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En psicoterapia existen enclaves ideológicos. Algunos están formados por personas que creen
tener la respuesta (mientras que el resto de sistemas son incompletos o erróneos). Las
personas dentro de estos enclaves (escuelas de terapia) tienden a comunicarse con personas
que conocen en sus congresos. Leen los escritos de los otros colegas y acaban desarrollando
vocabularios especializados. Se refuerzan mutuamente contando los éxitos con clientes
atendidos previamente por terapeutas de otras persuasiones, “demostrándose” la superioridad
de su modo de pensar y actuar. Sin embargo, con el tiempo, dentro de esas escuelas
comienzan a aparecer posturas alternativas, que dan paso a la formación de grupos cismáticos
que son expulsados del enclave original y montan un nuevo enclave”.
Ante esto, podemos plantearnos: ¿Los problemas en consulta, viene o se hacen? (examen)
30-50 % consume farmacológicos o tiene tratamiento psicológico sin necesidad real, no le
pasa nada. Los problemas se hacen, depende fundamentalmente de la persona a quien se
consulta frente a la persona que llama a la puerta. A diferencia de la traumatología, por
ejemplo, rama en la cual si tienes la pierna rota, la tienes antes de llamar a la puerta. En
psicoterapia depende más de la persona a la que consultas y diagnosticas. Además, nadie está
tan enfermo como dice su historia clínica.
Una persona con una fractura de tibia y peroné, tras una consulta con 10 traumatólogos, todos
están de acuerdo en el diagnóstico y el tratamiento que se debería realizar. Por tanto, antes de
llegar a la consulta, la persona ya tenía esa fractura; el problema “viene” a la consulta.
En otra situación, una persona, tras consultar a 10 psiquiatras y psicólogos (a los que les
transmite la misma información), la posibilidad de que manejasen el mismo diagnóstico y
recomendaciones serían muy bajas. Así, el problema “se hace” en consulta.
En los trastornos, el devenir del tratamiento está más marcado por la orientación del terapeuta
que por el problema que tiene la persona.
Hay 2 opciones:
● Opción A (Víctor Frank): Los problemas vienen a la consulta y cada enfoque se
centra en un aspecto del problema. Quizás lo que ocurre es que, ante un problema,
cada uno nos enfocamos en un aspecto concreto. Hay un problema y cada modelo se
concentra en un aspecto de esa manifestación. Pero los problemas existen antes de que
el terapeuta se acerque al paciente (énfasis en la descripción de los enfoques). Este
autor planeta que el problema podría ser un cilindro y cada modelo adopta una
perspectiva del mismo (desde la base, desde alguno de los lados…).
● Opción B (Bryan Cade): Los problemas se hacen en la consulta y cada enfoque
configura un problema diferente. La persona es una nube de puntos sobre la cual cada
terapeuta tiene unos modelos preferentes; algunos piensan en conectar los puntos
hacia delante, otros prefieren una perspectiva transversal, otros piensan que hay un
problema central y otros periféricos… Los profesionales proyectamos sobre el
malestar del paciente tramas para conectar esos puntos, nos centramos en lo que
nuestro modelo dice que es lo importante (hace énfasis en la auto-referencia). Dicho
de otra manera, la persona podría ser una nube de puntos sobre la cual cada
orientación proyecta una estructura que le da sentido, planteando un único problema,
varios aislados, varios relacionados…
Es un error didáctico plantear qué hay que hacer para que un problema deje de ser un
problema, pues depende de la orientación terapéutica, que realiza una serie de proscripciones
y prescripciones: dice lo que es un problema, por qué un problema es un problema, qué hay
que hacer para que un problema deje de serlo y cuándo un problema ya no es más un
problema
Son dos cosas diferentes el problema (el mapa) y la queja (el territorio); esta relación se
entiende bien porque, para un mismo territorio, puede haber diferentes mapas. Todos tenemos
la obligación de redefinir lo que le pasa a la gente en un problema con el que estamos
familiarizados (tenemos formación). Pero hay otros 2 aspectos implicados: quién es el
consumidor y cuál es su motivación. Aquí precisamente, en la redefinición, es donde
comienza la terapia.
3. ECLECTICISMO (SINCRETISMO).
Es el primer planteamiento alternativo a las orientaciones puras de escuela, afirmando que
habría que emplearse una u otra terapia dependiendo del problema que nos viniese a consulta,
sin tener un modelo propio. En los años 40, nadie se consideraba ecléctico, pero fue
aumentando el número de personas que se consideraron como tal, llegando en 1990 a un 68%
de eclécticos.
En palabras de Lazarus: “Durante mucho tiempo he sostenido que un terapeuta que desee ser
efectivo con una amplia gama de problemas y diferentes personalidades tiene que ser flexible,
versátil, y técnicamente ecléctico. Un terapeuta ético emplea técnicas útiles,
independientemente de su procedencia. Pero al hacerlo, debe instársele a ser extremadamente
precavido de no suscribirse a las teorías que generaron esos procedimientos particulares. De
hecho, los métodos, o las técnicas, pueden ser efectivas por razones diferentes a las de los
marcos teóricos que inicialmente les dieron origen. Se pueden utilizar técnicas útiles de
cualquier marco teórico y si es necesario totalmente divorciadas de sus orígenes. Así, un
clínico técnicamente ecléctico se nutre de una amplia gama de intervenciones mientras se
mantiene fiel a una estructura teórica consistente que, obviamente debe estar abierta a test de
verificación”. En el 83 ya se distinguían y algunos pensaban que era lo que decía Lazarus y
algunos creían en la integración que vino después.
4. INTEGRACIÓN.
La integración teórica plantea que se integran dos terapias o más, con la esperanza de que el
resultado sea mejor que las terapias constituyentes por sí solas (Norcross, 2005), suponiendo
así un paso más allá del eclecticismo técnico. Sin embargo, todavía están por aparecer
estudios que demuestren que las terapias integradoras sean mejor que las terapias por
separado. Hoy en día es la integración a secas.
La integración asimilativa es la primera que aparece Messer 1992. Favorece una base firme
en cualquier sistema de psicoterapia concreto, pero con la voluntad/flexibilidad de incorporar
o asimilar, de manera considerada, perspectivas o prácticas de otras escuelas/modelos. Por
tanto, no solo toman las técnicas de otras orientaciones, sino también su enfoque.
La distinción con respecto al eclecticismo es que estos últimos plantean ser de todo
manteniendo su postura. La integración asimilativa mantiene su postura tomando enfoques y
técnicas de otras terapias y la integración teórica trata de unir varias posturas.
Pero no solo eso, estamos yendo hacia la unificación de la psicoterapia, que supone unir todas
las terapias y enfoques, llegando a la máxima integración teórica. La unificación de la
psicoterapia, el profesor cree que no es correcto. Magnavita libro de unificación, en el que
dice cosas muy amplias, sería la teoría énfasis a los aspectos comunes… generalmente cubre
un sistema de dominios humanos y esta unifica todas estas. Dice que son generalidades y que
realmente no dice nada.
- Examen: ¿Todas las terapias son iguales? Esto no es así, el veredicto de dodo no
significa que todas las terapias sean iguales, sino que no se encuentran diferencias
netas claras entre los tratamientos.
a. Factores comunes
Los factores comunes es la tendencia más antigua,
pero que todo el mundo hace esfuerzos para no tener
en cuenta, pues nos devuelve al placebo, etc. Se
podría hacer una analogía con respecto al esperanto,
que todo el mundo esperaba que triunfase, pero al
final no, debido a la identidad que aporta hablar
lenguas propias (castellano, gallego…). La teoría de
factores comunes nos devuelve una identidad que no
a todo el mundo le gusta. Pese a ello, en el estudio llevado a cabo por Norcross y
colaboradores en 2005 sobre las tendencias actuales en psicoterapia, al mismo nivel que las
teorías de integración encontraríamos los factores comunes.
25 años antes que Eysenck, en 1936 Rosenzweig dijo: “A menudo se ha señalado que
ninguna forma de psicoterapia carece de curas en su haber. Los defensores del psicoanálisis,
el tratamiento por la persuasión, la Ciencia Cristiana y cualquier otra ideología
psicoterapéutica, se apuntan éxitos notables. La implicación de este hecho no es, sin
embargo, unívoca. Estos postulantes orgullosos después de haber logrado el éxito en los casos
que mencionan indican, aun cuando no lo diga explícitamente, que siendo su ideología cierta,
todas las demás son falsas. Por el contrario, el examen de observadores menos implicados
tiende a conclusiones muy diferentes, por razones lógicamente obvias. Si procedimientos
teóricamente contradictorios conducen al éxito, incluso en casos similares, entonces el
resultado terapéutico no es una guía confiable de la validez de la teoría.
Se necesita muy poca reflexión para llegar a la raíz de esta dificultad desde la perspectiva de
la deducción lógica .No sólo es evidente que la misma conclusión no puede seguirse a partir
de premisas opuestas, sino que cuando aparece una contradicción, como parece ser cierto en
el presente caso, es justificable preguntarse si los supuestos factores que están operando en
una determinada terapia son idénticos a los factores que realmente están operando, y si los
factores que realmente están operando en varias terapias diferentes pueden no tener mucho
más en común de lo que se supone”.
* Algún factor común de las terapias es el agente terapéutico y no la teoría de las escuelas.
La teoría de los factores comunes se asocia con Jerome Frank y su obra Persuasion &
Healing, no traducida al castellano (1961, 1991, 1993). En este libro, explora todas las
experiencias de cambio, desde el vudú, la sanación, hasta la psicoterapia, encontrando que
todos comparten 4 elementos:
1. Un contexto enmarcado como un lugar de ayuda (marco terapéutico). En cuanto a
este marco de curación cobran especial importancia las marcas de contexto, atender al
tiempo, lugar, acción… De este modo, se trata de hacer de lo artificial algo natural,
enmarcando un tipo especial de trabajo.
2. Una relación de confianza emocionalmente cargada con un experto que es empático,
cálido, da apoyo y esperanza. *Muchos datos de la relación terapéutica y su calidad,
implica un sitio seguro donde se puede estar segura de que lo que va a decir no va a
salir, la relación es bondadosa sin ninguna duda de que se va a tratar de ayudar,
crecer… nunca sacar un provecho de ti. Además, una relación de confianza
emocionalmente cargada supone intimidad, confidencialidad… Entre la relación
convencional y la relación terapéutica hay como una escalera en la cual en el primer
peldaño encontramos la asimetría de información (el terapeuta ha de saber más cosas
del paciente que el paciente del terapeuta). En el segundo escalón encontraríamos el
“consejos vendo y para mí no tengo”, lo que un terapeuta no debe de hacer. Del
mismo modo, en la relación terapéutica encontramos intimidad y confidencialidad, lo
cual hace que sigamos subiendo en la escalera hasta establecer la relación terapéutica.
3. Un esquema conceptual, teoría, explicación o mito, susceptible de explicar el
problema de forma convincente que puede promover la sensación de dominio y
control. Respecto a este fundamento racional, explicación o mito, es preciso tener en
cuenta el principio de Rumpelstilskin (la denominación en sí misma es ya un acto
terapéutico) a la hora de poner nombre a las cosas. Por otra parte, ¿qué es ser un
paciente? En torno a este concepto encontramos la desmoralización, culpa, alineación,
desesperanza y desamparo. Por eso, a veces una explicación científica, las causas o la
competencia del terapeuta dan lugar a una explicación, un fundamento racional para
aportar información al paciente.
4. Un ritual: Actividades incrustadas en la explicación ofrecida que aumenta el poder
persuasivo del esquema conceptual teórico (serie de pasos para llegar a dejar de tener
el problema). A la hora de tratar los rituales hemos de hablar de las técnicas: los
pacientes no oyen nuestros pensamientos, sino nuestras palabras y, además, nos ven la
cara (si nos lo creemos o no nos lo creemos), por lo que es preciso hablar con nuestras
palabras para que nos entiendan (primero pensamos, luego nos lo creemos y ya
después lo decimos con entusiasmo). Por otra parte, en muchas ocasiones la terapia es
una oportunidad para que el paciente salve la cara. En último lugar, quizá lo que
hacemos es, simplemente, activar la respuesta placebo.
En cuanto al marco de curación, cobran especial importancia las marcas de contexto (vistas
en prácticas), atender al tiempo, lugar, acción… De este modo, se trata de hacer de lo
artificial algo natural, enmarcando un tipo especial de trabajo.
Finalmente, a la hora de tratar los rituales, hemos de hablar de las técnicas: Los pacientes no
oyen nuestros pensamientos sino nuestras palabras y, además, nos ven la cara (si nos lo
creemos o no), por lo que es preciso hablar con nuestras palabras para que nos entiendan (lo
pensamos, lo creemos y después lo decimos).
Por otra parte, en muchas ocasiones la terapia es una oportunidad para que el paciente salve
la cara. En último lugar, quizá lo que hacemos es, simplemente, activar la respuesta placebo.
Otros autores exponen los siguientes tipos de factores comunes en psicoterapia: el apoyo (la
catarsis, alianza terapéutica…), el aprendizaje (insight, feedback, experiencia emocional
correctiva) y la acción (tomar riesgos, ver modelos, practicar…).
Hasta la fecha, la investigación sobre mecanismos terapéuticos y mediadores del éxito de las
terapias siempre han sido de naturaleza correlacional y, para establecer que un mediador es
un factor causal en el proceso de recuperación de un paciente, los estudios deben mostrar una
relación temporal entre el mediador y el resultado, una asociación dosis-respuesta, la
evidencia de que no hay una 3ª variable que provoque los cambios en el mediador y el
resultado, investigación experimental de apoyo y un marco teórico fuerte.
Actualmente, ningún factor común o específico cumple estos criterios y puede considerarse
un mecanismo terapéutico validado empíricamente. Por lo tanto, aún se desconoce si las
terapias funcionan a través de factores comunes, específicos, o ambos.