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Bruno Longoni - Claves Policiales y Superación Del Determinismo en Los Suicidas de Antonio Di Benedetto
Bruno Longoni - Claves Policiales y Superación Del Determinismo en Los Suicidas de Antonio Di Benedetto
Bruno Longoni
I
Tenía 33 años.
El cuarto viernes del mes próximo yo tendré la misma edad. (p. 363)
Fiel al estilo Di Benedetto, el comienzo de Los suicidas sobresale por su laconismo pleno
de insinuaciones, por una actitud que Roa Bastos define como “austeridad verbal y
reflexión sobre sus mismas condiciones de posibilidad” (en Néspolo, 2003, p.150),
comparable tan solo a la sugestiva parquedad de Rulfo. El citado íncipit opera entonces
como un silogismo trunco cuya conclusión, al dejar implícita una relación causal entre el
suicidio del padre y el inminente cumpleaños del hijo, corre por cuenta del lector. Los
números también pesan: treinta y tres es la edad del cordero enviado por Dios al sacrificio
de la cruz. Tres escuetas frases son suficientes para predisponer al lector: “una de las
maneras de leer Los suicidas es la del peso del pasado, el imperativo del suicidio por
‘obediencia retrospectiva’ del protagonista ante un padre suicida.” (Premat, 2016, p.10)
Diseñado como un policial de corte existencialista, Los suicidas va regando falsos
indicios a medida que la pesquisa se cierra sobre sí misma: desterrado el maniqueísmo
primigenio del género (en el suicida, víctima y victimario coinciden), el narrador
innominado cuyas eclécticas indagaciones filosóficas, zoológicas, estadísticas e históricas
no descartan siquiera a los animales ni a los niños (el lustrador de zapatos y los alumnos
de Julia), se vuelve todo un hermeneuta del suicidio, como si la intransigencia de la
voluntad no pudiera manifestarse más que como una violenta imposición del orden
simbólico sobre lo real: “Los demás nos dejan vivir, pero mandan cómo.”, p.375),
II
LA PESQUISA
Ninguno de los tres casos se resuelve en el sentido tradicional pues, como revela el jefe
sobre el final, “lo que yo le he pedido es otra cosa: el misterio de los que se matan.”
(p.464) Resolver ese misterio, refuta el narrador, implicaría revivir a los suicidas. Hay,
no obstante, un común denominador en la serie investigada: el suicidio concebido como
sacrificio, como muerte vicaria que toma una vida para salvar otra.
III
IV
DISTOPÍAS Y UTOPÍAS
Como en todo buen policial, entonces, el foco está puesto en una interpretación
acertada de los signos: si Marcela falla en reconocer el sentido de su sueño (“significaba,
claramente, la salvación del miedo”, p.485; con toda la ambigüedad implícita en la
conjunción “del”), allí radica la fuerza exegética del narrador; sus permanentes alusiones
a un sueño que lo halla siempre desnudo sirven como prolepsis narrativa: “es porque
Marcela llega a consumar el pacto suicida que el personaje narrador es liberado de la
muerte y entregado a la vida como un niño recién nacido: el equilibrio entre la vida y la
muerte se mantiene.” (Néspolo, 2003, p.149). Recién al final comprendemos el
verdadero sentido del sacrificio y de la muerte vicaria:
Completamente desnudo.
- CEREZO, Iván Martín (2006). Poética del relato policíaco: de Edgar Allan Poe a
Raymond Chandler, Murcia, Editum.
http://www.uv.mx/dlh/files/2016/04/Estrella-Ortega-anteproyecto.pdf