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La terapia desde el enfoque
Capítulo 3
cognitivo-conductual
Ricardo Castillo Ayuso
Manuel Sosa Correa
Sally Vanega Romero
El presente capítulo tiene como objetivo presentar en un primer momento el modelo cog-
nitivo conductual, un resumen de la teoría y las técnicas de intervención, así como el uso
exitoso de la TREC y de la terapia de esquemas maladaptativos tempranos en un reporte
clínico y dos reportes de investigación aplicada.
Es importante comenzar este capítulo con una idea de Meichenbaun (1977) referente a
que los modelos psicoterapéuticos son como metáforas que se ajustan más o menos a las
personas; algunas son más exitosas en ciertas culturas y época en relación con otras; se
puede decir que estos modelos psicoterapéuticos hacen ver al cliente su misma proble-
mática desde otro punto de vista, pero para que esto resulte tiene que ser tan novedoso
como para lograr un aprendizaje, pero tan común como para lograr una identificación.
Si bien todas las terapias exitosas de cualquier modelo generan un cambio en pensa-
mientos, emociones y conductas, la terapia cognitivo conductual y, en especial, la terapia
racional emotiva conductual (TREC) inciden (intervienen de modo directo) sobre los tres
aspectos fundamentales del mundo psicológico de las personas: pensamiento, emociones
y conductas. Como ya se mencionó, cualquier cambio exitoso bajo cualquier modelo te-
rapéutico implicará una transformación en estos tres aspectos. En general, la mayoría de
los modelos sólo inciden (intervienen de forma directa) sobre uno de ellos, lo cual limita
la posibilidad de que la metáfora sea significativa para el cliente. Algunos de los modelos
con influencia sobre estas tres variables son la TREC de Albert Ellis, la terapia multimodal
51
52 Terapia en contexto. Una aproximación al ejercicio psicoterapéutico
PRINCIPALES TERAPIAS DE LA
REESTRUCTURACIÓN COGNITIVA
En 1955, Albert Ellis inicia una nueva corriente en psicoterapias, y que a partir de 1993 se
le conoce como terapia racional emotiva conductual (TREC). Algunos años después, en
1962, Aaron T. Beck inicia una nueva propuesta en psicoterapias, que denomina terapia
cognitiva (TC) y que muy pronto adquiriría gran prestigio por su eficacia para enfrentar
depresión y ansiedad.
Ambas propuestas, junto con nuevos desarrollos, como la terapia de los esquemas
(Jeffrey Young) y otras nuevas orientaciones integradoras, conductuales y sociales, están
comprendidas en lo que hoy se podría denominar en psicoterapia la “corriente cognitiva
conductual”.
Tanto la TC como la TREC, en sus mismas escuelas fundadoras, han superado al-
gunas concepciones originales. La TREC, en especial, ha incorporado una visión cons-
La terapia desde el enfoque cognitivo-conductual 53
– Las personas no sólo cambian ante el entorno sino que lo interpretan de forma
activa. Por lo tanto, reaccionan más a las representaciones cognitivas que a los
acontecimientos per se.
– Los individuos son capaces de pensar sobre sus propios pensamientos (meta
cognición).
– La cualidad del pensamiento ejerce una gran influencia sobre las emociones y la
conducta, aunque no se afirma una relación lineal.
– Al menos algunas cogniciones pueden ser evaluadas de modo objetivo y ser modi-
ficadas. Con la toma de conciencia y práctica, los estilos cognitivos disfuncionales
arraigados pueden ser modificados con el consecuente cambio emocional y con-
ductual.
Quizá lo que mejor defina a un procedimiento como “cognitivo” sea el postulado de va-
riables mediadoras de carácter simbólico entre las situaciones estímulo y las respuestas de
los sujetos, como retoma Ellis del filósofo de la antigua Grecia, Epicteto: “Las personas no
se alteran por los hechos, sino por lo que piensan acerca de ellos”.
El esquema completo incluye el debate “D”, que implica la discusión del terapeuta
con el cliente sobre sus creencias irracionales “B” para generar creencias racionales “E” y
con ello nuevas consecuencias emocionales más adaptativas y funcionales “F”, para ayudar
a la persona a conseguir sus metas “G”.
Es importante considerar que la relación entre A, B y C no es lineal en exclusiva ni
unidireccional, como en el esquema anterior, que es el modelo básico y más didáctico
para explicar el origen y tratamiento de los trastornos.
Así, por ejemplo, la visión de “A” (acontecimiento), como lo percibe la persona,
condicionado por sus metas “G” (goals) y, en cierta manera, “creado” por sus inferencias
y supuestos, elementos pertenecientes al sistema cognitivo (“B”), es uno de los puntos
que esgrime Ellis (1994) para presentarse como concordante con la visión de la corriente
constructivista.
De todas formas y en todo momento, la TREC insiste en que las causas más impor-
tantes (aunque no las únicas) de las neurosis no son los acontecimientos sino las creencias
irracionales y disfuncionales que se encuentran dentro del sistema de creencias “B”.
En cuanto a “B”, para una mejor comprensión de sus conceptos, Ellis y Dryden (1987)
ejemplifican algunas cogniciones:
– Observaciones (no evaluativas) que se limitan a lo observado: “el coche rojo está en
marcha”.
– Inferencias no evaluativas que incorporan hipótesis o supuestos que pueden ser
acertados o erróneos: “el conductor del coche rojo tiene prisa”.
– Inferencias evaluativas que incorporan hipótesis o supuestos que pueden ser acer-
tados o erróneos, y tienen un impacto emocional en la persona: “como ya no me
manda mensajes significa que no me quiere”.
– Evaluaciones preferenciales son deseos o intenciones de algo que quiere una perso-
na: “quisiera aprobar mis exámenes”:
1. Ser inconsistente de manera lógica; esto es, partir de premisas falsas o resultar de
formas incorrectas de razonamiento.
2. Ser inconsistente con la realidad; no es concordante con los hechos, es distinto a lo
observable.
3. Ser dogmática, absolutista, expresada con demandas (en vez de preferencias o
deseos). Aparece con el empleo de términos como “necesito”, “debo”, “debe”,
“no puedo”, “jamás”, en lugar de “deseo”, “prefiero”, “es mejor”, “no me gusta”,
“es peor”.
4. Conducir a emociones o conductas inapropiadas o “auto-saboteadoras”.
5. No ayudar (o impedir) en el logro de los objetivos de la persona.
56 Terapia en contexto. Una aproximación al ejercicio psicoterapéutico
6. Las demandas pueden estar dirigidas hacia sí mismo, los otros o el mundo en ge-
neral. Por ejemplo: “Yo debo ser exitoso”, “tú debes escucharme” o “la vida debe
ser fácil”.
Es muy importante analizar con la persona las consecuencias “C”, pues muchas veces
son un indicador acerca de sus pensamientos, que terminan siendo funcionales o no;
son una manera de hacer consciente al paciente su problemática, sobre todo aquellos
que se quejan de no conseguir lo que quieren (metas o goals “G”) cuando justifican que
los pensamientos ante tal situación son correctos, morales y justos. Así, cuando existen
consecuencias “C” disfuncionales y perturbadoras que impiden alcanzar sus metas “G”, se
puede suponer que tales “C” son resultado de creencias irracionales.
En este modelo, las relaciones son más complejas que en el original del ABC y si se
tiene en cuenta la concepción de Ellis sobre la opcional posible acción inmediata directa
de las “A” para generar las “C” (que luego sí serían sostenidas por las “B”), concuerda con
una concepción multidireccional y de acciones recíprocas: “La teoría de la TRE sostiene
que los pensamientos, los sentimientos y las conductas son totalmente interactivos y cada
uno de esos procesos continuamente afecta e influye sobre los otros dos (...) La mayoría
de los psicólogos actualmente acepta que el pensamiento interactúa con los estados emo-
tivos e intensifica notablemente los sentimientos” (Ellis et al., 1989, p. 17).
TERAPIA Y ASIGNACIONES
Para entender el proceso de cambio hay que asumir tres insight. Dado que la persona no
es esclava de sus tendencias a pensar de modo irracional, puede cambiar, en especial si se
internalizan tres insight mayores (Dryden & DiGiuseppe, 1990):
A) TÉCNICAS COGNITIVAS
Formas de averiguar las creencias:
1. Darse cuenta inducido:
El terapeuta refuta las inferencias y en el debate el paciente empieza a descubrir las
creencias subyacentes y termina por expresarlas.
2. Interpretación por inducción:
El terapeuta agrupa las inferencias, genera conclusiones y las propone de tal ma-
nera que si el sujeto tiene inferencias del tipo “si no apruebo mi examen soy un
tonto”, “si no soy bueno para la escuela seré un fracasado”; el terapeuta puede
interpretar que su creencia irracional gira en torno a la no aceptación del fracaso.
3. Encadenamiento de inferencias:
Esta técnica se puede utilizar de la siguiente manera, cuando el individuo tiene
inferencias como:
Empírica. Se verifica la realidad, que sucede lo enunciado o que en los hechos las
cosas no ocurren o no son así. Así, las preguntas que puede generar el terapeuta serían en
ese sentido: “¿Qué relación existe entre el sentido que tiene toda tu vida con el que tu
pareja no te ame?, ¿se puede comprobar que la falta de amor de una persona le quite el
sentido a tu vida?”.
Pragmática. Se comprueba si la ley o el pensamiento (creencia) sostenido sirve o es
útil para encarar las situaciones o resolverlas de manera satisfactoria o si, por el contrario,
es inútil o incluso contraproducente, y causante del trastorno o“empeoramiento”. Aquí
cabe preguntarse sobre las consecuencias de esta creencia o forma de pensar. La interven-
ción terapéutica estaría en el sentido: “Me doy cuenta de que al creer que tu vida no tiene
sentido por la falta de amor estás deprimido y esto te afecta en otros ámbitos de tu vida;
sería maravilloso que ella te amara, pero no lo hace y eso es triste y difícil; sin embargo,
no tiene que ver con toda tu existencia, tienes otras cosas que hacer, otros ámbitos por
explorar ¿esto no te ayudaría a estar menos triste?”.
Una nueva creencia: encontrar una opción que reúna los requisitos anteriores (todos,
pero en especial el tercero, que motiva el cambio). El terapeuta puede sugerir lo siguiente:
-“¿Qué necesitarías pensar acerca de la falta de amor de tu pareja que te permita dis-
frutar los otros aspectos de tu vida?”
Una técnica alternativa a la discusión de las creencias irracionales para pacientes que rela-
tivizan su lenguaje y dificultan la discusión es enseñar afirmaciones dialécticas o filosóficas
racionales que se pueden emplear en lugar de las creencias irracionales que la persona en
cuestión usa con frecuencia, como: “Nada es terrible, aunque muchas cosas pueden ser in-
convenientes o molestas”, “Nunca necesito lo que deseo”, “Puedo perfectamente soportar
cosas que me molestan o no me gustan” o “Puedo calificar mis actos o el de otras personas,
pero es imposible e indebido clasificarme a mí o a otros”.
Biblioterapia
Se refiere a la recomendación de material escrito relacionado ya sea con la TREC o con
la propia problemática que presenta el cliente. Dicha técnica tiene como objetivo gene-
rar una mayor conciencia y conocimiento tanto del proceso terapéutico que lo ayudará
a generar un adecuado entendimiento y facilitará el compromiso con la terapia, como el
padecimiento por el que acude a terapia.
Implica idear con gran viveza un acontecimiento activador que hace sentir a la persona de
forma alterada, ya sea con ansiedad, pánico, depresión o rabia, y trocar ese sentimiento
por otro negativo, pero más apropiado, como pesar, decepción, frustración, etcétera.
Proyección en el tiempo
Se usa para conseguir una reestructuración cognitiva, al apreciar que no es tan “terrible”
que ocurra algún hecho temido; ver que las consecuencias de un hecho no son tan malas
como se espera; aceptar lo peor que pudiera pasar, para cambiar lo que se pueda modificar.
La terapia desde el enfoque cognitivo-conductual 61
B) TÉCNICAS CONDUCTUALES
Implosión
Tareas in vivo; permanecer en una situación desagradable. Cambios más rápidos y drás-
ticos que la desensibilización gradual (acercamiento paulatino al problema a través de
ejercicios graduados de menor a mayor grado de disconformidad utilizado en fobias, por
ejemplo). Tiene algunos riesgos para ciertos clientes o problemas.
Empleo de refuerzos o premios por realizar una conducta deseada, o penalizaciones por
no tener conductas esperadas o recaer en conductas inapropiadas. Contratos conductua-
les para comprometerse en un cambio de conducta, con las consecuencias de refuerzos o
penalizaciones si se lleva a cabo o no.
C) TÉCNICAS EMOTIVAS
Aceptación incondicional
No sólo la aceptación incondicional por parte del terapeuta hacia el cliente, sino que el
paciente aprenda a aceptarse a pesar de sus errores y defectos. Que no se juzguen como
personas sino por sus hechos.
Métodos humorísticos
Uso de canciones humorísticas o tomar con humor las cosas negativas por las que pasa-
mos. Desdramatizar las situaciones cotidianas por medio de la exageración.
Siendo coherente con la aceptación positiva incondicional; en todo caso, la burla o
el sarcasmo se dirigen a la situación y nunca a la persona, teniendo la precaución siempre
que aunque se tengan las mejores intenciones, a veces el cliente puede malinterpretar
dicha intervención y sentirse ofendido. Otro punto a considerar en este apartado es el
estilo propio del terapeuta y su conocimiento, ya que su personalidad puede no favorecer
esta técnica.
Argumentaciones fuertes y dramáticas entre el “sí mismo” irracional y el “sí mismo” ra-
cional, para darse cuenta de las polaridades, pues las personas suelen tener pensamientos
totalmente contrarios ante un mismo evento.
62 Terapia en contexto. Una aproximación al ejercicio psicoterapéutico
Ejercicios ideados para sentir lo que de manera habitual se llama vergüenza, aunque in-
ofensivos, propician acostumbrarse a esa situación y dejar de juzgarse a sí mismo.
Asimismo, hacerlo sólo sobre los actos del paciente: llevar ropa estrafalaria, cantar las
estaciones de metro, leer el periódico al revés, pedir en la calle, presentarse como enfermo
mental, etc. Estos ejercicios van enfocados a la idea que el sujeto pude tener acerca de
ser perfecto, lo cual suele generar consecuencias negativas por no serlo; por lo tanto, esta
técnica lleva al paciente (a modo de paradoja) a lo que quiere evitar para darse cuenta
que puede soportarlo.
Alejandro solicita ayuda para retomar su control sobre el alcohol, pues le asusta no
recordar lo que sucede cuando ha bebido y lastimar sus relaciones familiares. Al
ser entrevistado se le hizo notar, mediante diálogo socrático, lo siguiente y se
identificaron los siguientes pensamientos.
− Antes, cuando no tenía problemas con su control, consumir alcohol era divertido y
relajado, ahora que no tiene control no es divertido consumirlo, más bien resulta
amargo, pues se la pasa rumiando acerca de sus dificultades; se comporta grosero y
después no recuerda lo dicho y hecho.
− Antes, cuando él y su esposa no eran copropietarios de la tienda no discutían tanto
y tenían más tiempo para el esparcimiento; ahora discuten con frecuencia sin que
las cosas se arreglen como quiere y pasan menos tiempo disfrutando.
− Él y su esposa disfrutan algunos momentos de armonía y se relacionan de modo
satisfactorio cuando no están discutiendo por los asuntos del negocio familiar.
− Considera que su esposa debería apoyarlo en sus decisiones sobre el manejo de la
tienda. Que cuando ella no lo hace, demuestra no valorarlo ni respetarlo como
persona y parece no quererlo.
− Piensa que su esposa no lo valora y no lo quiere bien, pues él es “poca cosa”.
− Discurre que no debería permitir que ella actúe como lo hace; dado que no logra
impedirlo, se percibe débil y reprobable por ello.
64 Terapia en contexto. Una aproximación al ejercicio psicoterapéutico
− Cavila que sus dificultades y presión en la que vive son horribles e insoportables.
− Cree que el alcohol lo relaja y ayuda a soportar su vida; no puede resistirse a consu-
mirlo, aunque le trae problemas indeseados.
− Tiene miedo de perder a su esposa y por ello no le exige de manera directa y con
mayor vigor cuando está sobrio el acatamiento y respeto que desea.
− Siente culpa y vergüenza por no conseguir el respeto de ella; al darse cuenta, se
deprime.
No podría reponerse si la perdiese por externar (estando sobrio) de forma directa y/o
vigorosa su insatisfacción con su reacción durante disputas.
− Las relaciones B-C insanas (ella no debería portarse como lo hace; él no la controla
como debería; no debería permitirle ese trato; se muestra sin carácter ni valor; la
situación es horrible e insoportable; sólo con alcohol la puede tolerar; no se repon-
dría si la perdiera. Se siente furioso, devaluado y deprimido)
La terapia desde el enfoque cognitivo-conductual 65
− Las opciones sanas (piensa que aunque ella se porta de manera que le disgusta,
podría aceptarlo como la manera de ser de su compañera; ella carece de buenas
maneras para discutir y señalar los errores de él; aunque es deseable, él no está
obligado a controlarla siempre; podría permitir ese trato sin autodevaluarse si se lo
propone, y si lo decidiera e hiciera mostraría una virtuosa tolerancia; la situación
no es la mejor, pero sí manejable; no necesita alcohol y su amarga rumiación a solas
para manejarlo; si eventualmente la perdiera, se recuperaría después de un tiempo.
Sólo está enojado, frustrado y triste de manera eventual, después podría disfrutar
de los buenos momentos de la relación y de la vida en general).
Se debatieron las ventajas y desventajas prácticas de sus formas de pensar racional e
irracional, la coherencia lógica de dichas ideas y el grado en que son verdaderas.
En consecuencia, se alentó a Alejandro a elegir el tipo de creencias que le convenía
sostener de modo vigoroso y ensayarlas de manera rutinaria y constante.
Después se asignaron tareas para consolidar la reestructuración cognitiva lograda (rea-
lizar actividades sanas para reducir sus disgustos y disputas, como cambio de estí-
mulo, hacer gimnasia, tomar pausas en la rutina laboral para descansar y recrear-
se, consumir alcohol de forma moderada en situaciones agradables y acompañado
como antes, con su esposa o sin ella).
Después de ocho sesiones, Alejandro reportó que su vida había cambiado, empezaba
a beber de modo razonable y por ende no era grosero y recordaba todo lo ocurrido.
Sus citas fueron cada dos semanas. Por último, se le instruyó sobre la conceptuali-
zación y el manejo apropiado de las potenciales recaídas. Después de cinco meses
más se le dio de alta. Seis meses después no mostró recaídas.
Resultados
Al observar el comportamiento de las puntuaciones de cada uno de los sujetos, se notó
que la mitad de ellos redujo en más de 15 puntos su post cuestionario de Abandono, dis-
minuyendo de modo significativo el nivel de severidad de sus esquemas.
En el total de los casos se observó un debilitamiento de los EMT; además, los resulta-
dos más notorios se encontraron cuando el nivel inicial de severidad del esquema era alto.
Al comparar los resultados obtenidos en las entrevistas con los sujetos participantes y
con los familiares o allegados a éstos antes y después de la intervención, se aprecian claras
diferencias en los sentimientos, pensamientos y conductas descritas como propias del
EMT de abandono-rechazo.
La IGF demostró efectividad, pues se observaron reducciones en la presencia de EMT
de abandono tanto de forma individual como grupal. En general, el trabajo terapéutico
permitió que los sujetos reorganizaran o reestructuraran positivamente la figura de sus
padres naturales, restringiendo por consecuencia los efectos de los mencionados EMT e
influyendo también en el grado de satisfacción de los sujetos, como lo indican sus autoe-
valuaciones.
68 Terapia en contexto. Una aproximación al ejercicio psicoterapéutico
reparentalización (Vanega & Castillo, 2009). Golden (2003) utiliza una técnica similar
a la cual le llama ejercicios con un video imaginario, para identificar las necesidades que
subyacen a los episodios iracundos.
En el caso de los niños iracundos, se inició con ejercicios de imaginería de lugares y
situaciones neutrales, esto con la finalidad de familiarizarlos con la técnica. Después se in-
corporaron situaciones que implicaban toma de decisiones o escenarios que les generaban
enojo. De manera sucesiva se realizaron ejercicios que implicaban situaciones más com-
plejas. Así, mediante la imaginería, los sujetos se aproximaron a satisfacer las necesidades
que percibían como insatisfechas y a encontrar formas más saludables de vivir su enojo.
En la tabla 3-2 se expresan algunas declaraciones de uno de los sujetos, de sus padres y
maestro antes y después de la intervención.
Al final de la intervención terapéutica se realizaron nuevas mediciones de las variables
antes mencionadas, el análisis de los resultados individuales mostró un claro debilita-
miento del rasgo de ira total, que fue variable en cada sujeto. Al mismo tiempo se aprecia
que el control de ira total se vio fortalecido, lo que permite concluir que la intervención
terapéutica alcanzó los objetivos planteados. En el grupo se realizó un análisis de dife-
rencias a través de la prueba de los rangos con signos, T de Wilcoxon, el cual arrojó que
existen diferencias significativas en las mediciones previas y posteriores a la intervención
terapéutica.
Los resultados mostraron que en el rasgo de ira total, la puntuación antes de
la intervención (M = 86.44; DE = 6.69) fue mayor a la puntuación posterior
(M = 47.33; DE = 12.15) (Z = -2.33; p = .008). Para el caso de la variable control
ira total, la puntuación antes de la intervención (M = 22.33; DE = 6.91) es menor de
la encontrada después (M = 52.33; DE = 14.36) (Z= -2.33; p = .008). M = media,
DE = desviación estándar, Z = calificación, p = probabilidad.
DISCUSIÓN
La presente propuesta aportó resultados que coinciden con las afirmaciones de diversos
teóricos como González-Prendes y Hernández (2009), Beck y Fernandez (1998), De-
ffenbacher (1995), Ellis (2007), y DiGiusepe y Tafrate (2007), quienes sugieren que los
enfoques cognitivo conductuales han aportado de manera reiterada resultados eficaces en
el manejo del enojo.
El tratamiento aquí propuesto demostró su eficacia para contribuir con el objetivo de
debilitar las variables asociadas con el enojo disfuncional. Si bien los indicadores vincula-
dos con el ajuste social y familiar fueron los más debilitados, los factores físicos también
se vieron atendidos, ejemplo de ello fue el sujeto 9, quien con frecuencia presentaba vó-
mitos, dolor de estómago y náuseas en la etapa previa a la intervención, lo cual disminuyó
de forma considerable en la etapa final del estudio.
Coincidiendo con la propuesta de Golden (2003) se logró intervenir en lo que se con-
sidera la raíz del problema: las necesidades que los sujetos percibían como insatisfechas, y
no sobre los síntomas visibles, descritos con anterioridad. Uno de los ejes fundamentales
de la intervención fue generar la percepción en el niño de que puede tener el control so-
bre las situaciones que enfrenta. Esto se logró enseñándoles a identificar los disparadores
más frecuentes del enojo y la secuencia de necesidades encubiertas y provocaciones en
Tabla 3-1. Cuadro de conceptualización de caso utilizado con el sujeto 1
70
Lugares 1. En casa y escuela (más en Atribuciones 1. Deseos de tener aten- Atribuciones 1. Deseos de tener más
frecuentes casa) ción exclusiva atención
2. Celos fraternos 2. Necesidad de ser la
primera
3. Se entristece si percibe
que otros tienen privile-
gios
Áreas que 1. Familia (“Me regañan mu- Áreas que 1. En la familia (“Es difícil Áreas que 1. Social (los compañeros
impacta cho cuando me enojo”) impacta que conviva o com- impacta no la aceptan, la dejan
2. Escuela (“Mis compañeros parta un momento con comiendo sola)
no aceptan que les diga lo los hermanos, siempre 4. Académico (pierde
que pienso”) está enojada por algo”) tiempo increpando al
3. Deportes (“Me enojo y ya no 3. En la escuela (la han maestro, se atrasa en
puedo jugar bien al básquet reportado por llevarse tarea)
cuando el árbitro no es mal con compañeros) 5. Personal (se muestra
justo”) triste y frustrada de
forma notoria)
6. Escolar (tiene adver-
tencia de ser sanciona-
da si no hay cambios en
La terapia desde el enfoque cognitivo-conductual
su conducta)
71
Tabla 3-1. Cuadro de conceptualización de caso utilizado con el sujeto 1 (continuación)
72
Declaraciones de maestro
“No acepta críticas de compa- “Ha logrado convivir mejor
ñeros, desea que amonesten a con sus compañeros, a
los otros antes que a ella, cree veces sigue pidiendo ser la
que todos somos injustos” primera, pero no pide que
castiguen a otros. Creo que
ya no se concentra tanto en
las injusticias”
La terapia desde el enfoque cognitivo-conductual 75
diferentes escenarios y momentos, así como al usar estrategias alternas, adecuadas a cada
situación, lo que facilitó el control de la ira.
El trabajo con imágenes cumplió con diversas funciones. En la etapa de diagnóstico
permitió que los individuos identificaran sus necesidades subyacentes a los episodios ira-
cundos, así como los disparadores, el impacto que tenía la ira en sus vidas, etc. Durante
la etapa de intervención facilitó el ataque a los pensamientos, sentimientos y conductas
que la persona acostumbraba experimentar y permitió el ensayo de nuevas alternativas.
Así, en imágenes, los sujetos trabajaron y se movilizaron enfrentando situaciones reales
e hipotéticas; es decir, encontraron mejores estrategias para las dificultades que enfren-
taban y las generalizaron a otras posibles situaciones hipotéticas, lo cual contribuyó a la
prevención de recaídas.
Después del entrenamiento inicial en este tipo de ejercicios, el rol del terapeuta fue
mínimo, lo cual podría considerarse una importante ventaja, pues esta intervención apun-
tó a que los propios individuos aprendieran a controlar su enojo por sí solos, y así pudie-
ran generalizar esta habilidad a otras emociones y ámbitos. Con la imaginería, se logró
intervenir en un fenómeno que es frecuente y causa mucho daño a corto y largo plazos.
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