Montesquieu. Aun descontando los
forma unívoca eí quid proprium epistemológico y que límites evidentes del lenguaje científico de su tiempo

—*-
132 LA CONSTRUCCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA LA ILUSTRACIÓN Y LA GEOGRAFÍA 133

(por ejemplo, a propósito del concepto de «carácter monios tan imponentes? (...) Si los hombres de aquellas nacio-
nacional») y la ambigüedad de un esquema en el que la nes fueron hombres inertes, entonces ¿qué es la energía? Y si
geografía humana parece a primera vista insertarse en fueron enérgicos, ¿dónde está la influencia del clima?; ¿por qué
el cañamazo preconstituido por la geografía física, me en aquellas mismas rogíones donde en un tiempo se desplegó
una actividad tan grande reina hoy una inercia tan profunda?;
parece indudable que la forma en que Volney llega al ¿por qué se envilecieron estos griegos en las ruinas de Esparta,
problema del determinismo y 1 ass^hijionjes_pjresentadas de Atenas, en los campos de Maratón y de las Termopilas?; ¿se
no difieren miir.ho-de Ins pról-RHTñTlentosIépmdos cerca diría quizá que los climas han cambiado, pero dónde están las
de un siglpjjespués por la critica jgl_determinismo geo- pruebas? y aún admitiendo que sea verdad, ¿han cambiado
quizá de forma brusca y precipitada, de golpe, cascadas y chu-
bascos?; ¿el clima de los persas ha cambiado entonces desde
La critica está desarrollada sobre todo en el Viaje Ciro a Jerjes? si la indolencia es propia de las zonas meridiona-
por Egipto y por Siria en el momento en que analizando les, ¿por qué [...] bajo nuestros ojos, en nuestra Europa, hay
las costumbres, "los hábitos de los" pueblos, siente la estados del Norte que languidecen como los del Mediodía?; ¿por
exigencia de . desmitificar J_os inveterados' prejuicios qué hay en nuestro mismo país provincias meridionales más
que a este propósito corri^Q^s^ce^^s orieiiiaLfis^- activas que las del Norte? Si en circunstancias contrarias se
producen los mismos efectos; si con efectos distintos se tienen
"^oEreTos pueblos meruKonaíes, y quejustamente_eD el iguales circunstancias, ¿qué son entonces aquellos supuestos
determinismo geográficojalImM^una justificjicJÓP principios? y ¿qué es la influencia del clima? y ¿qué se entiende
por energía? y ¿qué se entiende por «países cálidos»?; ¿dónde
se ponen los límites del frió, del calor? (...) Por esto la tesis de
«Se ha fundado el axioma de la indolencia de los orientales Montesquieu, tan importante a primera vista, analizada sobre
y de los meridionales en general, sobre la idea de la molicie la base de los datos que la historia y la naturaleza nos ofrecen.
asiática propagada por griegos y romanos: ¿pero en qué se se convierte en una mera paradoja, y su éxito no es debido más
basaba aquella idea?; ¿los griegos y los romanos la cimentaron i que a la novedad de la materia y a la ignorancia que reinaba al
sobre hechos establecidos y determinados, o bien en opiniones I respecto en el momento en que apareció L'esprit des Lois, y a la
vagas y generales como las nuestras?; ¿las nociones que ellos I indirecta adulación que de ella resultaba para las naciones que
tenian, entonces, de aquellos países eran más precisas que las la han aceptado.
que tenemos nosotros hoy? y ¿podemos nosotros determinar en Para establecer algo preciso sobre la cuestión de la energía
base a sus informaciones un juicio difícil de establecer sobre la había un medió~í5aT3Trecto-y más ^
base de nuestro propio examen? , mTentos abstractos y ambiguos; es
Tomemos los hechos tal como la historia los presenta: misma naturalezg^lbtrscgfT'eH
fc ~ el
¿eran quizá pueblos indolentes aquellos asirios que durante ^ de_que
quinientos años turbaron Asia con su ambición y con sus gue- :^aáctwiijad7tániEo~oleI cuerpo como del espíritu, surge He" las
rras?; ¿y aquellos medas que sacudieron su yugo y los destro- ' incremento y~oTe~su
naron?; ¿y los persas de Ciro que, en treinta años, llevaron sus
conquistas desde el Indo hasta el Mediterráneo?; ¿carecían
quizá de energía aquellos fenicios que durante tantos siglos ^fs; Son eHraníbre"yTa sed qüieñés7eñ~é
dominaron el comercio de todo el mundo antiguo?; ¿y los habi-
tantes de Palmira, cuya industriosa actividad ha dejado testi- son estaslas neée^idaiJes^üeTó^Kiácerí Buscar, correr, espiar,
n astucTa o usT^TávioTen^^
LA ILLSTRACSÓN Y LA CAY- RAFÍA 135
¡34 LA CONSTRUCCIÓN DE LA t^KOCHAFlA HVMAHA

.proporción con los medios_con gu^ actividad de todos los hombree. Es porque su influencia actúa,
Los medios son. fáciles, al alcancedélS"niaiK^encuentraJnjtps. no obstante las diferencias de suelo y de clima, que Tiro, Carta-
'cfSñT^escacIoTes méños"áctlvo, eritóncésTporque alargando un go y Alejandría han tenido la misma actividad que Londres,
""Brazo puecTe Tiartarse y porque, así saciado, nada lo invita a París o Amsterdam. Volney, C. F,, Viaggio in Egitto e in Siria,
moverse, hasta el momento en que la experiencia de distintos págs. 456 y sigs., Longanesi, Milán, 1974).
goces despertará en él aquellos deseos que se convertirán en
nuevas necesidades y nuevos impulsos para la acción. Los Hay sin duda, en la reflexión de Volney, algunos
medios son difíciles: la caza es escasa y ágil, el pescado astuto, puntos de vista que, a cerca de dos siglos de distancia,
el fruto provisional: entonces el hombre está obligado a ser no pueden dejar de parecer superados y sin embarco, en
más activo; es necesario que su cuerpo y su espíritu se ejerciten conjunto, es admirable la frescura y la concatenación de
en vencer las dificultades que encuentra para vivir. (...]
Estemos bien atentos: quizá es justamente la facilidad de la argumentación y la modernidad de una concepción
procurarse alimento en abundancia la primera causa de la que en definitiva remite la explicación de laa j^gren£Íj|4
voracidad; y tal facilidad, sobre todo en el estado salvaje, Aciones geográfico-cultüráles a la historia deTtiFa5ap?o
depende menos del clima que de la naturaleza del suelo, es 5e la producción y dejas instituciones sociales. Nc sóm
decir, de su riqueza o pobreza de pastos, bosques, lagos y en esEtTsmu qué tambieíí parece~evi3ieñte~conio esta con-
consecuencia de peces, caza, frutos; en una poalabra. por una
serie de factores que pueden encontrarse indiferentemente en cepción destruye necesariamente todo prejuicio fatali
cualquier zona. ta sobre la inmodificabilidad de las condiciorielTsocí
Reflexionándolo, parece que la naturaleza del suelo influye _geografteffs~y^rone en Tas manos "37los homtfféTlinres-
realmente sobre la actividad y que, tanto en el estado social ' ' * ~ - ~ ~ " de
'' * ' H"~ "^haciendo
como en el salvaje, un país en el que no sea fácil procurarse los
medios de sostenimiento debe tener habitantes más activos e Eanto~también Volney a aquel «huma-
industriosos, mientras aquel en que la naturaleza habrá prodi- nismo positivo» identificado por Marx en el materialis-
, gado todo tendrá un pueblo más ocioso e indolente: lo que con- mo francés).
cuerda bien con los testimonios de la historia. {...] En cuanto a la concepción de la historia y a la uni-
Por todo esto se podría concluir que no en cuanto habitan- dad de geografía e historia —que es otra idea-bascTcIe
tes de países cálidos, pero sí en cuanto habitantes de países Tolney—es evidente la relación con aquella revolución
ricos los pueblos se inclinan a la inercia: en cierto sentido
encontramos confirmación observando cuanto sucede en el historiográfica que es una de las conquistas más no-
seno de las sociedades, en que son justamente las clases ricas tables de la ilustración y que se expresa en la llamada
las que desarrollan generalmente una menor actividad. Pero historia natural de la sociedad o en la historia de la so-
puesto que la saciedad y la pobreza no se verifican en igual *ciedad civil, es decir, en una historia que, porunlado^
, medida para todos los individuos de un pueblo-es necesario en contra del tradicional plante^iñlHñTo^olítícicMdiplo-
\ causas másjjenerales y eficaces que la nátuhilKza
1'TÍeTsueÍo: y ta/esjcausas son aquellas instítuwnesjsgcMesj¡i¡p mático, nonfi_en_f|j_p.ent-f" Ingí terna.q de la organización
il Stniam2gffi?6íepig< Y religión. social, apn^^roduc^ra^jlfi-lajúquegju^áel jBcjjiemoL
He aqui los verdaderos reguladores de la actividad o de la romge_^l_JradicÍQna.l eje ^reco-romano-
inercia de los individuos y de las naciones; son ellos los que, en cnstiárnTcTe iaTüistoriauniversal para incluirTas civili-
la medida en que favorecen o frenan la multiplicación de las zaciañei" extra-europeas. A esta "rWol5cíoW"5e~~á1íía3e,
necesidades naturales o superfluas, acrecientan o limitan la
136 LA CONSTRCCCiÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA LA ILUSTRACIÓN Y LA GEOGRAFÍA 137

con un proceso de fecundación recíproca, no sólo todo el Francia durante la primera mitad del siglo XVIII, des-
filón de las investigaciones de etnología comparada sino arrollando algunos puntos de L. Febvre.
también —en la unidad típica de las ciencias humanas
ilustradas— la economía política. Entre los mayores «Invocar el clima y su influencia significa predicar el respe-
*•*•*> to de las costumbres y la sumisión al orden establecido. [...] El
protagonistas de esta revolución historiográfica se **T~ verdadero origen de IB teoría de los climas lo debemos buscar
cuenta también la escuela histérico-sociológica escoce- en la sabiduría milenaria que a los males del nombre no propo-
sa, representada no sólo por filósofos, historiadores y ne otro remedio que la aceptación de lo inevitable^ Sabiduría de
sociólogos como D. Hume, W. Robertson, J. Millar, A. los cuentos y de los calendarios populares, ricos en la experien-
cia de los siglos, pero cargada también de prejuicios ancestra-
Ferguson, sino también por el fundador de la economía les. El determinismo del clima es igual de fatal que la supuesta
política: A. Smith. inflírenüisdélos" asTrosl Históricamente, las dos creencias van
Ha sido reconocido que en el origen de estos fecun- "üTiÍ"dltsry4as enuonlrainbs íntimamente conectadas en Hipócra-
dos progresos científicos está sobre todo la obra de tes, Cardano y Bodin. J...] Pasividad del hoinbre,acciónf8Aalj_
Montesquieii__eii cuanto fundador de la sociología. directa del ambiente: el recurso "ifía~Roci6ir3é influencia, aun
~pürg"a"da"d-e"'8u contenido astrológico (mediante fas investiga-
TtKKÍérnaio ciencia de la sociedad. Por más que la obra ciones experimentales de los médicos dieciochescos) conduce
p articular L'esprit des Lois, no es siempre al mismo esquema sumario. [... j Por ejemplo, el médico
reducible a la teoría del detenninismo geográfico —an- Arbuthnot tiene conciencia del carácter ampliamente hipotéti-
tes bien Montesquieu subraya a menudo la variedad de co de la teoría de los climas; manifiesta el deseo de que se mul-
los elementos que dominan a los hombres en la vida de tipliquen, en las mas diversas regiones geográficas, observa-
ciones precisas y encuestas estadísticas [...] pero también se
sociedad y usa para explicarla totalidad social, distin- encuentran en él fatalismo geográfico y racismo. En la Anti-
tos modelos de interpretación: mecanicista, funcional y güedad, Aristóteles invocaba la influencia del clima como prue-
del dominio de la esfera de la producción— no hay duda, ba de la superioridad de los griegos sobre los "bárbaros"; lo
sin embargo, de que entre los más atentos lectores de mismo sucede en el siglo XV1I1 con respecto a la superioridad
Montesquieu, en el siglo XVIII, existieron quienes criti- que los europeos se atribuyen sobre el resto del rnundo y en
particular sobre las razas de color. Una vez más la "Naturale-
caron el determinismo simple de tipo climático. za" a la cual el siglo se remite se muestra hija y heredera de lo
Por más que a primera vista pueda parecer extraño, v sobrenatural de que reniega» (Ehrard, J., L'idée de nature en
es necesario repetir que la geografía humana moderna France, vol. II, pág. 694 y sigs.).
nace fuera, o mejor por la superación, de las tentativas
tan frecuentes en el siglo XVIII de explicar la historia No por casualidad, pues, encontrarnos la crítica^al
con la geografía al modo del abate Dubos, es decir, determinismo en las corrientes*málTavanzadas y poKti-
sobre la base de un determinismo geográfico que, más 'camente más informadas de ia Ilustración,,Tales críti-
que «una conquista del espíritu científico moderno», se "Vas son""más numerosas e cuanto se crea y no siempre
revela «una doctrina rica de supervivencias mentales se les ha otorgado el debido relieve, probablemente a
más que de opiniones fecundas». Es la conclusión a la causa del prejuicio «científico» ante el que justamente
que llega un historiador de la idea de naturaleza en reacciona Ehrard. Aquí solamente podemos limitarnos
„.„.„,,,-,., ; ; „ , .,
,;•:'. Fia .»,,> *..^,,.,..., ,-^.v™- " -••" '

138 LA CONSTRUCCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA LA ILUSTRACIÓN i' LA C^X 139

a algún ejemplo, también para demostrar que la de Vol- más amplio que tenían en la cultura ilustrada, podemos
ney no es una posición aislada. comprender cuan esencial será la filosofía antropológi-
Entre las tomas de posición más interesantes e ca o «cultural» de Helvetius en IR fundación de la geo-
influyentes —a que deberá referirse también Volney en grafía humana:
el curso del pasaje citado— está la deJÍ£lvetius,en el
JJUQiscj4rso_de De l'Esprit (1758), d^ndeaflrníárHeciBP «La cultura, según Helvetius, es una segunda naturaleza
que viene, en el caso de la humanidad, a sustituir la realidad
^jBl££!£gJgLprM^ciaj^a8^c^usas del ambiente material. La naturaleza humana se revela plásti-
tido más amplio del tfernuno) jo¥re~ias «causas^fisicas», ca; es dócil a la educación que le permite desarrollar y ampliar
haciendo referencia, como ya lo ha I el radio de acción de sus instintos elementales. La naturaleza
exterior está también transformada por el progreso técnico y
cambiada por las instituciones jurídicas, económicas y socia-
les. Es por esto que, cuando se trata de la realidad humana, se
puede admitir que la instancia biológica viene dt alguna mane-
«Ahora bien.si la victoria ha pasado alternativamente del ra relegada a segundo plañe. Ella aporta sin duda posibilida-
Sur ai Norte y de! Norte a! Sur, si todos los pueblos han sido a des primordiales, pero la aventura cultural se inicia con la
su vez conquistadores y conquistados [...] es evidente .que las reorganización de estas posibilidades, en seguada lectura, en
conquistas realizadas por los septentrionales son del todo inde- virtud de este derecho de iniciativa que es el mayor atributo de
pendientes de la particular temperie de sus climas, y que se la humanidad. La idea misma de civilización, que es una de las
buscaría en vano sobre el plano físico la causa de un hecho del ideas principales del siglo XVIII, presupone esta .emancipación
que se encuentra una explicación simple y natural sobre el pla- del orden cultural, volviendo atomar por cuenta propia el
no mora!» (citado en Landucci, S., Montesquieu e ¡'origine orden natural, para teMslolrniarloyiñ^joria^lLa humanidad
della scienza sacióle, págs. 68-69, Sansoni, Florencia, 1973). ~esluja de sus obras yüebe asumir la responsabilidad de su des-
tino» (Gusdorf, G., Introduzione, cit., págs. 402-403).
Pero lo que más interesa subrayar en Helvetius es
queja critica de la teoría de los climas es la coherente Se trata de una conclusión parecida ala que Grams-
con secuenciade un materialismo v_de una épistemóTo- ci volvía a proponer cuando hablaba de la necesidad de
~ a s a d a «en l a dialgcdcT'incés^iiúejentreJa «educar a los educadores», es decir, de modificar las
del ser circunstancias o el ambiente social par a modificar, rea-
como ha mostradoTT~Uuscfori y com<Tya lizar al hombre.
íabía subrayado Marx. La conclusión de Helvetius es No menos interesante y rica de promesas es la obra
esta: «La grandesigualdad de espíritu que se__p_uede HP Fgrcriison, autor de un Essay on the history of civil
h al 1 ar^entreTbs naniSrggifepETijci'gu e s uní c améñte^el a society (1767), que nos ofrece una de las mejores tenta-
diferencia S^ducacwnrr^Aí\AsL v¿g_l a diversa y desco- tivas de aquella historia natural de la sociedad basada
rTocídu concatena^iolideja.s ct'rcunsf andas en que se en la conjunción de «naturaleza»_ej<historia», «ñatura-
•rgag«efltr«3i7n--^ingnfé^afémos los "Términos «espíritu», leza» y"«arle» (o culíura) y eñUnTdhe las criticas más
^educación» y «circunstancias» en el sentido propio y vTatHc'áÍes y modernas ~
....; n 35 j- .-.,•-- ,- -..--•:.-;.!»—;•, ,» -.-

LA Il¿!$rfUCIÓN Y LA GEOGRAFÍA 14]


/,/(•/ ¿,-1 CONSTRUCCIÓN DE LA GEOGKAflA HUMANA

«Estamos acostumbrados a hablar dei arte como cosa dis- No son necesarias muchas palabras para entender
tinta de la naturaleza; pero el arte mismo es natural al hom- que la critica del determinismo geográlieo. asi como la
bre. En cierta medida este es el artífice, además que líe su suer- "^oñstrüccToñ de~uria teoría alternativa de la relación
te, también de sus condiciones de vida. Desde el inicio de su Tfo^íDl^-aHTBlelíteraTas^cuEles
existencia ha sido destinado a inventar y proyectar; aplica los — M t . . . la ogeografía
o _ europea
i lle-
mismos talentos a propósitos muy distintos y, por así decirlo, garacóñláíevolución positivista y en tiempos recientes
representa poco más o menos el mismo papel en escenas muy —hasta el punto de que la crítica ilustrada se podría
distintas [...] por las calles de las ciudades populosas o en las todavía hoy volver contra los epígonos del ambientalis-
soledades de los bosques. Mientras se manifiesta igualmente mo—, estabaacabada en gran
adaptado a cada situación, por este mismo motivo es incapaz En este punto, no debería ser suficiente verificar que
de ¡imitarse a una de ellas. [...] Doquiera este ser activo que es la evolución de la geografía humana, como de toda cien-
el hombre está ocupado en ejercitar sus talentos y en obrar
sobre los objetos de su alrededor, todas las situaciones son cia humana, no es un proceso lineal y progresivo, sino
igualmente naturales. [...] Pero si en cambio se opone la natu- que sería necesario buscar una explicación de la exis-
raleza ai arte, entonces en ¿qué situación de la raza humana tencia de aquella fase central de la evolución de la geo-
no se encuentran huellas del arte? En la condición del salvaje, grafía humana que, porjnás ue estécomímmente con-
igual que en la del civilizado, existen muchas pruebas de la
inventiva humana; y ni en la una ni en la otra hay algún punto saderada_comoel peno do del
en que se pare, sino sólo los estadios a través de los cuales está humana moderna, c^n^
destinado a pasar este ser siempre en movimiento» (Landucci, lacios una eyidenteTégresión
S., op. cit,, págs. 76-77). ilusfrada, al restauraf la

No diversamente de como se expresaban Helvetius y característicos de la


Volney, se expresa también otro representante de la Para darsé^u^ñTa~d^eesiEá~cesura histórica entre la
escuela escocesa, John Millar, en las Observations con- geografía ilustrada y la positivista bastaría confrontar
cerning the distinction ofranks in socíefj(1771), don- las instrucciones de viaje setecentistas con los intereses
de, además de la critica a la teoría climática, encontra- de estudio preponderantemente naturalistas y con la
mos la crítica a la historiografía tradicional («historia- grosera cultura de que dan prueba los^_geógrjafos-
dores ilustres [...] que aun en la narración de la historia loradofes de lB™KEirtHrta~inttad"TíeT~siís
de ios períodos más recientes y más civilizados se han ¡füínación «———*~
a los intere-
preocupado más de dar narraciones exactas de batallas compa-
y de tratados internacionales que no de ilustrar la admi- "flícíón^odría~darnos una p^uñéTaTcEve^íisídnca para
nistración interna o el tipo de gobierno de un país») y de entender la fractura entre la fase ilustrada y isTfás'e
las relaciones de los viajeros («gente, esta, que por
carácter y por condiciones de vida no está fuera de la raTTase se^resiertte" sin durhrde un p~eriodtrd^ acentuada
sospecha de dejarse engañar fácilmente o de tratar
directamente de deformar los hechos referidos»). aceleración de la historia: las contradicciones de~Ia
i ..-,- r~ •--.-.%-----:-- -, .--

142 LA CONSTRUCCIÓN DE I.'-. GEOGRAFÍA HUMAS A LA ILUSTRACIÓN Y LA GEOGRAFÍA 143

.
transición_d£Lxé£Ínien
——i—;; ^v ~—
feudal_,_J_____E—|—-7-*=
al burgués explotan. La
~, ... naturaleza sobre hombreesi^ decir, sobreel^determi-
segunda rase registra en cambio una relativa estabili- por algunoTilus-
dad, por lo menos hasta la Primera Guerra Mundial, del , por Hume.
sistema capitalista que, sin embargo, tiene el mérito de fue también uno de los más inteligentes
hacer evidente a todos los niveles la lucha de clases intérpretes-de
del proyecta _
roectajÍ£_unaj<hÍ8toriajiaturali» d_e_ la
entre proletariado y burguesía. No casualmente, es en el _ el fin de conocer las condiciones mis-
terreno de las nuevas contradicciones del sistema capi- mas que determinan la historia), dedicó en 1748 uno de
talista, contradicciones que tanto intensivamente como sus ensayos al problema de las causas de los caracte-
extensivamente se han ido acentuando en tiempos res nacionales, observando preliminarmente que «hay
recientes también en la dimensión espacial, que progre- pocas cuestiones más singulares que esta o que se
sivamente se ha tomado conciencia de la necesidad de encuentren más a menudo en las investigaciones refe-
una nueva aproximación científica antipositivista en rentes al mundo del hombre». ..COTinueve^ argumentos
función de otra época de transición que si, por analo- tomados de los «anales de la historia» y de la geografía
gía, ha podido referirse a la ilustración, sin embargo, no TñaaHaTdetaT«cSúiáT mor a-
podía dejar de ser de otra manera.
D esdeptro punto-de vista^BO-es casuale^hecho de preieñfSBa*olbs
t qu£_ía_géografia moderna, nacidaen la época positivis- como «magnífico ejemplo de las conclusiones erróneas
n faTTíaya reconocido._£njgl_sigjo^ XVIII, l:amo~líÑ¡r3Icho en que también se puede caer hoy frente a fenómenos
cTar amenté fflmáglá^ sólo~ün péiTO^oc[e~aeca3encia. tan complicados». Un sociólogo ha escrito recientemen-
"Ptm5trá~parté~yalap5stura de te que las proposiciones de Hume permanecen todavía
de la geografía humana, por ejemplo Ratzel, es de críti- hoy más sostenibles que las objeciones ratzelianas.
ca severa y rechazo de la experiencia ilustrada. Pero DO anticipemos juicios y comparemos las dos argu-
Ratzel, que hace preceder su Anthropogeographie mentaciones, corrigiendo solamente la traducción un
de un interesante esquema histórico sobre la «evolución poco desenvuelta que Ratzel da de Hume:
de los conceptos relativos a la influencia que las condi-
ciones naturales ejercen sobre la humanidad» (que está
mucho más informado y pensado que los de sus epígo- HUME RATZEL
nos tardíos), barre la ilustración de Montesquieu, Vol- 1. Donde un gobierno muy 1. Con el sucesivo avance de
taire, Buffon —de los cuales niega el cientifismo de las extenso se ha establecido las investigaciones se ha pro-
ideas, observando que la importancia de estos escrito- durante muchos siglos, difunde bado la existencia de cada vez
res consiste en la variedad, no en la profundidad de sus un carácter nacional sobre mayores diferencias entre los
ideas— _y__griyUegia la línea Kant-Herder-Ritter. Pero^ U.do el imperio y comunica a chinos del norte, del sur, del
d^njd^J¿]£osUÍr¥3e~RaIzéTs"éhace^^ expTícItíres"Tpropo^ cada parte una semejanza de este y del oeste.
formas habituales de vivir. Asi
3Íto_cle_las_ ojjuuo^s^qlie^cerjaaldé^la .iijfluenciajde_.la los chinos poseen la mayor uni-
-_-.- - • - . - ••..-• -.

¿/I CONSTRUCCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA


LA ILUSTRACIÓN Y LA GEOGRAFÍA
formidad de carácter que se 145
pueda imaginar, aunque el aire con la otra, ellas mantendrán
y el clima de las distintas par- durante siglos un conjunto de
tes de este vasto territorio va- costumbres distinto y todavía
yan sujetos a variaciones muy opuesto: griegos y turcos,
importantes.
ó. Ei mismo conjunto de
2. En estados pequeños y 2. Diferencias de origen y formas habituales de vida 6. Las diferencias entre los
vecinos, los pueblos tienen, a de condiciones naturales que, seguirá a una nación y la aco- habitantes de Nueva Inglaterra
pesar de esto, un carácter dis- en el caso de Atenas y de modará en toda la faz de la tie- o de Virginia y los ingleses,
tinto y a menudo se pueden dis- Tebas, ninguna gran comuni- rra, ai igual que las mismas entre los boers de Sudáfrica y
tinguir en sus formas habitua- dad de historia había tenido leyes y que el mismo lenguaje. los holandeses se han manifes-
les de vivir como las naciones ocasión y tiempo de borrar. Las colonias españolas, ingle- tado solamente en el curso de
más distantes la una de la otra: sas, francesas y holandesas se pocos siglos.
Atenas y Tebas. pueden distinguir todas aun en
¡os trópicos.
3. El mismo carácter nacio- 3. España y Francia son
nal se extiende frecuentemente países muy distintos por posi^ 7. Las formas habituales de
hasta la precisa linea del con- vida de u.i pueblo cambian de 7. Los pueblos descendien-
j:ión y por sueloT y por consi- tes de los griegos y de los
fín, y atravesando un rio o un guiente es distinto el curso de forma muy relevante de una
monte, se encuentra un nuevo época a otra, o por grandes romanos se han diferenciado
su historia. pronto de sus progenitores por
conjunto de formas habitua- cambios en la forma de gobier-
les de vida conjuntamente a un no, o por la mezcla con nuevos efecto de sucesivas mezclas y
nuevo gobierno: España y pueblos, o por la inconstancia por diferente posición económi-
Francia. a la que están sujetas todas las ca y política.
vicisitudes humanas: griegos
4. Cuando un grupo de 4. Nadie niega que existan antiguos y modernos, íberos y
hombres, esparcidos en nacio- diferencias en el modo como los españoles, romanos e italianos.
nes distantes, mantienen un pueblos experimentan las
estrecho vínculo asociativo o se influencias externas.
comunican entre sí, adquieren 8- Cu ando algunas naciones 8. Pero a condición de que
vecinas tiene entre sí comuni-
un parecido de formas habitua- caciones muy estrechas o por con las relaciones se acompa-
les de vida y tienen muy poco razones políticas o por comer- ñen mezclas de sangre e inter-
en común con las naciones cio, o a causa de los viajes, cambio de civilización.
entre las cuales viven: hebreos, adquieren un parecido de for-
armenios. mas heJmuales de vida propor-
5. Donde cualquier acciden- cional a las relaciones de
5. Los turcos y ios griegos comunicación.
te, como la diferencia de lengua viven juntos en las mismas
o de religión, impide que dos regiones desde tiempos relati-
naciones, aun habitando el vamente recientes. Sin embar- advprt* m e n u d o Podemos 9. Ningún pueblo y ninguna
mismo país, se mezclen la una advertir una extraordinaria
go la posición eurasiática jje- raza están privados de las
mezcla de caracteres y de for- características fundamentales
mas habituales de vida en 7a
de la humanidad de la que for-
746 CONSTRUCCIÓN DE i. GEOGRAFÍA HUMANA LA ILUSTRACIÓN Y LA GEOGRAFÍA
747

misma nación, que habla el man parte. Sin embargo, las base de
«v, la
.vi historia
ft>
mismo lenguaje y que vive bajo más profundas diferenciaste natural de la sociedad (y en parte de
el mismo régimen político. "raza derivan_j;nj>jjrt£__jleL!l, la economía
onomía \política),
uu/, vjuc wiuca la relación
que coloca ni naturaleza-
la relación
"ambiente! sociedad
edad en una posición más correcta que el determi-
nismoo geográfico del que da prueba Ratzel, cuando,
Respectóla la concgrinión JmmanjstajrflfiMhle (por hablando dejnfliiencias de la naturaleza sobre la cons-
m r~que limitada por el estado de los conocimientos titución étnica, socIaTy^c^icídeTóTpüéblos. £ransfnr-
geográficos dé su época) de Humejjiatzelh opone_un_con- •*rrr—rr-ntr • í-

cepto claramente naturalista que distinguíTtres formas -erminaTaiígna,


- - ofrece^)
- y la-sociedad
- o humanidad
~ í?ría
TíeTinlluencia deTá natüraTeZTff-sofore el hombre y en ellas en ünjtredicaaosviyo (volviendo al revés, por lo tanto,
hace consistir el esencial programa científico de la geo- la relación lógicamente correcta) o, por decirlo con
grafía humana: palabras más sencillas, en un sujeto del todo pasivo.
«Una influencia que dirige, acelera u obstaculiza la ex pan - Para dar un ejemplo más (si todavía se necesitase),
^ n 3e las masas étnicasT Esta influencia determina la direc- útil para demostrar que la geografía humana estaba ya
ción de la expansión, "Se su amplitud, la posición geográfica,
las fronteras. ^plinpg^n piffl ana problemas esenciales asiT com^ e^ BIJS
Una influencia mediata sobre la íntima esencia de cada objhetivos fiíndamentalesry en su esquema no sólo pene-
pueblo, la cual se ejercita asignándole condiciones geográficas ^raísino también particular, queremos citar otra vez_a
*jqüe favorecen su aislamiento y por ello la conservación y el ^furgot. feste no es solamente uno de los más cualifica-
.jfeTüerzo ole determinadas caractensricas, o bien facilitando la dos y agudos intérpretes del sistema físiocrático sino
mezcla con otros pueblos y por tanto la perdida de las mismas,
también, en cuanto ilustrado,. uno de los más interesaii-
Finalmente ™» ílrfíuffTlflifl «ni»* la constitución social de tes teóricos de la geografía humana, como ha sido reco-
cada pueblo, gue se ejerce al ofrecerle mayor o menor rigueza nocido por J. Gottmann:
de dones naturales, al facilitarle e hacerle dificil,
cil, priníeroT¿
"atujuisición de los medios necesarios para la vida, después el de
a, de
jos_medios necesarios para el ejercicio dé~Ia industria y Ü el «Desde 1 750, TurgojU al término de sus estadios en la Sor-
bona, propone en una Geografía política déla que delinea un
^comercio y por ello ia consecución de la riqueza mediante el plan ambicioso, estudiar la influencia en e! curso de la historia
intercambio» (Hatee!, I1"., Geografía dell'uomo, pág. 46, Bocea,
no sólo de las condiciones naturales, sino también de la reparti-
~TÚrm, 19 Tí). ción de las condiciones demográficas, económicas, sociales y
Ciertamente es verdad que una corriente de la ilus- jurídicas. La geografía no llegará a ello de forma sistemática
tración confluida en la historia natural del hombre tien- hasta fines del siglo XIX con F. Ratzel, P. Vidal de La Blacht y
H. Mackinder. Todavía vivo, Turgot influirá en la gran obra
de a privilegiar las influencias de naturaleza fisiológica de Adam Smith. cuya Inquiry into the Notare and Causes
y psicológica, no pertenecientes al campo de estudio de ofthe Wealth ofNations, de 1776, contribuye a valorar mejor
la geografía (como dice el ,.iismo Ratzel), pero también los hechos económicos en sus relaciones con la repartición de la
es verdad —y esto Ratzel no está en situación de reco- población y con los sistemas jurídicos y políticos» (G ottmann.
gerlo— que existe otra corriente, aquella que está en la J., «Géographie politiquea, en Géographie Genérale, Encyclo-
pédie de la Pléiade, pág. 1.756, París, 1946).
148 LA CONSTRUCCIÓN DE U (¡EO'-RAFtA HUMANA
LA ILUSTRACIÓN Y LA GEOGRAFÍA 149

Turgot, en efecto, no sólo refuta con la misma incisi-


vidad que Hume, Helvetius, etc., _el prejuicio deter- a
nsss que dos partes, el
minista-geográfico aplicado a la «historia universal». "cGIérentes fuerzas de las naciones, sus límiies, su extensióa, sus
no sólo supera la antítesis abstracta entre mundo caaiidedes físicas, morales y políticas: es áecir. la cantidad de
náfurSTv mundoi históricpen el que seTuncfá todó'Heter- hombres, la riqueza de cada Estado, el csráeíer de sus habi-
*tmñismo (así como también estánrsuperadjJsT&s^prBJui- tantes, la facilidad o los obstáculos que 1« naturaleza de sus
ciós etmJcéntricosgue consíituven su "ñecesarín mnsp- gobiernos pone en su crecimiento, el comerrio de las diferentes
naciones, sus respectivas aspiraciones, sus intereses verdade-
o natural y verificación de ros o falsos, el camino que siguen en el presente, y la dirección
esfas~posiciones teóricas (consignadas en el Tablean de sus movimientos hacia un progreso todavía más grande o
philosophique y en los Discorsi sulla Storia Universale) hacia su decadencia; he aquí la verdadera geografía política
proyecta un Plan para una obra sobre la geografía polí- que toma el nombre de geografía en el sentido en que se conoce
ordinariamente la descripción de la tierra. JPpro la peoymfia,
tica que si se hubiese realizado habría constituido el üi'ú donde es la escena del presente, varía sin tregua: v
primer manual de geografía humana. -todo
1 1 !• o--u e—8 .....
s a *d-i a;—i r~~~^~}—
d -— ' —r-*~—"í~^—i
Aun colocando, en su Plan, «la relación entre la geo-
grafía física y la distribución de los pueblos en el globo a _ g c a a m Q m a t Q . . ¥3 hRbfó de 3a Msto-
y la división de los estados», Turgot observa quej<todp . , págT T9&f.
.lo que se_rjeJierejB^lajr^lación entre la geografiay la
polítlcir puede dividirse en dos parteéTa idTverstHaa de No sólo Turgoí ha aclarado perfectamente aquello
_
Ias__pjiojiu^cjonesyla facilidad J - '-- que sólo mucho más tarde será un lugar común para
11 "-U^-J! — - ^ _ _ , ,,iii>i í M i n

ellas sonejectmui^eñtelos]^s~elementos variables_aja


,, . . a¡n , ,

distinguir la geografía de la historia: «en una palabra,


íuz de loscuales es necesario resolver tpdosjos^rjable- la historia y la geografía colocan a los hombres en sus
liTás de ia geografía política», y añade a esto «la divi- diversas distancias: la una expresa las distancias_res-
sión de los estados, que en parte depende de estos dos pecto al espacio, la otra respeto al tiempo», sino que ha
principios, pero que en parte se liga alas circunstancias "visto también como g^gralía~e~nlstoria: mientras no
fortuitas que han aparecido a través de los tiempos» (en pueden reducirse ni a la descripción de elementos coe-
Signorile, C., //progresso e la storia in A. R. J. Turgot xistentes en el espacio ni a la cronología —que, juntas.
(1746-1761), pág. 189, Marsilio, Venecia, 1974). constituyen sólo «la tela sobre la que es necesario colo-
car los objetos»—, pasan necesariamente de la una a !a
Las-definiciones de Turgot no sólo tienen en cuenta
temas sobre el «estado actual del mundo político», de otra, siempre que la historia se entienda como historia
los cuales ofi-f-ce una lista muy rica tanto en relación a universal razonada^j^jA^fio^EB&a^-pjaJitoca-íuaraoJggjna,
la jolit|cj^extejiorcnnjo j^lapojíticji interior (tanto a geográfica dejajraxis política. Pero e! pasaje se cita
'enteramente:
esc"áTá^T7ü^taria~cl>m7FareÍc también
de la rejacjón presjente-pasado, ejjpacio-tiempo no con- «Si se comprende enJa_g^p^ra^pj3Jítíc^l^ituaciwi[delas
siderado fuejra_jÍ£l nacioñeTenlos^sigoirhay muy poco^que aña<JB^Ja_g.e_í>grafí8
"3e las distíntásepoca¥ pafirhacer la"Eistoria universal, f ..jEh
150 /. 1 CONSTRttCCJtift DE LA GEOGRAFÍA HUMANA LA ¡LCSTRACIfifi Y H GEOGRAFÍA 151
una palabra, la historia y la geografía sitúan a los hombres en
sus diversas distancias: una expresa ías distancias respecto al mente porque la geografía de Turgot es_jjyia_g£ng£aíia
espacio, otra respecto al tiempo. La desnuda descripción de un tPJL0 es tfec"> ünüjKgugrSfía qué"én el centro de su
terreno, de una región, ia sucesión fría y numérica de los años,
por otra parte, son como la tela donde es necesario colocar los ^
^éoidalálñmencolñopolitica económica y territorial.
objetos. La geografía común y la cronología determinan las
situaciones; la historia y la geografía política las pintan con
sus propios colores. La geografía política es, si asi puedo
expresarme, la copa de la historia. Hay diferentes sucesiones
de acontecimientos que forman ia historia de cada país en rela-
ción a la del mundo, como fibras que forman el tejido de un ár-
bol desde sus raíces hasta su cima; varían sin tregua la una con
la otra, y cada punto de su tronco, si se hace una sección trans-
versal, presentará la imagen que le es propia, de forma que
todo el árbol resulte un conjunto de trozos diversos. He aquí la
historia universal. Cada momento tiene una geografía política
propia particular, y este término es apropiado especialmente
en la descripción del tiempo presente en el* cual vienen necesa-
riamente a confluir los cursos de las distintas sucesiones de
acontecimientos. Veo, además, en relación a esto, que el nom-
bre de geografía politica será un enmascaramiento de la histo-
ria universal. ¿No es mejor entonces ordenar las cosas bajo su
verdadero título, y llamarlas: 1.° una historia universal raso-
nada; 2." una geografía política que la seguirá; 3." un tratado
del gobierno que encerrará aquello que yo llamo la teoría de la
geografía política?» (IbúL, págs. 190-91).
El punto más difícil de entender correctamente es
aquel que hace referencia a la relación teoria-praxis,
fundado en el concepto de la primacía de la politica (que
como veremos está desarrollada sobre todo por Rous-
seau) porque es sin duda el punto respecto al cual la
geografía humana positivisjajtoma mayormente las dis-
lanciagrÑ^d^mlts'ñ^tür'al en cambio que la concepción
del mundo y de la historia de Turgot reclame, justamen-
te como desembocadero racional de la historia universal
y de la geografía política, la construcción de una «cien-
cia del gobierno» en la cual fundamentar un porvenir
verdaderamente guiado por la razón del hombre. Justa-

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