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Teoría de la emergencia.
¿Cuál es la conexión entre la red paralela de la fisiología cerebral y el proceso en serie
de la experiencia psicológica? La conexión puede residir en el concepto de:
emergencia:
El total es algo más que la suma de sus partes. Sostiene que combinando A y B
se produce algo totalmente diferente, con propiedades que no existen en estos
elementos por si mismos. Emergen nuevas propiedades que no estaban
presentes en las partes que la componían.
Aplicando este concepto a la conexión mente- cerebro, ciertos tipos de
actividades neuronales cuando se combinan y ocurren en algún lugar del
cerebro, producen el fenómeno psicológico subjetivo de un cierto estado.
Aunque estos fenómenos psicológicos existen a niveles diferentes de
descripción que los de sus bases neurofisiológicas, no pueden existir, no
obstante, estados psicológicos sin neuronas, mientras que las neuronas pueden
existir sin los estados psicológicos.
Es en este sentido que los materialistas tenían razón: el cerebro viene antes que
la mente. Pero la naturaleza de estas relaciones permite una descripción
psicológica única, no solo una descripción neurofisiológica.
La teoría de la emergencia, es alternativamente nombrada: superveniencia: este
concepto rechaza la identidad mente- cerebro, un estado mental no es idéntico a un
estado cerebral, aunque depende de y deriva de un estado cerebral. La vida mental
tiene sus propias leyes y no es reducible a estados cerebrales.
Criticas a la teoría de la emergencia o superveniencia:
La relación de superveniencia o emergencia es vaga.
No esta claro que es lo que ocurre cuando algo sobreviene o emerge de otra
cosa.
Cobb concluyo que es pecaminoso separar mente y cerebro, mas el no redujo la
mente a cerebro tampoco.
Ventaja de la teoría de la emergencia:
En el otro extremo del yo, se aboca Freud a repensar la resistencia. Cuando al paciente
intentamos hacerle consciente su inconsciente, en esta tarea nos encontramos con
resistencias. El paciente sólo sabe de sus dificultades para seguir asociando pero no
puede decir nada del porqué de su resistencia. Tal resistencia, es una exteriorización
del yo que en su tiempo llevo a cabo una represión y ahora quiere mantenerla.
Inferimos que el que hace la resistencia es el súper yo, lo hace él mismo, o por
mandamiento suyo, el yo la lleva acabo.
El yo y el súper yo: ¿son inconscientes o sólo despliegan efectos inconscientes?
Grandes sectores del yo y el súper yo son inconscientes. Esto implica que la persona
nada sabe de sus contenidos y necesita de un cierto esfuerzo para hacerlos
conscientes. La mayoría de los procesos conscientes lo son por breve lapso, pronto
devienen latentes, pero pueden fácilmente devenir nuevamente conscientes. Estamos
hablando aquí de inconsciente como latente.
Podemos considerar dos “tipos” de inconsciente:
Preconsciente: fácilmente puede mudar en consciente, designa lo latente que
puede acceder a la conciencia
Inconsciente: aquello que sólo mediante un gran esfuerzo se trasmuda en
consciente o incluso puede no suceder nunca esta trasmudación.
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El síntoma repite de algún modo aquella modalidad de satisfacción libidinal que fue
efectiva en su momento, aunque desfigurada por la censura que nace del conflicto y
por regla general, dice Freud, volcada a una sensación de sufrimiento y mezclada con
elementos que provienen de la ocasión que llevo a la contracción de la enfermedad.
La modalidad de satisfacción libidinal que implica el síntoma es:
Primero irreconocible para el sujeto, que experimenta sufrimiento y se queja.
Esto tiene que ver con el conflicto psíquico y con que la satisfacción obtenida no
puede ser explicita sino seguir las condiciones del compromiso. Lo que
antiguamente fue satisfactorio hoy le provoca malestar.
Por otra parte los síntomas no se parecen en nada a lo que esperamos como
satisfacción, casi siempre prescinden del objeto, con lo que resignan el vínculo
con la realidad exterior.
Las vivencias infantiles, tan importantes en la causación de los síntomas y a las cuales la
libido se encuentra fijada, no siempre son verdaderas, en sentido estricto.
Aquí tenemos que introducir la distinción entre realidad material y realidad psíquica:
Realidad psíquica:
Lo que en el psiquismo del sujeto, presenta una coherencia y una resistencia
comparables a las de la realidad material, se trata fundamentalmente del deseo
inconsciente y de los fantasmas con él relacionados.
Los fantasmas, aunque no se basen en acontecimientos reales, tienen para el
sujeto el mismo valor patógeno que Freud atribuyó inicialmente a las
reminiscencias.
Ligada a los procesos inconscientes; estos no sólo no tienen en cuenta la
realidad exterior, sino que la sustituyen por una realidad psíquica.
Realidad material: realidad de los hechos tal cual cómo sucedieron. En los neuróticos,
la realidad psíquica tiene un papel determinante, más incluso que la realidad material,
no importa si sucedió o no realmente algo, para el neurótico pasó y eso es lo que tiene
efectos.
En coherencia con esto Freud desarrolla la idea de la existencia de fantasías
fundamentales, que todos los sujetos poseen adquiridas por herencia filogenética.
Estas son:
La observación del comercio sexual entre los padres.
La seducción por parte de un adulto.
La amenaza de castración
Esto no implica que nada de lo mencionado pueda haber sucedido realmente, pero es
improbable que se produzcan con la frecuencia que aparecen en los análisis.
Sobre la fantasía
El hombre, por la presión de la realidad, debe abandonar paulatinamente fuentes y
objetos placenteros, sexuales y no sexuales, debe realizar diversas renuncias, pero
estas no son sin alguna compensación.
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Las fantasías (sueños diurnos) son aquellas actividades anímicas donde se conservan
las fuentes y vías de placer resignadas, sustrayéndose al examen de realidad.
En el fantaseo el hombre sigue disfrutando de la satisfacción de deseos, aunque sabe
que tal no es cierta, en el sentido de la realidad. La ganancia de placer se obtiene
independientemente de la aprobación de la realidad.
Las fantasías son relativamente toleradas y no entran en conflicto con el yo en tanto
tengan poco montante de carga. Ahora, cuando la libido regresa, se introvierte e inviste
a las fantasías, estas se sobrecargan, se tornan exigentes y pugnan por cumplirse. A
partir de esto el conflicto no puede evitarse. Primero fueron preconscientes, pero a
partir de ahora inconscientes, la libido vuelve a sus orígenes en el inconsciente, hasta
sus propios lugares de fijación (Freud, pp. 340).
La vuelta a las fantasías se denomina introversión, las fantasías que eran inofensivas se
ven investidas cuando la libido se introvierte y las sobrecarga. En la introversión aún no
hay neurosis, pero si un estado de vulnerabilidad que ante el menor desbalance de
fuerzas se verá obligado a desarrollar síntomas, excepto que haya encontrado otros
caminos para la descarga de la libido estancada.
En virtud de lo que venimos desarrollando vemos que en la formación de síntomas no
alcanza con el punto de vista dinámico, hay una cuestión de cargas y cantidades que
define el punto de vista económico.
Si resumimos lo dicho hasta aquí tenemos que tres son los caminos posibles de la
libido, de regreso de la fantasía a la realidad:
1. La formación de síntomas.
2. La perversión.
3. El camino del arte, la sublimación.
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“Una regresión de la libido sin represión nunca daría por resultado una neurosis, sino
que desembocaría en una perversión”. Por lo tanto la represión como mecanismo
operante se diferencia de la regresión en el sentido tópico (especialidades psíquicas) y
dinámico (movilidad intersistemas).
Sólo he comunicado que los seres humanos contraen una neurosis cuando se les quita
la posibilidad de satisfacer la libido (…) y sus síntomas son justamente el sustituto de la
satisfacción frustrada (denegada).”
Así la frustración en tanto impedimento real sería el factor accidental de la causación
de la neurosis mientras que la fijación libidinal operaría como factor interno
predisponente. A esta serie Freud llamará series complementarias.
Pero para dar cuenta de la adquisición de la neurosis hace falta plantear el conflicto
psíquico: “el conflicto es engendrado por la frustración; ella hace que la libido pierda su
satisfacción y se vea obligada a buscar otros objetos y caminos”.
Una parte de la personalidad se muda en enojo en contra de este nuevo camino (de
satisfacción) provocando un veto sobre el mismo. Las aspiraciones rechazadas logran
rodeos para cumplir su objetivo “los rodeos son los caminos de formación de síntoma”
es decir que los síntomas son la antigua satisfacción denegada por frustración que
retorna por otros caminos de rodeo (por rechazo del camino principal) y se imponen
como satisfacción sintomática sustitutiva.
En este momento Freud piensa dos cosas fundamentalmente: a) las condiciones
iniciales (de los primeros años de la vida infantil) se van a mantener a lo largo de la
vida; y b): que hay un desencadenamiento a partir de lo traumático (tercer serie, factor
desencadenante).
Definidas las series por Freud como de complementación se encuentra entonces
precluida la posibilidad de añadir, de hacer emerger algo nuevo, algo “no pre-
dispuesto”. Es importante en este punto mencionar que ni el mismo Freud no descuida
nunca el factor “accidental”, actual.
Ricardo Rodulfo en su texto “El psicoanálisis de nuevo” sostiene en el capítulo 1 la
necesidad de romper con la disyunción existente entre estructura e historia (como
binomio de oposición); entendiendo que la primera plantea variaciones de siempre lo
mismo (sin suplemento posible) y la segunda nos habla de un sentido que se alcanzará
o revelará. Queda planteada entonces, la dimensión de lo suplementario. Entendiendo
por suplemento lo que no estaba antes, lo que no se encuentra como pre-moldeado.
Rodulfo, con su posición desborda las series complementarias. Reformula este
paradigma en lo que dará en llamar “series suplementarias”, permitiendo de este
modo liberar la potencia reprimida de cada serie no perjudicando lo diferencial de
cada una. Así nos apartaríamos del monocausalismo para poder pensar en la
multideterminación y sobre determinación. Este modelo nos permite pensar en
pacientes adultos, niños, púberes, adolescentes y más allá de los pacientes mismos, en
el campo de la salud mental. La primera serie: lo constitucional (lo congénito, lo
genético).
Rodulfo plantea como primera serie lo constitucional mítico. Es decir, el factor
constituyente que es lo constitucional es el espacio sutil, del mito familiar, que espera
al niño en el momento de su advenimiento. Cuando el niño adviene al mundo se
articula la dimensión imaginada del niño con el niño real.
Lo constitucional, debemos entenderlo no solo como lo biológicamente dado
(genotipo) sino que debemos incluir al ambiente en un sentido amplio del término.
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