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INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA
HISPANOAMERICANA
TEXTO GUÍA
PROF. BERNAT GARÍ
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
Presentación de la asignatura
Objetivos
- Comprensión lectora.
- Capacidad de síntesis, análisis e interpretación.
- Capacidad de articulación de un discurso crítico, fino y riguroso.
- Diestro manejo de divergentes fuentes y materiales de índole académica y
literaria.
- Consolidación de una perspectiva crítica, madura y creativa, que aliente el
trabajo multidisciplinar con los materiales ofrecidos.
- Desarrollo de la creatividad erudita.
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Ejes temáticos:
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TEXTO 6: “Sonríe tanto que tiene en la cara más arrugas que el mapamundi
tras la ampliación de las Indias” (William Shakespeare, Noche de Reyes, III, 2).
TEXTO 8: “Esta súbita dilatación de los espacios del mundo exterior tiene,
como natural consecuencia, una conmutación igualmente violenta en los recintos del
alma. Cada cual, sin sospecharlo, se ve obligado a pensar, calcular y vivir en otras
dimensiones. (…) De la noche a la mañana, todo lo cierto se ha trocado en dudoso”
(Stefan Zweig, Erasmo, pp. 35-37).
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TEXTO 12: “los que llamamos turcos son en gran parte semicristianos, y quizá
más próximos al verdadero cristianismo que la mayoría de nosotros” (Erasmo,
Querella pacis, 1517).
TEXTO 13: “en todo el mundo junto no hay tantas discordias ni tan cruel
guerra como en aquel rinconcillo que ellos [los cristianos] ocupan” (Alfonso de
Valdés, Diálogo de Mercurio y Carón, 1519).
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Yo hablé a mi vez largo tiempo con uno de ellos, pero tuve un intérprete tan
torpe o inhábil para entenderme, que fue poquísimo el placer que recibí. Preguntándole
qué ventajas alcanzaba de la superioridad de que se hallaba investido entre los suyos,
pues era entre ellos capitán, nuestros marinos le llamaban rey, díjome que la de ir a la
cabeza en la guerra. Interrogado sobre el número de hombres que le seguían, mostrome
un lugar para significarme que tantos como podía contener el sitio que señalaba (cuatro
o cinco mil). Habiéndole dicho si fuera de la guerra duraba aún su autoridad, contestó
que gozaba del privilegio, al visitar los pueblos que dependían de su mando, de que lo
abriesen senderos al través de las malezas y arbustos, por donde pudiera pasar a gusto.
Todo lo dicho en nada se asemeja a la insensatez ni a la barbarie. Lo que hay es que
estas gentes no gastan calzones ni coletos.” (Montaigne, “De los caníbales”, Ensayos,
I, xxxi).
TEXTO 17: “Nuestra mentalidad, a la vez que tan arraigada a nuestras tierras,
como ya lo he dicho, es naturalmente internacionalista” (Alfonso Reyes, Notas sobre la
inteligencia americana). Asimismo en Posición de América (1942) apunta: “el
desarrollo de una auténtica cultura americana, que ha de ser una cultura de síntesis,
donde se han de unir el saber hindú de salvación por el control psíquico y corporal; el
saber culto de Grecia y China, y el conocimiento científico de la tradición occidental.
Este equilibrio es el que “garantiza la lealtad a la tierra y el cielo. Tal es mi conciencia
de América”.
TEXTO 18: “nacer o vivir en América significa estar marcado por un segundo
pecado original. Este pecado, que se manifiesta en ese sentimiento de ruptura con la
tradición, viene dado por el hecho capital americano: la expulsión de una tierra
espiritualizada a otra sin espíritu; es decir, la expulsión de un cierto paraíso –que es el
paraíso europeo-, produce un sentimiento de culpa, que es estar bajo un segundo pecado
capital, arrojados a una tierra, la tierra americana, donde se echa de menos la
espiritualidad propia del viejo mundo, del paraíso perdido.” (Héctor A. Murea, El
pecado original de América).
TEXTO 19: “Que estos dos mandamientos [Valdés reduce los madamientos a
dos: “amar a Dios” y “amar al prójimo”] tan conexos y unidos, que es imposible que se
guarda el uno sin el otro, porque el que ama a Dios conoce que la voluntad de Dios es
que ame a su prójimo, y ni más ni menos cumple toda la ley de Dios.” (Juan de
Valdés, Diálogo de la doctrina cristiana).
TEXTO 20: “En el Norte porque los sajones buscan la realización de un mundo
imposible en Europa, y en el Sur porque los íberos buscan incorporarse a la Historia y al
espíritu que había hecho posible el mundo moderno, dando un salto histórico que les
hace sentirse alejados de ella. Por ello Hispanoamérica no trata de crear un mundo, sino
de reproducir el antiguo. En este intento nuevo surge la comparación con Europa, y de
dicha comparación la decepción y la sensación de desarraigo que ya había visto Murena
en su libro sobre El pecado original de América […] Así la conciencia del destierro
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TEXTO 23: “Nuestros destinos están ligados ante los mismos enemigos
internos y externos, ante iguales contingencias. Víctimas podemos ser de un mismo
adversario. De ahí que la historia de nuestra América haya de ser estudiada como una
gran unidad, como la de un conjunto de células inseparables unas de otras, para acabar
de entender realmente lo que somos, quiénes somos, y qué papel es el que habremos de
desempeñar en la realidad que nos circunda y dé un sentido a nuestros destinos” (Alejo
Carpentier, Conciencia e identidad de América).
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TEXTO 25: “De aquí, que Puerto Rico haya tenido una vida histórica ficticia,
sin que nunca su conducta y sus reacciones surgieran del fondo de su conciencia
colectiva (Antonio S. Pedreira, Insularismo).
TEXTO 30: “Que nada se sabe. Ni siquiera sé esto: que no sé nada. Sospecho,
sin embargo, que ni yo ni los otros. Sea mi estandarte esta proposición, que aparece
como la que debe seguirse: nada se sabe. / Si supiera probarla, concluiré con razón que
nada se sabe; si no supiera, tanto mejor, pues esto era lo que afirmaba. Dirás que en
caso de que sepa probar, se seguirá lo contrario, porque entonces sabré algo. Mas yo
he llegado a la conclusión contraria antes que tú arguyeras. Ya empiezo a embrollar el
asunto; de esto mismo se sigue sin más que nada se sabe. / Tal vez no has entendido y
me llamas ignorante o enredador. Has dicho una verdad. Pero yo mejor que tú, porque
tú no te has enterado. Por lo tanto, somos ignorantes los dos. Luego, sin saberlo, ya has
concluido lo que buscaba. Si entendiste la ambigüedad de la consecuencia, habrás visto
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claramente que nada se sabe. / Pero, si no, piensa, distingue y resuélveme la dificultad.
Aguza el ingenio. Continúo” (Francisco Sánchez, Que nada se sabe).
TEXTO 31: “La meditación que hice ayer me ha llenado el espíritu de tantas
dudas, que ya no me es posible resolverlas; y, como si de pronto hubiese caído en unas
aguas profundísimas, quédome tan sorprendido, que ni puedo afirmar los pies en el
fondo ni nadar para mantenerme sobre la superficie. Haré un esfuerzo, sin embargo, y
seguiré por el mismo camino que ayer emprendí, alejándome de todo aquello en que
peda imaginar la menor duda, como si supiese que es absolutamente falso, y continuaré
siempre por ese camino, hasta que encuentre algo que sea cierto, o por lo menos, si otra
cosa no puedo, hasta que haya averiguado con certeza que nada hay cierto en el
mundo. Arquímedes, para levantar la Tierra y transportarla a otro lugar, pedía
solamente un punto de apoyo firme e inmóvil; también tendré yo derecho a concebir
grandes esperanzas si tengo la fortuna de hallar sólo una cosa que sea cierta e
indudable” (Descartes, Meditaciones metafísicas, II).
TEXTO 33: “…la nueva filosofía lo pone todo en duda, / el elemento fuego se
extingue completamente; / el Sol se pierde, así como la Tierra, y no hay inteligencia
humana / capaz de indicar dónde buscarlo. / Y los hombres confiesan abiertamente que
este mundo se ha consumido / cuando en los Planetas y el Firmamento / buscan tantas
novedades; y entonces ven que todo / se ha reducido de nuevo a sus Átomos. / Todo se
halla reducido a sus partes componentes, perdida toda coherencia; / así como todas las
reservas y toda Relación.” (John Donne, Anatomía del mundo, 1611)
TEXTO 34: “acá cada uno procura de saber sangrar y herrar y otros muchos
oficios que en España no se tendrían por honrados de los aprender, aunque por otra
parte tienen presunción y fantasía” (Motolinía, Historia de los indios de la Nueva
España, I, 8).
TEXTO 35: “en ella hay muchos puertos en la costa de la mar, sin comparación
de otros que yo sepa en cristianos, y hartos ríos y buenos y grandes que es maravilla; las
tierras de ella son altas, y en ella muy muchas sierras y montañas altísimas, sin
comparación de la isla de Tenerife, todas hermosísimas, de mil hechuras, y todas
andables y llenas de árboles de mil maneras y altas, y parece que llegan al cielo; y tengo
por dicho que jamás pierden la hoja, según lo puedo comprender, que los vi tan verdes y
tan hermosos como son por mayo en España; y de ellos estaban floridos, de ellos con
fruto, y de ellos en otro término, según es su calidad. Y cantaba el ruiseñor y otros
pajaricos de mil maneras en el mes de noviembre por allí donde yo andaba. Hay palmas
de seis o de ocho maneras, que es admiración verlas por la diformidad hermosa de ellas,
mas así como los otros árboles y frutos y hierbas. En ella hay pinares a maravilla, y hay
campiñas grandísimas, y hay miel y de muchas maneras de aves y frutas muy diversas.
En las tierras hay muchas minas de metales y hay gente "instimabile numero" (Cristóbal
Colón, “Carta a Luis de Santángel”, 13 de febrero de 1493).
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TEXTO 36: “La gente de esta isla y de todas las otras que he hallado y habido
ni haya habido noticia, andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres
los paren, aunque algunas mujeres se cobijan un solo lugar con una hoja de hierba o una
cosa de algodón que para ello hacen. Ellos no tienen hierro ni acero ni armas, ni son
para ello; no porque no sea gente bien dispuesta y de hermosa estatura, salvo que son
muy temerosos a maravilla. No tienen otras armas salvo las armas de las cañas cuando
están con la simiente, a la cual ponen al cabo un palillo agudo, y no osan usar de
aquéllas, que muchas veces me ha acaecido enviar a tierra dos o tres hombres a alguna
villa para haber habla, y salir a ellos de ellos sin número, y después que los veían llegar
huían a no aguardar padre a hijo. Y esto no porque a ninguno se haya hecho mal, antes a
todo cabo adonde yo haya estado y podido haber habla, les he dado de todo lo que tenía,
así paño como otras cosas muchas, sin recibir por ello cosa alguna, más son así
temerosos sin remedio. Verdad es que, después que aseguran y pierden este miedo, ellos
son tanto sin engaño y tan liberales de lo que tienen, que no lo creería si no el que lo
viese. Ellos de cosa que tengan, pidiéndosela, jamás dicen que no, antes convidan la
persona con ello, y muestran tanto amor que darían los corazones, y quier sea cosa de
valor, quier sea de poco precio, luego por cualquier cosica de cualquier manera que sea
que se les dé por ello sean contentos. Yo defendí que no se les diesen cosas tan viles
como pedazos de escudillas rotas y pedazos de vidrio roto y cabos de agujetas; aunque
cuando ellos esto podían llegar, los parecía haber la mejor joya del mundo” (Cristóbal
Colón, “Carta a Luis de Santángel”, 13 de febrero de 1493).
TEXTO 37: “Así que de monstruos no he hallado ni noticia, salvo de una isla
que es Caribe, la segunda a la entrada de las Indias, que es poblada de una gente que
tienen en todas las islas por muy feroces, los cuales comen carne humana. Estos tienen
muchas canoas, con las cuales recorren todas las islas de India, roban y toman cuanto
pueden. Ellos no son más disformes que los otros, salvo que tienen en costumbre de
traer los cabellos largos como mujeres, y usan arcos y flechas de las mismas armas de
cañas con un palillo al cabo por defecto de fierro que no tienen. Son feroces entre estos
otros pueblos que son en demasiado grado cobardes, mas yo no los tengo en nada más
que a los otros. Estos son aquellos que tratan con las mujeres de Matinino, que es la
primera isla partiendo de España para las Indias que se halla, en la cual no hay hombre
ninguno. Ellas no usan ejercicio femenil, salvo arcos y flechas, como los sobredichos de
cañas, y se arman y cobijan con láminas de alambre, del que tienen mucho” (Cristóbal
Colón, “Carta a Luis de Santángel”, 13 de febrero de 1493).
TEXTO 38: “Después que yo, por voluntad divina, las hube puestas debajo de
su real y alto señorío y en filo para haber grandísima renta, de improviso, esperando
navíos para venir a su alto conspecto con victoria y grandes nuevas del oro, muy seguro
y alegre, fui preso y echado con dos hermanos en un navío, cargado de hierros, desnudo
en cuerpo, con muy mal tratamiento, sin ser llamado ni vencido por justicia.
¿Quién creer que un pobre extranjero se hubiese de alzar en tal lugar contra
Vuestras Altezas sin causa ni sin brazo de otro Príncipe y estando solo entre sus vasallos
y naturales teniendo todos mis hijos en su Real Corte? Yo vine a servir de veintiocho
años, y ahora no tengo cabello en mi persona que no sea cano y el cuerpo enfermo y
gastado cuanto me quedó de aquéllos, y me fue tomado y vendido y a mis hermanos
hasta el sayo, sin ser oído ni visto, con gran deshonor mío.
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Yo estoy tan perdido como dije. Yo he llorado hasta aquí a otros. Haya
misericordia ahora el cielo y llore por mí la tierra. En el temporal no tengo solamente
una blanca para la oferta; en el espiritual he parado aquí en las Indias de la forma que
está dicho: aislado en esta pena, enfermo, aguardando cada día por la muerte y cercado
de un cuento de salvajes y llenos de crueldad y enemigos nuestros, y tan apartado de los
Santos Sacramentos de la Santa Iglesia, que se olvidará de esta ánima si se aparta acá
del cuerpo. Llore por mí quien tiene caridad, verdad y justicia.
Yo no vine a este viaje a navegar por ganar honra ni hacienda: esto es cierto,
porque estaba ya la esperanza de todo en ello muerta. Yo vine a Vuestras Altezas con
sana intención y buen celo, y no miento. Suplico humildemente a Vuestras Altezas que,
si a Dios place de me sacar de aquí, que hayan por bien mi ida a Roma y otras romerías"
(Cristóbal Colón, “Carta de Jamaica”, 1503).
TEXTO 39: “Todas estas universas e infinitas gentes a todo género crió Dios
los más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas y fidelísimas a sus señores
naturales e a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e
quietas, sin rencillas ni bullicios, no rijosos, no querulosos, sin rencores, sin odios, sin
desear venganzas, que hay en el mundo. Son asimismo las gentes más delicadas, flacas
y tiernas en complisión e que menos pueden sufrir trabajos y que más fácilmente
mueren de cualquiera enfermedad, que ni hijos de príncipes e señores entre nosotros,
criados en regalos e delicada vida, no son más delicados que ellos, aunque sean de los
que entre ellos son de linaje de labradores.
Son también gentes paupérrimas y que menos poseen ni quieren poseer de
bienes temporales; e por esto no soberbias, no ambiciosas, no codiciosas. Su comida es
tal, que la de los sanctos padres en el desierto no parece haber sido más estrecha ni
menos deleitosa ni pobre. Sus vestidos, comúnmente, son en cueros, cubiertas sus
vergüenzas, e cuando mucho cúbrense con una manta de algodón, que será como vara y
media o dos varas de lienzo en cuadra. Sus camas son encima de una estera, e cuando
mucho, duermen en unas como redes colgadas, que en lengua de la isla Española
llamaban hamacas” (Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de
las indias).
TEXTO 40: “En estas ovejas mansas, y de las calidades susodichas por su
Hacedor y Criador así dotadas, entraron los españoles, desde luego que las conocieron,
como lobos e tigres y leones cruelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no
han hecho de cuarenta años a esta parte, hasta hoy, e hoy en este día lo hacen, sino
despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas por las
extrañas y nuevas e varias e nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas maneras de
crueldad, de las cuales algunas pocas abajo se dirán, en tanto grado, que habiendo en la
isla Española sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no hay hoy de los naturales de
ella docientas personas. La isla de Cuba es cuasi tan luenga como desde Valladolid a
Roma; está hoy cuasi toda despoblada. La isla de Sant Juan e la de Jamaica, islas muy
grandes e muy felices e graciosas, ambas están asoladas. Las islas de los Lucayos, que
están comarcanas a la Española y a Cuba por la parte del Norte, que son más de sesenta
con las que llamaban de Gigantes e otras islas grandes e chicas, e que la peor dellas es
más fértil e graciosa que la huerta del rey de Sevilla, e la más sana tierra del mundo, en
las cuales había más de quinientas mil ánimas, no hay hoy una sola criatura” (Bartolomé
de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las indias).
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TEXTO 41: "[...] y desde que vimos tantas ciudades y valles poblados en el
agua y en la tierra firme y otras grandes poblaciones y aquella calzada tan derecha y por
nivel como iba México, nos quedamos admirados y decíamos que parecía a las cosas de
encantamiento que cuentan en el libro Amadís, por las grandes torres y edificios que
tenían dentro del agua y todos de cal y canto y aun algunos de nuestros soldados decían
que si aquello que veían si era entre sueños y no es de maravillar que yo escriba aquí de
esta manera, porque hay mucho que ponderar en ello. No sé cómo lo cuento, ver cosas
nunca oídas, ni aún soñadas como veíamos” (Bernal Díaz del Castillo, Verdadera
historia de la Conquista de la Nueva España).
TEXTO 42: “Tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de
Salamanca, toda cercada de portales alrededor, donde hay todos los géneros de
mercadurías que en todas las tierras se hallan, así de mantenimiento como de vituallas,
joyas de oro y de plata, de plomo, de latón, de cobre, de estaño, de piedras, de huesos,
de colchas, de caracoles y de plumas; véndese tal piedra labrada y por labrar, adobes,
ladrillos, madera labrada y por labrar de diversas maneras. Hay calle de caza, donde
venden todos los linajes de aves que hay en la tierra, así como gallinas, perdices,
codornices, lavancos, dorales, zarcetas, tórtolas, palomas, pajaritos en cañuela,
papagayos, búharos, águilas, falcones, gavilanes y cernícalos, y de algunas aves destas
de rapiña venden los cueros con su pluma y cabezas y pico y uñas. Venden conejos,
liebres, venados y perros pequeños, que crían para comer, castrados. Hay calles de
herbolarios, donde hay todas las raíces y yerbas medicinales que en la tierra se hallan.
Hay casas como de boticarios, donde se venden las medicinas hechas, así potables como
ungüentos y emplastos. Hay casas como de barberos, donde lavan y rapan las cabezas.
Hay casas donde dan de beber y comer por precio […]. Finalmente, que en los dichos
mercados se venden todas cuantas cosas se hallan en toda la tierra, que demás de las que
he dicho son tantas y de tantas calidades, que por la prolijidad y por no me ocurrir tantas
a la memoria, y aun por no saber poner los nombres, su Majestad, no las expreso
(Hernán Cortés, Cartas de relación).
TEXTO 43: “Si unos hacían sacrificios humanos, los otros quemaban vivos a la
gente que pensaba por su cuenta” (Montaigne, Ensayos).
TEXTO 44:
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TEXTO 47: “En ese caso, Cristóbal, Cristobalillo, tú que te inventaste, durante
el viaje, el nombre de Christophoros, pasador de Cristo, cargador de Cristo, San
Cristóbal, metiéndote, de a bragas, en los textos más insignes e inamovibles de la Fe,
asignándote una misión de Predestinado, de Hombre único y Necesario -una misión
sagrada-, tú, que ofreciste tu empresa al mejor postor, acabando por venderte por un
millón de maravedis; en ese caso, embaucador embaucado, no tendrías más remedio que
izar nuevamente las velas, orzar de regreso, e irte al carajo, con Niña, Pinta, Santa
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María y todo, a morirte de vergüenza a los pies de tu dueña de las Altas Torres. En esta
hora menguada -hora tercia- considera, marino desnortado, pues la misma brújula se te
fue del Norte, que lo peor que pudiese ocurrirte es que te salgan los evangelios al
encuentro. Es cierto que, por voluntad de tu dueña, deprisa te fueron concedidas las
órdenes menores franciscanas y que autorizado estás a usar el sayal sin capucha de los
mendicantes. Pero... ¿qué harás tú, pobre ostiario, mediocre lector, exorcista y acólito
aún improbado, ante un diácono, un obispo que, levantando la mano, te dijera:
"Vuélvete, que estás de más aquí." En esta espera deseo, sí, deseo, que los Evangelios
no hayan viajado como mis carabelas. Es conflicto el Verbo contra el Verbo. Verbo
viajando por el Oriente, que debo madrugar yendo hacia el Poniente. Absurda porfía
que puede matarme en cuerpo y obra. Batalla desigual, pues no llevo los Evangelios a
bordo -ni capellán que, al menos, pudiera narrarlos. ¡Fuego de lombardas y espíngolas
ordenaría yo contra los Evangelios, puestos frente a mí, si me fuese posible hacerlo...!
Pero, no: bajo sus tapas de oro incrustadas de pedrerías, ellos se mofarían de los
disparos. Si la Roma de los Césares no pudo con ellos, menos puede ahora este mísero
marinero que, en alba ansiosamente esperada, aguarda la hora en que la luz del cielo le
revele si fue inútil su empresa o si habrá de levantarse en gloria y perdurabilidad. Si
Mateo y Marcos Y Lucas y Juan me aguardan en la playa cercana, estoy jodido. Dejo,
ante la posteridad, de ser Christo-phoros para regresar a la taberna de Savona. A menos
de que hallara muchas, muchas especias. Rico baile de Doña Canela con Don Clavo del
Clavero. Pero es que aquí dije que reinaba el Gran Khan. Y sus gentes, ya maleadas por
el comercio nuestro, no regalan el pimiento ni el aroma, sino que los hacen pagar a buen
precio, que no es el de las baratijas, compradas a última hora, que traigo, para trueques,
en estas naves. Y en cuanto al oro y las perlas: menos se regalan que el jengibre, tan
bien descrito y comparado, por Juan de Monte Corvino, con una raíz del gladiolo... Mis
españoles dicen y cantan una Salve, a la vez impacientes e inquietos -aunque por otros
motivos que yo- pues ahora termina la aventura de mar y empieza la aventura de
tierra...” (Alejo Carpentier, El arpa y la sombra).
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TEXTO 49: “De plata los delgados cuchillos, los finos tenedores; de plata los
platos donde un árbol de plata labrada en la concavidad de sus platas recogía el jugo de
los asados; de plata los platos fruteros, de tres bandejas redondas, coronadas por una
granada de plata; de plata los jarros de vino amartillados por los trabajadores de la plata;
de plata los platos pescaderos con su pargo de plata hinchado sobre un entrelazamiento
de algas; de plata los saleros, de plata los casca-nueces, de plata los cubiletes, de plata
las cucharillas con adorno de iniciales... Y todo esto se iba llevando quedamente,
acompasadamente, cuidando de que la plata no topara con la plata, hacia las sordas
penumbras de cajas de madera, de huacales en espera, de cofres con fuertes cerrojos,
bajo la vigilancia del Amo que, de bata, sólo hacía sonar la plata, de cuando en cuando,
al orinar magistralmente, con chorro certero, abundoso y percutiente, en una bacinilla de
plata, cuyo fondo se ornaba de un malicioso ojo de plata, pronto cegado por una espuma
que de tanto reflejar la plata acababa por parecer plateada” (Alejo Carpentier, Concierto
barroco).
TEXTO 50: “Pero el cuadro de las grandezas estaba allá, en el salón de los
bailes y recepciones, de los chocolates y atoles de etiqueta, donde historiábase, por obra
de un pintor europeo que de paso hubiese estado en Coyoacán, el máximo
acontecimiento de la historia del país. Allí, un Montezuma entre romano y azteca, algo
César tocado con plumas de quetzal, aparecía sentado en un trono cuyo estilo era mixto
de pontificio y michoacano, bajo un palio levantado por dos partesanas, teniendo a su
lado, de pie, un indeciso Cuauhtémoc con cara de joven Telémaco que tuviese los ojos
un poco almendrados. Delante de él, Hernán Cortés con toca de terciopelo y espada al
cinto —puesta la arrogante bota sobre el primer peldaño del solio imperial—, estaba
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TEXTO 51: “Supo el desalmado Girón que en las haciendas de Yara, a unas
leguas de la costa, hallábase, visitando su diócesis, el buen Fray Juan de las Cabezas
Altamirano, obispo de esta isla que antaño llamábase Fernandina — “porque, cuando la
divisó por vez primera el Gran Almirante Don Cristóbal, reinaba en España un Rey
Fernando que tanto montaba como la Reina, decían las gentes de otros tiempos, acaso
por aquello de que deber de Rey es montar a la Reina, y en esto de líos de alcoba nadie,
en fin de cuentas, sabe quién monta a quién, porque, en eso de que monte el varón o que
el varón sea montado, es asunto que...”—“Prosigue tu historia en línea recta, muchacho
—interrumpe el viajero—, y no te metas en curvas ni transversales; que para sacar una
verdad en limpio menester son muchas pruebas y repruebas” (Alejo Carpentier,
Concierto barroco).
TEXTO 52:
TEXTO 53: “Trata Filomeno de revivir el bullicio de las músicas oídas durante
la fiesta memorable, que acaso duró dos días con sus noches, y cuyos instrumentos
enumeró el poeta Balboa en filarmónico recuento: flautas, zampoñas y “rabeles ciento”
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TEXTO 54:
TEXTO 55: “Este pequeño libro sólo debe verse como una variación (en el
sentido musical del término) sobre un gran tema que sigue siendo, por lo demás,
misteriosísimo tema... Y diga el autor, escudándose con Aristóteles, que no es oficio del
poeta (o digamos, del novelista) «el contar las cosas como sucedieron, sino como
debieron o pudieron haber sucedido»” (Alejo Carpentier, El arpa y la sombra).
TEXTO 56: “El lenguaje simbólico siempre habla de una cosa para decir otra.
Alguien escribe tales historias sobre Gengis Khan, Julio César o Juan el Evangelista y
no tiene por qué decir la «verdad» sobre ellos. Toma sus nombres e inventa una vida
totalmente nueva. O finge una historia para contar otra, oculta crepuscularmente en ella,
como las escrituras superpuestas de los palimpsestos” (Augusto Roa Bastos, Vigilia del
Almirante).
TEXTO 57: “Allí, en ese golfo redondo, es donde yo creo que está situado el
Paraíso Terrenal. En esa ubre divina podrían amamantarse todas las razas del mundo en
la más perfecta armonía, salud y cohabitación. En ese jardín del Edén, inagotable como
la Providencia de Dios Nuestro señor, de Su Santísima Trinidad, Dios, Hijo y Espíritu, y
de nuestra Santa Madre la Iglesia, todos tendrían su nutrición inagotable. Lo tuyo y lo
mío quedarían abolidos, como dijo el santo Rey Alfonso el Sabio. No habría más
guerras, ni pestes, ni locuras colectivas. No existiría la cobdicia humana. El deseo carnal
se saciaría con sólo comer una manzana, invirtiendo así el origen del pecado. La edad
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de los seres humanos habría hallado la fuente de la perpetua juventud. Viviríamos todos
en una Edad de Oro de imposible fin...” (Augusto Roa Bastos, Vigilia del Almirante).
TEXTO 60: “1.º) de que se podía retornar al Paraíso Terrenal, que como
anotaba el Cardenal: «Hay en él una fuente que riega el jardín de las Delicias y que se
divide en cuatro ríos». «2.º) "el Paraíso Terrenal es un lugar agradable situado en
Oriente, muy lejos de nuestro mundo". Colón anotó al margen: "Allende el Trópico de
Capricornio se encuentra la morada más hermosa, pues la parte más alta y noble del
mundo, el Paraíso Terrenal". 3.º) "Supo que en él no podía haber otra decoración que no
fuese de joyas y oro. ¡Por lo tanto se podía saquear, invertir en las empresas genovesas y
comprar la mayoría accionaria! Por último, sí, se podría rescatar el Santo Sepulcro y
reabrir el camino de Oriente en manos de la ferocidad tártara y la "cortina de cimitarras
de hierro". 4.º) Definió un conocimiento esotérico que no podía anotar y que confió a la
memoria»” (Pierre d’Ailly, Imago mundo).
TEXTO 61: “El Gran Señor de los señores, que se llama Kubilai Kan, es de
hermosa talla: ni pequeño ni grande, sino de hechura mediana. Es de carnes bien
puestas; sus miembros están bien proporcionados. Tiene la faz blanca y bermeja como
rosa, los ojos negros y hermosos, la nariz bien hecha y bien le cuadra. Tiene siempre
cuatro mujeres, a las que considera sus legítimas esposas. Y el hijo primogénito que de
estas hubo ha de ser, por derecho, señor del imperio después de la muerte de su padre.
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Dr. Bernat Garí
Se las llama emperatriz y a cada una por su nombre. Y cada una de estas damas tiene
su propia corte, sin que en ninguna haya menos de trescientas doncellas, tiene muchos
criados y escuderos y muchos otros hombres y mujeres; de tal guisa que cada una de
estas damas tiene holgadamente mil personas en su corte. Y cuando quiere yacer con
alguna de ellas la manda acudir a sus aposentos y a veces él va a los suyos” (Marco
Polo, Libro de las maravillas).
TEXTO 62: Difusamente vamos a hablar del Egipto, pues de ello es digno aquel
país, por ser entre todos maravilloso, y por presentar mayor número de monumentos que
otro alguno, superiores al más alto encarecimiento. Tanto por razón de su clima, tan
diferente de los demás, como por su río, cuyas propiedades tanto lo distinguen de
cualquier otro, distan los egipcios enteramente de los demás pueblos en leyes, usos y
costumbres. Allí son las mujeres las que venden, compran y negocian públicamente, y
los hombres hilan, cosen y tejen, impeliendo la trama hacia la parte inferior de la
urdimbre; cuando los demás la dirigen comúnmente a la superior. Allí los hombres
llevan la carga sobre la cabeza, y las mujeres sobre los hombros. Las mujeres orinan en
pie; los hombres se sientan para ello. Para sus necesidades se retiran a sus casas, y salen
de ellas comiendo por las calles, dando por razón que lo indecoroso, por necesario que
sea, debe hacerse a escondidas, y que puede hacerse a las claras cualquier cosa
indiferente. Ninguna mujer se consagra allí por sacerdotisa a dios o diosa alguna: los
hombres son allí los únicos sacerdotes. Los varones no pueden ser obligados a alimentar
a sus padres contra su voluntad; tan solo las hijas están forzosamente sujetas a esta
obligación. En otras naciones dejan crecer su cabello los sacerdotes de los dioses; los de
Egipto lo rapan a navaja. Señal de luto es entre los pueblos cortarse el cabello los más
allegados al difunto, y entre los egipcios, ordinariamente rapados, y lo es el cabello y
barba crecida en el fallecimiento de los suyos. Los demás hombres no acostumbran
comer con los brutos, los egipcios tienen con ellos plato y mesa común. Los demás se
alimentan de pan de trigo y de cebada; los egipcios tuvieran el comer de él por la mayor
afrenta, no usando ellos de otro pan que del de escancia o candeal. Cogen el lodo y aun
el estiércol con sus manos, y amasan la harina con los pies. Los demás hombres dejan
sus partes naturales en su propia disposición, excepto los que aprendieron de los
egipcios a circuncidarse. En Egipto usan los hombres vestidura doble, y sencilla las
mujeres. Los egipcios en las velas de sus naves cosen los anillos y cuerdas por la parte
interior, en contraposición con la práctica de los demás, que los cosen por fuera. Los
griegos escriben y mueven los cálculos en sus cuentas de la siniestra a la derecha, los
egipcios, al contrario, de la derecha a la siniestra, diciendo por esto que los griegos
hacen a zurdas lo que ellos derechamente (Heródoto, Historia).
TEXTO 63: “toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa: el no
saber quedarse tranquilos en una habitación. Un hombre que tiene suficientes medios de
vida, si supiera estar en casa a gusto, no se marcharía para ir al mar o sentarse en una
plaza” (Blaise Pascal, Pensamientos, n.159).
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primitivos. Los asesinaron, los robaron, los esclavizaron, pero no tomaron ninguna nota
de sus costumbres”.
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sin duda, el propio descubrimiento. Al respecto, los manuales escolares han difundido la
imagen de un Colón omnisciente discutiendo ante una junta salmantina astuta, ignorante
y mal dispuesta. Es difícil saber hoy lo que en aquella reunión se discutió, pero puede
presumirse que muchos de los argumentos esgrimidos contra el Almirante eran
científicamente correctos. No es creíble que se discutiese la posibilidad teórica de llegar
a Oriente partiendo de Occidente: en aquella época ninguna persona medianamente
culta negaba la esfericidad de la Tierra —que había sido medida por Eratóstenes de
Alejandría—. Es probable que hubiera dos clases de objeciones: en primer lugar, algún
teólogo puede haber hablado de la posibilidad de “resbalamiento”, una vez sobrepasado
cierto límite en la navegación; esta era una opinión corriente, pues, como no se tenía
idea de la gravitación hacia el centro, se pensaba que era imposible habitar en regiones
un poco alejadas del centro europeo: San Isidoro no admitía siquiera la existencia de
habitantes en Libia, por la excesiva inclinación del suelo; mucho menos podría creerse
en la posibilidad de dar la vuelta al mundo, por la misma razón que se negaba la
existencia de los antípodas, esos absurdos habitantes con la cabeza para abajo; el propio
Cicerón, ecléctico y escéptico, cree necesario asegurar a su amigo Lúculo que no
desprecia “esa creencia” (Primeras cuestiones académicas, Libro II). El otro género de
objeción que puede haber tenido el Almirante es sensato y atendible: los geodestas
griegos habían calculado valores bastante diferentes para la circunferencia terrestre, y el
que Paolo del Pozzo Toscanelli ofreció a Colón en su mapa estaba basado en los datos
de Posidonio —muy inferiores a los valores reales— y en su exagerado cálculo de la
extensión del viejo continente. En resumen, Colón pensó que la distancia hasta el
Oriente no era superior a 1200 leguas, recorrido que calculaba hacer en cinco semanas.
Por el contrario, muchos eruditos de la época conocían los cálculos de Eratóstenes, que
son casi exactos, y que daban un valor mucho más grande del obtenido por Posidonio.
Estos cálculos demostraban que el viaje era una locura.
A pesar de todo Colón hizo la expedición y el azar quiso que tardara justamente cinco
semanas en llegar al nuevo continente, lo que explica que se afirmara en su idea errónea
de haber llegado a las Indias. Hoy sabemos que Eratóstenes de Alejandría había
calculado con asombrosa precisión y que Colón y sus asesores técnicos estaban
equivocados. Pero con esta clase de equivocaciones es como avanza la humanidad”
(Ernesto Sábato, Uno y el universo).
El otro obstáculo fue, como siempre, el acreditado y siempre aconsejado por los
ancianos sentido común. Esta institución es producto de unos pocos reflejos
condicionados y de una experiencia escasa, lo que no impide que pretenda ser profética,
con resultados invariablemente desastrosos. El modo de operar es así: un anciano ha
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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TEXTO 66:
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TEXTO 4: “Cosa admirable y dolorosa es, aunque harto común, ver a un millón
de millones de hombres servir miserablemente y doblar la cerviz bajo el yugo, sin que
una gran fuerza se lo imponga, y si solo alucinados al parecer por el nombre Uno, cuyo
poder ni debería ser temible por ser de uno solo, ni apreciables sus cualidades por ser
inhumano y cruel” (Étienne de La Boétie, Sobre la servidumbre voluntaria o Contra el
Uno).
TEXTO 5: “Que dos, tres o cuatro personas no se defiendan de uno solo,
extraña cosa es, mas no imposible porque puede faltarles el valor. Pero que ciento o mil
sufran el yugo de Uno solo, ¿no debe atribuirse más bien a desprecio y apatía que a falta
de voluntad y de ánimo? Y si vemos no ciento, ni mil hombres, sino cien naciones, mil
ciudades, un millón de hombres, dejar de acometer a Uno solo y prestarle vasallaje,
mientras que éste los trata peor que infelices esclavos, ¿diremos que sea por debilidad?”
(Étienne de La Boétie, Sobre la servidumbre voluntaria o Contra el Uno).
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TEXTO 7: “Felices los que viven bajo una disciplina que aceptan sin hacer
preguntas, los que obedecen espontáneamente las órdenes de dirigentes, espirituales o
temporales, cuya palabra aceptan sin vacilación como una ley inquebrantable; o los que
han llegado, por métodos propios, a convicciones claras y firmes sobre qué hacer y qué
ser que no admiten duda posible. Solo puedo decir que los que descansan en el lecho de
un dogma tan cómodo son víctimas de una miopía autoprovocada, de anteojeras que
pueden proporcionar satisfacción pero no una comprensión de lo que es ser humano”
(Isaiah Berlín, La persecución del ideal).
TEXTO 11: “Tiene que haber algo en los libros, cosas que no podemos
imaginar para hacer que una mujer permanezca en una casa que arde. Ahí tiene que
haber algo. Uno no se sacrifica por nada” (Ray Bradbury, Fahrenheit 451).
TEXTO 13: “No hay porches. Mi tío dice que antes había porches.
Y la gente se sentaba allí en las noches de verano, y hablaba cuando tenía ganas de
hablar, y se balanceaba en las mecedoras, y no hablaba cuando no tenía ganas de hablar.
A veces se quedaban allí, simplemente, y pensaban cosas. Mi tío dice que los
arquitectos suprimieron los porches con la excusa de que no quedaban bien. Pero la
verdadera razón, la razón oculta, era otra. No querían que la gente se pasase las horas
sin hacer nada, ésa no era la verdadera vida social. La gente hablaba demasiado. Y tenía
tiempo para pensar. Así que suprimieron los porches. Y los jardines también. Ya no más
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
jardines para estar en ellos. Y mire los muebles. No más mecedoras. Son demasiado
cómodas. La gente debe estar de pie, y corriendo de un lado a otro. Mi tío dice... y... mi
tío... y... mi tío...” (Ray Bradbury, Fahrenheit 451).
TEXTO 14:
“-¿Estáis dispuestos a dar vuestras vidas?
– Sí.
- ¿Estáis dispuestos a cometer asesinatos?
– Sí.
- ¿A cometer actos de sabotaje que puedan causar la muerte de centenares de personas
inocentes?
– Sí.
- ¿A vender vuestro país a las potencias extranjeras?
- Sí.
- ¿Estáis dispuestos a hacer trampas, a falsificar, a hacer chantaje, a corromper a los
niños, a distribuir drogas, a fomentar la prostitución, a extender enfermedades
venéreas... a hacer todo lo que pueda causar desmoralización y debilitar el poder del
Partido?
– Sí.
– Si, por ejemplo, sirviera de algún modo a nuestros intereses arrojar ácido sulfúrico a la
cara de un niño, ¿estarías dispuestos a hacerlo?
–Sí.
- ¿Estáis dispuestos a perder vuestra identidad y a vivir el resto de vuestras vidas como
camareros, cargadores de puerto, etc.?
– Sí.
- ¿Estáis dispuestos a suicidaros si os lo ordenamos y en el momento en el que os lo
ordenásemos?
- Sí.
- ¿Estáis dispuestos, los dos, a separaros y no volveros a ver nunca?
- No—interrumpió Julia” (George Orwell, 1984).
TEXTO 15: “En un mundo en que todos trabajaran pocas horas, tuvieran
bastante que comer, vivieran en casas cómodas e higiénicas, con cuarto de baño,
calefacción y refrigeración, y poseyera cada uno un auto o quizás un aeroplano, habría
desaparecido la forma más obvia e hiriente de desigualdad. Si la riqueza llegaba a
generalizarse, no serviría para distinguir a nadie. Sin duda, era posible imaginarse una
sociedad en que la riqueza no, en el sentido de posesiones y lujos personales, fuera
equitativamente distribuida mientras que el poder siguiera en manos de una minoría, de
una pequeña casta privilegiada. Pero, en la práctica, semejante sociedad no podría
conservarse estable, porque si todos disfrutasen por igual del lujo y del ocio, la gran
masa de seres humanos, a quienes la pobreza suele imbecilizar, aprenderían muchas
cosas y empezarían a pensar por si mismos; y si empezaran a reflexionar, se darían
cuenta más pronto o más tarde que la minoría privilegiada no tenía derecho alguno a
imponerse a los demás y acabarían barriéndoles. A la larga, una sociedad jerárquica sólo
sería posible basándose en la pobreza y en la ignorancia” (George Orwell, 1984).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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TEXTO 17: “-¿Existe el Gran Hermano?- dijo Winston -Claro que existe. El
Partido existe. El Gran Hermano es la encarnación del partido-dijo O'Brien -¿Existe en
el mismo sentido en que yo existo? -Tú no existes” (George Orwell, 1984).
TEXTO 18: “El Partido dijo que Oceanía nunca había sido aliada de Eurasia.
Él, Winston Smith, sabía que Oceanía había estado aliada con Eurasia cuatro años antes.
Pero, ¿dónde constaba ese conocimiento? Sólo en su propia conciencia, la cual, en todo
caso, iba a ser aniquilada muy pronto. Y si todos los demás aceptaban la mentira que
impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba
a la Historia y se convertía en verdad. «El que controla el pasado -decía el slogan del
Partido-, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado.» Y,
sin embargo, el pasado, alterable por su misma naturaleza, nunca había sido alterado.
Todo lo que ahora era verdad, había sido verdad eternamente y lo seguiría siendo. Era
muy sencillo. Lo único que se necesitaba era una interminable serie de victorias que
cada persona debía lograr sobre su propia memoria. A esto le llamaban «control de la
realidad». Pero en neolengua había una palabra especial para ello: doblepensar.
Winston dejó caer los brazos de sus costados y volvió a llenar de aire sus pulmones. Su
mente se deslizó por el laberíntico mundo del doblepensar. Saber y no saber, hallarse
consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente
elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y
creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad
mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido es el
guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante,
recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria en cuanto se necesitara y luego olvidarlo de
nuevo, y, sobre todo, aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo. Esta era la más
refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego
hacerse inconsciente para no reconocer que se había realizado un acto de autosugestión.
Incluso comprender la palabra doblepensar implicaba el uso del doblepensar” (George
Orwell, 1984).
—Despacio […] Le estamos dando al idioma su forma final, la forma que tendrá cuando
nadie hable más que neolengua. Cuando terminemos nuestra labor, tendréis que
empezar a aprenderlo de nuevo. Creerás, seguramente, que nuestro principal trabajo
consiste en inventar nuevas palabras. Nada de eso. Lo que hacemos es destruir palabras,
centenares de palabras cada día. Estamos podando el idioma para dejarlo en los huesos.
De las palabras que contenga la onceava edición, ninguna quedará anticuada antes del
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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año 2050.La destrucción de las palabras es algo de gran hermosura. Por supuesto, las
principales víctimas son los verbos y los adjetivos, pero también hay centenares de
nombres de los que puede uno prescindir. No se trata sólo de los sinónimos. También
los antónimos. En realidad ¿qué justificación tiene el empleo de una palabra sólo porque
sea lo contrario de otra? Toda palabra contiene en sí misma su contraria. Por ejemplo,
tenemos «bueno». Si tienes una palabra como «bueno», ¿qué necesidad hay de la
contraria, «malo»? Nobueno sirve exactamente igual, mejor todavía, porque es la
palabra exactamente contraria a «bueno» y la otra no.
Por otra parte, si quieres un reforzamiento de la palabra «bueno», ¿qué sentido tienen
esas confusas e inútiles palabras «excelente, espléndido» y otras por el estilo?
Plusbueno basta para decir lo que es mejor que lo simplemente bueno y dobíeplusbueno
sirve perfectamente para acentuar el grado de bondad. Es el superlativo perfecto. Ya sé
que usamos esas formas, pero en la versión final de la neolengua se suprimirán las
demás palabras que todavía se usan como equivalentes. Al final todo lo relativo a la
bondad podrá expresarse con seis palabras; en realidad una sola. ¿No te das cuenta de la
belleza que hay en esto, Winston? (…) Tú no aprecias la neolengua en lo que vale —
dijo Syme con tristeza— Incluso cuando escribes sigues pensando en la antigua lengua.
He leído algunas de las cosas que has escrito para el Times. Son bastante buenas, pero
no pasan de traducciones. En el fondo de tu corazón prefieres el viejo idioma con toda
su vaguedad y sus inútiles matices de significado. No sientes la belleza de la destrucción
de las palabras. ¿No sabes que la neolengua es el único idioma del mundo cuyo
vocabulario disminuye cada día?(…)¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar
el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabamos
haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿cómo puede haber
crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola palabra, una palabra cuyo
significado esté decidido rigurosamente y con todos sus significados secundados
eliminados y olvidados para siempre? Y en la onceava edición nos acercamos a ese
ideal, pero su perfeccionamiento continuará mucho después de que tú y yo hayamos
muerto. Cada año habrá menos palabras y el radio de acción de la conciencia será cada
vez más pequeño. Por supuesto, tampoco ahora hay justificación alguna para cometer
crimen por el pensamiento. Sólo es cuestión de autodisciplina, de control de la realidad.
Pero llegará un día en que ni esto será preciso. La revolución será completa cuando la
lengua sea perfecta. (…) ¿No se te ha ocurrido pensar, Winston, que lo más tarde hacia
el año 2050, ni un solo ser humano podrá entender una conversación como esta que
ahora sostenemos?
—Los proles no so seres humanos. Hacia el 2050, quizá antes, habrá desparecido todo
conocimiento efectivo del viejo idioma. Toda la literatura del pasado habrá sido
destruida. Chaucer, Shakespeare, Milton, Byron... sólo existirán en versiones
neolingüístcas, no sólo transformados en algo muy diferente, sino convertidos en lo
contrario de lo que eran. Incluso la literatura del partido cambiará; hasta los slogans
serán otros. ¿Cómo vas a tener un slogan como el de «la libertad es la esclavitud»
cuando el concepto de libertad no exista? Todo el clima del pensamiento será distinto.
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TEXTO 20: “El terrible dilema de nuestras vidas. Suceda lo que suceda, es el
mal incomparable. ¿Por qué luchar entonces? ¿Por qué elegir? Si todas las alternativas
son iguales” (Philip K. Dick, El hombre en el castillo).
TEXTO 21: “Oidor ha habido que públicamente en estrados dijo a voces, que
cuando faltase agua para regar las heredades de los españoles se habían de regar con
sangre de indios” (Alonso de Zorita, Relación de la Nueva España, 1570).
TEXTO 22: “¿No significa nada para la historia y la filosofía esta eterna lucha
de los pueblos hispanoamericanos, esa falta supina de capacidad política e industrial que
los tiene inquietos y revolviéndose sin norte fijo, sin objeto preciso, sin que sepan por
qué no pueden conseguir un día de reposo, ni qué mano enemiga los echa y empuja en
el torbellino fatal que los arrastra mal de su grado y sin que les sea dado sustraerse a su
maléfica influencia?” (Facundo (1845), Domingo Faustino Sarmiento).
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TEXTO 27: “Sin alterar su paso de rata fisgona, subió a la recámara donde se
recluía la hija: “-Hija mía, no habés vos servido para casada y gran señora, como
pensaba este pecador que horita se ve en el trance de quitarte la vida que te dio hace
veinte años! ¡No es justo quedés en el mundo para que te gocen los enemigos de tu
padre, y te baldonen llamándote hija del chingado Banderas! (…) Sacó del pecho un
puñal, tomó a la hija de los cabellos para asegurarla, y cerró los ojos. Un memorial de
los rebeldes dice que la cosió con quince puñaladas” (Valle-Inclán, Tirano Banderas).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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como mares, en la ciudad que se iba quedando atrás íngrima y sola” (Miguel Ángel
Asturias, El Señor Presidente).
TEXTO 31: - “¡Yo, que pasé la infancia en un cuartel de artillería, onde las
patadas de las mulas y de los jefes me hicieron hombre con oficio de caballo, lo que me
sirvió de joven para jalar por las calles la música de carreta! ¡Yo, que perdí los ojos en
una borrachera sin saber cómo, la pierna derecha en otra borrachera sin saber cuándo, y
la otra en otra borrachera, víctima de un automóvil, sin saber ónde!” (Miguel Ángel
Asturias, El señor presidente).
TEXTO 32: “Contado por los mendigos, se regó entre la gente del pueblo que el
Pelele se enloquecía al oír hablar de su madre. Calles, plazas, atrios y merca dos recorría
el infeliz en su afán de escapar al populacho que por aquí, que por allá, le gritaba a todas
horas, como maldición del cielo, la palabra madre. Entraba a las casas en busca de asilo,
pero de las casas le sacaban los perros o los criados. Lo echaban de los templos, de las
tiendas, de todas partes, sin atender a su fatiga de bestia ni a sus ojos que, a pesar de su
inconsciencia, suplicaban perdón con la mirada. La ciudad grande, inmensamente
grande para su fatiga, se fue haciendo pequeña para su congoja” (Miguel Ángel
Asturias, El señor presidente).
TEXTO 33: “El Mosco se buscaba la cara con los gestos. Dolía la atmósfera
como cuando va a temblar. El Viuda hacía la cruz entre los ciegos. Sólo el Pelele
dormía a pierna suelta, por una vez, roncando.
—¡Madre!
No dijo más. Arrancado del suelo por el grito, el Pelele se le fue encima y, sin darle
tiempo a que hiciera uso de sus armas, le enterró los dedos en los ojos, le hizo pedazos
la nariz a dentelladas y le golpeó las partes con las rodillas hasta dejarlo inerte. Los
mendigos cerraron los ojos horrorizados, la lechuza volvió a pasar y el Pelele escapó
por las calles en tinieblas enloquecido bajo la acción de espantoso paroxismo.
Una fuerza ciega acababa de quitar la vida al coronel José Parrales Sonriente, alias el
hombre de la mulita. Estaba amaneciendo” (Miguel Ángel Asturias, El señor
presidente).
TEXTO 34: “El leñador volvió la cabeza para responder y por poco se cae del
susto. Se le fue el aliento y no escapó por no soltar al herido, que apenas se tenía en pie.
El que le hablaba era un ángel: tez de dorado mármol, cabellos rubios, boca pequeña y
aire de mujer en violento contraste con la negrura de sus ojos varoniles. Vestía de gris.
Su traje, a la luz del crepúsculo, se veía como una nube. Llevaba en las manos finas una
caña de bambú muy delgada y un sombrero limeño que parecía una paloma.
-¡Un ángel... —el leñador no le desclavaba los ojos—, un ángel se repetía—, ... un
ángel!” (Miguel Ángel Asturias, El señor presidente).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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TEXTO 35: “El leñador dejó caer el tercio de leña en el patio de su rancho,
como lo hacía siempre. El perro, que se le había adelantado, lo recibió con fiestas.
Apartó el can y, sin quitarse el sombrero, abriéndose la chaqueta como murciélago
sobre los hombros, llegóse a la lumbre encendida en el rincón donde su mujer calentaba
las tortillas, y le refirió lo sucedido.
TEXTO 37: “Un cuarto de hora después, doña Venjamón roncaba como si su
aparato respiratorio luchase por no morir aplastado bajo aquel tonel de carne, y él, con
el hígado en los ojos, maldecía de su matrimonio. Pero su teatro de títeres salió
ganancioso de aquel lance singular. Los muñecos se aventuraron por los terrenos de la
tragedia, con el llanto goteado de sus ojos de cartón piedra, mediante un sistema de
tubitos que alimentaban con una jeringa de lavativa metida en una palangana de agua.
Sus títeres sólo habían reído y si alguna vez lloraron fue con muecas risueñas, sin la
elocuencia del llanto, corriéndoles por las mejillas y anegando el piso del tabladillo de
las alegres farsas con verdaderos ríos de lágrimas. Don Benjamín creyó que los niños
llorarían con aquellas comedias picadas de un sentido de pena y su sorpresa no tuvo
límites cuando los vio reír con más ganas, a mandíbula batiente, con más alegría que
antes. Los niños reían de ver llorar... Los niños reían de ver pegar...” (Miguel Ángel
Asturias, El señor presidente).
TEXTO 38: “Don Juan percibió el control sobre sus nervios al oír que sus
palabras caían en el vacío y empezó a dar manotadas al aire, a querer alcanzar fondo
con los pies. Su cabeza era un hervor. Suponíase mezclado en el asesinato del Portal del
Señor y en sus largas ramificaciones políticas. De nada le serviría ser inocente, de nada.
Ya estaba complicado, ya estaba complicado. ¡La lotería, amigo, la lotería! ¡La lotería,
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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amigo, la lotería! Ésta era la frase, síntesis de aquel país, como lo pregonaba Tío
Fulgencio, un buen señor que vendía billetes de lotería por las calles, católico fervoroso
y cobrador de ajuste. En lugar de Cara de Ángel miraba Canales la silueta de esqueleto
de Tío Fulgencio, cuyos huesos, mandíbulas y dedos parecían sostenidos con alambres
nerviosos. Tío Fulgencio apretaba la cartera de cuero negro bajo el brazo anguloso,
desarrugaba la cara y, dándose nalgaditas en los pantalones fondilludos, alargaba la
quijada para decir con una voz que le salía por las narices y la boca sin dientes:
«¡Amigo, amigo, la única ley en egta tierra eg la lotería: pog lotería cae ugté en la
cágcel, pog lotería lo fugilan, pog lotería lo hagen diputado, diplomático, pregidente de
la Gepública, general, minigtro! ¿De qué vale el egtudio aquí, si to egpo eg lotería?
¡Lotería, amigo, lotería, cómpreme, pueg, un número de la lotería!» Y todo aquel
esqueleto nudoso, tronco de vid retorcido, se sacudía de la risa que le iba saliendo de la
boca, como lista de lotería toda de números premiados” (Miguel Ángel Asturias, El
señor presidente).
TEXTO 40: “Un ojo se le paseaba por los dedos de la mano derecha como una
luz de lamparita eléctrica. Del meñique al mediano, del mediano al anular, del anular al
índice, del índice al pulgar. Un ojo… Un solo ojo…. Se le tasajeaban las palpitaciones.
Apretó la mano para destriparlo, duro, hasta enterrarse las uñas en la carne. Pero
imposible; al abrir la mano reapareció en sus dedos, no más grande que el corazón de un
pájaro y más horroroso que el infierno. Una rociada de caldo de res hirviente le
empapaba las sienes. ¿Quién le miraba con el ojo que tenía en los dedos y que saltaba,
como la bolita de una ruleta, al compás de un doble de difuntos? (…) -¡Nada, es un ojo
que me persigue, es un ojo que me persigue! Es que me veo las manos… (…) –¡Algo
hiciste –añadió Fedina, cortada la frase por un bostezo-; es el ojo de Dios que te está
mirando! / Genaro se plantó de un salto en la cama y con zapatos y todo, vestido, se
metió bajo las sábanas. Junto al cuerpo de su mujer, un bello cuerpo de mujer joven,
saltaba el ojo. Fedina apagó la luz, mas fue peor; el ojo creció en la sombra con tanta
rapidez, que en un segundo abarcó las paredes, el piso, el techo, las casas, su vida, su
hijo… (…) –Sobre las gradas, sí, para abajo, rodó chorreando sangre al primer disparo,
y no cerró los ojos. Las piernas abiertas, la mirada inmóvil… ¡Una mirada fría,
pegajosa, no sé…! ¡Una pupila que como un relámpago lo abarcó todo y se fijó en
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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nosotros! ¡Un ojo pestañudo que no se me quita de aquí, de aquí de los dedos, de aquí,
dios mío, de aquí!...” (Miguel Ángel Asturias, El señor presidente).
TEXTO 43: “Ni bien el Auditor había dicho así y la Niña Fedina, erguida la
cabeza, buscaba por todos lados a ver de dónde venía el llanto. / -Desde hace dos horas
está llorando, y es en balde que busque dónde está… ¡Llora de hambre y se morirá de
hambre si usted no me dice el paradero del general! (…) Pues si no me dice, va a
molernos un poco de cal viva a ver si así se acuerda del camino que tomó ese hombre!
(…) Con las manos cubiertas de grietas incontables y profundas, que a cada movimiento
se le abrían más, los dedos despellejados de las puntas, llagados los entrededos y las
uñas sangrantes, Niña Fedina bramaba del dolor al llevar y traer la mano de la piedra
sobre la cal. Cuando se detenía a implorar, por su hijo más que por su dolor, la
golpeaban. (…) Más tarde –ya pintaba el alba- la trasladaron al calabozo. Allí despertó
con su hijo moribundo, helado, sin vida, como un muñeco de trapo. Al sentirse en el
regazo materno, el niño se reanimó un poco y no tardó en arrojarse sobre el seno con
avidez; mas, al poner en él la boquita, y sentir el sabor acre de la cal, soltó el pezón y
soltó el llanto, e inútil fue cuanto ella hizo después porque lo volviera a tomar. Con la
criatura en los brazos dio voces, golpeó la puerta… Se le enfriaba… Se le enfriaba… Se
le enfriaba… No era posible que le dejaran morir así cuando era inocente, y tornó a
golpear la puerta y a gritar…” (Miguel Ángel Asturias, El señor presidente).
TEXTO 44: “Sólo estando locos o ciegos, ciegos o locos de atar, podríamos
permitir que se pasaran las riendas del gobierno de las manos del auriga super-único que
ahora y siempre guiará el carro de nuestra adorada Patria, a las manos de otro
ciudadano, de un ciudadano cualquiera, de un ciudadano, conciudadanos, que aun
suponiéndole todos los merecimientos de la tierra, no pasaría de ser hombre. La
Democracia acabó con los Emperadores y los Reyes en la vieja y fatigada Europa, mas,
preciso reconocer es, y lo reconocemos, que transplantada a América sufre el injerto
cuasi divino del Superhombre y da contextura a una nueva forma de gobierno: la
Superdemocracia. Y a propósito, señores, voy a tener el gusto de recitar… mi Nocturno
en Do Mayor al Superúnico…” (Miguel Ángel Asturias, El señor presidente).
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Dr. Bernat Garí
siempre cargadas. “Y estos hombres, ¡qué!; ¿cazarán hombres?”, preguntó Tohil. ¡Re-
tún-tún! ¡Re-tún-tún!..., retumbó bajo la tierra. “¡Como tú lo pides –respondieron las
tribus-, con tal que nos devuelvas el fuego, tú el Dador de fuego, y que no se nos enfríe
la carne, fritura de nuestros huesos, ni el aire, ni las uñas, ni la lengua, ni el pelo! ¡Con
tal que no se nos siga muriendo la vida, aunque nos degollemos todos para que siga
viviendo la muerte!” “¡Estoy contento!”, dijo Tohil. ¡Re-tún-tún! ¡Re-tún-tún!, retumbó
bajo la tierra. “¡Estoy contento! Sobre hombres cazadores de hombres puedo asentar mi
gobierno. No habrá ni verdadera muerte ni verdadera vida” (Miguel Ángel Asturias, El
señor presidente).
TEXTO 46: “Uno tras otro, uno tras otro, uno tras otro.. … La casa perseguía al
árbol, el árbol a la cerca, la cerca al puente, el puente al camino, el camino al río, el río a
la montaña, la montaña a la nube, la nube a la siembra, la siembra al labriego, el
labriego al animal… (…) Cara de Ángel abandonó la cabeza en el respaldo del asiento
de junco. Seguía la tierra baja, plana, caliente, inalterable de la costa con los ojos
perdidos de sueño y la sensación confusa de ir en tren, de no ir en tren, de irse quedando
atrás del tren, cada vez más atrás del tren, más atrás del tren, más atrás del tren, cada vez
más atrás, cada vez más atrás, cada vez más atrás, más y más cada vez, cada ver cada
vez, cada ver cada vez, cada ver cada vez, cada ver cada vez, cada ver cada ver cada ver
cada ver cada ver…” (Miguel Ángel Asturias, El señor presidente).
TEXTO 47: “Yo nací en el año 1899. Estrada Cabrera llegó al poder en el año
1888, quiere decir que yo pasé toda mi niñez y juventud durante le gobierno de Estrada
Cabrera. Recordaba entonces a mi familia que fuera perseguida por Estrada. Para
hablar, ella se retiraba en el fondo de la casa, que como las españolas, tienen tres
enormes patios... se les oía hablar sobre lo que había hecho el hombre que no había
hecho, qué momentos pasaban, pero jamás se les oía hablar en público... […] Entonces
yo estuve en contacto, a eso de los cuatro años y medio, cinco años, seis años, siete, con
los indígenas. Mi abuelo me dejaba en los ranchos y allá había indiecitos pequeños
como yo o un poco más grandes y con ellos empecé a jugar” (Conversaciones con
Miguel Ángel Asturias).
TEXTO 48: “Al llegar al primer año [de instituto], una de las primeras materias
que se cursaban era la filosofía positiva. Empezaba uno a estudiar a los positivistas. De
las creencias iniciales de un mundo iluminado por la religión, pero también
ensombrecido por el infierno, de golpe y porrazo pasaba uno a Augusto Comte. Al
mismo tiempo los profesores, todos ellos liberales, se encargaban de demostrar por
todas las formas que podían la no existencia de Dios, la existencia de otra clase de
fuerzas” (Conversaciones con Miguel Ángel Asturias).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
dictadura, esta fuerza incontrolada que gobernaba el país” (Conversaciones con Miguel
Ángel Asturias).
TEXTO 50: “Allí [en París] conocí a los dadaístas, como Tristán Tzara, y
después a los surrealistas: Bréton, Aragon y, al que fuera más amigo mío, Robert
Desnos. Para nosotros el surrealismo representó el encontrar en nosotros mismos no lo
europeo, sino lo indígena y lo americano, por ser una escuela freudiana en la que lo que
actuaba no era la conciencia, sino el inconsciente. Nosotros el inconsciente lo teníamos
bien guardadito bajo toda la conciencia occidental. Pero cuando cada uno empezó a
registrarse por dentro se encontró con su inconsciente indígena, lo que nos proporcionó
la posibilidad de escribir (…) el Cuculcán, que ya es un tema absolutamente indígena,
en el que hay fuerzas solares, y otras del bien y del mal, pero extraídas de un interior
que el surrealismo me había permitido conocer. Es decir, que la escuela surrealista, que
ejerce gran influencia en toda la literatura, que es una escuela revolucionaria de grandes
poetas, nos ayuda a descubrirnos. Siguiendo la teoría de la escritura mecánica, hacemos
ensayos de escritura sin vigilancia de la inteligencia. El surrealismo, para los escritores
latinoamericanos y especialmente para mí, fue una gran posibilidad de independencia
respecto a los moldes occidentales. El surrealismo despertó en nosotros el sentir.
Favoreció nuestra tendencia a sentir las cosas en lugar de pensarlas. Precisamente la
diferencia entre la literatura europea y la latinoamericana reside en que los
latinoamericanos sentimos las cosas y después las pensamos, y los europeos piensan las
cosas y después las sienten. (…) Nuestra literatura es más natural, sin la presencia
vigilante de la inteligencia y menos del razonamiento” (Conversaciones con Miguel
Ángel Asturias).
TEXTO 51: “Es curioso, pero El Señor Presidente lo llevé a varias editoriales y
no gustó. Tuve, pues, que pagar yo la edición. (…) Jorge Asturias me dijo que me los
prestaba (los doscientos dólares que costaba la edición). Cuando quise pagárselos
después, nunca aceptó, hasta que un día me confesó: “Ese dinero no era mío, sino de tu
madre, fue tu madre quien me dio doscientos dólares para que se publicara”
(Conversaciones con Miguel Ángel Asturias).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
TEXTO 54: “Hay que tener en cuenta que no he llegado así como así a la
literatura indígena. No es que me lo haya propuesto, no es que haya encontrado un filón
como pudiera pensarse, mi destino me llevó a ello. Desde los cuatro años, siendo muy
niño, estuve en contacto con los indígenas, y al llegar a la Facultad y preparar mi tesis,
de nuevo visité los ranchos de los indígenas para poder escribirla” (Conversaciones con
Miguel Ángel Asturias).
TEXTO 55: “Sin habérmelo propuesto, porque ha sido así, inicié mi labor de
escritor en la forma que podríamos llamar la vertiente telúrica, mítica, extrayendo de los
mitos de los mayas y de los indígenas que actualmente habitan Guatemala, aquellos
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
TEXTO 59: “El Señor Presidente es novela escrita como un ejercicio espiritual
de desangustia” (Conversaciones con Miguel Ángel Asturias).
TEXTO 60: “En esa época se desarrollaba en París un gran afán por la
perfectibilidad de la palabra (…) Todo el mundo estaba muy preocupado por las frases.
Yo tenía que dar la frase exacta, lo que me obligó a copiar y recopiar el original hasta
casi diecinueve veces. Hay capítulos del comienzo (“Alumbra, lumbre de alumbre”) que
me sabía casi de memoria. Copiaba corrigiendo. Al mismo tiempo iba corrigiendo el
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
sonido. Siempre he dicho, y vuelvo a repetirlo ahora, que soy un escritor de oído”
(Conversaciones con Miguel Ángel Asturias).
TEXTO 61: “Yo creo que el valor e la palabra para nosotros es un valor
religioso, es un valor sacramental. Es decir, para el indígena, la palabra es fundamental
en el sentido de que uno se apropia de la cosa que señala” (Conversaciones con Miguel
Ángel Asturias).
TEXTO 62: “Cabe decir que la novela latinoamericana ha sido siempre una
novela de gran preocupación social y política” (Conversaciones con Miguel Ángel
Asturias).
TEXTO 63: “Una mirada que nadie podía resistir sin bajar los ojos, intimidado,
aniquilado por la fuerza que irradiaban sus pupilas perforantes, que parecía leer los
pensamientos más secretos, los deseos y apetitos ocultos, que hacía sentirse desnuda a
las gentes” (Mario Vargas Llosa, La fiesta del chivo).
TEXTO 66: “Desde el primer vestíbulo hasta los dormitorios privados vimos
las oficinas y las salas oficiales en ruinas por donde andaban las vacas impávidas
comiéndose las cortinas de terciopelo y mordisqueando el raso de los sillones, vimos
cuadros heroicos de santos y militares tirados por el suelo entre muebles rotos y plastas
recientes de boñiga de vaca, vimos un comedor comido por las vacas, la sala de música
profanada por estropicios de vacas […]. Estaba tirado en el suelo, bocabajo, con el
brazo derecho doblado bajo la cabeza para que le sirviera de almohada, como había
dormido noche tras noche durante todas las noches de su larguísima vida de déspota
solitario. Sólo cuando lo volteamos para verle la cara comprendimos que era imposible
reconocerlo aunque no hubiera estado carcomido de gallinazos, porque ninguno de
nosotros lo había visto nunca…” (Gabriel García Márquez, El otoño del patriarca,)
TEXTO 67: “Nada les toca a los pobres, por supuesto, porque estos estarán
siempre tan jodidos que el día que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin
culo, ya lo verán” (Gabriel García Márquez, El otoño del patriarca).
TEXTO 68: “Patricio Aragonés siguió diciendo sin la menos intención de burla
que para qué me voy a callar si lo más que puede hacer es matarme y ya me está
matando, más bien aproveche ahora para verle la cara a la verdad mi general, para que
sepa que nadie le ha dicho nunca lo que piensa de veras sino que todos le dicen lo que
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
saben que usted quiere oír mientras le hacen reverencias por delante y le hacen pistola
por detrás, agradezca siquiera la casualidad de que yo soy el hombre que más lástima le
tiene en este mundo porque soy el único que me parezco a usted, el único que tiene la
honradez de cantarle lo que todo el mundo dice que usted no es presidente de
nadie” (Gabriel García Márquez, El otoño del patriarca).
TEXTO 69: “la vaina de este país es que a la gente le sobra demasiado tiempo
para pensar, y buscando la manera de mantenerla ocupada restauró los juegos florales de
marzo y los concursos anuales de reinas de la belleza, construyó el estadio de pelota
más grande del Caribe e impartió a nuestro equipo la consigna de victoria o muerte, y
ordenó establecer en cada provincia una escuela gratuita para enseñar a barrer cuyas
alumnas fanatizadas por el estímulo presidencial siguieron barriendo las calles después
de haber barrido las casas y luego las carreteras y los caminos vecinales, de manera que
los montones de basura eran llevados y traídos de una provincia a la otra sin saber qué
hacer con ellos en procesiones oficiales con banderas de la patria y grandes letreros de
Dios guarde al purísimo que vela por la limpieza de la nación…” (Gabriel García
Márquez, El otoño del patriarca).
TEXTO 71: “Ahora, estas estatuas suyas descansarán en el fondo del mar; serán
verdecidas por el salitre, abrazadas por los corales, recubiertas por la arena. Y allá por el
año 2500 o 3000 las encontrará la pala de una draga, devolviéndolas a la luz. Y
preguntarán las gentes, en tono de Soneto de Arvers: «¿Y quién fue ese hombre?» Y
acaso no habrá quien pueda responderles. Pasará lo mismo que con las esculturas
romanas de mala época que pueden verse en muchos museos: sólo se sabe de ellas que
son imágenes de Un Gladiador, Un Patricio, Un Centurión. Los nombres se perdieron.
En el caso suyo se dirá: "Busto, estatua, de Un Dictador. Fueron tantos y serán tantos
todavía, en este hemisferio, que el nombre será lo de menos".» (Tomó un libro que
descansaba sobre una mesa.) «¿Figura usted en el Pequeño Larousse? ¿No?... Pues
entonces está jodido»... Y aquella tarde lloré. Lloré sobre un diccionario ─«Je sême à
tout vent»─ que me ignoraba” (Alejo Carpentier, El recurso del método).
TEXTO 72: “Y habría que perseguir por tales tierras al General Hoffmann,
cercarlo, sitiarlo, acorralarlo, y, al fin, ponerlo de espaldas a una pared de convento,
iglesia o cementerio, y tronarlo. "¡Fuego!" No había más remedio. Era la regla del
juego. Recurso del Método” (Alejo Carpentier, El recurso del método).
TEXTO 74: “En esta guerra los chicos matan por odio contra el viejo que van a
ser. Un odio bastante asustado...” (Bioy Casares, Diario de la guerra del cerdo).
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TEXTO 76:
TEXTO 77:
TEXTO 78:
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TEXTO 80:
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TEXTO 5: “Si el surrealismo perseguía lo maravilloso, hay que decir que muy
rara vez lo buscaba en la realidad. Es cierto que los surrealistas supieron ver por primera
vez la fuerza poética de la vitrina, la fuerza poética de un letrero popular, de un cartel
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[…] pero más a menudo era lo maravilloso fabricado premeditadamente; el pintor que
se ponía frente a un cuadro y decía: “Voy a hacer un cuadro con elementos insólitos que
creen una visión maravillosa”. […] Lo real maravilloso, en cambio, que yo defiendo, y
es lo real maravilloso nuestro, es el que encontramos en estado bruto, latente,
omnipresente en todo lo latinoamericano” (Alejo Carpentier, La novela latinoamericana
en vísperas de un nuevo siglo).
TEXTO 6: “Roh emplea esta denominación [realismo mágico] para ilustrar «el
procedimiento de realización de adentro hacia fuera», o sea el proceso pictórico en que
el objeto, imagen de lo existente y baluarte contra la tierna fluidez de las cosas, mana
misteriosamente del artista en el cual prevalece una actitud integral que asimila y
recrea” (Juan Barroso, Realismo mágico y lo real maravilloso en «El reino de este
mundo» y «El siglo de las luces»).
TEXTO 10: “En América Latina y el Caribe, los artistas han tenido que inventar
muy poco, y tal vez su problema ha sido el contrario: hacer creíble su realidad. Siempre
fue así desde nuestros orígenes históricos, hasta el punto de que no hay en nuestra
literatura escritores menos creíbles y al mismo tiempo más apegados a la realidad que
nuestros cronistas de Indias. También ellos -para decirlo con un lugar común
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
irreemplazable- se encontraron con que la realidad iba más lejos que la imaginación.”
(García Márquez, “Fantasía y creación artística” en Notas de prensa).
TEXTO 11: “La primera condición del realismo mágico, como su nombre lo
indica, es que sea un hecho rigurosamente cierto que, sin embargo, parece fantástico”
(Gabriel García Márquez).
TEXTO 12: Barone: “¿Y que opina de Dios, Borges? Borges: (Solemnemente
irónico) ¿Es la máxima creación de la literatura fantástica! Lo que imaginaron Wells,
Kafka o Poe no es nada comparado con lo que imaginó la teología. La idea de un ser
perfecto, omnipotente, todopoderoso es realmente fantástica. Sábato: Sí, pero podría ser
un Dios imperfecto. Un Dios que no pueda manejar bien el asunto, que no haya podido
impedir los terremotos. O un Dios que se duerme y tiene pesadillas o accesos de locura:
serían las pestes, las catástrofes” (Barone, Diálogos).
TEXTO 13: “Allí [en París] conocí a los dadaístas, como Tristán Tzara, y
después a los surrealistas: Bréton, Aragon y, al que fuera más amigo mío, Robert
Desnos. Para nosotros el surrealismo representó el encontrar en nosotros mismos no lo
europeo, sino lo indígena y lo americano, por ser una escuela freudiana en la que lo que
actuaba no era la conciencia, sino el inconsciente. Nosotros el inconsciente lo teníamos
bien guardadito bajo toda la conciencia occidental. Pero cuando cada uno empezó a
registrarse por dentro se encontró con su inconsciente indígena, lo que nos proporcionó
la posibilidad de escribir (…) el Cuculcán, que ya es un tema absolutamente indígena,
en el que hay fuerzas solares, y otras del bien y del mal, pero extraídas de un interior
que el surrealismo me había permitido conocer. Es decir, que la escuela surrealista, que
ejerce gran influencia en toda la literatura, que es una escuela revolucionaria de grandes
poetas, nos ayuda a descubrirnos. Siguiendo la teoría de la escritura mecánica, hacemos
ensayos de escritura sin vigilancia de la inteligencia. El surrealismo, para los escritores
latinoamericanos y especialmente para mí, fue una gran posibilidad de independencia
respecto a los moldes occidentales. El surrealismo despertó en nosotros el sentir.
Favoreció nuestra tendencia a sentir las cosas en lugar de pensarlas. Precisamente la
diferencia entre la literatura europea y la latinoamericana reside en que los
latinoamericanos sentimos las cosas y después las pensamos, y los europeos piensan las
cosas y después las sienten. (…) Nuestra literatura es más natural, sin la presencia
vigilante de la inteligencia y menos del razonamiento.” (Conversaciones con Miguel
Ángel Asturias).
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Dr. Bernat Garí
plenitud inusitada esa realidad casi desconocida y casi alucinatoria que era la de la
América Latina para penetrar el gran misterio creador del mestizaje cultural.” (Arturo
Uslar Pietri, La invención de América mestiza).
TEXTO 16: “A fines del año 1943 tuve la suerte de poder visitar el reino de
Henri Christophe –las ruinas, tan poéticas, de Sans-Souci; la mole, imponentemente
intacta a pesar de rayos y terremotos, de la ciudadela La Ferrière- y de conocer la
todavía normanda Ciudad del Cabo –el Cap Français de la antigua colonia-, donde una
calle de larguísimos balcones conduce al palacio de cantería habitado antaño por
Paulina Bonaparte. Después de sentir el nada mentido sortilegio de las tierras de Haití
[…] me vi llevado a acercar la maravillosa realidad recién vivida a la agotante
pretensión de suscitar lo maravilloso que caracterizó ciertas literaturas europeas de estos
últimos treinta años. Lo maravilloso, buscado a través de los viejos clisés de la selva de
Brocelianda, de los caballeros de la Mesa Redonda, del encantador Merlín y del ciclo de
Arturo” […] Lo maravilloso, pobremente sugerido por los oficios y deformidades de los
personajes de feria -¿no se cansarán los jóvenes poetas franceses de los fenómenos y
payasos de la fête foraine, de los que ya Rimbaud se había despedido en su Alquimia
del Verbo?-. Lo maravilloso, obtenido con trucos de prestidigitación, reuniéndose
objetos que para nada suelen encontrarse: la vieja y embustera historia del encuentro
fortuito del paraguas y de la máquina de coser sobre una mesa de disección,
generador de las cucharas de armiño, los caracoles en el taxi pluvioso, la cabeza de
león en la pelvis de una viuda, de las exposiciones surrealistas. O, todavía, lo
maravilloso literario: el rey de la Julieta de Sade, el supermacho de Jarry, el monje de
Lewis, la utilería escalofriante de la novela negra inglesa: fantasmas, sacerdotes
emparedados, licantropías, manos clavadas sobre la puerta de un castillo” (Alejo
Carpentier, «Prólogo» a El reino de este mundo).
TEXTO 17: “Pero, a fuerza de querer suscitar lo maravilloso a todo trance, los
taumaturgos se hacen burócratas. Invocado por medio de fórmulas consabidas que
hacen de ciertas pinturas un monótono baratillo de relojes amelcochados, de maniquíes
de costurera, de vagos monumentos fálicos, lo maravilloso se queda en paraguas o
langosta o máquina de coser, o lo que sea, sobre una mesa de disección, en el interior de
un cuarto triste, en un desierto de rocas. Pobreza imaginativa, decía Unamuno, es
aprenderse códigos de memoria. Y hoy existen códigos de lo fantástico, basados en el
principio del burro devorado por un higo, propuesto por los Cantos de Maldoror como
suprema inversión de la realidad, a los que debemos muchos “niños amenazados por
ruiseñores”, o los “caballos devorando pájaros” de André Masson. […] Y tuvo que ser
un pintor de América, el cubano Wilfredo Lam, quien nos enseñara la magia de la
vegetación tropical, la desenfrenada Creación de Formas de nuestra naturaleza –con
todas sus metamorfosis y simbiosis-, en cuadros monumentales de una expresión única
en la pintura contemporánea” (Alejo Carpentier, «Prólogo» a El reino de este mundo).
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Dr. Bernat Garí
TEXTO 18:
TEXTO 19:
T
TEXTO 20: “Hay todavía demasiados “adolescentes que hallan placer en
violar los cadáveres de hermosas mujeres recién muertas” (Lautréamont), sin advertir
que lo maravilloso estaría en violarlas vivas. Pero es que muchos se olvidan, con
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TEXTO 22: “Entonces el negro viejo, que no se había movido, hizo gestos
extraños, volteando su cayado sobre un cementerio de baldosas. Los cuadrados de
mármol, blancos y negros, volaron a los pisos, vistiendo la tierra. Las piedras con
saltos certeros, fueron a cerrar los boquetes de las murallas. Hojas de nogal claveteadas
se encajaron en sus marcos, mientras los tornillos de las charnelas volvían a hundirse
en sus hoyos, con rápida rotación” (Alejo Carpentier, «Viaje a la semilla»).
TEXTO 24: “Una noche, después de mucho beber y marearse con tufos de
tabaco frío, dejados por sus amigos, Marcial tuvo la sensación extraña de que los
relojes de la casa daban las cinco, luego las cuatro y media, luego las cuatro, luego las
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Dr. Bernat Garí
tres y media [...] Y hubo un gran sarao, en el salón de música, el día en que alcanzó la
minoría de edad. Estaba alegre, al pensar que su firma había dejado de tener un valor
legal, y que los registros y escribanías, con sus polillas, se borraban de su mundo.
Llegaba al punto en que los tribunales dejan de ser temibles para quienes tienen una
carne desestimada por los códigos” (Alejo Carpentier, «Viaje a la semilla»).
TEXTO 26: “Pero ahora el tiempo corrió más pronto, adelgazando sus últimas
horas. Los minutos sonaban a glissando de naipes bajo el pulgar de un jugador. Las
aves volvieron al huevo en torbellino de plumas. Los peces cuajaron la hueva, dejando
una nevada de escamas en el fondo del estanque. Las palmas doblaron las pencas,
desapareciendo en la tierra como abanicos cerrados. Los tallos sorbían sus hojas y el
suelo tiraba de todo lo que le perteneciera. El trueno retumbaba en los corredores.
Crecían pelos en la gamuza de los guantes. Las mantas de lana se destejían,
redondeando el vellón de carneros distantes. Los armarios, los vargueños, las camas,
los crucifijos, las mesas, las persianas, salieron volando en la noche, buscando sus
antiguas raíces al pie de las selvas” (Alejo Carpentier, «Viaje a la semilla»).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
TEXTO 28: “En medio de aquella terrible alucinación, los médicos dieron
orden de que lo bañaran. Así se hizo. Pero al día siguiente apenas si se podía advertir
una imperceptible alteración en su vientre. Entonces los médicos abandonaron la casa y
dijeron que lo único aconsejable era prepararlo para una buena muerte. La alcoba
quedó sumergida en la silenciosa atmósfera dentro de la que no se oía nada más que el
lento y sosegado aleteo de la muerte, ese recóndito aleteo que en las alcobas de los
moribundos huele a tufo de hombre. Después de que el padre Ángel le administró la
extremaunción, transcurrieron muchas horas sin que nadie se moviera, contemplando
el perfil anguloso del desahuciado. Luego sonó la campanilla del reloj y mi madrastra
se dispuso a darle la cucharada. Lo levantamos por la cabeza, tratando de separar los
dientes para que mi madrastra introdujera la cuchara. Entonces fue cuando se oyeron
las pisadas despaciosas y afirmativas en el corredor. Mi madrastra detuvo la cuchara en
el aire, dejó de murmurar su oración y se volvió hacia la puerta, paralizada por una
repentina lividez. «Hasta en el purgatorio reconocería esas pisadas», alcanzó a decir, en
él preciso instante en que miramos hacia la puerta y vimos al doctor. Estaba ahí, en el
umbral; mirándonos” (Gabriel García Márquez, La hojarasca).
TEXTO 30: “Después de 53 años, siete meses y 11 días con sus noches, mi
corazón finalmente estaba pleno. Y descubrí, para mi alegría, que es la vida y no la
muerte la que no tiene límites” (Gabriel García Márquez, El amor en tiempos del
cólera).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
hemos de pudrir en vida sin recibir los beneficios de la ciencia». Esa certidumbre,
rumiada varios meses en el cuartito del laboratorio, lo llevó a concebir el proyecto de
trasladar Macondo a un lugar más propicio. Pero esta vez, Úrsula se anticipó a sus
designios febriles. En una secreta e implacable labor de hormiguita predispuso a las
mujeres de la aldea contra la veleidad de sus hombres, que ya empezaban a prepararse
para la mudanza. José Arcadio Buendía no supo en qué momento, ni en virtud de qué
fuerzas adversas, sus planes se fueron enredando en una maraña de pretextos,
contratiempos y evasivas, hasta convertirse en pura y simple ilusión. Úrsula lo observó
con una atención inocente, y hasta sintió por él un poco de piedad, la mañana en que lo
encontró en el cuartito del fondo comentando entre dientes sus sueños de mudanza,
mientras colocaba en sus cajas originales las piezas del laboratorio. Lo dejó terminar.
Lo dejó clavar las cajas y poner sus iniciales encima con un hisopo entintado, sin
hacerle ningún reproche, pero sabiendo ya que él sabía (porque se lo oyó decir en sus
sordos monólogos) que los hombres del pueblo no lo secundarían en su empresa. Sólo
cuando empezó a desmontar la puerta del cuartito, Úrsula se atrevió a preguntarle por
qué lo hacía, y él le contestó con una cierta amargura: «Puesto que nadie quiere irse, nos
iremos solos.» Úrsula no se alteró. -No nos iremos -dijo-. Aquí nos quedamos, porque
aquí hemos tenido un hijo.
-Todavía no tenemos un muerto -dijo él-. Uno no es de ninguna parte mientras no tenga
un muerto bajo la tierra.
José Arcadio Buendía no creyó que fuera tan rígida la voluntad de su mujer. Trató de
seducirla con el hechizo de su fantasía, con la promesa de un mundo prodigioso donde
bastaba con echar unos líquidos mágicos en la tierra para que las plantas dieran frutos a
voluntad del hombre, y donde se vendían a precio de baratillo toda clase de aparatos
para el dolor. Pero Úrsula fue insensible a su clarividencia.
-En vez de andar pensando en tus alocadas novelerías, debes ocuparte de tus hijos -
replicó-.Míralos cómo están, abandonados a la buena de Dios, igual que los burros.
José Arcadio Buendía tomó al pie de la letra las palabras de su mujer. Miró a través de
la ventana y vio a los dos niños descalzos en la huerta soleada, y tuvo la impresión de
que sólo en aquel instante habían empezado a existir, concebidos por el conjuro de
Úrsula. Algo ocurrió entonces en su interior; algo misterioso y definitivo que lo
desarraigó de su tiempo actual y lo llevó a la deriva por una región inexplorada de los
recuerdos. Mientras Úrsula seguía barriendo la casa que ahora estaba segura de no
abandonar en el resto de su vida él permaneció contemplando a los niños con mirada
absorta hasta que los ojos se le humedecieron y se los secó con el dorso de la mano, y
exhaló un hondo suspiro de resignación:
-Bueno -dijo-. Diles que vengan a ayudarme a sacar las cosas de los cajones” (Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad).
TEXTO 32: “José Arcadio Buendía pasó los largos meses de lluvia encerrado
en un cuartito que construyó en el fondo de la casa para que nadie perturbara sus
experimentos. Habiendo abandonado por completo las obligaciones domésticas,
permaneció noches enteras en el patio vigilando el curso de los astros, y estuvo a punto
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
de contraer una insolación por tratar de establecer un método exacto para encontrar el
mediodía. Cuando se hizo experto en el uso y manejo de sus instrumentos, tuvo una
noción del espacio que le permitió navegar por mares incógnitos, visitar territorios
deshabitados y trabar relación con seres espléndidos, sin necesidad de abandonar su
gabinete. Fue esa la época en que adquirió el hábito de hablar a solas, paseándose por la
casa sin hacer caso de nadie, mientras Úrsula y los niños se partían el espinazo en la
huerta cuidando el plátano y la malanga, la yuca y el ñame, la ahuyama y la berenjena.
De pronto, sin ningún anuncio, su actividad febril se interrumpió y fue sustituida por
una especie de fascinación. Estuvo varios días como hechizado, repitiéndose a si mismo
en voz baja un sartal de asombrosas conjeturas, sin dar crédito a su propio
entendimiento. Por fin, un martes de diciembre, a la hora del almuerzo, soltó de un
golpe toda la carga de su tormento. Los niños habían de recordar por el resto de su vida
la augusta solemnidad con que su padre se sentó a la cabecera de la mesa, temblando de
fiebre, devastado por la prolongada vigilia y por el encono de su imaginación, y les
reveló su descubrimiento:
—La tierra es redonda como una naranja.
Úrsula perdió la paciencia. "Si has de volverte loco, vuélvete tú solo", gritó. "Pero no
trates de inculcar a los niños tus ideas de gitano." José Arcadio Buendía, impasible, no
se dejó amedrentar por la desesperación de su mujer, que en un rapto de cólera le
destrozó el astrolabio contra el suelo. Construyó otro, reunió en el cuartito a los
hombres del pueblo y les demostró, con teorías que para todos resultaban
incomprensibles, la posibilidad de regresar al punto de partida navegando siempre hacia
el Oriente. Toda la aldea estaba convencida de que José Arcadio Buendía había perdido
el juicio, cuando llegó Melquíades a poner las cosas en su punto. Exaltó en público la
inteligencia de aquel hombre que por pura especulación astronómica había construido
una teoría ya comprobada en la práctica, aunque desconocida hasta entonces en
Macondo, y como una prueba de su admiración le hizo un regalo que había de ejercer
una influencia terminante en el futuro de la aldea: un laboratorio de alquimia (Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad).
TEXTO 33: Tan pronto como José Arcadio cerró la puerta del dormitorio, el
estampido de un pistoletazo retumbó la casa. Un hilo de sangre salió por debajo de la
puerta, atravesó la sala, salió a la calle, siguió en un curso directo por los andenes
disparejos, descendió escalinatas y subió pretiles, pasó de largo por la calle de los
Turcos, dobló una esquina a la derecha y otra a la izquierda, volteó en ángulo recto
frente a la casa de los Buendía, pasó por debajo de la puerta cerrada, atravesó la sala de
visitas pegado a las paredes para no manchar los tapices, siguió por la otra sala, eludió
en una curva amplia la mesa del comedor, avanzó por el corredor de las begonias y pasó
sin ser visto por debajo de la silla de Amaranta que daba una lección de aritmética a
Aureliano José, y se metió por el granero y apareció en la cocina donde Úrsula se
disponía a partir treinta y seis huevos para el pan.
-¡Ave María Purísima! -gritó Úrsula.
Siguió el hilo de sangre en sentido contrario, y en busca de su origen atravesó el
granero, pasó por el corredor de las begonias donde Aureliano José cantaba que tres y
tres son seis y seis y tres son nueve, y atravesó el comedor y las salas y siguió en línea
recta por la calle, y dobló luego a la derecha y después a la izquierda hasta la calle de
los Turcos, sin recordar que todavía llevaba puestos el delantal de hornear y las
babuchas caseras, y salió a la plaza y se metió por la puerta de una casa donde no había
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
estado nunca, y empujó la puerta del dormitorio y casi se ahogó con el olor a pólvora
quemada, y encontró a José Arcadio tirado boca abajo en el suelo sobre las polainas que
se acababa de quitar, y vio el cabo original del hilo de sangre que ya había dejado de
fluir de su oído derecho (Gabriel García Márquez, Cien años de soledad).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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TEXTO 35: “En el mar entraban los ríos como bigotes de gato en taza de
leche. La sombra licuada de los árboles, el peso de los lagartos cachondos, la calentura
de los vidrios palúdicos, el llanto molido, todo iba a dar al mar” (Miguel Ángel
Asturias, El señor presidente).
TEXTO 37: “Se había juntado una muchedumbre en la Plaza Mayor para la
ejecución de Mackandal. Semejante fiesta, semejante espectáculo, era algo
insignificante e inútil para este ser ungido por grandes dioses. Estaba listo para ser
ejecutado. Fue así entonces como, burlándose, se transformó en un mosquito y se fue a
posar en el sombrero del jefe de las tropas. Nuevamente fue apresado, y amarrado al
poste para ser quemado, pero en ese momento, Mackandal comenzó a moverse
enajenadamente y gritando conjuros, y se elevó por los aires para ir a dar en medio de la
muchedumbre. Luego de la confusión y el desorden, se pudo ver que Mackandal era
introducido dentro de las llamas, acabando así con su persona, expirando éste con un
grito. Mackandal había cumplido su promesa, permaneciendo en el reino de este mundo.
Esto quiere decir que para los blancos, él había muerto, ya que no existía físicamente.
Sin embargo, para su gente, él seguía vivo, permanecía omnipresente, ya que su espíritu
no podía ser muerto” (Alejo Carpentier, El reino de este mundo).
TEXTO 2: “El cuento es un precioso género literario que sirve para expresar un
tipo especial de emoción, de signo muy semejante a la poética, pero que no siendo
apropiado para ser expuesto poéticamente, encarna en una forma narrativa, próxima a la
novela pero diferente a ella en la técnica y la intención. Se trata pues, de un género
intermedio entre poesía y novela, apresador del matiz semipoético, seminovelesco, que
sólo es expresado en las dimensiones del cuento” (Baquero Goyanes, El cuento español
en el siglo XX).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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fluencia lógico poética de lo narrado” (Raúl Alberto Piérola y Alba Omil, El cuento y
sus claves).
TEXTO 4:
“1. Un cuento es una seria breve y escrito de incidentes;
2. De ciclo acabado y perfecto como un círculo;
3. Siendo muy esencial el argumento, el asunto o los incidentes en sí.
4. Trabados estos en una única e ininterrumpida ilación;
5. Sin grandes intervalos de tiempo y espacio.
6. Rematados por un final imprevisto, adecuado y natural”
(Carlos Mastrángelo, El cuento argentino).
TEXTO 5:
“1. Alejamiento de uno de los miembros de la familia , el héroe .
2. Prohibición que recae sobre él .
3. Transgresión de la prohibición .
4. Interrogatorio del héroe por el antagonista , que intenta obtener noticias
5. Información sobre la víctima .
6. Engaño del agresor contra su víctima para apoderarse de ella o sus bienes .
7. Complicidad de la víctima por dejarse engañar y colaborar con su oponente .
8. Fechoría causada por el agresor a uno de los miembros de la familia .
8 a. Constatación de la carencia de algo de los miembros de la familia .
9 . Meditación – transición : se a familia . divulga la noticia de la fechoría o de la
carencia , se dirige al héroe una pregunta u orden , se le llama o se le hace partir .
10 .Principio de la acción contraria : el héroe buscador acepta o decide actuar .
11.Partida del héroe de su casa .
12 .Primera función del donante : el héroe sufre una prueba , ha de responder a un
cuestionario o un ataque , etc. que le prepara para recepción de un objeto o de un
auxiliar mágico .
13. Reacción del héroe ante las acciones del futuro donante .
14. Recepción del objeto mágico .
15 .Desplazamiento del héroe , conducido o llevado cerca del lugar donde se halla el
objeto de su búsqueda.
16. Combate del héroe y el agresor .
17. Marca del héroe .
18. Victoria del héroe sobre el agresor .
19 . Reparación de la fechoría del agresor inicial o satisfacción de la carencia .
20. Vuelta del héroe a casa .
21. Persecución del héroe .
22. Auxilio del héroe .
23. Llegada de incógnito a su casa o a otra comarca .
24. Pretensiones engañosas de un falso héroe .
25. Proposición de una tarea difícil al héroe .
26. Cumplimiento de la tarea .
27. Reconocimiento del héroe .
28. Descubrimiento del falso héroe , agresor o malvado .
29. Transfiguración del héroe en una nueva apariencia .
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
TEXTO 6: “El término cuento era empleado por los renacentistas para designar
formas simples: chistes, anécdotas, refranes explicados, casos curiosos. Quedó, pues,
establecido el término cuento, pero nunca como designación única: se da en una
constelación de términos diversos. En general retiene una división en temas orales,
populares, de fantasía” (Anderson Imbert, Teoría y técnica del cuento).
TEXTO 7: “Hay todavía otro aspecto de la educación humana que conviene
señalar: la dimensión narrativa que engloba y totaliza los conocimientos por ella
transmitidos. Los humanos nos somos problemas o emociones, sino historias; nos
parecemos menos a las cuentas que a los cuentos. Es imprescindible, por tanto, que la
enseñanza sepa narrar cada una de las asignaturas vinculándola a su pasado, a los
cambios sociales que han acompañado su desarrollo” (Fernando Savater, Despierta y
lee).
TEXTO 11: Érase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había desgarrado los
zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba
en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la obra.Pasó un señor, nos miró un
rato y me preguntó por qué toleraba yo al buitre.
-Estoy indefenso -le dije- vino y empezó a picotearme, yo lo quise espantar y hasta
pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy fuertes y quería saltarme a la
cara. Preferí sacrificar los pies: ahora están casi hechos pedazos.
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
-Encantado -dijo el señor- ; no tengo más que ir a casa a buscar el fusil, ¿Puede usted
esperar media hora más?
- No sé -le respondí, y por un instante me quedé rígido de dolor; después añadí -: por
favor, pruebe de todos modos.
El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo y había dejado errar la mirada
entre el señor y yo. Ahora vi que había comprendido todo: voló un poco, retrocedió para
lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi
boca, profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre,
que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre
irreparablemente se ahogaba (Kafka, «El buitre»).
TEXTO 13: “Después que Moisés recibió las tablas de la Ley, Aarón descubrió
varias faltas de ortografía y guardó un respetuoso silencio” (Nelson Gómez León).
TEXTO 14: “Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el
hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él
padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los
portales” (Mario Benedetti, Su amor no era sencillo).
TEXTO 17: “He vertido café en la tacita, he añadido la sacarina, remuevo con
la cucharilla y, cuando la saco, observo en la superficie del líquiedo caliente un pequeño
remolino en el que se dispersa en forma elíptica la espuma del edulcorante mientras se
disuelve. Me recuerda de tal modo una galaxia que, en los cuatro o cinco segundos que
tarda en desaparecer, imagino que lo ha sido de verdad, con sus estrellas y sus planetas.
¿Quién podría saberlo? Me llevo ahora a los labios la tacita y pienso que me voy a beber
un agujero negro. Seguro que la duración de nuestros segundos tiene otra escala, pero
acaso este universo en el que habitamos esté constituido por diversas gotas de una
sustancia en el trance de disolverse en algún fluido antes de que unas gigantescas fauces
se lo beban” (José María Merino, La tacita).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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TEXTO 18: "Un día me compraré un caballo de éstos. Rosa y con alas", dice la
niña y señala, en el libro abierto sobre sus muslos, la foto de un flamenco. El hombre,
alentado por tanta inocencia, se quita la chaqueta, estrecha su acercanza y escarba los
bordes de la hoja sesgada mientras le explica que alguien arrancó una página entre
definición e imagen, que después del doce no viene el quince y que imagínate si
Genghis Khan hubiera dominado Mongolia sobre un ave de tan frágiles patas. Como si
la niña no supiera. Como si no apretara en su puño la hoja extirpada. Como si las cosas
no pudieran ser de otra forma (Isabel González, Numeración incorrecta).
TEXTO 21: Edgar Allan Poe “me enseñó lo que es la gran literatura y lo que es
el cuento” (revista Plural n°44, México 5/1975).
TEXTO 22: “No deberá haber una sola palabra en toda la composición cuya
tendencia, directa o indirecta, no se aplique al designio preestablecido. (Edgar Allan Poe
Twice told tales).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
TEXTO 23: “fueron mis años de mayor soledad. Fui un erudito, toda mi
información libresca fue de esos años, mis experiencias fueron siempre literarias. Vivía
lo que leía, no vivía la vida. Leí millares de libros encerrado en la pensión: estudié,
traduje. Descubrí a los demás solo muy tarde” (revista Plural n°44, México 5/1975).
TEXTO 24: “EL DÍA 28 de octubre de este año se reunieron en sesión conjunta
el comité director de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y los jurados
extranjeros y nacionales designados por ella en el concurso literario que, como en años
anteriores, tuvo lugar en éste. El fin de dicha reunión era el de examinar juntos los
premios otorgados a dos obras: en poesía, la titulada «Fuera del Juego», de Heberto
Padilla, y en teatro, «Los siete contra Tebas», de Antón Arrufat. Ambas ofrecían puntos
conflictivos en un orden político, los cuales no habían sido tomados en consideración al
dictarse el fallo, según el parecer del comité director de la Unión. Luego de un
amplísimo debate, que duró varias horas, en el que cada asistente se expresó con entera
independencia, se tomaron los siguientes acuerdos, por unanimidad:
1. Publicar las obras premiadas de Heberto Padilla en poesía y Antón Arrufat en
teatro.
2. El comité director insertará una nota en ambos libros expresando su
desacuerdo con los mismos por entender que son ideológicamente contrarios a nuestra
Revolución.
3. Se incluirán los votos de los jurados sobre las obras discutidas, así como la
expresión de las discrepancias mantenidas por algunos de dichos jurados con el comité
ejecutivo de la UNEAC. En cumplimiento, pues, de lo anterior, el comité director de la
UNEAC hace constar por este medio su total desacuerdo con los premios concedidos a
las obras de poesía y teatro que, con sus autores, han sido mencionados al comienzo de
este escrito. La dirección de la UNEAC no renuncia al derecho ni al deber de velar por
el mantenimiento de los principios que informan nuestra Revolución, uno de los cuales
es sin duda la defensa de ésta, así de los enemigos declarados y abiertos como —y son
los más peligrosos— de aquellos otros que utilizan medios más arteros y sutiles para
actuar.
El IV Concurso Literario de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba,
tuvo lugar en momentos en que alcanzaban en nuestro país singular intensidad ciertos
fenómenos típicos de la lucha ideológica, presentes en toda revolución social profunda.
Corrientes de ideas, posiciones y actitudes cuya raíz se nutre siempre de la sociedad
abolida por la Revolución, se desarrollaron y crecieron, plegándose sutilmente a los
cambios y variaciones que imponía un proceso revolucionario sin acomodamientos ni
transigencias.
El respeto de la revolución cubana por la libertad de expresión, demostrable en los
hechos, no puede ser puesto en duda. Y la Unión de Escritores y Artistas, considerando
que aquellos fenómenos desaparecerían progresivamente, barridos por un desarrollo
económico y social que se reflejaría en la superestructura, autorizó la publicación en sus
ediciones de textos literarios cuya ideología, en la superficie o subyacente, andaba a
veces muy lejos o se enfrentaba a los fines de nuestra revolución.
Esta tolerancia, que buscaba la unión de todos los creadores literarios y
artísticos, fue al parecer interpretada como un signo de debilidad, favorable a la
intensificación de una lucha cuyo objetivo último no podía ser otro que el intento de
socavar la indestructible firmeza ideológica de los revolucionarios.
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
En los últimos meses hemos publicado varios libros, en los que en dimensión
mayor o menor y por caminos diversos, se perseguía idéntico fin. Era evidente que la
decisión de respetar la libertad de expresión hasta el mismo límite en que ésta comienza
a ser libertad para la expresión contrarrevolucionaria, estaba siendo considerada como el
surgimiento de un clima de liberalismo sin orillas, producto siempre del abandono de
los principios. Y esta interpretación es inadmisible, ya que nadie ignora, en Cuba o
fuera de ella, que la característica más profunda y más hermosa de la revolución cubana,
es precisamente su respeto y su irrenunciable fidelidad a los principios que son la raíz
profunda de su vida.
Como dijimos en dos de los seis géneros literarios concursantes, Poesía y Teatro,
la Dirección de la Unión encontró que los premios habían recaído en obras construidas
sobre elementos ideológicos francamente opuestos al pensamiento de la Revolución.
En el caso del libro de poesía, desde su título: «Fuera del Juego», juzgado dentro
del contexto general de la obra, deja explícita la auto-exclusión de su autor de la vida
cubana.
Padilla mantiene en sus páginas una ambigüedad mediante la cual pretende situar,
en ocasiones, su discurso en otra latitud. A veces es una dedicatoria a un poeta griego, a
veces una alusión a otro país. Gracias a este expediente demasiado burdo cualquier
descripción que siga no es aplicable a Cuba, y las comparaciones sólo podrán
establecerse en la «conciencia sucia» del que haga los paralelos. Es un recurso utilizado
en la lucha revolucionaria que el autor quiere aplicar ahora precisamente, contra las
fuerzas revolucionarias. Exonerado de sospechas, Padilla puede lanzarse a atacar la
revolución cubana amparado en una referencia geográfica.
Aparte de la ambigüedad ya mencionada, el autor mantiene (los actitudes
básicas: una criticista y otra antihistórica. Su criticismo se ejerce desde un
distanciamiento que no es el compromiso activo que caracteriza a los revolucionarios.
Este criticismo se ejerce además prescindiendo de todo juicio de valor sobre los
objetivos finales de la Revolución y efectuando transposiciones de problemas que no
encajan dentro de nuestra realidad. Su antihistoricismo se expresa por medio de la
exaltación del individualismo frente a las demandas colectivas del pueblo en desarrollo
histórico y manifestando su idea del tiempo como un círculo que se repite y no como
una línea ascendente. Ambas actitudes han sido siempre típicas del pensamiento de
derecha, y han servido tradicionalmente de instrumento de la contrarrevolución.
En estos textos se realiza una defensa del individualismo frente a las necesidades
de una sociedad que construye el futuro y significan una resistencia del hombre a
convertirse en combustible social. Cuando Padilla expresa que se le arrancan sus
órganos vitales y se le demanda que eche a andar, es la Revolución, exigente en los
deberes colectivos quien desmembra al individuo y le pide que funcione socialmente.
En la realidad cubana de hoy, el despegue económico que nos extraerá del subdesarrollo
exige sacrificios personales y una contribución cotidiana de tareas para la sociedad. Esta
defensa del aislamiento equivale a una resistencia a entregarse en los objetivos
comunes, además de ser una defensa de superadas concepciones de la ideología liberal
burguesa.
Sin embargo para el que permanece al margen de la sociedad, fuera de juego,
Padilla reserva sus homenajes. Dentro de la concepción general de este libro el que
acepta la sociedad revolucionaria es el conformista, el obediente. El desobediente, el
que se abstiene, es el visionario que asume una actitud digna. En la conciencia de
Padilla, el revolucionario baila como le piden que sea el baile y asiente incesantemente
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
a todo lo que le ordenan, es el acomodado, el conformista que habla de los milagros que
ocurren. Padilla, por otra parte, resulta el viejo temor orteguiano de las «minorías
selectas» a ser sobrepasadas por una masividad en creciente desarrollo. Esto tiene,
llevado a sus naturales consecuencias, un nombre en la nomenclatura política: faseísmo.
El autor realiza un trasplante mecánico de la actitud típica del intelectual liberal
dentro del capitalismo, sea ésta de escepticismo o de rechazo crítico. Pero si al efectuar
la transposición, aquel intelectual honesto y rebelde que se opone a la inhumanidad de
la llamada cultura de masas y a la cosificación de la sociedad de consumo, mantiene su
misma actitud dentro de un impetuoso desarrollo revolucionario, se convierte
objetivamente en un reaccionario. Y esto es difícil de entender para el escritor
contemporáneo que se abraza desesperadamente a su papel anticonformista y de
conciencia colectiva, pues es ése el que le otorga su función social y cree -
erróneamente-, que al desaparecer ese papel también será barrido como intelectual. No
es el caso del autor que por haber vivido en ambas sociedades conoce el valor de una y
otra actitud y selecciona deliberadamente.
La revolución cubana no propone eliminar la crítica ni exige que se le hagan
loas ni cantos apologéticos. No pretende que los intelectuales sean corifeos sin criterio.
La obra de la Revolución es su mejor defensora ante la historia, pero el intelectual que
se sitúa críticamente frente a la sociedad, debe saber que, moralmente, está obligado a
contribuir también a la edificación revolucionaria.
Al enfocar analíticamente la sociedad contemporánea, hay que tener en cuenta
que los problemas de nuestra época no son abstractos, tienen apellido y están
localizados muy concretamente. Debe definirse contra qué se lucha y en nombre de qué
se combate. No es lo mismo el colonialismo que las luchas de liberación nacional; no es
lo mismo el imperialismo que los países subyugados económicamente; no es lo mismo
Cuba que Estados Unidos; no es lo mismo el fascismo que el comunismo, ni la
dictadura del proletariado es similar en lo absoluto a las dictaduras castrenses
latinoamericanas.
Al hablar de la historia «como el golpe que debes aprender a resistir», al afirmar
que «ya tengo el horror / y hasta el remordimiento de pasado mañana» y en otro texto:
«sabemos que en el día de hoy está el error / que alguien habrá de condenar mañana» ve
la historia como un enemigo, como un juez que va a castigar. Un revolucionario no
teme a la historia, la ve, por el contrario, como la confirmación de su confianza en la
transformación de la vida.
Pero Padilla apuesta sobre el error presente —sin contribuir a su enmienda—, y
su escepticismo se abre paso ya sin límites, cerrando todos los caminos: el individuo se
disuelve en un presente sin objetivos y no tiene absolución posible en la historia. Sólo
queda para el que vive en la revolución abjurar de su personalidad y de sus opiniones
para convertirse en una cifra dentro de la muchedumbre para disolverse en la masa
despersonalizada. Es la vieja concepción burguesa de la sociedad comunista.
En otros textos Padilla trata de justificar, en un ejercicio de ficción y de
enmascaramiento, su notorio ausentismo de su patria en los momentos difíciles en que
ésta se ha enfrentado al imperialismo; y su inexistente militancia personal; convierte la
dialéctica de la lucha de clases en la lucha de sexos; sugiere persecuciones y climas
represivos en una revolución como la nuestra que se ha caracterizado por su
generosidad y su apertura, identifica lo revolucionario con la ineficiencia y la torpeza;
se conmueve con los contrarrevolucionarios que se marchan del país y con los que son
fusilados por sus crímenes contra el pueblo y sugiere complejas emboscadas contra sí
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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que no pueden ser índice más que de un arrogante delirio de grandeza o de un profundo
resentimiento. Resulta igualmente hiriente para nuestra sensibilidad que la Revolución
de Octubre sea encasillada en acusaciones como «el puñetazo en plena cara y el
empujón a medianoche», el terror que no puede ocultarse en el viento de la torre
Spaskaya, las fronteras llenas de cárceles, el poeta «culto en los más oscuros crímenes
de Stalin», los cincuenta años que constituyen un «círculo vicioso de lucha y de terror»,
el millón de cabezas cada noche, el verdugo con tareas de poeta, los viejos maestros
duchos en el terror de nuestra época, etcétera.
Si en definitiva en el proceso de la revolución soviética se cometieron errores,
no es menos cierto que los logros —no mencionados en «El abedul de hierro»—, son
más numerosos, y que resulta francamente chocante que a los revolucionarios
bolcheviques, hombres de pureza intachable, verdaderos poetas de la transformación
social, se les sitúe con falta de objetividad histórica, irrespetuosidad hacia sus actos y
desconsideración de sus sacrificios.
Sobre los demás poemas y sobre estos mencionados, dejemos el juicio definitivo
a la conciencia revolucionaria del lector que sabrá captar qué mensaje se oculta entre
tantas sugerencias, alusiones, rodeos, ambigüedades e insinuaciones.
Igualmente entendemos nuestro deber señalar que estimamos una falta ética
matizada de oportunismo que el autor en un texto publicado hace algunos meses,
acusara a la UNEAC con calificativos denigrantes, y que en un breve lapso y sin que
mediara una rectificación se sometiera al fallo de un concurso que esta institución
convoca.
También entendemos como una adhesión al enemigo, la defensa pública que el
autor hizo del tránsfuga Guillermo Cabrera Infante, quien se declaró públicamente
traidor a la Revolución.
En última instancia concurren en el autor de este libro todo un conjunto de
actitudes, opiniones, comentarios y provocaciones que lo caracterizan y sitúan
políticamente en términos acordes a los criterios aquí expresados por la UNEAC,
hechos que no eran del conocimiento de todos los jurados y que alargarían
innecesariamente este prólogo de ser expuestos aquí.
En cuanto a la obra de Antón Arrufat, «Los siete contra Tebas», no es preciso ser
un lector extremadamente suspicaz, para establecer aproximaciones más o menos sutiles
entre la realidad fingida que plantea la obra, y la realidad no menos fingida que la
propaganda imperialista difunde por el mundo, proclamando que se trata de la realidad
de Cuba revolucionaria. Es por esos caminos como se identifica a la «ciudad sitiada» de
esta versión de Esquilo con la «isla cautiva» de que hablara John F. Kennedy. Todos los
elementos que el imperialismo yanqui quisiera que fuesen realidades cubanas, están en
esta obra, desde el pueblo aterrado ante el invasor que se acerca (los mercenarios de
Playa Girón estaban convencidos que iban a encontrar ese terror popular abriéndoles
todos los caminos), hasta la angustia por la guerra que los habitantes de la ciudad (el
Coro), describen como la suma del horror posible, dándonos implícito el pensamiento
de que lo mejor sería evitar ese horror de una lucha fratricida, de una guerra entre
hermanos. Aquí también hay una realidad fingida: los que abandonan su patria y van a
guarecerse en la casa de los enemigos, a conspirar contra ella y prepararse para atacarla,
dejan de ser hermanos para convertirse en traidores. Sobre el turbio fondo de un pueblo
aterrado, Etéocles y Polinice dialogan a un mismo nivel de fraterna dignidad.
Ahora bien: ¿a quién o a quiénes sirven estos libros? ¿Sirven a nuestra
revolución, calumniada en esa forma, herida a traición por tales medios?
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Introducción a la literatura hispanoamericana
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TEXTO 27: «La enfermedad que padeció Julio no estaba todavía diagnosticada,
no tenía un nombre específico, se la llamaba: pérdida de defensas inmunológicas. La
misma que se había llevado a Carol Dunlop, la segunda esposa de Julio Cortázar, un
tiempo antes. Se caracterizaba por un cuadro de aumento desmesurado de los glóbulos
blancos, manchas en la piel, diarreas, cansancio, infecciones oportunistas y culminaba
con la muerte. En noviembre de 1983, en Barcelona, Julio, muy preocupado por su
enfermedad, me enseñó una placa negra en la lengua: el sarcoma de Kaposi. Padecía,
entonces, un virus que desconcertaba a los médicos y no tenía ningún tratamiento
específico. (…) dos años antes de contraer la enfermedad, Julio Cortázar recibió una
masiva transfusión de sangre, en un hospital del sur de Francia, donde estaba pasando
las vacaciones de verano con su reciente esposa, Carol Dunlop. La transfusión se realizó
a raíz de una hemorragia estomacal. “Soy un hombre nuevo –me escribió entonces-. Me
han cambiado toda la sangre.” Algunos años después de su muerte, el ministro de
Sanidad de Francia dimitió, por el escándalo de la sangre contaminada de sida.»
(Cristina Peri Rossi, Julio Cortázar).
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TEXTO 28: “Ya no sé quién dijo, una vez, hablando de la posible definición de
la poesía, que la poesía es eso que se queda afuera, cuando hemos terminado de definir
la poesía, creo que esa misma definición podría aplicarse a lo fantástico” (Julio
Cortázar, «El sentimiento de lo fantástico»).
TEXTO 29: “[El sentimiento de lo fantástico surge en] esas situaciones, de esas
irrupciones, de esas llamadas coincidencias en que de golpe, nuestra inteligencia y
nuestra sensibilidad, tiene la impresión de que las leyes, a que obedecemos
habitualmente, no se cumplen del todo o se están cumpliendo de una manera parcial, o
están dando su lugar a una excepción” (Julio Cortázar, «El sentimiento de lo
fantástico»).
TEXTO 31: “Al igual que lo fantástico los cronopios no se dejan definir. Están
ahí, y, y hay que tener cuidado con ellos porque en el mismo minuto en que uno se va a
sentar ya ellos te han quitado la silla, pero es lo más que se puede acercar a una
definición.” (Julio Cortázar, «El sentimiento de lo fantástico»).
TEXTO 34: “todo eso no crean ustedes que tiene nada de sobrenatural, de
mágico, o de esotérico; insisto en que por el contrario, ese sentimiento es tan natural
para algunas personas, en este caso pienso en mí mismo o pienso en Jarry a quien acabo
de citar, y pienso en general en todos los poetas” (Julio Cortázar, «El sentimiento de lo
fantástico»).
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TEXTO 36: Ese sentimiento de lo fantástico debe ser aceptado “con humildad,
con naturalidad, es entonces cuando se lo capta, se lo recibe multiplicadamente cada vez
con más fuerza” (Julio Cortázar, «El sentimiento de lo fantástico»).
TEXTO 37: “el cuento, como género literario, es un poco la casa, la habitación
de lo fantástico. Hay novelas con elementos fantásticos, pero son siempre un tanto
subsidiarios, el cuento en cambio” parece ideal para alojar lo fantástico. Por eso
“cuando empecé a escribir cuentos ellos fueran de una manera casi natural, yo diría casi
fatal, cuentos fantásticos” (Julio Cortázar, «El sentimiento de lo fantástico»).
TEXTO 38: “Obligado o traicionado por mí mismo a decir cómo hago mis
cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos. No son completamente naturales, en
el sentido de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son dominados por
una teoría de la conciencia. Esto me sería extremadamente antipático. Preferiría decir
que esa intervención es misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de
la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En
un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a
acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podrá tener
porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo
esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni
cuidar su crecimiento: sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se
transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho espacio,
que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada
a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un
contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o
grandezas. Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida
por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con
necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado.
Ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no
las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en
última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.
Lo más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de
ellos tiene su vida extraña y propia. Pero también sé que viven peleando con la
conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda.” (Felisberto Hernández,
«Explicación falsa de mis cuentos»).
TEXTO 39: a.- “Lo lúdico no es un lujo, un agregado del ser humano que le
puede ser útil para divertirse: lo lúdico es una de las armas centrales por las cuales él se
maneja o puede manejarse en la vida. Lo lúdico no entendido como un partido de truco
ni como un match de fútbol; lo lúdico entendido como una visión en la que las cosas
dejan de tener sus funciones establecidas para asumir muchas veces funciones muy
diferentes, funciones inventadas. El hombre que habita un mundo lúdico es un hombre
metido en un mundo combinatorio, de invención combinatoria, está creando
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continuamente formas nuevas.” b.- “desde que yo empecé a escribir (a escribir cosas
publicables) la noción de lo lúdico estuvo profundamente imbricada, confundida, con la
noción de literatura. Para mí, una literatura sin elementos lúdicos era una literatura
aburrida, la literatura que no leo, la literatura pesada, el realismo socialista, por
ejemplo.” c.- “todos los elementos de juego, pero entendido seriamente, son una
constante en la mayoría de las cosas que llevo hechas”. d.- “la magia de las palabras es
una de las formas que se cultivan desde la más alta antigüedad, y entonces ahí hay una
referencia muy directa a uno de los grandes juegos que ha jugado siempre el hombre, a
través de la Kábala por ejemplo, y a través de todas las posibilidades de adivinación, a
través del idioma y por medio del idioma. Hay un viejo juego, que yo sigo practicando
con resultados que me asombran, que es lo que alguien llamó la "poetomancia". O sea,
tomar un libro de poemas, cualquier libro de poemas, cerrar los ojos, abrirlos y poner el
dedo en un verso y leer ese verso; es impresionante la cantidad de veces que en mi caso,
el verso en el que caigo me ilumina un futuro inmediato o me aclara un pasado o me
muestra cuál es mi presente, entonces ¡cómo no creer en el poder del lenguaje! cuando
ese simple juego se vuelve una cosa seria.” («La esfera de los cuentos», entrevista a
Cortázar).
TEXTO 40: “Digo juego con la gravedad con que lo dicen los niños. Toda
poesía que merezca ese nombre es un juego, y sólo una tradición romántica ya
inoperante persistirá en atribuir a una inspiración mal definible y a un privilegio
mesiánico del poeta, productos en los que las técnicas y las fatalidades de la mentalidad
mágica y lúdica se aplican naturalmente (como lo hace el niño cuando juega) a una
ruptura del condicionamiento corriente, a una asimilación o reconquista o
descubrimiento de todo lo que está al otro lado de la Gran Costumbre. El poeta no es
menos “importante” visto a la luz de su verdadera actividad (o función, para los que
insistan en esa importancia), porque jugar poesía es jugar a pleno, echar hasta el último
centavo sobre el tapete para arruinarse o hacer saltar la banca. Nada más riguroso que
un juego; los niños respetan las leyes del barrilete o las esquinitas con un ahínco que no
ponen en las de la gramática” (Julio Cortázar, Último round).
TEXTO 41: “Había vivido lo suficiente para sospechar eso que, pegado a las
narices de cualquiera, se le escapa con la mayor frecuencia: el peso del sujeto en la
noción del objeto. La Maga era de las pocas que no olvidaban jamás que la cara de un
tipo influía siempre en la idea que pudiera hacerse del comunismo o la civilización
cretomicénica, y que la forma de sus manos estaba presente en lo que su dueño pudiera
sentir frente a Ghirlandaio o Dostoievski.Haber pasado la infancia rodeado de tíos
majestuosos, unos amores contrariados en la adolescencia y una facilidad para la astenia
podían ser factores de primer orden en su cosmovisión. Era clase media, era porteño, era
colegio nacional, y esas cosas no se arreglan así nomás. Lo malo estaba en que a fuerza
de temer la excesiva localización de los puntos de vista, había terminado por pesar y
hasta aceptar demasiado el sí y el no de todo, a mirar desde el fiel los platillos de la
balanza. En París todo le era Buenos Aires y viceversa; en lo más ahincado del amor
padecía y acataba la pérdida y el olvido. Actitud perniciosamente cómoda y hasta fácil a
poco que se volviera un reflejo y una técnica; la lucidez terrible del paralítico, la
ceguera del atleta perfectamente estúpido. Se empieza a andar por la vida con el paso
pachorriento del filósofo y del clochard, reduciendo cada vez más los gestos vitales al
mero instinto de conservación, al ejercicio de una conciencia más atenta a no dejarse
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
TEXTO 42: “A los diez años, una tarde de tíos y pontificantes homilías
históricopolíticas a la sombra de unos paraísos, había manifestado tímidamente su
primera reacción contra el tan hispanoitaloargentino «¡Se lo digo yo!», acompañado de
un puñetazo rotundo que debía servir de ratificación iracunda. Glielo dico io! ¡Se lo
digo yo, carajo! Ese yo, había alcanzado a pensar Oliveira, ¿qué valor probatorio tenía?
El yo de los grandes, ¿qué omnisciencia conjugaba? A los quince años se había enterado
del «sólo sé que no sé nada»; la cicuta concomitante le había parecido inevitable, no se
desafía a la gente en esa forma, se lo digo yo. Más tarde le hizo gracia comprobar cómo
en las formas superiores de cultura el peso de las autoridades y las influencias, la
confianza que dan las buenas lecturas y la inteligencia, producían también su «se lo digo
yo» finamente disimulado, incluso para el que lo profería: ahora se sucedían los
«siempre he creído», «si de algo estoy seguro», «es evidente que», casi nunca
compensados por una apreciación desapasionada del punto de vista opuesto. Como si la
especie velara en el individuo para no dejarlo avanzar demasiado por el camino de la
tolerancia, la duda inteligente, el vaivén sentimental. En un punto dado nacía el callo, la
esclerosis, la definición: o negro o blanco, radical o conservador, homosexual o
heterosexual, figurativo o abstracto, San Lorenzo o Boca Juniors, carne o verduras, los
negocios o la poesía” (Julio Cortázar, Rayuela).
TEXTO 45: “A un señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido
terrible al chocar con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
de anteojos cuestan muy caro, pero descubre con asombro que por milagro no se le han
roto. Ahora este señor se siente profundamente agradecido y comprende que lo ocurrido
vale por una advertencia amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y
adquiere en seguida un estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de
curarse en salud. Una hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor
inquietud descubre que los anteojos se han hecho polvo. A este señor le lleva un rato
comprender que los designios de la Providencia son inescrutables y que en realidad el
milagro ha ocurrido ahora” (Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas:
«Historia verídica»).
TEXTO 46: “Si un hombre viese el mundo al revés, con todos los árboles y las
torres colgando invertidos como en un estanque, el efecto obtenido acentuaría la idea de
dependencia. Y en ello hay una relación latina y literal; porque la palabra depender no
significa sino colgar. Sería imagen viva del texto de la Escritura en el que se dice que
Dios suspendió el mundo en la nada. Si San Francisco hubiese visto, en uno de sus
sueños singulares, la ciudad de Asís invertida (…) mientras para la vista normal las
grandes piedras de sus murallas y los macizos fundamentos de su elevada ciudadela y de
sus torreones parecerían darle mayor seguridad y firmeza, al invertir todo aquello, su
propio peso lo haría aparecer más débil y en peligro mayor. nueva y divina de eterno
peligro y dependencia (…). En vez de sentirse, simplemente, orgulloso de su poderosa
ciudad porque era imposible conmoverla, debía agradecer al Dios omnipotente que no la
soltara en el vacío; debía agradecer a Dios que no soltara el cosmos entero, como un
inmenso cristal, para convertirlo en lluvia de estrellas” (Chesterton, San Francisco de
Asís).
TEXTO 47: Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se
pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego
la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva
perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas
sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes
verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión
momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se
ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio
que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá
más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer
piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente
incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin
esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños
inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir
una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo,
envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en
el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se
recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de
confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir
hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el
primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta
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TEMA 5. EL PROYECTO
ANTIPOÉTICO DE NICANOR PARRA.
TEXTO 1: Recuerdas el objeto que vimos, mi alma,
Aquella hermosa mañana de estío tan apacible;
A la vuelta de un sendero, una carroña infame
Sobre un lecho sembrado de guijarros,
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TEXTO 2:
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TEXTO 5:
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TEXTO 6:
TEXTO 7: Hay que dejarse crecer las uñas durante quince días. ¡Oh!, qué
dulce es entonces arrancar brutalmente de su lecho a un niño que nada tiene todavía
sobre el labio superior y, con los ojos bien abiertos, simular que se le pasa suavemente
la mano por sobre la frente, echando hacia atrás sus hermosos cabellos. Luego,
súbitamente, en el momento en el que menos se lo espera, hundir las largas uñas en su
tierno pecho, de modo tal que no muera, pues, si muriese, no se tendría más tarde el
espectáculo de sus miserias. A continuación, beber la sangre lamiendo sus heridas; y
durante ese tiempo, que debería durar tanto como dura la eternidad, el niño llora. Nada
es tan bueno como su sangre, extraída como acabo de explicar, y bien caliente aún, a
no ser sus lágrimas, amargas como la sal (Conde de Lautréamont, Los cantos de
Maldoror).
Soñaba cruzadas, viajes de exploración cuyo relato no tenemos, repúblicas sin historia,
guerras de religión sofocadas, revoluciones de costumbres, desplazamientos de razas y
continentes: creía en todos los encantamientos.
¡Inventé el color de las vocales! — A, negra; E, blanca; I, roja; O, azul; U, verde. —
Ajusté la forma y el movimiento de cada consonante y, con ritmos instintivos, me
precié de inventar un verbo poético accesible, algún día, a todos los sentidos. Me
reservaba la traducción. Fue al principio un estudio. Escribía silencios, noches, acotaba
lo inexpresable. Fijaba vértigos (Arthur Rimbaud, La alquimia del verbo).
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TEXTO 10:
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TEXTO 11:
Creo que una hoja de hierba es tan perfecta como la jornada sideral de las estrellas,
y una hormiga,
un grano de arena
y los huevos del abadejo
son perfectos también.
El sapo es una obra maestra de dios
y las zarzamoras podrían adornar los salones de la gloria.
El tendón más pequeño de mis manos avergüenza a toda la maquinaria moderna,
una vaca paciendo con la cabeza doblada supera en belleza a todas las estatuas,
y un ratón es milagro suficiente para convertir a seis trillones de infieles.
Descubro que he asimilado
granito,
carbón,
musgo,
frutos,
semillas,
raíces…..
y que todo mi cuerpo está impregnado
de cuadrúpedos
y de pájaros.
(Walt Whitman, Canto a mí mismo)
TEXTO 12:
Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo
las hortensias y los aeroplanos del calor.
Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental. Lanzaba
suspiros de acróbata. Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables que la noche.
Amo la noche, sombrero de todos los días. La noche, la noche del día, del día al día
siguiente. Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigibles que van a caer. Tenía
cabellos color de bandera y ojos llenos de navíos lejanos.
Una tarde, cogí mi paracaídas y dije: «Entre una estrella y dos golondrinas.» He aquí la
muerte que se acerca como la tierra al globo que cae.
Mi madre bordaba lágrimas desiertas en los primeros arcoiris.
Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte.
El primer día encontré un pájaro desconocido que me dijo: «Si yo fuese dromedario no
tendría sed. ¿Qué hora es?» Bebió las gotas de rocío de mis cabellos, me lanzó tres
miradas y media y se alejó diciendo: «Adiós» con su pañuelo soberbio.
Hacia las dos aquel día, encontré un precioso aeroplano, lleno de escamas y caracoles.
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Buscaba un rincón del cielo donde guarecerse de la lluvia. (Vicente Huidobro, Altazor,
«Prefacio»).
TEXTO 13: “Amada imaginación, lo que más amo en ti es que jamás perdonas.
Únicamente la palabra libertad tiene el poder de exaltarme. [...] No será el miedo a la
locura lo que nos obligue a bajar la bandera de la imaginación” (André Bretón, «Primer
manifiesto surrealista).
TEXTO 14:
(Luis de Góngora, …)
TEXTO 15:
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TEXTO 16:
TEXTO 17:
TEXTO 18:
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TEXTO 19:
TEXTO 20:
Señoras y señores
Ésta es nuestra última palabra.
-Nuestra primera y última palabra-
Los poetas bajaron del Olimpo.
Nosotros conversamos
En el lenguaje de todos los días
No creemos en signos cabalísticos.
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Nosotros repudiamos
La poesía de gafas obscuras
La poesía de capa y espada
La poesía de sombrero alón.
Propiciamos en cambio
La poesía a ojo desnudo
La poesía a pecho descubierto
La poesía a cabeza desnuda.
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La situación es ésta:
Mientras ellos estaban
Por una poesía del crepúsculo
Por una poesía de la noche
Nosotros propugnamos
La poesía del amanecer.
Este es nuestro mensaje,
Los resplandores de la poesía
Deben llegar a todos por igual
La poesía alcanza para todos.
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TEXTO 21:
Qué es un antipoeta :
Un comerciante en urnas y ataúdes ?
Un sacerdote que no cree en nada ?
Un general que duda de sí mismo ?
Un vagabundo que se ríe de todo
Hasta de la vejez y de la muerte ?
Un interlocutor de mal carácter ?
Un bailarín al borde del abismo ?
Un narciso que ama a todo el mundo ?
Un bromista sangriento
Deliberadamente miserable ?
Un poeta que duerme en una silla ?
Un alquimista de los tiempos modernos ?
Un revolucionario de bolsillo ?
Un pequeño burgués ?
Un charlatán ?
un dios ?
un inocente ?
Un aldeano de Santiago de Chile ?
Subraye la frase que considere correcta.
Qué es la antipoesía :
Un temporal en una taza de té ?
Una mancha de nieve en una roca ?
Un azafate lleno de excrementos humanos
Como lo cree el padre Salvatierra ?
Un espejo que dice la verdad ?
Un bofetón al rostro
Del Presidente de la Sociedad de Escritores ?
(Dios lo tenga en su santo reino)
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TEXTO 22:
Él me dio la mano,
Yo le tomé el pie
¡Hay que ver, señores,
Cómo un ángel es!
Se enojó conmigo,
Me tiró un revés
Con su espada de oro,
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Yo me le agaché.
Muerto de la risa
Dije good bye sir,
Siga su camino,
Que le vaya bien,
Que la pise el auto,
Que la mate el tren.
Ya se acabó el cuento,
Uno, dos y tres.
(Nicanor Parra, Poemas y antipoemas, «Sinfonía de cuna»)
TEXTO 23:
TEXTO 24:
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TEXTO 25:
(…) Tratemos de ser felices, recomiendo yo, chupando la miserable costilla humana.
Extraigamos de ella el líquido renovador,
Cada cual de acuerdo con sus inclinaciones personales.
¡Aferrémonos a esta piltrafa divina!
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Jadeantes y tremebundos
Chupemos estos labios que nos enloquecen;
La suerte está echada.
Aspiremos este perfume enervador y destructor
Y vivamos un día más la vida de los elegidos:
De sus axilas extrae el hombre la cera necesaria para forjar el rostro de sus ídolos.
Y del sexo de la mujer la paja y el barro de sus templos.
Por todo lo cual
Cultivo un piojo en mi corbata
Y sonrío a los imbéciles que bajan de los árboles.
(Nicanor Parra, Poemas y antipoemas, «Los vicios del mundo moderno»).
TEXTO 26:
Yo soy el Individuo.
Primero viví en una roca
(Allí grabé algunas figuras).
Luego busqué un lugar más apropiado.
Yo soy el Individuo.
Primero tuve que procurarme alimentos,
Buscar peces, pájaros, buscar leña,
(Ya me preocuparía de los demás asuntos).
Hacer una fogata,
Leña, leña, dónde encontrar un poco de leña,
Algo de leña para hacer una fogata,
Yo soy el Individuo.
Al mismo tiempo me pregunté,
Fui a un abismo lleno de aire;
Me respondió una voz:
Yo soy el Individuo.
Después traté de cambiarme a otra roca,
Allí también grabé figuras,
Grabé un río, búfalos,
Grabé una serpiente
Yo soy el Individuo.
Pero no. Me aburrí de las cosas que hacía,
El fuego me molestaba,
Quería ver más,
Yo soy el Individuo.
Bajé a un valle regado por un río,
Allí encontré lo que necesitaba,
Encontré un pueblo salvaje,
Una tribu,
Yo soy el Individuo.
Vi que allí se hacían algunas cosas,
Figuras grababan en las rocas,
Hacían fuego, ¡también hacían fuego!
Yo soy el Individuo.
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TEXTO 27:
En resumen
en síntesis
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en buen romance
voto x Rulfo
decididamente que me quedo con Rulfo
cómo que por qué
por haber llevado a la práctica
las instrucciones de González Martínez
su compatriota de Guadalajara
qué sus instrucciones son ésas?
Punto uno: tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje
que da su nota blanca al azul de su fuente
él pasea su gracia no más, pero no siente el
alma de las cosas
ni la voz del paisaje
Punto dos: huye de toda forma y de todo lenguaje
que no vayan acordes con el ritmo latente
de la vida profunda... y adora intensamente
la vida, y que la vida comprenda tu homenaje
y punto final: mira al sapiente búho cómo tiende las alas
desde el Olimpo, deja el regazo de Palas
y posa en aquel árbol el vuelo taciturno...
él no tiene la gracia del cisne, mas su
inquieta
pupila que se clava en la sombra interpreta
el misterioso libro del silencio nocturno
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el lingam y la yoni
ver explosión demográfica
miserere di me ....
el error consistió
en creer que la tierra era nuestra
cuando la verdad de las cosas
es que nosotros
somos
de
la
tierra
no sé
el respetable público dirá
(…)
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TEXTO 28:
TEXTO 29:
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TEXTO 30:
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TEXTO 1: “La percepción del tiempo es una de las cosas que más han variado
últimamente. La tendencia de nuestras sociedades es negarlo en cuanto acontece, a
rechazarlo, a sepultarlo, sellarlo, y, si es posible, olvidarlo al instante. Es como si el
hombre actual precisara de nuevos e incesantes presentes muy breves, como si esa
fragmentación cada vez mayor de todo -de la historia y de las existencias, pero también
de lo que en sí mismo ya es efímero: los programas de televisión, por ejemplo- hubieran
afectado a la manera de sentir los transcursos, y éstos se hubieran reducido brutalmente.
El resultado, como he dicho, es que todo ocurre a mayor velocidad y a la vez todo
aparece más largo mientras no sucede. Esto es, el presente es raudo, pero el pasado y el
futuro -justamente por eso- nos quedan siempre muy lejanos. El pasado y el futuro no
están sucediendo, y todo lo que no es ahora parece remoto y brumoso” (Javier Marías,
Mano de sombra).
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TEXTO 5: “Nietzsche es referia a l’ últim home com aquell que «no fa res»
però «ho fa amb totes les seves forces». L’ últim home era un personatge d’ esperit
feble i melangiós que, tot i ser conscient que allò que feia no tenia cap sentit, no se
sentia capaç de prendre decisions dràstiques que l’ allunyessin de la seva rutina
improductiva [...]. En la seva versió contemporània, però, l’ últim home ja no és aquell
pobre infeliç feble d’ esperit que et movia a la llàstima per la seva determinació inútil
per mantenir una vida que no valia la pena ser viscuda. L’ últim home actual no és ja
tant aquell desgraciat que malbaratava la pròpia vida, sinó un personatge grotesc que,
tot i ser conscient que dedica totes les seves forces a «no fer res», no està disposat a
deixar de fer-ho. Vet aquí la diferència: no és qüestió de feblesa, sinó que més aviat de
pedanteria educada, d’ impostura intel·lectual, de suau mesquinesa, d’ hipocresia
il·lustrada; no és que no sigui capaç de canviar, és que no està disposat a fer-ho, é que ja
li està bé això de dedicar tots els seus esforços a fer no res” (Joan Garcia del Muro, Com
ens enganyem).
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TEXTO 10: “Lo cierto es que Carlos Wieder se levanta con la seguridad de un
sonámbulo y recorre la casa en silencio. Busca la habitación de la tía (…) Justo cuando
se desliza al interior de la habitación escucha el ruido de un auto que se acerca a la casa.
Wieder sonríe y se da prisa. De un salto se pone junto a la cabecera. En su mano
derecha sostiene un corvo. Ema Oyarzún duerme plácidamente. Wieder le quita la
almohada y le tapa la cara. Acto seguido, de un solo tajo, le abre el cuello (…) Wieder
ya está fuera de la habitación y entra al cuarto de la empleada. Pero la cama está vacía.
Por un instante Wieder no sabe qué hacer: le dan ganas de agarrar la cama a patadas
(…) Poco después está en la puerta, respirando con normalidad, y les franquea la
entrada a los cuatro hombres que han llegado. Estos saludan con un movimiento de
cabeza (que sin embargo denota respeto) y observan con miradas obscenas el interior en
penumbras (…) Y nunca encontrarán los cadáveres, o sí, hay un cadáver, un solo
cadáver que aparecerá años después en una fosa común, el de Angélica Garmendia, mi
adorable, mi incomparable Angélica Garmendia, pero únicamente ése, como para
probar que Carlos Wieder es un hombre y no un dios” (Roberto Bolaño, Estrella
distante).
TEXTO 11: “Seguimos hablando durante mucho rato. Wieder, según Bibiano
nos contó, quería decir “otra vez”, “de nuevo”, “nuevamente”, “por segunda vez”, “de
vuelta”, en algunos contextos “una y otra vez”, “la próxima vez” en frases que apuntan
al futuro. Y según le había dicho su amigo Anselmo Sanjuán, ex estudiante de filología
alemana en la Universidad de Concepción, sólo a partir del siglo XVII el adverbio
Wieder y la preposición de acusativo Wider se distinguían ortográficamente para
diferenciar mejor su significado. Wider, en antiguo alemán Widar o Widari, significa
“contra”, “frente a”, a veces “para con”. Y lanzaba ejemplos al aire: Widerchrist,
“anticristo”; Widerhaken, “gancho”, “garfio”; Widerraten, “disuasión”; Widerlegung,
“apología”, “refutación”; Widerlage, “espolón”; Widerklage, “contraacusación”,
“contradenuncia”; Widernatürlichkeit, “monstruosidad” y “aberración”. Palabras todas
que le parecían altamente reveladoras. E incluso, ya entrado en materia, decía que
Weide significaba “sauce llorón”, y que Weiden quería decir “pastar”, “apacentar”,
“cuidar animales que pastan”, lo que lo llevaba a pensar en el poema de Silva Acevedo,
Lobos y Ovejas, y en el carácter profético que algunos pretendían observar en él. E
incluso Weiden también quería decir regodearse morbosamente en la contemplación de
un objeto que excita nuestra sexualidad y/o nuestras tendencias sádicas. Y entonces
Bibiano nos miraba a nosotros y abría mucho los ojos y nosotros lo mirábamos a él, los
tres quietos, con las manos juntas, como si estuviéramos reflexionando o rezando. Y
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TEXTO 12: “Junto a los mapas, enmarcadas y colgadas de la pared había dos
fotografías. Ambas eran en blanco y negro. En una se veía un hombre y una mujer
sentados en la puerta de su casa. El hombre se parecía a Juan Stein, el pelo rubio pajizo
y los ojos azules rodeados por unas ojeras profundas. Eran, nos dijo, su padre y madre.
La otra era un retrato –un retrato oficial– de un general del Ejército Rojo llamado Iván
Cherniakovski” (Roberto Bolaño, Estrella distante).
TEXTO 13: “Érase una vez un niño pobre de Chile… El niño se llamaba
Lorenzo, creo, no estoy seguro, y he olvidado su apellido, pero más de uno lo recordará,
y le gustaba jugar y subirse a los árboles y a los postes de alta tensión. Un día se subió a
uno de estos postes y recibió una descarga tan fuerte que perdió los dos brazos. Se los
tuvieron que amputar hasta casi la altura de los hombros. Así que Lorenzo creció en
Chile y sin brazos, lo que de por sí hacía su situación bastante desventajosa, pero
encima creció en el Chile de Pinochet, lo que convertía cualquier situación desventajosa
en desesperada, pero esto no lo era todo, pues pronto descubrió que era homosexual, lo
que convertía la situación desesperada en inconcebible e inenarrable. Con todos estos
condicionantes no fue raro que Lorenzo se hiciera artista. (¿Qué otra cosa podía ser?)
Pero es difícil ser artista en el Tercer Mundo si uno es pobre, no tiene brazos y encima
es marica (Roberto Bolaño, Estrella distante).
TEXTO 14: “Afuera, la fiesta proseguía. Los jóvenes bebían como jóvenes y
como triunfadores y además aguantaban la bebida como chilenos. Las risas eran
contagiosas, recuerda Muñoz Cano, ajenas a cualquier amenaza, a cualquier sombra. En
alguna parte un trío se puso a cantar abrazados, acompañados por la guitarra de uno de
ellos. Apoyados en las paredes, en grupos de dos o de tres, algunos hablaban sobre el
futuro o sobre el amor. Todos estaban contentos de estar allí, en la fiesta del piloto
poeta; estaban contentos de ser lo que eran y de ser, además, amigos de Carlos Wieder,
aunque no lo entendieran del todo, aunque notaran la diferencia que existía entre ellos y
él. En el pasillo la cola se deshacía a cada instante; a unos se les acababa el alcohol e
iban a por más, otros se trababan en reafirmaciones de amistad y de lealtad eternas que
los llevaban, como una ola protectora, otra vez al living, de donde volvían, mareados,
con los pómulos colorados, a recuperar su lugar en la cola. El humo, sobre todo en el
pasillo, era considerable. Wieder permanecía de pie en el quicio de la puerta. Dos
tenientes discutían y se empujaban (pero suavemente) en el baño al fondo del pasillo. El
padre de Wieder era de los pocos que estaban serios y firmes en la cola. Muñoz Cano se
movía, según confesión propia, arriba y abajo, nervioso y lleno de oscuros presagios.
Los dos reporteros surrealistas (o superrealistas) dialogaban con el dueño de la casa. En
alguna de sus idas y venidas Muñoz Cano consiguió oír algunas palabras: hablaban de
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No había pasado un minuto cuando Tatiana von Beck volvió a salir. Estaba pálida y
desencajada. Todos la vieron. Ella miró a Wieder -parecía como si le fuera a decir algo
pero no encontrara las palabras- y luego trató de llegar al baño. No pudo. Vomitó en el
pasillo y después, trastabillándose, se fue del departamento ayudada por un oficial que
galantemente se ofreció a acompañarla hasta su casa pese a las protestas de la Von Beck
que prefería irse sola.
El segundo en entrar fue un capitán que había sido profesor de Wieder en la Academia.
No volvió a salir. Wieder, junto a la puerta cerrada (el capitán, al entrar, la dejó
entreabierta pero él la volvió a cerrar), sonreía cada vez más satisfecho. En el living
algunos se preguntaron qué mosca le había picado a la Tatiana. Está borracha, pues, dijo
una voz que Muñoz Cano no reconoció. Alguien puso un disco de Pink Floyd. Alguien
comentó que entre hombres no se podía bailar, esto parece un encuentro de colisas, dijo
una voz. Le contestaron que la música de Pink Floyd era para escuchar, no para bailar.
Los reporteros surrealistas cuchicheaban entre sí. Un teniente propuso salir
inmediatamente de putas. Muñoz Cano escribe que en aquel momento tuvo la sensación
de que estaban a la intemperie, bajo la noche oscura y a pleno campo, al menos las
voces sonaban así. En el pasillo la atmósfera generada era peor. Casi nadie hablaba,
como en la antesala de un dentista. ¿Pero dónde se ha visto la antesala de un dentista
donde los dientes-podridos (sic) esperan de pie?, se pregunta Muñoz Cano.
Allí, sentado sobre la cama, encontraron al capitán. Fumaba y leía unas notas escritas a
máquina que previamente había arrancado de una pared. Parecía tranquilo aunque la
ceniza del cigarrillo se desparramaba sobre una de sus piernas. El padre de Wieder
contemplaba algunas de las cientos de fotos que decoraban las paredes y parte del techo
de la habitación, un cadete, cuya presencia allí nadie acierta a explicarse, tal vez el
hermano menor de uno de los oficiales, se puso a llorar y a maldecir y lo tuvieron que
sacar a rastras. Los reporteros surrealistas hacían gestos de desagrado pero mantuvieron
el tipo. Según Muñoz Cano, en algunas de las fotos reconoció a las hermanas
Garmendia y a otros desaparecidos. La mayoría eran mujeres. El escenario de las fotos
casi no variaba de una a otra por lo que deduce es el mismo lugar. Las mujeres parecen
maniquíes, en algunos casos maniquíes” (Roberto Bolaño, Estrella distante).
TEXTO 15: “Para encontrar a otro poeta necesitaba la ayuda de otro poeta”
(Roberto Bolaño, Estrella distante).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
TEXTO 17: “Nacido en 1935, Raoul Delorme fue soldado y vendedor del
mercado de abastos antes de encontrar una colocación fija (y más acorde con una ligera
enfermedad en las vértebras contraída en la Legión) como portero de un edificio del
centro de París. En 1968, mientras los estudiantes levantaban barricadas y los futuros
novelistas de Francia rompían a ladrillazos las ventanas de sus Liceos o hacían el amor
por primera vez, decidió fundar la secta o el movimiento de los Escritores Bárbaros. Así
que, mientras unos intelectuales salían a tomar las calles, el antiguo legionario se
encerró en su minúscula portería de la rue Des Eaux y comenzó a dar forma a su nueva
literatura. El aprendizaje consistía en dos pasos aparentemente sencillos. El encierro y la
lectura. Para el primer paso había que comprar víveres suficientes para una semana o
ayunar. También era necesario, para evitar las visitas inoportunas, avisar que uno no
estaba disponible para nadie o que salía de viaje por una semana o que había contraído
una enfermedad contagiosa. El segundo paso era más complicado. Según Delorme,
había que fundirse con las obras maestras. Esto se conseguía de una manera harto
curiosa: defecando sobre las páginas de Stendhal, sonándose los mocos con las páginas
de Víctor Hugo, masturbándose y desparramando el semen sobre las páginas de Gautier
o Banville, vomitando sobre las páginas de Daudet, orinándose sobre las páginas de
Lamartine, haciéndose cortes con hojas de afeitar y salpicando de sangre las páginas de
Balzac o Maupassant, sometiendo, en fin, a los libros a un proceso de degradación que
Delorme llamaba humanización. El resultado, tras una semana de ritual bárbaro, era un
departamento o una habitación llena de libros destrozados, suciedad y mal olor en donde
el aprendiz de literato boqueaba a sus anchas, desnudo o vestido con shorts, sucio y
convulso como un recién nacido o más apropiadamente como el primer pez que decidió
dar el salto y vivir fuera del agua. Según Delorme, el escritor bárbaro salía fortalecido
de la experiencia y, lo que era verdaderamente importante, salía con una cierta
instrucción en el arte de la escritura, una sapiencia adquirida mediante la «cercanía
real», la «asimilación real» (como la llamaba Delorme) de los clásicos, una cercanía
corporal que rompía todas las barreras impuestas por la cultura, la academia y la
técnica” (Roberto Bolaño, Estrella distante).
TEXTO 18: "La historia, que es una puta sencilla, no tiene momentos
determinantes sino que es una proliferación de instantes, de brevedades que compiten
entre sí en monstruosidad" (Roberto Bolaño, 2666).
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Introducción a la literatura hispanoamericana
Dr. Bernat Garí
TEXTO 20: “Hay que leer a Quiroga hay que leer a Felisberto Hernández y hay
que leer a Borges .Hay que leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista
que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que
leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral” (Roberto
Bolaño, Consejos sobre el arte de escribir cuentos).
TEXTO 21: “Qué hubiera pensado mi padre de que yo contase su historia sin
conocerla por completo, persiguiéndola en las historias de otros como si yo fuera el
coyote y él el correcaminos y yo tuviera que resignarme a verle perderse en el horizonte
dejando detrás de sí una nube de polvo y a mí como un palmo de narices; qué hubiera
pensado mi padre de que yo contara su historia y la historia de todos nosotros sin
conocer en profundidad los hechos, con decenas de cabos sueltos que iba anudando
lentamente para construir un relato que avanzaba a trompicones y contra todo lo que yo
me había propuesto, pese a ser yo, indefectiblemente, su autor” (Patricio Pron, El
espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia).
TEXTO 22: “Mi memoria, que se había visto interrumpida durante largos años,
había comenzado a funcionar otra vez al recordar estos hechos pero no lo hacía de
forma lineal: la memoria regurgitaba imágenes y recuerdos que desplazaban con
violencia aquello que yo estuviera viendo o haciendo en el momento en que estos tenían
lugar y me impedían vivir por completo en el presente, que por otra parte era incómodo
y triste pero no podían devolverme totalmente al pasado. Naturalmente, había un
porcentaje indescifrable de interpretación y tal vez de invención en lo que yo recordaba,
pero alguien me había dicho alguna vez que no importaba cuan imaginaria fuera la
causa, porque las consecuencias de esta siempre eran reales” (Patricio Pron, El espíritu
de mis padres sigue subiendo en la lluvia).
TEXTO 23: “Mientras pensaba todo esto de pie junto a la mesa del teléfono vi
que había comenzado a llover nuevamente y me dije que iba a escribir esa historia
porque lo que mis padres y sus compañeros habían hecho no merecía ser olvidado y
porque yo era el producto de lo que ellos habían hecho, y porque lo que habían hecho
era digno de ser contado porque su espíritu, no las decisiones acertadas y equivocadas
que mis padres y sus compañeros habían tomado sino su espíritu mismo, iba a seguir
subiendo en la lluvia hasta tomar el cielo por asalto” (Patricio Pron, El espíritu de mis
padres sigue subiendo en la lluvia).
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